¡Qué momento!

¡Qué momento!

Bajo la consigna de recuperar lo colectivo y la construcción, en contra de los discursos y crímenes de odio y por razones de género, en contra del desguace de lo público y en reclamo por territorios y agua, se realizó este fin de semana en Jujuy el 37º Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries, donde confluyeron 60.000 participantes provenientes de todo el país.

“Este es un espacio de encuentro”, comenta Jorgelina Mansano, integrante de la Comisión Organizadora del 37° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexulaes, Intersexulaes, No Binaries que se llevó a cabo el fin de semana pasado en la capital jujeña. “Hay un antes y un después del encuentro de mujeres y disidencias plurinacionales –afirma María José Álvarez Carreras, otra miembro de la comisión–. Es un espacio para que las compañeras se encuentren y se conozcan”.

El Encuentro Plurinacional, como cuentan sus organizadoras, es una experiencia única. Este año fue el turno de San Salvador de Jujuy, ciudad que ya había sido anfitriona en dos ocasiones, una por el año 1995 y otra en el 2006, pero cuyas características habían sido muy diferentes. Para el de 2006, por ejemplo, la cantidad de participantes rondaba los 10 mil. Hoy, la convocatoria supera los 60 mil presentes. El evento nacional está pensado para reunir a mujeres y disidencias de todo el país con el fin de poder debatir, enseñar, aprender y que, principalmente, funcione como un espacio para realizar los reclamos históricos y contingentes que estos grupos vienen exigiendo. “El encuentro es un espacio de gran aprendizaje, de mucho compartir las experiencias activistas, incluso de las compañeras que vienen por primera vez”, continúa María José.

Aquí nada es casualidad. Que Jujuy fuera la sede del Encuentro 2024 refleja el apoyo a las luchas contra la Reforma Constitucional que se implementó durante el gobierno de Gerardo Morales en la provincia jujeña y que llevó al pueblo a la movilización masiva. El logo del Encuentro, el diseño de la paloma blanca que es intervenida según cada evento, este año se llenó de mujeres de las comunidades originarias, de las banderas de la comunidad LGBTQ+, de docentes, de mujeres tocando coplas, de los pañuelos del Nunca Más y de la bandera whipala. Además, el escenario principal del Encuentro se ubicó en el Playón de la Avenida 19 de Abril, lugar donde alrededor de 100 personas fueron detenidas en el 2023 debido a que se movilizaron en contra de la Reforma.

Otro de los epicentros del encuentro fue la Plaza Belgrano. Desde el 11 al 13 de octubre, la plaza estuvo rodeada de puestos de feria  por todos sus lados y diagonales, el humo de las parrillas llenaba el aire con ese gustito a lo popular y las banderas y los pasacalles colgaban con los pedidos de este encuentro. “No al RIGI. Defendamos la tierra y el agua”, se leía en uno; “Mientras este Estado desfinancia y abandona, en Argentina matan a una piba cada 28 horas”, reclamaba otro. Cada rincón estaba siendo ocupado por mujeres, disidencias, comunidades originarias y estudiantes, unidos por estos reclamos en común.

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Allí se encontraba Aranzazú con un micrófono en la mano y parada enfrente de una inmensa bandera del orgullo lésbico. Ella viene de la provincia de Salta y pertenece a la Red de Autoconvocades y Organizaciones Lesbianas. Atrás de ella, se extendía un repertorio de carteles que exigían justicia por Roxana, Pamela y Andrea, las víctimas del tripe lesbicidio de Barracas. Con el micrófono firme en su mano, Aranzazú alzaba su voz pidiendo: “Por el agua, por los territorios. Por elles, por nosotres. Reivindicamos a nuestras ancestras de lucha y seguimos sus huellas […] porque nosotras, nosotres, también sabemos de rebelión”.

Asimismo, la salteña recalca la importancia de que se haya realizado este encuentro en tierras jujeñas y de la participación de las comunidades originarias, quienes se plantaron fuertemente en contra de la Reforma del año anterior. “La represión brutal con la que esa reforma inconstitucional se llevó a cabo fue el laboratorio que permitió que hoy tengamos el gobierno nacional que tenemos. Hicieron la prueba acá y la extendieron a nivel nacional”, sentencia Aranzazú. Y cuenta que la bandera que está a sus pies fue hecha por diferentes organizaciones lésbicas en distintos lugares y que fue unida ese día a la mañana, en el Encuentro. “Para todas las mujeres, la existencia de las lesbianas también es una puerta a la liberación”, afirma Aranzazú e incentiva a todas las mujeres a que se unan a la marcha que se estaría dando unas horas más tarde en contra de los lesbicidios, los travesticidios y los trasnfemicidios.

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A tan solo una cuadra de la plaza principal, en el Centro Cultural Manuel Belgrano, se localiza el Corredor Gastronómico, una propuesta culinaria fundamental que reúne a emprendedoras y emprendedores de varias provincias argentinas. Jorgelina y María José se encuentran allí y cuentan, en diálogo con ANCCOM, la necesidad de organizar un proyecto como tal en el marco del evento. “En 2006, en el encuentro anterior que se hizo en Jujuy, sucedió que los comercios estaban cerrados y había que avisarles a las compañeras donde podían ir a comer. Este año nos pareció central organizar el corredor”, comenta Jorgelina.

El corredor se encuentra en un galpón abierto de techos altísimos que solía ser la vieja estación de trenes de Jujuy. Durante el fin de semana largo de octubre, sin embargo, estuvo repleto de mesas con manteles lisos, sillas de plástico, puestos de comida, heladeras con bebidas heladas y por supuesto parlantes con cumbia sonando 24/7. En uno de los lados, un pequeño escenario que al mediodía del viernes se encontraba desocupado. Muchas personas circulan constantemente por cada mesa, eligiendo sus almuerzos y recorriendo cada rincón del corredor.

Esta propuesta, al igual que el encuentro, es federal. La convocatoria fue abierta y llegó a varias provincias: Neuquén, San Juan, Catamarca, Buenos Aires. Ambas mujeres comparten la idea de que los encuentros plurinacionales, además de ser únicos por todas las experiencias y espacios que se generan en ellos, también les ofrece a los emprendedores una eyección económica. “Creemos que el corredor es además una oportunidad económica. La gente la está pasando mal. Nosotras seguimos trabajando para que se siga desarrollando de la mejor manera”, continúa Jorgelina.

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Durante los tres días que duró el evento, se llevaron a cabo actividades de todo tipo. Desde talleres hasta pañuelazos, desde asambleas hasta movilizaciones y marchas. En cada una de ellas se escuchaba uno de los cánticos más populares de las jornadas: “Qué momento, qué momento, a pesar de todo les hicimos el encuentro. ¡Qué momento!”, coreaban miles y miles de mujeres y disidencias. Las voces se elevaban entre edificios y montañas, bajo un cielo celeste vibrante y un sol radiante. Y, llegadas las caídas de sol, comenzaban las marchas.

El viernes 11 a las 19 comenzó la Marcha contra los Travesticidios, Transfemicidios, Transhomicidios y Lesbicidios. La columna a la cabeza salió de Gorriti y Avenida 19 de Abril y rodeó todo el centro jujeño. Las voces se alzaban pidiendo justicia por el reciente travesticidio de Ana Paula Costas, una mujer trans de Jujuy, y por todos los crímenes de odio que ocurren en nuestro país contra estos colectivos.

Sher Lescano es travesti, sindicalista y activista de Derechos Humanos y se encuentra marchando para reivindicar sus experiencias. “Esta marcha reivindica no solo nuestra lucha sino también nuestro derecho humano esencial a vivir. Hoy nos abrazamos todos los feminismos para decirle basta al fascismo anti derecha de esta persona que nos está condenando todo el tiempo a muerte”, expresa decididala activista en diálogo con ANCCOM. Sher también manifiesta su apoyo y agradecimiento a la Ley de Cupo Laboral Tras, la cual le permitió entrar al Ministerio de Salud de la Nación: “El cupo laboral no es un privilegio. Es un derecho esencial que se nos niega solo por el hecho de existir y expresar nuestra identidad”.

Sher es parte de la Comisión Organizadora del Basta de Travesticidios, Transhomicidios y Transfeminismos desde hace cinco años y está convencida de que la lucha hoy no se tiene que hacer entre los feminismos ni entre los partidos políticos. “Hoy la diferencia no es entre nosotres y nosotras. El feminismo es político, pero no es un partido político. El feminismo es transversal a todo”, finaliza.

El recorrido de la movilización acabó en el escenario principal, con muchas de las compañeras y compañeres reivindicando el Encuentro como algo hermoso pero igualmente doloroso. Y es verdad que en el aire se siente esa pesadez, se siente la ausencia de aquellas que ya no están. Todas y todes gritamos a coro: “Presentes. Hoy y siempre”.

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“El Encuentro es la historia material del feminismo, de un movimiento que ha logrado en las calles organizadamente derechos fuertemente adquiridos”, expresa eufórica Lili, militante feminista de la Asamblea de Flores, en la marcha final del sábado 12. Las consignas eran claras: en contra de los discursos y crímenes de odio por razones de género; en contra del desmantelamiento de lo público; pidiendo por la tierra y los territorios; pidiendo por el cupo laboral trans-travesti; y exigiendo una respuesta sobre dónde está Tehuel.

Lili comparte su preocupación: “Lo que no estamos teniendo es una articulación de las luchas. Las feministas le podemos proponer al pueblo esto”.  Ella sabe, porque vivió en carne propia, todo lo que el feminismo es capaz de lograr.  “Este encuentro fue muy importante en momentos de crisis como los que estamos viviendo –concluye–. Hoy el movimiento feminista puede proponer un modelo de organización y articulación donde conviven organizaciones y partidos políticos. Logramos una unidad. Hoy el saber está en construir”.

Un primer paso es seguir construyendo estos espacios de encuentro. Por ello, el evento no podía finalizar sin la votación para establecer cuál sería la próxima sede del Encuentro Plurinacional. A través del “aplausómetro”, las decenas de miles de mujeres y disidencias presentes en San Salvador de Jujuy decidieron que en el 2025 el evento se realizará en la provincia de Corrientes. Cantando al unísono: “Por la trata y por Loan, próximo Encuentro en Corrientes vamos a estar”, se dio por finalizado el 37° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexulaes, Intersexulaes, No Binaries. Que el próximo nos encuentre en Corrientes.

                ¡Jallalla!

“No somos mafia, somos trabajadores”

“No somos mafia, somos trabajadores”

Vendedores ambulantes de Once exigen al gobierno de Jorge Macri que se respeten sus fuentes laborales y advierten que las protestas continuarán si no aparece ninguna solución. La policía allanó casi 200 depósitos donde guardaban mercadería.

En Once, el centro comercial a cielo abierto del barrio porteño de Balvanera, los vendedores ambulantes de la economía popular se instalan en las veredas para comercializar sus productos al público, que busca precios bajos a la hora de comprar. Sin embargo, el viernes 4 de octubre la Policía de la Ciudad allanó unos 200 depósitos en la zona y les secuestró casi toda la mercadería que tenían, despojándolos así de lo invertido y, con ello, de su forma de subsistir.

Entre cánticos como «No somos mafia, somos trabajadores», «Si no hay solución la marcha continúa» o «Manteros unidos, jamás serán vencidos», desde el lunes 7 de octubre se mantienen movilizados para visibilizar la situación y reclamar al jefe de Gobierno Jorge Macri contra el desalojo, o bien, que se les brinde una alternativa digna.

«Alegan que somos mafia, que por eso allanaron los lugares, incluso los que el mismo Gobierno de la Ciudad que nos habían entregado, diciendo que ahí se guardaba mercadería ilegal, cosa que no es verdad, porque los compañeros tienen las boletas de dónde van y compran su mercadería», expresó Luzmery Villanueva, referente de Vendedores Ambulantes de Once (VAIO), nucleados dentro del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE).

Durante el lunes, con el protocolo antipiquetes activado para evitar cortes de calle, los vendedores agrupados en VAIO y el MTE marcharon por las distintas veredas del barrio para exigir al Gobierno porteño que deje de atacarlos y se les permita trabajar como todos los días para cubrir sus necesidades básicas. «La movilización fue pacífica, respetamos todas las normas, se marchó por la vereda y no hubo incidentes», subrayó Javier, vendedor ambulante desde hace 30 años.

Otra vendedora, Matilde, destacó la necesidad de tener un espacio para trabajar y poder vivir tranquilos: «Tenemos que pagar alquiler, los servicios, la mayoría, somos monotributistas, entonces nosotros no estamos queriendo no pagar, porque también queremos un lugar que nos den o por lo menos que no nos habiliten uno para pagar un arancel».

El martes 8 de octubre continuaron las protestas. Ese día se vivieron momentos de tensión por el fuerte operativo policial que terminó con la represión a los manteros autoconvocados, que pedían la devolución de la mercadería secuestrada. Mientras tanto, los espacios de la calle que habitualmente usan, seguían vacíos, aunque transitados al ritmo habitual por el público que va a comprar a Once.

El reclamo de los trabajadores también incluye la legalización de la venta ambulante y un marco regulatorio, para brindar una solución a este sector de la economía popular. «Presentamos un proyecto de ley donde le hemos dado una estructura de cómo se vería la ciudad con cada vendedor en un local, que no tengamos que tirar una manta, podamos pagar un canon según el sector», contó Luzmery, quien resaltó también que el Gobierno de Macri no tiene interés en dar una solución: «Creo que realmente ellos son mafiosos porque les conviene más venir a reventar los galpones donde guardan la mercadería nuestros compañeros».

El viernes 4 de octubre, unos 500 efectivos de la policía porteña allanaron en simultáneo 197 depósitos, incluyendo dos predios que Horacio Rodriguez Larreta había arrendado, uno en calle La Rioja y otro sobre Perón, para reubicar a varios de esos vendedores tras el desalojo que se hizo en 2017. Allí secuestraron una importante cantidad de mercadería que guardaban los trabajadores, que según se calcula son unos tres mil en zona de Once.

Muchos se enteraron vía llamada telefónica, otros cuando llegaron al lugar, como Marina: «Venía de González Catán, fui a hacer un trámite y estaba volviendo. Bajo del micro y veo a un montón de policías. Me encuentro con mis compañeros ya en la calle tratando de armar y ya no se podía, estábamos todos desesperados», contó.

Jorge Macri calificó el operativo como «un golpe durísimo a la mafia que inundaba de suciedad y trabajo esclavo», en una alusión xenófoba a los vendedores senegaleses y de otras nacionalidades –paraguaya, boliviana y peruana–. Sin embargo, la realidad es que la mayoría de los extranjeros tienen la nacionalidad argentina y están al día con la AFIP.

«El sábado hubo un operativo de Migraciones pensando que todos los que estamos en la calle somos indocumentados y se toparon con que todos tenían el DNI en regla. La mayoría está nacionalizada y paga monotributo. Me cobrás un monotributo sabiendo que vendo en la calle y después me venís a sacar de ahí», comentó Marina.

Entre los manteros, hay algunos que han obtenido títulos universitarios o de educación superior, pero no logran conseguir un empleo, por lo que deben recurrir a comprar productos y “mantear” para poder subsistir. Ninguno trabaja para alguien, sino que son autónomos que compran la mercadería por su cuenta.

«El 90 por ciento de los productos se compran y venden aquí. Desde un chupetín o una gaseosa hasta una remera y un pantalón. Hacemos un acto de comercio: la compramos a un precio, vendemos a otro precio y obtenemos una ganancia, vivimos de eso», aseguró Javier.

Respecto al trato con los comerciantes comentó: «No hay rivalidad, sino que es todo buena onda. Nos conocen porque somos gente que trabaja todos los días en el mismo lugar. Incluso al sacar a los manteros, la mayoría de las ventas de los negocios bajan ».

El día posterior a los allanamientos, el barrio contaba con una mayor presencia policial de lo habitual, con personal del Departamento Operaciones Urbanas de Contención (DOUC) y grupos de fiscalizadores de Espacio Público en casi todas las cuadras, incluso por la tarde, fuera de los horarios habituales de trabajo.

Los vendedores afirman que, si no se abre un canal de diálogo, seguirán las protestas y, de ser necesario, se enfrentarán con las fuerzas de seguridad.

Un abrazo de papel

Un abrazo de papel

Desde el año 2000 Hecho en Buenos Aires es una revista y una organización que trabaja para generar oportunidades de construir comunidad y ser una fuente material y simbólica que devuelve la identidad a las personas en situación de vulnerabilidad.

Luciano, vendedor de Hecho en Buenos Aires.

Es sábado, alrededor de las 13. Luciano Saavedra llega a Avenida San Juan 21, en el barrio de San Telmo. Cruza primero un portón grande, luego uno más pequeño y sube dos pisos por escalera. Al llegar emite, detrás de una puerta de rejas, un saludo esperando que del otro lado se acerquen. Como todos los martes, jueves y sábados la sede de Hecho en Buenos Aires (HBA) abre sus puertas a partir de las 10 de la mañana para que todos puedan acercarse. Como Luciano, que está encarando una nueva jornada de trabajo.

Hecho en Buenos Aires es una revista y mucho más que eso. Es una empresa social  cooperativa que es cobijo, comunidad, y también, como en el caso de Luciano y tantos otros, una oportunidad laboral para personas que se encuentran en situación de calle o corren riesgo de estarlo.

Carolina Aniño, síndica de la cooperativa de trabajo y editora de la revista, en diálogo con ANCCOM explicó que la revista, por un lado, funciona como fuente laboral para estas personas que viven con todos sus derechos vulnerados y, por otro, es un modo de visibilizar temas y problemáticas que forman parte de su agenda. “Siempre es doble la misión de la revista. Hacerla para que las personas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad puedan venir, venderlas, hacer una diferencia y ganándose el 70% del precio de tapa. Pero también en este momento en que prácticamente no se imprime nada, que queden impresas notas y problemáticas que van generando una agenda de conciencia, de invitación a participar de esta construcción del mundo de manera solidaria y cooperativa”

Ruben, vendedor de Hecho en Buenos Aires.

Luciano es una de estas personas que vende las revistas en la vía pública como fuente de ingresos para subsistir. Cuenta que se acercó a partir de la recomendación de unos amigos que también se dedicaban a esto, hace más de veinte años, luego de quedarse sin trabajo. Se pueden reconocer sus años de experiencia como vendedor en su trato con la gente: ofrece ejemplares con amabilidad y nunca pierde la oportunidad de explicarles cómo con eso ayudan tanto a quienes venden estas revistas como a toda la organización.
Aniño afirma que “desde ya lo que nos interesa es que estas historias de vida puedan ser visibilizadas, que puedan ser visibilizados esos pasos que se dan en la organización acompañando a esta gente, a cada uno. Hemos acompañado a muchísimas personas desde el 2000 en adelante. Son muchas historias de vida. Nos interesa que escriban o que cuenten sus historias, por eso también esta es una prensa de la calle, que cuenta las historias de los vendedores de Hecho en Buenos Aires”.
Además de permitirle a personas en situaciones de vulnerabilidad una oportunidad de trabajo, Hecho en Buenos Aires es una revista mensual con una agenda clara basada en el respeto y la defensa de los derechos humanos, del medioambiente, que se opone a las distintas formas de ecocidio y extractivismo, y con una gran presencia de la cultura y el arte en sus ejemplares, dedicando espacio a una sección de reseñas y recomendaciones de obras de teatro, libros y películas. También, acompañando su tarea de brindar oportunidades laborales a personas en situaciones críticas, dan visibilidad a muchas de estas historias personales.

Noelia, vendedora de Hecho en Buenos Aires.

Este sábado al mediodía Luciano tenía poco dinero para comenzar. Con sus 6.000 pesos compró 10 ejemplares. Cada vendedor adquiere ejemplares a 600 pesos cada uno y los vende al precio de tapa: 2.000 pesos. Pero está optimista: “Ahora vendo estas y con la plata que junto vengo a comprar más”, dijo antes de retirarse de la sede de HBA. Baja las escaleras, comienza a caminar por Av. San Juan y al llegar a Paseo Colón. Se encuentra con un buen número de personas que se convocan en el Espacio para la Memoria excentro Clandestino de Detención «Club Atlético, en reclamo por los despidos dispuestos por el gobierno en la Secretaría de Derecho Humanos. Sin vacilar se acerca con intención de aprovechar la oportunidad. En ese marco, los ejemplares de Luciano tuvieron en menos de veinte minutos una igual cantidad de compradores, quienes estaban dispuestos a escucharlo y colaborar con la causa.

Según Daniela Drosz, coordinadora del proyecto: “A esta revista muchos la han definido como un salvavidas. Es un lugar del que se agarran para no hundirse. Es también ese escudo con el que vuelven a enfrentarse y que les permite hablar con esas personas que, si no los vieran con la revista en la mano, muy posiblemente se cruzarían de vereda”.

Luciano cumple su primer objetivo. Regresa por el mismo camino andado hacia la sede para destinar todo lo recaudado en más revistas y salir nuevamente. Unos diez minutos más tarde ya tiene en sus manos otros veinte ejemplares. Luego de una segunda recorrida por el Paseo de la Memoria, se dirige hacia la Plaza Dorrego para continuar su jornada laboral, la cual no termina “hasta que no venda 15 o 20 que me alcancen para hacer una moneda”, explica. Entre alguna otra changa y lo que genera con la venta de estas revistas, Luciano cuenta que “el año pasado pude terminar mi casa.”

“La empresa social no tiene como objetivo la reproducción del capital sino la reproducción de la vida”, dice Drosz.

En tanto empresa social cooperativa sus integrantes se reconocen parte de esta organización. Para Drosz, “la empresa social no tiene como objetivo la reproducción del capital sino la reproducción de la vida” y trabajan en este aspecto “no solamente con las personas que están en situación de calle sino también de quienes sostienen proyectos”.

En la actualidad, la organización trabaja en distintos círculos de contención, es decir, con vendedores o con quienes se acercan de manera más efímera y por otros motivos. Estas personas cuentan con HBA y los distintos espacios que ofrece, entre los que hay talleres creativos, capacitaciones, la posibilidad de comer e higienizarse para quienes lo necesitan. De hecho, muchas de las personas que se acercan no son vendedores.

Zulema Noemí Razzotti tiene 67 años y hace 23 que forma parte de HBA, desde apenas iniciado el proyecto. Le gusta que la llamen Noe y junto a Zulma, a quien considera su amiga, “somos las más viejitas, yo hace 23 años y ella hace 24. Después empezaron a venir más, pero las viejitas somos nosotras”. Noe viaja desde Derqui, en la zona norte del conurbano, a retirar los ejemplares en San Telmo y luego hace sus ventas en Olivos. En el último tiempo el cierre de locales comerciales hizo que le bajaran las ventas. Hace un tiempo planteó la situación en la organización: “No me alcanza la jubilación. A veces tengo para pagar las cuentas y otras no”. Entonces le ofrecieron, en estos días, comenzar a vender dentro de la Facultad de Ciencias Sociales: “¿’Pero cómo me voy a mater ahí’, les dije. ‘¿Qué voy a hacer yo en la Facultad?’ ‘Dale, que vos podés’, me dijeron. Y tenían razón”.

Los jueves Noe participa del taller de arte en HBA. Reconoce a sus producciones, dibujos, pinturas, dentro del arte abstracto. Noe logró exponer en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, institución que junto a HBA trabaja en la realización de un libro con pinturas hechas por ella y otros compañeros de la organización. “Una vez vendí un cuadro. Justo se rompió el motor de la bomba de agua de mi casa. Y un profesor me ayudó a venderlo y con eso pude poner el motor. El motor para tener agüita. Y bueno ¿ves? Cosas así vienen. Y cuando vienen, vienen”.

 

Marcelo, vendedor de Hecho en Buenos Aires.

HBA busca transformar la dinámica de beneficencia por la de entramar comunidad entre personas que se sensibilizan y conocen de primera mano lo que otras personas, absolutamente marginadas material y simbólicamente, son capaces de lograr si tienen un contexto, el apoyo y las oportunidades necesarias, siendo artífices de la construcción de alternativas para vivir.

Formar parte de esta organización construye un sentido de pertenencia, la posibilidad de ser parte de algo, de un “nosotros” que muchas veces les es imposibilitado. Según Dora Ventosa, la profesora a cargo del taller de arte: “Vender una revista que tiene un contenido cultural también hace que la persona se sienta habilitada a hablar con otro tipo de personas. Con todo tipo de personas. A diferencia de quienes ofrecen pañuelitos, medias o pastillas, ofrecer una revista, aunque sea a alguien que no la quiera o no la pueda comprar, puede generar un interés, una charla. Es como una señal de pertenecer a algo, vos pertenecés a una organización, a una institución”. En el mismo sentido, Drosz reflexiona: “Esta revista viene un poco a reconstruir esa identidad perdida. A las personas que están en la calle la sociedad misma les ha quitado su humanidad. Esa persona está teniendo su humanidad a la intemperie”.

Desde hace más de 15 años Sebastián Rodríguez es parte de esta organización. También compra revistas para vender y generarse su única fuente de subsistencia. Sebastián tiene esquizofrenia y llegó la primera vez por recomendación de otra persona: “Antes yo no tenía ni plata ni trabajo ni nada”. En su zona, generalmente Barrio Norte, trabaja entre siete y ocho horas por día y vende un promedio de 15 revistas.

HBA busca transformar la dinámica de beneficencia por la de entramar comunidad entre personas que se sensibilizan y conocen de primera mano lo que otras personas, absolutamente marginadas material y simbólicamente, son capaces de lograr si tienen un contexto, el apoyo y las oportunidades necesarias, siendo artífices de la construcción de alternativas para vivir y de un grupo de pertenencia.

Pensando en más intentos de ampliar su comunidad y la visibilidad de estas historias de vida, HBA abrió un concurso de crónicas de no ficción urbanas sobre personas en situaciones críticas, que combatan la representación estigmatizante. Aquellas personas mayores de 18 años que deseen participar tienen plazo para enviar sus producciones hasta el 31 de octubre. El premio: la publicación del artículo en la revista que circula en las calles del AMBA gracias a Noe, Sebastián, Luciano y tantos otros con los que podemos entablar un diálogo en alguna esquina o en algún vagón de tren o subte.

Estudiar en Buenos Aires está cada vez más lejos

Estudiar en Buenos Aires está cada vez más lejos

El incremento del alquiler, el transporte y los materiales de estudio hace cada vez más difícil los estudios universitarios, sobre todo para aquellos que dejaron sus localidades para mudarse a la Capital. Tácticas y estrategias para cursar en crisis.

Ciudad Universitaria - Archivo ANCCOM

En los últimos tiempos el recorte presupuestario para la educación está en boca de todos. El foco se suele poner en los sueldos de docentes y no docentes que se deterioran mes a mes. Pero los estudiantes también viven una realidad de precios que suben mientras los ingresos corren desde atrás y quedan cada vez más lejos. En particular, el aumento sostenido del costo de vida en todo el país tiene formas particulares en Buenos Aires y pone en apuros a los estudiantes universitarios que llegan desde diferentes provincias en búsqueda de oportunidades académicas que les deparen un futuro mejor.

“Mis papás pensaron en mudarme más cerca de la facultad para achicar los gastos de transporte”, comenta Antonia Escalante, de Choele Choel, provincia de Río Negro, quien estudia en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). La distancia al estudio se ha vuelto una cuestión vital a la hora de estudiar: en enero del año pasado viajar en tren le costaba 37,38 pesos, actualmente, con la tarjeta SUBE registrada, la tarifa es de 280 pesos, lo que se traduce en un aumento del 649% en lo que va de 2024. Para quienes viven en CABA, el pasaje de subte sufrió una estampida aún más aceleradamente: en septiembre de 2022 viajar en el subte costaba 42 pesos, y con el último incremento, llegó a 757. En resumen, un aumento del 1.702% en dos años.

Frente a este panorama, Antonia y otros estudiantes, optan por modificar su cronograma y cursar la mayor cantidad de materias en uno o dos días a la semana para evitar viajar tan seguido, aunque tengan que esperar varias horas entre una clase y otra.

A estos gastos generales se suman otros específicos de carreras para las que se deben presentar maquetas y modelos: “Hay compañeros que tuvieron que dejar de cursar varias materias y solo hacen una, o una materia que sea teórica y otra práctica, para no tener gastos tan altos. Es cara la carrera”, señala Florencia Mancuso de Puerto Madryn, provincia de Chubut, quien estudia Diseño de Indumentaria en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU-UBA).

La vivienda es otra de las grandes problemáticas para los estudiantes que vienen del interior del país: no es igual la realidad de un joven que vivió toda su vida en el barrio de Almagro con sus padres y la de otro joven de la misma edad que viene desde el interior a estudiar y necesita alquilar. Para muchos chicos y chicas, durante los primeros meses y hasta que se adaptan a una nueva ciudad y puedan conseguir un trabajo que les permita mantenerse, la ayuda económica de sus padres es un pilar fundamental.

“Recibí ayuda al comienzo. Fue indispensable. Luego fue menor. Ahora con mi trabajo de tiempo completo no recibo nada más de ellos”, comenta Estrella Ayastuy, 27 años, de Rosario del Tala, provincia de Entre Ríos, quien estudia Farmacia en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

No todos pueden tomar trabajos de tiempo completo. Por eso, para no descuidar sus estudios, optan por trabajos de media jornada, por lo que el salario, en el mejor de los casos, les alcanza para cubrir lo básico. Con los aumentos constantes en materia inmobiliaria, los jóvenes han tenido que rebuscárselas. Sobre esta situación, Agustín Ayastuy, 23 años, estudiante de Abogacía, en la Facultad de Derecho en la UBA, explica: “Tengo compañeros que empezaron a compartir el alquiler con más personas”. Esta práctica se está volviendo cada vez más habitual entre universitarios. “Tengo amigos y conocidos que vinieron desde otras provincias que tuvieron que mudarse a residencias o alquilan entre varios para reducir gastos”, señala Donna Ottogalli, 20 años, estudiante de la Licenciatura en Desarrollo de Videojuegos en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).

Según la Encuesta Nacional Inquilina de septiembre 2024, realizada por las organizaciones Inquilinos Agrupados y Ni Una Menos, uno de cada cuatro inquilinos tuvo que mudarse en los últimos tres meses por no poder pagar el alquiler. Sumado a eso, el 42,2% de los encuestados dice que tendrá dificultades para afrontar el pago en los próximos meses. Otro punto para tener en cuenta es el porcentaje que destinan las personas de su salario para poder pagar solamente dicho alquiler.

“Un 40% de mis ingresos van para el alquiler”, comenta Nicolás Acuña, estudiante de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. La cifra que maneja Nicolás se acerca al promedio que arroja la encuesta. “Aproximadamente para el alquiler gasto un 40% de lo que gano”, coincide Agustín, el estudiante de abogacía.

 

La situación de las universidades privadas

Los estudiantes que asisten a una universidad privada deben sumar un gasto adicional a la ecuación: el valor de las cuotas. Por ejemplo, en la UADE, el costo de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación en marzo de 2022 era de 17.000 pesos por una sola materia y 60.000, aproximadamente, por el pack de cinco. En agosto de este año, una materia cuesta 54.000 pesos y el combo por las cinco materias 257.000.

Frente a este panorama, muchos estudiantes han modificado los plazos que tenían para finalizar sus carreras universitarias, haciendo que la pregunta “¿cuánto falta para que te recibas?”, sea cada vez más difícil de responder. “A partir del año pasado tuve que pasar de cursar cinco a tres materias porque me mudé sola y fue imposible para mí”, dice Soledad Aurignac, estudiante de UADE. Además, agregó: “Conozco personas que abandonaron la carrera y se volvieron a sus provincias, y también personas que pasaron a vivir de capital a provincia”.

Mientras se asegura a los jóvenes del país que estudiar es la mejor forma de progresar en la vida, el camino hacia las aulas se ve obstaculizado por dificultades crecientes. Para los del interior es particularmente duro y muchos, con pesar, deben volver a sus casas. Es otra cara de una educación un poco menos pública y gratuita.

Los porteños privados de baños públicos

Los porteños privados de baños públicos

La Ciudad de Buenos Aires carece de sanitarios de libre acceso. En sus políticas de privatización de espacios de la comunidad, los gobiernos locales ignoran a las personas en situación de calle pero también a aquellos que caminan la City trabajar o pasear: nadie que no consuma tiene posibilidad de entrar a baños de bares, estaciones de servicio o hamburgueserías.

La problemática de las personas en situación de calle es extensa y compleja. La ausencia de baños públicos es uno de los síntomas de cómo los gobiernos porteños (ahora el de Jorge Macri, antes el de Horacio Rodríguez Larreta) desarrollan su política de desplazamiento de las personas excluidas hasta expulsarlas de la ciudad y también del avance privado sobre el espacio público. Ningún transeúnte de las calles porteñas, viva en una casa o en la vereda, tiene acceso a un sanitario si no paga una consumición en un bar o compra combustible en una estación de servicio.

Algunos baños públicos pueden encontrarse en estaciones de trenes o parques y plazas, pero se caen a pedazos o están cerrados. Así ocurre en el Parque Rivadavia, el Lezama, el Centenario y el Los Andes. Están clausurados y, en el mejor de los casos, no cuentan con mantenimiento ni algún tipo de cuidado. El único que funciona es el de Parque Avellaneda que está cogestionado con los vecinos. Nada de esto se asemeja a la ciudad de fines del siglo XIX, que ofrecía baños públicos con duchas como el que se ubicaba en la calle French.

Paola, integrante de la Asamblea Popular Plaza Dorrego, afirma que “todo lo que hace el Gobierno de la Ciudad, está en función del vecino que se queja de las personas en situación de calle, pero no hace nada para mejorar la calidad de vida a aquellos que no tienen donde vivir”. Horacio Ávila de la organización Proyecto 7, que trabajan con personas que duermen a la intemperie, completa: “Parece que ahora ‘público’ es una mala palabra”.

En la actualidad, hasta en las estaciones de servicio piden el ticket para ceder la llave que habilita el ingreso a los baños. Lo mismo ocurre con las cadenas de comida rápida y de cafeterías, las que brindan un código junto al ticket que posibilita el ingreso a los sanitarios.

Esta situación no afecta solo a las personas en situación de calle. Incluso quienes transitan la ciudad por trabajo, para realizar trámites o simplemente pasean están obligados a pagar una consumición para poder acceder a un servicio que es básico. Si bien está legalmente prohibido impedir el acceso a un baño, los comerciantes se excusan en el derecho de admisión y argumentan que les resulta costoso mantener la higiene de los sanitarios.

Las personas en situación de calle,  imposibilitadas de pagar un café en un bar, debieron desarrollar otras estrategias. Los baños de las iglesias suelen tener un día y horario determinado para la higiene. También en algunos comedores populares ofrecen esa posibilidad. “Si pegaste un laburo y querés verte un poco prolijo, no podés” comenta Ávila.

La Ciudad cuenta con un Dispositivo de Primer Acercamiento (DIPA), un centro de día donde la gente puede almorzar y realizar trámites. También tiene duchas disponibles. Pero es uno solo, no da abasto y están en Constitución, un lugar lejano e inaccesible para muchos de quienes viven en la vía pública.  “Como política de Estado -subraya Paola- se debe garantizar un lugar a donde la gente pueda ir,  no sólo unos baños químicos en algunas Comunas.”

La ausencia de baños públicos es concordante con los operativos de expulsión de las personas en situación de calle -que el Gobierno de Macri llama “de limpieza”- denunciadas por numerosas asociaciones civiles, asambleas barriales y organizaciones sociales. Sobre este punto, Ávila comenta que “la estrategia es echarlos para afuera”.

“Durante la pandemia no había donde lavarse las manos” recuerda el referente de Proyecto 7 y subraya: “No te convertís en un animalito por vivir en la calle, no vas a hacer tus necesidades delante de otro, es una cuestión de intimidad”. No obstante, ante la imposibilidad de recurrir a otro lado, muchas veces es la misma vía pública que se convierte en un baño a cielo abierto. Por esa razón, la ausencia de sanitarios públicos no es solo un problema de quienes no tienen un techo para vivir. Impacta también en la salud colectiva y en la higiene urbana.

Las grandes estaciones de trenes, por su parte, resultan lugares muy complejos. Por Constitución, Retiro y Once transitan multitudes, los baños no están en condiciones aceptables y, a veces, son utilizados para negocios non sanctos. “Las personas en situación de calle -señala Ávila- no van a esos lugares porque no están buenos. Además, no tienen ningún tipo de mantenimiento o cuidado, antes quizá había alguien ganándose unos pesos, lo limpiaba y daba papel higiénico. Los baños se tapan, se rompen y no hay mantenimiento del ferrocarril. En esos baños la gente no entra, los evita”.

En Montevideo hay baños públicos que son manejados por personas en situación de calle. Surgió de un proyecto, las personas se turnan y ganan un salario que les permite alquilar una habitación. En Colombia la idea no prosperó. En Buenos Aires, ni siquiera se presentó un proyecto similar para debatir.

 

Esta nota fue publicada también en la edición de octubre de la revista Hecho en Buenos Aires.