Vivir para viajar

Vivir para viajar

Moverse de los barrios populares hacia los lugares de trabajo muchas veces implica adicionarle hasta cuatro horas a la jornada laboral. Otra forma de desigualdad que se expresa en horas, cansancio y dinero. Entre boletos que suben, combinaciones infinitas y sueldos que no alcanzan, el cuerpo paga lo que el bolsillo no puede.

Cada día, miles de trabajadores y estudiantes recorren largas distancias en condiciones más o menos incómodas -dependiendo de los recursos territoriales y personales con los que cuentan- para llegar a sus puestos de trabajo o estudio, ubicados principalmente en la Ciudad de Buenos Aires. En los barrios del conurbano bonaerense, los desplazamientos se comen un pedazo del tiempo de vida: viajes que duran una, dos o más horas, caminos que se interrumpen por consecuencias de las inundaciones, trenes que paran o no andan y colectivos que nunca llegan.

Según el informe Condiciones de vida en barrios populares (2025), realizado por la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) junto al Observatorio Villero-La Poderosa, gran parte de las personas que vive en barrios populares enfrenta dificultades diarias para trasladarse o acceder a servicios básicos.

“Hay una dificultad específica para moverse, para trasladarse a los lugares, para salir del barrio”, explica Luna Miguens, directora del equipo de Tierra, Vivienda y Justicia Económica del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). “Muchos de los barrios populares no tienen servicios adecuados, no tienen cloacas, no tienen pluviales que funcionen bien, no tienen calles asfaltadas, no tienen cordón cuneta. Ante la primera lluvia, todo se inunda y es imposible moverse”. 

 El 30% de las personas que vive en barrios populares tarda más de una hora en llegar a su lugar de trabajo y el 10%, más de dos. El 40% de las personas sostén del hogar de La Matanza invierte más de dos horas sólo en el trayecto de ida a su fuente laboral.

Cuando el tiempo es un privilegio

La desigualdad frente a la movilidad se manifiesta en un primer momento desde la infraestructura: casi el 30% de las personas que vive en barrios populares tarda más de una hora en llegar a su lugar de trabajo y el 10%, más de dos. En el Área Metropolitana de Buenos Aires los tiempos de viaje se prolongan: en algunos barrios de La Matanza, el 40% de los trabajadores sostén del hogar invierten más de dos horas sólo en el trayecto de ida según el informe mencionado.

Ese tiempo se comienza a contar desde que se sale de casa, pero cuando las condiciones de partida ya son desiguales, ¿desde dónde se mide la desigualdad? La imposibilidad de salir del barrio hace que sostener un trabajo o un estudio se vuelva casi heroico.

“Las calles no están en condiciones de que pase un vehículo, por ende, tampoco entra el transporte público”, agrega Miguens. “Eso hace que moverse viviendo dentro de los barrios sea mucho más caro que viviendo en la ‘ciudad formal’. Al no pasar el colectivo a una distancia razonable, a veces hay que tomar un remis para salir del barrio o hasta la parada del colectivo”. La misma pobreza hace todo más ineficiente y la profundiza.

Omar Aranda tiene 60 años, es vecino del barrio de Claypole y trabaja como empleado administrativo en un hospital ubicado en la Ciudad de Buenos Aires. Desde que sale de su casa, Aranda camina diez cuadras por calles de tierra hasta la primera parada de colectivo, que lo deja en la estación de tren. De allí, viaja hasta Constitución y culmina su recorrido con una conexión de colectivos que lo deja en el barrio porteño de Devoto.
   “Son dos horas de ida y dos horas de vuelta. Cuatro horas de viaje por doce horas de trabajo: dieciséis horas totales. Entre una cosa y otra, el día se va. Viajo la mayoría de las veces tranquilo porque trabajo de noche entonces no agarro el tumulto de la hora pico. Pero a mi edad, imaginate, todo el tiempo que pierdo en el tren es tiempo que no tengo en mi casa con mi familia”. Y agrega: “Aparte llego muy cansado, el resto del tiempo en casa lo uso para descansar”.
  Gabriel (prefirió no dar su apellido) tiene 24 años, vive en el asentamiento Villa 21-24 Zavaleta de Barracas y estudia en el CBC. “Mi viaje hasta la facultad es de 50 minutos aproximadamente, son dos colectivos. (…) Tengo suerte, no se me complica demasiado.” Pero enseguida advierte de su propio privilegio dentro de la desigualdad: “Tengo amigos que no tienen mi misma suerte. Si vivís más adentro del barrio, entre pasillos y calles de tierra, todo se complica. Mis amigos salen media hora antes que yo porque tienen que venir caminando por los pasillos hasta la parada del bondi. En días de lluvia, el barro es terrible y ahí sí se nos complica a todos para salir”.

Los barrios populares son el territorio visible de la pobreza estructural, donde confluyen el déficit habitacional, los servicios públicos precarios, la inseguridad alimentaria, la falta de infraestructura y el hacinamiento. En cada obstáculo urbano se esconde una pérdida fundamental: las personas tienen menos tiempo para dedicar al ocio o simplemente a otra actividad que no sea trabajar. Se pierde, de esta manera, incluso la posibilidad del tiempo de esparcimiento que justifica el esfuerzo. En este sentido, la pobreza no sólo se expresa en números: se siente en el cuerpo y se mide en el tiempo. 

El costo de moverse

Moverse también cuesta, y cada vez más. Según la Asociación Argentina de Empresarios del Transporte Automotor (AAETA), relevando datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) y tarifas urbanas en el AMBA, entre junio de 2024 y octubre de 2025, el valor promedio del boleto urbano en el AMBA aumentó un 91,1%, duplicando los valores de IPC nacional acumulados en ese período. Cabe recordar que en septiembre de 2024 se quitó el subsidio a los viajes combinados, es decir, aquellos que implicaban pasar de un medio de transporte a otro.

Los trabajadores que se desplazan grandes distancias suelen ganar más que quienes se quedan en sus barrios, pero parte de ese salario se destina al transporte. No es sólo por el dinero: hay una subjetividad del desplazamiento, una naturalización del sacrificio, del cuerpo en tránsito como condición inevitable del trabajo. Para los hogares que ya destinan gran parte de su ingreso a alimentos y pago de servicios, el aumento del precio del transporte acota el margen disponible y, en muchos casos, obliga a recortar otras necesidades.
El acceso al transporte público también se fragmenta: la SUBE convive con promociones bancarias, códigos QR y descuentos según el medio de pago. La economía del viaje se vuelve un rompecabezas de aplicaciones, bancos y billeteras virtuales, y quien no domina ese juego paga más por el mismo recorrido.

Según el último informe del INDEC, la tasa de pobreza en el primer semestre de 2025 fue del 31,6%, y la de indigencia, del 6,9%. Aunque los números muestran una reducción respecto al año anterior, distintos especialistas advierten que la medición por ingresos no logra captar la complejidad del fenómeno. La Universidad Católica Argentina señaló que la reciente baja de los índices oficiales está “sobrerrepresentada” por los cambios en los precios relativos y los instrumentos de medición.

“Si bien no se trata estrictamente de una variable ambiental o urbana, la distancia que existe entre la vivienda y los espacios donde se desarrolla la vida cotidiana es clave para comprender los déficits desde otra perspectiva, en este caso vinculada a la dimensión del tiempo, que afecta a la pobreza”, se explica desde el informe de ACIJ y La Poderosa.

El lugar donde se vive conlleva otra forma de desigualdad a la que se suma la distancia con los espacios en los que se puede trabajar. La distancia, el costo del transporte y el tiempo “invertido” condicionan el acceso al trabajo, a la salud y a la educación. No queda tiempo libre por cubrir: las personas viajan cada vez más lejos, trabajan cada vez más horas, pagan cada vez más caro y descansan cada vez menos. Como dice el conocido aforismo, ser pobre es muy caro.

“Una sentencia vergonzante”

“Una sentencia vergonzante”

En un fallo dividido, el Tribunal Oral Federal N°1 de Rosario absolvió a los 17 imputados en la causa Villazo-Acindar, que investigaba la complicidad civil en los delitos de lesa humanidad cometidos a partir de 1975 en la fábrica metalúrgica de Villa Constitución.

Los nubarrones grises y la lluvia incesante del martes a la mañana en los alrededores de los Tribunales de Rosario fueron el prólogo de lo que ocurriría posteriormente puertas adentro. En un fallo polémico, la Justicia Federal decidió absolver a los 17 acusados de la causa Acindar, que investigaba delitos de lesa humanidad cometidos contra 57 víctimas a partir de marzo de 1975 con la complicidad de las autoridades de la principal empresa metalúrgica del país, en la localidad de Villa Constitución, Santa Fe.

A medio siglo de aquellos crímenes, muchos de los responsables de lo que fue un operativo coordinado entre fuerzas armadas, fuerzas de seguridad nacional y provincial junto a autoridades de la fábrica -conocido como “Serpiente Roja”- ya no están. Entre ellos, José Martínez de Hoz, quien fuera presidente del directorio de la compañía y a posteriori asumiera como ministro de Economía de la dictadura; o el general Alcides López Aufranc, quien dirigió la compañía entre 1976 y 1992.

Sin embargo, aún siguen con vida algunos de los autores civiles de secuestros, torturas, privaciones ilegítimas de la libertad, asesinatos y desapariciones de una gran parte de los trabajadores que conformaban la Lista Marrón de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y habían ganado la seccional local del sindicato a fines de 1974. 

Parecía que el juicio podría dejarlos tras las rejas. Pero no fue lo que dictaminaron los jueces Germán Sutter Schneider, Ricardo Moisés Vázquez y Otmar Paulucci, quienes en un fallo por mayoría determinaron absolver al exjefe de personal de Acindar, Roberto Pellegrini; y al exliquidador de sueldos de la compañía, Ricardo Torralvo. La misma suerte corrieron los expolicías federales Roberto Álvarez, Carlos Brest, Ricardo Burguburu, Juan Carlos Faccendini, Roberto Giai, Aldo Gradilone, Carmen Grossoli De Hellaid, Jorge Lozano Windus, Emilio Marciniszyn, Juan de Jesús Martínez, Horacio Nardi, Roberto Squiro, Daniel Valdés y Juan Carlos Romero; y el exintegrante de la Guardia Rural “Los Pumas” de la Policía de Santa Fe, Amadeo Chamorro, quienes fueron investigados por dichos crímenes.

Si bien Pellegrini y Torralvo no eran autoridades de Acindar, su rol como ideólogos del operativo que aniquiló a una parte importante de su planta para los abogados de la querella quedó demostrado. A lo largo de poco más de dos años, desfilaron más de 100 testigos, entre sobrevivientes, compañeros y familiares, que relataron el horror de aquellas jornadas que sirvieron de globo de ensayo para lo que vendría a partir del 24 de marzo de 1976.

En un trabajo mancomunado entre el fiscal federal Adolfo Villatte y las querellas de la Asociación Permanente por los Derechos Humanos (APDH), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), la Liga Argentina por los Derechos Humanos (LADH) y la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Nación se pudo reconstruir hechos ocurridos hace medio siglo.

Los hechos

La investigación halló que la empresa confeccionó listas de trabajadores con fotos y dirección de sus hogares para detener, cedió vehículos y espacios para secuestrar y torturar. Incluso habría abonado sobresueldos a integrantes de las fuerzas de seguridad registrados como “viáticos”.

Estos argumentos no inclinaron la balanza del TOF N°1 de Rosario, que no sólo absolvió a todos los imputados, sino que también negó que el ex “albergue de solteros” de la planta sea considerado como centro clandestino de detención y rechazó declarar la nulidad de los decretos 1368/74 y 2717/75, que habilitaron el estado de sitio en aquellos días.

Únicamente el presidente del tribunal, Germán Sutter Schneider, votó en disidencia y propuso una pena de 8 años de prisión a Pellegrini y seis a Torralvo. Los otros dos magistrados optaron por absolver a todos y “dejar limpio” el nombre de Acindar.

Algo que no sorprende si se tiene en cuenta que uno de ellos es Otmar Paulucci, el responsable de otorgarle hace 8 años la prisión domiciliaria al represor Luis Abelardo Patti -tres veces condenado a cadena perpetua por delitos de lesa humanidad-, quien hoy vive cómodamente en un country de Escobar gracias al entonces juez federal de Rosario.

La sentencia

Horas después de que se conociera la sentencia, las diferentes organizaciones involucradas en la querella dieron a conocer su malestar por la resolución del tribunal, entre ellas la APDH.

“Se trata de un fallo vergonzante, no a la altura del debate que dimos ni de las pruebas producidas. La claridad con que se acreditaron los hechos y con que todas las acusaciones analizamos que se trató, sin dudas, de delitos de lesa humanidad, aunque ocurrieran antes del 24 de marzo de 1976, es incuestionable. Hubo una persecución organizada del aparato estatal clandestino contra personas falsamente tildadas de ‘subversivas’”, reclamó la abogada querellante Julia Giordano, en diálogo con ANCCOM.

“Aun con Alfredo Martínez de Hoz ya fallecido, el Poder Judicial sigue mostrando que protege al poder económico y a los verdaderos responsables del último genocidio argentino”, remarcó.

En el mismo sentido, el abogado querellante Federico Pagliero consideró que se trató de un fallo “clasista” contra el movimiento obrero. “Puede leerse como parte del disciplinamiento actual: reformas laborales, prohibición de la protesta social y un mensaje político explícito. Es, además, un fallo que protege al poder real”, aseguró.

“La decisión contradice toda la construcción jurídica y judicial de la causa: durante quince años, juzgados de instrucción, la Cámara de Apelaciones de Rosario y la Cámara de Casación Penal fueron delimitando el objeto procesal y acreditando que estábamos ante crímenes de lesa humanidad. Incluso el fallo de FESET I fundamentó que en Villa Constitución el terrorismo de Estado comenzó antes del 24 de marzo de 1973”, argumentó.

“También va en contra de la prueba objetiva reunida en más de cuarenta años. Existe documentación de la CONADEP, que en 1984 se constituyó en Villa Constitución, recorrió el centro clandestino de detención —ya destruido— y tomó declaraciones de familiares. En esa naciente democracia ya se nombraba a Roberto Pellegrini, entonces jefe de personal, quien también fue denunciado desde el exterior por el ayudante de Albano Harguindeguy, ministro del Interior de la dictadura. Es decir: los hoy imputados fueron señalados hace más de cuarenta años”, insistió Pagliero.

Para los abogados de la APDH los testimonios recolectados a lo largo del debate demostraron la sistematicidad del operativo represivo ordenado por la entonces presidenta María Estela Martínez de Perón en connivencia con las fuerzas de seguridad y las autoridades de Acindar.

 “Las detenciones del 20 de marzo fueron calcadas, las fuerzas represivas operaron con información proporcionada por la fábrica y numerosos obreros declararon los aprietes de jefes de personal, quienes aportaron datos para las detenciones”, remarcó el letrado.

“Por supuesto, desde esta querella, y entendemos que desde todas las acusaciones, vamos a apelar. Es un veredicto contradictorio, por mayoría y no unívoco; ya en esa disidencia están parte de los fundamentos de nuestra apelación. Pero, por encima de eso, los fundamentos centrales radican en la convicción que surge de las pruebas del debate, que no dejan lugar a dudas sobre los hechos ocurridos y quiénes son los responsables”, sostuvo Giordano.

En el mismo sentido fue su colega Pagliero: “Tenemos la convicción de revertir este fallo aberrante, que golpea a toda una comunidad, a los familiares y a los hijos, quienes ya establecieron la verdad en este juicio con sus testimonios y reivindicaron la memoria de Villa Constitución y de sus obreros. Faltó la justicia, y es lo que reclamaremos en casación”, concluyó.

“Para esta Justicia no hubo culpables”

Entre tantas personas que se encontraban expectantes con respecto al desenlace de la causa Acindar -también conocida como “El Villazo”- había varios sobrevivientes y testigos de los horrores que sucedieron en Villa Constitución a partir del 20 de marzo de 1975.

Uno de ellos es Oscar “Pacho” Juárez, quien fue integrante de aquella Lista Marrón que se impuso en las elecciones locales de la UOM y hoy se fue con la tristeza que inundó a todos los que rodearon los Tribunales rosarinos en busca de justicia.

“Fue una sentencia vergonzosa. En Villa Constitución, por aquellos años, hubo un genocidio, hubo 41 compañeros asesinados, más de 200 encarcelados, miles de despidos y todo eso para desarticular una lista sindical, combativa y heroica. Pero para este Justicia no hubo culpables, no saben dónde están”, sostuvo, en declaraciones al medio La Retaguardia, que cubrió la totalidad del juicio.

“La impunidad es lo que pesa. Acá no están ni Lorenzo Miguel, ni María Estela Martínez de Perón, ninguno de los que actuaron y los que resolvieron hacer un operativo represivo hacia todos los trabajadores del cordón industrial, pero que tuvo su cabeza en Villa Constitución”, reclamó el ex obrero metalúrgico.

“No esperábamos que fueran absueltos. Hay pruebas concluyentes, dentro de Acindar existió un centro de detención y tortura. Los jefes de personal estaban al tanto de esa situación”, lamentó.

Por su parte, otro sobreviviente de aquella época es Pedro Pujals, quien en declaraciones al mismo medio apuntó contra el presidente Javier Milei por el fallo de la Justicia.

“Este tribunal es parte de lo que es hoy el aparato jurídico que está intentando montar Milei. Porque él tiene interés grande en pasar a la ofensiva con una ley de legislación obrera muy jodida y todo intento de recuperar memoria histórica a él le vendría mal”, analizó.

“Los jueces reconocen la gravedad de los hechos que pasaron, están registrados y no lo pueden ocultar. Lo importante de todo esto es que después de 50 años un hecho histórico como el Villazo permanece y hemos triunfado en el sentido de colocar nuevamente en la escena política lo que pasó y lo que fue la resistencia de Villa Constitución. La lucha va a continuar”, sentenció.

En Santa Fe también se conformará una comisión investigadora por el fentanilo mortal

En Santa Fe también se conformará una comisión investigadora por el fentanilo mortal

Cincuenta y nueve de las 124 víctimas confirmadas del fentanilo adulterado eran de esa provincia, muchas de ellas de Rosario, donde sus familias y las del resto del país se reunieron para reclamar verdad y justicia. Mientras la causa avanza, van quedando expuestas las complicidades y ocultamientos de los centros médicos.

La investigación de la tragedia del fentanilo adulterado sigue su curso en el Juzgado Federal N° 3 de La Plata, a cargo de Ernesto Kreplak, pero también vive con fuerza en las historias de los familiares de las víctimas. Con la confirmación judicial del número de casos en Santa Fe y el impulso de sus diputados se anunció que el 3 de noviembre se conformará una comisión investigadora en la provincia.

En Rosario, nadie supo cuándo empezó la tragedia. No hubo un estallido ni una sirena a tiempo. Solo un murmullo, en las guardias, en los pasillos, entre las enfermeras que se miraban sin saber qué decir. Los pacientes morían, uno tras otro, sin explicación. Los partes médicos hablaban de “fallas multiorgánicas”, “neumonías resistentes”, “cuadros sépticos”. Palabras sin rostro, que no decían nada y sembraban dudas. Las familias de Mónica Bracalente, Luis Cortopassi y Roberto Cuaglia se movían por los pasillos de los hospitales. Cada una vivía su propio infierno, pero todas oían la misma música de fondo: los pitidos del monitor, la respiración artificial, el silencio de los médicos que bajaban la mirada cuando pedían explicaciones.

El 17 de febrero, Mónica Vilma Bracalente, de 68 años, llegó al Hospital Italiano de Rosario porque tenía el dedo del pie inflamado. Mónica era una paciente diabética. Ella y su familia vivían en Arroyo Seco, a media hora de Rosario. Su hija, Claribel Pigini, cuenta que llegaron por recomendación de un médico de Villa Constitución, debido al equipo de diálisis con el que cuenta la institución. El especialista señaló que, en pacientes como ella, este tipo de situaciones no eran inusuales.

A las 22.30, después de tres horas en la guardia, pudieron comenzar con los análisis. El resultado de la muestra de sangre dio mal y Mónica pasó a internación. Ningún familiar se pudo quedar esa noche y por la mañana recibieron la noticia de que la habían mandado a terapia intensiva. Nadie entendía por qué todo pasaba tan rápido.

Al segundo día de terapia intensiva la operaron y le realizaron el raspado de la infección del dedo. “Mi mamá del pie ya estaba bien”, recuerda Claribel.

Pero al tercer día de internación empezó a desmejorar por falta de aire. Y al cuarto día la pusieron en un coma inducido con respirador. La familia recibía placas de pulmones y partes médicos que generaban cada vez más preguntas. Se había complicado todo por algo tan chico.

—En ese momento no se hablaba del fentanilo. Estábamos en la nada misma. Ni ellos sabían.

Se hacía mención de una bacteria que no tenía nombre ni forma de combatirla. Ni una palabra sobre el fentanilo. Después supo que el quirófano donde operaron a su madre usaba ampolla del lote 31202, el mismo que después el Instituto Malbrán confirmó como contaminado con Klebsiella pneumoniae y Ralstonia mannitolilytica. Pero en ese momento nada tenía explicación y el 3 de marzo Mónica falleció.

— Yo veía que mi mamá estaba hinchada, llena de cables y con el respirador.

En los pasillos del hospital retrata Claribel que todos los casos de terapia intensiva presentaban complicaciones abruptas, desmejoramientos que nadie entendía y nadie podía explicar. La ausencia de respuestas empezó a hacer ruido. Las dudas se acumulaban en las camillas y en cada silencio médico.

Un día, Claribel vio en la televisión el comunicado de la ANMAT y los testimonios de los familiares de las víctimas, entre ellas la historia de Renato Nicolini, un chico de 18 años que había muerto en Buenos Aires. En ese momento entendió que su mamá no había muerto por una inflamación del dedo, ni era un caso aislado. En el informe aparecía Sol Franchesse, la mamá de Renato, y mencionaban el fentanilo.

Después, Claribel se contactó con Sol y con la ayuda de Adriana Franchesse —tía de Renato y abogada de varias de las familias víctimas en la causa— empezaron a desarmar el laberinto. Juntas, fueron encontrando las piezas que faltaban y, de a poco, la verdad empezó a aparecer. Fueron a pedir la historia clínica. A la hermana de Claribel la atendió una secretaria, pero solo le dio una hoja con dos líneas escritas a mano, nada más. Insistieron. Querían el historial completo.

Quince días después, y tras pagar quince mil pesos, les entregaron un manojo de papeles sueltos. Análisis borrosos, tachaduras, espacios en blanco donde deberían estar los informes. Un rompecabezas sin piezas.

La historia clínica, por ley, es el documento que reúne cada práctica, cada diagnóstico, cada decisión médica sobre un paciente. Debe entregarse —sin excusas— dentro de las 48 horas desde que se solicita. Firmada y autenticada por la autoridad del hospital. También lo dice la ley: no pueden cobrarte por acceder al historial de un familiar fallecido. El derecho no debería tener precio.

—Desde el hospital no tuvimos respuesta de nada, ni un comunicado. Nosotros empezamos a investigar sin saber nada de leyes ni de medicina y hacernos expertos de la mano del grupo de mujeres que se formó en Rosario. Estábamos todos en la misma.

El 31 de marzo de 2025, Luis Cortopassi llegó al Sanatorio Parque acompañado por su esposa, Claudia, por un dolor en el abdomen. Luis tenía 57 años e ingresó en sillas de ruedas al Centro de Emergencias Regional a las seis de la mañana. “Lo de emergencia lo pondría en duda”, cuestiona Claudia.

Entre estudios y esperas, estuvieron dos horas en la guardia, bajo la luz fría, para que le den una camilla. Él se encontraba en una descompostura que le costaba mantener los ojos abiertos. Cuando al fin lo subieron al quirófano por una hernia, ya habían pasado casi doce horas. Salió en un estado delicado con perforación de intestino y paso directo a terapia entubado.

—Viendo los estudios posteriores al desenlace, la infección era muy importante— explicaba Claudia.

Estuvo siete días internado en la terapia del Sanatorio Parque, perteneciente al Grupo Oroño. Un detalle que resalta su esposa como algo que no se quiere nombrar en Rosario.

Durante los primeros días, Luis parecía mejorar. Los médicos notificaron que la sepsis estaba bajando como las dosis de suplementos que necesitaba el cuerpo y la sedación. Su esposa pudo entrar a verlo, se tomaron de la mano, se miraron, él le contestaba con la cabeza y con los ojos. Solo quedaban pocos pasos y cerrar la herida.

—Ya se había encaminado por el esfuerzo del propio paciente y de todo el cuerpo médico. Pero entró a la segunda cirugía y ahí comenzó todo.

Hasta que el cuarto día tuvo fiebre. Luis estaba lleno de cables, de bolsas, ganchos y aparatos por todos lados. Los días siguientes consistieron en recaídas. Fiebre. Ritmo cardíaco acelerado. Le cambiaban de antibióticos, de sondas. Revisaban qué bacteria podría ser la causante. Pero no tenía nombre. Sólo las hipótesis y sospechas inundaron el cuarto.

—A los médicos los veía desorientados.

Hasta que al sexto día le diagnosticaron una neumonía y Claudia recuerda que las manos de su marido estaban hinchadas. Al séptimo día falleció, según los médicos por una falla multiorgánica. Un infarto.

A los pocos días, Claudia volvió a reunirse con los médicos buscando explicaciones. La razón, entre muchas excusas, dieron a entender era el estado débil de su esposo. Pero nada concreto. Había superado la sepsis. No entendía. Las sospechas surgían en los pasillos de terapia. Pacientes que desmejoraron abruptamente. Se escuchaban muchos casos que se repetían en cadena. Pero a nadie le sorprendió.

En su intento de que alguien escuchara su caso, Claudia empezó a mandar mensajes a medios y radios de Rosario. Nadie respondía. Semanas después, vio en las noticias el caso de Carla, hija de una de las víctimas del fentanilo adulterado. En la pantalla apareció el nombre del laboratorio: HLB Pharma Group. Hablaban de ampollas de fentanilo contaminado con bacterias. Y había un número de teléfono.

Ese número fue el hilo inicial. A partir de ahí comenzó a tejerse una red que la llevaría hasta Adriana Franchese, tía de Renato y abogada de muchas de las familias afectadas. Adriana tenía una lista con los casos de fentanilo contaminado. En esa lista estaba el nombre de Luis. Esa información había sido enviada por el Sanatorio Parque, pero solo después de que el juez Ernesto Kreplak lo exigiera reiteradas veces.

Era el mismo sanatorio que nunca había tenido respuesta para Claudia. Ella había pedido la historia clínica y le entregaron 361 fojas. Más tarde, junto a los abogados, supo que en realidad había más de mil. Algunas páginas están repetidas. Otras pertenecían a pacientes que eran su familiar.

— Me ocultaron pruebas, solo me dieron un cuarto del historial clínico.

De la mano de Carla Maino, comenzaron a sumarse otros familiares. “Todos nos íbamos enterando prácticamente en la calle”, cuenta Claudia. Nadie les explicaba nada. Nadie en Rosario parecía querer que la verdad saliera a la luz. Entonces, lo que empezó como desconcierto se convirtió en necesidad: buscar respuestas, no estar solos.

El acompañamiento entre familias, estar en un grupo, tener asesoramiento legal y un juez comprometido al frente de la causa les dio, por primera vez, un poco de paz. 

—A Luis lo atendieron bien, pero con el resto fueron inhumanos. Ellos tenían la lista, sabían lo que pasaba y no tuvieron el corazón de llamarnos para decirnos la verdad.

Santa Fe fue una de las jurisdicciones más afectadas por la distribución del medicamento adulterado: recibió 39.705 ampollas del fatídico lote 31202 de fentanilo.

Según consta en la resolución judicial del Juzgado Federal N° 3 de La Plata, a la que pudo acceder ANCCOM, la provincia de Santa Fe fue una de las más afectadas por la distribución del medicamento adulterado: recibió 39.705 ampollas del lote 31202 de fentanilo HLB. Este lote se produjo en Laboratorios Ramallo S.A., empresa perteneciente al HLB Pharma Group. Entre los centros de salud públicos y privados que lo recibieron y administraron se encuentran el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Rosario), el Hospital Italiano Rosario (sedes Centro y Sur), el Sanatorio Parque (Rosario) y el Hospital Municipal Dr. José María Cullen (Santa Fe capital). La distribución en la provincia estuvo a cargo de droguerías como Nueva Era, Alfarma SRL y Federal Pharma.

La investigación judicial —Causa N° 17371/2025— identificó a 59 pacientes fallecidos en Santa Fe con posible vinculación al brote. El Cuerpo Médico Forense determinó que la infección por estas bacterias multirresistentes fue un factor decisivo o agravante en los fallecimientos. La gravedad del caso llevó a que la Municipalidad de Rosario y varias entidades propietarias de sanatorios se constituyeran como querellantes. Además, parte de los imputados —como Wilson Daniel Pons, Adriana Iúdica y Víctor Pablo Boccaccio— ocupaban cargos clave en Laboratorios Ramallo y tenían domicilio en Rosario o en otras ciudades de la provincia.

Pero todo eso —los documentos, las cifras, los nombres en lista— no alcanza para contar lo que sucedió adentro de cada familia. Valeria Cuaglia pasó casi un mes en el Hospital Italiano Centro de Rosario acompañando a su padre, Roberto, internado después de un procedimiento en el Sanatorio Delta. Lo habían dejado pálido, con anemia, y la indicación era una transfusión. Esa noche lo despidió riendo, como siempre lo había visto, sin imaginar que, al día siguiente, ya no lo volvería a ver despierto.

El ingreso a terapia fue confuso y lento. Valeria recuerda esperar horas en un piso vacío, sin noticias, hasta que finalmente le informaron que su padre había sufrido una crisis respiratoria, que lo habían entubado y trasladado a cuidados intensivos. Desde ese momento, todo se precipitó: neumonía bilateral, infección generalizada, falla multiorgánica. Cada parte médico traía nuevas malas noticias. Las transfusiones no alcanzaban, los antibióticos se cambiaban sin respuesta, y la bacteria resistente que lo atacaba no tenía nombre ni tratamiento claro. Durante esos días, Valeria tocaba sus brazos hinchados y sentía el olor extraño que emanaba de su cuerpo; recordaba a su padre vivo y hablador, y lo veía reducido a un conjunto de cables y bolsas conectadas a la máquina que respiraba por él.

El 20 de mayo murió por un paro cardiorrespiratorio. Solo entonces comenzó a unir las piezas: el aviso del laboratorio el 8 de mayo, la alerta de ANMAT el 13. Su padre había recibido fentanilo de los lotes contaminados, y nadie del hospital se lo había dicho. Nadie le advirtió que lo estaban medicando con un producto peligroso. “Lo estaban matando mientras yo creía que lo cuidaban”, recuerda.

A partir de ahí, Valeria empezó a buscar otras familias, a contactar a quienes habían vivido historias similares. Fue así como llegó a Carla y Vanessa, que habían empezado a visibilizar los casos en los medios, y a Adriana Franchesse, abogada y familiar de otra víctima, con quienes pudo compartir información, angustias y dudas que nadie más entendía. Para ella, el grupo se convirtió en refugio y guía, un lugar donde cada pregunta, cada temor, era comprendido.

Valeria no habla de política, aunque sabe que su caso podría ser usado con fines partidarios. Su reclamo es otro: justicia para su padre y para todos los afectados, que se cumpla la ley de trazabilidad, que ningún medicamento vuelva a circular sin control y que los responsables paguen hasta el último. No es solo su lucha, dice, es la de todas las familias que perdieron a padres, hijos, abuelos, nietos, amigos. Una lucha por contención, por respuestas, porque nadie más tenga que atravesar lo que ella vivió. Porque lo que pasó no puede repetirse, y nadie debería enfrentarlo solo.

Las familias, primero, fueron nombres sueltos en un grupo de WhatsApp. Móviles vibrando de madrugada, mensajes con informes médicos, preguntas sin respuesta. De esa conversación rota nació la idea de hacer algo afuera, de poner el cuerpo donde el dolor existe. El 16 de octubre, frente al Monumento a la Bandera, se reunieron. Llevaban fotos, flores, carpetas con el nombre de sus muertos. “Una se siente más acompañada”, dijeron. Porque antes de eso, estaban solas: en los pasillos de los hospitales donde nadie explicaba nada, en las oficinas donde sólo se hablaba en términos legales. Lo que había era bronca. Impotencia. Enojo. La sensación de que algo se había quebrado para siempre. ¿Cómo se llega a esto? ¿Cómo se escapa tanto de las manos?

Hoy son 124 casos confirmados, pero todos saben que hay más. Que siguen apareciendo historias. Que todavía se está investigando. Por eso no se detienen. Lo que empezó como un grupo disperso ahora tiene forma de reclamo. En los últimos días, los legisladores anunciaron que una comisión del Congreso sesionará en Rosario para escuchar a las familias y avanzar en la investigación sobre el fentanilo adulterado. No es justicia, todavía. Pero es una puerta abierta. Una promesa de que alguien —por fin— va a escuchar.

“Tendremos el Congreso más reformista de la historia argentina”

“Tendremos el Congreso más reformista de la historia argentina”

La Libertad Avanza logró un categórico triunfo a nivel nacional en las elecciones legislativas. En medio de grandes festejos y fortalecido por las urnas, el Presidente Javier Milei se mostró más moderado que nunca y convocó a gobernadores y legisladores opositores a acordar sus reformas.

Una emoción que fue creciendo hasta estallar. Así transcurrió la espera por los resultados en el Hotel Libertador, bunker de La Libertad Avanza. La categórica victoria del oficialismo resultó inesperada y, según algunos militantes, “fue un desahogo”. Un 40,72% de los votos a nivel nacional y triunfos en los principales distritos (incluida la Provincia de Buenos Aires) tiñeron el mapa nacional de violeta.

El clima inicial dentro del hotel fue de una calma inusual. Predominó el hermetismo: la prensa estaba ubicada detrás de una valla y lejos de la actividad principal y había un oficial apuntando un inhibidor de drones contra los aparatos que sobrevolaban la zona. Además, la avenida Córdoba no se hallaba del todo cortada. Cuando los dirigentes entraban al bunker, se detenían a saludar a los militantes apoyados sobre las rejas. Entre ellos, el presidente Javier Milei, que levantó un cartel que decía “Fuerza del Cielo – Virrey del Pino”. Su sonrisa dejaba entrever optimismo ante los resultados que comenzaban a trascender.

 

En la calle, el público fue llegando de a poco, alentado por los primeros boca de urna favorables. Finalmente, una multitud con banderas argentinas y amarillas, gorras rojas con la leyenda “Las Fuerzas del Cielo” y camperas violetas copó el lugar, mezclándose con la prensa. Un colectivero inició la celebración haciendo sonar la bocina cerca de las 20:30. Enseguida estalló la euforia, con cánticos, saltos y gritos a favor del gobierno. “Tira piedras, kuka tira piedras” y “Saquen al pingüino del cajón” fueron los más repetidos. También apuntaron contra Cristina Fernández de Kirchner: “Cristina tobillera” y “Sin Cristina, Argentina”. “Logramos otra domada. Por suerte existe gente del bien”, expresó Gonzalo, joven militante que sostenía la bandera con la serpiente y el lema libertario “Don’t tread on me” (“No pases sobre mí”).

Recién después de conocerse los números oficiales, los funcionarios de LLA se acercaron a los micrófonos. El jefe de Gabinete Guillermo Francos calificó el resultado como “impresionante” y “un gran respaldo ciudadano al proyecto de Javier Milei”. También resaltó el triunfo en la Provincia de Buenos Aires: “Era algo que nadie esperaba. Es el justo premio a un trabajo enorme”. Luego, el ministro del Interior, Lisandro Catalán, afirmó que este triunfo los refuerza y garantizó que la relación con los gobernadores continuará “en una lógica de diálogo”.

La primera oradora del escenario fue Patricia Bullrich, candidata a senadora, ganadora en la Ciudad de Buenos Aires con el 50,2%. La Ministra de Seguridad definió a la capital como “el motor del cambio”. “Lo importante es no retroceder”, sostuvo, y sobre los senadores que no responden ni al oficialismo ni al peronismo, aseguró: “Vamos a tener los brazos abiertos para construir mayoría”. “Hoy se dio un gran paso”, subrayó, mientras afuera la ovacionaban al grito de: “Pato sí, kukas no”.

Acto seguido, llegó el turno de uno de los grandes vencedores de la noche, Diego Santilli. Agradeció a su equipo por el apoyo “en una campaña muy difícil” y celebró que los bonaerenses “decidieron cruzar el río y dar ese paso de confianza que parecía imposible”. Con la mirada en 2027, insinuó una candidatura: “La provincia quiere llevar las ideas del cambio y la libertad. Depende de nuestra unidad para dar esa batalla. Yo los convoco a construir ese camino”.

Para el cierre, y presentado por su hermana Karina, irrumpió Javier Milei. Con “Panic Show” de La Renga como introducción, saludó entre sonrisas a aliados y militantes. Destacó la boleta única en papel: “Va contra lo que pregonan los oficialismos porque elimina la trampa. Apostamos a la transparencia y fue un éxito en todo el país”. También parafraseó a un spot de su campaña: “Si vieras qué linda está la Argentina… y ¡qué bien le queda el violeta!”.

 

“Hoy pasamos el punto bisagra: comienza la Argentina grande”, proclamó. Agradeció a sus ministros, con un reconocimiento especial a Karina y a Santiago Caputo, y una mención al excanciller Gerardo Werthein (quien dejó el cargo hace pocos días) por “lograr algo inédito a nivel mundial”, en alusión al apoyo económico de Estados Unidos.

“El país entero, de La Quiaca a Ushuaia, ratificó su voluntad de cambiar el destino de la patria. Desde el 10 de diciembre tendremos 101 diputados en lugar de 37 y en el Senado pasamos de seis a 20”, celebró. Sostuvo que el nuevo Congreso será “el más reformista de la historia argentina” y destacó la posibilidad de “acuerdos básicos” con sectores no kirchneristas: “Ahora sí podremos traducir en leyes las consignas del Pacto de Mayo”.

“Dos de cada tres argentinos no quieren volver al pasado. Sacamos 14 puntos al kirchnerismo, y, aunque se junten bajo distintos sellos, la diferencia es de 11”, remarcó. Ya eufórico, cerró: “Los argentinos dijeron basta al populismo, populismo nunca más. Trabajaremos con todas las fuerzas para lograr los cambios que el país pide a gritos desde hace años”.

El Presidente se despidió con su habitual “¡Viva la libertad, carajo!”, entre ovaciones, abrazos, fuegos artificiales y la alegría de un resultado que le da aire al Gobierno para los dos años que restan de gestión.

«Se están timbeando el país»

«Se están timbeando el país»

Fuerza Patria cerró su campaña en San Martín, donde estuvieron los candidatos y referentes de los distintos espacios del peronismo para dar una muestra de unidad. El inesperado abrazo de Grabois a Massa.

La alianza Fuerza Patria cerró su campaña electoral bonaerense con un acto en el Parque Yrigoyen, tras una semana de actividades en distintos municipios de la provincia. En el escenario estuvieron Axel Kicillof, Jorge Taiana, Sergio Massa, Verónica Magario, Juan Grabois y Jimena López, en un encuentro que buscó mostrar unidad política y presencia territorial antes de las elecciones del próximo domingo.

Un cierre en varios actos

Este cierre de campaña no tuvo un único acto central. El espacio eligió una estrategia descentralizada que consistió en realizar distintas actividades en la provincia de Buenos Aires.

Durante la última semana, se llevaron a cabo actos en Almirante Brown, Berazategui y Moreno, que combinaron recorridas de gestión, encuentros con fiscales y movilizaciones locales. Según los organizadores, la decisión respondió tanto a una lectura política como a las dificultades económicas para sostener grandes traslados de militancia.

Habla el candidato

Durante el acto, Jorge Taiana, primer candidato a diputado nacional por la provincia, fue uno de los principales oradores. Comenzó su intervención agradeciendo a los equipos de campaña, a los intendentes bonaerenses y a los sectores que, según dijo, “mantuvieron la gestión y la inversión social pese al ataque financiero, político y mediático del gobierno nacional”.

Taiana calificó las elecciones del domingo como un momento decisivo. “Las elecciones del domingo son estratégicamente decisivas para el pueblo argentino, para mantener su independencia, su soberanía y su dignidad. Por eso tenemos que ganarlas y ganarlas claramente”, sostuvo ante la militancia reunida en el parque.

En otro pasaje de su discurso, advirtió que el objetivo de los sectores de poder “es quebrar la voluntad de resistir” del movimiento popular y agregó: “Eso es lo que se llama la victoria en un conflicto. Vencer a un adversario o enemigo es quebrarle la voluntad de resistir. Si uno le quiebra la voluntad de resistir, todo está terminado.”

Taiana respondió también a quienes dan por cerrado el ciclo político del peronismo con una frase que se transformó en el momento más celebrado del acto: “¿Se acuerdan de lo del último clavo en el cajón del peronismo, del kirchnerismo, de todos nosotros? Son cajones grandes los que van a necesitar.”

El exministro de Defensa concluyó su intervención afirmando que el movimiento popular “no se va a quebrar ni a humillar ante ningún poder” y que la tarea de los próximos meses será “mantener la unidad, defender la soberanía y garantizar la dignidad del pueblo trabajador”.

Kicillof pide frenar a Milei

Luego de los discursos de los candidatos, Axel Kiciloff fue el encargado de cerrar el acto con una intervención centrada en la crítica al gobierno nacional y en la defensa de los sectores sociales más afectados. “Han convertido la economía nacional en una mesa de dinero, en un casino. Se están timbeando el país”, afirmó el gobernador bonaerense al comienzo de su exposición. En ese sentido, cuestionó la composición del gabinete presidencial al señalar que “llegó como un outsider, pero su gobierno está conformado por lo más rancio, antiguo y dañino de la política desde la vuelta de la democracia”. También remarcó que las políticas actuales repiten un patrón histórico de endeudamiento y exclusión: “Ni liberal, ni libertario, ni austríaco. Vinieron a fundir, endeudar y a jugar con la Argentina.”

Kicillof pidió el acompañamiento de los sectores populares para “frenar la estafa del ajuste” y sostuvo que la provincia “mostró que había otro camino” frente a las medidas del Ejecutivo nacional. “No puede quedar un solo jubilado, ni un solo universitario, ni nadie que necesite agua, cloaca o escuela que le ponga el voto a un gobierno que está haciendo algo criminal”, expresó. Sobre la estrategia de campaña, destacó el carácter territorial del recorrido electoral: “Nos propusimos no dejar un centímetro de suelo bonaerense sin que estuviera representado Fuerza Patria.

Un abrazo inesperado

El inicio del acto estuvo a cargo de Juan Grabois y protagonizó un momento de distensión con Sergio Massa. Después de haberlo cuestionado en el pasado con dureza, el dirigente social sorprendió al reconocer que además de las peleas el excandidato a presidente lo había ayudado mucho en su campaña. También planteó la necesidad de construir “una síntesis” dentro del peronismo hacia 2027. Al finalizar su discurso, se acercó al exministro de Economía y lo abrazo.

Sobre el cierre, una militante peronista de San Martín dio su impresión del acto: “Muy acertado lo que se dijo, fue claro el mensaje y con algo de historia, que a veces la gente desconoce. Se siente fuerza y conciencia para votar el domingo. Y sobre los actos, creo que cada sector hoy pasa una situación económica difícil; no se podía trasladar tanta gente. Está bien que cada lugar hable desde sus propias necesidades.”

Con el evento en el Parque Yrigoyen, al lado de la General Paz, Fuerza Patria dio por finalizada su campaña electoral en territorio bonaerense. Las elecciones se realizarán el domingo 26 de octubre con la nueva Boleta Única de Papel (BUP).

Comenzó el juicio a Chispa Sánchez, uno de los secuestradores de Rodolfo Walsh

Comenzó el juicio a Chispa Sánchez, uno de los secuestradores de Rodolfo Walsh

El integrante de La Pataota de la ESMA está acusado por 193 delitos, aunque se estima que participó por lo menos en 900 desapariciones. Fue extraditado de Brasil, donde se encontraba prófugo.

El Tribunal Oral Federal (TOF) N°5 de la Ciudad de Buenos Aires dio inicio, después de años de intentarlo, al juicio contra Gonzalo “Chispa” Sánchez. A sus 74 años, uno de los prófugos históricos de la última dictadura, debe responder por 193 casos de privación ilegítima de la libertad triplemente agravada y homicidios cometidos entre 1976 y 1978 en el Centro de Detención Tortura y Exterminio «Escuela de Mecánica de la Armada» (ESMA), entre los cuales se encuentra el secuestro del periodista y escritor Rodolfo Walsh.

La audiencia inicial comenzó este miércoles a las 9:30 en el subsuelo de los Tribunales Federales de Comodoro Py. La causa se encuentra a cargo del TOF N°5 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, integrado por Adriana Palliotti, Daniel Obligado y Germán Castelli, mientras que la fiscalía está a cargo de Félix Crous y Marcela Obetko como auxiliar fiscal. En el lugar se hicieron presentes sobrevivientes y familiares de las víctimas de la última dictadura. Gonzalo “Chispa” Sánchez no acudió al lugar, sino que estuvo conectado a través de una videollamada desde la Unidad 34 de Campo de Mayo, donde se encuentra desde el año 2020, cuando fue extraditado desde Brasil. Desde allí, Sanchez también actúa como un miembro de los “Muertos Vivos», un grupo de represores cercanos a La Libertad Avanza que mantiene un rol activo en redes sociales con el objetivo de “limpiar” su imagen y pedir por su libertad.

Gonzalo “Chispa” Sánchez es uno de los miembros del grupo de represores autodenominado Muertos Vivos -cercano a la Libertad Avanza- más activos en redes sociales.

 

El juicio se centra en los delitos cometidos en la ESMA en varios períodos: entre el 1 de enero de 1976 y el 31 de diciembre de 1976; entre el 2 de marzo de 1977 y el 31 de diciembre de ese mismo año; entre el 16 de enero de 1978 y el 1 de agosto de 1978; y entre ese día y el 31 de diciembre de 1978. Los hechos y su calificación se acotaron en función de la sentencia de extradición desde Brasil.

Cuando Brasil extraditó a Sánchez para ser juzgado en la Argentina, se aplicó el llamado principio de especialidad, una norma internacional que impide juzgar a una persona por delitos distintos a los que figuran en la solicitud de extradición. En este caso, aunque Sánchez está acusado de haber participado en más de 900 secuestros durante la última dictadura, el juicio que se desarrolla en los tribunales argentinos abarca sólo 193 casos. La reducción no fue casual: el Supremo Tribunal Federal de Brasil limitó la entrega únicamente a esos hechos y bajo una calificación precisa (privación ilegítima de la libertad triplemente agravada). La decisión se basó en que la justicia brasileña, que mantiene vigente su Ley de Amnistía y no reconoce la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad, consideró que los homicidios ya estaban prescriptos, pero no así los secuestros. Por eso, Argentina solo puede juzgarlo por esos 193 casos, el alcance que Brasil autorizó al aprobar su extradición.

Carlos Loza, sobreviviente de la ESMA, relató cómo Chispa Sánchez mató a su compañero Jorge Mendé.

Integrante del Grupo de Tareas 3.3.2

El 25 de marzo de 1977, Sánchez, a sus 26 años, fue parte de la “patota” que emboscó y secuestró a Rodolfo Walsh en el cruce de Avenida San Juan y Entre Ríos, en el barrio San Cristóbal en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Walsh, capturado un día después de escribir su “Carta Abierta a la Junta Militar”, resultó herido tras un tiroteo. Se sospecha que murió en ese momento, aunque algunos testimonios sugieren que pudo haber pasado por la ESMA con vida.

En el centro clandestino de detención, Sánchez era recordado por los sobrevivientes como un tipo «canchero, siempre tostado, bronceado» y alguien que era chistoso con los detenidos. Lo más macabro era su costumbre de contar y presumir los métodos de exterminio. Carlos Loza, uno de los sobrevivientes que acudió a la audiencia, cuenta que el sobrenombre “Chispa” era uno de los más escuchados entre los represores en el momento que él estuvo en la ESMA, es decir que tenía una participación muy activa en el grupo de tareas; y lo recuerda vinculado al asesinato -adelante suyo- de Jorge Mendé, ocurrido el 28 de diciembre de 1976 en el altillo de la ESMA: “Estábamos allí cuando lo mataron a patadas: sentimos en horas de la tarde un ruido, como si se quebrara el esternón. Más tarde subió otro guardia y le dijo: ‘Lo mataste’. Por la noche lo envolvieron en una frazada y se lo llevaron”. Además, hizo hincapié: “Junto con otros sobrenombres como “Rata” (Antonio Pernías), “Chispa” era uno de los más mencionados en el altillo y en la “Capucha” de la ESMA”.

Patricia Walsh, hija del periodista Rodolfo Walsh.

La primera audiencia

Durante esta instancia, Sánchez decidió no declarar. Sin embargo, al responder una serie de preguntas personales por parte del juez, afirmó no tener antecedentes penales en la Argentina y se describió como “un hombre dedicado a la ciencia” toda su vida. También dijo ser “pastor evangélico en la Iglesia Evangélica de Buenos Aires y misionero de la Asamblea de Dios, Ministerio Vida”. Además, contó que oficia misa todos los sábados desde Campo de Mayo. Cuando el tribunal le preguntó si tenía algún apodo, lo negó en un principio, aunque luego explicó, en un presunto acto fallido, que a su padre le decían “Chispa” y a él “Chispita del Chonguino”.

En diálogo con ANCCOM, Ariel Noli, abogado representante de la querella de sobrevivientes del terrorismo de Estado, como Carlos Lordkipanidse, y Patricia Walsh, e integrantes de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, destacó: “A pesar de haberse negado a declarar, reconoció su apodo. Creo que es lo saliente de esta audiencia. Es importante para lo que viene”.

Al finalizar, y pese a que la policía presente en la sala intentara evitarlo, los presentes alzaron fotografías de los detenidos desaparecidos, y cantaron bien fuerte “a donde vayan los iremos a buscar”.

El fiscal Félix Crous y su auxiliar Marcela Obetko.

Años de impunidad

A mediados de los 80, el nombre de Sánchez ya constaba en los testimonios del Juicio a las Juntas. En 1984 y 1986, declaró ante la justicia minimizando su participación y alegando haber sido un simple «enlace» de la Prefectura en la ESMA. Ninguna causa prosperó. Se retiró de la Prefectura y trabajó en el sector naval en la Patagonia, en San Antonio Oeste (Río Negro).

Luego, tras la anulación de las leyes de impunidad en el año 2003, Sánchez huyó a Brasil, donde vivió cerca de veinte años. En 2005, el juez Sergio Torres (a cargo de la causa ESMA) quiso indagarlo, pero Sánchez resultó imposible de localizar. En 2009, Torres solicitó su captura internacional.

En 2013, fue arrestado por primera vez en Angra Dos Reis, Río de Janeiro, donde trabajaba bajo un nombre falso en un astillero. Fue en ese entonces cuando solicitó asilo político. En 2017, el Supremo Tribunal Federal de Brasil avaló su extradición, pero Sánchez se escapó de la prisión domiciliaria y se mantuvo prófugo.

El 8 de mayo de 2020, la policía brasileña obtuvo información de inteligencia que ubicó a Sánchez en una cabaña en Sertão do Taquari, Paraty. El 11 de mayo de 2020, fue detenido por la policía en ese lugar, mientras estaba en una reunión familiar celebrando un cumpleaños. El 14 de mayo de 2020, se concretó su extradición a Argentina, poniendo fin a más de 40 años de impunidad.

La comitiva argentina encargada de la extradición fue dirigida por Ezequiel Rochistein Tauro, Director Nacional de Investigación Criminal del Ministerio de Seguridad en ese entonces, quien además es el nieto restituido número 102.

Minutos después de haber terminado la primera audiencia del juicio, desde el patio de los Tribunales Federales de Comodoro Py, Patricia Walsh, hija de Rodolfo Walsh, dice: “Sánchez estuvo más de 20 años prófugo y fue extraditado hace varios años, demostrando durante todo ese tiempo una gran habilidad para eludir a la justicia. Este es el noveno juicio relacionado con la ESMA y ya se ha condenado a muchos genocidas. Lamentablemente, más del 80% está con prisión domiciliaria, pero aun así es valioso haber logrado estas condenas tras tanta lucha”.

Más de cuarenta años después, Gonzalo “Chispa” Sánchez vuelve a oír los nombres de aquellos a quienes intentó borrar y le toca enfrentarse ante la justicia por -algunas de- las atrocidades que cometió durante la última dictadura cívico-militar. Por fin, la impunidad prolongada se encuentra con los límites de quienes sostienen la memoria para que ningún genocida quede sin juzgar.

La próxima audiencia tendrá lugar el próximo miércoles 19 de noviembre a las 09:30.