Un guiso en la vereda de San Cayetano

Un guiso en la vereda de San Cayetano

“Poder cada fin de mes llegar a los gastos de uno”, “ponerse en los zapatos del otro”, “que se reconozca el esfuerzo que uno hace” fueron algunos de los deseos que se escucharon en la vigilia del patrono del pan y del trabajo, en el invierno de una época inclinada hacia el desprecio y el descarte.

—Quién ha de responder no es San Cayetano; los que deben responder, están mirando a otro lado —se escucha una voz por los altoparlantes.

El miércoles 6 de agosto se celebró la vigilia por San Cayetano, el santo del pan y del trabajo. Los fieles esperaron a las doce para que se abran las puertas del santuario, y será desde allí que parta la procesión del jueves 7, día del fallecimiento del beato. ANCCOM recorrió sus inmediaciones en el barrio porteño de Liniers, donde bullen comerciantes, activistas voluntarios y peregrinos. Hay consenso en que el contexto es especial:

—Muy poca gente —dice Rosa Chiribe (58), sentada y cubierta con su manta—. Los años anteriores venía a las seis y me tocaba dos o tres cuadras más al fondo, entonces ahí te das cuenta de que no hay mucha cantidad de gente como había antes.

 

La fila, sin embargo, se estira hasta tres cuadras de la iglesia por la calle Bynon, flanqueando la calzada de adoquines. Los feligreses trajeron reposeras plegables, termos de mate y bolsas de tela. Algunos esperan en círculo, otros mirando a la gente pasar, revisan el celular, ceban un mate y cada tanto arengan un baile o un aplauso, mientras cuadrillas de boy scouts recorren la fila con cuencos de pan y jarras de mate cocido.

—Yo vi a mucha gente joven este año —complementa Paula Habib (54), profesora de educación física que es devota del santo desde la adolescencia—. Un poco más organizados. Poca gente, en comparación a otros años, pero distinta.

Paula Habib, 54 años. 

En la esquina de Bynon con Casco están las mesas del puesto de los scouts. Es un punto iluminado del que asoma un tanque de AySA, enormes bultos de panes y jóvenes con pañoletas de colores que van y que vuelven en duplas y en tríos.

—Nosotros no esperamos nada a cambio, venimos a dar una mano; es acción altruista —dice Tobías Heredia (20) de Scouts Argentina—. Por lo general, San Cayetano empezaba los jueves. Este año es atípico: empezó un miércoles. Ahora, a las nueve de la noche, es otra cosa; empieza a venir gente, ponen sus carpas para hacer pernocte.

—Para venir acá tenés que tener para el boleto y para pasar el día —aporta Rosa Chiribe—. Por más que te den mate cocido a la tarde, vos un sanguchito o un cafecito te tenés que tomar. Y todo eso suma.

Aún así, la gente sigue llegando, aparecen más reposeras en la zona vallada, mientras allá en la iglesia se prepara una banda de folklore. Y a medida que cae la noche y crepita el carbón de las parrillas, nuevas filas se empiezan a formar.

La gente que trabaja

Los edificios de la calle Bynon tienen las luces apagadas y los postigos cerrados. A ras de piso, sin embargo, cada puerta ilumina: están abiertos el chino, el kiosco, la verdulería; una señora se dobla encima de un vaso de vino, y detrás de la barra se ve a Eduardo Feinmann hablar de “La apropiación de la estrella culona”. Hay gritos: ¡A los churros! ¡A los pebetes! Se mezcla el perfume de velas con el humo del carbón, y las cestas de los vendedores de chipá parecen flotar sobre el mar de cabezas.

—Yo soy creyente en Jesús, en Dios y en mí, obviamente —dice Rodrigo Molinas (24), que apoya la cesta a un costado—. Yo trabajo en el tren, amigo: Berazategui, Quilmes, Wilder, Sarandí… Mi viejo tiene una fábrica de chipa. Ahora me estoy dedicando a vender celulares, vendiendo perfumes, invierto lo que tengo, ¿viste? Aprendí muchas cosas trabajando en la calle. Yo era una persona muy miedosa antes, y trabajar así te hace más extrovertido. Hay que tener coraje para vender en la calle.

Rosa Chiribe, 58 años. “Vengo a agradecer porque mis hijos tienen trabajo” 

 

—¡Tranquilo papi, si hay para todos! ¡No, no es para vos! ¡Es para el muchacho! ¡No, no, no me hagás drama!

Los gritos vienen de la fila que cruza Bynon con Gana, una cuadra antes del puesto de los scouts: aquí la gente está esperando de pie, algunos solos y otros en familias, algunos muy limpios y otros no tanto, todos siguiendo el olor del plato de guiso, el calor y la humareda de la olla.

—¿Quiénes reparten? —pregunto.

—Nosotros —responde un hombre alto, de hombros anchos y pelo negro muy lacio, alargado, al que faltan un par de dientes.

—¿Quiénes son? ¿Tiene algún nombre la organización?

—¡Nosotros estamos aquí siempre!

Rodrigo Molinas, de 24 años, vende chipá en los trenes.

Bajo la noche nublada, los peregrinos se sientan en sus reposeras y se inclinan, casi a la vez, sobre el vapor de platos de guiso, que untan con el pan repartido por los scouts. Por los parlantes suena música cristiana con ritmos de samba y de chacarera. En la esquina de la fila, justo al fin de las vallas, se sienta un hombre de barba blanca con una camiseta de los Chicago Bulls. Tiene un brazo amputado desde el hombro. Antonio García (46) ya terminó de comer su guiso, y cuenta su historia.

—Yo vivía en Santiago del Estero. Cuando tenía cuatro años murió mi papá. Fuimos a parar a manos de mi abuela y ella nos internó a un orfanato en Córdoba. Y después ya a los 17 años me vine para Buenos Aires. Ya hace mucho que estoy acá.

—¿Y qué te trae a la festividad de San Cayetano?

—Mirá, con el sueldo que me da el gobierno estoy comprando un terrenito. Muchas veces le dije a la gente: dame un terreno que con la plata que ustedes me dan puedo comprar materiales, para hacer mi casa. Pero no me escuchan, te quieren mandar a un parador porque es el sistema de ellos, del gobierno. Pero yo no puedo andar cambiando de documentos a cada rato, andar de un trámite a otro. Entonces hago lo que puedo: vengo acá, voy a los semáforos, a veces ando en los trenes, vendo cosas, me las rebusco, ¿viste?

 

Al escenario ya se ha subido la banda folclórica. Cantan el himno de la festividad, que llega hasta Antonio por los altoparlantes: “San Cayetano te pido / Que nos des pan y trabajo / No me dejes sin tu ayuda / Bendito San Cayetano”.

—Es muy difícil conseguir trabajo —sigue Antonio—. Nadie te va a dar laburo. Menos a mí, que no tengo estudios: ni secundaria ni primaria, ¿viste? Pero también le pido por la gente, que gracias a la gente yo como, me dan de vestir, algunos me abren la puerta de su casa, me dan un aseo para bañarme, me conversan para ver si tengo otros problemas. Pido por mi mamá, por mis hermanas, y trato de ver cómo puedo tener una vida cambiable. Porque es feo andar en la calle, ¿viste?

Antonio García, 42 años. “Pido por mí, pido por mi mamá, por mis hermanas, y trato de ver cómo puedo tener una vida cambiable. Porque es feo andar en la calle, ¿viste?”

Unos metros más allá, dos hombres abren la valla para meter una reposera plegable, donde se sienta otra persona. Hay amago de conflicto. A pocos pasos de ahí, dos señoras mayores se levantan a bailar una chacarera. La fila aplaude.

—Por la discapacidad y la pensión, el estado te hace tomar decisiones: o trabajás o cobrás la pensión. Entonces no sabés cuál de las dos cosas es. Si el estado daría trabajo a las personas que quieren laburar, como madres con hijos y otras situaciones, te podrían ayudar un poco más. Hay personas que o les compran la comida a los hijos o les compran las cosas para la escuela, entonces no alcanza. No es como antes que dinero había: vos pedías algo y la gente te ayudaba. Yo toda mi vida he sido pobre. Dormí en la calle, en la plaza en pleno invierno. No soy el único en la vida, hay mucha gente más y es muy difícil para todos. Ojalá que haya mejores cosas para los hospitales, las escuelas, mejora de pensiones, que tengan arreglo los baños de los hospitales, que la gente pueda cuidarlos y que bueno, que traten de solucionar un poco más el país: porque otros países están en guerra, y nosotros acá nos quejamos de todo.

En el cruce de Bynon con Gana, donde ya se ve el fuego de las ollas, un hombre barbón y encorvado va saliendo de la fila con dos bandejas de guiso. Se acerca a un muchacho que estira la pierna con un hilo de sangre de un raspón, y le ofrece una de las bandejas: “Tomá, esta es para vos”, dice. Y se sientan a comer en el cordón de la vereda.

Con San Cayetano, todos hermanos

Frente a las puertas de la iglesia hay montado un pequeño escenario. El maestro de ceremonias viste de buzo, jeans negros y zapatillas, con el logo del Club Padre Mugica estampado en el pecho y en la espalda. La torre del campanario emana una luz cálida. Circulan párrocos, músicos, sonidistas, enfermeros y voluntarios identificados con una pechera amarilla. El maestro tantea el micrófono y le habla a la audiencia:

—¿Y cuál es el lema de este San Cayetano?

—Puede ser “Abajo Milei”.

—¡Abajo Milei!

—Bueno, tengamos un mensaje cristiano —se ríe, y luego endereza—. Mensaje cristiano es ayudar al pobre, no mandarle al 911. Pero bueno, ese no es el mensaje de este San Cayetano… Quizás el del próximo año —bromea.

Con San Cayetano, todos hermanos –es el lema oficial de la edición de este año. Pero el show estará plagado de consignas distintas: desde el Fratelli Tutti, del Papa Francisco, con la insistencia en que nadie se salva solo, hasta canciones de María Elena Walsh; apenas entrar, un grupo de jóvenes cantaba la marcha peronista, aunque en la vigilia no se ve ningún símbolo partidario.

 

—Lo que pasa es que cuando uno tiene tantos años… Pasaron tantos gobiernos, tantas promesas y siempre estamos igual —dice Miguel Reina (71), de toda la vida técnico electromecánico, que toma café apoyado en la valla de la fila—. La única diferencia es que cuando yo tenía la edad de ustedes había trabajo. Económicamente era otro país. Decías “me echaron de este laburo”, “me fui de este trabajo”, pero ahí a la vuelta encontrabas otro. Hoy no: la gente no encuentra trabajo.

—Creo que la situación del país siempre estuvo difícil —ponderaba Tobías, 51 años más joven, al lado del puesto de los scouts—. San Cayetano se hace porque hay algo que es la fe, que impulsa la gente a venir todos los años. No tener fe es como no tener un norte. Es como estar en una canoa en el océano, en medio de la nada, en vez de estar en un río, que sabes que va a alguna parte.

Miguel Reina, 71 años. “Antes decías “me echaron de este laburo”, pero ahí a la vuelta encontré otro. Hoy no: la gente no encuentra trabajo”

 

—El humor y la fe siempre es buena acá —sigue Miguel, que viene desde los 18 años a la vigilia —, pero la gente está preocupada. La cosa no está bien en el país. Entonces hay preocupación, con cualquiera que hables. Muy pocos vienen a agradecer por enfermedad, o algo así; hoy día el problema mayor es la economía, el dinero que no alcanza y todas esas cosas. Ponele que un 50% pide por la salud y un 50% por trabajo.

—Nos hace recordar a una pregunta del evangelio: ¿Acaso yo soy el guardián de mi hermano? —sigue el cura sobre el escenario— Y la respuesta es, queridos feligreses, ¡Por supuesto que sí! ¡Soy el guardián de mi hermano! Tengo que cuidar a mi hermano, tengo que tener mi mano tendida a mi hermano; sobre todo al que sufre, primero que a nadie. Y San Cayetano, en el año 1500, ya conocía lo que era el mundo del descarte: los viejos, los pobres, los discapacitados, las prostitutas… Los despreciados por el sistema, ayer como hoy.

—La edad te deja fuera del sistema —dice Miguel—. Viste que todos los miércoles hay marchas por todos los problemas que hay. Mi jubilación es muy magra: de la mínima, un poco más. Siempre estoy haciendo algo, pero no sé hasta cuándo. Sumo el sueldo de mi señora y la ayuda de los hijos. Hoy un jubilado no se puede mantener solo; es un problema socioeconómico.

Tobías Nicolás Heredia, 20 años, es parte del grupo scout que ofrece pan y mate cocido a los fieles. “Nosotros no esperamos nada a cambio, venimos a dar una mano; es acción altruista”.

Pan y trabajo

Decenas de velas alzadas rodean la iglesia de San Cayetano. La música, ahora sí, adopta el tono de un coro clerical. Se agolpan jóvenes, niños, ancianos, vendedoras de espigas, borrachos, policías, peregrinos, scouts, voluntarios y fotógrafas. Se acercan las doce, momento en que se abren las puertas del santuario.

—San Cayetano querido, gracias por quedarte en este barrio de Liniers, este barrio donde la espiga y tu imagen se unieron para siempre —dice el párroco—. Padre de la providencia, padre de los pobres. Con San Cayetano, todos hermanos: eso es lo que nos regalás, lo que nos enseñás. “Somos todos hermanos”; nos invitás a ponernos en los zapatos del otro, del que sufre. A dar gratuitamente, a hacer una gauchada. Vos nos enseñaste “hoy por ti, mañana por mí”. Y como nos decía Francisco, estamos todos en la misma barca; por eso somos todos hermanos.

Diez minutos antes de las doce, se canta el himno nacional. “Pensando en cada palabra”, dicen los músicos desde el escenario. Un grupo de chicas cantó un cumpleaños feliz. Los últimos diez segundos hay una cuenta regresiva: diez, nueve, la gente corea, ocho, siete, y sigue raspando la guitarra, cuatro, tres y así hasta llegar, incluso un poquito adelantados, a una explosión de fuegos artificiales que sube por la torre de la iglesia, de atrás del edificio del convento, en chispas rojizas, verdes y amarillas contra la noche grisácea de Liniers.

Entonces se abren las puertas del santuario. Y la fila de peregrinos, de aquellos que llevan horas, días esperando, empieza a avanzar. Adentro tocarán la figura del santo y algunos pedirán, como todos los años, por pan y por trabajo.

 

—¿Y qué trabajo piden, cuando piden trabajo? ¿Qué es para vos un buen trabajo?

—Un sueldo digno —responde Rosa Chiribe.

—Un buen sueldo —dice Paula Habib —, que reconozca el esfuerzo que uno hace.

—Poder cada fin de mes llegar a los gastos de uno —sigue Tobías Heredia—, que no te obligue a buscar un segundo trabajo para reforzar eso.

—Que te paguen bien, o por lo menos lo que te pagan que te alcance —dice Miguel Reina.

—Yo quiero estudiar arquitectura —cuenta Rodrigo Molina.

—Si yo te pido algo, no te voy a pedir un lujo: con una casita de madera está bien —dice Antonio García.

Pasadas las doce, la gente empieza a desconcentrar. Se prenden los puchos, guardan las espigas y van conversando a la parada del bondi. Las luces de la iglesia de San Cayetano seguirán encendidas, y el fuelle de la noche de vigilia seguirá en la procesión por Rivadavia.

—No somos lo que parece que somos —cerró el párroco—. Somos un Pueblo. Y somos un pueblo de fe.

Alarma en la estación Independencia

Alarma en la estación Independencia

Luego de la denuncia de ANCCOM sobre el túnel contaminado, sonó la señal que indicá peligro de explosividad. Los trabajadores esperan una nueva inspección mientras continúa la preocupación por las filtraciones de hidrocarburo.

Un inspector de la Dirección General de Protección del Trabajo de la Ciudad visitó la Estación de Subte E en la intersección de las avenidas 9 de Julio e Independencia, luego de la publicación de la nota de ANCCOM en junio sobre las filtraciones de hidrocarburos en el subte. El agente labró un acta y días después, la alarma de explosividad se encendió por los niveles elevados de gases en el antiguo túnel de combinación entre las líneas E y C del subte, clausurado desde hace casi medio siglo.

“En esa inspección no estaba inundado ni los valores daban explosividad. Pero unos días después había un nivel de explosividad que disparó la alarma del lugar. Se hizo una inspección y lo que se constató es que se habían tapado las canaletas que van a la cámara de desagüe, por lo cual se inundó gran parte de ese túnel de combinación. Eso hizo que disminuyera el volumen de espacio donde los gases podrían evacuar”, narra Francisco Ledesma, de la Secretaría de Salud Laboral de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro.

Al saltar las alarmas del sistema de monitoreo del subte, se convocó a la Policía Federal, Bomberos y a los trabajadores encargados de los pozos de bomba. “Eso estaba anegado por agua que tenía residuos por un lado cloacal, pero por otro lado también de lo que es la filtración de tanques de combustible”, continuó el sindicalista. En las fotos y videos enviadas a este medio, se observa cómo sólo quedan algunos pocos escalones del túnel a la vista, el resto figura tapado por los fluidos.

Ante el llamado de ANCCOM, desde Emova negaron el hecho. Sin embargo, un trabajador de los pozos de bomba que acudió al llamado ratificó la información y comentó: “Afortunadamente, funcionó la alarma. Inmediatamente nos avisaron y fuimos a ver. Estaba tapado el drenaje, se lo destapó y dejó de sonar la alarma. En 30 años es la primera vez que me sucede esto. De ahí se vuelca todo el agua a pozo de bombeo, ahí se drena el agua a las cámaras de AySA (Agua y Saneamientos Argentinos SA). Al obstruirse, el agua quedó acumulada hasta más o menos un metro”.

En el acta N° 611763/2024 (sic), confeccionada el 12 de junio pasado con el año aparentemente mal datado, consta que la Dirección General de Protección del Trabajo intimó a Emova, la empresa concesionaria, a resolver ciertas deficiencias: la acumulación de líquidos en pisos, el mal estado del sistema eléctrico (sin protecciones adecuadas ni tableros completos), falta de limpieza en las escaleras hacia el túnel (donde posteriormente se inundó) y la ausencia de documentación sobre la ventilación del sector, entre otras.
Todas esas irregularidades ya habían sido pedidas en octubre pasado, según se desprende del acta N° 611769/2024, y ni Emova ni Shell se hicieron cargo. Contactado por este medio, el inspector a cargo de ambas actas prefirió no hablar con la prensa.

Ledesma señaló que las cañerías datan de cuando se construyó la línea: «En esa época la cantidad de edificaciones y milímetros que caían de lluvia, eran mucho menores. Entonces, el diámetro de los caños de desagüe hacia las cámaras y los pozos de bombas era más chico que lo que hoy se necesita».

Asimismo, reclamó por las obras dilatadas. “Lo primero es hacer un estudio –dijo- para ver si se puede romper el piso sin generar chispas, porque es un lugar que tiene un grado de explosividad baja, pero la tiene, para poner un caño que recolecte el agua. Tendría que tener más diámetro para permitir un mayor caudal y se va a tener que limpiar la cámara y, por consecuencia, el pozo de bombas. También habría que ver de agregar alguna bomba más”. Cerró el tema comentando que debido al riesgo de explosividad existente, prefiere evitar que sus compañeros vayan a esa zona si no es por alguna inspección o alguna razón muy puntual vinculada al funcionamiento de las bombas.

Aparte, deslizó que el dueño del terreno sería “el Vaticano, la curia”. Ante la consulta de este medio al Arzobispado de Buenos Aires, contestaron que desconocen la titularidad del predio y que no figura entre sus inmuebles, aunque no descartaron que pertenezca a alguna parroquia. En la misma manzana se encuentra la Casa de Ejercicios Espirituales fundada por María Antonia de Paz y Figueroa, también conocida como Mamá Antula, canonizada en 2024 por el Papa Francisco, lo que motivó la inclusión de su nombre en la contaminada estación Independencia de la Línea E. En un artículo de Noticias de Antropología y Arqueología, se menciona que la hoy estación de servicio ubicada sobre el subterráneo era parte del convento, antes de ser separada, demolida y vendida por la Congregación. Sin embargo, desde ANCCOM no se pudo constatar que pertenezca a esta congregación.

Ni Shell-Raízen ni SBASE respondieron ante los llamados por parte de ANCCOM. Desde Emova se prefirió no hablar de las inspecciones y se limitaron a negar que haya sonado la alarma.

El último acta de la DGPT indica que la reinspección sería a partir del 20 de julio último y que si no hay avances, podría disponerse la suspensión de tareas en el sector. Hasta la fecha, no consta que la hayan realizado.

El asbesto del subte sigue matando

El asbesto del subte sigue matando

La gremial de trabajadores del Subte y Premetro realizó un paro de tres horas para denunciar una nueva muerte por contaminación y exigir que de una vez se termine con el retiro del material tóxico de las unidades y de los lugares de trabajo. Ya son cinco los muertos por asbesto y 114 los trabajadores identificados afectados.

La Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y el Premetro (AGTSyP) realizó este lunes un paro en todas las líneas y talleres del subte entre las 13 y las 15 en “repudio al fallecimiento del trabajador de la Línea D, Walter Berhovet, víctima de cáncer de pulmón producto de la exposición al asbesto», quien sería el quinto muerto debido al amianto, como también se conoce a ese grupo de minerales. La Secretaría de Salud Laboral del sindicato lo anunció como “medidas de autodefensa” el viernes último, a través de un comunicado publicado en sus redes sociales.

Asimismo, el gremio señaló que Berhovet «integraba la lista de los 114 trabajadores afectados por asbesto reconocidos por la Superintendencia de Riesgos del Trabajo” y que su muerte “pudo haberse evitado: el asbesto está prohibido en Argentina desde el año 2003”.

Desde el Sindicato también se reclama “máxima celeridad” en los procesos para garantizar el urgente cambio de las flotas que contienen asbesto: “Necesitamos que se aceleren las tareas de descontaminación en base a un plan integral de desasbestización. Todas las personas que trabajan en el Subte y Premetro deben ser incorporadas a programas de vigilancia médica, que debe extenderse también a las y los trabajadores jubilados, dado que el período de latencia de la enfermedad es de varias décadas».

Claudio Dellecarbonara, delegado de la Línea B y que esta mañana se encontraba en la estación Juan Manuel de Rosas, mencionó que “no han retirado de los túneles” el material “que está presente en toda la red y que no sólo pone en riesgo a los trabajadores, sino también a los millones de usuarios que se lo llevan en la ropa, que pueden terminar contaminando a alguien de su entorno familiar, laboral o de estudio”.

El secretario de Salud Laboral, Francisco Ledesma, mientras les explicaba a los pasajeros la situación y liberaba los molinetes de la estación Congreso de Tucumán de la Línea D -previo al cierre de las 13-, coincidió e indicó que la situación se agrava por ser “un medio que es un espacio confinado: no hay ventilación natural y existe poca ventilación forzada”. Resaltó asimismo que buscan “que se tome conciencia porque no hay solamente asbesto en el subte, sino que, en una escuela, en los techos, en un hospital, en los tanques de agua, en los fusibles, en una biblioteca pública, o sea, en distintos lugares” a la vez que precisó “ya se sacaron 300 toneladas de asbesto en el subte, pero todavía faltan alrededor de 200 toneladas más instaladas en la infraestructura”.
En este sentido, el secretario insistió con el seguimiento de la salud de los trabajadores: “Lo hace la Superintendencia de Riesgos de Trabajo de la Nación a través de una auditoría que se realiza en el Hospital Británico, donde vamos una vez por año y semanalmente se estudia a las distintas personas que se están haciendo los chequeos. Ahí se controlan los pulmones para, de esa forma, detectar tempranamente si algún compañero tiene una infección o cáncer. Todos los lunes hay auditoría médica y todos los lunes hay un nuevo afectado. Nosotros queremos salir de nuestra casa e ir al trabajo y después volver sanos y salvos, no queremos volver con un cáncer”.

Ledesma reclamó: “Nosotros nos dejamos en manos de los neumonólogos, que son especialistas en el tema, y por eso exigimos que todo el personal que trabaja en el subte entre al control médico. Hasta ahora tenemos 2.179 en control médico y nos faltan alrededor de 1.600 personas, por ejemplo, de las estaciones y de limpieza, que no los quieren ingresar y son todos seres humanos que trabajan en el mismo ambiente donde está este material”.

Desde SBASE prefirieron no responder, mientras que desde Emova, ex Metrovías, empresa del Grupo Roggio, contestaron sólo pasando el comunicado en el cual lamentan el fallecimiento y se diferencian al remarcar que Berhovet “se encontraba internado a raíz de un cuadro clínico asociado a una condición médica preexistente, de evolución compleja, no existiendo hasta el momento elementos clínicos concluyentes que permitan establecer una relación directa entre su situación de salud y su historial laboral”. Asimismo, a fin de “respetar la privacidad y confidencialidad de los datos personales”, consideraron “prudente no brindar mayores detalles”.

Ante esto, Ledesma replicó “le pedimos a Emova que vaya y se asesore leyendo el expediente en la Superintendencia de Riesgos de Trabajo de la Nación, que es quien controla a la Aseguradora de Riesgos del Trabajo. Entonces, no lo decimos solamente nosotros, sino que lo dice un organismo público nacional, la Policía de Trabajo, que sería como el Ministerio de Trabajo de la Ciudad de Buenos Aires, y además lo dice la Justicia, en primera y segunda instancia”. Y claramente enojado espetó: “Emova no se toma el tiempo de leer los expedientes de los cuales forma parte, y a nosotros nos ve como un legajo, no nos ve con un nombre y apellido. Somos seres humanos, que tenemos salud y familia. Por eso dice lo que dice, si no, si fuera responsable, leería la letra chica de los expedientes. Es un cinismo que nos indigna mucho”.

Al respecto, Claudio Dellecarbonara opinó: “La empresa tiene una actitud y política criminal, en vez de solucionar el problema y apurar los tiempos niega y minimiza. Es una política constante, cuando descubrimos la presencia de asbesto en nuestros lugares de trabajo, tuvimos que tomar muestras y mandar a analizar a las universidades nacionales por nuestra cuenta, cosa que la empresa y el gobierno ya sabía, pero nunca nos lo comunicaron. Al revés, en vez de sacarlo, compraron trenes en España que venían contaminados sabiendo que tenían asbesto cuando ya hacía décadas que estaba prohibido por la ley su uso y su venta”.

Acerca de ese material rodante, clarificó que “los pagaron más caros que si fueran nuevos. Fue un negociado tremendo de la administración de Mauricio Macri como jefe de Gobierno. Hubo que hacer una serie de obras en los trenes y en la alimentación eléctrica, instalar una catenaria nueva y varios suplementos en los trenes. Son los CAF serie 5000 y serie 6000”.

Sobre los trenes contaminados puntualizó: “Los coches 5000 logramos que los saquen de circulación, porque además eran chatarra en España, entonces cuando los pusieron a circular acá no funcionaban y tenían muchos problemas, quedaban frenados, se prendían fuego, etc. La otra serie, la CAF 6000, sigue circulando con asbesto, aunque hemos avanzado con esta pelea en que se retiren parte de las piezas que están contaminadas. Gracias a esta pelea que damos, hemos logrado que se retire mucho asbesto, pero queda muchísimo más por retirar y los tiempos que maneja la empresa y el gobierno son muchas veces inciertos y nosotros no podemos seguir lamentando cada 6 meses u 8 meses un compañero fallecido y cientos de compañeros enfermos”.

Consultado por la reciente adjudicación de la licitación para nuevos trenes anunciada por el GCABA, Dellecarbonara cuestionó que “se viene postergando hace años, aparentemente ya tiene un resultado con una empresa china que sería la encargada de fabricar los trenes que vendrían para la línea B, pero son trenes que quién sabe cuándo van a llegar, hay que tener en cuenta que es el mismo gobierno que ha anunciado la creación de la línea F desde hace 10 años y todavía estamos esperando”.

Ambos sindicalistas coincidieron en resaltar que con el cambio de trenes no alcanza y, entre llamados a los pasajeros a que “pasen por acá, por favor”, Ledesma declaró “queremos que se saque el asbesto y que se ponga otro tipo de material, puede ser PVC, acero inoxidable… reemplazos aceptables para hacer esas modificaciones”.

Dellecarbonara cerró: “Como organización de trabajadores hemos presentado esta denuncia en todos los ámbitos posibles, inclusive en la Organización Internacional del Trabajo. En la Legislatura porteña hemos presentado, junto a diferentes bloques, pedidos de informe, exigencia de declaración de la emergencia para la Línea B, porque no sólo tiene el problema igual que todas las líneas por el asbesto, sino que tenemos trenes con 70 años de antigüedad que son obsoletos, están sin mantenimiento y sin repuestos, vías al borde del colapso… Una situación particular que la vuelve una bomba de tiempo y tampoco tenemos respuesta. Hemos sido acompañados por infinidad de organizaciones políticas, sociales, de derechos humanos y de defensa al consumidor porque es un reclamo del conjunto de la sociedad, no sólo de los trabajadores del subte”.

El comunicado que circularon los Metrodelegados concluye; «No queremos seguir lamentando muertes que se pueden evitar. Nadie tendría que morir por su trabajo. ¡Walter Berhovet presente! Seguimos luchando por un subte y premetro libre de asbesto».

Disparen a la prensa, la saga continúa

Disparen a la prensa, la saga continúa

“Hay una política de Estado de vía libre para reprimir”, dice el periodista de C5N Nicolás Munafó, que fue baleado ayer por la Policía de la Ciudad, mientras cubría una nueva marcha de jubilados frente al Congreso. “Buscan generar miedo a todo aquel que quiera protestar, y lo hacen sin ponerse colorados, ante una cámara prendida”.

El reportero de C5N Nicolás Munafó sufrió un disparo a quemarropa con balas de goma en la última marcha de jubilados. Sucedió el miércoles 30 de julio en Avenida Rivadavia, junto a la Plaza del Congreso, cuando efectivos de la Policía de la Ciudad avanzaban por la calle en una hilera de escudos. Munafó estaba parado en la vereda, de perfil a los uniformados, ejerciendo su trabajo como periodista y transmitiendo en vivo. Así lo explica en contacto con ANCCOM:

¿En qué contexto se da la agresión?

Fue en el marco de la represión que vienen llevando y que estaban haciendo. Yo no estaba en línea de cómo venían avanzando; estaba a distancia, mostrando lo que pasaba. Pero bueno, había una clara orden de sacar a la gente. De todos modos, nosotros estábamos en la vereda, así que obviamente es una situación injustificada.

¿Pudiste reconocer a quienes te dispararon? ¿Llevaban visible la identificación?

Al policía lo pude reconocer porque nos disparó de al lado; a los dos que dispararon al lado nuestro los pudimos reconocer. No tenían la identificación a la vista. Después intenté buscarla, uno era de apellido Centurión; pero con las armas y con todo el equipo intentan taparse siempre la identificación.

¿Crees que el medio para el que trabajás pudo haber sido un factor para el ataque?

No sé si el medio donde yo trabajo influye o no. Sí entiendo que, por la situación de ir todos los miércoles a cubrir las marchas, de alguna u otra manera me tienen identificado.

¿Hay, en un sentido amplio, una política de Estado detrás esta agresión?

Sí, hay una política de Estado para esto. Yo creo que hay una vía libre a que haya represión, a que se genere miedo a todo aquel que quiera protestar y bueno, en este caso, no se ponen colorados en reprimir con una cámara de televisión prendida, en reprimir a alguien que está trabajando. Eso marca que la intención es reprimir esté quien esté.

¿Se contactó contigo alguien del gobierno después del ataque?

No, nadie. De otras organizaciones sí me han escrito, me han mandado mensajes por redes sociales; organizaciones que suelen participar de las marchas o de la oposición. Del gobierno nada. Pero bueno, como te decía: en todo esto va en marcha un plan para que la gente no salga a la calle. Las fuerzas federales tienen vía libre para reprimir y para hacer lo que están haciendo con el que se manifiesta, con la prensa, con el que fuera.

Inmediatamente antes de atacar a Munafó, la dupla de policías había disparado a las piernas de otro manifestante, también a centímetros de distancia. El periodista se acercó a denunciar ese hecho, gatillando la respuesta violenta del agresor. La jornada dejó un saldo de más de 30 heridos y siete detenidos. Según un informe de la Comisión Provincial por la Memoria, los primeros seis meses del 2025 han dejado un total de 1.251 personas heridas, que ya superan a las 1.216 con las que cerró todo el año 2024. Entre los afectados se cuentan 179 trabajadores/as de prensa, 20 defensores de DDHH, 132 adultos mayores y 4 niños, niñas y jóvenes.

En La Rural, Milei anunció menos retenciones al campo y confirmó el veto al aumento a los jubilados

En La Rural, Milei anunció menos retenciones al campo y confirmó el veto al aumento a los jubilados

Inauguró la exposición en un acto marcado por las ovaciones del público, las críticas a la oposición y la ausencia de la vicepresidenta Victoria Villarruel. «¿Pensaron que la motosierra era un chiste?», lanzó.

“Desde hoy, las retenciones a la carne aviaria y vacuna se reducirán del 6,75% a 5%. Las retenciones al maíz, de 12% a 9,5%. Las retenciones al sorgo, de 12% a 9,5%. Las retenciones de girasol, de 7,5% al 5,5%. Y también las retenciones a la soja, del 33% al 26%”. Además, los subproductos de la soja pasarán de tributar 31% a 24,5%. La reducción de las alícuotas para la cadena de granos es del 20% y la baja para la cadena de ganado y carnes alcanza el 26%”.  El anuncio del presidente Milei en la 136° Exposición Rural despertó aplausos, aunque no tantos como cuando afirmó: “Estas reducciones son permanentes y no tendrán vuelta atrás mientras que yo esté en el gobierno”.

El acto de inauguración de la tradicional feria del campo en Palermo estuvo rodeado por la incertidumbre sobre quiénes asistirían. Alrededor de las 10 fueron llegando distintos funcionarios del gabinete. Guillermo Francos, Sandra Pettovello y Patricia Bullrich acapararon las miradas. Esta última fue la única que despertó ovaciones, tanto en su arribo como en el momento en el que fue nombrada en el discurso. La ausente de la jornada fue Victoria Villarruel, quien había anunciado su presencia. Sin embargo, la expectativa de periodistas y curiosos se fue diluyendo, y lo que parecía un episodio de reconciliación terminó con las ya características incertezas que rodean el vínculo entre el mandatario y su vice.

A diferencia del resto, Milei llegó por la avenida Sarmiento, subido a la parte trasera de una camioneta, junto a la secretaria general de la presidencia Karina Milei y el ministro de Economía Luis Caputo. Su llamativa entrada culminó dando una vuelta a la pista central y saludando al público en la tribuna. El acto se desarrolló bajo fuertes restricciones para los asistentes a la Exposición y algunos periodistas. Toda la pista estaba rodeada por vallas y un gran operativo se desplegaba en la zona. Una gran parte de los visitantes, mucha gente ligada al campo, se agrupó en los alrededores para poder al menos escuchar al jefe de Estado y reaccionar a los discursos.

Primero fue el turno de Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA). “Cuando elaboramos este discurso, debatimos si teníamos que hablar en tono pesimista u optimista. Terminamos decidiendo que debíamos ser realistas”, dijo. Luego citó la encíclica “Hermanos Todos”, del Papa Francisco, e hizo hincapié en la frase “Nadie se salva solo”, lo que generó algunas miradas entre los espectadores a los que la frase les remitía a otro espectro político. “Recordamos su palabra con emoción y con el compromiso colectivo de preservar el trabajo responsable del campo”, señaló. La SRA, añadió, quiere “seguir manteniendo un diálogo productivo con el gobierno”, aunque aclaró que “el campo no es un aliado partidario, sino un aliado argentino”.

Después expuso las condiciones bajo las que, según él, podrían producir “el doble de lo que producimos”. Pidió la eliminación total de las retenciones y continuar reduciendo la carga impositiva, algo que suscitó una fuerte ovación y comentarios como “exactamente, es así” y “es un robo a mano armada” entre el público. También apoyó la reforma laboral para eliminar “la industria del juicio”, pidió créditos a largo plazo para productores y exigió un marco legal que facilite la inversión de capitales extranjeros en el campo. También se enfocó en la crecida de delitos rurales y solicitó la creación de fiscalías especializadas en estos ilícitos.

En una confrontación un poco más directa, pidió que no se cierre el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). “Debe seguir existiendo y dedicarse a la investigación, al desarrollo al servicio de los productores, seguir trabajando en el campo de la biotecnología y continuar desarrollando nuestras herramientas”, expresó. También recalcó la necesidad de mejorar al SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria): “Hay que reorganizarlo, eliminar la ineptitud, la burocracia obstructiva y la influencia clientelista de origen político y gremial, y dotarlo de un nivel técnico de excelencia. En un país exportador no podemos no tener un SENASA del mejor nivel internacional”.

El momento más álgido del discurso, sin embargo, no tuvo que ver estrictamente con el campo. “Apoyamos la independencia de cada uno de los tres poderes del Estado en el marco de la Constitución”, remarcó Pino y para rematar dio como ejemplo “la actuación independiente de la justicia manifestada recientemente en el cumplimiento efectivo de la condena de una expresidente de la Nación”. La mención sin nombre a Cristina Fernández de Kirchner desató los aplausos del público casi inmediatamente.

También hubo espacio para un pequeño furcio del dirigente rural, cuando dijo: “No queremos dudar de que el gobierno cumplirá con las retenciones cero más tarde que temprano… no al revés, más temprano que tarde”. Mientras en el público soltaban un filoso “se le escapó”, Pino sonrió y estrechó su mano con Milei, al que minutos más tarde le cedió la palabra. Antes de que arranque a hablar, se oyó un “¡Gracias por bajar la inflación, Presidente!”. Este le devolvió el agradecimiento, pero también aclaró: “Todavía falta, vas a ver cuando a mitad del año que viene la llevemos a cero».

“Las nefastas y siniestras retenciones fueron el resultado de un plan deliberado de la política para exprimir al sector más pujante del país y terminar de faenar la vaca lechera”, soltó Milei. Una vez explicitadas todas las bajas porcentuales, destacó que todo esto es posible “únicamente gracias al superávit fiscal, al cual cuidamos como agua en el desierto ante los embates sistemáticos de la casta política”. Y embistió contra la oposición, a la que calificó en múltiples ocasiones como “parásitos sociales”: “¿Acaso creían que la motosierra era un chiste? Sin ir muy lejos, recientemente ‘el partido del Estado’ propuso en el Congreso de la Nación un conjunto de leyes que intentan llevar a nuestro país a la bancarrota. Hacer efectivas todas estas medidas representa un aumento de 80% de toda nuestra deuda actual. ¡Miren qué gracioso cuando se hacen los generosos con el bolsillo ajeno!”.

Este tono más burlesco continuó por los siguientes minutos, con constantes pausas repentinas para ganarse el aplauso general. “Semejantes burradas económicas sólo pueden explicarse cuando notamos que Argentina performa (sic) mal constantemente en exámenes de matemática y aparentemente la casta y sus amigos no son ajenos a este fenómeno”, resaltó y, para la risa del entusiasta público presente, remató: “En criollo, no saben ni sumar con un ábaco”. “Los liberales tenemos claro el rol del campo –agregó–, el resto, no. Hoy, más que nunca, sigue vigente el adagio de Sarmiento, civilización o barbarie”.

Al igual que Pino, también se refirió a Cristina sin nombrarla: “Recordemos la fijación que tenía la doblemente condenada y ahora presidiaria con llamarle ‘yuyo’ al producto que había financiado toda su aventura colectivista”. También aseguró que él sabe que el campo “es el sector que más invierte y más innova en todo el país”, y para finalizar, remitiéndose a Juan Bautista Alberdi, manifestó: “La patria es la libertad, el orden, la riqueza y la civilización organizados en suelo nativo. De esta manera estamos convencidos de que bajar la inflación, la pobreza los impuestos y la inseguridad es hacer patria, comerciar es hacer patria, revalorizar nuestros medios es hacer patria”, y, refiriéndose a la frase escrita en la tribuna donde estaba dando el discurso, “cultivar el suelo es hacer patria”.

Después de su discurso, con ovación final, el presidente se quedó hasta la finalización del acto, incluso subiendo a algunos tractores que se encontraban en la pista para el desfile. Se fue con una gran complicidad con el sector agropecuario y los visitantes de la exposición, aunque profundizando su enfrentamiento con la oposición tanto fuera como dentro de su gobierno.