May 14, 2020 | Culturas, Novedades

«No se trata de contar la película desde la sexualidad de una persona, sino desde su profesión”, dice Tamagnini.
El Maestro, producción nacional codirigida por Cristina Tamagnini y Julián Dabien, está inspirada en la historia de Eric Sattler, un docente de la localidad de Ucacha, provincia de Córdoba, quien fuera maestro en los años ’90 de Tamagnini. La película se estrena de manera gratuita hoy a las 20 por Cine.Ar TV y desde mañana estará disponible en la plataforma Cine.Ar Play.
La historia transcurre en un pueblo del noroeste argentino donde Natalio, interpretado por Diego Velázquez, es un reconocido maestro por su enorme vocación. De repente su figura se ve cuestionada por la llegada de Juani, un amigo que acude a su ayuda de manera improvista. A partir de la aparición de ambos juntos en público, los vecinos del pueblo confirman los rumores sobre su sexualidad y los padres de alumnos de Natalio, deciden quitarlos de la obra de teatro que él dirigía y hostigan a la directora para que sea separado de su cargo.
Tamagnini, guionista, productora y codirectora de El Maestro afirma que no se trata “de contar la película desde la sexualidad de una persona, sino desde su profesión, que trasciende la elección sexual de él”. Además, ambos directores cuentan que siempre se interesaron por “la injerencia que tienen los maestros sobre sus alumnos, independientemente del contexto, y cómo son capaces de despertar o estimular ese germen de curiosidad, de realización en otras personas”.
Por momentos podría creerse que el tema es obsoleto, que hubo “error de raccord” entre el momento actual y la trama de la película; pero si se le hace un poco más de zoom a la realidad, enseguida se evidencia que aún está plagada de prejuicios -derivados de la heteronorma que rige en nuestra sociedad- que terminan, aunque quizás ahora en menor medida, en situaciones bastante similares a la del film.
En este sentido, los directores afirman que “la película se centra en la mirada del otro y la construcción del prejuicio en torno a aquello que desencaja con el orden establecido y el deber ser. El Maestro habla más de nosotros mismos que de lo que el propio maestro es o debe ser para nuestra sociedad”.

“La película se centra en la mirada del otro y la construcción del prejuicio», señala Tamagnini.
Tamagnini es licenciada en Cine y TV de la Universidad Nacional de Córdoba y Magister en Guión de Cine de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Valencia. Tras varios años de trabajo en España se radicó en Salta y, junto a Lalo Mamani, crearon la productora Caschi Cine, que desarrolla su actividad en todo el noroeste argentino desde el 2012.
El Maestro fue filmada íntegramente en la localidad de La Merced, Salta, y contó con una gran participación de actores y actrices locales. La productora de la película remarcó la importancia de filmar desde el interior del país y afirmó que entiende que “muchas personas se tienen que ir porque no hay un flujo de trabajo que permita quedarse”, pero que elige ofrecer esa resistencia y producir desde su provincia para contribuir a la gestación de un cine local. Junto a Velázquez actúan Ezequiel Tronconi, Ana Katz, Valentín Mayor Borzone, Danny Veleizán, Natalia Aparicio y Geortina Parpagnoli.
Por su parte el codirector, Dabien, trabaja como fotógrafo y realizador audiovisual free-lance, y como técnico en cámara y luces para producciones de cine, publicidad y televisión. Al ser oriundo de Chacabuco y haber vivido experiencias similares, ambos directores compartían -afirma su par-, “una especie de microcosmos común” en la adolescencia, que enriqueció enormemente la historia.

La productora de la película remarca la importancia de filmar desde el interior del país.
En un contexto sumamente adverso, en el que los cines del país permanecen cerrados debido al aislamiento social, preventivo y obligatorio, El Maestro podrá verse de manera gratuita hoy o el sábado 16 de mayo a las 20 en Cine.Ar TV; a partir de mañana, además, estará disponible en Cine.Ar Play. Más allá de las implicancias económicas que de esto derivan, los artistas del cine independiente argentino ven a la actual distribución de sus producciones como una gran posibilidad para el sector. Para estas películas, “que no cuentan con el apoyo de grandes medios que les hagan publicidad -afirma Tamagnini- esta manera de estreno va a favorecer a que la vean muchas más personas que si se estrenara en sala”. Tóxico, la película de Ariel Martínez Herrera recientemente estrenada, avizora un escenario prometedor: contó con más de 60 mil espectadores, lo cual supone un éxito enorme.
Si bien la exhibición de la producción nacional y, particularmente del cine independiente, está en crisis en Argentina desde hace muchos años, la directora oriunda de Córdoba remarca la importancia de que se abra un espacio de debate y reflexión para ver qué políticas se van a redireccionar, una vez superada la coyuntura, para la producción y distribución del cine local.
“Esta manera de exhibir es una forma de descentralizar el estreno en salas, que está sujeto a las capitales o grandes ciudades”, destaca Tamagnini. En la provincia de Salta, al igual que en la mayoría de las provincias argentinas, tan sólo la capital y contadas ciudades más poseen cines, de manera que la transmisión de los estrenos de las películas nacionales por televisión y mediante una plataforma virtual suponen un notable avance respecto de la desigual distribución de las producciones culturales al interior del país.
El cine, como todo arte y al igual que un maestro o una maestra, educa al pueblo que lo consume: de allí la importancia de difundir y distribuir la producción local a lo ancho y a lo largo del país. En una sociedad donde los consumos culturales son en gran medida importados, cabe resaltar la importancia de un cine nacional e independiente, enraizado en la memoria común, las costumbres, las luchas locales y las reivindicaciones que de ellas derivaron.

May 6, 2020 | Comunidad, Culturas, DDHH

Aparición de la nieta 126, Adriana Garnier Ortolani. Foto de Daniela Morán en una cobertura para ANCCOM.
Fotografes x los barrios es una iniciativa lanzada por un grupo de profesionales que venden algunas de sus fotografías para donar lo recaudado a los barrios populares del país a través de la organización La Poderosa. En un contexto en el que el mundo entero se ve afectado sanitaria y -en igual medida- económicamente, más de un centenar de reporteros y retratistas se organizaron para aportar, desde su lugar, con el trabajo de emergencia que se está realizando en los barrios más vulnerables.
La pandemia provocada por el Covid 19 ha obligado a la sociedad toda a tomar estrictas medidas para prevenir y evitar el contagio y propagación del virus; el aislamiento social y la constante higiene de manos y superficies son las medidas más importantes. Pero ¿cómo se hace para respetar el aislamiento cuando se comparte un baño con cinco, nueve o doce personas más? ¿Cómo se hace para mantener la higiene en barrios que no tienen acceso al agua potable?
Florencia Guzzetti, fotógrafa y una de las organizadoras de Fotografes x los barrios, en diálogo con ANCCOM contó que el proyecto surgió “a partir de pensar qué podíamos hacer como reporteros gráficos para poder ayudar a los barrios”, aquellos que tantas veces visitan para documentar una historia de vida o mostrar su realidad a tantos argentinos. Una vez lanzada la convocatoria, una gran cantidad de profesionales se sumaron a donar sus fotografías. Entre ellos se encuentran artistas de altísimo reconocimiento como Eduardo Longoni, Adriana Lestido, Carlos Bosch, Giancarlo Ceraudo, Nora Lozano, Pablo Piovano; y también fotógrafos que hicieron su experiencia en esta agencia, como Romina Morua, Daniela Morán y Néstor Beremblum, y sus dos editores, Victoria Gesualdi y Leandro Teysseire. Las producciones estarán disponibles durante diez días a partir del miércoles 6 de mayo, y la compra puede realizarse a través de la cuenta de Instagram y en la Fan Page de Facebook.

24 de Marzo de 2015. Foto de Romina Morua realizada para ANCCOM.
“Días atrás, un texto publicado por Nacho Levy, referente de la organización social La Poderosa, nos dejó algunas pistas y muchas certezas –relatan en una carta conjunta los fotógrafos-. Levy detalla con precisión la frágil situación de la parte más dolorosa del país”. Hace días que, desde La Garganta Poderosa, vecinos y vecinas de las distintas barriadas de la Capital Federal vienen denunciando la situación en la que se hallan: al hacinamiento infrahumano, la falta de acceso a servicios básicos, el empobrecimiento cada vez más estremecedor de las economías familiares y la ausencia estatal se le suma, en una carrera de injusticias, el peligro inminente que el coronavirus y el dengue suponen.
Como si esto fuera poco, desde hace diez días los vecinos de la Villa 31 no tienen acceso al agua en sus casas, lo cual los sitúa en un panorama catastrófico. Las tardías respuestas y la inacción durante este lapso por parte de los funcionarios responsables dejaron como saldo un aumento exponencial de la curva de contagios en “la villa más emblemática de la ciudad más rica del país”, como bien define el referente de La Poderosa. De tan sólo tres casos confirmados de coronavirus, a partir del corte de agua el número se elevó a 198 positivos y una vecina de 84 años fallecida. Mientras tanto, el Gobierno de la Ciudad responsabiliza a las autoridades de AySA y éstas últimas alegan que el encargado de garantizar el servicio en el barrio es el gobierno porteño.
Y no son los únicos: en la Villa 1-11-14, donde ya se contabilizan 69 contagiados y cinco fallecidos, la situación es igual de crítica. Además, el domingo por la tarde las estadísticas oficiales informaron que hay casos en Ciudad Oculta, Villa 20, Rodrigo Bueno, Barrio Mitre, Barrio Ramón Carrillo, Villa 21-24, Fátima, Piletones y en “barrios populares sin precisar”.

Fotografía de Lilian Andrade, de La Garganta Poderosa
Pero esta realidad no aparece en las grandes pantallas ni los principales portales web. O por lo menos no aparece hasta que no lo pueden tapar más, hasta que la situación colapsa. En este sentido, Fotografes x los barrios también “ayuda a mostrar lo importante que es el rol del fotoperiodismo y del fotógrafo para documentar la historia de un país, de un momento, de un barrio, de una situación”, según comentó Guzzetti. Además, agregó que invitaron a participar a los fotógrafos de La Poderosa, que son justamente, dijo, “los que pasan el tiempo y viven en los barrios. Ellos pueden aportar un montón con su mirada que es la que se logra al caminar y vivir los barrios todos los días”.
A partir de que se sumaron un montón de profesionales a la iniciativa, Guzzetti comentó que la intención es “poder continuar con una segunda tanda de fotos de otros autores y seguir avanzando en esto no sólo a través de la venta de fotografías sino también pensando y articulando cuestiones culturales, talleres o alguna otra propuesta que se pueda hacer en los barrios, siempre con el fin social, de intercambio y para poder trazar esos puentes que se trazan cuando uno va al barrio a hacer una historia o sacar una foto”.
Todo el dinero recaudado a partir de esta iniciativa será donado a La Poderosa, quien estará encargada de distribuirla en los lugares donde más urgencia haya. En la página web de Fotografes x los barrios los organizadores afirman que optaron por La Poderosa “porque confiamos en su accionar colectivo, y en su capacidad de llegar a lugares donde otrxs no llegan”.
Con este motivo más de 100 fotógrafos donaron sus producciones, que incluyen desde retratos a paisajes y rincones de cualquier parte del mundo, pasando por marchas y manifestaciones históricas, el carnaval en el norte argentino y jugadas memorables del fútbol nacional. De tan enriquecida compilación, la fotografía ofrecida por Florencia Guzzetti no parece haber sido elegida al azar: se trata de Norita Cortiñas en el interior la mina de Río Turbio, a siete kilómetros de profundidad.
“Es una foto muy importante, muy significativa en mi carrera profesional –dice Guzzetti-. Para mí Nora es todo: es fuerza, es lucha, es coraje. Es ese abrazo que todos queremos tener y que todos necesitamos ahora más que nunca que no nos podemos abrazar”. Y el abrazo de la Madre de todas las batallas llegó, en medio de un contexto extremadamente crítico en los barrios populares de la Argentina, a través de la publicación de la denuncia “del crimen en la villa” frente a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, redactada en conjunto con Adolfo Pérez Esquivel y decenas de artistas, organizaciones de Derechos Humanos, medios de comunicación, personajes públicos, etcétera. “Nora es esa llama que siempre se mantiene prendida y que nos guía cuando no sabemos para dónde ir”, concluyó Guzzetti.
Abr 29, 2020 | Culturas, Novedades

«Cuando la realidad alcanza a la ciencia ficción, el género tiene que huir de nuevo hacia delante”, opina Ruocco.
La pandemia hizo que la realidad se pusiera en contacto con situaciones solo antes retratadas por la ciencia ficción. En un contexto que mezcla buenas dosis de incertidumbre con otras tantas de paranoia, tres autores del género se muestran optimistas, aunque no logran imaginar el futuro. Los años más recientes de la ciencia ficción se caracterizaron por la profusión de escenarios posapocalípticos. “La industria del entretenimiento nos venía llenando de distopías”, dice el escritor, filósofo y crítico italo-argentino Pablo Capanna, cuya obra explora el género desde 1965, “como para halagar ese nihilismo que le atribuía al público, que había dejado de creer en los ideales de la modernidad y no atinaba a imaginar un futuro atractivo. El cine y las series producían y vendían ese material en gran escala, porque el miedo puede ser negocio”.
Pero, ¿estamos al borde del colapso? La ciencia ficción se ocupa de imaginar qué pasaría si. El género, comenta Laura Ponce, escritora especializada, crítica, divulgadora y editora argentina, refleja los temores y anhelos de la época y sociedad que la produce, pero siempre con los pies en la realidad: “Toma la información conocida por la ciencia y la estira hasta el máximo de sus posibilidades lógicas”.
«Desde la Peste Negra del siglo XIV la pandemia es un terror que asoma en el imaginario cultural», acota Capanna, quien recuerda que la literatura trata ese miedo por lo menos desde 1826, cuando Mary Shelley publica El último hombre tres años después de su famoso Frankenstein. «No es que la ciencia ficción se haya hecho eco de las preocupaciones que asediaban a la opinión pública –señala-. Por el contrario, fue ella la que puso en circulación la mayoría de ellas, ya sea como anticipación o como advertencia». Capanna está convencido de que la ciencia ficción contribuyó, por ejemplo, a disuadir una guerra nuclear.

El peor de los mundos
Juan Ruocco es escritor, guionista y estudiante de Filosofía. Desde 2014 conduce un podcast y escribe artículos donde explora temas de ciencia y cultura pop. «La idea del fin del mundo tiene que ver con una forma muy cristiana de pensar el tiempo», opina Ruocco. Y detalla: “El Génesis y el Apocalipsis. Empieza y termina. Esperamos ese momento culminante de la historia, y en realidad no tenés esos momentos terminales de crisis absoluta. Siempre prima un principio de realidad. En los momentos más álgidos terminó primando el no autodestruirse”.
La ciencia ficción construye distopías para jugar con el peor de los escenarios. “Rara vez en los relatos se consigue una cura o vacuna”, detalla Ponce. “Y no antes de que la humanidad sea diezmada. Incluso si se viaja atrás en el tiempo, para evitar el surgimiento de la pandemia, ese viaje implica una paradoja que puede ser el motivo de que se produzca”. Para Capanna, concluir un relato con el apocalipsis es hacer trampa: “Los buenos escritores de ciencia ficción son los que siempre supieron escapar de las normas comerciales y en el fondo nunca dejaron de ser optimistas. Hasta alguien como Philip K. Dick, que imaginó futuros peores que el presente, siempre daba por superada la catástrofe y trataba de imaginar un mundo empobrecido pero con la esperanza puesta en la reconstrucción”.

“Rara vez en los relatos se consigue una cura o vacuna”, detalla Ponce.
El año después
Capanna blande un realismo optimista: «Si la civilización sobrevivió a la Peste Negra, que mató a más de un tercio de los europeos, y lo hizo sin contar con la medicina científica, es seguro que sobreviviremos». Ponce, mientras tanto, anuncia que “esta pandemia es un evento de escala planetaria, de alcance global: la humanidad nunca vivió algo de estas características. Estamos asistiendo al inicio de una Nueva Era. Qué hagamos con eso depende de nosotros”.
Pero una vez descartado en gran medida el miedo a la extinción de la especie, comienza la desconfianza en el nuevo mundo. El qué pasaría si de la ciencia ficción imagina situaciones para recordarnos que en las situaciones extremas nunca deja de salir a luz lo peor y lo mejor del ser humano: “El tema del control político y social -dice Capanna- ha sido muy trabajado en el género, más con las herramientas de vigilancia que provee la tecnología. Seguramente es una de las preocupaciones prospectivas actuales. Cuando está en juego la supervivencia, nunca falta quien justifique una suspensión de la ética, la solidaridad y las costumbres civilizadas”.
“Cuando la realidad alcanza la ciencia ficción, el género tiene que huir de nuevo hacia delante”, opina Ruocco. Y admite: “De parte de los autores más tétricos, entre los que me incluyo, hay una subestimación de la capacidad del ser humano de autopreservarse”. Para Ruocco, la ciencia ficción esperaba un escenario más grave: “No esta guerra de baja intensidad. Ahora vamos a tener que pensar otros futuros porque el tema empieza a saturar a los autores”.
La respuesta a qué futuro nos depara puede encontrarse en el espíritu de Phillip Dick. Una alternativa disruptiva que contrarreste la crisis futura. La producción de bienes y servicios ha disminuido hasta casi detenerse. Ponce reflexiona que “en un momento donde muchas dinámicas como el egoísmo de la meritocracia y el sálvese quien pueda se ponen en duda, se pueden pensar nuevas formas de asociación colaborativa. Porque el mundo al que vamos a volver no va a ser el mundo del que nos retiramos”.

Mar 10, 2020 | Culturas, Géneros, Novedades

Andrea Testa, directora de «Niñas mamá».
Con el eco de miles de mujeres que salieron a las calles a reclamarle al Estado por la Ley de Interrupción Legal del Embarazo y con las memorias de los Encuentros de Mujeres a los que asistió, Andrea Testa se embarca en un nuevo film en el que busca retratar la necesidad de una ley que garantice el aborto legal, seguro y gratuito.
En diálogo con ANCCOM, Testa cuenta cómo surge la necesidad de realizar el film, “Niña mamá me aparecía como una película que quería que dialogue con Pibe Chorro (2016), un documental que buscaba llegar a los lazos sensibles y humanos”. Si en Pibe Chorro buscaba problematizar la estigmatización fogueada desde los medios a los jóvenes del conurbano bonaerense y cómo este estigma se anidaba en el accionar discriminatorio de la sociedad, en Niña mamá desea desarmar los discursos romantizados sobre la maternidad para poner sobre la mesa los relatos de adolescentes que a acuden al hospital ya sea por embarazo, parto, o sobreviviendo a un aborto inseguro, con el peso de la moral de la sociedad en la espalda y de un Estado que en los últimos cuatro años desbarató el sistema de salud.
Pensar el dispositivo cinematográfico
Además de problematizar la romantización de la maternidad, Testa apunta a pensar el dispositivo cinematográfico desde las decisiones que realiza como directora: “Pensamos todo un dispositivo de cuidado para hacer consciente la relación que existe con lo cinematográfico; con el lenguaje, pero también los aparatos que rodean la película, reducirlo al mínimo, no intervenir, no meternos al evento médico, que era lo importante”. Desde un único punto de vista en el que las jóvenes eran las protagonistas, donde lo importante fue escucharlas: “Decidimos, y es muy lindo contarlo, filmar con una lente fija de 50mm, no había posibilidad de hacer zoom, entonces cada vez que queríamos acercarnos teníamos que acercar nuestros cuerpos a esa situación, esto permite un contacto corporal distinto con la persona filmada”.
La decisión se opone a la práctica mediática que durante décadas ha instalado y replicado discursos sin conocer las historias de vida y los contextos de cada mujer niña que quiere decidir sobre su cuerpo. “Cuando pensaba en la película me aparecían mucho esos discursos de ‘se embarazan por un plan’ como una violencia ejercida constantemente desde el sentido común”, detalla Testa. En cuanto a la decisión de que el documental fuera en blanco y negro y con un importante ejercicio de observación, la directora explica que “hay algo del tiempo de la cadencia que tienen que ver con un ejercicio de escucha, de observación, de estar allí con ellas, el blanco y negro suaviza porque hay algo potente en los relatos. Siento como si fuese una caricia a cada una de ellas y que el tiempo de observación permite dejarlas ser, no cortarlas”.

«El tiempo de observación permite dejarlas ser, no cortarlas”, dice Testa.
Compromiso ético y estético
Una vez transitado ese camino, Testa cuenta cómo empezó a preguntarse por los adolescentes en relación a la maternidad: “Me parecía que el lugar era la salud pública, ahí era donde quería enmarcar estas historias”. El rodaje de la película se llevó a cabo durante 2018 al calor de los debates por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en el Congreso y las vigilias multitudinarias en las que participaba. Sin embargo, no era ese el contexto en que había pensado para el film: “Me encontraba haciendo la película en la intimidad de los hospitales porque siento que es algo estructural, que aparece en estas decenas de relatos pero que también están en otras mujeres y cuerpos gestantes a lo largo del país y en Latinoamérica. Son muchas las violencias de este sistema capitalista y patriarcal. Si bien cada relato es diverso, hay algo latente en todas y es el miedo a morir, que a su vez es un miedo de clase”.
Sobre esta realidad estructural se sostienen los relatos de las protagonistas y los tránsitos de sus decisiones en esos contextos y clases sociales, el film dialoga con las posturas distintas entre sí. “Quise ser fiel a un compromiso ético-estético-político del cine –explica Testa-, decidí ir con la cámara a estos lugares y apareció esto. En ese caso (sobre una de las protagonistas que está en contra del aborto) dialoga también con las niñas que reivindican ese lugar de maternidad aunque sea una maternidad forzada. Es una realidad, una emergencia social estructural que se repite generacionalmente y por eso para mí la mejor ley de aborto que salga es la base. Después, por qué aparece la maternidad en la adolescencia como una decisión en la construcción de vida de las protagonistas, no sé ¿Pueden decidir otra cosa?.

«Imaginar la distancia de dónde estaba yo y donde estaba la chica que filmaba me destrozaba», confiesa Andrea.
Desandar el camino histórico
“Pasaron cosas muy fuertes. Me pasó igual con la dirección de Pibe Chorro, después de filmar, volvía a mi casa a estar con mi hija, en su cuarto, con todos sus juguetes. Imaginar la distancia de dónde estaba yo y donde estaba la chica que conocí ese día me destrozaba, es sumamente injusto”, confiesa Andrea. Además, cuenta sobre la etapa de montaje de la película y cómo a través de la intuición y del recuerdo de esas imágenes realizaron la selección. Dice que es un ejercicio de desandar el camino histórico del cine, las imágenes estereotipadas que reproducen violencias e infantilizan a los sectores populares. Una vez finalizado el montaje organizó dos proyecciones, una en cada hospital donde filmó y donde las protagonistas volvieron a reafirmar su voluntad de participar en la película. “Las proyecciones fueron íntimas y fue muy emotivo, así como nos conmueve a nosotros al verla, ellas también estaban conmovidas, nerviosas, felices había algo lindo en el verse, mucha emoción. A partir de esa experiencia, algunas pudieron hablar de otras mujeres y decir lo importante que resulta que esto se vea para que no le pase a otra mujer”, cuenta Testa.
Feb 26, 2020 | Culturas
La Segunda Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas del Programa Sociedad, Cultura y Religión del CONICET revela la foto de una época e intenta comprender cómo operan las creencias en la vida de las personas, con el impacto que esto tiene en las instituciones. A diez años de la primera edición, el catolicismo conserva una mayoría atenuada (62.9% de los 2421 casos) que sigue considerándose católica. El hallazgo más importante es la presencia cada vez más significativa y en crecimiento de personas “sin religión” (18.9%) y del grupo de los que se definen evangelistas (15.3%). El evangelismo incluye, entre otras, a la Iglesia Pentecostal que tiene su mayor cantidad de seguidores en Brasil, el país más católico del mundo, donde de manera similar el evangelismo gana fieles –que fueron de gran influencia para el ascenso a la Presidencia de Jair Bolsonaro- y el catolicismo, pierde.
En una época de crisis de las instituciones, nada más lejos que pensar en el fin de la religión y de la política. Todo lo contrario. Sólo después de la Universidad, la Iglesia Católica es, junto con las Fuerzas Armadas, todavía una de las instituciones más reconocidas (5.4 puntos, de diez); incluso por sobre los Medios y el Poder Judicial. El sociólogo Fortunato Mallimaci, uno de los directores de la investigación, en diálogo con ANCCOM sostuvo: “Hay una crisis fenomenal de los partidos políticos, y la búsqueda de los mismos para compensar esa pérdida está en retornar o seguir vinculados con grupos religiosos. El catolicismo y el evangelismo producen cuadros para el Estado y las ONGs. Hay secretarías de culto en muchos municipios de todo el país actualmente”. El año pasado, la actual vicegobernadora de la provincia de Buenos Aires, Verónica Magario, siendo aún intendenta de La Matanza inauguró la Subsecretaría de Culto en su partido. En septiembre del mismo año, el programa «Buenas noticias», impulsado por ACIERA (Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina) y Argentina Oramos por Vos -dos de las Organizaciones Evangélicas más importantes a nivel nacional- se introducía en la TV pública, que a su vez transmite La Santa Misa (católica) los domingos. Aunque Mallimaci niega que la presencia de religiosos en la política sea una novedad: “Los evangelistas hacen política, pero los católicos lo hicieron toda la vida. Están copiando a los católicos. El poder de la Iglesia católica está en la matriz constitutiva de nuestros Estados. Las órdenes religiosas tuvieron gran influencia en la constitución del Estado, los que acompañan a Roca en la Campaña al Desierto son los salesianos. La ley de laicidad de 1880, no fue para separar la Iglesia y el Estado, sino que su objetivo fue subordinar a los grupos religiosos al Estado. Hay que pensar a los grupos religiosos como sectores liderados por las clases dominantes. Es un análisis complejo. Cuando un gobierno quiere llegar más a los sectores populares, va a tratar de establecer un vínculo estrecho con las instituciones religiosas, y del otro lado, muchos integrantes del movimiento católico o evangélico acceden al Estado sin pasar por ningún partido político ni ley, porque hay una matriz que hay que estudiar y que no depende de una característica del gobierno, si es neoliberal o peronista. Hay una afinidad histórica, por ejemplo, que tiene que ver con las maneras católicas y sociales de construir vínculos y las maneras peronistas. En Latinoamérica la característica central de la modernidad religiosa es que el Estado no monopoliza la política social y no lo ha hecho nunca porque podría significar Estados muy fuertes. Las burguesías han pensado y actuado desde mediados del siglo XIX que se debe acompañar al Estado subsidiariamente en la política social”.

Crónica de crisis en santerías y basílica. Luján, 31 de julio de 2019. Fotos de Juli Ortiz / ANCCOM
La Encuesta Nacional se distingue por comprender cómo operan las creencias en la vida de las personas. Mallimaci, explicó: “En Latinoamérica la pregunta por la religión o las creencias suele hacerse a través de censos, lo que no mide cómo se vive después esa respuesta. Un estudio así, sólo puede ser financiado por el Estado. El resultado es que una encuesta de este tipo democratiza la sociedad porque quiebra las visiones binarias y las concepciones establecidas de las creencias: cielo y tierra, izquierda y derecha, cierta religión como buena o mala.” El sociólogo invita a pensar la religión como una identidad compartida basada en prácticas cotidianas y creencias, en contraste con la idea instalada de lo religioso como una afiliación formal y visitas periódicas al templo o a la Iglesia. “Hay muchas maneras de ser católico: la mayoría vive la religión a su manera. Si uno simplemente pregunta, puede saber poco y nada”, aclaró el investigador. Hay una tendencia a la individuación, destaca la encuesta: 6 de cada 10 creyentes tiene contacto por su propia cuenta con Dios. Leer la Biblia no es la actividad preferida, el 77% de la población reza en la intimidad, y sólo el 30% de los creyentes va al templo o Iglesia. Sin embargo, reunirse en comunidad es el rasgo distintivo y costumbre para la mayoría (55%) de los evangélicos: la Iglesia en los barrios, el pastor, un Jesús más cercano. Mallimaci detalló: “Partimos de esa diversidad y de lo cotidiano, teniendo en cuenta que son muchos menos los que van al templo o a la procesión. Muchos evangélicos no están en ninguna Iglesia: es una identidad de quienes comparten creencias porque buscan certezas, nadie vive sin ellas”. Las preguntas funcionan como parámetro y hay rankings de creencias. Mallimaci entiende que no hay linealidades, sino tendencias híbridas: “Hay universos simbólicos heterogéneos y diversos. Podés creer que la educación pública es lo mejor que existe, apoyar la pena de muerte y creer que los extranjeros nos sacan el trabajo; o acompañar a sectores populares en la movilización y estar en contra de la legalización del aborto”. Según el informe, más de la mitad considera que “el Estado debe brindar un ingreso a quienes no tienen trabajo” y al mismo tiempo creen que “los planes sociales fomentan la vagancia”. Lo mismo ocurre con el Papa Francisco, quien si bien no tiene una influencia marcada en la elección religiosa de las personas, más de la mitad de los encuestados tienen una opinión formada: el 27% piensa que se involucra demasiado en cuestiones políticas más que en lo espiritual, y el 27% está conforme con su denuncia de las injusticias del mundo. En ambos extremos de la opinión en igual proporción hay católicos y “sin religión”.

Apostasía colectiva – agosto 2018 – Fotos leo Rendo
A pesar de la hibridación de creencias, hay tendencias muy marcadas. Una de ellas es la amplia aprobación de la Universidad pública gratuita (94%). Mallimaci habla de “núcleos duros”: “Es un comunitarismo que expresa las visiones de cada grupo con posturas identitarias, de manera que refuerzan entre ellos ciertas concepciones que dan sentido a la vida, a la sexualidad, a la política. Los núcleos duros son los que consolidan las creencias. Son los que se movilizan y ocupan el espacio público”. La pena de muerte tiene una aceptación del 50%, del cual el 55% es católico, aunque también hay un 43% de los “sin religión” que lo piensa. Quienes están en contra son los evangélicos: alrededor de 62% se opone a la pena de muerte. Otra de las creencias polémicas es la que sostiene que “hay que controlar la inmigración” en el país con un 70% de aprobación del cual la mayoría es católico (76%) y casi en igual proporción, evangélico; sin embargo, los “sin religión” también están de acuerdo en su mayoría porque un 42% se opone. La despenalización del aborto estaría permitida en casos de malformación, abuso sexual o peligro de vida para la mitad de la población, porcentaje primordialmente católico y evangélico, aunque también, de esa mitad un 30 por ciento es “sin religión”. La postura que sostiene que es un derecho de los cuerpos gestantes decidir continuar o no con el embarazo (representada por un 27% de los encuestados), está mayoritariamente compuesta por personas “sin religión”. Este posicionamiento aumentó 13 puntos en los últimos diez años. En cuanto a la tercera posición frente al aborto que cree que debería estar prohibido siempre, los evangélicos son la mayoría de este 18% que reivindica la pena. Relacionado al análisis de género, el tipo de familia patriarcal como único modelo válido es rechazado por la mayoría: 61% -cuya mayoría son los “sin religión” aunque también hay muchos católicos- aprueba el matrimonio entre personas del mismo género y la adopción de niños. En el otro extremo, una minoría del 24% cree que la mujer debería quedarse a cargo del cuidado de sus hijos, el 35% apoya que el matrimonio sea solamente válido entre hombres y mujeres, y sólo el 9% piensa que el hombre debe ser el jefe del hogar. El grupo que reivindica mayoritariamente estas últimas tres creencias es el evangélico.
Otro de los hallazgos fue que, a diferencia de hace diez años, cuando quienes apoyaban la financiación estatal de la religión eran mayoría, hoy no lo son. Históricamente el Estado argentino financió el culto católico apostólico romano y otras religiones disputaron esta preferencia. En 2008, 51% estaba a favor de financiar la religión, mientras que hoy esa mayoría (59%) cree que no se debería subvencionar el culto.

Corriente Federal de Trabajadores convoca a San Cayetano, en protesta de las politicas del Gobireno Nacional. Plaza de Mayo-CABA . 7 de agosto del 2017. Fotos Ana Laura Martín Rodríguez. ANCCOM
Mallimaci recomienda la lectura del número de la revista del Conicet “Sociedad y Religión” en el cual Peter Berger, co autor de ‘La Construcción Social de la Realidad» (Berger y Luckmann), escribió sobre la Modernidad: “‘¡Qué equivocado estaba al pensar que la secularización era la desaparición de la religión!’ dice Berger porque para él, es más bien la transformación del vínculo entre lo religioso, las creencias y la sociedad. Hay cada vez más distintas formas de creer, más pluralidad”. Efectivamente es así: en la Argentina de 1947 casi el 94% de los censados eran católicos, y hoy son 63% que se concentran en el Noroeste. En esta región también hay evangélicos, pero los hay en mayor cantidad en la Patagonia y el Noreste. Los “sin religión” predominan en el Área Metropolitana de Buenos Aires y en la Patagonia. ¿Cómo será el devenir de este mapa en las próximas décadas? Aunque durante mucho tiempo se esperó que los cientistas sociales predijeran el futuro, el equipo del CONICET describe con datos propios las subjetividades que conviven hoy en la Argentina.
Feb 13, 2020 | Culturas, Novedades

El arte callejero que florece en los espacios urbanos puede ser una herramienta de inclusión social. Es apreciado desde distintos ángulos y distancias. Lo puede ver una persona que vuelve de trabajar en el colectivo, como también habitantes de la zona y curiosos.
«Carlí Human» es de la localidad de Muñiz y se dedica hace más de 20 años a realizar grafitis y murales. La variedad de colores y motivos son características de sus trabajos, que se encuentran en espacios rurales y urbanos, en barrios, interiores, exteriores y hasta en camiones de carga. “Me inicié con grafitis, con el tiempo fui creciendo, perfeccionándome y ganando terreno en esta profesión. Al presente, continuo dedicándome a esto, es mi solvento económico. En este oficio tengo una rama comercial en la cual realizo murales para diferentes negocios, bares y empresas. Y una rama artística en la cual produzco trabajos de interés personal”, dice el artista. En esa línea, utiliza el término “versátil” para definir sus obras y se define como un “obrero del arte. “Me gusta la naturaleza, pintar animales en peligro de extinción, flores y paisajes pero la realidad es que hago de todo”, añade.
“Actualmente hay una apertura muy grande en este arte, hoy en día un pibe puede pintar algo al lado de las vías del tren, ser llamado para realizar una obra y ser remunerado por ella. Hoy, el muralismo es aceptado y valorado”, dice Carli respecto a esta profesión. Y expresa: “Hay que romper con aquellos estigmas sociales en los que el artista es visto como un hippie. Yo vivo bien, he viajado por distintos países y todo gracias a este oficio”
Siguiendo esa línea, Mauricio, que prefiere que lo identifiquen como “Uasen”, graffitero de zona oeste, es reconocido por su mural de Carlos Tévez en Villa Pälito, La Matanza. El arstia dice: “Empecé a pedir permiso para pintar en las paredes, hasta que la gente se empezó a acercar y cuando me quise dar cuenta me dedico solo a esto”.

En tanto, Cristian Acosta, conocido como “Kave”, cuenta: “Trato de indagar en las pasiones humanas; los colores, la luz y la oscuridad como dualidades que traemos en nosotros” . El contexto social, político y cultural. El trasfondo ideológico y el seguimiento de acontecimientos relevantes en el Conurbano, tales como las muertes de Sandra Calamano y Rubén Rodrígruez. y el apoyo a las culturas originarias. Todas esas son características de los trabajos de “Kave”, que es de Moreno.
Por otro lado, este artista es reconocido por ser parte de la gestión de encuentros entre muralistas. “Participo en Pintadas del fin del mundo y Encuentro de expresiones urbanas junto a compañeros y compañeras en Moreno, también producimos el festival Buena Pinta Social Clu que en el 2020 irá por su tercera edición”, señala. Estos son espacios donde los y las jóvenes artistas emergentes se reúnen a intercambiar expresiones artísticas urbanas tales como el graffiti, con el objetivo de fortalecer y fomentar la cultura propia de los barrios.
La diversidad es una de las características propias de los murales. En este campo varían las técnicas, los colores, y decisiones estéticas propias de cada artista. Emergen constantemente nuevas formas de expresión a través de este lenguaje. Tomas Facio, de Merlo Norte, que además es estudiante de la Universidad Nacional de las Artes (UNA), afirma: “Creo que el muralismo es una buena herramienta social, un lenguaje visual que siempre está”, y agrega: “Siempre aposté por pintar en Merlo, los que somos del Conurbano sabemos que el arte está centralizado, me parece fundamental que se acerque a la gente y no que la gente tenga que acercarse al arte”
Facio comenzó a realizar murales en 2014. Pintó en en Merlo pero también en Valparaíso (Chile) y en Zaragoza y en el País Vasco (España). “Mis obras abarcan distintos medios tales como: murales de pequeña y gran escala, pintura sobre lienzo y dibujo/ilustración, usando la tinta china, independientemente del soporte. Como recurso utilizo la técnica de grabado, llevándolo a otra dimensión: el muralismo”. También revela que “actualmente acabo de finalizar una residencia artística en País Vasco, realizando un mural en un pueblo llamado Eskoriatza, que aborda la temática de la relación entre lo tecnológico y lo biológico. Ahora me encuentro trabajando en una serie de dibujos y pinturas, relacionando las imágenes entre sí y buscando generar narrativas”
Con respecto a su trabajo comenta: “Lo que caracteriza a mis murales es la utilización de una pintura monocromática, en la que solo uso la tinta para generar distintos tipos de valores. Esto hace más laborioso el trabajo. Si optara por el látex, y utilizara blanco para crear más valores, estaría agilizando la labor pero no lograría la textura que busco generar al trabajar con líneas”. Siguiendo con las peculiaridades de su producción, agrega: “Otra característica detrás de esto es la tinta china, la piedra angular de las historietas, un medio que considero contracultural, un recurso económico. Por dar un ejemplo, con un litro de tinta china podés pintar cuatro murales, en tiempos jodidos, creo que es un buen recurso”
El muralismo es un arte para todos y todas. Un arte que con el tiempo se transformó en profesión, en trabajo, en inclusión. Un arte que integra, que muta, que abre nuevos caminos. Un arte con valor, con ideología, con conciencia de clase. Que invita, que implica e interpela. Y el Conurbano tiene mucho que decir (y que mostrar) con sus artistas de los muros.
