Futuro incierto para el Museo del Traje

Futuro incierto para el Museo del Traje

Los trabajadores se enteraron por los medios de las intenciones del Gobierno de Javier Milei de deshacerse de la institución. Por el momento, en el Boletín Oficial fue anunciado el cierre de la Dirección del museo. Nada se sabe qué pasará con los trabajadores ni el patrimonio histórico que posee.

En el Boletín Oficial del lunes 30 de septiembre, el Museo Nacional de la Historia del Traje no figura dentro de la nueva estructura de Capital Humano, lo que sí menciona la publicación es la derogación de la función ejecutiva de la dirección del organismo. Los trabajadores de la institución no fueron comunicados por ningún funcionario estatal de dicha decisión y, al día de hoy, continúan a la espera de alguna certeza sobre el futuro del museo y sus puestos de trabajo. 

 

–No figuramos en el esquema donde normalmente estábamos, y en otro de los anexos figura la derogación del Museo. Esa es la noticia más oficial que tengo– dijo Victoria Salías a ANCCOM, al día siguiente, en su oficina del Museo. 

 

Frente a la inesperada noticia, Salías pidió una reunión con la secretaria de Patrimonio y Cultura, Liliana Barela, quien le comentó, en una charla más amigable que oficial, que, “en teoría”, tanto el patrimonio como el personal seguirían funcionando en el edificio actual del museo. Lo más significativo del cambio es la pérdida de la dirección, al no existir la unidad como organismo Salías quedaría desligada de sus tareas. Aparentemente, este cambio en la estructura de los museos nacionales es algo que se venía tramando al interior de la Secretaría de Cultura hace ya tiempo, pero Barela decidió no adelantar la situación.

 

–No tenemos ninguna información oficial más que el Boletín, tampoco se me comunicó mí el cese en la función ejecutiva, ni sabemos de quién quedaría dependiendo el patrimonio. En algún momento todo ese andamiaje organizativo tiene que aparecer –sostuvo la directora.

El Museo de la Historia del Traje surgió en 1972, luego de una muestra que se hizo en el Museo Histórico Nacional llamada “Autoría del Traje en el Río de la Plata, 1810-1910”. La muestra, de un éxito rotundo, impulsó a Julio Gancedo, director del museo y secretario de Cultura de ese momento, a abrir una delegación del Museo Histórico Nacional, dedicado específicamente a la historia del traje. En 1986 el Museo de la Historia del Traje adquirió independencia e institucionalidad propia. Ahora, frente a la  incertidumbre, los trabajadores de la institución se preguntan si no volverán a quedar dentro de la órbita del organismo nacional. 

 

–Lo que pasa acá va más allá del sueldo. Nosotros somos como una familia y no sabemos qué va a pasar con esto ni con todo el trabajo que venimos desarrollando– dijo una trabajadora del museo del área de Educación que prefirió no dar su nombre. 

 

Ella, al igual que muchos otros trabajadores, está bajo régimen de contratación de servicios, por lo que ni siquiera cuenta con una relación laboral estable que la vincule con la institución. En el museo hay personas con contrato de locación de obra desde hace más de 20 años, situación que los deja más precarizados ante los posibles cambios. 

Frente al shock y la desesperación por falta de información, los trabajadnores del museo se reunieron este martes en asamblea para intentar organizarse frente al horizonte negro que presenta el futuro inmediato.

-Nicolas Rodriguez Saa, trabajador del museo y delegado de ATE, sostuvo que la incertidumbre es total porque lo poco que pueden saber surge de información dada por funcionarios de la Secretaría de Cultura a la prensa, en la que sostienen que se busca cerrar el museo, pero sin aclarar qué sucederá con los trabajadores, el patrimonio ni el edificio. 

 

–No hay ninguna resolución escrita donde se diga lo que quieren hacer. Es un llamado de atención para el patrimonio histórico en general porque lo que sucede con este museo puede pasar con otros. Muchos directores fueron degradados de sus funciones en el Boletín de ayer.- Mantuvo Rodriguez Saa.

 

El museo también brinda asistencia y servicios de conservación, restauración, guarda y catalogación a todos los demás museos nacionales que no cuentan con la especificidad en textiles e indumentaria. 

 

–Preservar el patrimonio es muy importante porque es la historia y la cultura de un país, nosotros coleccionamos indumentaria, textiles, accesorios, objetos de uso personal, cuestiones que tienen que ver con esta faceta de la cultura. Hay mucho simbolismo en la indumentaria, en los textiles, los estampados o bordados y si uno no sabe de la cultura no termina de entender la profundidad del significado que esa pieza tiene dentro de su cultura y su sociedad. – dijo la directora del museo en el podcast “No solo de cuadros están hechos los museos”, producido por hace unos meses por ANCCOM.

 

Una de las justificaciones utilizadas por la Secretaría de Cultura es la baja convocatoría del museo. Argumentación que se demuestra débil al momento de poner sobre la mesa las tareas desarrolladas desde la organización. 

 

–Si bien el año pasado todavía manteníamos un ritmo más lento, de recuperación pospandemia, hoy está viniendo un montón de gente. Como el espacio es chico, muchas veces tenemos que hacer inscripción previa a las charlas y mucha gente queda afuera porque no hay lugar donde sentarse -sostuvo Salías–. Hay que rescatar que esta es la única institución a nivel nacional especializada en patrimonio, conservación, investigación y difusión de la indumentaria y los textiles. Somos referencia en la región latinoamericana porque valoran nuestro trabajo, nuestro quehacer y nuestro conocimiento. También somos parte del Consejo Internacional de Museos (ICOM) y tenemos planificada la conferencia anual para el año que viene en este museo. Hay programadas muestras y exposiciones. 

 

Hasta que surjan nuevas informaciónes, los empleados del museo seguirán trabajando en estado de alerta, proponiendo actividades de apoyo al museo. Salías tiene programada una reunión con funcionarios de la Secretaría de Cultura la semana próxima.

“Finalmente, al que le rezan es al dios dinero”

“Finalmente, al que le rezan es al dios dinero”

La periodista Paula Bistagnino habla de «Te serviré», su investigación sobre el funcionamiento del Opus Dei, una organización definida como secta, partido político y multinacional, caracterizada por la manipulación espiritual y el apetito patrimonial.

“Los miembros célibes, que viven en las casas del Opus Dei, llamados numerarios o numerarias y las numerarias auxiliares, tienen una rutina diaria que comienza con el ‘minuto heroico’, que consiste en salir de la cama apenas suena el despertador, ponerse de rodillas en el piso, besar el suelo y decir, serviam en latín o acá en Argentina lo traducen como te serviré”. Lo explica Paula Bistagnino en Te serviré. Fe, poder y disciplina: el plan del Opus Dei para beneficiarse de una de las mayores fortunas de América del Sur, su nuevo libro, en el que reconstruye la historia de la familia Gianoli Gainza, que sirvió al desembarco de la organización en la región: empresas, herencias millonarias y sus propias vidas entregadas a una institución que los obligaba a vivir en la extrema pobreza.

En 2013 Bistagnino realizó la primera reunión con exnumerarios –exmiembros de la organización que vivieron aislados en “centros” bajo principios de obediencia, pobreza y castidad–, y luego de cinco años escuchando las historias publicó un primer artículo que le abrió la entrada a la historia de una de las familias más ricas de América del Sur. “Me llamó un grupo de abogados uruguayos en 2019. Lo que yo contaba en el artículo estaba documentado en una causa judicial por la herencia de la familia Giaonli Gainza”, cuenta la periodista oriunda de Bella Vista provincia de Buenos Aires, un barrio de herencia católica y militar, donde funciona “La Charca”, un centro de retiro que alojó en 1974 a monseñor Escrivá de Balaguer, el sacerdote español que fundó “La Obra”, el modo en que los miembros refieren, entre ellos, a la institución.

¿Qué es la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei?

La definición del Opus Dei que mejor describe cómo funciona la organización me la comentó una exnumeraria: es una secta, partido político y multinacional a la vez. Tiene un condimento religioso muy fuerte que lo asocia con el término de secta por la manipulación espiritual principalmente. Eso está muy relacionado con otras dos cuestiones: la búsqueda de poder y la importancia del dinero para ellos. Y finalmente, la parte multinacional porque es una organización que trasciende fronteras, está en setenta países. Instalan franquicias y hacen funcionar su matriz más allá de la cultura, lengua e idiosincrasia del país.

Al ser consultada por la actualidad, ante el resurgimiento de movimientos y gobiernos de extrema derecha e ideas ultraconservadoras, Bistagnino considera que “esa idea de vida ellos la siguen sosteniendo, aunque es bastante difícil de aplicar en la sociedad actual. Les está costando sostener la pirámide de miembros que tenían: personas célibes, que quieran vivir casi en clausura, autoflagelarse, sin comunicación, separados por géneros y de su familia. Yo creo que el mensaje es cada vez más difícil de que cale en las personas, pero cuando no cala el mensaje, cala el negocio. El tejido de poder, económico y político, su acceso a la élite intelectual a través de universidades, eso sí lo siguen teniendo. Finalmente, al que le rezan es al dios dinero”.

“Hay una metáfora con la que el Opus Dei explica su visión: la sociedad es como una montaña; para dominarla hay que llegar a la cima y, desde allí, derretir la nieve hacia las bases. ‘El espíritu de La Obra es que sus socios varones ocupen cargos oficiales y, en general, puestos de dirección’, indicaba uno de los primeros reglamentos del Opus Dei”, cita en su libro Paula Bistagnino, sobre “la revolución de laicos que cambiaría al mundo, apóstoles que se mueven en medio del mundo bajo una apariencia similar a la de los demás, pero que llevan en sus vidas comunes una misión que nunca, por ninguna razón, deben manifestar”.

¿Cómo se investiga a una institución que no quiere ser reconocida o encontrada, por quienes no son sus miembros?

Como periodista lo que te moviliza, lo que te enciende la llama, tiene que ver con esa dificultad de recrear. Ellos tienen una oficina de comunicación pero nunca me dieron una entrevista, su respuesta siempre fue el silencio. De todas formas, en estos últimos años, no solo conmigo, sino que en el mundo, aparecieron muchos testimonios de personas que fueron parte del Opus Dei, así también como de otras organizaciones.

 

Lo primero que supo sobre el Opus Dei fue por “una tía que trabajaba en la escuela de mucamas”: refiere al Instituto de Capacitación Integral en Estudios Domésticos (ICIED), que funcionó entre 1973 y 2017, que prometía dignificar a la mujer y al trabajo doméstico. “Sin embargo, fue un tema que apareció tardíamente en mi investigación, cuando incluso ya estaba escribiendo el libro. Fue en 2020 que ellas, ya organizadas y con un abogado, se me acercaron para contarme sus historias” En 2021 la organización fue denunciada por 41 mujeres ante el Tribunal para la Doctrina de la Fe del Vaticano por trata de personas, reducción a la servidumbre y manipulación psicológica. “Es la denuncia más importante que tiene el Opus Dei desde su fundación en 1928”, relata Bistagnino, que reconstruye la metodología internacional de selección de adolescentes menores de edad provenientes de familias vulnerables económicamente y muchas veces extranjeras. Eran invitadas por supernumerarias –forma más común de pertenecer al Opus Dei, con vocacion de apostolado y deber de reproducción prolifera– bajo promesa de la “santificación de la vocación”. Así se transformaban en “numerarias auxiliares” o servicio doméstico y conformaban “un sistema en el que mujeres pobres servían a mujeres ricas y en el que entre todas hacían de los hombres la élite del Opus Dei”.

Elina Gianoli Gainza fue la numeraria más importante de la organización: referente, líder, santa y heredera de una enorme fortuna. La menor de los cinco hermanos Gianoli Gainza, fue la única que pasó toda su vida en distintos centros del país cumpliendo con el “Plan de Vida” de La Obra. “Las personas son complejas, yo intenté mostrar todas esas caras, como autoridad, como persona, con su fe y vocación, su carisma y cercanía con los miembros que la conocieron –cuenta Bistagnino–. Pero también es una persona acusada de cometer delitos que le costaron el vínculo con su familia de sangre –el Opus Dei se vuelve la verdadera familia de sus miembros, que se alejan de su familia de sangre o biológica–. Elina, por momentos, puede parecer una victimaria y otros una víctima de eso mismo. Porque, finalmente, ella dejó su vida ahí adentro”. La periodista reconstruye su historia a partir de testimonios de aquellos que convivieron con Elina en los distintos centros: “Donde la mayoría era milicia, Elina era familia”, cita en su libro a una exnumeraria. “Evidentemente, ella les servía por muchas razones: era muy simpática, tenía un gran carisma que le permite atraer gente, era una lideresa, ¿no?”, aunque aclara que esta palabra les parecería “horrible” a la organización ultraconservadora.

Posterior a la publicación del libro hubo un “giro de guion”, debido a una revocatoria sobre el testamento de María Luisa Gianola Gainza, hermana de Elina, declarada incapaz, de la cual era curadora legal, aunque la justicia uruguaya comprobó que el dinero fue maniobrado, mucho antes de dicha declaración. “Su último testamento, estimado en decenas de millones de dólares, que también podrían ser cientos, irá a las arcas de la Asociación Legal y Técnica de Montevideo. Solo con esto, la familia Gianoli Gainza sería la mayor benefactora del Opus Dei en el mundo, en toda su historia”. Son estas últimas palabras del libro de Bistagnino las que le valieron un comunicado en el que el Opus Dei la acusa de publicar información falsa, que “eligió no verificarla o, deliberadamente, omitirla”. De cara a futuras novedades la periodista promete será “incorporada en un epílogo por supuesto y voy a publicar artículos sobre la información nueva que aparezca” sobre esta causa judicial.

“Es una institución que funciona como una matriz en la que las personas ingresan y son manipuladas, sometidas –sosiene Bistagnino–. Y en ese sentido mi juicio apunta contra los comportamientos de esa institución y no de las personas. Hasta ahí llega mi trabajo, el periodismo. Después está la instancia judicial, de la que yo no formo parte”. Cuando en un artículo adelantó parte de esta investigación, el vicario regional del Opus Dei, Juan Lavallol, indicó que estaba obsesionada con La Obra: “No tengo ninguna obsesión con el trabajo: me gusta, me apasiona el periodismo, pero no tengo ningún tipo de obsesión con el Opus Dei. Sé que no es la única institución que tiene este tipo de prácticas. Es mi tema de investigación y nada más”. Para intentar quitarle seriedad a su trabajo le achacaron que dijera que “combate a la Iglesia igual que a la astrología”. “Es que cada vez que me preguntan de qué signo soy, yo digo que no me hablen de signos ni de Dios”, concluye Bistagnino.

Menos gritos y más palabras

Menos gritos y más palabras

Bajo el lema “El silencio” se llevó a cabo la 16° edición del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires en 16 espacios de la ciudad, para poner en valor la lectura y la palabra.

El Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (FILBA) es una organización privada sin fines de lucro, que se creó en 2009 con el fin de promover la literatura en todas sus formas y a diferentes tipos de lectores, a través de actividades libres y gratuitas. En un contexto de un fuerte desmantelamiento cultural por parte del Gobierno nacional, la 16° edición del FILBA —que tuvo como temática central el silencio— llegó para satisfacer la necesidad literaria de miles de aficionados, que llenaron cada uno de los 16 espacios de la ciudad donde se llevó a cabo el festival.

“Lejos de ser un llamado a silenciarnos de manera imperativa, de censurarnos o de autocensurarnos, es una búsqueda de aquel silencio que comunica y que permite también poder escucharnos”, expresó la directora del FILBA, Amalia Sanz, en el discurso inaugural de esta nueva edición. “Estamos en una época de mucho ruido, de gritos, de reproducciones de mentiras, de opiniones sobre todo, y ese ruido no deja escuchar lo importante y lo peligroso también”, agregó Sanz.

El penúltimo día del FILBA —que tuvo lugar desde el jueves 26 hasta el domingo 29 de septiembre— constó de múltiples actividades en diversos espacios culturales de la ciudad. “Vivir entre lenguas” se desarrolló el sábado 28 en la Microgalería del Centro Cultural 25 de Mayo; un espacio emplazado en una casa antigua del barrio de Villa Crespo, con paredes intervenidas y salas pequeñas desbordadas de expresiones artísticas en múltiples lenguajes.

Media hora antes del inicio de la primera actividad, el patio interno, con paredes descascaradas, intervenidas con graffitis y plantas que emergen de ellas, ya estaba repleto. En él, decenas de personas con bebidas en mano mantenían conversaciones en diversas lenguas —inglés, francés, italiano, portugués y claro, español— mientras aguardaban el comienzo de “Traducciones homofónicas”. Esta primera actividad tuvo lugar en la sala más próxima a la puerta de entrada, en la que, con una atmósfera íntima y cercana con el público, el autor haitiano, Makenzy Orcel, y el poeta esloveno, Aleš Šteger, leyeron textos propios en su idioma original. Las traducciones fueron llevadas a cabo por los poetas argentinos Ezequiel Alemian y Andi Nachón, aunque no se trató de traducciones literales, sino “homofónicas”, en las que los autores dieron su propia interpretación de los poemas utilizando palabras fonéticamente similares..
Fiel a su estilo, el espacio contaba con una pequeña barra en la que los asistentes podían comprar comida y bebidas entre actividad y actividad. En la pared que se encontraba justo detrás, se podían leer las iniciales “KDA”. “Significa ‘Kiosco De Artistas’ —contó Camila, la joven que atendía en la barra—, es un proyecto que nació en el año 2002  con la intención de agrupar a distintos artistas argentinos que no tenían un espacio para exponer y comercializar sus obras”.

La segunda actividad de la noche tuvo lugar en la sala más grande de la Microgalería. Al ingresar, todos los asistentes se sentaron en el suelo, sin que nadie se los pidiera. Tres mujeres esperaban al fondo de la sala, alumbradas por una luz cálida y tenue. Tras unos segundos esperando a que todos se ubicaran en sus lugares y guardaran silencio, la primera de las tres mujeres, Lucía Pietranera, se puso de pie. Sin emitir sonidos y a través de la lengua de señas, se dirigió al público para dar inicio a la performance. La siguieron la bailarina y profesora Tania Dick, y la escritora francesa Mónica Zwaig. Las tres, ahora paradas frente al público, comenzaron a leer anécdotas sobre cómo sus vidas se vieron atravesadas por la lengua.
“Tuve insomnios tratando de entender a Los Redondos o a Spinetta. Ahora esa época ya pasó. Ahora cuando no entiendo, no sufro más”, contó Zwaig, quien se mudó a Argentina en el 2007 y aprendió a hablar castellano asistiendo a los juicios de lesa humanidad. “Tengo que hacer un esfuerzo para que los taxistas no descubran mi acento y quieran dar vueltas más largas para cobrarme de más”, agregó la escritora, refiriéndose a los problemas que atraviesa diariamente al tener que hablar en una lengua distinta a su lengua de nacimiento. Luego de unos minutos y muchas emociones distintas por parte del público, la performance terminó y las escritoras fueron despedidas con aplausos fuertes, aplausos mudos y algunas lágrimas.

La última actividad de la noche —y una de las más esperadas— fue en la misma sala de la antigua casa. Nuevamente, el espacio quedó repleto de personas —y también se sumó un gato— que se sentaron en el piso a la espera de la “Lectura al unísono”, protagonizada por Kim Thúy, Verónica Jordan, Eugenia Zicavo, Ana Prieto y Luciana Barbieri. Fue la autora vietnamita Kim Thúy quien rompió el hielo y comenzó a narrar en francés su historia de vida y la influencia que la lengua tuvo en ella, cuando a los 10 años huyó junto a su familia de la guerra que transcurría en su país para finalmente instalarse en Quebec, Canadá. La siguieron las otras cuatro mujeres, quienes continuaron con la narración de la historia de Kim en distintos idiomas: español, inglés, italiano y portugués. Cada algunos minutos, la lectura se veía interrumpida por una campana y un breve silencio, que parecía separar la narración en capítulos. Cerca del final, las cinco mujeres leyeron el relato al unísono. El recital de voces que hablaban distintas lenguas, paradójicamente, dificultó la comprensión.  Luego, siguió un nuevo silencio. La lectura había terminado. El público, conmovido, despidió a las mujeres con una cálida y prolongada ovación.

 

 

El adolescente, la madre y la isla

El adolescente, la madre y la isla

«Martín García» se estrena esta semana en el Gaumont y cuenta la historia de un chico de 17 años que debe mudarse al Delta arrastrado por su madre que va detrás de un nuevo novio.

Este jueves en el Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635, CABA), con funciones  a las 12:45, 16:45 y 20.10 horas, estrenó Martín García, una película escrita y dirigida por Aníbal Garisto y que cuenta con las actuaciones de Thelma Fardín, Ignacio Quesada, Mora Recalde y Rafael Ferro. La historia trata sobre un adolescente llamado Germán (interpretado por Quesada) que debe abandonar Capital Federal para mudarse con su madre (Recalde). Esta mujer desea dejarlo todo para acompañar a su nuevo novio, cuyo papel lo lleva adelante Ferro.

Germán ya cuenta con 18 años y se encuentra en una edad complicada, donde no tiene claras sus metas, pero refleja su pasión por el dibujo. Esa misma actividad realiza Nacho Quesada en su vida real y  le ayudó a la hora de confeccionar su personaje: “Algunos de los dibujos que se ven en la escena, están hechos por mí. Muchos otros, son del equipo de arte de la película. Yo pedí si podía dibujar en la peli, porque me encanta, desde chiquito, y dije ‘es mi oportunidad’”, indicó. Por otra parte, interpreta a un personaje muy callado, que se encuentra en la transición de joven a adulto, una situación que se encuentra cercana en el tiempo para Quesada.

“Hay algo del mundo interno de la adolescencia que siempre se descubre ahí un poco, se toma cierta conciencia madura de lo que pasa. Está conviviendo con todos estos sentimientos, en una isla. Un lugar nuevo, donde no conoce a nadie y es lo opuesto a lo que vivió toda la vida. Para mí, eso era muy cercano, porque viví en Capital Federal toda mi vida y de repente, estaba conviviendo en una isla durante un mes. Esta experiencia me acompañó en un momento movidito de la vida, en una isla filmando una película. Teniendo esos paisajes y momentos para distraerse y caminar por algunos rinconcitos de la isla, fue hermoso”, señaló.

Recalde, en su papel de madre de Germán, es quien lo impulsa  a cambiar de vida por amor y que lleva a su hijo a experimentar una nueva aventura en su existencia. ANCCOM dialogó con la actriz, que explicó cómo fue meterse en ese personaje tan particular. “La construcción del personaje la pensamos a través de una mujer que fue madre tan joven y su hijo ya crece, entonces vive una segunda adolescencia en donde dice: ‘Sí, me enamoré y me voy allá, actuando torpemente como una adolescente’. Como esta mujer se tuvo que hacer cargo de tanto, esta experiencia y desafío lo toma como un nuevo impulso hacia su juventud perdida. Como su hijo comienza a tener su espacio y libertad, ella comienza a volver donde quedó”, afirmó Recalde.

La película también plantea cómo es la vida de muchas madres solteras que han dejado sueños, ilusiones y metas, con el único deseo de ver felices a sus hijos. Además, se vislumbra el sentimiento de culpa que la invade por enamorarse de un hombre y llevar a Germán a este cambio de vida tan abrupto, donde Internet no funciona bien y no hay gente de la edad del chico. Sin embargo, se puede ver esa lucha interna de una madre que hace hasta lo imposible por tratar de que su hijo disfrute cada día.

“Para interpretar el personaje, yo pensaba mucho en el ancla que es su hijo, como se trata de una madre que es tan joven, indudablemente, crea su identidad alrededor de un hijo. Una cosa es tener un hijo a los 40 y otra muy diferente es tenerlo a los 18. Además, se trata de una madre soltera y siempre presente, que tiene una simbiosis con él. Lo armaba mucho desde ese lugar, por eso mi conexión con el personaje de Nacho era fundamental”, aclaró Recalde.

Martín García refleja cómo es vivir en una isla, la majestuosidad del sonido de los pájaros y las distintas especies de animales e insectos que habitan en el lugar. Garisto, el director y creador de esta pieza cinematográfica, relató cómo fue el armado de este proyecto: “Me basé en una historia real, de que hubo un adolescente en la isla Martín García y mi primera pregunta fue, ¿qué hace un adolescente solo en un lugar donde solo viven 100 habitantes y no hay ninguno de su edad? Ese fue el disparador para escribir una historia con Vanina Sierra y dirigirla fue un desafío hermoso.”

Hubo contratiempos en la filmación, al ser una locación tan particular. “Vivimos tormentas, una de las veces que yo fui en la lancha hubo olas de 3 metros, casi nos caemos al agua. Nos empapamos y uno de los últimos problemas fue en una de las escenas finales de la película, donde a Thelma Fardín le picó una abeja y fuimos corriendo a la salita, por suerte estaba la medicación; ya que es alérgica. Todo lo que nos podía pasar, nos pasó y lo que sucede es que no es un lugar a donde uno va al hospital. Ese fue el momento de mayor tensión”, explicó.

En muchas escenas se puede ver a diferentes habitantes de la isla y Recalde explicó cómo fue el trato con ellos. “Fue muy bueno, ellos tuvieron una recepción impecable con nosotros y eso que éramos un montón. Nos hacían tortas, nos recibían rebien, el director de la isla Diego Simonetta (nota de la r: director de Gestión Integral de islas del Delta e Isla Martín García) nos ayudó con todo, les divertía venir a filmar, les divertía poder ayudarnos, todos muy amables. Filmamos en el restorán donde comíamos, en el Comedor Solís de José, que en la película interpreta al señor de la huerta”, contó.

Por otro lado, la película demuestra que todavía es posible hacer cine en Argentina, la importancia de que se cuenten historias que se viven, como es el paso de la adolescencia a la adultez y de la necesidad de un Estado presente. “Martín García se hizo con el apoyo del Estado, se realizó con el Fondo Nacional de las Artes, con el Instituto Nacional del Cine, con el Fondo Metropolitano, se hizo con el Instituto Provincial y con Mecenazgo. Todos los fondos que  podía ganar Martín García los ganó. Creo que es fundamental el apoyo del Estado para hacer películas y contar nuestras historias. No es que viene una plataforma a contarnos, somos nosotros mismos los que contamos nuestras historias y eso habla de una soberanía cultural, es importante que no se desprestigie el cine y el arte como está sucediendo ahora. Por eso es central presentar y distribuir una película, en este momento: más que un acto de resistencia, es un acto de amor”, señaló Garisto.

“Un espejo siniestro de aquella época que se refleja en la actual”

“Un espejo siniestro de aquella época que se refleja en la actual”

Una textil recuperada, Overlock, que recrea el clima e historia de otra, Brukman, manejada por sus trabajadores desde la debacle de 2001: de eso trata esta obra de teatro independiente dirigida por Verónica Schneck, una pieza conmovedora, entretenida y altamente política.

La obra Overlock, escrita y dirigida por Verónica Schneck, cuenta la historia de la fábrica de textiles Brukman, una empresa abandonada por sus dueños y recuperada por sus trabajadores en plena crisis del 2001, en el barrio porteño de Balvanera. Al caer la noche, siete actrices y dos actores interpretan al plantel que decidió quedarse en la fábrica; nueve voces que intentarán mantener funcionando las máquinas bajo la inminente amenaza de desalojo, siempre con el retumbar de la ausencia del patrón.

“Me parecía muy interesante la situación de que el dueño se haya ido —dice la directora en diálogo con ANCCOM—. El lugar del poder quedaba como un espacio vacío, y seguía repercutiendo. Entonces se me apareció la idea de un fantasma, y a eso lo asociaba al capitalismo: al fantasma del capitalismo”.

Ese fantasma estará presente en el medio de todas las conversaciones, mientras los personajes discuten, se exasperan, hablan el uno por encima del otro mientras alguien gesticula por detrás, evocando ese caos tan propio de una asamblea o de una jornada de trabajo, en un escenario salpicado de trajes, gajos de telas, maniquíes y máquinas textiles. “Me gusta lo coral, porque me gusta trabajar en términos de ritmo —sigue Verónica, que después concluirá—: Que sea como un caos ordenado. Y para que ese caos fluya, tiene que haber mucho orden”.

Schneck, con un bebé en brazos, cuenta cómo ese caos se fue ordenando en la obra: era un proyecto de doce personas como trabajo final para su graduación en la UNA; a ese primer elenco, del que hoy quedan tres integrantes, se sumaron seis actores y actrices con quienes ella quería trabajar. Lo que faltaba no era talento, sino dinero. “Todo lo que ves en el escenario lo conseguimos: tías, tíos, familiares, todas las máquinas fueron donadas; las mesas son de la UNA; los retazos de telas fuimos a conseguirlos al Once”, dice la directora, que se nota frustrada por la situación actual: “El teatro independiente siempre es difícil —comenta—. Estoy todo el tiempo así: si es momento de ensayar o es momento de hacer función, si no es mucho el reme que hay que hacer en un momento tan difícil, donde hay que estar buscando gente que pague una entrada en tiempos donde no se llega a fin de mes. Bueno, eso de que la plata no alcanza lo dice la obra también, y ahora es lo que nos sucede: la plata no alcanza”.

El 2001, en Textiles Brukman, la plata tampoco alcanzaba. Las trabajadoras decidieron quedarse porque no podían pagar ni el colectivo; el dueño, Jacobo Brukman, les había tirado las llaves sin pagarles los sueldos, a ver qué podían hacer. Lo que hicieron fue tomar la fábrica, ponerla en marcha y resistir los intentos de desalojo con Myriam Bregman como abogada, con el apoyo de otras fábricas recuperadas cortando la calle, mientras por fuera se sucedían los presidentes, cerraban los bancos, gaseaban y apaleaban a obreros, jubilados y estudiantes. Una historia que, dice Schneck, remite mucho a este presente: “Es un poco un espejo, un espejo siniestro, de aquella época que se refleja en la actual”.

Pero Overlock es de todo menos lóbrega. Un momento tan simple como compartir una pizza se siente como un faro de calidez humana; un súbito corte de luz hace saltar al elenco y a la audiencia. Después, los discursos proféticos, llenos de épica: ‘¡Es mejor sin patrón!’, ‘¡La lucha hilvana un mundo mejor, compañeros!’, ‘¡Estatización ya!’… Es una obra directa, altamente política, pero sobre todo atrapante, conmovedora y entretenida.

Los personajes tienen voces únicas, son personas de carne: Eva, la secretaria, peleando contra el fantasma de su amante y patrón; Marcelo, el renegado, con su cinismo y sus solos de guitarra; una obrera inmigrante rusa contrasta el humor con la nostalgia soviética; Jazmín, la empleada nueva, con su cuello ortopédico; Rita, embarazada, de palabra más fuerte y decidida; y así con los nueve, todos en juego, repartidos en focos sobre el escenario, mezclados en diálogos que trasuntan cotidianidad, mundanos en el mejor sentido de la palabra. Cada uno con su jerga, su momento y su tarea: los actores parecen estar pasándolo bien. 

“Yo no creo que esté bueno en una obra independiente que alguien actúe muy poco —dice la directora—. Todos tienen que tener su volumen, su brillo. La obra tiene que enamorarlos, porque no hay dinero, entonces tiene que ser por otra cosa.”

¿Y cuál sería esa otra cosa?

El amor —su bebé llora—. Nada más. Nada más y todo eso.

Overlock será presentada en el teatro Becket (Guardia Vieja 3556) por otras siete funciones, todos los viernes a las 22:30. Las entradas están disponibles en Alternativa Teatral. 

“La fotografía digital puede dejar a la humanidad sin memoria gráfica”

“La fotografía digital puede dejar a la humanidad sin memoria gráfica”

El historiador Abel Alexander cuenta por qué el 21 de septiembre se celebra en la Argentina el Día del Fotógrafo. De la daguerrotipo a la imagen digital.

Este 21 de septiembre se conmemora el Día del Fotógrafo y la Fotografía en Argentina y otros países del continente en conmemoración de la llegada del primer daguerrotipo a América Latina. La técnica creada por Louis Daguerre en Francia en 1839 obtiene una imagen en positivo a partir de una placa de cobre recubierta de yoduro de plata. Esta conmemoración coincide con otras celebraciones importantes como el Día de la Paz, el de la Primavera y el del Estudiante.

A casi 200 años del invento de esta técnica, ¿qué lugar tiene la fotografía en nuestras vidas? ¿Por qué siempre que nos juntamos con amigos nos sacamos una foto? “La fotografía representa el deseo inconsciente de querer ser recordado”, comenta Abel Alexander en su hogar de San Miguel durante una entrevista con ANCCOM. El lugar se encuentra lleno de cámaras y fotografías antiguas como si se tratase de su propio museo personal.

Alexander es historiador fotográfico e integra una primera generación de aficionados de la que trabajó para dar valor a esta disciplina y divulgar la importancia de la preservación fotográfica por su patrimonio cultural.

¿Por qué es importante esta fecha para la historia de la fotografía en Argentina?

En realidad, internacionalmente se celebra el Día de la Fotografía el 19 de agosto, porque ese día de 1843 se da a conocer en París el invento del daguerrotipo, que es producto del trabajo conjunto de Niepce y Daguerre. Pero debido a un conflicto político entre Argentina y Francia, el daguerrotipo llegaría al país cuatro años después, dado que la escuadra francesa había bloqueado los puertos de Buenos Aires y del interior. Por eso acá se celebra el Día del Fotógrafo argentino en septiembre, pero no es una fecha vinculada a la historia, al día universal del invento de la fotografía.

 

¿Cómo se dio finalmente la llegada de la fotografía a la region?

La llegada del daguerrotipo a América del Sur se dio de manera rocambolesca: fue una especie de aventura extraordinaria del siglo XIX. Lo que sucedió fue que, en Francia y en América había familias muy adineradas que tenían hijos, “que eran la piel de Judas”, y los echaban de todos los institutos donde estudiaban. Todos tenían el mismo problema en común, los hijos eran terribles y no se adaptaban a las reglas escolares de su época. Entonces decidieron comprar una nave a la armada francesa, y modificarla para que sea una escuela flotante. Contrataron a los mejores profesores de Francia y de Bélgica y decidieron dar la vuelta al mundo durante dos años junto a los jóvenes. Para tener la bendición celestial se contrató a un joven sacerdote llamado Luis Comte que, antes de zarpar, decidió tomar clases con el mismísimo Daguerre que enseñaba a utilizar los equipos. El sacerdote entonces compró un daguerrotipo con el objetivo de documentar el viaje. La nave atravesó algunas islas del Atlántico que pertenecían a España y Portugal, luego tocó Salvador de Bahía, Río de Janeiro y en enero de 1840 llegó finalmente a Montevideo, una ciudad fuertemente francesa, donde vivían muchos exiliados del gobierno de Rosas. Uno de ellos era Florencio Varela, periodista que tenía un diario en Montevideo. Él sería testigo presencial de las tomas que hace Comte de la ciudad y del puerto de Montevideo. Viaja a París y compra una cámara, convirtiéndose en el primer fotógrafo argentino.

 

Una vez que se levanta el bloqueo, ¿cómo se da la llegada del daguerrotipo a Argentina?

El invento del daguerrotipo arriba a Buenos Aires a mediados de 1843 de la mano del norteamericano John Elliot, primer retratista de la clase alta porteña. Lo siguieron otros colegas como John Bennet, Henry North y los hermanos Helsby. De esta manera, tras cuatro años de atraso por el bloqueo francés, finalmente nace la fotografía argentina.

Por lo que contás, el daguerrotipo se convirtió en un fenómeno mundial rápidamente, ¿pero era accesible a todo el mundo?

Bueno, el daguerrotipo era un proceso caro, solo accesible a las clases más pudientes económicamente, es decir, la aristocracia porteña. Si bien la llegada del daguerrotipo posibilitó el acceso a un retrato a una mayor cantidad de personas, ya que era más barato que una obra pictórica, seguía siendo imposible de costear para la mayoría de las personas, con lo cual toda esa etapa de la fotografía “daguerreana” mostraba un solo aspecto de la sociedad: no hay fotografías de indios y es muy inusual encontrar personas negras en las fotografías de aquella época.

La masificación recién llegaría con el negativo positivo, técnica patentada por William Fox Talbot, en la cual, por primera vez, de un negativo se pueden conseguir múltiples copias. Aunque la técnica fue patentada en 1941, no se popularizaría hasta varios años más tarde, debido a la fuerte insistencia de Talbot en proteger su patente con tasas altísimas.

Una vez que se vence la patente de Talbot, surgen de manera masiva los estudios fotográficos donde, por una cantidad muy inferior a un solo daguerrotipo, los clientes se puedan llevar una docena de retratos.

 

Yendo a tu carrera como historiador fotográfico, formás parte de una primera generación de “fotógrafo-aficionados” ¿Cómo comenzó tu afición por la fotografía?

Mi primer contacto con la fotografía fue en el día de mi casamiento. Antes, las bodas se hacían en las casas de las familias, por lo que ese día, un vecino de la casa de mi padre me preguntó sobre la luna de miel. “¿Lleva cámara fotográfica?”, me dice. Le respondí que no, algo descolocado. “¿Cómo no va a llevar cámara fotográfica?”, me dice el hombre, sorprendido. Entonces va a su casa y me trae su cámara para que la use durante la luna de miel. A su vez, me dio las instrucciones para utilizarla pero yo no estaba en capacidad de aprender nada esa noche. Entonces, cuando volví de luna de miel, llevé los rollos al fotógrafo que reveló las fotos y me convenció de que yo era un gran fotógrafo. Tras quedarme sin trabajo al poco tiempo, empecé a dedicarme a la fotografía social. De eso trabajé algunos años hasta que me surgió un trabajo mejor pago y abandoné la fotografía.

 

Tu tatarabuelo fue una especie de pionero de la fotografía en Europa: ¿influyó esto en tu elección de carrera?

Yo me enteré de esto luego de haber abandonado la fotografía social, cuando la novia de mi hermano me enseñó una revista con una nota sobre la historia de la fotografía que mencionaba a un fotógrafo llamado Adolfo Alexander. Entonces, le pregunto a mi papá y me confirma que ese hombre era mi tatarabuelo. Yo no lo podía creer, tantos años dedicándome a la fotografía y justo ahora me vengo enterar que tengo un antepasado fotógrafo. Por si fuera poco, mi padre me dice que aún conserva cosas de mi tatarabuelo en el chalet. Con mis hermanos fuimos y encontramos esos cuadros, esa cámara, esos objetivos. [Alexander apunta hacia las paredes de la  habitación].

Entonces, decidí volver a la fotografía, pero no para ejercer como fotógrafo, sino como investigador de algo que yo no sabía nada, cuando aún no existía la computación y teniendo que viajar a Buenos Aires constantemente sin tener auto. Así comenzó mi carrera. Con los años, un grupo de amigos y yo, fundamos una nueva corriente historiográfica, que cambió la percepción de la gente sobre la fotografía. Hace 40 años no se estudiaba la fotografía ni su historia, entonces ser descendiente de un fotógrafo era lo mismo que ser descendiente de un carpintero: era una profesión más. Yo a mi papá lo tildé de ignorante durante varios años por no darle la importancia que merecía al hecho de tener un antepasado pionero en fotografía, pero estaba equivocado, simplemente era la percepción que se tenía en esa época del fotógrafo y la fotografía.

Como historiador fotográfico, ¿qué es lo que mirás de una fotografía?

Hay muchos abordajes: la calidad técnica, la antigüedad, el tema, la belleza, las dedicatorias. Pero quizá el afán mío de rescatar la fotografía proviene de mi historia personal, ya que mi tatarabuelo tuvo siete hijos y los cinco hijos varones se convirtieron en fotógrafos. Y nunca recuperé el archivo negativo de ninguno de ellos. Entonces, el haber perdido el archivo de mis antepasados me ha llevado compulsivamente a tratar de rescatar todos los archivos.

 

¿Qué impacto tuvo la digitalización en la práctica fotográfica y los archivos fotográficos?

Yo creo que la fotografía digital va a dejar a la humanidad sin memoria gráfica, porque estas fotos que estamos tomando con cámara digital, yo no sé si de acá a 100 años se van a recuperar, yo creo que no. Los fabricantes son muy mentirosos, todos prometen eternidad, pero pocos lo cumplen.

Pero, a la vez, la fotografía digital fue una gran bendición para la fotografía antigua, porque de pronto nos encontramos con una herramienta que no teníamos para reproducir esas imágenes de manera instantánea y con muy buena calidad. Ahora con esta facilidad y con una conciencia mucho más grande de la importancia de la fotografía histórica, la gente se interesa en reproducir sus archivos de familia.

 

¿Por qué la fotografía está tan presente en nuestras vidas?

Siempre el hombre quiso vencer la muerte a través de eternizar su imagen. Y cuando surge la fotografía con esa precisión extraordinaria, el hombre encontró el camino para eternizarse de la manera más perfecta. Las pinturas y las esculturas son abordajes, podría decirse, inexactos. un pintor no te va a reproducir exactamente cómo sos, el objetivo en la cámara sí. ¿Por qué nos sacamos una foto? No lo sabemos pero inconscientemente nos sacamos una foto porque no queremos morir. Queremos que nuestros nietos vean esa foto y digan “Este era mi abuelo, esta era mi abuela”. Es un deseo inconsciente: queremos ser recordados.