Viajar a Malvinas sin comprar pasajes

Viajar a Malvinas sin comprar pasajes

Pensada y realizada en la universidad pública, una experiencia inmersiva permite recorrer de manera simbólica las islas, conocer las huellas de la guerra y transmitir a la juventud la idea de la soberanía nacional.

Con tecnología 3D y cascos de realidad virtual, la experiencia inmersiva Pisar Malvinas busca ser un puente entre la educación y el entretenimiento. El proyecto, ahora ubicado de manera permanente dentro del Museo Malvinas, en el predio de la exESMA, apunta a escuelas, familias y otras instituciones educativas. El foco está en propiciar la democratización de las tecnologías y que sean los museos los que se trasladen a las escuelas. En diálogo con ANCCOM, su creador, Federico Ledesma, reflexiona sobre su aporte a la memoria y a la construcción de soberanía en tiempos donde consensos que eran considerados básicos son puestos en discusión.

 

¿Cómo surgió el proyecto?

Nació como una tesis para la Tecnicatura en Animación 3D y Efectos Visuales de la Universidad de San Martín (UNSAM) y en el marco del concurso Activar Patrimonio del Ministerio de Cultura de la Nación. En 2021 la Dirección Nacional de Museos buscaba contenidos que pudieran generar un acercamiento de las nuevas generaciones a los museos, sobre todo porque después de la pandemia estaban fundidos y había una desconexión muy grande con el público. La idea era ver de qué manera, desde la universidad, se podían hacer proyectos que sirvan para la reconexión. En base a esto planteé una tesis centrada en el Museo Malvinas, donde me alejé de la museografía tradicional y propuse un proyecto para pisar las Islas mediante la realidad virtual. Algo de la premisa tenía que ver con conocer un lugar al que nunca había tenido acceso y que, pese a estar en territorio argentino, se debía firmar un pasaporte de un país usurpador para visitarlo. Por eso me pareció que estaba bueno crear un recurso educativo que permitiese caminar por las Islas de una manera simbólica y generar un sentido de pertenencia con nuestro territorio.

 

¿Por qué la opción por la experiencia inmersiva?

Porque lo inmersivo permite que cuando una persona se coloca el casco de realidad virtual no sea espectador sino protagonista de la historia. Es decir, es ella quien pone la visión, no hay planos como en el cine que fijen el encuadre y guíen al espectador hacia algún lugar, sino que en la realidad virtual es la persona quien fija la mirada al vivir la experiencia. Esto es interesante porque hace que cada sujeto tenga su propia vivencia en la superficie, ya que algunos pueden conectar con el paisaje, otros con algún objeto arqueológico de la guerra y otros con alguna gráfica informativa sobre las Islas. Se da una riqueza y un diferencial que no tienen otras narrativas.

 

¿Cuánto tiempo llevó pensar la idea y concretarla?

Como esto se hacía en el marco de una tesina, tuve un año para hacer una investigación previa sobre el Museo Malvinas y pensar en lo que el espacio necesitaba y en qué podía ayudar con mi proyecto. Luego, pasé a una instancia de guión, de boceto y de construcción de un demo, en donde, con un casco de realidad virtual, se podía mirar algún paisaje e interactuar ciertos objetos. En 2022 lo pude llevar al Museo y mostrárselo a Edgardo Esteban, por entonces director del espacio, a quien le interesó tanto que quería que lo presentáramos el 2 de abril, en los 40 años de la Guerra de Malvinas.

 

¿Qué significa, como artista, que Pisar Malvinas sea hoy una muestra permanente del Museo?

Es un orgullo por lo que significa exhibir en un museo nacional. También me resulta gratificante que el contenido haya funcionado como una manera de reconectar con nuestro territorio, no sólo por parte de los alumnos sino también de sus familiares. Esto tiene que ver con que el proyecto no apunta a lo bélico en sí sino a un recorrido desde la actualidad del lugar. Obviamente abordamos la tecnología de la guerra, pero también la idea de la experiencia es ver la arqueología y el paisaje, conocer la flora y la fauna y la historia de Malvinas antes de la usurpación. El eje es ver todas las cosas que pasan en las Islas más allá de la Guerra.

 

También sigue funcionando como recurso itinerante que recorre el país…

Sí, el movimiento siempre genera nuevas cosas. Lo importante es que sea lo más federal posible. Si bien ahora está expuesta en un museo nacional, que es un lugar que me genera una satisfacción muy grande como desarrollador, si el proyecto se quedaba solamente en Buenos Aires iba a sentir que quedaba incompleta su misión. Que recorra el país de punta a punta como un contenido educativo que favorezca la democratización de la tecnología es un objetivo del proyecto. Así como también que cualquier escuela pueda contar con recursos como videojuegos de realidad virtual para que los docentes puedan explicarle la Guerra de Malvinas a sus alumnos de una manera más lúdica. Por eso mi mayor satisfacción fue cuando empezó a ir a provincias como Chubut, Tierra del Fuego, San Juan, Chaco y Córdoba…

 

Incluso salió al exterior en una una visita al Papa Francisco.

Fue una sorpresa grande, no estaba en mis planes que pudiera llegar a él. El director del Museo le llevó el proyecto a fines de 2022 y, si bien no tenemos registro de cómo lo experimentó, sabemos por Edgardo que lo recibió con mucha calidez. Incluso nos agradeció la creación del proyecto y lo hizo extensivo a la UNSAM. De hecho, la experiencia siempre se presenta como nacida en la universidad y que fue hecha por estudiantes y docentes de San Martín. Si bien yo hice el guión y el demo, necesitaba de más personas para terminar la estructura, por eso cuando tuve la oportunidad de armar el equipo, opté porque esté compuesto íntegramente por compañeros de la facultad. Y estoy seguro de que salió bien por eso, porque todo lo que se necesita para armar un proyecto así está en la universidad. En realidad, para hacer cualquier proyecto de este tipo, porque el recurso humano de allí es extraordinario. Toda esa simbiosis que se genera y el intercambio de conocimiento permiten que este tipo de experiencias sean posibles.

 

Y en ese sentido, ¿qué opinás del ajuste en educación, ciencia y tecnología?

Es una desgracia para el país, una pérdida de visión total y una falta de criterio y de conocimiento sobre las oportunidades que tiene la Argentina. Es todo muy caótico porque cuando te pegan por todos lados, no sabés por dónde comenzar a defenderte. El punto más importante de todo esto es no sólo defender nuestros derechos, sino también reflexionar acerca de la relevancia que tienen las distintas industrias del país. Por ejemplo, de la Tecnicatura en Animación y Efectos Visuales egresan profesionales que generan ingreso de dólares al país, porque además de crear un polo industrial interno en Argentina también pueden trabajar para otros países desde sus casas. Hay una falta de visión para entender que no todo es un gasto público, sino que hay cosas que tienen que ver con generar un valor agregado para producir nuevas industrias profesionales. Desde el punto de vista profesional, me resulta angustiante pensar que no se pueda tener una continuidad más allá de la política pendular del país y que no se pueda lograr un acuerdo en ciertas cuestiones básicas, como la universidad pública. La educación, al igual que la soberanía, deberían ser un consenso intocable.

 

Hablando de defender la soberanía, pudiste presentar el proyecto a excombatientes en Tierra del Fuego, ¿cómo fue?

Muy movilizante porque la estrenamos en Río Grande el 2 de abril de 2023 y pudimos vivir la vigilia y todos los preparativos. Yo no tenía una pretensión de que la muestra le guste a los excombatientes, me parecía muy ambicioso. Obviamente era un anhelo. Sin embargo, tras la inauguración, los excombatientes nos comentaron que les había gustado mucho e incluso nos invitaron a conocer su Centro de Veteranos, que no estaba abierto al público. Durante el recorrido, uno de ellos destacó la importancia del proyecto para mantener viva la memoria de Malvinas y cómo la realidad virtual generaba un puente con las nuevas generaciones para contarles la historia.

 

Hasta fue declarado “de Interés Tecnológico, Educativo y Cultural”.

Sí, es un reconocimiento que sirve mucho para generar un precedente, ya que apuntamos a que se convierta en un proyecto educativo que pueda moverse y que todas las escuelas lo puedan tener. También el año pasado fue declarado de Interés Social, Cultural y Educativo por la Legislatura porteña y el mes pasado de Interés Legislativo en la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. Estos reconocimientos sirven muchísimo para seguir proyectando, porque contamos con el aval de que se lo piensa como una política pública y abre una puerta de continuidad para continuar desarrollándolo.

 

Además de las distinciones, ¿qué es lo que más te enorgullece del proyecto?

El recibimiento que le dieron los excombatientes de Malvinas y que funcione como un pequeño aporte a la soberanía, ya sea desde lo educativo o lo social. Me gusta que sea una herramienta que ayude a conectar con el territorio y que apunte a ser lo más accesible e inclusiva posible.

 

Pisar Malvinas se puede visitar de viernes a domingos de 11:30 a 17:30 de manera gratuita con reserva previa de entrada en la página del Museo.

La crisis pegó de lleno en la Feria del Libro

La crisis pegó de lleno en la Feria del Libro

Ante la falta de políticas públicas, y con una disminución de las ventas de entre un 20 y un 50 por ciento, el encuentro cultural anual más esperado resultó víctima del ajuste.

La Cámara de la Industria Ferial Argentina (CAIFE), en su informe de este año titulado “Menos stands, menos inversión”, manifestó la preocupación respecto a la caída de las ventas en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, una baja que ya el año anterior había sido del 24 por ciento en relación a 2022: “Esta tradicional y masiva Feria, fundamental para la cultura de nuestro país, cuenta con un espacio expositivo de más de 45 mil metros cuadrados, es una de las más grandes de América Latina y es un importante motor para el fomento del turismo por ser la más concurrida en el mundo de habla hispana. Sin embargo, este año tiene menos metros cuadrados construidos que los habituales y una inversión mucho más baja en los stands que fueron contratados”.

En diálogo con ANCCOM, el secretario general de CAIFE, Jaime Usach, sostiene: “La coyuntura económica que vive el país, donde hay inestabilidad y recesión, genera efectos sobre el poder adquisitivo de la población y modifica sus hábitos de consumo, incluyendo la compra de libros. Esto va acompañado de la competencia de los medios digitales, que aparecieron hace bastante tiempo, y la piratería”.

“Por otro lado, es destacable la ausencia del Gobierno nacional –prosigue–. La no participación con un stand en la Feria se puede interpretar como una acción política, acompañada de la falta de apoyo o de interés en la cultura y en la industria, no sólo del libro. Ahí hay una señal que va en concordancia con lo que está demostrando el Gobierno, que la cultura no tiene lugar en su lista de prioridades. También es notoria la reducción de stands de las provincias y, en general, de editoriales y librerías. Este recorte afecta directamente a nuestra industria, a todos los que somos proveedores, a muchísimas PyMEs, ya que nuestra cadena de valor está conformada por muchos rubros, como arquitectura y diseño, herrería, carpintería, pintura, gráfica audiovisuales, mobiliario, electricidad”.

Algunos, de hecho, fueron afectados por la decisión del Gobierno, que a través de su vocero afirmó que la participación en la Feria significaría un “gasto” de 400 millones de pesos. Según Usach, no logran entender que esto no es un gasto sino una inversión, porque estarían apoyando a la cultura, a la industria y a los negocios. “Desde CAIFE, además, podemos dar la certeza de que los valores dados no son correctos, ya que se hacen por mucho menos”, asegura Usach.

Las interrogantes se acumulan: ¿la crisis económica sólo daña las ventas durante la Feria o es un fenómeno a nivel nacional? ¿Por qué la gente ya no compra tantos libros? ¿Por qué un pueblo deja de invertir en la cultura literaria? ¿Qué rol cumplen los libros en la vida diaria de las sociedades y, particularmente, de la argentina?

Pablo Canalicchio, editor y director de la Carrera de Edición de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), afirma que la industria del libro atraviesa diversas problemáticas: “Es un escenario de alta complejidad, donde infieren factores como el precio del papel, el empobrecimiento de la gente, el recorte a la cultura y la crisis económica que azota al país. El ecosistema del libro está frágil y lastimado por la falta de políticas públicas, y así las librerías se achican y, en el peor de los casos, cierran. Por otro lado, está la cuestión de la competencia por el tiempo libre de la gente. Hay muchas empresas que compiten por ese tiempo libre, muchas son editoriales que compiten entre sí, pero también hay otras empresas con otros bienes culturales, donde entra en juego lo digital”.

“Se registra una crisis en las ventas desde el anteúltimo gobierno (el de Macri), que fue relativamente malo para la industria editorial. Hubo una falta de apoyo y, otra vez, de políticas públicas. Argentina es un país que, si lo comparamos con otros de la región, sale muy bien parado en casi todos los índices culturales, tenemos enormes cantidades de editoriales, bibliotecas, librerías y escritores. Muchos de nuestros autores nacionales consiguen premios y reconocimientos académicos internacionales. Es necesario proteger esta industria”, agrega.

“El libro es el centro de la cultura, es el objeto físico más importante que existe. Lo que pasa en un aula alrededor del libro, en una biblioteca, en una casa, no se puede reemplazar por ninguna otra cosa. Sí hay otros lugares que generan encuentros y desarrollo cultural, como el cine o el teatro, pero la capacidad que tiene el libro de estar ahí, en la biblioteca de una casa esperando que venga un chico y lo agarre en algún momento, no se compara con nada. La posibilidad de que haya bibliotecas en lugares de bajos recursos, donde puedan acceder niños, jóvenes y adultos, potencia la posibilidad de emparejar e igualar oportunidades. Los libros son de los principales y más cómodos, más efectivos y más económicos vehículos de aprendizaje, y por consiguiente de ascenso social. La potencia de los libros, cualquier tipo de libro, es inmensa. Una sociedad sin la literatura en el centro, como eje, es un pueblo más plano, sin herramientas para pensar, dialogar, cuestionar, proyectar, soñar y crecer”, concluye.

 

Un paseo por la Feria

Paola, personal del stand de la provincia de la Pampa, cuenta que “se ha vendido muy poco en relación a otros años. Hay público durante toda la Feria, pero las ventas han disminuido en relación al año pasado en un 50 por ciento”. En su puesto, lo que más busca la gente son poetas e investigadores pampeanos, muchos de la Universidad Nacional de la Pampa, que tiene su propia editorial. “Es notable en la provincia que, debido a la situación económica, hay otras prioridades, como comer. La literatura, como todas las artes, es una de las formas de expresión fundamentales para el desarrollo de cualquier persona, tan necesaria como todas las otras disciplinas para educarnos, desarrollarnos y expresarnos”, remarca Paola.

Tal como señaló Usach, en esta edición de la Feria fue llamativa la ausencia de varias provincias. Ramón Blanco, coordinador del stand de Corrientes, comenta: “Si bien tuvimos mucho interés durante las jornadas profesionales, que fueron el martes y el miércoles previos a la inauguración oficial, es cierto que, comparado con otros años, estamos vendiendo menos. Quizás llegamos a 400 ejemplares vendidos en total hasta ahora. Nuestro público en general son adultos de entre 35 y 60 años, más librerías que buscan autores autóctonos, el género que más buscan es historia”. Blanco dice que él es quien es “gracias a los libros”. “Celebrar el libro –añade– es una forma de celebrar la vida, no concibo mi vida sin los libros. Hay que seguir protegiendo e incentivando la lectura, sobre todo para la juventud”.

En la Feria también participan países de la región como Perú, Paraguay, Chile y Brasil, así como de otras latitudes, como Portugal e Italia. “La literatura ayuda a los pueblos a tener conciencia crítica y, sobre todo, a conocer sus raíces”, afirma Derlis Sosa, del stand de Paraguay, donde casi no se encuentra stock de libros sobre la Guerra de la Triple Alianza gracias al masivo interés que despierta en lectores, escritores, docentes y bibliotecarios argentinos. El segundo lugar en ventas lo ocupan los libros de gramática, antropología e historia de la cultura guaraní, junto con mitos y leyendas locales. “Tenemos un público consumidor autóctono con raíces paraguayas que quiere aprender el idioma o conocer la historia de nuestros pueblos hermanos”, puntualiza Sosa.

La caída de las ventas está en boca de todos, ¿pero cómo se sienten los lectores que visitan la Feria año a año frente a los precios en alza? Uriel Bitar (22) cree que, en comparación con años anteriores, son exponencialmente más caros: “Suelo comprar libros usados, por lo que a veces encuentro buenos ejemplares que se quedan ‘atrás en el tiempo’ con sus precios y cuestan lo que deberían haber salido meses atrás. Este año, en la Feria, compré un solo libro, porque encontré un descuento con mi tarjeta de crédito, pero años anteriores podía llevarme varios más. Es triste, ya que los libros cumplen un rol fundamental en la memoria histórica de los pueblos y en el registro cultural que cada momento y cada sujeto imaginario llega a la posteridad. Nos permite retrotraernos a distintos pasados, comprender diversas miradas, y analizar la realidad desde nuevos lentes. Una población sin inversión en la literatura sería un pueblo abandonado totalmente a la desmemoria y a la completa ignorancia de lo que lo hace pueblo, y en tanto pueblo, indefectiblemente libre”.

Esos músicos bajitos de Varela

Esos músicos bajitos de Varela

Cuando lo público está en la hoguera del Gobierno nacional, la Orquesta Escuela Villa Argentina, en Florencio Varela, avanza en la formación musical de niños. Dos veces fueron convocados para los recitales de Roger Waters.

Es un sábado hostil: llueve y el viento remolinea. La Escuela Secundaria N°5 de Florencio Varela está abierta. En el hall, una veintena de niños agarra violines con impaciencia. Una profesora entrega copias de una nueva partitura. Son las diez de la mañana. Arriba, por las escaleras, comienza a sonar el opening de Harry Potter. Estamos en la Orquesta Escuela Villa Argentina.

“Años atrás era impensable que un chico de Villa Argentina, de Florencio Varela, pudiera tocar el violín, el oboe… -deja deslizar Soledad Noferi, coordinadora de la Orquesta-. No sólo por el valor de los instrumentos, que son de poco acceso para los trabajadores, sino porque no estaban estos espacios: tenías que ir con tu instrumento a un conservatorio. Hemos descubierto que acá hay buenos violinistas, fagotistas, violistas… Tenemos exalumnos tocando en el exterior, en el Teatro Colón, en el Teatro Argentino de La Plata o que siguieron otro camino, pero que aprendieron algo fundamental de la orquesta: trabajar con responsabilidad, organizadamente y en solidaridad con el otro”.

Los chicos de la orquesta inicial comienzan repasando una de las canciones que tocaron la semana pasada. Para algunos, con menos de un metro de altura, ese fue su primer concierto. Parecen conservar el calor de los aplausos en los ojos y el orgullo en la forma de agarrar el instrumento. Uno, con lentes y mirada preocupada, observa el violín y la partitura nueva. A esta sí la tiene que mirar, no la sabe de memoria. Sus compañeros acomodan bajo el mentón el violín, decididos. Con pánico, llama a la profesora. Ella explica cómo va a ser la canción y le acerca un atril fino al nene. Ahora, con todo en su lugar, puede empezar.

Todos los sábados, las seis orquestas escuela del distrito se llenan de música y vida. “Vimos la necesidad de que las orquestas se armen en los barrios más alejados porque había muchos pibes que no llegaban al centro de Varela”, resalta Noferi. La de Villa Argentina tiene un ensamble de guitarra, una orquesta inicial y una avanzada, un coro inicial y uno avanzado. En total, alberga a 260 chicos y jóvenes.

“Encontré lo que me gustaba, mi lugar. La gente siempre fue muy copada, siempre me ayudó. Es un segundo hogar, un lugar seguro. Fuimos a ver un montón de conciertos y a tocar en el Teatro Colón, en el CCK, en el Luna Park y con Roger Waters”, detalla Benjamín con la voz emocionada. Desde los 6 años va a la orquesta: acompañó a la hermana y se quedó.

Del grupo que estuvo en el escenario con el artista inglés es el que lo recuerda con más emoción, pero a todos les cambia la mirada cuando se acuerdan del concierto en el Estadio Único de La Plata en 2018. No se comparaba con la cantidad de público a la que estaban acostumbrados y las luces y el vestuario no ayudaban. “Teníamos unos atuendos y una máscara que en un momento nos teníamos que sacar. ‘Ya veo que me saco un pie’ pensaba”, dice entre risas Maxi. Su hermano, Axel, lo completa: “El miedo era sacarse la máscara en otro momento (habíamos visto vídeos donde pasaba en otros países) o que se trabe el atuendo, pero después estuvo lindo. No nos olvidamos la letra ni nos equivocamos con la coreo”. El grupo sonríe y todos enderezan las espaldas, orgullosos.

“Primero cantaba Roger y nosotros estábamos quietos con la cara tapada. Aún así, veías todas las luces y te ponías todo nervioso. Cuando te sacabas la máscara era peor, se te llena cada vez más el pecho, pero después es ‘wow, ¿en qué momento llegué acá?’”, asegura Benjamín con el pecho inflado, volviendo a vivir en presente aquel momento.

Doce chicos, de entre diez y quince años, de un coro varelense frente a más de 40 mil personas, cantando la mítica Another Brick in the Wall. “Estaba cagado en las patas”, sincera Leonel en un susurro. “Me retemblaban las piernas, cuando me saqué la máscara vi a toda esa gente”, agrega. Sus compañeros se ríen, pero él tiene ganas de sacar otras máscaras: “Yo no lo conocía, ninguno lo conocía, aunque parece que era muy conocido mundialmente -ironiza-. Después lo escuché y supe su historia”.

Roger Waters volvió a invitarlos para ver su concierto en 2023. En el camarín, lo abrazaron con ganas. Ahí, el inglés guardaba una foto de ellos que usó para comparar cómo habían cambiado esos nenes, ahora adolescentes. El coro inicial del que salieron tiene 16 niños y 16 preadolescentes. Cuando el profesor se sienta en el teclado, una voz aguda pregunta: “Profe-profe, ¿podemos cantar la del pescador?”. Con una sonrisa, asiente: “Sí, hoy vamos a agregarle la segunda voz, pero primero vocalizamos”. Caras de preocupación recorren el salón. Las notas salen del teclado, las cabezas se empiezan a mover y por sectores empiezan a cantar. Alguien está demasiado agudo.

– Lo tenés que sacar del pecho. Es más abajo el tono. Sentilo acá – apunta el profesor, presionando su propio pecho y haciendo una mueca como de quien no encuentra metáfora más clara.

En la clase de vientos, sucede algo similar. Hoy comienzan una nueva canción, “Danza brasilera”. Una chica mira de costado a la partitura: una nota tiene tres Fs. Iván, su profesor, le explica: “Es la nota más fuerte que puedas tocar. Tenés que sentir que el aire se suelta con más facilidad. Abrí la garganta”. Con señas trata de expandir la explicación, pero se resume a eso: sentir en el cuerpo el instrumento.

“Sentilo en el pecho” o “sentilo en la garganta” son frases que no descolocan a nadie. Es una nueva naturalidad, otros saberes que recorren los cuerpos. Así como se siente el sol picar preparando el cemento y así como se dobla la espalda de las costureras, se puede sentir una canción. El mundo de lo posible se expande con un par de notas. “Era todo desconocido, nunca había visto un violín, un cello, un trombón. Fue impresionante verlo… y después escucharlo”, relata Axel sobre la primera vez que conoció la orquesta. En 2017 fueron a su escuela y tocaron la canción de la Pantera Rosa. En ese momento, decidió que también quería tocar y arrastró a su hermano con él.

En un aula, Benjamín confiesa: “Estoy empezando mi mundo laboral con la Orquesta Municipal. Me gustaría ser profesor en algún momento de mi vida para pasar el conocimiento que me pasaron”. Minutos después, sube las escaleras y va a un taller. Se sienta al lado de un nene de diez que también toca el corno. En ese salón, los otros cinco chicos se dedican a la trompeta. Mientras la profesora se detiene a que una trompetista de nueve años encuentre el re sostenido, Benjamín le marca la partitura a su pequeño compañero. Soplando bajo, le muestra el camino.

 “No verla venir es un problema porque es dejar de leer al otro”

 “No verla venir es un problema porque es dejar de leer al otro”

La escritora argentina Mariana Enríquez se presentó, a sala llena, en la Feria Internacional del Libro y habló acerca de su última publicación Un lugar soleado para gente Sombría. También lo hizo sobre los fantasmas de su generación, los negacionismos, el cambio de paradigma y la actualidad.

La escritora Mariana Enríquez se presentó en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires el domingo 5 de mayo, y conversó sobre su último libro de cuentos Un lugar soleado para gente sombría. Ante una sala llena, fue introducida por el director de la Feria, Ezequiel Martínez y conversó con el autor Juan Mattio sobre algunos tópicos de su literatura: Fantasmas, horror corporal, inteligencia artificial y contexto actual. Los desaparecidos y las crisis económicas de los 80 y 90 “son los fantasmas de mi generación”, aseguró la autora.

Falta más de media hora para las cinco de la tarde, horario programado para el inicio de la charla, pero la fila que espera entrar a la sala José Hernández en el predio de La Rural ya es más que extensa; da vueltas por la antesala, pasa por un pasillo y continúa al aire libre bajo una garúa, donde el personal de organización de la feria entrega ya la segunda tanda de números para el ingreso.

Es que una actividad pública con Enríquez no es algo que suceda muy seguido los últimos años, en los que se ha terminado de consagrarse como una figura destacada de la literatura argentina, específicamente la literatura argentina de terror, y ha alcanzado también el éxito internacional. Su último premio fue el Grand Prix de l’Imaginarie a “Mejor novela extranjera” por Nuestra parte de noche, en 2022, el galardón conocido como el Gran Prix de la ciencia ficción. En 2019, la misma novela ya había sido multipremiada en España con el Premio Herralde de la novela, el Kelvin 505, el Celsus a la mejor novela de ficción, y el Premio a la crítica narrativa. “Siempre me preguntan como director de la feria qué escritores vienen de afuera. Y muchas veces nos olvidamos de los grandísimos escritores y escritoras que tenemos en nuestro país”, describió  Martínez al presentar a la autora, una vez que la sala colmó capacidad.

Enríquez habla de ellos como trauma y culpa; pero también como el fantasma social y personal. Entonces se zambulle en el tópico y trae una anécdota personal de su adolescencia para ejemplificar. Cuenta que amigas suyas, cuyos padres habían sido detenidos y desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar, jugaban al juego de la copa y preguntaban por sus progenitores. Enríquez también habla de la relación con sus propios padres, y de cómo ambas cosas son fenómenos de los noventa: “Esos claramente son los fantasmas de mi generación. Mis padres en algún punto estaban bastante ausentes, pero en el sentido de que se comen toda la crisis, primero el trauma de la dictadura y después la crisis económica de los ochenta, por lo tanto no eran los padres que estaban viendo lo que veía yo en la tele, eran padres medio espectrales en tanto padres”, señala la autora.
En el relato Mis muertos tristes de su nuevo libro se conjuga algo de todo eso: “Creo que es muy personal, era un cuento político pero también era un cuento personal”, continúa Enríquez y agrega: “Una de las chicas me decía: ´Mi mamá ya sé que está muerta, ya encontró los huesos el Equipo Argentino de Antropología Forense, pero yo cada vez que escucho tacos de determinada manera, pienso que es ella. Porque por más que hayas visto el cuerpo lo que viste es un esqueleto. O sea, vos no viste muerta a tu mamá. Muchas veces no recuerda a su mamá, pero lo que quiero decir es esta cosa generacional, de que te encontrás caminando por la calle con el nombre de tu mamá en una baldosa, o sea, se convierte en otro tipo de fantasma muy grande, pero a la vez es tu mamá´. Entonces ahí empiezo a pensar un poco también en esos fantasmas personales”.

Los autores también abordaron la temática del body horror, u “horror corporal”, una subsección del género de terror que se enfoca en aspectos corporales. Enríquez dice que, en algunos de sus cuentos, explora cómo sacar el horror desde lo natural que le pasa al cuerpo. Plantea que “el cuerpo hoy está muy alejado” por la prevalencia de lo digital y que “podés moverte en un mundo sin tu cuerpo”.
En ese sentido, Enríquez toca el tema de la inteligencia artificial (IA). Cree que hay “un exceso de confianza en la naturaleza y un exceso de buenas intenciones y de amarse a sí mismo” ya que “vos creés tanto en tu cuerpo y estás tan confiado en el ser humano, que inventás una máquina que te va a sacar el trabajo, la creatividad. (…) La creación de este tipo de inteligencia artificial o de darle este uso, es haber perdido el control”. También habla de la pérdida de control sobre nuestro propio cuerpo y dice que perder el control ante la IA “es terrorífico”.

El público quiere saber qué opina Enríquez sobre la actualidad política. La autora responde que considera que hubo una falta de precaución ante la posibilidad, y ahora realidad, del ascenso al poder de la ultraderecha en Argentina y que hubo falta de diálogo: “Se fosilizó tanto un discurso que es verdadero, que se dejó de hablar de muchísimas cosas”. Señala que “al hablar demasiado de la cuestión con un monodiscurso, dejamos de convencer. La gente no se termina con nosotros” y concluye que “no verla venir es un problema porque es dejar de leer al otro”. Aunque la autora dice que el panorama actual la deprime, también cuenta que ella intenta “entender lo que pasa en vez de juzgarlo”.

Finalmente, la autora habló sobre los negacionismos, particularmente el negacionismo sobre el cambio climático: “Con el cambio climático es mucho más tranquilizador decir que no está pasando”. Además, expresa que “en este momento el discurso público es muy complicado”, tanto por la hipervisibilización en redes de todo lo que publican personas de interés público, como por el hecho de que “la lógica cambió muy rápido. Son muchos léxicos juntos que tenemos que aprender. O sea, el léxico de la pandemia: Pfizer, cuántas dosis tenés. De eso pasamos a tener que aprender el léxico de Conan, entonces es un momento donde el lenguaje está irritable”.

La autora relaciona la velocidad de los léxicos con los negacionismos: “Para mucha gente es más fácil que te digan ´no, está todo bien´ y hay un punto donde estas derechas le están diciendo a un montón de gente que está todo bien. Es mucho más fácil decir ´no, en realidad los militares no mataron, fue más un combate´ que decir ´tuvimos un Estado genocida´. Es mucho más fácil olvidarlo, es una cosa que me preocupa mucho porque me parece que es un problema de lenguaje también, un cambio de paradigma muy profundo”.

 

“Los medios públicos son elementales para la democracia”

“Los medios públicos son elementales para la democracia”

Los sindicatos de prensa SiPreBA y FATPREN organizaron un debate en la Feria Internacional del Libro, para reivindicar el rol de los medios públicos y delinear estrategias conjuntas ante la amenaza de su extinción formulada por el Gobierno de Javier Milei.

Un pequeño stand de la intersindical cultural RADAR asoma en la esquina del Pabellón Ocre de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, donde se pueden visualizar carteles en defensa de los medios de comunicación públicos: “No al cierre de Télam”, “Defendamos Télam”, “No a la privatización de Radio Nacional y TV pública”. A las 17 comienzan los preparativos para el conversatorio “Medios públicos, derecho a la información, libertad de expresión y derecho a la información frente a la Ley Bases y el DNU 70/23”, a cargo de los sindicatos SiPreBa y FATPREN.

El despliegue de sillas que se suman es grande y no dan abasto. La charla, moderada por Ariel Zak, periodista de Télam, contó con la presencia de la senadora por Tierra del Fuego María Eugenia Duré; el comunicador y vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales UBA, Diego De Charras; la periodista Silvia Fernández, de la TV pública; y Guillermo Tello de la Multisectorial Audiovisual.

Ariel Zak fue el encargado de abrir el debate sobre el derecho a la información, la libertad de expresión y soberanía nacional: “La agencia provee insumos a todos los medios, para diarios, para portales y de forma federal por sus corresponsalías por lo que hay que recalcar su relevancia”. La importancia del acceso a la información es elemental para escuchar las voces de todo el país sin permitir que el debate acabe, siendo de vital importancia entonces no sólo el derecho a la información sino también el derecho a la comunicación.

A continuación Silvia Fernández, periodista de la TV pública, opinó en relación a la media sanción de la Ley Bases: “La Cámara de Diputados ya definió la privatización de RTA que al igual que Télam tiene una cobertura federal, no sólo de la información sino también de la cultura y el entretenimiento”. Además, agregó: “Desde la semana pasada la falta de federalización se hace notar. La colocación de contenidos de lata de años anteriores y la reducción de contenidos informativos provoca que la comunicación tenga como centro los acontecimientos porteños, dejando de lado a los que viven en otras provincias, ya que a ellos les interesa lo que pasa en sus ciudades o pueblos. Lo que ratifica la comunicación federal y los medios públicos es justamente hablar de acontecimientos de todas las provincias desde sus miradas”.

Todos coinciden en la importancia comunicacional y cultural de los medios públicos; sin embargo, el Gobierno no parece considerar lo mismo. La campaña del terror, vuelve a aparecer como modus operandi en el intento de cierre de las corresponsalías de Télam. En diálogo con ANCCOM, Fernández expresó: “La insistencia en el retiro voluntario busca desestabilizar a los medios públicos, generando miedo en los trabajadores y trabajadoras al igual que en la sociedad misma. Los medios públicos son elementales para la democracia y es por ello que las corresponsalías son necesarias para escuchar todas las voces”.

Por su parte, Guillermo Tello de la Multisectorial Audiovisual, habló de la Ley como instrumento de censura. “La Ley Bases no es una forma de desregular sino de regulación para un mercado más concentrado que es todo lo que un Estado no debe hacer. Los medios alternativos necesitan de la continuidad laboral, de la capacidad productiva, de la reproducción federal”, aseguró y amplió: “Necesitamos una ley nacional para los medios públicos que los contenga para garantizar el federalismo”.

Diego de Charras, vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, añadió: “Va a ser una batalla difícil y larga pero hay que resistir como los compañeros de Télam, Radio Nacional y TV Pública. Nos obliga a organizarnos aunque seamos pocos y pelear en tiempos que parecen los noventa, pero no lo son, ya que este es un proyecto más agresivo y lesivo en términos de derechos”.

El cierre de la charla estuvo a cargo de la senadora Duré, quien enfatizó en la resistencia que hay que proporcionar a la Ley Bases, no solo en el Congreso sino también en las calles. “El acompañamiento popular es una forma de contribuir a la pluralidad de voces y a la soberanía nacional, porque mientras nosotros llevamos la voz del pueblo al Senado, ellos llevan las de empresarios poderosos”, expresó. Por el rechazo al paquete fiscal y a la misma ley terminó la exposición, de cara a la votación del Senado de la Nación, declarando: “Los senadores de Unión por la Patria vamos a ir en contra de esta ley por nuestra soberanía nacional, por nuestros trabajadores y trabajadoras, por nuestras amas de casa para que se puedan jubilar y para que no deje de haber derechos federales. Por eso, tenemos que pedir a los argentinos y argentinas que nos acompañen en esta lucha”.

Al finalizara la charla, cual si fuera una procesión, los trabajadores de los medios públicos recorrieron los pasillos de la Feria del Libro al grito de “la patria no se vende”. Recibieron abrigadas ovaciones en cada rincón de visitantes y expositores.

El INCAA da batalla

El INCAA da batalla

Los trabajadores de la industria cinematográfica se reunieron en las puertas del INCAA en rechazo de las políticas del gobierno y de la designación de Carlos Pirovano al frente de la institución. Para los trabajadores la cultura es un blanco elegido porque genera pensamiento crítico y resistencia.

Los trabajadores del INCAA se movilizaron el 3 de mayo para visibilizar su situación a través de diferentes acciones. Desde las puertas de la institución reclamaron contra de la decisión del gobierno de cerrar el Instituto temporalmente después de achicar fuertemente su estructura y lenciar a más de doscientos trabajadores. Los principales apuntados por parte de los manifestantes fueron el presidente Javier Milei y el actual titular del organismo Carlos Pirovano, un especialista en finanzas sin experiencia en el mundo del cine.

En línea con el ambiguo régimen de austeridad que el gobierno profesa bajo la consigna “No hay plata”, Pirovano justifica el ajuste en “el contexto de la crisis económica general y el importante déficit fiscal que atraviesa el país desde hace décadas”.

Desde la difusión de la Ley Ómnibus impulsada por el presidente Milei, las funciones del instituto se vieron afectadas, se decretó la suspensión de presentación de proyectos por 90 días hábiles. La Gerencia de Fomento, un emblema del instituto, sería eliminada para reemplazarla por un sistema bancario menos accesible.

Sin embargo, lo trascendido el lunes 22 de abril fue la gota que rebalsó el vaso y obtuvo como respuesta la manifestación en las puertas del INCAA en donde trabajadores del cine se expresaron sobre la situación.

“El único lineamiento claro es que quieren reducir al instituto a la mínima expresión, atacar al sector de la cultura porque muestra una lucha, una resistencia”, expresó en diálogo con ANCCOM Ingrid Urrutia, trabajadora del instituto y delegada general de ATE. “Lo que estamos defendiendo tiene apoyo social y se enmarca en la pelea general que estamos llevando contra el gobierno y la Ley de Bases que podría llevarse puesto al instituto”, agregó.

Una sentencia de muerte

Desmantelar una entidad como el INCAA significa una sentencia de muerte para gran parte del cine argentino. Pocos proyectos podrán realizarse sin el apoyo del instituto cuya función es apoyar y fomentar tanto pequeñas, medianas y también grandes producciones. El INCAA democratiza y permite financiar proyectos que de otra forma no podrían realizarse a través de subsidios y concursos. 

Según Urrutia, “sin el apoyo del Estado sabemos que muchos proyectos no podrán ver luz”. En consonancia, Nicolás Vetromile, montajista y delegado de ATE, afirmó: “Con este nuevo sistema el INCAA va a pasar de producir doscientas películas por año a apenas 20. Hoy solo se van a poder producir los que se puedan autofinanciar”. El único subsidio que se mantendrá en la nueva gestión es el subsidio a la exhibición que reintegra el dinero de poner un filme en las salas: pocos gozarán de esa retribución, ya que llegar a un estreno se volverá una misión casi imposible.

La postura del gobierno no solo golpea a la producción cinematográfica si no a todo lo que hay detrás: miles de trabajadores en todo el país, desde actores y directores hasta servicios de catering, limpieza, editores, vestuaristas, etc. El cine como toda industria da trabajo a muchas familias; si la producción baja, las fuentes de ingreso serán mucho más escasas. 

Como si fuera poco el cierre del INCAA trae consigo el cierre de todas las salas dependientes de la entidad a la vez que deja inoperantes a importantes y consolidados portales de difusion como Cine.Ar TV, Cine.Ar Play, el Cine Gaumont, el Festival de MDQ, etc. Las obras que logren realizarse bajo este nuevo régimen tendrán aún menores oportunidades de difusión.

¿Con la nuestra?

Uno podría entender el cierre del INCAA bajo las lógicas de ajuste del gobierno de Milei en donde el “No hay plata” se lleva todo por delante. Sin embargo, lo cierto es que el instituto del cine no depende de aportes directos del Estado argentino para subsistir. Esa idea tan repetida es una falsa creencia. 

El INCAA es un ente público, pero no estatal. Es autárquico por lo cual no está sujeto a la intervención gubernamental en sus acciones. La principal fuente de ingreso de la institución es el Fondo de Fomento Cinematográfico (FFC) que se compone de un impuesto del 10% sobre el precio de las entradas de cine, el 10% del precio de venta de “videogramas grabados”, como DVDs, y el 25% de la recaudación del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom), a partir del impuesto a la facturación de los canales de TV, radios y servicios de cable. Los aportes del tesoro nacional son esporádicos, circunstanciales y no representan un porcentaje significativo de la recaudación del INCAA. 

“Esto no tiene nada que ver con quitarle la comida a nadie o tomar la renta nacional”, afirma Nicolás Vetromile. Que una obra sea rentable no es un requisito del INCAA a la hora de financiar. Sin embargo, se repite constantemente que “el cine argentino es deficitario” y en muchos casos lo es. Si bien hay numerosas películas exitosas financieramente, un gran porcentaje de las películas argentinas que salen a la luz no recupera sus presupuestos.

Los datos indican que hay una caída en cuanto al caudal de público en las salas, especialmente después de la pandemia del covid 19, que trajo consigo otras formas de consumo cinematográfico. En 2023 se estrenaron más de 250 películas argentinas, pero apenas 10 superaron los 50 mil espectadores y el único filme que superó el millón fue el documental sobre la selección Argentina Muchachos, la película de la gente. Este 2024 es más flojo, la película argentina más vista fue el reestreno de 9 reinas con 75 mil espectadores. Los números son menores a los de los años anteriores: por ejemplo en 2015 fueron 13 las películas que superaron el piso más alto de 100 mil espectadores. 

El discurso reduccionista que avalan los defensores del gobierno considera al cine argentino inútil y fracasado fundamentando esta teoría en la idea de que la gente “le da la espalda” y rechaza ver cintas argentinas por su supuesta baja calidad, como si el hecho de ser nacional ya dotará al filme de una serie de problemas que lo ponen por debajo de otro extranjero.

La realidad es que de ese buen número de películas “deficitarias” hay un abrumador porcentaje que no tienen prácticamente ninguna difusión. Muchísimos filmes solo están una semana en cartel, no se promocionan en ningún medio y deben conformarse con aparecer en algunas salas dependientes del INCAA, las mismas que acaban de cerrar. Las que sí logran aparecer en las salas comerciales lo hacen en días y horarios más bien marginales que complican la afluencia de público. Con estas condiciones las posibilidades de éxito económico son prácticamente milagrosas.

¿Esto se debe a que son simplemente peores? No: es porque los cines comerciales se manejan con una lógica de mercado, las grandes salas evitan estrenar filmes argentinos ya que no son garantía de ganancia en comparación a los tanques de la industria norteamericana que llegan al país con plataformas de promoción mastodónticas y que aseguran una venta de tickets de mínima. Esto no quiere decir que los filmes nacionales no puedan atraer público: hay infinidad de ejemplos que demuestran que cuando las producciones nacionales tienen amplia difusión, son éxitos casi asegurados. 

Pero estos casos son apenas dos o tres películas por año. Luego vienen algunas producciones intermedias que dependen de su suerte y el boca en boca, como el caso de Puán que ya congregó a más de 120 mil espectadores y sigue sumando. Las más pequeñas directamente están destinadas a una difusión marginal o quedan disponibles en los repositorios que, ahora, también cierran.

 

No los ven

“No la ven” dicen muchos funcionarios del gobierno. En consonancia con esa retórica podría decirse que ellos al cine argentino tampoco lo ven. Las autoridades y los militantes de ese discurso consideran a la industria de cine local como una cloaca irrecuperable de la que nada bueno puede salir. Nunca desde el Estado nacional se había hecho un boicot tan importante contra el cine argentino. No solo desde las decisiones políticas sino desde lo discursivo. Un discurso que cala profundo en un sector de la sociedad que considera a los trabajadores del INCAA como ñoquis y al cine un curro improductivo. 

La obsesión por denostar el cine local parece estar íntimamente ligada al rechazo por todo aquello que sea nacional, soberano y representativo. La embestida al cine y la cultura no es una casualidad, es parte de una estrategia de desintegración del sentido de comunidad nacional. 

Mientras tanto, y como respuesta a esto, los trabajadores del cine seguirán  luchando en la calle, haciéndose ver, alzando la voz, como ocurrió en la sede del INCAA, en donde se congregaron junto a centros de estudiantes de FADU y UNA, diputados nacionales como Romina del Pla, Myriam Bregman y Esteban Paulon, además de representantes del colectivo de actrices argentinas. Todos unidos en lucha para defender a una insignia de la cultura nacional y  demostrar que este no es el final de la película.