“Todos estamos atravesados por el hogar”

“Todos estamos atravesados por el hogar”

En el marco de la muestra “Casa. La vivienda es un derecho”, cuatro fotógrafos dialogaron sobre sus trabajos en torno a la problemática habitacional: hogares en la traza de una fallida autopista de la dictadura, la toma de terrenos en Guernica, una cooperativa en una fábrica abandonada y una casa en un country.

¿Vivís donde querés? La pregunta agita en el cartel verde que reluce en la entrada al conversatorio de fotoperiodistas “Mirar el Hogar”, organizado por el grupo de fotógrafes Movida Colectiva, en el marco de la muestra Casa. La vivienda es un derecho, que por estos días se realiza en la sede de Inquilinos Agrupados, en Bartolomé Mitre 1767, a una cuadra del Congreso Nacional.

Las respuestas a ese interrogante inicial evocan diferentes ideas, realidades disímiles, cotidianidades diferentes, aunque interpeladas por el mismo tópico: el acceso a la vivienda digna. Algunos se lamentan por no poder elegir donde vivir, pero anhelan en un futuro poder conseguirlo; otros abandonaron aquella ilusión, les cuesta hasta pensarlo. “Comparto habitación con cuatro hermanos”; “No, alquilo sin gas para que salga más económico”; “Que paren de construir edificios chetos”, registra aquel afiche colgado en la exposición. Pero también otras declaraciones desde realidades opuestas se reflejan: “Yo vivo donde quiero, soy Emi 6 años” y “Si y quiero que vos también”.

Cuatro reporteros gráficos con trabajos referidos a la problemática del derecho a la vivienda participaron del conversatorio: Victoria Gesualdi, autora de La Traza – La casa y sus formas imaginarias en la autopista que nunca existió; Germán Romeo Pena, con sus imágenes de la toma de un predio en Guernica; Dan Damelio sobre Santa Cruz 140, una cooperativa de viviendas montada en una antigua fábrica en Parque Patricios; y Nicolás Pousthomis y su ensayo A puertas cerradas, centrado en la casa en un country de una familia acaudalada. “La idea fue hacer dialogar las imágenes, los significados, y que se potencien mutuamente”, puntualiza Camila Godoy, de Movida Colectiva, en diálogo con ANCCOM. “Ahí hay una riqueza muy grande, que va a complementar y nutrir al resto de las obras que están colgadas”, destacó. Por su parte, María Bessone, moderadora del conversatorio, remarcó que los trabajos que eligieron convergen en que nacieron de la ausencia del Estado, de la carencia de políticas públicas suficientes, de la desidia y del abandono.

Gesualdi, licenciada en Ciencias de la Comunicación en la UBA, trabajadora de Télam y coordinadora de fotografía de ANCCOM, destacó que con La traza buscó poner en evidencia las problemáticas de una zona, en los barrios de Saavedra y Coghlan, que había caído en la absoluta negligencia estatal, una situación iniciada durante la última dictadura militar, que decidió expropiar, demoler y desalojar a familias enteras de alrededor de quince manzanas, con el proyecto de construir una futura autopista que jamás se terminó realizando. En ese territorio abandonado por el negocio inmobiliario, alrededor de la década del 80, muchas personas iniciaron un proceso de ocupación y encontraron un espacio para habitar. Gesualdi analiza que aquel proyecto dejó una huella muy visible en el entramado urbano y que constituye un problema de magnitud insoslayable de complejidad política, social y legal.

“Es un trabajo documental que cuenta una problemática en la ciudad, de emergencia habitacional, tratando de iluminar una perspectiva de la vivencia de los espacios, de la casa vivida, de la casa habitada, del espacio apropiado”, analizó Gesualdi en diálogo con ANCCOM; La traza fue su tesina en la carrera, con la que ganó un premio de la editorial La Luminosa. “Todos estamos atravesados por el hogar, por la casa, por la vivienda, por esa construcción”, agregó. Durante su participación en el conversatorio contó sobre el acercamiento a las historias de las familias, al conocimiento del terreno y también a aquellas significancias del hogar, que muchas veces quedan relegadas ante la problematización de la vivienda desde lo comercial o inmobiliario. La constante incertidumbre de la magnitud de personas que ocupaban aquel terreno de la traza, al no tener ninguna certeza en cuanto a su estabilidad. “Era un espacio habitado vulnerable”, apuntó la fotoperiodista, y destacó el espíritu colectivo y cooperativo entre quienes estaban en la misma situación.

Germán Romeo Pena fue invitado por sus imágenes de los desalojos en Guernica. Creció allí y quiso formar parte de lo que ocurría contribuyendo desde lo comunicacional y lo visual. En torno a la construcción del acontecimiento y la visibilización de la problemática del lugar aportó desde la agencia de noticias Red en Acción, ANRed, para contrarrestar el relato que los medios hegemónicos buscaban instalar, un espacio para contar lo que estaba pasando: convertirse en la prensa del barrio. “Los cabezas tuvieron la osadía de cuestionar la propiedad privada”, sintetizó el fotoperiodista. Fue un hito para la comunicación popular la cobertura y difusión de lo que estaba sucediendo en Guernica, destacó Romeo Peña, y señaló que en esa gesta por lograr contribuir desde la prensa alternativa, se empezaron a querer entre los vecinos y ahí adentro empezó a surgir algo primitivo: la comunidad.

“Aprendí que la tierra no es una mercancía”, expresó Tomás Deniz, vecino de Guernica que participó en el conversatorio, quien se retrotrajo a unos años, cuando se sucedían dos eventos en simultáneo y a la vez de forma excluyente: los desalojos en Guernica en plena pandemia. La ironía de que les pidieran quedarse en casa cuando al mismo tiempo los estaban desalojando de sus viviendas.

En diálogo con ANCCOM, Deniz resaltó: “La importancia del encuentro es encontrarme con personas que están en la misma situación que yo o pasando por los mismos procesos de lucha. Por ahí no conozco la historia o los procesos y me parece muy importante porque nutre, porque educa, y forma un poco la militancia”. En forma de protesta y de reclamo Deniz enuncia el emblema de “Tierra para vivir”.

Dan Damelio, fotoperiodista freelance, fue invitada para dialogar acerca de su trabajo Santa Cruz 140, en el que se aborda la problemática de una toma iniciada hace estimativamente veinte años, que surgió a raíz de la quiebra en la década de los 90 de una fábrica de toallones ubicada en Parque Patricios. El orgullo del hogar fue uno de los puntos que más destacó entre sus palabras, resaltando que hay que romper con ese estereotipo acerca de cómo se ilustra o narra la pobreza y este tipo de realidades. La fotoperiodista hizo hincapié en que las personas, en la realidad de la toma, tienen el derecho de tener una casa como cualquier otra, ya que también están construyendo su lugar.

Damelio contó que se acercó a las familias mediante un largo periodo de diálogo en la que participó de las asambleas y diferentes actividades. En aquella cercanía entrevió de cerca cómo la realidad habitacional de múltiples familias ha sido arrasada por la especulación inmobiliaria, que adquiere grandes territorios a costos irrisorios y termina haciendo y deshaciendo con la materialidad de enorme cantidad de personas. Por otro lado se refirió al privilegio y el poder que tiene quien narra detrás del lente, y en ese sentido destacó la importancia de la sensibilidad para el fotoperiodista, ya que para los fotografiados, planteó, se trata de la completitud de su vida.

“Metimos el cuchillo desde otro lugar”, expuso a su turno Nicolás Pousthomis, de Sub Cooperativa, quien realizó el trabajo A puertas cerradas, diferente al resto de los expositores del conversatorio. Una labor “más amena y ambigua”, en el que se propusieron retratar un estrato social que siempre escapa de la luz del registro fotográfico: las familias de zonas ricas, particularmente, una familia acaudalada dentro de un country en zona norte de la provincia de Buenos Aires.

El fotoperiodista destacó que llegaron a aquella familia con muchos prejuicios y concepciones preestablecidas sobre lo que iban a retratar, en torno a lo que sí iban a encontrar. Pousthomis señaló que aquella idea se quebró, ya que habían pensado ciertos preceptos que se demolieron, con prejuicios entre dicotomías de buenos y malos, que resultaron no ser tan sencillas. Entonces decidieron construir un relato fotográfico en el que el espectador pueda reponer de significancia la obra desde su perspectiva personal y llevar adelante un trabajo más reflexivo y coral.

Pousthomis señaló que, lejos de querer ridiculizar a aquellas familias, buscaron retratar su cotidianeidad. A su vez, hizo énfasis en la dificultad que resulta fotografiar a esta clase social, que permanece siempre cuidada y aislada entre muros, en contraposición a una clase subalterna que aparece generalmente expuesta. En este sentido Romeo Pena coincidió con la idea de que a las personas carenciadas siempre es más sencillo llegar y que justamente por ese motivo hay que tener cuidado en no caer en seguir quitándole, en este caso, su intimidad.

Con el apoyo del Cels, Ni Una Menos e Inquilinos Agrupados, el conversatorio sobre estos trabajos a fondo sobre el hogar fue la primera de las actividades propuestas por las fotógrafas de Movida Colectiva, inaugurada el 12 de julio con un nombre elemental, preciso, que mucho habrá que reiterar: Casa. La vivienda es un derecho.  

 

Los otros Loan

Los otros Loan

Desde 1999, los voluntarios de Missing Children Argentina trabajan para difundir y mantener viva la búsqueda de los chicos desaparecidos en el país. Hoy, además de Loan Peña, hay otros 100 niños cuyo paradero sigue siendo desconocido.

El caso de Loan Danilo Peña, el niño de 5 años desaparecido el pasado 13 de junio en el paraje El Algarrobal, en la localidad correntina de 9 de Julio, ha desatado una reacción popular pocas veces vista en la provincia y la atención permanente de los medios nacionales. Además, obligó al gobernador radical, Gustavo Valdés, a desplazar al ministro de Seguridad y a toda la cúpula policial.

En diálogo con ANCCOM, la presidenta de Missing Children Argentina, Ana Llobet, afirma que la organización activó sus protocolos de difusión, antes del Alerta Sofía, que tardó 24 horas en implementarse. Según Llobet, la rapidez en la acción es crucial, ya que cada minuto cuenta en estos casos.

La presión mediática es una herramienta poderosa. En el caso de Loan, la difusión masiva ha mantenido viva la búsqueda y movilizado a la comunidad para aportar información. Esta visibilidad opera sobre las autoridades, para que actúen con celeridad, y disuade a quienes puedan estar cometiendo un delito.

Missing Children gestiona unos 100 casos de niños desaparecidos en el país. Más de 70 son actuales y unos 40 corresponden a chicos buscados desde hace 30 años, cuyas imágenes han sido recreadas con IA para mostrar cómo podrían lucir de adultos.

A la espera de novedades en el caso que conmociona al país, Llobet comenta que Missing Children gestiona los de más de 100 niños desaparecidos en el país. La plataforma principal destaca más de 70 casos actuales, mientras que otros 40 corresponden a niños desaparecidos hace 30 años, cuyas imágenes han sido recreadas con IA para mostrar cómo podrían lucir de adultos.

Esta asociación civil sin fines de lucro está formada por 19 voluntarios que trabajan desde sus hogares, utilizando sus propios recursos. “El tiempo que le dedicamos es lo que más insume esta tarea”, destaca Llobet, quien sostiene que el objetivo es ser un puente entre las familias, la comunidad y las fuerzas de seguridad.

Ante la desaparición de un niño, el primer consejo es realizar la denuncia inmediatamente, ya que «la primera hora es clave para la búsqueda». Si la comisaría local se niega a recibirla, se recomienda acudir a una fiscalía de turno. Una vez hecha la presentación, Missing Children difunde la imagen del niño y recoge información de la comunidad, transmitiéndola a las autoridades competentes.

La colaboración de la población es esencial. El teléfono 0800-333-5500 y el WhatsApp (11) 4157-3101 están disponibles durante la jornada completa y la comunicación puede ser anónima, igual que el correo electrónico info@missingchildren.org.ar. Llobet subraya la importancia de las redes y los medios: “La difusión de la imagen ayuda a que alguien que reconoce a un niño pueda aportar información”.

La integración de Missing Children en redes internacionales permite que la búsqueda trascienda fronteras. La colaboración con países como Chile, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, México y España amplía aún más su alcance. Asimismo, la tecnología juega un papel clave, con herramientas como el reconocimiento facial y la inteligencia artificial, ayudando a identificar coincidencias en fotos y videos.

La organización trabaja en estrecha colaboración con la Red de Infancia Robada y la Red Internacional de Asociaciones de Personas Desaparecidas (RIAPD), entre otras entidades. Además, los voluntarios de Missing Children mantienen el vínculo con las familias hasta obtener noticias concretas sobre el paradero del niño. “Seguimos en contacto mientras tenemos datos, tratamos de mantener la empatía y seguimos publicando la foto hasta tener noticias”.

Además, la institución trabaja con el Sistema Federal de Búsqueda de Personas Desaparecidas y Extraviadas (SIFEBU), lo que permite una coordinación más efectiva a nivel nacional. Llobet insiste en la importancia de hacer la denuncia y difundir la imagen del niño desaparecido, incluyendo campañas publicitarias.

Empresas privadas, como Ecovita, colaboran incluyendo fotos de los niños en sus productos. Llobet resalta campañas realizadas solidariamente por agencias publicitarias, como la Agencia Di Paola Latina, basada en un hecho que se volvió viral –un niño extraviado un rato en el barrio de San Telmo– y que sirvió para visibilizar la problemática.

Pero, en definitiva, lo más importante a la hora de encontrar a los niños desaparecidos, es la colaboración comunitaria. Llobet lo sintetiza con una frase de la escritora nicaragüense Gioconda Belli, que escuchó en una reunión de la RIAPD, de boca de una representante de Ecuador,y que la emocionó: «La solidaridad es la ternura de los pueblos».

Volver a la casita de los viejos

Volver a la casita de los viejos

Desregulación de alquileres, devaluación, inflación y salarios por debajo de la línea de pobreza han generado una tendencia inédita: muchos jóvenes después de independizarse deben regresar a la casa familiar y no pueden proyectar un futuro propio.

 

La ley de alquileres fue derogada por el DNU 70/2023. Foto: Archivo ANCCOM

Eugenia (28) hacía cuatro años que había logrado mudarse de lo de sus padres a un monoambiente en Capital Federal, cerca de su trabajo. Pero en enero de este año tuvo que regresar a la casa familiar, en la zona oeste del conurbano bonaerense, porque el dueño del departamento le avisó que en febrero el monto del alquiler aumentaría un 120 por ciento. “Sólo lo que me pedía de alquiler, sin contar las expensas, era más que mi sueldo”, explica Eugenia, quien por entonces ganaba unos 150 mil pesos por mes.

Luz (34) y Paz (34) son amigas y vivían juntas en un departamento que alquilaban hace tres años en Quilmes Oeste, ambas tenían un espacio propio y compartían los gastos. Pero en diciembre del año pasado, en medio del cambio de gobierno y la devaluación, el nuevo monto que les pedía la propietaria para renovar se disparó: “No nos alcanzaba el sueldo para pagar el aumento. La dueña nos ofreció un precio temporal para enero con la idea de después ver cómo seguíamos el resto del año. Pero no nos daban las cuentas. Nos quedamos en enero con ese precio fuera de contrato para acomodarnos y mudarnos con tiempo cada una a la casa de sus familias”, cuenta Paz.

Julieta (26), por su parte, se había ido de la casa de sus padres en 2020. “Tuve que volver hace dos años, cuando me separé. Vivía en el departamento de mi pareja de ese momento, en el cual no pagábamos alquiler. La idea era volver por un tiempo hasta poder alquilarme algo”. Pero su sueldo aún no le permite mudarse: “Hoy, al ser docente extraprogramática y trabajar media jornada, debería pensar en que todo mi sueldo se iría solo en un alquiler”.

Rocío (30) se fue en mayo de 2020 del barrio de Liniers, donde vivía con sus padres. Vivió sola en Villa Luro y en Lomas de Zamora, tres años después convivió con su pareja en zona sur: «Me fui a vivir en pareja porque el alquiler se me iba de 35 a 80 mil pesos y no lo podía pagar. Alquilamos juntos porque pagar algo a medias era mejor”, relata.Pero este año tuvo que regresar a la casa de sus padres: “Volví hace casi seis meses. Mi pareja se quedó sin trabajo, el alquiler aumentó, me endeudé con el banco y la pareja comenzó a desgastarse por lo económico”.Según sus cálculos, hoy para volver alquilar tendría que gastar de su sueldo unos 350 mil pesos.

El 95,5 por ciento de los inquilinos sufre aumentos en plazos iguales o menores a los seis meses, señala Inquilinos Agrupados. Foto: Archivo ANCCOM

 

El DNU 70/2023 que firmó el presidente Javier Milei el 20 de diciembre de 2023 dejó sin efecto la Ley de Alquileres vigente, y convirtió en un calvario la situación de millones de inquilinos. Actualmente, al realizar un contrato de alquiler, no hay ninguna regulación respecto a plazos, ajustes ni moneda de pago, tal es así que muchos propietarios e inmobiliarias piden que les paguen en dólares o hasta en euros.

Según el último informe de Inquilinos Agrupados, 7 de cada 10 inquilinos que firmaron sus contratos tras el decreto sufren aumentos mensuales o cada tres o cuatro meses. El 95,5 por ciento padecen actualizaciones en el precio en plazos iguales o menores a los seis meses. “Las propiedades más baratas que vi en internet no bajan de los 250 mil pesos. En este momento no puedo alquilar porque yo no tengo aumento de sueldo cada tres o cuatro meses, entonces no sé cuánto podría sostenerlo en el tiempo”, remarca Eugenia.

“La gran mayoría de las propiedades mono o dos ambientes que veo en alquiler cuestan el 100 por ciento de mi sueldo o incluso más”, señala Luz, quien se desempeña como empleada municipal. “Hay un tema de fondo y es que el sistema te castiga si estás soltera –expresa–. Aunque quiera alquilar algo con una sola habitación, el precio me parece imposible de pagar con un solo sueldo. Lo que conseguimos con mi amiga antes fue una excepción, y aun así no pudimos seguir pagándolo”.

“Sin ninguna intervención estatal de control de precios y contratos, la idea de alquilar es muy difícil de planear”, subraya Paz y aclara: “Ni te digo ser propietaria, cosa que ya estaba lejos para nuestra generación, ahora es directamente impensable. La media de salarios no permite independizarse. Implica alquileres con condiciones pésimas, o muy lejos de los lugares de trabajo. Mi idea es vivir con mi pareja, y aun siendo los dos trabajadores y sin hijos, no vemos la posibilidad de hacerlo en un futuro cercano”, agrega.

Ni siquiera al regresar a la casa de su madre, que es jubilada, Paz encontró una mejora en lo económico: “Al no pagar alquiler puedo llegar a fin de mes solo cubriendo gastos básicos entre las dos, pero hasta ahí. No me ahorro nada, porque la suba de precios hace que lo que gastaría en alquiler lo tenga que usar en comida, servicios y también deudas”,sostiene.

“Sobreviviendo en el día a día, con los aumentos en las tarifas y en los precios de los alimentos, se hace muy difícil proyectar a futuro una posibilidad de seguir sosteniendo una vivienda –concluye Julieta–. Los salarios están cada vez más bajos, los alquileres no tienen ningún tipo de regulación que nos favorezca y nos garantice la posibilidad de alquilar, sumado a las condiciones que se piden para ingresar, que son cada vez más complejas, generando obstáculos para acceder a un departamento”.

Radio Nacional cada día es más porteña

Radio Nacional cada día es más porteña

El director ejecutivo Héctor Cavallero levantó gran parte de la programación local de las emisoras provinciales. Las estaciones locales están sin directivos y las autoridades nacionales piden a los trabajadores para que se busquen auspicios.

Una disposición poco federal y centralista, anunciada el último viernes, afecta a la programación local de 49 emisoras de la red de Radio Nacional en todo el país. La medida implica que la programación local, en el horario central de la mañana, será reemplazada por espacios producidos en LRA1, Buenos Aires, eliminando el carácter regional que caracteriza a estas emisoras, lo que incrementa el temor por los efectos de la desinformación en las provincias.

La resolución, firmada por el director ejecutivo de Radio Nacional, Héctor Cavallero, comunicó a las 49 emisoras que, en lugar de la programación local de cada región, de 7 a 10 se escuchará “Ramos Generales”, un magazine conducido por el actor Diego Ramos. De 13 a 14 se emitirá el programa deportivo “Pasión Nacional”, y esto sumado a los panoramas nacionales de noticias que se emiten a las 6, 12 y 20 horas. Además, los mensajes al poblador sólo se emitirán a las 8 y durarán cinco minutos.

Además de quitarle espacio a las emisoras locales, hubo una serie de lineamientos que no se comunicaron de manera oficial sino a través de mensajes de whatsapp o charlas con los “representantes”, ya que no hay directores nombrados. “Nos piden que hagamos programas de entretenimiento, con información cultural, sin ninguna bajada política, sin ninguna opinión. Se cuidan de no comunicarlo de manera oficial”, comentó a ANCCOM Mariana Steckler, periodista y exdirectora de Radio Nacional Santa Fe, quien tenía su informativo de 9 a 12 y ahora se le redujo una hora.

Otra bajada de los representantes fue que, de ahora en más, la radio debe ser sustentable, “nos proponen que si tenemos alguna empresa o político que nos quiera auspiciar, que les pasemos ese dato”, comenta Steckler. Y agrega: “Hay radios nacionales que tienen mucho auspicio, está perfecto mientras no interfiera con el espíritu básico que tiene un medio público. Pedirle a un trabajador de la radio que salga a vender publicidad me parece que no se puede tolerar”.

La situación fue similar en todas las provincias. Laura Lescano, trabajadora y delegada de Radio Nacional Mendoza, comentó en diálogo con ANCCOM: “Nos comunicaron los lineamientos artísticos y la nueva programación mediante una reunión por Zoom el jueves”.

En Córdoba, la medida fue oficializada el viernes al mediodía en una asamblea donde participaron representantes de la gerencia nacional de Radio y Televisión Argentina Sociedad del Estado (RTA). “Nos confirmaron también que debíamos seguir transmitiendo las conferencias del vocero presidencial que duran entre 25 y 30 minutos, por lo que nos queda sólo una hora y media de programación local entre las 10 y 12 del mediodía”, comenta en diálogo con ANCCOM, Facundo Arzamendia, trabajador de Radio Nacional Córdoba y miembro de la Comisión Directiva del Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación de Córdoba (CISPREN).

Con respecto a la situación de los trabajadores, todavía no hay precisiones ni anuncios de despidos, pero siguen en alerta ya que su labor diaria se ve afectada, sobre todo quienes forman parte de la programación de la mañana. En el caso de Córdoba, Arzamendia, quien participaba del magazine “Hay Mañana” aclara: “Nos estamos reacomodando porque no tenemos ningún tipo de autoridad de la radio, estamos tratando de integrar los contenidos informativos en sólo una hora y media. No tenía sentido mantener un magazine ya que se perdía un montón de información local, nos vimos en la necesidad de armar un informativo acotado. Tenemos especialistas en política, economía, deportes y todo queda reducido a una expresión mínima”.

Cómo afecta a la población

Un servicio fundamental que se ve afectado con estas nuevas medidas son los mensajes al poblador, un servicio que ofrece la radio para cada localidad con sus determinadas características geográficas y climáticas. “Tiene que ver con la cobertura total que da la radio, sobre todo en localidades muy inhóspitas donde no hay conectividad ni señal telefónica, la radio brinda la información para que se puedan comunicar entre puesteros, pobladores, información relevante para las personas”, explica Laura Lescano. Además, la radio es crucial para dar cuenta de cómo funcionan los servicios, operativos de distribuidoras eléctricas, paros de transporte, estado de las rutas nacionales. “Ahora, en cambio, te estás informando con lo que pasa en el microcentro porteño”, agregó.

Esta decisión también afecta al acervo de los contenidos locales que apuntan a lo artístico. “Las radios públicas somos un espacio de contención, promoción y fomento de los artistas locales. Éstos ven recortada una importante cantidad de horas de programación que muchas veces incluían entrevistas, reproducción de su propia música, sorteo de entradas y demás mecanismos de promoción que tenemos muy aceitados”, comenta la delegada.

Desde los gremios que representan a los trabajadores y trabajadoras como el Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación (CISPREN), la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), entre otros, están en alerta ante este nuevo embate contra las radios públicas del país.

La Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (Fatpren) emitió en un comunicado: «Este anuncio se inscribe en el vaciamiento de la radio pública, que se manifiesta duramente los fines de semana y los feriados: no hay programas en ninguna emisora, incluyendo Buenos Aires». Fatpren repudió esta decisión, argumentando que atenta contra el carácter federal de la radio pública, y exigió un freno al silenciamiento de las emisoras de Radio Nacional. La intervención de los medios públicos se realiza en el marco de una gestión que, desde febrero de este año, busca centralizarlos y privatizarlos, aunque no haya prosperado en el Congreso el apartado específico de la Ley Bases que habilitaba ese objetivo.

 

“Ni gente sin casa, ni casas sin gente”

“Ni gente sin casa, ni casas sin gente”

Se realizó el festival “Que no calle” en más de veinte de centros culturales porteños con la participación de artistas, bandas musicales, y con diversas actividades, como parte de una campaña colectiva para que la calle no sea una vivienda. Se trata del quinto festival de este tipo y sirvió también para homenajear a Mercedes Sosa.

“La gente no muere de frío, la mata la desidia del Estado”, dice Mónica Farías desde arriba del escenario del local de la Asamblea Popular Plaza Dorrego, en Avenida San Juan al 800. “Militar hoy es casi un privilegio. Nosotros seguimos con este espacio de amorosidad y lucha colectiva”, agrega la referente de la Asamblea. Les habla a las personas que han venido al festival “Que no calle”, que se hace cada año en este lugar y en otros veintitrés centros culturales porteños desde 2019. Después de escuchar esas palabras llenas de abrigo, las personas presentes le regalan a Farías un aplauso caluroso, ruidoso, afectuoso. 

Ambas cuestiones, las palabras abrigadas y los aplausos calurosos, son muy necesarias a esta hora de la noche, porque la temperatura de afuera del local, que está en tres grados, hace que los dedos de las manos se entumezcan, que los hombros y los dientes se tensionen. No hay campera suficiente para mitigar el frío de afuera, pero la sensación de frío es pasajera para las personas con casa. Distinta es la situación para quienes duermen en la calle, que viven con frío hasta que un día el mismo frío los termina matando. 

Esta noche es la víspera del que sería el cumpleaños de Mercedes Sosa. El encuentro de hoy es para homenajear a la cantante, pero también para hacer visible que hay miles de personas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires cuyas casas son la mismísima intemperie, el cielo descubierto, y cuyas camas no pasan de ser un cartón tirado en el suelo de alguna vereda. Son personas sin techo que, como pasó en la última semana de junio, terminan muriendo en la calle, de frío, de tristeza, de soledad, pero, más que nada, de abandono estatal. La Asamblea Popular Plaza Dorrego y otras catorce organizaciones sociales están llevando adelante el festival en este mismo momento, en otros centros culturales porteños, para juntar alimentos y ropa que después serán donados a los sin techo. 

Mientras Farías habla a la totalidad de los presentes en el local, que en su mayoría está sentada alrededor de mesas compartidas, algunas personas están mirando unos cuadros con fotos que cuelgan de una pared. Muestran diferentes situaciones de personas sin techo, como el caso de un chico que está dormido en la calle, sin un cartón que lo separe del cemento, y que tiene un sánguche de jamón y queso a medio terminar cerca de su cara con ojos cerrados. 

La exposición de fotos es de Julio Colantoni, quien cuenta a esta agencia que él es un artista visual platense que vino a vivir al centro porteño en 2001, cuando la crisis dejó a muchos a la buena de Dios. Seis años después de su llegada, ya tenía 200 personas fotografiadas. Dice que en un momento empezó a entrevistar a los sin techo y que ahora tiene unos 900 fotografiados. “Cuando uno pone estas fotos en un espacio público, la gente se anima a preguntar. Se dice que a la gente no le importa la problemática, pero en mi humilde experiencia no es tanta la indiferencia sino la impotencia. La gente ve a personas en situación de calle y no sabe qué hacer. No se da cuenta de que, a veces, simplemente quieren charlar”, dice. 

Un rato antes, cuando todavía las personas que se acercaban al lugar no llegaban a generar un calor humano que superara la helada del exterior, unos pares se divertían haciendo xilografía, una técnica de impresión con una plancha de madera pero que, en este caso, era de PVC. Un chico, por ejemplo, había pintado de rojo una de las planchas y después la había estampado en un pedazo de tela. El resultado había sido una frase con letras regordetas y rojizas: “Ni gente sin casa ni casas sin gente”. La mesa de intervención gráfica estaba a cargo del Centro de Estudiantes de la Escuela Superior de Educación Artística Manuel Belgrano. Además, había tenido lugar un breve taller de danza impulsado por la Compañía Folklórica Divergente. “Uno, dos, tres, zapateo. Girito, vuelta”, repetía una y otra vez el instructor a las personas que habían decidido participar. Y hasta Nani Lamadrid, una artista de diecisiete años, había hecho una performance con el cuerpo, que incluía un baile y una interpretación gestual de las palabras que se desprendían de una narración oral grabada con su propia voz. No había faltado tampoco la poesía de Fer López. 

Ahora ya no es Farías quien está en el escenario sino el Dúo cardinal, que canta canciones de Mercedes Sosa y de otros artistas populares de Argentina. Más tarde hará su gracia la banda Dejavú. Mientras todo eso pasa en el local de la Asamblea Popular Plaza Dorrego, en otros centros culturales porteños como Musicleta, Vuela el pez, JJ circuito cultural y tantos otros, están ocurriendo cosas similares: hay artistas expresándose y hay donaciones de ropa y comida acumulándose en cajas, en mesas, debajo de escaleras o en rincones cercanos a los respectivos escenarios. Y las personas, tanto de acá como de allá, toman y comen cosas ricas elaboradas y vendidas por las organizaciones sociales. Con la recaudación de esas ventas, en todos los casos, las agrupaciones van a poder asistir a los sin techo con ollas populares. 

En el local de la Asamblea Popular Plaza Dorrego, cuando Dejavú termina de cantar, Farías le dice a ANCCOM que “la noche estuvo fantástica, con mucha alegría popular. Se sintió un clima de mucha solidaridad y de entender cuál es el sentido de estar hoy reunidos, que es celebrar el legado de la Negra Sosa, levantar sus banderas y sostenerlas en el futuro, donde ojalá no haya hambre ni nadie durmiendo en la calle”. Todo esto lo dice cuando el reloj marca las doce de la noche pasadas, justo cuando la cantante tucumana devenida en emblema de la cultura popular argentina cumpliría 89 años. 

 

“Los mismos conflictos están sucediendo en todos los barrios”

“Los mismos conflictos están sucediendo en todos los barrios”

Organizaciones barriales de la ciudad de Buenos Aires, realizaron un encuentro para exponer problemáticas y planes de lucha en común contra el avance del Gobierno de la Ciudad sobre los espacios verdes en todas las zonas.

El lunes 8 de julio distintas organizaciones sociales realizaron un encuentro en el Salón San Martín de la Legislatura porteña por la “participación ciudadana en la creación y preservación de los espacios verdes públicos”.

“Aquí se manifiesta el cómo de la participación ciudadana en todas sus formas: asambleas, ONG, asociaciones civiles, los que están dentro de la Ley de Comunas y de las leyes por las cuales se gestionan, entre otros, el Parque Avellaneda y el Parque de la Estación”, opinó Ricardo Muir, integrante de la Mesa de Trabajo y Consenso del Parque Avellaneda, una de las organizaciones convocantes, en diálogo con ANCCOM.

Fueron alrededor de diez expositores que contaron sus distintas historias y proyectos de ley aprovechando una pantalla para proyectar audiovisuales. Posteriormente, mostraron un video de María Angélica Di Giacomo, de la organización Basta de Mutilar Nuestros Árboles, quien no pudo participar pero era una de las convocantes, y abrieron el micrófono para todo aquel que no se había anotado previamente y quisiese opinar, preguntar o señalar algo. La transmisión se puede ver en el Instagram Basta de Mutilar Nuestros Árboles.

“Somos varios colectivos de distintos barrios, cada uno con sus conflictos puntuales, pero cuando uno se aleja un poco y, en vez de ver el barrio propio ve globalmente la Ciudad, se da cuenta que los mismos conflictos están sucediendo en todos lados. Esto tiene que ver con la apropiación del espacio público y, sobre todo, espacios verdes públicos por parte de empresas inmobiliarias”, recalcó David Burin a ANCCOM, participante de Incluir, Instituto para la Inclusión Social y el Desarrollo Humano, y de Parque Cultural Estación Colegiales, otra de las promotoras del encuentro.

Muir también destacó que “esta potencia de lo ‘verde’ ha generado en otras culturas y en otros países hasta partidos políticos que han llegado a condiciones de gobernar. Aquí estamos en una instancia mucho más interesante de construcción política colectiva que incluye a un actor que tenemos que configurar que es político, técnico, comunitario, productivo que piense la Ciudad de conjunto”.

Sobre el conflicto en la Estación Colegiales, Burin contó que “hay un terreno ferroviario que antes tenía siete hectáreas libres, en 2016 presentamos un proyecto para que todo ese espacio sea un gran parque, en uno de los barrios que tiene menos espacios verdes públicos por habitante. El gobierno de Macri presentó un proyecto a la semana del nuestro, en donde se decidió ceder el 35% de la superficie del parque para construir edificios. Se lograron subastar cinco de los nueve lotes, los otros 4 no se subastaron y están en litigio judicial por un conflicto entre Nación y Ciudad para ver quién es el dueño”.

Sobre el proyecto del colectivo que integra Burin agrega: “Más allá de la propiedad de los inmuebles, lo que queremos es incorporar siete mil metros cuadrados más de parque a lo que se está construyendo ahora. Los que sí se vendieron, se están construyendo y va a haber ocho mil habitantes más en el barrio, que ya está sobrepoblado. Yo me estoy quedando sin agua, me tengo que poner una bomba para que suba el agua hasta el tanque. La ciudad se empieza a hacer invivible”.

Por el lado del Parque Avellaneda, Muir criticó el incumpliento de la Ley 1153. “Desde hace 25 años estamos en gestión asociada entre los vecinos y el gobierno. Imagínense los distintos tipos de gobierno que han pasado y las distintas posibilidades de articulación que hubo y se frustraron en este tiempo con todas esas gestiones”.

Hugo Campos, referente de Vecinos por la Ecología que se sumó al micrófono abierto, resaltó en charla con ANCCOM que participó a partir de conocer “a muchos de los integrantes de las organizaciones que están luchando por los espacios verdes históricamente, lo que también es preocupante porque demuestra que el Gobierno de la Ciudad, lejos de llevar un plan de ampliación, mejora y revalorización del espacio verde público, está haciendo todo lo opuesto, que es ir en contra del espacio verde, más privatización, más cemento, menos árboles”.

Aprovechó también para narrar que “en el Parque Saavedra tenemos una supuesta asociación San Jorge que no existe, sino que es un centro de jubilados que usa ese nombre para hacer negocios privados en un parque público. Hace poquito, Elsztain avisó que va a construir unas nuevas torres al lado del Shopping Dot, en lo que era parte del servicio técnico de Philips, lo cual sigue metiendo más presión en la zona”.

Aportando algo positivo, expresó con alegría que “nuestra agrupación se sumó a una iniciativa enorme de la Red Solidaria de Juan Carr que es la Ruta Verde, que va desde Alaska hasta Ushuaia, donde la idea es que, en cada comunidad, se generen pequeños corredores verdes con plantas nativas para recuperar la biodiversidad de cada zona y de ese modo la gente pueda volver a ganar calidad de vida”. Cerró también aclarando que necesitan “el apoyo de todos los partidos políticos, porque, en definitiva, la situación ambiental no discrimina en ideologías de ningún tipo”.

Cerrando el encuentro, Celeste Fierro, legisladora porteña por el MST en el FIT, saludó la convocatoria que contó con su apoyo para conseguir el salón y prosiguieron a sacarse fotos todos juntos con banderas con consignas, mientras un grupo vitoreaba por la libertad de los cuatro manifestantes que aún siguen detenidos desde el 12 de junio en una movilización contra la llamada “Ley Bases” del gobierno nacional.