La patria ruralista

La patria ruralista

En la entrada al predio de La Rural hay una gigantografía con un toro Hereford, de perfil, que da la bienvenida a los visitantes. “¿Esta fila es para el acto?”, pregunta una mujer de unos 40 años y les cuenta a sus hijos que “todas las cosas buenas del país vienen del campo”

En la cola para los palcos espera gente con ponchos, cintos negros y marrones con hebillas de plata, botas de cuero sin arrugas, mates diversos, alpargatas de suela blanca. En las cabezas, llevan inscriptas sus procedencias: descendientes de italianos con sus boinas negras y discretas, de las que abundan en el oeste de la provincia de Buenos Aires y el este pampeano; los gallegos del sur bonaerense con sus boinas rojas más llamativas; los del norte con sombreros, y los del conurbano con sus boinas caídas y de costado. Algunos es la forma en que se visten habitualmente, otros están disfrazados para la ocasión, y muchos, a pesar de no ser una fecha patria, tienen la escarapela puesta.

A las 10.20, a diez minutos del inicio del acto oficial –que como cada año se realiza el penúltimo día de la Feria–, un hombre de seguridad con borcegos, gorra y chaleco antibalas recorre la interminable fila anunciando que “los palcos están llenos”. María Julia, que vino de Castelar, se acerca a las vallas. “Hace una hora que pagué la entrada. Me dijeron que no era necesario hacer fila”, dice enojada. Otro custodio, ante el reclamo, le responde: “No hay más lugar, córrase por favor”. Unos pocos elegidos consiguen pasar mostrando un papel, lo cual hace enojar más a la mujer: “¡¿Ven que hay lugar?!”.

Los visitantes vestidos para la ocasión.

 

Pasadas las 10:30, en el pabellón bautizado José Alfredo Martínez de Hoz -fundador de la histórica familia que dio a luz al primer ministro de Economía de la última dictadura militar- los caballos se inquietan por el fuerte ruido de las hélices de un helicóptero que empieza a descender sobre el predio. Un hombre, de unos 35 años, señala la nave. “Ahí viene”, les dice a sus hijos.

Desde un atril con la leyenda “El campo es mucho más que campo”, el titular de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Luis Miguel Etchevehere, da comienzo a la ceremonia homenajeando al ex secretario general del Sindicato de Trabajadores Rurales, Gerónimo “Momo” Venegas. A nadie parece llamarle la atención que uno de los mayores terratenientes cite textualmente al sindicalista que acompañó a Mauricio Macri en la campaña presidencial: “La Argentina tiene que producir, producir y producir”. “Tomemos su bandera y honremos su memoria”, añade. Los que están en los palcos aplauden y los que están afuera, que apenas escuchan, también. Etchevehere subraya la necesidad de “crecer afrontando nuevos desafíos” y concluye: “Tenemos claro que no queremos volver al pasado, porque volver al pasado es tener a Venezuela como modelo”. El remate le vale a Etchevehere un aplauso ensordecedor.

La ceremonia en homenaje al ex secretario general del Sindicato de Trabajadores Rurales, Gerónimo “Momo” Venegas.

La ceremonia en homenaje al ex secretario general del Sindicato de Trabajadores Rurales, Gerónimo “Momo” Venegas.

A continuación, el presidente Macri, el orador más esperado de la jornada, saluda a su público: “¡Qué lindo es volver a encontrarnos!”. Su breve discurso es interrumpido por aplausos cada vez que se refiere a “corrupción”, “esperanza” y “optimismo”. Para no perder la costumbre, cuenta una anécdota con un ciudadano “común”, un campesino que, según él, le dijo: “Heredaste el país como un carro encajado con las gomas desinfladas, y todos juntos, como decimos en el campo, te decimos empujemos, dale que sale, dale que sale”. Antes de despedirse, Macri promete “una reforma impositiva para bajar más impuestos” al campo y, acompañado de una gran ovación, pide seguir construyendo un mejor país “todos juntos”. Pegada a las vallas, María Julia, a quien se le pasó el enojo, aplaude con frenesí al mandatario y terminado el acto se va a pasear por la Feria.

Durante los once días que dura el evento, pueden verse más animales en La Rural que en el zoológico porteño, ubicado enfrente. Entre las razas vacunas destacan la Holando Argentina, la noble Hereford, la poderosa Aberdeen Angus, la extraña Brahman, originaria de la India, y el gran campeón de este año, el Brangus, mezcla de cebú y Angus. Todos especímenes producidos en el país que irán a parar afuera.

En el pabellón central, un enorme corral exhibe lo mejor del futuro ganadero argentino, los padrillos. Secadoras, cepillos, mangueras y palas mantienen a los más de 100 toros perfumados, limpios, suaves y brillosos. A diez metros, el principal restaurante del predio, con sus más de cincuenta mesas armadas, aguarda a los comensales que degustarán la carne más selecta bajo la atenta mirada de los vacunos. “Del campo a su mesa” en su máxima expresión.

Las largas filas para entrar al predio de La Rural.

Las largas filas para entrar al predio de La Rural.

Los carteles publicitarios de Clarín, Radio Mitre, La Nación, Banco Provincia y Canal Rural marcan el ingreso al pabellón de ventas. Se ven casi tantos globos amarillos –con la inscripción “Vamos juntos”– como personas. Los puestos son variados: tejidos, cueros, artesanías, juguetes, máquinas, tractores para cortar el pasto y calzado, en su mayoría artículos de campo para quienes no viven en el campo.

Los niños también tienen su sector: “La granja de los chicos”, donde pueden ver e interactuar con gallinas, conejos, ponis, ovejas, cabras, chanchos, llamas y hasta presenciar el nacimiento de los pollitos. En el pabellón, rodeado por siete grandes carteles con la etiqueta #MeGustaElCampo, una madre le cuenta a sus dos hijos que “el abuelo tenía todos estos animalitos en su estancia”.

A pasos de allí se encuentra una de las atracciones de la Feria, “Lanata”, bautizado así por su dueño a sabiendas de que un simple toro es incapaz de repudiar su propio nombre. Aunque “inquieto y caprichoso”, aclara el propietario, este Lanata “no se dedica a combatir la corrupción”. El objetivo, como el del resto de los criadores, es alzarse con algún premio y así cotizar más alto su semen en el mercado, ya que un campeón aumenta su valor entre cinco y diez veces.

Finalizado el acto, las vallas se hicieron a un lado para dar lugar al desfile de los campeones, bajo la figura de un toro Hereford, la imagen oficial de la Feria que en esta edición le ganó la pulseada a nuestra autóctona vaca lechera, la Holando Argentina. El toro Payanquén, con sus orgullosos más de mil kilos y una circunferencia escrotal de 43 centímetros, camina detrás de su dueño. Su esperma será el más codiciado el próximo año y todos querrán un hijo de él. Las ventas reflejan la importancia de los machos: se pagaron 940.000 pesos por el “Reservado Gran Campeón Macho” de Cabaña La Sultana, mientras que la más cotizada de las hembras alcanzó los 545.000 pesos. Luego de Payanquén, desfilan un tractor cargado de pollos y otro de chanchos, este último con tres de los mejores machos reproductores del país. Sus tres dueños, sentados en la parte posterior del carro, saludan al público como próceres de la patria. Un hombre de unos 40 años mira la escena y dice: “Mirá, el tractor lo está manejando una mina”.

Actualizada 01/08/2017

Fútbol, soja y agrogoles

Fútbol, soja y agrogoles

Con apenas seis años de vida, la bandera que lo acompaña en los partidos es un reflejo de la institución: “Agro no tuvo infancia, nació grande”. Asentado en la ciudad bonaerense de Carlos Casares, de 18 mil habitantes, la institución tiene un predio de 15 hectáreas y una cancha propia con capacidad para ocho mil espectadores, luz artificial, césped importado de Europa, sistema de riego computarizado asistido por un lago artificial, y hoy se encuentra en proceso de ampliación para que entre el doble de espectadores.

El club también tiene fútbol femenino, un plantel completo de divisiones inferiores, siete canchas auxiliares, hotel, cabañas, palcos, cabinas en construcción y ningún socio. Su fundador y actual presidente, Bernardo Grobocopatel (primo de Gustavo, el más mediático de la familia), es uno de los propietarios de Grobocopatel Hnos, compañía dedicada a la explotación de campos alquilados –los terratenientes sin tierras– y que llegó a tener la mayor planta de silos de América latina.

Una de las claves del crecimiento exponencial del Agropecuario es, sin dudas, su presupuesto. Según un cálculo estimativo de su presidente, en el Federal A (la tercera división de la AFA) rondó los 700.000 pesos mensuales, cifra cercana a la de un equipo de la B Nacional.

Bandera del Agropecuario flameando.

Los fanáticos festejan el ascenso del club a la B Nacional.

Fernando Fuentes, integrante desde 2013 del área de prensa del club, asegura que “se financian principalmente mediante sponsors ligados a la otra actividad de Bernardo.Tiene muchos contactos con cerealeras, empresas como Ombú y otras que se dedican al negocio agropecuario. Pero si Bernardo quiere traer un jugador y darse el gusto, lo contrata y lo banca él”. Aunque aclara: “Es un empresario y no va a entrar a perder plata al fútbol, por más que sea su pasión”.

Entre salario y premios, los jugadores del “Sojero”, como le dicen, pueden juntar entre 20.000 y 30.000 pesos al mes, mientras que en el resto de los equipos con los que competía en el Federal A, según Futbolistas Argentinos Agremiados, el salario no pasa los 11.300 pesos.

El especialista en dirigencia deportiva Fernando Domínguez, quien actualmente trabaja en la subsecretaría de Comunicación en el Ministerio de Agroindustria de la Nación, sostiene que “el hecho que los jugadores de Agropecuario cobren al día, seguramente por encima de ese número y que además no trabajen de otra cosa por la tarde, como sucede en otros clubes, ya es una ventaja”. En un campeonato largo, opina, “las ventajas económicas y estructurales siempre pesan más y se ubican más arriba”.

Herramienta publicitaria

No es la primera vez que un equipo de fútbol del “interior” se hace conocido gracias al aporte de capital externo. El caso más emblemático fue el del Club Social y Deportivo Loma Negra, nacido de la cementera homónima, propiedad de Alfredo Fortabat, en 1929. La institución tenía como objetivo la diversión de sus empleados y ser un espacio donde compartir en familia. De hecho, sólo contaba con una cancha y un galpón.

Cuando Fortabat falleció en 1976, su esposa, Amalia Lacroze, se hizo cargo de la empresa y comenzó a inyectar dinero en el club. En el Torneo Nacional de 1981, con la contratación de jugadores de Racing, River, Atlanta, San Lorenzo, Independiente, Vélez y Boca, quedó tercero en su zona detrás de River y Ferro. Dos años después, “el Celeste” –como lo apodan– avanzó hasta los octavos de final del certamen, donde fue eliminado por Racing.

Gonzalo Urquijo arriba de un tractor festejando con otros fanáticos el ascenso del Agropecuario.

Gonzalo Urquijo, goleador histórico del club, en un tractor festejando el ascenso del Agropecuario

Pero aquel Loma Negra no sólo sigue ostentando el mayor promedio de puntos por partido en el profesionalismo, con 39 unidades en 28 encuentros disputados, sino que también fue noticia mundial por un capricho de “Amalita”. Ocurrió en 1982, cuando la Selección Argentina recibió en un amistoso a su par de la URSS, que terminó 1 a 1. Amalita convenció a los soviéticos, 30 mil dólares mediante, para que fueran a jugar contra Loma Negra en Olavarría.

Fue una jornada histórica. El local ganó 1 a 0 con gol de Armando Mario Husillos y le cortó un invicto de 18 partidos al conjunto soviético que jugó con su clásica casaca roja con la sigla CCCP. La hazaña deportiva no tuvo un correlato económico. Amalita sólo recuperó 12 mil dólares y con el tiempo perdió el interés por el fútbol. El club, desfinanciado, volvió a competir a nivel regional.

Otro caso reciente es el de Crucero del Norte, fundado en 2003 en Posadas, producto de la empresa de transportes que lleva el mismo nombre. Impulsado por un capital superior al de cualquier equipo, fue el club más joven en disputar la B Nacional (ahora desbancado por Agropecuario) y en 2015 la Primera División. Tras descender en su primera temporada, volvió a la B Nacional donde este año perdió nuevamente la catergoría.

Según Fernando Domínguez, quien además dicta un seminario de Comunicación y Dirigencia Deportiva en la Facultad de Periodismo de la UNLP, la debacle está asociada a la deuda millonaria que mantiene la AFA con el club y al cese del apoyo económico de Rosamonte, su sponsor histórico. “Crucero del Norte encontró cierta identificación en muchos trabajadores que empezaron a utilizar las instalaciones, además de ir a ver al equipo. Si bien fue una iniciativa que partió de los dueños, tuvo eco en los empleados”.

Grupo de hínchas del club festejando.

La cantidad de fanáticos del Agropecuario está en ascenso de la mano de sus logros deportivos.

Domínguez lo compara con el Club Atlético Social y Deportivo Camioneros y con Agropecuario. El primero, sostiene, “es un club estrictamente surgido de los trabajadores organizados, del sindicado del mismo nombre”, mientras que el segundo “fue un proyecto individual de Bernardo Grobocopatel al no poder gerenciar a otro club de la región, y que ahora, con el buen momento futbolístico, empezó a ser seguido de cerca por muchos habitantes de Carlos Casares”.

“Agropecuario y Camioneros son emergentes de esta época y representan en el fútbol a los principales actores que ordenan y disputan el actual escenario económico y político. Agropecuario nace a partir de una empresa que es símbolo del modelo agroexportador primario y Camioneros representa a trabajadores sindicalizados, del modelo industrial de mercado interno, que creció en los últimos años”.

No se trata de un fenómeno únicamente local. En Alemania existe el RB Leipzig, fundado en 2009 por la empresa austríaca de energizantes Red Bull, que tras comprar una plaza en la 5ta división encadenó cuatro ascensos en siete años convirtiéndose en el club más joven de la Bundesliga. El objetivo inicial de sus dueños era llegar a la primera división en el lapso de diez años con una inversión de 100 millones de euros, pero todo fue más rápido.

Festejo de gol por parte de uno de los jugadores del Agropecuario

Asentado en la ciudad bonaerense de Carlos Casares, de 18 mil habitantes, la institución tiene un predio de 15 hectáreas y una cancha propia con capacidad para ocho mil espectadores.

El año pasado, al finalizar la primera ronda del torneo, quedó en la segunda posición. La decisión de afincarse en Leipzig, estado de Sajonia (que integraba la ex República Democrática Alemana), no fue casual. Hoy es el único equipo de la región –tradicionalmente futbolera– que disputa la Bundesliga. Aun así, y a pesar de tener una asistencia media que supera los 25 mil espectadores por partido, padece el rechazo de buena parte de la comunidad que considera al club una mera herramienta publicitaria de Red Bull y una manera de mercantilizar el fútbol.

El Sojero de Casares

“Agropecuario Argentino –afirma Fernando Fuentes– genera casi cien puestos de trabajo, además indirectamente hay mucha gente que está viviendo de esto, gente que pone sus casas en alquiler y Bernardo les paga para que vivan los jugadores. El hotel más grande hoy alberga la concentración del equipo antes del partido y a chicos que están en juveniles de AFA que viven a 200 o 300 kilómetros”.

La máxima figura del plantel es Gonzalo Urquijo, nacido en Bellocq y criado en Casares, goleador histórico del club, por quien Bernardo asegura haber apostado desde un principio y hasta haberse peleado con un técnico para que lo ponga. El día del ascenso a la B Nacional, su imagen, montado a un tractor, recorrió todos los portales deportivos del país.

En diálogo con ANCCOM, Urquijo puntualiza que “las claves del ascenso fueron tres: el grupo, el cuerpo técnico [pasaron tres entrenadores] y, quien empujó todo esto, el presidente”. El delantero de 27 años asegura que este logro “va a servir para que Casares se haga nuevamente conocido y que sea por Agropecuario es muy lindo”. “Ojalá que sigamos creciendo nosotros y que la ciudad pueda sacar sus beneficios”, dice.

Fanáticos festejando con banderas del club

Según Fernando Fuentes, el club genera casi cien puestos de trabajo y, además hay mucha gente que indirectamente está viviendo de él.

Para Fernando Fuentes, Casares ha cambiado de la mano de Agropecuario: “Hoy, entre fútbol femenino, escuelita de fútbol, inferiores y primera, tenés un movimiento de casi doscientas personas por día. El pueblo ha crecido y esperemos que pueda aprovechar este envión que le va a dar la B Nacional para seguir haciéndolo”.

El titular de Agropecuario, Bernardo Grocopatel, asegura estar haciendo “una inversión muy grande” por el crecimiento de su pueblo y que la idea es “que la gente de Casares haga de Agropecuario su club”. “Es un tipo que apostó a su ciudad -sostiene Fernando Fuentes refiriéndose a Bernardo- porque él tenía los medios y la posibilidad de hacer este club y fundarlo en cualquier lugar del mundo, porque tiene los recursos, pero eligió hacerlo en Carlos Casares que es su ciudad”. Fuentes destaca que tres jugadores del pueblo integran el plantel y que Grobocopatel “sólo va a buscar afuera lo que no hay acá”.

Hasta hace un año, Carlos Casares era conocido como la cuna de Roberto Mouras. Ahora también será la ciudad de Agropecuario y su millonario presidente parece haber encontrado la síntesis perfecta entre el negocio y la pasión.

 

Actualizado 26/07/2017

“Subsidian un big mac pero no un centro cultural”

“Subsidian un big mac pero no un centro cultural”

Hace cuatro años, Lisandro Carcavallo empezó a producir audiovisuales de corta duración. Una tarde, en su casa, junto a una amiga, revisando su vieja agenda, encontró guardadas sus entradas a los recitales que había concurrido en la mítica Cemento. Ese fue el disparador. “No puede ser que no haya nada sobre esto”, pensó. Dos años y 87 entrevistas después, Cemento, el documental fue exhibido en el estacionamiento donde funcionó el mítico boliche al que Lisandro fue por primera vez a los 14 años y continuó yendo hasta que cerró. Declarado de interés cultural por la Ciudad, la película de recupera la dimensión del “primer germen de la democracia”, como dice su eslogan promocional. Ahora se proyectará nuevamente el próximo miércoles 21, a las 18.30, en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno.

¿Cómo nació el documental?

Influyó mucho mi pasado. Haber ido a Cemento me dio las herramientas para contar lo que se vivía. Y después, lo triste que fue enterarme que era un estacionamiento y la necesidad de reivindicarlo. Yo también toco, y la falta de espacios se nota, entonces el hecho de que hoy sea un estacionamiento habla de una postura ante los hitos culturales. Así surgió la idea de poner a Cemento en el lugar que se merece y contar la historia de lo que allí se vivió.

¿Por qué decís “el primer germen de la democracia”?

Cemento nace en 1985, con una democracia que estaba recién comenzando y donde todavía existían las razzias de la policía, persecuciones por tener el pelo largo o vestirte de tal o cual manera. En ese contexto, Cemento abre como una discoteca con una particularidad: no tenía derecho de admisión. Fue el primer lugar en albergar en democracia a todos los artistas, los performers, los travestidos o todo aquel que de verdad quería expresarse. Les da lugar a expresiones como la Organización Negra que anteriormente no tenía espacio y tenía que hacer sus actividades en la vía pública. Cemento brinda un lugar de desarrollo, de contención y de encuentro artístico.

Lisandro posa para la camara, con un cigarrillo sobre su boca

«Cemento fue el primer lugar en albergar en democracia a todos los artistas, los performers, los travestidos o todo aquel que de verdad quería expresarse».

¿Hoy no hay lugares así?

Cromañón marcó el cierre de una época. Hay un antes y un después. Hoy la escena mainstream es más cuidada, no así el under que sigue teniendo lugares donde puede pasar cualquier cosa. Lo que sucede es que uno sigue tocando porque confía que esos lugares estén aptos.

¿Faltan políticas?

No les interesa, subsidian un big mac pero no subsidian un centro cultural. Entonces, los lugares alternativos terminan siendo de resistencia porque no tienen ningún apoyo. Eso es lo terrible, que no haya una política que permita el desarrollo de estos espacios. Hoy tenemos el Centro Cultural Kirchner, ahora, yo me pregunto: ¿es para todos? No sé si ciertos pibes van a ir porque la cultura, cuando la segregan en estratos, es complicado de acceder. Cemento rompía con esto, era para todos, no importaba si vivías en Puerto Madero o en La Tablada, ibas y te sentías igual con el que tenías al lado. Por algo hoy tampoco existe La Perla, el Parakultural, el Café Einstein. No se trata de vivir del pasado, pero si tapamos las cosas con gimnasios, shoppings, estacionamientos, perdemos es la memoria de lo que somos.

¿Qué es Cemento, el documental?

Arrancamos sin nada, sin plata ni equipos. Empiezo solo con un sonidista al que le pagaba 120 pesos. Era demostrar que el cine independiente existe, que hay cosas que se pueden hacer con la gente adecuada y confiando. Creo que si hubiera tenido 20 mil dólares, la película no hubiera quedado así, había que hacerla a pulmón, como era Cemento, independiente. Está buenísimo haber logrado abrir ese lugar (Cemento) por una noche, la gente que fue a Plaza Francia a ver la proyección gratuita, demuestra que cuando le acercás cultura, la gente quiere y está ávida. Estaría bueno que se analice de qué forma se le puede acercar a la sociedad, a los pibes, más cultura genuina. Porque Cemento es nuestro, no existe en otro lugar. Estuvo el CBGB en Estados Unidos, estuvo The Cavern en Inglaterra y nosotros tuvimos Cemento, es nuestro.

¿Cuál fue la parte más difícil?

La de Omar (Chabán) era la que más miedo nos daba. Porque tal vez se confunda, nadie está diciendo que haya sido inocente o no haya sido responsable, pero tampoco se puede negar que fue un gestor cultural. Se equivocó, pagó, pero el tipo estuvo dando oportunidades a las bandas y teniendo el Café Einstein en plena dictadura, un lugar donde tocaban Soda Stereo y Los Twist. Fue un tipo que construía cultura, eso es lo que tratamos de mostrar, la diferencia que hay en Cemento con respecto a los lugares de hoy. Cuando se dice que no se firmaba un contrato, cuando dicen que las bandas no cumplían con el arreglo pero Omar les decía que estaba todo bien, que vuelvan. Qué distinto que es ahora, donde para tocar con una banda tenés que poner cinco lucas o no tocás. Es imposible hablar de Cemento sin hablar de Omar.

¿Y cómo describirías a Cemento?

Alejandro Taranto es el que mejor lo hace. Fue la tercera entrevista y nadie logró describirlo como él. Él dice que fue la usina cultural más importante que tuvimos en la Argentina. Y fue eso, una usina cultural tremenda, que dio espacio, lugar y oportunidad a montones de artistas y eso es algo que no se puede comparar, algo invaluable. No sabemos qué hubiese pasado si no estaba Cemento, pero sí sabemos que Cemento estuvo y que fue el lugar indispensable, el paso previo, el paso obligado de toda banda under que quería ser algo en el ambiente o en el mundo de la música.

No sólo de la música.

Exacto, pasa que después surgió el Parakultural, más teatral y performático. Como se ve en la peli, en Cemento surge la necesidad de hacer guita porque si no, no funcionaba, entonces empiezan a tocar bandas. En esa necesidad también hubo una apuesta, porque Divididos tocaba para cuarenta personas en un lugar que era para más de mil. Y no les dijeron “acá no vengas más” o “la próxima traeme más gente”. Si bien se necesitaba la guita, no se la puso antes que a la cultura.

 

Actualizada 22/05/2017

De los mártires de Chicago a los docentes argentinos

De los mártires de Chicago a los docentes argentinos

“He expuesto los que creía justos reclamos de la clase obrera, he defendido su derecho a la libertad y a disponer del trabajo y los frutos de su trabajo”, declaraba Albert Parsons minutos después de ser sentenciado a muerte. Junto a él, George Engel denunciaba: “Aquí he visto a seres humanos buscando algo con qué alimentarse en los montones de basura en las calles. Desprecio el poder de un gobierno injusto, sus policías y sus espías”. Samuel Fielden afirmaba: “La Constitución, cuando dice ‘el derecho a la libre emisión del pensamiento no puede ser negado’, da a cada ciudadano, reconoce a cada individuo, el derecho a expresar sus pensamientos. Yo he invocado los principios del socialismo y de la economía social y sólo por esta razón me hallo aquí y soy condenado”. Michael Schwab agregaba: “Un movimiento social no es una conspiración, y nosotros todo lo hemos hecho a la luz del día”. Parsons, Engel, Fielden, Schwab y otros dos condenados más a la horca son recordados hoy como “los mártires de Chicago”, y sus alegatos, que datan de 1886, cumplen este 1° de Mayo 131 años.

La injusticia de aquel día daría origen, en todo el mundo, al Día del Trabajador, cuyo significado ha ido cambiando con el tiempo. Al principio, los anarquistas se inclinaban hacia la conmemoración y los socialistas hacia la celebración. Según el historiador y experto en sindicalismo argentino, Santiago Senén González, el que movió la balanza en nuestro país fue Perón. “Durante su primer y segundo gobierno se hizo un festejo hasta con un himno y desfiles”, cuenta, y pone el acento en la dignidad reparada: “El trabajador, al ver cumplidos muchos de sus reclamos, vio en el 1º de Mayo un día más bien festivo”. Luego de este período, sostiene Senén González, “se volvió, hasta hoy, a la conmemoración como lucha”.

Manifestación en contra de los despidos en el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación.

Manifestación en contra de los despidos en el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación.

En 1890, cuatro años después de la condena a los mártires de Chicago, en Buenos Aires se distribuyó un manifiesto que decía: “¡Trabajadores! Compañeras, compañeros: ¡Salud! ¡Viva el 1º de Mayo: día de fiesta obrera universal!”. Se trató de la primera conmemoración de la fecha en la Argentina, que incluyó un acto en el Prado Español, ubicado por entonces en la actual avenida Quintana, pleno Recoleta, entre Ayacucho y Junín. Allí se reunieron anarquistas y socialistas para debatir acerca del programa a seguir y su proceder práctico e inmediato. Al día siguiente, el diario La Nación ninguneaba la manifestación: “El hecho no puede tener gran importancia porque aquí ni hay cuestión obrera, ni subsisten las causas principales que le han dado importancia en Europa y los Estados Unidos”. Y la crónica del mitin terminaba consignando: “Habló primero un señor alemán. Enseguida hizo uso de la palabra un francés, luego tres italianos y un español. Había, en la reunión, muy pocos argentinos, de lo cual nos alegramos mucho”.

El manifiesto distribuido en nuestro país fue el de la Segunda Internacional, que se reunió en París en 1889, y en el que se leía: “No se mueven nuestros hermanos para obtener pingües aumentos de salarios, casi siempre inútiles porque se elevan después los artículos de primera necesidad, sino en demanda de que las ocho horas de producción no sean más que ocho”. Senén González explica que, en el primer punto de su documento, el congreso obrero pide “crear leyes protectoras y efectivas sobre el trabajo para todos los países con producción moderna. Para lograr eso, considera la organización de la clase obrera por todos los medios que sean posibles y también la manera de verificar las pretensiones para su emancipación”.

Hoy, a días de la represión contra los trabajadores de la educación frente al Congreso de la Nación y a menos de un mes del contundente paro general contra el Gobierno de Mauricio Macri, parece que para algunos no ha cambiado nada desde aquella infame condena a los mártires de Chicago. El 6 de abril último, por ejemplo, el diario de los Mitre publicaba una nota con esta bajada: “En una recorrida por el microcentro, se ven locales abiertos, taxis circulando y estacionamientos casi completos; testimonios de quienes decidieron no parar”. Al día siguiente, en la edición impresa, un artículo de opinión se titulaba: “Un paro flaco y tristón empujado por zurditos”.

Marcha de San Cayetano a Plaza de Mayo (agosto 2016), en la que miles de personas marcharon para reclamar por la situación laboral.

Con el conflicto docente, el ministro de Trabajo bonaerense Marcelo Villegas se apresuró a declarar que, ratificada la vigencia de la conciliación obligatoria, “las medidas de fuerza devienen entonces ilegales”. Ante la falta de respuestas, los maestros intentaron instalar la Escuela Itinerante frente al Congreso y allí  fueron reprimidos por las fuerzas policiales. “Nos llevaron esposados como si fuéramos unos terribles delincuentes”, relató Miguel Acuña, docente de la Escuela 19 del Bajo Flores. “Si no les gusta que nosotros nos manifestemos públicamente, que vayan y discutan con sus diputados en el Congreso y que se animen a modificar el artículo 14 bis que habla del derecho a la protesta y de nuestro derecho como trabajadores”, desafiaba Acuña en diálogo con ANCCOM.

“Los trabajadores saben que su rol es el del reclamo”, opina Senén González, “es parte integrante de la esencia del sindicalismo”. “Y deben seguir por la vía del reclamo en el Congreso -agrega-. Así el sistema se va erosionando y cambiando, por eso se obtienen las ocho horas, los convenios colectivos, y tantos otros beneficios”. Senén González es escéptico y realista: “El Palacio de Invierno ya cayó, la Bastilla no existe más, y la mejor arma es la que hizo famosa (Augusto Timoteo) Vandor: pegar y negocia.“El contexto sociohistórico del país lleva a reclamar y seguir reclamando. Esas son las reglas de juego, y por eso la lucha continúa y debe continuar”, concluye.

Cooperativa SUBPAGA (Subproductos Ganaderos Argentinos) de Berazategui.

 

Actualizada 26/04/2017

Las lindas: señales de cómo fuimos moldeadas

Las lindas: señales de cómo fuimos moldeadas

Melisa Liebenthal, directora de Las lindas, habla acerca de su ópera prima y su posición en torno a la cuestión de género y los mandatos sociales a las mujeres. El filme puede verse todos los viernes de abril a las 20, en el MALBA y los domingos a las 19 en el Centro Cultural Recoleta.

Cuando tenía 13 años, su padre comenzó a llevarla al BAFICI, un festival de cine que la impactó desde un primer momento. Toda su infancia y adolescencia estuvo marcada por videos que ella misma capturó. Al terminar la escuela, casi como por añadidura, Melisa Liebenthal entró en la Fundación Universidad del Cine (FUC), de donde egresó como directora cinematográfica. En 2015, con 24 años, volvía al BAFICI, pero esta vez a uno de sus laboratorios, para presentar un work in progress, titulado Las lindas, con el que obtuvo los premios Talkbox y Estudio Ñandú. Allí, una presentadora de Rotterdam lo vio y le gustó. Un año más tarde, su ópera prima se presentaba, ya terminada, en la ciudad holandesa y obtenía el premio Bright Future. Meses después terminaría de afianzarse al obtener, en el BAFICI, el premio a mejor directora por la competencia argentina y, en Asterisco LGBTIQ IFF, el de mejor filme. Hoy, con 26 años, trabaja en un nuevo proyecto, que por el momento se conoce como El rostro de la medusa, junto a la productora Eugenia Campos, de quién recibió gran apoyo para Las lindas. Su nueva producción, se presentará en el mismo festival que la enamoró del cine.

¿Cómo se gesta Las lindas?

Las lindas nace en la Fundación Universidad del Cine (FUC). La empecé como un proyecto en un taller de dirección del último año de la facultad. La propuesta era hacer algo completamente libre, entonces comencé a explorar cosas que me interesaban y a probar recursos que después quedaron en la película. Fue ese espacio de exploración libre el que me permitió empezar con el embrión de este proyecto que continué por mi cuenta. Después de un tiempo se sumó Eugenia Campos, que es la productora, y Sofía Mele, que es la co-montajista, y entre las tres lo convertimos en la peli que es. Me sirvió mucho el empuje y el apoyo de Eugenia como productora, que apostó al proyecto.

«Todas las implicancias de la feminidad, que a mí, particularmente, siento me pegaron y me marcaron de alguna forma: el peso sobre el cuerpo de la mujer, la sexualidad…»

¿Y cómo fue su construcción?

Nos costó mucho encontrar una estructura para esta película porque no tenía un guión. Eran secuencias que yo iba filmando, que íbamos editando, viendo cómo se podían pegar, era un descubrimiento constante. Por esto, nos costó llegar a una estructura, pero también es parte de cómo me gusta trabajar a mí. Nos dimos cuenta que funcionaba ir de lo más superficial y liviano a lo más denso o pesado. La película hace eso, empieza muy frívola, con las chicas tomando tragos antes de salir y hablando de las locuras que hacían, después sigue con una anécdota de piquitos súper graciosa, continúa creciendo y termina casi con la secuencia de la depilación, que es la más cargada, desde todos lados, incluso desde la música. Hay ese movimiento de llegar a lo denso.

La película tiene una mirada feminista, ¿buscaste desde el principio que sea así o es algo que también se fue construyendo?

Cuando la empecé en 2013, estaba súper metida en el tema, lo había descubierto hacía poco, entonces se dio como a la par. Uno de los momentos más determinantes del proyecto fue estar con un álbum de fotos viejas que hay en mi casa y ver muy claramente el pasaje de la niña sonriente, espontánea, a la adolescente enojada, incómoda, con cara de orto en todas las fotos, era muy claro el pasaje. Vi eso y dije: “¿Qué pasó ahí? ¿Qué pasó de un momento al otro?”. Entonces empecé a pensar que detesto la pubertad, que fue un momento súper difícil y pesado, donde la pasé como el culo y entonces digo: “¿Por qué la pasé tan mal?” Y bueno, acá es donde entra la lectura sobre todas las implicancias de la feminidad, que a mí, particularmente, siento que me pegaron y me marcaron de alguna forma: el peso sobre el cuerpo de la mujer, la sexualidad… Así que sí, surgió desde el principio esta inquietud feminista.

Sin embargo, en las conversaciones que tenés con tus amigas en la película, esto aparece como una búsqueda sobre la marcha…

En esas conversaciones con mis amigas, que se ven como completamente espontáneas e improvisadas, que giran en torno a las fotos viejas, yo sí apuntaba a tratar de buscar cuestiones, temas o anécdotas que de alguna forma dispararan hacia estos lugares de la construcción del género. Pero igual, lo iba moderando a medida que se daba la conversación. Eran conversaciones de una hora y media cada una de las que usé, como máximo, ocho minutos. Entonces era mucho material que se descartó porque se iba muy para otro lado, o no era tan interesante, o no tenía tanta intensidad. Eran espontáneas en el sentido que no había nada preparado, más que las fotos viejas y las historias que surgieran de ahí en ese momento, esa era la única directriz, no es que dijimos: “vamos a hablar de esto o aquello”. Por otro lado, yo intervengo mucho detrás de cámara porque tampoco quería que fuera una entrevista al modo clásico donde el entrevistador está borrado, acá buscaba todo lo contrario, Melisa es un personaje que está detrás, que se ríe y mueve la cámara, era para estar un poco más a la par y en iguales condiciones con la entrevistada. Tanto en las fotos viejas como en esas anécdotas, aparecían señales por todos lados de cómo fuimos moldeadas todas de distinta forma para ser lo que entendemos por mujer. Cómo fuimos moldeadas para que nos decodifiquen como mujer, básicamente. Como una arcilla a la que se le da esa forma.

En una parte de la película, decidís hacerte un cambio de look y decís que te reconocen como un hombre por cortarte el pelo corto y la gravedad de tu voz, ¿ese pasaje tiene que ver con la decodificación de la que hablas?

Sí, claro, era un poco la idea. Poner eso en foco simplemente para hacerse la pregunta: “¿Qué pasa con esto? ¿Cómo, algo tan básico como el largo del pelo, hace que tu mundo cambie?” No tengo respuestas, ni busco dar explicaciones, sino, que creo que ya con preguntárselo, o pensar en eso, algo se modifica en la percepción de las cosas, esa es la idea.

«Tanto en las fotos viejas como en esas anécdotas, aparecían señales por todos lados de cómo fuimos moldeadas todas de distinta forma para ser lo que entendemos por mujer».

A pesar de tratar el tema de género, la película no se priva del humor…

No creo que el humor atente en contra de esto, creo que la seriedad es peor que el humor para tratar cuestiones de peso. Digamos, la solemnidad no me parece interesante como tono. El humor está en la película y era una búsqueda también, no queríamos que se vuelva muy pesada, dramática o bandera, tipo militante de algo. Queríamos que el espectador pueda encontrar su lugar en la película. Creo en eso, en darle cierto espacio al espectador para que se identifique con lo que quiera, que piense lo que quiera y saque sus propias conclusiones. Con suerte, más espectadores se harán preguntas. Y para esto, creo que es más efectivo, como estrategia, introducir algo de humor antes que estar marcando: “Esto está mal, esto está bien, esto tiene que ser así”. Cuando utilizás un discurso de ese tipo, la otra persona automáticamente se cierra, la receptividad se corta mucho. Woody Allen decía que el humor es tragedia más tiempo. La película se basa mucho en la mirada retrospectiva, en el recuerdo de cuando crecimos y nuestra adolescencia. Pasó tiempo, por eso nos podemos reír también. Hay un momento en el filme, que no dudé en sacarlo, pero me parece de los más fuertes: es cuando mi amiga cuenta cuando iban a la matiné a los 12 años y los pibes le metían mano. Nos reímos, pero es producto de esta mirada retrospectiva. Y después está en cada uno darse cuenta de las cosas o no. Si alguien se ríe y no piensa nada más, es su problema, en parte. Yo creo que la película llega a dar a entender toda esta cuestión, el peso que tiene la construcción de los géneros y el efecto que generan los mandatos sociales. Creo que ahí logra su cometido a pesar de su tono liviano y con humor.

¿Te costó mostrar cierta intimidad, tanto tuya como de tus amigas?

No, nunca lo viví de esa forma porque, desde un primer momento, mi intención era hacer un autorretrato, me interesaba ese género, el cual, para mí, está definido por ser un relato en primera persona, un ‘yo’ que se construye, que habla, pero que a partir de eso está atravesado por cuestiones universales o mucho más amplias. Es ir del ‘yo’ a algo más amplio, con esta voluntad de no quedarse en el ombligo. Siempre lo trabajé así. Eso, sumado a la idea de lo que quería mostrar, era como que todo el material que usaba, mis fotos y videos viejos, iban en pos de algo más grande, entonces nunca me lo cuestioné mucho. Después, por el lado de mis amigas, tuve mucha suerte, todas fueron muy relajadas en relación a hablar con la cámara y a que yo usara el material, confiaron. Pero, como fue una película que se descubrió en el azar, ellas también la fueron descubriendo a medida que yo lo hacía. Por otro lado, lo que genera la película es como un efecto de intimidad, de corazón abierto. Cuando la persona que está en frente tuyo se abre, como por reflejo, a uno le da por ser mucho más receptivo. Pero esto no significa que vos la ves y podés decir que me conocés o que las conocés a ellas, ves una parte y está todo en función de un relato, de cosas que ya sabemos, pero que está bueno recordar. Estoy usando mis fotos y hablando de lo que me pasó, pero no me estoy exponiendo, porque exponerse tiene una carga negativa por la cual quedás expuesta como carnada y en la película no es así.

Actualizada 13/04/2017