«No queremos ni golpes a mujeres ni golpes de Estado»

«No queremos ni golpes a mujeres ni golpes de Estado»

En 2019, en la Argentina hubo 290 femicidios contabilizados hasta el 20 de noviembre, uno cada 26 horas.

Bajo un sol radiante que comenzaba a asomarse luego de la lluvia, las calles se inundaron una vez más de una marea de pañuelos, de colores verdes y violetas, de glitter, de los cantos de aquellas que gritan por las que ya no están, de resistencia. Al “Ni una menos” y al “Vivas y libres nos queremos” que comenzaron en 2015, se le sumaron los reclamos que fueron haciéndose escuchar en los últimos años: educación sexual integral, separación de la Iglesia y el Estado, aborto legal, seguro y gratuito, entre otros; y el más reciente, la inmediata implementación del Protocolo de Interrupción Legal del Embarazo. Pero también se hizo presente la solidaridad con las mujeres y los pueblos chilenos y bolivianos, sobre todo; y de Latinoamérica, en general. Y los pañuelos icónicos del feminismo argentino fueron acompañados por nuevos símbolos de la lucha que crece: wiphalas, polleras, parches en los ojos, máscaras de gas.

El lunes 25 de noviembre, la Plaza de Mayo se vio repleta de mujeres, lesbianas, trans, bisexuales y no binaries que reclamaron por la erradicación de todas las formas de violencia a las que se ven sometidas día a día. La unidad del movimiento se vio reforzada por el carácter internacional que adquirió la movilización, que tuvo un recorrido particular en la coyuntura actual: la embajada de Bolivia, el consulado de Chile y el Cabildo como punto de llegada. Bolivia, Chile y Argentina -pero también Colombia, Ecuador, Brasil y Haití- unidos en la lucha y la resistencia también de las mujeres y disidencias.

La ONU declaró, en 1999, el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, en recuerdo y homenaje por el asesinato de las hermanas Mirabal -Patria, Minerva y María Teresa-, activistas políticas que fueron torturadas y asesinadas en 1960 por la dictadura de Rafael Trujillo, en República Dominicana. Este año, como en ocasiones anteriores, las mujeres y disidencias sexuales salieron a la calle a reclamar por sus vidas y sus derechos.

“El gobierno de Macri garantizó solo 11 pesos por mujer en este último año», denunció Luján Rodríguez.

Las estadísticas en Argentina demuestran una realidad que está lejos de mejorar: según el Observatorio Ahora que Sí Nos Ven, en lo que va del 2019 -hasta el 20 de noviembre-, fueron contabilizados 290 femicidios; es decir que cada 26 horas una mujer fue asesinada en el país. La violencia contra las mujeres es una de las violaciones a los derechos humanos más extendidas y persistentes, y es también la que se cobra más vidas año a año en el mundo. En la coyuntura actual que se vive en América Latina, estas violencias han adquirido una dimensión aún mayor debido al involucramiento de los gobiernos y los ejércitos. “Por eso, lo que estamos poniendo a la vista de todo el mundo es que esta violencia la ejercen los Estados, los machos, los patrones. Es una violencia patriarcal, estatal colonial y racista, entonces hoy estamos denunciando esas violencias”, explicó Luján Rodríguez, miembro de la Campaña contra la Violencia hacia las Mujeres, y agregó: “En particularidad, en solidaridad con las compañeras bolivianas y con las compañeras chilenas, y con todo el pueblo de nuestra América.”

Respecto de la actuación del gobierno saliente de Mauricio Macri, sobre todo con el reciente antecedente de la revocación de la actualización del protocolo de ILE, la joven integrante de una de los colectivos organizadores del 25N, dijo: “El gobierno de Macri garantizó solo 11 pesos por mujer en este último año, garantizó despidos, la precarización laboral, la represión, eso es lo único que garantizó.”

Además de las distintas formas de violencia, la marcha visibilizó el aborto clandestino como una de las principales causante de muerte en las mujeres y cuerpos gestantes. “Hoy marchamos en el Día de Lucha por la No Violencia hacia las Mujeres y sostenemos los reclamos de Ni Una Menos, de parar con los femicidios,” contó Violenta Alonso, militante de Las Rojas y el Nuevo MAS. “Pero además, este año levantamos bien alta la bandera del aborto legal porque también es algo que se cobra vidas todos los días en nuestro país, sobre todo de las mujeres en situación de mayor vulnerabilidad. Y hoy más que nunca hay que insistir en que el movimiento de mujeres no va a bajar este reclamo, que queremos la legalización del aborto y el acceso seguro y gratuito en los hospitales, para que puedan evitarse las muertes por abortos clandestinos.”

Respecto del recorrido de la movilización, Alonso resaltó el carácter internacional del movimiento feminista, explicando así el matiz particular de la marcha en la fecha internacional contra la violencia de género: “En Bolivia están resistiendo un golpe xenófobo, totalmente enemigo de la población originaria, que persigue a las mujeres de polleras, y entendemos que es necesario estar acá repudiando ese golpe, repudiando a Añez, que será mujer pero no es nuestra compañera de lucha sino que representa a este sector ultra racista. Así que por eso empezamos por esta embajada. Y después pasaremos por el consulado de Chile, porque allá las compañeras y compañeros están en rebelión contra un gobierno neoliberal y la herencia de lo que es la Constitución de Pinochet, y entendemos necesario expresar nuestra solidaridad con esas peleas.”

El repudio al golpe de Estado en Bolivia se mezcló con las denuncia por las diferentes violencias de género.

La marcha comenzó en la Embajada del Estado Plurinacional de Bolivia, ubicada en Corrientes 545. Desde las 17, diferentes agrupaciones concentraron y realizaron intervenciones y performances artísticas. La más visible fue la de un grupo de mujeres bolivianas, todas vestidas con polleras y flameando las wiphalas con orgullo. Con los restos de una trenza recientemente cortada en su mano y lágrimas en los ojos, una joven procedió a nombrar los asesinados por el gobierno de facto que preside Jeanine Añez, a quien el colectivo repudió y catalogó de representante del fascismo y el racismo.  El “presente” gritado luego de cada nombre expresaba la angustia y la rabia de quienes no sólo son perseguidas por mujeres sino también por cholas.

“Estamos este 25N repudiando el golpe al Estado Plurinacional de Bolivia. No queremos ni golpes de Estado ni golpes a las mujeres”, explicó Roxana, una de las integrantes del grupo que se encontraba frente a la embajada. “Las mujeres somos el blanco de ese sistema y de esa maquinaria de violencia estructural patriarcal: somos nosotras, nuestras cuerpas, las que vivimos en carne propia los maltratos, la violencia física, psicológica y económica, y estamos acá en pie de resistencia contra eso. Y sobre todo ahora, con lo que está pasando en toda Abya Yala, en toda Latinoamérica, diciendo ‘la wiphala y la pollera se respetan’, como mujeres indígenas.”

Mientras tanto, esas polleras se extendían sobre el asfalto de la calle para representar a los muertos por la dictadura boliviana. En las manos de las mujeres, un hilo verde unía carteles con los principales datos de las víctimas del país vecino. “Todo momento de resistencia y lucha son espacios de movimiento y transformación, sobre todo las de abajo, las indígenas, las originarias, las villeras, las mujeres que vivimos el día a día, somos las que hacemos la verdadera revolución en nuestra cotidianidad. Y sí, hay un cambio profundo e inevitable”, sostuvo Roxana.

La puesta simbólica se repitió varias veces durante la movilización que comenzó a avanzar pasadas las 18, ya con el sol escondiéndose detrás de las pocas nubes que quedaban. En una marcha lenta pero constante, las organizaciones caminaron por la Avenida Corrientes para luego tomar la Avenida Presidente Roque Sáenz Peña -conocida también como Diagonal Norte- en su recorrido hacia la Plaza de Mayo. Los diferentes cantos se escuchaban en cada columna de cada organización. La más emblemática, repetida como un lema o frase aglutinante de los diferentes sentidos que convocaron la marcha fue: “Ni golpe a las mujeres, ni golpe de Estado”.

Lo primero que se vio al llegar a Sáenz Peña 547 fueron vallas amarillas -debido a una obra- del gobierno de la Ciudad- y policía fuertemente equipada, custodiando una puerta de difícil acceso. Las únicas señales de que allí funcionaba el consulado chileno eran una bandera flameando triste, mustia; y las canciones de las mujeres que hacían referencia al país trasandino y a su situación política y social: “Chilenas, mapuches, no bajen las banderas / que acá estamos dispuestas a cruzar la cordillera”.

Bajo la mirada atenta de unos cinco efectivos de seguridad, la Asamblea de Chilenxs en Buenos Aires realizó una performance de denuncia de las violaciones de los Derechos Humanos en el contexto de la rebelión popular en Chile. Con los rostros tapados y los cuerpos pintados, las mujeres representaron un momento de lucha y represión y exigieron la renuncia del actual presidente, Sebastián Piñera. “En este momento, no solo estamos por Chile sino por todas las mujeres del mundo que están siendo asesinadas, que están desapareciendo y las están violando. Y una vez más salimos a la calle a denunciar todo lo que existe, ya lo hemos hecho otras veces y vamos a seguir saliendo, en contra de la violencia machista y acompañando las distintas luchas de los países latinoamericanos”, explicó antes de la intervención Fabiola, una de las integrantes de la agrupación. Del mismo modo, Suimen expresó la sensación de vivir la situación de su país desde Argentina: “Ha sido un mes complicado, primero con mucha emoción pero después con una preocupación bastante grande. Es mucha ansiedad, rabia e indignación, y por lo mismo nos estamos movilizando, tratando de hacer visible todo lo que en Chile se quiere tapar, para denunciar a Sebastián Piñera y a todo su gobierno asesino.”

Casi una hora después de que se iniciara la movilización, Nora Cortiñas, referente de Madres de Plaza de Mayo, recibió a la primera columna de mujeres. A sus espaldas, la Catedral se alzaba tras de unas vallas policiales celosamente custodiadas por la policía, en total contraste con el avance pacífico de las organizaciones.

Mientras tanto, la plaza se iba llenando poco a poco de mujeres de todas las edades, militantes de diferentes organizaciones y otras que habían marchado por su cuenta. Sofía, argentina, y Luz Marina, colombiana, acompañaron la movilización desde un costado, pero sin dejar de ser parte de ella. “Tenemos que tener conciencia de lo que está pasando en nuestro país y en América Latina. Ahora es muy importante salir a la calle, marchar y dar nuestra opinión para que nos escuche todo el mundo porque es algo que nos involucra a todas”, sostuvo la joven oriunda de CABA. Por su parte, Luz Marina hizo hincapié en la situación de su país y de Latinoamérica: “Una de las cosas que más me movilizó es que América Latina, no solo Colombia, ya se cansó, despertamos, ya dejamos de ser obsecuentes, y más allá de un movimiento de un día creo que es un movimiento que tiene que ser constante y por la igualdad de oportunidades.”

El ajuste y la violencia económica también fueron un eje importante en la movilización, al punto que se mencionó varias veces en el acto llevado adelante por las campañas contra las violencias y por el aborto legal, seguro y gratuito, así como por los colectivos de los diferentes países, con el Cabildo iluminado como telón de fondo. Al respecto, Lichi, integrante de un espacio de acompañamiento pre y post aborto de Lomas de Zamora, aportó con la consigna de su grupo: “El ajuste también es violencia”; y agregó: “Muchas veces, los sectores más vulnerados en ese sentido somos las mujeres, trans, travestis, lesbianas, bisexuales, porque siempre quedamos afuera de ese sistema formal de trabajo por el rol que se nos asigna y también por la discriminación. Estamos también pidiendo porque el cupo laboral trans sea efectivo. No es solamente que en nuestras casas nos golpeen o nos violen, sino que es un sistema que constantemente nos está vulnerando en todo sentido, económicamente también, y eso nos hace estar más expuestas contra la violencia.”

La marcha comenzó su etapa final pasadas las 20 con un “pañuelazo y protocolazo”, en el cual las miles de mujeres alzaron los pañuelos verdes y violetas, así como carteles que daban cuenta del reclamo por la resolución inmediata del protocolo ILE. Y así, la Plaza de Mayo se vio inundada por la marea feminista una vez más.

Las mujeres y disidencias sexuales marcharon contra todas las formas violencia y contra el imperialismo, el capitalismo y el patriarcado. Y en lo que los distintos colectivos llamaron una “jornada continental y plurinacional”, los cantos se escucharon al unísono: “Alerta, / alerta que camina / la lucha feminista por América Latina. / Se cuidan, se cuidan los machistas / América Latina va a ser toda feminista.”

Fotografiar la historia

Fotografiar la historia

Cerutti ganó el premio de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano por su trabajo 132.000 volts, el caso Ezpeleta.

La mirada fija a la distancia y los ojos tan característicos, entrecerrados; la campera de cuero cerrada y el pelo ya grisáceo azotado por el viento del sur, siempre impiadoso, tan conocido. Así lo retrató María Eugenia Cerutti a Néstor Kirchner en una de las tantas fotos que le hizo entre el 2003 y el 2009. Así se lo ve al ex presidente en el libro fotográfico que lleva su apellido, Kirchner, publicado por la fotógrafa mendocina. En sus páginas se observa una historia, una época de un país que comenzaba a levantarse luego de la crisis y que volvía a creer en la política como herramienta de transformación.

María Eugenia Cerutti fue fotógrafa de Clarín durante 17 años, y allí tuvo la oportunidad de cubrir las actividades de Néstor Kirchner desde la campaña del 2003 hasta el momento de su muerte, en 2010. Su mirada logró retratar no sólo al candidato, al presidente y al personaje político; sino también al hombre en todas sus facetas, al personaje histórico.

En el 2015, viendo un fin de ciclo -político y personal-, Cerutti publica el libro Kirchner, conformado por una cuidadosa selección de las imágenes que tomó a lo largo de todos esos años de vínculo con la -entonces- familia presidencial. En 2019, en puertas de un nuevo ciclo, la fotógrafa reeditó el libro.

Ganadora del primer premio de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) de García Márquez por su trabajo 132.000 volts, el caso Ezpeleta, Cerutti trabaja hoy como fotógrafa independiente y docente. Su trabajo más reciente es Con toda la muerte al aire, una reconstrucción de un femicidio ocurrido en 1955, en el marco del Laboratorio de Periodismo Performático de la Revista Anfibia.

«La foto del descuelgue del cuadro de Videla es mi favorita. Inolvidable ese día, por todo lo que representó», dice Cerutti.

¿Cómo fue el proceso de reedición del libro?

Fue un trabajo colectivo de edición con Julieta Escardó y Jazmín Tesone, dos editoras, con la mirada de ellas más fría y no tan cargada de experiencia y de anécdotas. Hace falta esa mirada con más distancia para ver el material. Con ellas hicimos tanto la primera edición como la reedición, que tiene algunas modificaciones, cambiamos el formato, de apaisado pasamos a vertical, y también añadí algunas fotos, de algunas personas que hoy tienen un lugar que no lo tenían en el 2015. Por ejemplo, Máximo Kirchner y Alberto Fernánez. Quedó mejor.

El hecho de que se reedite el libro este año ¿es por alguna razón vinculada al contexto político?

Tiene que ver con el contexto político; tiene que ver con el aniversario de la muerte de Néstor Kirchner y que también había elecciones presidenciales el mismo día, fue algo muy fuerte. Además ya no tenía más libros, me pedían… ¿Viste cuando todo te dice que es el momento? Tenía que hacerlo, y sobre todo esto, pensando en que por ahí volvían… capaz era muy pronto, en ese momento todavía no se sabía, ¿volverán al poder o no?

¿Cómo comenzaste a trabajar con Néstor Kirchner?

El trabajo empezó en el 2003. Todos los años electorales presidenciales desde la vuelta de la democracia, sobre todo en Clarín y en La Nación, ponían un fotógrafo para hacer el seguimiento de la campaña. Así se hizo con Alfonsín, con Menem, con De la Rúa, con todos. Cuando llegó el turno de Néstor, casi de casualidad que fui yo a cubrir. Tuve suerte, en realidad: en ese momento él ya era gobernador de Santa Cruz y nadie había entrado a su despacho todavía, pero yo entré. Hice las fotos, unas fotos que no se habían hecho, y volví. Y ahí me dijeron “bueno, entonces hacé vos la campaña”. Y así fue, ahí empecé. Hablaba con el vocero de Néstor, Miguel Núñez, que me iba pasando las fechas y actividades, y yo iba resolviendo, eligiendo; porque entonces no era como ahora que se cubre todo: antes veía todas las actividades en agenda y pensaba cuál era visualmente la mejor e iba a cubrir esa. Y así fueron pasando los años. Cubrí la campaña de transición de 2003, la campaña de 2005 -que fue la de Cristina para senadora-, la del 2007 de Cristina y la del 2009. A veces iba a acontecimientos que no tenían que ver con la campaña, sino actividades de Presidente. En el 2015 me fui de Clarín y también cerraba un ciclo, en ese momento, y vi que tenía todo ese material, un montón de material, ¿por qué no hacer un libro? Sino iba a quedar perdido en el archivo del diario, todo desmembrado.

¿Cuál fue el vínculo que se generó con los Kirchner?

Fue profesional, un vínculo cotidiano de trabajo. Sobre todo al principio, cuando todavía Clarín no se había peleado con Néstor, y aparte porque eran también otras necesidades en ese momento: Internet estaba recién empezando, entonces para la campaña de él, tener a Clarín haciendo todos los días una nota, era bueno, lo nacionalizaba. Ahora no se necesita eso, se recurre a otros medios, pero en ese momento era importante. Y después, mantuve ese vínculo incluso cuando empieza la guerra. Me hacían chistes, me decían “que te pasha, Clarín”, como que conmigo estaba todo bien, separaban.

Y luego de la pelea con Clarín, ¿cambió algo en la relación?

No, desde ningún lado. En el diario no me pidieron nada distinto. Si en algún momento no les gustaban las fotos, elegían otras, pero no es que yo lo sepa. Yo volvía, dejaba el material y listo. Y Néstor tampoco me recriminaba las fotos. Por lo general nunca tuve ningún tipo de exigencia ni reclamo ni de un lado ni del otro. Tuve suerte.

«¿Qué te pasha Clarín?», la cargaba Kirchner cuando Cerutti le hacía tomas.

¿Cuál dirías que fue el momento o los momentos más significativos que te tocó fotografiar durante el tiempo que trabajaste con Kirchner?

El descuelgue del cuadro de Videla. Inolvidable ese día, todo lo que representó eso. A parte de ahí después fui a la ESMA. Inolvidable. Después, la verdad, el material en relación con la cotidianidad. De todo, lo que me gustaba mucho era como él se movía, como se acercaba a la gente, a darle besos, a que le dieran: cómo él usaba el cuerpo para vincularse con la gente. Eso era muy diferente al resto, a lo que se hacía antes. Ahora se hace más, pero sigue siendo como una marca personal de Néstor.

¿Cuál es tu foto favorita?

Te diría que la foto del cuadro, casi por el hecho histórico en sí mismo. Me gustan también un montón de otras imágenes que hablan del personaje pero no en el momento de la foto, sino en los momentos que son antes y después de los hechos. A mí me interesan mucho esos momentos que están corridos de las situaciones que están armadas para ser fotografiadas. Ahí uno puede pescar otras cosas. Después, una de mis fotos preferidas es la de los zapatitos de Cristina y otras de Néstor de ese día: era el lanzamiento de campaña y está con unos papelitos plateados y a Cristina la están saludando todos. Él ya terminaba el mandato e iba a ser ella la candidata, le estaba delegando el poder.

¿Cómo fue el momento de la muerte de Néstor?

Fue muy shockeante, no me lo esperaba. Para todos fue muy fuerte, muy conmovedor. Lo cubrí para el diario, terminé de trabajar y me quedé en la plaza, viendo y vivenciando lo que pasaba, ya no para sacar fotos sino como cualquiera, digamos. Fue muy fuerte.

¿Sentís que a partir de ese momento cambió algo en tus fotos?

Por ahí sí… empecé a ver lo que había pasado, más allá de que un poco ya lo sabía. Ver todo los hechos históricos que habían ocurrido y todo ese material que tenía, que era un montón. Poquito tiempo después de que sucedió empecé a ver todo el material y me di cuenta que podía haber un libro, haciendo una decantación y un filtro del material para que quede más contundente. Ahí fue cuando empecé a trabajar y me tomó bastante tiempo llegar al formato visual.

¿Sabés cuál fue la última foto que le sacaste?

No, no me lo había preguntado nunca. Sí sé que las últimas fueron las de la campaña del 2009. Pero cuál fue la última de todas, no sé.

¿Pensás que si encontrás esa última foto la mirarías distinto?

Puede ser. En su momento fue una foto más pero hoy cobra otra importancia.

¿Y te gustaría volver a hacer este tipo de trabajo?

Sí, me gustaría. A mí me encantó, me sentí una privilegiada.

¿Qué fue lo que más te gustó?

La cercanía, poner el cuerpo y la mirada en un personaje histórico. Estar ahí, tan cerca, con todo lo que significó, es tremendo. Poder haberlo hecho, haber sido testigo de una época, de un cambio, del regreso de la política, de creer en la política como manera de cambio, y tanto del legado que dejó. En su momento, mientras estaba cubriendo, no sabía qué iba a pasar ese día. También lo pude hacer porque trabajaba para Clarín, que tenía los recursos para ponerle un fotógrafo a cada candidato en épocas de campaña. Ahora no se hace más ese tipo de trabajo, no se encara más de esa manera. Ahora dicen: “Bueno, total nos manda material cada candidato”. Y no es lo mismo. Esa imagen tiene otro objetivo, pero así funciona. Fue buenísimo haberlo hecho, disfrutado, y poder ponerlo en valor a través del libro. Porque las imágenes se resignifican mucho según dónde estén expuestas: un diario, una pared, una revista; dependiendo de cuál sea el soporte y el contexto, el sentido se modifica. Entonces, limpiar el material de eso también permite otra lectura, que el espectador, al momento de verlo, apele a su memoria y a su saber de la historia para reconstruirla. Siempre pensé mucho que ese gesto era lo que me interesaba.

En su momento era como un cierre de ciclo, y hoy parece abrirse uno nuevo. Teniendo en cuenta el contexto político, ¿cómo se podría leer el libro hoy?

No sé cómo se puede leer, pero sí van pasando los años y se va haciendo como más histórico. En el 2015 todavía era algo que estaba ahí, como del día anterior. En cambio ahora, luego de cuatro años de gobierno de Mauricio Macri, creo que se puede revalorizar una época y verla con un poco más de distancia. Eso te lo permite también el poco texto del libro: detrás de cada foto hay un pequeño texto mío contando como fue el trabajo, permitiendo que la gente conecte con esas imágenes, con sus recuerdos y sus propias historias. No viene un prólogo diciendo cómo tenés que leer estas imágenes para dejar que cada uno las lea como quiera.

¿Cómo entendés la situación del fotoperiodismo hoy?

Casi no lo ejerzo, pero es muy complejo el cambio de época en relación a los medios y a la circulación y producción de las imágenes. Por lo que sé, por mis colegas que siguen trabajando en relación de dependencia, como que no hay un interés como lo había antes, se trabaja cada vez menos. Sé que durante el gobierno de Macri no hubo acceso a un montón de actividades presidenciales, ellos mandaban las fotos, y eso es otra mirada. No está bueno que haya pasado eso, hay cosas sobre las que empieza a haber un control excesivo sobre la producción de imágenes, y eso para mí es en detrimento total de la variedad de miradas.

¿Fue por una decisión personal que te alejaste del fotoperiodismo?

Por un lado fue un fin de ciclo para mí, sentía que ya había hecho las cosas más copadas: las cosas más interesantes que me podrían haber tocado hacer trabajando como fotógrafa en un diario, ya me habían pasado. Quizás era esperar una nota buena por año y después, el resto del año era aburrirme un montón. Era un trabajo, también, pero pude arriesgarme a ver qué pasaba y me fui. Era una redacción que estaba mutando, Clarín estaba ofreciendo retiros voluntarios, un montón se habían ido antes de que yo me fuera, y después de que yo me fui se fueron muchos fotógrafos más todavía. A los medios cada vez les importan menos las imágenes, estamos en una época en que las imágenes son super importantes pero no les interesa ni pagar por ellas ni hacer la producción profesional de ellas. Entonces no me quise quedar e inmolarme, arriesgándome a que hay momentos con trabajo y momentos con menos, sobre todo en estos años tan complejos. Dentro de todo me fui acomodando, encontrando otros trabajos, otras cosas siempre ligadas a las fotos. Pero era muy de ciclo cumplido: ya no me sentía tan a gusto hacía bastantes años, y antes de llenarme de bronca, me fui. Fue lo mejor para mí.

¿Cómo fue la experiencia de hacer periodismo performático?

Me parece una experiencia hermosa, como de romper un poco los límites conocidos dentro de la profesión, del género y del cómo contar las historias. Es abrirse más al arte como espacio creador, conceptualmente, pensar con límites más abiertos. Arriesgarse en torno a eso me pareció muy interesante. También una manera de decir “bueno, quiero contar esta historia, que es un hecho real que pasó” desde otra perspectiva, con otro nivel de profundización y con criterios más estéticos. Lo volvería a hacer, porque en el espacio hiperinformado en el que vivimos, que saltamos de un tema al otro, me parece también que la posibilidad de plantear un tema como una obra performática permite tener la experiencia de escuchar, de ver, de sentir una historia en particular durante un tiempo. Me parece interesante esa posibilidad en contraposición de este momento en que todo pasa rápido; como forma de experiencia más inmersiva, que posibilita otras lecturas.

 

«¡A disfrutar el gobierno en manos de la gente!»

«¡A disfrutar el gobierno en manos de la gente!»

A medida que los minutos se acercaban a las 21, la ansiedad iba creciendo: a diferencia de lo que había sucedido durante las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), los primeros datos oficiales sobre el escrutinio provisorio se esperaban con puntualidad. Entre las dos fuerzas principales, se manejaban expectativas distintas: de un lado, una diferencia significativa de, al menos, 10 puntos; del otro, la posibilidad de alcanzar la tan anhelada segunda vuelta, aunque los boca de urna y las primeras tendencias no fueran prometedores. La aparición del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, acabó con las dudas y las especulaciones. Haciendo referencia a la velocidad de escrutinio y con un 65% de las mesas escrutadas hasta el momento, anunció a la fórmula Fernández-Fernández como ganadora de las elecciones del 27 de octubre.

Lejos quedaba la posibilidad de una eventual reelección de Mauricio Macri que, junto con su compañero de fórmula, Miguel Ángel Pichetto, logró un 40,5% de los votos (números oficiales resultantes del escrutinio del 96% de las mesas): si bien mejoró notoriamente su performance de las PASO, al presidente no le fue suficiente para forzar un ballotage. Porque, con el 48% de los votos, Alberto Fernández se convertía en el próximo presidente de los argentinos.

Las elecciones generales transcurrieron de manera pacífica y normal en todo el país, a excepción de algunos incidentes puntuales y la puesta en duda del sistema por parte del Jefe de Gabinete, Marcos Peña, quien lo calificó de “arcaico” y abrió la posibilidad de tener que esperar el escrutinio definitivo antes de hablar de un futuro presidente.

Los resultados volvieron a poner en escena un panorama de hiperpolarización: entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio acumularon cerca del 90% de los votos a nivel nacional. El frente Consenso Federal, con Roberto Lavagna encabezando la lista, se constituyó como una pobre tercera fuerza, con apenas el 6,2% de los votos. Más lejos quedaron los otros 3 candidatos que dirimieron la presidencia: Nicolás del Caño, del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT-Unidad), logró el 2,2%; por su parte, Juan José Gómez Centurión (NOS) y José Luis Espert (Unite), sólo alcanzaron el 1,7% y el 1,5%, respectivamente.

La participación ciudadana en las elecciones fue muy alta: más del 80% del padrón electoral ejerció su deber cívico, un porcentaje  superior al observado durante las elecciones primarias que forman parte de la explicación de la mejora macrista en los índices. Buena parte de esos nuevos votantes apoyaron al oficialismo, que también succionó sufragios de Lavagna, Gómez Centurión y Espert.

No bostante, los resultados finales no supusieron una sorpresa, más allá de la importante reducción de la brecha entre Fernández y Macri respecto de las PASO. Luego de una ardua campaña electoral -consistente, principalmente de la gira y las marchas del “Sí se puede”- y una mayor concurrencia del electorado, el presidente de la Nación logró un aproximado de 8 puntos más en comparación con el resultado del 11 de agosto.

Córdoba, Santa Fe, San Luis, Mendoza, Entre Ríos y la Ciudad de Buenos Aires fueron los únicos distritos que quedaron pintados de amarillo en la mapa electoral con el triunfo de Juntos por el Cambio. En el resto del país, el Frente de Todos venció al binomio oficialista: Santiago del Estero fue la provincia en la que se registró la mayor diferencia -casi de 56 puntos-; Formosa, Santa Cruz y la provincia de Buenos Aires también mostraron resultados contundentes en favor de la fórmula Fernández-Fernández.

El camino hacia la transición comenzó el mismo domingo con discursos que tendieron al diálogo y a la inclusión de todos los argentinos, independientemente de sus elecciones electorales. Además, Mauricio Macri invitó a Alberto Fernández a desayunar el lunes 28, a las 8:30, en la Casa Rosada, con el propósito de iniciar un proceso de transición ordenada. El paso final será el 10 de diciembre con el traspaso de mando frente a una sociedad que le dijo “basta” a la gestión actual.

 

Festejo y responsabilidad

En  el Centro Cultural C, en Chacarita, búnker del Frente de Todos, desde las 14, los militantes más entusiastas ya comenzaban a llegar a la intersección entre Corrientes y Dorrego, donde se emplazaba un escenario pequeño. Hacia las 17, las arterias del barrio se llenaron de banderas blancas y celestes y bombos con la cara de Cristina y Néstor. Algunos vecinos se asomaron por los balcones, alzando dos dedos y sonriéndole a la multitud que empezaba a emerger.

Uno de las primeras figuras en llegar fue Eduardo Jozami, activista por los derechos humanos, quien explicó cómo vivía la jornada electoral: «Con ganas de festejar lo que creo que es la posibilidad de que el movimiento popular argentino tenga una nueva oportunidad. Con toda la experiencia que tuvimos: repitiendo las cosas que hicimos bien y analizando estos cuatro años y las cosas a mejorar.»

A minutos de las 18 y del cierre de comicios hizo su llegada Ginés González García, quien algunos sopesan como posible ministro de Salud. Rodeado de personas, el ex embajador de Argentina en Chile comentó: «Es un día de festejo y responsabilidad, nos preparamos para lo que viene, que va a ser muy distinto. Lo que estamos buscando es la unidad de la Nación para poder gobernar y cambiar la historia. Tenemos historia, nos pasó en 2001, 2002 y la gente lo vio. Siempre que podamos cambiar la historia vamos a estar presentes.»

También, desde temprano, hicieron su aparición la economista política e investigadora del CONICET, Delfina Rossi; y José Luis Gioja, gobernador de San Juan.

Por su parte, en el sitio habitual de reunión de la militancia macrista, Costa Salguero, los ánimos intentaban estar calmos, si bien la tensión ya se sentía en el ambiente. En los primeros momentos de la tarde, el espacio se encontraba prácticamente vacío de simpatizantes macristas, y no se había dejado ver nadie más que el personaje que se convirtió en emblema de Juntos por el Cambio: el “Mago sin Dientes”.

A las 18:15 hicieron su primera aparición Marcos Peña, Federico Salvai y Eduardo Macchiavelli. Las primeras declaraciones del jefe de gabinete fueron para agradecer la participación masiva en los comicios y la labor de los fiscales en un sistema electoral que calificó de “arcaico”: “Lo que se viene que es muy importante, es defender cada uno de los votos.” Ante la insistencia de los periodistas por saber los números de las mesas testigo, Peña pidió prudencia y paciencia.

Llegando casi a las 21, el panorama había cambiado drásticamente: la esperanza parecía ocupar el espacio que dejaron vacíos los tradicionales globos. El sitio destinado a la militancia se encontraba cubierto y, al grito de “sí se puede”, las banderas argentinas -que primaban entre el público-, se sacudían y agitaban al ritmo de la música de tendencia. El apoyo a Horacio Rodríguez Larreta -reelcto jefe de Gobierno- también se hizo presente con “las remeras de Larreta”, y los jóvenes dominaron la escena juntos a muchos niños que corren entre la gente.

Si bien los primeros datos oficiales sobre el escrutinio provisorio ya daban cuenta de un resultado irreversible, Mauricio Macri recién se hizo presente en el escenario pasadas las 22:20, acompañado de su compañero de fórmula, Miguel Ángel Pichetto. En una actitud bastante diferente a la que exhibió luego de las PASO, el presidente felicitó a los argentinos que participaron de la elección y al presidente electo Alberto Fernández: “Acabo de hablar con él y lo invité a desayunar mañana para iniciar una transición por el bienestar de los argentinos.” Macri también agradeció a los fiscales y a las figuras de su gobierno: Gabriela Michetti, María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta y Pichetto.

“Quiero decirles, queridos argentinos, que transformar nuestro país depende de nosotros. Gracias al trabajo que hemos realizado estamos sobre una base y tenemos que cuidarlo entre todos”, aseguró Macri frente a su militancia. Y pensando en el escenario político futuro, agregó: “Todos estamos comprometidos en cuidar la democracia y la república. Si hay un sueño que tengo es que podamos consolidar un proyecto común, ejerciendo una oposición sana, constructiva, responsable que pueda reafirmar las conquistas logradas.”

Con Abel Pintos musicalizando el momento, Juliana Awada, Diego Santilli, Michetti y Rodríguez Larreta subieron al escenario. “No me importa para dónde vas / yo voy, sin mirar atrás / si te tengo por delante.” La pantalla mostraba un “gracias” y Macri saludó también con un gesto de agradecimiento. Mientras tanto, la gente se abrazaba y lloraba.

Las otras fuerzas

La jornada electoral había terminado temprano en los bunkers de las otras fuerzas. Roberto Lavagna, que obtuvo poco más del 6 por ciento, reconocía que no cumplieron con sus expectativas y que disminuyeron sus votos, respecto a las PASO, producto de la fuerte polarización. Algo similar declaraba Nicolás del Caño, votado por el 2 por ciento de los electores, en la sede del Frente de Izquierda-Unidad, que lamentaba sobre todo que Myriam Bregman no llegara a la Cámara de Diputados.“Nuestra campaña tiene más vigencia hoy -aseguró-, por la crisis que se atraviesa en relación a la fuga de capitales, a la pérdida de reservas del Banco Central y el aumento de los precios, que resulta en una pulverización de los salarios y jubilaciones”.

En el Frente NOS, ubicado en Fraga 1209, Villa Ortúzar. Juan José Gómez Centurión, candidato a la presidencia, se hizo presente a las 19:20 y saludó mano por mano a todos los que lo acompañaron, militantes que habían llegado desde el cierre de los comicios. Luego confirmó que «las expectativas de estas elecciones siguen siendo las iniciales: consolidarnos como el espacio más claro de la derecha Argentina». Además afirmó que disfrutó la jornada de votación a pesar de verse empañada por lo que calificó de «mañas» de la vieja política.

En una sala reducida y visiblemente vacía del hotel Vitrum, del barrio de Palermo, el candidato José Luis Espert también dio un breve cierre a su campaña. Con un número de periodistas que superaba al de los militantes y funcionarios del partido político -el “ejército espertano” estaba representado por pocos jóvenes que no llegaban a 15 e incluso algunas candidatas a diputadas nacionales ofrecieron una presencia intermitente-, los únicos momentos en los cuales la sala se llenó fueron durante las declaraciones de Luis Rosales, candidato a vicepresidente, y Espert.

El candidato a presidente por Unite agradeció e hizo hincapié en los obstáculos que atravesaron durante la campaña: “Esta empresa que hemos comenzado hace unos meses se dio a pesar de esfuerzos internos o extraños pero estamos acá y hemos competido. Hoy afortunadamente pudimos ofrecer nuestra candidatura a miles de personas que nos han votado. Esto es un camino que recién comienza. Argentina tiene un gran futuro y ese futuro es liberal y ya comenzó.” También le pidió a Mauricio Macri que se dedique a gobernar durante el tiempo que le queda a su mandato, culpándolo del “desasosiego de la población”. Y le dio un mensaje a Alberto Fernández: “Nosotros seremos severos defensores en el cuidado de las cosas que hacer por el bien de la gente y su trabajo”.

El recuerdo a Néstor Kirchner

En Corrientes y Dorrego -y sus proximidades inundadas de personas- , la gente también se abrazaba y lloraba, pero a diferencia de lo que ocurría en Costa Salguero, lo hacia de felicidad. Desde las 21 que había estallado la alegría de saber, oficialmente, que Alberto Fernández sería el próximo presidente de todos los argentinos.

A las 22:40,  con «Rezo por vos» como canción de fondo, aparecieron en el búnker  Alberto Fernández, Cristina Fernández y Axel Kicillof, los candidatos victoriosos. Luego de hablar el futuro gobernador de la provincia de Buenos Aires, tomó el micrófono Cristina Fernández, quien, a partir del 10 de diciembre será vicepresidenta de la Nación. Comenzó su discurso dirigiéndose al pueblo argentino: «Déjenme agradecer a los cientos de miles de ciudadanos y ciudadanas anónimos que han resistido y que tienen pensamientos y sentimientos que los han ayudado a mantenerse en pie.» A su vez habló sobre la ardua tarea que tendrán como gobernantes luego de cuatro años de «tierra arrasada», como expresó Kicillof. Y culminó, haciendo un llamado a la sociedad entre la aclamación de la militancia peronista: «Quiero pedirles a todos los hombres y mujeres que, por favor, nunca más rompan la unidad que se requiere para enfrentar estos proyectos neoliberales que tanto dolor han causado.» También le hizo un pedido al presidente Macri: que gobierne a los argentinos hasta el 10 de diciembre y que tome las medidas necesarias para que no aumente el daño social y económico.

El futuro presidente, Alberto Fernández, también inició su discurso con agradecimientos a los votantes, por el compromiso demostrado en “construir una argentina solidaria». Entre los ya clásicos cantos de “Alberto presidente” -esa noche más reales que nunca-, también hizo un agradecimiento específico y especial, teniendo en cuenta la fecha: «La primera salida que tuve como candidato fue ir a visitarlo a Néstor: Gracias, Néstor, donde estés. No sería justo no reconocerle a él lo que hizo por nosotros. De aquí en adelante solo nos queda cumplir con lo prometido.» Luego, Fernández dio un mensaje esperanzador al pueblo argentino: «Vamos a ser la Argentina que nos merecemos porque no es verdad que estamos condenados a esta Argentina. Vamos a hacerlo porque nos lo merecemos y no lo van a hacer Cristina y Alberto, lo vamos a hacer todos y todas. ¡A disfrutar el gobierno en mano de las gente!» El público, dentro y fuera del búnker parecía no poder gritar más fuerte.

El presidente recién electo finalizó saliendo a las calles y mirando a los ojos a los militantes y simpatizantes que colmaban la avenida Corrientes y sus alrededores: «Este no es el frente de nosotros, es el de todos.»

Cuatro años atrás, un enorme grupo de gente se reunió a abrazarse y llorar por el fin de un ciclo político, de una idea de país. En la noche del 27 de octubre, esa gente volvió a reunirse, volvió a abrazarse y volvió a llorar. Pero porque volvían. Renovados, con esperanza y con fuerza para afrontar los desafíos que pone por delante una Argentina en crisis. “Vamos a volver”, cantaban. Y volvieron.

A partir del 10 de diciembre, futuro se escribirá con F. Pero de qué tratará el mismo, solo el tiempo y la política lo dirán.

 

Un país que le da la espalda a la infancia

Un país que le da la espalda a la infancia

Según UNICEF, el 70% de los embarazos de menores de 19 años no son intencionales.

Los datos del 2018 ya eran preocupantes: más de la mitad de los niños y adolescentes de Argentina vivían por debajo de la línea de pobreza. Según el Observatorio de la UCA, el 51,7% de los menores de edad no alcanzaban a cubrir sus necesidades básicas, y el 13% había pasado hambre en algún momento. A fines de septiembre, el Instituto de Estadísticas y Censos (INDEC) dio a conocer los índices respecto del primer semestre, y confirmó un panorama peor: la pobreza alcanzó al 35,4% de los habitantes de Argentina y, lo que es peor aún, al 52,6% de los menores de 15 años.

Lejos quedó aquella proclama que hoy parece ser una burla en la cara de quienes no les alcanza para vivir: “Pobreza cero”. Hoy, la realidad es muy distinta, y la niñez y la adolescencia son los sectores más golpeados. Y más invisibilizados.

A poco de cumplirse 30 años de la Convención de los Derechos del Niño -en nuestro país, ratificada con peso de ley-, y en vistas de las elecciones presidenciales, UNICEF difundió un informe centrado en la gran deuda con la niñez y la adolescencia: la pobreza. No entendida sólo desde lo económico, sino desde un enfoque multidimensional que incluye ingresos, salud, educación, acceso e, incluso, el ejercicio de sus derechos. Según el organismo, “las posibilidades que tiene un niño, niña o adolescente de ejercer sus derechos todavía depende del lugar donde nace y de las características socioeconómicas y laborales del hogar donde crece.”

El informe destaca “desafíos y recomendaciones para pensar respuestas desde la política pública” y entiende que la erradicación de la pobreza debe tener un lugar central en la agenda del próximo gobierno -si bien, durante el debate electoral, el tema fue apenas tratado por los candidatos-, a partir de la articulación de políticas a corto y largo plazo.

«Hay que restaurar el poder adquisitivo de la AUH por lo menos un 20%», opina Roxana Mazzola.

Roxana Mazzola, coordinadora académica del Diploma de Postgrado de Desigualdades y Políticas Públicas (FLACSO), sostiene que es necesario ordenar las prioridades políticas conforme a una agenda que priorice la infancia: «Lo que es central no es solo la medida puntual que se haga sobre la niñez en situación de pobreza, sino primero restaurar las condiciones laborales de la familia.»

Uno de los puntos principales a trabajar, según el informe de UNICEF, es el acceso al sistema de protección social. Al respecto, Mazzola considera que «hay que restaurar la Asignación Universal por Hijo (AUH) y profundizarla en términos de derecho a la seguridad social en la infancia.» Y agrega: «La fórmula de actualización -modificada por la gestión de Cambiemos- hace que el monto esté muy por debajo del proceso inflacionario; hay que restaurarlo al menos en un 20% y revisar todo el sistema de asignaciones familiares de Argentina”. Además, considera que otro eje prioritario es el trabajo: «Los chicos no están sueltos, están en un entorno familiar, y ese entorno familiar en los últimos tiempos vio fuertemente deterioradas las condiciones laborales.”

Otro punto planteado por Mazzola es el derecho a la participación de la infancia y la adolescencia en el diseño de las políticas dirigidas a ellos. “Tienen que haber colectivos que sostengan las políticas en tanto son los que permiten, en procesos adversos, blindarlas para que no venga un cambio de gobierno y retoque los procesos. En el caso de la infancia hay que pensar en instancias de representación que, institucionalmente, están muy poco desarrolladas.”

En el caso particular de UNICEF, el organismo organizó uninforme en ocho puntos que, según los mismos niños, niñas y adolescentes, se constituyen como factores de pobreza. Para ellos, pobreza es no tener acceso al sistema de protección social; no acceder a un sistema de cuidados en la primera infancia; no contar con acceso universal a la educación inicial; ser adolescente y no acceder a la escuela, o hacerlo y no aprender; ser adolescente y enfrentar inequidades en el acceso a la salud; ser niño, niña o adolescente y sufrir malnutrición; sufrir violencia psíquica, psicológica o emocional; y ser adolescente y no acceder a un sistema de justicia inclusivo.

Todos estos puntos superan con creces una visión meramente economicista de la pobreza, para trabajarla como un complejo entramado que no sólo involucra a la infancia y la adolescencia, sino también a su entorno, al sistema educativo, al sistema de salud e, incluso, al sistema judicial -en un contexto político en el cual el Ministerio de Salud fue degradado a Secretaría, se “cae en la educación pública” y la baja de edad de imputabilidad es una constante en boca de algunos funcionarios del gobierno. Como también sostiene Roxana Mazzola, el crecimiento de la pobreza es manifestación del crecimiento de un proceso de desigualdad en el país: “El reto es no mirar el nivel de pobreza que tiene la niñez y solo poner el foco en las carencias, sino pensar en qué genera esas carencias.”

Así como el acceso a la protección social es uno de los puntos fuertes del informe, desde UNICEF hacen hincapié también en la cuestión de la inequidad en el acceso a la salud, sobre todo en los adolescentes. Al respecto, Susana Checa, Sociologa especializada en políticas de salud e investigadora del Instituto de Investigación Gino Germani, sostiene que los programas y planes en salud para prevenir embarazos no deseados durante la adolescencia no se han aplicado de manera eficiente y sostenida durante la última gestión de gobierno: «Los embarazos en adolescentes entre 10 y 19 años no han disminuido de manera significativa, a pesar del reciente Plan sobre Embarazos no Intencionales en la Adolescencia  (Plan ENIA). En la franja  adolescente de mayor vulnerabilidad, las menores de 14 años, no hubo un descenso. Estos son mayoritariamente embarazos producto de abusos sexuales en el entorno familiar o comunitario.” Según UNICEF, el 70% de los embarazos de menores de 19 años no son intencionales; y de ellos, 2500 son de niñas menores de 15.

Sobre las prioridades que debería tener el próximo gobierno, la investigadora considera que “una efectiva implementación de políticas públicas en el acceso a una anticoncepción moderna e informada; la Educación Sexual Integral (ESI) en todos los niveles escolares y el acceso a la Interrupción Legal del Embarazo (ILE); la profundización y generalización de la excelente iniciativa de la provincia de Santa Fe de producir el misoprostol, -para acceder sin riesgos a la ILE-; y la progresiva implementación de la AUH, entre otras medidas, deberían impactar sobre estos indicadores tan preocupantes.”

La situación que viven más de la mitad de los niños, niñas y adolescentes en Argentina -se estima que para fin de año, seis de cada diez chicos estarán en situación de pobreza- no es postergable. Los especialistas coinciden en que debe ser una prioridad del próximo gobierno, en tanto que durante la gestión actual poco se hizo al respecto. “Hubo una medida decidida del gobierno de dejar que eso pase, porque ninguna de las políticas económicas que implementó tendieron a una sensibilidad social. En ese sentido son como las Damas de Caridad: tengo el acto caritativo recién cuando veo que explota la sociedad”, sostiene Mazzola y agrega: “Y eso no es la política social, la política social es transformadora, te permite modificar cuestiones que tengan que ver con la desigualdad y no solo estar atendiendo en los márgenes a los que se están por caer del mapa. En la agenda que venga a futuro es central recuperar esa perspectiva de derechos. Hay que volver a centrar el sentido de la política social como herramienta de integración social”.

Por esto, y debido al progresivo deterioro de las condiciones de vida en la niñez y la adolescencia, para UNICEF es de urgencia “priorizar y fortalecer el financiamiento de la protección social y redoblar los esfuerzos en favor de la infancia.” En la misma línea opina  Checa: “En un país tan heterogéneo y desigual  como el nuestro, se hace necesario que el próximo gobierno sostenga y profundice este tipo de medidas y planes, junto con la implementación de medidas de carácter preventivo y asistencial, comprometiendo a las distintas instituciones educativas y de salud para disminuir significativamente estos indicadores.”

Porque, después de todo, como dijo Luisa Braumana, representante de UNICEF en Argentina: “Un país que le da la espalda a su infancia le da la espalda no solo a su presente, sino también a su futuro.”

Cocinados por el FMI

Cocinados por el FMI

Alejandro Bercovich en su avant premiere.

Las figuras son tres. De cartón, tienen el tamaño de un adulto promedio, pero sus rasgos están deformados: lo que antes pudieron ser fotografías, ahora son caricaturas que exageran los rasgos característicos de los personajes. Los ojos de uno, la papada de otra, la nariz de la última. La visión es llamativa y grotesca. Pero más grotescas son las frases que sostiene cada figura: “No pueden seguir gastando plata en planes sociales”, “Argentina debió ajustarse antes y mucho más”, “El programa económico de Macri ya está dando resultados”. Frases de Anoop Singh, Anne Krueger y Christine Lagarde, respectivamente. Frases del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Ese fue el recibimiento a los espectadores que el miércoles 9 de octubre asistieron a la Avant Premiere del documental del periodista y economista Alejandro Bercovich: Fondo, otra vez la misma receta, en el teatro ND Ateneo (Paraguay 918). Personas de todo el arco político y periodistas se sentaron en la platea para dar los primeros vistazos a la película que, en palabras de su productor general, Claudio Martínez, “fue hecha en muy poco tiempo”. Nicolás del Caño, Myriam Bregman, Daniel Filmus, Daniel Lipovetzky, Carlos Tomada, José Ignacio de Mendiguren, Víctor Hugo Morales y Marcelo Zlotogwiazda fueron algunas de las personalidades que asistieron al estreno, además del equipo económico del candidato a presidente Alberto Fernández y representantes del también candidato, Roberto Lavagna. Nora Cortiñas -Madre de Plaza de Mayo, línea fundadora- participó del encuentro a través de una audio grabado, debido a que no pudo acudir. A un cálido saludo agregó una percepción personal: “Me parece que es fundamental que estemos informados en estos momentos cruciales que estamos viviendo en Argentina.”

Las metáforas, a lo largo de la historia, han servido en incontables ocasiones para explicar y comprender conceptos y teorías académicas, fenómenos específicos, pero, sobre todo, lo que sucede en la vida diaria. Lo mismo hace Bercovich -a partir de la idea del guionista Hernán Vanoli- con la idea de la “receta”, ayudado en la pantalla por la participación especial del cocinero Juan Braceli. Estructurado como un recorrido político, económico y, principalmente, gastronómico, el documental reconstruye la historia del FMI y sus planes -sus recetas- para con Argentina; pero también lo que sucedió con Grecia y Portugal durante sus vinculaciones con el organismo internacional, algo interesante ya que ambas naciones se presentan hoy como posibles espejos del futuro argentino.

“La idea de esta película es promover un debate en un momento muy particular de la Argentina. La cuestión de la deuda y el vínculo con el Fondo Monetario Internacional son quizás los temas más importantes que tenga que resolver el presidente que vamos a elegir el 27 de octubre”, expresó Martínez, quien, junto con Woody González y Luis Hassan, produjo el documental.

Avant Premiere del documental Fondo, otra vez la misma receta de Alejandro Bercovich.

La película dura poco más de 75 minutos, en los cuales se intercalan distintos registros narrativos para construir el argumento de la “picante historia de amor” entre el Fondo y el país: entrevistas de archivo; testimonios de especialistas y referentes económicos, así como de afectados por las políticas del FMI -nacionales e internacionales-; escenificaciones de variado tipo; y, por supuesto, más metáforas referidas al mundo gastronómico. Destruyendo varios mitos económicos y demostrando que el Fondo es “cocinero de un solo plato”, el documental pretende dejar en claro un mensaje: que la deuda excede lo económico y es una forma de dominación política. Y que, por eso, no se puede volver nunca más a un Fondo que nunca cambió.

Al respecto, y en vistas del futuro inmediato, Bercovich le dirigió unas palabras a los espectadores: “Me parece que, más allá de quién gane, va a resultar muy pero muy importante la movilización que haya en la sociedad en torno a esta discusión. No es solamente cuán duro se ponga el candidato que gane cuando le toque renegociar con el FMI, va a depender mucho de que toda la sociedad entienda hasta qué punto la deuda es un mecanismo de sujeción política.” Sobre la película en sí no dio detalles, sino que dejó que ésta hablara por sí sola. Sin embargo, volvió a hacer hincapié en la importancia de la sociedad: “Este documental está dedicado a ustedes, a todos y todas. Porque la discusión no la tiene que dar un tipo desde el sillón de Rivadavia, es una discusión que tenemos que dar todos nosotros en la calle, como sabemos hacer los argentinos. Como nos enseñaron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.”

Daniel Lipovetzky y  Daniel Filmus.

Nicolás del Caño, «Chipi Castillo» y Myriam Bregman.