Mar 31, 2017 | Trabajo
Las dos Centrales de Trabajadores Argentinos (CTA), a las que se les sumó el nuevo Movimiento de Trabajadores Saúl Ubaldini (con referentes de la CGT que se distanciaron de la cúpula), convocaron a más de 150 mil trabajadores en Plaza de Mayo bajo la consigna “trabajo, educación y paritarias libres”, en una nueva movilización contra el modelo económico impulsado por el Gobierno nacional. Pablo Micheli, titular de la CTA Autónoma remarcó durante el acto: “No alcanza con una movilización, ojalá todos los días haya una, hasta que caiga este modelo neoliberal”. Pidió, además, unir fuerzas para sumarse al paro del 6 de abril.
Una vez más en este marzo, sobre Avenida de Mayo y 9 de Julio, a partir de las 15.00, se congregaron las organizaciones nucleadas en las dos centrales obreras de trabajadores del Estado. En Plaza de Mayo ya algunos ansiosos habían empezado a tomar posición en las vallas de cara al escenario, donde luego hablarían los oradores. Pero este 30 de marzo -fecha que homenajear la marcha encabezada por Saúl Ubaldini en 1982 para desafiar a la dictadura militar- cayó jueves y, como siempre, un grupo de Madres de Plaza de Mayo comenzaban su habitual ronda de lucha eterna.
Aproximadamente media hora después, la columna de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) ingresó en la Plaza para ser la primera agrupación en empezar a colorearla. Este gremio, además de sumarse a la convocatoria de la marcha, adhirió con un paro en los diferentes lugares de trabajo. “El paro fue muy importante. En todos los ministerios y hospitales hubo un cese de actividades, se discutió con los trabajadores de qué manera participar y ahora están abandonando los edificios para venir a la marcha”, comentó a ANCCOM el secretario general de los estatales, Daniel Catalano.
En cualquier calle del Centro porteño se podían ver pecheras, guardapolvos y banderas identificatorias. “Para que ganen los docentes paro general ya”, decía un cartel del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (SUTEBA), que copó Avenida de Mayo. María Echegaray docente de la Escuela Provincial 31, de la localidad bonaerense de González Catán, asistió a la movilización con la delegación de La Matanza. “Hoy fue contundente, en mi escuela todos pararon”, destacó María, que también indicó: “Todos los trabajadores tenemos que estar acá, estamos viviendo una situación insostenible, venimos de marcha en marcha. Los docentes estamos acá no solamente por nuestro reclamo de la reapertura de la paritaria nacional, para que se fije un salario digno para el docente, sino para todos los trabajadores.” También otros gremios de educadores como el Sindicato Argentino de Docentes Privados (SADOP), Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) y Conadu –Federación Nacional de Docentes Universitarios- se hicieron presentes.R
“Macri en las privadas también sos gato” mostraba el cartel que Perla Sanisp (16) y Zahira Balbi (17), dos amigas y alumnas de colegios privados de Avellaneda, hicieron especialmente para la movilización. “Defendemos la educación pública, venimos acá para que no nos quiten lo que tenemos, es una lucha constante y no podemos permitir que venga cualquier gobierno, haga tarifazos y baje la educación”, sostuvo Zahira.
También se movilizaron organizaciones sociales como Barrios de Pie, el Frente Darío Santillán y la Confederación de los Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). Jaqueline Flores, referente del Movimiento de los Trabajadores Excluidos (MTE) de Capital, expuso los motivos que la llevaron a marchar: “A nosotros lo que nos está pasando es que estamos volviendo al 2001, hoy tenemos que estar haciendo ollas, no hay poder adquisitivo, hay hambre en esta patria. Además, nosotros entendemos que la educación pública educa a nuestros hijos, queremos un pueblo levantado”.
Por su parte, los sindicatos pertenecientes a la CGT que esta semana conformaron el Movimiento por los Trabajadores Saúl Ubaldini, sumaron su presencia en la protesta, diferenciándose del triunvirato que dirige a la CGT. Estos gremios se agruparon en Avenida Belgrano y 9 de Julio para luego avanzar a Plaza de Mayo por Diagonal Sur. Entre los principales sindicatos que se unieron a la convocatoria se destacaron la Unión Obreros Metalúrgicos (UOM), con fuerte presencia de la Delegación de Quilmes, encabezada por Francisco “Barba” Gutiérrez que además fue uno de los oradores del acto. Otro sindicato que movilizó fue el de Curtidores, presidido por Walter Correa, miembro de la Corriente Federal de Trabajadores.
Poco antes de las 17, al iniciar el acto, desde el escenario comenzaron recordando que también estaban de paro los trabajadores migrantes, como muestra de protesta frente a las declaraciones y medidas xenófobas que recibieron de parte del Gobierno. Después se leyó una carta enviada por Milagro Sala desde la cárcel donde la dirigente hacía hincapié en la necesidad de resistir “las políticas de saqueo y de hambre” impartidas desde Cambiemos.
Luego fue el turno de Pablo Micheli, secretario general de la Central de los Trabajadores Autónomos, que ni bien tomó la palabra hizo agitar entre el público: “Unidad de los trabajadores y al que no le guste se jode, se jode”. Enseguida enfatizó: “Pueblo que no está en la calle, no tiene destino”. Además se defendió de las críticas que señalan como objetivo de la lucha popular la desestabilización del gobierno y recordó también la muerte de Jonathan Gardini, manifestante que perdió la vida por la mañana en Rosario tras ser atropellado por un camión: “Con su discurso, el gobierno incita a la violencia, violencia es matar y los muertos siempre los ponemos los trabajadores”.
Después dio su discurso el “Barba” Gutiérrez que, aludiendo a la frase del titular del Banco Nación Javier González Fraga sobre una supuesta “fiesta” vivida por la población durante el kirchnerismo, señaló: “¿Cuántos de nosotros queremos seguir estando de fiesta, seguir teniendo trabajo, paritarias justa y educación’”. También le remarcó a Mauricio Macri: “No queremos planes, queremos trabajo y sabemos cómo defender la Industria Nacional”.
En sintonía con los otros dos interlocutores, Hugo Yasky, secretario general de la Central de los Trabajadores Argentinos, recalcó: “Nosotros vamos a hacer la unidad con lo que se comprometan con la clase”. Y también, en agradecimiento a la presencia de Taty Almeida y de Nora Cortiñas, afirmó: “El ejemplo de ellas es lo que nos mantiene en pie en los peores momentos. En este país nunca un empresario perdió la vida cuando la Constitución dejó de ser respetada, siempre fue la sangre de los nuestros.”
Actualizado 30/06/2017
Mar 16, 2017 | Entrevistas
Tras el recital brindado por el Indio Solari en el predio La Colmena de Olavarría, en el que murieron dos hombres, las miradas condenatorias sobre las víctimas y de quienes participan de este tipo de recitales no demoraron en aparecer. Pablo Semán, sociólogo, Doctor en Antropología Social e investigador del CONICET, analiza la mirada sobre la “cultura del aguante”, el rol del Estado, la organización del evento y la culpabilidad y el uso de alteradores de la conciencia.
Luego de las muertes del sábado en el recital del Indio Solari se evidencia que hay una mirada demonizadora de lo que se llama “cultura del aguante” ¿Por qué?
Yo creo que siempre es más complejo de lo que está creyendo todo el mundo, porque hay una mirada demonizadora de eso que tanto los detractores como los apologistas llaman la “cultura del aguante”,que en realidad es una fetichización que empieza ya con ponerle ese nombre para creer que se sabe algo cuando en realidad no se sabe nada. Pero lo que termina pasando es que se opaca u obtura la realidad que hay detrás. Entiendo que han sido demonizados con lo de cultura del aguante pero también han sido “embellecidos” con esa misma idea. Porque hay una representación apologética también y hay que preguntarse si una parte de quienes hablan de la cultura del aguante no exaltan en los otros lo que ellos no se animan a hacer o admiran secretamente. Hablan de usos de drogas, de éxtasis, de pogo, de la libertad de los cuerpos, de un montón de cosas refiriéndose un tanto elogiosamente.
¿Qué sería entonces lo que comúnmente llamamos como “cultura del aguante”?
Lo que llaman “cultura del aguante” es un conjunto de procesos muy complejos y de práctica muy diferentes que no son un conjunto cerrado. El público del Indio es más variado y combina esas prácticas en desarrollos muy diferentes. Tomar una parte aislada por el todo, privilegiando en esa parte lo que llama la atención de las miradas polémicas y opuestas, es profundamente reductivo.

«Hay una mirada demonizadora de eso que tanto los detractores como los apologistas llaman la cultura del aguante”.
¿Qué es lo que no se termina de ver por tener estas miradas acerca de esta cultura?
En este caso, los críticos de la cultura del aguante tienden a creer que la gente es autodestructiva, quilombera, que se excita y se descontrola y por eso que pasan las cosas que pasan.Y sin hacer ninguna concesión al término de “cultura del aguante”, lo que yo puedo decir es que la gente fue muy cuidadosa, es más, si la gente no hubiera sido muy cuidadosa hubiera terminado en un verdadero desastre. Creo que una buena parte del público, en las condiciones que fuera, hizo suya las palabras del Indio que tiene que ver con la idea de cuidarse uno mismo, pensar que nadie va a cuidar a uno mejor que uno mismo, más allá que en el discurso del Indio eso tiene un valor ambiguo.
De hecho en la semana anterior al recital, a través de Marcelo Figueras, el biógrafo personal del Indio, se difundió un mensaje donde se pedía que el público se cuidara y cuidara al de al lado. ¿Cuál sería el valor que tiene ese mensaje?
Yo creo que el Indio entiende a su público, sabe de dónde viene una parte y de las cosas que es capaz. Entonces, en diálogo con ese público, les propuso que bajaran un cambio. En ese sentido los ha instado: “Sí, hagamos fiesta pero tengamos un límite, un mínimo de disciplina para poder festejar y que no haga daño”. Pero por otro lado, creo que tiene otro valor que es el énfasis en una producción independiente, que se hace cargo del show y maneja el negocio. De alguna manera hay una relación, yo diría de hostilidad con el Estado, que tiene muy buenas razones de ser, por algunas cosas que pasaron, pero tiene la consecuencia de que se hace opaco frente el Estado. Y por otro lado el Estado es ciego. Así que es una combinación muy problemática: hay una organización que es opaca y un Estado que es ciego.
Igualmente hay cierta idea de que estos eventos son incontrolables, con esta misma idea del “pogo más grande del mundo”.
Yo partiría de lo siguiente: en Argentina hay mucho espectáculo masivo y no todos terminan en quilombos ni muertos, es posible hacerlo.Tanto los apologetas como los execradores del Indio tienen una idea como si una cultura fuese un tsunami, un fenómeno natural que es incoercible. Cuando en realidad la cultura es plástica, es flexible, y justamente funciona, entre otras cosas, regulada por instituciones. La segunda cuestión es algo que observa la antropóloga Guadalupe Gallo, que dice que nuestros espacios de diversión y ocio masivo se caracterizan por el escaso cuidado de los asistentes porque nunca hay baños suficientes, no hay agua, no hay ventilación, no hay cuidado para los trabajadores de la noche, pero tampoco para los clientes que tratan con esos trabajadores. O sea: lo que pudo ocurrir en Olavarría se enraiza en una larga tradición de degradación de los espacios de ocio, sobre todo, pero no únicamente, de los públicos menos pudientes económicamente.
¿Y que tendría que hacer el Estado para empezar a regular estos eventos entonces?
Yo no sé en qué grado el Estado está informado de cómo suceden estas cosas. Primero tiene que tener un sistema para informarse. El Estado no sabe que hay un cambio de escala de los eventos por razones tecnológicas, económicas y demográficas. Son cada vez más comunes estos eventos. Por eso digo que el Estado es ciego, porque no retiene para sí una idea contemporánea de qué es el consumo de música, que no es la música sino los eventos en donde se consume la música. Si se quiere controlar situaciones de público hay que saber cómo son los públicos y los eventos.Hay una segunda tarea del Estado, que creo que es complicada, pero que uno no puede abandonarse a la imposibilidad, que es cómo organizar la contención. De alguna manera hay que ver cómo actúa la policía, porque lo que pasa también en Argentina es que a la policía le dicen repriman o no repriman y esas dos órdenes las entienden. La policía tiene que saber no solamente cómo actuar represivamente, sino cómo promover ciertas reglas, ciertos comportamientos. Aparte la contención policial no tiene por qué necesariamente ser represión ilegal ni sangrienta, la contención del Estado puede no ser directamente una provocación.
Por ejemplo, ¿el Estado debería saber que en los recitales del Indio es común que vaya gente sin entradas porque sabe que pasan igual?
Ahí hay dos camadas de hechos, el Indio diciendo “bueno no hay cómo evitar que vaya todo el mundo todo el tiempo”, que para mí está mal. Y el Estado que si supiera y no estuviera ciego, diría “no me importa si vos pensás que hay sold out o no, te prohíbo hacer un solo recital, o nosotros vamos a controlar la cantidad de gente”. Se pone un perímetro policial en la ruta a 25 kilómetros, donde digan “miren ya entraron 150 mil, no entra más gente”. Tal vez esto que yo propongo no sea posible, pero no es posible que sea aceptable que no se pueda generar y consensuar una dinámica de concierto que entrañe menos riesgos.

«Yo creo que el Indio entiende a su público, sabe de dónde viene una parte y de las cosas que es capaz».
¿Y qué miradas en común hay sobre las víctimas en este caso en comparación de, por ejemplo, lo ocurrido en Time Warp?
En común hay, en los dos casos, que movilizan lo peor del resto de las sociedades, los peores prejuicios del sentido común. La propia descripción de la cultura del aguante enfatiza los mismos rasgos que el sentido común mira y yo no digo que eso rasgos no estén presentes pero no es solo eso lo que hay. El otro rasgo común es que hemos llegado a un tope de la agresividad simbólica. De un lado y del otro, participamos de experiencias de construcción del otro como un ajeno, como un demonio que tiene de los dos lados la misma intensidad, los mismos recursos, la misma falta de escrúpulos, eso me parece que también los iguala. Cuando fue lo de la Time Warp fue demencial que quisieran tratar de catalogar a los muertos de acuerdo a su supuesta orientación política y, de acuerdo al rótulo que se les pusiera, festejar la muerte. Esta vez pasó lo mismo desde lugares diferentes.Y después la otra cosa en común aunque en signo distinto, es que son miradas que tienden a ver las cosa de una forma relativamente clasista, entonces “estos son malvados porque son chetos, los otros son malvados porque son pobres”. Me parece que la cuarta cuestión es la más compleja de todas y la más difícil de abordar que es la cuestión de las drogas.
¿Qué cuestiones, respecto a la visión sobre el consumo de drogas, sale a relucir en estas ocasiones?
En los dos casos hay sustancias que alteran la conciencia y ambos casos los que miran demoníacamente esas experiencias creen que las drogas producen efectos que en realidad no necesariamente producen. Hay una la imaginación en común que tiene cada uno de estos grupos que creen que las drogas del otro te llevan a la muerte. Y no es así,la gente usa alteradores de conciencia y al mismo tiempo se cuida. La gente no salió estando borracha a tirarse contra las paredes el sábado y tampoco sucedió en Time Warp Entonces ahí hay toda una mirada sobre la relación drogas-ocio que quienes miran y acusan no la tienen muy clara.
Actualizado 16/03/2017
Mar 8, 2017 | Géneros
El 40 por ciento de las mujeres que concurrieron a la marcha organizada el pasado miércoles por el colectivo Ni una menos dijo haber sufrido algún maltrato psicológico o algún tipo de hostigamiento por su condición de mujer en el último año. Casi el 20 por ciento dijo haber pasado por alguna situación de abuso o intimidación sexual y un 12 por ciento reconoció haber padecido agresiones físicas en el mismo lapso. Los datos se desprenden de un estudio realizado por el Centro de Opinión Pública y Estudios Sociales (Copes), perteneciente a la Facultad de Ciencias Sociales realizado en plena Plaza de los Dos Congresos mientras se llevaba adelante la convocatoria, tras el Paro Internacional de Mujeres. El estudio fue realizado sobre un total de 462 encuestas, realizadas a personas del sexo femenino.
Entre otras cosas, la investigación revela que el 44% de las participantes se dirigió con amigas o amigos al lugar, mientras que muchas otras fueron solas (22%) o con familiares (17%). Sólo un 8% dijo haber ido con compañeros de militancia. Estas cifras, que podrían sorprender por el bajo grado de participación en agrupaciones políticas, se explican debido a que el enfoque con el que se dirigió la encuesta, tenía como objetivo conocer la opinión de las mujeres “sueltas”, aquellas que se encontraban alrededor de las columnas formadas por los grupos militantes.

Además, la mayoría de las presentes reconoció haber participado de ediciones pasadas, también convocadas por el colectivo Ni Una Menos. Otro dato a remarcar es que gran parte de las encuestadas eran universitarias recibidas o al menos habían llegado a ese mismo nivel de estudios pero sin recibirse. Esto podría llegar a hacer suponer que la problemática feminista interpela a un cierto escalafón social, pero también hay que tener en cuenta que quizás la participación de sectores populares se dé a través de otras redes, como las organizaciones sociales, que no fueron precisamente el blanco de la encuesta.
Por su parte, la gran motivación que encontraron las participantes para unirse a la convocatoria fue el apoyar las consignas de la marcha (76%) y en bastante menor medida, la causa fue por tener alguna conocida (7%) o ellas mismas haber sido víctima de violencia de género (6%).

Cuando se les preguntó a las encuestadas si las situaciones de hostigamiento y violencia padecidas u otras hechos como el hecho de recibir comentarios humillantes en la vía pública, o sufrir la subestimación de sus capacidades laborales, discriminación y acoso en el trabajo eran válidas para realizar una denuncia, más de la mitad dijo no considerarlo pertinente. Y entre aquellas que consideraron que sí había que denunciar, casi el 80% señaló después no haberlo hecho. Entre las razones que dieron las mujeres, la más importante fue la de no considerar grave la situación (35%), mientras que también señalaron que descreían de la efectividad de la denuncia (23%), y otras tuvieron miedo de las repercusiones por hacerlo (12%).
Por otro lado, la cuestión política también estuvo presente en el estudio, ya que se comparó la opinión sobre la gestión del gobierno macrista con la del kirchnerismo: para casi un 65% el actual gobierno no hace “nada” en materia de violencia de género, y si bien un 46% calificó al anterior como que hacía “poco”, para un 32% había hecho “bastante”.
Actualizado 09/03/2017
Mar 8, 2017 | Vidas políticas
La multitudinaria movilización convocada por la Confederación General del Trabajo (CGT) terminó con incidentes luego de que la dirigencia sindical prometiera un paro nacional, sin determinar la fecha y condicionándola según las “rectificaciones” que el gobierno pudiera llegar a hacer. Desde el comienzo del acto hubo chiflidos e insultos para los oradores de parte de los trabajadores que demostraban su descontento por la demora en la convocatoria a la primera huelga general, tras 15 meses de gobierno de Cambiemos.
Desde el mediodía hubo concentraciones de agrupaciones sindicales de todo tipo, ya sea las que nuclea la CGT, inclusive la de su rama más combativa alineados en la llamada Corriente Federal de Trabajadores, como los que pertenecen a las dos CTA (Central de Trabajadores de la Argentina) que esta vez marcharon juntas. También hubo presencia de sindicatos clasistas, de la CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular), de agrupaciones partidarias de izquierda y kirchneristas, así como también numerosas personas autoconvocadas. Los organizadores estimaron una concurrencia que superó las 300 mil manifestantes. La unión de los trabajadores se hacía visible con el objetivo de que se llamara finalmente a un paro general.
El acto de la CGT tuvo lugar en la intersección de las calles Moreno y Diagonal Sur, en frente del Ministerio de Producción, donde se armó un escenario para que los dirigentes sindicales le hablaran directo a sus bases. La jornada comenzó cuando el orador oficial pidió un minuto de silencio para recordar, entre otros a José Ignacio Rucci, como uno de los defensores de los trabajadores. La respuesta Inmediata, sin embargo, fue el cántico “vamos a volver” seguido de un masivo grito: “Paro general”.

Desde el comienzo del acto hubo chiflidos e insultos para los oradores de parte de los trabajadores que demostraban su descontento por la demora en la convocatoria a la primera huelga general.
En medio de ese clima, Carlos Acuña, uno de los tres secretarios generales que encabezan la CGT, tomó la palabra y empezó a cuestionar al Gobierno: “Basta del manoseo que tenemos”, dijo. Luego felicitó a los trabajadores por la amplia participación en la manifestación y por el apoyo a los docentes en la marcha del día de ayer. Acuña continuó denunciando la cantidad de despidos y suspensiones sufridas, el aumento de las tarifas, y recordó el veto presidencial a la Ley Antidespidos, así como la inflación creciente. Desde el público aparecían los primeros silbidos y los gritos que replicaban: “Ya lo sabemos, llamá al paro general.”
Rápidamente, el micrófono pasó a manos de Juan Carlos Schimid, otro de los secretarios generales de la CGT, a quienes algunos manifestantes recibieron con el grito de “Vende Patria”. Mientras tanto, se hacía sentir con fuerza de nuevo el grito “paro general”. En ese clima, Schmid destacaba el daño que produjo en la industria local la apertura de las importaciones. “Vamos a ir a un paro nacional, a una medida de fuerza, para que el silencio ensordecedor le haga ver al gobierno nacional, ese retrato social que la mayoría de los argentinos no ve”.
Ante estos dichos, el público se aliviaba esperando que cuando Héctor Daer, el restante titular de la CGT, tomara la palabra dijera efectivamente la fecha del tan ansiado paro. Pero después de quejarse sobre el techo a la paritaria, que el gobierno quería imponer, y de jactarse de defender a los trabajadores Daer sostuvo: “Vinimos a decirles a este gobierno que si no hay rectificaciones, el Consejo Directivo de la CGT ya tomó la decisión de hacer un paro de 24 horas.” Esto generó la respuesta de un público enfebrecido que al instante replicó : “Ponele fecha, la puta que te parió”. Daer concluyó su intervención reivindicando la coherencia de su espacio por haber sido pacientes, mientras los manifestantes, enojados, silbaban y gritaban: “Cagones”; “traidores”; “Perón te queda grande.”

El acto de la CGT tuvo lugar en la intersección de las calles Moreno y Diagonal Sur, en frente del Ministerio de Producción, donde se armó un escenario para que los dirigentes sindicales le hablaran directo a sus bases.
Después de que Daer concluyera el acto, un grupo de trabajadores de diversos espacios, lograron pasar las vallas y alcanzaron la zona del escenario donde estaban los dirigentes sindicales, y comenzaron a increparlos. De repente irrumpieron integrantes del Sindicato de Camioneros, que agredieron a los que se encontraban allí, y sacaron a Pablo Moyano del lugar.
La indefinición de la cúpula cegetista sobre la convocatoria al paro provocó el descontento de muchos de los asistentes, ya que se sintieron ignorados luego de manifestarse a favor de una medida de fuerza tras pasar 15 meses del gobierno macrista, sufriendo una continua pérdida de derechos, la caída de nivel adquisitivo, los tarifazos, los despidos, la inflación, entre otros ataques a la clase trabajadora.
María José Graiño, perteneciente a la Unión de Docentes Argentinos (UDA), vino especialmente de San Nicolás para participar de las convocatorias de ayer y de hoy y expresó su malestar: “Realmente estoy indignada. Vinimos hasta acá y veo que está todo arreglado. Nos entregaron, me siento muy triste y apenada. Cómo puede ser que yo venga acá para escuchar que van a llamar a parar 24 horas cuando les estamos pidiendo un paro inmediato, es una vergüenza.” En la misma línea se expresó Gonzalo Fernández, militante de la agrupación Kolina: “Veníamos con la idea de que teníamos una fecha a partir de hoy del paro general, pero la conducción todavía es funcional a la derecha. Puro amague, se están cagando en las bases”.
Otro trabajador, que no quiso dar su nombre por motivos laborales, ya que pertenece al Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA), comandada por Rodolfo Daer, hermano de Héctor Daer, daba también su opinión: “No sé qué está esperando la CGT. Queremos que pongan una fecha concreta porque no da más el trabajador, el pueblo está presente acá.”
Pero no todos se mostraron disconformes con los discursos del tridente de la CGT, Raúl Ortega de 65 años, referente del Sindicato de Empleados de Comercio de Mendoza -presidida por Armando Cavalieri-, se mostró optimista: “Yo creo que si no hay una mesa de arreglo de acá a 15 días, va a haber paro”.
Por su parte, Liliana (no quiso dar su apellido) trabajadora de Unión del Personal Civil de La Nación (UPCN) remarcó la necesidad de que el gobierno se abra al diálogo: “Este gobierno está avasallando derechos, y propiciando que miles de trabajadores y ciudadanos estén quedando en la calle y sin trabajo, así que yo espero que bajen sus pretensiones oligárquicas y que se propongan hablar con nosotros, que somos los que realmente tenemos el poder.”
Actualizado 07/03/2017
Mar 1, 2017 | Culturas
Articulación y fortalecimiento para asociaciones civiles y cooperativas que trabajan con la separación de residuos. Con esos dos objetivos, la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE) y la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires llevan adelante un convenio que busca consolidar el rol de las organizaciones sociales que intervienen en los procesos de reciclaje. Lorena Pastoriza, una de las fundadoras de la cooperativa Bella Flor, que tiene una de sus plantas ubicadas dentro de uno de los complejos ubicado al costado del Camino del Buen Ayre, señala: “La Universidad es un interlocutor, funcionó en hacer entre nosotros y la empresa un puente de comunicación, de ideas y de trabajo”.
Muchas organizaciones sociales trabajan con la separación de basura y su posterior reciclaje. Ante esa realidad, un equipo de especialistas de la UBA, nucleados en el marco de un convenio suscripto entre la Facultad de Ciencias Sociales y la empresa, interviene en el polo de residuos más grande de América Latina, ubicado en la localidad bonaerense de José León Suárez, donde se reciben 17 mil toneladas de desechos diarios. La iniciativa busca elaborar propuestas para colaborar con el proceso de consolidación de las experiencias de gestión asociada entre las organizaciones sociales y el CEAMSE, que es propiedad de los estados bonaerense y porteño.
En la Ciudad de Buenos Aires esta empresa pública posee las plantas de Flores, Pompeya y Colegiales que recolectan la basura generada en la Capital. Por su parte, en José León Suárez están los Complejos Norte I, II y III que reciben esos desperdicios y también los generados por algunos partidos del Conurbano. A partir de la situación económica y social generada por las políticas implementadas en la década del 90, los vecinos de las zonas aledañas a dichos complejos comenzaron a subir a los rellenos sanitarios en búsqueda de comida. Ante esa situación, desde 2004, se comenzaron a elaborar proyectos productivos para armar plantas de reciclajes que contemplaran tanto a las tareas de las personas que ingresaban al predio como los objetivos del CEAMSE.
Actualmente, son doce las plantas recicladoras administradas por organizaciones sociales que tienen, cada una, su propio convenio con la empresa y que congregan a 800 trabajadores. Diez se encuentran dentro de los viejos rellenos: una en Norte I y las otras nueve en el sector más importante, Norte III, llamado comúnmente “Reciparque”.

Muchas organizaciones sociales trabajan con la separación de basura y su posterior reciclaje.
Marcela Pozzuoli trabaja en CEAMSE desde 1993 y actualmente es jefa del Departamento de Plantas de Reciclaje. Destaca que la empresa es consecuente con la política de responsabilidad social adoptada, que está relacionada con el desarrollo de un proyecto medioambiental pero que además asume un lado social: “CEAMSE no fue ajeno a la realidad circundante que había. Nunca se dudó que se debía trabajar con la gente que vivía de separar basura manualmente”, explica.
En este escenario complejo es donde el equipo de profesionales de la UBA interviene en la implementación de un programa que busca fortalecer a cada una de las organizaciones sociales que administran las plantas de reciclaje, tanto en el aspecto productivo como en el organizativo. El convenio fue planificado por un año: en julio de 2016 se comenzó con el proceso de inserción y diagnóstico de las organizaciones y hoy en día se lleva adelante la segunda etapa, de implementación de propuestas técnicas y organizativas.
Diego Brancoli, docente en la Carrera de Trabajo Social de la UBA, es el coordinador de la asistencia técnica del proyecto, en el cual se trabaja de forma interdisciplinaria para obtener una mirada integral del proceso. El grupo de profesionales está compuesto por trabajadores sociales, ecólogos, un biólogo, un ingeniero, una comunicadora social, un antropólogo y un especialista en seguridad e higiene. Brancoli señala cuál fue la tarea de la Facultad al intervenir en la relación que existía entre CEAMSE y las organizaciones:“La idea es que se encuentren canales a esa relación, canales de acuerdo y de respeto. Nosotros tratamos de aportar ideas, desde lo metodológico, y de cuestiones más conceptuales”.
Pozzuoli también se refiere a la intervención de la Facultad: “Hay un momento que sin querer perdemos de vista ciertas cosas que nos resultan cotidianas al ojo. La Universidad lo que hace es volvernos un poco al eje. De alguna manera, la imparcialidad que tiene la Facultad es la de ser un actor nuevo en un proceso que viene desde hace muchos años”.
Cada día, los 800 trabajadores reciclan una tonelada del total de residuos que recibe el CEAMSE. Una de las propuestas del equipo de profesionales de la UBA consiste en aprovechar mejor la infraestructura ya instalada en las plantas para poder avanzar hacia un menor enterramiento de basura. “Quizás a veces con el trabajo manual no se terminaba utilizando todo lo que la tecnología nos podía dar. Entonces tratamos de redefinir puestos en la cinta y redefinir un poco qué se separa y cómo”, señala Pozzuoli.
Para mejorar la productividad, también se han mantenido reuniones con algunos municipios para acordar programas de separado de origen, que simplificarían el trabajo y mejorarían las condiciones laborales de los recicladores. Respecto a estas posibilidades, Pastoriza piensa que “cada tonelada que nosotros trabajemos en mejores condiciones, van a ser toneladas que no se entierren, implicando más espacio para el CEAMSE y menos contaminación”.
Además, durante el tiempo de intervención que llevan los especialistas de la Facultad se ha conformado una radio dentro del “Reciparque”, se han hecho capacitaciones sobre la importancia de la utilización de los elementos de seguridad e higiene en el trabajo y se han actualizado los reglamentos internos en las plantas. También, se ha planteado crear una diplomatura en la Universidad sobre plantas sociales basada en esta experiencia, e inclusive este año empezó a madurar la idea de armar una escuela primaria y abrir una salita de atención primaria dentro del predio. “Imaginamos un Reciparque como un faro de modelo de gestión de residuos, porque creemos que esto se va a ir replicando, sobre todo en los municipios. Así que es un camino que va a seguir recorriendo CEAMSE y las plantas”, cierra Brancoli.
Actualizado 01/03/17