Una asamblea de luchas y afectos

Una asamblea de luchas y afectos

Jornada de domingo en la Asamblea Plaza Dorrego.

La pared pintada de la esquina de San Juan y Piedras habla por sí sola: “Basta de políticas de hambre y muerte”. Esa es la consigna que dejaba ver la fachada del espacio hasta un par de semanas, cuando fue actualizada: “La memoria es poderosa: Fuera el G20”. Allí funciona la Asamblea Popular Plaza Dorrego, una organización no-partidaria que combina la ayuda inmediata con iniciativas que buscan brindar una herramienta y una alternativa a aquellos que viven a la intemperie.

Con el objetivo de solidarizarse con los más vulnerables y construir espacios de participación, en la Asamblea se realiza una olla popular -conocida como La Olla- que alimenta todos los domingos a un centenar de personas en situación de calle. Además, se ofrecen talleres de escritura y de escucha, una radio abierta, clases de tango, un ciclo de arte mutante en el que la música funciona como espacio de resistencia, y el mutante, una caminata turística abierta pero en la que se resignifican los diferentes rincones de la ciudad.

Elsa Omar milita en la Asamblea desde 2004 y habla del origen del proyecto: “Este espacio surge en el marco del auge del movimiento asambleario de 2001 y nace fundamentalmente de las necesidades de la gente. Atravesamos dificultades pero seguimos de pie. Hoy más que nunca se acrecientan las violencias en nuestra sociedad y los más perjudicados son los compañeros y compañeras de la calle. Cargan todos los días con su mochila habitual de preocupaciones. Y acá estamos para escucharlos. De eso se trata la Asamblea, de poner la oreja sin exigencias”.

En la Asamblea se realiza una olla popular que alimenta todos los domingos a un centenar de personas en situación de calle.

LA POLÍTICA DE LOS AFECTOS

Al interior de la Asamblea no existe el anonimato. A todas las personas se las llama por su nombre, o en su defecto, por apodos cariñosos: Chiqui, Cathi, Angelito, el Pola, Marian y Rober. Es el afecto el que prima en todo momento. “Todo se construye de manera horizontal”, señala Fernanda López, militante de la Asamblea, escritora y coordinadora del taller de escritura: “La olla no tiene que ver sólo con dar de comer, tiene que ver con generar una posición de igualdad. Todos cocinan, todos están en el comedor, todos limpian. La diferencia existe, porque nosotros cerramos y nos vamos a casa y ellos no, pero buscamos achicar esa brecha todo lo posible”.

Y la brecha se achica cuando un compañero cuenta en el taller de escucha que le encantan las canciones de Sandro o cuando alguien escribe un poema en el taller de escritura y se emociona al recibir el aplauso del resto. Para López “El taller nace por una necesidad de que la palabra circule, buscamos que haya un tiempo dentro de otra temporalidad. Los compañeros de la calle se mueven continuamente de un lado para otro y la idea es que encuentren acá un lugar para sentarse a hablar, a escuchar y a reflexionar”.

«Los compañeros de la calle se mueven continuamente de un lado para otro y la idea es que encuentren acá un lugar para sentarse a hablar, a escuchar y a reflexionar” explica Fernanda López.

¿Se viene el libro de la Asamblea?

Efectivamente. El libro sale a fin de año. Cada capítulo corresponde a una jornada del taller y están ahí los textos escritos por lo compañeros. Su palabra y su nombre inscriptos en la importancia del objeto libro. Porque lo que tienen para decir es válido, y es mucho. Para nosotros que las personas en situación de calle puedan escribir es una posición política.

¿Cómo se sostiene la olla?

La olla la bancamos con nuestros aportes y donaciones de la gente del barrio. No recibimos nada del Estado y no estamos atados a partidos políticos ni al gobierno de turno.

En la Asamblea también hay lugar para la alegría revolucionaria y transformadora.

De fondo suena “El bombón asesino” y Darío, un hombre de la calle, canta y baila al compás de la cumbia. Cuando termina el tema, Mariano, militante de la Asamblea, toma el micrófono y dice “la alegría es nuestra”. Y no se refiere a la “revolución de la alegría”, falsa promesa de la gestión macrista que invisiviliza, reprime y aumenta cada vez más ese paisaje cotidiano que es la población de la calle. Mariano se refiere más bien a la alegría revolucionaria y a la Asamblea como el lugar en el que la transformación es posible.

López baila y disfruta, esta vez, un cuarteto de Rodrigo. Mientras tanto habla con sus compañeras para organizar la olla que se va a servir en un rato y responde la última pregunta.

La Asamblea Popular Plaza Dorrego, es una organización no-partidaria que combina la ayuda inmediata con iniciativas que buscan brindar una herramienta y una alternativa a aquellos que viven a la intemperie.

¿Qué es la Asamblea Popular Plaza Dorrego?

La Asamblea es un espacio de militancia donde encuentro posible algún tipo de transformación. El movimiento asambleario horizontal y participativo es la esperanza. El cambio está ahí, en la charla, en el abrazo, en el libro que sale a fin de año. La Asamblea es fundamentalmente un espacio de pertenencia donde lo que tiene lugar en todo momento es la política de los afectos.

El libro escrito por personas en situación de calle, sale a fin de año. Cada capítulo corresponde a una jornada del taller.

“La calle no es un lugar para vivir”

“La calle no es un lugar para vivir”

A las 12 del mediodía más de un transeúnte se detiene frente a la Plaza de los Dos Congresos y se lleva la mano a la frente para poder ver, bajo el sol que encandila, a un centenar de personas en situación de calle que se reunió allí con una consigna clara: “La calle no es un lugar para vivir”. Las banderas gigantes de las agrupaciones convocantes hacen de telón y atraen las miradas de todos y todas. Incluso de aquellos que a diario bajan la vista ante las más de 7.000 personas que habitan lo inhabitable: la calle. Pero esta vez la mirada es distinta. Porque se trata de un grupo de personas que no están allí para mendigar—pedir es lo que hacen involuntariamente todos los días—sino que están para exigir. Y no es una plaza arbitraria de la ciudad, están justo frente al Palacio Legislativo.

El encuentro de personas en situación de calle que tuvo lugar el sábado a partir de las 11 de la mañana fue convocado por una multiplicidad de organizaciones sociales que buscan dar continuidad al masivo Frazadazo del 23 de agosto. Los integrantes de Proyecto 7 y las remeras que los definen como la militancia de la calle, las chicas de Frida y No Tan Distintas que estiran las frazadas como símbolo de lucha y la Asamblea Popular Plaza Dorrego, entre otras agrupaciones, idearon la jornada con el fin de visibilizar y accionar un plan de lucha, frente a una situación por demás insostenible.

“La calle mata, y no es una metáfora” afirma Horacio Ávila, hombre que habitó la calle y alma pater de Proyecto 7. En lo que va del año, 23 personas murieron como consecuencia de la vulnerabilidad y el aislamiento. Más de 20.000 personas corren el riesgo de vivir en la calle por el ajuste y, ahora también, por la irregularidad en el pago de los subsidios habitacionales que constituyen casi siempre el único recurso con que estos hombres y mujeres cuentan para no estar a la intemperie. “El Congreso nos tiene que mirar”, dice Horacio. “Tenemos que dejar de ser invisibles para el gobierno y la sociedad, compañeros y compañeras: ollas sí.”

Horacio Ávila.

La olla se destapó a eso de las 13 y Fabián se acercó al encuentro guiado por el aroma del guiso de fideos. Se sienta tranquilo a comer la esperada porción abundante y cuenta que vino caminando desde Palermo. Está contento porque llegó a tiempo para el almuerzo y piensa quedarse para hacer frente al reclamo. Fabián conoce el nombre de todas las calles desde Palermo hasta Congreso, “una por una, sin pifiar”. Termina de comer y dice que asistió al Frazadazo y le gustó: “Me trataron bien, hablé con varias personas y está bueno empezar a organizarnos para exigir al Estado y para ayudarnos entre nosotros”.

A las 15, los miembros de las agrupaciones definieron la fecha del próximo encuentro pautado para el sábado 3 de noviembre. El objetivo sigue siendo el reclamo en torno al cumplimiento de la Ley 3706 y la sanción de una ley equivalente a nivel nacional. Hacia el final de la jornada el panorama presentó con fuerza la cualidad que lo define: pensar la calle, ya no como lugar para vivir. La calle, como espacio de lucha.

Frazadazo frente al Congreso de la Nación el 23 de agosto de 2018.

 

Muchas causas, un solo grito: “¡Basta!”

Muchas causas, un solo grito: “¡Basta!”

Adjudicar el motivo de la marcha a un reclamo particular parecía en principio insuficiente. Porque lo que caracterizó a la movilización que reunió a medio millón de personas en la Plaza de Mayo fue la variedad de causas, distintas entre sí. Pero, al final de cuentas, todas esas causas confluían en un motivo común: la política de ajuste, endeudamiento y represión a la protesta social ejercida sin descanso por el gobierno de Cambiemos.

Este lunes, mientras el presidente Mauricio Macri intentaba reinstalar -en una versión aggiornada- las relaciones carnales de Carlos Menem, en Nueva York, miles de trabajadores y trabajadoras gritaron “basta”. “Basta de despidos, basta de ajuste, basta de hambre, basta de Fondo Monetario Internacional”. Docentes, camioneros, periodistas, industriales y bancarios ingresaron por las calles aledañas y se acercaron al escenario conformando un todo heterogéneo al compás de los cantos populares: ¡Unidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode, se jode!.

Durante la mañana, la CTA Autónoma de Ricardo Peidro llevó a cabo un piquete en el Puente Pueyrredón de Avellaneda y desde allí la columna marchó hacia la Plaza donde tendría lugar, a las 15, el acto central que funcionó como antesala al paro general por 36 horas convocado por la CTA y de 24 horas convocado por la CGT.

A al acto de protesta se sumaron la CTA de Pablo Micheli, la CTA de los Trabajadores de Hugo Yasky, el sindicato de Camioneros de Hugo Moyano, SUTEBA, Trabajadores de Prensa y diversas organizaciones sociales como la Corriente Clasista y Combativa (CCC), la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), el Frente Darío Santillán y Barrios de Pie, entre otras. Ciudadanos y ciudadanas independientes también se hicieron presentes para reclamar por sus derechos.

Elvira está sola, agita la bandera argentina y cuenta que tiene miedo de no poder pagar el alquiler: “Soy jubilada y con la mínima hoy en día es imposible pagar todas las cuentas, alquilar y que te sobre algo para comer”. A su lado, un docente de SUTEBA le ofrece una botella de agua y se suma al descontento: “La problemática docente es gravísima, es uno de los sectores más castigados. ¿Cómo no vamos a venir? Primero murieron Sandra y Rubén en la escuela de Moreno, después torturaron a una compañera que servía un plato de comida a los chicos. Lo mínimo que podemos hacer es venir a esta plaza y dar cuenta de un reclamo que pertenece al conjunto de la clase trabajadora”.

Cerca de las 16, desde el escenario, el Secretario General de la CTA, Hugo Yasky, dio comienzo al acto: “La Ciudad está llena de columnas de trabajadores y trabajadoras de distintos gremios, de distintas centrales sindicales y de movimientos sociales que tienen algo en común: la conciencia de saber que tenemos que estar más unidos que nunca. Es la primera vez que somos capaces de convocar con esta amplitud y no va a ser la última vez. El paro le va a mostrar al mundo la foto de un país que le dice no al FMI”.

La unión de distintas facciones de trabajadores –rasgo fundamental de la marcha— estuvo a la vista en todo momento. En las calles linderas a la Plaza, cientos de agentes de tránsito desplegaron el operativo impulsado por el Gobierno porteño para ordenar los vehículos y fogonear la idea de que los cortes de calle hacen que transitar la ciudad se vuelva un caos. Sin embargo, hacia el final de la jornada, una escena concreta puso en evidencia la magnitud de la protesta: dos empleados de tránsito abandonaron su tarea, se sumaron a la lucha y cantaron con ganas el himno de Charly García. Probablemente comprendieron la inutilidad de alimentar ese mito que pretende transformar, a la vista de la opinión pública, la lucha política en meras complicaciones de tránsito. De cara al cuarto paro general desde que asumió Mauricio Macri, y en medio de un contexto de crisis, pareciera que cada vez son menos los que se atreven a usar el argumento de que de una lado están los usuarios y del otro “los vagos”.

A las 17.30, la desconcentración llevó tiempo y los transportes públicos hicieron los últimos recorridos antes de parar por completo las actividades a partir de las 20. Con gran adhesión, el paro general hizo de Buenos Aires un verdadero desierto.

El frazadazo llegó al Congreso

El frazadazo llegó al Congreso

Hombres marchando en la calle cubiertos con mantas

La fila empieza en la avenida Entre Ríos, justo en la puerta de un de las subsecretarías del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, y concluye sobre la calle Pavón. Media cuadra no es suficiente: son tantos que hay que doblar en la esquina. Más de 100 personas esperan ser atendidas, con o sin turno. Esperan salir de ese edificio con la certeza de saberse bajo techo. Pero los trámites son largos, a veces las respuestas no llegan, siempre falta algún papel. Mientras tanto, hay que vivir en la calle, dormir en la calle y comer en la calle. Todo, en la calle.

A las 10 de la mañana ya se sabe que a las 12 del mediodía habrá una olla popular. Luis no está en la cola, se resigna a soportar la espera y los tiempos de los trámites burocráticos. “Traiga mañana el DNI, pasado traiga aquello y el viernes traiga lo otro. No tengo ni documento ni tiempo. Yo me levanto a las 4 de la mañana y junto cartones hasta las 10 de la noche. Me pagan un peso el kilo y si me da el cuerpo cargo 200 kilos. Ahora estoy acá porque en un rato vienen las chicas con algo de comida. Ellas no te hacen esperar nada, cuando voy al parador me reciben y cuando estoy muerto de hambre me dan el plato caliente”.

Las “chicas” llegaron a la esquina de Pavón antes de las 12 y las ollas vinieron un rato después. Proyecto 7, No Tan Distintas, Asamblea Popular Plaza Dorrego y el Movimiento Barrios de Pie fueron algunas de las agrupaciones que acompañaron, con banderas, cancioneros y mate en mano, la movilización que se llevó a cabo este jueves. A las 10 se reunieron en Entre Ríos y Caseros y avanzaron con dos consignas claras: “La calle no es un lugar para vivir” y “A vos también te puede pasar”.

Hombres sosteniendo carteles con la leyenda "La calle no es un lugar para vivir"

Cerca de las 13, Florencia Montes Paz, coordinadora del centro de integración Frida y una de las principales organizadoras de la marcha, cuelga una frazada sobre sus hombros y baila entusiasmada al ritmo de los bombos y los cánticos que suenan cada vez más fuerte: ¡Azo, Azo, se viene el frazadazo! Al lado de Florencia, la remera de Daniela Camozzi, otra de las integrantes de Frida y de No Tan Distintas, arroja cifras concretas: 6.142 personas están en situación de calle y 20.000 corren el riesgo de estarlo. Un rato después, Joaquín, un muchacho de pelo largo y ojos de un celeste clarísimo que hace dos años que está a la intemperie quiere saber la hora. Tiene un reloj gastado en la muñeca izquierda, pero “hace rato que no funciona”. “¿Ves?”, dice Daniela mientras se prepara para servir el almuerzo: “En la calle el tiempo no lo marca el reloj, lo marca el clima, el verano y el invierno. La calle mata y por eso estamos acá”. Ya están listas las bandejas y por fin se destapa la olla: “Ahora sí, a comer bien que hasta el Congreso tenemos unas cuantas cuadras”.

No es una, son cinco ollas grandes y hay variedad: fideos, arroz, pollo y pan. Luis retira su bandeja y grita ¡buen provecho! Mucha gente se acerca en busca de un plato de comida y las chicas rascan las fuentes de aluminio para que alcance para todos. Una mujer pide tres bandejas y se sienta en el cordón de la vereda con dos nenes de 6 y 8 años. Los chicos terminan y ella le sirve otra porción a cada uno con el arroz que tiene en su plato. “Si ellos comen, yo estoy tranquila”. Cuando terminan de comer, nenes y nenas corren y juegan con las frazadas que están en el piso, haciendo honor al lema de la jornada: un frazadazo por los que no tienen techo. Por los que duermen, como Luis, en el hall de una sucursal del Banco Credicoop, en Constitución.

Manos de una mujer dando un plato de comida a un hombre mayor

No me ves, si no querés

A eso de las 13.30, con la panza llena, las agrupaciones se encolumnaron nuevamente y avanzaron primero hacia el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat y luego hacia el Congreso para presentar el proyecto de Ley que establece la obligatoriedad de protección a personas en situación de calle y prevé la creación de un organismo de asistencia Nacional, con una línea de llamado gratuita y centros de integración.

La iniciativa se presentó por primera vez el año pasado pero la Cámara de Diputados todavía no tomó posición al respecto. La Ley 3706, que está vigente y exige al Estado garantizar los derechos a las personas en situación de calle, no se cumple en absoluto y recientemente se quitaron los subsidios habitacionales. De aquí se desprende el motivo de la manifestación y la movilización hacia la legislatura.

Sin embargo, a pesar de la urgencia y la legitimidad del reclamo, ningún funcionario se sintió interpelado. La oficina del Ministerio estaba aparentemente cerrada y bien custodiada por una veintena de policías armados con escudos protectores que terminan dejando al descubierto la excusa de la protección para ejercer la discriminación y la indiferencia. Porque en realidad, no había nada de que protegerse:  del otro lado sólo había frazadas y carros de supermercado llenos de cartón.

Ya frente a las rejas del Congreso, las frazadas volvieron a hacer de abrigo y varias personas se recostaron encima mirando hacia el edificio parlamentario. Florencia, una de las redactoras del proyecto, se acercó a la Comisión de Derechos Humanos y Garantías de Diputados con un petitorio que reclama el tratamiento en comisión de la propuesta. Una recepcionista recibió la nota y hasta ahí llegó el compromiso. La jornada terminó a las 4 de la tarde. Algunos volvieron a su casa y otros a recorrer la calle en busca de un rinconcito donde tirar la frazada que aún lleva pegado el cartel: “No nos ves, si no querés”.

Mirá la fotogalería de ANCCOM:

 

Por ahora no es ley

Por ahora no es ley

Con 31 votos a favor, 38 en contra y dos abstenciones y una ausencia, la Cámara de Senadores de la Nación no aprobó el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo que obtuvo medía sanción en Diputados. La legalización del aborto podrá ser tratada nuevamente el año que viene.

El debate en el recinto comenzó a las 10 de la mañana y se prolongó hasta la madrugada del jueves. Ya desde temprano, los medios hablaban de una tendencia irreversible por el rechazo. A las 11 la votación estaba 38 a 31 en contra, teniendo en cuenta la abstención de la senadora Lucila Crexell del Movimiento Popular Neuquino y la indecisión del senador Omar Perotti del Partido Justicialista por Santa Fe, quien finalmente también se abstuvo.

Hasta el anochecer, la discusión en el Senado se llevó a cabo con tranquilidad. El primer cruce se produjo cerca de las 19, cuando Gabriela Michetti, la presidenta de la Cámara Alta, le pidió a Luis Naidenoff que no interrumpa los discursos de los senadores: “usted no tiene que conducir la sesión, no tiene que decir cuando termina o sigue alguien. Eso lo tengo que decir yo”. El presidente del interbloque Cambiemos insistió en hacer uso de la palabra y Michetti respondió casi para sus adentros, pero con el micrófono abierto: “Es un pelotudo, que no rompa las pelotas”.

Minutos antes de las 21 la senadora Crexell confirmó su abstención argumentando por qué decidió no votar ni a favor ni en contra: “este debate demuestra el fracaso del Congreso Nacional y el fracaso de la política”. Sin embargo, un rato después, las mujeres de la Campaña Naciónal por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito brindaron una conferencia de prensa en el Hotel Castelar y no hablaron del fracaso político sino del éxito de la lucha: “Nos quieren hacer retroceder, pero este día histórico les tiene que explotar en la cara”. Inmediatamente después tomaron la palabra las actrices argentinas y resaltaron la idea de que ya no hay vuelta atrás: si no es ley hoy va a ser ley el año próximo, porque somos dos millones.”

En el transcurso de la jornada la balanza no se inclinó en ningún momento hacia el resultado positivo y pese a la importancia del proyecto tratado, algunos senadores, seis en contra, uno a favor y otro que decidió abstenerse, optaron por no exponer en el debate. Entre ellos Carlos Ménem, quien regresó a última hora al recinto para rechazar el proyecto, a pesar de no haber asistido a ninguno de los plenarios de comisión en la Cámara Alta.

Pasada la medianoche, en el discurso de cierre, la ex-presidenta, Cristina Kirchner, cuestionó: “Estamos rechazando un proyecto sin proponer ninguna alternativa” y agregó: “Nunca es gratis oponerse al status quo y como legisladores tenemos la obligación de deconstruirnos a nosotros mismos”.

En definitiva, la ley no salió pero una cosa está bien clara: la multitud en la calle no está dispuesta a dejar morir el pañuelo en un cajón. Porque ese triángulo verde habla por sí solo y representa la lucha de las impulsoras de la Campaña, mujeres próceres y pioneras de un lago camino, y también la lucha de las jóvenes, de aquellas que viven el llanto, el abrazo y el grito en el asfalto. Dentro de un año, el proyecto de legalización del aborto podrá ser discutido nuevamente y para ese entonces el feminismo no se habrá borrado de los medios, de las escuelas y mucho menos de las conciencias. Como aseguran una y otra vez las integrantes de la Campaña, las mujeres se cansaron de esperar en la cola de la historia y “no van a parar hasta conquistar sus derechos, constituyendo la equidad nacional, afianzando la justicia social y promoviendo la autonomía y la libertad para todas, para todos, para todes”.