Con el agua al cuello

Con el agua al cuello

El helado viento golpea con intensidad a un grupo de chicos que caminan apurados por la Avenida Paseo Colón y Cochabamba. A su lado, se erige la escuela Isauro Arancibia, con su nuevo y flamante edificio, que fue inaugurado a principio de año por el Gobierno de la Ciudad. Al ingresar llaman el ascensor y se distraen mirando las grietas de la pared. Alguien les avisa que no funciona, por lo que aceleran el paso por las escaleras hasta llegar a la sala de maestros. Se escuchan personas tosiendo y manos que se frotan para generar calor. Son los docentes que trabajan con sus pesados e incómodos abrigos a cuestas, porque no poseen calefacción. La intensa lluvia del sábado 15 de junio terminó inundando esta sala y la misma suerte corrieron el jardín, el comedor, la biblioteca, la sala de computación, el SUM y el resto de las aulas, muchas de las que ahora no tienen luz. Luego de numerosos reclamos en los medios de comunicación por parte de las autoridades del colegio, la Defensoría del Pueblo y la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires emitieron pedidos de informes para que se detallen las condiciones del edificio.  

Luis Pacheco, 24 años, hizo la primaria en el Isauro Arancibia, está finalizando la secundaria en una escuela de Barracas y quiere estudiar Profesorado en Historia. A pesar de que egresó hace 7 años del Isauro, continúa yendo porque está en situación de calle y allí, además de comer, participa en el Centro de Actividades Infantiles (CAI) para chicos de hasta 12 años. “Ese día llegamos y no pudimos hacer ninguna actividad del CAI en el SUM porque estaba todo inundado. Fue algo muy feo porque los chicos querían jugar a la pelota y tampoco podíamos ir al patio porque le falta un pedazo de techo. Estuvimos todo el día en el comedor, que era el único lugar en el que se podía estar. Llegamos el lunes temprano para desayunar y la escuela estaba cerrada porque todo el jardín estaba inundado. Fue un bajón: a esta escuela vienen chicos de la calle a estar secos, calentitos y sin humedad. En vez de secarnos la ropa tuvimos que agarrar un secador y empezar a ayudar a sacar el agua porque era caótico”, cuenta Luis. 

Durante muchos años la comunidad del Isauro realizó movilizaciones para que la escuela no fuera demolida por el Gobierno de la Ciudad con el objetivo de construir el Metrobus. Finalmente se acordó que la obra se iba a realizar quitándole diez metros de frente al viejo edificio y construyendo uno nuevo a su lado, en donde había una fábrica. Sin embargo, el primer día que los maestros encendieron la calefacción, un caño del jardín explotó y cayeron chorros de agua caliente sobre las cunas. “Por suerte fue a las cuatro de la tarde y los niños no estaban, pero podría haber sido una tragedia absoluta”, manifiesta Susana Reyes, directora de la escuela. A estos problemas se le agregan que no hay acceso para las personas con discapacidad, tampoco teléfonos para la comunicación interna y externa ni canillas para la limpieza. La cocina, además, sólo posee cuatro hornallas y un termotanque demasiado chico. “Los chicos vienen a pedirnos agua caliente y no hay abasto”, denuncia Marcelo, personal de cocina.

La escuela Isauro Arancibia se inició como un centro educativo en 1998 con Susana Reyes y veinte alumnos. Hoy brinda educación primaria y secundaria para jóvenes y adultos con 130 trabajadores y 394 estudiantes. A pesar de esto, en los papeles continúa figurando sólo como un centro educativo, lo que significa un obstáculo a la hora de hacer reclamos. Además de brindar educación primaria y secundaria para jóvenes y adultos, la escuela posee diversos talleres de oficio, como el de periodismo con la revista La Realidad Sin Chamuyo; reparación de bicicletas y una panadería que no funciona, debido a que los hornos no cuentan con gas desde hace tres meses. “Tuvieron que cambiar los caños porque el caudal de gas que necesita la panadería y la calefacción tiene que ser más gruesa que la que ellos pusieron. Ellos tenían un plano y sabían que iba a haber una panadería, ¿Por qué pusieron un caño chiquito si sabían que tenían que poner uno más grande?”, se pregunta Cristina Aguilar, secretaria de la escuela desde hace tres años y estudiante de Trabajo Social en la ex Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo. Actualmente no está cursando y se está replanteando su carrera debido a la intervención que sufrió la universidad a mediados de 2017, por parte de los ministerios de Justicia y de Educación, que reformularon en el plan de estudios y se despidieron a la mayoría de los profesores. 

Si bien se suele concebir al Isauro como una escuela destinada a personas en situación de calle, el formato es el que la hace inclusiva. Su enfoque educativo pone al sujeto pedagógico, y no a la normativa, como factor central. Sus docentes creen que este sistema debería implementarse en todas las escuelas. “Cualquier persona en cualquier situación tendría que poder ser recibido en cualquier escuela pública. Nosotros trabajamos con los pibes estigmatizados y que todo el mundo tilda de chorros. Son lo que no hay que ver, lo que quieren ocultar y silenciar. Acá tienen voz, se vizibilizan y aparte son seres adorables. Muchos de ellos han terminado el secundario y están pensando en ir a la universidad. Los pibes son un ejemplo de resistencia porque a pesar del desprecio, el maltrato y la violencia institucional siguen viniendo a la escuela”, finaliza Reyes. 

El volante tiene cara de mujer

El volante tiene cara de mujer

Después de Érica Borda, doce mujeres se anotaron en el Registro de Mujeres Aspirantes a Choferes de Colectivo.

Érica Borda logró ser chofer de la Línea 130 después de una batalla legal de ocho años. Finalmente, el Poder Judicial falló a su favor exigiéndole a la empresa que el 30 por ciento de su plantel sea femenino. También obligó al Gobierno nacional que tuvo que crear el primer Registro de Mujeres Aspirantes a Choferes de Colectivo (REMACC). Una historia de lucha -sobre ruedas- por la paridad de género.

Son las 12 del mediodía en la cabecera de Boulogne de la línea 130. Hay siete choferes terminando de almorzar en el comedor cuando entra Érica, que lleva la misma campera y camisa azul que sus compañeros.

– Pero mi camisa es más femenina, tiene pinzas- dice Érica que también tiene los ojos delineados con negro y usa un pañuelo rosa, aunque tiene el que le dio la empresa, con rombos celestes y verdes, guardado en la cartera.

Borda saluda a sus compañeros, uno por uno, mientras guardan sus tuppers y se van levantando. Érica toma una servilleta y empieza a juntar las migas que dejaron en las tres mesas del comedor. Los demás la miran. Hay un chofer que sigue sentado, pero cuando Érica limpia su mesa, se levanta y afirma entre risas:

– Esto es lo que les toca a las mujeres. 

– ¡Qué hijo de puta!- dice alguien desde el fondo.

«No aceptar a las mujeres sería retrógrado», afirman los compañeros de trabajo de Érica Borda.

En un terreno en el que las mujeres fueron históricamente excluidas, Érica abrió camino. Y no es esta la primera vez. Ya había sido conductora de la línea 140 durante doce años hasta que la echaron sin motivos, en 2011. Entonces, buscó trabajo en otras líneas pero la respuesta era siempre la misma: “No tomamos mujeres”. Cansada de la discriminación, presentó junto a la  Defensoría General de la Nación una acción de amparo contra el Estado Nacional y tres empresas de colectivos: Los Constituyentes SAT; Transportes Avenida Bernardo Ader S.A. y Transporte Escalada SAT.

Borda tenía dos pretensiones: la primera de naturaleza individual, reclamaba la protección del derecho subjetivo a obtener trabajo como chofer de colectivo; y la segunda, de dimensión colectiva, con el fin de que las empresas readecuaran sus políticas de selección y contratación de personal, de forma tal que cesaran con las prácticas discriminatorias hacia las mujeres. También, solicitó la anulación del Convenio Colectivo de Trabajo Nº 460/73 de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), ya que no contempla a las mujeres como trabajadoras. En el texto se refiere a ellas como las esposas de los trabajadores o quienes alumbran a sus hijos o hijas.

– Inicié el proceso para las que venían, no para mí. No quería que otra mujer sufriera lo mismo que yo- explica Érica que tuvo que buscar otra profesión para mantener a sus cuatro hijos. Estudió enfermería y ejerció durante dos años.

– El trabajo de enfermera es diferente porque implica un esfuerzo físico y mental muy grande. Hay que atender al paciente y contener a la familia. Además, el sueldo de enfermera es casi la mitad que el de un colectivero.

Borda señala que los 15.000 pesos que cuesta el curso de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte es prohibitivo para una mujer.

La defensa de las empresas demandadas se estructuró sobre la base de que los hombres son quienes conducen porque han sido casi los únicos que se postularon para desempeñar esa tarea. Esta afirmación da cuenta de la desigualdad estructural que sufren las mujeres en un mercado laboral sesgado por estereotipos de género.

Recién en octubre de 2018, la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo dictó una sentencia definitiva que dio lugar al reclamo colectivo. Condenó a las tres empresas demandadas a que confeccionaran un Protocolo de Buenas Prácticas en la selección de personal y les exigió la contratación, en el futuro, de personal femenino hasta alcanzar el cupo del treinta por ciento. También, el Tribunal instó a los poderes Ejecutivo y Legislativo a que adopten medidas apropiadas para revertir la discriminación por género.

En línea con el mandato judicial, en enero de este año, el Gobierno nacional creó el Registro de Mujeres Aspirantes a Choferes de Colectivo (Remacc) para que las empresas lo consulten al momento de convocar a nuevo personal. Borda fue le primera inscripta y hoy ya son doce. Sin embargo, Érica advierte sobre el problema que tiene el Registro: “Para anotarte tenés que tener el curso de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) que sale alrededor de 15 mil pesos, más los tres mil de la licencia profesional. Antes del fallo, las mujeres no hacían el curso porque invertir 18 mil pesos era regalar la plata para un puesto de trabajo que no tenías. Y ahora, la mayoría de las mujeres que pueden inscribirse quedaron solas o tienen cargas de familia. ¿De dónde van a sacar 18 mil pesos?, se pregunta.

Por eso, aunque Borda ya cumplió su objetivo, sigue luchando para que se les pueda otorgar un subsidio a esas mujeres. También, se creó un listado alternativo para ellas que ya cuenta con 30 inscriptas.

– Mi deseo es que sea más natural ver a una mujer manejar el colectivo- confiesa Érica. 

Para sus compañeros, que manejen hombres o mujeres es indistinto.

– No aceptar a las mujeres sería retrógrado- afirman. 

– Yo sabía que me iban a recibir bien. No noté rechazo-  asegura Érica.

– El tema es cuando se va, ahí sí le sacamos el cuero- agrega uno de los choferes y todos se ríen.

Para el delegado Ariel Martínez, las bromas y chicanas son “una forma de aceptación”. Sin embargo, Érica se encarga de dejar las cosas en claro:

– Yo no vine a ser conflictiva, pero voy a defender lo mío. 

Y defender lo suyo también implica definirse como chofer o conductora, pero no colectivera:

– Dentro de este rubro decir colectivera es referirse a la acompañante, la “novia” del chofer. A mí no me ofende en realidad, pero prefiero aclararlo.

Desde que Érica se incorporó a la empresa, en abril, el único cambio que tuvieron que hacer los choferes fue en la forma de hablar. 

– Ahora hay que tener más recaudo, pero es un lindo desafío que empiecen las mujeres acá- explica el chofer Martínez.

Ya hay otras tres mujeres en la Línea 130, una manejando y otras dos haciendo las prácticas.

Después de Érica, fue contratada Sabrina Gutiérrez y, actualmente, hay otras dos mujeres haciendo las prácticas. Los pasajeros ven la incorporación de las conductoras con buenos ojos. Explican que las mujeres frenan más suave y tienen más consideración. Según la Asociación Civil Luchemos por la Vida, las mujeres conducen en forma más segura que los hombres y se cuidan más (usan más el cinturón de seguridad y el casco). La tendencia de los varones a arriesgarse en las calles y rutas tiene como resultado que siete de cada diez víctimas de tránsito en el país sean hombres. Los datos demuestran la falsedad del dicho “mujer al volante peligro constante”.

– No sé si decir lo que dicen de los varones… – les comenta Érica a sus compañeros-. El otro día subieron acá, en Ader, dos mujeres y lo primero que dijeron fue: “Tenía que ser mujer para que arrimara al cordón”.  Se ve que algunos no están bien vistos.

– Pero también estamos los buenos… yo estoy casado con una pasajera, así que tan mal no me porté- retrucó Martínez. 

Ya son las 13, Érica tiene que partir. Pasa por el control, toma la planilla de los horarios y va al colectivo que comparte con el chofer de la mañana. Se abrocha el cinturón e inicia el recorrido. 

– Me quiero comprar un parlantito porque si no tengo música me pongo a cantar sola. Es que con el tráfico te volvés loca-  cuenta Érica riendo. 

Ni bien sale de la terminal está la prueba de fuego: la curva de la Avenida Rolón.

El colectivo pasa con lo justo, pero Érica ya le agarró la mano.

– Hoy los colectivos tienen caja automática y sistema hidráulico. La única diferencia con un auto particular es la dimensión. Pensar que el cuerpo de la mujer no está preparado para manejar colectivos es quedarse en el tiempo.

Unas paradas más adelante sube una señora mayor. 

– A Munro- dice y apoya la tarjeta Sube en la máquina. Cuando está por pasar al fondo se detiene y le dice a Érica con una sonrisa: 

– Nunca vi a una mujer chofer, la felicito.

– Ahora nos va a ver un poquito más- retruca Érica.

 Es un día tranquilo, no hay tráfico. Érica va dos minutos adelantada. Si llega a la terminal de La Boca con esa anticipación serían dos días de suspensión.  

– No pasa nada, ya nos va a agarrar un semáforo o una parada con mucha gente y compensa.

En la parada neurálgica de Retiro hay una fila larguísima.

– ¡Cuidado la puerta por favor!- dice Borda y sigue. 

Después de dos horas, llega a La Boca bien de tiempo. Tiene diez minutos para descansar. Come un sándwich, toma un vaso de gaseosa y arranca. A lo largo del día, dará dos vueltas completas, algo así como ocho horas y media. 

– Ahora hay más tráfico, en un rato empiezo a cantar- comenta Érica.

En la siguiente parada sube una mujer que la mira sorprendida.

– Es la primera vez que tomo el 130 y hay una mujer, ¡bienvenida!- le dice tomándola del brazo.

Y Érica vuelve a responder:

– Ahora nos va a ver un poquito más. 

La Policía impidió armar una carpa para personas que viven en la calle

La Policía impidió armar una carpa para personas que viven en la calle

El II Censo Popular de Personas en Situación de Calle arrojó que 7.251 personas viven en la vía pública de la Ciudad.

El 9 de julio, desde el mediodía, varias filas de mesas estaban colmadas de mujeres y hombres jóvenes, niños y niñas, ancianos y ancianas, y familias enteras. Todos comían. Un paisaje patrio, con una carpa azul en construcción y banderas de organizaciones sociales como fondo que terminó con represión policial.

La Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), el Frente Popular Darío Santillán, La Dignidad, el Frente Social Peronista y el Movimiento de Trabajadores Excluidos eran las agrupaciones que se destacaban con sus banderas al viento. El Obelisco de fondo y dos hileras de policías alineadas a cada lado de la avenida terminaban de dar forma a una postal clara de la situación de crisis social y política actual, en un día en el que se conmemoraban 202 años de la Declaración de la Independencia.

María Alba, militante del Frente Popular Darío Santillán era una de las que estaba allí. “El gobierno tiene que hacerse cargo de la gente que está viviendo en situación de calle –expresó-, porque hoy cualquiera puede terminar en esa realidad. Vos podés tener un trabajo y no te alcanza para pagar un alquiler y darle de comer a tu familia. Vos podés tener un título universitario, pero si tenés que pagar el alquiler, el alimento diario, las tarifas de agua, luz y gas y tenés que viajar en colectivo a 21 pesos, no hay forma que te alcance”.

Ariel Villagra, coordinador del Hogar Monteagudo de Proyecto 7, de Parque Patricios, contó que ya son ocho las personas fallecidas por hipotermia. También reveló que él había vivido en situación de calle y que era algo muy duro, “porque se está las 24 horas del día a la intemperie, con lluvia y frío. Armamos esta movida porque la gente está muriéndose de frío”.

El Gobierno de la Ciudad aceptó que se instale una olla popular pero no un refugio para personas en situación de calle.

Desde el primer piso del McDonald, colmado de personas disfrutando de un feriado, entre amigos o en familia, se podía observar lo que sucedía en el Obelisco, el ventanal ofrecía una mirada panorámica que nadie advertía, como si fuera un televisor de pantalla gigante, entre hamburguesas y papas. Pero en el pasillo hacia el baño se cruzaban policías y manifestantes, como una zona franca.

A las 15 estaba planificado tener instalada la carpa refugio. Eran las 16.20 y se armó una asamblea. No se había logrado el permiso para su instalación y la decisión fue armarla igual. El referente Rafael Klejzer pidió que se organizaran los cordones, es decir, dos hileras de personas que cruzaban entre sí brazo con brazo.

Las fuerzas de seguridad hicieron una barrera, pero no se entrelazaron unos con otros, ocupaban sus manos con los escudos, el gas pimienta y bastones represivos. Del lado de la avenida que va al norte, estaba la policía motorizada.

La situación se complicó cuando los manifestantes intentaron bajar la carpa y los colchones de los vehículos. La policía intentó evitarlo y empezaron los manotazos y el gas pimienta. Entonces, la gente comenzó a retroceder.

Este invierno, ya murieron ocho personas que vivían en la calle por hipotermia.

Ante la tensión en ese tire y afloje, un muchacho cargado de impotencia, amagó enfrentarse a las fuerzas de seguridad con gestos bravíos, mientras varios manifestantes intentaron detenerlo. Sin embargo, logró zafarse, sacándose la campera y después la remera y con su torso desnudo se lanzó hacia el muro humano de uniformados. Él fue el primer detenido.

Las fuerzas de seguridad comenzaron a tirar gas pimienta y a avanzar y a retroceder con los escudos bien firmes. El viento estaba a favor de ellos, la ráfaga invisible de gas se expandió por la muchedumbre y las toses comenzaron a aflorar. Algunas personas tuvieron que alejarse para tomar aire.

A una de las mujeres afectadas, Yanina, le picaban mucho los ojos y no paraba de toser. Tiene 36 años, trabaja como empleada doméstica, está en blanco, su jornada laboral es de 14 horas diarias y no tiene franco, solo se pide algún día cuándo está muy cansada. Duerme todas las noches en la guardia del Hospital Argerich, hasta que a las 5 de la mañana, cuando tiene que juntar sus cosas e irse. Por suerte tiene una amiga que madruga y le permite ir a su casa para higienizarse y tomar algo caliente antes de ir a trabajar. Ella dice que la política no le interesa, pero que antes trabajaba 8 horas por día, tenía un franco a la semana y eso le alcanzaba para pagarse un lugar donde vivir, comer y darse algún gustito.

Juan Grabois fue uno de los dirigentes que encabezo la medida solidaria.

Mientras tanto, los manifestantes cantan el himno. Se recupera una calma atenta, que pende de un hilo. Los referentes negocian la continuidad de la actividad, los manifestantes del cordón interno se sientan en semicírculo, de frente al muro policial. Una mujer, que tiene algo más de 50 años, se puso de pie y se ubicó en el centro, entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad. Con la vista fija en los policías, con oratoria religiosa, comenzó a hablarles. Tenía un buzo muy rojo que contrastaba con el negro de los uniformes. Les hablaba de Dios, de ganarse el cielo, les decía que dejaran de reprimir, “porque acá se salvan, pero allá arriba no hay salvación”. También les pidió que se arrepintieran, que sean buenas personas y les recalcó que “el pueblo está sufriendo”.

Muchos la escucharon con atención, algunos manifestantes se rieron. Luego, un referente de una organización se le acercó, le habló al oído y ella se calló y se sentó con las demás personas.

Pasadas las 18, las negociaciones parecieron llegar a término. Alejandro Amor, Defensor del Pueblo, anunció que iba a poder hacerse la olla popular, pero no armarse la carpa refugio.

La policía comenzó a retirarse, algunos miembros de la fuerza provocaron a los manifestantes golpeándolos, mientras se iban yendo.

La gente, disfrutando de un pequeño triunfo, comenzó a cantar que “El pueblo unido, jamás será vencido”. Se habían reunido ahí para tratar de dar abrigo y comida a las personas que viven en la vía pública.   El Segundo Censo Popular de Personas en Situación de Calle arrojó que 7.251 personas viven de manera efectiva en la calle. De ellas, 871 son niños, niñas y adolescentes. Además, 40 mujeres están embarazadas. El 52%, declaró que por primera vez no tiene un techo.

La Policía detuvo a las personas que intentaban armar la carpa para que duerman las personas en situación de calle.

Riña de pibas

Riña de pibas

La liga comenzó el pasado junio y finaliza en noviembre.

Domingo 7 de julio. El Centro Cultural Recoleta está repleto. Afuera, en la soleada terraza, muchos adolescentes participan de diversas actividades, el frío parece no importarles. Por dentro, en uno de los tantos rincones que alberga este predio, se encuentra el salón Cronopios. Allí, cuatro murales que hacen de paredes, coloridos y llenos de frases rimbombantes bordean un vagón viejo de subte, graffiteado hasta el hartazgo.

 La velada estaba programada para las dieciséis. Al ritmo de música hip hop, los puntuales se acomodan en neumáticos viejos desperdigados por el piso, que separaban los cuerpos del frío y duro suelo. Algo que les faltará a quienes lleguen pocos minutos del inicio programado. Ya no quedan más opciones que sentarse como indio o permanecer de pie. Puntuales y atrasados merodean la adolescencia, aunque también hay infantes.

 Veinte minutos más tarde, hicieron su aparición las tres juradas: aunque había un varón, este evento se trata de ellas. Bajo su estrado, seis sillas negras que pronto serían ocupadas por las contendientes: Brasita, Caty, Sofía, Roma, NN y Saga. A la izquierda de ellas, DJ Sista con una computadora y una bandeja con vinilos por escrachear. A la derecha, la hinchada que apoyaba a las competidoras. Adelante de todos, la presentadora y artífice del evento, Taty Santa Ana, quien en otra competencia de este centro cultural, Cultura Rap también se lució. Además, fue parte del ya mítico Quinto Escalón, una de las competencias de plazas más importantes de Argentina.

Si bien en el escenario las contendientes se agredían con frases fuertes, al final todas terminaban abrazadas.

Esta velada corresponde a un acontecimiento histórico.  Es la segunda jornada de la primera liga profesional de freestyle femenino que lleva el  nombre de  Federación de Freestyle Femenino (Triple F) y está organizada por Medusa Producciones. La liga comenzó el pasado junio y finaliza en noviembre. En cada fecha, hay dos juradas fijas y un tercero, invitado.

 El público fue entrando en calor con  dos batallas iniciales que dieron como ganadora a Sofía, una chica de pelo largo y rubio que,  más tarde, sería preseleccionada. En ese momento se empezaron a escuchar las primeras frases fuertes: “Sos re rara”, “no le pegas al tempo, no tenés ingenio”, “vos te trabaste, no tenés argumento, no tenés conocimiento”,  “vos decís que dejas al público contento porque se te cagan de risa”, “no quiero ganarte ni superarte si ni te registro”. Y hay más: “No vengo a medirme y menos con vos”,  “no quiero ganarte ni superarte si ni te registro”, “sos un chiste, me cago de risa con lo que dijiste”, “sos muy mala, no tenés la capacidad de tirar unas rimas piolas”.

Luego, cada una de las preseleccionadas improvisó rimas de un minuto sobre el evento, para abrir paso a las tres batallas más importantes de la tarde. Las competidoras sabían previamente los cruces: Brasita versus Caty, Roma versus Sofía (que se sumó en el día), y por último Saga versus NN.

«El objetivo es que tengamos visibilidad para llegar lejos”, dijo Santa Ana.

Cada una de estas mujeres ya tiene un nombre en el ambiente: Brasita (Ailén González) obtuvo el primer puesto en Microphone Check 2vs2, Caty (Caterina Alaniz) es una de las voces que suena fuerte en las competencias del barrio de Constitución, Roma (María del Rosario Flores Galaguerri)  ganó el año pasado la competencia “Queen of Queens vol. 2” y es organizadora de Línea de Versos,  staff de las Vegas Freestyle y de El eje de la rima. Por su parte, Saga (Ailén Ibarra) organiza la competencia “Piso Freestyle” y clasificó en la BDM Gold. Por última NN (Nadia Noriega), en el 2018, ganó la Batle Forcce y este año impuso tres veces en Pueblo Rapper.

Antes de cada contienda, Taty gritaba: “Oh oh, 3, 2, 1 todos con las manos en el aire”. Inmediatamente el público empezaba a moverse al ritmo de las improvisaciones. Las batallas tenían diversos ejes de competición. Textos a capela  que habían escrito previamente, donde se ponía a  prueba la memoria, minuto de temáticas con seis palabras a incluir, situaciones como “en un parto” o  “Roma antigua” y personajes contrapuestos como por ejemplo Frida Kahlo versus Madonna o Jesús versus Donald Trump. Para definir quién comenzaba a tirar rimas, un piedra, papel o tijera anticipa cada round. Las contrincantes se dan un golpe de puño. Taty  indica ese cierre con un fuerte “tieeeempo”.  Una vez finalizado el turno, las mujeres pasaban al frente para que se anuncie a la ganadora. A cada frase contundente el público respondía con un “Oh” y fuertes aplausos. Cuando un par pasaba al frente, las competidoras que quedaban en las sillas negras miraban atentamente, festejaban, reían y las aplaudía. Había miradas de admiración. Y todo se convertía en fiesta.

En los enfrentamientos se escuchaba: “Sos una rata con tono agresivo, serías capaz de cambiar actitudes por un par de ceros desmedidos”. “Si pierdo la paciencia te arruino, tanto reconocimiento, me pregunto ¿será merecido? Si solo pasaste de amigo a novio y de novio a amigo.” “¿Te habrás vendido? por lo que veo hace rato. Yo no lo hice, ya que conmigo tengo un pacto: el de no cambiar ideales por un simple contrato.” “Tengo para todas así que espérenme pacientes. Hagan fila, que las bajo de a una”.

Cientos de adolescentes y también niños presenciaron la competencia.

Cada competidora tenía una presencia única en el escenario. Algunas lo recorrían más, otras menos. Unas intepelaban al público y había quienes solo se concentraban en ellas mismas. Estaban aquellas que escuchaban a su contrincante con la mirada fija y las manos en los bolsillos y las que se reían mientras caminaban en círculos.

 Si bien en las contiendas se decían de todo, apenas terminaba se abrazaban. Parecía que nada de lo que se espetaban las afectaba. En posts de Instagram suben fotos batallando y se expresan el cariño que se tienen. Finalmente, y con pocos puntos de diferencia, se anuncian las ganadoras: Brasita, Roma y NN. Además de las improvisaciones, esta fecha contó con los shows de Abby, Sofía y Roma, entre batalla y batalla.

Santa Ana, fundadora del sello Medusa Producciones y presentadora de la competencia explicó a ANCCOM: “La creación de este evento vino tras la consideración de que las pibas merecemos más. El objetivo es que tengamos herramientas y, sobre todo, visibilidad para llegar lejos”. Y agrega: “Dentro de la mayoría de los rubros en que circulamos, hay mayor cantidad de hombres. Sin embargo, se están viendo más chicas y esperemos que más se sumen”.

Con respecto a la experiencia de estas primeras dos fechas, sostiene que fue mucho más de lo que esperaba. Considera que muchos dan la espalda a las mujeres en el ambiente hip hip, pero también que están abriéndose puertas y ventanas. Además,  cree que a las mujeres no debe importarle la indiferencia, ya que es posible abrirse camino. “Todas y todos deben tener las mismas posibilidades”, asegura.

«Sobreviviendo»

«Sobreviviendo»

En 2002, ocho operarios evitaron el vaciamiento y pusieron a funcionar la imprenta. Ahora, cuenta con 10 trabajadores.

El rubro de la gráfica es un sector muy golpeado por la crisis económica que afronta la Argentina en los últimos años. En este panorama, la fábrica recuperada Artes Gráficas Chilavert no es la excepción. Con una deuda con Edesur que ronda los 950 mil pesos y la consecuente amenaza por parte de la empresa de cortar la luz, el futuro de la cooperativa se encuentra en peligro.

El taller situado sobre la calle Chilavert del barrio de Pompeya es inmenso. Presenta una planta baja donde se encuentran las máquinas antiguas de corte e impresión y un piso superior donde se hacen distinto tipo de actividades comunitarias. El ruido de las impresoras es intenso entre las ocho y las cinco de la tarde, horario pautado para la jornada laboral. Los recortes de papel y cartón recubren el espacio, algunos amontonados de forma ordenada, otros en contenedores y también se esparcen sobre el suelo.

Cuando se recuperó la fábrica se hizo con ocho trabajadores, de los cuales continúan trabajando en el taller dos. Sin embargo, el número se extendió a diez personas que se encargan de diversas tareas. De ellas -impresión, corte, encuadernación y administración-dependen sus ingresos. A veces se quedan más tiempo del estipulado y otras, trabajan algún sábado para que todos puedan llegar a fin de mes. Sin embargo, hoy el dinero no alcanza. “Sobrevivimos, la realidad es esa, nuestro retiro es miserable: estamos cobrando entre doce y catorce lucas”, reconoce Martín Cossarini, que lleva diez años trabajando en la empresa recuperada.

Cada mes, llega a Chilavert una factura de 90.000 pesos de luz.

La situación económica actual del país es compleja y afecta enormemente a las cooperativas. Con el incremento de las tarifas de servicios públicos, el mantenimiento de muchas fábricas recuperadas se vuelve insostenible. A eso se suma una tasa de desocupación que escala al 10,1%, según el informe del primer trimestre de 2019 del INDEC, lo que implica  que dos millones de argentinos se encuentran desocupados.

En este marco, el golpe se hace evidente en el rubro de la gráfica. “De la encuadernación no hay laburo –comenta Cossarini- Bajó mucho todo lo que es el mercado editorial. En parte por el desplazamiento digital y en parte por las políticas públicas.” A su vez, Ernesto, encargado del Área de Administración de la fábrica comenta: “Ha bajado el nivel de demanda de lo que nosotros producimos, que son libros y revistas. La gente está preocupada por lo básico: cuando no tiene plata en el bolsillo, primero la gasta en comer, después, en vestirse.”

Cossarini comenzó a trabajar en la gráfica y continúa hasta la fecha por una convicción política. De joven militó en el centro de estudiantes de su secundario y vio nacer al Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas durante la crisis del 2001. Artes Gráficas Chilavert fue una de las fábricas que durante el 2002 tuvo un intento de vaciamiento dado que la firma Gaglianone, antigua propietaria, pensaba retirar la maquinaria y declarar la quiebra. Al enterarse, los trabajadores ocuparon el espacio y aguantaron allí durante siete meses. Finalmente, gracias a la obtención de una ley de expropiación, la fábrica pasó a estar en sus manos.

Sin embargo, la ocupación difícilmente se hubiera llevado adelante sin un hecho que marcó la historia de la fábrica y permitió que el trabajo continúe. Ernesto González, uno de los trabajadores que vivió el pasaje de empresa privada a recuperada, contó que al ocupar la fábrica, el juez a cargo dio la orden de que podían permanecer allí pero que no podían trabajar y una guardia policial escoltaba, entonces, la puerta del taller. Dado que tenían un encargo grande de libros que se debían presentar en la Feria del Libro el 25 de mayo del 2002, un vecino les dio una idea. “Rompimos el huequito que ahora está tapado con ladrillos –cuenta González- y por ahí sacamos los libros con ayuda del vecino del otro lado y después lo volvimos a tapar, lo disimulábamos con el cuadro. Fue la noche del 24 y el 25 a la mañana sacamos los libros y se pudieron presentar. Así comenzó y después empezamos a entrar y sacar trabajo. Duró hasta que logramos la tenencia legal de este lugar.”

«El sábado 13 de julio, a partir de las 13, habrá un festival solidario en la puerta del taller (Chilavert 1136).

En diálogo con ANCCOM, Cossarini reflexionó sobre las ocupaciones de fábricas: “Ha sido una gran escuela para la clase trabajadora, sirvió para comprobar que tiene la fuerza. En definitiva, lo que genera riqueza es el trabajo propio. El tema es que después se hace muy difícil pero no tiene que ver con la cooperativa. Eso es porque estamos en una sociedad capitalista y no hay manera: la autogestión termina en el portón de la fábrica, vos salís y tenés que comprar papel y no está a precio cooperativo, está a precio dólar.”

La deuda de la gráfica Chilavert alcanza los 950 mil pesos y cada mes, entre factura e intereses, la cuota a pagar ronda los 90 mil pesos. “Hoy estamos remando y cada vez el bote se llena más de agua”, suspira Nelson Darín, otro trabajador de la fábrica. “No es que no queremos pagar, se nos hace imposible”, remata Daniel Suárez, quien trabaja en la imprenta desde 1984. Además, en el espacio funciona también un bachillerato popular y el Teatro Comunitario Pompeya. Ambos, en igual situación de peligro.

Sobre el futuro, las palabras de González son alentadoras: “Tenemos confianza de que vamos a salir adelante porque en una situación incluso más difícil en la que estaba cuestionada la existencia misma del lugar logramos sortearla, entonces por qué no vamos a hacerlo de vuelta. Ahora con más experiencia, más gente y más fuerza.” En este sentido, Martín agrega que “existe un ejemplo concreto de que un grupo de trabajadores pudo salir adelante sin necesidad más que de coordinarse. Y esto desmiente una gran mentira que construye este sistema que es que si no hay un patrón vos no podés trabajar.”

Como plan de acción de resistencia a la amenaza de corte de luz de Edesur, la cooperativa planeó un festival para unir fuerzas con otros actores afectados y dar visibilización a la situación. Será el sábado 13 de julio a partir de las 13 en la puerta del taller (Chilavert 1136, Nueva Pompeya). En la jornada tocarán la Orkesta Popular Sam Bomba y Vértigo López, habrá un buffet económico y también se presentará el teatro comunitario.