Viaje al interior de la marea verde

Viaje al interior de la marea verde

 

Poco antes de las 16 todavía la estación no explota de personas. Todavía no son tantas las que se juntan, pero con cada tren que arriba se van sumando decenas al montón. En realidad, Constitución siempre está repleta de gente, pero hoy tiene un tinte diferente. Mucho violeta, más de lo habitual, llama la atención, enseguida. Hay algo característico que se distingue: los brillos, el pañuelo y los labios pintados. Para muchas son como uniformes. Van asomando los carteles que expresan las consignas como gritos al cielo: “Somos las nietas de todas las brujas que nunca pudieron quemar”, “Nadie le preguntó a mi agresor cómo iba vestido”, “No nací mujer para morir por serlo”. En un brazo se lee un “LIBRE”, así, en mayúsculas, con letras plateadas y brillantes. No es un anhelo, es una promesa: las mujeres hoy se juntan porque quieren ser libres.

Es 9 de marzo y están de paro. Ayer domingo fue el Día Internacional de la Mujer Trabajadora pero el paro se realiza hoy, lunes, bajo la certeza de que “si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras”. En Argentina, solo en marzo hubo seis femicidios, lo que acumula 69 en lo que va de 2020.

Encuentros, amigas que esperan a otras amigas, familias enteras, compañeras de trabajo, adolescentes, niñas y niños, adultas, pibas solas, pibas en grupos. Todas en la estación, listas para ir al Congreso. Un grupo de 20 jóvenes se acomoda en ronda. Tiran en el centro sus mochilas, el glitter, las pancartas. “Nosotras nos nucleamos todas en la Facultad”, explica María, una estudiante de Comunicación Social de la Universidad de Lomas de Zamora. “Somos todas compañeras que tratamos de involucrarnos en la realidad de nuestro país. Es una construcción necesariamente colectiva; juntas podemos cambiar el mundo”, afirma mientras espera que se unan más pibas a la manada. A un costado, está Micaela junto a su hermana y unas amigas. También son estudiantes universitarias de zona sur. “El feminismo nos interpela a todas de diferentes maneras”, dicen, “venimos porque nos conecta y nos emociona”.

Cerca de ellas está Romina Domínguez, que viene desde Longchamps. Está con sus hijas -una adolescente y otra de tres años- con las amigas de la más grande y con su ahijada. Mientras ataja a la más chiquita que se distrae con todo lo que pasa a su alrededor, espera a su hermana, que viene desde Temperley. Aunque cree que la sociedad todavía no está lista para tantos cambios, marcha porque quiere que sus hijas “sean libres de pensar lo que quieran” y que “no salgan con miedo a la calle”.

A un costado se congregan Graciela, Nélida, Ana, Fabiana, Gabriela y Florencia, que llegaron en tren desde Almirante Brown. En sus remeras se lee “Unidxs y organizadxs”, una organización peronista que, entre otras cosas, trabaja en conjunto con el municipio en auxilio a aquellas mujeres en situaciones de violencia. “Es importante venir para visibilizar las diferentes realidades que viven las mujeres y las disidencias sexuales”, afirma Gabriela. Graciela agrega que viene por sus hijas y sus nietas: “Yo quiero para ellas un futuro sin violencia”.

Apenas pasaron unos minutos de las cuatro de la tarde cuando llega la estampida proveniente de La Plata. Son decenas las mujeres que atraviesan los molinetes para hacerse paso: ha arribado a destino la marea feminista del tren Roca. Una chica de no más de 15 años sostiene un cartel naranja que con letras negras anuncia “en la voz de mis hermanas escucho la revolución”. Grupos y grupos llegan y se unen a los que ya estaban. Aparece la bandera multicolor del movimiento LGBT+, más carteles, más glitter, más pañuelos. Una tímida batucada se oye a lo lejos, y el murmullo se enciende a cada paso, hasta retumbar por las paredes. “Agite”, una organización estudiantil independiente de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de La Plata marca el ritmo con los bombos y los tambores, mientras continúan su camino hacia el subte. Tras ellas desfila una multitud de personas con el mismo rumbo. Las y los que pasan no pueden evitar darse vuelta: la ola verde pisa fuerte.

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En los vagones de la línea C no entra un cuerpo más, hasta que frena en Avenida de Mayo, donde queda prácticamente vacío. Al salir, el cielo anuncia con sus nubes una lluvia amenazante. En la pared de un edificio unas mujeres pintan un stencil gigante. Son tres profesoras de Bellas Artes, que hace poco decidieron juntarse para hacer intervenciones artísticas en la via pública. “Queríamos acompañar la movilización con alguna acción, por eso cambiamos la conocida imagen de Banksy de un hombre tirando flores, por una mujer con una botella con fuego en la mano”, explica Pía. La imagen se acompaña de la frase “agradezcan que pedimos justicia y no venganza”.

Sobre 9 de Julio y Avenida de Mayo, justo debajo de la estatua de Don Quijote de la Mancha, Adriana y Eli de la Comunidad Danzante se encuentran con sus compañeras para ultimar los detalles antes de bailar la danza del Tinku. “Para nosotras representa el encuentro con otras comunidades. El Tinku reivindica nuestras raíces ancestrales. Es una danza guerrera, de resistencia y lucha”, explica Adriana. Su compañera, Eli, agrega: “Reivindicamos el feminismo comunitario, antipatriarcal, antiracista”.

En esa misma esquina, se concentra la Asamblea por la Salud Integral Travesti-trans-no binarie. “Decidimos visibilizar el conflicto que tenemos para acceder a los tratamientos de reversión hormonal en todo el país. En julio del año pasado los laboratorios que proveen de nuestro tratamiento al Estado se bajaron de las licitaciones y ahora está habiendo faltantes en todo el país”, cuenta Ese Montenegro, uno de los referentes del colectivo. “Una de las cosas que reclamamos es la producción estatal de hormonas. No podemos seguir siendo rehenes de las multinacionales, ellos definen nuestra vida según sus ganancias”. Ante la pregunta de si encuentran amparo en el feminismo, contesta que sí pero señala que hay un avance del discurso fascista transexcluyente que le preocupa. “Con ese grupo no transamos”, declara.

Un poco más atrás está el proyecto “Preservativo para Vulvas”. La iniciativa surgió hace un año y ya se expandió por varias ciudades del país. Desde el colectivo denuncian la falta de voluntad política y de información que hay sobre el tema y plantean cuatro ejes de acción: concreción de un preservativo para vulvas, distribución gratuita de los métodos que ya existen en otros países vecinos, la creación de un protocolo ginecológico con perspectiva de género y la difusión de información para docentes. Sofia, referente del movimiento, también exige que en las escuelas se hable de sexo, y que específicamente enseñen cómo cuidarse entre personas con vulva”.

El ruido va en aumento y a los cánticos se le suman las bocinas: poco a poco se va complicando el tránsito en la 9 de Julio. Las personas no paran de caminar rumbo al Congreso, con banderas, bombos y pancartas. Carla Oviedo, docente de primer grado en una escuela doble jornada de Quilmes, se detiene a ver una murga del partido de San Martín. Su delantal está intervenido con la frase “la seño te cree siempre”, en referencia al abuso infantil. “En las escuelas tendrían que poder encontrar ese apoyo. Las maestras tenemos un rol importante, pero sin políticas estatales nos excede la situación”. Ella aplica la Educación Sexual Integral en su aula pero denuncia que, al no estar debidamente reglado, queda a discreción de cada docente hacerlo o no.

A pocos metros de la Plaza de los dos Congresos, se despliega una pancarta gigante con el lema “Separación de la Iglesia y el Estado”. En la columna que avanza hay cantos, hay intervenciones artísticas, hay saltos, hay movimiento. Las mujeres organizadas vienen de todos puntos de la Capital y Gran Buenos Aires y se agrupan bajo las consignas más diversas: algunas que surgieron recientemente, como “la revolución de las viejas”, otras que ya tienen años de lucha, como “Mamá Cultiva”. En el centro de la Plaza, un grupo de mujeres artistas con hijes y carteles que decían “Vomite todo aquí”. Karina, una de las integrantes del movimiento, describe que se trata de poesía de la urgencia, una escritura catártica, donde se invitan a las personas a participar para sacarse las opresiones mediante la escritura y la deposite en un chango vomitario”.

El deporte también dijo presente en la jornada. A un costado, Greta Martinelli, jugadora de voley en Boca Juniors, pide por la profesionalización del voley femenino: ellas no tienen médicos, ni kinesiólogos, ni contratos, ni la paga de sus compañeros hombres. “Es un largo camino pero esperamos que se pueda lograr”, comenta con esperanza. “Trabajamos desde abajo para llegar hasta arriba”. También estuvo Romina, de 26 años, que forma parte de San Lorenzo Feminista, una organización de hinchas que busca generar un cambio dentro del club. “A veces hay acciones para combatir; el machismo dentro del fútbol pero es difícil. Se da un paso para adelante y tres para atrás”, comenta.

Hay, también, relatos más difíciles de digerir. Sobre esa misma calle, mientras caen unas tímidas primeras gotas, tres mujeres y una niña despliegan una tela sobre la vereda de los números impares. En el cartel se hacía mención a la desaparición de Claudia Repetto. Susana, su hermana, denunciaba: “Estamos pidiendo para que aparezca Claudia, desaparecida desde el domingo pasado. Su expareja se la llevó y no sabemos nada de ella. Se hicieron los rastrillajes en la playa y se encontró una pala en los acantilados”.

El día se cierra con el acto final y la lectura del documento en el que confluyen todos los reclamos. Ya es de noche cuando Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo, se sube al escenario. Una vez más y como siempre, recuerda a lxs  detenidxs desaparecidxs y exige justicia. El conocido “ahora y siempre” resuena en el barrio del Congreso. Poco después de las 20 se empiezan a disipar los contingentes y comienza el regreso a los hogares. Aunque, sobre avenida Callao, aún quedan multitudes saltando al grito de “aborto legal, en cualquier lugar”.

Un pequeño planeta llamado Astillero Río Santiago

Un pequeño planeta llamado Astillero Río Santiago

El Astillero Río Santiago cuenta con 3.300 trabajadores.

Ensenada, junto a La Plata y Berisso, forman un polo industrial que, desde la década del 50, ha sido uno de los bastiones productivos más importantes de nuestro país. En distintos períodos históricos como la dictadura de los 70, el neoliberalismo de los 90 y la etapa macrista, se diezmó su potencial productivo. Pero, pese a todo, el Astillero Río Santiago (ARS) con sus 3.300 trabajadoras y trabajadores resiste como un verdadero emblema de memoria, verdad, justicia y soberanía.

ANCCOM conoció un planeta pequeño. Allí habitan orfebres de joyas de gran envergadura, buques, puentes y aerogeneradores que transforman la energía eólica en eléctrica.

En inmensos talleres confluyen maquinarias, mazas, calderas y computadoras y grandes grúas que de lejos parecen tener vida propia. Al acercarse, se observa que son las encargadas de trasladar las piezas de los buques. Los obreros, sobre los andamios, recuerdan a Gulliver en la isla de Liliput. Todo el complejo de estructuras ensambladas está destinado a la fabricación de las partes de los barcos, o la máquina de hélices para los aerogeneradores.

En ese pequeño planeta también funciona una escuela técnica que prepara a sus obreros en trabajos calificados. Además se encuentra el área de Derechos Humanos, porque el astillero fue un espacio de encuentro y organización de trabajadores durante la última dictadura cívico-militar, cuando medio centenar de ellos fueron detenidos desaparecidos.

El “#Ni una Menos” también entró al astillero. Ya son 360 las mujeres que forman parte de esa gran fábrica, no sólo en las áreas administrativas, sino además en las distintas secciones y talleres.

Los y las empeladas poseen atención médica las 24 horas, porque muchas de las secciones implican trabajos considerados de alto riesgo. Por esa razón, también, cuentan con su propio cuerpo de bomberos.

El gobierno bonaerense de María Eugenia Vidal retuvo las partidas del Astillero y paralizó su trabajo.

 

La última embestida

Durante 2018, el ARS vivió una de las ofensivas más fuertes, a cargo de un Presidente de la Nación hacia el sector obrero. Mauricio Macri lanzó la primera piedra: “Hay que dinamitar el Astillero Río Santiago”, dijo. Luego se instaló el tema en los medios masivos, considerando al sitio como un reservorio de vagos, que se colgaban del Estado. Bajo el lema #Donde hay que ajustar, se mostraban imágenes, tomadas desde drones, de un astillero desierto. A su vez se expresó que los obreros ganaban cifras siderales.

Los medios no contaban que el Gobierno provincial tenía retenidas las partidas completas de insumos desde hacía varios meses, cuestión que impedía continuar las trabajos. Tampoco se informó sobre los recortes salariales que sufrían los trabajadores, ni que muchos ya no llegaban a fin de mes, condenados a mirarse las caras, en el silencio insoportable de las máquinas paradas.

 

La suerte estaba echada

 La información se replicó en los medios con velocidad y se construyó un nuevo enemigo Frente a esa situación, los trabajadores del Astillero coparon las calles. Hubo gran cantidad de movilizaciones. Dos fueron emblemáticas.

Una fue la del 21 de agosto del 2018, cuando el ARS se manifestó con fuerza y el centro de La Plata se inundó de trabajadores. Se llegaron a concentrar más de 40.000 personas y la represión se instaló con balas de goma, gas pimienta, heridos y detenidos. La acción transcurrió frente al Rectorado de la Universidad de La Plata, mientras en su interior despedían los restos de Chicha Mariani, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo.

El 18 de septiembre hubo una manifestación importante. La policía cercó a los manifestantes del Astillero. Los trabajadores contaban con la información de que los esperaban las fuerzas de seguridad en la plaza San Martín, por lo que decidieron dirigirse al Ministerio de Economía y tomarlo de manera pacífica para negociar frente al aparato de Estado.

Los obreros accedieron a archivos internos y encontraron un plan de desmantelamiento del Astillero Río Santiago redactado e impreso. En el documento se detallaba de manera muy clara, cuáles serían los pasos a seguir. Todo estaba perfectamente sincronizado: desde el ámbito jurídico, con el armado de causas y desde lo mediático, con una campaña de desprestigio. En el aspecto gubernamental se expresaba la continuidad de los recortes presupuestados para las obras.

Con la certeza entre las manos, los trabajadores del ARS decidieron resistir en el Ministerio y lograr negociar una salida al conflicto, 12 horas después. La gobernadora María Eugenia Vidal se comprometió a dar respuesta a los reclamos, normalizar la entrega de insumos para reanudar la producción, pagar los sueldos sin descuento y respetar el convenio colectivo de trabajo, entre otras cuestiones.

Visita al astillero Río Santiago. Ensenada, 27 de septiembre de 2019. Fotos de Juli Ortiz / ANCCOM.

 

En el diario ya no hablaban de ti…

ANCCOM  entrevistó a Denis Bilardo, secretario del interior de ATE y delegado del ARS, al cumplirse un año del conflicto con el gobierno, en el que los trabajadores del Astillero Río Santiago lograron desbaratar la maniobra de desmantelamiento y cierre de una de las industrias más importantes del aparato productivo argentino.

 ¿Cómo empezó el conflicto?

Este conflicto comenzó en 2016, cuando inició sus gestiones el gobierno. Nosotros salimos a comunicarle a la sociedad por qué el Astillero no producía, qué era lo que necesitábamos para producir, qué podía fabricar el astillero para el país. Toda esa campaña se reflejó en movilizaciones y plenarios de delegados regionales. Y se evidenció el día después de la represión, cuando hubo 40.000 personas en la plaza San Martín, acompañándonos. Además hubo un paro regional en Ensenada y en Berisso.

¿El apoyo de la gente fue inmediato?

Sí y se dio en un momento donde se terminó el gradualismo, en el 2018. Evidentemente hay algunas cuestiones con el tema de la memoria, porque ese gobierno ganó diciendo que íbamos a estar mejor, con frases que tienen fuerza en una parte de la población y lograron ser hegemónicas. Gran parte de la sociedad lo legitimó. Yo creo que, más que en el terreno de la disputa ideológica, de las ideas, lo nuestro fue meter el tema del trabajo, de lo importante que era el Astillero como unidad productiva.

Lo que se hereda no se roba

¿Por qué en el Astillero se escucha hablar tanto de memoria?

Acá hay familias, compañeros, que son cuarta generación de trabajadores del ARS. Desde que se fundó el Astillero trabajaron abuelos, padres e hijos. También tenés algún nieto que va a la escuela. En la puerta, pasando la rotonda, se recuerda a Luciano Sanders, que era trabajador de este taller de estructura y que está desaparecido, asesinado por la última dictadura militar. Hoy trabaja el hijo, en el sector de buques militares y el nieto está estudiando en la escuela técnica del ARS. Hay una cosa muy fuerte en la transmisión de generación a generación. Y lo que es muy fuerte, también, es la memoria, que es muy importante, porque cuando vos salís a pelear y sos consciente de que hubo otros que pelearon antes, se genera un espíritu colectivo muy importante, que da la posibilidad a que otros, más adelante, peleen, por lo que es justo. Eso genera mucha identidad y fortaleza para pensar que no te pueden quebrar en una pelea, por más que, en este caso, hayan jugado muy, muy fuerte.

Denis Bilardo

Soberanía

¿Qué crees que está en juego, en términos de intereses, con respecto al Astillero?

Esto es una cuestión de soberanía. Tenés un país que tiene dos tercios de su territorio sumergido en el mar. Hoy nosotros exportamos 2.000 millones en riqueza ictícola y 1.800 millones de carne. Pero hay una cuestión ahí, parecería que lo que está en el mar, no se ve, lo que está en los ríos, no sucede para la sociedad argentina. Ese es el punto fundamental en el que perdés toda posibilidad de soberanía. Digamos que es una gran pelea, también en el terreno cultural.

¿Cómo se insertaría el ARS en nuestra rueda productiva?

Argentina tiene bajo la plataforma submarina 3 veces lo que tiene en Vaca Muerta. Y lo que tiene en Vaca Muerta se va a exportar en barcos. Si lo pensás, somos un país marítimo. Somos un país terminal, es decir que comercializamos con China y con India, que son naciones que están a 10.000 ó 15.000 km. Nosotros vemos la comunicación con el mundo como un bien estratégico, como un bien de desarrollo del país.

¿Cómo se refleja a nivel económico no contar con la flota que podría fabricarse en el ARS?

Hoy Argentina paga, según la cantidad que importa y exporta, entre 7.000 y 10.000 millones de dólares de flete. Y no hay ningún flete de bandera nacional que lo haga. Con lo cual la balanza de pagos es deficitaria. Y hoy Argentina tiene un déficit cercano a los 13.000 millones de dólares.

¿Y qué podría hacer el ARS para modificar esa situación u otra, relacionada con el desarrollo de nuestro país?

Lo explico en un caso. Las shaldags, son unas lanchas súper rápidas, de costa marítima y están diseñadas fundamentalmente para bombardear a la población civil en Palestina. Esas lanchas fueron compradas acá para patrullar el litoral fluvial. Lo que se sumerge del buque es mayor de lo que vos necesitás en tu hidrovía y eso erosiona las costas, genera un costo ambiental relativamente alto. A la vez, tiene cañones de 30 mm, que son para bombardear a la población civil desde el mar, y acá lo están usando para patrullar una hidrovía, supuestamente para combatir el narcotráfico. Imaginate, si disparás un cañón de esos sobre una población ribereña: hacés un desastre. Esas lanchas se pagaron 12 millones de dólares cada una y no es lo que necesitamos. En el ARS, planteamos hacer lanchas fluviales. Con 8 millones, podríamos haber hecho diez que nos permitirían patrullar 1.000 kilómetros. Yy serían otra cosa completamente distinta a lo que se compró, sería algo adecuado a nuestras necesidades.

¿Y en qué otra instancia se nota la problemática de la pérdida de soberanía?

En el tema del dragado. La Argentina hoy draga toda la hidrovía y le paga 300.000 millones de dólares a una de las concesiones más importantes que tiene el Estado argentino, a una empresa holandesa y esa empresa trae todas las dragas de Holanda. No solamente pagás carísimo el dragado de la hidrovía sino que, además, está operado por ellos. Encima en la hidrovía baja toda la producción de commodities del sur de Brasil, Bolivia y Paraguay y vos no tenés ningún buque de bandera en ese trayecto. Ponemos el río para que lo usen otros. Si vos agarrás, desde Malvinas hasta Barranqueras (Chaco), esa gran vía de comunicación que nosotros tenemos, está toda en manos de corporaciones extranjeras y Argentina no tiene soberanía sobre eso.

¿Cómo imaginás la reactivación del ARS?

Lo que está detrás de la reactivación del Astillero es muy importante. Etamos en el siglo XXI y el ARS es una empresa metal mecánica muy compleja, no es solamente una fábrica de buques. Acá se puede hacer todo tipo de material de metal mecánica de gran porte que podría aportar al país. En realidad, el Astillero debería tener una vinculación directa con la universidad, con el INTI, con el CONICET, un desarrollo de proyectos que avalen la construcción de buques navales, otros para la hidrovía, también para la defensa y para la investigación. Sería muy útil renovar la flota pesquera, porque la que tenés es una de las más obsoletas del mundo. En los últimos 20 años desaparecieron y murieron más de 100 trabajadores en el mar. Hay una cantidad de cosas para desarrollar que implicaría duplicar el plantel del ARS, ampliar su estructura productiva, darle trabajo a cientos de empresas Pymes, a decenas de astilleros nacionales. Es decir, el ARS podría ser la cabecera de un complejo industrial importante.

 

Al Gobierno porteño no le gustan las wiphalas

Al Gobierno porteño no le gustan las wiphalas

Funcionarios porteños de Espacios Públicos le pusieron candado al mástil para evitar que los vecinos icen una wiphala.

En sus cinco kilómetros de extensión, el Parque Avellaneda, es el segundo pulmón verde de la Ciudad de Buenos Aires. Históricamente, es un espacio recuperado por los vecinos, después de batallas burocráticas reiteradas, que se materializaron en el terreno, con escombros, basura y pastizales.

Hoy, veinte años después, se convirtió en un sitio donde se tejen redes. “Todo lo que pasa en el barrio, pasa en el Parque”, nos cuenta Carlos, de la Cooperadora de la Escuela Fragata, Junto a Marina, cuentan cómo surgió esta idea de apoyar a la comunidad boliviana.

“Nos parece muy importante acompañar a vecinas y vecinos, a la gente con la que compartimos la vida cotidiana, porque sabemos que están tremendamente devastados, con todo lo que les está pasando, que no saben de su familia, de sus hermanos, de sus padres. Teníamos que hacer algo con lo que estaba pasando. Si bien, la idea original era hacer algo chiquito, para nuestra comunidad escolar, se viralizó por las redes y la convocatoria nos excedió”.

Con música de fondo, a través de un micrófono, los organizadores invitaban a los visitantes del Parque a pintar las Wiphalas. A modo de ropa tendida en un cordel, de árbol a árbol, se las iba disponiendo para secar. Las familias y grupos de amigos, desparramados en el pasto, muchos descalzos, cortaban el calor pesado de la tarde. Concentrados en el orden cromático y los bordes de los cuadrados de la Wiphala, le iban poniendo color al domingo.

Alex Igñíguez Apaza, contó que en ese lugar del Parque se celebra la Wak’ a, que es la memoria de los pueblos, una especie de resistencia a las identidades que permite contagiar la idea a otros.

La tranquilidad de la tarde se esfumó, cuando Ruth Apaza tomó el micrófono y comenzó a contar, llorando, lo que su pueblo estaba viviendo. De repente esa mujer de pollera, que desfila por las cadenas de whatsapp, documentó desesperadamente lo que desde hace 500 años soporta su pueblo. Fue un viaje en el tiempo.

«Jeanine Áñez odia a los indios, odia a la gente indígena y a la pollera, que es nuestro patrimonio cultural», dice Apaza.

Ruth Apaza, se acercó y se presentó: “Soy de La Paz, tengo 34 años, vivo en Argentina hace 15. Vine de allá por el octubre negro en 2003. Me escapé de un golpe de Estado en Bolivia, una masacre. Ahora, no sé qué hacer, me duele el corazón, tengo familia allá, tengo hermanos. Dejé mi patria. Esto es un golpe de Estado. Estamos hablando constantemente con mis hermanos. Los amenazaron si salen a apoyar a los de La Paz. Están amenazados y no pueden publicar nada por Facebook. Me puedo comunicar por medio del whatsapp, pero mi hermano no puede hablar mucho, me cuenta cosas y las borra. Si habla, lo agarran”.

Apaza continúa su relato: “Me siento bien triste por mi Patria. Esto no es por un color o por un partido. Nosotros somos bolivianos, todos somos bolivianos… “Ver a los hermanos de Cochabamba, ver cómo los están matando… Quiero dar gracias a los hermanos argentinos, que nos están apoyando acá, que nos están escuchando. Esta presidenta que asumió a mí no me representa, es una mujer que se auto nombró, pero a ella nadie la reconoce. Yo quiero ir para allá, a luchar con ellos, pero no puedo. Y a ellos no los dejan venir para acá, no hay transporte, cerraron la frontera, no se puede ni entrar, ni salir. No tienen agua, les cortaron la luz. Mis hermanos están pasando hambre. Todo esto nos vamos enterando por las redes”.

-¿Por qué crees que es la persecución, sobre todo la de las mujeres con pollera?

Porque esta mujer que entró (Jeanine Áñez, la presidenta autoproclamada), odia a los indios, odia a la gente indígena y la pollera es nuestro patrimonio, el de nuestros abuelos y tatarabuelos. Es una tradición que tenemos las mujeres bolivianas, somos de pollera, la mayoría. Cada lugar tiene su pollera. Cochabamba tiene su pollera, La Paz la suya, Santa Cruz, Tarija… todos tienen sus polleras. Es por eso que este Camacho, nos hizo matar con sicarios, hizo golpear a mujeres de pollera, porque nosotros somos cultura, somos identidad y esa pollera no nos la vamos a sacar. Yo soy de pollera, mi mamá es de pollera y no puedo matar esa cultura que mi mamá me dejó, así, de la noche a la mañana. Me duele mucho ver gente que se ha prestado para hacer ese daño. Yo he visto a los policías arrastrando a las señoras de pollera, gasificándolas en la cara, pateándolas. Cómo es posible, la policía nació de mujer de pollera, han tenido abuela de pollera. Ustedes no tienen cómo informarse, pero yo recibo imágenes por el whatsapp. Veo cómo los matan, sacan la gente muerta de los hospitales, las embolsan y las tiran a los ríos. No quieren que se sepa que han matado, pero hay muchísimos asesinados. Si Evo viene también lo van a matar, le van a hacer como a Tupac Katarí, no quieren un indio que los gobiernen. Camacho quiere hacer desaparecer a la gente pobre, porque la gente pobre se va a parar y se va a levantar, se va a parar de nuevo y se va a levantar otra vez.

-¿Por qué dicen que es la Pachamama o la Biblia?

La Pachamama representa tierra, nunca pueden decir que es algo satánico. La wiphala, ¿cómo la quemaron? La pisaron, la escupieron. Esa wiphala es representación, no solamente de los bolivianos, es de todo el mundo, de todos los países, de los pueblos originarios, que están también luchando por nosotros, pueblos que necesitan comer. Eso representa la wiphala. Es de todos, no tiene partido, somos todos iguales. No es de Evo, él no la creó, viene de nuestros ancestros. Ahora, si estaba en el gobierno y flameaba como la bandera de Bolivia, era porque pensábamos que se había terminado la dictadura, la gente que odiaba al campesino… Él pensaba que se había acabado pero no. Ahora es la otra moneda, es un odio terrible.

Al terminar de pintar los emblemas, alrededor de 200 personas se dirigieron al mástil del Parque, lo rodearon y con cánticos izaron la wiphala. De allí la columna se dirigió hacia la Casona del Parque, para decorarla con los emblemas originarios y terminar el evento.

En ese ínterin mientras los participantes daban la espalda al mástil, en dirección a la Casona, se acercaron tres trabajadores de Espacio Público del Gobierno de la Ciudad y comenzaron a bajar la wiphala. Eso generó que se acercan dos personas de la organización del evento para evitarlo. “Es una orden del Ministerio de Ambiente y Espacios Público”, explicó el trabajador. “Como la Mesa de Consenso del Parque no permite hacer, ni izar ninguna bandera proselitista, el Ministerio sólo permite izar la bandera nacional”, concluyó. Una de las personas logró que le devolvieran la wiphala. Mientras los funcionarios le pusieron candado al mástil.

Militar la ESI

Militar la ESI

«Cuando te ponés la lente ESI, no te la sacás más”, asegura Aranda.

El “Comando ESI” es una organización que surge en la urgencia. Contra los intentos de secuestros y violaciones en la zona de Florencio Varela, un grupo de mujeres salió a combatir tabúes y multiplicar los contenidos de la Educación Sexual Integral.

ANCCOM acompañó a Ayelén Aranda y a Guadalupe Ruíz en una jornada de militancia. Fue un sábado a las 10 de la mañana, de un día bastante nublado, gris y fresco, que armonizaba con el cemento del playón, donde suele reunirse el grupo “Scout Peñi-hue” del distrito 2, de Florencio Varela. El grupo está compuesto por 64 pibas y pibes, de entre 7 y 21 años.

El lugar se recuperó y sigue reconstruyéndose a pulmón, por el trabajo de 15 padres, madres y docentes, para que los chicos puedan desarrollar allí sus actividades. La sede se encuentra sobre Avenida Eva Perón, a seis cuadras de la estación Florencio Varela.

La pava eléctrica se apagaba otra vez para llenar el último termo para el mate. Arrancaron la charla las coordinadoras invitadas del “Comando ESI”.

Ayelén rompió el hielo: “¿De qué hablamos cuando hablamos de ESI?” Explicó que es una ley sancionada en el 2006, que su potencial está en el contenido y que su aplicación es fundamental porque implica avanzar en los derechos de niños, niñas y niñes. Una ley que está basada en el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable.

Aranda dijo que hablar de ESI es hablar de una educación sexual transversal, que no se limita a lo sexual, sino que tiene en cuenta cuestiones como la afectividad, los vínculos saludables, la toma de decisiones y básicamente el respeto a las diferencias. Es una perspectiva de derechos integral, un cambio en la mirada frente a la propia vida y en cómo nos vinculamos con los demás, con los prejuicios y mitos.

“Es hacer foco en lo cotidiano  -continuó Ayelén-,  en las desigualdades, en los micro-machismos, en el humor y en cuestionarse aquello que nos causa risa. Y no es que con la ESI se pierde el humor, es ponerte ‘la lente ESI’ y desde ese momento no te la sacás más”.

“¿Por qué poner en una nota ‘señores padres’, si no sabés con quién vive esa piba o pibe?», se pregunta Aranda.

Talleres que deconstruyen

Durante el taller, Ayelén narró un relato que ayudaba a las presentes a posicionarse en otro lugar. Luego, se dividieron en grupo, charlaron y se entretejieron experiencias, desde esa nueva óptica.

Guadalupe tomó la palabra y se instaló desde su experiencia: la práctica docente. Así les explicó a las participantes la importancia de deconstruir colectivamente para visibilizar modos que atraviesan el cotidiano. “¿Por qué poner en una nota ‘señores padres’, si vos no sabés con quién vive esa piba o pibe. Directamente decimos: ‘Familia’. O preguntar: ‘¿Cómo querés que te llamen?’

En una clase de Biología, en la que tuvo que hablar sobre la estructura del ADN, Ruíz comentó que incluyó en la explicación la historia de la científica Rosalind Franklin, que descubrió el ADN y cómo fue estafada por Watson y Crick, quienes se quedaron con el premio Nobel. “Yo sigo dando Biología, pero problematizo esas cosas”, contó.

¿Por qué explicar por la negativa? ‘Tenés que usar forro, porque si no, te agarrás sífilis, HIV o la dejas embarazada’. En cambio, si explicamos por la positiva, decimos: usá forro, así podés disfrutar placenteramente de tu sexualidad con la otra persona.

Los insultos también los desarmamos junto con los alumnos. “¿Qué quiere decir? MMLPQTP, ¿Las putas tienen la culpa?”, preguntaron.

El comando ESI nació en 2017 tras una serie de intentos de secuestros a chicos de Florencio Varela.

El cuidado del cuerpo como hábito

Uno de los ejes más importantes de la ESI es el cuidado del cuerpo, en términos de hábitos. Guadalupe lo plantea como un desafío, en términos de cómo un adolescente se va a cuidar con preservativos, cuando no tiene hábitos de cuidado en general. Ella afirma que por más que tenga a mano un preservativo, es posible que no vaya a usarlo. “Los chicos muchas veces vienen enfermos a la escuela, con fiebre, tuberculosis, sarna… -describe-. Prefieren ir a la escuela porque si se quedan en sus casas tienen que cuidar a los hermanos, padecen frío, o deben limpiar. En esas condiciones, ¿cómo hacés para que use forro? La respuesta sería lograr que comprenda que con el forro puede disfrutar plenamente de la sexualidad”.

Mariana Vega, jefa del grupo “Scout Peñi-hue” contó que la necesidad de abordar la ESI es para el trabajo con los 64 chicos y chicas. Comentó que muchos de los chicos que asisten asisten a escuelas privadas, donde no se trabaja sobre ESI y es muy necesario empezar a tratar con ellos y ellas sobre estos temas. “Vos te das cuenta, como adulta, que hay algún pibe que se siente diferente y hay que ver cómo acompañarlo desde la escucha. Es muy importante”.

 

Una experiencia de militancia fuera y tras las rejas

Guadalupe Ruíz es profesora de Biología, en Nivel Medio y en la cárcel de Florencio Varela, con especialización en Educación Sexual Integral. Le contó a ANCCOM cómo decidieron armar el “Comando”, en 2017, a raíz de una serie de intentos de secuestro en las puertas de las escuelas en Florencio Varela y de la violación de una nena de 13 años, por la pareja de su madre, un vicedirector de escuela. La Clínica del Niño de Quilmes no aplicó el protocolo, por lo que la niña fue sometida a un proceso de sensibilización y fue madre.

 

¿Cómo se organizaron?

No teníamos muy en claro qué hacer, pero teníamos que armar el Comando ESI. Teníamos que hacer alguna acción, darles estrategias, o ver qué recursos les podíamos facilitar a las pibas, para evitar los secuestros y las violaciones

¿Cuál es el mayor desafío al que tienen que enfrentarse?

El desafío mayor a la hora de armar los talleres para trabajar la ESI fue vencer la resistencia de los y las docentes y el miedo a las familias. Esto es el producto de una formación biomédica.

¿Cuál creés que es el factor fundamental de esa resistencia?

La ESI es liberadora, los pibes y las pibas adquieren mayor autonomía, poder de decisión, mayor libertad, van a conocer mejor sus derechos. Pero hay muchos sectores a los que eso no les conviene.

¿Cómo se armaron los talleres?

De a poco, íbamos por los barrios, por las escuelas, empezamos a viajar y llegamos al Chaco. Este año tuvimos un gran logro, porque nos invitaron al Encuentro Nacional de ESI, en Santiago del Estero. Pero uno de los grandes problemas que teníamos eran los recursos, porque si dabas un taller de abuso, por ejemplo, después no había estructura para contener toda esa demanda. Entonces decidimos capacitar a los docentes, darles herramientas para poder replicar en las aulas la ESI, trabajar la prevención con mucha paciencia. Es un trabajo de hormiga, porque es muy lento y hay que hacerlo con mucho amor.

¿Cómo trabajás la ESI en contextos de encierro?

Es mucho más complejo y tenés que pensar todo mucho más, porque nunca sabés a quien tenés enfrente. Pero tampoco hace falta saber a quién tenés en frente para trabajar en cárceles. Sabemos que en las prisiones están los más pobres, los perejiles. Como profesora trato de generar un poquitito de empatía por el otro. Por ejemplo, en una cárcel de hombres, uno trató a otro de ‘trabuco’ y bueno, a veces no sé cómo controlarme… ‘¿Qué?’, le dije haciéndome la sorprendida. ‘Se dice travesti, transexual o transgénero’, contesté. Y me respondió: ‘Acá se dice trabuco’. ‘¿Acá? ¿A dónde?’, continué. ‘Acá, en la cárcel’, insistió. ‘No’, le aclaré, ‘de esa puerta para acá estás en la escuela, de esa puerta para allá estás en la cárcel. Así que acá estás en la escuela y tenés que hablar como corresponde’. La homosexualidad en las cárceles es muy complicada, genera mucha violencia, de las mujeres no se habla. Sabemos que hay muchas relaciones homosexuales sin consentimiento, pero eso nadie lo va a blanquear, son cosas que quedan ahí adentro. ESI es acompañar desde la empatía. O si das ‘aparato reproductor’, es un posicionamiento político. En cambio yo utilizo ‘aparato genital’, no hablo de mujeres embarazadas, sino de personas gestantes, el tema de sus derechos. Después salen temas de la mujer, de sus hijas. El otro día salió la cuestión de la masturbación, porque estábamos hablando del aborto y yo les decía que estábamos ante una desigualdad erótica en la relación entre la mujer y el varón… y uno saltó y dijo: ‘Pero las mujeres disfrutan, les gusta’. Entonces le pregunté: ‘Si vos tenés una hija de 14, que está en el baño masturbándose, ¿qué hacés?’ Y casi se descompone el hombre con la pregunta. Pensó un poco y dijo: ‘Y la saco cagando’. ‘Y si tu hijo de 15 se está masturbando en el baño, ¿qué hacés? ‘Lo dejo’, contestó. ‘Ah, ¡viste! No le permitís el placer a tu hija, bueno así la sociedad no nos permite el placer a las mujeres’.

 

Autogestión

Comando ESI, es un proyecto autogestivo, independiente, que no recibe ningún tipo de ayuda económica de ninguna institución, ni empresa, ni estructura partidaria. Se autofinancia a partir de comercializar en los encuentros materiales de consulta, que las coordinadoras editan, así como pins y calcos. El pago de los viáticos corre a cuenta de quienes las convocan. Trabajan en el Conurbano Bonaerense.

“El consumo es genocida”

“El consumo es genocida”

«Vivimos en sociedades donde más del 70% del consumo es sofisticado y tiene que ver con lo superfluo», subraya Briski.

Para quienes no lo conocen, Norman Briski vive, respira y piensa teatro, como una herramienta cuya estética transforme la realidad. Su crianza transcurrió en una familia de actores, tuvo que exiliarse durante la última dictadura militar, tiene innumerables trabajos realizados, en las tablas, en la calle, en las villas, en fábricas, en organizaciones sociales, en el cine y en la televisión. Es un hombre prolífico: actor, mimo, escritor, director y maestro de actores. Padre de cinco hijos, formó parte del grupo de Teatro Popular  Octubre, allá por la década de 1970 y hoy, a los 81 años, sigue en Calibán, su centro de operaciones: una ex fábrica de camisas que se transformó en un teatro para jugar, experimentar y resistir los embates de una sociedad cada vez más consumista y mercantilizada.

Entrevistar a Norman Briski, es abrir una especie de caja de Pandora. En ella hay cristales para ver de otras maneras, palabras que toman significantes nuevos, humor, ocurrencias y un mazo de posibles cartas para jugar, sin comodines.

Al seguir tu trayectoria y tu militancia a través del teatro, hay una palabra que te define: despojo. Te despojaste de los prejuicios, de los artificios y te lanzaste a hacer. ¿Qué podrías decir sobre este concepto?

Creo que el despojo es una clave. Si hay una alternativa que signifique el camino hacia la igualdad, sería el despojo. Hoy vivimos en sociedades donde más del 70% del consumo es sofisticado y tiene que ver con la alienación y lo superfluo. Si toda esa producción del hombre estuviese dedicada a toda la sociedad, en términos de pensar en igualdad, no habría pobreza en el mundo. El despojo, entonces, es desprenderse de lo que uno está consumiendo de más.

¿Qué creés que estamos consumiendo de más?

 Los celulares, por ejemplo, son la clave de un nuevo genocidio. Primero, que la construcción de un celular significa la relación con la minería y la relación con la minería significa muerte. Si se fijan en Madagascar, que es un lugar donde se explota este tipo de minerales, se van a dar cuenta que, de un paraíso, pasamos -casi, casi- a una destrucción de lo humano.

¿El consumo es genocidio?

El despojo sería despojarse de esta hipercomunicación, que destruye el afecto y el cuidado. Entonces, el despojo podría ser una gran palabra para entender que las economías se basan en el consumo y que ese consumo es genocidio. Y la única manera de hacerse cargo de eso. Despojar a un burgués de su 4X4 es matarlo. Si siente que no la va a adquirir eso, va a matar al que sienta que no lo deja hacerlo o al que le esté pinchando la goma. Es un problema grave, ya estamos muy sumergidos en el placer improductivo del consumo.

 Desde ese lugar, ¿cómo ves al socialismo hoy y cómo lo pensás con tu parte peronista?

El peronismo, como capitalismo reformista, ha fracasado. Aquel peronismo de Perón y Eva Perón, en comparación con esto, que también se llama peronismo, no tiene nada que ver.

«La urna es para amansados ciudadanos que buscan en el Estado la resolución de la corrupción», dice Briski.

 ¿Por qué creés que fracasó el peronismo?

Fracasa el peronismo en general, porque el reformismo no modifica estructuralmente un país, lo arregla, lo mejora. Aparece una idea de justicia social pero, en definitiva, es el negocio entre patronal y trabajo. Parece que terminó su instancia paternalista y que eso hoy hay que cuestionarlo. Sin embargo, lo único que se ha hecho es marchar hacia el centro de un populismo deportivo. Pasó a ser una socialdemocracia que se junta con la manada de los capitalismos en todas sus formas. Es decir, que lo único que se está racionalizando es qué capitalismo podemos tener, que sea menos salvaje que el de los neoliberales. Es una lucha entre capitalismos. Está afuera de la agenda de los pueblos la alternativa socialista.

¿Qué es socialismo hoy?

 El socialismo en la Argentina, en términos históricos, está instalado, pero la idea asamblearia de constituir un pensamiento socialista moderno, necesitaría –indudablemente- de la asamblea para ir pensando entre todos qué socialismo queremos. La clave sería la herencia, el cuestionamiento de la propiedad y también que el sistema productivo esté en manos de quien la trabaja.

¿Cómo ves la izquierda en nuestro país?

La veo electoralista, cosa que a mí me da un poquito de vergüenza, porque se meten en el sistema de una democracia burguesa, que les gana en términos de estructura y desde allí está claro que no se puede llegar a un cambio. O sea, estoy en desacuerdo con que la izquierda este en las urnas. La urna es para amansados ciudadanos que buscan en el Estado la resolución de la corrupción.

¿Sería posible pensar un sistema sin Estado?

Sería extraordinario que se pensara, porque evidentemente una vez que se establece, el Estado te va a ganar. Es como ir a Mar del Plata a jugar a la ruleta y decir: ‘Saquen el grupier’.  Entonces se acaba el juego. Es un juego perverso y habría que charlar para ver cómo hacemos, porque el neoliberalismo tampoco cuenta con el Estado.

 ¿Será por eso que hay variantes neoliberales que se autodenominan libertarias desde una concepción anarquista filosófica?

 Sí, pero la clave de los anarquistas es ‘No al Estado’ y nadie es propietario de nada.

 Ni Estado, ni mercado sería…

 Sí, sí, una vez que hay Estado, el mercado responde a su estructura de explotación. Parecería que estamos lejísimo de eso. Me da la impresión que para la construcción de esto hay que tener valores y principios, contando mucho con las derrotas. Si vos querés cambiar tanto las cosas, vas a ser varias veces derrotado. Los intereses son muy grandes y lo que existen son las diferencias en el modelo del capital. Habría grieta si se hablara de un cambio estructural de país, es decir, un socialismo nacional.

  ¿Ves al peronismo como una etapa del capitalismo que vaya hacia el socialismo?

No, incluso el peronismo puede retrasar, puede frenar un cambio social profundo. Porque al reformar aparece el ‘gatopardismo’, el cambiemos algo, para que todo siga igual que antes.

 Teniendo las elecciones tan cerca y viendo al peronismo que, como decís, no representaría el cambio y la izquierda estaría aburguesada, ¿qué opciones existen?

Hay opciones. Porque la resistencia que se ha dado en la Argentina, inclusive en el tema electoral, la sorpresa de la mayoría, y la diferencia enorme (del resultado de las PASO) están indicando claramente que hay sectores que han resistido a todo esto que está pasando. No son tomados en cuenta, no creo que los candidatos del Frente para Todos estén pensando en integrar a los que se movieron en la calle, casi todos los días. Ellos quedan como montados sobre lo insurreccional, se adueñan de lo insurreccional y con eso apagan el fuego de un cambio social en serio.

¿Estás hablando de cierta militancia?

No te creas, porque la militancia, en general, no es la que ha conducido esta resistencia frente al atropello. Creo que hay una diversidad que marcha junta. Pero, a la vez, hay una diversidad que se opone, que está en contra y que es mucha gente. Ahora se demostró con las elecciones, para las que les salió la medición como el culo. Se tenía confianza en todas las consultoras y resulta que no era así. Y eso quiere decir que hay una alternativa que está en la latencia y que no tiene identidad.

¿Te referís a ese famoso tercio fluctuante, que va para un lado o para el otro, que es el que termina definiendo elecciones?

No me parece que sea un tercio, me parece que por lo menos es el 50 por ciento, o mucho más. Si no, no hubiera pasado lo de estas elecciones. Y vamos a ver qué pasa, porque de estas elecciones que pasaron se va a contagiar un sector y esa es la rebeldía inesperada.  El periodismo está a 14.000 kilómetros de lo que está pasando. Yo conozco ‘un’ periodista como la gente en todo el país.

¿Quién es?

Carlos Aznares (director de Resumen Latinoamericano, ex militante y colaborador de Rodolfo Walsh). Me parece que es el único que está viendo lo que está pasando, en términos de lo que se puede hacer. No está en relación con el Estado, no está en relación con ningún sueldo. Está relacionado con lo que está pasando con la gente, con los trabajadores y con lo que la Argentina ni siquiera quiere reconocer, que es la fuerza de los piqueteros que desarmaron cualquier posibilidad de que se instalaran los neoliberales para siempre.

¿Cómo ves al feminismo, dentro de estas resistencias?

Es la más legítima, la más potente. Una insurrección que se da con todos esos colores, es indestructible. Si esa insurrección tiene un solo color, no existe más, pero cuando se da de esta manera es indestructible.

 ¿Lo ves como una fuerza capaz de mover un poco la estantería del neoliberalismo?

No se pueden saber los alientos que tienen las llamaradas. Nunca es producto de una misma madera. Es una llamarada linda porque tiene alta inocencia, alta potencia, alta bronca. Y hoy una bronca que aparezca en la calle es lo único que brilla.

Y con respecto a tus piezas teatrales, ¿existe cierta igualdad que atraviesa a los temas que desarrollás? ¿Podés escribir una obra sobre Rosa Luxemburgo, en La conducta de los pájaros y otra sobre un enfermero en La Medicina. Tomo I?

Para mí eso es inesperado, yo no me propongo ‘voy a escribir sobre esto’, me aparecen entusiasmos sobre alguna imagen, inclusive combinando con preocupaciones sociales. Se podría decir, desde afuera, que es un teatro político. Pero yo no lo veo así.

Pero es político…

 No, lo veo como hallazgos: ‘Mirá esto, que atractivo, que es para pensarlo, para jugar’.

Tener que clasificar a tus obras en un género es complicado…

Es que está de moda el tema del ‘género’, entonces se traslada a todos los ‘géneros’. ¿De qué género sos? Y… hay tantos géneros como personas. Cada persona tiene su propia ge-ne-ro-si-dad.

¿Podrías ahondar en la figura de la ge-ne-ro-si-dad?

Claro, porque la ‘generosidad’ es el dar y todo lo que signifique sensualidad y sexualidad, siempre se pensó que está puesto para el otro, para que el otro tenga placer. Cada uno tiene puntos en el cuerpo, en la cabeza y determina la singularidad de su género. De su cómo quiere ser querido.

¿Vas a estrenar otra obra, ahora dentro de poquito?

Está Potestad en el “Caras y Caretas” y acá, en “Caliban” La Medicina. Tomo I y La conducta de los pájaros y una obra mía: No te vayas con amor o sin él que se estrena en septiembre, pero no la estoy dirigiendo. Pero la actriz se las trae, es muy buena. Y el tema de la obra es el amo y el esclavo. Es la lucha del esclavo para ser amo, no es para terminar con lo binario de amo y esclavo. Esa obra tiene esa tesis.