¿Qué es el ecofeminismo?

¿Qué es el ecofeminismo?

La activista hondureña Sofía Marcia participó junto a la socióloga Mina Lorena Trujillo de la charla “Eco-feminismos populares, territorio y resistencias en América Latina”.

Sofía Marcia, de la Red de Desarrollo Sostenible de Honduras y Mina Lorena Trujillo Navarro, del Programa de Posgrado en Sociología de la Universidad de Puebla, México, protagonizaron la charla “Eco-feminismos populares, territorio y resistencias en América Latina”, en el Primer Foro de Pensamiento Crítico, que contó con la coordinación de Gabriela Merlinsky, de la Universidad de Buenos Aires.

En una sala repleta del Centro Cultural de la Cooperación una mano se asomó desde las últimas sillas para disparar la primera pregunta “¿Qué es el eco-feminismo?” Las panelistas abrieron el juego asegurando que la certeza es que no hay un concepto acabado sino que está en plena construcción. En la práctica, el llamado “eco- feminismo” se hace carne en las luchas por la defensa de la vida y de los territorios por parte de comunidades de toda América Latina.

Estas luchas en defensa de la vida, aseguran, tienen hoy como actoras principales a las mujeres: “La forma en que se está llevando a cabo el llamado ´desarrollo´ a través de proyectos extractivos, hidroeléctricos, concesiones mineras, concesiones del territorio para proyectos turísticos o ciudades modelos, ha hecho que las mujeres asuman la defensa del territorio”, señaló Marcia. La activista asegura que hoy este proceso de defensa de los territorios ha recrudecido en un contexto sumamente violento, caracterizado por las caravanas de migrantes, tanto en Honduras como en otros países de la región. Así lo expresó en diálogo con ANCCOM: “Este éxodo no es un hecho aislado, tiene que ver con conflictos territoriales, con las mujeres que están viviendo día a día la violencia y ya no tienen más escapatoria. Es un acto político muy fuerte, porque ahora Honduras está bajo la mirada de todo el mundo”.

Por su parte, la socióloga Trujillo Navarro se refirió al contexto en el que estas luchas se llevan adelante en México: “En nuestro caso particular vemos una guerra declarada contra el narcotráfico, que comenzó el entonces presidente Felipe Calderón en el año 2006. Detrás de esa supuesta guerra contra el crimen organizado, vemos que hay una ofensiva neoliberal orientada a vaciar, reordenar y despojar a los territorios. Se está dando un proceso de políticas violentas, brutales y voraces, sobre las comunidades y los territorios, tanto rurales como urbanos”, denunció la socióloga mexicana.

Ecología feminista

La socióloga mexicana y autora del libro Luchas por lo común: antagonismo social contra el despojo capitalista de los bienes naturales en México, apuntó a la incorporación de conceptos tomados de la ecología política para tratar de producir desde el feminismo nuevos sentidos y experiencias de aprehensión del mundo.

El primero que citó es la desarticulación del paradigma antropocéntrico, que ha organizado la comprensión del mundo en términos de un dualismo sociedad-naturaleza. En el antropocentrismo lo humano es presentado como una condición exterior a lo natural, desde un principio de superioridad e independencia. “En la modernidad capitalista, este paradigma ha organizado nuestras relaciones como especie y también, como dice Donna Haraway, con otras especies compañeras -aseguró Trujillo Navarro-. La propuesta es tratar de descentrarnos y pensarnos como parte de una trama en donde la naturaleza humana no está por fuera sino que es parte de un tejido de la vida. La idea es ver cómo la singularidad de lo humano puede construir otras formas de relacionarse con lo no humano, no desde un principio de jerarquía sino desde un reconocimiento de las diferencias”.  

Otro concepto de la ecología política, tomado en este caso por la economía feminista, es la noción de interdependencia entendida como una condición básica para la reproducción de la vida humana y no humana. “Históricamente el feminismo ha tratado de visibilizar los trabajos de cuidado que son fundamentales para la reproducción de la vida, que han quedado a cargo de las mujeres y también de otras especies compañeras –sostuvo la socióloga mexicana-. Es un trabajo que ha sido totalmente invisibilizado, que por no reconocerse como productivo no recibe una remuneración. El capital depende de la interdependencia y de la cooperación, no podría acumular si no es a partir de estas relaciones de interdependencia de los trabajos ligados a la reproducción de la vida”. En este sentido, agregó que la propuesta desde la corriente de la economía feminista es romper con la negación de la interdependencia y apuntar a la construcción de nuevas formas de vincularnos entre especies. “Lo que queremos sacar a la luz es cómo las luchas de hoy en defensa de la vida, son luchas que están tratando de reapropiarse de su capacidad política para gestionar los términos de la interdependencia de otro modo, de recuperar su capacidad autónoma”, dijo Trujillo Navarro.

“Estas categorías nos ayudan a comprender las maneras en que este complejo capitalista, patriarcal, colonial y especista ha venido interviniendo el tejido de la vida y la importancia de las luchas en defensa de la vida para tratar de hacerle frente a estas intervenciones”, sumó.

La violencia

“Ser mujer y estar en defensa del territorio le ha costado la vida a muchas compañeras”, disparó la activista hondureña, al tiempo que recordó entre lágrimas y una ovación de la sala, a su compañera asesinada, Berta Cáceres. Asesinada en su casa de La Esperanza, en 2016, era una líder indígena Lenca, defensora de la vida y cofundadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH).

“El asesinato de Berta es la consecuencia de un sistema patriarcal. No solamente era una dirigente social, también era una mujer feminista que daba la batalla frente a monstruos multinacionales, y eso les molestaba muchísimo”, aseguró Marcia en diálogo con ANCCOM. El femicidio de la líder indígena produjo un gran impacto en toda la región y propició la unión de las activistas hondureñas con otras mujeres a lo largo de América Latina “Cuando la asesinaron no tenían ni idea del impacto que eso iba a tener, nos movilizó mucho porque podría haber sido cualquiera de las mujeres a lo largo de Latinoamérica que están al frente de la defensa de los territorios. La indignación y la rabia rompió fronteras, nos hizo armar puentes entre nosotras para solidarizarnos. Berta sigue viva, y se ha multiplicado, hay millones de Bertas, porque su legado sigue vivo, sigue presente y todavía con mucha más fuerza”, manifestó la activista hondureña.

Marcia también recordó a Margarita Murillo, Magdalena Morales, entre otras de sus compañeras asesinadas, y denunció: “Es una persecución sistemática. La criminalización por parte del Estado de las mujeres campesinas, indígenas o negras que acompañan el movimiento social es parte de las implicancias que su papel está teniendo en la actualidad”.

Según Trujillo Navarro, este patrón de violencia hacia las defensoras de los territorios se replica en México. “Las luchas por lo común, por el territorio, son luchas que están enfrentando profundas violencias. Si bien no hay una información desagregada sobre la violencia a la que se enfrentan las defensoras de la vida, conocemos los casos de femicidios de Bety Cariño, Teresa Bautista, Felicitas Martínez, Guadalupe Campanur, asesinadas en los últimos años”, señaló la socióloga. Al respecto, Trujillo Navarro hizo un paralelismo en la forma que está tomando la violencia hacia las mujeres defensoras de los territorios a nivel macro y las que se dan en el ámbito doméstico: “Es importante rastrear esto que el feminismo ha llamado el ´continuum de la violencia´, para tratar de sacar a la luz las violencias a las que las mujeres se enfrentan antes de llegar al femicidio. Esta violencia brutal que se da desde la ofensiva extractivista en términos macro se va replicando en los distintos espacios de la vida hasta llegar al ámbito doméstico, el ámbito privado. Estas violencias están interconectadas, están asociadas a los procesos de despojo”.

Ambivalencia en tiempos de crisis

El debate sobre las experiencias de eco-feminismos en América Latina dejó como conclusión principal lo que las especialistas caracterizaron como una paradoja: al tiempo que las mujeres potencian su fuerza en lo político sienten una violencia cada vez más atroz, tanto en ámbitos públicos como privados. “Hay una serie de lógicas que están tratando de hacer un cierre reaccionario a lo que se está abriendo como posibilidad”, reflexionó la especialista mexicana.

Esta ambivalencia, dicen, también se encuentra en los espacios privados en los que las defensoras de la vida se enfrentan a violencias machistas que persisten al interior de sus comunidades y de sus casas. En este sentido Marcia expresó: “La defensa de los territorios por parte de las mujeres no sólo está reivindicando a la tierra, a sus ríos, a su cultura, a una alimentación adecuada, sino que además las está llevando a romper con la violencia que se da en su vida cotidiana. Es ese proceso el que las está llevando a ser protagonistas de las transformaciones que se dan en sus vidas personales y comunitarias”. Acerca de esto, Trujillo Navarro planteó el interrogante sobre cómo visibilizar el conjunto de violencias machistas a los que se enfrentan las mujeres al interior de sus territorios sin debilitar las luchas comunitarias: “¿Cómo avanzamos en tratar de poner nuestro deseo en el centro y no quedar subsumidas? –se preguntó-. El desafío es ganar estos espacios por los que hemos ido peleando sin que eso signifique perder lo que hemos ganando comunitariamente”.

Por último, señalaron la necesidad de la politización de las tareas de cuidados como parte de esta ambivalencia que caracteriza hoy la lucha en defensa de los territorios. La paradoja se expresa en un momento en que las mujeres ganaron visibilidad y reconocimiento sobre el trabajo doméstico que garantiza la reproducción de la vida, pero al mismo tiempo se sigue dando por hecho que son ellas quienes deben seguir ocupando ese lugar. Acerca de esto, la socióloga mexicana expresó: “Hay una lógica que nos reinstala en una relación de desigualdad, una lógica sacrificial que se impone sobre las mujeres en medio de una lucha comunitaria, que al fin y al cabo nos deja subsumidas otra vez. Los cuidados no pueden ser solo una tarea de las mujeres, sino que tienen que ser una tarea del conjunto de la trama comunitaria”.

 

“Debemos impedir que el miedo nos paralice”

“Debemos impedir que el miedo nos paralice”

Sólo en los dos primeros meses del año se produjo un femicidio cada 30 horas en Argentina, según un informe del movimiento Mujeres de la Matria Latinoamericana  (MUMALA). La Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires estima que ocho de cada diez mujeres han sufrido acoso callejero. En este marco, La Sorora, la primera casa feminista de Vicente López, ofrece un taller de autodefensa  para que las mujeres puedan sentirse más seguras en la calle.

Los instructores de artes marciales David Hudson y Laura Duarte están a cargo de la clase. Entre las asistentes se forman parejas de madres e hijas, tías y sobrinas o amigas, que van entrando en calor en la tarde fría. Los transeúntes y vecinos de Munro pasan y miran curiosos desde afuera. Encima de colchonetas y un par de mantas coloridas las participantes practican defensa en el piso. “Ante un ataque siempre va a haber miedo, pero debemos impedir que nos paralice. El movimiento es vida, nunca hay que dejar de moverse”, dice Hudson.

Durante las dos horas que dura el taller, se trabaja la idea de mantener el dominio de la situación, usar la respiración como aliada para lograr la calma, y pensar. La resistencia desesperada sin estrategia no sirve -explican los instructores- porque requiere demasiada energía que, en cambio, bien direccionada, puede salvar la vida. Es necesario manejar las distancias a favor, buscar romper los puntos de sostén y de equilibrio del agresor para así ganar tiempo y escapar.

Durante las dos horas que dura el taller, se trabaja la idea de mantener el dominio de la situación.

El taller se inscribe dentro de otras actividades culturales con perspectiva de género organizadas por un grupo de mujeres del colectivo Mala Junta, rama feminista de Patria Grande. “La idea es que La Sorora sea un lugar de encuentro, debate y empoderamiento para quienes vienen a participar de los distintos talleres. Pensar entre todas cómo prefiguramos una ciudad más feminista donde nuestras voces sean protagonistas. Este era un espacio vacante en el municipio. Vinimos a llenarlo”, afirma Érica Porris, referente de Mala Junta Vicente López.

Los instructores de autodefensa enseñan posturas y movimientos cortos y rápidos. Tratan de derribar el temor de que no hay salida cuando el que ataca nos dobla en tamaño, en peso o en fuerza. A través de técnicas que demandan un mínimo de fuerza, Duarte y Hudson muestran a las talleristas cuáles son las zonas del cuerpo más débiles, las que permiten desequilibrar en pocos segundos al atacante: golpes en la nariz nublan la visión, en la tráquea dejan sin aire y en la ingle entorpecen al agresor. La clave de estas herramientas está en la articulación con la biomecánica, la disciplina que estudia las funciones de articulaciones, huesos y ligamentos cuyo conocimiento ayuda a maximizar el potencial físico y evitar lesiones.

“Si bien en medio de las clases reímos y nos divertimos, no hay que subestimar que a través del juego y la práctica reiterada de estos ejercicios, si llega el momento de vivir una situación de riesgo real, el cuerpo, más allá del miedo, tiene memoria y recordará la técnica para liberarse que ha incorporado con anterioridad”, explica Hudson en el descanso entre un ejercicio y otro. La clase finaliza con un aplauso y las chicas se quedan charlando en grupos.

Los instructores de artes marciales David Hudson y Laura Duarte están a cargo de la clase.

“Vivimos situaciones de invasión de nuestro espacio personal todo el tiempo, está bueno aprender a poner el cuerpo y la mente en otro registro donde el hombre no nos puede doblegar por la fuerza. Ponernos en un rol antes impensado, el dominante, saber que de antemano nada está perdido, en cada segundo hay una chance”, reflexiona Julieta Omil, diseñadora de indumentaria de 24 años que llegó al taller junto con una amiga.

Si de empoderamiento se trata, la coordinadora de los talleres de cultura de La Sorora, Silvia Meloni, destaca la labor de las recientemente formadas Brigadas Feministas Populares, integradas por militantes y voluntarias que realizan trabajo territorial en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano. “Tienen una duración de cuatro semanas donde se planifica una actividad o campaña concreta. Dentro del voluntariado hay un alto porcentaje de jóvenes de escuelas secundarias y docentes. En el caso de Vicente López se armaron dos brigadas, una de educación sexual integral y otra de género y salud comunitaria en el barrio Las Flores, de Villa Martelli”, cuenta.

Para Érica Porris, “ser feminista no es solo un tema de autopercibimiento, sino de salir a poner el cuerpo y pensar la cultura, la salud y la educación en los barrios desde el feminismo, porque el feminismo está inundando una multiplicidad de espacios, ya no es un gueto”.

En La Sorora, ubicada en Sgto. Cabral 2488, Munro, también se dictan talleres de teatro, literatura, cine debate, mecánica de bicicletas, astrología, siempre desde una perspectiva feminista, y sábado por medio se lleva a cabo la entrega de bolsones de verduras, frutas y productos naturales recibidos directo de productores y cooperativas a través del programa de Economía Popular. El próximo encuentro de autodefensa será este sábado 14 de julio a las 15.

En las clases enseñan posturas y movimientos cortos y rápidos, tratando de derribar el temor.

Garra, corazón y lucha

Garra, corazón y lucha

Nuestra fuerza callejera hace que cuando una de nosotras habla muchas otras se sienten acompañadas para romper el silencio: este año, en primera persona y colectivamente, desnaturalizamos las violencias sexuales. Ya no nos callamos más. Sin embargo la violencia femicida y travesticida sigue descontando vidas”, dijo Liliana Daunes, conductora del multitudinario acto realizado en el Congreso por el Día Internacional de la Mujer que finalizó con un documento leído en medio de un conjunto de figuras sindicales, políticas, laborales y sociales. Cientos de miles de mujeres reclamaron la igualdad de géneros, la despenalización del aborto y el fin de todo tipo de violencia machista.

Año a año siguen aumentando los casos de violencia de género pese a la lucha de las organizaciones feministas.

Según datos del INDEC, se cuadruplicaron los casos de violencia de género en los últimos cuatro años: de 22.500 casos pasaron a 86.000 en el 2017. El 60% de las víctimas son mujeres entre 29 y 39 años y en el 82% de los casos su ex o actual pareja son los victimarios.

No es una falacia que en la antigüedad se cazaba en forma masiva a las mujeres por ser consideradas una “conspiración del demonio” para acabar con la cristiandad. También se las quemaba en la hoguera y eso era contemplado como un espectáculo público con una amplia adhesión social ¿Cuánto de eso pervive en la actualidad? Cuerpo, ante todo piel, toples, corpiños, purpurina, maquillajes, tatuajes, grafitis, pelucas y pelos con rastas, rapados, despeinados, alborotados, enrulados y embrujados, casi una reivindicación a aquellas brujas de la Edad Media.

La despenalización del aborto fue una de las principales consignas de la movilización.

Mi cuerpo es mío”, y lo lucen. “No es no”, afirman. “Manolo hoy te haces la cena tu solo” decretan. Mientras tanto una beba desde los brazos de su portadora se alarga para alcanzar la lente de una cámara fotográfica que no duda ni esquiva obturar esa imagen.

Zapatillas, comparsas, revoleos, banderas, trompetas, redoblantes, humo, bombos y platillos listos para orquestar una marea feminista verde que abraza la causa de la despenalización del aborto. “Aborto legal en el hospital” –aclaman-. La campaña del aborto legal, seguro y gratuito fue la reina de ésta jornada del 8M.

Los objetivos del año anterior fueron: decir basta al acoso callejero, mostrar la desigualdad entre hombres y mujeres basada en principios económicos, culturales y simbólicos, denunciar los altos niveles de femicidios que aun hoy perduran. Sin embargo, por aquel entonces, no se contaba con el apoyo de 71 diputados del Congreso de la Nación para intentar legalizar la interrupción voluntaria del embarazo.

La marcha comenzó en Plaza de Mayo y culminó en el Congreso de la Nación.

Verde, fue la luz que dio el gobierno para habilitar el debate de proyecto que fue presentado el martes pasado, luego de ser desestimado por el parlamento durante siete oportunidades. La legalización del aborto hoy está en el centro de la escena argentina, mientras Liliana Daunes –ante la atenta mirada de la madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas- advertía: “Nos declaramos alerta y movilizadas frente al uso oportunista del sistema político de nuestro histórico reclamo de autonomía.”

La movilización también tuvo una fuerte presencia de columnas militantes y sindicales que no dudaron en denunciar las políticas de ajuste del gobierno, los despidos, la represión y la criminalización de la protesta. Santiago Maldonado y Rafael Nahuel también estuvieron presentes en las reivindicaciones.

Desde la columna de los sindicatos también se reclamó por los despidos en el Estado.

La cantidad de organizaciones parecía infinita. Entre las banderas que sobresalían se leía: INTI, Hospital Posadas, Casa de la Moneda, Trenes Argentinos, Ammar, CTA, Ctera, Conadu, Barrios de Pie, numerosos grupos de izquierda, Tupac Amaru, Partido Piquetero, Sindicato de Mujeres Meretrices, Sindicato de Justicia de la C.A.B.A, CTEP, AMADTH, Ferrocarril Sarmiento, LATAM.

El discurso transcurría en un tiempo en suspensión, quizá porque el viento hacía flotar papeles con múltiples consignas que clamaban por más derechos y menos desigualdad. Flotaban en el viento y caían a un asfalto que ya no era gris, sino blanco. El suelo de la enorme Avenida de Mayo, a la altura de Callao, parecía una gran resma de papel, lista para que se le imprima otra historia, porque el movimiento feminista “emerge como un contrapoder en todo el mundo contra el avance represivo racista y conservador”. Mientras tanto, el Congreso contempla desde atrás expectante ¿serán capaces sus transitorios moradores de leer y dar respuesta a este nuevo cambio cultural que se presenta?

Se necesitan nuevas leyes que impulsen al cambio cultural que ya está en marcha. La patria integrada por mujeres os lo demanda.