Dic 2, 2020 | Novedades, Trabajo

Trabajadores de la Pizzería 1893.
Delivery, mesas en la calle, terrazas y salones a un cuarto de su capacidad. Desde el 20 de marzo hasta hoy, la Ciudad de Buenos Aires fue variando los protocolos de aislamiento y los restaurantes debieron adaptarse. También aquellos autogestionados por sus trabajadores, organizados en forma de cooperativa. Algunos pudieron sacar provecho de la situación, expandieron sus horizontes de reparto y hasta modificaron la carta. En otros casos, todavía no volvieron siquiera a un ritmo mínimo de facturación que les garantice las subsistencia.
De acuerdo con el último registro nacional de empresas recuperadas que se realizó este año, hay 13 locales gastronómicos en CABA que se encuentran bajo la gestión de sus trabajadores. Representan el 17% de las cooperativas de la ciudad. Una de ellas fue incorporada hace pocos meses al informe: la pizzería 1893, ubicada en Villa Crespo, que fue la primera (y única) empresa del rubro gastronómico que se recuperó durante la cuarentena.
Como si comenzar un proceso de rescate del lugar de trabajo no fuera lo suficientemente difícil, quienes solían ser empleados de 1893 tuvieron que sumarle un contexto de pandemia y aislamiento. “No es solo la rareza de vivir en cuarentena, sino también cambió toda nuestra forma de trabajo y todos los problemas que trajo el vínculo con el ex empleador”, comenta Ernesto De Arco, que solía ser camarero pero tuvo que incorporar tareas de reparto a domicilio durante algunos meses.
Actualmente trabajan con envíos, mesas en la vereda y algunas adentro. “Por suerte teníamos una buena clientela, la pizzería siempre trabajo bien. Lo que hicimos fue reforzar el delivery: antes hacíamos un radio de diez cuadras y ahora nos extendimos muchísimo, como 50. Vamos en auto, en moto, en bicicleta, lo que sea”, agrega De Arco.
Pero una vez que el Gobierno de la Ciudad habilitó el 25% de ocupación de los salones para comer, aparecieron algunos problemas: “Nos dimos cuenta de que la gente no tiene una buena costumbre. Tuvimos que poner carteles por todos lados porque se levantan y van al baño sin barbijo, nos hablan en la cara sin tapabocas y nos ponen en riesgo constantemente. Sentimos que no les importa la gente que está trabajando. Queremos tener cuidado porque si nos contagiamos vamos a tener que dejar de trabajar y sería bastante difícil en este momento”, comenta el trabajador de 1893.

Lalo de Buenos Aires, la cooperativa gastronómica que funciona en el complejo del Paseo la Plaza.
No todas las cooperativas de gastronómicos tienen la misma suerte. Lalo de Buenos Aires funciona administrado por sus trabajadores desde el año 2014 pero desde el 20 de marzo no pudo abrir sus puertas hasta fines de noviembre: «Con la pandemia tuvimos que cerrar. Estuvimos en el local arreglando cosas, pintando, remodelando. Tenemos un patio pero no pudimos ni hacer delivery porque si lo hacíamos teníamos que pagar el alquiler al complejo La Plaza. Lo mismo si habilitábamos la vereda. Así que recién hace 11 días, que se pudo usar el salón también, abrimos”, explica Rafael Heredia, secretario de la cooperativa.
¿Cómo resistieron durante la etapa en la que estaba prohibido abrir el salón? «Éramos 18 en la cooperativa y quedamos ocho. Muchos se bajaron porque esto es a pulmón, hay que poner mucha voluntad. La mano viene mal, muy lento. La noche está muerta, no hay gente. Al mediodía se ve un poco más de gente. Estamos en zona de Tribunales, que atienden sólo por turno, igual que los bancos. Eso quitó mucho movimiento. Bajó mucho, no sé si llegamos a hacer un 30% de lo que trabajábamos antes. Está complicado pero lo importante es que se logró abrir y de a poquito vamos a salir adelante», confía Heredia.
Lalo de Buenos Aires está localizado en Montevideo al 300, dentro del complejo teatral Paseo La Plaza. El reciente regreso de algunas funciones del teatro en vivo, con protocolos autorizados, fue lo que permitió que los trabajadores volvieran a reabrir el local. Claro que la situación es muy complicada. «Los teatros abrieron con el 30% de capacidad y una sola función, se achicó un montón. La noche es mortal, no hay nadie. A las diez ya no queda nada. Los fines de semana hay algo más de movimiento”, dice Heredia.

La pizza a la parrilla de 1893 se hizo famosa en Buenos Aires.
Otra empresa autogestionada es Los Cabritos, una parrilla de la zona de Mataderos. Lleva cinco años funcionando con esta modalidad y en el año 2018 apareció en el top ten de mejores parrillas porteñas. Su fuerte es el asador criollo pero en este contexto tuvieron que prescindir de él. “El delivery tiene una particularidad: el trabajo se comprime en un par de horas, no es como el salón que es más largo en el tiempo”, explica Jorge Jaian, que se ocupaba de la atención en el frente pero ahora se convirtió en telefonista tomando pedidos. “Tuvimos que reducir la carta para evitar desperdicios. Hicimos platos del día, económicos. Se volvió necesario porque todos estamos más complicados con los ingresos entonces tiene que ser una oferta tentadora”, agrega.
Aunque no parezca, destinar la mayor parte del servicio al envío a domicilio puede ser una tarea difícil. En el caso de Los Cabritos, su diferencial estaba en la atención en el salón, la calidez del contacto con los mozos de siempre, el ambiente tradicional y el asador a la vista. “Un montón de negocios se dedican al delivery y la competencia se hace difícil”, señala Jaian. Y en cuanto a los protocolos para atender en el lugar, explica: “Iniciamos el trámite de habilitación para sacar las mesas a la calle pero no está siendo tan rápido. En la semana está medio tranquilo, la gente todavía no esta tan dispuesta a salir. Tenemos un público de una edad media para arriba, no es juvenil. Y eso también influye porque son personas de riesgo. No es una cervecería que se maneja con jóvenes”.
Alé Alé es un caso paradigmático de las cooperativas gastronómicas en el país. Formaba parte de un grupo de restaurantes que pertenecían a OJA, junto a cinco locales más. Todos fueron vaciados por los empresarios a cargo y algunos encontraron su propio camino hacia la autogestión, a lo largo del 2012. Hoy, con pandemia incluida, se mantienen en pie.
“Desde el momento en que arrancó todo, en marzo, la decisión fue no atrasarnos con lo que respecta a servicios, impuestos y alquileres. Nos pusimos renovar la pintura, arreglamos baños, cambiamos la cerámica; compramos los materiales y lo hicimos nosotros. Hay cosas que no podemos hacer cuando el local está funcionando, entonces aprovechamos y usamos el dinero que teníamos guardado. Somos de ahorrar por cualquier cosa que pueda pasar y fue de mucha ayuda”, explica Andrés Toledo, presidente de la cooperativa Alé Alé.
Actualmente funcionan con mesas en la calle, en la terraza y el salón interno con distanciamiento, lo que da un total de casi 300 cubiertos (sin contar el delivery). “Ya se está acomodando todo y es otro aire, no es lo mismo que tres meses atrás”, dice Toledo. Y respecto a las normativas para poder funcionar, comenta: “Siempre respetamos bien los protocolos. Todas las personas que vienen se van muy contentos porque ven una responsabilidad nuestra en cuanto al distanciamiento de mesas. Nos terminan felicitando por cómo nos estamos manejando. De parte de la clientela hemos notado un comportamiento muy bueno. Fueron bastante fundamentales, sin ellos no hubiéramos resistido”.

Lalo de Buenos Aires pudo reabrir recién cuando finalizó el aislamiento obligatorio.
Andrés Toledo se mantiene en contacto con otros locales que funcionan con la misma modalidad: “Tengo contacto con todos, no le fue bien a nadie. Tendrían que haber priorizado no atrasarse con los pagos y no lo hicieron. Creo que cometieron un error. Dejaron caer el motor de todos que es la cooperativa. A algunos ya les pidieron el local y les dijeron que no renuevan el contrato”.
“Ahora estoy participando en el conflicto de Rodizio de Costanera, a ver si lo podemos transformar en cooperativa, si quieren los trabajadores”, agrega. Muchas veces recurren a él y sus compañeros cuando detectan un conflicto latente con los dueños. Así fue el caso de la pizzería 1893 a comienzos de la cuarentena. Y de la misma forma, cuando Alé Alé necesitó ayuda en el año 2012, recurrió a los trabajadores del Bauen, otro hito de las empresas recuperadas en el país que a principios de octubre anunció que ya no seguirían adelante con sus actividades en el tradicional edificio de la Avenida Callao. La pandemia y una larga lucha por adquirir la propiedad desembocaron en un final triste, tanto para el hotel como para el restaurant que manejaba la cooperativa.
Nov 4, 2020 | Comunidad, Novedades
En Argentina, más de mil niños por año nacen con Fisura Labio Alvéolo Palatina (FLAP), una anomalía mejor conocida -pero mal llamada- como “labio leporino”. Este alto porcentaje también se sostiene a nivel mundial: cada tres minutos nace un bebé con esta patología en algún lugar del planeta.
¿En qué consiste esa afección? “Es una malformación congénita, la más frecuente en la cara. Se da, más o menos, en 1 cada 700 nacimientos. No tiene que ver con la herencia, se puede dar de forma aislada: padres sanos pueden tener un niño con esa fisura”, explica el doctor Diego Steinberg, Jefe de Cirugía Plástica del Hospital Materno Infantil de San Isidro.
Además de su rol en ese establecimiento, Steinberg preside una asociación que se llama Sonrisas del Futuro y trabaja en conjunto con Smile Train, una organización internacional, sin fines de lucro y con presencia en más de 70 países. Smile Train se asocia con centros de salud, médicos, cirujanos y otros profesionales en cada uno de los países donde se instala para dar apoyo al tratamiento del FLAP. Actualmente en Argentina tiene presencia en 10 provincias.
“Es una anomalía cráneo-facial, que no solo tiene que ver con una cuestión estética y de cirugía sino con un montón de cosas que necesitan los niños cuando usan la boca, para hablar, respirar, incluso escuchar”, explica Silvia Backes, dirigente del programa de Smile Train en América del Sur. Y agrega: “Lo que hacemos es apoyar a nuestros socios, que son cirujanos plásticos, psicólogos, fonoaudiólogos, odontólogos para darle toda una gama de tratamiento a los pacientes. Buscamos que este equipo médico se pueda capacitar y estar siempre mejorando el tratamiento, que para nosotros es muy importante que sea seguro, de calidad y gratuito”.
La fisura labio palatina no solo requiere de una cirugía para ser tratada, sino que es un trabajo en conjunto: “Son muchas las profesiones que intervienen desde que un niño nace con fisura o desde que tenés un diagnóstico prenatal por una ecografía. Los pasos son múltiples y los especialistas que rodean el tratamiento de estos niños son muchos. Para arreglar el defecto, se necesita cirugía; pero para llegar bien a un resultado óptimo, es decir, para que un niño cuando termine de crecer pueda hablar bien, verse bien, comer bien y sus dientes estén bien, el abordaje es multidisciplinario”, aclara el doctor Steinberg.
Al comenzar el período de aislamiento social, las operaciones de FLAP debieron suspenderse por no tratarse de una cuestión de urgencia y las consultas presenciales tampoco pudieron hacerse. Entonces, Smile Train buscó alternativas para que estos niños pudieran continuar con el tratamiento desde sus hogares: “Lo que se hizo fue apoyar lo que era necesario. Por ejemplo, si el equipo de salud no tenía una buena computadora para hacer una teleconsulta, le dimos equipamiento. O en algunos casos, las familias tenían celular pero no tenían crédito, entonces se buscaba que pudieran acceder a un WIFI o a tener datos. Y ahí se hicieron teleconsultas y contención, o incluso terapias de fonoaudiología”, explica Backes, que antes de trabajar para Smile Train estuvo 9 años en el comité internacional de la Cruz Roja.
Del 28 de septiembre al 2 de octubre se conmemoró la Semana Internacional del Paciente con Fisura Labio Palatina: Smile Train realizó diversas actividades en redes sociales para concientizar sobre esta patología. Por ejemplo, Fernanda Cicivio estuvo haciendo tutoriales de maquillaje para niños de hasta 12 años: “Eran tipo fantasía, para que jueguen con la familia. Abordamos este maquillaje infantil haciendo un antifaz, para evitar la zona de cicatrices. Lo más importante era que fuera muy sencillo para que lo pudieran hacer todos. Les dimos tres diseños distintos, con pocos materiales, que puede haber en cualquier hogar, para que no quedaran afuera por una cuestión de productos”.
Cacivio es maquilladora profesional y ha trabajado en diversas producciones, entre ellas, la ganadora del Oscar a Mejor Película Extranjera en 2010, El secreto de sus ojos. Para ella, su profesión es una herramienta social: “El maquillaje te da mucha amplitud de campos y situaciones donde trabajar. A mí en lo personal me conecta mucho más donde yo lo puedo implementar como una herramienta y no como puntualmente algo de moda o un comercial. El maquillaje para mí no es una máscara. No estábamos buscando tapar una cicatriz sino haciendo foco en otra zona”.
Si bien los números indican que esta malformación es bastante frecuente, no es un tema que tenga mucha visibilización a nivel social. Y cuando se la nombra, se lo hace de forma incorrecta. “Tratamos de darle la mayor difusión posible para mostrarle a la gente que es más frecuente de lo que creen: 1 de 700 nacimientos es muy frecuente. Y también para dar cuenta de que si se hacen las cosas en tiempo y forma, los resultados son óptimos”, argumenta Steinberg. Y advierte que “si por una cuestión social invisibilizás y no lo llevás a la atención, después es un desastre. Tengo casos extremos, de medios sociales muy malos que no pudieron continuar con el tratamiento y los nenes hablan mal. El nene no quiere ir al colegio porque lo cargan. Hay que darle difusión para mostrar que haciendo lo que hay que hacer, a edad temprana, las cosas funcionan”. Como en todo, recibir atención a tiempo es la clave.
Oct 27, 2020 | Culturas, Novedades

Cuando empezó 2020, los calendarios del freestyle proyectaban competencias para rato. Sin embargo, la llegada del Covid-19 al país y la implementación de la cuarentena provocaron un cambio de planes. Los torneos más importantes del mundo improvisado tuvieron que ajustarse a las nuevas condiciones y retomaron en esta segunda mitad del año de forma virtual.
La Freestyle Master Series (FMS), una de las competencias más importantes del rubro, se lleva a cabo en varios países de habla hispana. Nació originalmente en España y se fue expandiendo por Latinoamérica: Argentina, Chile, Perú y México. El torneo enfrenta a diez competidores de cada país y luego, los cuatro mejores llegan a un cruce internacional.
Hasta 2019, cada encuentro se realizaba con público presente, como en cualquier recital de música. De hecho, la concurrencia participaba en las decisiones del jurado y aclamaba con gritos los versos y rimas. A lo largo de los años y los encuentros, el vínculo entre los competidores y la audiencia se convirtió en un círculo vicioso para ver quién gritaba más fuerte. Pero este año, “una de las bajas es el público. Y eso tiene una cuota muy grande, más el público argentino que tiene mucha energía. Obviamente va a influir en la parte del show, pero también creo que el espíritu principal de la batalla de freestyle está dentro de los competidores”, reflexiona Misionero, un rapero oriundo de Posadas que se está desempeñando como host durante la FMS Argentina de 2020.
Los artistas del rap improvisado pueden desarrollar distintos roles en la competencia: los más experimentados suelen ser jurados, de forma que tienen que evaluar rimas, contenido, tiempos y diversas cuestiones técnicas, bajo un sistema de puntos. Los competidores son quienes se paran sobre el escenario para seguir las consignas del enfrentamiento, que van variando los niveles de dificultad a medida que avanza el torneo. Además, deben seguir el ritmo de la pista que presenta el DJ: Rodrigo Zone Andrada es el beatmaker oficial de esta temporada. Y finalmente, las competencias están conducidas por un host, quien se encarga de presentar a los participantes y alentar al público.

Wolf y Sub en plena batalla.
El sábado 29 de agosto comenzó oficialmente la FMS Argentina de forma televisada y sin público. Misionero se presentó en conferencia de prensa, junto con Stuart y Mecha, freestylers y competidores de la edición 2020. Los tres se mostraban con grandes expectativas respecto a la nueva modalidad. “El hecho de sacarle el público transformó el producto que vendemos como algo mas cerrado, más selectivo. Ya no estamos vendiendo arcoíris para que los nenes lo compren, ahora tenemos que convencer a otros nueve raperos y a cinco jurados que saben bocha. Esto va a hacer que nuestra propia búsqueda a la hora de desarrollar una rima sea mucho más autocrítica y real”, decía Mecha, un joven rapero cordobés que compite por primera vez en FMS a nivel nacional.
Para la conferencia de prensa de FMS Chile, que comenzó el 15 de agosto, la nueva modalidad sin público también fue un tema que dio que hablar. Acertijo, uno de los competidores, comentó: “Va a ser distinto, la energía y la adrenalina que entrega el publico es bastante alta. Sin embargo, sé que nosotros rapeamos mucho mejor en privado que en el escenario. Entonces, las batallas pueden llegar a ser mucho mejores. Quizás van a ser menos espectaculares pero pueden llegar a ser mejores en términos de estilo, de referencias”.
“Creo que la pandemia nos llevó a todos a replantearnos muchísimas cosas y aceleró un montón de procesos que eran inevitables. Este formato televisivo de batalla en algún momento iba a llegar. Que seamos capaces de adaptarnos tan rápido a pesar de las adversidades es una característica de la cultura hip-hop que nos ha jugado a favor. Y tengo fe de que esta nueva etapa, con batallas sin público y televisadas, va a ser un nuevo aporte al crecimiento de esta cultura, para abarcar público más amplio y profesionalizar la disciplina”, reflexiona SEO2, rapero que hace de host este año en la edición chilena. Todos los enfrentamientos de FMS pueden verse en vivo por el canal de Youtube de Urban Roosters.
Pero la FMS no es el único circuito dedicado al freestyle. El 21 de noviembre se realizará la final nacional de la Red Bull Batalla de Gallos 2020 en Argentina. A este encuentro llegan 16 competidores, 13 seleccionados por una convocatoria virtual que se realizó a fines de mayo. Este año tomó particular notoriedad porque muchos freestylers retirados del circuito de competencias, como Papo, Acru y Tata, decidieron volver a competir, probablemente impulsados por la falta de tours y presentaciones musicales. Los tres mejores del año pasado clasifican automáticamente pero Trueno, campeón 2019, dejó su puesto vacante.

MKS en acción.
El ganador de la final nacional pasará a la competencia internacional contra los campeones de otros 10 países y los tres mejores del año pasado. En el año 2018, Wos, un freestyler argentino, se coronó campeón mundial de la Batalla de Gallos. Él y Trueno son hasta ahora los únicos dos argentinos que llegaron a este punto. Posteriormente ambos decidieron retirarse de las competencias y dedicarse a la música.
Antes de que FMS y Red Bull profesionalizaran las competencias en el país, los raperos se juntaban en el Parque Rivadavia, en la zona de Caballito. Allí nació El Quinto Escalón. Si bien comenzó como una competencia de plaza, su éxito llevó a que en el 2017 se hiciera la final de este torneo en el Estado Malvinas Argentinas, con casi diez mil personas presentes. En este circuito nacieron grandes artistas actuales como Duki, Paulo Londra y Wos.
El público ha estado presente en cada uno de los pasos del Freestyle en Argentina y este año sigue acompañando virtualmente. Quedó demostrado en los streamings y la actividad en redes sociales. El período de inactividad llevó a los artistas del género a probar nuevas plataformas para contactar con sus seguidores y ellos respondieron gratamente. Los reyes de la improvisación probaron que saben adaptarse a las adversidades: “Demuestra que podemos estar vivos como freestyle”, concluye Jokker, otro competidor chileno.
Oct 21, 2020 | Entrevistas

Miguel de Luna Campos, mejor conocido como Maikel, es el guitarrista de Kapanga, la banda argentina que cumple 25 años de éxitos. Un poco de rock, ska y cuarteto; varios son los géneros que pueden atribuírseles al grupo pero hay una palabra que sin duda los identifica: fiesta. La fusión de géneros, sus letras y la energía de sus shows son características que los distinguen en el gran mundo de la industria musical nacional. Aunque la cuarentena los obligó a ponerle pausa a la producción del nuevo álbum, ya van por su segundo recital por streaming, llamado Kapanga Night Show, una experiencia multiperformática con invitados y sorpresas. Maikel habló con ANCCOM y comentó algunos adelantos sobre la presentación que van a realizar el 24 de octubre junto a Pity Fernandez. Además, reflexiona sobre las nuevas movidas musicales, el feminismo en el rock y la situación económica de los músicos durante el aislamiento.
¿En qué consiste el Kapanga Night Show y cómo se diferencia de otros shows por streaming?
Los diferentes colegas o músiques tratan de aggionarse a la personalidad de cada uno. En nuestros shows participa mucho la gente y hay un feedback muy grande. Entonces, pensamos cómo quebrar la barrera entre la tele, la computadora, la pantalla del celular y la banda. Nosotros le pusimos de nombre Kapanga Night Show por la música que hacemos y por cómo son nuestros shows, que sencillamente un streaming no iba a ser efectivo. Lo que planteamos es como un programa de televisión donde hay un conductor, que es el Pollo Cerviño, un periodista amigo de la casa. Y nosotros somos la banda esclava, que musicaliza los remates, los chistes y todo eso. Después, en un momento nos convertimos en Kapanga y hacemos el show propiamente dicho. Son dos situaciones diferentes: cuando interactúa el periodista con la banda es una iluminación de estudio muy de televisión y cuando tocamos como banda cambia drásticamente a un show de rock.
Ya es la segunda fecha que hacen. ¿Qué la diferencia de la primera?
Lo primero que se renueva es el playlist, la lista de canciones es completamente diferente. En el primer show tuvimos un invitado, que es algo que queremos respetar, porque hay como ciertos bloques y juegos. En el primero fue Walter Meza, de Horcas, que no solamente vino a cantar con nosotros una canción que ya había grabado, sino que también se dedicó a hacer otro tipo de cosas, contar un poco lo que hacía con otras bandas y entonces podemos ver otras facetas artísticas. En este Kapanga Night Show el formato va a ser el mismo. El invitado va a ser Pity Fernández, de Las Pastillas del Abuelo, que va a hacer un par de canciones con nosotros y también se va a someter a ciertas trivias. Son dos puestas completamente diferentes desde la locación, el contenido, el playlist y la iluminación.

Y basándote en esta primera experiencia que tuvieron, ¿qué diferencias encontrás con lo presencial?
En realidad me pasó algo bastante simpático. Primero tuvimos dos meses de ensayo y nos acostumbramos a eso. Veníamos de meses sin ver gente y, cuando se empezaron a aprobar los protocolos que se podía ir a ensayar, nos encontramos para el primer show que fue en el Estadio Malvinas. Cuando llegamos fue raro ver el estadio vacío pero como nosotros veníamos acostumbrados y veníamos ensayando eso, la verdad que no fue tan significativo. Si fue más raro en el Luna Park cuando hicimos Cosquín Rock. En un par de notas me preguntaron si me resultaba raro tocar en el Luna Park sin gente. La verdad, me hubiera parecido raro si hubiera gente. Hace seis o siete meses que no hay espectáculos. Así que estamos ensayando de esa manera y tratamos de concentrarnos en que el show es eso y el público está en la casa, como un ejercicio mental, porque si no es bastante extraño.
¿Cómo es el protocolo de ensayos?
Hicimos un par de Zooms, definimos las playlists. Tenemos como varios grupos de WhatsApp: en uno está lo que es producción, en otro más que nada la logística respecto a qué equipamiento se iba a utilizar, la iluminación. Y cada uno iba ensayando en su casa. Cuando se aprobaron los protocolos sencillamente fue juntarnos, mirarnos, contar hasta cuatro y empezar a ensayar.
¿Cómo fue ese reencuentro? ¿Cuánto tiempo estuvieron sin verse en persona?
Cuatro meses, o un poco más. Igual nunca perdimos el contacto. Las primeras llamadas ni siquiera tenían que ver con qué íbamos a hacer con la banda, era más que nada porque nos extrañábamos. Somos una banda que estamos cumpliendo 25 años y por suerte recuerdo pocos fines de semana en mi casa. Entonces, esa situación era bastante extraña: estar en tu casa de una manera forzada, no porque estabas de vacaciones con tu familia o porque era tu tiempo libre, sino por una situación externa como es la pandemia. El contacto lo teníamos igual, nos juntábamos virtualmente a tomar algo, como si estuviéramos en un bar pero por teléfono.
¿Alguna vez habían estado tanto tiempo sin verse?
No, jamás. De hecho nosotros, las vacaciones siempre paramos rigurosamente del 23 de diciembre, que es la última fecha hábil que puede haber show, hasta el 15 de enero. Ahí tomamos vacaciones y no puede haber contacto entre nosotros, es para dedicarnos a la familia puntualmente y porque es sano después de estar todo el año mucho tiempo juntos. Y aparte también para dar la oportunidad de extrañarnos. Siempre sucede así pero de esta manera no porque además es forzado, es muy extraño.
La banda ya tiene 25 años, ¿cómo es el recorrido? ¿Qué fueron cambiando en cuanto a letras y estética de la banda?
Un montón, porque son más de nueve discos de estudio, tres discos en vivo, filmamos una película. Fuimos cambiando con el tiempo, como cualquier banda que sea inquieta. Empezamos jovencitos y hoy en día todos tenemos hijos, pasaron muchas cosas que te hacen sí o sí cambiar, no es algo que uno se propone. Generalmente trabajamos de a tres discos, buscamos un contenido y una forma, y después de eso hacemos algo drásticamente diferente, dentro de nuestro mundo. Por ejemplo, decimos: “En este disco vamos a cambiar drásticamente la mirada desde las letras, quizás en vez de ser mas irónicas son mas introspectivas”. O la música, apostar en otros estilos o en sonidos más contemporáneos.
¿Y ahora están trabajando en algo nuevo?
Sí, de hecho estábamos por comenzar los ensayos para grabar lo que iba a ser el sucesor de Motor Música. Lo único que pudimos hacer fue un adelanto que se llama “Todavía”, que salió el año pasado con la participación de Nahuel Pennisi. Ahora estamos preparando lo del Night Show y después nos vamos a meter de lleno a ver si podemos aprovechar y empezar a grabar el disco. Si bien seguimos trabajando en eso cada uno desde su casa, mandando material por mail; para grabar discos, para terminar de componer y en especial para pre-producir, tiene que ser presencial.
Desde el 2015 surgió una oleada feminista muy fuerte en el país, ¿creés que eso les repercutió a la hora de componer y crear?
Hasta ahora no me sucedió de tener la necesidad de escribirlo. En el momento que me surja seguramente lo voy a utilizar. Desde hace años, cuando escribo trato que no tenga género, porque me gusta que interpele a cualquiera. Siempre intenté hacerlo. Por ejemplo, a mi me llaman de radios para musicalizar segmentos de programas. Si me piden 14 temas, lo primero que pienso es que tiene que haber contenido de género. La mitad tiene que ser de chicas y la otra mitad de chicos, para hacerme cargo de eso pero también para que culturalmente sea mucho más rico lo que se está mostrando.
¿Creés que el rock en Argentina es un ambiente machista?
Sí, totalmente. El rock, el futbol, la política. El mundo es machista. Lo que pasa es que ahora está más en boga el hablarlo y ponerlo sobre el tapete. Internacionalmente hubo más artistas femeninas y me parece que en el rock argentino eso costó muchísimo porque no había solistas. En el rock nacional al principio estaban Fabiana Cantilo o Hilda Lizarazu, pero siempre eran coristas y recién después podían hacer su carrera solista. Gracias a Dios eso está cambiando pero falta un trecho por caminar. Hay un paradigma que aparentemente se quebró: yo no creo que sea así, me parece que todavía falta muchísimo más para trabajar. Los femicidios siguen existiendo, la violencia de género sigue existiendo. Incluso con la diversidad sexual. Es algo que está muy institucionalizado en la sociedad y va a pasar un tiempo bastante largo hasta que se pueda quebrar ese paradigma. Mientras tanto hay que seguir trabajando y hacerse cargo.
¿Cómo ves el panorama musical en Argentina en los últimos años y las nuevas movidas como el trap?
Lo veo bárbaro. De todas las músicas nuevas y contemporáneas soy celebrador. De hecho, generalmente nos caracterizamos por eso. Siempre tratamos de generar complicidad con las nuevas generaciones. Es súper copada esa fusión de culturas. Después entiendo que hay una parte más dinosaurio de rock que terminan siendo como jueces: dicen qué es y qué no es rock, cuando el rock teóricamente es libertad. Dentro de la nueva movida del trap hay un montón de cosas que me gustan y un montón de cosas que me aburren, pero no por el género sino porque, al estar en boga y muy en los medios, hay una sobreinformación de artistas que están haciendo todos exactamente lo mismo. Entonces comienzan a repetirse las estructuras, las armonías, como le pasó también en su momento al rock and roll y al punk rock. Aparecieron millones de bandas que sonaban como Los Ramones y eso no quiere decir que el punk rock no estaban bueno.
¿Cómo ves la situación económica de los músicos en este periodo de cuarentena?
Es bastante caótica la situación en general, en todo lo que corresponde a nuestra profesión. No solamente los músicos: los managers, los técnicos de sonido, los iluminadores, el staff, los armadores de escenarios. Nosotros trabajamos mucho en fiestas privadas y en eventos: pienso también en mozos, DJ’s, seguridad. Es desalentador el panorama mirando hacia el futuro, porque fuimos los primeros que paramos y somos los últimos que vamos a comenzar a trabajar. Si bien están los streamings y empezaron los auto-conciertos, no dejan de ser paliativos. No podés hacer ni uno por mes porque también es generar contenido constantemente nuevo con tiempo que no hay. Es bastante difícil la situación, tengo un montón de amigos músicos que están haciendo repartos. También están los que tienen suerte, tienen ahorros y pueden vivir esperando a la nueva normalidad. Pero el panorama es bastante desolador. Y también el poder adquisitivo de la gente es mucho menor. Siempre es un problema pero en medio de una pandemia, la economía mundial está deprimida y se resiente mucho más en cosas que no son esenciales como comer o pagar la cuota del colegio.
Sep 16, 2020 | Comunidad, Novedades, Vidas políticas

El 21 de agosto, el presidente Alberto Fernández anunció el Decreto 690/2020. Por un lado, estableció la modificación de varios decretos precedentes y de la Ley 27.078, también conocida como Ley Argentina Digital. De esta forma incorporó la definición de servicio público esencial y estratégico en competencia para los servicios de tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). Por otro lado, el servicio de telefonía móvil pasó a considerarse un servicio público. Además, se suspendieron los aumentos de precios hasta el 31 de diciembre y, desde ahora, serán regulados por la autoridad de aplicación, es decir, el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM).
“La consagración de servicio público es la máxima regulación posible que existe en derecho administrativo. Ahí hay tarifas (y no precios), que el Estado fija. Existe, inclusive, la posibilidad de que el Estado tome esa actividad a su cargo”, dice Ricardo Porto, abogado y actualmente secretario de la Comisión de Sistemas, Medios de Comunicación y Libertad de Expresión del Senado de la Nación.
En cambio, respecto a la definición de servicio público esencial estratégico en competencia, Porto advierte que “es todo un tema». Y agrega: «Algunos consideran que es casi un oxímoron, que es contradictorio. Consideran que un servicio público sólo tiene lugar cuando hay monopolio. Ese no es el caso de la Corte Suprema que aceptó que cuando la Constitución regula un servicio público no tiene que ser necesariamente monopólico, sino que es indistinto si es en competencia o no”.

El DNU 690 fue aprobado por el Senado el 4 de septiembre, con 41 votos a favor y 26 en contra.
Ariel Graizer es el presidente de la Cámara Argentina de Internet (CABASE), además de ingeniero electrónico especialista en comunicaciones. Esta organización, que reúne a las empresas proveedoras de servicios de acceso a internet y telefonía, lanzó un comunicado el 24 de agosto diciendo que el decreto 690 “pone en riesgo la subsistencia de más de 1200 pequeños y medianos actores del ecosistema de internet, que son PyMEs y cooperativas de capitales nacionales”.
Además, Graizer dijo: “Para nosotros es un problema que se hayan querido resolver los temas de precio y competencia con un decreto. La definición de servicio público en competencia es una definición rara que necesitamos que esté bien reglamentada, porque los servicios públicos normalmente no están en competencia”. Y agregó: “El tema de la fijación de los precios va a ser muy complejo. Más en un mercado que tiene el 80% de sus costos fijados en dólares y donde hay grandes asimetrías entre los tres prestadores dominantes y las distintas PyMEs y cooperativas que damos este servicio en el país”.
El DNU 690 repone lo que establecía la Ley Argentina Digital del año 2014, que fue derogada por el decreto 267 en el 2015. “Implicaba que el Estado podía intervenir para regular el precio por el cual los operadores mayoristas vendían el servicio a los minoristas, para que no lo hicieran a valores desproporcionados y se pudiese lograr precios equitativos, en particular en el acceso a Internet a lo largo y ancho del país. El DNU repone esta medida y la amplía un poco”, explica Bernadette Califano, investigadora CONICET, Doctora en Ciencias Sociales y especialista en políticas de comunicación, medios y TIC.

«Hay que distinguir y definir los alcances de la noción de servicio público, servicio público esencial estratégico en competencia y diferenciarlas de las nociones de servicio de interés público y servicio universal”, dice Califano.
Califano agrega: “El DNU 690 establece que la telefonía móvil va a ser considerada un servicio público. Me parece que la reglamentación del decreto debería avanzar en clarificar qué significan todos estos conceptos y qué implicancias tienen. Hay que distinguir y definir los alcances de la noción de servicio público, servicio público esencial estratégico en competencia y diferenciarlas de las nociones de servicio de interés público y servicio universal”.
Por otro lado, la investigadora CONICET plantea que es fundamental que se implementen regulaciones asimétricas. Es decir, “medidas que tengan en cuenta que en el mercado de servicios de TIC existen distintos tipos de prestadores. Tendría que haber medidas diferenciadas según tipo de actores, según su tamaño, si son prestadores monopólicos únicos en determinadas localidades o si son muchos prestadores. Solo así se podrán generar condiciones de mayor competencia en el mercado”, dice.
En este punto coincide Ariel Graizer y menciona la regulación que se implementó en Brasil durante el gobierno de Lula da Silva: “Hoy en Brasil hay 15 mil operadores que dan servicio y nadie tiene más del 1% del mercado. Y eso fue por una buena regulación que promovió el desarrollo de PyMEs tirando fibra óptica en las localidades más pequeñas. Cosas como esas estamos pidiendo que hagan en la Argentina”.

“Hoy en Brasil hay 15 mil operadores que dan servicio y nadie tiene más del 1% del mercado», ejemplica Graizer.
Para Ricardo Porto, lo más importante para llevar a cabo la reglamentación del decreto es una amplia participación de los distintos sectores. “Lo primero que debería hacer ENACOM es convocar a todos los actores. Y no me parece que esto sea un formalismo, sino que va a compensar lo que es un DNU, que tiene un menor grado de debate. Si bien es cierto que lo aprobó la Comisión Bicameral y lo ratificó el Senado, con lo cual le da una fuerza legislativa importante, de todas formas no es el debate que tiene una ley. Y la convocatoria también debería incluir a los usuarios”, reflexiona el secretario del Senado.
En la sanción de este decreto también se ve involucrada la televisión paga, porque pasó a ser considerada un servicio TIC a partir del año 2015. “El decreto 267 consideró que los cable operadores no eran más servicios de comunicación audiovisual, sino servicios de TIC; a mi modo de ver, equivocada e inconsultamente. Ahora la consecuencia es esta: al declarar los servicios de TIC como servicio público, los cable operadores están así considerados”, explica Porto.
Al respecto, Bernadette Califano considera que “hay que restablecer cierto tipo de regulación por servicio y no únicamente por soporte de transmisión. La TV por cable no es solamente un servicio de transmisión porque emite contenidos culturales, simbólicos, que influyen sobre la construcción de identidades y sobre la idiosincrasia de las personas, como todo servicio audiovisual. Creo que la reglamentación tiene que avanzar también en ese sentido”.

«La reglamentación debería definir lo que son las tarifas sociales para internet, telefonía móvil y TV paga”, dice Califano.
Y la investigadora también considera que la regulación del decreto debería “definir lo que son las tarifas sociales para internet, telefonía móvil y TV paga”. Por el contrario, el presidente de CABASE dice que el Estado ya tiene una herramienta para resolver esas cuestiones: la definición de servicio universal. “Es un servicio que presta el Estado para que se garantice a toda la población la universalidad del acceso. Aquellos que tengan algún tipo de desventaja o imposibilidad de acceder, el Estado se los garantiza con un fondo: subsidia al abonado para que pueda pagar o subsidia a la empresa para que dé el servicio de forma gratuita, o construyan infraestructura para llegar a esas regiones donde no es rentable llegar”, comenta Ariel Graizer.
“Esa herramienta está desde siempre, todos los países del mundo lo tienen. Todos los operadores de telecomunicaciones de este país aportan el 1% de su facturación para ese fondo y el Estado debería haber hecho primero eso. Después podemos acordar, que es el camino que planteamos nosotros, en hacer un abono social. Pero no a partir de un DNU de prepo, sino en una reglamentación que favorezca el desarrollo”, concluye Graizer.
El DNU 690 fue aprobado por el Senado el 4 de septiembre, con 41 votos a favor y 26 en contra. Queda ahora pendiente una adecuada reglamentación que permita discernir los términos presentados en el decreto y calmar las preocupaciones del sector privado y los usuarios.