Oct 18, 2021 | Comunidad, Novedades
Entre el 15 y el 17 de octubre se llevó a cabo la segunda edición de la Expo Cannabis en la Rural de Buenos Aires. Los organizadores se propusieron avanzar contra la desinformación y los mitos de esta planta ofreciendo charlas de investigadores, abogados, médicos, empresarios y la comunidad ciudadana para reivindicar la relevancia del cannabis medicinal, industrial y de uso adulto en el país. El autocultivo y el consumo de marihuana es una realidad en el país y sus beneficios medicinales, productivos y recreativos llegaron para quedarse. El encuentro reunió a más de cincuenta mil personas. Palermo se vistió de verde e inauguró conferencias, talleres y consultorios presenciales y virtuales.
Tras dos años de pandemia, volvió el segundo evento más importante de Latinoamérica. Siguiendo el protocolo Covid y en turnos escalonados, expositores, asistentes y personal del predio reciben a todo aquel que ingresa. Familias, amigos, jóvenes, niños, adultos mayores recorren el pasillo de entrada para ir al pabellón general. Pueden hacerlo a través del patio, el espacio de cinco mil metros de aire libre ubicado en la histórica pista de La Rural que se ve rodeado de puestos de comida, música y un sector especial donde niños y niñas se divierten en una huerta con plantas aromáticas.
El otro recorrido cuenta con quince mil metros de exposición y está techado. Allí las luces iluminan los ciento veinte stands nacionales e internacionales y alrededor de quince mil personas recorren los pasillos en busca de artículos para el consumo o para autocultivo: “Es la primera vez que vengo a la expo. Soy consumidor medicinal y estoy autorizado por el Reprocann. Empecé a tomar aceite porque tengo hernias de disco pero me metí en este mundo porque necesitaba información y no sabía qué me vendían. El prejuicio de la planta hace que los médicos tarden en investigar pero hoy hay muchos beneficios demostrados”, comenta Santiago de 46 años, de la Provincia de Buenos Aires.
Para su compañera, Agostina Garcia de 35 años, «no solo hay mucha gente sino que de distintas edades. Hoy mi familia usa cannabis con beneficios medicinales y nosotros consumimos de forma recreativa y responsable porque nos ayuda a desenchufarnos, nos relaja y es mejor que las pastillas”.
Según la Primera Encuesta Nacional de Personas que Usan Cannabis, el 75,5% de los personas que tratan algún problema de salud con cannabis medicinal logra reducir el consumo de fármacos y casi en su totalidad (el 98%) se suele recetar a personas que sufren de enfermedades como el Parkinson, la neuropatía, el daño de la médula espinal y la esclerosis múltiple.
Cannabis para todes
Nora, de 72 años, junto a su marido Oscar participó de la charla “Tercera Edad” del doctor Nicolás Di Biase. Ellos aseguraron haber mejorado su calidad de vida tras consumir aceites y derivados pero no tuvieron un médico que los acompañara en este proceso. Tal como explicó el doctor durante la conferencia, la información es uno de los puntos más demandados: “Son los pacientes los que piden estos tratamientos. Es nuestra responsabilidad informar e investigar tanto en el área de la salud como en otros campos”.
No solo hay stands de consultas medicinales sino legales y veterinarias. El puesto del consultorio legal es atendido por defensores oficiales y abogados especializados. Allí se responden dudas y se brindan cursos sobre “cómo anotarse en el registro oficial” de autocultivadores autorizados por el Ministerio de Salud. A su vez, la Defensoría General de la Nación, el Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad de Buenos Aires y el Centro de Estudios de la Cultura Cannábica pusieron un servicio personalizado llamado Punto de acceso a la Justicia. Allí las personas consultan gratuitamente dudas legales en torno al cannabis pero también para informarse sobre los derechos que tienen. En la edición 2019 de Expo Cannabis, los defensores oficiales del Punto de acceso a la Justicia recibieron más de 10.000 consultas legales.
Para animales
Sin duda, la gran novedad de esta feria es la aplicación de tratamientos a base de la planta en animales con patologías. Veterinarios Cannábicos Argentinos tiene a cargo el consultorio veterinario que se dedica a informar sobre las afecciones que podemos tratar con los componentes de la planta: tetrahidrocannabinol (THC) y cannabidiol (CBD). Las principales enfermedades son la epilepsia refractaria, trastornos neurológicos, cáncer, moquillo nervioso y problemas de la piel. Se tratan con cremas, infusiones y hojas de la planta que ayudan a reducir los dolores.
ANCCOM diálogo con Paula Lezcano fundadora del primer consultorio cannabico veterinario para entender por qué la regulación actual necesita modificarse. La ley de psicotrópicos y estupefacientes le brinda a los médicos veterinarios la competencia para delegar recetas médicas de animales pero no con derivados de cannabis: “Nosotros, como médicos veterinarios, pedimos ser incorporados en la ley nacional medicinal argentina porque entendemos que el derecho medicinal de ser humano debe tenerlo el animal también”.
Hoy, la mayoría de los tratamientos cannabicos para animales son abastecidos por el autocultivo y no existen aún productos farmacéuticos para el uso veterinario. Aunque esto parezca novedoso, el tratamiento cannábico en animales existía a fines del XVIII como método de anestesia para antes de cualquier operación, en combinación con alcohol y otras hierbas. Con la prohibición se dio de baja la investigación y tratamientos médicos a seguir: “La planta hace bien y tiene tanto abanico terapéutico que no es necesario estar enfermo para consumirla, es una herramienta muy útil que tiene años y eso a veces no es bien visto por la medicina tradicional. Empecemos a dejar las pastillas, volvamos a la tierra, a lo natural y pensemos en los animales como sujetos de derechos”.
La propuesta se superpone con los cambios sociales y los derechos a los animales, entendidos como un miembro más en la familia. La especialista detalla que esto también transforma al nivel académico entre profesionales: se ofrecen capacitaciones gratuitas a colegios médicos veterinarios, universidades con cátedras libres de cannabis medicinal y organizaciones civiles visibilizan esta temática: “Estar en la expo nos permite mostrarnos, dar conferencias y traer información a las familias. Estamos hablando de una necesidad y del derecho a la salud entendida como una sola, muchos profesionales de la salud veterinaria trabajamos durante la pandemia y recién en este evento nos conocemos”.
El Estado argentino se hizo cargo de la enorme demanda que expresaron cincuenta y seis mil personas en el primer año de ExpoCannabis. A partir de aquel evento se reguló el acceso al cannabis medicinal a través del autocultivo y se empezó a regular su industrialización con un proyecto de ley oficial que se aprobó en el Senado. En este contexto, la agrupación de médicos veterinarios alza la voz defendiendo el autocultivo y la protección a las familias frente a las persecuciones policiales: “La realidad es que existe una separación entre el médico humano y el veterinario olvidando que todos somos profesionales de la salud, nosotros no fuimos reconocidos como tal y esta ley lo refleja. Hay que entender que hoy el animal es un sujeto de derecho en un montón de situaciones”.
Práctica terapéutica
En paralelo y en dos escenarios simultáneos, se desarrollarán más de 80 charlas y conferencias por donde pasan científicos, investigadores, economistas, empresarios, periodistas, especialistas en género, abogados y otros profesionales conversando y debatiendo sobre los distintos usos de esta planta. También se dictaron dieciséis talleres para aprender a cultivar, hacer aceite y resina de cannabis. Por ejemplo María, de 45 años, quien vive en el barrio de Flores compartió su experiencia tras participar del taller de cultivo: “Hace diez años que cultivo para consumo personal y quiero aprender a hacer aceite de cannabis porque son caros y los tengo que comprar afuera”. “La importancia de cultivar está en la calidad de lo que uno consume y saber que es natural, aparte que la práctica en sí es terapéutica”, agrega su novio Emanuel. Quien planta cannabis en su casa no le compra al dealer, quien cultiva se enfrenta al mercado ilegal de drogas, quien planta necesita información y quien consume quiere calidad. El autocultivo y el consumo de marihuana es una realidad en el país pero no todo es consumo recreativo.
Uno de los stands más concurridos es el de Mamá Cultiva, una organización pionera en el autocultivo para uso medicinal que se formó en el año 2016 cuando un grupo de mujeres, madres de hijos con diferentes condiciones de salud, exigieron la legalidad de la actividad para la salud. “Esta herramienta terapéutica nos brindó lo que la medicina alopática no pudo, calidad de vida y dignidad para les nuestres”, explica en el acto de inauguración, Valeria Salech, fundadora de Mamá Cultiva. “Muchas familias siguen con temores para lanzarse al autocultivo, incluso muchas que ya lo practican, porque si bien la nueva reglamentación del gobierno nacional determinó la legalidad de esta práctica, en algunas provincias se les da más bola que en otras, porque lamentablemente sigue habiendo algunos allanamientos en casas de familias que tienen plantas para uso medicinal. Hoy, hay gente que puede viajar en avión con su gotero, con sus flores, y por el otro lado hay personas a las que, aun con el carnet del Reprocann, les golpea la puerta la policía. Estamos generando un cambio de paradigma y eso no ocurre de un momento a otro. Necesitamos seguir formando a las fuerzas de seguridad y también a los profesionales de la salud, porque todavía hay quienes dudan si el autocultivo es legal o no”.
Desde principios de marzo de este año el Reprocann es el único registro que autoriza a las personas al cultivo controlado con fines medicinales o terapéuticos. Según datos del Ministerio de Salud, a los que accedió THC, ocho mil trámites están aprobados, alrededor de unos trescientos fueron rechazados y en torno a los veinticuatro mil siguen sin haberse completado. ¿Por qué estando aplicada la ley se dificulta el acceso a un derecho a la salud? Los abogados consultados durante el evento expresaron que muchos médicos se niegan a certificar estos casos o no quieren registrarse para avalar los permisos. Asimismo nos detallan que no existe en el sistema público de salud espacios de atención para el tratamiento con cannabis lo cual obliga a muchas personas a pagar una consulta privada. Estos obstáculos hacen que hoy un paciente no pueda acceder de forma gratuita a un certificado médico de cannabis medicinal. Así queda en evidencia la ausencia de una política clara en los centros de salud.
Sin embargo, una arista para cambiar esta situación es la primera empresa estatal dedicada a la producción pública de derivados medicinales de cannabis de grado farmacéutico: Cannava. Cuenta con un equipo de cultivo y trabajadores de campo que llevan adelante todas las actividades que requiere la agricultura del cannabis con fines medicinales, un laboratorio y operaciones de industrialización farmacéutica: “El redescubrimiento de la potencia científica y práctica de esta planta, es su capacidad y efectividad para aliviar el dolor; también es un golpe a la soberbia de las estructuras y una invitación al conocimiento.”
La empresa nacional cuenta con el respaldo de las leyes nacionales y abarca toda la cadena productiva: desde las semillas hasta la distribución de medicamentos y aceites reservada a la epilepsia refractaria.
A lo largo de estos días, se desarrolló también una jornada exclusiva de negocios con los actores más relevantes del sector y un Workshop de formación médica para profesionales de la salud.
El cierre del evento se caracteriza por el arte y la ciencia: pintores y artistas dibujan sobre esta temática y se presentan los ganadores del concurso «Pósters Científicos». La convocatoria expone investigaciones científicas actuales frente a especialistas reconocidos en el país y en el mundo. En comparación con la edición 2019 el evento creció un 400% en superficie y duplicó los pabellones, los escenarios, las conferencias y los stands. De hecho se habla de una cannabicultura en Argentina conformada por distintas edades, especialidades y usos que exigen hoy más que nunca el reconocimiento del estado y de políticas públicas.
Sebastián Basalo, director de la Revista THC y uno de los organizadores de Expo Cannabis dijo en el cierre: «La Expo es un punto de encuentro y construcción colectiva. Juntos construimos bienestar, trabajo y salud. Las bases de este año son un gran desafío para crecer mucho más, estamos más que listos para construir una nueva realidad del cannabis en Argentina».
May 9, 2017 | Entrevistas
Desde hace 20 años, Fernando Soriano es periodista gráfico. Actualmente escribe en Infobae, hasta 2015 lo hizo en el diario Clarín. En paralelo, el reportero, oriundo de Avellaneda, defiende una causa de la que con orgullo e ironía se autodefine “periodista militante”: la legalización del cannabis, lo mismo que exigieron las 150,000 personas que el sábado pasado participaron de la Marcha Mundial de la Marihuana en su recorrido por el Centro porteño. En su libro Marihuana, la historia, Soriano combina el oficio, a través de una investigación rigurosa, con la causa. Desde los registros de los primeros cultivos de la planta en Asia, pasando por las oleadas prohibicionistas y llegando a los casos actuales de arrestos en Argentina por simple tenencia, Soriano muestra el valor del cannabis en la historia y sus diversos usos: comercial, medicinal, cultural. La obra, recientemente publicada por editorial Planeta, aporta al debate actual algo fundamental: información para argumentar.
¿Por qué decidiste contar esta historia?
Porque por ser una planta prohibida, y sacando las revistas THC y Haze, no hay mucho material formal. Faltaba un libro sobre el tema, como falta un gran documental. El segundo motivo es que en 2009 empecé a hacer notas en Clarín y comencé a ver casos de injusticia: pibes que caen presos por tener un porro, otros que son víctimas de la violencia institucional. Y me interesaba contar esas historias, para que el libro ayude a entender que la planta es una planta y que la prohibición es ridícula.
En el libro, esas microhistorias se mezclan con datos duros, ¿cómo le encontraste la vuelta al relato?
Me volví loco. Cambié varias veces la estructura narrativa hasta que un día me junté en un bar con Camilo Sánchez, periodista, poeta, y docente en TEA, y le dije: “No sé cómo estructurar esto”. Me dijo que siguiera trabajando, que se iba a acomodar solo, y así fue. Creí que esas historias personales tienen más fortaleza cuando se contrastan con las estadísticas que muestran lo absurdo de la prohibición. Por ejemplo, la historia de Miguel Ángel Durrels, que en 2013 aparece supuestamente suicidado en la celda de la Comisaría 1 de Pilar y que había caído por tener 70 gramos de porro paraguayo, una ridiculez. La ley de drogas (23.737) propició esa muerte.
El reportero, oriundo de Avellaneda, defiende una causa de la que con orgullo e ironía se autodefine “periodista militante”.
¿Cómo articulaste la investigación de archivos con las entrevistas?
En la primera parte, hay un trabajo de historiador aunque no estoy ni cerca de serlo. A veces tenía los relatos personales y después los articulaba con archivos, datos o hasta relatos paralelos. La segunda parte la laburé como lo hago con una crónica larga. Con digresiones, con diferentes temas que se van abriendo. Hay varias historias que han quedado afuera o que en principio daban para un capítulo entero y terminaron siendo dos párrafos dentro de un capítulo. La investigación duró dos años y dos meses, aunque a mí me parecieron dos décadas.
La lucha de las agrupaciones por la legalización está cruzada por el trabajo colectivo y el conocimiento compartido, ¿te nutriste de eso?
Sí. El laburo de las organizaciones es fundamental porque, como dice el subcomandante Marcos, “esto va de abajo hacia arriba”. Para mí, que nací en la dictadura y padecí el menemismo más horrendo en mi juventud, me dio una enorme satisfacción ver que, con esta ley, la democracia funcionó como nos enseñan en la escuela que tiene que funcionar: una idea que sale del pueblo y termina siendo aprobada por los que deciden gracias a que los ciudadanos los ayudamos a entender.
En el primer capítulo, contás el plan trunco de Manuel Belgrano de cultivar y comercializar cannabis en el siglo XIX. ¿Hay similitud con la negación actual en Argentina hacia la planta?
Es diferente porque en aquella época no se conocía su característica psicoactiva. Belgrano sufrió el desfinanciamiento de la Corona española por razones comerciales, no porque la planta estuviera demonizada. La cuestión cultural y el verso de la droga como flagelo, no existían. Sí hay similitud entre la negativa de la Corona hacia el proyecto económico de Belgrano y la actual de no ver la planta como integral, que puede ser usada para textiles, para medicina y para que dejen fumar a quien quiera hacerlo. ¿Por qué no se persigue al bebedor de whisky y sí al consumidor de cannabis si mata mucha más gente anualmente el alcohol que el porro?
¿Cuál es tu opinión sobre la ley que habilita su uso medicinal?
Es un avance importante. Tiene un grave problema: le falta el autocultivo. Pero es un punto de partida para seguir discutiendo con otro nivel de información, porque ayuda a naturalizarla. Es necesario hablar de la marihuana desde otro lado. ¿Por qué una planta se supone que destruye neuronas si ayuda a una nena a bajar sus convulsiones de 600 a cero por día? La ley ayuda a seguir dando esa discusión, porque nadie se va a detener acá, ni tampoco cuando se autorice el autocultivo. Hasta que no se legalice, los activistas van a seguir y yo, que en este caso hago periodismo militante, también.
Pero si no se autoriza el autocultivo, ¿de dónde sale el cannabis medicinal?
El gobierno habla de importar el aceite. Pero no se puede traer todo porque no hay uno solo para todas las enfermedades. Después está previsto investigar, cultivar y repartir en base a esas plantas que se cultiven. Pero para eso falta tiempo, además de que hay que crear organismos, entes de regulación… El gran problema es: ¿qué va a pasar en ese “período ventana” con la gente que necesita el cannabis medicinal? Nada, la gente va a seguir cultivando.
¿Qué se logra con la prohibición?
Un montón de cosas, todas negativas. La prohibición consigue que mueran chicos porque no tienen el cannabis para tratar sus enfermedades; que se muera gente en un calabozo o que los violen después de caer presos por tener 50 gramos de porro; que seguramente se enferme o muera gente por consumir el “paraguayo prensado” que no se sabe qué tiene. El otro día, en una charla en un centro cultural, el director de la revista Haze decía que el problema no es la ausencia del Estado en el tema, sino que está demasiado presente.
¿Cuál es el papel de los medios ante este panorama?
Son los más conservadores, a pesar de que la gente que los hace, en general, fuma. Están presos del peso de la opinión pública. No quieren ir contra el pensamiento ya formado de los lectores. Tendría que ser al revés. Y ese camino lo marcan dos hechos importantes. Una es la aparición de la revista THC, que logró que la gente se anime a leer del tema en el subte y no se esconda como si fuera una porno. Y por otro lado, la nota que me tocó hacer para Clarín en febrero de 2016 a Laura Alesi, la mamá de Josefina Vilumbrales, una nena con síndrome de West (epilepsia grave), cuyo título fue “La marihuana le permite vivir a mi hija”. Eso fue un golpe fuerte en la puerta de los despachos de los diputados y la ley tomó impulso. Eso marca que los medios podrían tener la cabeza más abierta y ayudar.
«¿Por qué una planta se supone que destruye neuronas si ayuda a una nena a bajar sus convulsiones de 600 a cero por día? La ley ayuda a seguir dando esa discusión», problemtiza Soriano.
¿Ahí aparece la importancia de lo que llamás “el periodismo cannábico”?
El rol de THC es fundamental porque rompe el paradigma. De hecho, cuando ya poca gente compra revistas, la THC se sigue vendiendo mucho porque es el lugar donde la gente va a buscar la información que necesita. Si vos le prohibís el porro a alguien, lo van a ir a comprar a otro lado. Con la THC pasó eso: sí el tema estaba prohibido en los grandes medios, la THC aparece para ser un espacio de discusión y de ida y vuelta.
Un sector de Cambiemos apoyó la ley de uso medicinal pero el Ministerio de Seguridad persigue a los autocultivadores, ¿qué opinás sobre esto?
Son diferencias lógicas de cualquier gobierno. Aunque alguno la puede entender como un doble discurso. No dudo de la defensa de la marihuana que hizo Alejandro Rozitchner. También veo la desinformación y el prejuicio de Patricia Bullrich. Sirve a la democracia que al interior de un gobierno haya discusiones. El problema es que las decisiones de Patricia Bullrich joden a la gente. Que no exista el autocultivo favorece al narcotráfico. Sólo Bullrich, aunque no es la única, puede pensar que quien tiene cinco plantas en su balcón o en el patio es narcotraficante. Eso es estar alejado de la realidad. Y, además, porque el narcotráfico financia la caja negra de la policía. Si quiere terminar de verdad con el tema, tiene que mirar hacia adentro, hacia los que la rodean.
¿Quiénes más demonizan a la marihuana?
El gran enemigo es la desinformación y el prejuicio. Y en esa bolsa entran políticos, periodistas, médicos. También la Iglesia, que no entiendo con qué cara condena al consumidor de marihuana y no a los curas pedófilos. En 2012, cuando el gobierno kirchnerista casi saca la despenalización del consumo de marihuana, uno de los grandes frenos fue la Iglesia. Respeto muchísimo a los curas villeros que dan una gran batalla, pero ellos dicen que en las villas la marihuana ya está legalizada y que eso no es bueno. Y yo me pregunto qué pasa con los narcos en las villas. Una gran batalla contra ellos sería si se les enseñara a cultivar a esos pibes, para que no tengan que comprarle a los narcos.
¿Qué rol juega la comunidad médica?
Fundamental. Estamos criados en una sociedad donde la palabra del médico es más que la de cualquier otro referente social. Es necesario que se informen para entender el tema. Pasa algo similar en la justicia, donde hay jueces y fiscales que no saben nada. Hay una frase de John Berger que me encanta: “Dejé de creer en los médicos cuando ellos dejaron de creer en los hombres”. Tal vez es momento para que los médicos y las médicas crean más en el ser humano y, en este caso, en la planta.
¿Alcanza con la decisión de un gobierno para legalizar la marihuana?
No, hace falta es que la sociedad entienda mejor. En 2012, cuando casi se legaliza el consumo, varios diputados y diputadas me dijeron que la sociedad no estaba preparada. La decisión final la tiene el poder político, pero los ciudadanos se tienen que educar informándose. Que lean el libro. No hace falta que lo compren, que lo fotocopien si quieren, pero que lo lean y haya más información para discutir.
¿Qué aporta tu libro a la causa?
Información que fue ocultada durante mucho tiempo. Me gustaría que se pueda discutir sobre la planta a partir de “la data” que está ahí. Esto es como cuando hay problemas en una casa, en una pareja o en un laburo, lo peor es negarlo. Los temas se hablan y se naturalizan. A la planta le falta naturalizarse. Estoy feliz de que haya un libro, que esté arriba de una mesa o una biblioteca a disposición de cualquiera, para que se siga discutiendo con más argumentos. Me gustaría que lo lean Patricia Bullrich, Eduardo Feinmann y todos los dinosaurios que no están entendiendo.
Actualizada 09/05/2017