Y florecerán  mil ollas

Y florecerán mil ollas

“A las 25 viandas que repartimos a diario, les sumamos, semanalmente, bolsones de alimentos. Los entregamos a distintas familias que ya estaban en una situación compleja antes de la cuarentena y también a quienes jamás se habían encontrado sin dinero para comer”, desarrolla Belén, integrante de la Comisión de Comunicación de la Olla Autoconvocada de Saavedra. La crisis socioeconómica desatada por el COVID–19 aumentó de manera exponencial la cantidad de argentinos que todos los días se acercan a ollas y comedores populares en busca de un plato de comida.

De los vecinos que participan de esta olla popular, ninguno actúa en partidos políticos y se organizan de manera autogestiva y horizontal. “La olla va más allá del asistencialismo. Esta situación nos invita a generar intercambio con quienes siempre se encontraron en el lugar de recibir”, explica Belén y agrega: “Todos tenemos algo para ofrecer que no es dinero. Descubrimos que a algunos les gusta escribir, a otros dibujar o cocinar y así registramos sus historias”.

Todas las noches, la Olla Autoconvocada de Saavedra reparte la cena a 25 vecinos en situación de calle y a 14 familias, aunque no es un número estático. “Tenemos 14 cocinas funcionando, cada día cocinamos dos y otros dos pasan a retirar las viandas y las entregan. Una de las casas se utiliza para acopiar las donaciones, ahí se fracciona toda la mercadería y luego se arman los bolsones”, detalla la representante de la Comisión de Comunicación.

“Tanto la comida como el dinero los recibimos a través de donaciones. Romina, quien coordina la Comisión Finanzas, habilitó su cuenta bancaria para recibir el dinero y la Comisión de Donaciones pasa a retirar los alimentos y productos de limpieza que nos ofrecen los vecinos”, describe Belén.

Al sur de la ciudad de Buenos Aires, en La Boca, se encuentra el espacio cultural El Expreso Imaginario que, ante la pandemia, se vinculó con las organizaciones del barrio para formar una red de cooperación. “Se notó el aumento de personas en los comedores. Antes se servían entre 150 y 200 porciones y hoy se presentan 500 personas cada vez que se entrega una comida”, cuenta Sofía, una de las integrantes de El Expreso.

Más de 38 agrupaciones de variadas banderas políticas y religiosas, sirven alrededor de 10.000 platos por semana. “Cubrimos las cuatro comidas y, durante el fin de semana, solamente almuerzo y cena. Para coordinar, hacemos un flyer anunciando cuáles son los comedores disponibles en cada horario”, aclara Germán, otro integrante del colectivo, y adiciona: “Evitamos que los niños y adultos mayores asistan a los merenderos para no exponerlos al virus e intentamos acercarles la comida a sus casas”.

“Hacemos malabares para conseguir los alimentos. La comida es cubierta, en una pequeña proporción, por el Estado y la gran mayoría se consigue por donaciones de los vecinos, de las agrupaciones o de gente que no es de La Boca pero quiere ayudar. El espíritu de solidaridad siempre estuvo, acá nunca estás solo”, relata Juan, otro miembro de El Expreso Imaginario.

El panorama en la Provincia de Buenos Aires también refleja los efectos de la crisis. En el partido de Moreno, el grupo autoconvocado de vecinos Manos a la Olla se reúne todos los viernes para repartir la cena entre los vecinos más carenciados. “Antes del coronavirus estábamos distribuyendo 150 viandas. El primer viernes de cuarentena empezamos a entregar 30 bolsas de comida, luego 60 y hoy estamos en 100”, enumera Sofía, una de las representantes de la organización.

“Nos ubicamos en la plaza, frente a la Municipalidad, con guantes, barbijo y máscara, respetando el distanciamiento. Cada viernes llegan 70 personas en busca de alimentos para sus familias. Usamos las redes sociales para que se anoten y puedan recibir, además, una bolsa solidaria. La vianda se da igual, estén o no en la lista, y se despachan unas 250 o 300”, señala Sofía.

La organización social es reconocida por el Municipio, sin embargo, no percibe ayuda económica. “El apoyo es más moral, tratan de darnos una mano pero nos mantenemos gracias a la donaciones de la gente y al ‘mangueo’ cotidiano de, por ejemplo, algún supermercado o carnicería que nos hace descuento”, narra la integrante de Manos a la Olla.

En el barrio Las Tunas de Tigre, se encuentra el Centro de Apoyo Las Dos Palmeras que comenzó hace 20 años ofreciendo ayuda escolar y, poco a poco, se transformó en un comedor. “Fuimos sumando desayuno, merienda y, desde hace 5 años, agregamos almuerzo. Mayormente recibimos chicos de 3 hasta 17 años, de lunes a sábados, son 150 entre turno mañana y tarde”, reseña Nilda Ríos, presidenta de la institución.

“Armamos los bolsones de mercadería y algún miembro de las familias los pasa a buscar. A los que no pueden salir, se los acercamos nosotros hasta la puerta de sus hogares”, explica Nilda y agrega: “Hemos pasado de todo, inundaciones, dengue, gripe A y esta situación también pasará porque nos estamos cuidando muchísimo”.

El Municipio de Tigre y la Fundación SI, de Manuel Lozano, colaboran con la institución aunque no es suficiente. “No sólo necesitamos alimentos sino también artículos de higiene ya que ahora hay que mantener los espacios más limpios que antes”, analiza la presidenta. “La gente está muy asustada con el coronavirus entonces no se quiere acercar demasiado al merendero para dejar los donativos”, concluye.

Por su parte, desde Concordia, Matías Peralta, encargado del comedor Con Poquito Hacemos Mucho, ubicado en el barrio Palmeritas, define: “Somos un grupo de vecinos que no hacen política partidaria, solamente intentamos sacarle una sonrisa a quienes más lo necesitan. Acá comen de 125 a 145 personas, contando niños, madres solteras y adultos mayores. Concordia es una de las zonas más pobres no sólo de Entre Ríos sino de Argentina”.

En el comedor brindan merienda y cena a los vecinos con menos recursos gracias a la colaboración del resto de los residentes: “Fuimos a pedir ayuda al municipio de Concordia en reiteradas ocasiones pero nunca obtuvimos respuesta. Por eso, hemos decidido no molestar más y continuar trabajando con las donaciones que recibimos”, sintetiza Matías.

“Les preparamos chocolatada, café con leche o mate cocido, pan con mermelada o galletitas, de acuerdo a lo que nos llega. De cenar, por lo general, hacemos guiso con arroz o fideos. Estamos tomando las medidas de prevención, usamos tapabocas, respetamos las distancias y, para que no se acumulen muchas personas en el recinto, vienen los adultos a retirar las viandas”, finaliza el encargado.

La inmobiliaria Larreta sigue funcionando

La inmobiliaria Larreta sigue funcionando

Un gimnasio, un estacionamiento, una cancha de fútbol y tres de tenis se ven amenazadas por el proyecto inmobiliario.

El Darling Tennis Club, fundado en 1918, se ve amenazado por el actual Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. La construcción de un emprendimiento inmobiliario en parte del territorio de la asociación civil infringe la ley de Clubes de Barrio y Pueblo (27.098) y, a su vez, acarrea dificultades para los socios, los vecinos de la comuna y el medio ambiente. La institución ubicada en Brasil 50, barrio porteño de La Boca, posee cuatro hectáreas de longitud de las cuales tres están escrituradas y fueron compradas por la institución deportiva y una, integrada a la sede, pertenece a la Administración General de Puertos. Con permiso de uso desde 1977, esos ocho mil metros, que eran un baldío, fueron remodelados y aprovechados por las autoridades del club.

“Por cuestiones de seguridad, la Administración General de Puertos junto con el barrio Catalinas Sur nos pidieron poner en valor esa porción del terreno y, a cambio, recibir un permiso de uso eterno pagando una cuota mensual que hoy roza los 1.200 dólares. Llegamos a un acuerdo y allí edificamos un gimnasio, el estacionamiento, tres canchas de tenis y una de fútbol”, relata Daniel Calabrese, presidente del Darling Tennis Club.

Durante la década de 1990, Puerto Madero fue un boom de construcciones lujosas que provocó que la zona se encarezca año tras año. Así, el crecimiento inmobiliario llegó hasta los alrededores del club y, en 2017, Cambiemos decidió hacer un convenio entre el Gobierno de la Ciudad y el de la Nación vía la Legislatura porteña. Con el incremento del valor de los terrenos, la administración de Horacio Rodríguez Larreta pactó el levantamiento de torres de entre 60 y 90 metros de altura en los suelos del Estado.

“Nos presentamos ante las audiencias e inferimos que estamos protegidos por la Ley de Clubes de Barrio y Pueblo. El artículo 18 plantea que, en caso de que los terrenos sean fiscales y estén dentro de la sede del club, los mismos deben ser asegurados a la institución. Sin embargo, el convenio salió igual. Esto se debió a que sólo pudimos convencer a los legisladores de la oposición pero no a los oficialistas que eran mayoría”, explica Calabrese.

El proyecto inmobiliario propone torres de 60 y 90 metros de altura.

El Darling Tennis inició acciones judiciales y presentó una demanda contra la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) ante los Tribunales Federales. En paralelo, pidió una cautelar para que, cualquier acción que se quisiera iniciar, el juez la detuviera. La misma fue rechazada en primera instancia con el motivo de que no había ningún peligro. Luego fue a Cámara, donde también la impugnaron, lo que derivó en que las autoridades del club arremetieran contra los jueces.

“Ahora estamos yendo a la Corte Suprema. En estos momentos, la demanda sigue el curso normal de un juicio y está en períodos de prueba”, declara Calabrese y recuerda: “Cuando cumplimos 100 años, vino a vernos el vicejefe de Gobierno de la Ciudad, Diego Santilli, y dijo que el club no iba a perder nada. A los 15 días, Mauricio Macri lanzó el decreto para completar el circuito y así realizar la venta del terreno”.

A pesar del conflicto en pugna, los directivos nunca cortaron relaciones con el Gobierno de la Ciudad sino que trabajan en conjunto. “Vienen los chicos de las escuelas y les damos un servicio social que asumimos cuando compramos los terrenos. Nos comprometimos a realizar acciones solidarias con los niños de la Isla Maciel y de la Villa 31 en nuestro Centro de Alto Rendimiento emplazado en los terrenos fiscales”, cuenta el presidente del Darling.

«Hacemos acciones solidarias con los niños de la Isla Maciel y de la Villa 31 en los terrenos fiscales”, cuenta Calabresse.

Un acuerdo concertado con el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires posibilita que los alumnos de los colegios aledaños, de jornada extendida, almuercen en el Darling y usen las instalaciones para realizar educación física. También, incorporaron a un jardín de infantes para que los más pequeños vayan una vez por semana a disfrutar del aire libre debido a que, en La Boca, los espacios verdes son casi inexistentes.

El compromiso del Darling Tennis Club con el medioambiente impulsó a un relevamiento de los árboles que habitan la sede. Junto con la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable más la Dirección de Bosques, realizó un inventario para dar inicio a la reforestación. “En todo el país se plantan árboles vistosos pero no los autóctonos de la zona, por lo tanto, la idea es repoblar con especies originales”, fomenta Calabrese. La investigación concluyó en que el promedio por metro cuadrado de árboles que tiene el club es mayor al de la ciudad.

“Hacer torres acá no sólo implicaría cambiar toda la estética del club, también nos perjudicaría con la sombra y el viento que para el tenis es terrible”, describe el directivo y agrega: “Perderíamos los espacios donde emprendemos las acciones solidarias, es decir, las tres canchas de alto rendimiento. Siempre nos sentamos a escuchar y negociar pero no podemos perder el estacionamiento porque en esta zona está prohibido en los lugares púbblicos y eso conllevaría a un éxodo de socios que nos conduciría a dejar de existir”.

Agustín Calleri, presidente de la Asociación Argentina de Tenis, salió en respaldo del reclamo del Darling.

Flavio Rey, uno de los 750 socios del Darling Tennis Club, rememora: “Llegué a la institución por unos amigos hace nueve años, venía del ámbito del fútbol y empecé a practicar tenis. Tomé clases y ahora tengo la oportunidad de jugar en varias categorías con los mejores de acá. Me emociono cuando hablo del club porque me dio muchísimo y es duro e inexplicable cómo pueden pensar en sacarnos parte del espacio verde”.

Laura Ciuffo, socia desde hace pocos meses, arribó al Darling a través de la recomendación de unos conocidos. “El club es una especie de isla paradisíaca en el quilombo que es Capital Federal. Me parece una barbaridad que lucren con espacios verdes y familiares, este es un pulmón de aire puro para la ciudad. Es terrible que negocien con cosas que le quitan calidad de vida a la población”, manifiesta.

“Con toda mi alma voy a defender al club porque es mi segundo hogar, mi lugar en el mundo. Lo hemos mantenido con mucho esfuerzo y es muy doloroso que quieran vender los terrenos. No se trata sólo del tenis, acá encontrás cariño, un espacio para compartir y charlar de diversos temas que hoy en día con la tecnología se complica”, argumenta Rodolfo “Rolo” Alimena, uno de los socios más antiguos que expuso su desacuerdo con respecto a la construcción de las torres en la Legislatura porteña.

Ante el anhelo del Gobierno de Larreta de subastar las tierras fiscales usufructuadas por el club, la Asociación Argentina de Tenis (AAT) se convirtió en el sostén del Darling. “En marzo nos juntamos para que nos brinden apoyo, tanto de la Asociación en general como de su presidente, Agustín Calleri, en particular. Él hizo que se visibilizara en los diferentes periódicos la situación que vivimos para no cambiar los espacios verdes por cemento, ni perder canchas de tenis”, concluye Calabrese.

«Muchos encuestadores no publicaron sus números para no molestar a cierta prensa»

«Muchos encuestadores no publicaron sus números para no molestar a cierta prensa»

«Hoy tenemos una intención de voto para Fernández que supera los 50 puntos», dice Zuban.

Ana Paola Zuban, politóloga y Directora de Investigación de la consultora cordobesa  Gustavo Córdoba y Asociados, una de las pocas firmas que había estimado que la diferencia de la fórmula encabezada por Alberto Fernández respecto de la  de Mauricio Macri podría acercarse a los 14 puntos, dialogó con ANCCOM sobre las PASO, la primera vuelta y   las polémicas sobre las encuestas. Y sobre cómo ciertos medios atacan encuestadoras si divulgan estudios que no coinciden con su línea ideológica.

¿Por qué acertaron con los resultados y otros encuestadores fallaron? ¿Qué metodología usaron ustedes?

Nosotros hicimos una medición, como la mayoría de los colegas, con una metodología llamada IVR. Se trata de una encuesta telefónica nacional con una muestra estratificada de 1.200 casos que tiene la particularidad de generar un sesgo considerable porque sólo el 50% de la población argentina posee un teléfono fijo. Los resultados que nos arrojó daban una diferencia a favor de Alberto Fernández que rondaba entre 7 y 9 puntos, dependiendo del escenario en el que lo medíamos. A su vez, consultamos con colegas que hicieron encuestas domiciliarias. Las mismas son costosas, superan ampliamente los dos millones de pesos si la muestra fue tomada correctamente. Así, pudimos analizar nuestros números y la diferencia que nos daba con respecto a los que hicieron encuestas domiciliarias, que era de 10 puntos. Esa estimación sumada a nuestros números, un poco de conocimiento del contexto, de análisis, de lectura de un clima de opinión y el seguimiento de la medición mes a mes, nos dio un panorama que otorgaba la diferencia a favor de Alberto Fernández. Hubo varias mediciones que llegaron a los mismos números que planteamos nosotros. No todos los encuestadores se equivocaron por igual sino que muchos no publicaron sus números. Un poco para no provocar a cierta prensa que ataca de alguna manera a los encuestadores cuando los resultados no son favorables a sus opiniones y así no quedar en evidencia. Por parte de algunos medios hubo una inclinación a favor del gobierno actual, ya que publicaron encuestas que no eran tan cercanas a la instancia de las PASO y por eso no se pudo estimar el resultado final.

¿Hubo errores metodológicos en aquellos que se equivocaron con las estimaciones?

Pudo haber errores metodológicos. Quienes tienen teléfono fijo, esto está estudiado estadísticamente, tienen un voto inclinado a favor del presidente Macri. Los dos extremos de la sociedad, es decir en las villas de emergencia como en los countries o barrios cerrados, no hay teléfono fijo. Son dos segmentos de la población que quedan excluidos cuando se hacen las encuestas telefónicas. Nosotros tenemos formas de ajustar, de ponderar resultados para que la muestra nos quede normalizada. Hay algunos colegas que no lo hacen o no ponderan de una determinada manera. En algunos casos, hay errores metodológicos y en otros hay una intencionalidad para favorecer a un candidato.

¿Crees que en las encuestas hubo resultados dibujados “a pedido”? Tanto del gobierno como de especuladores financieros…

No puedo mencionar a ninguno en particular porque no tengo esa información de primera mano pero creo que es posible. Es realmente increíble pensar que los especuladores financieros o el mercado argentino se guíe en sus inversiones por una encuesta. Está probado desde la Ciencia Política que los números que arroja no influyen en la intención de voto de la opinión pública. Esto era así cuando no había redes sociales, los medios de comunicación eran limitados y la gente no tenía acceso a determinada información. Me resulta inconcebible que carguen de responsabilidad a una encuesta por las decisiones que toman, creo que deben manejar otras herramientas dentro de su análisis como, por ejemplo, el comportamiento de los mercados internacionales. Esto no quiere decir que las encuestas no tengan validez o fiabilidad sino que son, simplemente, una foto del clima de opinión en un momento determinado.

«Casi un 60% de la población no cree que la institucionalidad esté en riesgo ni que haya que adelantar las elecciones», señala Zuban.

¿Cómo quedó el tablero político luego de las PASO?

Esperamos unos días para hacer la encuesta post-PASO y publicarla por todos los acontecimientos que se fueron sucediendo desde el domingo a la noche, cuando el presidente nos envió a dormir sin tener los resultados provisorios del escrutinio, más el escándalo de Smartmatic. También se vino la conferencia de prensa del lunes, los nuevos anuncios del miércoles, el cambio de Ministro de Economía, además de la crisis económica concreta que estalló el día después de las PASO. Según nuestra medición, las diferencias se acrecentaron con el correr de los días a favor de Alberto Fernández. Hoy tenemos una intención de voto para Fernández que supera los 50 puntos y una intención de votos hacia el presidente que cada vez se circunscribe más a su núcleo duro de votantes, cercano al 37%. Con este panorama es muy poco probable que pueda revertirse lo sucedido de cara a las elecciones de octubre. Especialmente, si observamos como el presidente todavía se debate entre representar el papel de candidato o el papel de actual gobernante. Macri está en una posición incómoda, necesita poder encontrar el eje, ver que está en medio de una crisis y poder manejar esa situación con moderación junto al resto del marco político del oficialismo. Juntos por el Cambio va profundizando cada vez más su núcleo duro de votantes y sigue una narrativa discursiva que apunta a diferenciarse. Apelan al miedo de regresar al pasado o al odio con discursos que echan a rodar versiones de que la democracia está en peligro. Siguiendo nuestras encuestas, casi un 60% de la población no cree que la institucionalidad esté en riesgo ni que haya que adelantar las elecciones.

¿Qué componentes influyen en el voto?

El voto tiene muchos componentes: hay teóricos que opinan que el voto es ideológico, otros creen que la gente vota con las emociones aún en contra de sus propios intereses, algunos opinan que el voto es clasista, etc. Pienso que hay un componente económico muy importante, sobre todo en tiempos de crisis, pero también hay uno ideológico. La relación Cambiemos – kirchnerismo se ha planteado en esos términos. La palabra polarización, que la hemos escuchado un montón a lo largo de la campaña y no la habíamos sentido mucho antes, la han sugerido las dos fuerzas políticas. Una defendiendo la pertenencia a ciertos valores y políticas públicas cercanas a la izquierda y la otra más afín a la derecha, a lo conservador en lo social y a lo liberal en lo económico. Lo que hemos obtenido es una polarización no tanto en términos numéricos, ya que vimos que la diferencia es casi irremontable, pero sí en términos ideológicos.

¿Dónde se dieron los resultados más inesperados?

En Buenos Aires se dio una diferencia mucho mayor de lo que estaba pronosticado. Se sabía que iba a ser muy difícil para María Eugenia Vidal sobreponerse a la diferencia en contra que iba a sacar Macri. La gobernadora necesitaba un corte de boleta a su favor muy significativo para poder remontar esa diferencia. Sin embargo, pensábamos que la diferencia iba a ser un poco menor. De todas maneras, no hubo mucha sorpresa en ningún lado porque en todo el resto de las provincias estaba la tendencia hacia el Frente de Todos. En la provincia de Córdoba, sabíamos que la diferencia que iba a sacar a favor Macri, que fue el único lugar del país en el que ganó, iba a ser muy inferior a la que había sacado en el 2015 e incluso en el 2017.

Mendoza y Córdoba tienen una característica que es que votan en un sentido político para la presidencia, en otro para la gobernación y, Córdoba Capital, en otra orientación distinta para la Municipalidad. En el 2015 ganó Macri la presidencia, mientras que la gobernación quedó en manos de un peronista anti K, y en la municipalidad ganó un radical que, si bien tenía alianza con Cambiemos, no era de su círculo íntimo.

 

 

 

La buena leche

La buena leche

En 2003. los trabajadores de Séptimo Varón obtuvieron la expropiación de las maquinarias, la marca y la patente.

Es sábado cerca del mediodía y el local explota de clientes. Los vecinos hacen fila en la puerta mientras aguardan su turno para ser atendidos. Ubicada en la calle Alcaraz 4310, en el barrio porteño de Monte Castro, funciona la sucursal principal de la Cooperativa La Ciudad, más conocida por su marca Séptimo Varón. Especialista en muzzarella, la empresa recuperada por sus trabajadores también ofrece variedad de productos como vinos, fiambres, lácteos, yerbas y dulces provenientes de pequeños productores, Pymes y otras cooperativas.

“Intentamos darle lugar a mercadería de muy buena calidad, que no se ve en los grandes supermercados, a un precio justo y razonable tanto para nosotros como para los clientes. Lo llamamos ‘almacén cooperativo’”, relata Federico Chab, encargado de la administración y la logística desde 2017. “Por eso vas a ver que nuestros locales siempre están llenos”, interpreta.

Séptimo Varón había entrado en quiebra en 2001, pero los empleados recién se enteraron de eso un año después, luego de graves atrasos en sueldos y aportes sociales por parte de la firma propietaria.  A fin de 2002 se formó la Cooperativa La Ciudad y en 2003 y 2004 los trabajadores obtuvieron la expropiación definitiva de las maquinarias, la marca, la patente y del primer local.

“No buscamos rentabilidad extrema. Si el local cubre los costos, genera puestos de trabajo, es suficiente”, dice Federico.

En sus primeros años, la cooperativa se dedicó a la venta mayorista, brindando sus productos a almacenes, pizzerías y distribuidoras. Cuando los socios lograron una estabilidad económica consistente, apuntaron a una nueva alternativa. En el 2011 iniciaron la venta minorista con la apertura progresiva de cinco locales, el último inaugurado en Villa del Parque el mes pasado.

Con respecto al presente positivo que viven, Federico hace una pausa y aclara: “Es cierto que nos va bien pero todo depende de qué punto partas o con quién nos compares. Como cooperativa, siempre pensamos cómo podemos crecer. El contexto es difícil pero apuntamos a generar más volumen, a atraer a los consumidores con promociones, descuentos u ofertas”. Y agrega: “No buscamos una rentabilidad extrema. Si el local cubre los costos, genera puestos de trabajo, circula la mercadería y es un punto más de venta en el barrio, para nosotros es suficiente”.

“Para la crisis que hay, el nivel de ventas es aceptable. Cuando recién empezamos se vendía muy bien todos los días, hoy no tengo un porcentaje concreto, sin embargo, se nota que nos compra menos gente. Pero, a pesar del entorno hostil, aparecen nuevos clientes en busca de precios y terminan llevándose más productos de los que realmente necesitaban”, explica Alejandra Collados, coordinadora general y primera mujer que se incorporó a la empresa recuperada.

La cooperativa comenzó vendiendo por mayor y desde 2011 incorporó la venta minorista. Ya tiene cinco locales.

En sus comienzos en la cooperativa, Alejandra tuvo que luchar para que su voz sea escuchada entre los hombres. “Costó que mi palabra tuviera peso. Hoy siento que me hacen caso aunque se quejan y protestan porque dicen que soy gritona”. Y aclara: “No discuto porque sí, peleo porque quiero que las cosas salgan bien y que cada uno cumpla debidamente con su rol”. Su mayor logro fue que al menos una chica trabajara en cada sucursal abierta: “La idea de sumar mujeres tiene que ver con buscar una paridad de género y porque, a veces, el cliente se siente más identificado con una figura femenina”, afirma.

A la hora de integrar nuevos socios a la fábrica, hay una premisa que todos los miembros consideran fundamental y tiene que ver con el espíritu de equipo. “Los 30 estamos en el mismo proyecto, no hay dueños y empleados. Todos somos parte de la ganancia y de la pérdida, por eso se necesitan compañeros que se pongan al hombro la cooperativa y que traigan ideas innovadoras para mejorar”, asiente Chab. A su vez, Collados convalida: “Entre todos tenemos que cuidarnos y cuidar el trabajo. Esto se logró con mucho esfuerzo. Cuando yo llegué, el inmueble estaba abandonado y juntos lo fuimos arreglando y limpiando”.

Hugo Córdoba (63), actual secretario de la Cooperativa La Ciudad y ex empleado de Séptimo Varón Sociedad Anónima, corrobora la responsabilidad con todos los socios y el esfuerzo por no fallarles: “Los que tenemos más antigüedad, recordamos los errores que se cometieron en el pasado para no repetirlo. Por ejemplo, no meternos con los supermercados porque son un clavo”. Y declara: “No inventamos nada raro para que nos vaya bien. Simplemente trabajamos, nos movemos y tomamos responsabilidades”.

Séptimo Varón vende 30.000 kilos semanales.

En sus inicios, Séptimo Varón vendía 1.500 kilos de muzzarella por semana, luego aumentó a 6.000 mil y se estancó en esa cifra durante un largo período. En la actualidad, con una economía en decadencia a nivel nacional, alcanza un promedio de 30 mil kilos semanales. “Todas las dificultades que se nos presentan las superamos trabajando, no hacemos especulaciones”, define Hugo y reconoce: “Los tarifazos nos pegan directamente, pasamos de pagar 3.300 pesos de luz a 40 mil. ¿Qué hacemos ante esta situación? Salimos a vender más, es la única forma de subsistir”.

El vínculo con los clientes es uno de los pilares fundamentales para el sostén de la cooperativa en tiempos de incertidumbre financiera. “La clave es escuchar al cliente, darle lo que quiere”, testifica Alejandra. “Nosotros damos a probar la mercadería y eso hace que vuelvan. Es una atención hacia ellos para que quieran regresar y no vayan a otro local donde son más fríos en el trato y los despachan. También, realizamos sorteos para retribuirle a la gente un poco de todo lo que nos compran”, finaliza la coordinadora.

“Cada vez que los visito me atienden de diez y la mercadería es de primera calidad. Además, suelen ofrecerte productos nuevos como la yerba orgánica”, comenta Norma, docente y clienta desde hace cuatro años. A los halagos se suma Daniel, contador público y vecino del barrio: “Más allá de que su muzzarella es espectacular, cuentan con la ventaja de mantener los precios en estos tiempos de inestabilidad”.

“La clave es escuchar al cliente, darle lo que quiere”, testifica Alejandra.

De cara a los próximos meses, la cooperativa apuesta a dos grandes proyectos. Uno de ellos es montar una nueva fábrica en Ranchos, provincia de Buenos Aires: “Teníamos ganas de ampliar el edificio por una cuestión de capacidad y de logística. El conflicto que hubo con la leche este verano, en vez de acobardarnos, nos impulsó a llevar a cabo el proyecto que comenzó a funcionar en mayo”, cuenta Chab. “Además, es una zona que forma parte de la cuenca lechera y eso nos permite comprar directamente a los fabricantes la materia prima que faltaba para producir”, explica.

El otro gran objetivo de los socios se encuentra a 280 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. “La idea es recuperar la usina láctea de la municipalidad de Tapalqué, a través de un acuerdo con la intendencia. Se firmó el convenio entre el intendente Gustavo Cocconi y nuestro presidente Fabio Resino para poner en marcha la planta de elaboración de lácteos de esa ciudad”, manifiesta Córdoba. Desde el 1º de agosto comenzó a funcionar el nuevo almacén de Séptimo Varón que, como novedad, incorporó carnicería, rubro que no manejan sus sucursales de la Ciudad de Buenos Aires.

Para Córdoba, esta iniciativa “va a beneficiar a la ciudad de Tapalqué al empezar a abrir mercados para las localidades de la zona y a nosotros que fabricaremos todas las variedades de quesos. Acá tenemos dos cámaras que no nos alcanzan para almacenar el producto terminado ni tampoco la materia prima. Por eso pensamos en mudar la parte de producción a la provincia de Buenos Aires, ya que nuestro objetivo es seguir progresando y convertirnos en una cooperativa grande”.

Contra la corriente, las ventas de la Cooperativa la Ciudad van en constante ascenso. Los socios subrayan la importancia de la lucha cotidiana y el trabajo duro para sostener lo construido. Con un sentido de supervivencia evolucionado, Collados reflexiona: “Hay que remar mucho pero se puede, nosotros por ahora lo estamos logrando y creo que vamos por el buen camino”.

Fue lindo mientras duró

Fue lindo mientras duró

Tras 24 años de vida, cierra el Shopping de Villa del Parque.

“Liquidación”, “Rebajas hasta un 80%”, “SALE 50%, 40% y 30% off”, “2×1” son sólo algunos de los grandes carteles que pueden divisarse en las vidrieras contiguas a la entrada de Del Parque Shopping Center, ubicado en Nazarre 3175, en el barrio de Villa Del Parque. El centro comercial, que siempre contó con una gran circulación de clientes, hoy tiene sus pasillos semivacíos y unos trece locales inhabitados. “Desde hace un año dicen que va a cerrar pero recién en el verano confirmaron la noticia, será el 30 de junio”, atestigua una empleada del local Linda Paz. “Al principio, las autoridades decían que el objetivo era remodelar el edificio, después aseguraron que la clausura se debía a los tarifazos y las pocas ventas, como era de esperarse”, afirma.

La decadencia del shopping aumentó después del cierre del cine hace dos meses, que alejó aún más la afluencia de público. De los tres pisos que integran el establecimiento, sólo en planta baja están todos los locales abiertos. En el primero, una sucursal de Havanna y otra de Yenny son los atractivos principales y en el segundo, donde solían estar las salas cinematográficas, el sector de juegos para niños y una escuela de dibujo, solamente queda el local de fast food Mostaza, en un desolado y poco alumbrado patio de comidas.

Dos escaleras tienen el paso obstruido por cintas plásticas de tonos rojizos, algo despintadas, con una inscripción que dice “Prohibido”.  Al lado del ascensor, un cartel a punto de despegarse anuncia “En reparación”. Los letreros se multiplican en los locales desocupados: “Señores clientes, les informamos que esta sucursal permanecerá cerrada”, acompañados por un número telefónico o dirección alternativa.

Las vidrieras vacantes están tapiadas con papel madera y, entre los huecos, se ve el interior desierto. El paisaje repetido está compuesto por hojas desparramadas en el piso, pedazos de cajas de cartón y algún mueble viejo olvidado. Las paredes se hallan desnudas, sin rastros de publicidades ni anuncios con ofertas.

La recesión, el tarifazo y las malas administraciones fueron letales para el shopping.

“Se culpa al gobierno de Macri pero el problema principal es la mala administración gerencial. Son cuatro dueños y jamás les vi la cara. Nunca se preocuparon por invertir, lo dejaron venirse abajo”, relata una vendedora de Adorhada que lleva 15 años trabajando en Del Parque Shopping Center. “La escalera mecánica estuvo meses sin funcionar por la rotura de un rulemán. También hay varias lamparitas quemadas que nadie reemplaza, así permitieron que todo se eche a perder”, sentencia.

Sobre el futuro del predio, no hay una información certera. “Los clientes dicen que lo va a comprar Coto, otros comentan que Falabella. El Ferrocarril San Martín parece que también está interesado en el terreno; pero son todos rumores”, detalla una vendedora de Akiabara y agrega: “Ante la duda sobre el porvenir, la mayoría de los locales se van y otros están aguantando hasta que se les termine el contrato. Al ser ésta una cadena, a mí me reubicarán en la sucursal de Morón aunque no me conviene porque soy de zona sur”.

Otros no tienen la misma suerte de ser mudados a otra sucursal. Se calcula que se quedarán sin trabajo unos 200 empleados. “El alquiler ronda los 50.000 pesos, a eso sumale la caída de las ventas y la suba de los costos y tarifas, así no hay forma de seguir adelante”, explica una trabajadora de un local del primer piso que prefirió no revelar su identidad. “Lo más triste es que no hubo un comunicado oficial, casi todos nos enteramos por el boca a boca y, a unos pocos, sus jefes se lo comentaron al pasar”, manifiesta.

“Escuché que el inmueble está en tratativas de ser comprado por los dueños del Caballito Shopping. Habrá que seguir esperando”, sostiene el empleado de un local de planta baja. Otra trabajadora, que tampoco quiere identificarse, argumenta: “Más allá de la situación difícil que atraviesa nuestro país, las autoridades jamás se interesaron ni siquiera en hacer campañas de publicidad en las redes sociales para atraer a los clientes”.

A pesar de las ilusiones de continuidad de algunos trabajadores, Marcelo Chame, gerente general del shopping, le había dicho a BAE Negocios cuando se difundió el cierre: “Los accionistas ya no pueden seguir cubriendo las pérdidas para que siga operando, no tienen más espalda”. Fundado el 5 de octubre de 1995 y con casi 24 años de antigüedad, Del Parque Shopping Center le dice adiós a un barrió que lo convirtió en un ícono de la zona.