«En la negociación de la ley tuvieron las peores prácticas de la política»

«En la negociación de la ley tuvieron las peores prácticas de la política»

Los investigadores Pablo Vommaro y Pablo Semán analizan el fracaso del gobierno al intentar aprobar la Ley Ómnibus en el Congreso. «No fueron transparentes», acusan al oficialismo.

Después de una jornada de debate en la Cámara de Diputados, la Ley “Bases” retornó ayer a comisión por falta de acuerdo en la votación de los artículos. La Ley, junto al Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) y las 10 medidas para la economía, forma parte de la megareforma liberal que pretende llevar a cabo el gobierno de Javier Milei para “dar un punto de giro en la historia argentina”.

El proyecto comenzó a debatirse en la Cámara de Diputados el miércoles 31 y obtuvo aprobación general el viernes 2. El martes 6 de febrero, comenzó la votación de los artículos particulares y tras un cuarto intermedio llamado por el propio oficialismo, se pidió que el proyecto volviera a comisión debido a que se estaba votando una cáscara vacía.

Después de esta derrota, el diputado Oscar Zago de La Libertad Avanza (LLA) en declaraciones a la prensa aseguró: “No vamos a ser flexibles, vamos a continuar con el programa que teníamos”. También declaró que el regreso a comisión del proyecto «no es ningún paso atrás”. Además, desde el espacio advirtieron que la traición «se paga cara» y arremetieron contra los gobernadores y los bloques aliados.

La vuelta a comisiones pone en evidencia las tensiones entre la oposición autodenominada dialoguista y un oficialismo que se siente “traicionado”. La Oficina del Presidente Javier Milei publicó un comunicado en el que acusó a los gobernadores de “destruir la ley artículo por artículo horas después de haber acordado acompañarla”. Desde Israel, donde se encuentra de gira, Milei tuiteó en su cuenta de X: “Vamos a continuar con nuestro programa con o sin el apoyo de la dirigencia política”.

En conversación con ANCCOM, Pablo Semán, sociólogo y antropólogo, afirmó: “Milei extrema su propuesta y su estrategia de negociación, propone un sólo camino; se hace así y sólo de esta manera. Cuanto más extremo es Milei, más se dificulta la perspectiva de los dialoguistas de integrarse al gobierno y facilita que se opongan a sus propuestas”.

Desde que empezó a ser tratado en comisiones, “Bases” ha sufrido considerables modificaciones, en un intento de sumar adhesiones desde los sectores de la oposición dialoguista. Los bloques del PRO, UCR y Hacemos Coalición Federal fueron claves para que el oficialismo lograra la aprobación en general, pero perdieron parte de su apoyo en la votación de los artículos. Siguiendo a Semán, “en ese contexto hay una tensión muy grande entre La Libertad Avanza y una parte importante del PRO por un lado, y el resto, tanto los opositores dialoguistas como el kirchnerismo. El Gobierno pretende tener el control absoluto y dictar las reglas. Eso afecta a la oposición dialoguista porque tiene responsabilidades de gobierno y no puede ceder el control”. Estos sectores que apoyaban la ley en un primer momento y querían integrar la coalición de gobierno, tuvieron que retroceder porque “no les garantiza condiciones de gobernabilidad y triunfo en sus respectivos distritos. Es por eso que el principal conflicto que hay es entre el Gobierno y las provincias y no entre el Gobierno y los partidos opositores” afirmó el investigador.

Después de esta derrota, “el Gobierno tiene dos desafíos muy importantes, uno es parar la inflación y el otro es tener un perspectiva de crecimiento que pueda contener distintos actores, desde los sectores privados hasta los sectores populares. Esto requiere de armar una alianza antes de que la agravante situación económica le traiga descrédito”, sostuvo el sociólogo.

En su presentación inicial, el proyecto tenía más de 600 artículos controversiales que modificaban 20 leyes de diversas temáticas, desde económicas, políticas, hasta de seguridad y ambientales. En una entrevista para ANCCOM, Pablo Vommaro, historiador  docente e investigador de la UBA, CONICET y CLACSO, afirmó: “Los puntos negativos eran muchísimos, casi todos, porque los que no eran negativos a nivel económico, eran negativos para el bienestar popular y los que no eran negativos para el bienestar popular eran negativos a nivel de las instituciones del marco jurídico y de las formas democráticas”.

Si bien lograron declarar la emergencia en varias áreas, no lograron la aprobación de las 11 facultades especiales que demandaba el Poder Ejecutivo en un primer momento. Siguiendo a Vommaro, “La delegación de facultades extraordinarias es claramente antirrepublicana y avasalla atribuciones legislativas y judiciales.” El paraguas de la emergencia pública y la entrega de facultades especiales “sería darle carta blanca a Milei para hacer lo que quiera. ¿Cómo va a rendir cuentas el gobierno si tiene facultades delegadas sin ningún control legislativo ni judicial, ni ningún control popular?”, afirmó el historiador.

Además, el hecho de que la serie de normativas a modificar hayan sido enviadas como un paquete, sumado al DNU “tiene una intencionalidad, que es avasalladora de los poderes de la república. Había una idea apocalíptica de que si no se aprobaba la totalidad de los decretos había un precipicio. Esto tiene que ver con el tono de comunicación confrontativo y negativo que tiene este gobierno y que encabeza Milei”, indicó el investigador.

En cuanto a las instancias de negociación previas entre la oposición y el oficialismo, Vommaro afirma que “no fueron transparentes y se llevaron a cabo lejos de la mirada del público. Tuvieron los peores comportamientos de la política: los sobornos, las prebendas, las coimas, que una ley la redacte un particular que nada tiene que ver con el gobierno, rozando el conflicto de intereses”.

A nivel de la opinión pública “hay cierto nivel de desconcierto e incertidumbre. El enojo y el descontento que motivó en buena parte el triunfo de Milei pervive en el electorado. Es una insatisfacción que viene con el descrédito de la política en general”, explicó el historiador. Desde los sectores sociales que lo apoyaron, sostuvo, hay “cierta esperanza, cierta idea de ‘darle tiempo’, un período de tolerancia. Igualmente es un apoyo que está decreciendo. A pesar de este lento declive o descenso, sin duda todavía hay una sensación de expectativa y la sensación de bronca contra lo que había”.

“Creo que es un gobierno donde hay muchos errores y se combina la inexperiencia, la ineptitud y el cinismo. Sus votantes están esperando que haga algo de las cosas que prometió y todavía no hace, y esa paciencia se va agotando”, ratificó Vommaro.

 

 

La religiosidad de los barrios populares

La religiosidad de los barrios populares

La mañana esta espléndida y el calor del sol se concentra en el techo de chapa del quincho. Entre sorbo y sorbo de café recién hecho, el sociólogo y antropólogo Pablo Semán relata cómo empezó  su día y describe las plantas que decoran la terraza de su casa. Luego de un ida y vuelta sobre los beneficios y belleza de la vegetación, la charla comienza a centrarse en el libro que posa sobre la mesa: Vivir la fe. Entre el catolicismo y el pentecostalismo, la religiosidad de los sectores populares en la argentina, su última obra, editada por Siglo XXI.

Tu investigación se centra en la religiosidad desarrollada en el Barrio Aurora. ¿Por qué elegiste ese barrio?

Por algunos indicadores me parece que es un barrio que, en términos de las experiencias religiosas, es bastante parecido a muchos otros del Gran Buenos Aires. No hay un único modo de ser de estos barrios en relación a la religión, pero es representativo de una forma muy generalizada de existencia de la vida religiosa. La elección del Barrio Aurora tuvo que ver con que allí tenía más contactos que en otros lugares. En este género de investigación uno tiene que aceptar que por más que se tengan hipótesis, variables y dimensiones muy definidas, lo más interesante es cómo el campo te permite rearticular todas tus preguntas de investigación, y de alguna manera perder en el camino todos los preconceptos y construirte una nueva valija.

¿Qué implica la matriz cosmológica en la religiosidad popular?

Centralmente implica que lo sagrado está adentro del mundo. Todos los que formamos parte de las clases medias universitarias, quizás ahora menos que cuando yo hice esta investigación, podemos pertenecer a un grupo religioso o incluso ser ateos. Pero compartimos una mirada sobre lo religioso que ha sido muy generalizada en buena parte de Occidente, en la que el más acá y el más allá están separados. Como dice Max Weber, hay un fenómeno en Occidente que es el desencantamiento del mundo. Es la ruptura del comercio entre los hombres y Dios. Esta es la realidad de una parte de la población occidental. La perspectiva cosmológica es la de grupos sociales que no han vivido el desencantamiento del mundo. El problema es que el término religión remite a dos cosas opuestas al mismo tiempo. Hablamos de reunir lo que está dividido, entre otras cosas los hombres entre sí y los hombres con lo sagrado, y el sentido de religión es uno. Se cree que hay una continuidad de supuestos entre la perspectiva secularizada y la cosmológica, pero no la hay. En el medio hay otra respuesta que se traga otros supuestos. Quién vive en la perspectiva cosmológica, está obligado a aceptar una palabra que no es propia de su tradición. Estar obligado a usar palabras del otro para expresar lo propio es hegemonía. En ese sentido la perspectiva cosmológica, intenta rehabilitar un punto de vista que aparece sometido en la palabra religión.

Decís que en el Barrio Aurora hay un pentecostalismo autónomo. ¿Qué características tiene esa autonomía?

Los primeros pentecostales llegaron como migrantes trabajadores a inicios del siglo XX. Después vinieron misiones organizadas desde países en las que había pentecostales y más tarde, surgieron pastores locales que armaron iglesias relacionadas con los milagros de sanidad. En ese proceso surge, de una forma invisible pero muy potente demográficamente, un pentecostalismo organizado desde y por los sectores populares que yo digo que es autónomo. En realidad casi todas las iglesias pentecostales son autónomas, pero estas tienen mayor autonomía porque no pertenecen a ninguna red, ni asociación y muchas no están inscriptas en el fichero de cultos. Son vecinos que se convirtieron al pentecostalismo en iglesias más grandes, y cuando volvieron a su barrio crearon una iglesia junto a otros vecinos. Esa autonomía en la práctica implica una desmonopolización de los medios de producción de bienes religiosos legítimamente aceptados. En ese sentido ese pentecostalismo autónomo es una revolución desde abajo. Lo que antes hacían los sacerdotes en el marco de un circulo parroquial muy selecto, integrado por las mejores familias de la zona, ahora lo hacían las personas que en la Iglesia Católica casi no podían hablar. En mi investigación buena parte de los fundadores de algunas de las iglesias pentecostales autónomas habían pertenecido al catolicismo y a organizaciones de la parroquia con algún grado de activismo, que pudieron desempeñar con más centralidad y más frutos para ellos en una iglesia autónoma.

El tema de la transversalidad religiosa está muy presente a lo largo del libro. ¿A qué refiere esto?

Hay varios flujos transversales entre los grupos religiosos. Algunos se arman desde muy abajo, desde los fieles y otros flujos surgen en parte desde líderes religiosos. Mucha gente que se hizo evangélica entre los años ´70 y´90, se encontraban con el pentecostalismo a través de la reminiscencia de sus mejores momentos en el catolicismo. Entonces hay himnos pentecostales que surgían del mundo católico, y se cantaban sin que sus fieles sintieran que estaban traspasando una frontera. Inversamente, los católicos entendieron y quisieron recuperar para ellos la emotividad, la capacidad de llamado que tienen los pentecostales. Entonces miran sin decirlo la liturgia evangélica. Hay un fenómeno mundial muy importante, no tan conocido en Argentina, que es el Movimiento de Renovación Carismática del Catolicismo (MRCC) que se denomina así mismo neopentecostal, admite que mira a las otras religiones y su objetivo de renovar el cristianismo en su totalidad. Es el movimiento del catolicismo que más crece en el mundo, aunque en nuestro país lo hace con bastante retraso ya que la Iglesia Católica en Argentina no es afecta a ese tipo de práctica y representación de la vida religiosa.

¿Qué es la psicologización de la religión?

En el barrio me encontré con muchísima gente que asistía a servicios de psicoterapia y entendían los beneficios que tenía para ellos. A pesar de su bajo poder adquisitivo, adherían y sostenían el tratamiento. Se trataba de  una experiencia que conceptualizaban de una forma que les permitía articularla con lo religioso. Había una serie de prácticas y simbolizaciones de la experiencia que combinaban, lo que ellos percibían y constituían como beneficios del psicoanálisis y la religión. Esto se daba cuando para las clases medias de aquel momento, la articulación entre psicoanálisis y religión eran casi impensables. Tanto católicos como evangélicos convergen en prácticas que son toda una dimensión de la interioridad, del yo, de los conflictos familiares, y que los creyentes sienten que no la agotan en la experiencia religiosa. Entienden que esa conflictiva puede atenderse desde una combinación entre religión y recursos de psicoterapia. Lo que hay es la creación de un imaginario y un repertorio de recursos religiosos muy importante e invisibilizado, porque uno cree que sectores populares, religión y psicoanálisis son tres términos que no se casan nunca. 

¿Cuál es la relación entre religión y política?

Esa relación existe y no siempre de la misma forma. Hay motivos religiosos alimentando la inspiración política desde hace muchísimo tiempo. En el sujeto se mezclan la figura del ciudadano y el creyente. Cada sujeto elabora su ciudadanía de formas muy diferentes, entre otras apelando a su acervo de experiencia religiosa. Y a la inversa, hay muchos creyentes que elaboran su inserción en el mundo religioso a partir de su propia trayectoria en la política. Hay que entender que la proveniencia, la inserción, la trayectoria social de cada sujeto modela la forma en que se apropia de las prescripciones que la religión tiene sobre la política. ¿Qué quiere decir esto? Que sujetos que históricamente han sido peronistas y han reelaborado varias veces su peronismo, cuando los evangélicos más ortodoxos les decían que una cosa es el mundo y otra la religión, ellos respondían que eso no es así. Para nosotros, la política pasa por la ayuda pero además creemos que algo siempre tiene que ser politizado, que junto con la ayuda viene el proyecto político. Y el proyecto político es la dimensión más importante de la práctica política. Eso es lo que nosotros pensamos independientemente de la posición que tengamos. 

¿Qué opinás en torno al conflicto que surgió con la serie “El Reino”?

Más allá de que no hay ficción que no esté determinada socialmente, y de que es ridículo impugnar el análisis de ese hecho así como pedir que se prohíba la serie, la polémica expresa una tensión clave. La que se da entre los derechos relativos a la agenda de diversidad y género, que una parte de la sociedad teme que los evangélicos amenacen, y los derechos de ciudadanía religiosa. Me parece importante resaltar que las reacciones expresaron un cuestionamiento de las generalizaciones y las homologaciones parte-todo en que se sostiene la pretensión de denuncia de la serie. Los efectos del feminismo y del pluralismo, han abonado una sana reacción contra la estigmatización de un grupo religioso por parte de algunos sectores del público. Y los evangélicos, algunos al menos, podrán encontrar ahí algo para aprender más allá de que la serie les resulte ofensiva. Al tomar como espejo de su hipótesis ficcional el caso brasileño y al explotar el temor de un mercado desinformado, subtiende la posibilidad de que en todos lados puede ser o es igual. La verdad sociológica es que el mundo evangélico en Argentina no se ha comportado hasta acá como lo hizo el brasileño en ningún momento de los últimos 30 años. La reacción del público evangelicofóbico se ve estimulada por una presentación distorsiva e impide percibir, qué en los sectores populares los grupos evangélicos han sido muchas veces un refugio para las mujeres que enfrentan la violencia doméstica, por ejemplo. Sí se atendiera más a la realidad que a las series, podríamos hacernos cargo de una pregunta que urge para quienes tienen intereses democráticos: los evangélicos están para quedarse por lo que es necesario plantearse políticas que los incluyan.

La religiosidad de los barrios populares

La religiosidad de los barrios populares

La mañana esta espléndida y el calor del sol se concentra en el techo de chapa del quincho. Entre sorbo y sorbo de café recién hecho, el sociólogo y antropólogo Pablo Semán relata cómo empezó  su día y describe las plantas que decoran la terraza de su casa. Luego de un ida y vuelta sobre los beneficios y belleza de la vegetación, la charla comienza a centrarse en el libro que posa sobre la mesa: Vivir la fe. Entre el catolicismo y el pentecostalismo, la religiosidad de los sectores populares en la argentina, su última obra, editada por Siglo XXI.

Tu investigación se centra en la religiosidad desarrollada en el Barrio Aurora. ¿Por qué elegiste ese barrio?

Por algunos indicadores me parece que es un barrio que, en términos de las experiencias religiosas, es bastante parecido a muchos otros del Gran Buenos Aires. No hay un único modo de ser de estos barrios en relación a la religión, pero es representativo de una forma muy generalizada de existencia de la vida religiosa. La elección del Barrio Aurora tuvo que ver con que allí tenía más contactos que en otros lugares. En este género de investigación uno tiene que aceptar que por más que se tengan hipótesis, variables y dimensiones muy definidas, lo más interesante es cómo el campo te permite rearticular todas tus preguntas de investigación, y de alguna manera perder en el camino todos los preconceptos y construirte una nueva valija.

¿Qué implica la matriz cosmológica en la religiosidad popular?

Centralmente implica que lo sagrado está adentro del mundo. Todos los que formamos parte de las clases medias universitarias, quizás ahora menos que cuando yo hice esta investigación, podemos pertenecer a un grupo religioso o incluso ser ateos. Pero compartimos una mirada sobre lo religioso que ha sido muy generalizada en buena parte de Occidente, en la que el más acá y el más allá están separados. Como dice Max Weber, hay un fenómeno en Occidente que es el desencantamiento del mundo. Es la ruptura del comercio entre los hombres y Dios. Esta es la realidad de una parte de la población occidental. La perspectiva cosmológica es la de grupos sociales que no han vivido el desencantamiento del mundo. El problema es que el término religión remite a dos cosas opuestas al mismo tiempo. Hablamos de reunir lo que está dividido, entre otras cosas los hombres entre sí y los hombres con lo sagrado, y el sentido de religión es uno. Se cree que hay una continuidad de supuestos entre la perspectiva secularizada y la cosmológica, pero no la hay. En el medio hay otra respuesta que se traga otros supuestos. Quién vive en la perspectiva cosmológica, está obligado a aceptar una palabra que no es propia de su tradición. Estar obligado a usar palabras del otro para expresar lo propio es hegemonía. En ese sentido la perspectiva cosmológica, intenta rehabilitar un punto de vista que aparece sometido en la palabra religión.

Decís que en el Barrio Aurora hay un pentecostalismo autónomo. ¿Qué características tiene esa autonomía?

Los primeros pentecostales llegaron como migrantes trabajadores a inicios del siglo XX. Después vinieron misiones organizadas desde países en las que había pentecostales y más tarde, surgieron pastores locales que armaron iglesias relacionadas con los milagros de sanidad. En ese proceso surge, de una forma invisible pero muy potente demográficamente, un pentecostalismo organizado desde y por los sectores populares que yo digo que es autónomo. En realidad casi todas las iglesias pentecostales son autónomas, pero estas tienen mayor autonomía porque no pertenecen a ninguna red, ni asociación y muchas no están inscriptas en el fichero de cultos. Son vecinos que se convirtieron al pentecostalismo en iglesias más grandes, y cuando volvieron a su barrio crearon una iglesia junto a otros vecinos. Esa autonomía en la práctica implica una desmonopolización de los medios de producción de bienes religiosos legítimamente aceptados. En ese sentido ese pentecostalismo autónomo es una revolución desde abajo. Lo que antes hacían los sacerdotes en el marco de un circulo parroquial muy selecto, integrado por las mejores familias de la zona, ahora lo hacían las personas que en la Iglesia Católica casi no podían hablar. En mi investigación buena parte de los fundadores de algunas de las iglesias pentecostales autónomas habían pertenecido al catolicismo y a organizaciones de la parroquia con algún grado de activismo, que pudieron desempeñar con más centralidad y más frutos para ellos en una iglesia autónoma.

El tema de la transversalidad religiosa está muy presente a lo largo del libro. ¿A qué refiere esto?

Hay varios flujos transversales entre los grupos religiosos. Algunos se arman desde muy abajo, desde los fieles y otros flujos surgen en parte desde líderes religiosos. Mucha gente que se hizo evangélica entre los años ´70 y´90, se encontraban con el pentecostalismo a través de la reminiscencia de sus mejores momentos en el catolicismo. Entonces hay himnos pentecostales que surgían del mundo católico, y se cantaban sin que sus fieles sintieran que estaban traspasando una frontera. Inversamente, los católicos entendieron y quisieron recuperar para ellos la emotividad, la capacidad de llamado que tienen los pentecostales. Entonces miran sin decirlo la liturgia evangélica. Hay un fenómeno mundial muy importante, no tan conocido en Argentina, que es el Movimiento de Renovación Carismática del Catolicismo (MRCC) que se denomina así mismo neopentecostal, admite que mira a las otras religiones y su objetivo de renovar el cristianismo en su totalidad. Es el movimiento del catolicismo que más crece en el mundo, aunque en nuestro país lo hace con bastante retraso ya que la Iglesia Católica en Argentina no es afecta a ese tipo de práctica y representación de la vida religiosa.

¿Qué es la psicologización de la religión?

En el barrio me encontré con muchísima gente que asistía a servicios de psicoterapia y entendían los beneficios que tenía para ellos. A pesar de su bajo poder adquisitivo, adherían y sostenían el tratamiento. Se trataba de  una experiencia que conceptualizaban de una forma que les permitía articularla con lo religioso. Había una serie de prácticas y simbolizaciones de la experiencia que combinaban, lo que ellos percibían y constituían como beneficios del psicoanálisis y la religión. Esto se daba cuando para las clases medias de aquel momento, la articulación entre psicoanálisis y religión eran casi impensables. Tanto católicos como evangélicos convergen en prácticas que son toda una dimensión de la interioridad, del yo, de los conflictos familiares, y que los creyentes sienten que no la agotan en la experiencia religiosa. Entienden que esa conflictiva puede atenderse desde una combinación entre religión y recursos de psicoterapia. Lo que hay es la creación de un imaginario y un repertorio de recursos religiosos muy importante e invisibilizado, porque uno cree que sectores populares, religión y psicoanálisis son tres términos que no se casan nunca. 

¿Cuál es la relación entre religión y política?

Esa relación existe y no siempre de la misma forma. Hay motivos religiosos alimentando la inspiración política desde hace muchísimo tiempo. En el sujeto se mezclan la figura del ciudadano y el creyente. Cada sujeto elabora su ciudadanía de formas muy diferentes, entre otras apelando a su acervo de experiencia religiosa. Y a la inversa, hay muchos creyentes que elaboran su inserción en el mundo religioso a partir de su propia trayectoria en la política. Hay que entender que la proveniencia, la inserción, la trayectoria social de cada sujeto modela la forma en que se apropia de las prescripciones que la religión tiene sobre la política. ¿Qué quiere decir esto? Que sujetos que históricamente han sido peronistas y han reelaborado varias veces su peronismo, cuando los evangélicos más ortodoxos les decían que una cosa es el mundo y otra la religión, ellos respondían que eso no es así. Para nosotros, la política pasa por la ayuda pero además creemos que algo siempre tiene que ser politizado, que junto con la ayuda viene el proyecto político. Y el proyecto político es la dimensión más importante de la práctica política. Eso es lo que nosotros pensamos independientemente de la posición que tengamos. 

¿Qué opinás en torno al conflicto que surgió con la serie “El Reino”?

Más allá de que no hay ficción que no esté determinada socialmente, y de que es ridículo impugnar el análisis de ese hecho así como pedir que se prohíba la serie, la polémica expresa una tensión clave. La que se da entre los derechos relativos a la agenda de diversidad y género, que una parte de la sociedad teme que los evangélicos amenacen, y los derechos de ciudadanía religiosa. Me parece importante resaltar que las reacciones expresaron un cuestionamiento de las generalizaciones y las homologaciones parte-todo en que se sostiene la pretensión de denuncia de la serie. Los efectos del feminismo y del pluralismo, han abonado una sana reacción contra la estigmatización de un grupo religioso por parte de algunos sectores del público. Y los evangélicos, algunos al menos, podrán encontrar ahí algo para aprender más allá de que la serie les resulte ofensiva. Al tomar como espejo de su hipótesis ficcional el caso brasileño y al explotar el temor de un mercado desinformado, subtiende la posibilidad de que en todos lados puede ser o es igual. La verdad sociológica es que el mundo evangélico en Argentina no se ha comportado hasta acá como lo hizo el brasileño en ningún momento de los últimos 30 años. La reacción del público evangelicofóbico se ve estimulada por una presentación distorsiva e impide percibir, qué en los sectores populares los grupos evangélicos han sido muchas veces un refugio para las mujeres que enfrentan la violencia doméstica, por ejemplo. Sí se atendiera más a la realidad que a las series, podríamos hacernos cargo de una pregunta que urge para quienes tienen intereses democráticos: los evangélicos están para quedarse por lo que es necesario plantearse políticas que los incluyan.

“Es demencial festejar la muerte”

“Es demencial festejar la muerte”

Tras el recital brindado por el Indio Solari en el predio La Colmena de Olavarría, en el que murieron dos hombres, las miradas condenatorias sobre las víctimas y de quienes participan de este tipo de recitales no demoraron en aparecer. Pablo Semán, sociólogo, Doctor en Antropología Social e investigador del CONICET, analiza la mirada sobre la “cultura del aguante”, el rol del Estado, la organización del evento y la culpabilidad y el uso de alteradores de la conciencia.

Luego de las muertes del sábado en el recital del Indio Solari se evidencia que hay una mirada demonizadora de lo que se llama “cultura del aguante” ¿Por qué?

Yo creo que siempre es más complejo de lo que está creyendo todo el mundo, porque hay una mirada demonizadora de eso que tanto los detractores como los apologistas llaman la “cultura del aguante”,que en realidad es una fetichización que empieza ya con ponerle ese nombre para creer que se sabe algo cuando en realidad no se sabe nada. Pero lo que termina pasando es que se opaca u obtura la realidad que hay detrás. Entiendo que han sido demonizados con lo de cultura del aguante pero también han sido “embellecidos” con esa misma idea. Porque hay una representación apologética también y hay que preguntarse si una parte de quienes hablan de la cultura del aguante no exaltan en los otros lo que ellos no se animan a hacer o admiran secretamente. Hablan de usos de drogas, de éxtasis, de pogo, de la libertad de los cuerpos, de un montón de cosas refiriéndose un tanto elogiosamente.

¿Qué sería entonces lo que comúnmente llamamos como “cultura del aguante”?

Lo que llaman “cultura del aguante” es un conjunto de procesos muy complejos y de práctica muy diferentes que no son un conjunto cerrado. El público del Indio es más variado y combina esas prácticas en desarrollos muy diferentes. Tomar una parte aislada por el todo, privilegiando en esa parte lo que llama la atención de las miradas polémicas y opuestas,  es profundamente reductivo.

pablo seman en su estudio

«Hay una mirada demonizadora de eso que tanto los detractores como los apologistas llaman la cultura del aguante”.

¿Qué es lo que no se termina de ver por tener estas miradas acerca de esta cultura?

En este caso, los críticos de la cultura del aguante tienden a creer que la gente es autodestructiva, quilombera, que se excita y se descontrola y por eso que pasan las cosas que pasan.Y sin hacer ninguna concesión al término de “cultura del aguante”, lo que yo puedo decir es que la gente fue muy cuidadosa, es más, si la gente no hubiera sido muy cuidadosa hubiera terminado en un verdadero desastre. Creo que una buena parte del público, en las condiciones que fuera, hizo suya las palabras del Indio que tiene que ver con la idea de cuidarse uno mismo, pensar que nadie va a cuidar a uno mejor que uno mismo, más allá que en el discurso del Indio eso tiene un valor ambiguo.

De hecho en la semana anterior al recital, a través de Marcelo Figueras, el biógrafo personal del Indio, se difundió un mensaje donde se pedía que el público se cuidara y cuidara al de al lado. ¿Cuál sería el valor que tiene ese mensaje?

Yo creo que el Indio entiende a su público, sabe de dónde viene una parte y de las cosas que es capaz. Entonces, en diálogo con ese público, les propuso que bajaran un cambio. En ese sentido los ha instado: “Sí, hagamos fiesta pero tengamos un límite, un mínimo de disciplina para poder festejar y que no haga daño”. Pero por otro lado, creo que tiene otro valor que es el énfasis en una producción independiente, que se hace cargo del show y maneja el negocio. De alguna manera hay una relación, yo diría de hostilidad con el Estado, que tiene muy buenas razones de ser, por algunas cosas que pasaron, pero tiene la consecuencia de que se hace opaco frente el Estado. Y por otro lado el Estado es ciego. Así que es una combinación muy problemática: hay una organización que es opaca y un Estado que es ciego.

Igualmente hay cierta idea de que estos eventos son incontrolables, con esta misma idea del “pogo más grande del mundo”.

Yo partiría de lo siguiente: en Argentina hay mucho espectáculo masivo y no todos terminan en quilombos ni muertos, es posible hacerlo.Tanto los apologetas como los execradores del Indio tienen una idea como si una cultura fuese un tsunami, un fenómeno natural que es incoercible. Cuando en realidad la cultura es plástica, es flexible, y justamente funciona, entre otras cosas, regulada por instituciones. La segunda cuestión es algo que observa la antropóloga Guadalupe Gallo, que dice que nuestros espacios de diversión y ocio masivo se caracterizan por el escaso cuidado de los asistentes porque nunca hay baños suficientes, no hay agua, no hay ventilación, no hay cuidado para los trabajadores de la noche, pero tampoco para los clientes que tratan con esos trabajadores. O sea: lo que pudo ocurrir en Olavarría se enraiza en una larga tradición de degradación de los espacios de ocio, sobre todo, pero no únicamente, de los públicos menos pudientes económicamente.

¿Y que tendría que hacer el Estado para empezar a regular estos eventos entonces?

Yo no sé en qué grado el Estado está informado de cómo suceden estas cosas. Primero tiene que tener un sistema para informarse. El Estado no sabe que hay un cambio de escala de los eventos por razones tecnológicas, económicas y demográficas. Son cada vez más comunes estos eventos. Por eso digo que el Estado es ciego, porque no retiene para sí una idea contemporánea de qué es el consumo de música, que no es la música sino los eventos en donde se consume la música. Si se quiere controlar situaciones de público hay que saber cómo son los públicos y los eventos.Hay una segunda tarea del Estado, que creo que es complicada, pero que uno no puede abandonarse a la imposibilidad, que es cómo organizar la contención. De alguna manera hay que ver cómo actúa la policía, porque lo que pasa también en Argentina es que a la policía le dicen repriman o no repriman y  esas dos órdenes las entienden. La policía tiene que saber no solamente cómo actuar represivamente, sino cómo promover ciertas reglas, ciertos comportamientos. Aparte la contención policial no tiene por qué necesariamente ser represión ilegal ni sangrienta, la contención del Estado puede no ser directamente una provocación.

Por ejemplo,  ¿el Estado debería saber que en los recitales del Indio es común que vaya gente sin entradas porque sabe que pasan igual?

Ahí hay dos camadas de hechos, el Indio diciendo “bueno no hay cómo evitar que vaya todo el mundo todo el tiempo”, que para mí está mal. Y el Estado que si supiera y no estuviera ciego, diría “no me importa si vos pensás que hay sold out o no, te prohíbo hacer un solo recital, o nosotros vamos a controlar la cantidad de gente”. Se pone un perímetro policial en la ruta a 25 kilómetros, donde digan “miren ya entraron 150 mil, no entra más gente”. Tal vez esto que yo propongo no sea posible, pero no es posible que sea aceptable que no se pueda generar y consensuar una dinámica de concierto que entrañe menos riesgos.

«Yo creo que el Indio entiende a su público, sabe de dónde viene una parte y de las cosas que es capaz».

¿Y qué miradas en común hay sobre las víctimas en este caso en comparación de, por ejemplo, lo ocurrido en Time Warp?

En común hay, en los dos casos, que movilizan lo peor del resto de las sociedades, los peores prejuicios del sentido común. La propia descripción de la cultura del aguante enfatiza los mismos rasgos que el sentido común mira y yo no digo que eso rasgos no estén presentes pero no es solo eso lo que hay. El otro rasgo común es que hemos llegado a un tope de la agresividad simbólica. De un lado y del otro, participamos de experiencias de construcción del otro como un ajeno, como un demonio que tiene de los dos lados la misma intensidad, los mismos recursos, la misma falta de escrúpulos, eso me parece que también los iguala. Cuando fue lo de la Time Warp fue demencial que quisieran tratar de catalogar a los muertos de acuerdo a su supuesta orientación política y, de acuerdo al rótulo que se les pusiera, festejar la muerte. Esta vez pasó lo mismo desde lugares diferentes.Y después la otra cosa en común aunque en signo distinto, es que son miradas que tienden a ver las cosa de una forma relativamente clasista, entonces “estos son malvados porque son chetos, los otros son malvados porque son pobres”. Me parece que la cuarta cuestión es la más compleja de todas y la más difícil de abordar que es la cuestión de las drogas.

¿Qué cuestiones, respecto a la visión sobre el consumo de drogas, sale a relucir en estas ocasiones?

En los dos casos hay sustancias que alteran la conciencia y ambos casos los que miran demoníacamente esas experiencias creen que las drogas producen efectos que en realidad no necesariamente producen. Hay una la imaginación en común que tiene cada uno de estos grupos que creen que las drogas del otro te llevan a la muerte. Y no es así,la gente usa alteradores de conciencia y al mismo tiempo se cuida. La gente no salió estando borracha a tirarse contra las paredes el sábado y tampoco sucedió en Time Warp Entonces ahí hay toda una mirada sobre la relación drogas-ocio que quienes miran y acusan no la tienen muy clara.

 

Actualizado 16/03/2017