Argentina a un paso de incluir los derechos ambientales dentro de los derechos humanos

Argentina a un paso de incluir los derechos ambientales dentro de los derechos humanos

Este jueves en la sesión de Diputados será tratado el Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe, más conocido como Acuerdo de Escazú por haber sido adoptado en la ciudad de Escazú, Costa Rica, el 4 de marzo de 2018. El Acuerdo ya obtuvo media sanción en el Senado de forma unánime y, en la Cámara de Diputados, un dictamen de comisión también por unanimidad. Resta que el Tratado sea aprobado para que Argentina se convierta en el décimo país en ratificarlo, siendo necesarios once países para que entre en vigencia. Hasta el momento, de los veintidós países firmantes sólo nueve lo aprobaron: Antigua y Barbuda, Bolivia, Ecuador, Guyana, Jamaica, Nicaragua, Panamá, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, y Uruguay. 

La diputada nacional por el Frente de Todos Daniela Vilar afirma que si Argentina ratifica el Acuerdo “se convertirá en líder en temas ambientales, resonando con la reconocida referencia en materia de derechos humanos. El Tratado brinda herramientas concretas para transformar la gobernanza ambiental en Latinoamérica y el Caribe, haciéndola más abierta y participativa. Además, es reivindicativo de la militancia ambiental porque impulsa de manera activa la incorporación de la diversidad de voces, demandas históricas y saberes construidos colectivamente en la elaboración de políticas públicas ambientales”. 

El Acuerdo de Escazú nació a raíz de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20) de 2012. Para Andrés Nápoli, director ejecutivo de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) y uno de los representantes electos ante el comité de negociación, el Acuerdo “brinda herramientas vinculadas con el principio 10 de la Declaración de Río de Janeiro, que hace referencia al acceso a la información, a la participación ciudadana y a la justicia, habida cuenta de que muchos países de la América Latina y el Caribe no tenían legislación vinculada con esos temas o aquellos que la tenían contaban con problemas de implementación, como es el caso de Argentina”.  Por esta razón se elaboró un artículo destinado al fortalecimiento de las capacidades nacionales y a la creación de un Fondo de Contribuciones Voluntarias para apoyar al financiamiento de la implementación en cada país.

Protesta en la ciudad de Rosario por los incendios intencionales en las islas del Delta del Paraná.

El Acuerdo se distingue por ser el primer tratado en el mundo que incluye la protección de los defensores de los derechos humanos en asuntos ambientales. Nápoli explica que “la incorporación de estas disposiciones vino de la mano del pedido del público y de la situación crítica que está viviendo la región. Por ejemplo, uno de los casos más fuertes que nos tocó enfrentar en este tiempo fue el asesinato de Berta Cáceres, una militante de Honduras que murió por defender su territorio en contra de una construcción de represas”. Según el último informe de la ONG Global Witness, en 2019 fueron asesinadas 212 personas defensoras de la tierra y el medio ambiente. Más de dos tercios de los asesinatos ocurrieron en América Latina, por lo que es la región más afectada siendo Honduras el país per cápita más peligroso de 2019. 

Para Luisa Tang, integrante de Alianza por el Clima, una coalición de jóvenes, movimientos y organizaciones socioambientales que luchan por la crisis climática, el reconocimiento de los derechos ambientales da cuenta de una revisión institucional histórica en el proceso de negociación del Acuerdo de Escazú. “Tenemos una deuda por no haber visto antes la vinculación entre los derechos humanos y ambientales. Hay mucho por construir y en el empoderamiento de la juventud surge la necesidad de dar debate y ganar derechos. Por eso este Acuerdo es tan importante. Ya no hay futuro posible en el que no pongamos en debate los impactos ambientales”, asegura Tang. 

A la espera de la ratificación en Diputados, Tang afirma que promover el Acuerdo en nuestro país implica también un gran desafío a nivel regional: “La ratificación en Argentina podría impulsar a que otros países aprueben el Acuerdo para que entre en vigencia”. A la fecha se encuentran a la espera México y Costa Rica, mientras que Chile, a pesar de haber sido el principal impulsor del Acuerdo, comunicó que no lo firmará alegando posibles “controversias internacionales” que pondrían en riesgo la soberanía del país.

Resta por verse qué posición adoptará Argentina en este momento histórico marcado por la pandemia en donde se han expuesto las consecuencias de la crisis social y ecológica.

La cuarentena desnudó al gordoodio

La cuarentena desnudó al gordoodio

Samanta Alonso prefiere hablar de gordoodio y no de gordofobia. “Decir que es una fobia es patologizarlo”, explica.

Desde que se decretó el aislamiento social preventivo y obligatorio comenzó una nueva normalidad limitada al interior del hogar. Esto hizo que tome fuerza la idea de que otra pandemia está al acecho: la obesidad. Así lo evidencian los memes que inundaron las redes sociales anunciando que de la cuarentena “vamos a salir rodando”. 

Jesica Lavia, nutricionista y coautora del libro Pese lo que pese, explica: “A mí me molesta mucho cuando se habla de obesidad como pandemia porque la obesidad no es una enfermedad contagiosa, así que es imposible que sea una pandemia”. Lavia plantea que la obesidad no es una enfermedad “sino que es un factor de riesgo para otras enfermedades”. Y remarca: “Es importante correr el foco puesto en el peso. Tenemos tanto el ojo puesto en el peso que nos olvidamos de todo lo demás. Lo único de lo que hablamos es de hacer dietas para adelgazar y no para tener una alimentación saludable. Me interesa hablar de una alimentación saludable más allá del tamaño de nuestros cuerpos, porque una alimentación saludable en la diversidad corporal es posible”.

Para Lux Moreno, profesora en Filosofía y activista gorda, es interesante que en una situación de emergencia sanitaria aparezca como una preocupación central la posibilidad de engordar. “Lo que pasó con el aislamiento fue un refuerzo de las normas sociales sobre los cuerpos que implican que no sólo tenés que cumplir con la cuarentena, sino que también tenés que cuidar tu cuerpo y no subir de peso. Porque lo primero que te puede llegar a pasar es subir de peso. Entonces, ¿por qué le tenemos más miedo a engordar? El miedo a engordar tiene que ver con ser visible socialmente, con el éxito social. Y un cuerpo fuera de la norma es un cuerpo que no es productivo ni cumple con las expectativas de mercado”, afirma Moreno. 

“No solo hay que cumplir con la cuarentena, sino que hay no subir de peso en ella», dice Moreno.

El miedo a engordar se conoce con el nombre de gordofobia. Aunque la Real Academia Española no reconozca el término, se lo entiende como el rechazo hacia las personas que no tienen un cuerpo hegemónico. Sin embargo, desde el activismo gordo prefieren hablar de gordoodio. “Decir que es una fobia es una manera de patologizarlo”, explica Samanta Alonso, activista gorda y directora de la agencia de modelos de talles grandes Plus Dolls.  “La discriminación y las violencias que se ejercen tienen que ver con una construcción social de lo que implica ser gordo o gorda en un mundo pensado solamente para personas flacas. Se asocia la gordura con algo negativo y con una persona enferma, quedada, que no es atractiva. Y llevar todo eso a un contexto de cuarentena,  trae esta cuestión de ‘si no podemos hacer nada, comemos. Y si comemos vamos a terminar gordos’.  Eso habla del vínculo que tenemos con la comida, hay mucha gente que le tiene miedo. ¿Cómo hay gente que no pueda disfrutar de tomar mates con medialunas?”, se pregunta Alonso. 

Lo que hizo la cuarentena fue poner en relieve problemáticas sociales ya existentes. “Aumentó la intensidad de la discriminación -indica Alonso-. Quedó en claro que el miedo a la gordura es real, no queremos ser gordos. Y haríamos cualquier cosa por no serlo”.  Desde la ONG Anybody, una de las impulsoras de la Ley Nacional de Talles, advierten que los cuerpos que no encajan con los estándares de belleza son cuerpos en peligro de extinción. Por eso, plantean la necesidad de visibilizar la diversidad corporal. “No tenemos por qué normalizar nuestros cuerpos en pos de alimentar una industria que se llena de dinero con nuestras inseguridades y que trae problemas alimenticios en muchas personas, sobre todo en la adolescencia. Cada vez son más jóvenes las personas que registran que su cuerpo no está bien, que no es el deseado”, expresa Mercedes Estruch, integrante de Anybody. Argentina es el segundo país en el mundo con mayor cantidad de casos de trastornos de la conducta alimentaria, según la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA). 

«Muchos hablan en nombre de la salud, pero en verdad no les importa. Porque la salud también es mental», dice Alonso.

Frente a la viralización de discursos discriminatorios durante la pandemia, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) ha publicado un informe sobre gordofobia, en el que se invita a reflexionar sobre “los resultados violentos y excluyentes que generan los discursos gordofóbicos”. También, se indica que la obesidad y el sobrepeso se ubican en el segundo lugar dentro de los tipos de discriminación más mencionados. Sin embargo, la discriminación por el aspecto físico suele ser minimizada. Alonso explica que muchas veces se tilda a los activistas de exagerados: “Nos dicen que ya no se puede hacer chistes con nada, pero cuando un chiste hace daño deja de ser un chiste”. En línea con esto, Moreno plantea que “los memes gordofóbicos son replicantes culturales. Esto quiere decir que de forma masiva expanden sistemas discursivos gordofóbicos. Con los memes expandemos situaciones de violencia y la reproducción de esa violencia es sostenida como algo que está bien. Burlarse de una corporalidad específica tiene que ver con señalar que esa corporalidad no es normal, y no sólo que no es normal, sino que no es deseada. Eso permite el gordoodio, la violencia sobre los cuerpos diferentes”. 

A su vez, la expansión de los memes tuvo su correlato con el aumento de la opinión sobre el cuerpo de los otros. “Hay un recrudecimiento de los dispositivos de vigilancia, de los policías de los cuerpos en las redes sociales- advierte Moreno-. Pero no nos ponemos a pensar sobre algunos privilegios, como el espacio físico para hacer ejercicios o el privilegio de la alimentación. No todo el mundo tiene acceso a los alimentos y eso lo vemos con el creciente trabajo en los barrios vulnerados con los operativos de bolsones de alimentos”.

“Los memes gordofóbicos son replicantes culturales», señala Lux Moreno.

Para ponerle un freno a la gordofobia, tanto Moreno como Alonso coinciden en que se puede empezar cambiando conductas en lo cotidiano, como dejar de naturalizar los memes. “Creemos que tenemos el derecho de opinar sobre el cuerpo de otra persona y la realidad es que no. Con la opinión uno puede hacer un daño. Muchos hablan en nombre de la salud, pero en verdad no les importa nuestra salud. Porque hablar de salud también es hablar de nuestra salud mental. Entonces, la opinión en el bolsillo”, concluye Alonso.

“La estrategia de fake news es un ejercicio de poder”

“La estrategia de fake news es un ejercicio de poder”

“Si pudiéramos retrotraernos al origen de las redes sociales, ese momento en el cual por primera vez dos usuarios compartieron la foto de un gato dormido en el regazo de un perro, nos resultaría difícil imaginar el mundo político-mediático que habitamos hoy”, afirman Ernesto Calvo y Natalia Aruguete al comienzo de Fake news, trolls y otros encantos. Cómo funcionan (para bien y para mal) las redes sociales (Siglo XXI Editores).  En la era de la hegemonía digital, donde las redes sociales se han convertido en el principal medio de acceso a la información, resulta fundamental entender cómo funcionan. Para Natalia Aruguete, doctora en Ciencias Sociales e investigadora del CONICET, las redes sociales están muy lejos de ser democratizadoras y “nos alejan de aquellos que no piensan como nosotros”. Advierte que no son lo mismo las fake news que las noticias falsas y que cualquiera puede ser víctima de violencia virtual. También, reflexiona acerca de qué tipos de fake news se propagan en tiempos de aislamiento social obligatorio y considera que en las redes también hay “resquicios para la resistencia social, cultural y política”. 

El libro se titula Fake news, trolls y otros encantos, ¿vivimos una suerte de encantamiento por las redes sociales? 

Sí, estamos absorbidos por nuestro consumo de redes sociales, pero ese encantamiento es complejo: tenemos situaciones de disfrute y también de mucho malestar porque son espacios de comunión, encuentro y, al mismo tiempo, de mucho maltrato y violencia. Por eso, me parece que no es un encantamiento fácil para nosotros, sino que nos contradice mucho. 

Si nos contradice y sufrimos, ¿por qué quedamos atrapados en ellas? 

Porque nos da placer el hecho de compartir con otros conocimientos, emociones, espacios de coincidencias ideológicas. Las redes sociales funcionan de manera tal que nos llevan a convivir en comunidades muy homogéneas en términos de los valores y creencias que compartimos. Y como además, el funcionamiento orgánico de las redes sociales permanentemente nos devuelve esa coherencia con nuestras cosmovisiones de manera aumentada, habitamos un lugar placentero. Lo que ocurre es que ese lugar placentero tiene sus perjuicios que tienen que ver, fundamentalmente, con la entrega de nuestra intimidad y la publicitación de nuestros datos personales y, en la mayoría de los casos, sin saber la magnitud de esa entrega. 

¿Estamos forjando una nueva forma de socialización? 

No sé si pensarlo en términos de una nueva socialización. Es una socialización que tiene sus singularidades porque vamos armando narrativas y discursos alrededor de los asuntos de interés públicos. Esas narrativas son muy homogéneas y nos hacen alejarnos de la diversidad, en el sentido de que nosotros evitamos las cosmovisiones que son contrapuestas a las nuestras. En ese punto, podríamos decir que esa socialización nos hermana más en comunidades de valores y nos aleja más de aquellos que no piensan como nosotros. Sería una suerte de balcanización de las narrativas. Eso no depende exclusivamente de los usuarios, tampoco de los algoritmos de las redes sociales, sino que puede ir variando en función de qué tipo de activaciones discursivas, de relaciones e interacciones producen los distintos temas que se ponen en discusión. Podemos polarizar con otros alrededor de una campaña electoral o de una situación como el #Tarifazo en la Argentina, pero también podemos tener una mirada más consensuada con otros usuarios alrededor de un evento político como #AbortoLegal. Depende de la convivencia de estas tres dimensiones de análisis: los usuarios, las redes con sus algoritmos y la activación que generan distintos temas de interés público. 

A los tradicionales estudios sobre las agendas política, mediática y pública, ¿habría que agregar una agenda de redes? 

Hay que pensarlo de manera muy distinta. Si pensamos la relación entre medios de comunicación y públicos en el escenario virtual, no hay un público homogéneo que responda de manera masiva a un mensaje. Si a eso se le agrega el dinamismo del escenario virtual donde los algoritmos distribuyen la información de manera personalizada, ocurre que la capacidad de instalar agenda de un medio de comunicación va a ser entre sus iguales y no entre un público generalizado, masivo, ni homogéneo. Si lo pensamos en términos de efectos de encuadre, en las redes sociales los encuadres se van armando local y comunitariamente, en el sentido de que los usuarios de distintas jerarquías van aportando fragmentos que terminan de conformar un encuadre. En distintas regiones de la red se arman distintas interacciones entre usuarios, quienes co-construyen múltiples encuadres sobre un mismo tema de interés público. Por ejemplo, en el caso del evento político “Santiago Maldonado” había dos grandes burbujas porque la interacción en Twitter se había polarizado profundamente. Estaba la burbuja más vinculada cognitiva e ideológicamente con el kirchnerismo, que era contrapuesta a la burbuja identificada con el macrismo. En esas dos grandes burbujas se armaron definiciones distintas de lo que fue el evento. Del lado de la burbuja kirchnerista, la percepción que había era la de una desaparición forzada donde el Estado era responsable, mientras que del lado macrista se entendía que lo de Maldonado había sido un aprovechamiento electoralista del kirchnerismo.

¿Se podría elaborar un instructivo para desarrollar cierto tipo de red con impactos específicos?

Sí, es posible intervenir políticamente en las redes sociales. Para lo cual hay que hacer diseños, estrategias, etcétera. Pero no está garantizado el éxito de esos diseños políticos porque las autoridades en la red (dirigentes políticos, medios tradicionales, celebrities) proponen determinadas percepciones y agendas, pero el usuario es el que dispone en qué medida activa y propaga esas agendas o las evita. Si las ignora, esas agendas caen. 

En el nacimiento de las redes sociales, se pensaba que llegaban para democratizar la comunicación.  Pero, en los casos que analizan en el libro, como en el #Tarifazo o #Maldonado, se observa que siguen siendo muy importantes las instituciones mediáticas tradicionales a la hora de propagar mensajes en redes….

En el libro planteamos una hipótesis que está muy lejos de pensar a las redes sociales como democratizadoras. Lo que sí puede ocurrir es que determinados movimientos o dirigencias promuevan una conversación menos polarizada y más saludable en términos discursivos. Ahora, nosotros seguimos teniendo una distribución personalizada en las redes sociales, muchas veces con un aprovechamiento político o comercial, y eso hace que de todas formas no tengamos acceso a toda la información que circula en las redes sociales. Por lo cual, no somos libres de elegir entre todos los mensajes que circulan porque simplemente no tenemos acceso a eso. Ahí es donde creo que esa personalización y la recepción de un “diario de Yrigoyen” donde las noticias están armadas para mi supuesto placer cognitivo, en realidad,  me impiden encontrarme con una diversidad informativa. Eso no es democratizador en términos comunicacionales. 

¿Estamos ante la paradoja de vivir interconectados, pero cada uno en su propia burbuja?

Más que la sensación de estar interconectados entre todos es la sensación de que estamos interconectados entre iguales. Es la sensación de que todos somos mayoría. Eso se da porque al interior de la burbuja se arman relaciones entre aquellos que piensan igual, lo que deviene en una cámara de eco que amplifica la percepción que se tiene de la realidad social.  Entonces, hay un placer de sentirse mayoría pero lo cierto es que nosotros no sabemos qué está pasando en la burbuja contraria, cuyos mensajes no observamos porque los algoritmos distribuyen la información de manera tal que no nos encontramos con la información que está en la otra burbuja. Por lo cual, no podemos saber qué nos pasaría si nos encontráramos con esos mensajes.

En el libro postulan que el caso #AbortoLegal se trata de una antirred, ¿por qué?

El caso #AbortoLegal es una red muy singular que no tiene burbujas opuestas. Hay una burbuja conformada por una gran comunidad verde, que pertenece a los colectivos de activistas de género, a la que se le adosa la comunidad compuesta por los dirigentes políticos y medios de comunicación. En otras ocasiones estas comunidades suelen estar en burbujas separadas, por eso decimos que el caso de aborto es una antirred porque es una red despolarizada. Nuestra hipótesis es que la política estuvo por encima de las mezquindades partidarias. 

En otro apartado del libro analizan las fake news, ¿cuánto han contribuido las redes sociales a su desarrollo? 

En realidad, no son las redes sociales per se las que impulsan las fake news. Sí es cierto que en la interacción virtual, la propagación de fake news tiene mayores velocidades que en un escenario analógico. Por otro lado, se agrega la personalización en la distribución de la información, lo cual hace que se usen las fake news como forma de atacar al oponente y mandarlo a silencio. Las dos grandes motivaciones que están detrás de una estrategia de fake news son vaciar de contenido el escenario discursivo o energizar a los propios para reforzar sus creencias. Es importante aclarar que una estrategia de fake news no necesariamente es lo mismo que hablar de noticias falsas porque cuando hablamos de noticias falsas nos referimos al contenido. Un contenido puede no estar verificado sin tener que ver con una decisión deliberada o con una estrategia política detrás. 

En el libro mencionan la idea de un “Triángulo de las Bermudas” que conecta a los partidos políticos, los medios y los trolls

Sí, ahí pasan cosas que pueden convertirse en mecanismos muy oscuros que posibilitan llevarnos a ser víctimas de violencias virtuales y además participar de ellas, consolidarlas y propagarlas. Hay un punto ciego ahí donde se pueden dar convivencias de distinto tipo y algunas pueden ser muy nocivas. 

¿Los trolls son los operadores políticos del siglo XXI?

Efectivamente, los trolls están detrás de una estrategia política de ataque virtual. Pueden tener un fin último comercial o meramente político, pero lo que hay allí es una capitalización política de una estrategia de daño.  Lo que interesa no es que la información quede grabada en nuestras memorias, lo que interesa es atacar. 

¿Cuál es la diferencia entre un troll y un bot?

Un bot es un robot, una cuenta automatizada que replica información. En cambio, un troll tiene a algún sujeto detrás que está diseñando discursivamente un mensaje. El troll, en la medida en que se coordine con otras cuentas, puede generar narrativas que sean coherentes con los usuarios que tiene a su alrededor o diseñar una narrativa opuesta a un usuario que participe de una comunidad contraria. Pero, además de la coordinación, es necesario que los trolls sean autoridades en la red. Por otro lado, los trolls no necesariamente son cuentas anónimas, hay dirigentes políticos, celebrities. El ejemplo más encumbrado es el presidente de Estados Unidos, que usa su autoridad en la red para atacar al oponente y a la vez energizar a los propios. Entonces, no importa lo que diga, él va a tener la razón porque tiene poder para decirlo. La estrategia de fake news es un ejercicio de poder.

En la pandemia que estamos atravesando,  ¿el encierro contribuye a la propagación de fake news?

Sí, pero por otros motivos. No es que uno tenga predominantemente una estrategia de desinformación, aunque sí haya algunos casos. Me parece que en su gran mayoría las motivaciones que nos llevan a la propagación de noticias falsas es la necesidad de llenar vacíos en la información que tenemos frente a la incertidumbre y a la angustia que nos genera no saber qué va a pasar con esta pandemia. 

¿Realizaron algún análisis preliminar sobre cómo está circulando el caso coronavirus en las redes? 

Nosotros no estamos viendo todavía una fuerte polarización, ni en el escenario virtual ni en el escenario de la opinión pública. Entonces, la capitalización política de una estrategia de fake news no tiene tanto asidero en este momento, donde todavía está contenida la polarización. Eso no obsta que pueda incrementarse la polarización pero, en principio, no se observa mucha disparidad en las opiniones de quienes votaron por el Frente de Todos y a Juntos Por el Cambio, por lo menos en lo que hace a las medidas de gobierno y a los sentimientos de riesgo frente a la pandemia. 

En las conclusiones afirman que el libro está destinado a convertirse en una suerte de manual de alfabetización digital para los ciudadanos del siglo XXI. ¿Cómo podríamos despolarizarnos, burlar a los algoritmos?

No podemos burlar a los algoritmos pero sí podemos conocer quiénes somos dentro del gran mapa de redes sociales. Solos somos nadie, unidos somos colectivos con capacidad de resistencia y de forjar miradas alternativas de la realidad social. Todas estas cuestiones son posibles en un escenario súper condicionante pero donde también hay resquicios para la resistencia social, cultural y política. En ese punto, el libro no solamente es un trabajo académico, sino que además se propone como una herramienta política de conocimiento para poder generar resistencias políticas en el diálogo en redes sociales. 

La violencia de género es otra pandemia

La violencia de género es otra pandemia

En lo que va del año, el 62% de los femicidios ocurrieron en la vivienda de la víctima.

“A Cristina la maté porque empezamos a discutir porque yo no quería tener relaciones”, le confesó Abel Romero al fiscal de Lanús Jorge Grieco. Los cuerpos de Cristina Iglesias (40) y su hija Ada (7) fueron encontrados el 28 de marzo, enterrados en el patio de la casa en la que vivían en Monte Chingolo. “A la nena la maté porque se despertó y comenzó a gritar al ver a su madre tirada en el piso”, reveló Romero, aunque los peritos que realizaron la autopsia consideran que la niña fue apuñalada mientras dormía.

Desde que comenzó el aislamiento social preventivo y obligatorio, el 20 de marzo, el Observatorio de las Violencias de Género “Ahora que sí nos ven” registró 18 femicidios confirmados, lo que implica uno cada 32 horas. Susana (51), Lorena (32), Solange (2), Cristina (40), Ada (7), Florencia (39), Yoana (30), Romina (39), Alejandra (22), Estella (40), María (45), Anacarla (2 meses)… la lista sigue y no para.

“Hubo polémicas con los números, tiene que ver con cómo se consigna”, explicó a ANCCOM Laura Rothberg, integrante del Observatorio. “Nosotras hacemos el registro a nivel mensual porque se necesita un tiempo de análisis, sobre todo en temas como estos, que a veces parece que son femicidios y no lo son. Pero, entendiendo el contexto y lo que es para una mujer que sufre violencia de género estar encerrada con su agresor, decidimos sacar una cifra el 13 de abril, cuando se suponía que terminaba la cuarentena”. Y añadió: “Las cifras que nosotras tenemos son representativas, ya que hacemos un monitoreo minucioso de más de 160 medios gráficos y digitales de todo el país. Hay muchas variables y es muy difícil. Un registro único cruzaría distintos tipos de métodos y fuentes como las denuncias, los medios y las causas judiciales”, concluyó Rothberg. Si bien el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad tiene la propuesta de un registro único de femicidios a nivel nacional, aún no está operativo.

Según el Observatorio “Ahora que sí nos ven”, entre el 1 de enero y el 30 de marzo de 2020, hubo 86 femicidios. Frente al contexto de aislamiento social hay un dato que cobra especial relevancia: en lo que va del año, el 72% de los femicidios ocurrieron en la vivienda de la víctima. En cuanto al vínculo con el agresor, el 56% de los femicidios fueron cometidos por las parejas o ex parejas de las víctimas. Los resultados no dan lugar a dudas: en los hogares está el mayor peligro para las mujeres y los femicidas son los hombres que alguna vez dijeron amarlas.

El 65% de los femicidios fueron cometidos por las parejas o ex parejas de las víctimas.

Según las Naciones Unidas (ONU), al menos una de cada tres mujeres ha sufrido en algún momento de su vida violencia física o sexual, principalmente por parte de su pareja. Esto convierte a la violencia contra las mujeres y las niñas en una pandemia. Ahora, frente a la emergencia sanitaria por el avance del COVID-19, la ONU advierte que la tendencia indica que habrá un menor acceso a la salud sexual y reproductiva y un incremento de la violencia doméstica cuando los hogares están bajo tensión.

En nuestro país, han aumentado tanto los llamados a la línea 144 de violencia de género como las consultas por redes sociales. En la provincia de Buenos Aires, la línea 144 recibió un 56 por ciento más de llamadas desde que se inició la cuarentena, según informó el Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual bonaerense.

“Es algo que preveíamos por el contexto de aislamiento social obligatorio. Pero, por otro lado, hay una baja de las denuncias en los ámbitos que son presenciales justamente por las medidas de restricción de circulación”, explicó a ANCCOM la ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual bonaerense, Estela Díaz. “Vivimos esta doble preocupación: cómo una consulta después puede traducirse efectivamente en una denuncia, y cómo hacer para que las medidas de protección, de ser necesarias, se lleguen a tomar- agregó Díaz-.  Estamos trabajando en esa línea porque son parte de las nuevas problemáticas que aparecen en este contexto”.

¿La línea 144 se encuentra saturada?

No, se está trabajando mucho. El Ministerio de la Nación incorporó una línea de WhatsApp. Es una vía por la cual el mensaje de texto es otra opción y la verdad que es bueno porque a veces no se puede hacer una llamada, pero sí mandar un mensaje. Nosotras también incorporamos en la Provincia un WhatsApp y sumamos nuevas operadoras a la línea telefónica.

Una vez que la víctima se contacta con la línea 144 o a través de las redes sociales, ¿cómo es la articulación con la Justicia?

Normalmente se nos da un teléfono de contacto y se ve con la persona en qué momento puede hablar. Entonces, el equipo de seguimiento se pone a trabajar dependiendo del grado de urgencia que tenga el caso. Si es un caso extremadamente urgente se articula directamente con Seguridad, con el 911. En los casos en los que se puede hacer una denuncia, se le explicita por las vías en que puede hacerlo. Hoy el Ministerio de Seguridad tiene una página por la que se puede hacer la denuncia y después ver qué disposiciones se llevarán a cabo. Por ejemplo, las medidas cautelares se prorrogaron por resolución de la Corte hasta que dure el aislamiento sin necesidad de ningún trámite. El tema es cómo se van a tomar medidas en los casos que se están denunciando ahora. Por eso, tuvimos una reunión con el presidente de la Suprema Corte bonaerense, Eduardo De Lazzari, y con el procurador, Julio Conte Grand, para trabajar en esto. Estamos buscando algún tipo de aplicación simplificada con un formulario único y también hacer alguna campaña de comunicación común. Estamos aprendiendo todos.

Según la ONU, una de cada tres mujeres ha sufrido en algún momento de su vida violencia física o sexual.

Entre las nuevas medidas destinadas a reforzar la atención a las personas en situación de violencia de género, el Ministerio de la Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación y la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA) lanzaron el primero de abril la campaña solidaria “barbijo rojo”.

“Una siempre tiene una farmacia más o menos cerca de su domicilio y, si no puede salir, puede ir un conocido o un familiar que sepa de la situación. Hay que ir a la farmacia y decir: ‘Quiero un barbijo rojo’. Al recibir el pedido, el personal farmacéutico activará el protocolo que es un secreto profesional para no poner en peligro a la víctima”, dijo a ANCCOM la pro-secretaria de COFA, Alicia Merlo. Y añadió: “Hemos sido elegidos por el Ministerio dado que COFA abarca 18 de las 24 provincias y, en las seis restantes, siempre tenemos farmacias amigas”.  En el caso de la Provincia de Buenos Aires, la campaña se ha implementado “parcialmente en algunos municipios”, declaró la ministra Díaz.

También, se sumaron a la medida la Federación Nacional de Empleados de Farmacia (FENAEMFA) y la Asociación de Empleados de Farmacia (ADEF). “Cuando tomé conocimiento de la campaña, a través de los medios, pensé que teníamos que sumarnos porque, en realidad, los que tienen contacto permanente con el que entra a la farmacia son nuestros afiliados”, expresó a ANCCOM el Secretario General de FENAEMFA, Víctor Carricarte.

Otra de las disposiciones fue la Resolución 15/2020, que aclara que las mujeres y personas LGBTI+ en situación de violencia de género pueden salir de sus domicilios, solas o con sus hijos e hijas, si necesitan protección, realizar denuncias o pedir ayuda.

Estas nuevas medidas son fundamentales para responder ante la emergencia, pero para evitar nuevas víctimas es necesario desarrollar un proyecto a largo plazo. Para la socióloga e investigadora Dora Barrancos se trata de “repensarlo todo. Hay que tener institutos en los barrios que exclusivamente se dediquen a una sistemática acción de prevención y generen debate de las violencias, instruir más a las mujeres e implementar un tratamiento de los violentos. Son cuestiones que hay que encararlas en una circunstancia de base, que es modificar completamente la pauta vincular y curricular en el sistema educativo.” Y agregó: “Por un lado, estamos fatigándonos por los espantosos números que arroja la violencia y los femicidios, pero por el otro, estamos postergando muchísimo la reforma curricular, la readaptación de las mentalidades de la docencia en nuestro país. Mientras tengamos un fortalecimiento del patriarcado con índoles categoriales en el sistema educativo existirán experiencias vehiculizadoras de violencia. Si tenés tareas de niños y tareas de niñas; qué hacen las mamás y qué hacen los papás exclusivamente, ¡estamos en el horno! Ahí hay una autorización patriarcal porque alguien tiene mejor disposición que otros. Henos aquí en el cuadro del círculo vicioso de la violencia patriarcal. Hay que cortar eso desde abajo.”

Con respecto a los cambios que puede generar el coronavirus en nuestra sociedad, Barrancos comentó a ANCCOM: “Ahora vemos cómo está en riesgo la vida humana, cuando volvamos a la normalidad se verá que hay otros males evitables y, sin embargo, siguen matando a las mujeres. No estoy muy entusiasmada sobre la modificación completa que se pueda realizar. No es tan fácil el bien social, no es tan fácil inhibir las formas brutales capitalistas. Pero, vamos a apostar de todos modos.”  Y reparó en una situación paradójica que produce el confinamiento: “Como todo el mundo está en su casa, han disminuido los ruidos habituales, hay mucha audición. Por ejemplo, yo estoy en un barrio en el que puedo escuchar ruidos, voces, alaridos. Y antes, eso en el ruido general no se percibía. En ese punto podemos llegar a intervenir como vecinas y vecinos.”

El desafío está en cómo erradicar la violencia que, según la ONU, provoca más muertes que la tuberculosis, la malaria y todos los tipos de cáncer juntos. Hoy, incluir la perspectiva de género en la respuesta frente al COVID- 19 resulta más urgente que nunca para evitar que el “quedate en casa” se convierta en una trampa mortal.

 

 

Por situaciones de violencia de género llamá al 144. Podés escribir por WhatsApp a los números (+54) 1127716463 / (+54) 1127759047 / (+54) 1127759048. O mandar un mail a: linea144@mingeneros.gob.ar. Si la situación es de emergencia, comunicate al 911.

El golpe de Estado de Bolivia se traslada a su Embajada en la Argentina

El golpe de Estado de Bolivia se traslada a su Embajada en la Argentina

Una guardia policial en la puerta de la Embajada impide el acceso a cualquier boliviano. 

“Vamos a cuestionar el cordón policial que hay afuera de la Embajada. Nosotros necesitamos que ustedes puedan ingresar ya que es un derecho de todos los bolivianos”, dice Vladimir, uno de los seis huelguistas de hambre, en el video que se difundió en redes sociales y muestra cuál es la situación en el interior de la sede diplomática de Bolivia en Buenos Aires.  “Estamos encerrados”, continua Vladimir mientras gira la cámara del celular y enfoca la cerradura de la puerta. Sus compañeros la intentan abrir pero es imposible. 

El conflicto comenzó cuando el lunes pasado se presentaron en la Embajada representantes de la Cancillería de Bolivia del gobierno de la autoproclamada presidenta Jeanine Áñez. Entre ellos Julio Alvarado, quien fue nombrado Ministro Consejero, y Guido González Paz, nombrado Cónsul Adjunto. Frente a la instalación de estos representantes de facto, que no cuentan con las acreditaciones necesarias que marca la normativa, se presentaron en la Embajada integrantes de la comunidad boliviana que cuestionaron la presencia de golpistas en su territorio soberano. Hubo varias reuniones hasta que finalmente seis bolivianos residentes en Argentina decidieron quedarse dentro del edificio realizando una huelga de hambre. A partir de ese momento, se montó un cordón policial en la puerta que impide el acceso a cualquier boliviano. 

Este martes, los huelguistas cumplieron sus primeras 24 horas apostados dentro de la Embajada ubicada en la avenida Corrientes al 545. En la vereda hay una vigilia pacífica de organizaciones sociales como la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y el Movimiento Evita y La Dignidad. Tienen prohibido el ingreso al edificio por cuatro policías de la Ciudad de Buenos Aires. Pero eso no les impide cantar ,“Evo no está solo carajo” ni colocar en la fachada del edificio la wiphala, ni pegar carteles con consignas como “el pueblo originario muere de hambre, no a la dictadura”.

“No somos de bajar los brazos rápido. Necesitamos ver hoy sí o sí a esta gente, sino radicaremos una denuncia por retención indebida de personas. Acá en la Argentina hay un Estado de facto: la Embajada de Bolivia. Se trasladó el golpe acá”, explicaba a primera hora de la tarde Pablo Pimentel,  titular de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza (APDH-La Matanza).

“Los maltratan. No los dejan ingresar al baño. Tampoco a nosotros nos dejan entrar a ver, ni acercarnos. Ese es el miedo que tenemos. No sabemos en qué va a terminar. Ahora no tenemos novedades. Llamamos y no contestan. Sabemos que allá en Bolivia les quitan los celulares para dejarlos incomunicados. Estamos viviendo lo mismo de allá acá”, contó a ANCCOM María Blanco, integrante de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia, Bartolina Sisa.

Seis bolivianos se declararon en huelga de hambre dentro de la Embajada y afuera un grupo de manifestantes demuestra su solidaridad con ellos y con Evo Morales.

Además de representantes de las organizaciones sociales, la vigilia está integrada por bolivianos autoconvocados, como el caso de una periodista que no puede regresar a su país: “Salieron mis fotos en todas las redes sociales bolivianas buscándome por terrorismo y sedición. Me acusaron de haber quemado casas, por eso me vine a la Argentina. Allá hay un notorio silenciamiento de los medios de comunicación”.

Recién a las 17, se les permitió el ingreso a Pablo Pimentel y Fernanda Pereyra, abogada y militante de Quebracho, para tener una reunión con los funcionarios y poder ver a los huelguistas.

“Estamos pidiendo que salgan. Ahora si se resisten también vamos a respetar su decisión. Pero les pedimos que salgan ahora sanos y salvos con los abogados. No sabemos en el camino qué les puede pasar cuando no hay nadie que los acompañe. Porque confianza en la policía no tenemos”, explicó Maribel Guayguasi, secretaria ejecutiva de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia, Bartolina Sisa.

La reunión se extendió más de lo esperado. Innumerables llamadas y mensajes de WhatsApp entre el adentro y el afuera no bastaban para ponerse de acuerdo. Con el paso de las horas las mujeres que sostenían la bandera boliviana se fueron sentando en el único banco de la vereda. Después les siguieron algunos hombres sentándose en el cordón. La mayoría estaba ahí desde las 8 de la mañana y el cansancio se notaba en las caras.

“Evo no está solo carajo”, gritaban afuera del edificio los manifestantes.

Finalmente, pasadas las 21, salieron Pablo Pimentel, Fernanda Pereyra y tres de los huelguistas, dos hombres y una mujer, quien entre lágrimas declaró: “No es grato para nosotros como bolivianos no tener confianza en nuestro país. Hay tantas mentiras infundadas… luchamos por nuestros derechos. Tenemos miedo y eso es lo que más me duele. Pero hermanos, nosotros aquí en la Argentina estamos en un país guerrero, de lucha. Agradezco a los que la pelearon por entrar y ver cómo estamos adentro.”

Como resultado de la reunión se labró un acta en la que los huelguistas obtuvieron garantías de seguridad y reafirmaron la decisión de no aceptar a personas que no estén acreditadas legalmente por la cancillería. Por su parte, Pimentel se comprometió a realizar una presentación judicial.

 “No naturalicemos lo que está pasando en la región y digamos un fuerte ‘nunca más’ a ningún golpe de Estado en ninguna parte del mundo y menos a la Patria Grande. Luchemos para que haya una verdadera democracia”, concluyó Pimentel. 

Por el momento, en Argentina también sigue la resistencia.