Un documental sobre las desaparecidas trans

Un documental sobre las desaparecidas trans

La película «Donde habite la memoria”, de Clara Olmos y Carolina Musso cuenta la historia de Julieta González y Fabiana Gutiérrez, sobrevivientes del Pozo de Banfield.

Donde habite la memoria es un documental, producido y dirigido por Clara Olmos y Carolina Musso, que añade una pieza faltante a la historia en la reconstrucción de los recuerdos del horror durante la última dictadura militar en Argentina. En esta oportunidad, se alumbra a protagonistas que antes no habían sido visibilizadas, víctimas que no habían sido registradas como tales. La película se proyectará el viernes 15 de marzo a las 18 en el excentro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio (CCDTyE) «Pozo de Banfield», hoy convertido en Espacio para la Memoria, en la localidad bonaerense de Lomas de Zamora. Es en este CCDTyE fueron detenidas ilegalmente entre 1976 y 1977Julieta González y Fabiana Gutiérrez, miembros del colectivo trans y protagonistas de este documental.

“Queríamos recuperar las historias de un colectivo que también fue perseguido durante la última dictadura cívico-militar, pero que durante todos estos años permanecieron en los márgenes del relato oficial de nuestra memoria”, comentó Olmos, quien se formó como cronista de ANCCOM y actualmente trabaja en la Agencia de Noticias Télam, amenazada de cierre por el gobierno de Javier Milei.

Olmos reconoce el compromiso de Argentina en el trabajo de reconstruir el pasado reciente del terrorismo de Estado, no obstante, destaca que tuvieron que pasar 40 años para que se visibilice la represión específica y sistemática que la dictadura ejerció sobre la comunidad trans.

Las protagonistas de este documental estuvieron detenidas ilegalmente en el Pozo de Banfield cuando tenían 15 años, en el caso de Fabiana, y entre los 19 y 20 años, en el caso de Julieta. Ambas sufrieron abusos y violencia por parte de sus opresores. “Al menos seis mujeres trans estuvieron detenidas en este centro clandestino de detención en esos años”, contó Olmos. Entre noviembre de 2022 y abril de 2023, declararon por primera vez en la causa Brigadas, un juicio de lesa humanidad que juzga los crímenes cometidos en el Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y el Infierno, en Avellaneda. “Sus declaraciones fueron un hecho histórico en sí mismo, que esperamos pronto resulten en la primera sentencia mundial sobre el tema”, expresó Olmos con esperanza.

Julieta Gonzalez.

Por su parte, Musso está convencida de que la dictadura tuvo una dimensión profundamente patriarcal que se evidenció en el encarnizamiento y la violacion de los derechos humanos de tantísimas mujeres trans, aprovechando su vulnerabilidad, especialmente en aquel momento. La mayoría de las sobrevivientes hoy ronda en los 60 años, fueron violentadas física y psicológicamente y, al igual que otras personas pertenecientes a este colectivo, actualmente atraviesan una situación compleja: hay quienes tienen una jubilación o pensión mínima para subsistir, otras se encuentran en situación de pobreza o indigencia, sin acceso a salud o sin una vivienda digna, explicó. “Nuestro objetivo es acompañar el reclamo de la comunidad trans de una reparación histórica por la persecución y los delitos ejercidos contra sus identidades no solamente en dictadura, sino también a las que sufrieron durante las primeras décadas de la democracia”. Esta es una de las mayores deudas actuales de la democracia en Argentina, afirmó Musso.

Uno de los desafíos que se les presentó en el proyecto, fue el hecho de tener pocas mujeres trans sobrevivientes de la dictadura. Durante el proceso de investigación conversaron con muchas víctimas, y si bien todas daban cuenta de las persecuciones policiales sufridas desde la década del ochenta en adelante, la mayoría eran aún niñas durante los primeros años de la dictadura, comentó Musso. Las directoras decidieron desarrollar el documental a dos voces porque consideraron que en sus relatos subyace, junto a la dimensión profundamente subjetiva del horror, una trama colectiva. “Los testimonios de las protagonistas hacen de este documental un relato crudo, desgarrador y de una profunda ternura a la vez”, alegó Olmos.

Durante la etapa de investigación, las directoras dieron con el caso de Fabiana Gutiérrez, pero se encontraba viviendo en Italia. Sin embargo, lograron un vínculo que permitió que tomara la decisión de viajar desde el viejo continente para visitar el Pozo de Banfield y formar parte del documental, abriendo recuerdos dolorosos. En una charla con ANCCOM, Gutiérrez agradeció a todas aquellas personas que trabajan decididamente para iluminar una parte anulada de la historia en los años oscuros de la dictadura. “En esos momentos éramos violentadas, abusadas y nos mandaban desnudas a las celdas, cumpliendo días o meses dentro de la misma, sólo por ser lo que éramos”, contó. Era menor en ese entonces, hoy tiene 62 años y siente el deber de ayudar a la construcción de la memoria por eso decidió ser partícipe del proyecto y colaborar con sus compañeras. Recuerda la primera vez que intentó escaparse y como resultado recibió un golpe en la cabeza. No obstante, cuando logró quedar en libertad buscó refugio en el exterior. Sin embargo dijo: “A pesar de vivir afuera, mi corazón siempre está en Argentina, amo mi país”.

 

Fabiana Gutierrez.

Clara Olmos y Carolina Musso, ambas comunicadoras, fueron las realizadoras del proyecto, en el marco de su tesina de grado de la Licenciatura de Comunicación Social en la UBA. Contaron con el acompañamiento de sus tutores, el recientemente fallecido Eduardo Morales, Silvina Manguía y María Rosa Gómez. Sobre la elección del formato de tesina, Musso explicó que “no fue una elección al azar. Fue una decisión política: queríamos generar un material que no quedara circunscrito al ámbito académico sino, por el contrario, pudiese circular en el espacio público. Desde un comienzo, las comunicadoras se plantearon el deseo de orientar su trabajo hacia la creación de una herramienta al servicio de la comunidad travesti-trans. Luego llevaron a cabo varias jornadas de filmación y finalmente la edición fue de realización propia.

“Sentimos mucho orgullo por Julieta y Fabiana que, 40 años después, se atrevieron a contar su historia y a reclamar lo que como sociedad aún les debemos”, expresó Olmos. “Nos alegra profundamente poder hacer nuestro aporte como generación que no vivió la dictadura, pero que tiene el deber de continuar y fortalecer la memoria de nuestro país y la historia de los 30.000 desaparecidos y detenidos”, afirmó reflexiva.

Para las realizadoras, el documental es una invitación a seguir reflexionando sobre nuestro pasado reciente y el irrenunciable compromiso con la defensa de los derechos humanos. Es también, una oportunidad para conocer una parte de la historia de la cual poco se ha hablado. Para Musso: “Contra todo impulso epocal hacia la deshistorización, el ex CCDTyE Pozo de Banfield es un espacio en el cual la historia se hace carne, volviéndose ineludible”.

 

La comunidad trans, entre la pandemia y la Ley de Identidad de Género

La comunidad trans, entre la pandemia y la Ley de Identidad de Género

Aime Cardozo, presidenta de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de la Argentina (ATTTA).

El aislamiento social, preventivo y obligatorio ocasionó cambios en todos los ámbitos de la sociedad y en todos los colectivos sociales, entre ellos la comunidad trans. Su vida cotidiana, la salud, la economía, la educación, el trabajo y, particularmente, el acceso y sostenimiento de los tratamientos hormonales también se vieron alterados.

La Ley 26.743, que establece el derecho de identidad de género a las personas, fue promulgada el 23 de mayo del 2012. Por primera vez, el Estado reconoce a las personas trans como sujetos de derecho, sin patologizarlas ni judicializarlas.

Cabe destacar los puntos de mayor importancia que dispone la Ley: la rectificación registral en el documento de identidad, el derecho al acceso a intervenciones quirúrgicas y a tratamientos de hormonización sin necesidad de requerir autorización judicial o administrativa. 

Cuando hablamos de tratamientos hormonales nos referimos al adecuamiento del cuerpo de una persona a la identidad y género auto percibido. De esta manera, se desarrollan rasgos femeninos o masculinos, según se desee; y se suprimen los del sexo asignado al nacer, mediante la administración de hormonas, a partir de la supervisión y seguimiento de profesionales de la salud.

Los consultorios de hormonización están dispuestos a lo largo de nuestro país, en las provincias de Buenos Aires, Neuquén, Santa Fe, Mendoza, Tucumán, Jujuy, Corrientes, entre otras.

Valeria Pavan, Coordinadora de las Políticas de Salud Inclusivas de la Subsecretaría de Políticas de Diversidad y Género del Ministerio de la Mujeres, Género y Diversidad de la Nación, afirma: “Estamos delineando políticas que tienen que ver con el reforzamiento de los consultorios existentes, que son más de 170 en todo el territorio nacional. Queremos hacerlo sobre todo en aquellos que todavía no cuentan con una mirada integral de salud, que no sean sólo lugares donde se expendan tratamientos hormonales, esa es nuestra mirada.”

Ante el contexto del aislamiento, Pavan cuenta: “También estamos atendiendo las situaciones particulares que nos llegan, y además estamos realizando un mapeo nacional para las personas travestis-trans.” Agrega que, desde la Dirección de Diversidad del Ministerio de Salud de la Nación, “el 6 de abril se publicaron una serie de recomendaciones para garantizar el acceso a la salud para las personas trans, travestis y no binarias.”

En la localidad de José C. Paz, el funcionamiento del consultorio no se vio afectado, según Aime Cardozo, directora de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de la Argentina (ATTTA) en José C. Paz. No están recepcionando solicitudes para iniciar tratamiento, pero “el consultorio está asistiendo a 100 personas, las mismas retiran las hormonas todos los meses. Hubo faltantes de la testosterona, pero dentro de todo está funcionando bien.” Y amplía: “Las actividades sólo tuvieron una reducción de días de atención y se trasladaron de espacio físico. Pero el consultorio en el Municipio continuó siendo accesible, ya que somos conscientes que no se puede suspender un tratamiento médico de esta magnitud.”

Aime comenta que en José C. Paz tiene una organización llamada Jóvenes Paceños, y agrega: “Nos encargamos de difundir toda la información pertinente para que la población trans tenga acceso a la salud, educación y el trabajo.”

Lautaro Giménez señala la importancia de la construcción de redes en la comunidad.

Por su parte, Lautaro Giménez, actor y activista trans, relata su experiencia como paciente: “Yo llevo tres años con hormonas y a mí me cambió un montón, es increíble la Nebido.”  La Nebido es una solución que contiene testosterona y se administra con una inyección intramuscular (1 ampolla corresponde a 1.000 mg. de undecanoato de testosterona).

Y continúa: “Fue un proceso lento, costó mucho que la hormona se adapte a mi cuerpo, también demoró en irse mi periodo, que era lo que más me preocupaba en principio. Mi cuerpo de a poco empezó a tomar otra forma, me salieron algunos vellos, comencé a cambiar la voz, entre otras cosas.”

En cuanto al transcurso del tratamiento hormonal, comenta que “hay muchas organizaciones a nuestra disposición, no se trata sólo de ir a buscar mi hormona y ya. También existen espacios en donde encontramos contención o actividades, porque muchos y muchas no tienen la contención familiar, y ahí pueden encontrar el empuje para realizar el tratamiento.”

Con respecto a la pandemia por el Covid-19, Giménez cuenta: “Se generó una red de todo el colectivo de diversidad para ayudarnos entre compañeros. Hay muchas personas en situación de calle que se les lleva mercadería o lo que necesiten para atravesar esta situación que estamos padeciendo.”

La eficacia de las políticas públicas respecto de la salud para la comunidad trans es sumamente importante. Al día de hoy, los lineamientos dirigidos a los equipos de salud intentan favorecer el acceso a todas las personas con una atención integrada e integral de la salud, mediante un trato digno y respetuoso.

Víctor Bracuto, trabajador social, a cargo del área de Diversidad Sexual y Géneros del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, comenta: “El impacto de la salud en los cuerpos travestis-trans es una deuda que el Estado, las instituciones y las organizaciones tenemos con esta población. Porque todavía no hay una respuesta, no solamente en Argentina, sino que en el mundo,  sobre los aceites que se colocan en los cuerpos.”

Asimismo, afirma que “el gran núcleo de la población travesti-trans no pasa por los “consultorios amigables”, es decir, cinco consultorios amigables, o diez, o veinte, si existieran en el país, no cubriría la necesidad de la población trans. Estos consultorios son espacios en hospitales públicos especialmente preparados para atender a la población de la diversidad sexual. Bracuto sostiene que  “las necesidades de esta población pasan principalmente por los hospitales públicos y, en aquellas personas que accedieron al trabajo formal, a través de sus obras sociales.”

Nadir Cardozo, coordinadora de las promotoras pares de Salud Trans de la Fundación Huésped, realiza una aclaración respecto de los “consultorios amigables”: “Pensamos que no tendrían que existir, en realidad: a los hospitales no vamos a hacernos amigos, sino a que nos atiendan.” Y afirma: “Obviamente esta palabra es por el momento, por la coyuntura que nos toca vivir en este proceso de sensibilización a la sociedad. Porque creemos que no haría falta de esos consultorios para que nosotras vayamos a un hospital y nos brinden una atención digna, libre de estigma y discriminación.”

Cardozo, a su vez, es promotora  de salud y de Derechos Humanos de ATTTA, y  cuenta que “durante tantos años ha sido una barrera el acceso a la salud, por eso se daba la auto hormonización, estamos informando y brindando recursos a nuestras compañeras de lo mal que hace.” Explica, además, que desde la Asociación “les informamos que tienen que acceder a un tratamiento hormonal, seguido por un profesional, una médica endocrinóloga y médicos clínicos. Recalcamos la importancia de hacer el tratamiento bajo supervisión médica para que cada une pueda realizarlo de forma segura.”

En cuanto a la situación actual, los consultorios de hormonización se ven afectados por la pandemia. Nadir Cardozo informa que “por el momento, a todas las compañeras que nos llaman para comenzar su tratamiento hormonal, les estamos diciendo que no.”

El Covid-19 vino a dejar en evidencia las condiciones del colectivo trans, las barreras de acceso en cuanto a la educación, el trabajo, la vivienda y la salud que esta población debe afrontar diariamente.

Te hacen falta…hormonas

Te hacen falta…hormonas

Desde hace algunas semanas la comunidad trans se hizo eco de un rumor que rápidamente se confirmó: el faltante de tratamientos hormonales y bloqueadores de testosterona era un hecho. 

Todo comenzó con un e-mail enviado desde el Ministerio de Desarrollo Social, del cual depende la Secretaría de Salud de la Nación, explicando que una de las empresas proveedoras de la Testosterona 1% en gel -más conocida por su nombre comercial “Androlone”, del Laboratorio Beta S.A.- dejará de ser entregada en centros de salud debido a la devaluación del peso frente al dólar, ya que eso implica pérdidas a los proveedores del Estado. 

“Tienen que responder los funcionarios, la verdad es que hoy no se está repartiendo testosterona, y no hay manera de poder garantizarlo porque no apareció nadie en la licitación”, dijo la delegada de ATE de la junta interna de la Secretaría de Salud, Camila Linn. 

La lamentable etapa de la salud pública argentina, terminó de evidenciarse cuando en septiembre de 2018, el presidente Mauricio Macri degradó el Ministerio al rango de Secretaría dentro del Ministerio de Desarrollo Social. “La situación es crítica, por todo lo que viene acompañando al insumo, que son las capacitaciones, la presencia en el territorio, la planificación de políticas, la medición de lo que hacemos, y otras cosas que hoy se encuentran truncas o peor, desde que el Ministerio es Secretaría”, según Linn.

La decisión tomada por el gobierno, viola la Ley N°26.743 de Identidad de Género, la cual en su Artículo 11 obliga al Estado a “garantizar el suministro de tratamientos hormonales” y se encuentra vigente desde 2012. “Las hormonas son carísimas, yo me aplico Nebido, una vez cada tres meses y está 3000 pesos y yo sin la ley no podría comprarlas, no tendría alcance” cuenta Federico Piri, varón trans de Zona Sur. 

Las múltiples denuncias acerca del desabastecimiento dejaron en evidencia el rol ausente del Estado. La situación obligó a la comunidad trans a reorganizarse para realizar concentraciones y asambleas a lo largo y ancho del país. “Yo milito para A.T.T.T.A (Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina), nos pudimos juntar entre varios compañeres trans y salimos a la calle a visibilizarnos, a contar a nuestras problemáticas”, describió Federico Piri en diálogo con ANCCOM, señalando el camión de la Asociación estacionado en Plaza de Mayo por la Marcha del Orgullo.

Actualmente hay faltantes en tratamientos de VIH y hormonas, pero también han habido faltantes de preservativos y de vacunas. “Aunque haya leyes como la ley de sida o la ley de identidad de género, lo que estamos reclamando no solo son tratamientos de hormonas, o medicamentos de VIH, estamos reclamando un Sistema de Salud”,  denunció el periodista y activista Lucas Gutiérrez, más conocido como Lucas Fauno en las redes sociales.

Uno de los reclamos a viva voz durante la Marcha del Orgullo fue acerca de que “El Estado tiene que producir de manera independiente y dejar de depender de los laboratorios privados”, expresó Mayra Francica, dirigente de la Agrupación LGBTI 1969. Si bien esto parece una alternativa viable, Camila Linn cuenta que “en general las compras son a laboratorios nacionales, pero esto no significa que sean públicas. No hay producción pública de este medicamento, pero sería interesante poder pensar la producción estatal de las hormonas y de todos los medicamentos que consideramos esenciales.

Diferentes personas que llevan adelante tratamientos hormonales se acercaron a los propios dispositivos de salud y pudieron confirmar que tanto en Gran Buenos Aires como la Ciudad de Buenos Aires se niega el acceso a la medicación. En el caso de las mujeres trans, los bloqueadores de testosterona han sido reemplazados por anticonceptivos y hasta diuréticos. Mientras que a los varones trans se encuentran totalmente despojados de la testosterona en gel o inyectable. Esto puede generar grandes consecuencias, ya que al ser un proceso biológico que se lleva a cabo a través de sustancias químicas, su interrupción provoca una gran regresión en los cambios inducidos por las hormonas, tales como la reaparición de la menstruación o una distribución diferente de la grasa. Cualquier tipo de cambio implica una gran inestabilidad emocional, debido al retraso de la transición esperada. Por eso se debe entender que “estos faltantes hablan de un Sistema de Salud en peligro. No solo de nuestras cuerpas, sino de que exigimos un sistema para todo un país”, dijo Fauno.

Las soluciones siguen sin escucharse, los efectos secundarios por la interrupción de los tratamientos comienzan a aparecer, la Secretaría de Salud sigue sin ser un Ministerio, y el Estado sigue sin garantizar la protección y los derechos de sus ciudadanos. Los entrevistados coinciden en que la única esperanza es el cambio de gobierno, pero no se puede esperar tanto cuando se trata de salud, cuerpo e identidad.