“Hoy función: El arte callejero no es delito”

“Hoy función: El arte callejero no es delito”

Esta vez fueron miles los artistas itinerantes que, por segunda semana consecutiva, se manifestaron frente a la Legislatura en contra de la modificación del Artículo 85 del Código Contravencional. Esta reforma agregaría a la figura de “ruidos molestos” aquellos que se originen en el espacio público y daría la posibilidad de realizar denuncias de forma anónima. El proyecto fue presentado a principios de junio por el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, y actualmente está en tratamiento en la Comisión de Justicia.

En un caballete de madera, un cartel pintado a mano anuncia “Hoy función: el arte callejero no es delito”; a su derecha un escenario improvisado en el que un guitarrista y un violinista tocan para un grupo de personas sentadas en ronda en la vereda. Sobre la calle Perú emergen del asfalto escenarios inventados, solapados uno al lado del otro. Basta caminar dos metros para bailar junto a una murga, escuchar el relato de un titiritero o participar de una improvisación teatral. Una columna de gigantes, vestidos para la ocasión con galeras y trajes de colores brillantes, avanzan por la calle Perú bailando sobre sus zancos al ritmo de los tambores, atrás los siguen un tumulto de brujas que agarran fuerte sus calderos y alzan sus escobas al grito de “no nos van a prohibir”.

“La calle es el recurso principal de mi familia, el sostén de tres hijas. Nos están quitando la oportunidad de trabajar y vivir dignamente”, dice Matías, la sonrisa dibujada con pintura roja sobre su rostro y la nariz de payaso contrastan con su expresión preocupada. Se acercó a la Legislatura junto a su mujer y compañera de trabajo y sus tres hijas, que juegan alrededor del cantero de un árbol e intentan sostener en el aire sus aros de hula-hula. “Ellas aman lo que hacemos. Nos dedicamos a hacer shows callejeros de clown, magia y malabares. Poder trabajar es nuestro derecho”.

Mujer vestida de payaso haciendo actividad con cintas en la calle.

Miles de artistas itinerantes se manifestaron, por segunda vez, en contra de la modificación del Código Contravencional.

Un joven carga sobre su espalda un bandoneón, lleva su cara pintada de colores y deambula junto a una chica por los distintos espectáculos montados sobre la calle. Juan y Camila trabajan hace años haciendo shows itinerantes de música y malabares. “Con el código vigente, a veces la policía nos viene a sacar y nos decomisa nuestros elementos de trabajo –dice ella-. Pero la denuncia tiene que ser de parte de una persona, con su nombre y apellido. Lo grave de esta modificación es que la denuncia puede ser anónima, eso nos quita la posibilidad de defendernos”.

“Este gobierno está en función de los negocios y no de las necesidades reales de la gente. La cultura es una necesidad de la gente”, dice Juan, perteneciente a la agrupación de Artesanos y Artistas de Plaza Houssay, una de las tantas organizaciones de feriantes y vendedores ambulantes que se sumaron al reclamo en apoyo a los artistas callejeros. “Es un proyecto mezquino que estigmatiza al artista callejero y cercena el derecho al trabajo. A los artesanos nos está pasando lo mismo, nos están cerrando los espacios de trabajo de forma compulsiva. Cerraron la feria de Plaza Houssay y estamos trabajando en condiciones poco dignas”. También participaron de la protesta numerosas organizaciones de limpia vidrios y cuida coches quienes se verían afectados por la modificación del Artículo 82 del Código Contravencional que prevé sancionarlos por su actividad con hasta cinco días de arresto en el caso de los primeros y hasta doce días para los trapitos.

Mientras tanto, puertas adentro de la Legislatura, la Comisión de Justicia se encontraba en sesión de asesores por el tratamiento del proyecto. Se convocaron oradores para poder expresar su opinión sobre la reforma y las sillas no alcanzaron. Una multitud de pie escuchaba atenta las palabras de cada expositor y esperaba ansiosa su turno para hablar.

Artista exponiendo su arte con pañuelos sobre la calle y personas observando.

La Comisión de Justicia de la Legislatura porteña está actualmente tratando el proyecto de reforma.

“De una vez por todas hay que frenar la violencia al trabajador. Estamos cansados de los maltratos de la policía que nos golpea, nos decomisa y no se identifica. Estamos hartos de que nos traten como delincuentes. En Once hay una persecución atroz en contra del trabajador de la calle. Nosotros no queremos que nos regalen nada, queremos que nos garanticen nuestro derecho a trabajar. Pongan un poco los ojos en la gente humilde”, disparó Lusmery, que forma parte de la organización de Vendedores Ambulantes Independientes de Once.

“La vaguedad de la definición de los ruidos molestos en el Artículo 85 tal como está propuesto no es inocente, es peligrosa, porque deja al arbitrio de la policía la intromisión en cualquier espacio para que sean ellos quienes decidan si es un ruido molesto o no”, expresó la organización de Abogados Culturales.

El espacio para los oradores culminó a las 17 y el debate continuó en la mesa de asesores. El proyecto continuará siendo discutido en la Comisión de Justicia para luego ser girado a la Comisión de Asuntos Constitucionales.

Ni se callan ni se van

Ni se callan ni se van

“El arte no es delito” fue el grito que reunió a cientos de artistas callejeros frente a las puertas de la Legislatura porteña este martes, para rechazar el Proyecto 1664-J-18  de modificación del Código Contravencional presentado por el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta, que prevé sanciones por “ruidos molestos” en la vía pública.

“La intención es criminalizar el arte callejero y el trabajo autogestivo. Si nos prohíben la posibilidad de ejercer nuestro trabajo libremente nos obligan a la pobreza”, dispara Gonzalo Giuliano, que vive de sus shows callejeros de clown desde hace cinco años. La calle Perú estalló de narices rojas, malabares, tambores y guitarras que sonaron durante toda la tarde como manifestación del rechazo de más de diez organizaciones de artistas a la posible modificación del Artículo 85 del Código Contravencional que, aseguran, perjudicará el trabajo artístico en las calles de la ciudad. “Creemos que tiene que ver con privatizar aún más el espacio público. Lo que está detrás de esta medida es la venta o alquiler del espacio público en función de capitales privados”, denuncia Ana Clara, perteneciente a la agrupación Músicos Organizados.

El proyecto, que engloba una serie de reformas, fue enviado a la Legislatura el 5 de junio por Horacio Rodríguez Larreta y se encuentra en tratamiento en la Comisión de Justicia. La reforma del Artículo 85 consta del agregado de un párrafo en el que se detalla la penalización por “ruidos molestos” provenientes de la calle. Puede leerse allí: “Cuando el origen de los ruidos provengan de la vía pública la sanción será de dos (2) a diez (10) días de trabajo de utilidad pública, multa de cuatrocientos ($400) a dos mil ($ 2000) pesos o arresto de uno (1) a cinco (5) días».

Artistas manifestándose en la calle.

“El arte no es delito” fue el grito que reunió a cientos de artistas callejeros frente a las puertas de la Legislatura porteña .

Además, la modificación establece la posibilidad de realizar denuncias de forma anónima: “Acción dependiente de instancia privada con excepción de los casos donde el origen de los ruidos molestos provenga de la vía pública”, se especifica. El proyecto de reforma aclara, por último, que “No constituye contravención el ensayo o práctica de música fuera de los horarios de descanso siempre que se utilicen dispositivos de amortiguación del sonido de los instrumentos o equipos, cuando ello fuera necesario”.

Los artistas aseguran que esta propuesta de modificación va de la mano con una actitud vigente por parte del Gobierno de la Ciudad para con el arte itinerante. “Los músicos ya vienen siendo hostigados en su actividad en la calle, lo que corre peligro con esta reforma es que el hostigamiento recrudecerá”, afirma Ana Clara. En el mismo sentido, Gonzalo agrega: “Nosotros nos vemos afectados muchas veces por la policía, que nos echa. Pero el público siempre nos defiende, siempre pone el pecho”.

Músicos tocando sus instrumentos.

Los artistas aseguran que esta propuesta de modificación va de la mano con una actitud vigente por parte del Gobierno de la Ciudad para con el arte itinerante.

En diálogo con ANCCOM, Daniel Presti, presidente de la Comisión de Justicia por el bloque Vamos Juntos, argumentó que la reforma no tiene nada que ver con el trabajo de los artistas en las calles. “La génesis del proyecto apunta al ruido que puedan llegar a hacer en la calle una o dos personas a la madrugada, que eso pueda llegar a molestar a terceros –dice-. No tiene nada que ver con los artistas callejeros. Nuestra intención es que ellos sigan trabajando de la misma manera que lo están haciendo ahora”. Presti asegura que la modificación que se intenta realizar al Código, que también enfoca en los llamados “trapitos”, es una política de Estado vinculada con la violencia de género: “Apuntamos a las agresiones diarias que sufren las mujeres en la Ciudad –dice-. Las mujeres se sienten afectadas si, por ejemplo, en una esquina va una persona y le exige plata, o va a estacionar un auto y un cuidacoches le exige plata. Nosotros creemos que estas circunstancias están relacionadas con lo que no se ve, a eso apuntamos”. La carátula de “ruidos molestos” quedará a interpretación del denunciante, a lo que el diputado reflexiona que “en caso de que haya una denuncia contra algún artista callejero yo confío en que el fiscal que lo aborde va a saber que la acusación no tiene ni pies ni cabeza”.

“Los artistas callejeros rompemos con el elitismo del arte, hacemos posible que las personas de la clase obrera, que tienen la plata justa para llegar a fin de mes, tengan la oportunidad de ver un espectáculo. Somos una vacuna al tedio y a la monotonía del día a día en la calle”, expresa Gonzalo sobre la importancia de poder ejercer el trabajo artístico en las vía pública. El próximo martes 10 de julio el colectivo de artistas volverá a manifestarse frente a la Legislatura para exigir la no implementación del proyecto de reforma.

De la pared al libro

De la pared al libro

Ángeles, Melisa, Carolina, Natalia, Florencia y otra Florencia se encontraron en la  marcha del 8 de marzo del año 2014. Todas tenían en común la causa y los carteles que llevaban. Natalia portaba en su cuerpo afiches de la campaña “Vivas” de México y Caro, junto a Ángeles y Florencia, pegaban grabados por doquier.

El objetivo del proyecto #vivasnosqueremos es crear gráficas con mensajes claros y entendibles contra la violencia hacia las mujeres, los femicidios y por el derecho a la autodefensa para intervenir en las calles de México. Natalia Revale, artista visual y militante fue quien se cruzó con este movimiento y volvió a la Argentina con intensión de continuar esta campaña.

En el año 2012, en el espacio de una escuela popular distintas mujeres que luego se conformaron el colectivo MuGRe (Mujeres Grabando Resistencias), retomaron la tradición del grabado mexicano como forma de expresión de las luchas sociales y populares para difundir una campaña gráfica que le diera voz a diversas luchas de género.

Con estos antecedente estas seis mujeres se identificaron en la calle del Congreso por esa unión estética en común y junto con el Taller de Desobediencia y felicidad decidieron convocar a más argentinas para producir estampas. Algunas de ellas son parte de la Federación de Organizaciones de Base (FOB), del Frente Popular Darío Santillán y colectivos artísticos como Matanza Nómade o Desobediencia y Felicidad.

Manos tallando madera.

La tradición del grabado mexicano es una forma de expresión de las luchas sociales y populares.

 “Para que sea clara en la calle hablamos con las compañeras de Mugre y decidimos sostener similitudes —cuenta Carolina—. Genera un gran impacto visual, al ser blanco y negro y al pegar los afiches juntos”.

Las chicas además de producir imágenes para campañas graficas en distintos eventos relacionados con la agenda pública feminista, también llevan dicha agenda a distintos  barrios para interpelar a sus habitantes.

“En una escuela de adultos para sordos de CABA, hicimos una actividad con los afiches en el marco de un proyecto que hace la escuela a lo largo del año. Fue el momento en el que mayor participación tuvieron las mujeres, donde se sintieron más tranquilas para hablar y participar, eso me lo dijeron los docentes de la escuela y estuvo bueno. Se sintieron respaldadas para hablar, trabajar desde la imagen y no exactamente desde la palabra anima más a algunas mujeres a decir” dijo Carolina.

A través de esta campaña también se invita a colaborar  y  producir imágenes en forma colectiva. “Lo que nos interesa es preservar el espíritu comunitario de hacer en conjunto”,  explica Natalia.

Manos tallando madera sobre un escritorio sobre el se observn objetos artísticos y un mate.

En el taller gráfico del colectivo Vivas nos queremos se realizan xilografías sobre temática de género.

Mujeres tallando e imprimiendo que pasan de la acción del taller a la salida a la calle, ese es el lema y es por ello que las organizadoras no solo brindan talleres de grabado a mujeres sino que también fomentan la circulación de imágenes en formato digital para que sean plasmadas en muros de distintos lugares del país.

Durante el Encuentro Nacional de Mujeres de 2017 se presentó el libro Vivas nos queremos que recoge los grabados producidos desde México hasta las replicaciones en nuestro país desde el año 2015.

Las editoriales autogestivas Muchas nueces y Chirimbote –dirigidas al público infantil— y la editorial Colectivo recopilaron las principales imágenes de la campaña y le dieron forma para que refleje el trabajo feminista realizado desde una perspectiva visual. El libro –que se puede conseguir a través de Facebook, en las editoriales y librerías- no solo recupera las piezas gráficas sino que también refleja las marchas del movimiento de mujeres que participan en lo que es la actividad pública de la campaña.

“Al participar dos editoriales que promueven literatura infantil, llevamos también este libro y los talleres a las escuelas para trabajar este tema con la niñez”, dijo Nadia Fink integrante de Editorial Chirimbote.

Natalia y Nadia trabajaron desde las editoriales para la edición del libro y Carolina realizó y dinamiza actividades en escuelas vinculándolo con la Ley de Educación Sexual Integral.

Afiche en blanco y negro con la imagen de una mujer y la leyenda vivas nos queremos separándose de la madera tallada.

Los afiches blanco y negro en la calle generan un gran impacto visual.

Las imágenes viajeras, colectivas y públicas, van del taller a la pared, de la pared al libro impreso y del taller a la red. Y las redes se tejen, se cruzan y se enredan como  en la escuela media 18 de Ramos Mejía en la cual, mientras trabajaban con imágenes del femicidio de Laura Iglesias, Diana Sacayán y Berta Cáceres una alumna de 3º año manifestó que su madre, por ser trabajadora social, conocía a Laura. Otros comentaron que a Diana también la habían visto por Laferrere.

La boca abierta en blanco y negro que lleva como tapa el libro fue elegida a partir de una actividad escolar en la cual las alumnas, al ver la imagen y trabajarla,  les sugirió que aquello significaba un grito y a partir de ello sostenían que lo importante era decir y contar lo que les pasa. “También remite al expresarnos, al no callar más y es una bella cita a la gran artista Graciela Sacco”, explica Carolina.

Con el dinero recaudado por la venta de los libros pudieron hacer las impresiones de los 500 juegos de 16 afiches cada uno que conformaron la campaña para el último 8M.

Las imágenes se fueron distribuyendo por todo el país. “La idea es que se autofinancie y se difundan, para que tenga visibilidad tanta creación de imágenes y de acción y de invitar a motivar”, sostiene Natalia.

Dos mujeres tallando madera sobre un escritorio, se observan alrededor afiches colgados.

La campaña invita a producir imágenes en forma colectiva.

Como dice el libro Vivas nos queremos:

“Para que la impotencia se convierta en gesto al empuñar la gubia

Para que la bronca se convierta en el surco en la madera

Y para que el miedo se transmute en estampa amuleto para fortalecer a las que vengan caminando después.

¡Vivas nos queremos, tejiendo redes sonoras por Latinoamerica!”

Afiche con la leyenda quiero ser feliz, vivas nos queremos.

Vivas nos queremos.

El arte, la calle y la política

El arte, la calle y la política

El Grupo de Arte Callejero (G.A.C.) expone una retrospectiva de sus principales trabajos bajo el título “Liquidación por Cierre”, en el Parque de la Memoria de la Ciudad de Buenos Aires. Bajo la curaduría de Florencia Battiti, la exposición sintetiza veinte años de activismo del grupo, integrado en la actualidad por las argentinas Lorena Bossi, Vanesa Bossi, Mariana Corral, Fernanda Carrizo y Carolina Golder. El lugar elegido para la muestra no es nada casual: el grupo ya se ha presentado allí en varias ocasiones, y en paralelo permanece la muestra fija de señales viales que proponen un recorrido en torno a la problemática del terrorismo de Estado, a orillas del Río de la Plata.  

Liquidación por Cierre

Quien habla en primer lugar es Carolina Golder: “Elegimos este lugar, lo conocemos desde la gestación, y si bien pertenece al Gobierno de la Ciudad lo valoramos ya que es un espacio ganado por los organismos de DDHH a partir de las luchas de los años noventa”. Sobre el título de la muestra, Golder aclara que “no significa el fin del GAC, ni mucho menos… el título que elegimos hace referencia a una creación que fue producto de las luchas de la crisis del 2001, en donde circulamos por el Congreso con una bandera argentina muy extensa que decía ´liquidación por cierre´, a un costado dibujamos el escudo nacional y al otro la sigla FMI. Era la entrega definitiva del país”.

La muestra está organizada y distribuida en cinco zonas. La Zona O comprende los inicios del grupo. Chicas de poco más de 20 años, estudiantes de arte, que se conocen fortuitamente en 1997. Cuando empezaron con las actividades, se propusieron cumplir con cierto ritual: debían ir vestidas de negro y sacarse una foto al final del acto. Sus primeros murales fueron en apoyo a los docentes de la Carpa Blanca.

La Zona 1 exhibe la lucha por el juicio y castigo a los genocidas. En palabras de la agrupación H.I.J.O.S., el escrache surge como reacción para dar paso a la acción: “En la calle, pintando el pavimento o los adoquines, colgando carteles para señalizar donde vive un genocida, el escrache demuestra que, si un gobierno no juzga, condena y lleva a los genocidas a la cárcel, el pueblo puede llevarles la cárcel a sus casas”.

La Zona 2 es la visibilización de la violencia institucional. A partir de 1983 la policía comienza a ser noticia cotidiana debido a las torturas en comisarías, las detenciones arbitrarias, las desapariciones forzadas, los casos de gatillo fácil que no dejan de incrementarse.  

Avanzando en el tiempo, la Zona 3 manifiesta la crisis del neoliberalismo. Una de sus más tristes expresiones de la década de 1990 fue la desocupación: en el 2000 el GAC instaló en las calles “el juego de las sillas”, como metáfora del sálvese quien pueda, la fiesta a la que unos pocos estaban invitados. Es el momento de la invasión de los grandes grupos económicos y financieros que se ve reflejado en la suelta de soldaditos en paracaídas, realizada también por aquellos días en la City porteña.

La Zona 4 hace referencia al estallido del 19 y 20 de diciembre de 2001. María Arena, compañera de Gastón Riva, asesinado por la represión policial, reconoce que “el único llamado que recibimos en esos días fue el del GAC”. Esta etapa comprende las frases y las placas que recuerdan a cada uno de los caídos por la represión de aquellos días.

El final del recorrido lleva a la Zona 5, la de los Anti-monumentos. En palabras de Mariana Corral, otra de las integrantes del GAC, “las versiones antiguas y empolvadas de la historia comenzaron a ser cuestionadas. Son los casos, por ejemplo, de la comisión que integramos con el objetivo de retirar el monumento a Julio Roca, o bien la propuesta de nuevos monumentos como el de Juana Azurduy”.

Cada etapa del recorrido está acompañada por contenido gráfico y audiovisual que representa el trabajo y las acciones promovidas por el grupo. El colectivo GAC no firma sus producciones, porque esa es su intención: la circulación de la obra. “Llama la atención que todo lo que está exhibido podría ser actual”, confiesa Golder. Basta con ver los carteles de la campaña Nuevos desalojos Patagonia 2004: en aquel momento se valían de las coloridas publicidades de Benetton para denunciar el salvaje desalojo de familias mapuches.

Proyecto Afiches

En el marco de esta presentación, también se exhibe Proyecto Afiches – Pensar el presente haciendo memoria, en su sexta edición. En esta oportunidad la consigna de trabajo planteada es: “¿Qué hacemos en la calle? Usos y disputas del espacio público”.

Para los responsables del Área de Educación del Parque de la Memoria, “el objetivo es que los estudiantes elaboren afiches a través de la resignificación de estas problemáticas desde una mirada contemporánea. De esta manera, el trabajo se traduce en la generación de un producto visual de gran potencia comunicativa que interpela al espectador y abre un espacio nuevo de reflexión colectiva”.

Mujeres, arte y fútbol

Mujeres, arte y fútbol

“Lo que a unas les pasa en el escenario a otras nos pasa en la cancha: hay territorios a los que nos cuesta llegar”. Quien dispara la afirmación sin titubeos es Juliana Román Lozano, entrenadora y mano derecha de Mónica Santino, DT de Las Aliadas, el equipo de fútbol femenino que se ganó la Güemes, cancha central de la Villa 31. Su referencia está en la Asociación Civil La Nuestra, una agrupación de mujeres que milita el feminismo desde el deporte y que, en la tarde del sábado, participó del Festival MIA (Mujeres Incentivando Arte) para festejar los diez años del equipo.  

El MIA es un festival de mujeres artistas de diversas expresiones y estilos, organizado por la cantante de rap Karen Pastrana y la productora y cantante Rocío Cuevas. Desde las 16 del sábado, el predio de la Cancha 9 de la Villa 31 fue escenario de talleres, baile y música en vivo: folklore, tango, rap, pop de los 80’s y cumbia.

“Ver una buena jugada de fútbol emociona porque es como el arte: trata de mejorar el mundo”. Rocío Cuevas, productora musical y cantante de Rosario y La Cruz de Sal, mira el escenario y no puede creer que hayan podido montar el MIA en medio de la Villa. Hace unos meses imaginaron la idea junto a Pastrana, que solo baja del escenario para volver a subir de la mano de una nueva artista que hace retumbar su música por todo el barrio. El MIA nació este año y tuvo su primera edición en un local de Palermo. Fue un éxito, pero ahora, en la 31, el festival toma otro rumbo y para el año que viene el objetivo es llevarlo a otros barrios y prolongar los talleres de arte para niñas y adolescentes durante todo el 2018. Esa es la meta a corto plazo, el gran sueño es llevarlo al interior del país, provincias como Chubut o Santiago del Estero, y darles espacio a las mujeres artistas de cada lugar. “En el mundo patriarcal el que divide triunfa. Nosotras creemos que el camino es unirnos”, afirma Rocío en diálogo con ANCCOM.

El MIA nació este año y tuvo su primera edición en un local de Palermo. Fue un éxito, pero ahora, en la 31, el festival toma otro rumbo y para el año que viene el objetivo es llevarlo a otros barrios.

Mónica Santino, referente del fútbol femenino en la Argentina, directora técnica de La Nuestra, señala que el festejo sintetiza lo que el equipo hizo en todos estos años: tejer una red con otros grupos de mujeres, militar desde la cancha. También, festejar es fortalecerse para lo que viene: el objetivo para 2018 es convertir a La Nuestra en un club de fútbol femenino. Un espacio en donde las mujeres entrenen desde los primeros años, lo que no existe en los clubes tradicionales que las reciben desde los 14 o 15, ya perdido el tiempo clave para la formación de un deportista cuando se construye identidad y pertenencia. “Cuando hablamos de despenalizar el aborto es lo mismo que decir que vamos a ejercer el derecho al juego, porque tiene que ver con tomar el control de nuestros cuerpos”, dice Mónica entre canción y canción. De fondo suena la voz de Ayelén Zuker, una de las cantantes del cuarteto vocal M.a.m.b.a.s, la banda preferida de Santino en la grilla del festival, mujeres con mucho glamour que cantan canciones de los años 80.

Cerca de las 18, Karen se sube al escenario para recibir una visita especial, y en medio de la cancha de básquet, entre grupos de mujeres que toman mate o cerveza, Higui y Mónica se abrazan, un abrazo que se nota fuerte, y cuando llega la pelota enseguida se dibuja un pase entre una y otra, una línea perfecta que encaja como el abrazo. “Cuando agarro la pelota soy yo, no me importa nadie ni nada”, dice Higui, la mujer que estuvo presa por defenderse de un grupo de hombres después de sufrir agresiones por ser lesbiana. En la comisaría, deprimida y a punto de “tirar la toalla”, Higui juntaba las imágenes de sus líderes, recortes de revistas que hacían de santuario: estaba el Che, el Diego, Tévez, y Mónica Santino, recortada de una nota en una revista que repartía el cura que cada tanto la iba a visitar. “Me emociono porque yo la conocí ahí, en la revista, y ahora está acá conmigo”, señala Higui en conversación con ANCCOM.

Mientras tanto, en el pasillo que rodea la cancha, los talleres acumulan rondas de pibas y pibes que se acercan a mirar. En uno de los grupos, tres jugadoras de La Nuestra prueban los instrumentos: Alexia, arquera, de unos trece años, está en el bajo. Ninguna sabe tocar, pero ahora las coordinadoras del taller cuentan hasta cuatro y ellas arrancan la canción que acaban de componer: “No me importa nada lo que digan, yo soy la dueña de mi vida”. Chicas Amplificadas es un taller itinerante de rock para niñas y adolescentes de 7 a 17 años, que se da en escuelas de Capital Federal y Gran Buenos Aires. “Hay que trabajar el empoderamiento desde los primeros años”, explica Sol, una de las coordinadoras del taller, “porque hay muy pocas que saben tocar instrumentos, a veces por falta de recursos, a veces por vergüenza”.

Ayelén Zuker, una de las cantantes del cuarteto vocal M.a.m.b.a.s.

Alexia y Milagros son arqueras en La Nuestra, y Juana juega de delantera. Cuando se enteraron del festejo, lo primero que preguntaron fue si había que llevar pelota. “En el barrio no suele haber eventos así, con escenario y buen sonido”, dice Jesica, vecina de la villa, que apenas escuchó “la base” se vino con su hija y su novio, que tiene un dúo de rap. “No conocía a ninguna mujer rapera”, admite mientras mira a Karen en el escenario. Jesica, en cambio, dice que escucha música de mujeres. “A mí me gusta el rap porque habla de la realidad, de lo que vivimos acá todos los días”. Jesica no toca pero le gustaría, y cuenta que de camino al festival, vio un cartel que ofrecía clases de breakdance y le dieron ganas de anotarse. Giselle, también vecina del barrio, dice que sabía del festival porque la hermana juega al fútbol en otro equipo de la villa. “Me gusta que las mujeres podamos jugar, ir a la cancha en vez de quedarnos en casa como nos enseñan de chicas”. reflexiona.

En el escenario sigue el desfile de artistas: Nina Uma que vino desde Bolivia y Mare Advertencia Lirika, rapera mexicana, que casi se pierde el festival cuando se encontró con las rutas del DF cortadas por problemas sindicales y estuvo a punto de perder el vuelo. No falta la ronda de sikuris y algunos tangos de la mano de Brisa Videla y su grupo Tangorante. “Las mujeres tenemos que liberarnos”, expresa Linda, que vive en la villa y hace siete años trabaja en el centro de la mujer de la Red Protege, un espacio de encuentro para víctimas de violencia de género. El local de Linda está junto a la cancha Güemes, donde entrenan las chicas de La Nuestra. “En fútbol pasa lo mismo que en nuestras reuniones, nos descargamos y así nos fortalecemos”, le explica a ANCCOM.

Oscurece, pero la villa sigue encendida. En la cancha todavía hay partido, y alrededor van saliendo reposeras con mates, botellas de vino o vasos de cerveza. Desde la entrada al predio se asoma Teófilo Tapia, el abuelo del lugar, como quien pasa a mirar que esté todo en orden antes de irse a dormir. “Cien años va a cumplir el barrio, y nos siguen diciendo que lo van a urbanizar”, denuncia. Y recuerda al Padre Mugica, que ahora le pone nombre al comedor, a la cancha, y a otros tantos espacios de la villa que le rinden homenaje. “El fútbol saca a los pibes de la esquina. Cuando no tienen trabajo, cuando está todo mal, si hay una cancha, en vez de fumar, patean la pelota”, sentencia.

El MIA es un festival de mujeres artistas de diversas expresiones y estilos, organizado por la cantante de rap Karen Pastrana y la productora y cantante Rocío Cuevas.

Chicas Amplificadas es un taller itinerante de rock para niñas y adolescentes de 7 a 17 años, que se da en escuelas de Capital Federal y Gran Buenos Aires.

Actualizado 16/11/2017