Un rally en sillas de ruedas

Un rally en sillas de ruedas

El sábado pasado se desarrolló la décimo segunda edición de Rallydad, el rally que busca visibilizar las barreras físicas a las que se enfrentan diariamente las personas con movilidad reducida en la Ciudad de Buenos Aires. El evento, organizado por la ONG Acceso Ya, invita a subirse a una silla de ruedas y realizar un breve circuito con el objetivo de ponerse en el lugar del otro. La travesía evidenció tanto los problemas urbanos para quienes tienen una discapacidad motriz como la impaciencia de los automovilistas. Baches, rampas mal hechas y negocios y escuelas que solo tienen escalones como forma de acceso fueron algunos de los hallazgos del recorrido.

Personas en sillas de ruedas, junto a acompañantes, en el d, recorrido en silla de ruedas anual de la fundacion Acceso YA

El Rallydad tiene el objetivo de visibilizar la problemática del acceso en personas con discapacidad o movilidad reducida.

Rallydad se realiza cada 17 de marzo, día en que se conmemora la promulgación de la Ley Nacional de Accesibilidad N° 24314. La norma,  tal como explicó Claudio Waisbord, fundador de Acceso Ya, “establece la obligación de que toda construcción nueva se realice en torno a estándares de accesibilidad”. Para él, usuario de silla de ruedas, “la accesibilidad es un problema específico, que coloca a los discapacitados fuera de la sociedad por razones que se pueden resolver fácilmente”.

Alrededor de las 16:30, sesenta participantes salieron de las inmediaciones de Avenida Córdoba y Uriburu, cruzaron hacia la Facultad de Ciencias Económicas, recorrieron dos cuadras hasta Riobamba y luego cruzaron Córdoba para ir por Ayacucho hasta Paraguay. La vuelta fue por Córdoba hasta el punto de origen en la Plaza Houssay. La elección del recorrido no fue aleatoria: los organizadores de Acceso Ya se encargaron de que en los metros recorridos quedaran plasmados cada uno de los reclamos que vienen sosteniendo hace más de diez años: “Elegimos este lugar porque tocábamos numerosas causas que tenemos con los subtes, con las escuelas públicas, con los locales comerciales…”, dijo Josefina Macías, coordinadora ejecutiva de la ONG.

Foto del presidente de la Fundacion Acceso YA en el Rallydad.

Claudio Waisbord, presidente de la Fundación Acceso Ya.

En el total del circuito, que representa cuatro cuadras, se identificaron baches, pozos, roturas, y hasta rampas mal hechas, “clásicos” obstáculos para las personas con discapacidad. Los participantes pasaron por cuatro instituciones educativas y sólo una de ellas, la escuela Alicia Moreau de Justo, contaba con rampa. Numerosos comercios, entre ellos un McDonald’s y un Freddo, solo tenían escalones para acceder a su interior.

Las barreras físicas no fueron las únicas a las que se enfrentaron los participantes. En el cruce de calles, tanto automovilistas como colectiveros dispararon bocinazos contra los transeúntes y hasta esgrimieron palabras desafortunadas. Tamara, una estudiante de Terapia Ocupacional que asistió al evento, contó cómo vivió el circuito usando silla de ruedas por primera vez: “Es muy laborioso avanzar debido a que las calles están muy rotas y en mal estado. Si tardás un poco en cruzar el semáforo los autos te tocan bocina”, dijo. La falta de empatía no sólo se evidencia en la impaciencia y el trato de la sociedad civil sino también en la negligencia y desinterés que manifiestan: “Los autos se estacionan delante de las rampas y si pedís que se muevan no tienen consideración”, dijo Tamara.

imagen de un papel amarillo que dice "No debe tapar una rampa, no olvide hacer el bien no cuesta tanto y hace mucho ya que usted no está excento/ta"

Acceso Ya busca mejorar la calidad de vida de los ciudadanos con movilidad reducida y, a la vez, mejorar la calidad institucional de la sociedad.

Si algo pretendía Acceso Ya con este “rally” era demostrar los peligros diarios a los que se tienen que enfrentar quienes poseen algún tipo de limitación motriz. Eso quedó a la vista cuando una de las participantes estuvo a punto de sufrir un accidente tratando de atravesar un pozo en la esquina de Córdoba y Ayacucho. Mariel Tesler, abogada de Acceso Ya, contó: “La chica se fue para atrás y casi se mata porque la rampa está mal hecha y la calle tiene una pendiente.  En general, a esas rampas solo se las pinta de amarillo y no se toman el trabajo de arreglarlas. Eso es disfrazar el mal estado en el que está la ciudad”.

Y aunque la ciudad todavía presenta muchos obstáculos, Waisbord, fue optimista al resaltar que en sus treinta años en silla de ruedas pudo ver “enormes cambios” en materia de accesibilidad y esto lo demostró en la jornada del sábado con la noticia de una nueva lucha conquistada. El 5 de marzo pasado, el juez Roberto Gallardo resolvió una cautelar que obliga a Metrovías y Sbase a garantizar la accesibilidad mínima en un plazo menor a tres meses hasta tanto se hagan las obras definitivas. Según Mariel Tesler, ahora los subtes tendrán que “destinar personal de las empresas para asistir a las personas que requieran asistencia y colocar distintos tipos de dispositivos mecánicos para que puedan acceder a los servicios”. Waisbord, por su parte, cerró la jornada con optimismo: “Estos pequeños logros son justamente el sentido por el cual trabajamos: mejorar la calidad de vida de los ciudadanos con movilidad reducida y a la vez mejorar la calidad institucional de nuestra sociedad al poder involucrar a gente que no es discapacitada en esta defensa de los derechos ciudadanos.”

imagen de las personas que participaron del Rallydad cruzando una avenida por la senda peatonal.

El Rallydad se realiza todos los 17 de marzo, día en que se promulgó la Ley Nacional de Accesibilidad N° 24314.

imagen de una vereda rota, en el fondo se ve la gente que realizó el recorrido caminando y en sillas de ruedas.

Los subtes deberán destinar personal para asistir a las personas que requieran asistencia y colocar distintos tipos de dispositivos mecánicos que les permitan acceder a los servicios.

Garra, corazón y lucha

Garra, corazón y lucha

Nuestra fuerza callejera hace que cuando una de nosotras habla muchas otras se sienten acompañadas para romper el silencio: este año, en primera persona y colectivamente, desnaturalizamos las violencias sexuales. Ya no nos callamos más. Sin embargo la violencia femicida y travesticida sigue descontando vidas”, dijo Liliana Daunes, conductora del multitudinario acto realizado en el Congreso por el Día Internacional de la Mujer que finalizó con un documento leído en medio de un conjunto de figuras sindicales, políticas, laborales y sociales. Cientos de miles de mujeres reclamaron la igualdad de géneros, la despenalización del aborto y el fin de todo tipo de violencia machista.

Año a año siguen aumentando los casos de violencia de género pese a la lucha de las organizaciones feministas.

Según datos del INDEC, se cuadruplicaron los casos de violencia de género en los últimos cuatro años: de 22.500 casos pasaron a 86.000 en el 2017. El 60% de las víctimas son mujeres entre 29 y 39 años y en el 82% de los casos su ex o actual pareja son los victimarios.

No es una falacia que en la antigüedad se cazaba en forma masiva a las mujeres por ser consideradas una “conspiración del demonio” para acabar con la cristiandad. También se las quemaba en la hoguera y eso era contemplado como un espectáculo público con una amplia adhesión social ¿Cuánto de eso pervive en la actualidad? Cuerpo, ante todo piel, toples, corpiños, purpurina, maquillajes, tatuajes, grafitis, pelucas y pelos con rastas, rapados, despeinados, alborotados, enrulados y embrujados, casi una reivindicación a aquellas brujas de la Edad Media.

La despenalización del aborto fue una de las principales consignas de la movilización.

Mi cuerpo es mío”, y lo lucen. “No es no”, afirman. “Manolo hoy te haces la cena tu solo” decretan. Mientras tanto una beba desde los brazos de su portadora se alarga para alcanzar la lente de una cámara fotográfica que no duda ni esquiva obturar esa imagen.

Zapatillas, comparsas, revoleos, banderas, trompetas, redoblantes, humo, bombos y platillos listos para orquestar una marea feminista verde que abraza la causa de la despenalización del aborto. “Aborto legal en el hospital” –aclaman-. La campaña del aborto legal, seguro y gratuito fue la reina de ésta jornada del 8M.

Los objetivos del año anterior fueron: decir basta al acoso callejero, mostrar la desigualdad entre hombres y mujeres basada en principios económicos, culturales y simbólicos, denunciar los altos niveles de femicidios que aun hoy perduran. Sin embargo, por aquel entonces, no se contaba con el apoyo de 71 diputados del Congreso de la Nación para intentar legalizar la interrupción voluntaria del embarazo.

La marcha comenzó en Plaza de Mayo y culminó en el Congreso de la Nación.

Verde, fue la luz que dio el gobierno para habilitar el debate de proyecto que fue presentado el martes pasado, luego de ser desestimado por el parlamento durante siete oportunidades. La legalización del aborto hoy está en el centro de la escena argentina, mientras Liliana Daunes –ante la atenta mirada de la madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas- advertía: “Nos declaramos alerta y movilizadas frente al uso oportunista del sistema político de nuestro histórico reclamo de autonomía.”

La movilización también tuvo una fuerte presencia de columnas militantes y sindicales que no dudaron en denunciar las políticas de ajuste del gobierno, los despidos, la represión y la criminalización de la protesta. Santiago Maldonado y Rafael Nahuel también estuvieron presentes en las reivindicaciones.

Desde la columna de los sindicatos también se reclamó por los despidos en el Estado.

La cantidad de organizaciones parecía infinita. Entre las banderas que sobresalían se leía: INTI, Hospital Posadas, Casa de la Moneda, Trenes Argentinos, Ammar, CTA, Ctera, Conadu, Barrios de Pie, numerosos grupos de izquierda, Tupac Amaru, Partido Piquetero, Sindicato de Mujeres Meretrices, Sindicato de Justicia de la C.A.B.A, CTEP, AMADTH, Ferrocarril Sarmiento, LATAM.

El discurso transcurría en un tiempo en suspensión, quizá porque el viento hacía flotar papeles con múltiples consignas que clamaban por más derechos y menos desigualdad. Flotaban en el viento y caían a un asfalto que ya no era gris, sino blanco. El suelo de la enorme Avenida de Mayo, a la altura de Callao, parecía una gran resma de papel, lista para que se le imprima otra historia, porque el movimiento feminista “emerge como un contrapoder en todo el mundo contra el avance represivo racista y conservador”. Mientras tanto, el Congreso contempla desde atrás expectante ¿serán capaces sus transitorios moradores de leer y dar respuesta a este nuevo cambio cultural que se presenta?

Se necesitan nuevas leyes que impulsen al cambio cultural que ya está en marcha. La patria integrada por mujeres os lo demanda.

La repercusión del paro de las mujeres

La repercusión del paro de las mujeres

El 8 de marzo de 1917 un grupo de mujeres, en su mayoría obreras y esposas de soldados, salió a las calles de Petrogrado a declararse en huelga. “¡Queremos pan!”, le reclamaban al régimen zarista. Esa fue, para muchos historiadores, la primera chispa de lo que meses después fue la Revolución Rusa. Coincidentemente, el 8 de marzo había sido elegido siete años antes como Día Internacional de la Mujer por la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, en Copenhague, y sería reconocido por la Organización de las Naciones Unidas recién en 1975.

Yulima Clevery, local de accesorios de celulares.

Hoy, más de un siglo después, durante el denominado 8M, se convocó a un nuevo Paro Internacional de Mujeres para manifestar el repudio a la violencia machista, a la desigualdad social y económica y, en la Argentina, para exigir con más fuerza que nunca el debate por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. ANCCOM recorrió diversos puntos del área metropolitana para atestiguar el peso de la jornada de lucha entre las trabajadoras, y pudo apreciar que, como en cada día de huelga, no es fácil ausentarse para aquellas mujeres que trabajan en relación de dependencia.  Pesan, por un lado. las presiones empresarias y, por el otro, años y ríos de tinta de tinta que estigmatizan protestas y reclamos.

En el relevamiento realizado en Avenida Corrientes, desde Callao hasta 9 de Julio, hubo un muy bajo nivel de adhesión. Sin embargo, en el local de la empresa Personal de Avenida Corrientes y Rodríguez Peña, Jésica del Mastro y su compañera se turnaron para poder ir a la marcha. “No nos dejan cerrar ni faltar y encima somos todas mujeres”, se quejó la primera. Otra fue la actitud tomada por los locales de la firma de accesorios de moda Clandestine, que cerraron de dos a tres de la tarde en señal de adhesión al paro. En otros casos, las entrevistadas acompañan las consignas del 8M y los reclamos que se defienden, pero expresaron no estar de acuerdo con el método. Ana Paula Kaczeli Meszaros, empleada de la Librería Hernández, comentó: “No le veo mucho sentido a dejar mi puesto de trabajo y perjudicar a mi empleador, que nunca ha tenido ninguna actitud antifemenina”. En tanto, Fernanda Malerba, empleada de la óptica Looking, opinó: “Entiendo lo que sucede pero no estoy de acuerdo con el corte de calle en la vía pública, porque nos perjudicamos todos los que queremos trabajar. Está bien el reclamo por los derechos, pero de otra manera”.

Jesica del Mastro, Personal.

En el barrio de Flores la situación fue similar. El centro comercial apenas alteró su rutina en el horario de inicio del paro nacional de mujeres. Cerca del mediodía, el ritmo de la Avenida Rivadavia parecía el de cualquier jueves, con el típico ir y venir de chicos a la salida del colegio y negocios abiertos. Más tarde, una buena cantidad demujeres se agolparían en las estaciones de la línea A de subtes para sumarse a la movilización en el centro porteño.

“El Día de la Mujer se celebra todos los días”, dijo Clara, empleada de un local de comidas rápidas en diálogo con ANCCOM. Está de acuerdo con las consignas de la jornada de lucha, pero no la convence la idea del paro. “Respeto la movilización y protesta por el 8M, pero no estoy de acuerdo con que se pare y se deje de trabajar. Se sale adelante trabajando, la pelea por los derechos de la mujer es en el día a día”, argumenta. Y completa: “Si exigís y reclamás derechos, luego también debés saber cumplir con tu labor”.

Marlín Souza, Cocot.

Cristina, empleada de limpieza del Banco Ciudad, cuenta que tomó conciencia de que sería un día diferente cuando al ingresar a su lugar de trabajo sus compañeros “agasajaron a cada trabajadora con una rosa”. Y explica: “En el banco nos daban la libertad a las mujeres para adherirnos al paro y a la marcha si queríamos, pero yo sinceramente el 8M lo vivo como un día más, y lo trabajo como de costumbre”.

En Lomas del Mirador, partido de La Matanza, basta con salir a la calle para comprobar que no es un día como cualquier otro. Las calles se tiñen de color violeta y miles de mujeres marchan para visibilizar sus reclamos. Los pañuelos verdes, que exigen el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, se mueven al compás del viento, atados a los candados de cinco negocios. Muchos comercios decidieron bajar la persiana para otorgar a las trabajadoras la libertad de manifestarse.

Laura Molina, Avedik Shoes.

Todo lo contrario sucedió en un instituto terciario privado del barrio porteño de Liniers. Sus autoridades amenazaron con descontarle el presentismo a las empleadas que no concurrieran a trabajar.  Sin embargo, sus compañeros varones se ofrecieron voluntariamente a cubrir las horas laborales de aquellas que quisieran adherir al paro. Rubén Vázquez, afirmó: Lo mínimo que podemos hacer es ayudar a nuestras compañeras, nadie está en condiciones de poner trabas en el camino de la lucha por sus derechos. Y Agustina Fuertes, empleada de la institución, concluyó: “Hay gente solidaria y gente que desprecia toda acción de lucha, algunos están a favor, otros en contra, pero lo que ningún hombre y ninguna mujer puede hacer este 8 de marzo es ignorarnos”.

La Municipalidad de Avellaneda, por su parte, dispuso el asueto laboral a sus trabajadoras para que puedan asistir a la marcha. Se colocaron carteles en todo el edificio bajo las consignas “Mujeres de Avellaneda paramos y marchamos” y “Sin igualdad de género no hay justicia social”. Paola Pereira, empleada administrativa de la Municipalidad, explica: “Paramos por el Día Internacional de la Mujer, por no perder los derechos que tenemos y por los que seguimos reclamando. Creo que si seguimos este camino no falta mucho para conseguir la igualdad de género. Ya hicimos bastante y creo que vamos a poder lograr lo que nos falta. Además, es importante visibilizar la lucha de las mujeres porque muchas no se animan, principalmente porque tienen miedo. Así que nosotras luchamos más que nada por ellas”.

El cine feminista que se hace ver

El cine feminista que se hace ver

Podría haber sido un día más de marzo, o allá por septiembre cuando ya estaba todo listo, pero no. Se podría haber dado de tantas otras maneras. Pero no. El Día de la Mujer cayó un jueves, y el debate por despenalizar el aborto por fin parece estar llegando fortalecido al Congreso. En este contexto, este mismo jueves se estrenó Invisible, la película dirigida por Pablo Giorgelli que trata sobre el desamparo de Ely, una adolescente de 17 años que accidentalmente queda embarazada y decide abortar. Sus ojos cansados, su andar perturbado, el camino rutinario de la escuela a la veterinaria donde trabaja para mantener un hogar quebrado por una madre depresiva y desempleada. Pero Ely sigue. Su boca no emite palabras, su cuerpo lo dice todo. Y en soledad, toma la decisión.

Definida por su director como una historia feminista y política pero no militante –y contradiciendo su nombre- este relato no dejó de hacerse visible desde antes del estreno, por su recorrido en festivales internacionales y por las excelentes críticas. Giorgelli y Mora Arenillas, protagonista de una sutileza impecable, en diálogo con ANCCOM, cuentan cómo se gestó esta obra que perturba a quien la ve y ya dio que hablar aún a quienes no la vieron.

Giorgelli define a la película como «una historia feminista y política pero no militante».

 

«Desde un principio quise evitar la película militante, que señale cómo deben ser las cosas -plantea Giorgelli-. Más allá de mi posición personal de que el aborto debe ser legal, me interesaba focalizarme en el drama personal de esta piba, lo mismo que pretendo que le pase a quienes la vean, que por ese momentito puedan convertirse en ella. La película militante no me interesa porque corre más por lo racional, más alejada de la intimidad, de la sensibilidad de las individualidades. Aclaro que solo me refiero a la película, realmente admiro a la gente que milita por las causas en las que cree. Pero yo hago cine, y el cine que elijo dirigir va por otro lado. De todos modos, es una película política porque claramente tiene una postura: es una mirada crítica al sistema. También me interesaba mucho que estuviera presente el contexto político y social en el que se da una adolescencia como la de ella. Se deja ver a través de los profesores, de los medios masivos de comunicación, de la reacción de los adultos y del Estado. Sin dudas es un contexto social muy reconocible de este país y de esta época. Lo económico también es fundamental, ya que ella y su madre son víctimas de un sistema que las empuja cada vez más hacia el margen. Por eso me interesaba que esté dentro del sistema, cerca del margen pero adentro.»

¿Cuál fue el disparador al momento de escribir el guión?

P.G.: Lo interesante es que la idea no surge desde el aborto. Después de que terminé Las Acacias (2011), que tuvo una repercusión mundial desmedida y ganamos un montón de premios, necesité vaciarme y esperar a tener claro sobre qué quería escribir. Llegó un momento en que conecté con el deseo de hacerlo sobre la adolescencia, y retomé un guión previo que se llama Monoblocks, del cual uno de los personajes transformados terminó siendo Ely. Lo siguiente que apareció fue la madre. Desde ahí se crea, desde el vínculo entre ellas que le termina dando entidad a la película y organizando la idea, aunque en la pantalla no se vea con un peso tan desarrollado. El hecho de que la protagonista esté embarazada aparece poco después y se asoma la posibilidad de que aborte o no. Ahí con María Laura Gargarella, con quien escribí el guión, decidimos parar un poco la pelota e investigar, hablar con médicos y con adolescentes que habían atravesado situaciones similares.

La realidad es que toda la película está embarazada, uno de los temas es el aborto pero no es solo eso. Cuando hablan de “la película del aborto” para mí es importante ampliar la mirada, no circunscribirla a la cuestión  “aborto sí o no”, “aborto legal o ilegal”, porque es solo una parte de algo más grande y complejo. Mi pregunta es: ¿cuáles son las causas o las posibles condiciones que generan una adolescencia como la de Ely? La respuesta es el desamparo, por la búsqueda de la identidad en una etapa en la que se la desconoce sin ser niño ni adulto. Es más allá del contexto en el que se dé. Hay algo de desamparo por el propio hecho de ser adolescente: aún no sabés quién sos.

Ely es un personaje que aparece durante la totalidad del relato. ¿Por qué esa decisión?

P.G.: Uno de los pilares que organizan la película es el hecho de contarla desde el punto de vista del personaje, porque es ella la que cuenta la historia y no yo. No hay un director omnisciente que te relata en tercera persona, porque directamente es ella en primera persona y nosotros solo somos testigos de su intimidad. Esta decisión define todo, desde planteo estético hasta el tono del relato, porque todo tiene que ser orgánico con esa mirada del mundo, adolescente. Por eso, aunque sea una película que parezca sencilla, esa simpleza costó un montón. Teníamos que poder entender esa historia para poder contarla desde adentro, desde sus ojos. Hicimos un gran esfuerzo para comprender ese personaje. No lo podía contar desde mi distancia generacional y de género. Entonces tuve que convertirme en una chica de 17 años como Ely, y lo hice a través de varias herramientas. Primero me contacté con otras adolescentes y después con mi propia adolescencia, que no es muy distinta en ese desamparo, en ese no saber. Mi intención es no juzgar al personaje, sino entender su lógica y su mundo.

Mora Arenillas es la protagonista de Invisible.

¿Qué lugar ocupa el rol del hombre?

PG: Siento que el rol del hombre frente a la cuestión del embarazo y del aborto está en otro lugar. Por supuesto que es responsable. Pero hay un límite que tiene que ver con la biología: la que pone el cuerpo es la mujer. La mujer tiene una voz más importante a la hora de decidir estas cuestiones y, aunque es importante que el debate y la reflexión se dé en ambos géneros, hay un derecho superior en ellas. Por eso las ausencias, y a la vez la presencia femenina constante. Igualmente lo más importante tiene que ver con el rol patriarcal y machista que tenemos, en la sociedad que somos. Es imposible encontrar culpables, pero todos somos responsables. La película plantea qué herramientas tenemos para hacerle frente a determinadas cosas. A la vez intenta no juzgar a nadie y comprender a cada uno desde su lugar. Tratar de aceptar los posibles puntos de vista de acuerdo a su realidad y coyuntura.  

Ely tiene su historia particular. Como todas. Como cada una. Pero Ely fue encarnada por una joven que tiene otra historia. Y la comparte. Mora Arenillas, la actriz de 18 años que dio vida al personaje protagónico del film, se presentó por primera vez para el casting de esta película a los 15. No quedó seleccionada por la corta edad. “Éramos como quinientas chicas”, rememora. Pero dos años después la recordaron, la llamaron y sin dudas acertaron.

Encarnando a una adolescente que casi no usa el diálogo, porque no puede verbalizar lo que le sucede, el trabajo de creación del personaje que realizó Mora fue complejo: “El laburo fue minucioso, al tener tan poco diálogo tenía que ser muy desde el detalle y muchísima concentración a la hora de actuar cada toma”, explica. Reconoce que la relación con el director fue esencial ya que no se terminaba el rodaje hasta que se lograra exactamente lo que él se había imaginado. Aunque la historia no tiene escenas físicas muy fuertes, “expresar toda esa emoción te come mucho a nivel físico porque es un laburo mental muy fuerte”, describe. Y confiesa haber sentido cierta nostalgia al finalizar las grabaciones: “Fue muy duro dejar a Ely, me terminé enamorando de ella, luego de cinco semanas de diez horas todos los días de rodaje, siento que nunca dejé de ser el personaje, en parte”.

La película se exhibió en vastos festivales, desde Mar del Plata hasta Venecia, con un gran reconocimiento.

En esta oportunidad, la avant premier en el cine Gaumont fue muy emotiva, con palabras sentidas y expectantes de la totalidad del equipo que produjo Invisible. Esta expectativa atravesó toda la sala. Aunque la pantalla cubierta de negro al culminar la última escena desencadenó primero un profundo y prolongado silencio. Y luego aplausos de esos que lastiman y duran varios minutos.

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Desde el jueves 8 de marzo la película se encuentra en cartelera.

 

Volvió el trueque en el Conurbano

Volvió el trueque en el Conurbano

En un contexto en donde la inflación acumulada en los últimos dos años es del 65 por ciento, empujada por devaluaciones y tarifazos, numerosos sectores de la población sufren cada vez más para poder adquirir bienes básicos. El impacto es contundente, especialmente en los barrios del Gran Buenos Aires. Este panorama lleva a que con el instinto de sobrevivencia y con la experiencia adquirida en la crisis de 2001, se vuelva a recurrir al trueque, como una forma de intercambio de productos anterior a la aparición de la moneda. Lo que parecía historia vuelve a ser una realidad cotidiana.

Dos mujeres revisan una bolsa de pan en el Mercado de trueque "Lulú".

Ante la agravante situación económica, reapareció una práctica que parecía olvidada: el trueque.

María Magdalena Isasi es una de las administradoras del “Trueque Canje Lulú” en Merlo. “Conocí el trueque hace más de cinco años –relata-, pero cambiábamos objeto por objeto, no era por mercadería; esto empezó recién a finales del 2015. Coordinamos casi todo por Facebook, al principio lo hacíamos en la plaza, frente a la estación de Padua. Algunas tenían un punto de encuentro, pero los inspectores municipales les quitaban las cosas, nos movilizamos y se consiguió el Ateneo de Padua para hacer el trueque, fue una lucha. No fue gratis”.

Isasi continúa narrando su experiencia: “Hoy somos como 35.000 personas, abonamos 15 pesos la entrada para costear los gastos, en un principio éramos todas mujeres, hace dos semanas recién se incluyeron a los hombres, haga calor o frío siempre vienen muchas personas. Cuando alguien no realiza ningún cambio hacemos una colecta de alimentos para ayudarlo”. Para poder ser miembro de este nodo se tienen que asociar enviando una solicitud por Facebook y aclara que no se utilizan bonos de trueque.

Una multitud en el Club Unión de Merlo. Una mujer en primer plano se lleva algunos productos en sus brazos.

Desde finales de 2015, en el mercado «Trueque Canje Lulú» se intercambian mercaderías.

Lorena Cardoso, que va al nodo que funciona en el Club Unión de Merlo, dice que antes el espacio funcionaba en otras entidades, pero tuvieron que mudarse “porque cada vez hay más gente”. “Me enteré por Facebook –cuenta-. Vi una publicación que me interesaba y comencé a ir a principios del año pasado, éramos pocos y ahora somos muchísimos. Para entrar se demora como una hora y media, mi marido trabaja pero nunca me alcanza. La mercadería me sirve mucho, todos los sábados voy religiosamente”. Y agrega que a veces se acerca gente que vive en Capital, en donde todavía no resurgieron los nodos con la misma intensidad.

En la Sociedad de Fomento de Rafael Castillo, Partido de La Matanza, funciona un espacio de trueque desde 2001, los martes y jueves a la tarde y el sábado a la mañana. “En este lugar el intercambio de los productos se realizan por mercadería o por créditos, la entrada cuesta trece pesos o 200 créditos, ahora lo que más se busca es la mercadería”, explica María Rosa, en lo que es uno de los pocos nodos que funciona con créditos –una especie de cuasimoneda- igual que hace 16 años.

La ropa acomodada en el piso del Club Unión de Merlo está lista para ser intercambiada.

Cada mercado de trueque tiene su propia lógica. El de la Sociedad de Fomento de Rafael Castillo funciona con créditos.

En esa zona también existe el “Trueque por Mercadería Rafael Castillo”, que se lleva adelante en la plaza de la estación de tren todos los días. Mediante el uso de Facebook se realiza el contacto y se coordina la entrega del producto. Algunas personas, como Rosana Gómez, ya son habitués de diferentes nodos. “Mi mamá me enseñó cómo es el trueque, vamos a Castillo. En Merlo voy al Martín Fierro, al Club Unión, cambio por mercadería o algún producto que pueda vender en la feria y de esa manera puedo tener algún ingreso”, explica.

Ya en el sur del Conurbano, Marcela Benítez, administradora del Trueque “Cambio por Mercadería Barrio Sarmiento”, dice: “Comenzamos cinco mujeres, hoy somos como 10000. No aceptamos hombres para no tener problemas”. Y agrega: “Mi marido perdió el trabajo el año pasado, él trabajaba en el Hospital Borda, te imaginás lo que pasé. También recolectamos alimentos para sortear a las compañeras que no lograron cambiar nada, de esa forma les ayudamos”. Acongojada y resignada, Marcela comenta y recuerda cómo vivió el 2001: “pensar que volvimos a esto; soy madre de dos hijos y tengo que poner el pecho”.

Dos mujeres venden ropa sobre mesas de madera en el club Unión de Merlo.

Los distintos mercados de trueque tienen una participación mayoritaria de mujeres.

Actualización 30/01/2018