¿Lo primero es la salud?
Se cumplen ocho meses desde la media sanción del proyecto de Ley de Etiquetado en la Cámara de Senadores y puede perder estado parlamentario si no se aprueba este año. Organizaciones sin fines de lucro, sociedades médicas y agrupaciones en defensa de los derechos del consumidor reclaman en redes con el hashtag #EtiquetadoClaroYa para que se establezca como una reglamentación integral sin modificaciones para generar una alimentación saludable y evitar enfermedades crónicas no transmisibles.
Florencia Guma, licenciada en Nutrición y cofundadora de Sanar (Sociedad Argentina de Nutrición y Alimentos Reales) asegura: “Esta ley es integral, porque está el etiquetado, los entornos escolares y la regulación a la publicidad dirigida a chicos. Eso cubre un montón en cuanto a la educación. Creo que todos nos merecemos estar educados sobre el tema y tener información sobre lo que comemos. Es un proyecto muy completo y por eso bregamos para que salga tal cual está porque seríamos pioneros en Latinoamérica y en el mundo. El acceso a la información hace una mejor decisión alimentaria”.
Si bien entre los senadores el proyecto tuvo 64 votos a favor y 3 en contra, en Diputados el debate se interrumpió. Las organizaciones que trabajan juntas desde la formulación de la ley denuncian que esto se debe a el lobby sobre El Poder Ejecutivo y el Legislativo y puertas giratorias entre los ministerios de Agricultura y Comercio. “El poder de lobby o la interferencia de la industria no es un tema menor. Justamente afecta uno de los sectores quizás más poderosos de argentina: la industria alimentaria”, afirma el Ignacio Drake, responsable del Área de Proyectos de Consumidores Argentinos, en la ONG que busca informar, educar y defender a los consumidores.
María Belén Núñez, miembro de Sanar, señala que la creación de pánico económico y la desestimación de la evidencia científica por la industria de los ultras procesados también retrasa la sanción de la ley. “Tenemos que ver si los tomadores de decisiones no tienen algún conflicto de intereses en el que quieran beneficiar a alguien, en vez de beneficiar a la salud. Por ahí hay gente que salió a decir que las lentejas iban a tener un sello de advertencia, que el tomate iba a tener un sello de advertencia. Todo esto fue también como para desprestigiar un poco la ley y generar confusión en la sociedad”, describe.
Las organizaciones aseguran que el etiquetado es muy difícil de interpretar para el consumidor común. Según la Universidad Siglo 21, a través de su Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales, solo uno de cada cuatro personas lee actualmente las etiquetas de los productos que compra. Pero, de todas maneras, el Código Alimentario Argentino no obliga a los fabricantes a comunicar la cantidad exacta de azúcar en un producto. “Hoy la gente compra, por ejemplo, un yogurt creyendo que es un alimento saludable y con muchos nutrientes. Pero la industria, para venderlo más, le pone muchísima azúcar, muchísima cantidad de aditivos, sabor a frutilla, olor a frutilla, color de frutilla y terminan siendo golosinas. Es un falso saludable”, agrega Núñez.
La Ley de Promoción de la Alimentación Saludable se base en tres ejes, el primero tiene que ver con la implementación de un sistema de advertencia de sellos con forma de octógonos negros con la leyenda “Exceso en…”, indicando que un alimento ultra procesado (formulaciones industriales elaboradas a partir de sustancias derivadas de los alimentos) contiene un exceso de nutrientes críticos, ya sean azúcares, sodio o grasas. Además de la inclusión de una etiqueta con la leyenda: “contiene edulcorantes, no recomendable en niños/as” o “contiene cafeína, evitar en niños/as” a los productos que correspondan.
Esta clasificación de los alimentos se rige por el perfil de nutrientes elaborado por la Organización Panamericana de la Salud. En donde se tienen en cuenta los límites máximos de consumo de determinados nutrientes que puedan tener un impacto o ser perjudiciales en la salud. Según el Ministerio de la Nación y la Fundación InterAmericana del Corazón Argentina, es el perfil de nutrientes que más se adecua a las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA).
“Se da a conocer más la ley por el etiquetado y no por todos los ejes que tiene, porque le toca la imagen al envase del producto y afecta a la industria, que va a tener que modificar cuestiones para evitar los sellos”, comenta Florencia Guma sobre los otros dos ejes del proyecto que son los más innovadores y se relacionan particularmente con la alimentación de los niños y niñas. Uno de ellos estipula que a los productos que les corresponda llevar algún tipo de sello octagonal se le prohíbe cualquier tipo de publicidad. Tampoco podrán utilizar claims, personajes animados, premios o regalos para atraer al consumidor. Por otra parte, estos productos, no podrán ser ofrecidos ni comercializados en entornos escolares. Magdalena Merlo, coordinadora del Área de Salud de la Fundación para el Desarrollo de Políticas Sustentables (Fundeps), explica que es allí donde se genera el impacto positivo en la educación nutricional y la salud de los niños. “Históricamente los niños y niñas pasan muchísimas horas en las escuelas donde hay una exposición constante a estos alimentos. Con esta ley, el Estado tendría el deber de priorizar en los programas de asistencia alimentaria la compra de productos que no tuvieran sellos”.
Argentina se ubica en el primer puesto de la región en sobrepeso en menores de 5 años, según el informe sobre la exposición de niños, niñas y adolescentes al marketing digital de alimentos y bebidas en nuestro país realizado por Unicef. Además, asegura que uno de cada dos chicos y chicas compran alimentos poco saludables atraídos por publicidades y que los contextos digitales están completamente desregulados en lo que refiere a la constante exposición de los más pequeños a alimentos y bebidas poco saludables.
Mientras que la Ley de Promoción de Alimentación Sustentable se mantiene en un limbo, desde Comisión Nacional de Alimentos (CONAL) se presentó un proyecto que supone reemplazar los sellos “Exceso en…” por “Alto en…”, modificando el sistema de perfil de nutrientes de la OPS por umbrales más bajos, excluyendo todas las regulaciones en los entornos escolares y la publicidad. También deja afuera las etiquetas relacionadas con los edulcorantes y la cafeína, María Belén aclara que “son varias diferencias técnicas que son más funcionales a la industria y menos funcionales a la salud. Entonces quedan por afuera bastantes regulaciones y no logra hacer tan efectivo como la evidencia científica de otros países nos está diciendo”.
Lo cierto es que el proyecto original cuenta con el apoyo de numerosas entidades como la OMS, la OPS, Unicef, la Sociedad Argentina de Pediatría, la Fundación InterAmericana del Corazón y la Coalición Nacional para Prevenir la Obesidad Infantil en Niños, Niñas y Adolescentes, por mencionar algunas. Cada vez son más los países Latinoamericanos que aprueban leyes similares, consiguiendo cambios en los hábitos alimenticios. Son el caso de Chile, Perú, Uruguay y más recientemente Colombia.
A pesar de esto y la gran aceptación por parte de la sociedad, que se manifiesta en las redes sociales, todavía no hay fecha para su tratamiento en la Cámara de Diputados. Tanto Sanar, Fundeps y Consumidores Argentinos, como otras organizaciones médicas y en defensa de la soberanía alimentaria promueven la participación a través de la plataforma Activa el Congreso, en la que quien quieran pueden enviar mensajes a los legisladores solicitándoles que voten a favor del proyecto, para garantizar nuestro derecho a una alimentación más saludable.
¿Operación de riesgo?
Paula Qualina, médica cirujana especialista en patologías mamarias y miembro titular de la Sociedad Argentina de Mastología, explica: “Cuando el implante es colocado en el cuerpo, en principio nunca lo va a tomar como algo propio, y genera una cápsula alrededor para protegerse y aislar al implante. Si bien eso se sabe, no se habla de las distintas complicaciones que pueden sufrir los pacientes”. Esa resistencia a un cuerpo extraño puede generar distintos tipos de patologías muy variadas, poco estudiadas y con una baja incidencia relativa, pero sobre un universo numeroso: según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Eestética (ISAPS por su sigla en inglés), en 2019 se realizaron 33.275 cirugías para aumentar las mamas en Argentina y 1.795.551 en todo el mundo.
Una de las complicaciones es la reacción inflamatoria que conlleva una contractura capsular. Qualina explica que “esto produce un aumento de tamaño de la mama y mucho dolor”. Otra complicación que puede aparecer, detalla, es un “linfoma anaplásico asociado a prótesis, un cáncer de tipo inmunológico”. Si bien se trata de un riesgo infrecuente entre las personas implantadas, es una enfermedad seria que requiere extraer las prótesis y, a veces, tratamiento con quimioterapia.
“Seis años después de implantarme -Valeria Olveira- me levanté con un pecho que tenía el doble del tamaño. Me dolía y me ardía mucho”. Luego de hacerse una ecografía le dijeron que debían extraerle líquido y mandarlo a analizar. Allí comenzó una pesadilla para su vida, con una seguidilla de estudios, interconsultas de médicos, falta de información sobre el tema y también miedo de contarle a sus padres. “La verdad es que la pasé mal. Yo era una persona sana y de un día para el otro tenía el diagnóstico de cáncer de linfoma asociado a prótesis mamarias”, señala. Su lucha contra esta enfermedad duró un año, le quitaron los implantes y tuvo que hacer quimioterapia y rayos porque el linfoma había migrado al ganglio. Hoy, luego de cuatro años desde su diagnóstico, se podría decir que está curada, aunque explica: “Nunca estás curado de cáncer, estás en un estado de remisión donde no hay alteraciones cancerígenas en el cuerpo”.
Según un estudio del centro de detección de cáncer Md Anderson Center de los EE.UU., realizado en noviembre del 2020, existen 1.136 casos y 36 muertes comprobadas en el mundo a causa de este linfoma producido por los implantes mamarios. Este mismo estudio, informa que en Argentina hay 13 casos detectados y una muerte.
Olveira se interiorizó del tema y ante la falta de información creó un grupo de Facebook llamado “Mis implantes mamarios me dieron cáncer”, allí comenzó a dialogar con muchas mujeres desesperadas por los tratamientos, los costos, y descubrió un montón de enfermedades asociadas a esa intervención. “Yo no quiero asustar, pero pasé un cáncer y me parece que hay que saber los riesgos cuando te implantás. No quiero que nadie más pase por esto”, declara.
Otro de los posibles riesgos de tener implantes es el Síndrome de Asia (Auntoimmune Síndrome Induced by Adjuvants, es decir, Síndrome Autoinmune Inducido por Coadjuvantes), conocido vulgarmente como la “enfermedad por implantes mamarios”. La doctora Qualina considera que éste riesgo es el menos conocido por la comunidad científica, pero existe y altera distintos sistemas del cuerpo. “En algunos casos, el síndrome aparece rápido y lo asociás a las prótesis porque en cuestión de días el paciente se siente mal, pero esto es lo menos frecuente. Lo habitual es que los síntomas aparezcan paulatinamente”, explica la especialista en patologías mamarias.
Los síntomas de este síndrome son variados. Por ejemplo, puede afectar al sistema nervioso y generar un déficit cognitivo; a nivel de salud mental provoca depresión, ansiedad, ataques de pánico. “Muchos pacientes vienen con medicación psiquiátrica”, reconoce la doctora. También afecta a nivel reumatológico y desarrolla enfermedades como tipos de artritis, debilidad muscular, fatiga crónica. Otras alteraciones que están asociadas son enfermedades autoinmunes como hipo e hipertiroidismo, diabetes, alergias, alteraciones cutáneas, caída del cabello e infecciones resistentes a los tratamientos como hongos vaginales. Qualina insiste: “No todas las personas implantadas pueden tener complicaciones, lo que es cierto es que potencialmente todas están expuestas”. El problema es que no se trata de una afección suficientemente estudiada por lo que no se cuenta con datos claros sobre porcentajes y causas.
Muchas diversidad, pocos datos
¿Por qué hay tantos y diversos síntomas del Síndrome ASIA? Qualina aclara: “Hay una teoría que dice que son reacciones autoinmunes que provocan síndromes generalizados, no localizados en una parte del cuerpo. Otra teoría dice que la prótesis puede provocar una migración microscópica en la cual iría perdiendo metales pesados, en donde partículas de siliconas migran a los ganglios y al torrente sanguíneo”. Muchos de los implantes tienen metales pasados como mercurio, plomo o arsénico que, en principio, no debería salir de la prótesis. Los fabricantes no suelen informar sobre esas características de sus productos.
A la hora de hacer el diagnóstico, la doctora subraya que lo importante es indagar sobre el antecedente de haberse colocado las prótesis. El trabajo posterior es fundamentalmente clínico. “Si bien cada paciente es único, todas relatan lo mismo. Hay patrones de síntomas muy similares y por eso es que se habla del síndrome de ASIA”, remarca Qualina. Lo primero que se realiza en estos casos es la quita de las prótesis. Luego de la cirugía de explantación los síntomas de las pacientes mejoran en un 80%.
ANCCOM también conversó con Angie Monasterio, quien a los dieciocho años se implantó y tuvo las prótesis quince años hasta que confirmó que sus problemas de salud estaban relacionados con los implantes mamarios. “Yo lo transité sola sin tener respuesta de los médicos, como le pasa a la mayoría de las mujeres, es una enfermedad de mucha invisibilidad, a pesar de que está en la documentación científica y tenemos varios cirujanos que hablan del tema”, aclara Monasterio.
La cirujana Qualino, considera que es importante aclarar que los riesgos posibles de contraer tanto el Síndrome de ASIA, como la contracción capsular o el linfoma mamario, no tienen que ver con la marca de las prótesis. Incluso, Monasterio comenta que ella tenía una “primera marca” y se enfermó igual.
La doctora explica: “Al ser síntomas insidiosos que van apareciendo de a poco, la paciente los va naturalizando y piensa que es por estrés, cansancio o la edad”. Eso mismo le sucedió a Angie, quien padeció muchos de los síntomas del Síndrome de ASIA como infecciones de garganta, disnea y apnea respiratoria, inflamación de las articulaciones, entre otras, y también psíquicos. “Estaba en un estado de ansiedad y con ataque de pánico constantes. Viví un infierno y hasta llegué a tener pensamientos suicidas. No entendía por qué me estaba enfermando tanto”, confiesa. La confirmación de que eran los implantes los que dañaban su salud fue cuando se los quitó y los síntomas mejoraron notablemente: “Volví a vivir” declara.
Monasterio, al igual que Olveira, creó un grupo de Facebook cerrado denominado “Enfermedad por Implantes Mamarios” que tiene catorce mil miembros y un promedio de veinte mensajes por día. “Son mujeres que están enfermas por culpa de sus implantes y buscan una respuesta; son mujeres que replican mi historia”, señala Monasterio y agrega: “En el grupo brindamos información y contenemos a las mujeres, porque esta es una enfermedad huérfana de la que nadie se hace cargo”. En Instagram, Angie tiene cincuenta mil seguidores. Allí difunde publicaciones sobre el tema y conversa con especialistas.
“No es una locura de las redes sociales”, subraya la doctora y cuenta que, aunque ella sí hace explantanción de prótesis no todos los médicos cirujanos la realizan. Tanto Monasteiro como Olveira coinciden en que los médicos las tildan de “locas” cuando plantean el tema: “Nos quieren derivar al psicólogo o al psiquiatra”, exponen. Algunas de las frases que escuchan de los consultorios médicos son: “Si estás divinas”, “vas a quedar chata”, “desfigurada como un varón”.
Estudios de la comunidad científica
Aunque hay miles de estudios realizados en revistas científicas, la enfermedad por implantes mamarios no está reconocida oficialmente: “Es una falencia médica”, considera Qualina. “Negar la enfermedad de entrada es permitir seguir en la ignorancia a costa del sufrimiento de mujeres por las prótesis –agrega-. Y no son sólo mujeres, hay mujeres cis y mujeres trans. Yo empecé a aprender hace cinco años, de a poco, cuando empezaron a venir pacientes a mi consultorio a contarme qué les pasaba y empecé a buscar información. La clave del diagnóstico está en aprender, investigar trabajos científicos, ir a congresos o centros de investigación”.
Otra de los problemas de no ser una enfermedad reconocida oficialmente es la falta de porcentajes y estadísticas certeras de cuántas mujeres implantadas sufren algún efecto adverso. “No se puede decir el porcentaje porque está subdiagnosticada. Primero tiene que ser reconocida, después se tienen que empezar a hacer estudios más grandes de investigación para dar cuenta de todos los casos”, explica.
Las prótesis que llegan a la Argentina son importadas y la ANMAT es el organismo que las acepta. La FDA (Food and Drug Administration) de Estados Unidos es el regulador de todos los medicamentos y dispositivos de ese país y desde el año pasado, subraya la médica Qualina, advierte sobre el potencial de las enfermedades asociadas a implantes, y reconoce el linfoma anaplásico a causa del implante.
¿Qué información hay que considerar antes de implantarse?
Qualina explica: “Primero hay que averiguar, consultar con otras personas que se implantaron si tuvieron complicaciones. Segundo: saber si la persona que se va a implantar tiene enfermedades autoinmunes o reumatológicas, porque es mucho más probable que tenga este síndrome. En ese caso, yo desaconsejo la colocación de prótesis. Tercero, cuando vas al cirujano plástico hay que averiguar bien, preguntarle sobre este síndrome, es fundamental la búsqueda de información y erradicar el concepto de que son para siempre”.
Para aquellas mujeres que están implantadas y se topan con la información de los riegos posibles de las prótesis, la doctora sugiere “no entrar en pánico”, porque, no todas van a sufrir este síndrome ni ninguna otra complicación. “Si todas tuvieran sintomatología, sería dramático. Pero sí hay un porcentaje de personas que son más susceptibles a tener alguna patología luego”. Aconseja además que “si vos con las prótesis colocadas, estás contentas y te sentís bien: adelante, seguí con tu vida porque estás dentro del grupo que no desarrolló el síndrome de ASIA. Como todas las mujeres debes hacer todos los controles mamarios. En cambio, si con prótesis no te sentís bien, y comenzás a sentir síntomas, es necesario hacer una consulta a un especialista”.
Lo que se busca, entonces, es la divulgación de la información antes y después de la implantación. “Estamos en una lucha de información”, resume Olveira. Monasterio coincide y plantea que “lejos de querer ir en contra del cuerpo médico, queremos que se nos una y que escuche lo que nos está pasando”.
Nada se pierde, todo se composta
Durante el Mes del Compostaje, organizaciones de la sociedad civil y gobiernos buscaron promover el abono orgánico en todas sus formas para concientizar sobre sus beneficios y difundir su práctica.
La campaña se extendió del 22 de marzo, Día del Agua, al 22 de abril, Día de la Tierra, y a ella se sumaron las huertas comunitarias que cada vez ganan más terreno. Una de las que participó en la iniciativa fue Raíces Urbanas, ubicada en una terraza del barrio porteño de Almagro, donde conviven especies diversas de plantas, flores e insectos. Las ramas y las hojas crecen al sol y, aunque rodeado de edificios, en este pulmón verde un grupo de personas produce alimentos. En esta labor es fundamental el compost, aquella materia rica en nutrientes que necesita la tierra para darle frutos a las plantas que luego comemos.
“El suelo es la base de todo. Un suelo sano son plantas sanas que después son alimentos sanos para nuestro cuerpo”, afirma Daniela González, licenciada en Gestión Ambiental Urbana de la Universidad Nacional de Lanús e integrante de Raíces Urbanas. En la huerta aprenden y comparten conocimientos, y todos los materiales que usan para plantar y compostar son reutilizados, como cajones de verdura, pallets y envases plásticos. Bajo la misma premisa –los residuos son recursos– trabaja el Colectivo Reciclador que fabrica las macetas de su huerta urbana y sus composteras con cubiertas, tachos y telgopores. Nada se pierde, todo se transforma, de eso trata la economía circular.
Aunque la Ley N° 25916 propone como objetivos “lograr un adecuado y racional manejo de los residuos domiciliarios mediante su gestión integral, a fin de proteger el ambiente y la calidad de vida de la población, y promover la valorización de los residuos domiciliarios, a través de la implementación de métodos y procesos adecuados”, esto no se refleja en las políticas públicas. Son las organizaciones de huerteros y huerteras por una seguridad y soberanía alimentaria las que actúan para reducir los residuos, desarrollan nexos comunitarios, promueven un uso eficiente del espacio público y generan beneficios ambientales. González afirma que las gestiones municipales no actúan al ritmo de la exigencia ciudadana.
Raíces Urbanas tiene su origen en el proyecto ecológico de un movimiento juvenil del Centro Comunitario Tzavta, ubicado en la Comuna 5 (Almagro y Boedo), una de las que tiene menos espacios verdes. En 2015, gracias al Programa ProHuerta del INTA, dieron el primer taller sobre compost, siembra y plantas medicinales. En 2016 eligieron un nuevo nombre para la huerta con el objetivo de formar una organización independiente del movimiento que funcionaba en el edificio. “Empezamos a vincularnos con otras organizaciones y a dar talleres, pero no sólo con el objetivo de que la gente aprenda a cultivar sino para usar la huerta como una herramienta de educación ambiental, que permita cuestionar hábitos cotidianos en la ciudad y trabajar diferentes temáticas como la soberanía alimentaria, la biodiversidad, la generación de residuos y el vínculo como habitantes urbanos con el entorno”, relata González.
El ecosistema generado en la huerta permite observar que toda planta y todo insecto es importante y cumple una función para mantener el equilibrio. Raíces Urbanas impulsa un cambio de mirada: “Hay que trabajar en los hábitos de consumo y reducir, porque no sirve reciclar si no reducimos todo lo que producimos. También tenemos que replantearnos cuestiones que en la vida cotidiana resultan habituales y que se pueden modificar. Consumir es un acto político. Hay que resignificar lo que ya generamos como un recurso que se puede volver a usar y no como algo a descartar”, concluye.
El Club del Compostaje es una de las líneas de acción del Colectivo Reciclador, liderado por Carlos Briganti, conocido como El Reciclador Urbano. “Hace tres años comenzamos a acercarnos un conjunto de personas heterogéneas como ingenieros agrónomos, arquitectos, artistas, diseñadores gráficos, vecinos y vecinas, en un contexto de emergencia alimentaria en el país y donde la problemática ambiental, principalmente en las ciudades, era cada vez más visible”, cuenta Agustín Reus, miembro del colectivo y licenciado en Economía Agraria de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. El Reciclador Urbano le abrió las puertas de su terraza a esta comunidad para pensar maneras de salir del entorno propio y poder ofrecer a la sociedad el trabajo que hacían. “El primer acercamiento fue a instituciones, hogares de día, escuelas, parques, centros comunitarios, espacios de gestión cultural, lugares donde íbamos con la simple premisa de reciclar nuestros orgánicos y utilizarlos para el compostaje, tener una soberanía alimentaria a través de una semilla propia y generar alimentos hortícolas o frutales”, cuenta Reus.
Antes de la pandemia, iniciaron un proyecto de composteras comunitarias con tachos industriales de 200 litros donde vecinos y vecinas podían aportar sus residuos orgánicos y equilibrarlos con “secos”, virutas de madera u hojas. La separación de residuos en origen incluye preservar los cartones y papeles, limpios y secos, para los recolectores y recuperadores urbanos, ya que es su insumo y fuente de trabajo. Luego de esta experiencia, la comunidad comenzó a compostar en sus casas, aprendieron y compartieron con otros sus conocimientos y generaron menos residuos. La campana verde de secos empezó a tener una separación de mayor calidad y de mejor disposición de los residuos, y la campana negra se redujo en cantidad.
“De las 7.500 toneladas diarias de residuos, la fracción orgánica es la mitad. Ese residuo ineficiente y de gran impacto para el ambiente después se rellena en un basurero. Podría evitarse el gasto de hidrocarburos que genera la recolección y la logística, y el impacto del dióxido de carbono. En los rellenos sanitarios del CEAMSE hay un proceso anaeróbico, o sea falto de oxígeno, y se produce la putrefacción que en consecuencia genera metano, 28 veces más captador de calor que el dióxido de carbono. Tenemos un efecto invernadero por donde se lo mire. Encima estamos trasladando agua de los orgánicos que cuando se pudre en los basurales o en los rellenos –donde en teoría no sucede porque tienen un nylon que los filtra o deja estanco ese lixiviado- se lixivia en las napas, contaminándolas y acidificando océanos y ríos”, sostiene Reus.
El Vivero Huerta Tierra Salud también forma parte del Club del Compostaje y es un espacio de revinculación social y desarrollo productivo que forma parte de la red del Programa de Emprendimientos Sociales perteneciente a la Dirección de Salud Mental de la Ciudad. Adriana Pérez, terapista ocupacional y responsable de la huerta, explica que el objetivo del proyecto es ayudar a las personas con padecimiento mental a recuperar o adquirir las capacidades y habilidades necesarias para el desarrollo de una vida cotidiana en la comunidad de la manera más autónoma posible y digna. Por lo cual “promociona la salud y la integración sociolaboral utilizando como medio la producción, la capacitación en tarea y la comercialización” de la mano de licenciados en terapia ocupacional y técnicos huerteros.
Como agrega Pérez, la producción de compost orgánico surge de promover un espacio autosustentable de huerta y plantas nativas donde la materia prima fundamental, abono y nutrientes se obtienen de un proceso natural donde participan todos. “El modelo agroecológico es un modo de vida que promueve relaciones tanto en lo productivo como en lo social y comercial”. Con la llegada de la pandemia y los protocolos de cuidados, muchas de las actividades y salidas dejaron de hacerse. “Si bien entendemos esenciales los dispositivos de emprendimientos en el proceso de rehabilitación, comprendemos que por el contexto de cuidados por el Covid-19 se debe disminuir la circulación”, señala Pérez.
Compostar en grande
Otras de las acciones para reducir el impacto ambiental negativo de la “basura” son los proyectos cooperativos “Compostario” y “Reciclario” del Grupo Asuma. En él participa un equipo interdisciplinario de arquitectos, diseñadores industriales y ambientólogos que desarrollan desde el diseño y la perspectiva ambiental, propuestas integrales a problemáticas socioambientales, enfocadas en la sustentabilidad popular. Esto quiere decir que ambos proyectos tienen su raíz en la valorización de residuos a partir de estrategias descentralizadas, comunitarias y enmarcadas en una economía social y solidaria. En diálogo con ANCCOM, miembros del equipo remarcan que el Compostario busca ser una herramienta de transformación no solo para la gestión y recuperación de residuos orgánicos sino también para implementar e informar estas prácticas en instituciones, escuelas, clubes y centros comunitarios. No obstante, esta alternativa sustentable presenta ciertas dificultades sobre todo vinculadas al acceso de financiamiento: «La organización y la previsión son difíciles con la situación que atraviesa el país y el mundo entero. Al mismo tiempo, creemos que va a ser un producto muy demandado porque con las innovaciones que lleva, optimiza el proceso de compostaje y facilita las tareas asociadas a la fabricación del compost. Además, por la desventaja que presentan los productos importados frente a los nacionales”, indican.
Sin embargo, el gran obstáculo de estos proyectos, como subrayan desde la Asociación, es demostrar a través de la planificación la enorme factibilidad y potencialidad a mediano y largo plazo: «Lo que verdaderamente se necesita es muchísima planificación, inversión económica, tiempos extendidos, pruebas piloto, y ahí sí, una vez alcanzado todo ello, una gran voluntad política para masificar las propuestas y, por lo tanto, las soluciones». Estas soluciones indudablemente cobran relevancia si interviene el Estado ya que se trata de proyectos ideales para articular con las políticas públicas. “En el caso del Compostario estamos cerca de tener la capacidad de producirlo para ser incorporado en este tipo de programas y podría ser complementado su uso con capacitaciones y asesoramiento técnico a los municipios. La pandemia retrasó estas iniciativas en la implementación en ámbitos públicos porque significó reasignaciones presupuestarias a la emergencia, derivando al sistema de salud y de asistencia social”. En este sentido, tanto la cooperativa como diversas organizaciones, manifiestan la necesidad de gestionar políticas públicas y una correcta normativa para ordenar, promover y regular programas y proyectos que utilicen el compostaje como herramienta fundamental en la gestión de esta corriente de residuos.
En una coyuntura difícil para mantener el lazo comunitario, donde se incrementaron las problemáticas socioambientales así como la desigualdad y la desnutrición, el Colectivo Reciclador impulsó dos acciones relevantes. El 27 de mayo presentaron el proyecto de ley “Sistema de Huertas Públicas Agroecológicas” en las comisiones de Ambiente y Presupuesto de la Legislatura porteña, con el acompañamiento de la legisladora por el Frente de Todos Cecilia Segura. La iniciativa propone una política pública donde se sistematicen huertas en espacios públicos y privados, de índole demostrativa y educativa, con un conocimiento público abierto y producidas de manera agroecológica. Pero el 3 de diciembre del 2020 se impuso la mayoría del oficialismo en CABA –representado por Vamos Juntos en alianza con el bloque UCR Evolución– a favor de la Ley de Agricultura Urbana, proyecto presentado por Roy Cortina. Agustín Reus explica que no se dio el debate al interior de las comisiones y aunque la ley votada tiene buenas consideraciones, no hay claridad ni regulación respecto al uso del espacio público con fines de lucro privado, razón por la que el colectivo e InterHuertas, la red que nuclea a las huertas agroecológicas, comunitarias y urbanas del país, no acompañaron el proyecto.
La segunda acción fue el desarrollo de huertas en la vereda, preservando el acceso a rampas y el libre tránsito por el espacio público. Al cuidado de la comunidad, actualmente hay más de 25 huertas en los barrios de Villa Santa Rita, Parque Chas, Coghlan, Chacarita, Villa del Parque, Villa Devoto, zonas donde las veredas son más propicias. Agustín Reus explica que aportan extensiones verdes, superficies absorbentes para las lluvias torrenciales, son un buen atractor de polinizadores y benefician el equilibrio del medio ambiente. Además, la reutilización de las cubiertas permite reducir su impacto ambiental, ya que anualmente se tiran en el país 130 mil toneladas de neumáticos y el 60 por ciento corresponde al Área Metropolitana de Buenos Aires, donde más se utilizan y más se desperdician. Luego de un año la experiencia favoreció la educación ambiental y se generaron conocimientos de base para el cultivo de alimentos. Además, lograron sentar un precedente al impedir que el Gobierno de la Ciudad retirara las cubiertas de las veredas, dialogando con la Comuna y con el Ministerio de Espacio Público y Ambiente, y explicándoles su funcionalidad educativa. “La ley dice que estamos haciendo un mal uso del espacio público pero la historia nos demuestra que las leyes se empiezan a adaptar a las problemáticas, necesidades y demandas sociales”, opina Reus.
Estas organizaciones que trabajan de manera descentralizada coinciden en que el compostaje y las huertas son acciones indispensables al menos para detener la emergencia climática. Implica tomar conciencia de nuestros recursos valiosos como lo orgánico y reducir, reciclar y reutilizar. “Somos siempre partidarios de las políticas públicas, entendemos que es la única forma de la transformación real, pero la acción ciudadana es también la que le muestra el camino a ese tomador de decisiones. No podemos quedarnos sentados a esperar que surjan las iniciativas. Tenemos que hacer algo más que solamente no contaminar. Hay que accionar en búsqueda de soluciones”, dice Reus.
«Es con todas»
Como cada año, un nuevo Paro Internacional Feminista expuso de manera conjunta el dolor, la urgencia y los reclamos históricamente insatisfechos, pero también la emoción, el abrazo sororo y la unidad. Siete eran los ejes -discutidos en asambleas feministas- que componían un pliego de reclamos que apuntaba a una única idea: la reconstrucción de la Argentina es con nosotras, todas nosotras.
Temprano en la tarde, cuando aún no se había congregado la multitud que luego llegaría, la enorme presencia de organizaciones sociales y comunitarias reflejaba el avance, a paso firme, de los feminismos populares. “Es un feminismo que se ha venido acrecentando, nos hemos venido deconstruyendo y construyendo entre nosotras y, a pesar del enorme laburo que hacemos, no alcanza. Por eso creemos que es fundamental avanzar en la Ley de Emergencia en Violencia de Género con perspectiva popular”, expresó Dina Sánchez, referente del Frente Popular Dario Santillán.
Mientras en la puerta del Congreso de la Nación, se repartieron alrededor de 4.500 kilos de verduras en un verdurazo convocado por la Unión de Trabajadoras de la Tierra (UTT) y el colectivo Ni Una Menos, en la plaza, un conjunto de agrupaciones se reunía en una asamblea popular y feminista, encabezada por sus principales representantes. Extasiada por la arenga y los abrazos de las compañeras, Jackie Flores, referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) afirmó que “si hay algo que tiene el feminismo popular, el que nosotras representamos, es que no acallamos las voces de nuestras compañeras. Nosotras somos unidad y vamos a ir por todos esos derechos que nos merecemos, porque no negociamos ninguno de ellos. Nosotras queremos discutir la riqueza de esta Patria de la que somos parte”.
Que se escuche
Mientras cada vez más mujeres y disidencias se acercaban a la plaza, los reclamos se exponían con micrófonos, con carteles y con los propios cuerpos: mejores condiciones laborales y visibilización del trabajo en las barriadas, cupo laboral travesti-trans, reforma judicial feminista, responsabilidad estatal en la lucha contra la violencia machista, racista y colonial, liberación de las presas por abortar y eventos obstétricos y vivienda y tierra para mujeres y colectivo LGBTIQ+.
Sobre este último punto, Carolina Rodríguez, referente nacional de género de la UTT manifestó que “lo que nosotras queremos es que se visibilice la mujer del campo, que somos nosotras las que producimos, las que trabajamos la tierra”. Su compañera, Rosalía Pellegrini, agregó que realizaban la intervención “para visibilizar quiénes estamos detrás del alimento, quiénes estamos todos los días produciendo comida, mujeres que tenemos un rol fundamental en la Argentina pero que seguimos con un montón de demandas insatisfechas: el 90% de las mujeres que producimos alimentos no somos dueñas de la tierra que trabajamos y ni siquiera somos titulares en los contratos de alquileres”.
Sin dudas, la pandemia -que recrudeció severamente la economía del país- tuvo efectos aún más drásticos para las mujeres y disidencias empobrecidas. “Lo que tiene de bueno el paro es que nos permite ver cómo se relaciona la violencia machista con las violencias económicas”, explicó Lucía Cavallero del colectivo Ni Una Menos, y agregó: “Hay una demanda por mejor trabajo, mejores salarios, por reconocimiento de trabajos no remunerados, confrontando a su vez con el poder de las corporaciones de alimentos, inmobiliarias y financieras. Creemos que la autonomía económica es fundamental para pensar cualquier programa de salida de la violencia”. En este sentido, Jackie Flores narró que, aún a pesar del contexto actual, se autoconvocaron para poder traer sus reivindicaciones a la marcha: “exigimos que nos dejen de llamar ‘plan’. Nosotras necesitamos el reconocimiento económico y, por sobre todas las cosas, ser sujetos de derecho, queremos derechos laborales. No somos la escoria, somos laburantes. Hemos creado una identidad trabajadora que estamos dispuestas a defender”.
Nora Calandra -referente de la rama de Liberadas, liberados y familiares del MTE- expresó que, además, “todo nuestro trabajo durante la pandemia no es reconocido, pero cuando cometemos un delito sí, cuando practicamos un aborto sí, cuando estás muerta sí, ahí [el Estado] te ve”. Desde este sector, un grupo de mujeres trabaja para visibilizar ese universo que no pueden siquiera hacerse presentes en la congregación: las mujeres presas. “Nosotras nos encontramos con una libertad sin herramientas y siendo invisibles. Estamos peleando para poder entrar a dar capacitaciones reales, para que las mujeres liberadas o con arresto domiciliario sigan incluidas, se les de trabajo, se les de herramientas”, manifestó.
Así, las voces de estas mujeres, cuya situación es realmente crítica, llega con fuerza a través de sus compañeras en medio de la asamblea popular abierta: “Hay pibas en los municipios que están con prisión domiciliaria y el Municipio no lo sabe, entonces no son parte de entrega de alimento, del camión de salud, del DNI. Nos tienen abandonadas”.
Un llamado de atención al Estado
Tras cuatro años de la implementación de políticas neoliberales bajo la gestión de Cambiemos y en medio de una pandemia que destrozó las economías domésticas de muchas mujeres y disidencias, el reclamo fundamental es el reconocimiento salarial de todas aquellas personas que suplen al Estado en los lugares a los que éste no llega. “Nosotras no desmerecemos el enorme laburo que se está haciendo desde el gobierno, pero la verdad es que esa ayuda no se siente en el barrio y ahí estamos las organizaciones sociales”, acotó Dina Sánchez.
En este sentido, y frente al aumento de los números referidos a violencias de género, la labor y el compromiso desde las barriadas ha sido vital. Acerca de los números publicados desde el Observatorio MuMaLa -que confirman 47 femicidios en lo que va del 2021- Lucía Cavallero expresó que “sin las compañeras, las cifras de femicidios sería el doble. Entonces tienen que ganar un salario como corresponde o ser empleadas estatales”. Por su parte, Rosalía Pellegrini agregó que “somos nosotras las que nos estamos defendiendo y trabajando para erradicar la violencia de nuestros territorios rurales. Y la verdad, hay que decirlo, el Estado no está presente. Tenemos un Ministerio de las Mujeres (Géneros y Diversidad) pero todavía no hay un reconocimiento de las promotoras rurales de género. Seguimos luchando solas, a capa y espada, contra los machismos”.
Todas nosotras
Aunque con ciertos temores y con menor cantidad de personas -producto de la pandemia- un nuevo Paro Internacional de las Mujeres Trabajadoras permitió la presencia, en un mismo lugar, del amplio abanico que conforman la diversidad dentro los feminismos, que allí se unió para -de una forma u otra- visibilizar la deuda que se tiene con las mujeres y disidencias y manifestar que son parte fundamental de la solución.
En este sentido, la referente de la UTT, Rosalía Pellegrini, explicó que “tenemos soluciones, tenemos alternativas y proyectos que ya estamos generando las mujeres agricultoras con respecto a la agroecología, con respecto a cómo buscarle la vuelta a la producción de alimento sano, verdadero, campesino. Sin embargo, a la hora de resolver la crisis alimentaria, el gobierno sigue favoreciendo como interlocutores a los empresarios del campo. En las mesas de negociación nunca nos ves sentadas a nosotras, a las pequeñas productoras”, sostuvo Pellegrini.
“Nosotras las mujeres no queremos voceros ni estar a los codazos porque son lugares que nos pertenecen. Queremos estar en esa mesa donde se discute realmente, donde se toman las decisiones” afirmó Sánchez, del Dario Santillán, y concluyó: “Lo que nos deja el gobierno de [Mauricio] Macri es una deuda que nos golpea directamente a las mujeres pero también nos deja una gran unidad que pudimos construir. Queremos que reconozcan que si queremos reconstruir la Argentina las mujeres, las trans, las travestis tenemos que estar ahí, porque no es sólo un discurso, somos quienes la padecemos de verdad”.