«Arriba del ring nos cagamos a palos, abajo somos todos amigos»

«Arriba del ring nos cagamos a palos, abajo somos todos amigos»

El campeón metropolitano de la empresa Catch Argentino, J-Master, reflexiona sobre el presente de este deporte-espectáculo a nivel local. El espejo de México y Estados Unidos.

Son las 20.30. No hay luces en la sede del Club Atlético All Boys, en el barrio porteño de Floresta. Tampoco ruidos. Sólo puede oírse la brisa del viento que anuncia el posible desencadenamiento de la lluvia. Sin embargo, al subir las escaleras contiguas a la entrada ubicada en Chivilcoy 1950, hay un pasillo oscuro que desemboca en una gran e iluminada sala con pisos de goma eva y varios sacos de boxeo. Allí están diez personas que ejercitan sus cuellos y practican sus técnicas de lucha al ritmo de canciones de Slipknot y Stratovarius que suenan a todo volumen. En ese momento, un joven de 19 años llamado Jeremías Ríos llega al lugar luego de una sesión de fotos, se pone su camiseta de entrenamiento para transformarse en J-Master y se incorpora a la clase.

¿Desde hace cuánto entrenás?

Sigo siendo un pibe nuevo en la lucha porque entreno desde hace dos años, pero tuve la suerte de que se me dieron bastante bien las cosas y hoy soy campeón y tengo apariciones en Catch Argentino y Legión Nueva Era.

¿Por qué decidiste dedicarte a este deporte?

Cuando decidí que quería hacer esto fue mirando una pelea de Rey Mysterio. Como era muy chico, mis padres pensaron que me iba a olvidar, pero pasaron los años y empecé a entrenar. Por suerte me apoyan, más que nada con el lado financiero, porque no trabajo. Me dan una mano con eso y siempre están presentes en todos los shows. Son una gran ayuda para mí.

¿Cómo es el entrenamiento de un luchador?

Cada uno tiene un camino distinto, más que nada acá en Argentina que cuesta mucho encontrar una escuela. Por suerte, hace dos años encontré Catch Argentino, que queda a 20 minutos de mi casa, así que entreno ahí. El primer año que estuve, practicamos rolls y caídas para aprender a manejarse en el ring. Desde este último año estamos en All Boys, en donde no tenemos cuadrilátero porque no nos entra en el lugar. Entonces estuvimos practicando llaves. Pero recientemente conseguimos un nuevo espacio en Lomas de Zamora donde entrenamos en el ring durante los fines de semana, mientras que los días de semana, en All Boys, nos dedicamos más a lo físico y la lucha cuerpo a cuerpo.

 

Más que un deporte

En un espectáculo de catch también está el componente teatral. Los luchadores hacen promos, suben al ring con un micrófono y se dirigen al público con el objetivo de promocionar una rivalidad que tienen con otro personaje y, con ello, una futura contienda. A veces lo hacen en forma de segmentos grabados y lo publican en redes.

¿Practican las promos?

Sí, es algo que estos últimos años estuvo cambiando un montón en la escena nacional. Hoy lo hacemos más los que lo tenemos un poco más integrado. Por ejemplo, hace unas semanas tuve que hacer una promo en vivo totalmente improvisada, cosa que yo nunca hice pero como tengo un poco más de cancha lo puedo hacer y salió bien. Sin embargo, a un pibe nuevo que le cuesta un poco más hay que darle una mano y que pruebe. Que haga promos frente al espejo, que se grabe y que pruebe hasta que empiece a salir. Es más o menos lo que fuimos haciendo todos.

¿Qué se le puede decir a quienes dicen que «la lucha libre es falsa»?

Siempre te encontrás a alguno que otro que te dice eso. Es muy difícil explicarle a una persona con una mente tan cerrada qué es la lucha libre y cómo funciona. Siempre opino que para que entiendas bien la lucha, tenés que participar, subirte al ring, entrenar, hacer los shows. Tenés que hacer todo eso para entenderlo al 100%. Para alguien que no vio nunca lo mejor que puede hacer es ir a ver eventos en vivo, ahí te das cuenta cómo funcionan las cosas. No vas a entender todo pero sí qué es “lo falso” y qué es lo real, porque ves a los luchadores cayéndose, golpeándose y lastimándose. A la vez, no significa nada malo que la lucha sea algo falso. Las películas son falsas y las mirás igual. O sea, vos tenés que enfocarte en la historia que te están intentando contar los luchadores en el ring, eso es lo que importa.

A sala llena

El wrestling en otros países es una industria muy importante, incluso se llegan a llenar estadios. La WWE, la empresa líder en este rubro a nivel mundial, realizó el pasado 2 y 3 de abril en Texas su tradicional evento Wrestlemania, en donde entre ambas veladas hubo un total de 156.352 espectadores.

¿Qué diferencias hay entre el catch en Argentina y el de Estados Unidos o México?

La principal es que allá se puede vivir de eso. O sea, vos peleás en la WWE y tenés un salario. Acá es más complicado ya que la lucha no es algo tan conocido e importante. Nos cuesta hacernos ver y monetizar un show. Nos falta mucho para llegar a lo que son otros países como México, donde la lucha es religión y es parte inyectada de la cultura mexicana. Acá en Argentina decís que sos luchador y lo primero que piensan es que sos boxeador. Es decir, es un cambio de mente que tiene que hacer la gente. Nuestro laburo como luchadores actualmente es llevarles lo que es la lucha libre y hacerlo parte de nuestra cultura.

¿Cómo se puede lograr eso?

Lo que falta en Argentina es plata. Necesitamos un productor o alguien que tenga dinero que crea en lo que estamos haciendo, invierta y nos ayude a visibilizarnos. Laburamos un montón y hacemos shows pero casi siempre llegan a fanáticos de lucha. Para llegar a gente por afuera de eso, solo necesitamos una plataforma más grande para mostrarlo, porque talento sobra. Hay muchos buenos luchadores en Argentina. Falta un lugar para que se muestre, necesitamos ese empuje de alguien más grande.

¿Cómo hace una persona para convertirse en luchador profesional?

Si querés que te vaya bien en la lucha libre o en cualquier otra cosa tenés que invertir en vos mismo, en todo lo que te ayude a llegar a un siguiente nivel. Toda mi plata la uso para la lucha porque sé que va a volver algún día. Invierto en mi ropa o presentación, porque sé que cuando me vean de afuera tengo que resaltar y verme bien, como un luchador de verdad. Además, tenés que invertir en el gimnasio, porque hay que verse bien físicamente y hay que estar en buen estado para poder llevar una pelea. Y también hay que pagar la escuela de lucha para ser mejor luchador.

¿Hay alguna otra cosa del mundo del wrestling que la gente no sepa?

Se me viene a la cabeza el sentimiento de hermandad entre los luchadores. Arriba del ring nos cagamos a palos, pero abajo somos todos amigos, hermanos. Es algo que noté mucho cuando salí campeón. Cuando volví al vestuario, estaban todos los pibes esperándome para darme la mano o un abrazo. No es solo en Catch Argentino, cuando voy a Legión allá también son todos mis amigos. Cuando hay algún evento de la WWE nos juntamos a comer algo y luego jugamos a la play. Y todos queremos que les vaya bien a los demás. En otros deportes no está esto de que les importes tanto a tus compañeros para que mejores tanto como ellos.

Tuiteando #ElonMusk

Tuiteando #ElonMusk

“Hay una percepción muy clara de que Musk está demasiado cerca de Trump y va a cambiar mucho la lógica de intervención de la plataforma”, asegura Ernesto Calvo, uno de los mayores estudiosos del funcionamiento de la red del pajarito.

La compra de Twitter por parte de Elon Musk, el multimillonario fundador de Tesla y SpaceX, que pagó 44.000 millones de dólares para hacerse de la red, reavivó los debates sobre el funcionamiento de la plataforma. En diálogo con ANCCOM, Ernesto Calvo reflexiona sobre el nuevo escenario y los vínculos complejos que se dan entre redes sociales, agenda política, libertad de expresión y moderación de contenidos.

¿Qué análisis hace acerca de la compra de Twitter por parte de Elon Musk?

Twitter quedó entre la espada y la pared. La Junta Directiva no estaba interesada en venderlo. Legalmente, en Estados Unidos si hay una compra muy ventajosa para los accionistas de una compañía y esa compañía la rechaza se le puede hacer juicio. El principal problema que tenía la Junta Directiva era que, en principio, varios de los accionistas que podían hacerle juicio estaban bastante alineados con Musk, con Trump y con la derecha de Estados Unidos. Sé que a la mayoría de los que están dentro de Twitter no le gusta ni medio. Hay una percepción muy clara de que Musk está demasiado cerca de Trump y va a cambiar mucho la lógica de intervención de la plataforma. Y dado que Twitter no cura el muro en forma tan extensa como Facebook, la influencia más grande no es tanto en los algoritmos como en el cambio de la política respecto de cuáles cuentas pueden participar y cuáles son las restricciones.

En función del mapeo que hace de la plataforma, ¿cuál es la característica que la define en relación a todo el ecosistema de plataformas virtuales y cómo influye Twitter en la agenda política y en los procesos de formación de opinión pública?

Creo que el chiste en general es que Twitter es política nacional y Facebook política local. Facebook es mucho más grande, tiene casi seis veces la participación, la conectividad y la base usuaria que tiene Twitter. Así que Facebook tiene mucha más circulación de data. Pero lo cierto es que en los medios de comunicación tradicionales, como los diarios o la televisión, uno ve constantemente un tweet de Musk o de Trump y no un posteo de Facebook. La influencia política de Twitter es muy alta. La gente dice que Twitter solamente tiene una base usuaria de 6 a 10%. Es cierto. Pero, ¿qué medio de comunicación existe a nivel nacional que tiene una base usuaria del 6 a 10% de la población? Entonces, el nivel de influencia política que tiene Twitter es muy alto, porque tiene muchísima penetración en los medios tradicionales y porque amplifica muchísimo el consumo que hay de los medios tradicionales. Hay mucho más uso de los posteos de Twitter en los medios tradicionales que de los posteos de Facebook. Entonces, en el impacto mediático es grande. 

¿Qué cambios se pueden esperar ahora que está en manos de Elon Musk?

Mucho de hacia dónde va en el futuro va a depender de qué es lo que sucede con las multiplataformas. Hay muchas migraciones de plataformas, hay mucha fragmentación. Así que es una inversión arriesgada para Musk. Está invirtiendo en una plataforma cuyo capital es básicamente gente. Y si bien con 6 a 10% de participación en países grandes la cantidad de gente que tiene no es pequeña, pueden aparecer nuevas plataformas y que el capital que está invirtiendo termine dilapidándose. Veníamos analizando con colegas el tema de la migración de la derecha a plataformas como Parler. Ahora vamos a ver también si hay migración fuera de Twitter, si empieza hacer cambios de política que sean complicados. 

¿Qué implica convertir los algoritmos en “fuente abierta, vencer a los bots de spam y autentificar a todos los humanos”?

No mucho. El cambio más importante que puede ocurrir tiene que ver con qué cuentas están autorizadas. Twitter ya tiene una base algorítmica muy liviana comparada con Facebook. La capacidad que tiene Twitter de concentrar información o de desviar información que uno no quiere ver es bastante baja.  Ha ido aumentando. Antes uno veía el muro que tenía enfrente y era casi con exclusividad de gente que uno seguía. Después aumentó la cantidad de publicidad que estaba intermediando entre tweet y tweet. Después aumentó la cantidad de recomendaciones que eran justamente contra actitudinales, o sea que no venían del grupo propio, como formas justamente de diversificar el muro. Entonces, en este momento el muro es más ruidoso. Porque tiene el muro que viene de aquello que uno está siguiendo y después una cantidad de intervenciones tanto publicitarias, como políticas, como mediáticas. ¿Qué es lo que puede hacer Musk? Puede intensificar un poco más para que se ensucie más el muro, o puede depurarlo un poco más para que aparezca la señal más nítida de aquellos que seguimos. Pero eso no va a cambiar tanto la experiencia de usuario que tiene la gente como el hecho de que se admitan ciertas cuentas que ahora están restringidas como la de Trump y gran parte de las cuentas más agresivas republicanas. Es mucho más complicado el efecto en Estados Unidos. Lo que significa la reinstalación de las cuentas que fueron prohibidas en Estados Unidos cambia el espacio político mucho más que lo que uno vive en otros países. Entonces en Estados Unidos creo que es donde el efecto de la compra de Twitter se va a notar de forma más dramática. 

«Todo el esfuerzo para limitar los discursos de odio va a disminuir», advierte Calvo.

¿Qué intereses se ponen en juego detrás de la promesa de Musk de garantizar mayor libertad de expresión en la plataforma? ¿Cuál es el trasfondo? 

Twitter no tiene muchas restricciones, salvo las que tienen que ver con las cuentas que fueron dadas de baja. Todo el esfuerzo para limitar los discursos de odio va a disminuir. Eso es lo que todos anticipan. Si no tuviera efecto políticamente ventajoso para la derecha no lo estaría comprando.

¿En qué medida la llegada de Musk a Twitter puede acelerar la modificación de la Sección 230 de la Ley de Decencia de las Comunicaciones de Estados Unidos?

Sería muy difícil que la puedan eliminar y que no quiebren las plataformas. Si eliminan la 230 y no la reemplazan con algo que sea equivalente, el valor de mercado de Twitter caería en picada. Es interesante, por un lado, la amenaza de eliminar la 230 viene justamente de Trump en el momento en el cual lo que trató fue condicionar a la plataforma para opinar políticamente. Porque la plataforma había empezado a presionar sobre el tema de la desinformación que estaba circulando el Partido Republicano. El tema de la 230 no sale a nivel político porque lo estén pidiendo los organismos de derechos humanos o los organismos periodísticos. Sale porque Trump lo pone sobre la mesa como una forma de presionar a Twitter por el tema de las restricciones que la plataforma está imponiendo con las etiquetas a las desinformaciones del partido republicano. Pero que las plataformas sean responsables por los contenidos que publican sus usuarios sería insostenible. Imaginate que vos pudieras hacerle juicio a Facebook o Twitter porque hay una amenaza a nivel personal que es producida por un tercero. Ahí estás obligando a la plataforma a que intervenga mucho más activamente para censurar el discurso que circula en las redes sociales porque ahora la plataforma pasa a ser socia de cualquier discurso de odio, por ejemplo, cualquier desinformación. Sería imposible operar esas plataformas sin la 230 salvo que introduzcan mecanismos de sanción, de restricción y de moderación de contenidos muchísimos más intensos. Es interesante que la amenaza de eliminar la 230 produce exactamente lo opuesto a lo que está diciendo que se hace. Están diciendo que eliminar la 230 es una forma de presionar para que la plataforma sea más abierta y que modere menos, y al mismo tiempo eliminar la 230 significa que la plataforma no tiene opción salvo moderar gran parte del contenido. Es lo opuesto políticamente a lo que se está diciendo.

¿Cómo se articula la libertad de expresión con el control de la violencia coordinada y los discursos de odio que vemos tan frecuentemente en las plataformas? ¿Cómo ve el escenario regulatorio actual?

Fijate la cadena, la mitad de la gente presionando para que la libertad de expresión aumente y que sea más transparente cómo se modera. La otra mitad presionando para que se evite la circulación de discursos de odio y otras formas de violencia digital. Esas dos cosas son totalmente incompatibles. Aumentar la cantidad de restricciones que limitan los discursos de odio, que yo estoy cien por ciento de acuerdo, implica al mismo tiempo restringir la libertad de expresión de la plataforma. Es super complicado el tema de la regulación. Para mi no hay forma de no moderar las plataformas. No es viable tener plataformas en las cuales está autorizado el discurso de odio contra mujeres, minorías… Para mí no es una opción. El discurso de odio no es lenguaje protegido. Pero ahí tenés el problema de cuáles elementos identifican discurso de odio y qué es lenguaje protegido. La única forma en la cual uno puede tener mecanismos de moderación que no están delegados en las plataformas, es teniendo organizaciones sociales y de gobierno que estén trabajando con las plataformas, en el centro de moderación de las plataformas. No me sirve eliminar un posteo de Facebook o un tweet que contenga discurso de odio una semana después. La única forma de hacer cualquier tipo de regulación es trabajar con las plataformas para poder en tiempo real definir las prioridades de moderación de contenidos de manera conjunta. Por eso, siempre he abogado mucho que haya una coordinación entre ONG, plataforma y gobierno. No para regular sino para producir dentro de los lugares de moderación una coordinación entre interés público, organizaciones sociales y plataforma. Si consideramos que la libertad de expresión es una libertad de expresión que tiene o no limitaciones, esa es la discusión de fondo. Si uno piensa que el discurso de odio es lenguaje protegido, como cualquier otro discurso, entonces no tenés problema. Tenés simplemente plataformas que no necesitan moderar nada. Dejas que todo pase. Si hay contenidos que hay que moderar entonces ahí el problema es técnico. Aun si el gobierno y las ONG tienen nociones claras de qué es lo que tiene que ser moderado para que sea limitado, tenés que poder hacerlo en tiempo real. Y hacerlo en tiempo real significa que tenés que hacerlo desde las plataformas. Ahí viene la discusión interesante y eso no es exactamente regulación. Por eso es que regulación es una palabra tan inadecuada. Una vez que la pusiste quedó vieja. Vos pones una regulación y una semana después tenés usuarios que producen contenido que no es afectado por la regulación y que viola el espíritu de la ley. Entonces migras el discurso de odio y lo transformas en otra cosa, la regulación quedó vieja. La moderación ocurre todo el tiempo en tiempo real. Para poder hacerlo tenés que tener gobiernos, ONG y plataformas pudiendo ajustar en tiempo real.

«Las desapariciones en democracia no reconocen grieta partidaria»

«Las desapariciones en democracia no reconocen grieta partidaria»

La periodista Adriana Meyer, autora del libro «Desaparecidos en democracia», analiza la violencia institucional. Desde la asunción de Raúl Alfonsín, hubo 218 casos de personas sobre las que no se supo más sobre su paradero y las fuerzas del Estado son sospechosas.

Al momento de la publicación del libro Desaparecer en democracia, en septiembre de 2021, eran 218 las víctimas de desaparición forzada en todo el país desde la vuelta de la institucionalidad al país, una lista que se inauguró solo 14 días después de la asunción de Raúl Alfonsín, en diciembre de 1983. Algunas historias tuvieron repercusión mediática, entre ellas, las de Natalia Melmann, Marita Verón, Jorge Julio López, Luciano Arruga, Santiago Maldonado y Facundo Astudillo Castro; otras,  como las de Paola Andrea Caruso y Nicolás Escobar, pasaron casi inadvertidas. La autora del volumen publicado por Marea, la periodista y docente Adriana Meyer, recorre  todos los casos registrados por la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) y analiza en profundidad el entramado de esta problemática.

¿Qué la motivó a escribir el libro?

Con los casos de Luis Espinoza y Facundo Astudillo, quienes perdieron la vida con la excusa del cuidado en pleno ASPO, sentí que algo fallaba y me surgió la necesidad de escribir este libro, por ellos y por todas las personas desaparecidas en democracia.

De acuerdo a su análisis de las desapariciones forzadas a lo largo de estos casi 40 años de gobiernos constitucionales, ¿qué diferencias y similitudes encontró entre las desapariciones de la dictadura y las cometidas en democracia?

La desaparición forzada en democracia no tiene sistematicidad en el sentido estrictamente cuantitativo, es decir que el número de víctimas es mucho menor: hasta el momento se han registrado alrededor de 218 casos, mientras que la última dictadura dejó 30.000. Con el período constitucional abierto en 1983, los secuestros pasaron a ser más ocultos, probablemente porque la sociedad no lo toleraría, a diferencia de lo que ocurrió en manos del terrorismo de Estado. Ahora bien, este delito es sistemático en cuanto a la metodología que utiliza, que es muy similar a la de la dictadura: los golpes, las torturas y los asesinatos. En las comisarías es cotidiano encontrar a la policía torturando pibes y a un porcentaje de ellos los desaparecen porque “se les fue la mano”. 

La desaparición forzada en democracia no tiene sistematicidad en el sentido estrictamente cuantitativo. Ahora bien, este delito es sistemático en cuanto a la metodología que utiliza.

Adriana Meyer

¿Por qué sostiene que “las desapariciones en democracia no reconocen grieta ideológica o partidaria”?

No se puede pensar la desaparición forzada simplemente como un hecho aislado. Se trata de un delito complejo sostenido por una política estatal represiva que es común a todos los gobiernos, no hay diferencias ideológicas. Recuerdo que en la tercera marcha por Santiago Maldonado en Plaza de Mayo, Norita Cortiñas me hizo abrir los ojos cuando dijo: “En todos los gobiernos hubo desaparecidos, que cada uno se haga cargo”. Si observamos los números, cada administración tuvo una cantidad de desaparecidos proporcional al tiempo que estuvo en el poder.

¿De qué se trata esa política estatal represiva?

El Estado es parte del delito de desaparición forzada con los múltiples recursos que utiliza para dificultar que se puedan esclarecer los casos. Me refiero a una cadena de encubrimientos de todo el aparato estatal: el policía mata y desaparece el cuerpo porque sabe que tiene al fiscal que lo va a encubrir y al juez que le va a permitir participar de las primeras investigaciones, en lugar de apartarlo inmediatamente. Es lo que hicieron el magistrado Alberto Baños y el fiscal Santiago Vismara en la desaparición de Arshak Karhanyan, cuando dispusieron la intervención de la Policía de la Ciudad en las pesquisas iniciales. Lo mismo ocurrió cuando el fiscal (Nota de la r: Santiago Ulpiano Martínez) dejó que la Bonaerense realizara toda la primera parte de la instrucción durante la búsqueda de Facundo Astudillo Castro.

¿No es una irregularidad que una fuerza de seguridad investigue un caso en el cual se encuentra sospechada?

Exacto. El Artículo 194 bis, incorporado al Código Penal de la Nación por la Ley 26.679 de Delitos contra la Libertad, sancionada y promulgada en 2011, que tipificó el delito de desaparición forzada, establece expresamente que “el juez, de oficio o a pedido de parte, deberá apartar a las fuerzas de seguridad que intervengan en la investigación cuando de las circunstancias de la causa surja que miembros de las mismas pudieran estar involucrados como autores o partícipes de los hechos que se investigan, aunque la situación sea de mera sospecha”. Por otra parte, existe una acordada de la Corte Suprema que prohíbe taxativamente a La Bonaerense investigar delitos cuando ella es sospechosa.

¿Cómo sigue la cadena de encubrimientos?

El otro eslabón de la cadena de encubrimientos son los forenses y las morgues. Lo pudimos observar cuando el médico Gustavo Lafourcade, que le realizó la primera autopsia a Florencia Magalí Morales,  no informó sobre las múltiples lesiones que presentaba el cuerpo y que podían revelar las torturas a las que había sido sometida. También cuando el fallecido forense José Patitó estimó que Luciano Arruga tenía entre 25 y 35 años, antes de que lo sepultaran como NN en el cementerio de Chacarita. Pero el pibe tenía 16 años. Entonces, ¿cómo lo iban a encontrar? Por si fuera poco, no mencionó la rotura de costillas, que era la prueba de que había sido torturado antes de su desaparición. Las morgues judiciales son un agujero negro donde el encubrimiento no es una excepción, sino la regla, por eso se repiten tanto estos casos. Como dijo la experta Virginia Creimer: “Cuando entra un NN, un pibe pobre, no miran el cuerpo destrozado, lo dejan pasar de largo”.

¿Qué casos le impactaron especialmente?

El caso de Alejandrito Flores, de 5 años, desaparecido el 16 de marzo de 1991 en la ciudad cordobesa de Río Cuarto. El nene le había pedido a su mamá, Rosa Arias, ir a ver la televisión a casa de una tía que vivía cerca y al cruzar la calle lo atropelló un patrullero. Los agentes, en lugar de llevarlo a un hospital y buscar a la familia, tomaron el cuerpo y acudieron a unas enfermeras amigas, quienes intentaron reanimarlo pero no pudieron. Alejandro murió y los policías decidieron desaparecerlo. Rosa lo buscó por mucho tiempo, se contactó con la Correpi e incluso fue al programa ‘Gente que busca gente’. Los restos óseos del chiquito aparecieron, 17 años después, en una alcantarilla ubicada a 300 metros del lugar de los hechos, gracias a un verdulero que los encontró de casualidad. Otra historia terrible es la de los hermanos Gorosito en la ciudad entrerriana de Paraná. A Elías Gorosito, de 20 años, la policía lo subió a un patrullero el 13 de febrero de 2002 y desde entonces no se sabe nada de él. Elías corresponde al 30% de desaparecidos cuyos cuerpos aún no han sido encontrados. Lionel murió en 1996 bajo custodia policial pero quisieron instalar la versión del suicidio. Por su parte, Jonathan fue detenido en 2002 por estar “borracho” y apareció muerto en una comisaría. Estamos hablando de toda una familia víctima de violencia institucional a la que el Estado no le debe una respuesta, sino tres. Un año y medio después, también en la provincia de Entre Ríos, la policía detuvo a Víctor Balbuena, de 20 años, y a sus amigos a la salida de una bailanta de la ciudad de Concordia. En la comisaría los golpearon y torturaron por horas, y luego decidieron tirarlos en un arroyo. Balbuena murió, pero los otros pibes sobrevivieron y lograron correr hasta encontrar a una vecina, ella los ayudó y pudieron hacer la denuncia. En uno de los peritajes realizados, encontraron un pelo de Víctor en el baúl del patrullero, lo que complicó la situación de los policías. Es uno de los pocos casos de desaparición forzada donde los responsables fueron llevados a juicio y sentenciados a prisión perpetua. En su defensa, los acusados dijeron: “OK, cometimos ese error, pero nuestros superiores hacen cosas peores”.

¿Qué podría decir de la violencia institucional durante la cuarentena?

Dos investigadores del CONICET publicaron un artículo optimista que hablaba de la “policía del cuidado”, pero los hechos demostraron que esa policía no existe. De las 411 muertes a manos de las fuerzas de seguridad, el 70% ocurrieron en la primera etapa del Aislamiento Social Preventivo Obligatorio (ASPO)). Esta cifra evidenció que un objetivo noble terminó convirtiéndose en la excusa perfecta para el empoderamiento de las fuerzas represivas, cuyo resultado fue un número exponencialmente alto de muertes y de todo tipo de violaciones a los derechos humanos.

¿Cómo son reguladas las facultades policiales?

Existen normativas de orden supralegal y disposiciones de los organismos internacionales que tienen el objetivo de prevenir las detenciones arbitrarias, que son el paso previo a las torturas y las muertes en las comisarías. En 2003, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sentenció al Estado por el caso de Walter David Bulacio, ordenándole derogar todas las normativas policiales que permiten estas prácticas abusivas, pero no se cumplió. Aún existen leyes y normas de menor jerarquía, utilizadas con frecuencia por los agentes, que generan las condiciones para las aprehensiones arbitrarias y el hostigamiento. Tal es el caso de las reglas de la Policía Federal, que datan de 1955 y 1979, y el Estatuto de la Policía Bonaerense, de la época de Ramón Camps. Hoy, se pueden llevar a un pibe si así lo deciden, por la cara, por no tener documentos, por sospechas. Si eso no cambia, van a seguir habiendo desaparecidos.

 

¿Sirvieron las iniciativas de León Arslanián, exministro de Seguridad bonaerense?

Las purgas que hizo  en la Bonaerense no fueron muy eficaces. Cuando anunció que iban a echar agentes, ese mismo día recibió llamados de casi 50 intendentes del Conurbano. ¿Qué nos está diciendo esto? Que el poder político necesitaba a esa policía. Sinceremos el debate: ¿A quién le sirve este sistema que se carga a jóvenes? ¿Qué mensaje da en los barrios que un pibe que se niega a robar para la policía, termine muerto o desaparecido? Estamos hablando de una fuerza corrupta desde antes de la dictadura. Rodolfo Walsh llamaba a La Bonaerense como la policía del “gatillo fácil” y la “mano en la lata”.

¿Las desapariciones en democracia están en la agenda política?

La izquierda siempre la tuvo en cuenta y actualmente el gobierno nacional también está teniendo una actitud positiva. En febrero pasado, cuando se cumplieron tres años de la desaparición de Arshak Karhanyan, Alberto Fernández y los diputados del Frente de Todos, Victoria Montenegro y Leandro Santoro, visitaron a Vardush Datyvian, la mamá del joven. Ella les agradeció el gesto porque sirvió para visibilizar el caso, pero aún no ha logrado que la reciba Horacio Rodríguez Larreta.

Cuando usted afirma que “desaparecen personas porque pueden”, ¿qué piensa que hace falta para cambiar esta situación?

Los familiares de las víctimas, los organismos de derechos humanos y algunos políticos están luchando contra la impunidad del poder del aparato estatal. Teniendo en cuenta esto, hay que reconocer que tenemos una enorme deuda en materia legislativa, necesitamos una ley integral contra la violencia institucional. En cuanto a las morgues, los expertos del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) plantean la necesidad de crear un registro nacional de personas fallecidas sin identificar y un banco nacional de datos de personas desaparecidas, así como la unificación en todo el país del sistema de procesamiento y protocolos para recolectar esa información.

«Tuvimos 2.500 incendios diarios»

«Tuvimos 2.500 incendios diarios»

Sofocados los incendios en Corrientes, Bruno Lovinson, subdirector de Defensa Civil, explica por qué el fuego arrasó con el 11 por ciento de la provincia.

Bruno Lovinson, se desempeña desde 2009 como jefe de cuerpo activo de la Asociación de Bomberos Voluntarios de Paso de la Patria. Al año siguiente asumió como subdirector de Defensa Civil de Corrientes. De camino al interior de la provincia, en diálogo con ANCCOM, afirmó que el pasado jueves 3 de marzo se reiniciaron algunos focos que, estiman, son rezagos de los incendios anteriores. Sin embargo, asegura que ya están controlados. Ya quedan quedan pocos brigadistas y se está pactando la desmovilización de la totalidad.

 

 

¿Cuáles fueron las zonas más afectadas?

Comprenden los departamentos de Ituzaingó, Santo Tomé, Alvear, San Miguel, San Luis del Palmar, Santa Rosa y Concepción. Son más de 680.000 hectáreas, el 11% de la superficie total de la Provincia.

 

Entre las causas se habla de una sequía que lleva más de tres años pero también se sospecha de incendios intencionales. ¿Qué pasó realmente?

La verdad es que hay una falta acumulativa de lluvias de mucho más que tres años. Nosotros tenemos, por ejemplo, entre 1.800 y 2.000 milímetros de lluvia anuales, pero en los últimos años no superaban los 400 o 500 milímetros. Aparte de eso, tenemos todas las cuencas del Río Uruguay y del Paraná muy por debajo de los niveles normales. Eso obviamente contribuye al estado de sequía, pero los incendios no arrancan solos. Hay algunos que son accidentales como se ha detectado, por ejemplo, en un cortocircuito en una línea. Ahí se generaron los primeros incendios que afectaron a Ituzaingó. Pero después en general, tuvimos 2.500 incendios diarios y esos no se dieron de casualidad.

 

¿Se sabe el motivo de los incendios intencionales?

Más que nada, hablando un poco con la gente del campo, esta no es época de quema de pastura porque si queman en este momento los animales se quedan sin alimento hasta prácticamente noviembre. Generalmente, la fecha de quema está comprendida entre agosto y septiembre, más o menos de cada año. Sí entendemos que se produjeron algunas negligencias por quema de basura o de otro tipo de desperdicio que hicieron tener este tipo de incendio. Estamos hablando de la minoría y tenemos aproximadamente unas 90 causas abiertas y 100 personas detenidas. Todavía la justicia está investigando cuál es el origen de todo este desastre.

 

 

¿En caso de haberse sancionado la Ley de Humedales -de la cual la Legislatura de Corrientes se declaró en contra – podría haber ayudado a evitar los incendios?

Estimo que sí. Si decimos que la mayor cantidad de incendios se dieron en la zona de la reserva, en la zona de los Esteros del Iberá, por supuesto que eso a lo mejor hubiera prevenido algo de esta catástrofe pero estamos hablando de una situación muy amplia.

 

¿Quiénes se ofrecieron a asistirlos?

Buenos Aires, CABA, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Mendoza, San Juan, San Luis, Tucumán, Jujuy, Santiago del Estero, Chaco y Neuquén. Esas son las provincias que más participación tuvieron enviando brigadistas. Brasil estuvo con un cuartel que está en San Borja, limítrofe con Santo Tomé. Ellos estuvieron colaborando varios días. Hubo acuerdos de ingreso con Francia, por ejemplo, que iban a movilizar equipos y algunos países de la Unión Europea que también se pusieron a disposición de la emergencia, de la misma forma que lo hizo Estados Unidos. A su vez, se presentó una brigada de 80 personas de Bolivia que partieron de regreso a su país el lunes pasado.

 

¿En este caso en qué influye la bajante del Río Paraná?

Mucho, pero también puede ser el Río Uruguay. Todos los ríos internos que nacen en los afluentes importantes como el Paraná están bajos. Si el Río Paraná está bajo, también los ríos internos. Por lo cual si estos últimos tienen muy poca agua, todos los campos a través de sus humedales, lagunas, esteros y bañados también van a estar bajos, lo que va a hacer que la capa freática se vaya mucho más abajo y no haya traslado de agua en el campo.

 

¿Cuánto tiempo estiman que van  a tardar en recuperarse las pérdidas de producción y el ambiente natural?

Todo lo que es pastura para alimento de animales se estaría recuperando en menos de un año. Lo relacionado a bosques nativos y plantados va a demandar aproximadamente entre diez y quince años, por lo menos. Ahora en lo que es la fauna tendríamos que hablar que por lo menos va a demandar unos diez años para restablecer la población de animales. La mayoría son animales autóctonos. El ganado en pie va a demandar mucho más tiempo, hay reproducción continúa, es decir que en tres o cuatro años habría nuevamente en la zona donde se ha perdido.

 

¿Se determinó cuánto es la pérdida que sufrieron las diversas industrias?

No, creo que todavía estamos lejos de hacer un estimativo. Primero, porque la emergencia finalizó hace pocos días. Hay que hacer una evaluación de daños mucho más amplia de la que se está haciendo hoy, de daños sobre poblaciones, sobre redes de agua. Estimo que después de eso va a venir la parte productiva, se van a ir pasando etapas para saber o estimar un daño total general que dejó esta catástrofe.

 

¿En qué zonas todavía permanecen los brigadistas?

Hay una estación, una base que se convocó en San Miguel, en la escuela rural agrotécnica EFA. Ahí está concentrado todo el grupo mayoritario de los brigadistas y es hoy la única base operativa en donde todavía están los pertenecientes al Plan Nacional del manejo del Fuego, algunos de las fuerzas de seguridad y fuerzas armadas como Ejército y Policía Federal.

“En Rusia hay algunas personas muy apáticas y otras con miedo y tristeza”

“En Rusia hay algunas personas muy apáticas y otras con miedo y tristeza”

El historiador Martín Baña, especializado en la Revolución Rusa y las culturas eslavas, da su mirada de la invasión de Putín a Ucrania.

Martín Baña es historiador y experto en Rusia. Se desempeña como investigador en el Centro de Estudios de los Mundos Eslavos y Chinos (CEMECH) de la Escuela de Humanidades (EH). Además, es autor de los libros Quien no extraña al comunismo no tiene corazón y Todo lo que necesitás saber sobre la Revolución Rusa.

Las características de Rusia que lo cautivaron tempranamente se deben al mismo interés por el cual decidió estudiar la carrera de Historia en la Universidad de Buenos Aires: “Me parecía que había que cambiar el mundo. Y cuando descubrí la revolución rusa, que es el primer intento de cambiar radicalmente el mundo que triunfó, me dije ‘acá es donde tengo que estudiar’”, expresó Baña en diálogo con ANCCOM.

Hoy el mundo está cambiando. Rusia lo está cambiando. Por eso ANCCOM dialogó con este especialista.

 

Ucrania y Rusia son de dos países en tensión a lo largo de la historia, ¿a qué momentos claves nos tendríamos que remontar para comprender el conflicto actual?

Hay un país, que es Rusia, que está interesado en Ucrania particularmente. Un elemento central para entender este conflicto es el avance de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) sobre los países de Europa del este y particularmente sobre las ex repúblicas soviéticas. Algunas ya entraron a la OTAN como Letonia, Lituania, Estonia. Eso ya hace dos décadas que viene avanzando y creciendo en un contexto diferente, que era la guerra fría y donde la OTAN se planteaba como una alianza defensiva más que ofensiva.

 

¿Cuál es el rol de la OTAN en este momento?

El rol es avanzar torpemente sobre un territorio que Rusia entiende que es su área de influencia o que, en todo caso, pone en peligro su seguridad nacional. Cuando se disolvió la Unión Soviética en 1991, los líderes de Estados Unidos y Europa le garantizaron informalmente a la dirigencia rusa que la OTAN no iba a expandirse. Pero no hubo un tratado. Entonces el presidente [Vladimir] Putin quiso garantizar que efectivamente eso no vuelva a suceder, así que pidió por escrito que EEUU garantizara el no ingreso de Ucrania a la OTAN y EEUU se negó. Por lo tanto, hay un temor por parte del putinismo de que -efectivamente- Ucrania ingrese a la OTAN en algún momento. Esa es responsabilidad de la OTAN: en ningún momento hizo nada para que el conflicto no escalara. Más bien, con sus actitudes terminó provocando de algún modo. Esto no justifica la invasión pero ayuda a entender por qué Putin toma la decisión que toma: porque entiende que Ucrania es un territorio de Rusia, que cualquier presencia de la OTAN o incluso de la Unión Europea pone en peligro la seguridad nacional de Rusia y que, por lo tanto, tiene que defenderse.

En cuanto a la cronología de eventos que concluyeron finalmente en la invasión rusa a Ucrania, Baña explicó que “podemos remontarnos a 2014, cuando entre Rusia y la provincia Crimea, que en su momento pertenecía a Ucrania. Se desarrolló una guerra civil dentro de éste país con dos repúblicas que plantean una separación de Ucrania: Danesia y Dombás. En ese entonces, una firma de distintos tratados de Minsk (un acuerdo para poner fin a la guerra en el este de Ucrania firmado por representantes de Ucrania, la Federación Rusa, la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk el 5 de septiembre de 2014) buscaron una solución al conflicto. Pero no fue resuelto y la tensión creció cuando Putin tomó la determinación de invadir Ucrania”, explicó el historiador.

Sobre este punto, Baña destacó que al principio Rusia “argumentó razones defensivas sobre el avance de la OTAN, que incluso uno podría considerar legítimas en algún punto. Pero después reforzó un discurso más de ataque, más de invasión, que resuena en sus palabras al discurso imperialista de principios de siglo XX”. En ese sentido, explicó que Putin expresó discursivamente que Ucrania “se trata de un invento de los bolcheviques, y de Lenin (Vladimir Ilich Ulianov) en particular”, apuntó Baña, aagregando que “por tanto, considera que él tiene que restaurar la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)”.

Sin ir más lejos en el tiempo, recordó que «en julio del año pasado Putin publicó un discurso en la página oficial del Kremlin donde hablaba de los pueblos rusos y ucranianos como hermanados”.

Baña recapituló que durante febrero “hubo una serie de charlas diplomáticas entre Putin y líderes de Europa y EEUU que no llegaron a ningún acuerdo aún cuando, días anteriores, el mandatario ruso había reconocido la independencia de Donetsk y Lugansk”.

 

Una frase que caracterizó la política internacional de Rusia, y que recuperás en tus publicaciones, es: “Es mejor que haya diez años de conversaciones que un día de guerra”. ¿Qué sucedió con este posicionamiento? ¿Cómo se explica el viraje en el enfoque?

La frase es de Andrey Gromyko (legendario ministro de Exteriores de la URSS entre 1957 y 1985, político y economista) conocido en Rusia como el Patriarca de la diplomacia soviética. Actualmente, lo que sucede es que muchos antiguos anhelos son retomados por otros sistemas y otros gobiernos. Sucedió también cuando (Iósif) Stalin en la década del 40 retomó un viejo anhelo que era el de una puerta de entrada fluvial a Europa a través del Río Danubio. El gobierno stalinista retomaba políticas del gobierno zarista. De la misma manera, en el caso de Putin está acercándose a la idea de una suerte de imperio sovietico, al tratar de configurar ese mundo ruso que él entiende como aquel donde forman parte Bielorrusia y Ucrania. O por lo menos Ucrania, que debería estar dentro de esa órbita rusa o declararse neutral y no ingresar a la Unión Europea o a la OTAN. Entonces ahí se juegan cuestiones de más largo plazo en donde hay una coyuntura particular, se recuperan tradiciones u objetivos que ya venían desde antes.

 

¿Cuál es tu análisis sobre las relaciones bilaterales entre EEUU y Rusia?

En 1962 Rusia instaló misiles en Cuba y quedaron como los agresores pero fue como respuesta a los misiles que EEUU anteriormente había instalado en Turquía. O sea, servía para demostrar una actitud defensiva. En esta situación se ve algo parecido: EEUU avanza con la OTAN sobre el territorio y por lo menos Putin dice “hay que defender la seguridad nacional del país”.

Con respecto a EEUU, el vínculo depende del enfoque. Después de 2001 hubo un intento de colaboración en lo que fue considerado la lucha contra el terrorismo: Rusia permitió que se instalaran algunas bases norteamericanas en Asia Central y también logró que EEUU hiciera “la vista gorda” respecto de los derechos humanos durante las guerras en Chechenia. Sin embargo, esto no prosperó, porque EEUU no invitó a Rusia a participar en ninguno de los organismos multilaterales que existen alrededor del mundo. De modo que es una relación más bien tensa y conflictiva: para EEUU, Rusia es la reencarnación de todos los males y Putin es el peor villano.

 

¿Qué implicancias tienen las medidas de otros países, como por ejemplo Francia, que rompió relaciones con artistas e instituciones culturales de Rusia por la invasión a Ucrania?

Las cancelaciones fueron culturales pero también fueron académicas y deportivas. De hecho, sancionaron a algunos equipos de fútbol, incluso a la propia sSelección de Rusia. Esto tiene que ver con varios elementos. Uno es cierta “rusofobia” que existe en Europa y en EEUU y que en momentos como estos sale a la luz o se refuerza. Poco tiene que ver un deportista o un músico con las decisiones que toma su presidente. También hay acciones casi policíacas como lo que pasó con la famosa soprano, Anna Netrebko, que tuvo que manifestarse en contra de su propio país para poder seguir trabajando. Creo que se confunden las cosas. Las sanciones culturales que refuerzan el antagonismo no ayudan en la resolución del conflicto: más bien todo lo contrario. ¿Qué sentido tiene cancelar una ópera o una sinfonía cuando la tradición artística rusa siempre estuvo cerca de la crítica a los conflictos bélicos y regímenes autoritarios? De modo que, al revés, incorporando elementos de la tradición artística rusa podemos reforzar un mensaje pacifista, más en contra de un gobierno autoritario.

Lo que hace Europa es reforzar esa distancia con Rusia que en este caso no aporta sino que genera todo lo contrario.

Baña tiene colegas residiendo en Rusia y sobre cómo viven esta situación, relató que “hay algunas personas muy apáticas y otras con miedo y tristeza”. Al primer grupo “no le interesa lo que sucede a nivel de la alta política. La vida continúa casi con normalidad: Hay poca propaganda por parte del gobierno: las fotos que nosotros vemos de civiles durmiendo en el metro, allá no se ven. Está muy controlado”. Desde la propaganda rusa, la invasión se trata de “una operación militar especial en la cual se está avanzando y ya”, subrayó Baña. Y agregó: “Después hay intelectuales que están realmente con miedo y con tristeza porque saben de lo que se trata, saben que si llegan a mencionar la palabra ‘guerra’ pueden ser encarcelados por quince años, que si salen a protestar en la calle pueden ser detenidos”, expresó el historiador.

 

Hay intelectuales que están con miedo y con tristeza , saben que si llegan a mencionar la palabra «guerra» pueden ser encarcelados por quince años, que si salen a protestar en la calle pueden ser detenidos

Martín Baña

En esa línea, apuntó que “en lo que va de la guerra hay cerca de 8.500 detenidos en toda Rusia simplemente por salir a manifestarse en contra de la guerra”. Además, Baña especificó “no se puede decir la palabra guerra. Tanto Twitter como Facebook fueron censurados. De modo que es muy difícil poder expresarse en contra de la guerra y hay que ser muy cuidadoso con las palabras que se usan”.

De esta manera, “para el gobierno ruso es una operación militar especial y decir guerra es arriesgarse a que te detengan y que la guerra se desarrolle no solo contra los ucranianos si no contra los nacionalistas”, explicó Baña. “De forma que hay que ser muy cuidadosos. Es una situación que genera mucha impotencia no solo por la situación bélica sino por lo que pueden hacer los intelectuales a la hora de manifestar su desacuerdo”, señaló.

“Sin embargo, hay personas que se animan a salir a la calle, protestan y hacen ruido en este sentido”, concluyó el historiador.

La historia y la transformación del mundo

Desde su época de estudiante secundario, Martín Baña recuerda que “tenía un interés por la política, creía que había que cambiar el mundo”. Hoy sostiene que todavía ese interés se mantiene vivo. “Me parecía que la Historia me iba a ayudar a entender cómo funciona el mundo y así, tratar de cambiarlo. Fue entonces cuando entré a la Carrera (Licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires) y descubrí la Revolución Rusa: el primer intento de cambiar radicalmente el mundo que triunfó. Y me dije: ‘esto es lo que tengo que estudiar’”, expresó Baña. Reflexionó que “lo que pasa con Rusia es que entrás por un motivo, que es la revolución, y después terminás descubriendo un mundo y una tradición política y cultural fascinante”. De hecho, concluyó sus estudios “haciendo una tesina sobre la música y la política en la Rusia del siglo XIX”. Para el historiador, esa fue “la puerta de entrada” al mundo ruso y luego, “ya me quedé ahí”. Hoy estudia particularmente el siglo XIX y siglo XX ruso y soviético. “No tengo familiares ni ancestros pero hablo el idioma. Estuve en Rusia. Eso es fundamental, leer el idioma e ir allá para buscar fuentes y materiales para tus investigaciones”, destacó Baña

«El best seller capta el humor social»

«El best seller capta el humor social»

¿Por qué un texto político se convierte en un éxito editorial? Ezequiel Saferstein se hizo esa pregunta para desarrollar su tesis doctoral, que después convirtió en… un libro.

Ezequiel Saferstein es Magíster en Sociología de la Cultura por el Idaes/Unsam y doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires.  Además es investigador del Conicet en el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI/Unsam) y docente de grado y posgrado en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA). En ¿Cómo se fabrica un best seller político? La trastienda de los éxitos editoriales y su capacidad de intervenir en la agenda pública (Siglo XXI Editores) analiza aquella categoría de libros y su impacto en la sociedad.

 ¿Esta obra la escribiste con la intención de que sea un best seller político?

No, (se ríe). El libro es el resultado de una tesis de investigación de varios años del Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Hay una intención de proponer una mirada sobre la política, la cultura y el mundo editorial que tenga una llegada más amplia, a un público que le interesen las ciencias sociales, pero que no venga necesariamente de ese ámbito o no consuma artículos académicos.

 ¿De qué manera inciden en la agenda pública los best seller políticos?

Se instaló la idea de que la gente ya no lee o que los libros fueron reemplazados por otros medios, como la televisión o la radio, u otras plataformas de comunicación, como las redes sociales y los portales digitales. Lo que descubrí en mi investigación es que no hay tal reemplazo sino que el objeto libro sigue siendo un artefacto cultural relevante que pasó a convivir con otras plataformas. Los autores de best seller no son sólo autores de libros, también intervienen en otros espacios. Se arma un circuito donde diferentes medios de divulgación se van complementando y te encontrás, por ejemplo, a un autor de best seller político que conduce un programa de radio y, a su vez, escribe una columna los domingos en el diario. Así se conforma un dispositivo de comunicación potente, donde el libro se destaca entre las distintas plataformas y es valorado por la sociedad argentina. Un autor de libros gana un mayor prestigio dentro de este circuito comunicacional.

 Los lectores no suelen pensar que el libro que van a leer fue un fenómeno planificado para vender, como mencionas. ¿Creés que todo best seller cumple con ese requisito de ser construido con la intención de captar la atención de un segmento de la sociedad en un determinado momento histórico?

La dinámica del best seller es muy compleja y la demanda es contingente, no es unilateral. Defino como fenómeno planificado a esa búsqueda permanente del sector editorial, es decir la industria cultural y del entretenimiento, las empresas transnacionales y los editores, de encontrar el tema, el libro o el autor que terminará posicionándose en el mercado. Comercialmente se suele apostar a determinados autores que tienen una presencia importante o un piso de venta ya consolidado. En ese caso, sí es planificado porque no hay tanta sorpresa como sí la hay con autores poco conocidos que logran llegar a un best seller político. Las apuestas más conservadoras pueden ser con autores como Luis Majul o Marcos Aguinis, que tienen un segmento social garantizado y cuentan con mayor posibilidad de divulgación. Sin embargo, las grandes editoriales tienen muchísimos sellos y necesitan nutrirse de autores prestigiosos, como *escritores nobeles* de Literatura, que no suelen ser los que generan mayores ganancias, pero hacen a la complejidad de las grandes industrias culturales y le agregan valor a su catálogo.

 En el capítulo “El best seller sale a la calle” citas a la socióloga Eva Illouz, que realizó un estudio sobre el éxito de la novela Cincuenta sombras de Grey, quien afirma que “un best seller existe porque capta valores y actitudes, o bien dominantes o bien subyacentes, que transitan nuestro inconsciente social”. ¿Creés que esta habilidad o cualidad aplica también para los best sellers políticos?

 Sí, los best seller captan el humor social, algo que quizás se intuye pero todavía no está materializado, esa es la relevancia y habilidad de los editores. Sabemos que hoy las empresas de big data logran predecir consumos de la gente a través de la información que recogen los algoritmos y con ese conocimiento sobre el comportamiento de los consumidores se logran vender los productos. En el periodo que abordé, los editores siguen siendo muy valorados en tanto agentes sociales o intermediarios culturales que pueden identificar cuál es el tema, autor o libro que va a funcionar a partir de su “olfato” o capacidad de análisis editorial sobre la coyuntura y la audiencia de ese momento. Un ejemplo de esto son los libros publicados sobre los años ‘70 que se publicaron en pleno auge de las políticas de memoria, verdad y justicia del gobierno kirchnerista, que tienen una visión reaccionaria y, en algunos casos, cercana a la posición militar, como las obras de Carlos Manfroni y Victoria Villarruel, o los títulos publicados entre 2007 y 2009 por Juan Bautista Yofre. Son libros con un éxito editorial sin precedente, que se comercializaron en firmas muy grandes que lograron identificar un interés social y se convirtieron en best seller. Si lo miramos retrospectivamente, podemos observar que este éxito editorial fue incorporado en el gobierno que vino después, en 2015 con Macri. Un caso concreto fue el de Pablo Avelluto, ex director general de la editorial Sudamericana que se dedicó a estudiar y detectar las temáticas de la discusión política que circulaban en la sociedad, se constituyó como una figura clave de la gestión macrista. Ciertos temas y autores anticiparon lo que luego se hizo efectivo con el voto en el 2015. Esto es una muestra de que el mundo editorial es otra dimensión desde la cual se puede mirar el escenario político.

 Por nombrar sólo algunos títulos: Robo para la corona (Horacio Verbitsky, 1991), Argentinos (Jorge Lanata, 2002), Fuimos todos (Juan Bautista Yofre, 2006), Operación traviata: ¿quien mató a Rucci? La verdadera historia (Ceferino Reato, 2008), El dueño (Luis Majul, 2009) y Sinceramente (Cristina Fernández de Kirchner, 2019)…la característica en común de estos éxitos editoriales es que tienen un discurso opositor al gobierno de turno. ¿Sólo es posible un best seller político que tenga un tinte contrahegemónico?

Es cierto que los autores que los principales best seller políticos apuntan a un discurso contrario al gobierno de turno. Cuando salió Robo para la corona (Horacio Verbitsky, 1991) toda la editorial Planeta ofrecía libros que hablaran sobre la corrupción del gobierno menemista. Durante el gobierno de Macri, el principal best seller fue Sinceramente (Cristina Fernández de Kirchner, 2019) con un discurso “opositor” se presentó como un elemento que permitió repotenciar la figura de Cristina y fue una herramienta para la campaña presidencial de 2019. Los editores coinciden que los libros antikirchneristas venden mejor por el segmento social que compra esos libros.

 

Más allá de la construcción de estos artefactos culturales para distintos públicos, ¿los lectores argentinos están preparados para consumir una lectura política desintencionada de las tendencias sociales y con los intereses puestos en la búsqueda de la verdad y no en un fin meramente lucrativo?

Sí, hacia el final del libro cierro un poco con esa idea. Gran parte de esos libros, de los best seller políticos, se escriben muy rápido. Hay una idea de que es preferible que salga rápido y con menor calidad porque son temas muy coyunturales. Existe la tensión entre el fin comercial y la búsqueda de incidir en una época. Pero también se pueden encontrar obras con un mayor tiempo de elaboración en editoriales de menor tamaño, como la editorial Marea o en la colección especial de Siglo XXI, Singular, que se publicaron varios libros que tienen una relación distinta con la coyuntura y otra pretensión de profundidad, como sucedió con Gabriel Vommaro o Paula Canelo, entre otros. Las editoriales tienen que hacer ese balance entre el tiempo de publicación y la calidad del libro, y esto último puede repercutir en su éxito.