El valor de la cultura

El valor de la cultura

Bajo el argumento que no es rentable, el gobierno de Javier Milei emprendió un feroz desfinanciamiento a la cultura. ¿Cómo se mide el aporte de una canción, una película o una obra de teatro? ¿Es sólo una cuestión económica?

Frente al desfinanciamiento permanente que el Gobierno de Javier Milei impulsa de instituciones y políticas culturales, distintos actores del sector, paradójicamente, intentan una defensa utilizando parámetros economicistas y eficientistas.

Desde ese paradigma, es un hecho el aporte de la cultura en términos cuantitativos. La Cuenta Satélite de Cultura del INDEC (CSC), mide la incidencia económica de la cultura en la Argentina para contribuir con la toma de decisiones, la formulación y evaluación de políticas públicas y privadas en el área. El informe indica, por ejemplo, que en el año 2022 la producción de bienes y servicios culturales generó un valor agregado bruto de 1,28 billones de pesos, lo que representó un 1,8% en la economía argentina. Los sectores de publicidad, libros y publicaciones y audiovisual concentraron una participación de 62,5% de ese valor agregado. El sector cultural, además, registró 341.300 puestos de trabajo formales, lo que significa un 1,6% del empleo total. La rama que más participó en el empleo cultural fue el audiovisual, representando 3 de cada 10 puestos. Le siguieron el diseño, la publicidad y los libros y publicaciones.

También existen otras herramientas de medición: las reproducciones, las ventas de entradas, los likes en redes sociales, etc. Ahora bien, ¿qué es lo que escapa a esas medidas? ¿Cómo se mide una canción que te conmueve? ¿Qué aporta la cultura en la sociedad para su armonía, identidad y calidad de vida? Hacernos estas preguntas, también nos permite preguntarnos: ¿Qué está en disputa cuando el Gobierno ataca a la cultura?

Para responder estas preguntas ANCCOM dialogó con Carlos Rottemberg, empresario teatral, también con el dramaturgo Mauricio Kartun y con la doctora en Ciencias Sociales Margarita Martinez.

Mauricio Kartun.

¿De qué hablamos?

Rottemberg se encuentra en su escritorio, en el cuarto piso del teatro Multiespacio en calle Corrientes. Detrás de él, un cuadro con la imagen de un ladrillo con una inscripción que dice “Vos con esto hacés un teatro”. Para empezar a hablar de la cultura el director piensa en su propia historia. Se traslada inmediatamente a un hecho de su infancia. Piensa en cómo él encontró su vocación, ya que no proviene de una familia del espectáculo. Recuerda una escena de cuando él tenía 8 años, en la que estaba junto a su madre viendo La novicia rebelde en el cine: “Si la cultura, en ese caso la cinematográfica, no me hubiese llevado a movilizarme de la manera que lo hizo, y hacerme llorar de la manera que me hizo llorar y decirle a mi vieja en el cine, yo quiero dedicarme a eso, yo no sé si esto hubiese pasado” cuenta y reflexiona que “la cultura es la suma de individualidades”.

Mauricio Kartun da el ejemplo de las canciones que hacen emocionar a un grupo. Sostiene que “la cultura es la identidad de los pueblos”. Explica que la identidad contiene algo que va más allá de las costumbres comunes, para él abarca la forma de los vínculos, los pensamientos, “una metafísica de los pueblos”, algo difícil de evaluar en términos visibles.

“Siendo un mecanismo de identidad, podría haber pueblos sin esa identidad, lo que inevitablemente los vuelve más frágiles. Sin un lazo que establezca la pulsión de defensa común por ejemplo”. Kartun, piensa a la cultura en relación al cuidado del otro, como un elemento humano muy importante: “La cultura une y, por lo tanto, instala por encima de ella una serie de mecanismos complementarios, como la ayuda para el desarrollo del que está junto a vos. Es un lazo de unión. Es una forma de establecer que un grupo de personas se transforman en una comunidad”.

 

Carlos Rottemberg.

¿Cuál es su aporte social?

Para Margarita Martinez, la cultura aporta “la capacidad de mirar al mundo con otros ojos por un rato y que ese modo de mirar no nos abandone nunca”. Sostiene que si tuviéramos que medir cuánto vale eso no podríamos. Reflexiona que “sin embargo está al alcance de cualquiera. Y digo “de cualquiera” sabiendo explícitamente que no cualquiera tiene los medios de pagar costosos productos culturales, ni de hacer el camino que lo lleva a valorar un acervo letrado. Esto último debería estar garantizado por la educación pública y universal. Hoy no lo está”.

Kartun sostiene que un pueblo unido por la cultura es un pueblo muy difícil de romper; por el contrario, un pueblo sin cultura es de una fragilidad extrema: pierde la condición de pueblo. “Se transforma en ciudadanos aislados, de pensamientos e intereses absolutamente diversos y que, por supuesto, frente a cualquier desafío que exige la fuerza popular, no la tienen, porque no tienen esa cultura común que las une”. Argentina, en ese sentido, es muy sólida y por eso es tan peligroso que se avance con la desinversión en cultura. Kartun sostiene que más allá de los lugares comunes de la cultura Argentina, como podría ser el tango, tenemos un montón de elementos “que nos unen, que nos amalgaman y que, por lo tanto, nos dan fuerza”.

 

Margarita Martinez.

¿Se puede medir?

Plantea Rotemberg que hay un número económico que tiene que ver con lo cultural, y se demostró en la pandemia. “Cuando en la pandemia se cierran los teatros en Times Square, en Nueva York, se muere todo el circuito, lo mismo pasó acá en calle Corrientes”. Sostiene que el 73% de las personas que van a las salas de espectáculos, después consume gastronomía, se moviliza en los taxis, compra en los kioscos de la cuadra, las librerías… Rotemberg destaca que el gran porcentaje de público que ve artes escénicas es connacional, eso es algo muy particular que tiene el público de nuestro país.
Para Margarita Martínez lo que podemos leer a través de mediciones es el éxito de determinado producto en un mercado dado, por ejemplo, a través de compras directas, validaciones en redes. Pero aclara que “todos sabemos que hay creaciones que simbolizan lo más alto de la cultura y que, en el momento de su aparición, no tuvieron éxito en el mercado. En la historia humana eso ha sucedido muchas veces y sigue sucediendo”. Observa que “hoy las antiguas figuras de la cultura letrada empiezan a actuar como operadores del mercado o bien, lisa y llanamente, como publicistas”. Da el ejemplo de las reseñas de libros, para ella no existen lecturas críticas de libros, son publicidades más o menos encubiertas.
En este sentido, Martínez se pregunta: “¿Esos juicios miden acaso el valor de lo que hablan (o de lo que venden, si hablamos claro)?”. Se responde que no, “los lectores no sólo que no miden nada, sino que en muchos casos tampoco “dicen nada” sobre aquello respecto de lo cual quieren saber algo. Y esto es trágico: la confusión entre hacer algo que vale la pena y hacer creer a otros que algo vale la pena por el éxito de su difusión afecta a cada vez mayor cantidad de desorientados de la gestión de la cultura. Y digo trágico porque vemos cómo se le ofrecen contratos editoriales a influencers que no demostraron ninguna capacidad literaria, o se arman mesas redondas para tratar temas de gran densidad animándolos con personajes de moda de diverso cariz. Y esto es lamentable porque hay gente de perfil más bajo que realmente escribe, trabaja y piensa que queda en la absoluta oscuridad”.
Para Kartun no hay parámetros matemáticos para medirla, pero hay una existencia dimensional: se puede ver una cultura común. “Por supuesto, las culturas se desarrollan alrededor del propio quehacer del pueblo”. Y agrega: “Lo contrario es cuando la cultura está en manos de la corporación, es decir, cuando la cultura está en manos del comercio, está en manos de aquel que produce cultura con un fin puramente rentable”.
Para Kartun, hay activos que escapan a la medida economicista de la cultura que también –dice- “cumple una función ecológica extraordinaria”. Explica que la cultura crea una red conceptual. Se establece un parámetro de lo que está bien, lo que se usa y la gente aprueba, un círculo dentro de lo cual está todo lo permitido. Pero continuamente –sostiene Kartun- aparecen artistas, que en lugar de trabajar dentro de ese círculo, se paran al borde y dan un paso afuera. Empiezan a hacer algo que nadie conocía, algo totalmente distinto. Esos son los artistas experimentales. “Pueden pasar dos cosas: que la gente no lo acepte porque es diferente o que efectivamente le vaya bien y la gente empiece a disfrutar de algo que no conocía, que no se parece a nada de lo que viene disfrutando y que, sin embargo, le crea un gran placer”. Para el dramaturgo, a estos artistas experimentales le debemos que se agrande el perímetro: “Que ahora que empezaste a disfrutar de escuchar a ese músico, que hace algo muy distinto a los demás, empieces a escuchar a muchos otros músicos que hagan lo mismo que él”.
En relación a las mediciones algorítmicas, Martínez sostiene que aquello que se les escapa suele ser lo que se sale de la norma, incluyendo a lo que mejor se produce. “No todo lo que sale de la norma es bueno, pero lo que sí es seguro es que lo realmente bueno sale de la norma” Reflexiona que “muy pocas veces ocurre que algo que forma parte de lo verdaderamente trascendente en el campo de la creación (y cuando digo trascendente no lo digo para el individuo que lo creó como algo narcisista sino para la sociedad toda) logre tener un éxito mensurable e inmediato”. Sostiene que un error común es confundir “elemento de la cultura” con “elemento de culto” y con “producto de moda”.
Martínez acompaña su afirmación con una anécdota personal: “Un día, cuando yo era muy jovén y leía mucho, me quejé ante un amigo más grande y gran lector de los precios de los libros que yo ambicionaba. Mi amigo me respondió que no era verdad que nunca iba a poder tener una buena biblioteca. Me dijo que las mejores bibliotecas que vea, una biblioteca incluso como la de él, se podía armar mayormente a partir de libros de saldos”. Mirando hacia atrás, sostiene que su amigo tenía razón, ya que hoy en día, ella tiene una biblioteca llena de rarezas y clásicos. “Muchos de esos libros los compré casi a precio de regalo. ¿Por qué? “Justamente por no ser novedad para el mercado pero, no obstante, son textos trascendentes para la cultura”.

El rol del Estado

En relación al fenómeno de lo experimental, Kartun afirma que “hace que la cultura sea una especie de Big Bang, produce una explosión y se va ampliando”, y explica que “la cultura vive en expansión. Y necesita de esos experimentales, que a su vez necesitan apoyo. Si no tienen lugares, si no tienen apoyos de todo tipo, el artista no puede desarrollarse. Si los gobiernos en lugar de pensar estas culturas de expansión, trabajan en el centro mismo de ese perímetro, buscando lo más cómodo, aparece el cine pasatista, la música pasatista, el teatro pasatista. Lo que queda sin experimentación, es la generación de una cultura que trabaja en el centro de ese círculo. Sin arriesgar absolutamente a nada”.

Kartun marca una diferencia: para él todo lo que une, lo que es creencia común, rito, es cultura, mientras que todo lo estándar, lo globalizado, para él es una cultura artificial, la llama “cultura de la disolución”. El dramaturgo, muestra preocupación al sostener que en este momento hay una política de disolución: “Si al cine le quitás el subsidio que hace que pueda ser una expresión popular, los únicos que podrían manejarlo son las empresas con sus intereses empresarios y no con intereses culturales”, plantea.

“¿Hubiese logrado Piazzolla componer varias de sus obras maestras sin el préstamo que recibió del Fondo Nacional de las Artes en sus principios?”, se pregunta Rotemberg. Martínez sostiene que la idea de “financiar la cultura” es un planteo equívoco, algo que corresponde a la burocracia y a la gestión. Afirma que “Cultura se hizo siempre con o sin financiamiento, con o sin prohibiciones, con o sin persecuciones. ¿Hay que destinar dinero público a ello? Sí, por supuesto. Pero la oposición entre la cultura y la no cultura no es la oposición entre los millones y los no millones destinados a tal o cual actividad sino la oposición entre tener algo que decir o nada”.

Todos los libros, el libro

Todos los libros, el libro

Se presentó en el auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales el Vocabulario crítico de las Ciencias de la Comunicación, un volumen que reúne escritos de 139 académicos, docentes y periodistas de la Carrera de Ciencias de la Comunicación que funciona como un caleidoscopio en el que se despliegan conceptos, lenguajes, géneros, soportes, identidades y tantos asuntos más.

Es semana de elecciones en la Facultad de Ciencias Sociales y el movimiento ya normalmente ajetreado de las tardes se convierte en frenético. En la entrada te reciben militantes con remeras de distintos colores para entregarte una colección de folletos de promesas de un mundo mejor; para luchar contra el FMI y también lograr tener papel en el baño de la facu –ambos difíciles de lograr–. En la calle, la bicisenda está bloqueda por una parrilla improvisada donde marchan chorizos y hamburguesas a precio amigo. La plaza seca o conversodromo Nicolás Casullo –su nombre oficial– aloja a un grupo de jóvenes que bailan al ritmo de una cantante que no se sabe si desafina por la calidad del audio o por falta de talento. Los pasillos colapsados alojan a amigos y compañeros de cursada, que se saludan con entusiasmo y charlan sobre las materias. La corriente hormigueante de los alumnos para entrar a las aulas te arrasta hasta el corazón del edificio: el auditorio. Esta imponente sala amarilla, alojó el miércoles 28 de agosto la segunda presentación de Vocabulario crítico de las Ciencias de la Comunicación, una especie de diccionario de conceptos clave del área donde colaboraron académicos y académicas emblemáticas

Vocabulario…, que fue presentado por primera vez en la Feria del Libro en mayo de este año, es un exitoso intento de darle voz a la comunidad de las Ciencias de la Comunicación. Los coordinadores del volumen, el vicedecano de Ciencias Sociales Diego de Charras, la directora de la Carrera de Ciencias de la Comunicación Larisa Kejval y la profesora Silvia Hernández, nuclearon a 139 autores, eminencias de la comunicación, para armar una publicación tan novedosa como necesaria: 114 entradas que comprenden un amplio abanico de temas relacionados con la comunicación, desde los vínculos entre sociedad, medios y tecnología a los lenguajes y las significaciones, pasando por las relaciones entre procesos culturales, identidades, política y economía.

Esta segunda presentación se propuso hacer foco no tanto en la forma en la que se compiló el libro, sino en presentar algunas de las lecturas que surgieron de él, y de ahí el nombre del evento: “Lecturas del Vocabulario, memorias de la carrera”. En el panel participaron seis de los colaboradores: Christian Ferrer, Santiago Gándara, Alejandro Kaufman, Stella Martini, Jose Luis Petris y Silvia Hernández (estos últimos dos en representación de Oscar Steimberg y Mónica Petracci, respectivamente).

Sumados a las personalidades del panel, Damián Loretti, Ricardo Forster, Washington Uranga, Pablo Alabarces, Sandra Carli, Marita Soto y María Rosa del Coto son otros de los prestigiosos nombres de los investigadores que participaron como autores.

Kejval dirigió el evento y afirmó que esta presentación pretendía ser “doméstica, como en casa”. Rescató también el rasgo plural de Vocabulario…, que convivan en él diferentes posturas y corrientes de pensamiento, sin una bajada global. Como si fuera una foto de la actualidad de esta particular área de conocimiento; con sus contradicciones, avances y problemáticas actuales que la atraviesan, desde lo social y lo económico hasta lo estatal. Siguiendo a Kejval en la apertura de la charla, el sistema universitario se encuentra en crisis y las conversaciones que se dan reflejan ese impacto. Las ciencias no son herméticas a lo que pasa en lo social y el libro, en su interior y como acto político, da cuenta de eso.

«El Vocabulario…es un albergue transitorio para la pasión por el saber. Esta pasión es mucho más fuerte que el sexo y más duradera, es lo que nos nuclea a todos acá, lo que hace que un estudiante pase horas estudiando para un final”, cerró Ferrer en tono jocoso y despertando risas en el público.

Christian Ferrer, sociólogo, ensayista y profesor, afirmó en el panel: “El libro es algo excepcional. Es difícil lograr que estén todos juntos a pesar de las diferentes corrientes epistemológicas y los egos. Generalmente las cátedras son como islas y es difícil armar comunidad. Eso es motivo de celebración”. En este sentido, el académico puso énfasis en la necesidad de proyectos de diccionarios que estén “en movimiento”, que abran a debate y no que busquen definiciones definitivas: “Todo diccionario es provisorio”, dijo. De esta manera los conceptos están vivos en cuanto y en tanto son discutidos en clase, en el espacio del aula. Vocabulario…“es un albergue transitorio para la pasión por el saber. Esta pasión es mucho más fuerte que el sexo y más duradera, es lo que nos nuclea a todos acá, lo que hace que un estudiante pase horas estudiando para un final”, cerró Ferrer en tono jocoso y despertando risas en el público.

Stella Martini, doctora en Ciencias Sociales y profesora en la carrera de Ciencias de la Comunicación, hizo énfasis en la decisión de nombrarlo «Vocabulario crítico» y no «diccionario técnico”. Siguiendo a Martini, “el Vocabulario…es un rompecabezas, es más abierto y menos impositivo”. A diferencia de un diccionario, que es un sistema cerrado, Vocabulario crítico remite más a términos de uso en el ámbito de una comunidad hablante y que además se entiende a sí misma como crítica.

En un tono más emotivo, la investigadora declaró que el compilado “hila una tradición de la facultad, de los compañeros contemporáneos, pero también de los que estuvieron en la fundación de la carrera hace más de 35 años; como Nicolás Casullo, Sergio Caletti o Margarita Graziano, entre otros”.

Por su parte Santiago Gándara, licenciado en Comunicación, docente de la Universidad de Buenos Aires y referente del sindicato docente AGD-UBA, dedicó tiempo de su discurso para explicar que el proyecto consolida intentos anteriores de unificar ciertos conceptos. “Todos hemos pensado alguna vez en la elaboración de un diccionario, hubo intentos de algunas cátedras que procuraron llevar adelante ese proyecto hacia el interior de la cursada, pero que finalmente terminaron decayendo”. En su mirada, Vocabulario… es la materialización de una idea que flotaba en el aire, que estaba presente en algunas cátedras y profesores. “Celebramos la iniciativa de una recopilación general”, cerró Gándara.

Por último Alejandro Kaufman, profesor universitario, crítico cultural y ensayista, remarcó la posición política que ocupa el libro. “Pensando en la estatalidad, Vocabulario… es un acto de gobierno”, manifestó. Corriéndose de las definiciones exclusivamente administrativas que circulan hoy en día sobre lo estatal, la posibilidad de un libro así pone de manifiesto una gestión de la facultad donde “el saber tiene un lugar indiscutido. Es un acto de gobierno universitario, es un acto de saber más allá de lo administrativo”, concluyó Kaufman.

Vocabulario… no se limita a ser un documento estático, sino que se propone como una obra en constante movimiento, abierta al debate y a la reflexión continua. Es, en esencia, un puente entre las diferentes generaciones de comunicadores, uniendo a los fundadores de la carrera con quienes hoy se forman en sus aulas, y asegurando que el conocimiento siga siendo una herramienta viva y dinámica, adaptada a los tiempos que corren.

Pantalla grande y bonaerense

Pantalla grande y bonaerense

Bajo el lema “la diversidad nos une”, comienza una nueva edición del festival de cine que busca insertar a la Provincia de Buenos Aires en el plano internacional. Estrenos exclusivos y más de 200 proyecciones.

Impulsado por el Instituto Cultural bonaerense, vuelve el Festival Internacional de Cine de la Provincia de Buenos Aires (FICPBA). Esta segunda edición, que se realizará en La Plata entre el 4 y el 14 de septiembre, busca poner en diálogo la identidad, la soberanía y la diversidad audiovisual. “No es una política que se ha decidido en un escritorio y de manera cerrada, sino que tiene que ver con la defensa de la cultura como un derecho”, sostiene Florencia Saintout, presidenta del Instituto.

En un contexto signado por políticas que desfinancian la cultura nacional –como la eliminación de la cuota de pantalla para el cine argentino y el cierre de la plataforma Cont.ar–, la cineasta Paula de Luque se enorgullece de poder llevar adelante el festival que funciona como una celebración cinematográfica de la identidad bonaerense. “Estamos defendiendo nuestro espejo, quiénes somos”, afirma la directora del FICPBA. Frente a medidas que atacan el patrimonio audiovisual, la proyección de 228 obras –que incluyen largo, corto y mediometrajes– durante 197 funciones, busca demostrar que la cultura juega un rol importante en la construcción de la identidad personal.

Una de las propuestas que mejor ilustran el espíritu del festival es “Cine al Barrio”, un proyecto que acerca a los territorios populares las herramientas audiovisuales para narrar su visión del mundo y ser protagonistas de su propia historia. El objetivo del ciclo es que las grabaciones sean incluidas en la programación del festival ya que “es una política que permite hacer cultura y no sólo verla”, asegura De Luque.

El FICPBA también contará con un conversatorio en el que diversas figuras destacadas del ámbito cinematográfico nacional podrán discutir y debatir el porvenir de la industria audiovisual. El ciclo de entrevistas estará a cargo del periodista y crítico de cine Lisandro Gambarotta y tendrá la presencia de Adrián Suar, Pablo Echarri, Julieta Díaz, Selva Almada, Demián Rugna y Marcelo Figueras. Además, más de 500 alumnos de diversas universidades públicas bonaerenses tendrán la posibilidad de asistir al segundo Encuentro Provincial de Estudiantes de Cine que incluye actividades, charlas y formaciones. El evento tendrá lugar en el Centro Provincial de las Artes Teatro Argentino el próximo 5 y 6 de septiembre.

La novedad con respecto a la última edición viene con la incorporación del Mercado Internacional de la Industria Audiovisual de la Provincia, un espacio que busca facilitar la concreción de acuerdos de coproducción internacional. Del 5 al 9 de septiembre, los profesionales de cada sector podrán participar de mesas redondas y conferencias especializadas con el objetivo de promover la integración cultural entre países. “El FICPBA está armado para que la provincia de Buenos Aires dialogue con las cinematografías del mundo”, asevera De Luque.

Sesenta salas –20 más que la última edición– proyectarán la programación en distintos municipios bonaerenses de manera gratuita. Durante el festival, tendrán lugar la Competencia Internacional Largometraje Ficción (CILF), Competencia Largometraje Bonaerense (CLB) y Panorama Argentino (PA), entre otras. Además, habrá secciones especiales como Mujeres y Disidencias, Ventana Bonaerense y Panorama Internacional. Participan películas de más de 43 países, entre los que se encuentran Alemania, Canadá, Chile, Egipto, España, Francia, Indonesia, Singapur y Tailandia.

Entre los 45 estrenos internacionales se destacan Cidade; campo, de la realizadora brasileña Juliana Rojas, y Mãos no fogo, de la portuguesa Margarida Gil, ambos exhibidos en el Festival de Berlín y que ahora tendrán su premiére argentina en el FICPBA. También habrá espacio para homenajear a personajes célebres de la identidad nacional con la presentación de Norita, el documental que narra la vida de la entrañable Madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas y Había una vez un mago, la obra que en formato de entrevista que recorre de manera sensible la relación entre el afamado director Leonardo Favio y su hija María Salomé.

La programación completa del FICPBA se puede ver en la página web del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires. La entrada a todas las proyecciones es libre y gratuita.

“Muchas generaciones han luchado por un mundo mejor”

“Muchas generaciones han luchado por un mundo mejor”

En “Tiempo largo y jodido. ¿Qué quieres que te diga?”, el militante revolucionario peruano Ricardo Napurí, quien acaba de cumplir 99 años, cuenta su vida, desde su llegada a la Argentina en 1948, hasta sus encuentros con el Che Guevara y con Hugo Chávez. Un documental histórico para pensar el presente.

En 2019, el cineasta Hugo Alfredo Lescano y el periodista Carlos Rodríguez se encontraban inmersos en una investigación para un documental sobre François Chiappe, un terrorista francés que residió en Argentina en la década del sesenta. Para ello, fueron a la casa de Ricardo Napurí, de 94 años, suponiendo que él podría brindar testimonio acerca de aquel personaje y de la época.

“Ese no es mi tema”, respondió Napurí al ser consultado por el periodista. Pero, a cambio, comenzó a relatar algo que sí conocía, su historia como militante revolucionario de Praxis, el movimiento juvenil marxista fundado por el abogado e intelectual Silvio Frondizi, hermano del expresidente Arturo Frondizi, asesinado en 1974 por la Triple A.

Al escuchar la frase inicial de Napurí, Lescano dio la orden para que las cámaras no corten y sigan rodando. Sabía que se había encontrado con un personaje especial y su documental viró hacia él: “Lo que está empezando a contar este hombre es alucinante”, rememora Lescano.

Tiempo largo y jodido, ¿qué quieres que te diga?, así se tituló, finalmente, la película dirigida, guionada y producida por Lescano. “En ese momento, le hicimos una entrevista que duró más de dos horas. Al poco tiempo, cuando queremos volver para retomar este documental, ocurre la pandemia. Estuvimos hasta 2021 sin poder tener contacto directo con él. Ni bien se pudo, ese año, volvimos y retomamos el trabajo”.

Realizador, autor y docente, Lescano registró dos entrevistas al peruano Napurí, en las que este cuenta su vida, desde sus orígenes como aviador militar en su tierra natal, incluida su negativa a bombardear compatriotas civiles durante el golpe de Estado al gobierno modernizador de José Luis Bustamante y Rivero en 1948. Hijo de madre argentina, Napurí llegó a Buenos Aires expulsado por la Fuerza Aérea peruana y aquí se convirtió en uno de los discípulos de Silvio Frondizi, líder del Movimiento Izquierda Revolucionaria (MIR-Praxis).

Este mes, Napurí cumplió 99 años. En el largometraje brinda testimonio de su larga experiencia en una Latinoamérica convulsionada por revoluciones y por el surgimiento de referentes de la política regional que le permitieron tener un vínculo prematuro con eventos como las guerrillas peruanas, la Revolución Cubana, y hasta ser quien le acercó bibliografía de Trotsky al Che Guevara. El documental pone sobre la mesa conversaciones y reflexiones sobre la vida política en América latina y la circularidad y persistencias en el presente.

“Me identifico con lo que dice la película, más allá de cualquier matiz que pueda haber, es el mensaje que quiero dar a través de un hombre que vivió, que es protagonista de la historia. No es un profesor de la facultad o un historiador el que nos está contando la historia, lo está contando el propio protagonista. Y lo que él dice es comprobable y se puede corroborar”, afirma Lescano, quien realizó, junto a su equipo de producción, una investigación para recabar un sinfín de material de archivo que acredita las vivencias de Napuri, como su nexo con Frondizi, su reunión con el Che Guevara y su intervención en el programa televisivo del expresidente Hugo Chávez, Aló Presidente, el mismo día que Diego Maradona visitó esos estudios.

Resulta destacable cómo Lescano resolvió el giro del enfoque de su documental, que le dio material en crudo para más de tres horas de película –la última versión quedó en 81 minutos–, y el título de la obra. “La edición no fue fácil, porque tenía como base los dos reportajes, él hablando, y eso puede servir para un archivo, para que vaya gente y consulte quién era Ricardo Napurí. Pero como vengo del cine de ficción, me gusta también contar una historia. Entonces tomé todo lo que él había dicho y ahí recién hice el guion”, detalla Lescano, a la vez que refiere que introdujo animaciones hechas por su hijo, Juan Gabriel Lescano, editor del filme, que ayudaron a darle un respiro a la historia y al relato.

Respecto al título, Lescano aclara: “Fue toda una decisión, porque es el antitítulo comercial, es largo, y hay una pregunta. No me importa, porque me parece que es lo que quiere expresar la película: que hay un tiempo largo y que es jodido. El ‘¿Qué quieres que te diga?’ es lo que está diciendo él… Entonces no me importó”.

Antes del estreno de prensa, Napurí pudo ver la película y Lescano, al recordarlo, sonríe: “Tenía cierta ansiedad por mostrarle el documental. Traté de ser lo más objetivo posible en la narración y no desviarlo del discurso, aceptarlo y respetarlo. Él estaba muy satisfecho porque me dijo que la película lo representa, que él estaba más contento de poder dejar este legado que de ser el protagonista en el filme. Yo lo que hice fue contextualizar históricamente. La objetividad absoluta no existe, pero traté de tomar todo lo que él dijo. Es una película que pienso para la juventud. Ahí no abandoné al profesor”.

Tiempo largo y jodido ¿Qué quieres que te diga? se estrena el 29 de agosto en las salas del Espacio INCAA del Cine Gaumont, y hay expectativas de que Napurí pueda asistir al estreno. “No tengo esa cosa de que mi película tiene que gustarle a todo el mundo. Pero sí que la película genere discusión. Como dice el propio Ricardo Napurí: reflexionar, pensar y explicar determinadas cosas y saber que la historia no nace hoy con Milei y que venimos de una larga trayectoria donde muchas generaciones han luchado por un mundo mejor. Bueno, Ricardo tiene su ideología concreta y él sigue luchando”.

El despacho de Borges

El despacho de Borges

A 125 años del natalicio del escritor argentino, la Biblioteca Nacional, que lo tuvo como director, realizó un recorrido guiado por las instalaciones que ocupó en la primera sede de la institución para repasar su literatura pero también su costado de gestor.

Cada 24 de agosto se celebra el Día del Lector. Se eligió para el festejo, la fecha del nacimiento de Jorge Luis Borges, uno de los escritores argentinos más importantes y reconocidos mundialmente. El sábado último, ANCCOM estuvo en la apertura especial de la sede histórica de la Biblioteca Nacional, en la calle México, donde el autor de El Aleph ocupó el cargo de director desde 1955 hasta 1973.

El Centro de Estudios Borgeanos de la Biblioteca Nacional celebró el Día del Lector con un recorrido histórico y cultural denominado “Las bibliotecas de Borges” que comenzó en la Biblioteca Municipal del barrio de Boedo y continuó en la sede de la Biblioteca Nacional ubicada en el barrio de San Telmo. La visita estuvo guiada por Laura Rosato, directora del Centro de Estudios Borgeanos, y Germán Álvarez, el codirector.

«Celebramos a Borges porque es el mejor escritor de lengua castellana del siglo XX –subrayó Rosato-. ¿Cómo no celebrarlo? Además, es una felicidad leerlo. Es feliz y me parece que es un autor que festeja la amistad todo el tiempo y celebrar el cumpleaños es lo que se hace con los amigos». Por su parte Álvarez comentó: “Celebramos a Borges porque es inmortal. es el escritor argentino más internacional que tenemos y Borges va a seguir creciendo a través de los años, porque sus lecturas son infinitas”.

A modo de introducción, Rosato señaló: “Uno puede identificar ´lo borgeano´ y pensaba en este edificio, que fue construido para la Lotería Nacional y transformado en edificio de la Biblioteca Nacional y, mucho tiempo después, lo termina dirigiendo Borges, que escribe sobre loterías y bibliotecas y me parece que el hecho de que ese fuera el origen de uno de sus libros se vuelva algo absolutamente borgeano”.

En 1955, Jorge Luis Borges fue nombrado director de la Biblioteca Nacional por funcionarios que dudaron de su designación porque era ciego. Borges era un hombre con una obra sólida pero no tan difundida, no era el autor que hoy todos conocemos. Cuando llegó a la Biblioteca Nacional el escritor confesó que llegó con su madre hasta la puerta y, para no tener mala suerte, evitó entrar hasta ser nombrado. Cuando finalmente sucedió dijo sobre sí mismo: “Yo pensaba que me iban a dar una biblioteca en el sur, en Adrogué y terminé dirigiendo la biblioteca más importante de Argentina”.

Sería erróneo pensar que la llegada de Borges a este lugar se debe exclusivamente a su posicionamiento político, aunque se sabe del tenso vínculo que el autor mantuvo siempre con el peronismo. Borges se estableció como director de la Biblioteca Nacional durante la autodenominada Revolución Libertadora, pero su labor dejó una huella que trascendió su propia gestión y posicionamientos políticos, como su literatura.

“Cuando Borges llega en 1955 ya es el primer escritor nacional. Trabajó arduamente en la biblioteca de Boedo y cosechó todo eso en esta biblioteca. Lo que hace con la Biblioteca Nacional es ponerla en el mapa de las bibliotecas del país. Todo el mundo quería entrevistar a ese poeta ciego que habitaba esta alta casa de libros, por eso para nosotros como miembros y empleados de la Biblioteca Nacional es un orgullo poder mostrar al público esta sede restaurada, donde él trabajó”, sostuvo German Álvarez.

Cuando Borges llega a la Biblioteca se corta la tradición de que el director viva en este espacio, pero sí hace del despacho un lugar íntimo. Borges decide alinearse a la tradición ilustrada de los antiguos directores y cuando llega se encuentra con un despacho maravilloso, dos secretarias bilingües personales y tiempo de calidad para trabajar en su obra.

Además, la gente se acercaba y en la intimidad, empezaban a conocerlo. El hecho de ser ciego lo había convertido en algo totalmente metafórico como él mismo lo expresaba: «Nadie rebaje a lágrima o reproche esta declaración de la maestría de Dios, que con magnífica ironía me dio a la vez los libros y la noche».

Cuando asume como director, su obra ya tenía una traducción francesa que lo había posicionado bastante bien y en nuestro país se habían empezado a publicar sus volúmenes de obras completas. Borges soñaba que su gestión fuera grande y ambiciosa como la de Paul Groussac, escritor, historiador, crítico literario y bibliotecario franco-argentino.

En la actualidad, el primer piso del edificio fue restaurado parcialmente. Allí funcionaron los despachos históricos: “Todos los muebles son originales e históricos de la Biblioteca y la restauración de estos espacios estuvo a cargo del equipo exquisito de restauradores del Ministerio, ahora Secretaría, de Cultura de la Nación. Hay restauradores que hicieron broncería, maderas, cueros y hasta se restituyeron partes faltantes”, señaló Rosato. También en el primer piso se encuentra el famoso reloj patrón que dirigía todos los relojes, inclusive el de la sala de lectura que tiene una pequeña campanita para anunciar el final de la hora de lectura.

“Este era el despacho del director Borges, trabajaba acá, pero todo su trabajo literario lo hacía en el despacho central, ahí era donde estaban los libros desplegados, donde trabajaba la traducción de su obra, daba clases de anglosajón, recibía el periodismo. Esta es la biblioteca de Borges y hoy estamos en el espacio que ocupó. Siempre decía que cuando estaba afuera extrañaba y que soñaba con el edificio de la calle México”, continuó Rosato en la guía.

Durante su gestión, Borges sabía que existían planes para mudar la Biblioteca a la calle Agüero –donde actualmente funciona la sede central- y él se negaba a abandonar el edificio de México. Esta biblioteca es la que el autor de Ficciones honra y la menciona en su obra.

Cuando retorna el expresidente Domingo Perón, Borges pide su jubilación y es otorgada en tiempo récord. El escritor creía que lo iban a echar, pero luego se supo que el peronismo quería que se quedara como director. Dejó sus libros en forma de donación. No hizo ceremonia ni presentación, los libros quedaron allí.

Pocos años después se publica El libro de arena en ese volumen hay dos cuentos que transcurren en la Biblioteca Nacional: «La utopía de un hombre que está cansado» y el otro es «El libro de arena» donde el narrador se siente atormentado por un libro y se asegura que la mejor manera de esconderlo es entre cosas iguales. Entonces va a la Biblioteca Nacional y baja por la escalera de mármol que está al costado a la entrada, tal cual está como descripta en el cuento, y coloca el libro que lo obsesiona entre otros anaqueles. “Cuando estamos trabajando con mi compañero en los depósitos de la biblioteca encontramos en la colección de la revista Sur un original del manuscrito de Tema del traidor y del héroe con el nuevo final que aparece después publicado en Ficciones”, contó Rosato y agregó: “Son pequeños juegos de Borges, nosotros decimos esto no está por casualidad, él lo dejó explícitamente. Entre la colección encontramos otros seis ejemplares más. Solemos decir que es una donación secreta, nosotros solemos pensar que los libros que dejó en la Biblioteca son parte de ese pacto con la institución y es el lugar en donde él fue feliz y podía dejar aquello con lo que él se rodeaba, que eran sus libros”.

Puan, la ficción hecha realidad

Puan, la ficción hecha realidad

La misma semana en que las universidades nacionales pararon durante 48 horas, el ciclo Cine por la Identidad proyectó la película que anticipó el desfinanciamiento educativo.

“Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia” advierte la pantalla al comienzo de series y películas. Este aviso tomó especial relevancia el jueves 22 de agosto en la proyección de la película Puan, en el auditorio de Casa por la Identidad del Espacio Memoria Ex ESMA, como parte del Ciclo Cine por la Identidad. El largometraje, dirigido por María Alché y Benjamín Naishtat, fue proseguido por un debate en el cual participaron ambos directores junto con uno de los protagonistas del film, Leonardo Sbaraglia.

En un contexto signado por el congelamiento del presupuesto para las universidades públicas, la caída de los salarios docentes y paros universitarios durante las primeras dos semanas de la segunda mitad del ciclo lectivo, el reclamo del sector educativo se unió a la causa del cine argentino durante la proyección del filme. “Es lo único que tengo. El único lugar en el que soy algo es en Puan”, afirma el protagonista de la película, Marcelo Pena, un profesor de Filosofía con una situación económica tambaleante, interpretado por Marcelo Subiotto.

El largometraje, escrito durante el 2020 y filmado entre 2022 y 2023, relata la rivalidad de dos profesores que, ante la muerte del jefe de cátedra de Filosofía Política, luchan por heredar el puesto. El contexto de la película resulta estremecedoramente actual: la problemática salarial docente y la dificultad de proyectar un futuro mejor, la corrida cambiaria y el desfinanciamiento de la universidad pública.

“La película no es futurista, sino que la escribimos en el 2020, un poco imbuidos de la experiencia generacional del 2001 y de este ciclo que no es la primera vez que ocurre”, afirma Naishtat, uno de los directores del filme, a ANCCOM. “Las universidades son una especie de objeto preciado por esta idea más neoliberalista o utilitarista de la economía, pero quizá este es el peor ataque desde la dictadura”.

Mientras los senadores intentaron aumentar su dieta a casi 9 millones de pesos, el sueldo básico de un profesor adjunto con dedicación exclusiva está por debajo de la línea de pobreza, según cifras compartidas por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).  “Lo que vimos en abril con la primera gran movilización universitaria es que ahí fue la primera vez que se le puso un límite al gobierno. Por mi parte tengo la esperanza de que ese límite se revalide ahora con las nuevas movilizaciones que hay en torno a las discusiones salariales, que es evidente que están atrasados”, expresa Naishtat. 

Con una inflación acumulada que supera el 134% desde diciembre de 2023 hasta julio de 2024  y tomando en cuenta las proyecciones inflacionarias y la propuesta de un incremento salarial de un 3% para agosto y 2% para septiembre por parte del gobierno nacional, los docentes habrán perdido 23,7% de poder adquisitivo respecto de noviembre de 2023.

En relación a las diversas medidas de vaciamiento que está tomando la administración, Naishtat agrega: “El gobierno intenta avanzar material y simbólicamente sobre la educación, la ciencia, lo público, la identidad y la construcción de sentido. El cine y la universidad pública están siendo atacados de la misma manera y por los mismos motivos”. En consonancia con esto último, María Alché, también directora de la película, comenta a ANCCOM: “Todo esto responde a lo mismo: un proyecto de país que quiere aplastar a sus ciudadanos. En este contexto, creo que las respuestas colectivas son importantes, y en ese sentido, la educación tiene un rol fundamental.” 

Luego de dos jornadas de movilizaciones, la primera del 12 al 14 de agosto, y la segunda convocada por el Frente Sindical de Universidades Nacionales el 20, 21 y 22, para Naishtat, el intento del Poder Legislativo de convertir la educación en un servicio esencial a través de la Ley Finocchiaro, tiene por objetivo sofocar estos movimientos. “Esto de querer convertir la educación en un servicio es un coqueteo del gobierno de extrema derecha con una parte reaccionaria de la sociedad que está en contra de la organización, del derecho a huelga, y es un intento de disciplinamiento”. Y continúa: “No es gratuito o casual, en este país, querer disciplinar a la universidad y transformarla en servicio, porque en los hechos significa que no podría haber huelga. En este país, la historia de la universidad está plagada de lucha, con la Reforma Universitaria de 1918, que tuvo sus muertos, el Cordobazo y pasando por los miles de desaparecidos de las universidades en los 70. No es casual que vayan con esa idea de terminar la política en la Universidad”. El director llama a continuar resistiendo desde la comunidad docente y el conjunto de la sociedad: “Hay que poner un freno más amplio, y que retumbe a su vez hacia múltiples frenos en diversas avanzadas del gobierno”.

Por su parte, el actor Leonardo Sbaraglia –quien interpreta al profesor Sujarchuk, rival de Marcelo Pena en la película–, demostró su apoyo a la educación pública: “Entiendo lo ejemplar y lo maravillosa que es la educación en este país. Esto no es de ahora, sino que creo que lo venimos arrastrando hace muchos años de sueldos depreciados. Vamos a seguir tratando desde las comunidades y desde todas las diferentes voces que esto se revierta”. 

Sbaraglia comparte a ANCCOM cómo fue parte de los reclamos docentes de la Carpa Blanca a finales de la década de los 90, e insiste en que “hay que seguir resistiendo y peleando. Da mucha bronca y mucha frustración todo esto. No parece que esto no se entienda, sino que es como si fuera también parte de una cuestión ideológica de no entender, o que justamente lo que se quiere es atacar en las identidades más propias y más originales”.

Sbaraglia comenta: “Parece que estamos otra vez hablando de algo que ya se había discutido y ya se había logrado, pero no hay que bajar los brazos”. Además, el actor sostiene que la gran desinformación que circula, tanto en redes como en medios de noticias, presenta desafíos y amenazas a los derechos adquiridos y a la democracia a través de las fake news. “Los docentes hoy prácticamente están poniendo plata de su bolsillo para poder sostener la educación. Gracias a la solidaridad y al esfuerzo de tanta gente se está pudiendo sostener un sistema de educación, un sistema de cultura, un sistema inclusive médico y científico. Hay que seguir apostando a no retroceder. Me parece que es necesario volver a crear un lenguaje, quizás con aquellos que todavía no lo tienen, porque quizás los chicos más jóvenes que solo se informan con Instagram o Twitter terminan creyendo cosas que no son verdad, como que los artistas cobran del Estado”.

Luego de la alta adhesión durante las dos jornadas de movilizaciones, los sindicatos prevén la posibilidad de organizar una nueva Marcha Federal Universitaria en la semana del 9 de septiembre, en un esfuerzo por visibilizar aún más sus demandas frente al Gobierno. Por otro lado, el 15 de agosto se le dio media sanción en la Cámara de Diputados al proyecto de ley de Actualización de Gastos de Funcionamiento y Salarios y Becas Estudiantiles. Este proyecto, presentado por la UCR y acompañado con el voto por Unión por la Patria y la izquierda, pondría en funcionamiento, en primer lugar, la actualización de los salarios docentes y no docentes según la inflación acumulada desde diciembre. En segundo lugar, procedería a actualizar de forma bimestral los gastos salariales y de funcionamiento de las casas de altos estudios según el Índice de Precios al Consumidor (IPC).

Por otro lado, este jueves 22 también fue publicada en el Boletín Oficial la Resolución 689/2024. En ella, el Gobierno estableció un nuevo aumento del salario mínimo para los docentes en todo el país, de $420.000 al mes.

 

La motosierra en el cine argentino

El cine argentino fue una de las presas tempranas del plan sistemático del gobierno mileísta, cuya consigna es recortar y desfinanciar bajo el cántico mediático de “No hay plata”. La industria del cine nacional recibió dos duros golpes durante la primera mitad del año: la reducción del financiamiento del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y el cierre provisorio de la histórica sala Cine Gaumont que, si bien actualmente se encuentra en funcionamiento, sufrió modificaciones en su estructura, como despidos y el aumento de sus entradas en más de un 500%.

“Salvando las grandes distancias, el discurso con respecto a nuestro oficio, que es el cine, es un poco parecido a la docencia”, dice Sbaraglia y agrega: “Es como si la cultura no fuese un valor a cuidar y a proteger, y parece que todo tiene que pasar por la orden del mercado y de la taquilla cuando sabemos perfectamente lo importante que es el apoyo que pueda haber desde lo estatal, gubernamental e institucional al proteger nuestra cultura, porque es proteger una identidad”.