Un sótano lleno de luz

Un sótano lleno de luz

A propósito de los 40 años de democracia, la CaZona de Flores abrió un ciclo de cine con el documental «Parakultural: 1986-1990», un viaje al under porteño de aquel entonces. ¿Cuál es la contracultura de hoy?

Videos inéditos del mítico espacio de la contracultura de fines de los ochenta, fotografías y entrevistas a figuras artísticas como Verónica Llinás, Carlos Belloso, Alejandra Flechner, María José Gabín, Sergio Rotman y Walas (Massacre) permiten hacer un flashback con un clima de época que trascendió en la sensibilidad de varias generaciones.

El viernes 28 de abril se proyectó el documental Parakultural: 1986-1990 (2021) en La CaZona de Flores (Morón 2453 CABA), y dio inicio al ciclo de cine del colectivo Divagario. El Parakultural funcionó como una usina de arte, laboratorio de reconocidos actores y actrices, además de legendarias bandas de rock y punk. La película recupera registros audiovisuales, imágenes y entrevistas a figuras  que participaron del mítico espacio de la contracultura post dictadura.

Se trata de la ópera prima de los realizadores Natalia Villega y Rucu Zárate, y reúne más de 50 testimonios y material documental que los mismos protagonistas del espacio les hicieron llegar. Cuenta con las mencionadas  intervenciones de las integrantes del grupo teatral Las Gambas al Ajillo, la genialidad de Belloso -que tras ese trampolín trascendió  junto a Damián Dreizik con el dúo Los Melli en el ciclo televisivo De la Cabeza-, suma el saxo de Los Fabulosos Cadillacs, Sergio Rotman y también a Walas (Guillermo Cidade) de Massacre –por entonces, políticamente incorrecta Palestina–, el baterista de Attaque 77, Leonardo De Cecco; y,  el tempranamente fallecido (en 2021) Palo Pandolfo, guitarra en esos años de Don Cornelio y Zona, entre otros. 

Además, se suman algunos fragmentos compartidos por los directores Goyo Anchou y Peter Pank de La peli de Batato (2011). En palabras del director Rucu Zarate: “Cuando empezamos a buscar información sobre el Para nos dimos cuenta que no había mucho de la época y muy poca bibliografía. Ese fue nuestro motor, porque no podía ser que no haya nada plasmado en ningún lugar. Arrancamos con la investigación haciendo entrevistas, que era la única forma de conocer su historia. Y a partir de ahí, ellos mismos como de boca en boca, nos decían a quién más podíamos consultar para entrevistar. Tuvimos la suerte de dar con la gente que le gustaba el cine o la fotografía que nos brindó los registros visuales, porque en esa época no era común tener una cámara. Cuando nos dimos cuenta teníamos toda la historia ahí, contada por ellos”. En este sentido, aclara que la realización del documental duró alrededor de cuatro años. El director agrega que hubo mucha gente que quedó afuera porque era imposible que estén todos. “Hubo gente que se ofendió, también quienes no quisieron participar”, se lamenta por el caso de Humberto Tortonese.

 «Había un fervor democrático y una necesidad de tomar los espacios», cuenta María José Gabín.

El Parakultural, un sótano ubicado en Venezuela 336, formaba parte del mapa porteño de cultura subalterna junto con las experiencias que se hacían en lugares como Cemento, por la calle Estados Unidos, y El Rojas (Centro Cultural Ricardo Rojas, dependiente de la UBA) en Avenida Corrientes. El espacio se caracterizó como un lugar abierto a la experimentación y la potencia creativa. En palabras del actor Carlos Belloso, el Parakultural sentó las bases para conceptos artísticos y una estética particular. Creado por Omar Viola y Horacio Gabin presentó a diversos referentes del teatro, de la música, poesía y performance, que iban desde Flema, Los Redondos, Todos Tus Muertos, Los Auténticos Decadentes y Conmoción Cerebral hasta Batato Barea, Clú del Claun, Humberto Tortonese y Alejandro Urdapilleta, además de Los Melli y  Las Gambas al Ajillo. Un lugar único en donde la purpurina se mezclaba con las guitarras de punk rock.

El núcleo emergente formó parte de la llamada explosión cultural que se generó con el retorno de la democracia, en 1983, como parte del destape de los años ochenta. María José Gabín afirma sobre dicho contexto, que había un fervor democrático y una necesidad de tomar los espacios. Desde lo artístico hubo “dos extremos, por un lado tomar las calles, a través del clown y por otro, tomar los sótanos”, resalta.

Sobre cómo pensar los espacios para una contracultura hoy, a 40 años de la democracia, el director comenta que le cuesta pensar un Parakultural hoy. Por una parte, remarca: “Creo que está lleno de lugares, como este mismo [La CaZona de Flores], donde se están gestando cosas. La gran diferencia es el contexto. La realidad que estamos viviendo nosotros es muy distinta a la de ese momento; era una época donde todo estaba empezando a surgir. Por ejemplo, antes las bandas de punk rock no podían tocar en cualquier lado. Eso hoy ya no pasa. Lo grotesco ya no asombra. En ese momento salir a la noche a un lugar era otra cosa, capaz que ni llegabas. En algún momento el Salón Pueyrredón pudo ser ese lugar (en Av. Santa Fé y Godoy Cruz).

Por otra parte, destaca el enfoque que tuvieron Omar Viola y de Horacio Gabín como gestores culturales –a la vez actores–, en ese escenario que ahora es película. “Lo que hicieron es siempre desde el lugar del arte, sin pensar en el beneficio económico. Fue lo que más me impactó de su trabajo, ellos privilegiaron la creación artística por sobre lo económico. No se preocuparon por cuánta gente metían, o si la idea era rentable”, concluye Zárate mientras reflexiona con la satisfacción de la tarea cumplida: “Siempre te queda la duda ¿lo habremos contado bien? Y que te lo digan ellos, los protagonistas, es una satisfacción y te anima a hacer otros proyectos. Ellos siempre te animan a más”.

El 27 de junio de 1990 el Parakultural cerró sus puertas y ahora es propiedad del Sindicato Único de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal (Suterh). Como muchos espacios que significaron tanto para la cultura  y que con el paso del tiempo dejaron de funcionar, en su lugar se levantó una construcción que borra el rastro sobre la usina de libertad que significó para una generación que aún así deja su legado.

Omar y Horacio volvieron a abrir las puertas de otro salón a pocas cuadras de allí en la calle Chacabuco. Actualmente coordinan Milonga Parakultural en Maipú 365.  Pero lo que significó el de Venezuela fue irrepetible, porque lo que ocurrió allí fue en el momento exacto: una suerte de amalgama entre artistas y público desencajado del star system que aún no estaba consolidado

Por su parte, desde el colectivo Divagario que coordinó la proyección, destacaron la importancia de recuperar hoy un documental de este tipo. Para ellos, la historia oficial no lo va a contar así. Se trata de un ejercicio sobre la búsqueda de pensar de qué manera podemos contestar a nuestra época y generar espacios de contracultura y creación. Este trabajo audiovisual de aproximadamente 105 minutos de duración se encuentra disponible de manera libre y gratuita on line a través de la plataforma de Youtube. Una memoria de lo subalterno, que hoy tal vez pueda ser un correlato de lo parakultural, transcultural, intercultural o la suma de todo en una nueva síntesis artística.

 

Derechos de autor vs. acceso a la cultura

Derechos de autor vs. acceso a la cultura

La muerte de María Kodama y la aparición de sus sobrinos como herederos patrimoniales de la obra de Borges reavivó el debate sobre la Ley de Propiedad Intelectual.

Ante el fallecimiento de Maria Kodama, viuda del reconocido escritor Jorge Luis Borges y propietaria de su patrimonio, se presentó un escenario legal que llegó al plano mediático. La Ley de Derechos de Autor, sancionada en 1933, entró nuevamente en crisis mientras se encendieron las alarmas sobre el futuro del legado de uno de los escritores de habla hispana más reconocidos del mundo. Gustavo Schötz y Beatriz Busaniche, en diálogo con ANCCOM, analizaron las complicaciones que presenta la norma escrita por Roberto J. Noble –previo a fundar el diario Clarín– y tras ocupar un cargo en el gobierno bonaerense del conservador Manuel Fresco.

La Ley 11.723 establece que las obras permanecerán en dominio privado hasta cumplir 70 años luego de la muerte del autor. A su vez, Argentina debe responder a los parámetros internacionales del Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas, celebrado en 1886, y firmado por el país en 1967. En su texto se contempla que la protección “se extenderá durante la vida del autor y cincuenta años después de su muerte”, por tanto la ley local es aún más limitante respecto a las recomendaciones del marco regulatorio global.

“Hay obras que sí tienen una vigencia aún cuando muere el autor, pero hay otras que son muy efímeras y el plazo es igualmente de 70 años, como los videojuegos o los softwares. La norma, en ese sentido, es un poco inflexible”, observa Gustavo Schötz, abogado y doctor en derecho internacional privado, quien sostiene que es necesaria una flexibilización frente a cada caso. 

“El plazo se tiene que asociar a otras cosas. Debería ser posible mantenerlo, pero no permitir que los contratos se refieran a ese plazo”, continúa Schötz, que también es director de la Revista Iberoamericana de la Propiedad Intelectual y profesor en el Centro de la Propiedad Intelectual en la Universidad Austral. En ese sentido, considera correcto que una editorial pueda firmar un contrato que le asegure la tenencia de una obra por toda la vida del derecho, es decir, 70 años luego de la muerte del autor. “No diría reducir el plazo –concluye Schötz–, sino armonizarlo con distintos usos, mercados y utilidades que tienen los tipos de obras”.

El ex Director Nacional del Derecho de Autor (DNDA) afirma que en el caso Borges, si no se hubieran presentado testigos, las obras hubieran quedado bajo la tutela del Estado y no habrían entrado en el dominio público antes del tiempo estipulado por la ley. Bajo esta lógica, este ente tendría el derecho de propiedad y de explotación u administración privada de las obras del eminente autor.

Además, Schötz hace referencia a un término fundamental en el debate de la Ley de Propiedad Intelectual: las obras “huérfanas». “Lamentablemente, Argentina no tiene regulado este concepto. Son obras que se desconoce el paradero de los herederos o del autor y quedan sin poder ser explotadas”, afirmó antes de comentar que es inusual que haya personas dispuestas a asumir el riesgo de invertir en administrar una obra sin saber quién es el titular, ya que puede aparecer luego. “Las obras huérfanas tienen que ser solucionadas. Ese plazo tan largo, sin un adecuado registro y sin saber quienes son los titulares, genera incertidumbre y deja que muchas obras pasen al olvido”, lamenta el especialista. 

Beatriz Busaniche, activista y académica por la cultura libre y los derechos humanos en entornos mediados por tecnologías digitales, confirma que “una de las catástrofes de la larga duración post-mortem sobre los derechos de la obra de un autor es que los derechos son ejercidos por una multiplicidad de herederos”. En caso de que estos no lleguen a acuerdos sobre la forma de administrar las obras y asegurar su reproducción, se corre el riesgo de que la difusión de la obra quede frenada. “Esta no sería la primera vez que pase, hay mucha obra huérfana”, afirma. Además, instó a la reflexión sobre los casos en que los autores son menos conocidos o no son tan valorados en el mercado literario: “Sus herederos nunca aparecen, o son muchos y no se ponen de acuerdo: esto deriva en el virtual bloqueo de la circulación de una obra”, agrega.

“El conflicto entre el acceso a la cultura y los derechos de propiedad intelectual es histórico. Hay una tensión entre la posibilidad de acceder libremente a las obras culturales y la existencia de estas en el dominio privado”, afirma la directora de Fundación Vía Libre. En tanto las obras están bajo la tutela de herederos, los titulares con la potestad de distribuirlas pueden tomar decisiones que afecten al derecho pleno de acceso a la cultura. “En este momento –sostiene Busaniche– no hay un equilibrio. Esto se está tratando de solucionar en la fundación, considerando que es difícil modificar de manera integral los derechos de propiedad intelectual”.

Busaniche es Licenciada en Comunicación Social y Magíster en Propiedad Intelectual. Asegura que “los tiempos de duración del dominio privado sobre una obra son demasiado largos” si se los contrasta con los tiempos de duración del Convenio de Berna, donde son 50 años después de la muerte del autor. En Argentina “hubo intentos de extenderlo 10 años más –explica Busaniche–. Siempre fue por parte de herederos y titulares de herencias suculentas”. En tanto, asegura que quienes quedan con el dominio privado de la obra, tienen la motivación de extender el tiempo para hacer uso de las ganancias y de la distribución de esos bienes: “Son rentas inmensas que, para muchos herederos, son una fuente enorme de ingresos y sin hacer nada a cambio”.

Para Busaniche “es un debate que nos debemos como sociedad”. La duración del derecho a la propiedad intelectual fue cuestionada socialmente tras la muerte de Maria Kodama y la incertidumbre sobre el destino de las obras de Borges. La autora del libro Propiedad intelectual y derechos humanos plantea un interrogante: “¿Corresponde otorgar derechos a los herederos sobre una obra a la que no han contribuido en absoluto?”, mientras enfatiza que no debe ser así. Sin embargo, considera que las posibilidades de hacer un cambio en la ley son remotas. Por ello, sostiene que es necesario frenar los intentos de extender los plazos y buscar habilitar mecanismos con un solo fin: “Que el acceso a la cultura vuelva a tener un equilibrio frente a la longitud y la amplitud del dominio privado sobre las obras culturales, que finalmente forman parte del acervo cultural de una sociedad”.

El fallecimiento de Maria Kodama dejó abierto el debate de la ley de propiedad intelectual y la extensión de la propiedad privada de las obras. En la justicia se presentaron cinco sobrinos de la fallecida para reclamar la herencia de Jorge Luis Borges y quedarse con las obras que llevan 36 años en el dominio privado, y le quedan aún otros 34 años por explotar.

Es tiempo de ver un documental sobre un diario cooperativo

Es tiempo de ver un documental sobre un diario cooperativo

Se estrena un largometraje sobre el diario cooperativo Tiempo Argentino, que refleja la lucha, la recuperación y la subsistencia de los trabajadores en defensa de su fuente laboral y de la comunicación social.

El proceso de vaciamiento empresarial que se dio entre diciembre de 2015 y abril de 2016 a cargo de Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, el ataque de una patota hacia los trabajadores de la redacción del medio, cuando ya empezaba a dar sus primeros pasos como autogestionado, y una pandemia de por medio, fueron las principales adversidades que Tiempo Argentino tuvo que resistir para poder existir.

Este miércoles 26 de abril a las 18:30, en la sala Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional, se estrena el documental De la resistencia a la existencia, dirigido por Pablo Lecaros, que girará en torno a esos ejes y que busca contar una historia de lucha y de reconversiones de parte de los trabajadores de un medio que se intentó silenciar pero que así y todo ya lleva más de siete años como cooperativa.

“Es un documental en el que se abre un álbum familiar de un medio, de una cooperativa, donde encontramos historias más que personales, contada por sus trabajadores, por quienes hacen el diario día a día”, afirma Lecaros. De la resistencia a la existencia intenta sintetizar en 90 minutos, de una manera dinámica y sin perder el hilo central de la historia, toda una producción de materiales de archivo, y más de 38 entrevistados que incluye a figuras como Nora Cortiñas, Taty Almeida, Julia Mengolini, Alejandro Bercovich y Víctor Hugo Morales.

“Es una historia de un montón de personas que decidieron que la lucha era el único camino para poder existir –sostiene Guido Molinari, guionista del documental–. Y de alguna manera también es un gran mensaje hacia lo que significan los medios de comunicación en Argentina. Que no todos los medios de comunicación desinforman, que tampoco tienen que operar en favor de alguien, sino que hay diferentes formas de construir la información. Y creo que el caso de Tiempo Argentino, que ya lleva siete años, que es un medio ya instalado a nivel nacional, es la demostración que a través de la autogestión, a través de su manejo horizontal, se puede construir de otra manera y se puede ser masivo de esa forma”.

Federico Amigo, ex presidente de la cooperativa y hoy secretario, escribió una editorial en el año 2020 titulada “De la resistencia a la existencia”, justamente para contar todo lo que fue atravesando el medio y que una de las cosas que iba a tener que enfrentar era una pandemia y cómo iba a tener que seguir adelante con eso. Ese título, que luego fue elegido para el documental, es una frase con la que dentro de la organización se sienten identificados.

Amigo, en diálogo con ANCCOM, comenta: “‘De la resistencia’ porque nos logramos construir como medio después de haber sufrido un vaciamiento empresarial, desde ese lugar donde lo que teníamos disponible era nuestra fuerza de trabajo, pero no contábamos con recursos económicos para salir adelante, tuvimos que resistir para sostener el medio y sostener las fuentes de trabajo sin mayores elementos. Después vino la recuperación de un medio que si bien nació en 2010 en un modo tradicional con empresarios, se logró reponer a un vaciamiento y convertirse en una cooperativa. Y la existencia también está dada no sólo por el trabajo que pudimos llevar adelante nosotros, por nuestra propia organización y el acompañamiento sindical, sino porque también encontramos una audiencia, un público que nos acompañó durante todo momento, para que Tiempo pudiera llegar a este séptimo aniversario”.

El proceso de vaciamiento sufrido desde diciembre de 2015 hasta abril de 2016, comandado por los dueños del Grupo 23, coincidió con el cambio de gobierno de la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner y el inicio del mandato de Mauricio Macri. “En abril de 2016, cuando construimos la cooperativa, había arrancado el macrismo. Allí ya se empezaban a ver un montón de políticas estatales que iban en contra de los propios laburantes, casi que nosotros estrenamos una nueva forma de política con un gobierno que no tiraba centros hacia los trabajadores”, comenta Molinari.

De todas formas, son los mismos trabajadores de Tiempo Argentino los que resaltan que uno de los que lideraba el vaciamiento empresarial era Sergio Szpolski, candidato a intendente de Tigre por el kirchnerismo en el año 2015. Ese proceso de vaciamiento implicó que los trabajadores no cuenten con su salario por varios meses ni con el aguinaldo, pero de trasfondo se comenzaba a generar una unidad de casi 200 compañeros que estaban en la misma situación.

Se inició un reclamo a nivel nacional para poder visibilizar la situación a través de festivales en el Parque Centenario y en los actos del 24 de marzo. Así fue como la cooperativa empezó a caminar con sueldos bajos un 19 de abril del 2016. Sin embargo, a los pocos meses se encontraron con un nuevo obstáculo: “Había un objetivo detrás y era que Tiempo Argentino no exista más”, sostiene Molinari.

“El 4 de julio en una madrugada fría, horrible, lluviosa, una patota de más de 15 personas, comandada por quien era supuestamente el que había comprado el diario, Mariano Martínez Rojas, un empresario que nunca se hizo cargo de nada, quiso echar a los compañeros que estaban durmiendo en la redacción –sigue Molinari–. Ante la falta de respuestas avalada por el Ministerio de Trabajo empezamos una permanencia en la redacción, en custodia de los bienes que estaban ahí. Y no pudieron con los trabajadores y las trabajadoras, porque a nosotros se nos unieron colegas de Clarín, La Nación, Infobae, C5N, y de muchos otros: entre los propios trabajadores no existe la grieta. La grieta es entre los patrones, no entre las personas que laburan”.

Tiempo Argentino logró consolidarse, resistió y se convirtió en una referencia nacional en términos periodísticos. Logró ser el medio autogestivo más grande del país sin dejar de competir con el resto de los medios corporativos, pero ofreciendo una mirada, una cobertura y una línea editorial que no se ve en los medios tradicionales.

Tiempo es un medio de alcance nacional que cubre la agenda masiva con el diferencial de aportar su mirada, sin ataduras económicas ni políticas y con la resistencia al poder concentrado como una de sus banderas –señala Amigo–. Además, logra destacarse del resto de los medios corporativos con las coberturas que reflejan los debates del campo popular, las problemáticas de la clase trabajadora, la defensa de los Derechos Humanos del pasado y el presente así como las políticas públicas en salud y educación, entre otros tantos ejes”.

El documental, que comenzó a realizarse en marzo del 2022, tendrá su avant premiere el miércoles, y luego hará una ruta por sindicatos, medios emblemáticos nacionales y festivales a lo largo y ancho del país. “Es una historia que merece ser contada no solo por el medio de comunicación sino también por esas historias invisibilizadas de un colectivo de trabajadores de nuestro país”, concluye Lecaros.

En la primera semana de junio, en ocasión del Día del Periodista, se proyectará también en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Esa misma jornada, se bautizará a la redacción de ANCCOM con el nombre Viviana Mariño, en homenaje a una de las fundadoras de la Cooperativa Tiempo Argentino y editora de la Agencia de Noticias de Ciencias de la Comunicación, quien falleció el año pasado.

Imprenteros, una máquina de contar historias

Imprenteros, una máquina de contar historias

La pieza teatral de Lorena Vega, que cuenta la historia familiar de una imprenta del conurbano y reflexiona sobre la importancia de los oficios, es además un libro y una instalación. Y pronto será una película.

El miércoles 19 de abril se realizó un conversatorio sobre la instalación Imprenteros, que propone un recorrido por la historia de la obra de teatro, organizado por la Casa Nacional del Bicentenario y Club Paraíso, un colectivo de artistas que difunden las artes escénicas. Estuvieron presentes Lorena Vega, actriz, directora y creadora de Imprenteros junto a su hermano Sergio Vega. El conversatorio fue moderado por Cynthia Edul, novelista y dramaturga.

Imprenteros es una obra de teatro documental que nació en el 2018 en el marco del ciclo “Proyecto Familia” del Centro Cultural Rector Ricardo Rojas de la UBA. Cuenta la historia de Lorena Vega y sus  hermanos  y la imprenta familiar, a la que les fue negado el acceso por una parte de su familia tras la muerte de su padre Alfredo Vega.

La obra comenzó con cuatro funciones, pero su éxito fue tal que siguió sumando semanas en cartelera y se expandió a otros soportes. En la instalación, que se puede visitar en el tercer piso de la Casa Nacional del Bicentenario (Riobamba 985) hasta el 30 de abril, se exhiben elementos que forman parte de la escenografía de la obra y del archivo familiar.

Al entrar a la sala se presenta una serie de fotografías de la imprenta familiar, ubicada en Lomas del Mirador. “Estas fotos las sacó César Capasso, amigo mío desde los 17 años –cuenta Lorena Vega–. En el año 2006 le pedí que fotografiara cada una de las máquinas del taller así yo podía imprimirlas y regalárselas a mi papá. César es mi cómplice artístico en la recuperación del territorio de infancia. Gracias a sus trucos fotográficos podemos estar de nuevo en la imprenta familiar”.

En otra de las paredes se proyectan escenas de la obra de teatro. Lorena y Sergio están en el escenario, vestidos con mamelucos que fueron donados por  trabajadores de imprentas. “La Imprenta, el territorio que se disputa, no es un lugar cualquiera, tiene el peso de las revoluciones que cambiaron el curso de la historia de la humanidad. Los trabajadores gráficos formaron parte de esa revolución”, se lee en una de las paredes un texto escrito por Gabriela Halac.

Imprenteros llevó también su historia a un libro, publicado en 2022 y editado por Documenta Escénicas. El libro recupera parte del guión de la obra, fotografías del archivo familiar, diálogos entre los hermanos Vega y relatos.

Lorena Vega lee al público un relato sobre su madre y uno acerca de sus trabajos como costurera. La obra reflexiona también sobre la importancia de los oficios y el conocimiento que se transmite de generación en generación.

Imprenteros funciona como una máquina de contar historias, que mediante la memoria busca recuperar un territorio perdido. “En Imprenteros hay recuerdos de la infancia, de las familias, de las  relaciones con los padres, del oficio, que ahora se vuelven nuestros también”, concluyó Cynthia Edul. 

Made in Argentina

Made in Argentina

Más de 400 empresas nacionales se presentaron en la Exposición del Sello de Buen Diseño Argentino, donde se exhibieron desde ascensores hogareños que se instalan en 24 horas hasta simuladores que permiten practicar cómo extraer petróleo.

El primer ascensor que funciona por depresión de aire, cuyo tamaño y funcionalidad lo hacen parecerse más a un electrodoméstico ya que puede ser instalado en lugares donde un elevador convencional no entra, que además no necesita ni bajo ni sobre recorrido ya que va apoyado directamente al suelo del hogar y se conecta a la red eléctrica de cualquier casa, es decir que no necesita ni siquiera energía trifásica, es sólo uno de los cientos de productos nacionales que se presentaron en la Exposición del Sello de Buen Diseño Argentino, celebrada en el Centro Cultural Kirchner (CCK), todos ellos galardonados por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).

Además de Energía de Misiones (EMSA), la empresa fabricante del Elevador Panorámico Neumático recién descripto, también se encontraban en la feria compañías con muchos años en sus rubros como Ombú o Essen, y junto a ellas emprendimientos que trabajan a una escala de ventas y producción más reducida, como Bolsa Red o Blackñandú.

ANCCOM dialogó con representantes de varias de estas empresas. Por caso, Tasche, dedicada al ámbito textil. Su dueña y diseñadora, Yamila Insaurralde, la define como “un emprendedurismo” que trabaja mochilas, necesers, bolsos y billeteras que se caracterizan por tener muchos bolsillos pensados para cada objeto que se suele usar en la vida diaria, a esto le suman un puerto USB en todas sus mochilas, pensado para cargar dispositivos a lo largo del día. Insaurralde destaca que aparte de tener un compromiso con sus clientes, también lo tiene con el medio ambiente, puesto que trabaja con cuero curtido vegetal, cuyo proceso es menos nocivo.

En otro sector de la muestra, está Flor Dacal, diseñadora principal de Somos Dacal, empresa que tuvo una participación especial ya que colaboró con Ombú para que los encargados de la Expo utilicen las prendas confeccionadas por ellas. Somos Dacal, tal cual es su característica, recicló uniformes clásicos de Ombú y los personalizó para que cada uno de los integrantes del equipo de Sello de Buen Diseño lo luzca en la inauguración del evento. La unión entre Somos Dacal y Ombú, cuenta Dacal, se dio de manera sencilla. “Ombú, al igual que Dacal, a su escala más industrial y más grande, también se dedica a la sustentabilidad, al cero desperdicio, a tener condiciones responsables de trabajo”, afirmó. La diseñadora consideró que esta contribución entre estas dos marcas va en pos de “buscar una nueva forma de ver a la industria argentina, y principalmente nuestro rubro”. El principal objetivo es recuperar prendas y telas de la industria nacional que han quedado fuera del circuito comercial para darles una nueva funcionalidad, buscando así la eliminación del descarte y apoyar en la tarea contra la contaminación que genera la industria textil en el mundo.

Hellbot, como muchas otras, sólo trabaja con diseño y fabricación nacional y en la expo presentó Ecofila, un nuevo diseño del carretel para los hilos de impresión 3D. Lo innovador de este modelo es su funcionalidad y su poder de reutilización, ya que los carreteles convencionales hechos de plástico inyectado eran utilizados hasta que se terminara el hilo para la impresión, para luego quedar en desuso. Con Ecofila la finalidad es reducir esta cantidad de residuos que generan los carreteles comunes.

En el stand de Delta3, ANCCOM pudo probar el Telemando, un simulador visor 3D que se utiliza para la capacitación de personal en una base industrial. Con él, se puede observar toda la planta y los comandos a utilizar por medio de un simulador que, a su vez, puede generar distintas acciones similares a las de la planta real, desde extracción de petróleo hasta una emergencia por un accidente. La utilización de este Telemando tiene como objetivo preceder todo tipo de maniobra y así prevenir errores a lo largo del horario laboral.

Delta3, EMSA, Somos Dacal, Hellbot, Tasche, son sólo un puñado de las 400 empresas nacionales innovadoras y con responsabilidad ambiental que estuvieron en la exposición, botón de muestra de una industria argentina que, pese a las sucesivas crisis, sigue apostando a crear valor con ingenio y calidad.

La vuelta del rollo

La vuelta del rollo

El interés por la fotografía analógica, impulsado especialmente por los jóvenes, se incrementó en los últimos años. La experiencia del contacto directo con el papel, la posibilidad de reflexionar y la recuperación del pasado son parte de una movida que propone pausa creativa frente a la inmediatez digital.

La fotografía analógica no pasa inadvertida y recupera terreno a cada rato. Esta movida artística se encuentra en auge gracias al interés de muchos jóvenes que encuentran en el viejo rollo fotográfico y su revelado una experiencia diferente, que requiere atención permanente en los hechos para lograr capturar el momento preciso. Observar, reflexionar, apostar por lo emotivo y el valor de lo nostálgico son las causas que explican la vuelta de esta práctica contra la inmediatez.

Lo analógico implica volver a los orígenes de la fotografía y recuperar esa experiencia del tiempo muy distinta a la vorágine de lo digital”, afirmó la licenciada en Sociología y doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires Silvia Pérez Fernández. “Es posicionarse y producir desde una lógica que se contrapone a la producción y circulación permanente, y a la poca reflexión que impone lo digital, sobre todo pensando en internet”, agregó.

Los fotógrafos amateurs del grupo Crew Analógica definen a la fotografía digital como  de calidad, rápida, segura y prácticamente gratis, pero también efímera y fugaz. Señalan, por otro lado, que lo analógico cuenta con un encanto que la inmediatez de un celular rara vez captura: “la esencia de tomar una foto”. Es por ese motivo que los fotógrafos afirman su preferencia hacia lo analógico, no sólo como un pasatiempo sino también como un medio de trabajo.

Para el fotógrafo profesional Agustín Marigliano, la fotografía analógica tiene una carga emotiva intrínseca, un valor de lo nostálgico. Y si bien considera que este tipo de arte lleva más tiempo y más dinero que la fotografía digital, dice que le permite observar, pensar y reflexionar con más detenimiento.

“Hace un tiempo la fotografía analógica entró en un auge importante”, dijo la curadora de la revista digital Cualquiera Magazine, Claudia Yáñez. “Por suerte, creció el interés por sacar analógicos, por arreglar cámaras consideradas antiguas y comenzaron a venderse más rollos de distintas características para fomentar la experimentación y tener resultados increíbles”, agregó.

Los gerentes de comercios del rubro fotográfico confirmaron este aumento en la compra de rollos: “Actualmente vendo alrededor de tres rollos por semana, cuando hace un par de años ya no vendía ninguno”, dijo el dueño del local de Kodak ubicado en Alem 568, en la Ciudad de Buenos Aires. “Es notorio el interés de un grupo de jóvenes de entre 20 y 25 años por este tipo de fotografía, sobre todo a partir del 2019”, agregó.

Según los últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) y la Nomenclatura Común del MERCOSUR (NCM), entre 2017 y 2019 hubo un aumento del 2,8% en las importaciones de cubas de operación automática y programación electrónica para el revelado de películas fotográficas, así como de papel fotográfico en rollo.

 

El presidente del Centro Mayorista de Fotografía, uno de los importadores y distribuidores de insumos fotográficos más grandes del país, Darío Prilik, confirmó que en 2018 se vendió un 6% más de películas que el año anterior a nivel mundial, y que desde 2017 existe un público más joven que tiende a preferir una cámara analógica.

El regreso de los míticos rollos Ektachrome o Neopan Acros demuestran que las grandes empresas fabricantes de insumos fotográficos, como Fujifilm y Kodak (dos de las marcas pioneras en el mercado a principios del siglo pasado), retomaron sus estrategias de marketing para sus productos analógicos tras notar un aumento en el interés y la demanda de los mismos.

En Argentina, muchos fotógrafos mantienen su ideal de dedicarse a la fotografía analógica a pesar del costo de los insumos. Según el catálogo de precios del Centro Mayorista de Fotografía, en 2020 un rollo KODAK Color Plus valía alrededor de 594 pesos y en 2022 aumentó a 2.544. En el mismo período, un rollo Ektar ISO 100 pasó de valer 1.529 pesos a 5.126. En ambos casos, los productos triplicaron su precio.

“Este tipo de arte tiene sus seguidores, quienes hacen lo posible para llegar a sus objetivos” dijo la fotógrafa profesional María Isabel Priore.

Ana Harff, también fotógrafa profesional y activista body positive, señaló que lo analógico le permite pensar más en lo que hace y aprender de sus errores de una forma que con lo digital no le resulta posible. Harff considera que estamos “mal acostumbrados a tener muchas fotos en los celulares, lo cual nos lleva a perder el contacto con las imágenes que son realmente importantes para nosotros”.

En esta línea, algunos artistas confirman que la práctica de sacar una foto con cámaras “viejas” requiere disciplina, paciencia y estilo para crear la escena antes de que el disparo salga, lo cual es algo que se ha perdido con la ansiedad de tener la foto en el momento. La fotógrafa Micaela Peón dijo: “Pienso que efectivamente la fotografía analógica plantea una resistencia al mundo digital, a priori todo el proceso de toma de fotos con posterior revelado y digitalizado cuestiona la idea, tan corriente hoy en día, de lo inmediato”.

El despertar de la fotografía analógica en los últimos años se ve también en medios de difusión como Revista Dislexia y en el surgimiento de cursos, tanto virtuales como presenciales, como los de Shoot Film o Santa Talleres.

El fotógrafo analógico y docente de Fototaller Monte Negro, Leonardo Marino, entiende que este estilo de arte visual puede desgastarse, pero jamás perderse. “La fotografía analógica ya tiene un presente y no creo que muera nunca, siempre va a tener un público cautivo”, dijo.