El primer libro de ANCCOM sale a la venta

El primer libro de ANCCOM sale a la venta

La Agencia de Noticias de la Carrera de Ciencias de la Comunicación lanza «Miradas que revelan. 10 años de fotoperiodismo en ANCCOM», un volumen que da cuenta de  nuestra experiencia profesional y pedagógica a través de la fotografía. Casi 150 imágenes que recorren la historia reciente de la Argentina, con un punto de vista joven y producidas por un medio gestado en la universidad pública. Enterate cómo conseguirlo. 

Con enorme satisfacción queremos contarles que para cerrar las celebraciones por nuestra primera década de trabajo, lazamos el libro Miradas que revelan. 10 años de fotoperiodismo en ANCCOM, que da cuenta del trabajo profesional y pedagógico que viene realizando la Agencia a través de las imágenes que acompañaron nuestras notas.

Este libro busca reconstruir cómo es nuestra forma de trabajo y la trama que se teje detrás de cada cobertura fotográfica, contar cómo fue posible realizarlas, recorrer algunas de ellas, además de conocer lo que dicen las y los alumnos que las llevaron a cabo. Como bonus track, estas páginas relatan en imágenes la historia reciente de la Argentina.

En un momento en donde el ecosistema mediático se ha concentrado como nunca, esta agencia universitaria expande el horizonte de lo visible, multiplica las miradas y voces sobre los acontecimientos vividos, construye narraciones libres de los dictámenes del mercado, amplía el derecho a la libertad de expresión y, al mismo tiempo, constituye un espacio de formación y expresión fundamental para sus alumnos.

Abrimos la primera preventa desde el 6/12 al 14/12 a un precio especial de lanzamiento de $38.000

Para realizar la compra, podés hacer la transferencia a:

ALIAS: libro.anccom
CVU: 0000003100055453578477
A nombre de: Diego Fabian Rosemberg

Una vez realizada la compra, por favor, envíanos el comprobante a libro.anccom@gmail.com para registrar tu reserva.

Los ejemplares se entregarán a partir de la presentación del libro que se realizará en marzo de 2026.

Este proyecto es posible gracias al trabajo conjunto con la editorial Asamblea de Imágenes y la Dirección de la Carrera de Comunicación. También necesita del apoyo de la comunidad para llegar a la imprenta. Tu compra en la preventa es clave para garantizar la edición del libro.

Gracias por acompañarnos y por formar parte de esta construcción colectiva de miradas, memoria y comunicación.

¿Por qué la filosofía no pregunta sobre la depresión?

¿Por qué la filosofía no pregunta sobre la depresión?

Renata Prati presenta su libro “Esta es tu pena” , en el que explora cómo la sociedad se relaciona con el dolor y censura la depresión. La cuestión de género acá también está presente.

La música que escuchamos y las series que vemos hoy hablan, en gran parte, de lo mismo: un malestar palpable, incómodo, doloroso. Tanto “Envidiosa” de Netflix, como el último disco de la cantante Rosalía, Lux, son narrativas mainstream que muestran un paisaje donde el dolor surge a flor de piel. En el libro Esta es tu pena (Siglo XXI), Renata Prati, doctora en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires, explora las formas en las que como sociedad nos relacionamos con el dolor; recorre la historia de esta relación; y se pregunta: ¿qué pasaría si, en vez de censurar la depresión, nos atrevemos a escuchar lo que tiene para decir?

 

La idea que atraviesa el libro es que las formas con las que nos representamos al dolor no son estáticas sino que son históricas. ¿Qué idiomas o guiones predominan hoy?

En nuestras conversaciones más cotidianas se puede reconocer la expansión del lenguaje psiquiátrico, con un vocabulario que suena más científico y especializado, no solo con los dolores, sino también con las diferencias, con las mañas que tenemos. Incluso en los chistes, decimos que tenemos TOC, trastorno obsesivo-compulsivo, para simplemente decir que somos obsesivos con algo. En este sentido, el desplazamiento entre melancolía y depresión, de pasar a pensar en nuestros dolores y malestares con este vocabulario más especializado, y que viene en concreto de estas derivas que tienen lugar en el fin del siglo pasado en los Estados Unidos, es una cuestión que se puede rastrear de forma muy concreta. Después obviamente con la globalización se difunde por todo el mundo, pero no nos damos cuenta que viene de ahí.

 

El libro surgió a partir de tu tesis doctoral, ¿Qué te llevó a querer estudiar el tema?

Por un lado, algo bastante obvio, fue un interés y una experiencia personal. Pero, por otro lado, hubo una motivación que me dio la frustración de sentir que no era un tema filosófico. ¿Por qué habiendo tantas reflexiones filosóficas sobre la melancolía no siento que está habilitada la pregunta por la depresión, que es la categoría que se utiliza ahora en el siglo XXI? La idea original de la tesis fue justamente este contraste entre melancolía y depresión. ¿Por qué cuando decimos melancolía no suena tan malo? Suena como que estás teniendo pensamientos profundos y que sos una persona inteligente e interesante. No pasa lo mismo cuando decimos “estoy deprimido», suena mucho más negativo.

¿Por qué cuando decimos melancolía no suena tan malo? Suena como que estás teniendo pensamientos profundos y que sos una persona inteligente e interesante. No pasa lo mismo cuando decimos “estoy deprimido», suena mucho más negativo.

Renata Prati

Entre terapias enfocadas en la conducta y una cultura de la medicalización que enfatiza el rol de la serotonina, parece haber una reducción de la complejidad y los matices del dolor ¿Qué se nos escapa cuando pensamos así?

El campo de la salud mental es un campo que se polariza mucho. Lo que trata de argumentar el libro es que perdemos siempre que tratamos de reducir estas cosas a una sola cosa. Los malestares, al estar hechos de sentimientos, van a ser siempre una entidad completamente abierta a lo social, a lo vincular, a las normas de cómo tenemos que sentir, cómo no, a lo que está pasando. Tratar de reducirlo todo a un desequilibrio en tu cerebro, o a un duelo que no pudiste resolver, de las dos maneras, hay una reducción que se pierde de analizar o de poder incorporar todas esas diversidades de factores y esa cuestión más pública que tiene el hecho del sentimiento. Estos están en contacto con el mundo, están diciéndole algo del mundo. El dolor siempre se va a sentir mal, lo que pasa con la depresión y su devaluación—el argumento central del libro— es la negatividad extra que se le agrega, que nos deja más solos en ese dolor. Si vos te sentís mal y además no podés compartirlo con nadie, no podés entender que ese malestar tiene una comunicación con el mundo, es un malestar puramente negativo.

 

En el libro mencionás que en el reparto de lo público y lo privado, el malestar de las mujeres queda atado al interior de ellas; imposibilitando, entre otras cosas, que sus enojos sean vistos como asuntos públicos. ¿Qué consecuencias tiene esto?

Una de las cosas clave para entender la conformación de la categoría depresión, y su contraste de valor con la melancolía, fue justamente su carácter generizado. El hecho de que la depresión está mucho más asociada a mujeres y la melancolía, al menos en la representación, pensamos en grandes hombres, en Hamlet, en Van Gogh, en artistas varones que tienen esta profundidad de pensamiento y de creatividad. El hecho de que el malestar quede feminizado con la depresión permite entender cómo se lo va devaluando y cómo va quedando interiorizado, en el sentido de hacérselo como algo que es un tema de mujeres, que es un tema de lo doméstico. Pero por otro lado, me parece que también al asociarse a las mujeres y al asociarse a un sujeto político que en los últimos siglos dio lugar a tanta rebelión, también permite esta cuestión de discusión. Ahí yo retomo un concepto bastante más reciente de un par de filósofas estadounidenses que es el de injusticia afectiva. El hecho de que no te dejan sentir lo que tenés derecho a sentir, y no te dejan sentir porque no te lo reconocen como sentimiento. Te dicen “te está por venir”, o “estás muy histérica»; y no porque tu sentimiento esté respondiendo a algo que está pasando en el mundo.

En el panorama político actual, hay un recrudecimiento de la crueldad: ¿qué relación le cabe a ese fenómeno con la forma en la que nos relacionamos con el dolor?

Yo defendí la tesis el viernes antes de que gane Milei, nunca me lo voy a olvidar. Pero la escritura de la tesis fue previa a su surgimiento, no me lo imaginaba posible. Después en el libro sí incluí un pasaje, esta cuestión de la desorientación, la desazón, ese malestar, ese dolor país de: ¿Y ahora qué? Por ahí dos cosas. Una, la discusión sobre la locura de Milei, la salud mental, que de repente se volvía muy fea, como muy estigmatizante para las personas que de verdad tienen condiciones: “Está loco, entonces no tiene que opinar”. Esta arma discursiva de patologizarte, de psiquiatrizarte para desvalorizar tu palabra. Y por otro lado, la otra cosa que sí entró un poco más en el libro, es el malestar que nos genera esta situación política actual. Tenemos que poder abordarlo. No podemos seguir desvalorizándolo o tratar de hacerlo chiquito y ponerlo debajo de la alfombra. Hay un montón de cosas, una escalada de la crueldad, una escalada de ciertas maneras más hostiles de vincularnos, de ciertos acuerdos que parecen rotos. Y eso nos genera cosas y tenemos que poder mirar esas cosas que nos generan. No podemos darle tanto rechazo a eso que nos pone mal.

 

Este miércoles 3 de diciembre se realizará la presentación oficial del libro en Velazco Disquería & Bar (Juan Ramirez de Velasco 492, CABA) a las 19hs. La entrada es libre y gratuita.

 

Un Sorrentino delicioso

Un Sorrentino delicioso

El cineasta italiano, director de «Fue la mano de Dios», pasó por Buenos Aires y ofreció una masterclass. Habló, entre otras cosas, sobre el vínculo del arte con el dinero, de la belleza con la vulnerabilidad y de Buenos Aires con Nápoles.

Paolo Sorrentino llegó por primera vez a Buenos Aires y la ciudad respondió como si recibiera a un viejo amigo. La Sala Martín Coronado del Teatro San Martín se llenó antes de tiempo para escucharlo en una masterclass que resultó mucho más que una clase: fue un pequeño viaje hacia su manera de mirar el mundo, hacia ese territorio ambiguo donde conviven la belleza, el riesgo, la memoria y la ficción.

Sorrentino llegó invitado por Buenos Aires Cine y como antesala al laboratorio cinematográfico que dirigirá en diciembre en la Patagonia, donde trabajará con jóvenes realizadores de distintos países. Quizás por eso su charla estuvo atravesada por una reflexión continua sobre el oficio: cómo escribir, filmar y emocionar, pero también sobre cómo sobrevivir en el cine.

Uno de los momentos más controversiales de la tarde surgió cuando habló del dinero. Lo dijo sin rodeos, con una honestidad casi brutal: “Soy huérfano desde los 16 años. Los huérfanos estamos obsesionados con el dinero porque tenemos miedo de terminar en la calle”. No lo dijo para provocar, sino para recordar que la creación no existe en el vacío: “El cine da dinero, y el dinero me recuerda que vivo en el mundo real, donde hay cuentas, hijos, y la necesidad de sostenerse”. Era también una forma de mostrar su vulnerabilidad, ese lugar del que —según él mismo— nace la verdadera belleza.

Habló después de cómo construye emoción. Dijo que no confía demasiado en los análisis previos ni en los conceptos: “Cuando escribo, soy mi primer espectador. Me conmuevo ahí, en ese instante. Después, cuando lo filmo, todo ya es viejo. El rodaje es simplemente el trabajo necesario para que esas emociones que viví escribiendo puedan existir”. No lo dijo con soberbia, sino con la serenidad de quien entiende que la intuición es su verdadero método. “Un director no sabe exactamente lo que hace —agregó—, pero sabe muy bien lo que no quiere hacer”.

La charla avanzó por sus obsesiones: el poder, la fe católica, los dilemas morales, el riesgo y la necesidad de exagerar. “Mis personajes son teatrales, casi máscaras. Y no todos los actores se animan a eso. Necesito actores valientes”, confesó. También habló de las “criaturas monstruosas” que aparecen en sus películas, a las que definió como bellísimas: “La belleza pasa por la vulnerabilidad. Uno se enamora de la fragilidad del otro, no de sus ojos azules”. En un punto, parecía que toda su filmografía, desde Il Divo hasta Fue la mano de Dios, estaba siendo explicada con una sola idea: la ternura como forma de resistencia.

Sobre Buenos Aires, dijo que la ciudad le resultaba “idéntica a Nápoles”, no por lo visual sino por lo humano: por los gestos, la cercanía, la forma de ocupar la calle. Fue quizá la frase más celebrada de la tarde, y la más inesperada: un italiano describiendo a Buenos Aires como un espejo emocional de su ciudad.

La jornada no terminó ahí, aunque sí quedó trunca. La esperada proyección al aire libre de Fue la mano de Dios en la Avenida Corrientes —una de las actividades centrales del evento— debió suspenderse por lluvia y fue reprogramada para el próximo sábado. La ciudad tendrá su encuentro bajo las estrellas, pero deberá esperar unos días más. Tal vez sea mejor así: como si la película necesitara una atmósfera distinta, una noche más limpia, un cielo más amable.

Sorrentino se va de Buenos Aires hacia la Patagonia para seguir filmando preguntas más que respuestas. Pero deja, en quienes lo escucharon, una rareza: la sensación de haber presenciado a un artista que piensa el cine desde la fragilidad, desde la memoria, desde las zonas donde duele y donde, justamente por doler, se vuelve conmovedor.

 

La ciudad que no miramos

La ciudad que no miramos

Pablo Fernández presenta «Buenos Aires revelada», un libro que reúne fotografías del patrimonio arquitectónico de la ciudad tomadas desde un celular. Un volumen que invita a caminar y levantar la vista.

El próximo jueves 27 será la presentación oficial de Buenos Aires Revelada, el primer libro de Pablo G. Fernández, comunicador, docente universitario (UBA) y fotógrafo urbano que convirtió un gesto simple —levantar la vista al caminar— en un proyecto de memoria colectiva seguido por más de 100 mil personas en su cuenta de Instagram @pablofe70. Su trabajo, iniciado de manera casi accidental en Instagram, se transformó con el tiempo en un registro sensible de la arquitectura porteña y de esa identidad barrial que suele desdibujarse entre el ruido, el tránsito y la velocidad cotidiana.

Fernández confiesa que su fascinación por las fachadas fue un descubrimiento gradual. No hubo un día exacto ni una epifanía puntual. Fue el resultado de caminar sin rumbo fijo y de advertir, poco a poco, que Buenos Aires tenía un lenguaje propio si uno se tomaba el tiempo de mirarla. “Cuando empecé a levantar la vista, descubrí un mundo nuevo. Las fachadas porteñas no tienen nada que envidiarle a las europeas, y su eclecticismo es absolutamente único”, cuenta. La idea de que “los edificios posaban para él” terminó marcando la identidad estética y conceptual de su proyecto.

La pandemia profundizó esa búsqueda. Las restricciones, las calles vacías y el silencio urbano funcionaron como un apagón que dejó al descubierto la arquitectura. “La ciudad bajó el volumen”, recuerda. En esas caminatas limitadas a unas pocas cuadras, comenzó a ver detalles que antes pasaban inadvertidos: la luz que se posa sobre un balcón, una moldura escondida, una simetría inesperada. Esa experiencia lo conectó con la belleza de lo cercano y le enseñó que no hace falta viajar ni preparar una gran producción para capturar una buena imagen. A veces, la foto está ahí, en la esquina que uno mira todos los días sin verdaderamente verla.

Uno de los rasgos distintivos de su obra es que está hecha exclusivamente con celular. “El teléfono es discreto, inmediato, democrático”, explica. Le permite registrar sin rituales técnicos, sin montar una cámara, sin interrumpir la espontaneidad de la escena. También dialoga naturalmente con el formato vertical de las redes sociales, donde nació su comunidad. “Me interesa usar la misma herramienta que todos tienen en el bolsillo para mostrar que la belleza es accesible, que está en la calle y al alcance de cualquiera”.

Pero su fotografía no busca mostrar la Buenos Aires de postal. No oculta cables, ni tachos de basura, ni autos mal estacionados, ni texturas gastadas. “La ciudad real tiene marcas de tiempo. Eso la vuelve humana”, afirma. Para Fernánez, una fachada impecable corre el riesgo de parecer un render; en cambio, una fachada vivida —con una grieta, humedad o una puerta despintada— revela historias. Su mirada apuesta a la honestidad urbana, a una estética que reconoce el caos tanto como la belleza.

Con ese enfoque, su trabajo se volvió también un registro involuntario de la pérdida patrimonial. “Fotografiar una casa antigua hoy es, muchas veces, despedirse de ella”, reflexiona. Demoliciones, desarrollos inmobiliarios y remodelaciones que borran tipologías históricas generan una sensación de urgencia. Cada foto puede ser la última huella de un edificio que ya no estará allí la semana siguiente. Frente a ese paisaje cambiante, sus imágenes funcionan como testimonio: evidencia de lo que existió y que formó parte del ADN arquitectónico porteño.

La comunidad juega un papel esencial en esa construcción. Cada publicación se llena de comentarios que completan o amplían la historia de la fachada: quién vivió ahí, qué había en esa esquina hace 40 años, cómo era el barrio antes. “Yo pongo la imagen, pero ellos ponen la memoria”, dice el autor. Ese ida y vuelta terminó integrándose en el propio libro, que está dividido en cuatro capítulos: Lo cotidiano, dedicado a las imágenes surgidas del camino habitual; De a dos, que celebra las caminatas compartidas; Registros buscados, fruto de expediciones intencionales para encontrar edificios particulares; y Ustedes, un homenaje a la comunidad que acompaña y retroalimenta el proyecto.

El deseo detrás del libro es claro: invitar a caminar. “Si después de cerrarlo alguien levanta la vista y descubre un detalle nuevo en su propia cuadra, el objetivo está cumplido”, asegura. Para él, Buenos Aires es inagotable: cambia con la luz, con las estaciones, con el estado de ánimo del caminante. Y siempre tiene algo para mostrar a quienes estén dispuestos a ver.

Buenos Aires Revelada, publicada por editorial Olivia, no es solo un libro de fotografías. Es un llamado a frenar, a mirar, a escuchar lo que las fachadas —esas “pieles” urbanas— tienen para contar. Y es, sobre todo, un recordatorio de que la ciudad también es un organismo vivo que se transforma, pero que merece ser observada, cuidada y recordada.

La presentación será el jueves 27 a las 18.30 en el Espacio Barolo (Av. de Mayo 1370) y reunirá a quienes reconocen en Buenos Aires algo más que un territorio: una historia compartida que se escribe fachada por fachada.

«El actual neoliberalismo conduce a la desaparición de la política y la sociedad»

«El actual neoliberalismo conduce a la desaparición de la política y la sociedad»

Pilar Calveiro presentó «De matar a dejar morir: biopolíticas de selección de la vida», un ensayo en el que asevera que, con la pandemia como punto de inflexión, ejerce el poder en el mundo un neoliberalismo más radicalizado y autoritario que practica “un tránsito hacia el exterminio de grupos de población considerados contaminantes».

“No estamos frente a un fascismo, ni un neofascismo, ni un nazismo; creo que estamos ante otra cosa”, enfatizó la doctora Pilar Calveiro en la presentación de su último libro, De matar a dejar morir: biopolíticas de selección de la vida, en el Centro de Documentación e Investigación de Cultura de Izquierdas (CeDInCI). Es un trabajo que se suma a una larga trayectoria dedicada al análisis de la violencia política, esta vez enfocada en la época actual: “Lo que está en el centro no es ni más ni menos que la lucha por la vida”, agregaría.

El título del libro remite a las políticas de “administración y selección de la vida” que identificaría al actual ciclo político en contraste con la exterminación activa del nazismo y las dictaduras latinoamericanas. Se trata de “estas prácticas de selección de la vida que provocan la muerte de millones de personas por distintas formas de exclusión: por hambre, por enfermedad, por distintas prácticas que, sin embargo, no las matan; las dejan morir. Es un procedimiento más sordo, pero menos costoso, tanto en términos económicos como políticos”, plantearía la autora en su ponencia.

El edificio del CeDInCI no tiene un cartel en la entrada. Son apenas dos timbres frente a un portón negro en una fachada elegante de San Nicolás. Adentro, un pasillo blanco con zócalos de mármol flanqueado de posters, cuadros y vitrinas. Están la máscara mortuoria de José Ingenieros y una primera edición de El hombre mediocre. El auditorio queda subiendo una escalera de reja metálica, entrando a un salón con piso de madera rojiza y asientos de cuero color granate. Había gente sentada en los pasillos.

“No logré que Pilar Calveiro se sentara acá”, bromeó la periodista Ana Cacopardo, que ocupaba el centro de la mesa. A la izquierda de Cacopardo se sentaba Luciana Bertoia, politóloga y periodista especializada en derechos humanos. A su derecha, Pilar Calveiro, la autora homenajeada, se perfilaba como evitando acercarse a su micrófono.

En su presentación, Cacopardo enumeró las cuatro principales tesis del libro: la primera, que no estamos ante una nueva versión del fascismo o del nazismo, sino ante un neoliberalismo autoritario y radicalizado; la segunda, el tomar como concepto llave la biopolítica; la tercera, que “la actual organización del neoliberalismo se orienta y conduce a la desaparición de la política y la sociedad”; la cuarta, situar a la pandemia como “el momento en que empezó a gestarse la desaparición de lo social”.

Bertoia, por su parte, planteó de entrada una síntesis del libro: “Pilar nos ayuda a pensar cómo las tecnologías del poder pasan de ayudar a dar muerte a dejar morir”. A lo largo de la conferencia, sus intervenciones tendrían un tono más proyectivo: “Nominar el proceso que estamos viviendo también nos permite diagnosticar y buscar formas de resistir”, afirmó. La escritora, mientras tanto, se mantenía escorada en una gestualidad de escucha activa.

“¿Por qué Pilar está diciendo lo que dice?”, se preguntaba Bertoia, “Porque es una luz que relampaguea. Para abrir los ojos: las soluciones totalitarias, como dice Arendt, sobreviven al totalitarismo. Y el objetivo final del totalitarismo es reducir al ser humano a lo biológico, nada más”.

Poder y desaparición

Ésta pregunta, “¿Por qué Pilar dice lo que dice?”, no puede sino responderse mirando la biografía de la autora. Estudiante de sociología en los años setenta y militante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Montoneros, fue secuestrada y torturada en los centros clandestinos de detención de Mansión Seré, la comisaría de Castelar, la excasa de Massera y la ESMA durante la última dictadura militar. Se exilió y estudió ciencias políticas (UNAM) en México, donde actualmente reside. Horacio Domingo Campiglia, su marido y padre de sus hijas, permanece hasta hoy como detenido desaparecido.

En 1998, Calveiro publicó Poder y desaparición: los campos de concentración en Argentina (Editorial Colihue). Es un libro escrito desde la tercera persona, en un tono descriptivo y analítico, en el que ella apenas aparece nombrada como “Pilar Calveiro: 362”; su número de presa. Se trata de un ejercicio de auscultación de la violencia política que identifica claramente a quienes la ejercen (las fuerzas armadas) y a quienes la reciben (las organizaciones guerrilleras), marcando la conexión tan incómoda entre los campos de exterminio y la sociedad argentina.

A lo largo del coloquio, su biografía permitió a Calveiro hablar con soltura de temas polémicos. Afirmó, por ejemplo, que “el hecho de haber sufrido la represión no exime de dar cuenta de las prácticas políticas que desarrollaste”. También se refirió al resurgimiento del debate en torno a la última dictadura: “No es conducente la discusión por el número”, declaró, “Creo que hay que hablar de las prácticas. Y las prácticas son inaceptables para cualquiera”.

Es desde esta comprensión profunda de la violencia política del siglo XX que Calveiro se aboca al análisis de este siglo XXI. La autora tomó el micrófono y abrió su ponencia:

“Lo que intento es ver el tránsito del exterminio por parte del Estado de otros grupos de población considerados contaminantes (ya sea en términos raciales o términos políticos) a otras formas de desaparición que no son menos letales; son igualmente o más letales. Pero que implican todas estas prácticas que se realizan con migrantes, con los pueblos originarios, con hombres y mujeres pobres que son abandonados a condiciones de vida insostenibles, y también a situaciones de tráfico con fines de explotación sexual o laboral. Es decir, que son abandonados a distintas formas de explotación hasta su exterminio; hasta extraer de ellos toda vitalidad presente y deshacerse de ellos. Y eso es lo que también nos habla de las principales víctimas de nuestro tiempo: creo que allí tenemos que observar los principales daños de esta forma de organización del poder.”

Dejar morir

“Y mire acá, somos todos grandes: los chicos no quieren ni ver lo que pasa”, comentaba una de las asistentes del público que se seguía acomodando en las butacas. Sonaban los ringtones de teléfono antiguo y reproducciones de reels en altavoz. Afuera, en la plataforma que da a un estrecho e iluminado patio interior, se vendían los libros recién desembalados de su caja. Adentro, frente a siete hileras de cabelleras blancas, grisáceas o teñidas, Pilar Calveiro exponía su tesis sobre el tremendo impacto de la pandemia.

“Creo que la pandemia funciona como punto de inflexión: genera, por un lado, una transformación de la relación de las personas con el tiempo, con el espacio, con su cuerpo y con los otros cuerpos, con el trabajo, con la comunicación”, explicaba la autora, “Todo esto es parte constitutiva de un proceso de globalización que considero irreversible. Este proceso está acompañado, desde mi punto de vista, por una profundización de las recetas del neoliberalismo. Se trata de la construcción de un mundo único —lo que Hannah Arendt temía— y, sin embargo, simultáneamente multipolar. Y creo que esta multipolaridad, que creo irreversible, da lugar a las luchas actuales, luchas que se profundizan después de la pandemia, y que tienen que ver con quiénes y cómo se van a adueñar de los territorios. Y hablar de cómo se adueñan de los territorios es hablar de la apropiación de la vida y de la posibilidad de la vida”.

Pilar Calveiro tiene un hablar rápido, seguro, articulado. Sus gestos corporales combinan el énfasis y la serenidad. Cada tantas sílabas, sin embargo, su voz tiende a quebrarse. Una cuestión meramente fonética, pero que remite a una angustia visceral.

“Entonces creo que todas estas transformaciones mencionadas —en el Estado, en la sociedad, en las subjetividades— son formas de amenazas de la vida; de la diversidad de la vida”, seguía la autora, “Porque la vida no puede existir, no puede reproducirse sin la diversidad de la vida. Y creo que esas formas de amenaza de la vida y de la diversidad de la vida se han acelerado. Y esto hace peligrar la supervivencia de la especie.”

El libro De matar a dejar morir: biopolíticas de selección de la vida, escrito por Pilar Calveiro y publicado por Siglo XXI, ya está disponible en las principales librerías del país. Su presentación terminaría en un cóctel mientras caía la tarde en el patio interior del edificio. La autora se quedó en el piso de arriba firmando autógrafos y recibiendo felicitaciones. Antes, y pese a todo, había cerrado con una nota positiva:

“Y, sin embargo, no es mi intención trazar un escenario apocalíptico”, concluía Calveiro, “aunque efectivamente la aniquilación de la vida es una posibilidad que está adelante. Me parece que en lugar de esto es importante mirar las resistencias biopolíticas. Estas resistencias que en el momento actual se ignoran, se sustraen a la mirada, como si fueran irrelevantes, pequeñas, aisladas, pero están ahí. Y es cierto que son pequeñas, es cierto que están aisladas, pero no es cierto que sean irrelevantes. Están allí construyendo, pujando por construir lo nuevo, otra cosa. Entonces creo que es importante mirarlas y sostenerlas. Y oponer a estas biopolíticas de selección de unas vidas por otras estas otras prácticas de defensa de la diversidad de las vidas que están actuantes aquí y ahora.”

 

Acribillados en la cancha

Acribillados en la cancha

«Los fusilados de Racing» es un documental de Rodolfo Petriz que indaga sobre el asesinato de seis desaparecidos frente a las boleterías del estadio del club de Avellaneda durante la última dictadura militar por efectivos de La Bonaerense.

Se estrena el documental que reconstruye el fusilamiento y posterior desaparición de seis personas, cuatro hombres y dos mujeres, en las puertas del estadio de Racing, en Avellaneda, en durante la noche del 22 de febrero de 1977. Tras cuatro años de trabajo, el documentalista y periodista Rodolfo Petriz trata de esclarecer los sucesos de un caso que se mantuvo oculto durante cuatro décadas en documental Los fusilados de Racing. La identidad de las víctimas de esta masacre y el lugar donde se encuentran sus restos aún sigue siendo una incógnita.

“Lo único que se sabía del caso era la nota de la periodista Micaela Polak, publicada en 2017. Cuando la leí me pareció un tema interesante para seguir indagando”, dice Rodolfo Petriz, el director del documental y quien se encargó de llevar adelante la investigación, en diálogo con ANCCOM. “El documental no está pensado para que sólo lo vean los racinguistas –agrega Petriz– sino que explica cómo funcionó todo el aparato y el circuito represivo en la provincia de Buenos Aires, más precisamente en la zona de Avellaneda. Es un relato policíaco donde voy encontrando pistas que me permiten avanzar en el desarrollo de la investigación.”

Habían pasado casi cuarenta años y del caso no se sabía absolutamente nada. Corría el año 2016, y Rafael Barone fue llamado a declarar por otra causa, la Masacre de Piñeiro. En medio de su testimonio por aquel caso, en el que presenció el fusilamiento de un grupo de jóvenes ingresados a la Comisaría 2° provenientes del Centro Clandestino de Detención Puente 12 relató que días después había visto seis cadáveres que yacían abandonados en las boleterías de la cancha de Racing, sobre la calle Colón. Lo que dijo el testigo no podía quedar impune, y desencadenó en una investigación que se propuso echar luz en un caso donde no había presuntos testigos del hecho, y que velaba en los retazos de un pasado enigmático.

Barone fue la primera persona contactada por el director. Con noventa años, narra los hechos con claridad y certeza. Le contó a Petriz que después de una noche de borrachera, caminaba hacia el estadio junto a su gran amigo Omar Oreste Corbatta, una de las figuras más emblemáticas de la historia del fútbol argentino, que vivía en la pensión ubicada en el playón de la cancha. Cuando estaban por llegar, se toparon con cuerpos acribillados, brutalmente desfigurados e irreconocibles. Al otro día, ya no estaban los cuerpos, pero sí las manchas de sangre. ¿Ningún vecino había visto nada o callaron por temor?

Además de Barone, el documental se nutre de testimonios que aportan información enriquecedora al caso: el director habló con la Comisión Provincial por la Memoria, la Secretaría de Derechos Humanos de Avellaneda, con especialistas del Equipo Argentino de Antropología Forense para rastrear la posible ubicación de los cuerpos, y con muchas otras voces e instituciones que hasta hace poco habían sido pasadas por alto.

El documental abre una serie de interrogantes que intentan resolver el caso y le presenta al espectador la cartilla completa de posibles desenlaces. Una de las hipótesis trazadas por Pablo Llonto, abogado de la causa donde Petriz es el querellante, es que el modus operandi fue el mismo en ambas masacres (la de Piñeiro y la de Racing). Los secuestrados llegaban de centros clandestinos de detención y se desalojaban los calabozos de presos comunes. Allí se quedaban unas horas hasta que se hacía la madrugada, donde los ejecutaban en la vía pública. Después, los mismos policías grafiteaban la pared con pintadas peronistas para simular que se había tratado de un enfrentamiento. La justicia es la que debe determinar si el caso de Racing se inscribe en esta lógica, donde las comisarías funcionaban como depósitos transitorios de los presos políticos, al trabajar en conjunto la patota de Inteligencia del Ejército con la policía local, que coordinaba la logística.

«Lo valioso de nuestro trabajo es que la causa esté siendo investigada por el juzgado, que tomó medidas de prueba y llamó a indagatoria a varias personas”, dice Petriz.

 

Asimismo en un momento histórico donde se había corrompido el sistema democrático, muchos nombres fuertes de la política se exiliaron al fútbol, donde los clubes invitaban a sus socios a participar de las elecciones presidenciales. El director plantea y se interioriza en la posibilidad de que el lugar del fusilamiento no fue casual, sino que se trató de un mensaje a modo de advertencia del jefe de la Policía Bonaerense, Ramon Camps, dirigida al mandatario de Racing Club, en ese entonces, Horacio Rodriguez Larreta (padre), con fuertes vínculos en el Movimiento de Integración y Desarrollo presidido por Arturo Frondizi.

“Es muy difícil conseguir información certera acerca de estos crímenes. La conclusión después de tantos años de investigación, con los recursos que tengo, es que no iba a poder avanzar más –dice Petriz–. Lo valioso de nuestro trabajo es que la causa esté siendo investigada por el juzgado, que tomó medidas de prueba y llamó a indagatoria a varias personas”. Por eso el director resalta la importancia del estreno del documental, donde “quizá aparezca alguien más. Por eso hay que darle visibilidad”.

El preestreno de Los fusilados de Racing se dio en el excentro clandestino El Infierno, de Avellaneda, convertido en Espacio Municipal de la Memoria. El estreno oficial será en el Cine Gaumont el domingo 16 de noviembre, a las 20. Además, el jueves 20 de noviembre a las 18 se va a proyectar en la Ex Esma con entrada gratuita, donde asistirán el director, el periodista deportivo y autor de Los desaparecidos de Racing Julián Scher y Gladys Zalazar, hermana de otro rancingista también desaparecido.