Todo tiene que ver con todo

Todo tiene que ver con todo

En su último libro, «Neoliberalismo, neofascismo y crisis climática», José Seoane analiza cómo se imbrican las categorías que dominan la actualidad geopolítica. El mundo que muere y el que está naciendo.

Jose Seoane es doctor en Ciencias Sociales, licenciado en Sociología y profesor en la Facultad de Ciencias Sociales (FSOC) de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Hace años se dedica al estudio de las transformaciones neoliberales y los ciclos de conflictividad social en la región. Durante el último tiempo se centró en el abordaje de la cuestión ambiental. En su último libro Neoliberalismo, neofascismo y crisis climática analiza la situación actual y la relación necesaria entre esos tres fenómenos.

En el libro hablas de “neoliberalismo catastrófico”, ¿qué distingue a esta etapa en relación al neoliberalismo de los años noventa?

La diferencia con los años noventa es clara: en dicha década el proceso de globalización neoliberal registraba un flujo de capitales del norte hacia el sur en el marco del proceso de privatizaciones y desregulación. En la etapa actual ese flujo de capitales no tiene la misma potencia en términos del crecimiento económico y modernización productiva. La idea de lo catastrófico resulta de un diálogo con esa etapa de la historia mundial del siglo XX, el periodo de entreguerras. Dialogando con ese período, la dimensión catastrófica actual refiere a una dinámica de crisis multidimensional, lo que algunos llaman “policrisis”. El término designa esta época sombría y de crisis del neoliberalismo, incapaz de tener siquiera un relato esperanzador respecto del futuro sobre el que solo parece proponer un mundo distópico como conclusión de este ciclo de transformaciones.

Desde el título, el libro conecta nociones como neocolonialismo, neofascismo y crisis climática. ¿Considerás que son fenómenos inseparables?

Sí, están entrelazados. Son las diferentes dimensiones que integran esta crisis civilizatoria, o como propone el libro una “crisis del capitalismo moderno colonial”. Son dimensiones que se relacionan y retroalimentan. Por ejemplo, la crisis climática supone un proceso de colapsos climáticos locales progresivos, que es lo que estamos percibiendo y sufriendo en estos momentos con una amenaza sobre la continuidad de la vida en muchas regiones del planeta en un futuro próximo. Y esa dinámica de catástrofe y de crisis es en cierta medida la que construye las condiciones de la emergencia de estos neofascismos, de promoción de la violencia como un nuevo ordenador de las relaciones sociales, de la aparición del racismo y de la xenofobia. Por otra parte, estas extremas derechas portan una narrativa respecto de la crisis climática que se llama habitualmente negacionismo climático, que niega las causas sociales del cambio climático y en ese sentido exaspera la propia dinámica de la crisis porque priva de toda capacidad de respuesta e intervención social y estatal sobre la misma.

El 10% de la población de más altos ingresos a nivel mundial es responsable de aproximadamente el 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que el 50% de la población más pobre es responsable de solo el 10%.

José Seoane

¿La crisis climática atraviesa a todos por igual?

No, las poblaciones de menores ingresos, y sobre todo las mujeres, los niños y los ancianos son los sectores que sufren más la crisis climática. Por eso, se trata de una doble injusticia: los responsables de la crisis son fundamentalmente los sectores de más altos ingresos, un modo de producción sostenido en el uso de los combustibles fósiles y gobernado por una serie de corporaciones a nivel internacional. Recordemos que el 10% de la población de más altos ingresos a nivel mundial es responsable de aproximadamente el 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que el 50% de la población más pobre es responsable de solo el 10%. Ahí aparece con claridad que la desigualdad social también impacta en la crisis climática, que existe una responsabilidad muy diferenciada. Y esta injusticia se expresa nuevamente también en relación con sus efectos y consecuencias, porque la crisis golpea sobre todo a los sectores de bajos ingresos y a los países más pobres o menos industrializados que tienen menos recursos para afrontar estas catástrofes.

Existe un desafío de acá en más que tiene que ver con la necesidad de revertir el desencantamiento de los países subdesarrollados y convencer a los países desarrollados de que tienen más responsabilidad sobre la situación actual. ¿Creés que en el contexto actual se podría llegar a un acuerdo en ese sentido?

Los primeros acuerdos internacionales sobre el cambio climático se remontan a la década de los años noventa. Ya la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que fue adoptada en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992, lo dejó expuesto con mucha claridad: las responsabilidades son comunes, pero diferenciadas; y de facto el protocolo de Kyoto (fue el primer acuerdo internacional sobre cambio climático) supone una serie  de compromisos y obligaciones de los países industrializados en términos de reducir sus emisiones y de garantizar una transición ecosocial. Un principio validado en el campo de las Naciones Unidas. Pero, bajo las olas neoliberales siguientes ese principio ha ido diluyéndose y los compromisos asumidos por los países industrializados no se cumplieron, incluso en términos del financiamiento de la transición ecosocial en el Sur Global.

 

Mirando a América Latina, ¿qué aprendizajes dejan los ciclos de lucha que analizás en el libro, desde el zapatismo hasta las protestas más recientes en Haití o incluso en Argentina?

Me interesó desarrollar dos grandes ciclos de lucha, el que va desde el año 1994 hasta el 2006 (período en el cual se gestan las condiciones sociales para la llegada de los gobiernos progresistas populares o transformadores en América Latina). Y un ciclo más reciente, que empieza en 2018 con las revueltas masivas en Haití y se proyecta luego regionalmente. Esos dos grandes períodos, aportan no solo la memoria sobre la posibilidad de resistir y de transformar, sino que también nos brindan elementos programáticos y horizontes estratégicos que son centrales para orientar una política de transformación en América Latina. Entre estos horizontes, en relación a la cuestión ambiental y la crisis climática, no se puede dejar de mencionar la contribución de los movimientos indígenas. Hoy mismo se despliega un paro nacional territorial prolongado impulsado por las organizaciones indígenas y territoriales en Ecuador. Estos movimientos han propuesto una perspectiva alternativa a la del capitalismo moderno colonial respecto de la relación sociedad-naturaleza, por ejemplo con la idea del buen vivir. Esta referencia plantea una relación con el ambiente y la naturaleza diferente, que no considera a la naturaleza como un objeto, sino que postula una relación basada en la reciprocidad, la interdependencia, la ecodependencia, la coproducción.

¿Qué esperás que el libro aporte a la conversación, no solo académica, sino también del público en general?

El libro propone pensar esta dinámica de las crisis para poder considerar y postular alternativas e intervenir socialmente. Sobre ello, podemos reescribir esa idea que plantea Gramsci de que hay un mundo viejo que está muriendo y un nuevo mundo que está naciendo. Efectivamente ese mundo nuevo está en proceso, está gestándose actualmente, nos encontramos ya en el contexto de una transición, lo que está en discusión es cuál va a ser la dirección de dicha transición, si sigue su rumbo catastrófico de colapsos o se encamina hacia la emergencia de alternativas. Allí apunta el libro, poder brindar algunas herramientas para considerar esa intervención, examinar los aportes del pensamiento social de los que disponemos y de las experiencias populares para intervenir desde el campo social sobre el rumbo que adopte esta transición, hacia dónde queremos ir.

El libro se consigue en librerías o a través de la Editorial El colectivo https://editorialelcolectivo.com/producto/neoliberalismoneofascismoycrisisclimatica/

Una obra sobre la incomprensión

Una obra sobre la incomprensión

“Lejos de todo lo que hace mal” cuenta la experiencia de muchos adolescentes y jóvenes que tienen que esconder su sexualidad. ANCCOM fue al estreno y dialogó con el director y con el autor de la obra, quien además integra el elenco. “Hay que seguir contando estas historias”, dicen.

Un matrimonio de clase media en los años noventa se prepara para un viaje a Nueva York. Sin embargo, pequeños silencios y mentiras comienzan a resquebrajar la aparente armonía familiar. Juan Cruz, un adolescente que ya no quiere jugar al rugby y enfrenta definiciones que no sabe cómo comunicar, y Lucía, la menor, con una relación secreta, son los protagonistas de esta trama donde la necesidad de decir la verdad y de vivir con autenticidad se vuelve urgente.

Lejos de todo lo que hace mal, estrenada en El Método Kairos la noche anterior a la última Marcha del Orgullo LGBTQ+ –aunque Santiago Girard y Maximiliano Galeano, autor y director respectivamente, aseguran que fue casualidad–, ofrece una experiencia teatral intensa, íntima y humana y cuenta la historia de muchos adolescentes que tuvieron que esconder su sexualidad de sus padres por miedo al rechazo.

La obra surge de la historia personal del Girard quien, en diálogo con ANCCOM, relata: “Es algo bastante autorreferencial, tiene mucho que ver con parte de mi vida, con salir del clóset, con ese proceso, y nació desde ese lugar. Fue un trabajo muy personal e introspectivo”.

Girard, además se animó a actuar y a interpretar a la figura del padre frente a su propia familia, presente la noche del estreno. “Fue difícil al principio, porque hay que ponerse en el papel de alguien con quien conviviste toda la vida. Me tocó en muchos lugares personales. Tuve preguntas de mis viejos, del tipo: ‘¿Vos lo sentiste así?’. Se generaron charlas que estuvieron buenas, porque en algún punto también fue sanador”, reflexiona.

Desde el living de la casa de una familia típica, la obra aborda temas profundos como la hermandad y la desigualdad entre la maternidad y la paternidad. “Hay una escena donde los hermanos son más amigos y otra donde son más enemigos. Me parecía muy importante que se vea que esa es la hermandad, explica Galeano, el director. Y Girard agrega: “Yo quería que se viera. Una madre que lleva adelante la casa y el padre que está ahí con su diario”.

Galeano destaca la red de apoyo que se construye en el teatro independiente cuando hay algo que contar. “Nos conocimos en un taller y un día Santi me mandó un texto y me pareció maravilloso. Le hice unos comentarios y le ofrecí darle una mano si quería llevarlo a cabo. Y de golpe, la próxima vez que nos vimos, me ofreció dirigir la obra. Fue completamente inesperado”.

“Fue todo a pulmón”, afirma Girard. “La escenografía la resolvimos nosotros, con ayuda de familiares y amigos –señala Galeano–. Fue un enorme trabajo porque queríamos respetar la década lo más posible. Apareció un teléfono y capaz que no era ese teléfono”.

Galeano vive su vida a través del teatro. Es profesor en una escuela, tiene su propio proyecto donde forma actores, a veces se sube a los escenarios con algunos papeles y ahora también dirige. Además, concibe el teatro como un espacio “dentro de la realidad donde se arma otra historia. Que todos estemos en una comunión creyendo eso, a mí me parece como una locura pactada entre todos. Eso es algo que no va a reemplazar la IA, porque es vivo. Con el público la obra se termina de hacer”.

Para Girard, profesor de matemática, Lejos de todo lo que hace mal “fue un reencuentro con el teatro, y en eso tuvo mucho que ver Maxi, porque yo había dejado hacía bastante tiempo. Arranqué a estudiar teatro en mi adolescencia porque sentí que el teatro era un lugar donde, y esto nunca se lo conté a nadie, se podía llegar a conocer gente, porque el ambiente es de la comunidad. Y me enamoré del teatro, pero nunca me animé a ir a fondo y vivir de eso”.

El nombre de la obra surge de una frase del guion que hace referencia al momento en el que uno debe irse a otro lugar para no tener que ocultar su homosexualidad. “A mí lo que me atrajo de la obra es el no sentirnos comprendidos por las personas que queremos”, expresa Galeano.

Girard comparte su propio proceso: “Fue muy solo, muy personal, porque no me animaba, porque tenía vergüenza, porque me daba miedo. El miedo al rechazo es bastante fuerte. Hasta que en un momento dije: ‘O sigo fingiendo una vida que no es la mía o me enfrento a lo que venga’”.

A diferencia de los años noventa, cuando había mucho más ocultamiento, “ahora las cosas son diferentes, aunque, en algún punto, estamos volviendo a algo que no me gusta. Por eso estas historias son importantes y que hay que seguir contándolas”, opina Girard.

Y concluye: “Si bien en su momento uno puede pensar ‘si pudiera elegir, elegiría otra cosa’, hoy no. Me gusta la vida que tengo, cómo la llevo adelante. En aquel momento, sí, claro, porque era más fácil vivir la vida que esperaban mis viejos, mis hermanos, mis amigos. Pero hoy no lo cambiaría por nada. La realidad es que, como termina la obra, yo también tuve un final feliz. Nunca me rechazaron, siempre estuve acompañado. Hoy vivo mi sexualidad con total libertad”.

Lejos de todo lo que hace mal se puede ver todos los viernes de noviembre y el 5 de diciembrea las 22.30 en el Método Kairós, El Salvador 4530 (CABA).Entradas en Alternativa Teatral.

«Los periodistas somos más necesarios que nunca»

«Los periodistas somos más necesarios que nunca»

El Instituto Alfredo Palacios reunió a Ángela Lerena, Jairo Straccia y Poli Sabatés para hablar de periodismo, algoritmos y fake news. Los tres coincidieron en la necesidad de formación, ética y trabajo colectivo para salvar el oficio.

Bajo el título “Comunicar en tiempos de algoritmos y fake news”, el Instituto Alfredo L. Palacios reunió a tres voces destacadas del oficio: Ángela Lerena, Jairo Straccia y Poli Sabatés el miércoles 29 de octubre en la Universidad Popular Sociedad Luz, barrio de Barracas (Avenida Suárez 1301), en un encuentro que invitó a pensar el periodismo en tiempos de algoritmos y desinformación. Los periodistas debatieron sobre el impacto de las nuevas tecnologías, la precarización del trabajo y la pérdida de credibilidad del oficio, pero también sobre las posibilidades de reconstruir una comunicación más ética, colectiva y democrática.

Poli Sabatés fue quien abrió el panel con una afirmación que marcó el tono del debate: “Comunicar es una forma de poder, pero también una forma de resistencia”. Desde su militancia en el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA), la periodista destacó que los algoritmos y las fake news no son simples errores del sistema, sino estrategias planificadas para “segmentar, confundir y dominar”. Frente a ese escenario, reivindicó la militancia sindical y el trabajo colectivo como formas de respuesta. “No podría ser periodista si no militara en prensa —dijo—. Soy mejor periodista porque milito. La comunicación es un derecho colectivo, y por eso hay que democratizar las herramientas comunicacionales”.

Por su parte, Jairo Straccia planteó la necesidad de entender la magnitud de la influencia de los algoritmos en la vida cotidiana. “No somos conscientes de la cantidad de veces que somos decididos por algoritmos”, advirtió. Para el periodista, la opacidad con la que operan las plataformas tecnológicas deja a las audiencias y a los comunicadores en una posición de vulnerabilidad frente a empresas que concentran el poder informativo a escala global. En ese contexto, reivindicó el escepticismo y la verificación como principios básicos del oficio: “La desconfianza, la duda y el chequeo son lo único que te va a proteger. Prefiero llegar tarde a una noticia y estar seguro antes que reproducir una fake news”.

Straccia también advirtió sobre la transformación del trabajo periodístico en un escenario de pluriempleo y pérdida de redacciones, donde la lógica de la inmediatez y la fragmentación reemplaza a los espacios de aprendizaje colectivo. “Hoy hay menos gente que hace el laburo de llamar al involucrado en una noticia. La precarización y la individualización del trabajo van de la mano con la pérdida de rigor”, señaló.

El cierre del encuentro estuvo a cargo de Ángela Lerena, quien retomó muchos de los ejes planteados por sus colegas, pero desde una mirada atravesada por la experiencia y la autocrítica. Con más de treinta años en el oficio, Lerena cuestionó la tendencia actual del periodismo hacia el espectáculo y la búsqueda del escándalo. “Hoy pesa más el show que la información. Termina primando el llamado de atención por el escándalo, y eso me preocupa”, por lo que afirmó: “Los periodistas somos más necesarios que nunca”.

Para Lerena, en un contexto de desprofesionalización y desinformación masiva, la formación es más urgente que nunca. “Somos quienes, con nuestro nombre y prestigio, debemos garantizar información chequeada y confiable”, sostuvo. También propuso repensar el rol de las mujeres en los medios, todavía relegadas a espacios secundarios o vinculados a la estética. “Tenemos que ocupar lugares donde se discuta política, economía o deporte; no solo ser reproductoras de un saber ajeno, sino poseedoras del propio”, agregó.

Entre análisis, coincidencias y risas compartidas con el público, casi como una forma de mitigar la preocupación que traen las temáticas puestas sobre la mesa, el panel coincidió en un diagnóstico: el periodismo atraviesa una crisis estructural, pero su esencia —esta es, la búsqueda de la verdad y el compromiso con lo público— sigue intacta.

Frente al avance de la automatización, la precarización y la desinformación, los tres panelistas apostaron por el mismo camino: la organización colectiva, la ética y la formación permanente.

BitBang anima Buenos Aires

BitBang anima Buenos Aires

Esta semana se realiza el 11º festival de arte digital y videojuegos, que precalifica -además- para los Premios Oscar a la animación.

Hasta el 1° de noviembre, Buenos Aires se convierte nuevamente en la capital de la animación, el arte digital y los videojuegos con la 11° edición del Festival Internacional BitBang. El evento, declarado de interés cultural por el Gobierno de la Ciudad y único en Argentina con estatus de precalificador para los Premios Oscar en la categoría de cortometraje animado, reúne a artistas de todo el mundo que exploran los límites entre la tecnología y la imaginación.

 

El camino de BitBang

Nacido en 2014 como una propuesta autogestionada, BitBang se consolidó como el principal festival argentino de animación. En esta edición, las actividades se reparten entre el Cine Escuela, el Centro Cultural Borges y el Club Lucero, donde se proyectan más de cien cortometrajes seleccionados en competencias internacionales y latinoamericanas.

Durante la apertura, la directora del festival, Bárbara Cerro, destacó el espíritu que sostiene al encuentro desde sus inicios:

“El festival funciona como una plataforma de propuestas artísticas autorales y experimentales, pensadas para un público joven y adulto. Hay proyecciones, talleres, ferias, instalaciones, videojuegos, competencias de ilustración y arte digital. Todo es gratuito, salvo la función de apertura y la fiesta de cierre, que se agotaron”.

Cerro subrayó que el festival hoy impulsa la circulación de obras latinoamericanas en circuitos internacionales y ofrece becas y convocatorias para nuevas generaciones de animadores.

“BitBang busca abrir puertas y sostener una comunidad que se expanda desde Buenos Aires hacia toda Latinoamérica”, afirmó.

La animación argentina llega a Adult Swim

En BitBang se estrena La huella del oro, la primera serie nacional desarrollada para Adult Swim y HBO Max. El proyecto, que combina humor, artesanía visual e innovación técnica, se presenta como una de las producciones más ambiciosas del año y tendrá un espacio destacado con una masterclass a cargo de sus creadores.

El encuentro, titulado “Los secretos de la serie La huella del oro”, se realizará el viernes 31 de octubre a las 19 en la Escuela Da Vinci. 

Durante la charla, Soledad Yañez, gerente senior de Producción Original & Animación en Warner Bros, y Daniel Duche, fundador del estudio Puño Robot, repasarán el recorrido creativo de la serie: desde la idea inicial hasta el desarrollo y la producción final. Ambos compartirán cómo un equipo local logró materializar una animación de calidad internacional para una productora que históricamente marcó tendencias globales en el género.

Un festival con identidad propia

El póster oficial de esta edición fue diseñado por la artista argentina Stefanía Tesio, quien explicó el concepto detrás de la imagen:

“Para mí, el BitBang es como un mundito lleno de colores. Me enorgullece que sea un festival de animación argentino, y por eso en esta pieza quise reflejar ese espíritu: el sol de nuestra bandera, al frente, rodeado de vida y color. Es un espacio hermoso para apreciar todo lo lindo que se puede crear”.

Invitados que expanden el lenguaje

La edición 2025 cuenta con invitados de trayectoria diversa: el suizo Michael Frei, creador de Plug & Play y Kids; los colombianos Silvia Prietov, fundadora de Lucy Animation, y Simón Wilches Castro, del estudio Titmouse; y la dupla francesa Jocelyn Charles y Solène Crépin, entre otros.

La presencia argentina también es central, con realizadores como Julia Conde, Ezequiel Torres, Jess Bianchi, Paula Boffo y el colectivo Can Can Club, referentes de la animación independiente local.

“Vivimos rodeados de imágenes idénticas. Cuando algo muestra sus hilos, su textura, su imperfección, eso emociona. En un tiempo de tanta artificialidad, la autenticidad vuelve a tener valor: el tiempo, el esfuerzo y el cariño puestos en una obra”, dice Bianchi.

La animación como búsqueda de autenticidad

En uno de los intercambios más sustanciosos del encuentro de prensa, los invitados reflexionaron sobre el lugar de la animación latinoamericana en un mercado global dominado por grandes estudios. Desde perspectivas distintas, coincidieron en que el desafío central pasa por asumir la identidad híbrida de la región y transformarla en una estética propia.

La directora colombiana Silvia Prietov, fundadora de Lucy Animation, señaló que la riqueza del panorama latinoamericano radica justamente en su falta de rigidez:

“En Colombia no tenemos una identidad tan definida porque se nutre de muchas fuentes. Tenemos influencias de Estados Unidos, de Europa y también herencias ancestrales que no siempre nos enseñaron. Aceptar ese caos y ese mestizaje, tanto estético como narrativo, es parte de nuestra forma de contar historias”.

Para Prietov, esa hibridez lleva a romper con las estructuras clásicas: “No tiene sentido contar una historia tipo Pixar, donde todo es lineal y predecible. En América Latina estamos explorando otras formas, más cercanas a lo literario, al realismo mágico y a la mezcla entre lo cotidiano y lo fantástico”.

El animador Simón Wilches Castro, también colombiano y miembro del estudio estadounidense Titmouse, retomó esa idea desde la autonomía creativa: “Las tendencias siempre llegan con retraso. Si todos copiamos lo que hoy está funcionando, cuando terminemos de hacerlo ya habrá otra cosa. Lo importante es contar las historias que uno conoce, las que lo obsesionan, y hacerlo desde su identidad”.

Wilches advirtió que la industria tiende a privilegiar fórmulas, pero que la verdadera innovación surge cuando los realizadores se permiten “ser rebeldes con inteligencia”: sostener una mirada personal dentro de las reglas del mercado.

La realizadora argentina Jess Bianchi cerró el debate con una reflexión sobre el valor de lo artesanal frente a la saturación tecnológica y el uso masivo de inteligencia artificial en la producción de imágenes: “Vivimos rodeados de imágenes idénticas. Cuando algo muestra sus hilos, su textura, su imperfección, eso emociona. En un tiempo de tanta artificialidad, la autenticidad vuelve a tener valor: el tiempo, el esfuerzo y el cariño puestos en una obra”.

Las tres intervenciones dibujaron una visión compartida: una animación latinoamericana que se afirma en la mezcla, que apuesta por la libertad creativa y que encuentra en la imperfección un signo de verdad.

Los proximos días

Durante el fin de semana de cierre, BitBang despliega una programación intensa que convierte a Buenos Aires en un gran laboratorio animado. Desde el viernes 31 de octubre, la jornada combina talleres prácticos, de diseño sonoro, stop motion y creación de personajes, con una feria gráfica y una muestra interactiva de videojuegos curada por Michael Frei.

En las salas de la Escuela Da Vinci, el Centro Cultural Borges y el Club Lucero se proyectan cortos internacionales y latinoamericanos en competencia, mientras artistas como Silvia Prietov, Simón Wilches Castro, Solène Crépin, Jess Bianchi y el equipo de Pikolón VFX comparten sus procesos creativos en charlas y masterclasses.

Como novedad, los cortometrajes y películas del festival también pueden verse en línea a través de la aplicación Flixxo, una plataforma interactiva que permite al público acceder a contenidos exclusivos de manera gratuita.

La noche del viernes culmina con la premiación oficial del festival y una celebración en La Paz Arriba, con karaoke y baile hasta el amanecer. El sábado y domingo mantienen el pulso con nuevas funciones, retrospectivas y espacios de encuentro.

Plagio artificial

Plagio artificial

El avance de la inteligencia artificial generativa pone en escena una disputa con el campo artístico: muchas obras son usadas para entrenar algoritmos sin autorización ni retribución justa para sus creadores. ¿Cambian las nociones de autoría, creatividad y derechos culturales?

El reciente caso protagonizado por Anthropic, empresa creadora de la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) “Claude”, se trata de un claro ejemplo de las actuales tensiones entre la IAG y los artistas: la empresa aceptó un acuerdo millonario para compensar a escritores cuyas obras habían sido utilizadas sin autorización para entrenar a la IAG. Sin embargo, lo más llamativo del caso es que el pago se hará por el hecho de haberlas descargado de internet sin pagar por ellas, no por usarlas para entrenar a las IAG sin permiso de sus autores.

Según el juez de California del Norte el uso de obras para entrenar estas herramientas es “uso justo” que no implica violaciones a las leyes de copyright. Este tipo de interpretación legal sobre el uso de contenidos protegidos parece extenderse por los juzgados estadounidenses y deja desamparados a los autores que ven cómo sus obras se utilizan por parte de empresas cuyo fin es reemplazarlos y dejarlos sin trabajo.

Un negocio fraudulento

Naida Jazmin Ochoa es ilustradora y diseñadora gráfica. Además es una de las fundadoras y actual coordinadora del colectivo Arte es Ética. En conversación con ANCCOM, denuncia que las IAG se sostienen a partir de un modelo de negocios que constituye “el mayor lavado y robo de datos y propiedad intelectual jamás concebido: ninguna persona, sea o no sea artista, dio su consentimiento para ceder su obra visual o literaria, su imagen, su voz, su identidad, en el entrenamiento de los actuales servicios comerciales de IAG”. Y agrega: “Al día de hoy se acumulan 74 procesos judiciales en curso con sobrada evidencia de esta realidad que aplica a todos los servicios comerciales de IAG. Desde las principales y más conocidas como Stable Diffusion, Dall-E, Midjourney, ChatGPT, Runway, SORA, Suno, Image de Google, Flux, Adobe Firefly hasta las menos conocidas y que se ofrecen como alternativas `gratuitas`, como por ejemplo, LeonardoAI.”

Esta nueva tecnología estira las interpretaciones legales hasta el límite gracias a un intenso lobby sobre políticos, medios y jueces, pero sobre todo pone a los artistas en una situación en la que pueden perder su trabajo al ser reemplazados por sistemas automatizados. En relación a esto, Martin Eschoyez, animador e ilustrador, señala que el problema se configura a partir de la “asimetría de acceso y beneficio». Sostiene la necesidad de trazar una distinción: “La  concentración de renta y poder no se da porque las máquinas roben la creatividad humana, sino porque unas pocas corporaciones poseen la infraestructura, los datos y la capacidad de entrenamiento. Es un fenómeno clásico de concentración tecnológica, muy anterior a la IA: pasó con la imprenta, con la fotografía industrial, con el cine de estudio, con Internet. La diferencia ahora es la velocidad y la escala”. Se trata de una mirada que invita a no moralizar la tecnología, sino, en palabras de Eschoyez, “a diseñar marcos que reconozcan y remuneren el aporte humano dentro de ese ecosistema”. Sin embargo, en términos prácticos resulta complejo dar cuenta de esta distinción; ya que el desarrollo de las IAG depende, tal como señala Fernando Schapachnik, del entrenamiento con grandes volúmenes de datos que hoy se encuentra sujeto a las condiciones de la infraestructura actual y sus orígenes fraudulentos, los cuales han sido expuestos, tal como señala Ochoa, por nada más ni nada menos, que varios de los CEOs de las empresas que las desarrollaron como Sam Altman ante la Cámara de los Lores, o David Holz y Mira Murati.

Por su parte, Nia Soler, ilustradora, escritora y representante del colectivo Arte es Ética en España da cuenta de un ejemplo que ilustra a la perfección el lobby de estas empresas “durante la elaboración del Código de Buenas Prácticas de la Unión Europea, en concreto con el borrador relativo al copyright. Los parlamentarios rebajaron considerablemente las obligaciones que debían cumplir las tecnológicas en materia de derechos de autor porque, según una investigación del Observatorio Corporativo Europeo (CEO), se adjudicó un contrato a tres consultoras externas, Wavestone, Intellera y el Centro de Estudios Políticos Europeos (CEPS), para ayudar a la Oficina de la IA en la redacción de este Código. Estas consultoras tenían, y tienen, acuerdos y contratos previos con las principales corporaciones desarrolladoras de IA generativa: Microsoft, OpenAI, Google, Meta y Amazon, entre otras”.

¿Un vacío legal?

Tanto Ochoa como Soler afirman que las leyes están, pero lo que brilla por su ausencia es la voluntad de hacerlas cumplir. “El procedimiento inicial que dio origen a este asunto lo deja más que claro: la empresa LAION (Large-scale Artificial Intelligence Open Network) bajo la figura de non-profit obtuvo permisos para hacer raspaje de datos en internet, lo que se conoce como data scraping, como aparente método de investigación. Con dichos permisos, se hicieron con un botín de casi seis mil millones de imágenes, sin consentimiento, crédito ni compensación alguna para con las personas que crearon dichas imágenes o que figuran en ellas”, explica Ochoa. Para rematar, agrega: “Luego, LAION le cedió la explotación comercial de ese conjunto de datos a otra empresa… pero no a cualquier empresa sino a StabilityAI, fundada por Emad Mostaque, y que resulta ser una de las empresas que financió a LAION en primer lugar. De esta forma, StabilityAI consiguió la base de datos necesaria para el entrenamiento de su software Stable Diffusion, el cual, aunque fue publicado como de código libre, sigue dando multimillonarios dividendos a la empresa desde agosto de 2022 y constituye el lavado de datos más importante de la última década”. Ante esto, para Ochoa surge la pregunta ineludible: “¿Nadie vio el camino de ardides y estrategias que estos CEOs y estas empresas hicieron para saltarse las leyes vigentes?”.

Soler, desde España, agrega: “Ni siquiera con la Ley de IA europea (AI Act), el Código de Buenas Prácticas de la UE y el Anteproyecto de Ley sobre IA de España se están defendiendo los derechos de los trabajadores creativos, cuyas reivindicaciones, propuestas y necesidades están siendo ignoradas sistemáticamente por los dirigentes políticos. La idea de que es imposible obtener el consentimiento o pagar a los autores por el uso y la explotación de sus obras es una argucia de las tecnológicas para no asumir su responsabilidad y evadir las consecuencias de sus actos”. Además, en relación a los casos como el de Anthropic, señala: “Los actuales modelos comerciales de IA generativa se desarrollaron y siguen funcionando de manera ilegal, por lo que el pago por las obras contenidas en los actuales conjuntos de datos no es la solución, ya que sería una forma de respaldar este hecho delictivo y de que este modelo de negocio fraudulento siga su curso. La única manera de resolver una parte de esta problemática es eliminar los datasets existentes y crear unos nuevos que no violen leyes y cuenten con el consentimiento explícito de los autores. La mayoría de las veces el debate se centra en la remuneración y se ignora con frecuencia que una gran cantidad de autores no desean formar parte de la industria de la IA generativa”.

¿Qué hay de nuevo, viejo?

La investigadora Jazmín Adler, doctora en Teoría Comparada de las Artes (UNTREF) y licenciada en Artes (UBA), sostiene que la irrupción de la inteligencia artificial en el arte no representa una ruptura, sino la continuidad de debates históricos. Según explica, las obras creadas con IA actualizan tres tensiones que atraviesan al arte desde mediados del siglo XX: la autoría, el control y la materialidad. La pregunta sobre quién es el verdadero artista (si el humano o el sistema) remite a discusiones que se remontan al Renacimiento. La “condición generativa”, que implica ceder parte del control sobre el resultado final, también tiene antecedentes en el Land Art y en obras como «Analogía I» de Víctor Grippo. Finalmente, Adler advierte que el arte con IA desmiente el mito de la inmaterialidad digital: los algoritmos y datos se sostienen en una infraestructura física y material.

En cuanto a la estructura económica que lo hace posible, Eschoyez señala: “Hay concentración económica, como en toda industria tecnológica de punta, pero el fenómeno no es nuevo ni exclusivo de la IA. Lo que cambia ahora es la velocidad con que se democratizan los medios de producción simbólica. Hoy un creador puede concebir, producir y publicar una obra en horas, algo impensable hace una década”. En este sentido, Soler subraya las dificultades materiales que implica esta situación para quienes trabajan en el sector: “El mercado se ha llenado de usuarios de IA generativa que compiten de manera desleal contra los profesionales usando réplicas y mezclas generadas artificialmente de obras originales protegidas. Esta circunstancia ha provocado que los trabajadores creativos estemos perdiendo numerosas oportunidades laborales y proyectos porque tanto empresas como clientes escogen soluciones, en muchos casos no profesionales, basadas en IA generativa porque ofrece un resultado más barato y en menor tiempo, a pesar de los perceptibles errores”.

En relación con esto, es importante señalar que al producir efectos negativos sobre el trabajo de los artistas, la IA establece una relación de canibalismo con las condiciones que la hacen posible. Esteban Magnani, escritor, docente y periodista especializado en tecnologia lo explica así: “No es inteligencia porque es estadística, lo que hace es encontrar patrones en los datos de entrenamiento, y no es artificial porque depende siempre de la inteligencia humana, que es el insumo necesario para poder hacer esas tareas estadísticas”.

Cómo afirma el especialista, al reemplazar trabajadores se dejan de generar contenidos producto de la inteligencia humana, por lo que en pocos años las nuevas IAG se entrenarán con contenidos de otras IAG, lo que potenciará sesgos, errores y alucinaciones. “Para peor ya no quedará nadie con conocimiento para detectarlos”, concluye.

Saqueo o arte

Aunque muchas veces se presenta como novedad el desarrollo de la IAG nos enfrenta con debates que permiten encontrar continuidades con procesos históricos, artísticos y tecnológicos previos, lo cual permite “correr el humo” respecto de la cuestión de la novedad.

De hecho, existe una clara continuidad con otras herramientas tecnológicas que torcieron la balanza en favor de las empresas, desposeyendo a los trabajadores de saberes específicos que les permitían negociar mejor sus condiciones de vida. Más allá de la cuestión específicamente artística, hay una desposesión de saberes y talentos que se concentran en empresas y que dejan a los artistas-trabajadores con menos posibilidades laborales, pese a que su propio trabajo fue condición necesaria para generar las herramientas que los reemplacen. Además, el fruto de esas herramientas se concentra en un puñado de empresas del norte global. Si se pretende guiar -o torcer- el rumbo, resulta imprescindible conocer los conflictos concretos actuales que suceden en el marco de estructuras económicas, políticas y sociales que hacen posible el desarrollo de los modelos de IA e IAG.

En palabras de Eschoyez: “El desafío real no es detener ni prohibir la tecnología, sino acompañar su integración de manera justa. Corresponde a los gobiernos y entidades públicas facilitar una transición amable: invertir en educación digital, promover marcos éticos y transparentes, y garantizar que los beneficios de esta revolución cognitiva se distribuyan con equidad, lo que en nuestro contexto se transforma en casi una utopía”.

 

Una militante feminista de entrecasa

Una militante feminista de entrecasa

Se estrena «Rita, lado B», una película dirigida por Gabriela González Fuentes que cuenta la vida desconocida de la antropóloga Rita Segato.

Rita Segato, la reconocida antropóloga, es la protagonista del documental Rita lado B, dirigido por Gabriela González Fuentes. En la película, se presenta el costado desconocido, incluso para sus fieles lectores, de esta reconocida feminista; presenta un retrato de la cotidianeidad, los deseos, y las contradicciones de esta gran pensadora del siglo XXI. 

Para los acostumbrados a la Rita A, la académica, el film se separa de ese imaginario idealizado que la rodea en general. Busca mostrar su aspecto más humano. Desde el interior de su casa en Tilcara, en el norte argentino, Segato abre paso para conocer sus amores, sus luchas internas, los conflictos familiares y un largo desarraigo que la persigue desde que se exilió de Argentina en el año 1975. 

En diálogo con ANCCOM, la directora González Fuentes relata: “Entré en contacto con los textos de Rita y me aluciné. Me fascinaba cómo pensaba lo territorial y la política desde el género. En una grabación en Cuba no paraba de mencionarla, hasta que mi director me dijo: ‘¿Por qué no hacés una película sobre Rita?’. Así empecé todo, como una fan enamorada. La pude conocer en una conferencia en la Universidad Nacional en San Martín y gracias a una amiga que me contó que le gustaba la comida venezolana y en especial los postres. Si le preguntás a Rita te va a decir que una venezolana empezó a mandarle dulces y en un momento le tuvo que abrir la puerta. Yo tenía una Rita de fantasía en mi cabeza, entre lo que leí y la veía, y Rita lo superó enormemente’’.  

De todas formas da testimonio, entre risas, de que la filmación no tuvo un inicio fácil sino que se fue construyendo a medida que pasaba el tiempo: “El primer día habíamos acordado una hora, un lugar y un tema, pero Rita llegó cuando quiso, se paró en otro lugar y habló de lo que se le cantó. Ahí entendí que esto iba a ser bailar con ella. Para que la película fuera posible, primero tuvimos que querernos. Me presentó a su familia, me hizo sentir parte, y empezó a pasar esa magia: cada día se abría algo nuevo. Rita tiene una frase que a mí me gusta mucho que es sobre la incertidumbre de la historia. En estos momentos donde nos quieren hacer creer que hay un solo camino y que es horrible, ella dice, ‘La incertidumbre es liberadora’, y yo creo que todo el rodaje estuvo marcado por eso”.

Las otras Ritas

El lado B de Rita nos permite acompañarla a hacerle ofrendas a la tierra, a almorzar con su gran amor, a regar las plantas de su balcón y a hacer una videollamada con su hija Jocelina; pero también seguirla en su visita a la Universidad Nacional de Cuyo, cuando recibe un Honoris Causa, o cuando da una charla para mujeres de Tilcara. Podemos recorrer todos los lugares donde Rita es distintas Ritas, pero a la vez todas hacen de ella una sola. 

“¿Cómo produce alguien que produce tanto y que produce eso? Lo produce así, con una lapicera, pensando”, se pregunta y responde González Fuentes. Esa inquietud recorre todo el film. Son reiteradas las veces que se puede observar a Rita pensando y escribiendo sobre la mesita de su casa. En ningún momento se hace explícita la pregunta acerca de cómo se produce el conocimiento; sino que es desde el retrato de los detalles más íntimos, desde el doblar la ropa e interrogarse acerca de “cómo fue como madre”, que se produce una invitación hacia la apertura de nuevos horizontes desde los cuales pensarnos a las mujeres y también a la práctica investigativa. 

En un contexto donde el saber crítico y femenista está otra vez siendo deslegitimado, Rita, Lado B, invita a pensar la construcción de nuestros saberes como mujeres, como madres, como latinoamericanas. 

El documental se estrenará el jueves 30 de octubre en el Cine Gaumont y estará disponible hasta el 5 de noviembre. Para más información acerca de futuras proyecciones se puede contactar a @rita_lado_b_lapelicula