El cine de la Patria Grande

El cine de la Patria Grande

A partir de este martes comienza la Sexta Semana del Cine Latinoamericano. En esta oportunidad, el eje que atraviesa a todas las películas será lo onírico. Una oportunidad para conversar con los realizadores.

Este martes comienza la Sexta Semana de Cine Latinoamericano. A lo largo de distintas sedes porteñas, como el Cine Arte Cacodelphia, ARTHAUS y el Cine Club Florida, se proyectarán cortos y largometrajes de diversos directores de la región, conectados por la presencia del extrañamiento y lo onírico en sus tramas. Además de las exhibiciones, estos espacios se proponen como encuentros horizontales, un ida y vuelta entre espectadores y realizadores.

Irene Franco, directora y fundadora del ciclo, destacó ante ANCCOM la importancia de “revalorizar la cultura de donde uno viene” y de acercar al público a autores que cuentan experiencias cercanas a nuestra realidad. La programación, explicó, se construyó en torno a lo mágico y onírico que irrumpe en lo cotidiano, a partir de recurrencias temáticas y estéticas surgidas en las obras recibidas.

La apertura será hoy a las 19 en el Cine Arte Cacodelphia (Avenida Roque Sáenz Peña 1150, CABA) con un programa de cortos centrado en la búsqueda: los rastros de una persona, la pertenencia y la identidad. A las 21 se exhibirá Los capítulos perdidos, de la directora venezolana Lorena Alvarado. Ena regresa a Caracas tras años en el extranjero y se enfrenta a la pérdida de memoria de su abuela, mientras su padre intenta preservar el legado literario venezolano.

El miércoles a las 19 comenzará el segundo programa de cortos, donde lo familiar se transforma en amenaza: sombras que cobran vida, secretos que persisten y presencias misteriosas que trastocan la realidad. A las 21 se proyectará Punku, del director peruano Juan Daniel Molero. En la selva, una joven matsigenka rescata a un niño desaparecido y mientras lo lleva a la ciudad ambos se ven envueltos en visiones y fuerzas desconocidas. “Me interesaba tratar lo mitológico y lo onírico sin caer en lo folklórico, respetando la vida y transformación constante de la cultura peruana. La película está separada en 21 placas, capítulos o portales. Punku significa portal en quechua. Me interesa que la gente habite la película, la recorra como quien entra a descubrir una estructura, una casa”, explicó el director.

El jueves a las 20 será el turno de El mundo al revés, codirigida por Agostina Di Luciano (Argentina) y León Schwitter (Suiza). En una pequeña ciudad de Córdoba, misteriosos eventos conectan a dos historias paralelas: León y Noah investigan una luz que aparece de noche, mientras Rosana y Lily, empleadas domésticas, descubren algo mágico que entrelaza realidad y fantasía.

La inversión que plantea el título de la película es una invitación a expandir los verosímiles y los conocimientos dados por sentado. Schwitter expresó: “El título vino de la sensación del lugar, ahí se siente que el mundo es al revés, pero también queríamos mostrar otra forma de pensar el mundo. No hicimos solo un documental, sino que también una ficción pensada como algo subversivo, que te hace imaginar un mundo distinto. El cine también es un lugar para soñar”. Di Luciano agregó que el arte es un medio de crear “una pequeña utopía para pensar el mundo de manera distinta”.

El viernes, último día del ciclo, abrirá a las 19 con un programa de cortos centrados en la afirmación de la vida y la identidad: relatos sobre memoria, resistencia y desarraigo. A las 20:30 se proyectará Un capricho de VocaMaret, del argentino Nicolás Malaisi. Un cineasta en crisis vuelve a su ciudad natal decidido a terminar la película que lo llevó al fracaso, aunque para hacerlo deba engañar a las autoridades locales y financiar su proyecto por vías dudosas.

El cierre será a las 22 con Ciudad Oculta, de Francisco Bouzas. Bajo el barrio homónimo, habita una ciudad de muertos. Tras el asesinato de un joven futbolista, su amigo Jonás tiene sueños recurrentes con él. Jonás deberá encontrar la forma de cruzar a la ciudad de los muertos y cerrar asuntos del pasado que aún lo unen a Iki. La película nació de una década de vivencias y relatos compartidos del director con los vecinos del lugar y la murga Los Locos no se Ocultan.

El detonante fue la muerte de uno de los chicos de la murga, donde Bouzas sintió que debía hacer algo con el sentimiento de injusticia. El film aborda temáticas como la violencia policial en los barrios, la juventud y sus problemáticas. Sin embargo, “Ciudad oculta es una película de fantasmas, pero de fantasmas buenos. Los sueños en nuestro caso funcionan como ese espacio propio de la imaginación donde los personajes logran sanar sus heridas, quizás en esta película sean más un refugio que una amenaza”, señaló Bouzas.

La región comparte no solo una identidad cultural, sino también la falta de financiamiento, agravada por gobiernos neoliberales con agendas centradas en los recortes y en la lógica del mercado. Si bien la producción sigue activa, el mayor obstáculo está en la distribución. “Hay películas que se hacen sin recursos y llegan a festivales, pero se ahogan porque no tienen salas —lamentó Franco—. Las salas también tienen que pasar películas que convoquen, por eso seguimos apostando al festival: queremos seguir siendo ese espacio”.

Schwitter remarcó que las ayudas estatales “hacen que sobreviva una cultura del arte, no un producto económico rentable”. Y Di Luciano agregó: “El arte independiente se hace sin miedo, porque uno considera que es importante hacerlo. Crear sin temor a los límites que pueda imponer un gobierno es una forma de mantener tu libertad de expresión”.

En el caso de Ciudad Oculta, Bouzas explicó que fue producida de forma híbrida, con apoyo del INCAA y dentro de un entramado comunitario. “Para quienes estamos acostumbrados a producir un cine periférico y sin recursos, la situación es de una mayor precariedad incluso a la que estábamos acostumbrados. El sector audiovisual es un ecosistema en el cual conviven directores, técnicos, productores, diversas profesiones que usualmente habitan el pluriempleo. En mi caso, y no creo ser el único, muchas veces trabajar en proyectos de mayor escala de otras personas es lo que me permitía luego tomarme la libertad de enfrentar proyectos personales de mayor riesgo” reflexionó el director.

En el caso de Perú, en abril de este año el Congreso aprobó la Ley de Cine, que redujo los estímulos económicos otorgados por el Estado a las producciones nacionales. La producción abunda y nuevas generaciones comenzaron a hacer cine, pero se encuentran con distintas problemáticas. Molero destacó: “Hay un intento de censurar la diversidad de puntos de vista, del cupo y la cuota del cine indígena y de regiones fuera de Lima, el cine queer y a las cineastas mujeres”.

El director peruano concluyó: “Nuestra cartelera comercial debería estar llena de cine latinoamericano, y creo que eventualmente lo vamos a lograr si logramos combatir el colonialismo imperialista de los medios y de la cultura. Hay países con mejor legislación, pero en Perú no hay cuota de pantalla, así que estamos un poco a la intemperie del capitalismo salvaje. Siempre hay cine clubes y ciclos de cine, con núcleos de diálogos y conversación donde se puede dar lugar a voces más frágiles o invisibilizadas”.

 Por primera vez, la Semana no cuenta con el acompañamiento del INCAA. Todo el trabajo se realiza a pulmón, y para sostenerlo los organizadores optaron por cobrar entradas. Como en El mundo al revés, este ciclo funciona como una chispa en medio de la oscuridad: una pequeña luz que insiste en creer que, aun en tiempos de crisis, el cine puede seguir siendo un lugar de encuentro, creación y esperanza.

 Las entradas se consiguen en boletería o a través de Alternativa Teatral. Las producciones favoritas del público estarán disponibles en Retina Latina, para ampliar su alcance en toda la región. Más información en cicloindependiente – Biolink.

 

Cántelo con señas

Cántelo con señas

Missy Coper es la primera rapera en lengua de señas argentina. Su música habla del amor, la pasión y el deseo. También del sexo y el descontrol.

Missy Coper es una artista dúctil, que ha transitado diferentes formatos y hoy se destaca como la artífice del primer proyecto de exploración interpretativa del rap -que ella compone- a la lengua de señas. No se trata de una apropiación cultural sino de una traducción responsable y respetuosa de una intérprete que es oyente. Es una apuesta de convergencia cultural donde se fusiona el rap, la cultura afro, las sexualidades disidentes, la lengua de señas y las discapacidades. La artista, que ya se presentó en lugares como Feliza y Niceto, habló sobre su proyecto con ANCCOM: “Es un macramé de culturas”, definió.

“Soy rapera de toda la vida, el movimiento siempre estuvo en mí”, cuenta Missy Coper. “Hace 4 años estuve muy mal, falleció mi bebé de dos meses y al mes también mi mamá, el arte me salvó la vida”, confiesa la cantante. Es en ese contexto de depresión que en su mente fueron surgiendo frases que decidió escribir y que más tarde cobrarían vida con su voz: “Van más de dos años de Missy. Yo subía contenido a las redes y mis amigues sordes me preguntaban qué decían mis canciones, entonces comencé a mandarles videos y ahí me di cuenta que mi destino era llegar a las personas sordas”, destacó Missy.

Un proyecto accesibilizado

Que un proyecto sea accesible implica que se contemple la accesibilidad desde su raíz. El de Missy Coper es un proyecto accesibilizado porque, si bien la artista habla y a veces piensa en lengua de señas, sus canciones se originan en español; es una accesibilidad creada a posteriori. No hay registro de experiencias similares aunque sí se pueden contratar intérpretes: la diferencia radica en la búsqueda de la fidelidad de la traducción que la artista hace en conjunto con personas sordas formadas para tal fin. “Cuando empezamos no sabíamos muy bien todo lo que estábamos haciendo, pero lo hicimos. Si bien yo soy bilingüe, junto con dos asesores sordes hacemos una traducción responsable”, destaca Missy y agrega que antes de esta experiencia “no había poesía señada o poetas sordes” y que “ahora se está viendo un poco más, hay motivación”.

Los shows de Missy son dinámicos, por momentos ella rapea y la acompaña una intérprete, en otros la traducción se proyecta en un video, como puede ser ella la que interpreta con toda su corporalidad la canción que se proyecta: “La lengua de señas es viso-gesto-espacial y hay que ser medido porque si te pasás con los movimientos el mensaje queda desdibujado, se convierte en una danza y no se entiende nada”.

La artista busca unir y crear puentes estratégicos: “El mundo del rap y del hip-hop es muy machirulo, yo pongo un mundillo dentro de otro mundillo, dentro del rap lo LGBT, ahí la lengua de señas y así”, comenta Missy Coper. En las historias de sus letras aparecen temas como el amor, el desamor, la pasión y el, deseo. “Las historias tocan a todos”, resalta Missy poniendo de manifiesto que las personas sordas tienen las mismas necesidades y deseos que las oyentes. Las letras son un acto de justicia que viene a desaniñar a las personas con discapacidad, que generalmente no son vistas como personas deseantes, activas sexualmente, que sienten placeres, goces y que también pueden vivir una sexualidad disidente: “Poder naturalizar un poco eso, porque cuando vos no tenés acceso a determinada información, lo primero que tu cabeza hace para poder entender algunos temas es generar historias posibles o bien prejuicios”.

Recepción

“La mayor parte de mi público son personas sordas. Yo trato de llevar mi proyecto hacia espacios donde puedan encontrarme también desde el mundo oyente y yo encontrar a las personas que les guste mi música en vivo en español. La realidad es que hay una carencia de accesibilidad o de contenido accesibilizado en el espacio de la cultura muy grande. Les sordes cuando saben que hago un show siempre vienen porque no saben cuando van a volver tener otro momento así, de disfrute. Me llegan muchas muestras de cariño, valoran mucho un proyecto que implica la presencia de personas sordas en primera persona porque cuando me tengo que arremangar y ver cómo se traduce esto, ahí es donde me siento con personas sordas y de repente empezamos a explorar y a ver y aprobar y etcétera. Por eso siento que me hacen llegar su apoyo y eso es muy lindo. Ver que se sienten identificados también es muy gratificante. Ahí digo: vale la pena hablar de sexo y descontrol porque sino todo el contenido que se hace es el correcto”, explica, en referencia al estereotipo de la personas con discapacidad que “son luchadoras, existen y eso es un logro”.

El pintor que desnudó al poder y retrató al consumismo de la clase media

El pintor que desnudó al poder y retrató al consumismo de la clase media

En el Museo Nacional de Bellas Artes se exhibe “Carlos Gorriarena. Retrato de un momento”, una muestra que homenajea al pintor por el centenario de su nacimiento y exhibe la vigencia y la agudeza de su mirada.

A tan solo unos meses de cumplirse exactamente 100 años de su nacimiento, el Museo Nacional de Bellas Artes inauguró “Carlos Gorriarena. Retrato de un momento” en homenaje al artista. La bienvenida en manos de una pared amarilla con grandes letras mayúsculas que escriben el nombre del artista, deja en claro desde el primer momento que es imposible atravesar esas salas sin ser interpelado por las obras allí expuestas. El trabajo de Gorriarena desde 1967 hasta 2007 da la sensación de ver los entramados de la realidad que nos rodea desde un ángulo distinto. En sus obras, el pintor pone en evidencia relaciones humanas, de poder y de consumo que, de tanto naturalizarlas, parecen invisibles hasta tener uno de sus enormes cuadros enfrente.

La muestra reúne casi 30 pinturas de Gorriarena, de las cuales tres pertenecen a la colección del Bellas Artes, pero también se exhiben bocetos, apuntes, documentos y fotografías que otorgan un acercamiento a sus procesos de trabajo. La curaduría estuvo en manos de Gabriela Naso, quien afirmó: “Creo que para todos el nombre Gorriarena es sinónimo de pintura, una actividad que eligió como lugar de reivindicación y de pertenencia, y que lo convirtió en maestro de pintores y en figura de referencia para las generaciones que siguieron”. Al mismo tiempo, Sylvia Vesco, viuda del artista, expresó: “Le dije (a Naso) que yo iba a meter las cucharas en todo el proceso y lo hice, pero no hacía falta. Me encontré con una curadora joven, muy formada, muy sensible y muy responsable, entonces pude descansar”.

Encontrarse con esa selección de obras permite identificar de manera instantánea la impronta que Gorriarena mantuvo durante cuatro décadas de trabajo, al mismo tiempo que se hacen visibles ciertos cambios con el paso del tiempo. La paleta de colores vibrantes, la hipérbole y la deformación de los cuerpos aparecen como recursos propios del pintor para desarrollar una especie de vocabulario visual que le permitió interpretar y, en muchos casos, denunciar ciertas dinámicas que atravesaban la sociedad y que incluso pueden sentirse vigentes hasta la actualidad. La exposición, como mencionó Naso, “está organizada en tres ejes que si bien tienen algunas marcas temporales, son sobre todo temáticos”.

El primero de ellos se titula “Desde el caos primigenio”. Las obras que lo componen, muestran la manera en que, en la década de 1960, Gorriarena se fue alejando del informalismo que atravesaba el circuito artístico porteño en los años 50. Así, “banderas nacionales y seres amorfos, aparecen como los primeros indicios de la construcción de un universo iconográfico en el que la forma humana permanecerá como elemento central a lo largo de cuatro décadas”, explica Naso. Particularmente en los años sesenta, las pinturas de Gorriarena proponen una lectura sobre Estados Unidos en la guerra de Vietnam y el gobierno de facto de Onganía.

“Los rostros del poder” marca la segunda instancia de la muestra, estrechamente vinculada con las obras de Gorriarena en la década del 70. En estas obras no hay sutilezas, el artista traduce lo que llamaba “la incoherencia del mundo” a través de recursos artísticos como la distorsión del espacio y la forma y el uso de una paleta de colores estridentes. Esta denuncia canalizada en su arte no retrataba personajes específicos sino que, a partir de fotografías de prensa, representó arquetipos reconocibles por sus gestos y vestimentas, construyendo así “una verdadera iconografía del poder”. En estas obras, Gorriarena consolidó un lenguaje visual propio que lo distinguió de otros pintores de la época que optaron por realizar obras mucho más metafóricas que referían de manera indirecta a lo que estaba sucediendo.

El último eje que estructura la exposición es “Bestiarios contemporáneos” y está marcado por la vuelta de la democracia en Argentina. Gorriarena movió el foco de sus críticas a los líderes políticos y militares hacia la clase media, a la que percibía como el actor social del momento. De esta manera, “examinó nuevos hábitos de sociabilidad y consumo, y la irrupción de modas extranjeras reinterpretadas desde una periferia post dictatorial”; algo que se exacerbó en los años noventa a partir de la ostentación de la riqueza y la explotación de los cuerpos. En este mismo eje se encuentran algunas de sus últimas obras, realizadas en el 2006, un año antes de su fallecimiento. En las mismas, los escenarios retratados cobran un carácter más nostálgico e íntimo sin dejar de lado su impronta.

“Las décadas que separan a la obra de Gorriarena de la actualidad no impiden que se sientan absolutamente contemporáneas”, manifestó el director del Bellas Artes, Andrés Duprat, en la inauguración. Su capacidad de reconocer elementos característicos y síntomas de época para luego plasmarlos en sus cuadros con siluetas humanas deformadas, formas exageradas y colores vibrantes, logra que sus críticas afiladas puedan ser reinterpretadas y aplicadas en distintos momentos históricos.

 

“Carlos Gorriarena. Retrato de un momento” podrá visitarse hasta el 11 de enero de 2026, de martes a viernes, de 11 a 19.30 (último ingreso), y los sábados y domingos, de 10 a 19.30.

La hipnótica muestra de Fernando Maza

Las pinturas de Gorriarena se presentaron en conjunto con la exposición “Fernando Maza: La construcción de la pintura”, ubicando a las muestras en salas contiguas. En la exposición curada por Pablo de Monte, el foco está en cómo Maza fue construyendo la imagen a partir del uso de distintas perspectivas, colores y símbolos. Andrés Duprat, director del museo, manifestó en su discurso inaugural: “Hoy presentamos las muestras de dos pintores prácticamente contemporáneos. Una de nuestras líneas de trabajo es rescatar y dar visibilidad a los grandes artistas argentinos”. De Monte, por su parte, definió como “hipnótica” a la obra de Maza: “Uno siempre va a encontrar algo distinto, un elemento nuevo –señaló–. En sus símbolos hay un enigma a resolver, pero por suerte ese enigma no tiene solución, y eso es lo que le da una gran potencia”.

«Se habla de democracia pero se reprime todos los días”

«Se habla de democracia pero se reprime todos los días”

«Bajo las banderas, el sol» es un documental de Juan José Pereira sobre la dictadura de Alfredo Stroessner que explora un formato que rompe la clásica película didáctica y exhibe un archivo internacional inédito. Funciona como un alerta para América Latina.

Este jueves se estrena en la mítica Sala Lugones del Teatro San Martín, Bajo las banderas, el sol, de “Juanjo” Pereira, el director de cine paraguayo que, a pesar de la destrucción de gran parte del material, reconstruyó una narrativa visual de la dictadura más larga de América Latina. Opuesto al formato clásico de documental, relatado en primera persona por testimonios que vivieron los hechos, Pereira utilizó las herramientas sonoras y visuales que le habilita el cine para intervenir y “faltarle el respeto” a archivos oficiales y caseros de los años 1954 a 1989, durante los cuales Alfredo Stroessner gobernó dictatorialmente en el Paraguay.

Recién aterrizado en Argentina de un viaje a Francia, el director, en entrevista con ANCCOM, explica: “Creo que dentro de este estado general de terror en el que vivimos hoy, nuestra película viene a ser una suerte de alerta. Es síntoma del mismo sistema en que estamos viviendo, una fiebre dentro de todo esto. La búsqueda infinita de financiación, característica del cine independiente, hizo que la película estuviera lista para estrenar en este contexto histórico tan particular. Tal vez su destino siempre fue nacer en este momento tan complicado que la impregna de una significación particular, la única que quizás siempre debió tener”.

De las 4.000 personas que asistieron al estreno en Paraguay, unas 3.000 fueron jóvenes de entre 20 y 30 años. “Nosotros buscábamos despertar un rol activo en el público y alejarnos del formato de documental educacional que guía al espectador de la mano. Y creo que la película está marcada por ciertos tintes contemporáneos, a partir de la música electrónica, a un cierto tipo de ritmo que sí desafía a la juventud”.

El film inicia ubicando a Paraguay en el mapa, decisión que nace de la inquietud del director por la diferencia entre el conocimiento que se tiene, en general, acerca de culturas y rasgos destacados de algunos países primermundistas (aunque nunca se los haya visitado), y el desconocimiento sobre otros, como Paraguay, “la provincia olvidada de América”, siendo necesario contextualizar al espectador.

Gran parte del material sonoro y visual que el stronismo produjo para glorificar la imagen de su líder, fue destruido con el derrocamiento del régimen a manos de su camarada de partido y consuegro, Andrés Rodriguez Pedotti. Algunas de las imágenes que expone el documental, mantienen correlación con la actualidad Latinoamericana. En el montaje de imagen y audio, Pereira demuestra cómo el discurso oficial hablaba de progreso y democracia, de paz y trabajo, cuando la alternancia con imágenes de las calles muestra la pobreza y la persecución política a los opositores a quienes se perseguía y desaparecía. En su mayoría eran sindicalistas, campesinos agrupados o amas de casa. Muchos documentos producidos como registros internos del aparato represivo que desarrolló la dictadura paraguaya, fueron encontrados y conforman hoy el llamado Archivo del Terror. Allí aparecen libretas de identidad, libros robados a los desaparecidos, registros de detenciones y de averiguaciones de vinculaciones políticas.

“Quería tratar el tema del poder desde su lado más simbólico y no operacionalmente. Buscamos desmantelar el discurso del poder, la versión oficial de los hechos- Por eso el material de archivo visual de aquellas épocas fue nuestro personaje principal, nuestra forma de vehiculizar la verdad. No encontrábamos interesante contactar con personas que hayan vivido durante el stronismo y que relataran su versión de la época. Por el contrario, queríamos reconstruir un imaginario de cómo era Paraguay, sus calles y su gente, en las décadas del 50, el 60 y los 70”, explica Pereira.

“Muchísimas de las escenas que muestra el film nunca se vieron en el mundo ni en nuestro propio país. Entonces, nosotros privilegiamos mostrar los eventos canónicos, como las entrevistas a las ligas agrarias, y ser puntillosos al momento de seleccionar y recortar los archivos para hacer valer la pena a cada segundo. Debíamos ser muy precisos y determinar qué queríamos contar”. A la selección se sumó la dificultad impuesta por los altos costos de los archivos documentales, que fueron recolectados tanto en el extranjero como en Paraguay.

“Los archivos no estaban disponibles fácilmente, así que fue una búsqueda incesante en varias filmotecas, donde distintas personas nos fueron aportando su conocimiento para ir destrabando nueva información”, dijo el director, agregando que comenzó el proyecto por la necesidad personal de conocer más sobre su país. “Una vez que tuvimos el material oficial, debíamos encontrar la forma de dotarlo de nuestro punto de vista. El sonido y el montaje nos permitieron jugar con el material y lograr la construcción que queríamos”. Algunos fotogramas están intervenidos de manera directa, ya sea con aceleraciones, movimientos hacia atrás, o con el sonido ensordecedor de insectos y moscas. “Es totalmente un gesto de faltarle el respeto al material. El primer retroceso que hacemos es para mostrar que cuando Stroessner llega al poder, el país se va para atrás. O, en archivos con sus declaraciones de prensa, fue el gesto genuino de acelerarlo, porque ‘no te quiero escuchar más, hasta acá llegan mi escucha y mi respeto’”.

“Hacer la película colaborando con argentinos, implicaba explicar todo el tiempo ‘no es lo mismo’, y nunca lo será porque son dos países distintos con procesos muy diferentes”. A pesar del derrocamiento de Stroessner el Partido Colorado nunca abandonó el poder, e incluso, es hoy el partido gobernante en Paraguay. “No es que no haya sucedido nada, encontrar y sistematizar el Archivo del Terror fue un gran avance, pero el partido nunca hizo una autoevaluación. Se fueron los militares pero quedaron en el poder de todos modos”.

En ese sentido, opina que aunque Latinoamérica se encuentra en un estado de fragilidad compartida, “no se puede tratarla como si fuera un solo bloque homogéneo, eso es súper complejo y ambivalente porque aunque pertenecemos a un mismo territorio no es así con el espacio político. Aunque sí creo, que todos, de manera más o menos directa, hemos estado bajo la sombra de Estados Unidos siempre. En estos momentos, algunos países como Brasil están luchando contra los proyectos de derecha, mientras que otros, como Argentina y Paraguay, ya han sucumbido a ellos y esperan ver cómo acomodarse en este nuevo orden mundial. En ese sentido, sí podríamos pensar en Paraguay y Argentina como países alineados a un mismo eje político: por ejemplo, fueron los únicos dos países de la región que no votaron para reconocer el Estado de Palestina en la ONU (Organización de las Naciones Unidas). Este es un momento muy incierto y temeroso, en el que se habla de democracia pero se reprime todos los días”.

Bajo las banderas, el sol remite a un juego de palabras en que algo esconde otra cosa: las banderas son el poder, y el sol simboliza a las naciones que quieren emerger de abajo de los estandartes. Una película que recupera las imágenes de una dictadura de las tantas que se perpetraron en América Latina en el marco del Plan Cóndor y bajo la tutela de Estados Unidos. Denuncia el vínculo personal de Stroessner con el nazismo, particularmente con el “Ángel de la muerte”, Josef Mengele (exiliado en Paraguay), la persecución y desaparición de los opositores políticos, la construcción de la mayor represa hidroléctrica por aquellos años que costó al menos 150 vidas y fue el mayor hecho de corrupción del país.

En cuanto al arte político el director considera que “el documental es un género que se viene trabajando mucho en los últimos diez años en Paraguay y la herramienta que ha encontrado nuestro cine para salir al mundo”, un sol que comienza a levantarse.

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Bajo las banderas, el sol podrá verse en la Sala Lugones desde el jueves 9 en la función de las 21 horas y en el MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires) a partir del viernes 10 y durante todo el mes, en las funciones de las 20 horas.

“Los clubes de barrio forman parte de nuestra identidad”

“Los clubes de barrio forman parte de nuestra identidad”

El cineasta Juan Lucas da Rocha presenta “Todos quieren venir a Brown”, un documental que registra la vida cotidiana del Club Atlético Brown de Adrogué y de Pablo Vicó, mítico técnico del “Tricolor” durante 15 años.

Todos quieren venir a Brown no es la crónica de un campeonato ni el relato de un partido memorable, sino que es la historia de un club de barrio, de quienes lo sostienen y de un entrenador que se convirtió en figura sin perder la humildad. A través de la cámara que acompaña sin invadir, el espectador es testigo de cómo la llegada de los grandes medios de comunicación transforma la rutina de los jugadores y el cuerpo técnico.

Con Pablo Vicó como protagonista –quien dirigió a Brown más de 500 partidos y logró dos ascensos–, el documental revela al hombre detrás del personaje: un técnico cercano a su plantel y comprometido con la comunidad, con una influencia que trasciende los resultados deportivos. Además de mostrar su día a día en el club, la película refleja las decisiones que toma fuera de la cancha y su pasión por construir buenos grupos de trabajo.

Tras un largo proceso de filmación y montaje, el documental tuvo su estreno el pasado 25 de agosto en el Cine Gaumont, con la sala colmada y la hinchada completa del Tricolor. “Si bien soñábamos con que se llenara, ver todas las localidades agotadas fue una gran sorpresa”, confiesa su director, Juan Lucas da Rocha. Al igual que en el fútbol, quienes no pudieron asistir tendrán su revancha el próximo 14 de octubre en el mismo complejo.

En diálogo con ANCCOM, da Rocha cuenta cómo fue el proceso de selección del material, reflexiona sobre la construcción de la narrativa y explica por qué esta historia genera un vínculo afectivo con el público.

 

¿Cómo surgió la idea del documental?

Cuando iba al colegio, vivía a la vuelta del club y, como era socio, pasaba todo el día en la pileta, la escuelita de fútbol y la colonia de vacaciones, acompañado de mis hermanos y amigos. Con el tiempo, al club le empezó a ir bien futbolísticamente y los medios comenzaron a contar su historia. Muchos se acercaban para entrevistar a su entrenador, Pablo Vicó, pero siempre para hacer una nota de color y retratarlo como personaje. A mí ese enfoque no me convencía, así que decidí hacer un documental que contara la historia de Vicó y del club desde una perspectiva que mostrara el detrás de escena y la vida de quienes trabajan allí.

 

¿Cuándo arrancó el rodaje?

En 2017, si bien teníamos la idea de hacer el documental desde hacía mucho tiempo, por distintas razones nunca se concretaba. Cada vez que terminaban los torneos, surgían rumores de que Pablo podría irse del club, ya que recibía ofertas de otros equipos. Cuando esos rumores se hicieron más fuertes, comenzamos a grabar con lo que teníamos. Finalmente, Pablo se quedó y filmamos hasta 2019. Después hicimos una pausa y pasamos a la etapa de montaje, que en un documental como este es un proceso largo, porque allí se termina de armar el guion final. Aunque partimos de una idea previa, a medida que avanzábamos buscamos reflejar la riqueza de lo que encontrábamos, sin quedarnos demasiado atados a lo prefijado. Además, durante ese tiempo llegó el covid, y como contábamos la historia de un técnico que vivía en el club, nos preguntamos: “¿Cómo repercute una pandemia que, además de frenar el fútbol, tiene a Vicó haciendo la cuarentena allí?”. Esto nos llevó a acercarnos y capturar también ese momento. Aunque registramos mucho material durante esa época, no todo apareció en la versión final.

 

¿Cómo reaccionó Vicó cuando le contaste sobre el proyecto?

Aceptó de inmediato, aunque le costó entender exactamente qué queríamos hacer. Al inicio pensaba que íbamos a filmarlo durante unos cuarenta minutos para sacar un video corto para YouTube y nada más. Recién cuando comenzamos a ir con más frecuencia, empezó a darse cuenta. De hecho, creo que lo terminó de comprender el día del estreno. Aunque yo le fui adelantando algunos detalles sobre lo que se encontraría en pantalla, él no quiso verla antes porque quería sorprenderse. En el ambiente del fútbol, los documentales suelen parecerse más a la crónica deportiva, donde se muestra cómo salieron los partidos, el desarrollo del campeonato y alguna que otra entrevista. Pero nosotros nunca quisimos hacer eso.

¿Cómo decidieron qué material incluir?

Desde el principio teníamos clara la idea de cómo queríamos contar la historia del club, algo que se refleja en la puesta de cámara y el estilo de rodaje que elegimos. Esa visión nos ayudó a seleccionar el material, porque ya sabíamos qué cosas no servirían. Aun así, al revisar y editar las escenas grabadas nos encontramos con muchísimo contenido, y el proceso fue largo, de varios años. Primero organizamos cada rodaje en pequeñas escenas y luego fuimos encontrándole el ritmo de montaje. En este tipo de documental, el guion se termina de definir en la sala de edición, ya que algunas cosas que al principio parecían importantes terminaron perdiendo peso, mientras que otras que no nos parecían tan relevantes se volvieron clave. También hubo escenas que nos encantaban y queríamos conservar, pero por cuestiones de metraje tuvimos que dejarlas afuera. Otra decisión que surgió durante el montaje fue quién haría la voz en off. Sabíamos que iba a estar, pero no que yo sería quien la grabara. Con el tiempo, nos dimos cuenta de que funcionaba mejor un narrador cercano al club, alguien que pudiera transmitir la mirada de un hincha, un socio o un vecino. Por eso la película arranca con una presentación que explica por qué yo, alguien que nadie conoce, estoy contando la historia.

¿Qué lado de Vicó sentís que el documental ayuda a descubrir?

El humano. Pablo es un hombre con mucho carisma y, cuando le hacen entrevistas, tiende a entrar en personaje y a manejar todo. Desde el principio, nuestro objetivo fue mostrar otra faceta: registrar al Pablo más cotidiano, no al histriónico que se siente cómodo frente a la cámara. Es una persona muy sencilla y, mientras estuvo en el club, mantuvo un trato cercano con los hinchas y con quienes lo rodeaban. Se preocupaba por armar equipos, no solo en los planteles, sino también grupos de trabajo que funcionaran desde lo humano. Para mí, eso fue clave para lograr todos los objetivos y es lo que quisimos reflejar. Algo que no se suele resaltar tanto es lo mucho que trabaja. Cuando vivía en el club, estaba todo el tiempo con el equipo y el fútbol en la cabeza, pero también se ocupaba de tareas que uno no imagina que realiza un técnico, como buscar la ropa para la pretemporada, por ejemplo. En general, se lo ve como un personaje, y se deja de lado que durante quince años estuvo al frente de un equipo que al principio nadie conocía y que, después de mucho trabajo, logró darle notoriedad.

 

Tuvo su estreno mundial en Colombia, ¿cómo fue verla en la pantalla grande?

El estreno en la Cinemateca de Bogotá fue increíble. La sala se llenó, a pesar de que nadie nos conocía ni sabía de la historia del club o de Vicó. Fue muy emocionante verla proyectada por primera vez y notar cómo reaccionaba el público. Allí comprobamos que muchas de las sensaciones que habíamos imaginado al armar cada escena realmente se vivían en la sala. 

Con este documental, buscamos reivindicar el rol de los clubes de barrio como espacios de pertenencia y contención.

Juan Lucas da Rocha

¿Y la proyección en el Gaumont?

A diferencia de Bogotá, dónde solo fuimos a ver cómo reaccionaba el público y a vivir la experiencia de la proyección, en el Gaumont nos encargamos de toda la organización. Yo estaba especialmente pendiente de cómo recibirían la película los protagonistas y los hinchas del Tricolor. Cuando te dicen que va a salir una película sobre tu club, se generan expectativas enormes. Desde el principio supe que no podría cumplir con todas, porque no es la historia del club, sino una de las muchas que suceden allí. Por suerte, la recepción tanto de los hinchas como de Pablo fue hermosa.

 

¿Por qué la historia de un club de barrio puede resonar tanto?

Porque los clubes de barrio forman parte de nuestra identidad. Cuando el público se ve reflejado en una pantalla, se mueven emociones, no se trata sólo de entretenimiento. Después de la proyección, muchas personas nos contaron que querían volver a sus clubes de la infancia o reunirse con amigos para compartir experiencias. Siempre que una película aborda historias de nuestros pueblos, algo resuena y provoca reflexión y conversación. Con este documental, buscamos reivindicar el rol de los clubes de barrio como espacios de pertenencia y contención. Más allá de mostrar lo que ocurre en ellos, el registro documental despierta recuerdos e historias que nos ayudan a entendernos y orientarnos en nuestro presente y futuro.

 

La próxima proyección de Todos quieren venir a Brown será el 14 de octubre a las 20 en el Cine Gaumont. Las entradas se pueden adquirir en la boletería.

“El derecho a la belleza debe ser para todos”

“El derecho a la belleza debe ser para todos”

Este lunes comienza una nueva edición del Festival Va Poesía que se desarrollará en Mendoza, CABA y Provincia de Buenos Aires. Habrá recitales, talleres y charlas que llegarán especialmente a instituciones de encierro, barrios vulnerados y refugios para personas en situación de calle.

El Festival Internacional Va Poesía Argentina tendrá su 13° edición desde este lunes y hasta el 10 de octubre en Mendoza y luego del 13 al 17 del mismo mes en CABA y provincia de Buenos Aires. Bajo la consigna de la poesía como mecanismo de inclusión social, el festival permite que este género literario llegue a diversos sectores de la sociedad.

Durante 15 días habrá más de 25 lecturas, talleres, y presentaciones públicas. En esta edición participarán poetas de distintos lugares del mundo, lo que favorece el intercambio entre artistas. Además de autores argentinos, habrá escritores provenientes de Suecia, Venezuela, México, Costa Rica, Gales y de Colombia, con ideas y voces divergentes.

En ambas etapas, primero en Mendoza y luego en Buenos Aires, Va Poesía busca abrir el diálogo poético en espacios con personas que habitualmente no están en contacto con la literatura. Las actividades tendrán sus sedes en cárceles, escuelas, sindicatos, refugios, comedores, entre otros sectores vulnerables. Ricardo Rojas, codirector del festival, explica: “Vamos a lo que llamamos la Argentina profunda, donde están nuestros hermanos y hermanas más desfavorecidos o en situaciones precarias”.

Cuando la poesía es leída en estos espacios “se forma un círculo mágico donde la realidad se interrumpe y da permiso a que florezca lo humano” en palabras de Rojas, y propicia: “a que nos podamos ver: que podamos prestarnos atención; que advirtamos que todos somos valiosos: que estamos todos en este mundo”. Como dice Marta Miranda, también codirectora del festival, “se abre un espacio de pensamiento distinto, en donde es posible soñar o repensar los sueños. Se agrega una dimensión de vida que quizá antes no se avizoraba. Una otra posibilidad.”

El proyecto alienta a que se desarrollen las potencialidades creativas dentro de estos espacios de vulnerabilidad social y consecuentemente haya, en palabras de Miranda, “un empoderamiento concreto de las clases populares. Que se pregunten ¿cuáles eran mis sueños? ¿Cuáles eran mis deseos? ¿Cómo nos organizamos para hacer un mundo más fraternal, más bondadoso, más tolerante, más humano?”

Después de la etapa mendocina, entre el 13 y el 17, el Festival tendrá como sedes en CABA a la Asociación de Empleados de Farmacias, en Constitución, al Instituto de Menores Belgrano, en Once, a PAEBYT-Casa de Atención y Acompañamiento Comunitario Morenos de la Calle Larga, en Pompeya, al Instituto de Menores Agote, que queda en Palermo, al  Taller Cristo de los Villeros, de Barracas, a No Tan Distintes, en Boedo y al café bar La Poesía, de San Telmo. La Universidad Nacional de La Matanza será otra de las sedes, ya en el Conurbano bonaerense.

Desde la organización “buscamos revertir la ecuación actor/espectador por una más igualitaria, la de actor/actor, activo desde su comunidad”, dice Miranda. Y bajo la misma línea, Rojas afirma que se trata de un festival que “pone por delante de todo lo humano, lo horizontal, lo simple y como decía el Papa Francisco con todos, todos, todos.”

Sobre la necesidad de que exista un proyecto cultural como este, Miranda explica que “no todas las comunidades o personas tienen la posibilidad de acceder a un espacio de literatura, pensamiento e intercambio. Y en la mayoría de los casos no la tienen porque no pueden -por lejanía, condición social, factores económicos- y no porque no quieran”. La codirectora del festival cree en la importancia de “darle a la gente la opción de decidir qué contenidos quieren en su vida. Ofrecerles la posibilidad. Después cada uno, cada una, decidirá qué hacer con lo que escuchó, sintió, compartió”. Y asegura: “El derecho a la belleza debe ser para todos”.

Ambos directores concuerdan que lo ideal es que los participantes se lleven el espíritu comunitario y la noción de que cada paso es importante para realizar una transformación en la sociedad, que no hay pueblo pequeño, escuela alejada, situación de vida que no pueda modificarse. Rojas resalta “el cariño de nuestra gente en situación vulnerable. Nuestro reconocimiento eterno y nuestro afecto enorme por compartir su tiempo, su poesía y su expertiz en general en estos encuentros tan simples y profundos donde la belleza, la tolerancia y la fraternidad son los motivos centrales del asunto.”