Libros versus motosierra

Libros versus motosierra

Las bibliotecas populares de todo el país se organizan frente a la pérdida de autonomía que implica el reciente Decreto 345/25 que desregula organismos culturales.

Desde la publicación del Decreto 345/25, la resistencia de las Bibliotecas Populares continúa en marcha. La norma tiene por objetivo desjerarquizar y desregular diversos organismos culturales, entre ellos, la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP) que pierde tanto autonomía presupuestaria como representatividad federal. Esto llevó a que distintas bibliotecas se organizaran en un frente de lucha.

Verónica Barbera, integrante del colectivo de la Biblioteca Popular La Chicharra (ubicada en Barrio Meridiano V, La Plata), contó: “En este momento nos encontramos en estado de alerta y movilización. Estamos fundando redes con otras bibliotecas populares que nos permitan fortalecernos, difundir esta problemática y poder resistir los embates del gobierno nacional.”

Uno de los frentes organizados que se creó es el Movimiento de Bibliotecas Populares en Lucha. Desde allí, se está buscando derogar este decreto desde distintas vías de acción. Eric Winer, bibliotecario, integrante del Movimiento, trabaja en la Biblioteca Popular Por Caminos de Libros (ubicada en el barrio popular Ramón Carrillo de Villa Soldati), explicó en diálogo: “La vía más urgente que identificamos es la incidencia parlamentaria. Al ser un decreto, nos interesa incidir en los legisladores que tienen la posibilidad de anular el decreto que perjudica tanto en la CONABIP como otras instituciones. Desde el punto de vista de las bibliotecas populares, al estar desperdigadas por todo el país, capaz tenemos posibilidad de llegar a algún legislador provincial que tiene alguna cercanía desde su propia jurisdicción o comunidad, para tratar de hacerle reflexionar sobre el impacto de esta medida. La verdad es que está difícil”. Sin embargo, el accionar no se agota en el ámbito parlamentario: “Estamos también pensando en judicializar el decreto porque va en contra de la ley que constituye la CONABIP. No somos los únicos, varios actores también avanzan por la vía judicial tratando de generar una cautelar, un amparo. Y después tenemos otras estrategias, como tratar de generar impacto en las redes, entre los movimientos. Y bueno, nos queda la vía de manifestación en las calles”, amplió el referente.

De hecho, la pasada semana María Nieves Dalponte Ayastuy -presidenta de la Biblioteca Popular Tupac Amaru Infanto Juvenil de La Plata- presentó una acción declarativa de inconstitucionalidad colectiva (ADIC), patrocinada por el constitucionalista Andrés Gil Domínguez, en el Juzgado N° 2 en lo Civil, Comercial y Contencioso Administrativo Federal de La Plata. Se demorará de quince a treinta días hábiles en recibir una respuesta y, pasado ese período, se traslada la demanda al Estado nacional. La Unión de Escritoras y Escritores expresó su apoyo a la iniciativa.

A su vez, diversos organismos se han solidarizado con la situación actual de las Bibliotecas Populares. Entre ellos, IFLA LAC (División Regional de América Latina y el Caribe de la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios e Instituciones), que en un comunicado expresó su “respeto por la institucionalidad argentina” y “respaldo a todos los esfuerzos orientados a preservar el valioso trabajo de las bibliotecas populares como espacios fundamentales para la vida democrática, cultural y social”.

A nivel legislativo, los diputados Marcela Passo, Carlos Daniel Castagneto y Jorge Antonio Romero, pertenecientes al bloque Unión por la Patria, presentaron un pedido de informes al Poder Ejecutivo sobre el estado de los distintos organismos afectados tanto por el Decreto 345/25 como el 346/25. Sin embargo, hasta el momento de la publicación de esta nota el diputado Romero confirma que no han recibido ninguna respuesta.

ANCCOM intentó contactarse con las autoridades gubernamentales responsables de la CONABIP, pero hasta la fecha no se recibió respuesta.

¿En qué perjudica el Decreto 345/25?

Uno de los artículos del decreto 345/25 que más alerta ha generado es el 8°, que reemplaza a la anterior autoridad de aplicación de la Ley N° 23.351 de Bibliotecas Populares, la CONABIP, por la Secretaría de Cultura: Esta nueva situación constituye una profunda pérdida de autonomía. Cecilia Bona, periodista y coordinadora a cargo del proyecto de promoción de la lectura @porqueleerok, explicó: “Desde la época de Sarmiento (1870) la CONABIP maneja su propio presupuesto y toma sus propias decisiones. Todo es decidido en una comisión compuesta un representante de cada una de las provincias y la Ciudad de Buenos Aires. Eso hace que tanto las decisiones como la conversación entre las bibliotecas sea muy federal. Ahora, tanto presupuesto como decisiones pasan a formar parte de la Secretaría de Cultura que, además, podría decidir asignar ese presupuesto a las bibliotecas o no. Puede hacer con eso lo que quiera (…) Lo más perjudicial es esta quita de autonomía presupuestaria y toma de decisiones”.

En relación a la pérdida de representatividad federal, Mercedes Botana, voluntaria de la Biblioteca 3037 de Lago Puelo, Chubut, expresó su preocupación: “Perder representatividad nos parece realmente preocupante. Que cinco personas -puestas por la Secretaría de Cultura- decidan las políticas públicas desde la Ciudad de Buenos Aires no está bueno… Nosotros estamos en la provincia de Chubut ¿Qué saben de lo que pasa acá? ¿Qué saben de la idiosincrasia, de la población? Hasta el decreto, la CONABIP tenía veinticuatro representantes, uno por provincia, elegidos también democráticamente dentro de cada jurisdicción. Esto no va a suceder más. Van a ser cinco personas a dedo, que no sabemos cómo transitaron bibliotecas populares, si es que alguna vez pisaron una. Nos parece importante tener una voz y un voto en las decisiones de las políticas públicas que tienen que ver con estos proyectos comunitarios”.

Los programas brindados por la CONABIP son de vital importancia para el desarrollo de las actividades y el abastecimiento de las bibliotecas, como cuenta Paula Epstein, quien forma parte de la Biblioteca Popular Roffo de Villa del Parque, CABA: “La CONABIP ayuda al sostenimiento de las bibliotecas a través de subsidios para hacer frente a gastos corrientes como servicios, conectividad a internet, compra de libros. Brinda también asesoramiento y capacitaciones. Nuestra biblioteca participó desde la primera edición del Programa Libro%. Una iniciativa valiosísima que nos permitió, frente al costo que tienen los libros, mantenerla actualizada”.

¿Cuál es la importancia de las bibliotecas populares? 

La particularidad de las Bibliotecas Populares, frente a otros tipos de bibliotecas, es que las mismas se crean por iniciativa zonal, vecinal, por los miembros de una comunidad. Para Verónica Barbera “una biblioteca popular se diferencia de una biblioteca, por ejemplo pública, por el modo de constituirse y de financiarse. Está impulsada y conformada por miembros de una comunidad y financiada con cuotas societarias y alguna que otra línea de financiamiento de otros orígenes, que pueden ser públicos o privados, pero fundamentalmente está sostenida por su comunidad.” Por eso, considera que la relación con el territorio “es muy fluida. Nosotres abrimos de lunes a viernes y de manera excepcional también los sábados con actividades especiales. Pero la biblioteca tiene una impronta local muy grande. Está en vínculo con diferentes instituciones y espacios culturales del barrio. Por ejemplo, trabajamos desde hace 18 años haciendo promoción y mediación de la lectura con la Escuela Secundaria N° 44, que está justo en frente de nuestra biblioteca”, mencionó Barbera sobre las características de las actividades de La Chicharra.

En esta misma línea, Braian, integrante de la Biblioteca Popular Sarmiento de Villa Italia, Tandil, detalló la multiplicidad de actividades que se realizan en el espacio del que forma parte: “En nuestra biblioteca trabajamos con planificación estratégica y diferentes ejes: la promoción de derechos, la promoción de la lectura, también tenemos un espacio formativo de talleres, proyectos vinculados a la alfabetización digital y el acceso a la información, servicios de información ciudadana, más todos los ciclos que realizamos en la biblioteca de manera anual, algunos de promoción de artistas y autores locales, referentes de diferentes expresiones artísticas.” Al enumerar estas acciones destacó la importancia de las bibliotecas populares en las comunidades: “Algunas tienen más de 100 años. La presencia y la referencia son muy importantes, porque termina siendo un espacio de articulación en cada una de las localidades y barrios. En algunas localidades más chicas, que pueden estar en lugares alejados, a veces es el único lugar, no sólo donde hay libros, sino donde hay internet, donde hay un espacio para reunirse. El escenario de las bibliotecas tiene una fuerza impresionante.”

“Hago lo que me propuse y eso ya es un éxito”

“Hago lo que me propuse y eso ya es un éxito”

Luego de una etapa signada por rupturas, cambios profundos y un proceso de reinvención personal, la artista marplatense Cintia Belén presenta Puente, un disco que nace desde el dolor. “Las letras son un reflejo de quién soy y mi vínculo con las personas”, asegura.

Resultado de la fusión entre danza, poesía y música, Cintia Belén acaba de lanzar su segundo disco, un material profundamente introspectivo. Si bien ya había debutado como compositora con Descargo, confiesa que este álbum es el primero que siente como completamente propio.

Puente, presentado el viernes 13 de junio en Nün Teatro Bar, invita a confiar en los procesos de cambio y en la posibilidad de renacer emocionalmente, incluso después de las etapas más oscuras.

En diálogo con ANCCOM, la artista repasa su proceso creativo, la importancia de mantener su autenticidad sin dejarse influenciar por otros y los desafíos de integrar todas sus facetas artísticas en un solo proyecto.

¿Cómo nació Puente?

Este disco surge de la necesidad de expresar todas las experiencias que atravesé, las emociones que despertaron mis relaciones y lo que ellas me enseñaron. Si bien ya había publicado mi primer álbum, Descargo, en este proyecto me tomé más en serio hacer música y sentarme a pensar qué quería para mi vida. Venía de una crisis profunda, atravesada por dos grandes separaciones y un movimiento territorial ya que viví una temporada en el sur, lo que implicó dejar mi casa, mi familia y mis espacios de contención. Este álbum trae ciertas verdades sobre cómo me afecta la mirada del otro y cómo me relaciono con los vínculos. También habla de transformación y de agradecer experiencias que, aunque en su momento no fueron amables, hoy me permiten comprender que sucedieron por alguna razón. No tengo todas las respuestas, pero este proceso me trae a un presente distinto. Hay certezas consolidadas, pero también nuevas preguntas que abren caminos hacia futuras transformaciones. En mi caso, lo logré fusionar a través de la música, el arte y la composición.

 

¿Cómo fue su proceso de creación?

En general, parto de la necesidad de poner en palabras o transformar sensaciones para crear la canción. Generalmente compongo con la guitarra, siempre buscando un patrón melódico impulsado por la necesidad de expresar algo y si surge una letra, la anoto para desarrollarla luego. Obviamente no lo trabajo sola, siempre hay aportes técnicos, compositivos y artísticos de colegas. Durante el proceso, hago que gente cercana escuche las maquetas y estoy abierta a devoluciones, pero trato de no guiarme por opiniones externas para no perder autenticidad. Para mí, el mayor tesoro es que la canción transmita el mensaje a través de la letra y la melodía. Aunque mi camino en la música es corto, tengo un largo recorrido artístico y he trabajado con artistas increíbles en proyectos exitosos. Sin embargo, hoy me toca bajar mis expectativas y entender en qué lugar estoy con este proyecto, que es el primero puramente personal. Muchas veces los artistas nos ponemos muy exigentes con nuestro material y nos cuesta mostrar los resultados, pero llega un momento en que hay que decidir que la canción está terminada y compartirla así. Eso me permite seguir creciendo.

¿Y qué rol ocupa la recepción del público?

Componer canciones implica compartir un mundo muy íntimo e interno, lo que mueve muchas fibras. No es solo un proyecto o un negocio alrededor del arte, sino una expresión profunda de identidad. Las letras son un reflejo de quién soy y mi vínculo con las personas, por eso trato de no influenciar la composición con opiniones externas. Me conmueve ver cómo el público recibe el mensaje, que tiene distintas capas. Algunos escuchan lo profundo, otros se quedan en lo superficial, pero en todos los casos hay fibras que se tocan. Creo que eso se debe a la poesía y la magia del arte. Sobre todo, en vivo, siento que conecto profundamente con la gente. Muchas veces, después de conocerme, se acercan y me agradecen por la profundidad de las letras y mi mirada.

¿Cómo surgió la idea de integrar poesía, música y danza?

Siempre soñé con concretar esta fusión de todas las cosas que me gustan hacer. A veces aparecía una creencia limitante de que debía enfocarme en una sola cosa, porque quien mucho abarca poco aprieta, pero no entendía por qué, si era buena en varias áreas, debía elegir solo una. Como me gusta escribir poesía y conectar con la profundidad del texto, empecé a compartir textos relacionados con las letras. En la parte audiovisual me saqué las ganas de bailar y logré que el cuerpo representara todo lo que vienen a traer las letras. El gran aprendizaje de este álbum fue juntar todo en un mismo frasco y mostrarle al público quién soy y qué me compone.

¿Qué desafíos te trajo?

Hubo momentos que he disfrutado muchísimo y otros difíciles, que me hicieron preguntarme de qué manera me relaciono con mi propio arte. Es muy valioso permitirse explorar todos esos mundos que nos dan curiosidad para luego reflexionar sobre cómo uno se siente en ese proceso. Siento que estoy haciendo lo que en algún momento me propuse y eso ya es un éxito para mí. Es importante valorarse, hacer una retrospectiva y celebrar el presente.

¿Qué le aportaron a tu universo artístico las dos colaboraciones que decidiste sumar?

Con Sofia Macchi, que vivió conmigo en el proceso de reencontrarme, hicimos una colaboración muy cercana. Le pedí que hiciera coros en Cantar hasta morir y aceptó con alegría, porque somos como hermanas y nos apoyamos mutuamente. En ese tema, ella aporta su color dentro de mi universo, ya que la letra es mía. Fue hermoso que me haya acompañado con su arte y experiencia. En cambio, Desnuda, el tema que comparto con Kris Alaniz, lo compuse mientras estaba en el sur y nace de un vínculo que despertaba en mí la necesidad de abrirme desde el corazón. Para mí desnuda significa mostrarte todo: lo bueno y también mis sombras para poder compartir momentos desde esa vulnerabilidad, sin miedo. La letra, aunque a primera vista narra un encuentro desde el deseo y la atracción, tiene una capa más profunda que habla del permiso y de romper con los ideales tradicionales del amor. Terminé de componerla en un taller de mi amiga Clari, del dúo Fémina, y fue ella quien me sugirió agregar un rap para darle un matiz más lírico y contundente. Cuando volví a Buenos Aires, pensé en Kris para ese espacio, le mostré el beat y la letra, y aceptó de inmediato. Para mí fue increíble que una artista que ya tenía un recorrido y una gran audiencia aceptara colaborar conmigo, que estaba remando con pocos oyentes. Creo que es muy valioso, sin importar en qué momento estés de tu carrera, abrir la posibilidad de conectar con otros artistas que te resuenan. Al final, eso es lo que realmente importa y se transmite. Yo no la llamé por sus números, sino porque la conocía, y por suerte todo fluyó muy rápido. En su caso, aportó muchísimo al disco, dándole un color que le faltaba y compartiéndome, con mucho amor y humildad, parte de todo su recorrido.

Tu estilo tiene marcados tintes flamencos marcados, ¿de dónde nace esta conexión?

No fue algo buscado, sino que apareció naturalmente desde mi autenticidad a la hora de componer e interpretar. Mi apellido, Torres García, tiene raíces españolas, y recién después de publicar la canción A mis ancestros supe que tenía parientes en Andalucía, cuna del flamenco. Eso confirmó lo que ya sentía en mi música. Igualmente, no me apropio del género, me reconozco cien por ciento argentina, pero me encanta la fusión que surge. Me atrae el dramatismo y la teatralidad del flamenco, su profundidad y la forma de proyectar la voz, con la que me siento muy identificada.

¿Qué mensaje te gustaría que le quede a quien lo escuche?

Que se puede volver a confiar en el amor y en la vida y que siempre es posible renacer. Al entregarnos a las emociones que nos atraviesan, surge una fortaleza interna, especialmente tras las muertes que atravesamos en la vida. Las experiencias más oscuras pueden llevarnos a lugares más hermosos si aceptamos el proceso. El mensaje de este álbum es que la vida es un constante ciclo de muerte y renacimiento y debemos entregarnos a ello. Aunque propone cambios, siempre nos vuelve a dejar en el mismo lugar de preguntarnos quién somos, solo que cada vez con mayor madurez, entendimiento y autoconocimiento de uno mismo.

El día que Almagro se transformó en Almagrow

El día que Almagro se transformó en Almagrow

En el marco del Festival ENTRÁ, organizado para denunciar el vaciamiento del Instituto Nacional del Teatro, la obra «Gentrificadxs Almagro» convierte a los espectadores en “inversores” de un barrio ficticio (por ahora). Con humor y denuncia, la puesta recorre las calles porteñas para reflexionar sobre la gentrificación y la memoria barrial.

En un antiguo departamento sobre la histórica confitería Las Violetas, se pone en marcha un recorrido urbano atípico. Se trata de Gentrificadxs Almagro, una intervención teatral que satiriza los procesos de gentrificación que atraviesan barrios porteños y que, con humor e ironía, convierte a los espectadores en supuestos “inversores” de un futuro Almagro.

 

Una respuesta desde la resistencia cultural

El Festival ENTRÁ, Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa, es una movida cultural que durante la semana del 3 al 9 de julio invita a asistir a 385 obras de teatro “a la gorra” en todas las provincias del país en simultáneo con el fin de visibilizar la situación del Instituto Nacional del Teatro, INT, y llamar la atención de diputados y senadores para que deroguen el Decreto 345 que, entre otros perjuicios, le quita su autarquía.

El INT es un organismo público que tiene como objetivo fomentar, proteger y promover la actividad teatral en todo el país. Creado por la Ley 24.800, brinda subsidios, impulsa festivales, otorga becas y acompaña proyectos independientes en todo el territorio nacional, con una fuerte impronta federal. El Decreto 345/2025 modificó su estructura argumentando que la autarquía funcional no es indispensable para cumplir sus objetivos y señalando supuestas deficiencias en el control de los recursos públicos, el Ejecutivo decidió disolver su Consejo de Dirección y transformar el INT en una unidad dentro de la Secretaría de Cultura. A su vez, se creó un Consejo Asesor ad honorem y de carácter no vinculante.

Gentrificadxs Almagro es una de las tantas obras que busca visibilizar la situación del Instituto Nacional del Teatro, aunque lo hace desde una puesta en escena poco convencional. No hay sala, ni butacas, ni telón. Lo que hay es ciudad, ruido y caminata.

Los nuevos inversores

La función comienza en el tercer piso de un edificio antiguo, justo encima de la emblemática confitería Las Violetas, en Avenida Rivadavia al 3800. Allí, el anfitrión recibe a su público en la vereda. A lo largo de toda la obra los llamará “inversores”, con una sonrisa y un dejo de amenaza. Mientras se espera que lleguen todos, suena una canción que conjuga con ironía el verbo gentrificar: “ustedes gentrifican, nosotros gentrificamos, vosotros gentrificais, ellos también gentrifican…”.

Una vez dentro del departamento, el anfitrión se lanza a vender la zona: asegura que Almagro está a punto de transformarse en un polo de renovación urbana. Con humor, invita a los presentes a cerrar los ojos e imaginar un nuevo nombre para el barrio: Almagrow, el alma en crecimiento. El delirio inmobiliario empieza por ese mismo edificio construido en los años cuarenta, cuando Las Violetas ya abría sus puertas a la aristocracia barrial.

El plan -explica- es comprar todas las unidades del edificio y empujar a los vecinos a irse, incomodándolos hasta el hartazgo. En su lugar, propone un “shopping de gente que busca calidad”. La remodelación conectaría los tres pisos con la confitería, con los túneles del subte A que pasan justo por debajo y con el Coto de enfrente. “Como en Bulnes con el Alto Palermo, o en Carlos Gardel con el Abasto”, compara. Así, Almagrow podrá aspirar a otra expectativa de inversión. ¿El paso siguiente? Dejar que ciertas zonas del barrio se deterioren de a poco, para que el valor baje y comprar sea más barato.

Una vez presentado el proyecto a los “inversores”, el anfitrión invita a iniciar el recorrido barrial para ilustrar, en el terreno, su visión del futuro. Con un tono humorístico y una retórica empresarial, comienza a caminar las calles de Almagro -o Almagrow, como insiste en llamarlo- señalando los cambios que planea impulsar: renombrar calles, transformar los puestos de diarios en puntos de café cool, rebautizar plazoletas, remover baldosas en homenaje a los desaparecidos. Todo en nombre del progreso y la revalorización del barrio. La segunda etapa del plan es aún más ambiciosa: construir el majestuoso Almagrow Arena en el predio donde hoy se encuentra la antigua fábrica IMPA, un “territorio liberado” según su relato, degradado y listo para ser reciclado por el mercado.

El recorrido finaliza en la Basílica María Auxiliadora y San Carlos Borromeo, a la que el anfitrión propone rebautizar como Basílica San Carlos Gardel. Allí sugiere, sin perder la ironía, reemplazar las escaleras por escaleras eléctricas y ascensores. Pero el juego performático se interrumpe: como parte del Festival ENTRÁ, Martín Seijo -actor y anfitrión- abandona su personaje para dirigirse directamente al público. Lee un texto que expone la crítica situación del Instituto Nacional del Teatro y el sentido de hacer obras “a la gorra”: “Exigimos que los diputados, diputadas, senadores y senadoras de nuestro país deroguen el Decreto 345 que vacía el INT, poniendo en peligro la existencia de nuestras salas, nuestra cultura y nuestra identidad. ENTRÁ porque es urgente. ENTRÁ porque nos necesitamos. ENTRÁ porque es ahora. Que no nos quiten la posibilidad de encontrarnos a imaginar”, concluye el texto final. Con esto, la ficción cede ante la urgencia, y los inversores vuelven a ser espectadores. Luego de dos horas de habitar un Almagrow imaginario, el público regresa al Almagro real: un barrio que muchos de ellos habitan, y que atraviesa una acelerada transformación urbana.

Cuando la ficción se detiene

Con la ficción ya disuelta, los espectadores se agrupan nuevamente fuera de la basílica. Ahora conversan cara a cara con el verdadero Martín Seijo. La charla fluye entre risas, preguntas sobre la obra y menciones a otros espectáculos del Festival ENTRÁ. Pero pronto la conversación se corre hacia temas más urgentes: el barrio, la memoria, el país.

“Yo justo vengo de la asamblea barrial -comenta uno de los asistentes- porque estamos haciendo una movida. Ahora recién está saliendo a la luz que hubo un centro clandestino en la calle Obrero Núñez, acá en el barrio. Hoy algunes compas estuvieron por esa zona repartiendo volantes y preguntando si sabían algo. Se les acercaron vecines a contar cosas tremendas”.

Las palabras resuenan en el grupo y revelan el pulso de un barrio que, más allá de los planes ficticios de “revalorización”, guarda memorias intensas y heridas abiertas. Seijo escucha con atención y devuelve su experiencia. Cuenta que muchas veces, en plena función, los vecinos se acercan con curiosidad o se suman al recorrido. Algunos apoyan lo que ven y otros no tanto, pero el contacto directo, dice, siempre genera algo.

Sobre el origen de Gentrificadxs Almagro y el contexto que la hace posible, Seijo reflexiona en diálogo con ANCCOM: “Los chicos que organizan el festival notaron que en las reuniones y en los abrazos al Instituto había muy pocos jóvenes, notaron que no estaba representada su generación. Entonces empezaron a ver qué podían hacer, se empezaron a juntar y así surgió la idea del festival para visibilizar. Siempre que hay una movida como esta trato de colaborar de algún modo, porque las historias se repiten y yo también estuve en movidas así”.

Teatro y territorio

Mientras en escena se fantasea con remover baldosas por desaparecidos o convertir fábricas recuperadas en arenas comerciales, en las veredas reales los vecinos siguen organizándose, denunciando olvidos y resistiendo al avance de la especulación inmobiliaria.

Con funciones a la gorra y en el marco del Festival ENTRÁ, Gentrificadxs Almagro no solo propone una experiencia teatral distinta, también se convierte en una herramienta para visibilizar una problemática urgente. En ese cruce entre ficción y realidad, entre parodia y denuncia, el teatro busca ocupar lugar en la vida pública.

Ulanovsky lo hizo de nuevo

Ulanovsky lo hizo de nuevo

Presentó en el Museo del Libro y de la Lengua «El periodismo es lindo porque se conoce gente», un volumen que reúne historias, aventuras, chispazos de lucidez, humor, perfiles y decálogos de un oficio que él trajina desde hace 62 años y 27 libros.

“Si tuviera anteojos de lejos saludaría a más gente”, decía Carlos Ulanosvky desde el centro del panel. Ante un auditorio lleno, con público sentado en las escaleras, el periodista presentaba su libro El periodismo es lindo porque se conoce gente, de la editorial Marea, este martes 1 de julio en El Museo del Libro y de la Lengua. A lo largo de sus páginas se presentan perfiles y anécdotas con un elemento en común, la picardía, ordenados en listas, duplas y decálogos cuyos protagonistas, algunos de los cuales reían y devolvían saludos desde las butacas, se mueven entre las calles, los bares, las cafeterías y el espacio nostálgico de la redacción.

“No todo tiempo pasado fue mejor, pero en periodismo todo tiempo pasado fue más fácil —sentencia el propio Ulanovsky en diálogo con ANCCOM—. Nosotros salimos del secundario y fuimos a golpear puertas a diversas redacciones y en todas nos atendían, en todas nos abrían, en todas nos escuchaban y, si teníamos suerte y llevábamos un sumario más o menos interesante, hasta salíamos ligando una nota. Después, mucho más adelante, se podía vivir con una cadenita de, no sé, tres o cuatro colaboraciones mensuales que se pagaban en tiempo y forma. Ahora eso es imposible porque las colaboraciones se pagan muy mal, muy poco y con retraso. Entonces ahora es muy dificultoso vivir del periodismo. Y otra de las consecuencias de la precarización es que cada uno puede llegar a tener dos, tres, cuatro trabajos, y lamentablemente eso conlleva a perder los contactos personales; a tener menos tiempo para relacionarse”.

Ulanovsky es un periodista gráfico con más de seis décadas de experiencia, fundador y docente del instituto TEA y autor, con éste, de 27 libros publicados. A su izquierda se sentaban la directora editorial de Marea, Constanza Brunet, y Luis Alberto Quevedo, exdecano de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA); a su derecha, la multipremiada periodista Claudia Acuña, fundadora y directora de la Cooperativa Lavaca, y Camilo Sánchez, novelista, poeta y fundador, entre otros medios, de la revista Dangdai.

Brunet, que hizo de moderadora, dio inicio al evento: “Bueno, estamos todes”. Acuña, al tomar la palabra, partió refiriéndose al contexto político actual, caracterizado por los permanentes embates del presidente Javier Milei contra el periodismo: “La picardía es el escudo con el que se defiende la verdad”, dijo, y añadió una consigna: “No amamos lo suficiente a los y las periodistas”.

“Es muy difícil responderle a un presidente que te insulta todos los días —sigue Ulanovsky—, porque no sabés cuales son las consecuencias que eso puede tener. Y por otro lado porque no estamos acostumbrados a que un presidente nos insulte. Puede ser mejor presidente, peor presidente, eso no está en discusión. Pero no estamos acostumbrados a que un presidente nos falte el respeto”.

Camilo Sánchez, el segundo en tomar la palabra, puso el énfasis en “la transmisión cuerpo a cuerpo”, en la conversación de pasillo, propia del espacio de la redacción. Ulanovsky, por su parte, se remonta a la primera revista que hizo en la escuela secundaria, con la que visitó redacciones y consiguió entrevistados, hasta llegar a Clarín, Página/12 y la fallida experiencia en el diario Perfil, ya en 1998, entre otros muchos medios.

“Yo cuando me fui de Clarín extrañé algunas cosas —relata—: extrañé amigos que tenía, compañeros de trabajo; extrañé el archivo de papel, que era fabuloso; y extrañé la hora de la cantina, cuando nos reuníamos un rato antes de empezar a trabajar, y ahí salían las mejores cosas de cada uno, los diálogos más divertidos, las ideas de notas, en fin, se extraña ese tipo de contacto”.

“Ojalá que este libro sirva para que un alumno de periodismo hoy lo lea y diga: qué lindo que es el periodismo. Mirá como se conoce gente”, desea Ulanovsky.

El libro de Carlos Ulanovsky se construye a partir de esos contactos: son historias de cafés, llamadas de amigos, anotadas en papeles que guardó en una cajita (“cajita no: era una caja”, corrige) preferentemente azul, en la que se juntaban Roberto Jorge Santoro, Roberto Arlt, Norma Vega y María Esther Gilio con la misma Claudia Acuña, Camilo Sánchez y Diego Rosemberg, entre muchísimos más. “Carlos escribe un mundo donde periodistas y redacciones armaron ciudades”, dijo Luis Quevedo al cerrar su propia presentación, “Yo me di cuenta de que uno de los GPS para recorrer esta ciudad son las picardías”.

“Vos fijate que yo no tengo un título universitario —sigue Ulanovsky, que tuvo a su cargo el Taller de Redacción 1 en los inicios de la Carrera de Ciencias de la Comunicación—. Estudié sociología y rendí unas materias, pero no me recibí. Mi formación se la debo al periodismo. Un día, por necesidad de entender más el tema de los medios, me puse a leer más cosas; ahora tengo una biblioteca de los medios impresionante y he leído mucho, y me convertí en un especialista sobre ese tema”.

Es desde este lugar, y con el hilo conductor de las picardías, que Carlos Ulanovsky escribe su homenaje al periodismo. Y lo hizo ante decenas de personas con las que comparte no sólo un oficio, sino un compromiso y un sentido del humor. Ulanovsky cerró su ponencia: “Ojalá que este libro sirva para que un alumno de periodismo hoy lo lea y diga: qué lindo que es el periodismo. Mirá como se conoce gente”.

Fotografiar lo que nadie ve

Fotografiar lo que nadie ve

El fotoperiodista argentino Rodrigo Abd, dos veces ganador del Pullitzer, visitó la Facultad de Ciencias Sociales para hablar de su trabajo y de su muestra “Desvío”, junto a la editora y curadora Jazmín Tesone. Imágenes que encuadran lo que las recetas tradicionales de la profesión dejan fuera de campo.

En el marco del décimo aniversario de ANCCOM y de los 40 años de la Carrera de Ciencias de la Comunicación, el fotógrafo Rodrigo Abd y la editora Jazmín Tesone fueron invitados a contar cómo pensaron la muestra Desvío -que se exhibe hasta el 3 de agosto- en la galería Arthaus Central- y a reflexionar sobre el fotoperiodismo en un contexto de hiperconectividad y noticias falsas. “La muestra es un poco un experimento”, confesaron.

La exposición de 34 fotografías recorre el archivo del fotoperiodista argentino dos veces ganador del premio Pulitzer (2013 y 2023). Como describieron Abd y Tesone, las imágenes se exhiben como gigantografías rectangulares duales que penden del techo y que el cuerpo del espectador debe rodear para descubrir en el reverso una nueva imagen, que nada tiene que ver con la anterior. Muchas de esas tomas y otras que quedaron fuera de la selección, se proyecataron a lo largo de la charla a medida que Abd narraba cómo las había obtenido. Tanques de guerra amarillos destrozados que son fotografiados desde las alturas, pero que podrían ser antiguas cámaras de fotos. El rojo chillón de una explosión que resalta entre la sequedad del bosque en que fue producida. Una imagen que obliga a contener el aire. Bollos de pan que se confunden, por su redondez, con los cráneos de una fosa común donde comen dos médicos forenses entre huesos y ropas a medio desintegrar, la violencia es parte de la rutina que Abd fotografía.

Fotoperiodista desde 1999, Abd trabaja desde 2003 como reportero de la agencia internacional The Associated Press, medio para el cual cubrió diferentes conflictos bélicos, políticos y ambientales alrededor del mundo. En entrevista con el equipo de ANCCOM, Abd y Tesone, explicaron las decisiones que guiaron el armado de la exposición a partir de un archivo tan extenso como el que construyó el fotógrafo. Su búsqueda y selección de imágenes, responde a preguntas que el fotoperiodista se hacía sobre el oficio luego de tanta trayectoria: cómo se fotografía cada historia desde su singularidad y las decisiones que hay detrás de cada cobertura.

Así, la muestra terminó conformada por imágenes que cuentan historias colaterales y, a la vez, hacen a los protagonistas que, desde una cobertura periodística más mecánica y superficial, no serían parte de la narrativa de los conflictos a los que Abd estuvo abocado a cubrir. “Nos planteamos que las fotografías no debían ser cerradas sino abiertas y con cierta ambigüedad, para que cuando uno vea se pregunte qué tiene que ver esa imagen con el contexto, y así nos interrogue sobre la práctica del fotoperiodista y las narrativas que construimos. Dependiendo cómo se encuadra, cambia la forma de ver el mundo”, explicó Abd, el mismísimo fotógrafo que con su obturador capturó a dos perros peleando en medio de un ataque narco en Rosario, o un corpiño rosa en medio de la selva colombiana durante la reconciliación entre el gobierno y las organizaciones guerrilleras.

Las capturas que conforman la muestra fueron tomadas en distintos años y en contextos políticos sociales diferentes; sin embargo, todas comparten un concepto particular: el desvío del acontecimiento. El espectador podría imaginarse a Abd rotando su cuerpo, dando la espalda a la escena principal y poniendo en cuadro aquello que, si no, quedaría en los bordes o directamente por fuera del obturador. Se revela aquello que ocurre alrededor del hecho principal: Una aguda crisis económica en Venezuela es contrapuesta con fiestas de varios días en un hotel de lujo de Caracas; un grupo de soldados talibanes almorzando juntos entre risas con una exposición de fusiles de fondo que cuelgan de la pared; una mujer ucraniana paseando a su perro instantes después de un bombardeo; una familia de Guatemala que construyó dentro de su taller mecánico, ya no rentable, una funeraria.

La propuesta no puede concebirse sin una segunda instancia, en que la polisemia de la imagen finalmente es anclada por medio de la palabra. El objetivo es lograr por parte del espectador una interpretación superadora, aún mayor que el primer acercamiento directo a las imágenes que no tienen epígrafes. “No es el contrato de lectura que se suele dar con las imágenes de prensa. Decidimos separarlas, y colocar la información en otra materialidad”, explicó Tesone en relación al montaje de las fotografías y a la confección de una revista que repone mucho de lo que el espectador se interroga a través de las imágenes.

Tesone contó que las revistas-catálogo fueron ubicadas al final del recorrido de la exhibición, para no obturar las libres lecturas y la incomodidad en el transcurso de la experiencia. Las revistas son las encargadas de contextualizar y dar detalles sobre el momento en que fueron tomadas las imágenes, y desafían al visitante a llegar hasta el final del recorrido, e incluso un poco más. Así lo explicó la editora, mientras Rodrigo distribuía revistas entre aspirantes a reporteras gráficas y jóvenes promesas interesadas por saber cómo mejorar su oficio: “¿Cómo hacés para lograr esa intimidad?”, le preguntaron. “Tiempo y conversación franca para entrar en confianza y achicar distancias”, respondió “¿Pensás en los dos registros, en foto esperada por el medio y lo que querés hacer?”, le consultaron a las que Adb respondió que ambos objetivos van de la mano.

Las imágenes del fotoperiodista argentino operan entre el límite de lo esperable y lo descabellado, obligan a ver algo que va más allá de los ojos. Buscar e intentar comprender, o confrontar aquellas escenas de la humanidad que se destacan en medio de los contextos más hostiles. ¿Cómo fluye la vida cotidiana de las personas en territorios marcados por conflictos bélicos? ¿Qué ocurre alrededor de un golpe de Estado en Honduras, después de una masacre en Ucrania o durante una hiperinflación en Venezuela? Estas preguntas generan incomodidad e interpelan acerca de cómo deben –o no deben– cubrirse ese tipo de acontecimientos.

“La información está muy direccionada y lo que podemos contar es muy acotado, el gobierno ucraniano durante la guerra te llevaba en un bus a donde ellos decían que estaba la noticia”, explicó Abd. Narrar fuera del margen y mostrar a través de un eje fuera de campo se vuelve un ejercicio desafiante. Cómo comentó Tesone: “Una constante en el trabajo de Rodrigo es mezclar la violencia y la vida cotidiana, algo de eso está muy poroso en sus imágenes, en ellas siempre hay comida y esqueletos al lado”. Escenas cotidianas, actividades de supervivencia básicas se entrecruzan con lo extremo. Dentro de la selección de imágenes, una de las fotografías más ilustres retrata a dos antropólogos forenses en Guatemala almorzando a mitad de su jornada junto a dos esqueletos mitad desenterrados, un gesto cotidiano en un escenario descabellado.

La muestra de Abd intenta abrir la pregunta por la verdad: ¿Qué es lo que sucede? ¿Qué es lo real? ¿De qué forma un fotoperiodista rompe el hielo para tener contacto con el fotografiado en un contexto de vulnerabilidad? Rodrigo enfatiza en que hay que intentar pasar los límites mentales, “todo lo que nosotros tenemos en la cabeza, aquellos prejuicios que se encargan de decidir si estos son malos o buenos, si está bien o mal son paredes que solo entorpecen la libertad para fotografiar”. El tiempo, la curiosidad innata y el contacto resultan claves para acceder a otra forma de contar la historia, el lado b de la humanidad.

En un contexto saturado de imágenes impactantes que alimentan la tendencia del consumo inmediato, Desvío se detiene en lo alternativo y propone otra mirada: se aparta del acontecimiento para revelar aquello que lo rodea y persiste cuando las cámaras ya no están. En este ángulo Abd incorpora el gesto político del encuadre al fotoperiodismo. La muestra y su manera de hacer periodismo no piden respuestas concisas por parte del espectador, pero sí reflexionar con el mirar, con el contexto y con las formas de lo real. Como dijo Tesone, “no se trata de una muestra cerrada, sino abierta, que reclama una lectura activa por parte del observador”.

Desvío se puede visitar, con entrada libre y gratuita, de martes a domingo, de 13 a 20 hs. hasta el 3 de agosto, en la planta baja del espacio Arthaus Central (Bartolomé Mitre 434, CABA). Además, Abd y Tesone el 10 de julio a las 18 horas estarán dando una charla junto a Cora Gamarnik, Nicolás Pousthomis, Daniel Merle y Lucía Prieto.

Teatro pasado por agua

Teatro pasado por agua

En pleno corazón de Palermo, una obra de teatro convierte una pileta de natación en una experiencia inmersiva y sensorial. Sin apelar a golpes bajos, Subacuática reflexiona sobre la capacidad humana para superar adversidades y encontrar un camino a la superficie.

Lejos de las tablas convencionales, Subacuática transforma la pileta del Club Estrella de Maldonado en un escenario para narrar una historia profunda y de resiliencia. La trama sigue a Pablo, un padre primerizo que enviudó el mismo día en que nació su hija, Lola. Tras un duelo prolongado -tres años y seis meses dedicados por completo a la crianza-, encuentra por fin una media hora para sí mismo en el agua mientras su hija nada en otro andarivel.

La obra es una adaptación de la primera novela para adultos de Melina Pogorelsky, publicada en 2018. Hasta ese momento, la autora había explorado únicamente la literatura infantil y juvenil, con títulos como Nada de mascotas y Una ciudad mentirosa. Con Subacuática, toma otro rumbo y se sumerge en una historia atravesada por la pérdida, la paternidad y los mandatos sociales. “Conocía la pluma de Melina pero no este texto, y cuando compré la novela me la leí de un tirón, no pude soltarla”, recuerda Fernanda Ribeiz, directora de la obra teatral, en diálogo con ANCCOM.

Aunque su recorrido profesional está ligado al ámbito audiovisual, desde el principio -y sin poder explicarlo del todo-, Ribeiz imaginó la historia en clave teatral. Para materializar esa visión convocó a Luciano Cáceres, con quién la unía no sólo una amistad de años, sino también el deseo de trabajar juntos. “Me pareció que era una buena oportunidad para unir energías y puntos de vista distintos”, cuenta.

A esta dupla creativa, que fusiona una mirada narrativa visual con la experiencia teatral, se sumó la propia Pogorelsky, quien tuvo un rol activo en el proceso de adaptación. Por la carga personal que posee la historia, decidió involucrarse profundamente en la dramaturgia, mientras que el diseño general de la puesta en escena quedó a cargo del equipo de dirección. “Cuando se elige una obra para adaptar es importante involucrar a quien la escribió y respetar mucho su mirada y lo que tiene para decir”, sostiene Ribeiz.

Lo que diferencia a esta propuesta de otras dentro del circuito teatral es su naturaleza inmersiva. Al desarrollarse en un espacio poco convencional, los sentidos se potencian y se activan de formas inusuales. Para llegar al espacio de la función, el público primero atraviesa los vestuarios. Sin darse cuenta, forma una fila -como los días de colonia en la infancia- y espera con ansiedad ver la pileta, aunque sepa que no tendrá contacto directo con ella. Mientras la fila avanza, se escucha al encargado exclamar: “Todos con revisión médica en mano”, un guiño que despierta risas cómplices y anticipa una experiencia fuera de lo común.

Las butacas son simples sillas de plástico y el escenario, una pileta de varios metros. A los costados, salvavidas redondos y planchas de goma eva cuadradas completan la escenografía. En pocos minutos, el olor a cloro se vuelve parte del ambiente y comienzan a oírse sonidos que remiten a videos de relajación y que ayudan a entrar en sintonía con el ritmo de la obra. Durante los siguientes cincuenta y cinco minutos, el bullicio de los bares de Palermo queda atrás y el público se sumerge en una historia que lo interpela desde el inicio.

Joaquín Berthold, Juana Viale, Anahí Gadda y Maricel Santín encarnan los personajes principales de este mundo subacuático. La puesta se apoya también en las proyecciones e ilustraciones de Rocio Casal, la música y las voces en off a cargo de Norman Mac Loughlin y el diseño de Luces de Ricardo Sica. El resultado es una propuesta visual y sonora que construye un universo realista, en un escenario donde conviven historias que transcurren tanto dentro como fuera del agua. “Las imágenes aportan un equilibrio necesario a un texto tan poderoso y cargado de dolor”, asegura la directora.

Antes de pensar en las proyecciones surgió una pregunta clave: ¿cómo ubicar a los personajes en este mundo subacuático, si el agua no es sólo un recurso estético sino un personaje en sí mismo? Es allí donde Pablo, el personaje de Berthold, parece habitar su dolor suspendido, y donde encuentra también, un momento de cercanía con Mariela, su esposa. El equipo imaginó múltiples formas de escenificar ese estado: desde arneses que lo mantuvieran suspendido en el aire, cintas de correr que simularan el avance de la brazada, o incluso piletas más pequeñas que se llenaran sobre el escenario. Pero ninguna opción lograba lo que buscaban, hasta que, en una reunión, Cáceres propuso usar una pileta real que conocía y que podía ser útil para la representación.

Los ensayos empezaron fuera del agua, en una sala tradicional. Recién más adelante, cuando el club accedió a prestar su pileta, el equipo se trasladó allí. Al tratarse de un espacio compartido con otras actividades, las prácticas siempre fueron nocturnas, cuando terminaban las clases de natación. Anahí Gadda, quien se pone en la piel de Mariela y nunca había trabajado en un entorno acuático, recuerda que las primeras pruebas implicaron un gran esfuerzo físico y emocional para el elenco. “El agua es una de las cosas más locas e interesantes que tiene el proyecto, porque trae consigo el mandarse y ensuciarse, un gran desafío para quienes tenemos aspiración al arte”, dice.

Brazada a brazada, la obra despliega no solo una historia íntima, sino también una reflexión sobre la paternidad, la culpa, la resiliencia y el modo en que el duelo se acomoda en la rutina. “El teatro me parece convocante, es un momento que provoca cosas en los sentidos y en el cuerpo, que son distintas a las que se perciben en otras situaciones artísticas”, asegura Gadda. El agua, con su fuerza, envuelve a los personajes y los obliga a flotar, hundirse o simplemente dejarse llevar. Es el espacio donde nacen vínculos, pero también el lugar para recordar a quienes ya no están físicamente y acompañan desde otro plano. “Subacuática es una invitación a estremecerse con distintos recursos que hacen a lo teatral y a pensar cuáles son los elementos que nos conectan en las historias”, concluye.

Subacuática se puede ver los domingos a las 18 y 19:30h en el Club Estrella de Maldonado (El Salvador 5470, CABA). Las entradas se pueden adquirir por la página web de ticketek.