Aprender a sonreir

Aprender a sonreir

En Argentina, más de mil niños por año nacen con Fisura Labio Alvéolo Palatina (FLAP), una anomalía mejor conocida -pero mal llamada- como “labio leporino”. Este alto porcentaje también se sostiene a nivel mundial: cada tres minutos nace un bebé con esta patología en algún lugar del planeta.

¿En qué consiste esa afección?  “Es una malformación congénita, la más frecuente en la cara. Se da, más o menos, en 1 cada 700 nacimientos. No tiene que ver con la herencia, se puede dar de forma aislada: padres sanos pueden tener un niño con esa fisura”, explica el doctor Diego Steinberg, Jefe de Cirugía Plástica del Hospital Materno Infantil de San Isidro.

Además de su rol en ese establecimiento, Steinberg preside una asociación que se llama Sonrisas del Futuro y trabaja en conjunto con Smile Train, una organización internacional, sin fines de lucro y con presencia en más de 70 países. Smile Train se asocia con centros de salud, médicos, cirujanos y otros profesionales en cada uno de los países donde se instala para dar apoyo al tratamiento del FLAP. Actualmente en Argentina tiene presencia en 10 provincias.

“Es una anomalía cráneo-facial, que no solo tiene que ver con una cuestión estética y de cirugía sino con un montón de cosas que necesitan los niños cuando usan la boca, para hablar, respirar, incluso escuchar”, explica Silvia Backes, dirigente del programa de Smile Train en América del Sur. Y agrega: “Lo que hacemos es apoyar a nuestros socios, que son cirujanos plásticos, psicólogos, fonoaudiólogos, odontólogos para darle toda una gama de tratamiento a los pacientes. Buscamos que este equipo médico se pueda capacitar y estar siempre mejorando el tratamiento, que para nosotros es muy importante que sea seguro, de calidad y gratuito”.

La fisura labio palatina no solo requiere de una cirugía para ser tratada, sino que es un trabajo en conjunto: “Son muchas las profesiones que intervienen desde que un niño nace con fisura o desde que tenés un diagnóstico prenatal por una ecografía. Los pasos son múltiples y los especialistas que rodean el tratamiento de estos niños son muchos. Para arreglar el defecto, se necesita cirugía; pero para llegar bien a un resultado óptimo, es decir, para que un niño cuando termine de crecer pueda hablar bien, verse bien, comer bien y sus dientes estén bien, el abordaje es multidisciplinario”, aclara el doctor Steinberg.

Al comenzar el período de aislamiento social, las operaciones de FLAP debieron suspenderse por no tratarse de una cuestión de urgencia y las consultas presenciales tampoco pudieron hacerse. Entonces, Smile Train buscó alternativas para que estos niños pudieran continuar con el tratamiento desde sus hogares: “Lo que se hizo fue apoyar lo que era necesario. Por ejemplo, si el equipo de salud no tenía una buena computadora para hacer una teleconsulta, le dimos equipamiento. O en algunos casos, las familias tenían celular pero no tenían crédito, entonces se buscaba que pudieran acceder a un WIFI o a tener datos. Y ahí se hicieron teleconsultas y contención, o incluso terapias de fonoaudiología”, explica Backes, que antes de trabajar para Smile Train estuvo 9 años en el comité internacional de la Cruz Roja.

Del 28 de septiembre al 2 de octubre se conmemoró la Semana Internacional del Paciente con Fisura Labio Palatina: Smile Train realizó diversas actividades en redes sociales para concientizar sobre esta patología. Por ejemplo, Fernanda Cicivio estuvo haciendo tutoriales de maquillaje para niños de hasta 12 años: “Eran tipo fantasía, para que jueguen con la familia. Abordamos este maquillaje infantil haciendo un antifaz, para evitar la zona de cicatrices. Lo más importante era que fuera muy sencillo para que lo pudieran hacer todos. Les dimos tres diseños distintos, con pocos materiales, que puede haber en cualquier hogar, para que no quedaran afuera por una cuestión de productos”.

Cacivio es maquilladora profesional y ha trabajado en diversas producciones, entre ellas, la ganadora del Oscar a Mejor Película Extranjera en 2010, El secreto de sus ojos. Para ella, su profesión es una herramienta social: “El maquillaje te da mucha amplitud de campos y situaciones donde trabajar. A mí en lo personal me conecta mucho más donde yo lo puedo implementar como una herramienta y no como puntualmente algo de moda o un comercial. El maquillaje para mí no es una máscara. No estábamos buscando tapar una cicatriz sino haciendo foco en otra zona”.

Si bien los números indican que esta malformación es bastante frecuente, no es un tema que tenga mucha visibilización a nivel social. Y cuando se la nombra, se lo hace de forma incorrecta. “Tratamos de darle la mayor difusión posible para mostrarle a la gente que es más frecuente de lo que creen: 1 de 700 nacimientos es muy frecuente. Y también para dar cuenta de que si se hacen las cosas en tiempo y forma, los resultados son óptimos”, argumenta Steinberg. Y advierte que “si por una cuestión social invisibilizás y no lo llevás a la atención, después es un desastre. Tengo casos extremos, de medios sociales muy malos que no pudieron continuar con el tratamiento y los nenes hablan mal. El nene no quiere ir al colegio porque lo cargan. Hay que darle difusión para mostrar que haciendo lo que hay que hacer, a edad temprana, las cosas funcionan”. Como en todo, recibir atención a tiempo es la clave.

La batalla será televisada

La batalla será televisada

Cuando empezó  2020, los calendarios del freestyle proyectaban competencias para rato. Sin embargo, la llegada del Covid-19 al país y la implementación de la cuarentena provocaron un cambio de planes. Los torneos más importantes del mundo improvisado tuvieron que ajustarse a las nuevas condiciones y retomaron en esta segunda mitad del año de forma virtual.

La Freestyle Master Series (FMS), una de las competencias más importantes del rubro, se lleva a cabo en varios países de habla hispana. Nació originalmente en España y se fue expandiendo por Latinoamérica: Argentina, Chile, Perú y México. El torneo enfrenta a diez competidores de cada país y luego, los cuatro mejores llegan a un cruce internacional.

Hasta  2019, cada encuentro se realizaba con público presente, como en cualquier recital de música. De hecho, la concurrencia participaba en las decisiones del jurado y aclamaba con gritos los versos y rimas. A lo largo de los años y los encuentros, el vínculo entre los competidores y la audiencia se convirtió en un círculo vicioso para ver quién gritaba más fuerte. Pero este año, “una de las bajas es el público. Y eso tiene una cuota muy grande, más el público argentino que tiene mucha energía. Obviamente va a influir en la parte del show, pero también creo que el espíritu principal de la batalla de freestyle está dentro de los competidores”, reflexiona Misionero, un rapero oriundo de Posadas que se está desempeñando como host durante la FMS Argentina de 2020.

Los artistas del rap improvisado pueden desarrollar distintos roles en la competencia: los más experimentados suelen ser jurados, de forma que tienen que evaluar rimas, contenido, tiempos y diversas cuestiones técnicas, bajo un sistema de puntos. Los competidores son quienes se paran sobre el escenario para seguir las consignas del enfrentamiento, que van variando los niveles de dificultad a medida que avanza el torneo. Además, deben seguir el ritmo de la pista que presenta el DJ: Rodrigo Zone Andrada es el beatmaker oficial de esta temporada. Y finalmente, las competencias están conducidas por un host, quien se encarga de presentar a los participantes y alentar al público.

Wolf y Sub en plena batalla.

El sábado 29 de agosto comenzó oficialmente la FMS Argentina de forma televisada y sin público. Misionero se presentó en conferencia de prensa, junto con Stuart y Mecha, freestylers y competidores de la edición 2020. Los tres se mostraban con grandes expectativas respecto a la nueva modalidad. “El hecho de sacarle el público transformó el producto que vendemos como algo mas cerrado, más selectivo. Ya no estamos vendiendo arcoíris para que los nenes lo compren, ahora tenemos que convencer a otros nueve raperos y a cinco jurados que saben bocha. Esto va a hacer que nuestra propia búsqueda a la hora de desarrollar una rima sea mucho más autocrítica y real”, decía Mecha, un joven rapero cordobés que compite por primera vez en FMS a nivel nacional.

Para la conferencia de prensa de FMS Chile, que comenzó el 15 de agosto, la nueva modalidad sin público también fue un tema que dio que hablar. Acertijo, uno de los competidores, comentó: “Va a ser distinto, la energía y la adrenalina que entrega el publico es bastante alta. Sin embargo, sé que nosotros rapeamos mucho mejor en privado que en el escenario. Entonces, las batallas pueden llegar a ser mucho mejores. Quizás van a ser menos espectaculares pero pueden llegar a ser mejores en términos de estilo, de referencias”.

“Creo que la pandemia nos llevó a todos a replantearnos muchísimas cosas y aceleró un montón de procesos que eran inevitables. Este formato televisivo de batalla en algún momento iba a llegar. Que seamos capaces de adaptarnos tan rápido a pesar de las adversidades es una característica de la cultura hip-hop que nos ha jugado a favor. Y tengo fe de que esta nueva etapa, con batallas sin público y televisadas, va a ser un nuevo aporte al crecimiento de esta cultura, para abarcar público más amplio y profesionalizar la disciplina”, reflexiona SEO2, rapero que hace de host este año en la edición chilena. Todos los enfrentamientos de FMS pueden verse en vivo por el canal de Youtube de Urban Roosters.

Pero la FMS no es el único circuito dedicado al freestyle. El 21 de noviembre se realizará la final nacional de la Red Bull Batalla de Gallos 2020 en Argentina. A este encuentro llegan 16 competidores, 13 seleccionados por una convocatoria virtual que se realizó a fines de mayo. Este año tomó particular notoriedad porque muchos freestylers retirados del circuito de competencias, como Papo, Acru y Tata, decidieron volver a competir, probablemente impulsados por la falta de tours y presentaciones musicales. Los tres mejores del año pasado clasifican automáticamente pero Trueno, campeón 2019, dejó su puesto vacante.

MKS en acción.

El ganador de la final nacional pasará a la competencia internacional contra los campeones de otros 10 países y los tres mejores del año pasado. En el año 2018, Wos, un freestyler argentino, se coronó campeón mundial de la Batalla de Gallos. Él y Trueno son hasta ahora los únicos dos argentinos que llegaron a este punto. Posteriormente ambos decidieron retirarse de las competencias y dedicarse a la música.

Antes de que FMS y Red Bull profesionalizaran las competencias en el país, los raperos se juntaban en el Parque Rivadavia, en la zona de Caballito. Allí nació El Quinto Escalón. Si bien comenzó como una competencia de plaza, su éxito llevó a que en el 2017 se hiciera la final de este torneo en el Estado Malvinas Argentinas, con casi diez mil personas presentes. En este circuito nacieron grandes artistas actuales como Duki, Paulo Londra y Wos.

El público ha estado presente en cada uno de los pasos del Freestyle en Argentina y este año sigue acompañando virtualmente. Quedó demostrado en los streamings y la actividad en redes sociales. El período de inactividad llevó a los artistas del género a probar nuevas plataformas para contactar con sus seguidores y ellos respondieron gratamente. Los reyes de la improvisación probaron que saben adaptarse a las adversidades: “Demuestra que podemos estar vivos como freestyle”, concluye Jokker, otro competidor chileno.

Los Kapanga del streaming

Los Kapanga del streaming

Miguel de Luna Campos, mejor conocido como Maikel, es el guitarrista de Kapanga, la banda argentina que cumple 25 años de éxitos. Un poco de rock, ska y cuarteto; varios son los géneros que pueden atribuírseles al grupo pero hay una palabra que sin duda los identifica: fiesta. La fusión de géneros, sus letras y la energía de sus shows son características que los distinguen en el gran mundo de la industria musical nacional. Aunque la cuarentena los obligó a ponerle pausa a la producción del nuevo álbum, ya van por su segundo recital por streaming, llamado Kapanga Night Show, una experiencia multiperformática con invitados y sorpresas. Maikel habló con ANCCOM y comentó algunos adelantos sobre la presentación que van a realizar el 24 de octubre junto a Pity Fernandez. Además, reflexiona sobre las nuevas movidas musicales, el feminismo en el rock y la situación económica de los músicos durante el aislamiento.

¿En qué consiste el Kapanga Night Show y cómo se diferencia de otros shows por streaming?

Los diferentes colegas o músiques tratan de aggionarse a la personalidad de cada uno. En nuestros shows participa mucho la gente y hay un feedback muy grande. Entonces, pensamos cómo quebrar la barrera entre la tele, la computadora, la pantalla del celular y la banda. Nosotros le pusimos de nombre Kapanga Night Show por la música que hacemos y por cómo son nuestros shows, que sencillamente un streaming no iba a ser efectivo. Lo que planteamos es como un programa de televisión donde hay un conductor, que es el Pollo Cerviño, un periodista amigo de la casa. Y nosotros somos la banda esclava, que musicaliza los remates, los chistes y todo eso. Después, en un momento nos convertimos en Kapanga y hacemos el show propiamente dicho. Son dos situaciones diferentes: cuando interactúa el periodista con la banda es una iluminación de estudio muy de televisión y cuando tocamos como banda cambia drásticamente a un show de rock.

Ya es la segunda fecha que hacen. ¿Qué la diferencia de la primera?

Lo primero que se renueva es el playlist, la lista de canciones es completamente diferente. En el primer show tuvimos un invitado, que es algo que queremos respetar, porque hay como ciertos bloques y juegos. En el primero fue Walter Meza, de Horcas, que no solamente vino a cantar con nosotros una canción que ya había grabado, sino que también se dedicó a hacer otro tipo de cosas, contar un poco lo que hacía con otras bandas y entonces podemos ver otras facetas artísticas. En este Kapanga Night Show el formato va a ser el mismo. El invitado va a ser Pity Fernández, de Las Pastillas del Abuelo, que va a hacer un par de canciones con nosotros y también se va a someter a ciertas trivias. Son dos puestas completamente diferentes desde la locación, el contenido, el playlist y la iluminación.

Y basándote en esta primera experiencia que tuvieron, ¿qué diferencias encontrás con lo presencial?

En realidad me pasó algo bastante simpático. Primero tuvimos dos meses de ensayo y nos acostumbramos a eso. Veníamos de meses sin ver gente y, cuando se empezaron a  aprobar los protocolos que se podía ir a ensayar, nos encontramos para el primer show que fue en el Estadio Malvinas. Cuando llegamos fue raro ver el estadio vacío pero como nosotros veníamos acostumbrados y veníamos ensayando eso, la verdad que no fue tan significativo. Si fue más raro en el Luna Park cuando hicimos Cosquín Rock. En un par de notas me preguntaron si me resultaba raro tocar en el Luna Park sin gente. La verdad, me hubiera parecido raro si hubiera gente. Hace seis o siete meses que no hay espectáculos. Así que estamos ensayando de esa manera y tratamos de concentrarnos en que el show es eso y el público está en la casa, como un ejercicio mental, porque si no es bastante extraño.

¿Cómo es el protocolo de ensayos?

Hicimos un par de Zooms, definimos las playlists. Tenemos como varios grupos de WhatsApp: en uno está lo que es producción, en otro más que nada la logística respecto a qué equipamiento se iba a utilizar, la iluminación. Y cada uno iba ensayando en su casa. Cuando se aprobaron los protocolos sencillamente fue juntarnos, mirarnos, contar hasta cuatro y empezar a ensayar.

¿Cómo fue ese reencuentro? ¿Cuánto tiempo estuvieron sin verse en persona?

Cuatro meses, o un poco más. Igual nunca perdimos el contacto. Las primeras llamadas ni siquiera tenían que ver con qué íbamos a hacer con la banda, era más que nada porque nos extrañábamos. Somos una banda que estamos cumpliendo 25 años y por suerte recuerdo pocos fines de semana en mi casa. Entonces, esa situación era bastante extraña: estar en tu casa de una manera forzada, no porque estabas de vacaciones con tu familia o porque era tu tiempo libre, sino por una situación externa como es la pandemia. El contacto lo teníamos igual, nos juntábamos virtualmente a tomar algo, como si estuviéramos en un bar pero por teléfono.

 ¿Alguna vez habían estado tanto tiempo sin verse?

No, jamás. De hecho nosotros, las vacaciones siempre paramos rigurosamente del 23 de diciembre, que es la última fecha hábil que puede haber show, hasta el 15 de enero. Ahí tomamos vacaciones y no puede haber contacto entre nosotros, es para dedicarnos a la familia puntualmente y porque es sano después de estar todo el año mucho tiempo juntos. Y aparte también para dar la oportunidad de extrañarnos. Siempre sucede así pero de esta manera no porque además es forzado, es muy extraño.

La banda ya tiene 25 años, ¿cómo es el recorrido? ¿Qué fueron cambiando en cuanto a letras y estética de la banda?

Un montón, porque son más de nueve discos de estudio, tres discos en vivo, filmamos una película. Fuimos cambiando con el tiempo, como cualquier banda que sea inquieta. Empezamos jovencitos y hoy en día todos tenemos hijos, pasaron muchas cosas que te hacen sí o sí cambiar, no es algo que uno se propone. Generalmente trabajamos de a tres discos, buscamos un contenido y una forma, y después de eso hacemos algo drásticamente diferente, dentro de nuestro mundo. Por ejemplo, decimos: “En este disco vamos a cambiar drásticamente la mirada desde las letras, quizás en vez de ser mas irónicas son mas introspectivas”. O la música, apostar en otros estilos o en sonidos más contemporáneos.

¿Y ahora están trabajando en algo nuevo?

Sí, de hecho estábamos por comenzar los ensayos para grabar lo que iba a ser el sucesor de Motor Música. Lo único que pudimos hacer fue un adelanto que se llama “Todavía”, que salió el año pasado con la participación de Nahuel Pennisi. Ahora estamos preparando lo del Night Show y después nos vamos a meter de lleno a ver si podemos aprovechar y empezar a grabar el disco. Si bien seguimos trabajando en eso cada uno desde su casa, mandando material por mail; para grabar discos, para terminar de componer y en especial para pre-producir, tiene que ser presencial.

Desde el 2015 surgió una oleada feminista muy fuerte en el país, ¿creés que eso les repercutió a la hora de componer y crear?

Hasta ahora no me sucedió de tener la necesidad de escribirlo. En el momento que me surja seguramente lo voy a utilizar. Desde hace años, cuando escribo trato que no tenga género, porque me gusta que interpele a cualquiera. Siempre intenté hacerlo. Por ejemplo, a mi me llaman de radios para musicalizar segmentos de programas. Si me piden 14 temas, lo primero que pienso es que tiene que haber contenido de género. La mitad tiene que ser de chicas y la otra mitad de chicos, para hacerme cargo de eso pero también para que culturalmente sea mucho más rico lo que se está mostrando.

¿Creés que el rock en Argentina es un ambiente machista?

Sí, totalmente. El rock, el futbol, la política. El mundo es machista. Lo que pasa es que ahora está más en boga el hablarlo y ponerlo sobre el tapete. Internacionalmente hubo más artistas femeninas y me parece que en el rock argentino eso costó muchísimo porque no había solistas. En el rock nacional al principio estaban Fabiana Cantilo o Hilda Lizarazu, pero siempre eran coristas y recién después podían hacer su carrera solista. Gracias a Dios eso está cambiando pero falta un trecho por caminar. Hay un paradigma que aparentemente se quebró: yo no creo que sea así, me parece que todavía falta muchísimo más para trabajar. Los femicidios siguen existiendo, la violencia de género sigue existiendo. Incluso con la diversidad sexual. Es algo que está muy institucionalizado en la sociedad y va a pasar un tiempo bastante largo hasta que se pueda quebrar ese paradigma. Mientras tanto hay que seguir trabajando y hacerse cargo.

¿Cómo ves el panorama musical en Argentina en los últimos años y las nuevas movidas como el trap?

Lo veo bárbaro. De todas las músicas nuevas y contemporáneas soy celebrador. De hecho, generalmente nos caracterizamos por eso. Siempre tratamos de generar complicidad con las nuevas generaciones. Es súper copada esa fusión de culturas. Después entiendo que hay una parte más dinosaurio de rock que terminan siendo como jueces: dicen qué es y qué no es rock, cuando el rock teóricamente es libertad. Dentro de la nueva movida del trap hay un montón de cosas que me gustan y un montón de cosas que me aburren, pero no por el género sino porque, al estar en boga y muy en los medios, hay una sobreinformación de artistas que están haciendo todos exactamente lo mismo. Entonces comienzan a repetirse las estructuras, las armonías, como le pasó también en su momento al rock and roll y al punk rock. Aparecieron millones de bandas que sonaban como Los Ramones y eso no quiere decir que el punk rock no estaban bueno.

¿Cómo ves la situación económica de los músicos en este periodo de cuarentena?

Es bastante caótica la situación en general, en todo lo que corresponde a nuestra profesión. No solamente los músicos: los managers, los técnicos de sonido, los iluminadores, el staff, los armadores de escenarios. Nosotros trabajamos mucho en fiestas privadas y en eventos: pienso también en mozos, DJ’s, seguridad. Es desalentador el panorama mirando hacia el futuro, porque fuimos los primeros que paramos y somos los últimos que vamos a comenzar a trabajar. Si bien están los streamings y empezaron los auto-conciertos, no dejan de ser paliativos. No podés hacer ni uno por mes porque también es generar contenido constantemente nuevo con tiempo que no hay. Es bastante difícil la situación, tengo un montón de amigos músicos que están haciendo repartos. También están los que tienen suerte, tienen ahorros y pueden vivir esperando a la nueva normalidad. Pero el panorama es bastante desolador. Y también el poder adquisitivo de la gente es mucho menor. Siempre es un problema pero en medio de una pandemia, la economía mundial está deprimida y se resiente mucho más en cosas que no son esenciales como comer o pagar la cuota del colegio.

Telefonía, internet y cable como servicios esenciales: el debate por la reglamentación

Telefonía, internet y cable como servicios esenciales: el debate por la reglamentación

El 21 de agosto, el presidente Alberto Fernández anunció el Decreto 690/2020. Por un lado, estableció la modificación de varios decretos precedentes y de la Ley 27.078, también conocida como Ley Argentina Digital. De esta forma incorporó la definición de servicio público esencial y estratégico en competencia para los servicios de tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). Por otro lado, el servicio de telefonía móvil pasó a considerarse un servicio público. Además, se suspendieron los aumentos de precios hasta el 31 de diciembre y, desde ahora, serán regulados por la autoridad de aplicación, es decir, el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM).

“La consagración de servicio público es la máxima regulación posible que existe en derecho administrativo. Ahí hay tarifas (y no precios), que el Estado fija. Existe, inclusive, la posibilidad de que el Estado tome esa actividad a su cargo”, dice Ricardo Porto, abogado y actualmente secretario de la Comisión de Sistemas, Medios de Comunicación y Libertad de Expresión del Senado de la Nación.

En cambio, respecto a la definición de servicio público esencial estratégico en competencia, Porto advierte que “es todo un tema». Y agrega: «Algunos consideran que es casi un oxímoron, que es contradictorio. Consideran que un servicio público sólo tiene lugar cuando hay monopolio.  Ese no es el caso de la Corte Suprema que aceptó que cuando la Constitución regula un servicio público no tiene que ser necesariamente monopólico, sino que es indistinto si es en competencia o no”.

El DNU 690 fue aprobado por el Senado el 4 de septiembre, con 41 votos a favor y 26 en contra.

Ariel Graizer es el presidente de la Cámara Argentina de Internet (CABASE), además de ingeniero electrónico especialista en comunicaciones. Esta organización, que reúne a las empresas proveedoras de servicios de acceso a internet y telefonía, lanzó un comunicado el 24 de agosto diciendo que el decreto 690 “pone en riesgo la subsistencia de más de 1200 pequeños y medianos actores del ecosistema de internet, que son PyMEs y cooperativas de capitales nacionales”.

Además, Graizer dijo: “Para nosotros es un problema que se hayan querido resolver los temas de precio y competencia con un decreto. La definición de servicio público en competencia es una definición rara que necesitamos que esté bien reglamentada, porque los servicios públicos normalmente no están en competencia”. Y agregó: “El tema de la fijación de los precios va a ser muy complejo. Más en un mercado que tiene el 80% de sus costos fijados en dólares y donde hay grandes asimetrías entre los tres prestadores dominantes y las distintas PyMEs y cooperativas que damos este servicio en el país”.

El DNU 690 repone lo que establecía la Ley Argentina Digital del año 2014, que fue derogada por el decreto 267 en el 2015. “Implicaba que el Estado podía intervenir para regular el precio por el cual los operadores mayoristas vendían el servicio a los minoristas, para que no lo hicieran a valores desproporcionados y se pudiese lograr precios equitativos, en particular en el acceso a Internet a lo largo y ancho del país. El DNU repone esta medida y la amplía un poco”, explica Bernadette Califano, investigadora CONICET, Doctora en Ciencias Sociales y especialista en políticas de comunicación, medios y TIC.

«Hay que distinguir y definir los alcances de la noción de servicio público, servicio público esencial estratégico en competencia y diferenciarlas de las nociones de servicio de interés público y servicio universal”, dice Califano.

Califano agrega: “El DNU 690 establece que la telefonía móvil va a ser considerada un servicio público. Me parece que la reglamentación del decreto debería avanzar en clarificar qué significan todos estos conceptos y qué implicancias tienen. Hay que distinguir y definir los alcances de la noción de servicio público, servicio público esencial estratégico en competencia y diferenciarlas de las nociones de servicio de interés público y servicio universal”.

Por otro lado, la investigadora CONICET plantea que es fundamental que se implementen regulaciones asimétricas. Es decir, “medidas que tengan en cuenta que en el mercado de servicios de TIC existen distintos tipos de prestadores. Tendría que haber medidas diferenciadas según tipo de actores, según su tamaño, si son prestadores monopólicos únicos en determinadas localidades o si son muchos prestadores. Solo así se podrán generar condiciones de mayor competencia en el mercado”, dice.

En este punto coincide Ariel Graizer y menciona la regulación que se implementó en Brasil durante el gobierno de Lula da Silva: “Hoy en Brasil hay 15 mil operadores que dan servicio y nadie tiene más del 1% del mercado. Y eso fue por una buena regulación que promovió el desarrollo de PyMEs tirando fibra óptica en las localidades más pequeñas. Cosas como esas estamos pidiendo que hagan en la Argentina”.

“Hoy en Brasil hay 15 mil operadores que dan servicio y nadie tiene más del 1% del mercado», ejemplica Graizer.

Para Ricardo Porto, lo más importante para llevar a cabo la reglamentación del decreto es una amplia participación de los distintos sectores. “Lo primero que debería hacer  ENACOM es convocar a todos los actores. Y no me parece que esto sea un formalismo, sino que va a compensar lo que es un DNU, que tiene un menor grado de debate. Si bien es cierto que lo aprobó la Comisión Bicameral y lo ratificó el Senado, con lo cual le da una fuerza legislativa importante, de todas formas no es el debate que tiene una ley. Y la convocatoria también debería incluir a los usuarios”, reflexiona el secretario del Senado.

En la sanción de este decreto también se ve involucrada la televisión paga, porque pasó a ser considerada un servicio TIC a partir del año 2015. “El decreto 267 consideró que los cable operadores no eran más servicios de comunicación audiovisual, sino servicios de TIC; a mi modo de ver, equivocada e inconsultamente. Ahora la consecuencia es esta: al declarar los servicios de TIC como servicio público, los cable operadores están así considerados”, explica Porto.

Al respecto, Bernadette Califano considera que “hay que restablecer cierto tipo de regulación por servicio y no únicamente por soporte de transmisión. La TV por cable no es solamente un servicio de transmisión porque emite contenidos culturales, simbólicos, que influyen sobre la construcción de identidades y sobre la idiosincrasia de las personas, como todo servicio audiovisual. Creo que la reglamentación tiene que avanzar también en ese sentido”.

«La reglamentación debería definir lo que son las tarifas sociales para internet, telefonía móvil y TV paga”, dice Califano.

Y la investigadora también considera que la regulación del decreto debería “definir lo que son las tarifas sociales para internet, telefonía móvil y TV paga”. Por el contrario, el presidente de CABASE dice que el Estado ya tiene una herramienta para resolver esas cuestiones: la definición de servicio universal. “Es un servicio que presta el Estado para que se garantice a toda la población la universalidad del acceso. Aquellos que tengan algún tipo de desventaja o imposibilidad de acceder, el Estado se los garantiza con un fondo: subsidia al abonado para que pueda pagar o subsidia a la empresa para que dé el servicio de forma gratuita, o construyan infraestructura para llegar a esas regiones donde no es rentable llegar”, comenta Ariel Graizer.

“Esa herramienta está desde siempre, todos los países del mundo lo tienen. Todos los operadores de telecomunicaciones de este país aportan el 1% de su facturación para ese fondo y el Estado debería haber hecho primero eso. Después podemos acordar, que es el camino que planteamos nosotros, en hacer un abono social. Pero no a partir de un DNU de prepo, sino en una reglamentación que favorezca el desarrollo”, concluye Graizer.

El DNU 690 fue aprobado por el Senado el 4 de septiembre, con 41 votos a favor y 26 en contra. Queda ahora pendiente una adecuada reglamentación que permita discernir los términos presentados en el decreto y calmar las preocupaciones del sector privado y los usuarios.

“El arte es invaluable y es lo menos remunerado”

“El arte es invaluable y es lo menos remunerado”

Milena Salamanca es la voz joven del folclore argentino. Su vínculo con la música comenzó en el mismo momento que su vida. Las peñas y los encuentros culturales le enseñaron a caminar y también a cantar. Se crió rodeada de músicos y otros artistas del género que le permitieron usar el escenario como un espacio de juego hasta el año 2012, cuando ganó el premio Revelación en el Festival Mayor de Folklore de Cosquín. Desde ese momento, su relación con la música tomó un rumbo profesional. En 2016 presentó su primer disco, decidió vivir de su arte y se mudó sola. Este año está lanzando su segundo álbum, Milena, con la producción de Raly Barrionuevo. En esta conversación, la artista –nacida en La Plata en 1994- reflexiona sobre su nuevo material, el encierro y da un panorama actual del folclore en el país.

¿Por qué decidiste ser artista y dedicarte al folclore?

Yo era muy chica cuando empecé a cantar, en mi casa se escucha y respira mucho folclore. Fue bastante hereditaria la situación de cantarlo. No tuve mucho tiempo ni conciencia; estaba medio implícito. Tampoco se puso en cuestión o me lo preguntaron. Incluso, en su momento, no consumía otras cosas que no sean música de raíz. Después, en función de dedicarme profesionalmente, arranqué a estudiar. Hice el secundario en el bachillerato de Bellas Artes, después empecé a estudiar danzas, y más tarde volví a la Facultad de Bellas Artes. En el medio de todo eso, siempre estuvo pertenecer al escenario porque yo viví toda mi vida en una peña, en un centro cultural. Mi casa era el espacio donde sucedían los encuentros. Vivía en constante relación con los músicos, las guitarreadas, los espectáculos, la comida, la clientela. El juego de estar arriba y abajo del escenario nació y fue creciendo en función de los deseos y el vértigo que te genera tener esa posibilidad. Cuando tenía más o menos 15, empecé a cantar arriba del escenario. Después, en el 2012 gané un premio muy importante en Cosquín y eso me hizo tener que decidirme por hacerme profesional o no. Dejó de ser un juego, ya tenía un compromiso, una presión. Me empezaron a pasar un montón de cosas que me hicieron dar cuenta de que si quería vivir de eso tenía que crearlo y provocarlo.

¿Fue una presión interna o algo del contexto?

Más de contexto. Para mí era un juego Cosquín, no tenía tanto valor consciente en mi vida. Era un deseo, una proyección pero lo vivía como algo que no tenía el peso que sí tomó para mi familia y mis amigos. Los periodistas empezaron a aparecer. Pasé de 500 seguidores a cinco mil en Facebook, tener que hacer una página, que me reconozcan. De repente la exposición fue tal que a mí me generó mucha presión y tuve que tener ciertos cuidados que antes no tenía. Todo eso de golpe es muy intenso. Y generó que no solo tuviera que hacerme cargo de mi talento y lo que yo podía hacer, sino también de lo que quería transmitir, y empezar a articular en función de eso. Ya después en lo personal, si bien era lo que yo quería, no sabía que iba a ser así. Tuve experiencias muy lindas y también muy dolorosas. Toda la presión y la exposición, si no estás preparada, te generan depresión. Se pone en juego la autoestima. Se genera un quiebre.

Y después de ganar el premio, ¿qué pasó?

En el 2016, vino el primer disco y decidí vivir de la música, a los 21. Fue un puntapié muy importante en mi vida. Me mudé sola. Más o menos así se fue generando todo hasta la actualidad, con todo lo que he construido en estos años pude vivir de la música. Se me trabó por la pandemia y lo tuve que transformar. El arte es invaluable y es lo menos remunerado. Queremos vivir de eso pero si todo el tiempo está ninguneado, es muy difícil generar ese vínculo.

¿Y cómo estás llevando el encierro?

Difícil, como todos. Creo que a cada uno se le presenta de una forma distinta. En mi caso me imposibilita salir a hacer shows, tocar, trabajar. El 90% de mi actividad económica pertenece a esa área; entonces, tuve que readaptar mis posibilidades en función a eso. Antes de que suceda todo esto, tenía un disco grabado y ahora estoy presentándolo encerrada, que es rarísimo. Pero estamos reinventándonos en función de las posibilidades. Soy una persona súper activa y positiva así que ando todo el tiempo gestionando no quedarme quieta. Estoy estudiando en la institución de Bellas Artes de La Plata y lo que más me está salvando es dar clases de canto.

¿Cómo es esta presentación del disco en cuarentena?

Rara. La presentación que estoy teniendo es en su totalidad online. En la industria de la música lanzar todo un disco pasa medio desapercibido; entonces se usa mucho editar primero un tema, después otro y otro. En función a eso, sacamos cuatro cortes de difusión, que pertenecen a un esquema visual artístico, que son las cuatro estaciones. Hace poquito sacamos uno que se llama “Fénix en Primavera”. El 31 de julio salió otro que se llama “Mi Gobierno”. En agosto voy a lanzar otro tema que se llama “Flores de Invierno” y en septiembre, otro “de verano”. El material lo tenemos que aprovechar al máximo: culturalmente ya no se escucha todo un disco de 15 canciones. Este que estoy haciendo recién se va a escuchar completo en octubre.

¿Cómo ves al folclore en Argentina?

Está activo, pero no se ve. No es homogéneo el conocimiento en el país. El folclore es lo último del tarro. Hay una idea generalizada de que es lo que los grandes consumen y a mucha gente le resulta aburrido. En mi vivencia es totalmente lo contrario. Hay festivales de música de raíz en todos los municipios de Argentina, hay centros culturales, encuentros, peñas, competencias de danza folclórica. Pero no es lo más difundido, no es lo más exhibido. Hay un cierto contraste en función del sistema capitalista: lo que es vendible y lo que no es tan vendible. En Buenos Aires está mucho más arraigado lo que es vendible. Que no quiere decir que en el folclore no exista, sino que te quieren hacer creer que no es así. Hay una correlación que se disputa y a la vez se corre en función de las necesidades políticas y de moda.

¿Sentís que al ser una representante joven del género lo estás modernizando?

Sí, me gusta reinventarme y no seguir esta idea de que hay que hacer lo que otros ya hicieron. Me gusta crear y formar mi propio camino. No me veo una persona vanguardista pero sí me gusta la idea de transformar y brindar otras posibilidades. El género también ha evolucionado: hay una rama más tradicional y otra que se le dice folclore estilizado. Pero se estiliza en función de que hay nuevos espectadores, nuevas edades. De repente el folclore de ser de multitudes paso a estilizarse y encontrarse en distintos ambientes y aspectos. Internet también provoca que haya conocimiento de otras músicas; entonces, deja de haber una sola música para una región y se genera una diversidad pluricultural.

¿Crees que sufrís estigmas por ser una mujer joven?

Sí, igual fueron cambiando a lo largo de los años. Mi viejo es súper negrito, entonces cuando era chica, alrededor de los 8 años, sentía un rechazo por eso. Después, a los 12, empezó a haber más aceptación y cuando empecé a dedicarme más profesionalmente al escenario, empecé a sentir esta distinción del género, que al hombre le molestaba que una pendeja de 16 años viniera a sacarle tiempo y espacio. Hasta que pasó lo de Cosquín a los 18 y generó como un manto de respeto. De repente empecé a tener más peso y valor. En el ámbito, no deja de existir el ego y las rispideces en función de la envidia. Lo he sentido porque empecé a viajar a festivales: el ninguneo porque soy mujer y soy más chica, ni hablar de que vas a robar espacio. Tampoco es así en todos lados, pero si sucede que es un sector súper machista.

¿Dirías que tiene que ver con la edad porque es un género más tradicional o es machista en general?

Lo segundo. Es machista sin importar edades. Cuando hubo el boom de Ni Una Menos yo tenía 21 años y empezamos a visibilizar ciertas cuestiones que no se decían. Antes era algo energético, raro, y de repente se convirtió en algo real. Hace no muchos años, creo que en 2017, en Jesús María, en la jineteada, ganó una mujer. El premio para los ganadores era 40 mil pesos. Y como ganó una mujer le regalaron una cocina. Le cambiaron el premio. Imaginate, en algo tan tradicional como la doma de caballos, justo viene a ganar una mujer. Yo no sé si esa chica tiene la posibilidad de reclamar el premio como lo vale. Pero es algo que no importa qué edad tengas, está muy arraigado a lo cultural. En Argentina y en el folclore, más todavía. Igual no quiere decir que no exista en otros ámbitos y otros espacios. Pero como puede ser que en 2017 siga pasando eso.  Hace poco salió la ley del cupo femenino del 30% en escenarios; si no nos permiten, no nos dan espacio, ¿cómo quieren que de la noche a la mañana existan buenas cantoras, productoras, compositoras y músicas?