Argentina a un paso de incluir los derechos ambientales dentro de los derechos humanos

Argentina a un paso de incluir los derechos ambientales dentro de los derechos humanos

Este jueves en la sesión de Diputados será tratado el Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe, más conocido como Acuerdo de Escazú por haber sido adoptado en la ciudad de Escazú, Costa Rica, el 4 de marzo de 2018. El Acuerdo ya obtuvo media sanción en el Senado de forma unánime y, en la Cámara de Diputados, un dictamen de comisión también por unanimidad. Resta que el Tratado sea aprobado para que Argentina se convierta en el décimo país en ratificarlo, siendo necesarios once países para que entre en vigencia. Hasta el momento, de los veintidós países firmantes sólo nueve lo aprobaron: Antigua y Barbuda, Bolivia, Ecuador, Guyana, Jamaica, Nicaragua, Panamá, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, y Uruguay. 

La diputada nacional por el Frente de Todos Daniela Vilar afirma que si Argentina ratifica el Acuerdo “se convertirá en líder en temas ambientales, resonando con la reconocida referencia en materia de derechos humanos. El Tratado brinda herramientas concretas para transformar la gobernanza ambiental en Latinoamérica y el Caribe, haciéndola más abierta y participativa. Además, es reivindicativo de la militancia ambiental porque impulsa de manera activa la incorporación de la diversidad de voces, demandas históricas y saberes construidos colectivamente en la elaboración de políticas públicas ambientales”. 

El Acuerdo de Escazú nació a raíz de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20) de 2012. Para Andrés Nápoli, director ejecutivo de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) y uno de los representantes electos ante el comité de negociación, el Acuerdo “brinda herramientas vinculadas con el principio 10 de la Declaración de Río de Janeiro, que hace referencia al acceso a la información, a la participación ciudadana y a la justicia, habida cuenta de que muchos países de la América Latina y el Caribe no tenían legislación vinculada con esos temas o aquellos que la tenían contaban con problemas de implementación, como es el caso de Argentina”.  Por esta razón se elaboró un artículo destinado al fortalecimiento de las capacidades nacionales y a la creación de un Fondo de Contribuciones Voluntarias para apoyar al financiamiento de la implementación en cada país.

Protesta en la ciudad de Rosario por los incendios intencionales en las islas del Delta del Paraná.

El Acuerdo se distingue por ser el primer tratado en el mundo que incluye la protección de los defensores de los derechos humanos en asuntos ambientales. Nápoli explica que “la incorporación de estas disposiciones vino de la mano del pedido del público y de la situación crítica que está viviendo la región. Por ejemplo, uno de los casos más fuertes que nos tocó enfrentar en este tiempo fue el asesinato de Berta Cáceres, una militante de Honduras que murió por defender su territorio en contra de una construcción de represas”. Según el último informe de la ONG Global Witness, en 2019 fueron asesinadas 212 personas defensoras de la tierra y el medio ambiente. Más de dos tercios de los asesinatos ocurrieron en América Latina, por lo que es la región más afectada siendo Honduras el país per cápita más peligroso de 2019. 

Para Luisa Tang, integrante de Alianza por el Clima, una coalición de jóvenes, movimientos y organizaciones socioambientales que luchan por la crisis climática, el reconocimiento de los derechos ambientales da cuenta de una revisión institucional histórica en el proceso de negociación del Acuerdo de Escazú. “Tenemos una deuda por no haber visto antes la vinculación entre los derechos humanos y ambientales. Hay mucho por construir y en el empoderamiento de la juventud surge la necesidad de dar debate y ganar derechos. Por eso este Acuerdo es tan importante. Ya no hay futuro posible en el que no pongamos en debate los impactos ambientales”, asegura Tang. 

A la espera de la ratificación en Diputados, Tang afirma que promover el Acuerdo en nuestro país implica también un gran desafío a nivel regional: “La ratificación en Argentina podría impulsar a que otros países aprueben el Acuerdo para que entre en vigencia”. A la fecha se encuentran a la espera México y Costa Rica, mientras que Chile, a pesar de haber sido el principal impulsor del Acuerdo, comunicó que no lo firmará alegando posibles “controversias internacionales” que pondrían en riesgo la soberanía del país.

Resta por verse qué posición adoptará Argentina en este momento histórico marcado por la pandemia en donde se han expuesto las consecuencias de la crisis social y ecológica.

La brecha de género en las tareas de cuidado aumentó con el aislamiento

La brecha de género en las tareas de cuidado aumentó con el aislamiento

En tiempos en que la actividad económica se contrae, el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado creció 5,9 puntos durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio, según un informe que presentó el martes último la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género. Desde que comenzó la pandemia, los cuidados entraron en la agenda pública como una cuestión prioritaria. Lavarse las manos, desinfectar las compras con lavandina, limpiar el hogar y cuidar a los niños que ya no pueden ir a la escuela se convirtieron en tareas esenciales. Pero, ¿quién se encarga de realizarlas mientras nos quedamos en casa? Las mujeres ejercen el 73 por ciento del total de las tareas domésticas, según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC sobre el primer trimestre de este año. 

Para Ludmila Fredes, licenciada en Relaciones del Trabajo y docente titular de la materia Trabajo, Género y Economía del Cuidado en la Universidad de Buenos Aires, esta distribución desigual se debe a la división sexual del trabajo: “Se construyen roles de género a partir de la socialización desde la infancia y se espera que cumplamos con ellos si nacemos ‘varón’ o ‘mujer’. Al varón se lo asocia con un rol activo en la esfera pública como jefe proveedor y a la mujer se le asignan condiciones más aptas para desarrollarse en la esfera privada, el hogar. Se asocia a la mujer con que es emocional, altruista, sensible y cuidadora”. 

Con el objetivo de promover una distribución más equitativa, el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación lanzó la campaña “Cuidar en Igualdad. Necesidad, derecho, trabajo” que se propone como una herramienta horizontal para recorrer todo el país discutiendo los cuidados. Claudia Lazzaro, directora de Políticas para la Equidad Laboral, Formación del Trabajo y Políticas de Cuidado del Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires, expresó que “la pandemia visibilizó la sobrecarga que tenemos las mujeres y las disidencias en lo que respecta a las tareas de cuidado dentro del hogar, pero también en aquellos trabajos de cuidar que están fuera del hogar, como en el ámbito de la salud, la educación y las trabajadoras de casas particulares”. Por eso, remarcó que “estamos en el momento oportuno para blanquear más fuertemente la brecha de género en los cuidados, una brecha que tenemos las mujeres para desarrollarnos”. Y apuntó que el eje de la campaña está en promover la corresponsabilidad de los cuidados: “Es importante plantear que no somos sólo las mujeres y las disidencias las que tenemos que cuidar, sino también los varones. Es necesaria una construcción colectiva de toda la sociedad para cambiar el cómo cuidamos, el cómo criamos e ir hacia un modelo cultural más equitativo. Y a la hora de construir el cambio cultural hay que pensar en cinco R: reconocer, recompensar, redistribuir, reducir y representar”. 

Por otro lado, a esta situación de sobrecarga en los cuidados se suma la tensión por compatibilizar las tareas domésticas con el trabajo. Según una encuesta de Unicef Argentina, el 51 por ciento de las mujeres entrevistadas expresó que durante el aislamiento social ha sentido una mayor sobrecarga de las tareas del hogar. En el informe se indica que las causas de la sobrecarga son: la limpieza de la casa (32%); la carga de cuidados (28%); la preparación de la comida (20%) y la ayuda con las tareas escolares (22%). A su vez, 4% de las mujeres reporta una mayor carga laboral.

En materia legislativa, las tareas de cuidado fueron incorporadas a la nueva Ley de Teletrabajo. En el artículo 6º se establece que las personas tendrán derecho a horarios compatibles con las tareas de cuidado a su cargo y/o a interrumpir la jornada.  Para Fredes es “sumamente importante que la ley tenga perspectiva de género y que se haya pensado en la doble jornada laboral que llevan a cabo las mujeres”. Y agregó la necesidad de reflexionar sobre tres aspectos para la reglamentación de la ley: “Cómo garantizar el derecho a la desconexión; cómo evitar que el ejercicio de este derecho no sea desarrollado en función de roles de género y, en consecuencia, se feminice; y cómo prevenir que las personas que solicitan teletrabajar no vean interrumpidos sus horizontes laborales. Es decir, evitar las figuras de techo de cristal porque el teletrabajo no solo aísla sino que también puede reducir la cercanía con los puestos de poder”. 

Otra cuestión es la representación sindical en las tareas de cuidado. “El problema es que es el único trabajo que no se paga, es un trabajo que no se considera trabajo. Entonces, tenemos que luchar por que se reconozca a nuestro sindicato”, afirmó María Lucila “Pimpi” Colombo, Secretaria General del Sindicato de Amas de Casa de la República Argentina (SACRA). Con respecto a la pandemia, Colombo aseguró: “Es una oportunidad tremenda para visibilizar este tema, por eso, volvimos  a presentar en el Senado un proyecto para incorporar la jubilación del ama de casa y dejar de depender de las moratorias. Otra cosa que estamos tratando, pero no está caminando, es que el Banco Central adopte una disposición para que los bancos puedan considerar a las amas de casa como sujetos posibles de crédito”.  En tiempos en que el cuidado y quedarse en casa son las únicas herramientas para prevenir al coronavirus, se vuelve urgente reconocer el valor del trabajo de cuidados para encaminarnos hacia la igualdad y justicia de género.

La cuarentena desnudó al gordoodio

La cuarentena desnudó al gordoodio

Samanta Alonso prefiere hablar de gordoodio y no de gordofobia. “Decir que es una fobia es patologizarlo”, explica.

Desde que se decretó el aislamiento social preventivo y obligatorio comenzó una nueva normalidad limitada al interior del hogar. Esto hizo que tome fuerza la idea de que otra pandemia está al acecho: la obesidad. Así lo evidencian los memes que inundaron las redes sociales anunciando que de la cuarentena “vamos a salir rodando”. 

Jesica Lavia, nutricionista y coautora del libro Pese lo que pese, explica: “A mí me molesta mucho cuando se habla de obesidad como pandemia porque la obesidad no es una enfermedad contagiosa, así que es imposible que sea una pandemia”. Lavia plantea que la obesidad no es una enfermedad “sino que es un factor de riesgo para otras enfermedades”. Y remarca: “Es importante correr el foco puesto en el peso. Tenemos tanto el ojo puesto en el peso que nos olvidamos de todo lo demás. Lo único de lo que hablamos es de hacer dietas para adelgazar y no para tener una alimentación saludable. Me interesa hablar de una alimentación saludable más allá del tamaño de nuestros cuerpos, porque una alimentación saludable en la diversidad corporal es posible”.

Para Lux Moreno, profesora en Filosofía y activista gorda, es interesante que en una situación de emergencia sanitaria aparezca como una preocupación central la posibilidad de engordar. “Lo que pasó con el aislamiento fue un refuerzo de las normas sociales sobre los cuerpos que implican que no sólo tenés que cumplir con la cuarentena, sino que también tenés que cuidar tu cuerpo y no subir de peso. Porque lo primero que te puede llegar a pasar es subir de peso. Entonces, ¿por qué le tenemos más miedo a engordar? El miedo a engordar tiene que ver con ser visible socialmente, con el éxito social. Y un cuerpo fuera de la norma es un cuerpo que no es productivo ni cumple con las expectativas de mercado”, afirma Moreno. 

“No solo hay que cumplir con la cuarentena, sino que hay no subir de peso en ella», dice Moreno.

El miedo a engordar se conoce con el nombre de gordofobia. Aunque la Real Academia Española no reconozca el término, se lo entiende como el rechazo hacia las personas que no tienen un cuerpo hegemónico. Sin embargo, desde el activismo gordo prefieren hablar de gordoodio. “Decir que es una fobia es una manera de patologizarlo”, explica Samanta Alonso, activista gorda y directora de la agencia de modelos de talles grandes Plus Dolls.  “La discriminación y las violencias que se ejercen tienen que ver con una construcción social de lo que implica ser gordo o gorda en un mundo pensado solamente para personas flacas. Se asocia la gordura con algo negativo y con una persona enferma, quedada, que no es atractiva. Y llevar todo eso a un contexto de cuarentena,  trae esta cuestión de ‘si no podemos hacer nada, comemos. Y si comemos vamos a terminar gordos’.  Eso habla del vínculo que tenemos con la comida, hay mucha gente que le tiene miedo. ¿Cómo hay gente que no pueda disfrutar de tomar mates con medialunas?”, se pregunta Alonso. 

Lo que hizo la cuarentena fue poner en relieve problemáticas sociales ya existentes. “Aumentó la intensidad de la discriminación -indica Alonso-. Quedó en claro que el miedo a la gordura es real, no queremos ser gordos. Y haríamos cualquier cosa por no serlo”.  Desde la ONG Anybody, una de las impulsoras de la Ley Nacional de Talles, advierten que los cuerpos que no encajan con los estándares de belleza son cuerpos en peligro de extinción. Por eso, plantean la necesidad de visibilizar la diversidad corporal. “No tenemos por qué normalizar nuestros cuerpos en pos de alimentar una industria que se llena de dinero con nuestras inseguridades y que trae problemas alimenticios en muchas personas, sobre todo en la adolescencia. Cada vez son más jóvenes las personas que registran que su cuerpo no está bien, que no es el deseado”, expresa Mercedes Estruch, integrante de Anybody. Argentina es el segundo país en el mundo con mayor cantidad de casos de trastornos de la conducta alimentaria, según la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA). 

«Muchos hablan en nombre de la salud, pero en verdad no les importa. Porque la salud también es mental», dice Alonso.

Frente a la viralización de discursos discriminatorios durante la pandemia, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) ha publicado un informe sobre gordofobia, en el que se invita a reflexionar sobre “los resultados violentos y excluyentes que generan los discursos gordofóbicos”. También, se indica que la obesidad y el sobrepeso se ubican en el segundo lugar dentro de los tipos de discriminación más mencionados. Sin embargo, la discriminación por el aspecto físico suele ser minimizada. Alonso explica que muchas veces se tilda a los activistas de exagerados: “Nos dicen que ya no se puede hacer chistes con nada, pero cuando un chiste hace daño deja de ser un chiste”. En línea con esto, Moreno plantea que “los memes gordofóbicos son replicantes culturales. Esto quiere decir que de forma masiva expanden sistemas discursivos gordofóbicos. Con los memes expandemos situaciones de violencia y la reproducción de esa violencia es sostenida como algo que está bien. Burlarse de una corporalidad específica tiene que ver con señalar que esa corporalidad no es normal, y no sólo que no es normal, sino que no es deseada. Eso permite el gordoodio, la violencia sobre los cuerpos diferentes”. 

A su vez, la expansión de los memes tuvo su correlato con el aumento de la opinión sobre el cuerpo de los otros. “Hay un recrudecimiento de los dispositivos de vigilancia, de los policías de los cuerpos en las redes sociales- advierte Moreno-. Pero no nos ponemos a pensar sobre algunos privilegios, como el espacio físico para hacer ejercicios o el privilegio de la alimentación. No todo el mundo tiene acceso a los alimentos y eso lo vemos con el creciente trabajo en los barrios vulnerados con los operativos de bolsones de alimentos”.

“Los memes gordofóbicos son replicantes culturales», señala Lux Moreno.

Para ponerle un freno a la gordofobia, tanto Moreno como Alonso coinciden en que se puede empezar cambiando conductas en lo cotidiano, como dejar de naturalizar los memes. “Creemos que tenemos el derecho de opinar sobre el cuerpo de otra persona y la realidad es que no. Con la opinión uno puede hacer un daño. Muchos hablan en nombre de la salud, pero en verdad no les importa nuestra salud. Porque hablar de salud también es hablar de nuestra salud mental. Entonces, la opinión en el bolsillo”, concluye Alonso.

Aislados en un mundo hiperconectado

Aislados en un mundo hiperconectado

Cuando a mediados de marzo se desató la pandemia del COVID-19 sucedió algo impensado en un mundo hiperinterconectado: los países, uno tras otro, decidieron cerrar sus fronteras para frenar la propagación del virus. Desde entonces, algunos sueños quedaron truncos, como el viaje de estudio de un grupo de alumnos de Ingeniería de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN)-Regional Córdoba. En principio, el itinerario contemplaba recorrer a bordo de diez motorhomes más de sesenta ciudades y múltiples empresas alrededor de toda Europa en cuatro meses. La travesía es organizada desde hace cincuenta años por la Asociación Vocacional de Estudiantes e Ingenieros Tecnológicos (AVEIT) y es exclusivamente financiada con las rifas que venden los estudiantes a lo largo de toda su carrera universitaria.

“Empezamos el viaje en Barcelona y de ahí íbamos a ir hacia el norte, pero como se hablaba de que iban a cerrar las fronteras cruzamos directamente a Francia”, contó a ANCCOM Gino Favero Navarrete, estudiante de Ingeniería Electrónica. El plan era cruzar en ferry hacia el Reino Unido, pero solo las tres primeras motorhomes pudieron lograrlo. Para cuando llegó el resto, Inglaterra ya había cerrado sus pasos fronterizos.

“En Francia no nos podíamos quedar porque es muy caro así que por descarte decidimos ir a Bélgica. Un profesor acompañante nos sugirió ir a la ciudad de Gante porque tenía un amigo y ahí nos quedamos hasta el día de hoy”, explicó Gino desde el salón de usos múltiples que les prestaron de la Oficina de Turismo de Gante para cocinar y ducharse.

Cuando llegaron a Bélgica, se quedaron en el primer estacionamiento que consiguieron, aunque no contaban con el permiso. Finalmente, el 17 de marzo, el grupo de 37 argentinos fue escoltado por la propia policía al estacionamiento donde se encuentran actualmente y cuentan con agua y electricidad de forma gratuita.

“Hay chicos que están muy frustrados y dicen: ‘Yo no quería venir a hacer esto’ y hay otros que pensamos ‘Así nos tocó el viaje y tenemos que aprovecharlo'», dice Gino.

Por otro lado, Gino destaca la solidaridad de los habitantes de Gante, una de las ciudades más importantes de Bélgica: “Salimos en los medios de acá y la gente nos empezó a traer un montón de comida, desde sopas hasta cervezas. Hay una señora que viene casi todos los días a llevarse la ropa sucia y, al otro día, trae todo limpio y seco. Y lo hace gratis. Tuvimos mucha suerte de llegar a este lugar, la gente es especialmente agradable, sabemos que en otros lugares no son así”. Por eso, se anotaron en distintos voluntariados para retribuirles algo de todo lo que recibieron: “Trabajamos en una granja, también en un centro de deportes, donde había muchas tareas para hacer, desde sacar yuyos hasta construir un deck con pallets. Hicimos muchos trabajos siempre teniendo en cuenta que no podemos estar todos juntos porque la gente llama a la policía, piensan que estamos haciendo algún tipo de reunión. Ahora nos anotamos para dar comida en una iglesia. Siempre salen cosas nuevas”, explicaron.

Después de 50 días en Gante, los jóvenes han podido recorrer buena parte de la ciudad dado que la cuarentena en Bélgica es más flexible que en Argentina, a pesar de contar con más de 7.000 muertos por coronavirus. Está permitido caminar de a dos personas, salir a correr y andar en bicicleta, ya que el gobierno recomienda hacer actividad física como una estrategia para combatir el coronavirus.

Con respecto a cómo van a seguir el viaje, Gino plantea que no tienen una idea general: “Cada uno lo maneja diferente, hay chicos que están muy frustrados y dicen: ‘Yo no quería venir a hacer esto’ y hay otros, donde me incluyo, que pensamos ‘así nos tocó el viaje y tenemos que aprovecharlo’. La visita técnica más importante que teníamos era la feria de Hannover, que es la feria tecnológica más grande del mundo y también se canceló. Ya el viaje no va a ser igual, pero bueno. Igualmente, en los dos casos, hay que esperar a que esto se regularice porque para volver a la Argentina hay que dejar las motorhomes en España, donde las alquilamos y ahora es imposible cruzar las fronteras. También, para los que queremos seguir, las condiciones no son óptimas. Abandonar estas comodidades para seguir el viaje, por ahora, no es una opción.”

«Tomamos clases en la casa, como podemos, También miramos películas, nos maquillamos… tratamos de pasarla bien porque no queda otra”, dice Serena.

Del otro lado del Atlántico, seis adolescentes de entre 15 y 17 años, oriundos de Jujuy, Formosa, Misiones y Córdoba, quedaron varados en New York, el epicentro mundial de la pandemia. Habían viajado a mediados de enero por una beca de estudio otorgada por la Vassiliev Academy of Classical Ballet para perfeccionarse en la danza clásica. Hasta el momento, sólo una de ellos ha podido regresar al país.

Serena Leoni, una de las jóvenes bailarinas, conversó con ANCCOM desde el departamento en el Bronx que comparte con sus compañeros y dos maestros: “Nuestros profesores están a cargo de nosotros y nos apoyan cuando estamos un poco tristes. Siempre tratan de levantarnos el ánimo, queremos estar lo mejor posible en estos momentos tan difíciles. Todos estamos lejos de nuestras familias y estamos angustiados porque extrañamos muchísimo a nuestras casas. Pero estamos bien de salud y estamos bien cuidados, por ejemplo, cuando vamos al supermercado nos ponemos guantes, lentes y barbijos, todo lo necesario.”

Si bien la cuarentena no es obligatoria en Estados Unidos, los jóvenes decidieron aislarse voluntariamente. “Nuestros profesores cancelaron las clases porque está primero la salud. No queríamos seguir usando el metro porque es una de las cosas más peligrosas. Ahora tomamos clases como podemos en la casa o hacemos abdominales. También miramos películas, nos maquillamos… tratamos de pasarla bien porque no queda otra”, agregó Serena.

Los jóvenes piden que su vuelo sea confirmado cuanto antes ya que podrían quedarse sin alojamiento. Gracias a la intervención del Consulado argentino lograron extender el contrato de alquiler hasta el 15 de mayo. “Cada vez que nos cancelaban un vuelo, Aerolíneas Argentinas nos decía que era reprogramado para otra fecha. Y uno se prepara mentalmente, hace sus valijas, dice ‘la semana que viene voy a estar con mi familia’ y, dos días antes, te cancelan el vuelo otra vez. Eso es lo que más nos duele”, explicó Serena, quien tendría que haber regresado a Misiones el 18 de abril.

Según el último informe del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, a cargo de Felipe Solá, el 88,7% de los argentinos que estaban varados en el exterior ya regresaron al país. Entre el 17 de marzo y el 16 de abril ingresaron 168.140 argentinos o residentes, mientras que se estima que unos veinte mil argentinos, distribuidos en 82 países, expresaron sus deseos de volver y aún no pudieron hacerlo. Los vuelos de repatriación son coordinados por la Cancillería argentina, la cual define los listados de pasajeros de acuerdo a las prioridades establecidas por los protocolos sanitarios. Para eso, se les pide a los argentinos varados canalizar las solicitudes a través de las oficinas consulares.

En los últimos días, la Cancillería recibió más peticiones de repatriación. “Se fueron sumando argentinos que pierden su trabajo y deciden volver a Argentina definitivamente, además de estudiantes que estaban en becas o en programas de Work and Travel”, declaró el canciller Felipe Solá.

«Nos estamos quedando sin dinero, por eso llegamos a dormir en el aeropuerto. Nuestros días acá son de incertidumbre”, concluyó Brian.

Tal es el caso de Brian Antiman y Julieta Iribarren, una pareja de neuquinos que había viajado en diciembre a Estados Unidos para trabajar la temporada de invierno en un centro de esquí en Utah. Debido a la pandemia, se quedaron sin trabajo antes de lo previsto y viajaron hasta Miami para intentar regresar a la Argentina, donde Brian estudia contabilidad en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y Julieta arquitectura en la Universidad de Buenos Aires (UBA).

“En septiembre del año pasado habíamos sacado los pasajes para volver de Miami, porque es uno de los lugares más baratos para ingresar y salir de los Estados Unidos. Nuestra fecha de regreso era el 26 de marzo con la Aerolínea Boliviana de Aviación pero nos lo cancelaron. Nos lo habían reprogramado para abril, después para el 3 de mayo y ahora volvieron a posponerlo para junio”, dijo Brian Antiman.

Desde que se quedaron sin trabajo, fueron pasando de hostel en hostel buscando lo más barato. Incluso hasta fueron desalojados por la policía dado que, por una ordenanza de la Ciudad de Miami, todos los alojamientos deben permanecer cerrados. “Por suerte, una argentina nos consiguió otro hostel, pero estábamos de manera ilegal”, agregó Brian. Y advirtió acerca del momento de angustia que están atravesando: “Ya no tenemos plata para comprar un ticket aéreo con Aerolíneas Argentinas o LATAM, las aerolíneas que sí pueden ingresar a la Argentina. No sabemos cuándo vamos a volver y nos estamos quedando sin dinero, por eso llegamos a dormir en el aeropuerto. Nuestros días acá son de incertidumbre”, concluyó Brian.

“La estrategia de fake news es un ejercicio de poder”

“La estrategia de fake news es un ejercicio de poder”

“Si pudiéramos retrotraernos al origen de las redes sociales, ese momento en el cual por primera vez dos usuarios compartieron la foto de un gato dormido en el regazo de un perro, nos resultaría difícil imaginar el mundo político-mediático que habitamos hoy”, afirman Ernesto Calvo y Natalia Aruguete al comienzo de Fake news, trolls y otros encantos. Cómo funcionan (para bien y para mal) las redes sociales (Siglo XXI Editores).  En la era de la hegemonía digital, donde las redes sociales se han convertido en el principal medio de acceso a la información, resulta fundamental entender cómo funcionan. Para Natalia Aruguete, doctora en Ciencias Sociales e investigadora del CONICET, las redes sociales están muy lejos de ser democratizadoras y “nos alejan de aquellos que no piensan como nosotros”. Advierte que no son lo mismo las fake news que las noticias falsas y que cualquiera puede ser víctima de violencia virtual. También, reflexiona acerca de qué tipos de fake news se propagan en tiempos de aislamiento social obligatorio y considera que en las redes también hay “resquicios para la resistencia social, cultural y política”. 

El libro se titula Fake news, trolls y otros encantos, ¿vivimos una suerte de encantamiento por las redes sociales? 

Sí, estamos absorbidos por nuestro consumo de redes sociales, pero ese encantamiento es complejo: tenemos situaciones de disfrute y también de mucho malestar porque son espacios de comunión, encuentro y, al mismo tiempo, de mucho maltrato y violencia. Por eso, me parece que no es un encantamiento fácil para nosotros, sino que nos contradice mucho. 

Si nos contradice y sufrimos, ¿por qué quedamos atrapados en ellas? 

Porque nos da placer el hecho de compartir con otros conocimientos, emociones, espacios de coincidencias ideológicas. Las redes sociales funcionan de manera tal que nos llevan a convivir en comunidades muy homogéneas en términos de los valores y creencias que compartimos. Y como además, el funcionamiento orgánico de las redes sociales permanentemente nos devuelve esa coherencia con nuestras cosmovisiones de manera aumentada, habitamos un lugar placentero. Lo que ocurre es que ese lugar placentero tiene sus perjuicios que tienen que ver, fundamentalmente, con la entrega de nuestra intimidad y la publicitación de nuestros datos personales y, en la mayoría de los casos, sin saber la magnitud de esa entrega. 

¿Estamos forjando una nueva forma de socialización? 

No sé si pensarlo en términos de una nueva socialización. Es una socialización que tiene sus singularidades porque vamos armando narrativas y discursos alrededor de los asuntos de interés públicos. Esas narrativas son muy homogéneas y nos hacen alejarnos de la diversidad, en el sentido de que nosotros evitamos las cosmovisiones que son contrapuestas a las nuestras. En ese punto, podríamos decir que esa socialización nos hermana más en comunidades de valores y nos aleja más de aquellos que no piensan como nosotros. Sería una suerte de balcanización de las narrativas. Eso no depende exclusivamente de los usuarios, tampoco de los algoritmos de las redes sociales, sino que puede ir variando en función de qué tipo de activaciones discursivas, de relaciones e interacciones producen los distintos temas que se ponen en discusión. Podemos polarizar con otros alrededor de una campaña electoral o de una situación como el #Tarifazo en la Argentina, pero también podemos tener una mirada más consensuada con otros usuarios alrededor de un evento político como #AbortoLegal. Depende de la convivencia de estas tres dimensiones de análisis: los usuarios, las redes con sus algoritmos y la activación que generan distintos temas de interés público. 

A los tradicionales estudios sobre las agendas política, mediática y pública, ¿habría que agregar una agenda de redes? 

Hay que pensarlo de manera muy distinta. Si pensamos la relación entre medios de comunicación y públicos en el escenario virtual, no hay un público homogéneo que responda de manera masiva a un mensaje. Si a eso se le agrega el dinamismo del escenario virtual donde los algoritmos distribuyen la información de manera personalizada, ocurre que la capacidad de instalar agenda de un medio de comunicación va a ser entre sus iguales y no entre un público generalizado, masivo, ni homogéneo. Si lo pensamos en términos de efectos de encuadre, en las redes sociales los encuadres se van armando local y comunitariamente, en el sentido de que los usuarios de distintas jerarquías van aportando fragmentos que terminan de conformar un encuadre. En distintas regiones de la red se arman distintas interacciones entre usuarios, quienes co-construyen múltiples encuadres sobre un mismo tema de interés público. Por ejemplo, en el caso del evento político “Santiago Maldonado” había dos grandes burbujas porque la interacción en Twitter se había polarizado profundamente. Estaba la burbuja más vinculada cognitiva e ideológicamente con el kirchnerismo, que era contrapuesta a la burbuja identificada con el macrismo. En esas dos grandes burbujas se armaron definiciones distintas de lo que fue el evento. Del lado de la burbuja kirchnerista, la percepción que había era la de una desaparición forzada donde el Estado era responsable, mientras que del lado macrista se entendía que lo de Maldonado había sido un aprovechamiento electoralista del kirchnerismo.

¿Se podría elaborar un instructivo para desarrollar cierto tipo de red con impactos específicos?

Sí, es posible intervenir políticamente en las redes sociales. Para lo cual hay que hacer diseños, estrategias, etcétera. Pero no está garantizado el éxito de esos diseños políticos porque las autoridades en la red (dirigentes políticos, medios tradicionales, celebrities) proponen determinadas percepciones y agendas, pero el usuario es el que dispone en qué medida activa y propaga esas agendas o las evita. Si las ignora, esas agendas caen. 

En el nacimiento de las redes sociales, se pensaba que llegaban para democratizar la comunicación.  Pero, en los casos que analizan en el libro, como en el #Tarifazo o #Maldonado, se observa que siguen siendo muy importantes las instituciones mediáticas tradicionales a la hora de propagar mensajes en redes….

En el libro planteamos una hipótesis que está muy lejos de pensar a las redes sociales como democratizadoras. Lo que sí puede ocurrir es que determinados movimientos o dirigencias promuevan una conversación menos polarizada y más saludable en términos discursivos. Ahora, nosotros seguimos teniendo una distribución personalizada en las redes sociales, muchas veces con un aprovechamiento político o comercial, y eso hace que de todas formas no tengamos acceso a toda la información que circula en las redes sociales. Por lo cual, no somos libres de elegir entre todos los mensajes que circulan porque simplemente no tenemos acceso a eso. Ahí es donde creo que esa personalización y la recepción de un “diario de Yrigoyen” donde las noticias están armadas para mi supuesto placer cognitivo, en realidad,  me impiden encontrarme con una diversidad informativa. Eso no es democratizador en términos comunicacionales. 

¿Estamos ante la paradoja de vivir interconectados, pero cada uno en su propia burbuja?

Más que la sensación de estar interconectados entre todos es la sensación de que estamos interconectados entre iguales. Es la sensación de que todos somos mayoría. Eso se da porque al interior de la burbuja se arman relaciones entre aquellos que piensan igual, lo que deviene en una cámara de eco que amplifica la percepción que se tiene de la realidad social.  Entonces, hay un placer de sentirse mayoría pero lo cierto es que nosotros no sabemos qué está pasando en la burbuja contraria, cuyos mensajes no observamos porque los algoritmos distribuyen la información de manera tal que no nos encontramos con la información que está en la otra burbuja. Por lo cual, no podemos saber qué nos pasaría si nos encontráramos con esos mensajes.

En el libro postulan que el caso #AbortoLegal se trata de una antirred, ¿por qué?

El caso #AbortoLegal es una red muy singular que no tiene burbujas opuestas. Hay una burbuja conformada por una gran comunidad verde, que pertenece a los colectivos de activistas de género, a la que se le adosa la comunidad compuesta por los dirigentes políticos y medios de comunicación. En otras ocasiones estas comunidades suelen estar en burbujas separadas, por eso decimos que el caso de aborto es una antirred porque es una red despolarizada. Nuestra hipótesis es que la política estuvo por encima de las mezquindades partidarias. 

En otro apartado del libro analizan las fake news, ¿cuánto han contribuido las redes sociales a su desarrollo? 

En realidad, no son las redes sociales per se las que impulsan las fake news. Sí es cierto que en la interacción virtual, la propagación de fake news tiene mayores velocidades que en un escenario analógico. Por otro lado, se agrega la personalización en la distribución de la información, lo cual hace que se usen las fake news como forma de atacar al oponente y mandarlo a silencio. Las dos grandes motivaciones que están detrás de una estrategia de fake news son vaciar de contenido el escenario discursivo o energizar a los propios para reforzar sus creencias. Es importante aclarar que una estrategia de fake news no necesariamente es lo mismo que hablar de noticias falsas porque cuando hablamos de noticias falsas nos referimos al contenido. Un contenido puede no estar verificado sin tener que ver con una decisión deliberada o con una estrategia política detrás. 

En el libro mencionan la idea de un “Triángulo de las Bermudas” que conecta a los partidos políticos, los medios y los trolls

Sí, ahí pasan cosas que pueden convertirse en mecanismos muy oscuros que posibilitan llevarnos a ser víctimas de violencias virtuales y además participar de ellas, consolidarlas y propagarlas. Hay un punto ciego ahí donde se pueden dar convivencias de distinto tipo y algunas pueden ser muy nocivas. 

¿Los trolls son los operadores políticos del siglo XXI?

Efectivamente, los trolls están detrás de una estrategia política de ataque virtual. Pueden tener un fin último comercial o meramente político, pero lo que hay allí es una capitalización política de una estrategia de daño.  Lo que interesa no es que la información quede grabada en nuestras memorias, lo que interesa es atacar. 

¿Cuál es la diferencia entre un troll y un bot?

Un bot es un robot, una cuenta automatizada que replica información. En cambio, un troll tiene a algún sujeto detrás que está diseñando discursivamente un mensaje. El troll, en la medida en que se coordine con otras cuentas, puede generar narrativas que sean coherentes con los usuarios que tiene a su alrededor o diseñar una narrativa opuesta a un usuario que participe de una comunidad contraria. Pero, además de la coordinación, es necesario que los trolls sean autoridades en la red. Por otro lado, los trolls no necesariamente son cuentas anónimas, hay dirigentes políticos, celebrities. El ejemplo más encumbrado es el presidente de Estados Unidos, que usa su autoridad en la red para atacar al oponente y a la vez energizar a los propios. Entonces, no importa lo que diga, él va a tener la razón porque tiene poder para decirlo. La estrategia de fake news es un ejercicio de poder.

En la pandemia que estamos atravesando,  ¿el encierro contribuye a la propagación de fake news?

Sí, pero por otros motivos. No es que uno tenga predominantemente una estrategia de desinformación, aunque sí haya algunos casos. Me parece que en su gran mayoría las motivaciones que nos llevan a la propagación de noticias falsas es la necesidad de llenar vacíos en la información que tenemos frente a la incertidumbre y a la angustia que nos genera no saber qué va a pasar con esta pandemia. 

¿Realizaron algún análisis preliminar sobre cómo está circulando el caso coronavirus en las redes? 

Nosotros no estamos viendo todavía una fuerte polarización, ni en el escenario virtual ni en el escenario de la opinión pública. Entonces, la capitalización política de una estrategia de fake news no tiene tanto asidero en este momento, donde todavía está contenida la polarización. Eso no obsta que pueda incrementarse la polarización pero, en principio, no se observa mucha disparidad en las opiniones de quienes votaron por el Frente de Todos y a Juntos Por el Cambio, por lo menos en lo que hace a las medidas de gobierno y a los sentimientos de riesgo frente a la pandemia. 

En las conclusiones afirman que el libro está destinado a convertirse en una suerte de manual de alfabetización digital para los ciudadanos del siglo XXI. ¿Cómo podríamos despolarizarnos, burlar a los algoritmos?

No podemos burlar a los algoritmos pero sí podemos conocer quiénes somos dentro del gran mapa de redes sociales. Solos somos nadie, unidos somos colectivos con capacidad de resistencia y de forjar miradas alternativas de la realidad social. Todas estas cuestiones son posibles en un escenario súper condicionante pero donde también hay resquicios para la resistencia social, cultural y política. En ese punto, el libro no solamente es un trabajo académico, sino que además se propone como una herramienta política de conocimiento para poder generar resistencias políticas en el diálogo en redes sociales.