Yo aborté, para la ley argentina soy una delincuente

Yo aborté, para la ley argentina soy una delincuente

Dice lo que piensa y escribe sobre el dolor propio y ajeno. Nunca imaginó que un día seis millones de usuarias y usuarios leerían en 72 horas el posteo que publicó a escondidas desde el escritorio de un call center de Once. “Bancátela”, lo tituló. Hasta hoy, más de seis mil mujeres le han contado sus historias en su página de Facebook No me calmo nada. Zuleika Esnal las lee a diario y responde todos los mensajes. Estoy acá, mujeres sobrevivientes se llama su primer libro que está por salir a la luz editado por Grupo Editorial Sur. Son 107 testimonios seleccionados de los miles que recogió. En el patio interno de su casa en Colegiales, en una tarde calurosa de abril, dialoga con ANCCOM.

¿Cómo vivís la publicación del libro?

Feliz. Ya está en imprenta. Si alguien hace unos años me decía “escribite algo para que 6.500 mujeres hablen de lo que les pasó, 54 dejen su casa, siete denuncien a su violador y 250 den una mano gratuitamente a otra”, me hubiera muerto de risa. Hoy es real.

¿Es verdad que viralizaste desde un call center la página No me calmo nada?

Exacto. La tengo desde 2015 pero tenía 300 seguidores entre amigos y conocidos. Un día leo en el trabajo que violan a una chica de 16 años en Brasil entre 33 hombres. Ella declara: “El alma duele más que la vejiga destrozada y es más difícil de sanar”. Indignada y a escondidas, al día siguiente escribí el relato Bancatela. Lo puse público por sugerencia de una amiga. A los tres días me contacta un periodista de El País de España y me dice que estoy en la edición digital del diario  ya que lo que escribí fue compartido 36 mil veces y leído por 3 millones de personas en Argentina. Me quedé paralizada. Al rato llego a casa y tenía  57 mensajes de mujeres de distintos países de Latinoamérica contándome todo tipo de experiencias vinculadas a la violencia de género.

¿Cómo te manejaste en esos primeros casos?

Siempre igual, cuando quise preguntar algo lo pregunté, sin vueltas, con respeto y mucha inocencia. A veces se confunde la empatía con el ponerse en el lugar del otro y eso es imposible. Yo no sé qué es que tu papá te viole, a mí jamás me levantaron la mano. No sé lo que es sentir un puño en el medio de la cara. Tampoco lo tengo que saber para ayudarte.

De estas historias nace la obra teatral Piel de cordero

La escribí en un solo día luego de meses de ir procesándola. Somos tres actrices en escena tratando de abarcar los diferentes matices. En el último monólogo habla una chica muerta en primera persona, Rocío Juárez de Zárate. A mí me escribió su amiga. Me cuenta que Rocío se fue a comer un asado un domingo al mediodía con amigos y no volvió nunca más. La violaron y mataron entre dos hermanos. Ella aparece al final de esta obra porque también tenemos que hablar por las que ya no están.

¿Qué pasa en la sala?

Termina la obra y la gente se queda. Han pasado cosas maravillosas. Por ejemplo, que se levanten mujeres una por una a decir sus nombres o que termine todo el teatro de pie gritando “¡estoy acá!”.

Zuleika Esnal sentada en la escalera del patio de su casa junto a su perro.

Zuleika Esnal, actriz, escritora y creadora de la página «No me calmo nada».

¿Sufriste amenazas?

Sí, a través de Facebook, han averiguado la dirección de mi casa, me han escrito que me van a venir a buscar. Yo elijo seguir porque si me pasa algo, ya está, yo no me muero más. Estoy en cada mujer que habló, en cada piba que no podía y ahora puede. En esa chica que no salía de la puerta de su casa porque la violaron mientras dormía y ahora me manda una foto desde Plaza de Mayo con una pancarta enorme.

¿Cuál es tu postura sobre el aborto?

Yo aborté. Tarde 23 años en poder verbalizarlo. Deseo que nadie tenga que hacerlo como yo, escondida, muerta de miedo y sola en Lanús. Con un médico que ni me miró la cara y lo único que se dignó a decirme fue que tomara el antibiótico porque no se pensaban hacer cargo de una infección. Si ahora estoy horas ensayando con las actrices para gritar en el Congreso o voy a las marchas, es porque peleo para que nadie tenga autoridad legal sobre nuestros cuerpos. Me costó años entenderlo. La culpa se me había metido en un lugar tan imperceptible que, al quedar embarazada en junio del año pasado y perderlo, cuando la médica me preguntó si era mi primer embarazo, mentí y dije que sí.

¿Por qué?

Por culpa, por vergüenza. Ahí entendí el daño que me habían hecho la sociedad, el Estado, la Iglesia. Mentí, no era mi primer embarazo. Aborté a los 18, en 5ª año del secundario. Me arrepentí a último momento en la camilla mientras la enfermera me insultaba y me decía que me quedara quieta. Quise irme y me dijeron “ahora ya está pendeja” y me taparon la boca. Me desperté en otra habitación, aturdida y asustada, con algodón entre las piernas. No quiero que nadie pase eso.

Una ausencia total de acompañamiento, ¿lo sentiste así?

Nadie me hizo una ecografía o me explicó qué recaudos tenía que tomar o cómo había quedado mi cuerpo. Nadie. Eso pasa cuando abortás en este país. Tuve suerte porque tenía los 1500 pesos que salía abortar en 1994. Hay pibas que se tienen que meter en la villa, en su casa y morir desangradas. No pueden ir a la guardia de un hospital por miedo a ir presas. Yo tendría que estar presa. Yo aborté, para la ley argentina soy una delincuente.

Con la campaña #EstoyAcá, ¿transformás palabras en acción?

La idea es generar una red solidaria para dotar de recursos a mujeres que viven situaciones de violencia. Ya sea desde el aprendizaje de un oficio, un servicio gratuito, clases de yoga… Quienes quieren colaborar publican en sus muros sus nombres, de dónde son y lo que ofrecen con el hashtag #EstoyAcá. Sos maestra, ayudalas a terminar el secundario. Sos psicólogo o abogado, asesoralas. Somos muchos en Argentina pero hay también personas de Colombia, Ecuador, Chile, España, Holanda. Si el Estado está ausente, nosotras tenemos que estar presentes para ellas.

“He visto niños ser brutalmente golpeados y arrestados”

“He visto niños ser brutalmente golpeados y arrestados”

“Está en la mente de las personas el miedo a los atentados, incluso a mí me pasa», dijo Shahaf Weibein.

A sus 26 años, Shahaf Weisbein, estudiante de Criminología en la Universidad Hebrea de Jerusalén, es testigo y partícipe de la lucha del pueblo palestino por volver a su tierra y por el reconocimiento de los derechos elementales que hace décadas le niega el Estado de Israel. Criada en una familia sionista, Shahaf conoce de cerca la represión de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) contra los gazatíes. Como parte de la Coalición de Mujeres por la Paz, visitó este año Brasil y Argentina y experimentó en carne propia el empoderamiento y la solidaridad del movimiento de mujeres latinoamericano. “Después de mi regreso, admirada por lo que fue el 8A y su marea de pañuelos verdes, creo que más allá de nuestras realidades políticas diferentes, necesitamos encontrar juntas un camino de resistencia a la opresión”, dice convencida.

¿Cuándo se despertó tu interés por la causa palestina?

Desde chica. He crecido en una familia sionista, fui scout durante toda mi niñez. A los 15 años me involucré en la lucha por los derechos de los animales. Luego mis compañeros me contaron sobre la problemática de la ocupación de las tierras palestinas. Entonces comencé a leer sobre el movimiento de rechazo al ejército y a participar de las manifestaciones. Estuve en las protestas en Nabi Salih, Al-Massara, Hebrón y contra los colonos en Sheikh Jarrah (al este de Jerusalén). En ese momento me estaba por reclutar el ejército, pero era muy claro que yo no sería capaz de tomar parte de sus atrocidades, por lo que me convertí en una objetora de conciencia. El ejército reconoció mi objeción y así evité ingresar a sus filas.

¿Cómo reaccionó tu familia frente a tu activismo?

Si bien no conté con el apoyo de gran parte de ella, mis padres respetan mi opinión y mis elecciones, pero son sionistas. Para ellos, como para muchos, no es una ocupación sino un “conflicto” entre dos partes iguales que pelean entre sí. Lo piensan en términos de “son ellos o nosotros”.

¿Cómo vive la ciudadanía la opresión del pueblo palestino?

Los israelíes son personas muy interesadas en la política. La “seguridad nacional” siempre aparece en las conversaciones y es tema de discusión. Todos tienen una opinión formada, por lo general de derecha, no siempre racista pero sí mayoritariamente sionista. Sólo una pequeña minoría reconoce esta situación como una ocupación. El común de las personas habla de “conflicto”, otros de una lucha de Israel contra el mundo árabe…

¿Por qué?

La mayoría han sido afectados. Todos conocen a alguien que sobrevivió o murió en un ataque terrorista, muchos han perdido en combate a algún amigo o familiar. Está en la mente de las personas el miedo a los atentados, incluso a mí me pasa. Tememos cada vez que subimos a un colectivo o al entrar a un shopping. Hubo varios autobuses que explotaron en la Segunda Intifada. Se vive en un estado de paranoia. Actualmente, en el sur y en las zonas aledañas a la Franja de Gaza, la vida cotidiana de sus habitantes se ve continuamente afectada. Sus casas son destruidas por los cohetes lanzados desde Gaza, las tierras arrasadas por el fuego y las explosiones. Muchos barrios cuentan con alarmas y en algunos puntos suenan constantemente. La gente se ha acostumbrado a “vivir con la espada”. Continúan con sus vidas como si esta realidad no existiera. Forman sus familias, estudian, trabajan, viajan al extranjero, pero el miedo está.

Manifestación por la liberación de Gaza, 21 de septiembre de 2018,

Este año participaste de las protestas contra la represión de la Gran Marcha del Retorno…

Sí. Desde entonces más de 200 manifestantes han sido asesinados y 18 mil heridos. A fines de noviembre participé de una protesta del lado israelí, muy cerca de la valla de separación con Gaza. Escuchábamos los balazos de los francotiradores y las granadas. Sentíamos los gases lacrimógenos. Los gazatíes están aislados. Les cierran los cruces fronterizos y los privan de derechos y recursos básicos. Todas las semanas mueren manifestantes cerca de la valla, producto de los disparos o de los bombardeos sobre Gaza.

Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), de los 217 palestinos muertos por el fuego israelí en Gaza, 40 eran menores y unos 2.000 niños resultaron heridos, ¿cómo se hace frente a un régimen tan cruel?

He visto niños ser brutalmente golpeados y arrestados, manifestantes baleados, mujeres y hombres injustamente encarcelados. He visto casas de familias demolidas, pozos de agua destruidos y derechos humanos básicos denegados. Pero también he sido testigo de la enorme fuerza y esperanza del pueblo palestino para terminar contra este régimen de apartheid.

¿Cómo tratan el tema los grandes medios israelíes?

Cubren “el conflicto” todo el tiempo pero en el cien por ciento de los casos, exceptuando los periódicos de izquierda, son portavoces de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) y dan su versión de los hechos. Casi todo lo que se presenta a la opinión pública son argumentos pro gobierno, aun cuando casi todas las víctimas del hecho sean palestinas. Por ejemplo, publican noticias sobre la crisis humanitaria en Gaza pero no vas a encontrar ningún testimonio palestino al respecto. Editan todo lo que no sea acorde a los intereses del Estado de Israel y los entrevistados son siempre los comandantes a cargo de la situación.

El 12 de noviembre se realizó en Buenos Aires el festival “Por un mundo sin Muros” organizado por el movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) contra el régimen de apartheid israelí. ¿Qué impacto tienen estas actividades a nivel internacional?

Son una herramienta efectiva para favorecer un cambio verdadero para Palestina y generar conciencia entre los israelíes sobre el precio del régimen. Me emociona y agradezco a todos los argentinos que forman parte o apoyan la causa palestina. Sus campañas locales tienen un gran impacto en el público israelí. Los argentinos, con una historia de resistencia a regímenes violentos que han torturado y asesinado con el apoyo del Estado de Israel, a través de la venta de armas por ejemplo, tienen en la lucha por Palestina una manera de pelear contra una fuerza que apoyó la represión de su propio pueblo.

Demostración de solidaridad del lado israelí cerca de la valla con Gaza octubre 2018 . Mujeres unen dos partes de un cartel con un corazón roto dibujado PH: Gentileza Coalición de Mujeres por la Paz

Formás parte de la Coalición de Mujeres por la Paz, ¿cuáles son sus objetivos?

Se trata de una organización de mujeres israelíes y palestinas que nos movilizamos contra la ocupación. Reclamamos por la liberación de la Franja de Gaza, de las mujeres prisioneras y contra la industria militar israelí que se enriquece a través de la ocupación.

¿Cuáles han sido sus acciones más recientes?

El 4 de diciembre fuimos parte de una gran huelga contra la violencia hacia las mujeres. Hubo más de 30 protestas durante el día en universidades, campus y en ciudades como Haifa y Nazaret. En el acto principal en Tel Aviv participaron unas 25 mil mujeres. Este año murieron 24 mujeres, las dos últimas de tan sólo 13 y 16 años. Fue un grito al unísono por nuestros derechos, nuestra propia versión de “Ni una menos”. Fuimos miles. Palestinas, israelíes, de todas partes se unieron con sus pancartas y su dolor contra los femicidios. Fue muy inspirador, más después de haber conocido la experiencia argentina. En esa dirección vamos.

¿Qué rescatás de tu visita a Sudamérica?

Mi viaje a Brasil y Argentina este año fue increíble. Participé del llamado “julio negro” en Río de Janeiro, un encuentro convocado para visibilizar la militarización, la violación de derechos humanos y de la violencia de género. En ambos países percibí un admirable sentimiento de solidaridad y resistencia con el pueblo palestino. Sentí que las personas están abiertas a escuchar, a dar este debate y a encontrar maneras de conectarse con la causa palestina como parte de una lucha mayor contra la represión y el colonialismo. Todos estamos peleando contra regímenes capitalistas de derecha corruptos y el camino hacia su superación es participar juntos en una estrategia global de solidaridad.

Manifestación contra los desalojos de viviendas de palestinos en Sheikh Jarrah, este de Jerusalem, enero 2015, gentileza Guy Butavia)

Manifestación contra los desalojos de viviendas de palestinos en Sheikh Jarrah, este de Jerusalem, enero 2015.

Cristina y Dilma frente al neoliberalismo

Cristina y Dilma frente al neoliberalismo

La ex presidenta Cristina Fernández saludando al público en el Foro CLACSOCon las disertaciones de las expresidentas Cristina Fernández de Kirchner y Dilma Rousseff, se inauguró el Foro Mundial de Pensamiento Crítico, organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Mientras que la brasileña denunció a un Poder Judicial que criminaliza a los movimientos sociales, la exmandataria argentina sentenció que “la igualdad es una construcción política” y llamó a edificarla mediante un gran frente que reúna a todos aquellos que sufren las consecuencias del neoliberalismo.
A días de la blindada llegada del G-20, la primera jornada del Foro contó con la participación de líderes políticos, sociales y culturales de diversas partes del mundo, congregó a miles y miles de personas que ocuparon las calles de Caballito e hicieron horas de cola para obtener un lugar y ser partícipes de este encuentro realizado en el Club Ferrocarril Oeste.

Con más de 350 invitados internacionales, 1.100 paneles y 7.000 ponencias (de las cuales un 70% fueron presentadas por jóvenes de menos de treinta años de toda América Latina), el Foro Mundial del Pensamiento Crítico convulsionó al centro geográfico de la Ciudad de Buenos Aires en pleno día feriado.

público conformado por personad de distintas edades y género en el Foro

“Llegamos a las 4.30 y ya habían un grupo de personas que acamparon toda la noche”, dijo Arian Picco.

Durante más de una hora, Dilma Rousseff dialogó con Nicolás Trotta, rector de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), sobre el eje “Democracia, Ciudadanía y estado de excepción”, para luego dar paso al discurso de Cristina Fernández de Kirchner -presentada por Pablo Gentili, secretario Ejecutivo de CLACSO- bajo el título “Capitalismo, neoliberalismo y la crisis de la democracia”.

Desde temprano gran parte de los más de cincuenta mil inscriptos comenzaron a hacer fila sobre la avenida Avellaneda, la cual llegó a extenderse por más de cinco cuadras, bordeando las vías del tren, para lograr acceder al estadio de Ferro. “Llegamos a las 4.30 y ya habían un grupo de personas que acamparon toda la noche”, relata Arian Picco, estudiante de Tandil que junto a un contingente de jóvenes de la Universidad Nacional del Centro de Buenos Aires viajaron exclusivamente para presenciar esta primera jornada del foro. En el cruce de la avenida Avellaneda y General Martín de Gainza podían vislumbrarse múltiples pasacalles con frases como “Contra la doctrina Bolsonaro, Cuba como Faro” o “Lula livre”, entre los cánticos de miles de personas que vinieron desde distintos puntos del país y del continente, impacientes por la apertura de las puertas.

Luego de la inauguración oficial del foro a cargo de Pablo Gentili, disertó la expresidenta brasileña Dilma Rousseff, quien expuso los múltiples desafíos que tuvo que enfrentar durante su mandato, el proceso de impeachment que sufrió a mediados de 2016 y la actualidad crítica que vive su país a días de la elección del ultraderechista Jair Bolsonaro como nuevo presidente.

Dilma Rousseff hablando frente a un amplio público en el Foro

«No había ninguna razón para el juicio político. Se trató de un intento de volver a encuadrar a Brasil dentro del neoliberalismo», dijo Dilma Rousseff

“Brasil entró en una ruta muy trágica. Corremos el riesgo de salir de la democracia, con un estado de excepción que la corroe, y entrar en un estado de neofascismo”, fueron las palabras iniciales de la exmandataria. Según Rousseff, el golpe que llevó a su destitución instauró un régimen de excepción que fue socavando libertades y derechos de los ciudadanos brasileños, usando la propia ley como excusa para ejecutar una serie de medidas ilegales. “Todos sabían, hasta las piedras de Brasilia, que no había ninguna razón para el juicio político. Se trató de un intento de volver a encuadrar a Brasil dentro del neoliberalismo”, agregó.  

También destacó la existencia en su país de una gran falta de respeto por la democracia, la cual conlleva a la fragilidad de sus instituciones. “La prisión de Lula es la manifestación más clara del autoritarismo despótico. No bastó con apresarlo, debían correrlo del proceso electoral. En una causa llevada adelante por una denuncia frágil y sin pruebas por un juez que hoy es nombrado ministro de Justicia de Brasil”, denunció Rousseff, apuntando a un sistema judicial corroído que criminaliza y persigue a los movimientos sociales. “Lo que está claro es que no van sólo detrás del Partido de los Trabajadores (PT) sino también de las conquistas de los movimientos sociales como el Movimiento de los Sin Tierra o el de los Trabajadores Sin Techo que trabajan con un problema tan importante en Brasil como es la desigualdad”, argumentó la expresidenta para luego exhortar a la búsqueda de persuadir al sistema judicial para que frene los intentos característicos del neofascismo, que hoy ejercen una extrema violencia contra todos aquellos que considera sus enemigos políticos.

El público sosteniendo fotografías de distintas personas expresando su dolor y pidiendo por justicia

“No gritemos, ni insultemos porque perdemos tiempo para pensar en otras cosas”, exhortó al auditorio.

Minutos pasados de la una de la tarde, fue el turno de Cristina Fernández de Kirchner quien disertó por más de una hora ante un estadio colmado que ovacionó su llegada e interrumpió en numerosas ocasiones su discurso entre aplausos y cánticos contra el actual presidente. “No gritemos, ni insultemos porque perdemos tiempo para pensar en otras cosas”, exhortó al auditorio en una de esas ocasiones. Invitó en primera instancia a comenzar a pensar en un espacio progresista  que se presente como un lugar político de ideas, de visión y de pensamiento que exceda la –“ya vetusta”, dijo- división entre izquierda y derecha. “Debemos acuñar una nueva categoría de frente social, cívico y patriótico donde se agrupen todos los agredidos por las medidas del neoliberalismo”, instó la expresidenta argentina. A su vez, desarrolló la idea de que la igualdad es una construcción social que no está implícita en la condición humana y que aquellos espacios populares, progresistas y nacionales que han trabajado por ella se han visto menoscabados por el régimen neoliberal imperante. “El neoliberalismo trabaja para crear nuevas subjetividades y sentidos comunes exacerbando los aspectos negativos de la igualdad. Así es como surge la meritocracia y el individualismo haciéndole creer a la ciudadanía que si uno tiene o no trabajo no es una cuestión del Estado sino del esfuerzo personal. Yo les puedo asegurar que una parte es mérito propio, pero si por otra parte no tenés políticas públicas que acompañen, quedás colgado del pincel”, exclamó con firmeza al llamar la atención sobre la ruptura de lazos de solidaridad en la sociedad que esto trae aparejado. “Hoy algunos Hitlers modernos culpan a los inmigrantes de que no haya trabajo, pero ello en realidad es consecuencia de las malas políticas públicas implementadas”, agregó.

Cristina Fernandez de Kirchner, dando un discurso en el CLACSO 2018, Foro Mundial del Pensamientio Crítico

“Debemos acuñar una nueva categoría de frente social, cívico y patriótico donde se agrupen todos los agredidos por las medidas del neoliberalismo”, dijo Cristina Fernández de Kirchner.

Al referirse a la actual gestión de Mauricio Macri, Cristina Kirchner destacó que en los tres años que lleva de mandato con la aplicación de medidas neoliberales estamos frente a un decrecimiento de la economía del 3,5% del PBI, una industria contraída en un 11% con una capacidad ociosa del 60%, un país nuevamente endeudado por 140 mil millones de dólares más allá del préstamo pedido al Fondo Monetario Internacional (FMI) y una desocupación que ya ronda los dos dígitos, con la destrucción de miles de empleos. “Debemos aprender a distinguir entre la legalidad y la legitimidad de un gobierno, porque esto hace al contrato de la sociedad con un partido o un espacio político. Hoy tenemos un gobierno legal, eso nadie puede discutirlo, pero no hay legitimidad en políticas que no fueron convalidadas por el pueblo. Porque no hubo una explicitación sobre el neoliberalismo del presente gobierno durante su campaña. Por el contrario, afirmaron que nadie perdería los derechos adquiridos, que se iba a dejar lo que estaba bien y cambiar  lo que no lo estaba”, argumentó tras analizar las contradicciones del discurso de campaña de Cambiemos con la coyuntura actual.

Hacia el final de su discurso puntualizó sobre la necesidad de crear nuevas arquitecturas institucionales que preserven el funcionamiento de la democracia y reflejen las nuevas estructuras de poder, como las empresas trasnacionales o los organismos multinacionales, de manera de poder regularlos y permitir la participación popular.

Cristina Fernández agachada en el escenario

«Hoy tenemos un gobierno legal, eso nadie puede discutirlo, pero no hay legitimidad en políticas que no fueron convalidadas por el pueblo», dijo Cristina Fernández de Kirchner.

Ante la propuesta de un G-20 que se reunirá dentro de diez días a puertas cerradas, en una ciudad blindada y militarizada con una nula visualización de lo que se discute, Pablo Gentili destaca que este encuentro es un contrapunto que abre la invitación a pensar en conjunto nuevas opciones y posibles nuevos horizontes que pasan por el fortalecimiento de la democracia, de la participación popular, de la ampliación de derechos y de la disminución de privilegios.

“Estamos frente a un G-20 que plantea discutir el futuro del trabajo cuando lo que hay que tratar con urgencia es el presente crítico del mundo laboral. La cantidad enorme de precarizados. De cada cinco jóvenes que entran al mercado de trabajo en España, por ejemplo,  cuatro lo hacen en empleos precarios. Por no hablar de la nueva reforma laboral en Brasil que pasa por sacar el aguinaldo, reducir la licencia por maternidad casi a la inexistencia, eliminar indemnizaciones y prácticamente legalizar el trabajo esclavo ¿Y el G-20 quiere hablar del futuro del trabajo?”, reflexiona Gentili en diálogo con ANCCOM.

Asimismo, entre las primeras filas podían verse distintos referentes políticos e intelectuales como Juan Carlos Monedero, Manuela D´ Avila , Guilherme Boulos, Adolfo Pérez Esquivel o Atilio Boron que abrazaron la oportunidad de participar de este debate abierto. “El ajuste lejos de ser el único camino, es el peor. Debemos generar políticas inclusivas que desarrollen los mercados internos y que nos protejan de la acción de los mercados globales y sus fugas de capitales”, advierte Carlos Heller, dirigente del Partido Solidario, al tiempo que agrega que la integración regional debe llevar implícito una identificación de ejes comunes que permitan volver a soñar con una Sudamérica unida con un proyecto que vaya en la misma dirección. En este sentido, Itai Hagman, referente de Nueva Mayoría, señaló que la pelea a dar es contra la ofensiva neoliberal que busca apelar a los sentimientos más bajos de los pueblos en su creación de subjetividades individualistas y racistas. “Hay que dar esta batalla porque si bien es una ofensiva de la derecha muy fuerte, esta discusión aún tiene final abierto”, sintetiza Hagman.

Se trata de una disputa a nivel regional contra el racismo y su recrudecimiento a partir del triunfo de gobiernos como el de Trump o Bolsonaro que llevan a la consolidación de la desigualdad y la injusticia entre los sectores más vulnerables de la población. “En un país como Brasil, con un 54% de población negra, ser negro en la coyuntura actual, es ser un cuerpo extraño. Superar el racismo es descolonizar nuestras mentes, adoptar una postura que va contra toda forma de dominación de personas, grupos y subjetividades”, explica Nilma Lino Gomes, primer mujer negra de Brasil en presidir una universidad pública federal y nombrada en 2015 por la expresidenta Dilma Rousseff para ocupar el nuevo Ministerio de las Mujeres, de la Igualdad Racial y de los Derechos Humanos.

Las actividades, paneles y ponencias del foro se llevarán a cabo durante toda la semana en más de 25 sedes distribuidas por la Ciudad de Buenos Aires. Son de entrada libre y gratuita y sólo se requiere de una inscripción online previa.

El grito de liberación palestino llegó a Buenos Aires

El grito de liberación palestino llegó a Buenos Aires

Roger Waters sentado en una silla hablandole al público en el Festival "Por un mundo sin muros" organizado por BDS Argentina, en el Teatro Tras bambalinas,

Roger Waters aclaró que no es antisemita pero ese no es motivo para que apoye el “genocidio lento”, como lo definió, que viven los palestinos en Medio Oriente.

El pueblo palestino sufre, desde hace décadas, el apartheid impuesto por el Estado de Israel que desoye tratados y resoluciones internacionales. Miles de familias desalojadas de sus hogares, muros que dividen a la población y la violencia omnipresente de sus fuerzas militares que siguen marcando las reglas de juego.

“Cada cosa que hace Israel está fuera de la ley, la ocupación y los asentamientos de colonias en las tierras conquistadas son ilegales, pero igual lo hacen. Debemos continuar luchando y gritar una y otra vez, ‘por favor, ¿podemos vivir dentro de la ley?’. Exijamos que no nos puedan patear la puerta en el medio de la noche o arrestarnos por la calle porque no les gusta lo que decimos, o cómo nos miramos o nos vestimos”, exclamó Roger Waters en el X Festival “Por un mundo Sin Muros”, organizado por el Comité Argentino de Solidaridad con Palestina y por el capítulo argentino del Movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS).

Durante la jornada, realizada en el Teatro Bambalinas de San Telmo, y antes de su segundo recital en el país, Waters fue parte de una charla moderada por el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y la periodista Cynthia García. Allí aclaró, una vez más, que no es antisemita pero ese no es motivo para que apoye el “genocidio lento”, como lo definió, que viven los palestinos en Medio Oriente.

Waters es miembro activo de BDS, organización que impulsa en distintas partes del mundo campañas contra el régimen de exclusión del gobierno de Israel. “Primero nos ignoraron, después se burlaron de nosotros, luego nos combatieron pero finalmente ganaremos”, sostuvo el músico británico en referencia a la persecución y criminalización que sufre BDS.

Lectura de poesía y manifiestos, presentación de la compañía argentina de danzas armenias y del ballet folklórico palestino, el rap de Daniel Devita –uno de los más ovacionados– fueron algunos de los números que dieron color y vida al festival.

“Participo de este tipo de actividades culturales en función de hacer visible la lucha del pueblo palestino y su existencia. Es estar todo el tiempo sembrando conciencia porque considero que es una causa humanitaria, algo que no puede seguir ocurriendo. Es injusto por donde se lo mire. Las convenciones de Ginebra, la Carta de las Naciones Unidas, el Estatuto de Roma o el Acuerdo de Oslo, todo parece palabra muerta porque no se respeta. Debemos, cada uno desde su lugar, ayudar a visibilizarlo”, reflexionó la actriz argentina de ascendencia libanesa Alejandra Craham, quien recitó el poema “Sobre esta tierra”, de Mahmud Darwish, el famoso poeta de la resistencia palestina que redactó el recordado discurso de Yasser Arafat ante la ONU en el que dijo: “Traigo en una mano la rama de olivo y en la otra un fusil, no permitan que deje caer la rama de olivo”.

La charla en el Festival vista detrás del escenario

«Las convenciones de Ginebra, la Carta de las Naciones Unidas, el Estatuto de Roma o el Acuerdo de Oslo, todo parece palabra muerta. Debemos, cada uno desde su lugar, ayudar a visibilizarlo”, reflexionó Alejandra Craham.

Desde la constitución del Estado de Israel en 1948, el pueblo palestino padece la violación de todos sus derechos y el avasallamiento constante de su identidad y de su tierra. “Sufren un aislamiento permanente. Hay familias que viven encerradas en pequeños asentamientos y que para salir a trabajar en sus cosechas en el campo, dependen de la buena voluntad del soldado apostado en un muro que el gobierno israelí construyó ilegal y arbitrariamente allí. Hay más de 600 puestos de control o checkpoints, una forma de hacerles la vida imposible, una forma de expulsión y de limpieza étnica cotidiana. Es muy importante que estas cosas se conozcan. En un encuentro planteaba cómo nos sentiríamos en Argentina si quisiéramos ir de la Ciudad de Buenos Aires a Rosario y para ello tuviéramos que pasar entre 80 y 100 inspecciones distintas. ¿Cómo nos sentiríamos acá? Es impensable. Los palestinos lo sufren a diario”, se lamentó Tilda Rabi, presidenta de la Federación de Entidades Argentino-Palestinas  en diálogo con ANCCOM.

Mientras los palestinos luchan por su autodeterminación, Israel promueve el proyecto de ser un estado judío solamente para los judíos. “Se quedan con las mejores tierras, destruyen las de los palestinos y dominan un recurso elemental como el agua. Su proyecto es la colonización de Cisjordania, lo que ellos llaman ‘Judea y Samaria’”, explicó Rabi.

Todas las personas del público levantan sus celulares para grabar a Roger Waters

Waters fue parte de una charla moderada por el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y la periodista Cynthia García.

“Luego de la nakba –cuando miles de palestinos fueron expulsados por las tropas sionistas–, creció un sentimiento y un profundo orgullo de lo que es ser palestino.  Porque el palestino tiene la doble carga de tener su cultura, a pesar de todo lo que hace el colonizador para borrar su memoria, y sobrevivir. Es un doble esfuerzo porque existir, para nosotros, es resistir”, afirmó el cónsul de la embajada de Palestina, Khaldum Almassri, presente en el festival.

“La postura actual de la administración  de los Estados Unidos, encabezada por Trump, está totalmente del lado del gobierno de ultraderecha de Benjamín Netanyahu, cuyo objetivo es  liquidar el derecho de los palestinos. Esto no nos va a detener, vamos a seguir luchando, siempre apoyados por los libres del mundo, con mucha solidaridad del pueblo argentino, por una Palestina libre e independiente con Jerusalén oriental como capital”, agregó Almassri que, asimismo, resaltó la importancia de defender y difundir su cultura milenaria, dado que los palestinos son herederos de los cananeos, los fundadores de Jericó, una de las ciudades más antiguas de la Tierra.

Agustín Dib, director del Club de la Cultura Árabe, donde se enseña el idioma y las costumbres palestinas, destacó el especial interés que ha despertado en muchos jóvenes argentinos el mundo árabe. “El pueblo palestino está hace más de 70 años tratando de ser exterminado. Nosotros elegimos el terreno cultural para dar la lucha porque cuanto más sea conocido su legado, tradiciones y costumbres, más difícil va a ser que sea borrado del mapa. Con un pueblo como Jericó con más de diez mil años de historia  ininterrumpida, ¿cómo pueden negar que el pueblo palestino existe? Lo que hacemos nosotros es visibilizar la cultura y los mensajes hermosos del mundo árabe, en particular de Palestina. Esos mensajes los comparten y recitan argentinos que los hacen propios, los pasan por el cuerpo y eso genera una conexión muy grande. Produce acercamiento. Porque cuando no se conoce algo, genera miedo e incertidumbre, y donde hay miedo las semillas del odio germinan”, subrayó Dib.

Valeria Ruiz Shulze, integrante de BDS Argentina, alertó sobre la multiplicación de acuerdos económico-militares de distintos países de Latinoamérica con Israel, a través de la compra de armamentos y tecnología de punta. “Desde BDS buscamos boicotear económicamente a Israel para que deje de usar esos recursos para legitimar un sistema de apartheid. Generar conciencia y empatía en tanto ese armamento que está matando a miles de palestinos es el mismo que se compra y utiliza acá para criminalizarnos a nosotros”, argumentó.

Todas las personas del público levantan sus celulares para grabar a Roger Waters

«El palestino tiene la doble carga de tener su cultura, a pesar de todo lo que hace el colonizador para borrar su memoria, y sobrevivir. Es un doble esfuerzo porque existir, para nosotros, es resistir”, afirmó Khaldum Almassri.

Precisamente, en el festival se presentó el libro El militarismo Israelí en América Latina, editado por BDS y el Comité Argentino de Solidaridad con Palestina, donde se desarrolla un extenso informe sobre la compra de armas y acuerdos militares con Israel por parte de gobiernos de la región, desde los períodos dictatoriales hasta hoy. Actualmente se observa una intensificación de este vínculo con la avanzada de gobiernos neoliberales. “El año pasado, durante la visita a Buenos Aires de Netanyahu -denunciado por crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad-, se firmaron cuatro acuerdos que no se anunciaron en la Cancillería argentina pero sí en la de Israel. Uno de ellos anunciaba el incremento del comercio entre ambos países sin especificar en qué rubro. Lo que estamos viendo es que ese incremento es de compra de armas y sistemas de control por parte de Argentina. A esto se suma el convenio entre los servicios secretos de ambos países”, puntualizó Germán Romano, integrante del Comité Argentino de Solidaridad con Palestina y uno de los responsables del informe que se presentó.

“Los ejemplos se replican. Tenés a Mario Montoto, principal proveedor de armas israelíes en Argentina. A  Germán Efromovich, dueño de Avianca, quien le compró la compañía MacAir a Macri, que fabrica drones israelíes en Brasil. O el caso de Fadea, la empresa de aeronáutica del Estado Argentino, que luego de un brutal recorte de 400 trabajadores selló un contrato con una firma israelí de aviones militares”, detalló Romano.

“No hay sólo muros de concreto, de cemento –dijo desde el escenario Adolfo Pérez Esquivel–, hay un muro más difícil de derribar que es el que está en la mente y en el corazón de muchos. Debemos buscar estrategias para llegar a la liberación de los pueblos”.

En primera fila, lo escuchaban la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, la de Madres, Hebe de Bonafini, y referentes de otros organismos de derechos humanos. Carmen “Tota” de Guede, de Madres Línea Fundadora, expresó: “Lo peor que hay es la indiferencia con los pueblos que sufren y esto también sucede aquí, en nuestro país. Nos cuidamos nosotros pero no cuidamos del otro que está sufriendo más aún. Cuando nos duela a todos el dolor del otro, vamos a ser libres, si no vamos a tener siempre sobre nuestra conciencia la indiferencia y el peso de no haber pensado ni haber hecho algo por los demás”.

“No es Bolsonaro el problema de fondo, es la clase dominante”

“No es Bolsonaro el problema de fondo, es la clase dominante”

Militante de izquierda desde los 12 años, doctor en Historia Económica y profesor
de la Universidad Federal de ABC (UFABC) de San Pablo, Valter Pomar (52) ha
ocupado diversos cargos dentro del Partido de los Trabajadores (PT), adonde se
incorporó en 1982 y, con el tiempo, llegó a formar parte de la Dirección y de la
Comisión Ejecutiva Nacional. Fue vicepresidente tercero de la agrupación y de
2005 a 2010 se desempeñó como secretario de Relaciones Internacionales.
Actualmente sigue militando pero está más volcado a la docencia. Pomar –para
quien el PT es el principal partido de la izquierda del país porque representa a la
mayoría de los sectores de la vanguardia obrera, popular y juvenil– repasa los 14
años de gobierno Lula y Dilma, hace autocrítica y analiza los vaivenes de la tensa
relación con la derecha brasileña en las últimas cuatro décadas.

¿Cuáles fueron los principales logros del PT?

Desde el punto de vista estadístico, está más que probado que nuestro período en
el gobierno fue positivo para la inmensa mayoría del pueblo brasilero, teniendo
como telón de fondo que nuestro país es uno de los más desiguales del mundo.
Siempre puede haber un negacionista que crea que esto no fue así, pero los
hechos son testarudos. Está claro que en términos de empleo, salario, pensiones
y derechos civiles hubo una mejora general.

¿Y en toda su historia?

El mayor logro del PT fue que durante casi 40 años –desde 1980 hasta la
actualidad– la izquierda brasilera como un todo, con sus organizaciones y su
diversidad, pero en particular el PT, que es la principal expresión de la izquierda,
ha conseguido que la clase trabajadora tenga la mayor fuerza política, el mayor
nivel de organización y de conciencia de toda su historia.

¿En qué se refleja este empoderamiento?

Si lo comparamos con todo el período republicano, incluyendo las dictaduras pero
también las fases más o menos democráticas, nunca la izquierda tuvo tanta
expresión política como ahora. Es un gran logro haber sacado a la izquierda como
mera fuerza auxiliar de los sectores democráticos de la clase dominante, correrla
de ese lugar de fuerza minoritaria sin ninguna influencia en la lucha política. El PT
hizo de la clase trabajadora una protagonista de primera línea. Por eso lo que está
pasando estos días tiene tanta importancia.

¿Qué autocrítica debe hacer el PT?

Si hay alguna autocrítica que se debe hacer, es sobre la ilusión que amplios
sectores del partido se hicieron de la clase dominante brasileña. Creían que esta
clase, conformada por capitalistas, sus representantes políticos, medios de
comunicación, Fuerzas Armadas y la cúpula de la burocracia estatal, había hecho
las paces con la democracia y el bienestar social. Creyeron que estaban
dispuestos a aceptar que las capas populares tuvieran más derechos. Lo que pasó
de 2015 en adelante ha demostrado que aquello era sólo una ilusión. Entonces no
se prepararon para lo que está pasando ahora, para el momento en que la clase
dominante dice “ya basta, no más cambios, no más democracia, no más
bienestar”. La clase dominante está actuando como siempre actuó, de manera
antidemocrática, antisocial y antiderechos, sumisa a los intereses de los Estados
Unidos.

¿Bolsonaro sería sólo un títere de la clase dominante?

No es Bolsonaro el problema de fondo, es la clase dominante. Hace un par de
días, un reportero llamado Cristiano Romero ha publicado en Valor Económico, un
diario de mucha influencia entre los empresarios, una nota que dice que para los
sectores financieros sería muy útil que hubiera en Brasil una dictadura más o
menos como la de Augusto Pinochet en Chile. O sea, ellos creen que los niveles
de organización y de representatividad que ha alcanzado la izquierda no se
podrán revertir solamente con una derrota electoral. Por eso están cada vez más
dispuestos a invertir en una solución de tipo fascista. Porque esperan que el
fascismo haga acá lo mismo que en otros sitios, un amplio proceso de
exterminación política y física de la izquierda.

¿Física?

Quien ha hablado específicamente de eliminación física con todas las letras es un
cavernícola llamado Olavo de Carvalho, un ensayista y filósofo brasileño que
apoya la  candidatura de Bolsonaro y escribe desde Estados Unidos. Cuenta con
mucha influencia en los sectores de ultraderecha hace ya muchos años, y dijo
textualmente que al PT no basta con derrotarlo, hay que destruirlo. Al respecto, el
propio Caetano Veloso publicó una columna en la Folha de San Pablo en directo
repudio a este tipo de expresiones. El problema más grave es que Carvalho no es
un loco aislado, es el emergente de una opinión que comparte una amplia parte de
la clase dominante.

¿Cuál es la situación económica y social hoy?

Tras el golpe de Estado, el gobierno de Michel Temer ha implementado muchos
cambios para peor en la legislación laboral, la remuneración y las jubilaciones, así
como en los fondos para políticas sociales. La situación es muy mala y se puede
constatar recorriendo las ciudades y mirando la gran cantidad de personas que
están en la calle.

¿Qué implicancias puede tener una victoria de Bolsonaro?

Significaría un retroceso muy fuerte. La situación puede empeorar y mucho porque
Bolsonaro, además de los cambios que puede hacer en la legislación, va a
desencadenar una represión abierta contra todo tipo de organización vinculada a
la clase trabajadora. Esto va a reducir la capacidad de resistencia y va a autorizar
a los patrones, los capitalistas y los latifundistas y a todos aquellos que detenten
intereses económicos y poder, a que puedan explotarla todavía más.

Acerca de las declaraciones de Bolsonaro en materia de seguridad y su
apoyo a la última dictadura, ¿qué análisis hace?

Un eventual gobierno de Bolsonaro significaría una especie de aplauso de lo que
pasó en la dictadura militar brasileña y lo que pasa cotidianamente en la represión
a las capas populares de las grandes y pequeñas ciudades. Sería una especie de
autorización para reprimir y matar. No estamos delante de una derecha normal
porque lo que estos tipos pretenden no es solamente desencadenar una campaña
de mentiras o profundizar el neoliberalismo, van a imponer un nivel de regresión
social y de las libertades democráticas que será una especie de dictadura de
nuevo tipo.

«No es Bolsonaro el problema de fondo, es la clase dominante», afirma Pomar.

¿Qué diferencia a este avance fascista de otros?

A diferencia de los fascistas de Europa o Estados Unidos, este fascismo no es
industrializante: es neoliberal y desindustrializante. A nivel regional, será un
gobierno alineado con los Estados unidos y con lo que peor de la oligarquía
latinoamericana.

¿Qué lectura hace del contundente apoyo que recibió en primera vuelta?

Siempre hubo una porción importante de la población brasileña que ha votado
posiciones de derecha. Por ejemplo, en 2002, cuando Lula fue elegido por primera
vez para la presidencia, la candidatura de la derecha obtuvo 37% de los votos.
Siempre hubo un sector que ha apoyado políticas neoliberales, entreguistas y
conservadoras social, económica y políticamente.

¿Qué rol ha cumplido el Partido de la Socialdemocracia Brasilera (PSDB)?

Lo que sucedió en estos últimos años es que este sector más derechista de la
población estaba representado por el PSDB, que poco a poco fue moviéndose
más hacia la derecha. Hasta que en 2014, su candidato, Aécio Neves, no aceptó
el resultado de las elecciones y lanzó una campaña por el derrocamiento de Dilma
Rousseff. Y para hacerlo ha estimulado y movilizado a lo más cavernícola de la
sociedad. Contaron con el apoyo de los medios, del empresariado y de los
partidos de derecha tradicional. Todo esto ha impulsado a la ultraderecha a ocupar
las calles y a hacer discursos reaccionarios. Desde 2015, la derecha tradicional,
los medios hegemónicos y los capitalistas supuestamente modernos, han sido los
principales responsables de respaldar, difundir y financiar el fascismo.

Sin embargo el candidato del PSDB, Geraldo Alckmin,  sólo sacó el 4.76% en
primera vuelta…

Exacto, porque ellos no contaban con que los fascistas tuvieran una candidatura
que desbancaría a toda la centroderecha. Todos los partidos golpistas de la
derecha tradicional tuvieron una votación muy baja. Y la extrema derecha, que
originalmente fue estimulada por la “derecha normal”, hoy tiene todo el
protagonismo. Por lo tanto, los que tienen responsabilidad sobre esto son los
hombres de la socialdemocracia brasilera y sus aliados de centroderecha. El
número de los que apoyan esta candidatura de extrema derecha es similar al que
ha apoyado en 1989, en la segunda vuelta, a Fernando Collor de Mello, y en las
elecciones siguientes, las candidaturas apoyadas por el PSDB. Es un tercio de la
población. Tuvieron la posibilidad de vencer si hubieran contado con el apoyo del
centro. Este es el gran problema.

¿Por qué?

Porque muchos sectores del centro, como el ex presidente Fernando Henrique
Cardoso, responsable de la implementación del neoliberalismo en Brasil pero que
siempre se presenta como un demócrata, hoy no toma partido. Como si fuera lo
mismo, como si no estuviéramos delante de un fascista que una vez declaró que
“había que hacer el trabajo que la dictadura militar no hizo, matar a unos 30 mil
empezando por Fernando Henrique Cardoso”. Entonces, aunque no fuera por otro
motivo que la defensa de su propia vida, Cardoso y muchos de los próceres de la
socialdemocracia tuvieron y tienen el deber moral y político de tomar partido, pero
no lo hacen.

¿Se le fue de las manos a la derecha tradicional el proceso electoral?

Luego del golpe en Brasil en 2016, el plan de los golpistas era hacer una reforma
radical de derecha y neutralizar al PT y a Lula para ganar las elecciones
presidenciales de 2018 con una candidatura socialdemócrata, lo que acá en Brasil
significa decir centroderecha, pero eso no pasó. Iniciaron los trabajos de reforma
de derecha, golpearon duro a Lula y al PT, pero la segunda vuelta de las

elecciones no se da entre los socialdemócratas y el PT y sí entre la extrema
derecha y PT.

¿Qué es lo que llevó a Fernando Haddad al balotaje?

Hay muchos motivos, pero los dos principales son el apoyo popular, en especial
en los estados del noreste, por lo que hizo y por lo que representa Lula, y la
inmensa resistencia que ha demostrado tener el PT. Una gran parte de la
población se siente identificada porque nos opusimos al golpe, nos oponemos al
neoliberalismo y porque expresamos una crítica al sistema político.

¿Cómo caracteriza a Bolsonaro?

Es golpista y ultraneoliberal pero se presenta a la población con un perfil
antisistema, más o menos como hizo Trump. Pero es sólo un mito. Bolsonaro es
diputado hace 27 años, estuvo en todos los partidos de derecha y apoyó a todos
sus gobiernos. Es lobista de una fábrica de armas. Miente para dar un motivo que
lleve a muchos sectores, incluso a los más pobres, a votar por él. Ese motivo es el
mito de ser un hombre que lucha contra el sistema. Tanto Bolsonaro como
Haddad representan a partidos que tienen una fuerte crítica al sistema político.
Claro que la de Bolsonaro es una mentira, la del PT es una realidad.