“Esto sucede todo el tiempo, las 24 horas, todo el año”

“Esto sucede todo el tiempo, las 24 horas, todo el año”

Primer plano de perfil de Roque Azcurraire, fotógrafo de La Garganta Poderosa, señalando con el dedo hacia arriba. De fondo se observa una bandera de La Poderosa y parte del pbelico.

Roque Azcurraire, fotógrafo de La Garganta Poderosa.

Tras dos noches de detención ilegal en la Comisaría 30, Roque Azcurraire, fotógrafo de La Garganta Poderosa, y Pablo Mónaco, activista y cuñado del reportero, fueron liberados por la jueza Carina Rodríguez y pasaron de ser sospechosos a querellantes en una causa que denuncia las torturas sufridas a manos de la Prefectura en la Villa 21-24, el sábado último. Nelson Santa Cruz, comunicador de La Garganta Poderosa, conversó con ANCCOM sobre la magnitud de este episodio, para nada aislado al que sufrieron Iván Navarro y Ezequiel Villanueva Moya en 2016, y en el contexto de un juicio histórico que recién comienza.

“El problema en sí no está en la detención de Roque y Pablo en la Comisaría, sino en el barrio”, alertó Nacho Levy, referente de La Garganta Poderosa. La última  gran persecución, tortura y hostigamiento de la Prefectura Naval Argentina en la Villa 21-24 ocurrió sobre el domicilio de la familia de Iván Navarro de 19 años, quien denunció junto a su amigo  Ezequiel Villanueva Moya, el 24 de septiembre de 2016 hechos de tortura ejercidos por la misma fuerza de seguridad.

La noche del pasado sábado 26 de mayo, dos militantes de La Poderosa fueron detenidos sin prueba de delito alguno, desde adentro de sus domicilios. Antes habían intentado frenar los golpes de la Prefectura a unos adolescentes que venían siendo hostigados por las fuerzas en su viaje en el colectivo 70 – la línea que pasa por la puerta de la casa de Iván y de Roque- y  hasta llegar al  domicilio de la calle Iriarte al 3500. Una vez maniatados, ya en la garita de la esquina Pedro de Luján y Luna, Roque y Pablo fueron torturados con el “levantamuertos” (gas pimienta en los ojos de la persona inmovilizada); mientras que Jessica – hermana de Roque y novia de Pablo- fue secuestrada y  abusada por Prefectura. La “pasearon” en el patrullero por el barrio sin dar información de dónde se encontraba durante 50 minutos.

Prefectos con armas y escudos en cordón en la villa.

Roque Azcurraire y Pablo Mónaco pasaron de ser sospechosos a querellantes en una causa que denuncia las torturas sufridas a manos de la Prefectura en la Villa 21-24.

¿Cómo sucede que en menos de una semana, Roque y Pablo pasan de estar detenidos a ser querellantes?

Nelson Santa Cruz: Roque y Pablo pasaron por situaciones muy similares a las de Iván y Ezequiel en septiembre de 2016. Estuvieron en la comisaría durante dos días sin ninguna causa, sin ningún proceso legal, y previamente habían sido secuestrados, torturados, golpeados, verdugueados, no solamente física, sino también psicológicamente. Entonces, qué mejor que ellos, vecinos de los barrios para poder dar cuenta de la situación de violencia que atravesaron este fin de semana, pero también por la que atravesaron toda la vida en el territorio. Roque y Pablo pueden encarnar esta querella y denunciar qué es lo que sucede desde el punto de vista de un vecino de la 21-24. Esto implica aportar desde el sufrimiento cotidiano y desde la experiencia personal de los militantes de La Poderosa. Implica decirle a la justicia que esto sucede todo el tiempo, las 24 horas, todo el año en todos los rincones del país, en toda Latinoamérica. Entonces, es en este sentido que pasan a hacer de encarcelados a ser querellantes.

¿Cómo sigue la situación de cara a la declaración del padre de Iván Navarro el próximo viernes, luego de lo ocurrido esta semana?

Iván y su papá son compañeros a los que estamos tratando de cuidar mucho de manera colectiva. No están solos. Hay una contención de todas las asambleas de Capital Federal. Por supuesto, estamos en estado de alerta para que la represión no vuelva a suceder. Estamos cuidando mucho a las familias de Iván, de Ezequiel; a los de Roque: Pablo, Jessica y Silvia. Nos encontramos en contacto directo porque entendemos que puede suceder cualquier cosa. Ya no podemos esperar nada diferente de las fuerzas de seguridad. La situación es esa, en estado de alerta pero con mucha fuerza para poder afrontar lo que se viene el día viernes.

¿Por qué consideran que el juicio oral iniciado hace dos semanas es histórico?

El juicio oral arrancó hace dos viernes. Iván y Ezequiel ya declararon pero también hay muchos testigos que están en el proceso de declarar: padres, familiares y demás. Es un juicio oral e histórico porque esta vez los villeros pobres, no solo son querellantes en nombre de otros vecinos, sino también por la experiencia terrible que debieron pasar –  en este caso son Pablo y Roque -. Esta vez, los villeros, los negros, los siempre discriminados, estigmatizados y marginados, junto a la Unidad Vecinal, y un movimiento territorial están procesando a seis prefectos. Este poder popular va a seguir luchando hasta que estén detrás de las rejas.

Personas con guardapolvos y remeras de La Poderosa gritando y alzando los brazos en marcha.

“El problema en sí no está en la detención de Roque y Pablo en la Comisaría, sino en el barrio”, alertó Nacho Levy, referente de La Garganta Poderosa.

“Esto marca de alguna forma un precedente”, describe Nelson y asegura que antes que las fuerzas vuelvan a maltratar o a  torturar a otro vecino, pibe o piba, espera que las fuerzas de seguridad “no solamente lo tenga que pensar dos veces, sino tantas veces como sea necesario, porque ante el abandono del Estado siempre desde abajo nos vamos a estar organizando”. Mañana, viernes 1 de junio, continúa el juicio contra los prefectos que torturaron hace dos años a Iván y Ezequiel. La Garganta Poderosa convoca junto a organizaciones de derechos humanos “con Nora Cortiñas a la cabeza- agradece Nelson- curas, maestras y maestros villeros; partidos, sindicatos y vecinos” a marchar y acompañar al papá de Iván Navarro en su primera declaración en el juicio oral e histórico a las 8 de la mañana en Iriarte al 3500, frente a La Casa de la Cultura, en la Villa 21 24.

“¿Qué clase de sociedad somos que no cuestionamos que a una criatura la mata una bala?”

“¿Qué clase de sociedad somos que no cuestionamos que a una criatura la mata una bala?”

La mañana gris del domingo 18 de marzo se presentaba como el barrio: tímido, pero con ganas. Con deseos, con exigencias, de a poco, los y las vecinas de la Villa 21-24 y del barrio de Barracas se iban agrupando con los niños, las niñas, jóvenes y adolescentes que aguardaban en Iriarte y Montesquieu. Entre puestos callejeros de empanadas salteñas, se iban camuflando globos de todos los colores, se iba desplegando la bandera cabecera de lo que sería una jornada llena de sonrisas, de juego, de memoria y de rabia, traducida en acción.

No hizo falta esperar a que llegara el carrito con megáfono aportado por la Iglesia de Caacupé, para que se empezara a escuchar la canción con la que comenzó, y con la que finalizó, la Caravana por la Infancia Digna que recorrió los pasillos angostos del barrio, hasta llegar a la canchita donde juegan a diario ciento de chicos y chicas. Con un cielo que se despejaba al calor del encuentro, a las 15, los tambores y las voces gritaban: “Alerta. Alerta. Alerta que caminan/Los pibes y las pibas/Por los barrios de Argentina”

La imagen muestra a niños recorriendo los pasillos de una villa, en la Caravana por la Infancia Digna.

La Caravana por la Infancia Digna recorrió los pasillos de la Villa 21-24 y del barrio de Barracas.

Los y las vecinas se asomaban por sus ventanas atraídos por esa proclama que avisa enfurecida, desde abajo, que acá están, ellos son, los niños y las niñas que se movilizan para ejercer sus derechos, los y las que recuerdan a Cinthia Ayala, a Kevin Molina, a Facundo Ferreira y a todos los niños y jóvenes que fueron y son, alcanzados por la desidia del Estado.

Mientras avanza saludando e invitando a sus amigas del colegio a que se sumen, Lourdes, que está entrando en la preadolescencia, grafica no sólo los motivos que la movilizan, sino también una marca de época: “Infancia digna es tener los derechos de los niños, tener el derecho de poder salir a jugar sin temor a que se te caiga una bala perdida, o un secuestro”.

Cinthia Ayala estaba con otros amigos y amigas en la canchita de su barrio Tierra Amarilla, en la Villa 21-24, cuando en la noche del 28 de diciembre de 2014 se escucharon cuatro disparos, uno de los cuales impactó en el estómago de ella, una niña de 8 años, que no hacía otra cosa más jugar.

En muchos casos,  los asesinatos son posibles debido a un Estado (presente), que en los barrios sólo se deja ver en los patrulleros, las escopetas, los cacheos por portación de cara y el ninguneo. Por acción cuando la bala proviene de sus fuerzas represivas, o por omisión cuando la bala perdida proviene de una zona liberada por las fuerzas de seguridad, el abandono social del Estado también se expresa en sus políticas públicas: ¿cómo garantizar el derecho a la educación, con despidos de maestros y recortes de programas socioeducativos? ¿Cómo garantizar el derecho a la salud digna, si las ambulancias no entran a los barrios? ¿Cómo garantizar el derecho a la vivienda digna, cuando se vive sin red de cloaca, ni de gas y se inunda la casa cada vez que llueve? ¿Cómo garantizar el derecho a la identidad cuando la policía te para por llevar una gorra?

durante el Festival Caravana por la Infancia Digna, padres y niños reunidos. Se ven dos banderas que dicen "Ni una bala más, ni un/a pibx menos"

El abandono social del Estado está expresado en sus políticas públicas.

Desde la perspectiva de Gabriela Tozoroni, Secretaria Nacional de ATE para la Niñez, Adolescencia y Familia: “A nuestros pibes, el Estado en lugar de darle políticas públicas de protección, los mata por la nuca, los mata por la espalda y los criminaliza todos los días en sus barrios. En cada lugar donde nuestros pibes tienen que transitar una vida digna, se la hacen cada vez más indigna con la situación también que están atravesando hoy sus familias, con los modelos de ajuste, de represión, de desempleo, y donde en lugar de construir escuelas, seguimos invirtiendo en balas”.

Cinthia era un año menor a Kevin Molina, quien el 7 de septiembre del 2013 fue víctima de un enfrentamiento entre bandas que se disputan los territorios para sus negocios del narcotráfico y liberalización de zona por parte de las fuerzas de seguridad. El tiroteo de tres horas y media, que incluyó según la pericia del caso, 105 disparos, se llevó la vida del niño, que se resguardaba debajo de la mesa en su casa, en Zavaleta. Por este homicidio fueron imputados siete integrantes de las fuerzas de seguridad, por “incumplimiento de los deberes de funcionario público”, al haber desconocido los ocho avisos que entre las 8:25 y 9:02 AM realizaron los vecinos al 911 sobre los hechos que se estaban sucediendo: “Me encuentro justo en el lugar y negativo detonaciones”, fue la respuesta alrededor de las 9 de la mañana, de los agentes de Prefectura que estaban en funciones.

Media hora después, el llamado de los vecinos al 911 no sería ya por ayuda, sino por justicia: Kevin había sido impactado por una bala perdida. De los siete prefectos imputados, el Juzgado 14 sólo procesó a uno, el prefecto Daniel Stofd, jefe del primero de los dos móviles que habían llegado al lugar del tiroteo.

Imagen de un monton de niños sentados durante el Festival Caravana por la Infancia Digna

Ni un pibe menos

Este domingo, son tantas las ganas de celebrar el encuentro, que esos pequeños gigantes pasos hacen caso omiso a la recomendación de las personas mayores que acompañan, quienes piden “ir más despacio para ir todos juntos”. La columna de niños, niñas, jóvenes y adultos seguía sumando cada vez más entusiastas al recorrido, pero sobre todo al motivo de la jornada: recordar a las Cinthias, a los Kevin, a los Facundos, a todos los sueños despojados y traerlos de vuelta en cada sonrisa, en cada abrazo cargado de rabia, para endurecer la lucha, sin perder la ternura. Para que no haya ni una bala más, ni un pibe menos.

“Este festival no debería ser para recordar la ausencia de un chico; debería ser porque los chicos tienen derecho a jugar, a cantar, a ver una obra de títeres, a compartir un momento; y nosotros deberíamos compartirlo con ellos, porque para eso estamos y no para explicarles que falta un chico, una chica”, dirá más tarde, sobre el cierre de la actividad, Noemí Barreto, prima mayor de Cinthia.

La canchita, para cuando llegó la caravana a las cuatro de la tarde, ya estaba preparada con globos, banderines, equipo de sonido para los artistas que animarían el festival con sus historias, sus chistes y sus creaciones, que hacen al niño y niña ejercer el derecho de divertirse libremente. Unas imágenes pegadas sobre cartón, atadas a una reja, rezaban leyendas:

“No es lo mismo preguntarse, ¿qué vas a ser cuando seas grande? a ¿Qué vas a hacer cuando seas grande?” / “Infancia digna es conocer el calor de un abrazo” / “Infancia digna es una infancia libre y protegida” / “Para tod@s, todo”

 “Lo que nos preocupa fuertemente –aporta Tozoroni- es la mirada punitiva y la estigmatización que hace el Estado sobre la adolescencia y la juventud, criminalizando la pobreza, invirtiendo más en balas que en libros, impidiendo garantizar los derechos a los pibes”.

Imagen de niños, padres y madres, jugando en una cancha de basquet

En Barracas ya hay plazas que llevan los nombres de Kevin y de Cinthia. La primera en la manzana de Zavaleta donde vivía el niño, la segunda en Montesquieu y California, donde solía jugar Cinthia. Esos sitios son espacios recuperados por la comunidad que se organiza. Noemí, de cara a los pibes, a las pibas y al barrio, mientras caía la tarde, reflexionó: “Los chicos tienen derecho a ser chicos. A jugar, a tener espacios verdes. No porque falte un nene hacemos una plaza, y nos quedamos con eso y no pensamos en por qué nos falta ese nene. Y llenamos los barrios de plazas porque faltan chicos, y decimos que estamos ayudando a los chicos, para que jueguen, pero tuvo que morir un nene o nena para que esa plaza esté; los chicos tienen que jugar porque tienen que jugar, es su derecho, tienen que ir a la escuela porque ese es su derecho, tienen que recibir una ambulancia porque ese es su derecho, tienen que comer todos los días, porque ese es su derecho. ¿Qué clase de sociedad somos que no cuestionamos que a una criatura la mata una bala?”

La tarde iba cayendo cuando la murga empezó a sonar. Hombres, mujeres, niños y niñas con sus vestidos de tachuelas, silbatos y paraguas rojos y amarillos, ingresaban bailando, con una sonrisa de oreja a oreja, que se contagiaba en cada cara de la ronda. Por allí se la ve a Lourdes saltando, revoleando los brazos con sus amigas. Como en segunda fila de la ronda, se refleja en el rostro de Noemí una mueca de esperanza al ver en cada pibe que corre feliz, la certeza de que estos niños y niñas, sí se cuestionan que una bala mató a una criatura.

Imagen de un niño sonriendo y sosteniendo un pañuelo rojo que dice "infancia digna es..."

Remo a remo

Remo a remo

Dos botes angostos y largos van y vienen, cada uno navegando por tres tripulantes, un par de instructores que se encarga de señalar aciertos y errores y cuatro chicos que paletean contra una débil corriente de agua turbia y cuyos movimientos sincronizados son fuente de energía de las embarcaciones. Los jóvenes son vecinos de la Villa 21-24 e integran el programa Deportes para la Inclusión.

Reman envueltos en chalecos flotantes naranjas, entre una vegetación copiosa y unas casitas precarias de hormigón ubicadas a metros de la orilla, frente al Meandro de Brian, una curva sinuosa del río Matanza-Riachuelo, dentro de la Comuna 4 y bordeando los márgenes del barrio porteño de Barracas. La blancura de los botes contrasta con un agua negra que ha sido oscurecida por dos siglos de irresponsabilidad ambiental. A lo largo de la historia, el Estado no controló a las fábricas como debería haberlo hecho y el empresariado desechó sistemáticamente sus residuos tóxicos en el río para aumentar su rentabilidad.

Los jóvenes son vecinos de la Villa 21-24 e integran el programa Deportes para la Inclusión. Se muestra la foto de varios chicos a punto de salir con su bote.

Los jóvenes son vecinos de la Villa 21-24 e integran el programa Deportes para la Inclusión.

Un informe de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) publicado hace tres años había denunciado la ausencia de un plan integral que remediara en conjunto el daño ambiental y mejorara la calidad de vida de los siete millones de habitantes que son afectados a diario por los problemas que arrastra la cuenca. Si bien dicho informe destaca algunos logros de la intervención estatal ocurridos durante 2010 y 2012 (como la fiscalización de las industrias y la remoción de 100 basurales y puntos de arrojo sobre un total de 360), todavía queda pendiente un Plan de Ordenamiento Ambiental, conforme a lo establecido por la Ley 26.168 (diciembre 2006), que permita una planificación de las actividades productivas, que regule las obras del Estado y que proteja los espacios verdes.

Por otra parte, es la Autoridad Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR),  el ente tripartito formado por Nación, provincia de Buenos Aires y la Capital y que se creó en 2006, la que realizó distintas actividades de limpieza del río y de basurales, desarrollo de cloacas y agua potable y control de residuos industriales. En tanto, los planes de relocalización de los habitantes que viven en las zonas más contaminadas de la cuenca han avanzado, pero todavía queda mucho por hacer.

Chico remando en su bote.

Un informe de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) publicado hace tres años había denunciado la ausencia de un plan integral que remediara en conjunto el daño ambiental y mejorara la calidad de vida de los siete millones de habitantes que son afectados a diario por los problemas que arrastra la cuenca.

Por su parte, los habitantes del asentamiento de Barracas aseguran que el agua no presenta la contaminación de tiempos no tan lejanos: a simple vista, dicen, no luce tan sucia y el olor no es tan intenso como en otros sectores. Pero esta larga cuenca sigue compuesta por un veneno ácido que se extiende a lo largo de 64 los kilómetros que la componen.

Pero para el grupo de chicos que entrena semana a semana no hay contaminación posible que sea excusa para no remar en “nuestro río”. Ellos son parte del programa de actividades de promoción cultural y prevención del delito y la violencia que fomentan en conjunto -al menos hasta el 19 de diciembre pasado- los ministerios de Cultura y de Seguridad, con el apoyo de los de Salud y Desarrollo Social de la Nación. El proyecto contemplaba, entre otras disciplinas, clases de remo gratuitas a adolescentes de entre 14 y 21 años de la Villa 21-24, impartidas por personal de Prefectura Naval. Comenzó en 2012 y se ha mantenido hasta hoy con algunas interrupciones en el medio. Sus integrantes confían que a partir de abril retomarán las actividades.

Graciela Martín Ruiz trabaja como coordinadora de la Mesa de Seguridad Barrial, un programa de la Subsecretaría de Participación Ciudadana, dependiente del Ministerio de Seguridad. El organismo tiene como función sumar a los vecinos y las organizaciones sociales en las políticas contra la delincuencia y por la integración social. La coordinadora asegura que los deportes contribuyen en la prevención del delito pues son una vía para la inclusión social. Y explica: “La seguridad no se hace con un policía más, un policía menos, se hace también desde la contención y la capacitación de los sectores menos pudientes. El remo es un deporte menos conocido porque suele ser muy costoso y para las clases sociales de mayores recursos. Apostamos a que esta actividad les sirva a los chicos más relegados a que participen en deportes distintos y que, a futuro, les pueda servir para integrarse en el mercado laboral de la náutica”.

 

Asimismo, el programa sirve como un modo sino de ensamblar al menos de acercar a algunos actores sociales que históricamente resultan antagónicos, como lo son el de las fuerzas de seguridad y la parte de la sociedad civil económicamente más castigada. “La Prefectura Naval capacita a sus profesionales y lo que buscamos es que ese personal capacite a la gente común. Que ese conocimiento no se quede dentro de los cuarteles sino que también se enriquezca la ciudadanía”, puntualiza Ruiz.

Marcelo Avellaneda tiene 29 años, trabaja de remisero y se ha capacitado para coordinar la actividad. Durante la semana entrena a los chicos en el Parque Leonardo Pereyra, a unas diez cuadras del asentamiento; lo hace después de las 7 de la tarde, de modo de no interrumpirles la actividad escolar. Y además cumple la importante tarea de oficiar de nexo entre los habitantes del barrio y los prefectos. Rememora la génesis del proyecto de esta manera: “Lo que comenzó siendo una colonia de verano terminó como un proceso inclusivo más amplio”.

Tres chicos remando en su bote.

Los habitantes del asentamiento de Barracas aseguran que el agua no presenta la contaminación de tiempos no tan lejanos: a simple vista, dicen, no luce tan sucia y el olor no es tan intenso como en otros sectores.

El docente agrega: “Lo que es una disciplina que lleva tiempo entrenar pasa a ser también un espacio de contención en estas zonas vulnerables”. Al ser consultado sobre su experiencia en navegación en el estado actual del Riachuelo, Marcelo asevera que en los primeros años de la actividad el río estaba todavía más contaminado. “El nivel de descomposición lo tiene que determinar un científico o un especialista en ambiente, pero a nosotros, que realizamos esta actividad, no nos afecta, porque no tocamos el agua. Aunque sí lo que molestaba mucho era el olor, que ahora disminuyó bastante; al menos en esta zona”, se explaya.

Unos quince chicos y chicas integran el grupo que reparte su tiempo entre la asistencia a la escuela y el aprendizaje de esta actividad milenaria. El sábado es el día tan ansiado por todos. Si el tiempo acompaña y Prefectura da el permiso, el entrenamiento semanal es puesto en práctica en el Riachuelo, en una jornada que se extiende desde las diez de la mañana hasta la una de la tarde.

“Lo que es una disciplina que lleva tiempo entrenar pasa a ser también un espacio de contención en estas zonas vulnerables”. Dos chicos remando sobre su bote en el río.

“Lo que es una disciplina que lleva tiempo entrenar pasa a ser también un espacio de contención en estas zonas vulnerables”

El día, efectivamente, acompaña. Y Marcelo está vestido para la ocasión: pantalones cortos, musculosa y una gorrita que atemperan la inclemencia de un sol que atraviesa el celeste de un cielo que contrasta con el negro del agua. Su labor empieza más temprano, ya que todo debe estar listo antes de la llegada de Prefectura. En conjunto con otros dos coordinadores, el jardinero y el casero, todos vecinos del asentamiento, entre mate y mate, prepara el equipo, alista los botes, los lava y los ensambla en el agua, con el cuidado de amarrarlos bien a la plataforma flotante. El muelle de la villa, de unos 20 metros de ancho por 12 metros de largo, está ubicado en el sector llamado Tres Rosas o El Fondo, demandó una inversión de 400 mil pesos y su reconstrucción ha sido realizada por sus propios habitantes, sobre unas maderas originales, las cuales aún aguantan la corrosión, desde que fueron levantadas hace unos ochenta años.

Miguel Vallejos, de 17 años, toca el trombón en la Orquesta Juvenil de Barracas, desde el inicio concurre al programa y jamás había tenido en mente realizar este deporte. A veces nota que sus amigos del barrio temen acercarse a esta práctica por miedo al río y a la contaminación. “Aunque es molesta la basura que pasa, que hace que se traben las palas y que se ensucien los botes, la contaminación no es una traba para navegar, porque es tan lindo…”, asegura Vallejos.

Río Matanza y detrás, las casas bajas

“El nivel de descomposición lo tiene que determinar un científico o un especialista en ambiente, pero a nosotros, que realizamos esta actividad, no nos afecta, porque no tocamos el agua. Aunque sí lo que molestaba mucho era el olor, que ahora disminuyó bastante; al menos en esta zona”.

Alejandro Moreira, también de 17 años, hace un año que participa de la actividad. De inmediato se enganchó con la remada. Siempre hizo mucha ejercicio físico, pero destaca que no hay deporte más completo que el remo. “Trabajás todos los músculos: pecho, espalda, brazos, piernas”, indica.

Otro miembro del equipo, Vladimir Acevedo, de  16 años, siente que el remo le aporta habilidad y sabiduría a su vida, y fue a partir de Deportes para la Inclusión que encontró su vocación: se imagina en un futuro no tan distante en la Academia de Prefectura. A su lado, Aldo Encina, de 17, cuenta que empezó a entrenar con Marcelo las últimas semanas y este fin de semana pasó a hacer la práctica en el agua. Al principio se le notaba la falta de coordinación en las brazadas, pero con el correr de los kilómetros fue tomando ritmo y sincronización. Cree que con determinación cualquiera puede pasarla bien en este deporte.

Víctor Cornejo es delegado de la Manzana 28 y contribuye en las tareas de mantenimiento del sector. No deja de destacar el valor del programa, pero señala que sería conveniente un mayor presupuesto, porque los insumos suelen deteriorarse con frecuencia.

Tres de los chicos que practican remo en la Villa 21-24 sentados en un banquito, al lado del río.

Vladimir Acevedo, de 16 años, siente que el remo le aporta habilidad y sabiduría a su vida, y fue a partir de Deportes para la Inclusión que encontró su vocación: se imagina en un futuro no tan distante en la Academia de Prefectura.

Aunque parece un hermano mayor, a Marcelo los chicos le dicen “profe”, pero él especifica que su función es la de “coordinador terrestre”: controlar la actividad que se desarrolla a partir del entrenamiento diario en el parque y termina con el abordaje al bote, el cual se realiza desde la plataforma flotante que funciona de enlace para bajar del muelle al agua. Después de que él se encarga de chequear las normas de seguridad, la actividad pasa a ser controlada por los instructores de Prefectura. Marcelo anhela que la Asociación de Remo de la Argentina deje de lado el prejuicio y la subestimación y atienda el pedido de federación de los jóvenes de la villa. Según él, hay varios chicos a quienes les avizora un porvenir promisorio en este deporte. “Es solo cuestión de que se les permita la inscripción a competiciones así pueden medirse deportivamente, así la actividad deja de ser solo un pasatiempo”. Y especifica: “Que podamos entrenar con un objetivo más grande”.

La escuelita de remo ha sido invitada a participar en diversos festivales y certámenes. Sus chicos han navegado más allá de La Boca, en el Tigre, en Quilmes y en Zárate. Representa un ejemplo de acercamiento de la cultura del deporte a los hijos de las familias de las clases más relegadas. Constituye un engranaje que permite proyectar sueños individuales y contribuye al desarrollo de la comunidad entera. Pero requiere el compromiso y el esfuerzo de ser ampliado y sostenido a largo plazo. Por lo pronto, la alegría de remar de los jóvenes de la Villa 21-24 se extendió hasta fines de este 2015. Está en manos del nuevo gobierno la posibilidad de que los chicos la puedan seguir remando.