El tango es resistencia

El tango es resistencia

Llevaba un vestido negro, corto, que contrastaba fuertemente con su piel blanca y su tímida cabellera rubia. La buscó con la mirada y se rió un poco, levantando apenas el hombro derecho. Ella la entendió y aceptó, sin dudar, mientras se corría apenas el mechón castaño que le tapaba el rostro. Una mano reposando sobre la otra en lo alto, una palma sosteniendo su espalda, un suave apretón en el hombro. Comenzó el compás violento de D’Arienzo y aquella marcó la salida. Ella la siguió de la forma en que acompañan quienes bailan como se respira. Sus dos piernas delicadas y pálidas, descubiertas apenas por su pollera suelta, se mezclaban con las de su pareja y trazaban un camino propio entre abrazos ajenos. Un vestido negro y un vestido amarillo, yendo y viniendo, florituras de un zapato sutil en el aire, un ocho elegante con la mirada serena un poco agacha.

Así pueden moverse los cuerpos, ese es el sonido que suele acariciar las paredes en este edificio que desde el 2008 se convirtió en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. Nadie olvida, de todas formas, donde está parado: pabellón de armas, Centro de Estudios Estratégicos, Escuela de Guerra Naval  fue este edificio dentro del predio de lo que supo ser la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). “Discépolo decía que el tango es un pensamiento triste que se baila. Si uno se pone a pensar en todo lo que pasó acá, bueno, es una gran tristeza colectiva. Y el hecho de poder juntarse, encontrarse y reconstruir esos lazos que rompió la dictadura a través del baile es una forma, entiendo yo, de sanar esa herida colectiva”, razona Tito Bertellotti, quien organizó el cierre de su taller anual de tango con una clase abierta a todo el público. Allí donde supo enseñarse la guerra, donde repiqueteaban los tacazos de botas furiosas, esa noche se aprendió la evocadora caminata porteña.

Sin embargo, los últimos cuatro fueron años muy duros para “El Conti”. A eso de las 19 se corrieron las mesas del pequeño buffet y se encendieron dos reflectores de luz amarillosa. Lentamente iba llegando la gente. “Yo si vienen veinte personas, estoy contento”, comentaba Tito con prudente emoción. Fueron muchos más, pero el número no importaba. Había una sensación de desahogo, de haber sobrevivido. Antes de comenzar la clase, reunió a todos en un círculo, tomó el micrófono y abrió con un breve discurso: “Hace cuatro años que venimos haciendo el taller de tango en la Esma. Fueron cuatro años muy difíciles para todos, para todos los trabajadores del espacio y para el pueblo argentino en general. Y bueno, ahora ya lo estamos haciendo en otro marco, en otro contexto, y creo que un poco más felices todos. Así que espero un buen augurio y un buen comienzo para otros cuatro años de tango y de baile en el Conti”.

Dejó el micrófono a un lado y cambió de semblante: era hora de empezar con la clase. El musicalizador, un trabajador del centro cultural, puso un tango con el volumen bajo y Tito propuso un par de ejercicios de relajación. Mujeres y muchachas, hombres mayores y jóvenes descontracturaban el cuello y relajaban los hombros, elongaban con los dedos de las manos tocando la punta de los pies -en la medida de lo posible- y aspiraban hondo para despabilarse de todo mal pensamiento.

Se trataba, a no olvidar, de otra clase, así que al principio repasaron lo aprendido durante el año. Primero, la caminata: las rodillas tienen que rozarse entre sí, los pasos uno pegado al otro, en una circulación que siga el sentido de las agujas del reloj. Tito marcaba con las palmas el tiempo de la canción para guiar el ritmo de sus alumnos. “Miramos hacia adelante, no miramos hacia el piso”, indicaba.

Luego llegó el momento de las primeras parejas. Tomados de los codos, chica y chico, chica y chica, chico y chico, calibraban el peso de cada pierna y dieron sus primeros pasos. Obviando la música, el silencio reinaba. Todos estaban concentrados en establecer su conexión con el otro, con los otros y con el espacio. Lentamente, la luz color humedad iba convirtiendo ese círculo de ¿15 metros? ¿20 metros? en una cálida milonga. “El que se choque o se pierda, la idea es que empiece otra vez”, alentaba Tito y, sin darse cuenta quizás, develaba esas enseñanzas que atraviesan el tango y la vida, si es que no son casi lo mismo.

Es un nuevo comienzo. La victoria de Alberto Fernández sobre Mauricio Macri en las elecciones presidenciales insufla una bocanada de aire fresco incluso en los más escépticos. Aquella declaración de principios dicha hace ya cuatro años, “conmigo se acaban los curros en derechos humanos”, anunciaba en forma descarnada a lo que habría que enfrentarse. “Nosotros pensamos que nos iban a echar a todos”, cuenta Luis Nacht, trabajador del centro cultural, mientras iba de una esquina a otra organizando el sonido, las luces, las mesas o lo que sea preciso. “Al final no echaron a nadie, no sé si por el qué dirán o por vergüenza. Pero desfinanciarnos fue una manera de intentar que el espacio desaparezca. Lo que pasa es que no tuvieron en cuenta que nosotros somos unos trabajadores conscientes, muy organizados, muy profesionales, que supimos hacer el trabajo sin un centavo”.

Las parejas ya habían pasado al abrazo propiamente dicho. Tito pidió a su compañera, de a ratos profesora y de a ratos visitante, que lo ayude a mostrar algunos pasos. Los demás observaban atentos y con ansias de poder balancearse de esa misma manera en la pista. Igualmente, más de uno se perdió confianza en lograr el último ejemplo: Tito estirando hacia atrás su pierna derecha mientras su compañera colgaba con una rodilla en el aire, la punta del zapato como sostén y la falda amarilla cayendo suavemente. “El taller lo arrancamos justo cuando fue el cambio de gestión. Al principio lo daba con ella y durante todo el año pasado no cobró por su trabajo”, había contado Tito. -¿Por qué pasó eso, por qué no cobró?

-No sé, no habrá querido- respondió Luis riéndose y siguió, ya en un tono más serio -No, bueno, todo el Conti depende de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, que tenía un tipo…una persona completamente despreciable como [Claudio] Avruj. Él había sido el primero del gobierno en salir a defender el fallo del ‘2×1’ en su momento. Venía acá y decía: ‘el museo es el pasado, el Conti es el futuro’. Con ese slogan estúpido nos desfinanció durante cuatro años, no pusieron un centavo. Sólo el sueldo de los trabajadores, que viene del Ministerio de Justicia. Todo se hace a la gorra. Los artistas y los talleristas vienen a trabajar de esa forma para sostener el espacio, en solidaridad con nosotros, con el centro cultural y con la gente”.

Mientras las parejas seguían girando, iban acomodándose los integrantes del “Trío Aguafuertes Porteñas” en un pequeño escenario al costado del bufet. La propuesta era música en vivo para escuchar o bailar. No eran pocos quienes se sentaban en las mesas desacomodadas con una cerveza en la mano o tomando pequeños sorbos de un tinto de propiedad colectiva, mirando la complicidad creada entre los bailarines poco dotados, que se excusaban con risitas por sus propios pisotones, o aquella otra reservada a los más diestros, que sonreían con una seguridad casi divina. “¡Cambio de pareja, cambio de roles!”, ordenó Tito. “El que conducía, acompaña; el que acompañaba, conduce…como en el peronismo”, remató. Y todos hicieron caso.

Sólo los organizadores debían saber la hora, aquella en que se dio por terminada la clase. De algún lugar surgió un “¡Vamos!” y la milonga amarillosa se llenó de aplausos. “Vino mucha gente al final, eh”. “Yyyy…la perseverancia de Tito”, respondió Luis con una media sonrisa cómplice.

Los músicos ya estaban preparados. Otro de los empleados del Conti, que cumplió funciones imposibles de enumerar, se acercó al mismo micrófono por el que había hablado Tito un rato antes para presentar al trío: “Al centro cultural le ha pasado un poco lo que le pasó al país. En este momento estamos esperando el nombramiento de nuevas autoridades, que nos permitan volver a la normalidad. Nosotros, los trabajadores del Conti, apostamos a que esto sea nuevamente un lugar donde los artistas tengan un espacio donde ser reconocidos, donde sean valorados por lo que hacen, cosa que durante estos años no ha podido ser. En ese sentido, hemos convocado al Trío Aguafuertes Porteñas para que vengan y nos acompañen. Y, como hemos hecho durante todo este último año, financiamos las actividades culturales en forma solidaria, es decir, con el aporte del público. El que pueda, el que lo considere valioso, allí hay una caja para dejar los aportes”.

Una guitarra, un bandoneón y un contrabajo dibujaban esas melodías que invitan a marcar el tiempo con el pie, a agitar un poco la cabeza, a mirar con ojos de ensueño. Y a bailar, pero la pista era amplia y solamente los expertos o los desvergonzados pueden animarse a la inevitable lluvia de miradas. Tito y su compañera rompieron el hielo. Dos o tres parejas se lanzaron enseguida y los más tímidos iban y venían según los invitaran, ya sea un conocido o el propio Tito.

“Que sea en el Conti, que estemos tocando mientras bailan y sean todos compañeros…yo, por lo pronto, tengo una relación con la Universidad de las Madres, laburé un tiempo ahí, y siempre me imaginé tocando acá. De alguna manera, es un sueño cumplido”, diría un rato después Federico Arabia, el bandoneonista, con cara de orgullo y un Phillips Morris en los labios. Estaba esa inquietante, ineludible, necesaria tensión: el sitio recuperado al terror, la barricada contra el ajuste, los tangos más blandos que el agua, el amor de vieja arboleda. Un alumno, un hombre mayor de camisa a mangas cortas y rayas, ya había bailado lo suficiente y se sentó a una mesa. Este cronista desconoce de qué canción se trataba, pero él comenzó a silbar la melodía del tema que golpeaba el trío sobre el escenario. “Como había dicho alguna vez algún escritor, el tango es una de las pocas cosas que no le consultamos a Europa. Es un producto cultural absolutamente genuino, para sentirnos orgullosos. Nos interpela. Nos interpela en cuanto a nuestra identidad”, reflexionará Miguel Barci, el guitarrista.

Las últimas canciones se tocaron con una intensidad que pasmaba. Incluso cansados, casi todos siguieron bailando hasta el definitivo y universal “chan-chan”. Aplausos, risas, comentarios y los primeros “¿qué hacemos ahora?” surgieron inmediatamente. Miguel tocó, en forma de chiste, las primeras e inconfundibles cuatro notas de la marcha peronista y provocó varias carcajadas. Federico se apropió de la broma y continuó la canción. El bajista se le unió y Miguel terminó por acoplarse. Más de uno bailó “Los muchachos peronistas” en clave tanguera. Así, en lo espontáneo, parece que se manifiesta la complicidad. Riéndose, más tarde, Miguel recordaría a Alfredo Carlino: “un gran poeta compañero que decía ‘pibe, el tango está prohibido’. Para alguna gente parece que tocar la marcha es peligroso, como lo ha sido tocarla en otros momentos”.

“Creo que hay dos políticas -reflexiona a su vez Federico-: una tiene que ver con el cierre de los locales. Cromañón marcó un antes y un después y está bien que haya políticas de seguridad e higiene. Pero eso lo llevaron a un extremo que se ve en cualquier tipo de proyecto que se quiera hacer en la calle. Lo que hay ahí es una excusa para evitar que la gente se junte, que hable y fomente nuestra ideología, que se da a través de la música. Incentivan el tango for export, para vender afuera y desincentivan lo que realmente es el tango: una forma de pensamiento crítico”.

Tito caminó la pista más que nadie. Ya eran casi las diez de la noche, le caían gotas de sudor a borbotones pero no perdía la sonrisa. Hablaba con el musicalizador, sacaba a bailar a alguna alumna, recorría mesas con una copa de vino en la mano. Se dio un segundo y reflexionó, medio al paso: “este era un lugar de disciplina, de cuerpos ordenados, y ahora está esto” mientras apuntaba el movimiento impredecible de la milonga.

El flyer que invitaba al evento tenía el hashtag #ElContiNoSeAchica, frase que adoptaron sus trabajadores a finales de 2016 para denunciar el vaciamiento del espacio cultural y de la memoria. Como el Pichuco que hace mucho describió Goyeneche, los trabajadores, los militantes y los artistas que dan vida al Conti supieron caminar derecho por atriles torcidos y, ahora que las aguas quizás vayan más calmas, buscarán recuperar parte de lo perdido y, en especial, construir nuevos tiempos.

“Hace veinte años que el tango es mi vida”

“Hace veinte años que el tango es mi vida”

Mejor artista masculino de tango de la década.  Mejor cantante de tango por los discos Aníbal Troilo 100 años, grabado en el Teatro Ópera y  Gardel Sinfónico, registrado con la Orquesta Sinfónica de Medellín en un concierto en el aeropuerto de esa ciudad. Nominado dos veces a los premios Grammy. Estos son algunos de los galardones que marcan el camino de Ariel Ardit, nacido en Córdoba en 1974 y que en diálogo con ANCCOM recorre su trayectoria y habla de los shows que brinda los miércoles de mayo a las 21 en Bebop Club (Moreno 364).

¿Cómo fue el inicio de tu carrera y qué te acercó al tango?

El inicio de mi carrera tiene que ver con que vengo de una familia de cantantes de folklore. Finalizando la secundaria mi mamá me preguntó qué quería estudiar, yo le dije que cantar, y empecé a tomar clases de canto lírico. Pasaron los años y en una de estas reuniones familiares donde siempre se cantaba reescuché la voz de Carlos Gardel, ya con la oreja de un estudiante de canto lírico, y descubrí el fascinante mundo de su canto. Yo seguí tomando clases con la intención de ser un cantante lírico en algún momento, pero el destino me tenía preparado un lugarcito con el tango. Sin querer pasé un día por el Boliche de Roberto, en Bulnes y Perón, alguien del barrio me conoció y sabía que yo cantaba, y canté mis primeros dos tangos; esto fue en 1997. Ahí empezó todo porque el Boliche de Roberto fue la vidriera donde me escucharon los muchachos de la Orquesta El Arranque, me tomaron una audición y empecé a trabajar profesionalmente como el cantor de la orquesta en 1999. Y a partir de ahí es que el tango ya me tomó para siempre.

¿Cómo fue tu experiencia con las giras?

Desde el año 1999 que fue mi primera gira a Europa, en estos veinte años siempre he viajado. Las giras lo que te dan es una gran experiencia artística pero también la experiencia de salir de la Argentina y ver el respeto que se tiene por nuestra música, y por la identificación cultural que nos da el tango. No me canso de decir que tal vez el embajador cultural más importante de la Argentina es el tango, y poder ser un transmisor y llevarlo por todo el mundo es algo que me llena de orgullo.

¿Qué sentís con los premios ganados?

Yo gané dos Carlos Gardel con el disco de Aníbal Troilo y con el disco del homenaje sinfónico a Gardel, también tuve dos nominaciones a los premios Latin Grammy con esos discos, y después gané el premio Konex como mejor artista masculino de tango de la década. La diferencia es que cuando uno es un cantante solista lo que hace es poner luz sobre el trabajo de muchísimas personas que trabajan en un disco. Disfruto de los reconocimientos y básicamente de compartirlos con la gente que trabaja conmigo y que muchas veces no tiene la oportunidad de exposición que tiene el cantante que sale en la foto.

¿Cómo fue el proyecto de Gardel Sinfónico en el Colón?

Yo vi un homenaje que se le hacía a Gardel en 1995 con orquesta sinfónica y los solistas de bandoneón más importantes que había en Buenos Aires. Ese año yo había empezado a tomar clases de canto y la sorpresa mía fue que el homenaje era instrumental y que nadie cantaba. Me quedé con la sensación, yo sin ser un cantante de tango en ese momento, que hubiesen estado bien representados también los temas de Carlos Gardel, que se habían hecho para cantar, con la presencia de un cantante. Pasaron los años y al conocer Medellín, hablando con la directora del aeropuerto Olaya Herrera, donde falleció Gardel, le dije que para mí sería importante hacerle un homenaje con orquesta sinfónica. En este caso sentí la necesidad de ofrecerme para hacerlo en el aeropuerto. El 24 de junio del 2015, al cumplirse ochenta años del fallecimiento de Gardel,  pudimos hacer este homenaje sinfónico junto a la Filarmónica de Medellín. Luego quedaba un objetivo: el homenaje en el Colón, también por la anécdota de que Gardel era un asiduo concurrente al teatro y que nunca había podido cantar ahí. El 23 de febrero pasado pudimos realizar el homenaje sinfónico en el Colón.

¿Cómo son estos recitales de Bebop?

En Bebop estamos haciendo un trabajo más íntimo, es solamente con el piano. Siempre el primer trabajo es entre el piano y la voz y a partir de ahí se modula el trabajo orquestal. Por eso decíamos que nos debíamos este formato de piano y voz para llevarlo al público, que la gente conozca la posibilidad de hacer el tango desde la versión más íntima. También un poco era buscar un contraste entre el último disco sinfónico y llegar a resumir el tango a la mínima expresión. Estamos grabando un disco y un DVD para que el audio editado tenga un mejor recorrido en las redes: un disco íntimo, un diálogo entre el piano y la voz que seguramente va a tener un recorrido interesante desde la puesta y desde las imágenes.

¿Qué esperás para tu carrera después del ciclo de Bebop? ¿Qué significa el tango para vos en esta etapa de tu vida?

Me siento muy afortunado de poder llevar adelante todos mis proyectos con el tango desde que empecé a cantar, de poder tener la contención de un público que me es fiel y que responde, y que afortunadamente va creciendo y se va renovando.  El tango, como siempre digo en estos casi veinte años de carrera profesional, me ha dado mucho y yo siempre estoy pensando en nuevos proyectos porque siento que al tango le tengo que devolver todo eso que todo el tiempo me está dando, devolvérselo en nuevos proyectos, en nuevos trabajos, en ser cada vez más serio en mis propuestas y en mis ambiciones. Si yo te lo tuviese que resumir te tengo que decir que hace veinte años el tango es mi vida.

Postales tangueras

Postales tangueras

Los ojos se cierran y se baila con el resto de los sentidos. Con los perfumes de la pista y la pareja, con la interpretación del contacto en el pecho, con la mano en la espalda, con el tiempo marcado en los oídos y en los brazos. Al bailar el tiempo se suspende en un movimiento. Una caricia enérgica en la espalda agradece la pieza. No se dice nada, solo se sintió.

“Tango queer es el estilo que da lugar al intercambio de roles, las reglas de género acá no corren”, explica Mayra Lucio, antropóloga social e investigadora de corporalidad y sexualidad. En la milonga tradicional, el varón saca a bailar, mediante el cabezazo al aire, y marca los pasos. Elige a la mujer por sus cualidades de baile pero también por su belleza. A ella le cabe la posibilidad de rechazar la propuesta, aunque está mal visto negarse. “La mujer es admirada, deseada, pero luego va a casa y sigue haciendo las cosas de su hogar”, sostiene Mayra Lucio, en referencia al machismo característico de la “cultura tanguera”.

Dos mujeres bailando tango en el Club Pemier

En las clases de tango que se dictan en el Club Pemier las reglas de género no corren.

A partir de 2001, una oleada feminista irrumpió en las milongas under y aparecieron variaciones. El cambio de roles, una de ellas, comenzó como un ejercicio teórico dentro de las clases de tango y hoy es un símbolo y una práctica. En los últimos años, se ha ido “naturalizando” bailar entre personas del mismo género y se han abierto puertas para la negociación y la improvisación. Dividirse los cuatro tangos dentro de una tanda y hasta guiar tres pasos cada uno dentro de la misma pieza, son dos opciones. “Estos cambios rompen con lo establecido, se desarma el sentido que estaba dado”, señala Mayra Lucio.

Falta de apoyo

En el Club Premier funciona El Amague, “escuela de tango estilo milonguero”. Su director, Manuel González, además bailarín y profesor, afirma: “Ahora en los centros culturales, como antes en los clubes de barrio, el tango logra la unión, la comunicación, el arte, el abrazo, la música, la poesía. Acá la gente siente, piensa, se expresa, canta”.

“El estilo milonguero es el más sentido, genuino y musical, el que es producto de una transformación real y no un invento, como otros. Nació de una necesidad. Cuando no había lugar en las milongas comenzaron a acercarse y se encontraron los pechos. Es una transmisión, musicalidad y sensibilidad diferente. No hubo vuelta atrás”, cuenta González, para quien los estilos visuales, los más comerciales, se banalizan: “Si te estás mostrando, no te estás comunicando ni con los demás ni con tu pareja, sólo te estás luciendo. Este producto se vendió a Europa, a los japoneses y encima nos lo venden a nosotros. En cambio, el milonguero se caga en los demás, lo importante es la pareja”, opina.

Los pies de los bailarines sobre las baldozas de la clase de milonga a la gorra en

“Ahora en los centros culturales, como antes en los clubes de barrio, el tango logra la unión, la comunicación, el arte, el abrazo, la música, la poesía».

La rosa en la boca, las medias de red, los festivales de la Ciudad, eso no es tango para González, que se queja de la falta de apoyo del Gobierno porteño: “Que te ayuden a la difusión, que los músicos tengan una buena remuneración, nada de eso pasa. ¿Habilitaciones de condiciones edilicias, un matafuego, salida de emergencia? ¡Obvio que sí! ¿Pero habilitar como milonga o como práctica? Es como que me pidas que tenga una habilitación para reírme”. Son numerosas las milongas clausuradas en la era PRO en Buenos Aires, por eso unas cuantas funcionan a escondidas.

“El tango te cambia la vida para bien. Dejás de tener esa actitud absorbida por el laburo. El tanguero sabe que va a vivir cosas maravillosas y se permite cambiar los horarios por un momento único. No importa de dónde vengas o qué estudios tengas, acá somos todos milongueros y ahí surge magia”, dice González y se despide para ir a la pista.

Dos bailarines de tango en la clase.

Para uno de los organizadores del club, los festivales de la Ciudad no son tango.

“¿Bailás?”

Suena un violín y le da color a las luces apagadas. Se suma un bandoneón, un piano, dos violines, tres bandoneones… Ya suenan todos y la oscuridad se va. Poco a poco van desapareciendo en un tiempo marcado, el sonido se duerme en su silencio… hasta que irrumpe la orquesta, todos juntos, iluminando los oídos de los presentes.

Bandoneonista y director de orquesta, Federico Boffi asevera que “el tango es un lente por donde se ven las relaciones, la belleza de la ciudad, las distintas realidades, las cosas que tenemos los porteños como el café o los modos de hablar”. Para él hay dos caminos posibles, “lo que el mercado te pide o lo que a vos te llena”: “Conozco colegas que tocan y escriben lo que no les gusta porque comen del tango. Yo puedo elegir con quién y dónde toco. Pero eso de ´ser libre y hago lo que me canta´, no es así tampoco. Yo quiero tocar para alguien, eso es un límite, pero no económico”, remarca.

Boffi le resta importancia a la falta de apoyo del Gobierno de la Ciudad porque considera que arte y política van de la mano: “El gran dolor es que la guita no llega, por eso la lucha artística no se puede separar de cuestiones políticas, porque justamente empieza y se forma con actividades de militancia: la cultura viene a romper lo establecido en la sociedad”. Para él, el tango for export es un claro ejemplo de un producto construido para hacer dinero que deja sin lugar a otras expresiones.

Bailarines de tango en el medio de una ronda.

El director de la orquesta,  Federico Boffi, entiende que lucha artística no se puede separar de cuestiones políticas.

Defensor de la presencia de los músicos en la milonga, Boffi se desanima cuando le preguntan si lo que hace es bailable. “El tema es que no todo se baila igual, ¡Hay un violín, flaco, no podés estar tirando patadas! ¡Sentí la música!”, exclama. Aunque también reconoce que cuando fue director de una orquesta, había cosas que le costaba explicar desde la música pero sí podía desde el baile, con un gesto corporal. “La nota es una sola, pero yo necesitaba que con el violín se haga otra, y ahí tenía que bailar”, recuerda. “El baile es un viaje donde uno debe subirse y dejarse llevar. Es un juego comprometido con la pasión –expresa Boffi con los ojos cerrados–: es un lugar de escape, de resguardo. Uno se pierde en ese abrazo, en ese cariño”, dice abrazando al aire.

Yo no sé si es prohibido / si no tiene perdón / si me lleva al abismo / solo sé que es amor, suena ahora en la pista, y entonces, con “Pecado” de fondo, una chica le pregunta a otra: “¿Bailás?”. La elegida sonríe y responde: “Sí, ¿pero sabés llevar?”

pareja bailando tango mientras otros estudiantes los miran.

«El tanguero sabe que va a vivir cosas maravillosas y se permite cambiar los horarios por un momento único», dice González.

Muchas parejas bailando tango en el club.

A partir de 2001, una oleada feminista irrumpió en las milongas under y aparecieron variaciones.

 

Actualizado 16/8/2017

“El tango se había quedado con la melancolía”

“El tango se había quedado con la melancolía”

¿Quién podría pensar que el tango iba a dejar atrás su nubarrón de melancolía  para darle paso a la orquesta, la alegría y la diversión? Cualquiera que vea un ensayo de Amores Tangos o que tenga el placer de presenciar uno de sus espectáculos puede fácilmente contagiarse de esa mágica energía. La que brota de cinco músicos extraordinarios con una visión renovadora del tango, rescatada de las orquestas y del Carnaval. Ellos son: José Jose Teixidó en guitarra y dirección, Nico Perrone en bandoneón, Juan Tarsia en piano, Seba Noya en contrabajo y Augusto Argañaraz en batería. También se suman como invitados los cantores Osvaldo Peredo, Leandro “Negro” Falótico, Limón García y Cucuza Castiello. Nominada a los premios Gardel con sus discos Orquesta de Carnaval (2011) y Altamar (2013), la banda se prepara para dejar salir su último desafío discográfico y presentarse este viernes en el Club Cultural Matienzo (Pringles 1249, CABA, 23 y 59 horas), luego de una exitosa gira por Europa. Anccom dialogó  con Teixidó y Tarsia sobre esta particular y ascendente orquesta

¿Cómo fue el origen de la banda?

Jose Teixidó: Aunque hay varios momentos para llegar a la constitución de la  banda,  creo que  el año 2012 fue muy importante, tanto como el momento inicial del 2008, en un primer show en una milonga perdida por San Telmo donde se sembró una semillita. Enero y marzo del 2012 fueron momentos importantes, cuando hicimos el Festival en Mar del Plata también.

Juan Tarsia: Para mí fue en el Festival de Tango de Granada, en España,  en el año 2012, allí hubo una vivencia fuerte. Mí percepción fue: “Okey, esto es una bomba”.

"Algunos amamos mucho el tango, otros lo aprecian, otros lo tenemos de amante, otros tienen relaciones ocasionales con el tango, pero eso es parte de la riqueza del grupo" , afirmaba Jose Teixidó.

«Algunos amamos mucho el tango, otros lo aprecian, otros lo tenemos de amante, otros tienen relaciones ocasionales con el tango, pero eso es parte de la riqueza del grupo» , afirmaba Jose Teixidó.

¿Todos son amantes del tango?

Jose Teixidó: Ni éramos ni lo somos. Algunos amamos mucho el tango, otros lo aprecian, otros lo tenemos de amante, otros tienen relaciones ocasionales con el tango (risas de ambos), pero eso es parte de la riqueza del grupo.

Juan Tarsia: En la música que hacemos hay muchas influencias diferentes, Nico es súper tanguero y yo soy del palo del jazz, del candombe.

¿Qué significó estar nominados dos veces a los premios Gardel?

Juan Tarsia: Fue más lindo que el momento en el que nos dimos cuenta que no habíamos ganado (risas de ambos). Implicó un lindo reconocimiento al laburo que estuvimos haciendo con esos dos discos.

Jose Teixidó: Haber estado nominados en los dos primeros discos que hicimos fue un golazo.

¿Cómo surge la decisión de tener temas puramente instrumentales?

Jose Teixidó: Eso es muy común en las orquestas típicas del tango, que siempre hacían su repertorio instrumental y cantado. A diferencia de otros géneros  donde la música instrumental no tiene tanto peso, como el folclore,  es una herencia de las orquestas típicas de tango.

Existe una influencia bastante clara de la  murga uruguaya…

Juan Tarsia: Sí, definitivamente. Nos encanta la murga uruguaya y el candombe y últimamente salen muchas cosas para ese lado.

¿Cuál fue el criterio para elegir los tangos que suenan en Orquesta de Carnaval?

Jose Teixidó: En ese momento nosotros estábamos  como armándonos, así que lo que primaba era lo que teníamos ganas de tocar. Veníamos de tocar con otras personas en otros trabajos. En ese momento buscábamos que con todo eso que tocábamos en el grupo encontráramos algo que tocar para pasarla bien. Algo que nos dieran ganas de tocar.

¿Cuál es la innovación que aporta la propuesta de Amores Tangos?

Juan Tarsia: Para mi hay algo claro que tiene que ver con la importancia que le damos a la alegría; la importancia de darla y recibirla, de transmitirla. Retoma un poco la idea esta de las orquestas en carnavales, que se había perdido. El tango se había quedado con la melancolía.

"En ese momento nosotros estábamos como armándonos, así que lo que primaba era lo que teníamos ganas de tocar", afirmaba Jose Teixidó.

«En ese momento nosotros estábamos como armándonos, así que lo que primaba era lo que teníamos ganas de tocar», afirmaba Jose Teixidó.

El tango se caracteriza por su melancolía; algunos la asocian a la patria perdida o una metáfora de la mujer que se va pero ustedes, en algún sentido, le quitan la melancolía al tango…

Jose Teixidó: Claro, porque las mujeres se quedan (risas).

Juan Tarsia: Es un poco la idea, sin pensarla, de lo que sucede. Al ser un grupo de amigos que se juntan a tocar y a disfrutar surge eso y lo que vuelve también es eso. Hay mucha gente que va al show y se sorprende de disfrutar en algo cuyo nombre dice “Tango”. Que diga tango en el nombre suele generar un impacto, nosotros también después de un show nos vamos contentos.

 

¿Existe en cierto sentido la idea de rescatar el tango volviéndolo posmoderno para llegar a un público masivo?

Jose Teixidó: Depende desde los ojos de quién. Para nosotros no hay que rescatarlo, porque el tango está buenísimo, al igual que el folclore. En todo caso se lo pierden los que no lo valoran,  no  ven algo atractivo en ello.  Si vos decidís escuchar toda tu vida la Radio Metro, esa va a ser tu vida, si decidís ir a un carnaval de Salta tu vida, te aseguro, va a ser mucho mejor. Que el tango sea masivo es un deseo que tenemos pero no es algo que nos desvele.

Juan Tarsia: Y a la vez nos parece que en el tango está habiendo una revolución ligada a la juventud. Y que se vuelva a conectar con el género implica que esto se conozca,  lo cual es genial.

¿A la hora de componer cómo se reparten los roles?

Juan Tarsia: El 80% de la música la trae José. Al principio él componía y luego se empezó a abrir el juego,  se empezaron a hacer composiciones conjuntas. No hay un patrón fijo.

Jose Teixidó: Depende del tipo del tema, participa más quien más puede aportar, quien conviene que haga tal o cual cosa.

¿Cómo fueron las grabaciones de los dos discos anteriores?

Jose Teixidó: Algunos discos, los primeros se grabaron más tocando en vivo y el otro tuvo más pre-producción.

Juan Tarsia: La característica es que la mayoría de los temas ya están tocados en vivo, ya están probados. Lo mismo estamos haciendo ahora. Y así a la hora de ir a grabar ya está cerrado el disco.

¿Qué sienten con lo que vuelve del público?

Jose Teixidó: No nos imaginábamos que iba a ser así. Esta bueno lo que vuelve y es muy estimulante. Y también lo que nos queda a nosotros.

Juan Tarsia: La vuelta del público es una inyección de energía grossa. No deja que esas giras -que por ahí duran cuatro semanas- nos aburran sino que nos revitalizan, y eso se refleja en la música.

¿Qué influencias reconocen en el grupo?

Juan Tarsia: Cada uno tiene influencias muy diversas, lo que le da una identidad especial a la banda. Tenemos tango, música de Brasil, jazz, fusión, rock, música clásica. Hay una historia de mucha música atrás dando vuelta.

¿Cuál es su conexión con las bandas de la escena actual?

Jose Teixidó: Lo que más tenemos son relaciones de afecto. Compartimos asados, ir a jugar a la pelota. Trabajo como sesionistas y en grabaciones.

¿Cuál fue el momento en el que sintieron que habían llegado más lejos?

Juan Tarsia: Estábamos tocando en el CAFF (Club Atlético Fernández Fierro) y en ese momento Mica (nota de la r: la asistente) que laburaba en el equipo, nos contó que un tipo estaba muy enojado, recaliente, puteando, porque se había quedado sin silla. Y de repente empieza el show y el tipo ve el show, se acerca a Mica y le dice: “¿Sabés qué? No importa la silla, ya está”. El ver que con nuestra música podíamos cambiar la energía de ese tipo así fue genial.

¿Cuáles son sus próximos proyectos?

Jose Teixidó: El próximo paso es grabar el tercer disco, que ya está en la cocina hace un tiempo. El contexto es un poco desfavorable para realizar el disco pero lo vamos a hacer igual.

¿Tienen un sello independiente?

Juan Tarsia: Siempre fuimos independientes y vamos a seguir siéndolo por el momento. Tenemos casi cerrado el disco

¿Cuál es su próximo deseo para el disco?

Jose Teixidó: Principalmente grabarlo (risas), encontrar algo que reúna la búsqueda que tenemos. Que se perciba lo que pasa en vivo, la fusión.

Juan Tarsia: Lograr que lo que pasa en vivo se de también sin lo escénico, a través de la música.

 

Actualizada 02/08/2016