No se olviden de la tuberculosis

No se olviden de la tuberculosis

Control de un paciente de tuberculosis en el Hospital Muñiz. Fotografía de archivo.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la tuberculosis es una de las diez principales causas de mortalidad en el mundo y la primera por enfermedades infecciosas. Las estadísticas de este organismo internacional muestran que la probabilidad de que una persona se vea afectada por TBC se reduce un 2% anualmente. Sin embargo, los casos en Argentina —que desde hace 40 años venían descendiendo— comenzaron a aumentar a mediados de esta década.

Los datos publicados por el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) revelan que el año pasado se registraron 12.075 nuevos casos por contagio o recaída en nuestro país, contra los 9.383 notificados en 2010, lo que significó un incremento en la tasa de notificación de 23.2 a 26.9 casos cada cien mil habitantes. Los últimos datos accesibles sobre mortalidad (2017) arrojan una tasa de 1.7 por cien mil habitantes (706 muertes) contra 1.57 en 2010, con 640 fallecimientos.

La OMS estima que entre 2000 y 2018 se salvaron 58 millones de vidas gracias al diagnóstico y tratamiento de la tuberculosis. Este dato siembra la sospecha sobre si el actual y necesario aislamiento social podría influir en un potencial aumento de casos de TBC. Sandra Carabajal, infectóloga del Hospital Municipal Eva Perón de Merlo, sostiene que hay elementos que pueden llegar a favorecer las recaídas: “Así como avizoramos que este año habrá una tasa bajísima de vacunación —porque la gente tiene temor de asistir a los hospitales— del mismo modo, creo que tendremos muchos abandonos de tratamientos por tuberculosis. Los médicos deberíamos tener el foco en que el paciente pueda continuar con su medicación, de lo contrario el mensaje puede ser ambiguo: por un lado, le decimos ‘no concurras al hospital, llamanos y nosotros te decimos’, por el otro, le pedimos que no deje de venir al hospital, que retire la medicación y que no abandone el tratamiento. La verdad, es un delicado equilibrio en donde a veces el paciente queda atrapado sin saber qué hacer”.

Los y las infectólogas consultadas por ANCCOM coinciden en que el aumento de casos de TBC en nuestro país está directamente relacionado con el avance de la pobreza. “Es una enfermedad que está enquistada fuertemente en población vulnerable y por eso cada vez que hay una crisis nutricional, habitacional y social se genera un caldo de cultivo para que se produzcan mayores contagios”, expresa Santiago Jiménez, infectólogo y coordinador médico de Casa Masantonio, un espacio de contención para personas consumidoras de PACO con enfermedades complejas como VIH y tuberculosis.

El hacinamiento y la desnutrición son dos ingredientes claves en el “caldo de cultivo” de la pobreza. “El hacinamiento genera, a través de la tos, la propagación hacia otros convivientes. La desnutrición, por la falta de consumo de elementos esenciales, predispone a enfermedades infecciosas por una falla en la respuesta primaria a diferentes gérmenes, entre los que se encuentra el bacilo de Koch, la bacteria que causa la TBC”, explica Lilián Testón, coordinadora del Departamento de Epidemiología de la Fundación Centro de Estudios Infectológicos.

El 2019 se registraron 12.075 nuevos casos por contagio o recaída en la Argentina, contra los 9.383 notificados en 2010.

Por su parte, Elena Obieta, Jefa del Departamento de Enfermedades Transmisibles y Emergentes de la Municipalidad de San Isidro, destaca que otro factor que influye en el aumento de casos radica en que “la población carcelaria es un  foco de TBC que luego se reinserta en la comunidad porque, lamentablemente, las cárceles no son como uno querría. El hacinamiento y las malas condiciones de higiene favorecen el contagio. En ese panorama, si un preso con tuberculosis tose…es un desastre”.

La tasa de notificación de casos tiene importantes variaciones entre las provincias. Según datos publicados este año por el INER, en el período 2018-2019 Salta fue la jurisdicción con la tasa más alta (64.91 casos cada 100 mil habitantes), seguida por Jujuy (50.5) y la Ciudad de Buenos Aires (44.99). En tanto las tasas más bajas fueron en San Luis, La Rioja y Mendoza (inferiores a 10)

Obieta, que además forma parte de la Sociedad Argentina de Infectología, considera que es un error médico pensar solamente en el Covid-19 sin tener en cuenta posibles casos de tuberculosis: “Si el hisopado da negativo, generalmente el paciente se vuelve a su casa. Entonces, si llega a tener TBC, en tanto siga tosiendo y no esté en tratamiento,contagiará a los convivientes más cercanos”.

La enfermedad, tal como señala la OMS, afecta además a personas con VIH y diabéticos. Testón explica que “la coinfección con el VIH es un importante problema de salud pública porque los pacientes, al tener debilitado su sistema inmune, tienen mayor riesgo de contraer tuberculosis”. Respecto a la diabetes, Obieta resalta que “es una enfermedad que también altera las defensas”.

Otro factor de riesgo es el consumo problemático de sustancias. Santiago Jiménez identifica a la pasta base de cocaína (paco) como la droga más utilizada por personas en situación socialmente vulnerable: “El impacto de la TBC en esta población es muy fuerte y es muy difícil que puedan acceder al diagnóstico y al tratamiento por canales normales. Esto amerita que existan estrategias diferenciadas, un acercarse a los territorios y no una actitud pasiva por parte del sistema de salud”, enfatiza.

Patricia Figueroa, voluntaria en Casa Masantonio, conoce de cerca estas realidades: “El consumo hace que nada te importe y por eso curarte no está dentro de tus prioridades, no hay posibilidad de cumplir un tratamiento, ni de ir a un turno, ni de tomar todos los días una medicación”, y agrega “hemos tenido chicos que han estado internados doce veces y doce veces han cortado el tratamiento”.

Ramón Maldonado, que tiene 43 años y hace siete meses que está recibiendo contención en Casa Masantonio, cuenta: “Viví en la calle como seis años. Andaba mucho en la droga, fumaba crack y toda esa gilada. Me enfermé y estuve nueve meses internado porque estaba muy jodido, me faltaba el aire. Me ofrecieron quedarme acá para no tomar frío cada vez que iba a buscar la medicación. Ahora gracias a Dios estoy bien, haciendo una vida nueva y sana, tomo la medicación y muy de a poco me voy recuperando”. Ramón es solo una muestra de las miles de historias que se insinúan detrás de las estadísticas.

El tratamiento de la tuberculosis es absolutamente gratuito en todos los hospitales públicos de nuestro país.

La mayoría de los casos se observan en la edad activa, especialmente en adolescentes y adultos jóvenes. El tratamiento dura aproximadamente seis meses pero si se acompaña con alguna infección por el VIH se puede extender hasta nueve o diez. Carabajal afirma: “Al ser tan prolongado, muchos pacientes abandonan en el camino y esto nos pone en riesgo a todos ya que la bacteria se vuelve más resistente y se requiere cambiar la medicación”. Por su parte, Obieta señala: “Los pacientes que toman la medicación enseguida empiezan a sentirse bien y suelen abandonarla, esto puede llevar a una TBC multiresistente y persistencia de la enfermedad en la comunidad” y agrega: “Si un paciente tiene una tuberculosis sensible a la medicación (la TBC más común) y comienza su tratamiento, a los 15 días deja de contagiar. Esto hay que decirlo porque es una buena noticia en sí misma”.

Cabe destacar que el tratamiento de la tuberculosis es absolutamente gratuito en todos los hospitales públicos de nuestro país.

Para Jiménez, la pandemia por el Covid-19 nos deja una enseñanza: “Así como la cuarentena no es viable en barrios vulnerables si no es acompañada por un apoyo alimenticio y social, en la TBC ocurre lo mismo. Muchas veces el sistema sanitario se enfoca solamente en los medicamentos y ese es un factor de fracaso cuando no se complementa con un apoyo concreto de otros recursos”.

Paradojas de la salud en cuarentena

Paradojas de la salud en cuarentena

A pesar del consenso sobre el carácter necesario del aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO) implementado en nuestro país frente a la pandemia, muchos profesionales de la salud muestran preocupación y alerta acerca de la drástica disminución en las consultas médicas y las demoras o suspensiones en los tratamientos.

La inquietud está justificada, sobre todo si se trata de patologías que no pueden postergar su atención. Valeria Cáceres, jefa del Departamento de Oncología del Instituto Roffo, afirma: “Si bien intentamos por todos los medios que los pacientes cumplan con sus tratamientos en tiempo y forma, nos encontramos con que hay mucho temor de concurrir a los centros de salud. Varios han planteado esperar a que termine la pandemia para comenzar a tratarse”, y agrega: “Los hospitales están sobrecargados y no pueden hacer nuevos ingresos. Entonces, hasta que esto ocurra, se está demorando el inicio de numerosos tratamientos”.

Efectivamente, en muchas instituciones se dificulta poder dar respuesta a la demanda. Guillermo Lerzo, jefe de Oncología del Hospital Municipal María Curie, expresa con preocupación: “El hospital tomó la decisión de disminuir la apertura de historias clínicas a pacientes nuevos porque no hay capacidad operativa para recibirlos a todos. Estamos absorbiendo derivaciones de la provincia de Buenos Aires porque hay un montón de servicios que no atienden. Además, los hospitales que dependen del Gobierno de la Ciudad tienen limitada la capacidad de trabajo en oncología, así que también realizan derivaciones hacia nuestro hospital”.

Las demoras en la entrega de medicamentos oncológicos es otra de las dificultades a la que se enfrentan muchos pacientes. “Tenemos retrasos con los diferentes bancos de drogas. Incluso las medicinas prepagas tardan el doble de tiempo en las entregas en relación a la época de la prepandemia”, alerta Cáceres. Por su parte, Lerzo asegura que “los pacientes que no tienen ningún tipo de cobertura están con serios problemas para conseguir la medicación, sobre todo los de la provincia de Buenos Aires”.

«Vimos disminuido el número de consultas en pediatría justamente porque los chicos están aislados», dice Girgenti.

No toda disminución en la afluencia de pacientes es negativa. Liliana Girgenti, directora del Hospital Municipal Eva Perón de Merlo, destaca: “Normalmente esta es la época de infecciones respiratorias bajas ya que hay mucho virus circulante que se contagia principalmente en las escuelas. Vimos disminuido el número de consultas en pediatría justamente porque los chicos están aislados. También se redujeron los traumatismos en niños. En los consultorios externos implementamos consultas de atención inmediata, a través de las cuales los diferentes especialistas evalúan la urgencia de cada caso”. Respecto a la concurrencia a la guardia, cuenta que “el número de consultas disminuyó, los pacientes que se acercan lo hacen por emergencias y no por dolencias menores”.

Sobre el nivel de vacunación durante el ASPO, Alejandra Calvaresi, epidemióloga de Merlo, explica: “Aprovechamos los operativos DetectAR para promover la aplicación de la vacuna antigripal en adultos mayores de 65 años, grupos de riesgo y embarazadas. También lo hicimos en aquel polémico cobro de los jubilados en abril, instalando unas mesitas con vacunas en la puerta del Banco Piano. Creo que es la primera vez que se llega a casi toda la población objetivo y se superan las expectativas. En cuanto al resto de las vacunas, quedaron pendientes absolutamente todos los proyectos que habíamos pactado, teníamos todo organizado para salir a las escuelas. La cantidad de personas que se acerca espontáneamente a vacunarse es muy poca. Estamos muy preocupados porque esto va a impactar negativamente”.

En Merlo, aprovecharon el operativo DetectAr para vacunar a los adultos mayores, embarazadas y otros grupos de riesgo.

Aunque las salidas médicas estén autorizadas desde el 20 de abril, muchas personas no concurren por temor al contagio. Calvaresi considera que, además, hay otros factores que influyen a esta retracción: “Para obtener el permiso necesitás la habilidad de poder tramitarlo, tener celular, internet, no es tan fácil. Entonces, muchas personas se encuentran muy restringidas para ejercer estas salidas. A pesar de todo esto, como epidemióloga sigo pensando que el ASPO era necesario, sino la situación hubiera sido insostenible”

Las consultas cardiológicas también se vieron afectadas. Alberto Lorenzatti, presidente de la Federación Argentina de Cardiología (FAC), señala: “En los primeros 60 días de la cuarentena hubo una reducción muy importante, no solo en las consultas sino también en procedimientos terapéuticos e inclusive urgentes. Si comparamos interanualmente, la cantidad de intervenciones realizadas a consecuencia de infarto de miocardio, en los primeros 30 días del aislamiento disminuyó un 40%. Estos son datos del Registro Nacional de Infarto ARGEN IAM-ST, que lo llevamos adelante la FAC y la Sociedad Argentina de Cardiología”. Sobre los factores que influyeron en la disminución de consultas cardiológicas, el presidente de la FAC identifica dos: “Por un lado, el temor de la gente a concurrir a los consultorios, por el otro, en los primeros sesenta días solamente se hacían las urgencias. Actualmente ya se están realizando cirugías y controles regulares. De todos modos, la gente concurre menos porque tiene miedo a exponerse”. Consultado sobre la efectividad de la cuarentena, Lorenzatti, que también está a cargo del Departamento de Cardiología en el Hospital Córdoba, responde: “Creo que fue una decisión acertada y que dio sus frutos. Esta medida nos permitió ralentizar los contagios por coronavirus, dándonos tiempo para prepararnos”

La reducción en las consultas médicas para esta especialidad ha tenido un lamentable correlato: según un relevamiento de Stent-Save a Life, en la Argentina la mortalidad intrahospitalaria por infarto —entre el 20 de marzo y el 31 de mayo— aumentó del 5.4% al 10.9%, con respecto al año pasado.  Lógicamente, estos resultados están basados en un número de internaciones mucho menor a las de 2019.

Para Ricardo Allegri, jefe de Neurología Cognitiva del Instituto FLENI, el aislamiento social ha tenido un fuerte impacto en sus pacientes: “La mayor parte son adultos mayores, que tienen más riesgos de complicaciones en el contexto de la pandemia, así que la reducción en la cantidad de consultas es significativa. En el primer mes de la cuarentena atendimos solo cien pacientes ambulatorios, de los 12.000 que habitualmente recibimos”. Si bien en el instituto se implementó la telemedicina para las consultas, las evaluaciones cognitivas y la estimulación, Allegri advierte “este nuevo sistema implica muchas dificultades para las personas de edad avanzada, algunas de las cuales están solas en sus casas”. Y concluye: “Uno no puede olvidarse de las personas mayores, por supuesto que hay que protegerlas del Covid-19, pero también del deterioro y del resto de las patologías”.

Una de las investigaciones que ha estudiado los resultados de las medidas para combatir la pandemia —liderada por un equipo del Imperial College de Londres, que a su vez colabora con la Organización Mundial de la Salud en estudio de epidemias— calculó cuántas vidas se habían salvado a partir de las medidas de aislamiento, en once países de Europa hasta el 4 de mayo. El estudio, publicado el pasado 8 de junio en la revista Nature, estimó que de no haberse tomado medida alguna, los países analizados habrían registrado 3,1 millones de muertes más.

Recién en pospandemia se podrá contar con análisis cuantitativos concluyentes que permitan evaluar los daños colaterales versus las vidas salvadas. Por ahora solo hay estudios parciales. Aunque, claro está, no hay ninguna estadística que logre mitigar el pesar por los fallecimientos, tanto por coronavirus como por cualquier otra enfermedad.

No se olviden del chagas

No se olviden del chagas

El 60% de los pacientes con reacciones positivas de Chagas, vive en las grandes urbes.

Según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se estima que hay alrededor de dos millones de personas infectadas en Argentina con la enfermedad de chagas. Se presenta adultos, bebés y niños, ya que la madre infectada puede transmitir la enfermedad durante el embarazo. En la actualidad, hay un importante aumento de casos en los recién nacidos a causa del tardío diagnóstico y tratamiento a las mujeres en edad fértil. En algunas provincias como Chaco, Santiago del Estero y Formosa, a través de la vinchuca, sigue siendo de gran preocupación y muchos son los factores que contribuyen a su lenta eliminación.

El chagas tiene como agente causal al parásito Trypanosoma Cruzi y su vector es la vinchuca. Aunque es una enfermedad asociada a las zonas rurales y a la precariedad de las viviendas y a la falta de higiene,  se ve replicada también en zonas urbanas. Jorge Tartaglione, médico cardiólogo y presidente de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA), sostiene que el deterioro socioeconómico ha contribuido a que la enfermedad se urbanice y aproximadamente el 60% de los pacientes con reacciones positivas para Chagas, vive en las grandes urbes”.

Dada esta “urbanización” de la patalogía, el foco de atención creció en las embarazadas, “ya que la madre infectada puede transmitirla al bebé. Por eso, es que hacemos tanto hincapié en la importancia de los controles prenatales, para que no nazcan bebés con chagas”, expresa Fiorella Tartaglione, médica cardióloga y miembro de la FCA.

Para Formosa, Chaco y Santiago del Estero, el chagas representa una gran preocupación.

Investigaciones y proyectos

Actualmente se realizan varias investigaciones y proyectos que ayudan a la mejora en el tratamiento del chagas. Jaime Altcheh, jefe del servicio de Parasitología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, donde tienen un servicio especializado para el manejo de niños con enfermedad de chagas, cuenta: “Estamos haciendo un estudio multicéntrico, entre Argentina, Bolivia y Colombia,  de una formulación pediátrica de la droga nifurtimox, que va a generar una nueva formación pediátrica de este. También trabajamos en todo el desarrollo de la formación pediátrica para benznidazol, lo cual ya está disponible”. El nifurtimox y benznidazol son las drogas disponibles y gratuitas para el tratamiento, sin embargo, “hay un tema de acceso a la medicación, no es tan fácil obtenerla, a pesar de que el gobierno la brinde”, plantea Altcheh. 

El Instituto Nacional de Parasitología (INP) Dr. Mario Fatala Chaben, ubicado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es el Centro de referencia en Investigación y Diagnóstico de la enfermedad. Marisa Fernández, médica infectóloga y que forma parte del Departamento Clínica, Patología y Tratamiento del instituto, indica que los proyectos con los que trabajan son clínicos, es decir, con pacientes. “Hay colaboraciones con proyectos básicos que buscan alguna molécula, alguna respuesta celular y también hacemos intervenciones de medicamentos”, sostiene Fernández. Por otro lado, cuenta que están probando nuevos esquemas de tratamiento, tanto para mejorar el nivel de tolerancia y para mantener la efectividad con marcadores subrogantes, ya que la ingesta de las drogas genera efectos adversos.

Uno de los grandes desafíos es ubicar la distribución del vector en el país y evitar su proliferación. Para esto, se creó la aplicación llamada GeoVin, donde los usuarios pueden enviar fotos de insectos que consideren sospechosos. Es un proyecto de ciencia ciudadana, denominado así por el equipo GeoVin. Agustín Balsalobre, doctor en Ciencias Naturales y uno de los integrantes del equipo, cuenta que “el principal objetivo que tiene la app es actualizar, en tiempo real, los mapas de distribución de las vinchucas a nivel del país”. Pero también, evitar su aumento. “A través de los reportes, una vez que este es corroborado, el Ministerio de Salud de la Nación toma las medidas que hay que llevar a cabo para eliminar las vinchucas de los lugares donde fueron encontradas”, sostiene Balsalobre.

La aplicación es efectiva y reciben muy buenas respuestas de los usuarios.De los más de 500 datos que tenemos un 30% corresponde a vinchucas y un 70% a no vinchucas. Existen otras 14 especies que no son tenidas en cuenta en los programas de radicación y que la gente por ahí ni piensa que es una vinchuca”, asegura Balsalobre, quien se encuentra trabajando en el Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (CEPAVE). Otro de sus mayores objetivos al realizar la aplicación era obtener información acerca de esas vinchucas. “Nos sorprendió la cantidad de hallazgos que hay de otras especies que no es la principal”, afirma. Además, cuenta que la mayoría de los reportes que reciben provienen de la Provincia de Buenos Aires y alrededores. 

Tres de cada diez infectados con el parásito Trypanosoma Cruzi, enferman de chagas.

Otra manera de abordar la problemática

“¿De qué hablamos cuando hablamos de chagas?” es un grupo interdisciplinario, perteneciente a la ciudad de La Plata y creado en el año 2011, donde hay médicos, sociólogos, biólogos, veterinarios y demás profesionales. Este grupo se encarga de abordar la problemática desde diferentes miradas. Creemos que abordar a la problemática del chagas desde diferentes contextos es importante para poder visualizar y visibilizar esta problemática”. La enfermedad de chagas tiene mucha carga estigmática encima, por ejemplo la palabra ´mal’, que es una de las cosas que tratamos de sacar del lenguaje, tiene una connotación negativa. La gente que tiene chagas y está infectada con el parásito Trypanosoma Cruzi, no todas se van a enfermar, sino, solamente 3 de cada 10 de ellas”, explica Balsalobre, integrante del grupo, entre otros, también junto a la doctora Soledad Ceccalleri y el doctor Gerardo Marti, integrantes del equipo de trabajo GeoVin.

Quien también hace mucho hincapié en la estigmatización y la discriminación de chagas, fue la médica infectóloga Fernández. “Hay  una Ley de Chagas publicada en el año 2007, que prohíbe hacer las pruebas de chagas en los estudios preocupaciones, sin embargo, sabemos que las hacen y no contratan por este concepto de que alguien que tiene chagas está enfermo, cuando la mayoría, no lo está”, ratifica la especialista.

Los casos de discriminación dentro del ámbito laboral, escolar y en el sistema de salud son muy recurrentes. Fernández, cuenta que en un hospital odontológico hubo pacientes a los cuales los ponían últimos en los turnos de atención porque tenían chagas. “Uno de los casos más sensibles para nosotros fue discriminación escolar. Una nena de 10 años dijo, en un taller de chagas, que ella y los padres tenían el parásito y le hicieron bullying. La terminaron cambiando de escuela porque la directora no supo manejar la situación. Es ignorancia plena”, relata apenada.

La desinformación es otra problemática. “Normalmente, la gente que tiene chagas viene de sectores más vulnerables, y no saben cómo reclamar sus derechos”, sostiene Fernández, que se encuentra trabajando en el Hospital Muñiz. Por su parte, el cardiólogo Tartaglione afirma: “La poca información sobre este tema que reciben los médicos y los profesionales de la salud en general, es una evidencia de la desatención que hay respecto a la enfermedad. Esto se traduce en las dificultades que presenta su diagnóstico y tratamiento”.

“Tenemos una carencia importante de recursos humanos, movilidad y presupuesto», señala Maza.

Chaco, el impenetrable

La provincia de Chaco es considerada una provincia altamente endémica, ya que hay presencia del vector en casi todo el territorio. Yanina Maza es médica veterinaria epidemióloga y afirma: Una multiplicidad de factores hace que se perpetúe esta afección en nuestra comunidad. Fundamentalmente, a nivel global, la carencia de políticas sostenidas de control y prevención de todas las formas de transmisión, es lo que hicieron posible que aun sigamos teniendo una alta prevalencia de población chagásica en la provincia”.

Chaco cuenta con un programa que se denomina “Programa de Lucha Contra la Enfermedad de Chagas”. Maza es su coordinadora técnica y explica que si bien, desde el programa, han logrado realizar un tratamiento de fumigación en viviendas que no habían sido abordadas, como también ir bajando los índices de infección, necesitan mayores recursos. “Tenemos una carencia importante de recursos humanos. Nuestros técnicos son personas que hace mucho tiempo trabajan en esta actividad y muchos están por jubilarse. También los recursos de movilidad y presupuesto son muy acotados, sumado a los fenómenos climáticos en la provincia, asegura Maza.

Al preguntarle acerca de las acciones que las autoridades deberían tomar, para frenar el avance de la enfermedad, Maza sostiene:En cuanto a acciones concretas, además del programa, también se deben tener en cuenta la mejora de las rutas, de los accesos a los caminos altamente intransitables, no por nada una gran parte del territorio se llama impenetrable. También la mejora habitacional de personas que viven prácticamente en el medio del monte y, por último, una fuerte decisión política de atacar esta problemática desde todos los ámbitos”. Estos son otros de los factores que, sumados a la falta de políticas, de presupuesto y visibilización de la enfermedad, atrasan su eliminación.

El chagas es una enfermedad catalogada como desatendida u olvidada. Sin embargo, Maza expresa:Nosotros optamos por la denominación de enfermedad silenciosa, porque es silenciosa respecto a su presentación clínica. Tiene poca sonoridad en la población afectada, que la tienen naturalizada. Por eso necesitamos fuertemente una puesta en agenda política, de manera real, para que se note y se sepa realmente que si bien es una enfermedad que no da presentación de tipo explosiva, es necesario que se controle”.

La epidemia detrás de la pandemia

La epidemia detrás de la pandemia

En las últimas dos semanas se duplicaron los casos de dengue.

Los números dicen suficiente: 1833 casos confirmados en lo que va del año, tan sólo en la Ciudad de Buenos Aires. De esa cantidad, 1576 sin antecedentes de viaje. En las últimas dos semanas se duplicaron los casos y la transmisión ya es principalmente autóctona, lo que da motivos para preocuparse. ¿Coronavirus? No, dengue. 

Mientras la agenda mediática se ve saturada por alertas e información minuto a minuto de lo que sucede con el avance de la pandemia en el país, en lo que pareciera ser un segundo plano de la realidad, esta enfermedad de carácter regional se continúa transmitiendo sin que se hable demasiado de ello.

Nora Burroni, bióloga especialista en mosquitos e integrante del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA), dependiente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, considera más riesgoso el dengue que el Covid-19 en las circunstancias actuales: “Una de las razones es que el serotipo que está circulando mayormente es el DEN-4, y la grandes epidemias de 2016 y de 2009 eran con DEN-1 Y DEN-2. La doble infección -es decir, anteriormente con DEN-1 o 2 y en este momento con DEN-4- puede dar más casos de dengue grave, los cuales pueden causar muertes.” Según el Boletín Epidemiológico Semanal (BES) que elabora la Gerencia Operativa de Epidemiología (dependiente del Ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires), el 55% de los casos confirmados fueron portadores del DEN-1, mientras que el 42% dio positivo para DEN-4, siendo estos dos serotipos los de circulación actual en CABA.

Otra razón de preocupación para la bióloga, también investigadora del CONICET, es que “este año se observó un aumento importante de la población del mosquito aedes aegypti”. “Estamos cursando la peor epidemia de dengue en las Américas. Eso es preocupante ya que aún hay bastantes días para que siga el dengue propagándose: marzo y abril suelen ser los picos de casos de este tipo de enfermedades.”

Así también lo informa el BES correspondiente a la semana del 27 de marzo. En el documento se deja constancia de estar transitando el período de alto riesgo -que va de marzo a junio-, en el que se advierte “presencia del vector con existencia de casos confirmados de dengue, fiebre chikungunya, fiebre zika o fiebre amarilla (con circulación viral regional confirmada)”. Es decir, con casos autóctonos que no presentan antecedentes de viaje a zonas de contagio.

Flores, Barracas y Villa lugano concentran el 53 por ciento de los casos porteños.

Las comunas más afectadas son la 7 -Flores y Parque Chacabuco-, la 8 -Villa Soldati, Villa Lugano y Villa Riachuelo- y la 4 -La Boca, Barracas, Parque Patricios y Nueva Pompeya. Y sólo tres barrios concentran el 53% de los casos: Flores (21%), Barracas (16%) y Villa Lugano (16%). Esto también demuestra que, si bien el dengue dista de ser una enfermedad que distinga clases sociales, es un dato objetivo que los barrios más carenciados -ubicados en el sur de la ciudad- son los más afectados debido a las condiciones de infraestructura y de provisión de agua que facilita la reproducción del mosquito.

Según Luana De Borba, investigadora del Grupo de Virología Molecular de la Fundación Instituto Leloir, el aumento de casos sospechosos en relación con el mismo período en años anteriores se debe a “la introducción de un nuevo serotipo al país, al cual la población no tiene inmunidad previa.” Esta situación no sólo es riesgosa para la salud personal de los ciudadanos, sino también para la pública: “La presencia del vector en comunidades altamente densas y la circulación del virus hace que el riesgo de salud pública sea muy importante y pueda significar una alta carga a los sistemas de salud pública, pudiendo evitarse con el simple control del vector, un mosquito”, explica la investigadora.

Según el Ministerio de Salud de la Ciudad, actualmente está en marcha un Plan Operativo de Prevención y Control de las Enfermedades Transmitidas por Mosquitos Aedes aegypti (ETMAa), a partir del cual realizan distintas medidas, como capacitaciones, “descacharreos” organizados, principalmente en las comunas más afectadas, y protocolos vigentes y activos en todos los hospitales y centros de salud. Sin embargo, y como sostiene De Borba, “dada la cantidad de casos registrados en 2020 hasta ahora, parecería que las medidas no están siendo lo suficientemente eficaces como para combatir la enfermedad y requieren de una estrategia más acentuada en la concientización de la población en riesgo”.

A nivel nacional, también se llevan a cabo distintos planes de control y monitoreo que se dan a conocer al público a través del Boletín Epidemiológico emitido por el Ministerio de Salud de la Nación. Sin embargo, es posible que haya un nivel de subnotificación de los casos oficiales debido a la escasez de kits de diagnóstico en determinadas regiones del país y a que muchas personas no acuden al médico frente a síntomas leves de la enfermedad. Mientras tanto, el número de casos en el país asciende a 2.942 infectados -con circulación viral en 15 provincias-, y ya son 6 los fallecidos por falla multiorgánica debido a dengue positivo.

En todo el país fallecieron seis personas por fallas multiorgánicas tras ser picados por el mosquito del dengue.

Mosquitos y paradigma químico

Los tiempos que corren de coronavirus y aislamiento social preventivo y obligatorio, tampoco son de gran ayuda. Debido a la cuarentena, los monitoreos con sensores de presencia del mosquito y las acciones de control y divulgación se detuvieron para enfrentar una crisis que parece más acuciante debido a la alta tasa de contagio del Covid-19. Además, las casas no sólo se convierten en el espacio único de las familias, sino que también en sitios ideales de contagio y transmisión por parte de los mosquitos. Esto se debe a que los seres humanos están rodeado de potenciales criaderos para estos insectos: y no son los charcos, lagunas ni ningún tipo de espejo de agua, sino floreros, recipientes y neumáticos, entre otros objetos. Ya que el aedes aegypti es un mosquito doméstico, por lo que cumple todos los requerimientos de reproducción en zonas urbanas y viviendas, específicamente. 

Sin embargo, el aislamiento también es una buena oportunidad para hacer limpieza. “El dengue se detiene controlando la población de mosquitos, lo cual es muy fácil si uno piensa que son tachos y estructuras en las viviendas que pueden acumular agua”, explica Burroni. “Hay que eliminarlos en estados inmaduros y descacharrar y limpiar los recipientes que no se tiran en el invierno, si todos los ciudadanos lo hacen a conciencia, la población de este mosquito baja al año siguiente. Y obviamente hay que mantenerlo bajo.”

No obstante, para Nicolás Schweigmann, doctor en Ciencias Biológicas y jefe de investigación del Grupo de Estudios de Mosquitos (GEM), las acciones y medidas que se toman no son suficientes: “Lo histórico es hablar de dengue y el descacharrado cuando la transmisión es inminente o ya se inició. Lo histórico es responsabilizar al ciudadano cuando el Estado tiene responsabilidad en que no existan criaderos en las cementerios,  escuelas, edificios públicos y hospitales (donde hay criaderos actualmente) y cubiertas de vehículos en las aceras de gomerías, cementerios de chatarra en zonas urbanas, etcétera. Hay que trabajar en prevención durante el invierno.”

Esta insuficiencia de las medidas se debe, según el especialista, a que la sociedad está atrapada en el paradigma químico que entiende la fumigación -con insecticidas y repelentes de capacidad sobreestimada- como única forma de eliminación del mosquito, cuando está comprobado que éste “se instala en nuestras viviendas porque le damos la oportunidad de proliferar en los recipientes que contienen agua. Controlar solo una de las siete etapas del ciclo de vida del mosquito no te protege en forma definitiva”, sostiene Schweigmann: “El mosquito responde favorablemente al paradigma químico, está preparado para morir ya que de 330 huevos, con que sobrevivan sólo dos y sean exitosos, esto permite que la población mantenga sus números.  Hay que actuar sobre los criaderos, pero no se le explica a la población ni se le enseña como luce una larva.” Para el biólogo, faltan educación, calidad de la información -los medios desinforman y subestiman la epidemia- ; y, principalmente, mejores acciones de prevención por parte de las autoridades.

“Dinamitaron la salud”

“Dinamitaron la salud”

El reloj marca las doce y ante su escritorio en ISalud, la fundación que creó y preside, Ginés González García se sienta con un té y su tablet personal. Nació el 31 de agosto de 1945 en San Nicolás de los Arroyos, provincia de Buenos Aires, y en el ’76 se exilió en España. Luego, desde 1988 hasta 1991 fue el ministro de Salud bonaerense de Antonio Cafiero. En 2002, Eduardo Duhalde lo convocó para el mismo cargo a nivel nacional: “Me enteré por televisión de que me había elegido”, indica entre risas a ANCCOM. Tras la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia continuó en su gestión, hasta 2007. Al asumir Cristina Fernández fue electo legislador porteño por el Frente Para la Victoria pero no asumió, porque la expresidenta lo designó embajador en Santiago de Chile, donde permaneció hasta 2015. Fanático de Racing, señala que festejó la Superliga conquistada por la Academia hace pocas semanas, y cuenta que siempre lleva un pañuelo celeste y blanco en el bolsillo de la camisa.

González García afirma que nunca vivió de la política sino para la política. Cree que la ley para despenalizar el aborto saldrá “tarde o temprano, porque todos evolucionamos”. Y muestra severa preocupación por la actualidad de Argentina: “Estamos en una situación delicada y con posibilidad de una enorme regresión, puntualiza. La idea es que puede pasar una cosa trágica, como por ejemplo que esta generación tenga una esperanza de vida menor que la anterior. Eso es un indicador que asusta”.

Más allá de índices y estadísticas, ¿cómo percibís la sociedad argentina hoy?

La veo inmersa en un caos, con un estado de muchísima incertidumbre con respecto al futuro. La clásica idea de la evolución de las sociedades, que la generación siguiente va a estar mejor que la actual, está perdida y eso significa que hay una pérdida de esperanza. La peor devaluación que tiene hoy Argentina es la de nosotros mismos, incentivada por el gobierno. Están diciendo que durante los últimos setenta años se hicieron todas macanas y que en un cierto tiempo, que nunca sabemos cuál va a ser, vamos a estar mejor. Eso lleva a mucho desánimo. Argentina hoy es un país triste y violento, y por suerte ese enojo no se expresa.

¿Violencia verbal, física?

Sí, violencia que felizmente no es colectiva y hay contención de todo el mundo. Entre la tragedia de lo que fue la violencia en el 2001 más lo que significa la contención social de muchas formas. ¿Saben cuántos comedores hay en el Conurbano Bonaerense? Treinta y cinco mil. Hay mucha gente que no tiene para comer en su casa, y va una vez al día a comer a esos lugares. Es una cosa, a mi modo de ver, insólita. Habitamos una de las llanuras templadas más importantes del mundo, y que en realidad mucha gente no pueda acceder a la alimentación como consecuencia de los precios, la inflación y las cosas que sufrimos todos los días los argentinos, genera un estado colectivo en el que hay muy pocos beneficiados. Va a haber que luchar mucho para cambiar este clima. Argentina ha tenido situaciones similares. ´

Y teniendo en cuenta índices y estadísticas, ¿cuál es el indicador más preocupante? ¿En qué ámbito creés que hay que poner el foco urgente?

Millones de pibes debajo de la línea de pobreza. Cualquiera que uno agarre es trágico, y no me quiero refugiar en los indicadores, aunque son todos desfavorables. Estamos perdiendo muchas condiciones que teníamos y con menos impacto social por lo que fuimos.

¿Te imaginás una Argentina más justa y saludable?

Sí, claro. Para eso estoy luchando todos los días, tratando que esto sea así. Pero para eso hay que cambiar el gobierno.

¿Tenés aspiraciones políticas?

Ninguna, ninguna. Una aspiración política es que cambie el gobierno. Pero personalmente, no. Nunca he trabajado por los cargos. De hecho, la mayor parte de mi vida, no he estado en el gobierno. Estuve desde el 1991 hasta el 2002 sin ser nada. Nunca he vivido de la política, quizás sí para la política.

¿Por qué vemos un sistema de salud argentino que rara vez funciona como corresponde?

Porque es un proceso que no es nuevo, pero que esta gente lo dinamitó. Vivimos en una de las ciudades más ricas del mundo y con un presupuesto brutal. ¿Y cuáles son los déficits más brutales de esta ciudad? Educación y salud, y eso es una política de gobierno. Cualquier ciudad de este tamaño tiene en cualquier lugar del mundo un servicio de salud extraordinario.

El 3 de septiembre de 2018 el presidente Mauricio Macri degradó el Ministerio de Salud al rango de Secretaría dentro del Ministerio de Desarrollo Social, el cual fue renombrado como Ministerio de Salud y Desarrollo Social. ¿Qué opina de esta medida? ¿Cuánto, en la práctica, cambiaron las cosas?

Si bajaste todos los programas, si dejaste sin financiación. Nunca en la historia de la provincia de Buenos Aires el porcentaje destinado a la salud fue tan bajo. Nunca, nunca. Ha estado bien, mal, regular y ha pasado hiperinflaciones. Pero jamás hubo desinterés desde el gobierno. Nadie te va a decir que lo último es la salud, pero cuando ves un presupuesto y lo último es la salud, ahí es donde está la decisión.

¿Qué políticas, en cuanto a salud, rescatarías de este gobierno?

(Silencio) Quisiera decirte otra cosa, pero es tan la destrucción que han hecho, que no. Han llegado a límites que no creíamos que fueran posibles, ni los gobiernos militares hicieron eso. Las vacunas, por ejemplo. Hace meses que hay carencia y es porque no las compran. Toda la vida las compró el gobierno nacional y eso es traspasar cualquier límite. Lamentablemente lo digo con dolor, porque soy un tipo que para mí la salud es central. No rescato nada de este Gobierno y menos del Nacional.

¿Qué influencia cree que producen las organizaciones antivacunas?

No, eso es una pequeña influencia que se da básicamente en clases medias. Algunos por fanatismos o locuras religiosas. Otros por marketing, por ser distinto al resto de los pediatras. Y por último, porque el Gobierno no hace una campaña fuerte diciendo lo que significa. Si alguien tiene que elegir algo en la historia de la humanidad que haya significado un vuelco sustancial en la salud colectiva, son las vacunas.

Con respecto al debate sobre la legalización del aborto, ¿qué es lo que se discute? ¿Tu postura siempre fue la misma?

Siempre tuve la misma posición. Nunca fue ninguna especulación, nunca hice nada para ganar simpatías ni votos. Claramente lo digo en función de la salud pública, y la medida más concreta que habría para poner en blanco sobre negro y aceptar la tendencia mundial. Quitarle la precariedad en la cual se desarrolla en Argentina y que los sectores más débiles socioeconómicamente dejen de morirse. Hay que adoptar las tecnologías modernas, que son con medicamentos, como hace todo el mundo.

¿Por qué creés que el kirchnerismo nunca siquiera dio lugar al debate parlamentario?

Eso no es así. Yo fui ministro de Salud, fuimos paso a paso haciendo cosas. Al día de hoy el Gobierno no hizo nada para aplicar cosas que hicimos nosotros desde el 2002.

¿Cómo viviste el debate del año pasado en el Senado?

Debate que además se perdió. Se armó una guerra civil casi. La sociedad Argentina no está muy dispuesta a tratar con racionalidad este tema. Comenzó siendo un debate y terminó siendo un combate, donde se metieron las religiones y la política. Terminamos en una confrontación que era manifestaciones de un lado y del otro. Si yo tuviera que elegir una prioridad hoy, es que se cumpla la ley vigente, que en muchos lados no se cumple.

Tarde o temprano va a salir…

Claro que sí. Es un proceso de evolución de la historia. Pero este año por más que se presente, no va a ser tratado. Si yo tuviera la decisión, no pondría entre las prioridades desde un primer momento del próximo gobierno, porque va a tener que buscar coincidencias y adhesiones. Argentina tiene una hipoteca brutal sobre el futuro.

¿Qué opina sobre la negativa de María Eugenia Vidal para abrir los hospitales Néstor Kirchner, de Gregorio de Laferrere, y René Favaloro, de Rafael Castillo, que el anterior gobierno dejó casi finalizados?

Nosotros hacemos hospitales y ellos no lo abren. Ahí radica la diferencia.

En el 2018, Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires decretó la creación del «Complejo Hospitalario Sur». El mismo unificaría en el terreno del Hospital Muñiz a cinco hospitales de la zona: el propio Muñiz, Hospital Udaondo, Hospital Ferrer, el Hospital Municipal de Oncología «Marie Curie” y el Instituto de Rehabilitación Psicofísica. ¿Por qué creés que quieren armar esta unidad de alta complejidad y qué crees que pasaría con los edificios?

Lo que se está haciendo son maniobras inmobiliarias y de marketing. No hay una reforma de fondo y Argentina necesita profunda reforma hospitalaria. Los hospitales públicos tienen que funcionar mejorar. Eso va a llevar unos cuantos años. Tiene que cumplir con mejor satisfacción de la gente su enorme función.