«No somos angelitos pero tenemos alas»

«No somos angelitos pero tenemos alas»

En una nueva audiencia judicial por la megacausa Mansión Seré IV y RIBA II declararon testigos ligados al sobreviviente Sergio Gobulin. Otra vez fue mencionado Jorge Bergoglio.

“Tenía una ausencia tremenda, no tenía pertenencia a una cultura, a una nación, es algo que me falta”, expresó este martes -en la sexta audiencia de la casua Mansión Seré y RIBA II- Natalia Paola Gobulin, hija del matrimonio Barzola Gobulin, quienes testimoniaron en sesiones anteriores, también de forma virtual vía zoom, dado que viven en Italia desde su exilio. Antes de iniciar su declaración, Natalia aclaró que aún tiene algunas dificultades con el idioma español. Partió desde aquella aclaración para iniciar un recorrido en el tiempo en torno a aquellas cosas que le fueron arrebatadas: “Fueron faltandome personas, yo le preguntaba a mi mamá porqué no teníamos a la familia cerca, no sabía donde quería estar. Fueron detalles pero me cambiaron como persona”, prosiguió su relato. Sobre el secuestro de su padre, mencionó que aunque ella era apenas una beba y guarda escasos recuerdos, también existieron  consecuencias: “Saber que vivieron aquellos momentos me dolió como hija, pero también lo viví en primera persona, esta sensación de miedo, una la lleva dentro”, reflexionó la testigo acerca de las consecuencias de este episodio que la atravesaron y concluyó: “En esta historia todos tenemos nuestra parte”.

“Creció en Italia un poco confundida y perdida”, analizó Roberto Gobulin, hermano menor de Sergio Gobulin, en relación a su sobrina y a su infancia lejos de sus raíces: “Natalia estaba entre Argentina e Italia”, sostuvo haciendo alusión a diferentes momentos en los que ella se debatió entre qué país elegir. El testigo también se refirió a cuando fue el nexo principal de la familia con el entonces padre Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco, situación que ya tuvo debate en la causa ante el pedido de la querella y de la defensa de incorporarlo como testigo del juicio: “Bergoglio había tocado varias puertas, creía que lo tenía detenido la Fuerza Aérea. Unos días antes de la liberación de Sergio, tuvimos una entrevista en el Colegio Máximo. Había logrado un contacto de alto mando que le había prometido que en esos días o salía o no lo veíamos más”, relató el testigo, en torno a las averiguaciones que pudieron recabar durante el periodo de desaparición de su hermano, mediante contactos militares. “Eso fue terrible para mí. Un golpe muy grande. Pero dentro de todo lo malo llegó la buena noticia, a los 18 días del secuestro me llamó Aldo Barzola: lo habían encontrado y estaba en el Hospital Italiano”. Roberto Gobulin hizo principal hincapié en que la ayuda y el compromiso de Bergoglio fue la clave para la aparición con vida de su hermano: “El se jugó por mucha gente, es una persona muy digna y valorable”, sostuvo.

Roberto Gobulin estuvo muy aprensivo por las consecuencias psicológicas que el secuestro y la tortura cimentaron sobre su hermano, durante el periodo de internación hospitalaria y a posteriori: “Estaba vencido y muy golpeado. Lo encontré quebrado en su caracter. Lo desconocía”, expresó acerca del estado de su hermano tras la liberación. De la misma forma, relató los motivos que arrojaron a su hermano y a su familia al exilio: la persecución posterior al secuestro con un mensaje claro: “A vos te conviene irte”.

Los testimonios en torno al secuestro de Sergio Gobulin se fueron sucediendo y sumaron información de lo ocurrido desde el lugar en que cada uno lo vivió. El tercero en declarar fue el único testigo que presenció el secuestro de Gobulin, Ramiro Ferreiro Rodríguez, amigo que Sergio Gobulin conoció cuando era un joven estudiante de Teología en el Colegio Máximo de San José y con quien luego volvieron a coincidir trabajando en “El Observatorio”, una imprenta de papers académicos y administrativos de la Universidad de Loyola que administra a ambas instituciones perteneciente al grupo religioso jesuita y que integra el papa Francisco. El testigo reflexionó que se puede analizar el secuestro en dos etapas, un primer momento en el que se realizaron tareas de espionaje y luego, la materialización del del hecho: “La semana anterior al secuestro vino un grupo de personas interesadas en el funcionamiento de las máquinas. Con el diario del lunes, sospechamos que en realidad hacían tareas de investigación y les interesaba en realidad el contenido de lo que publicábamos”, analizó el testigo sobre este episodio de inteligencia previo al secuestro.

“Otro día vinieron y preguntaron por Sergio. Él no estaba. Se había tomado licencia para resolver unos problemas en la construcción de su casa. Fui a la construcción a avisarle, pero cuando llegué había tres personas. Una de ellas me encara y me pide documentos, dentro de la campera me muestra un revólver. Estaban vestidos de negro. No tenían insignias ni me mostraron credenciales o identificación. A los minutos llega un auto con otras dos personas, una de las cuales era la que había ido a preguntar al Observatorio”, relató el testigo de forma muy metódica y precisa sumando datos sobre colores, cantidad exacta de personas y modelos de autos. “Lo esposaron y lo metieron en un Peugeot 204 color beige o café y se fueron junto a un 128 verde, que a la semana siguiente lo volví a ver fuera de en un edificio de la Fuerza Aérea -relató y para finalizar agregó:- En esa época se decía que si estabas cerca de un detenido corrías la misma suerte. Sentí esa persecuta, principalmente porque en el allanamiento a la casa de sus suegros habían robado fotos donde yo aparecía. Esta es la primera vez que hablo sin tener presión de ningún tipo”.

“En la época que Ana Barzola estaba por tener el bebe a mí me secuestraron”, inicia el último testimonio de la sesión, Nélida Olivieri, amiga que le facilitó al matrimonio una casilla en el fondo de su casa cuando les allanaron por primera vez, meses antes del secuestro de Gobulin, la vivienda en Villa Mitre. En su declaración hila el secuestro en primera persona, pero también aquello que vivió Sergio Gobulin y el arquitecto Alejandro Miceli, quien declaró en la audiencia anterior. “Tenía una mirada muy inocente, experiencia de otras épocas, cuando mi propio padre estuvo preso y a la gente la detenían y la golpeaban, pero luego la soltaban. No desaparecían o aparecían muertos”. Hija de un mecánico de la Fuerza Aérea, vivió su infancia en la Base Aérea de Moreno, hasta que su padre fue trasladado a Córdoba: “Para mí la Aeronáutica era lo más en la infancia. Mi papá dejó la vida ahí y fue muy duro para mi darme cuenta de que hacían eso”.

Aunque ya declaró en circunstancia de otro juicio y su caso no pertenece a esa causa, Olivieri se refirió al momento de su secuestro durante el testimonio: “Preguntaron por la maestra de cuarto grado. Yo repregunté: ‘¿La maestra de cuarto grado?’. Pero se bajaron del auto y me subieron en el baúl. De entrada supe que estaba en la Base Aérea porque escuchaba el mismo vocabulario que en toda mi infancia: hangares, pista, ‘no somos angelitos pero tenemos alas’”. Agrega que en las torturas se referían a ella como Noemí, le preguntaban por su padre médico y quién era su jefe en el ERP: “En el interrogatorio no salía que yo era estudiante de psicología. En cambio me decían que yo era de esas madres que dejaba a sus hijos para ir a poner bombas. Después de 20 años me pude enterar a qué maestra buscaban en realidad”, aunque confiesa que no recuerda con exactitud su apellido.

En diálogo con ANCCOM, la testigo amplió información sobre amigos y vecinos desaparecidos del barrio: “El doctor Rodolfo “Rolo” Freyre con quien me unió una larga amistad y el arquitecto de mi casa Alejandro Miceli. Solo después de 15 años supe que él -Miceli- también estuvo secuestrado. Nunca lo hablamos. No sé si él sabrá de mi situación. Nadie habla de esto, es muy difícil explicar. Uno se callaba y no decía nada”.

El fiscal Félix Crouse le consultó antes de finalizar su testimonio, cómo analiza a partir de las herramientas que le da su profesión el silencio por parte de las víctimas del terrrorismo de Estado. La respuesta de la sobreviviente y psicóloga fue: “Uno no hace sufrir a las personas que quiere: yo a mis papas no se los conté nunca”, y se tomó un momento para recuperar la voz.

La próxima sesión está programada para el martes 21. Aún resta  confirmar si será de manera virtual, caso en el cual se puede acceder a través de la transmisión de FM en Tránsito y el portal La Retaguardia, o bien, de manera presencial en el Tribunal Federal Oral N°5 de San Martín, ubicado en Pueyrredón 3734. 

«Nuestra vida no valía nada»

«Nuestra vida no valía nada»

Continúa la megacausa judicial Mansión Seré IV y RIBA II por los crímenes cometidos en los centros clandestinos de detención de Zona Oeste. En la quinta sesión declararon dos testigos y dos sobrevivientes que reconocieron los centros clandestinos de detención.

En la quinta sesión del juicio de la megacausa Mansión Seré IV y RIBA II testimoniaron los sobrevivientes Alejandro Miceli y Aldo Ameigeiras, detenidos en la Comisaría N° 5 de Paso del Rey, ubicada de Moreno, que dependía del ahora acusado Ernesto Rafael Lynch, capitán de la VIII Brigada Aérea de esa localidad. “Se escuchaba gente a lo lejos, que cantaban. Era la procesión a Luján que se hace los 7 de octubre y pasa a dos cuadras de la ruta”, contó Miceli en su testimonio. Por su parte, Ameigeiras sumó otra precisión sobre el lugar de detención: “El tren, al pasar por el puente de hierro del Río Reconquista, hacía en ese tiempo un sonido particular porque iba más despacio. Eso se escuchaba desde la celda”.

Ambos amigos fueron secuestrados el 1º de octubre de 1976 cuando se encontraban cenando en la casa de la familia Ameigeiras, en barrio La Perlita. Compartían la docencia en el CENS N°49 y la actividad religiosa en la comunidad cristiana formada por el sacerdote José “Pepe” Piguillem. Para Alejandro era un “lugar de pertenencia” que había logrado en su infancia al llegar al barrio: “Entré a la parroquia porque mis padres conocían al sacerdote. Me interesaba el cine y él me invitó a los cine-debates que armaban allí. Aldo era uno de los que organizaba las películas. Es un hermano para mí”, dijo.
El momento del secuestro, que también fue vivido por la esposa y el hijo bebé de Ameigeiras, Miceli lo describió como “un instante de mucho ruido, como una explosion que rompió puertas y ventanas. Comenzó a entrar mucha gente y después ya no pude ver porque me pusieron una venda en los ojos y me encapucharon. Me esposaron y solo escuchaba ruidos, gente que se movía de un lado a otro. Viajé en el piso de un auto, pisado por los pies de quienes estuvieran sentados en los asientos. Solo recuerdo sentir que pasamos una vía”, declaró. Luego de ser torturado lo llevaron a un cuarto tan pequeño que no podía recostarse, podía tocar a la vez con ambas manos las paredes a sus costados. “Escuchaba a Aldo pedir agua, duró casi tres días así: ‘Señor, por favor, agua’. Nunca le trajeron. Tampoco comimos. Yo mordía el cinturón de cuero que tenía, no sabía cuanto iba a durar esto y uno quería alimentarse. Las necesidades también las hacía ahí, así que me mojaba la boca con lo que orinaba”, continuó Miceli

Aldo Ameigeiras dio durante su testimonio mayores detalles de las sesiones de torturas y los interrogatorios que debieron sufrir. Lo acusaban de enseñar marxismo y, en torno a su actividad religiosa, de orquestar campamentos de adoctrinamiento e incluso de armar un cancionero que “contenía canciones de la Guerra Civil española y comunistas, que incitaban a la subversión”. También le preguntaban sobre el médico Rodolfo “Rolo” Freyre  y por el sacerdote Piguillem al que se referían como un “cura subversivo, tercermundista y peligroso”. “Me tiraban agua y me picanearon. Me ahogaban con algo similar a una almohada y cuando me la quitaban lograba respirar. Como no alcanzaba a contestarles, me acusaban de no querer colaborar y todo volvía a empezar”.
Ambos testigos describieron que el activismo religioso constaba de tareas pastorales de catequesis o asistencia a los vecinos del barrio. Alejandro Miceli, que en ese entonces estudiaba arquitectura, ayudaba a construir la capilla y así como él participaba en sesiones de cine, otros realizaban actividades de teatro o coro. “Se arreglaban grandes reuniones y misas muy sentidas por todos los vecinos del barrio que se acercaban”, expresó Ameigeiras.

Fueron liberados el 7 de octubre, luego de pasar un tiempo en otro lugar de detención donde pudieron ver que había más celdas y otros detenidos. Ameigeiras relató que “al baño te llevaban por un pasillo y, si se te corría la venda, veías varias celdas. Aún tengo miedo que aparezca alguien en el pasillo y me vuelvan a buscar”, confiesa. Aunque se mudó, no pudo volver a Moreno. Se sentía vigilado porque “las cosas siguen sucediendo. Viví un exilio forzado. De un minuto a otro no éramos nadie, no valía nada nuestra vida. Y luego, otra vez de la nada, teníamos que volver a ser quienes éramos y simular que no pasó nada. Me costó mucho tiempo y dolor, estaba por empezar mi doctorado cuando pasó todo, me cambió la vida. Uno tenía que construir, la familia, los hijos. No les podía transmitir solo desazón de lo vivido sino también esperanza”.
Ambos amigos se volvieron a mostrar juntos en público luego de cinco años del secuestro. Ameigeiras finalizó su testimonio muy emocionado: “No veía la hora de que llegara este momento. Para ustedes será una instancia permanente. Para uno es la forma de dar vuelta la página. Ahora doy un pequeño testimonio sobre lo que he vivido y sufrido. Por muy pequeño que sea, hubo un tiempo en que para mí no merecía la pena contarlo. Pero en los últimos años me convencí de que no tenían ningún derecho a hacer lo que hicieron”.

Desde la querella de Moreno por la Memoria se presentaron en esta sesión los abogados Sebastián Taiariol y Gastón Fraga, con quien ANCCOM pudo dialogar. Fraga rescató la importancia de los testimonios en cuyas declaraciones se puede acreditar el circuito represivo de Zona Oeste, los esquemas y los lugares físicos de represión. “Además se vinculan con los testimonios del primer día cuando Julio César Leston (excabo primero de la Regional de Inteligencia Buenos Aires, RIBA) mencionaba que estaba a cargo del factor religioso en la base de inteligencia y que conocía al padre “Pepe” por  dichos del barrio. Justamente estas dos víctimas formaban parte del grupo religioso y por ello fueron secuestradas y torturadas, es decir, que también está reconociendo Leston en esa declaración que hacía tareas de inteligencia en términos territoriales, y se acredita así el circuito represivo”.

En un juicio anterior, ambos sobrevivientes participaron del reconocimiento de la Comisaría N° 5 de Paso del Rey. “Estaba muy cambiado, no era demasiado reconocible. Sin embargo, el juez hizo retirar el cielorraso y pude ver el lucernario -claraboya de vidrio-. Aldo golpeó desde la celda de al lado y fue claro que el lugar era ese”, relató el arquitecto Miceli, recordando que durante los días de cautiverio golpeaban la pared que los separaba con Aldo para comunicarse que “seguíamos vivos”.

En la sesión también declararon dos testigos cuyos familiares fueron secuestrados por la Fuerza Aérea de Moreno. Una de ellas pidió mantener en reserva su identidad. Por su parte, Mónica Inchauspe, relató que era una adolescente cuando su padre Miguel Angel Inchauspe, secretario del bloque radical de Moreno, fue detenido. Recuerda que dijeron que se debía a “un delito financiero que nunca existió. Fue una interna partidaria. El denunciante tenía buena relación con la Fuerza Aérea. Lo liberaron luego de estar un mes en la Comisaría 1º junto a otros compañeros de partido. Pidió un acta de detención y le dijeron que él nunca había estado detenido, solo demorado”, sostuvo su hija. El día que se presentaron en la casa, su padre no estaba, y una custodia se quedó con ella y su madre. “Cuando volvió lo invitaron a pasar por la comisaría de Moreno. No lo esposaron, tal es así que se fue manejando su auto y ahí perdimos todo contacto con el”. Ya en una ocasión anterior, las “tres Marías” habían buscado a su padre y este debió esconderse por dos meses. Según explica la testigo, “las tres Marías” era la forma coloquial de referirse a las tres camionetas sin identificación que recorrían constantemente las calles de Moreno y que todos sabían que pertenecían a la VIII Brigada Aérea. “En un pueblo chico uno se siente marcado, por más que te hubieran detenido sin motivo y no hayas hecho nada, la gente empieza a mirarte distinto”, dijo haciendo referencia a lo difícil que también fue el después de la liberación.
La quinta audiencia tuvo también, por parte de la defensa de los acusados, el intento fallido de “ensuciar” la escena. Durante el receso tomado al finalizar los testimonios, el hijo de Miceli, según los abogados defensores, “insultó y realizó gestos obscenos” contra ellos. En su posición, alegaron que ellos “sólo hacen una defensa técnica, propia de su trabajo” y solicitaron a la jueza María Claudia Morgese que se lleve a cabo el mismo procedimiento que se aplicó al imputado Juan Carlos Vázquez Sarmiento por su performance en la tercera audiencia. Respecto a este incidente, el abogado querellante Gastón Fraga, dialogó con ANCCOM y sostuvo: “Fui testigo. Solo se dio un entredicho, que podría haberse evitado, pero propio de un hijo que está escuchando las terribles declaraciones de su padre. Y no pasó a mayores. Por lo que la denuncia tampoco puede pasar a mayores porque no hubo ningún delito. No es comparable con un imputado que se desnuda y hace improperios durante la audiencia, y que solo busca de forma muy cínica desestimar este juicio y buscar algún tipo de beneficio personal para sí”.

 La próxima audiencia está pautada para el martes 15 de octubre de manera presencial en el Tribunal Federal Oral N°5 de San Martín. El público general puede acercarse previa acreditación por mail al tribunal.

«Muchas familias aún esperan saber dónde están los restos de sus familiares»

«Muchas familias aún esperan saber dónde están los restos de sus familiares»

Comenzó el juicio contra cinco ex militares de la Fuerza Aérea acusados por 131 crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura en Mansión Seré, RIBA y otros centros clandestinos de detención de la zona oeste del Gran Buenos Aires.

“Estar ahí fue algo que necesitaba, muy importante poder estar mirándolos en estas condiciones”, declaró en diálogo con ANCCOM Guillermo Perez Roisimblit, nieto recuperado, parte de la querella de Abuelas en la Megacausa Mansión Seré IV y RIBA II, que acaba de reiniciarse. En este sentido, reflexionó acerca de una foto que se publicó ayer donde se ve a los genocidas observando el momento en que él sonríe junto a Iris Avellaneda, madre de Plaza de Mayo: “Nuestra venganza es ser felices”, apuntó y a la vez reflexionó que si bien el término venganza o revancha no condicen con la militancia de Abuelas, funciona para este acontecimiento.

En el Juzgado Oral Federal N°5 de la localidad de San Martín se llevó a cabo este martes 27 la primera lectura del requerimiento de elevación a juicio de la Megacausa Mansión Seré IV y RIBA II, que es el resultado de la combinación de dos causas de lesa humanidad diferentes: la primera de ellas, elevada en 2020, por privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos, por las que responden José Juan Zyska, cabo primero de la Brigada Aérea de El Palomar; Julio César Leston, cabo primero de la Regional de Inteligencia RIBA; Juan Carlos Herrera, teniente en la Brigada Aérea de El Palomar; y Ernesto Rafael Lynch, capitán de la VIII Brigada Aérea de Moreno. Mientras que en la segunda causa se involucra al genocida Juan Carlos Vázquez Sarmiento, cabo principal encargado de la sección de contrainteligencia de la RIBA, condenado por la apropiación de Ezequiel Rochistein Tauro. Durante décadas, hasta 2021, Vázquez estuvo prófugo; actualmente responde en esta causa por los crímenes de secuestro y privación ilegítima de la libertad cometidos puntualmente contra José Manuel Pérez Rojo, su pareja Patricia Roisinblit, y Gabriel Pontnau. Además, fue identificado como uno de los represores que participó del secuestro de Guillermo Roisimblit, nieto recuperado por las Abuelas de Plaza de Mayo.

Las imputaciones detalladas en el documento son por delitos perpetrados por los cinco acusados contra 131 víctimas en la zona oeste de la provincia de Buenos Aires, Subzona 16, integrado por los centros clandestinos de detención: Mansión Seré –hoy Casa de Memoria y Vida– el destacamento de Paso del Rey, la comisaría de Haedo, Moreno, Morón y Castelar, la VII Brigada Aérea de Morón, la Subcomisaría de Francisco Álvarez y la I Brigada Aérea de Palomar, todas piezas de un circuito macabro y tormentoso durante la última dictadura militar. En la lectura se destacó los dos niveles de tortura a las que fueron sometidas las víctimas: primero la detención ilegal y la privación ilegítima, segundo la tortura física y alevosa.

La sesión fue llevada a cabo en la sala que se utiliza para causas complejas, mismo lugar que tendrá el resto del juicio. El tribunal estará integrado por las juezas María Claudia Morgese Martín, Silvina Mayorga y el juez Walter Venditti.

Los organismos de derechos humanos, las organizaciones sociales y la prensa estuvieron presentes. La sala estaba llena, tan repleta de personas, que tuvieron que agregar sillas adicionales. De un lado se encontraban las querellas y los fiscales, del otro los imputados y sus defensas. En la transmisión vía YouTube que realizó FM En Tránsito junto a La Retaguardia, que relató el locutor Fernando Tebele, se destacó el papel comprometido de los medios alternativos que se encomiendan a estás coberturas: le da sentido a la existencia de los medios comunitarios”, comentó Tebele y agregó que “contribuyen a qué estos hechos no se olviden”.

Los anticuerpos de nuestra joven democracia

En torno a este contexto negacionista y apologeta de la dictura que ha estado resurgiendo en el último tiempo por el advenimiento de un partido político –La libertad avanza– que lo legitima, han sucedido una serie de acontecimientos que resuenan por su alevosía: la visita de los diputados libertarios a los genocidas presos en Ezeiza, entre los que se encontraba Vázquez Sarmiento, imputado en esta causa. “La espuma no baja”, expresó Pérez Roisimblit sobre el reclamo popular que ha surgido a raíz de este intento de consagración negacionista. “Como la espuma no baja, van a tener que dar una respuesta institucional, crear una comisión investigadora”, agregó en referencia a la articulación entre la Comisión de Asuntos Constitucionales y la Comisión de Reglamento, que repondrá los hechos acontecidos no solamente el día de la visita, sino en el último tiempo. “Se les volvió un pelotazo en contra”, concordó Pablo Llonto, abogado de derechos humanos, en diálogo con ANCCOM, y agregó que “la visita fue la punta del ovillo que permitió desandar todo lo que había ocurrido antes”, en referencia a un intento sostenido de conseguir medidas de impunidad. El abogado también enfatizó que este hecho repudiable no pudo ser consagrado socialmente por sus ejecutores debido al consenso inclaudicable que existe en la sociedad argentina sobre la condena a los represores y la resolución de que “hasta el último de los responsables de esos crímenes gravísimos debe ser juzgado”.

“Hay todo un proceso judicial que ha permitido acreditar de manera indiscutible que estos hechos sucedieron, que las violaciones, los secuestros, homicidios y el robo de bebés como práctica sistemática, son un hecho”, enfatizó Carolina Villella, abogada de Abuelas de Plaza de Mayo, en diálogo con ANCCOM. En cuanto al repudio popular que ha suscitado un escándalo político añadió: “Subestimaron al pueblo argentino creyendo que les daba lo mismo, que iba a poder ser capitalizado como un logro”, reflexionó Villella haciendo hincapié en que las consignas de Memoria, Verdad y Justicia son una bandera más que consolidada.

“Cada vez que arranca un gobierno de derecha, la fuerza o el envión que tenían los juicios merma”, reflexionó Pérez Roisimblit. A su vez, destacó que no es el primer intento desde la recuperación democrática en el que se busca consagrar la impunidad a los ejecutores del terrorismo. “Tuvimos momentos bravos de impunidad absoluta, en los 90 con los genocidas libres, intendentes o gobernadores electos, como el caso de Bussi en Tucumán”, sostuvo Llonto, que trazó diferentes paralelos entre las décadas pasadas y la construcción de la memoria. En el mismo sentido, Roisimblit destacó que este gobierno ha superado a los demás por un tema central: la disolución de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, CONADI, organismo que se encarga de la búsqueda de los hijos de desaparecidos nacidos durante el cautiverio: “Este gobierno desarticula políticas para la búsqueda de niños que fuimos robados durante el terrorismo”, acusó Roisimblit. En este sentido, Llonto también se detuvo en la gravedad de este hecho: para el abogado seguirán sucediendo cuestiones similares “hasta que se le ponga freno desde la justicia o caiga este gobierno”.

Por otro lado, las juezas hicieron hincapié en la continua postergación del juicio y se lo atribuyeron a una cuestión de agenda. El juicio estuvo en inicio programado para diciembre 2023, mayo 2024 y finalmente se realizará a partir de agosto. En este sentido, sobre la dilatación en el tiempo para el enjuiciamiento a los represores, Llonto puntualizó en el miedo que se siente ante la posibilidad de que el juicio no ocurra por una pérdida en la capacidad cognitiva del imputado o su posible muerte: “Es cuando el esfuerzo hecho por las madres y familiares y sobrevivientes durante décadas para identificar a un represor, queda diluido”.

Villella, por su parte, consideró que un juicio de esta envergadura requiere un gran tiempo de preparación. Además, enfatizó su confianza en el compromiso de los jueces de la causa que llevan adelante un trabajo de forma decidida en torno a la cuestión de derechos humanos.

El martes 9 se lleva a cabo la próxima jornada donde se dará inicio a los alegatos en los que declararán Mariana Eva Pérez y Guillermo Pérez Roinsinblit. Los genocidas también tendrán la oportunidad de hablar y aunque no suela suceder, podrán utilizar el espacio para brindar información de los crímenes registrados en la causa. “Hay muchas familias que aún están esperando saber donde están los restos de sus familiares”, sostuvo Villella y enfatizó: “Seguimos buscando a más de 300 hijos de desaparecidos”.

 

“Los hechos traumáticos no se olvidan”

“Los hechos traumáticos no se olvidan”

Comenzó ayer el juicio contra el ex Secretario General del Ejército, Eduardo Alfonso, acusado por el asesinato de Antonio Domingo García y la desaparición de Beatriz Recchia, embarazada, en 1977, en la localidad bonaerense de Villa Adelina. La pareja militaba en la organización Montoneros. Su hija mayor, Juliana -que tenía tres años en el momento del secuestro- luego del operativo fue privada de su libertad por algunas horas. Al momento de los hechos, Alfonso se desempeñaba como teniente primero de la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, ubicada en Campo de Mayo. Este es el primer juicio que enfrenta el ex militar, luego de 40 años de impunidad y cuatro como prófugo. Pudo ser acusado recién en 2008, luego de una lectura minuciosa de su legajo, en el que se lo condecoraba por aquel allanamiento clandestino.

En el mismo juicio, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de San Martín –integrado por los magistrados Marta Milloc, Diego Barroetaveña y Marcela Mónica Rodríguez– juzga a Rafael Félix López Fader, ex capitán del Departamento de Inteligencia del Comando de Institutos Militares, por su participación en la privación ilegal de la libertad y tormentos, homicidio y tentativa de homicidio del ex diputado Diego Muniz Barreto y Juan José Fernández.  

Fader está imputado por haber llevado adelante el secuestro de estos jóvenes, el 16 de febrero de 1977, en el marco de un plan sistemático. El personal policial habría obligado a ambos a salir de la carnicería en la que se encontraban y subir al automóvil de Fernández, marca Fiat 128. Las víctimas permanecieron detenidas en la comisaria cercana hasta el 18 de febrero de 1977, fueron trasladados a otra dependencia, arrojados en un calabozo esposados y desvestidos. Posteriormente fueron encapuchados e introducidos en dos automóviles Ford Falcon, donde se encontraban cinco hombres más. Después se inició la marcha hacia la localidad de Pacheco y los encapucharon hasta llegar al Centro Clandestino de Detención el “Campito”, en Campo de Mayo. Allí fueron golpeados, sometidos a simulacro de fusilamiento y a Barreto le aplicaron corriente eléctrica. El 6 de marzo de 1977, en horas de la madrugada, un militar que se apellida Roldan, apodado “Trapito” y un gendarme conocido como “Puma” trasladaron a los detenidos  hasta el Comando del Instituto militar de la guarnición militar de Campo de Mayo, donde fueron recibidos por Fader apodado “Raúl” y Mario Rubén Rodríguez alias “Escorpio”. Fader integraba una comisión especial encargada de trasladar a los detenidos desde allí hasta a provincia de Entre Ríos. Las víctimas fueron encadenadas, encapuchadas e introducidas en el baúl de dos automóviles para dejarlos a orillas del rio Paraná, en donde permanecieron hasta el anochecer. Luego le suministraron inyecciones para adormecerlos y colocarlos en el Fiat 128 de Fernández y  finalmente lanzarlos al agua. Muniz Barreto falleció, pero Juan José Fernández sobrevivió y pudo escapar del automóvil que había sido sumergido. Los represores intentaron ocultar los homicidios bajo la forma de un accidente automovilístico. Ante la lectura de las acusaciones, Fader decidió hacer uso de la palabra y dijo: “En primer lugar, quiero decirle al tribunal que soy totalmente inocente de los cargos que me han imputado. Yo no participé en el secuestro de Barreto como tampoco en la privación ilegal de su libertad  y mucho menos en su deceso, jamás lo he visto. No he participado en la lucha contra la subversión y según me ha manifestado mi abogado defensor lo único que me imputa en esta prueba de la causa Campo de Mayo,  ha sido prueba que ha traído el testigo protegido Víctor Ibáñez, al cual no conozco. Y yo le pido, excelentísimo Tribunal, tener un careo con esa persona. Esto es todo lo que voy a declarar por hoy, porque salí muy temprano de Campo de Mayo -a las 3 de la mañana- y olvidé una serie de documentos que sería muy importante mostrar”, dijo Fader, sin que le temblara la voz. Por último manifestó que quiere participar de todas las audiencias del caso.

Imagen de Eduardo Alfonso mientras declara en el juicio en su contra.

Eduardo Alfonso, ex Secretario General del Ejército, acusado por el asesinato de Antonio Domingo García y la desaparición de Beatriz Recchia.

Eduardo Alfonso en cambio, prefirió no declarar, por asesoramiento de su letrado y se remitió a su declaración indagatoria, que hizo en sede judicial el 11 de diciembre del 2008. Pidió que se la leyera en voz alta, públicamente, y que luego se incorpore a las actas correspondientes con el croquis de puño y letra que él hizo en esa oportunidad relatando los hechos “tal cual sucedieron”, según su versión. Además expresó que él también quiere presenciar de todas las audiencias. Alfonso niega haber participado en tiempo y lugar del operativo en Villa Adelina, en la calle Independencia al 1940, la noche del 12 de enero de 1977. En aquel escrito, Alfonso dice no conocer el lugar de los hechos que se le imputan, los que “afectan a su persona en lo familiar, personal y profesional”.

Finalmente, tras los inverosímiles relatos de los acusados, fue citada a declarar Juliana Inés García Recchia quien comenzó hablando de sus padres para “bajar a la realidad el caso”, aclaró. “Mi mamá, Beatriz Recchia, se recibió de maestra, ejerció como jardinera y estudió Historia en la Facultad de Filosofía y Letras. Mi papá, Antonio Domingo García, había hecho la primaria como pupilo en el colegio Lasalle de González Catán y fue maestro de grado en el Colegio Pío XII. Los unió la pasión por la historia y la militancia, por el lado de la Iglesia. Se encontraron en un taller de historia en los 70. Convergieron en Montoneros, donde militaron hasta el último momento de sus vidas. Desde jóvenes tuvieron inquietudes sociales y políticas. En 1972 se casaron y cuando mi mamá estaba por rendir uno de sus últimos finales rompió bolsa y nací yo”, relató Juliana. Luego aclaró que a pesar de la corta edad que tenía cuando se produjeron los hechos, tiene recuerdos propios de esa noche porque la marcaron. Con respecto a la memoria de sus padres dijo: “La historia mía con ellos la fui armando con el tiempo. Trato de reconstruirla a través de lo que me contaron y otras que viví. Se han acercado muchas personas que conocían a mis padres, amigos y familia. Los recuerdos que tengo de ellos tengo que cultivarlos día a día. Trato de no perder sus caras, solo viví con ellos tres años y trece días. Los hechos traumáticos no se olvidan y éstos los tengo grabados a fuego junto con sus abrazos que me acompañan, porque es lo que me queda de ellos. Sé que me quisieron mucho y eso fue la base para ser lo que puedo ser hoy”.

Juliana Inés García Recchia, hija de las víctimas de Eduardo Alfonso.

“Los familiares necesitamos darle un cierre a esto. Hace más de 40 años que esperamos justicia», dijo Juliana Inés García Recchia.

Antes de la noche de horror que vivió la familia de Juliana, ellos ya sufrían la persecución a manos de la Junta Militar. La situación se había complicado aún más por las caídas de compañeros de sus padres motivo por el cual se mudaron varias veces hasta llegar al PH de Villa Adelina, ubicado en la calle Independencia al 1940, en diciembre de 1976. “Tengo recuerdos de adrenalina y terror que a veces vuelve en sueños”, contó Juliana.

El año pasado, Juliana volvió al barrio y habló con los vecinos y pudo saber qué pasó durante el operativo: “Muchos de mis recuerdos eran reales. Porque lo que me contaban era tal cual como lo tenía presente”. El operativo, según reconstruyó, fue alrededor de las 4 de la madrugada del 12 de enero de 1977. Lo primero que recuerda son los ruidos estruendosos. Después, que se encontraba con su madre agachada detrás de algo, como una cómoda, su madre la protegía y le hablaba. Beatriz le dijo a su pequeña de tan solo tres años que afuera había hombres malos explotando globos. Cuando los sonidos cesaron, aparecieron en la habitación unas personas que las sacaron a ambas de la casa. En el patio yacía su padre, Antonio Domingo García. “Nos hicieron pasar por el patio y ahí estaba el cuerpo de mi papá. El patio era tan chico que tuvimos que pasar por encima de mi papá”, dijo Juliana con la voz quebrada. Luego procedieron a subir a su madre a un camión que, según rememora Juliana, tenía lonas. Después de eso, solo recuerda que la subieron a la parte de atrás de un auto que tenía los “asientos largos”, típicos de los Falcón. Horas más tarde fue entregada a sus abuelos maternos por el personal de la comisaría de Villa Adelina. García fue inhumado como NN en el cementerio de Boulogne, mientras que Recchia -quien permanece desaparecida- fue confinada en la Guarnición Militar de Campo de Mayo, en el Centro Clandestino de Detención conocido como «El Campito». Allí fue vista con vida al menos por dos sobrevivientes. En ese lugar, dio a luz a una niña que permaneció desaparecida apropiada por Luis José Ricchiuti hasta 2009, cuando recuperó su identidad y se convirtió en la nieta restituida por Abuelas de Plaza de Mayo número 97. Además, después de aquel operativo habían saqueado la casa. “Se llevaron todo, hasta mis dos cotorritas. Lo único que quedó fue un rollo de papel higiénico. Es lo único que me quedó como recuerdo de esa casa y de mis viejos”, repuso Juliana conmocionada.

“Lo más difícil era entender lo que pasaba con mi mamá, no estaba la figura del desaparecido en ese entonces. La gente desaparecía pero no se sabía qué iba a pasar con ellos. Hubo un tiempo que se decía que los desaparecidos estaban en España. Y yo quería creerlo, me quería ir a Europa a buscar a mi mamá. Mi tío Tito era el encargado de bajarme a la realidad, de pincharme los globos”, contó. A Juliana no solo le arrebataron a sus padres, sino también la posibilidad de tener un lugar en donde elaborar su duelo, una tumba para visitarlos y llorarlos. Al referirse al plan sistemático que llevó a cabo el Grupo de Tareas durante la última dictadura militar Juliana dijo -mientras sacaba un pañuelo y se secaba las lágrimas de dolor: “El plan era este: me quedo con todo, con tus bienes, tus hijos, tu cuerpo. Ni siquiera vas a tener una tumba”.

Juliana pidió que Alfonso tenga la valentía de contar la verdad y diga qué hicieron con su madre.

“Los familiares necesitamos darle un cierre a esto. Hace más de 40 años que esperamos justicia. El daño y el dolor son permanentes. Yo me despierto y todos los días me siento huérfana y mis hijas se perdieron de tener a sus  abuelos”, manifestó Juliana. Además, pidió que Alfonso tenga la valentía de contar la verdad y diga qué hicieron con su madre y lamentó que por retardos en la justicia muchos represores quedarán impunes. “Sentimos que esto no se acaba nunca”, dijo Juliana para concluir su testimonio. Inmediatamente finalizada la declaración los aplausos no se hicieron esperar para acompañar a la hija de la pareja víctima del genocida Alfonso a quién no sólo no se le movió un solo musculo mientras Juliana relataba lo que le había sucedido a sus padres, sino que provocó a la audiencia al sonreírle a una fotógrafa que lo estaba retratando. Las que sí se mostraron emocionadas por el relato, fueron quienes vienen acompañando cada uno de los juicios de lesa humanidad. En la sala del martes pudo verse a integrantes de la Comisión Memoria Verdad y Justicia Zona Norte, integrantes de Abuelas de Plaza de Mayo –querellante en esta causa en representación de Juliana-, miembros de la Comisión Campo de Mayo y de Comisión Memoria de San Martín, entre otros. Alfonso y Fader también estuvieron acompañados. Paradójicamente, las hijas de Alfonso no pudieron ocultar la emoción al escuchar el relato de Juliana.

La segunda audiencia se llevará a cabo el próximo martes a las 9.30 de la mañana.  López Fader y Alfonso continuarán detenidos en la Unidad Penitenciaria 34 de Campo de Mayo hasta que se dictamine una sentencia. Está previsto que declare Juana Muñiz Barreto, hija del ex diputado Diego Muñiz Barreto, secuestrado y asesinado el 6 de marzo de 1977.

Actualizado 11/10/2017

Causa RIBA: una pobre defensa

Causa RIBA: una pobre defensa

Falta media hora para que comience la penúltima audiencia del juicio por la privación ilegítima de la libertad de José Manuel Pérez y Patricia Roisinblit durante la última dictadura cívico militar. Se prevé que los abogados defensores soliciten la absolución de Omar Rubens Graffigna, Jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea; Luis Trillo, a cargo de la Regional de Inteligencia de Buenos Aires (RIBA) -donde estuvo secuestrada la pareja-; y Francisco Gómez, quien  trabajaba en la Regional en ese entonces y se apropió de Guillermo, hijo menor de la pareja. En la sala vacía, una sola persona aguarda la extenuante jornada: Mariana Eva Pérez, quien fuera secuestrada junto a su  madre el 6 de octubre de 1978. Recién pasadas las diez y media de la mañana, el juez Alfredo Ruiz Paz da comienzo a la sesión, con la vista cansada.

El primero en alegar es Javier Miari, defensor de Trillo y Graffigna, su escritorio está atestado de carpetas y libros con señaladores. Durante su exposición, invoca a las llamadas leyes del perdón, desestima la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad para tratar el caso y cita, fuera de contexto, a Estela de Carlotto y a Eugenio Zaffaroni para apoyar su argumentación. En medio de su alegato, acusa al kirchnerismo de haber puesto presión sobre los ministros de la Corte en lo que denominó un “insólito vuelco en la jurisprudencia” durante la década anterior en las causas de derechos humanos.

Omar Rubens Graffigna.

Omar Rubens Graffigna.

Alan Iud, Pablo Lachener y Carolina Villella- abogados querellantes por Guillermo, Rosa Tarlovsky y la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo-, escuchan con indiferencia las palabras del abogado, quien a priori cuestiona la validez de todo el proceso. El defensor apela continuamente a distintas causas, juicios, años, nombres de carátulas y leyes para fundamentar el pedido de absolución de ambos acusados.

En cuanto a las pruebas y testimonios presentados por la querella durante el debate “por la supuesta privación de la libertad de Pérez Rojo y Roisinblit” –así lo expresa-, Miari las desestima por completo por resultarle tendenciosas y contradictorias. Se refiere a la testigo sobreviviente de la ex ESMA –Miriam Lewin- como una “profesional de la declaración testimonial” y acto seguido se queja de que “esta causa ha sido novelada” y asegura que ninguno de sus defendidos tuvo nada que ver con la “subversión”. Utiliza todas las artimañas posibles para llevar arena a su costal: que Trillo y Graffigna están demasiado ancianos para ser juzgados, que ambos son hombres pobres que viven sencillamente de su retiro militar, que han demostrado buena conducta, no solo al asistir a todas las audiencias -pese a su edad avanzada-, sino al no haber sido acusados de ningún otro crimen desde 1978 hasta la fecha. Antes de finalizar, se queja de que la defensa solo cuenta con dos abogados, mientras que las querellas está compuesta por trece si se suman los  representantes de Guillermo y Abuelas, Mariana Eva, la Secretaría de Derechos Humanos de Provincia de Buenos Aires y Nación; sumando a la fiscalía, a cargo de Martín Niklison. Acalorado y exhausto, decide permanecer de pie frente a su escritorio durante el cuarto intermedio posterior a su alegato.

Francisco Gómez

Francisco Gómez

Luego es el turno de Sergio Díaz Dalaglio, abogado defensor de Gómez, quien aclara de antemano que adhiere al planteo de prescripción de los delitos de los que se acusa a los imputados, planteado por Miari. Recupera algunas frases que ya se han escuchado en  declaraciones del apropiador de Guillermo: “Gómez sólo sabía usar el pico y la pala”, “Para él criar un hijo ajeno era hacer el bien”, “Es mentira que Guillermo conoció la RIBA”. Repite una y otra vez que considera que la declaración testimonial de Guillermo fue falsa y fantasiosa: “A mí una vez me dijo que pensaba que su padre era un hombre bueno”, asegura y así concluye que su cliente es “absolutamente ajeno a la acusación que se le hace”.

A  las cinco y diez de la tarde, el juez da por finalizada la jornada; recuerda que el próximo lunes tendrá  lugar la audiencia por las réplicas y que la sentencia será el siguiente jueves, 8 de septiembre, a las 10 de la mañana.

La última en abandonar la sala es Mariana, acompañada por su tía. “Cuando yo lo conocí a Guillermo estaba sometido a Gómez, que no era un ‘pan de Dios’ como recién dijo su abogado”, recuerda la querellante, cansada y a la vez contenta de que el juicio esté llegando a su fin. “A mí no me hace mal lo que dicen los abogados. Tienen derecho a tener una defensa y está bien que eso se cumpla, aunque mis viejos no hayan tenido esa oportunidad –afirma-. Dijeron lo que esperábamos, pero  yo la verdad esperaba una defensa más sólida, al menos para Graffigna por ser un jerarca de las Juntas”.

Luis Tomás Trillo.

Luis Tomás Trillo.

Actualizada 02/09/2016