La influencia evangélica

La influencia evangélica

La Segunda Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas del Programa Sociedad, Cultura y Religión del CONICET revela la foto de una época e intenta comprender cómo operan las creencias en la vida de las personas, con el impacto que esto tiene en las instituciones. A diez años de la primera edición, el catolicismo conserva una mayoría atenuada (62.9% de los 2421 casos) que sigue considerándose católica. El hallazgo más importante es la presencia cada vez más significativa y en crecimiento de personas “sin religión” (18.9%) y del grupo de los que se definen evangelistas (15.3%). El evangelismo incluye, entre otras, a la Iglesia Pentecostal que tiene su mayor cantidad de seguidores en Brasil, el país más católico del mundo, donde de manera similar el evangelismo gana fieles –que fueron de gran influencia para el ascenso a la Presidencia de Jair Bolsonaro- y el catolicismo, pierde.

En una época de crisis de las instituciones, nada más lejos que pensar en el fin de la religión y de la política. Todo lo contrario. Sólo después de la Universidad, la Iglesia Católica es, junto con las Fuerzas Armadas, todavía una de las instituciones más reconocidas (5.4 puntos, de diez); incluso por sobre los Medios y el Poder Judicial. El sociólogo Fortunato Mallimaci, uno de los directores de la investigación, en diálogo con ANCCOM sostuvo: “Hay una crisis fenomenal de los partidos políticos, y la búsqueda de los mismos para compensar esa pérdida está en retornar o seguir vinculados con grupos religiosos. El catolicismo y el evangelismo producen cuadros para el Estado y las ONGs. Hay secretarías de culto en muchos municipios de todo el país actualmente”. El año pasado, la actual vicegobernadora de la provincia de Buenos Aires, Verónica Magario, siendo aún intendenta de La Matanza inauguró la Subsecretaría de Culto en su partido. En septiembre del mismo año, el programa «Buenas noticias», impulsado por ACIERA (Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina) y Argentina Oramos por Vos -dos de las Organizaciones Evangélicas más importantes a nivel nacional- se introducía en la TV pública, que a su vez transmite La Santa Misa (católica) los domingos. Aunque Mallimaci niega que la presencia de religiosos en la política sea una novedad: “Los evangelistas hacen política, pero los católicos lo hicieron toda la vida. Están copiando a los católicos. El poder de la Iglesia católica está en la matriz constitutiva de nuestros Estados. Las órdenes religiosas tuvieron gran influencia en la constitución del Estado, los que acompañan a Roca en la Campaña al Desierto son los salesianos. La ley de laicidad de 1880, no fue para separar la Iglesia y el Estado, sino que su objetivo fue subordinar a los grupos religiosos al Estado. Hay que pensar a los grupos religiosos como sectores liderados por las clases dominantes. Es un análisis complejo. Cuando un gobierno quiere llegar más a los sectores populares, va a tratar de establecer un vínculo estrecho con las instituciones religiosas, y del otro lado, muchos integrantes del movimiento católico o evangélico acceden al Estado sin pasar por ningún partido político ni ley, porque hay una matriz que hay que estudiar y que no depende de una característica del gobierno, si es neoliberal o peronista. Hay una afinidad histórica, por ejemplo, que tiene que ver con las maneras católicas y sociales de construir vínculos y las maneras peronistas. En Latinoamérica la característica central de la modernidad religiosa es que el Estado no monopoliza la política social y no lo ha hecho nunca porque podría significar Estados muy fuertes. Las burguesías han pensado y actuado desde mediados del siglo XIX que se debe acompañar al Estado subsidiariamente en la política social”.

Crónica de crisis en santerías y basílica. Luján, 31 de julio de 2019. Fotos de Juli Ortiz / ANCCOM

La Encuesta Nacional se distingue por comprender cómo operan las creencias en la vida de las personas. Mallimaci, explicó: “En Latinoamérica la pregunta por la religión o las creencias suele hacerse a través de censos, lo que no mide cómo se vive después esa respuesta. Un estudio así, sólo puede ser financiado por el Estado. El resultado es que una encuesta de este tipo democratiza la sociedad porque quiebra las visiones binarias y las concepciones establecidas de las creencias: cielo y tierra, izquierda y derecha, cierta religión como buena o mala.” El sociólogo invita a pensar la religión como una identidad compartida basada en prácticas cotidianas y creencias, en contraste con la idea instalada de lo religioso como una afiliación formal y visitas periódicas al templo o a la Iglesia. “Hay muchas maneras de ser católico: la mayoría vive la religión a su manera. Si uno simplemente pregunta, puede saber poco y nada”, aclaró el investigador. Hay una tendencia a la individuación, destaca la encuesta: 6 de cada 10 creyentes tiene contacto por su propia cuenta con Dios. Leer la Biblia no es la actividad preferida, el 77% de la población reza en la intimidad, y sólo el 30% de los creyentes va al templo o Iglesia. Sin embargo, reunirse en comunidad es el rasgo distintivo y costumbre para la mayoría (55%) de los evangélicos: la Iglesia en los barrios, el pastor, un Jesús más cercano. Mallimaci detalló: “Partimos de esa diversidad y de lo cotidiano, teniendo en cuenta que son muchos menos los que van al templo o a la procesión. Muchos evangélicos no están en ninguna Iglesia: es una identidad de quienes comparten creencias porque buscan certezas, nadie vive sin ellas”. Las preguntas funcionan como parámetro y hay rankings de creencias. Mallimaci entiende que no hay linealidades, sino tendencias híbridas: “Hay universos simbólicos heterogéneos y diversos. Podés creer que la educación pública es lo mejor que existe, apoyar la pena de muerte y creer que los extranjeros nos sacan el trabajo; o acompañar a sectores populares en la movilización y estar en contra de la legalización del aborto”. Según el informe, más de la mitad considera que “el Estado debe brindar un ingreso a quienes no tienen trabajo” y al mismo tiempo creen que “los planes sociales fomentan la vagancia”. Lo mismo ocurre con el Papa Francisco, quien si bien no tiene una influencia marcada en la elección religiosa de las personas, más de la mitad de los encuestados tienen una opinión formada: el 27% piensa que se involucra demasiado en cuestiones políticas más que en lo espiritual, y el 27% está conforme con su denuncia de las injusticias del mundo. En ambos extremos de la opinión en igual proporción hay católicos y “sin religión”.

Apostasía colectiva – agosto 2018 – Fotos leo Rendo

A pesar de la hibridación de creencias, hay tendencias muy marcadas. Una de ellas es la amplia aprobación de la Universidad pública gratuita (94%). Mallimaci habla de “núcleos duros”: “Es un comunitarismo que expresa las visiones de cada grupo con posturas identitarias, de manera que refuerzan entre ellos ciertas concepciones que dan sentido a la vida, a la sexualidad, a la política. Los núcleos duros son los que consolidan las creencias. Son los que se movilizan y ocupan el espacio público”. La pena de muerte tiene una aceptación del 50%, del cual el 55% es católico, aunque también hay un 43% de los “sin religión” que lo piensa. Quienes están en contra son los evangélicos: alrededor de 62% se opone a la pena de muerte. Otra de las creencias polémicas es la que sostiene que “hay que controlar la inmigración” en el país con un 70% de aprobación del cual la mayoría es católico (76%) y casi en igual proporción, evangélico; sin embargo, los “sin religión” también están de acuerdo en su mayoría porque un 42% se opone. La despenalización del aborto estaría permitida en casos de malformación, abuso sexual o peligro de vida para la mitad de la población, porcentaje primordialmente católico y evangélico, aunque también, de esa mitad un 30 por ciento es “sin religión”. La postura que sostiene que es un derecho de los cuerpos gestantes decidir continuar o no con el embarazo (representada por un 27% de los encuestados), está mayoritariamente compuesta por personas “sin religión”. Este posicionamiento aumentó 13 puntos en los últimos diez años. En cuanto a la tercera posición frente al aborto que cree que debería estar prohibido siempre, los evangélicos son la mayoría de este 18% que reivindica la pena. Relacionado al análisis de género, el tipo de familia patriarcal como único modelo válido es rechazado por la mayoría: 61% -cuya mayoría son los “sin religión” aunque también hay muchos católicos- aprueba el matrimonio entre personas del mismo género y la adopción de niños. En el otro extremo, una minoría del 24% cree que la mujer debería quedarse a cargo del cuidado de sus hijos, el 35% apoya que el matrimonio sea solamente válido entre hombres y mujeres, y sólo el 9% piensa que el hombre debe ser el jefe del hogar. El grupo que reivindica mayoritariamente estas últimas tres creencias es el evangélico.

Otro de los hallazgos fue que, a diferencia de hace diez años, cuando quienes apoyaban la financiación estatal de la religión eran mayoría, hoy no lo son. Históricamente el Estado argentino financió el culto católico apostólico romano y otras religiones disputaron esta preferencia. En 2008, 51% estaba a favor de financiar la religión, mientras que hoy esa mayoría (59%) cree que no se debería subvencionar el culto.

Corriente Federal de Trabajadores convoca a San Cayetano, en protesta de las politicas del Gobireno Nacional. Plaza de Mayo-CABA . 7 de agosto del 2017. Fotos Ana Laura Martín Rodríguez. ANCCOM

Mallimaci recomienda la lectura del número de la revista del Conicet “Sociedad y Religión” en el cual Peter Berger, co autor de ‘La Construcción Social de la Realidad» (Berger y Luckmann), escribió sobre la Modernidad: “‘¡Qué equivocado estaba al pensar que la secularización era la desaparición de la religión!’ dice Berger porque para él, es más bien la transformación del vínculo entre lo religioso, las creencias y la sociedad. Hay cada vez más distintas formas de creer, más pluralidad”. Efectivamente es así: en la Argentina de 1947 casi el 94% de los censados eran católicos, y hoy son 63% que se concentran en el Noroeste. En esta región también hay evangélicos, pero los hay en mayor cantidad en la Patagonia y el Noreste. Los “sin religión” predominan en el Área Metropolitana de Buenos Aires y en la Patagonia. ¿Cómo será el devenir de este mapa en las próximas décadas? Aunque durante mucho tiempo se esperó que los cientistas sociales predijeran el futuro, el equipo del CONICET describe con datos propios las subjetividades que conviven hoy en la Argentina.

Iglesia y Estado asuntos separados

Iglesia y Estado asuntos separados

Luego de que el Senado no sancionara la Ley por la Interrupción Voluntaria del Embarazo, el pasado 8 de agosto se desató la polémica por el peso que tuvo en esta decisión la Iglesia católica. Bautizados realizaron apostasías colectivas y se comenzó con una fuerte campaña para pedir por un Estado laico y que ningún culto intervenga en políticas estatales.

La Coalición Argentina por un Estado Laico (CAEL)  vehiculizó casi 4.000 apostasías en todo el país: “El Estado tiene que ser neutral en materia religiosa en dos aspectos: no debe privilegiar a un culto por sobre otro, y no tiene que adoptar los valores religiosos por sobre otro valores sociales. Después del debate del Senado por la legalización del aborto, hubo un despertar en la conciencia social de que la Iglesia es la principal fuerza que se opone a la ampliación de derechos, y que tiene opinión en políticas públicas”, resume César Rosenstein miembro de la coalición.

Falta de datos oficiales

Para la Iglesia, el 90 por ciento de las personas que viven en Argentina son católicas. Según estos datos, casi todos los argentinos estarían de acuerdo con sus doctrinas, lo que le da peso a la hora de involucrarse en la toma de decisiones políticas. Pero lo cierto es que no hay datos oficiales sobre religión en el país desde 1960. “La pregunta sobre la religión fue irregular en los censos. Se preguntó en 1947 y 1960. En el 47 dio alrededor de 94 por ciento y en el 60 el 91 por ciento de católicos. Desde ese momento no se volvió a inquirir acerca de la religión, por distintas razones: a la Iglesia no le interesaba que se pregunte porque siempre se pensó como la totalidad. Y por otro lado, los que hacían el censo en ese momento, consideraron que preguntar por la religión por un lado podría ser vulnerar derechos personales de cada individuo, y por otro lado, había una cuestión teórica para los sociólogos de 1960, la religión era producto de una formación social anterior, y se suponía que iba a desaparecer. La consecuencia concreta de eso es que no tenemos contabilidad de la cantidad cierta de católicos, evangélicos o personas que no tienen religión”, explica Verónica Giménez  investigadora del CONICET, y coordinadora el Programa Sociedad, Cultura y Religión en el CEIL.

Los datos más próximos que se tienen pertenecen a un estudio llevado a cabo por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)  realizado en el 2008, a 2.403 argentinos de todas las regiones, que arrojaron las siguientes estimaciones: Un 76,5 por ciento se define católico. La primera minoría, a su vez, correspondía sorprendentemente a las personas sin religión: el 11 por ciento de la población. Y a eso le siguen los evangélicos con el 9 por ciento. Dentro de estos tenés un grupo que es el 1.1 por ciento que son las iglesias históricas, que suelen ser más progresistas, el grupo de esas iglesias apoyó la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en ciertos comunicados. Después el 7.9 por ciento son iglesias pentecostales o bautistas, ahí se encuentra el grueso de los grupos que luego movilizaron al Obelisco en contra de la Ley. Fortunato Mallimaci tiene una frase interesante: en esa ley los católicos pusieron el lobby y los evangélicos pusieron la calle”, comenta Giménez.

Creer sin pertenecer

Cuando se le preguntó a los entrevistados cómo se relacionaban con Dios, el 61,1 por ciento respondió por cuenta propia, contra el 23,1 por ciento de personas que dijo que lo hacen a través de la Iglesia. Estamos frente a procesos de desinstitucionalización religiosa y de individuación de las creencias. “La religión ya no organiza la vida de las personas. Las decisiones son personales. Cuándo casarme, cuándo tener hijos, cuándo y con quién mantener relaciones sexuales. Son decisiones que las personas se reservan para sí. No se dejan influenciar por las líneas de la institución. La autonomía del individuo trabaja cada vez más la cuestión de la des-adhesión a las instituciones. Esta idea de yo hago lo que quiero con mi fe”.

“En nuestros estudios -aseguran los especialistas-, lo que nos damos cuenta es que de esos católicos hay un porcentaje muy chico que tiene además del bautismo otro sacramento. Un porcentaje aun más chico que va a misa, o a ceremonias de su culto todas las semanas. Un porcentaje aun menor, que participa como activista o militante en algún grupo relacionado con la religión”. Esto concuerda con el 66.9 por ciento de los entrevistados, que indican que se puede ser buen religioso sin ir a la Iglesia o Templo.

Vínculo económico

En el segundo artículo de la Constitución Nacional, se establece que el Gobierno debe sostener el culto católico. La Iglesia no paga exenciones de ingresos brutos, ABL y patentes, recibe subsidios en servicios públicos, y se le han otorgado 17 predios por 5,2 millones de dólares, según documenta un proyecto de ley que impulsa la separación de la Iglesia del Estado en la Ciudad, que presentó el legislador del Frente de Izquierda, Gabriel Solano.

El proyecto plantea anular la cesión de tierras e inmuebles, quitar los subsidios a los servicios de las entidades religiosas y poner fin a las excepciones impositivas: “Los establecimientos religiosos que tiene el Episcopado en Buenos Aires. Sin contar los colegios, y otros establecimientos de exclusividad comercial, son 308. Entre ellos la sede central del Episcopado de la Ciudad cuenta con dos mil metros cuadrados. Si le sumamos las 304 escuelas de la ciudad de Buenos Aires que pertenecen a la Iglesia católica,  ahí son 612 propiedades. Además de los establecimientos religiosos tenemos otro tipo de inmuebles que son difícil de precisar, como por ejemplo el Luna Park, cedido al Episcopado por Tito Lectoure”, explica Solano.

Por una ordenanza de 1978 del intendente de la dictadura, Osvaldo Andrés Cacciatore, y que fue mantenida por todos los gobiernos que le sucedieron en democracia, se le paga a la Catedral Metropolitana el servicio eléctrico. “La justificación es que ahí están los restos del general San Martin, a mi juicio deberían estar en la Casa Rosada como padre de la patria, no en una institución confesional”, sostiene.

En esta misma línea, la Iglesia católica no paga Alumbrado, Barrido y Limpieza (ABL) de sus propiedades ni Ingresos Brutos en sus empresas, advierte el legislador: “La sede central del Episcopado debería pagar de ABL 98.279 por mes está exenta desde el año 98, es decir, a valor actual no pagó 35 millones de pesos en ese concepto. Otro caso es  la Universidad Católica Argentina, con sede Puerto Madero, 702 mil pesos por mes de ABL está exenta desde el 94, al valor actual se ahorró de pagar 102 millones de pesos y estamos hablando de una sola sede. La iglesia tiene su grupo capitalista que es la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) y la integran Clarín, Telecom, Banco Galicia, Arcor, entre otros.  ¿Qué decían en los pronunciamientos de su página? Tiene dos declaraciones últimas, una en contra del derecho al aborto, y otra a favor del tarifazo”.

“El Estado y la Iglesia tienen una relación económica estrecha. Hablamos de centenares de millones de pesos. La Iglesia utiliza ese beneficio para presionar, para que no salga el derecho al aborto, para que la educación sexual integral no se lleve adelante en establecimientos educativos. El Estado está dispuesto a resignar económicamente una fuente de ingresos, como compensación de un gran apoyo político. Este se convierte en un Estado confesionario que aplica políticas oscurantistas”, concluye Solano.

Según los estudios del CONICET, la mitad de los argentinos considera que hay que financiar a todas las confesiones religiosas o en su defecto a ninguna. Pero la contribución financiera del Estado al trabajo social de la Iglesia y sus templos tiene amplio grado de aceptación: “Hoy las iglesias cumplen roles sociales, donde el Estado no llega, por ejemplo, el espacio de las tóxico dependencias, las personas con problemas de drogas se internan en instituciones religiosas. Ahí no hay Estado. Si se quiere separar Iglesia de Estado hay que pensar en estas cosas”, reflexiona Verónica Giménez.

Relación política

El Estado argentino no es ni católico, ni laico. Pero sí le da un estatuto particular a la Iglesia católica. Para Verónica el problema es político: “La Iglesia y el Estado tiene una ligazón muy fuerte que es más política que de arquitectura jurídica. Es más un poder de influencia históricamente asentado. Hay relación de cúpula a cúpula. Me parece muy acertada la opinión de legisladores que aun reconociendo su fe, o su encuadramiento dentro de la Iglesia católica, pensaron cuando votaron por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en temáticas que tenían que ver con salud pública, ese sería el nudo de la separación, en términos de acción política concreta. Los legisladores, por más católicos que sean, deberían legislar según otro tipo de recursos, influencias, pensamientos, o fuentes”, concluye.

“Vengo a decirle chau a la Iglesia”

“Vengo a decirle chau a la Iglesia”

Pañuelos verdes, naranjas y negros, vistieron la esquina de avenida Corrientes y Callao, el sábado último. Y es que una multitud de bautizados formó fila para entregar su carta de apostasía, convocados a través de las redes sociales. La jornada estuvo a cargo de Coalición Argentina por un Estado Laico (CAEL), quien invitó a sumarse a la Apostasía Colectiva, como un acto de renuncia a la Iglesia Católica, en reclamo de su separación del Estado, y como gesto político de repudio a la presión ejercida por la institución religiosa para que el Senado rechace el proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en el Senado.

Esta es la segunda jornada de apostasías colectivas ya que el mismo 8 de agosto, de forma improvisada, desde CAEL impulsaron esta medida, mientras se debatía en el Senado el proyecto de ley de legalización del aborto. Ese día, recibieron 1200 apostasías. Las cartas serán entregadas el viernes 24 de agosto a la Conferencia Episcopal Argentina (CEA).

Para la Iglesia Católica todo bautizado pertenece a su grey, está de acuerdo con sus doctrinas y utiliza esas cifras para imponer sus puntos de vista en la legislación y conseguir privilegios. “La apostasía es renunciar básicamente a la Iglesia como institución, hay mucha gente que sigue creyendo. Hoy me contaba una chica que es devota de San Cayetano, pero que no quería tener nada que ver con la Iglesia, y esos temas son respetables, este es un Estado laico. Todos podemos tener nuestras creencias, pero no tienen por qué intervenir en las decisiones del Estado. Hay dos tipos de persona que vienen a apostatar, la gente muy joven que no quiere formar parte de la Iglesia o personas mayores que nunca se habían tomado la molestia de hacer el trámite, pero después de lo que pasó con el tema del aborto, la gente se dio cuenta de que el obstáculo real es la Iglesia”, explica María José Albaya de CAEL.

Fue la segunda jornada de apostasías colectivas ya que el mismo 8 de agosto, de forma improvisada, desde CAEL impulsaron esta medida

Para la Coalición, apostatar es un trámite que la Iglesia lo hace complicado, por eso la idea es hacerlo colectivo y visible. Para hacerlo es necesario llevar dos copias de un documento que está subido a Internet y fotocopia del DNI. Una copia se la queda CAEL sellada con el recibido, y la otra será entregada el viernes.

Albaya aclara: “Nadie va a salir a quemar iglesias ni a cerrarlas, simplemente que no intervengan en políticas públicas. Pasó lo mismo con el matrimonio igualitario, pero con el aborto como lamentablemente no salió la ley, la indignación creció. Frente a la vocación totalizadora que tiene la Iglesia lo que hay que hacer es seguir militando para que se corran un poco de ciertos lugares, siempre con respeto, pero siguen siendo una figura institucional de mucho poder”.

En la fila para apostatar, María Belén Esperea, una docente catamarqueña, llena el formulario junto con su hijo y esposo: “Estoy acá por la lucha del aborto, y a partir de eso se abrió el debate de la relación eterna que tiene la Iglesia con el Estado, y me parece necesario hacer un corte. Fui a la Iglesia hasta que de grande me dí cuenta de que no me representaba. Cuando tuve a mi hijo decidimos no bautizarlo y fue algo transcendental en mi familia.” Y agrega: “Somos docentes y también queremos que la educación sea laica. Con respecto a esto de la ESI, en muchos colegios no se respeta. Catamarca es una provincia conservadora, porque ahí está la Virgen del Valle, y los colegios católicos pisan fuerte”.

Los pañuelos con el lema «Iglesia y Estado, asuntos separados» que decoran la esquina y los cuellos y mochilas de los presentes.

Gabriela Degachi, acompañada de su esposo que no fue bautizado, termina de firmar los papeles: “Estoy acá porque decido ya no ser parte de una institución que no sostiene las posiciones con las que yo estoy de acuerdo. Voy a seguir siendo católica pero como institución, ya no quiero formar parte. Estoy a favor de la interrupción voluntaria del embarazo y eso fue el click que definió el hecho de hacer el trámite. Esto puede empezar a afectar la legitimidad de la Iglesia.”

Cartelería de “Apostasía para decidir”, “No en mi nombre”, y una cruz tachada acompañan los pañuelos naranjas y negros con el lema «Iglesia y Estado, asuntos separados» que decoran la esquina y los cuellos y mochilas de los presentes.

Ya con su apostasía entregada, Mariano Lionel comenta: “Me bautizaron contra mi voluntad porque era un bebe, llevo veinte años de ateo. El historial de la Iglesia es bastante patético por eso hay que quitarle apoyo. En lo que respecta al derecho a decidir sobre la interrupción voluntaria del embarazo, la posición de la Iglesia fue desleal, hubo todo una campaña por detrás, apretando a representantes públicos que deberían responder a sus votantes, no a poderes como el de la Iglesia. Es hora de dar la señal, y me parece perfecto que sea una campaña cívica, desde abajo, sin mezclar otro tipo de intereses. A los efectos no me cambia mucho, yo dejé de ser católico hace años, pero quiero que la Iglesia sepa que está perdiendo poder. Debe haber muchos católicos que están renunciando a la Iglesia no a la religión, por eso siendo el órgano político más importante de la cristiandad, es un buen mensaje que vea que algunos de sus fieles, no están de acuerdo con posturas políticas que está teniendo. Vaciarlo de contenido numérico para que se den cuenta de que se están equivocando.”  Y concluyó: “No tiene por qué haber ningún tipo de vínculo entre Iglesia católica y Estado. La Constitución dice que el Estado argentino mantiene el culto, financiarlo me parece que es una falta de respeto a las otras creencias. No tengo por qué mantener funcionarios de un culto religioso por más mayoritario que sea.”

Para la Coalición, apostatar es un trámite que la Iglesia lo hace complicado, por eso la idea es hacerlo colectivo y visible.

A pesar de la lluvia y el frío, Eugenia Grotz, acompañada de su amiga, con quien estuvo toda la noche en el Congreso siguiendo el debate en el Senado por el proyecto de ley, contó: “Hace bastante quería hacer la apostasía y dejé pasar el tiempo, pero esta vez llegó al tope de lo que puedo soportar. La Iglesia nunca me representó, yo no elegí ser bautizada. Soy atea desde que tengo trece años de forma consciente. El trámite lo conocía, pero pensé que se necesitaba el certificado de bautismo para hacerlo, y  era un problema pedírselo a mi familia. Aproveché que se hace el evento colectivo, y vine. Me parece una respuesta política a lo que pasó con la discusión del proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. La Iglesia presionó a senadores, y también cuando fue el debate de la Ley de Educación Sexual Integral, y el matrimonio igualitario. Se oponen a toda modificación de la ley que amplíe derechos, para todo lo que consideran que no es parte de su ideología. La Iglesia puede pensar lo que quiera, pero no intervenir en las decisiones que toma el Estado. Con la apostasía mostramos que tiene menos adeptos de los que parece.”

Además de renunciar a la institución, en el formulario de apostasía se hace mención de que la Iglesia se abstenga de continuar almacenando datos sensibles de las personas, que solicitan la eliminación total de sus fichas de los registros eclesiásticos, incurriendo a la Ley de Protección de los Datos personales N°25.326.

Pañuelos verdes, naranjas, negros y banderas vistieron la esquina de avenida Corrientes y Callao, el sábado último.

Clara Barrionuevo es de una provincia donde la cuestión religiosa es muy fuerte: “Yo iba a una escuela nacional y en la primaria se rezaba antes de empezar las clases, se rezaba en el aula. La religión católica te la imponen. Lo que pasó con la Ley del Aborto creo que facilitó la posibilidad de apostar, porque antes ni sabía que se podía hacer. Me siento emocionada por hacerlo. La Iglesia debería ser un culto más, porque tiene que decidir ella sobre los intereses de los demás aplicando su moral, que por supuesto es machista y patriarcal. Las monjas nunca van a dar una misa, siempre la da el hombre. Siempre estuvieron presentes en lo que es abolición de derechos humanos. No sorprende que lo sigan haciendo. Vengo con muchísimo entusiasmo a decirle chau a la Iglesia. Esto no va a hacerles caer el poder, pero va a ser un cimbronazo. Cuando le cierren los números para abajo, el Estado puede rever su postura.”

De su mochila cuelga un pañuelo color naranja, con los auriculares escucha música de Pablo Ferro,  un becario del CONICET espera su turno en la fila: “Fui bautizado, tomé la Comunión, me negué a la Confirmación. Pasé de un ateísmo radical a un agnosticismo más cientificista. Mi abuelo me dijo: ´¿Qué es esto que no sos católico?´ Y recuerdo también que me dijo que no conocía un ateo feliz. Yo nunca sentí esta cosa que llaman fe. Estoy a favor de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. La vida no comienza en la fecundación, y no hay que llamarla concepción, porque es un término religioso. Tomé esta iniciativa de venir. No estoy solo, es un conjunto de la población que lo queremos llevar adelante. Y no nos enteramos antes que podíamos apostatar, porque hay gente que no quería que uno se entere que puede hacerlo. Es una información que no debería haber estado escondida tanto tiempo. Se violenta el derecho a la libre elección de tu religión, y tus posturas religiosas, porque a veces no tenés una religión. La Iglesia es un poder que está instalado, y lo que tiene son focos de resistencias. No busco la derrota de la Iglesia, uno aspira a una convivencia pacífica entre posturas religiosas, que es algo personal e individual. Yo este trámite lo tomo como el día de mi independencia.”

 

Hablan los sobrevivientes de “La masacre de San Patricio”

Hablan los sobrevivientes de “La masacre de San Patricio”

En la madrugada del 4 de julio de 1976, tres sacerdotes y dos seminaristas de la orden palotina fueron asesinados por un grupo militar en la casa parroquial de San Patricio, en el barrio de Belgrano. A pesar de acercarse el aniversario número cuarenta de aquel crimen, el caso permanece sin responsables identificados, con un proceso de investigación reiniciado recientemente, y casi sin visibilización.

Como todos los 4 de julio, el sábado último se realizó en la Parroquia de San Patricio otra conmemoración de los religiosos. Varias personas se acercaron a la misa ofrecida por la comunidad palotina del barrio de Belgrano, con el objetivo de recordar una vez más a quienes consideran mártires de la Iglesia: “Porque entregaron toda su vida al Señor, hasta su muerte. Coronaron toda esa vida religiosa con la muerte del martirio”, dijo a ANCCOM Rolando Savino, quien fuera amigo de los sacerdotes y organista de la Iglesia durante su adolescencia. La misa del sábado fue sencilla, aunque por detrás se halle un movimiento complejo en el que intereses y silencios se disputan, aún, una definición.

Frente al altar se encontraban los cinco retratos de las víctimas junto a cinco velas que los iluminaban de cerca. Ahí, mirando hacia la gente, estaban las fotos de los sacerdotes Alfredo Kelly, Pedro Dufau y Alfredo Leaden; y de los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti. Detrás de ellos, la alfombra roja con los agujeros de las balas, la mismísima prueba del asesinato impune.

Altar de la Parroquía  San Patricio Belgrano

La historia

“La masacre de San Patricio” fue el título que eligió el periodista Eduardo Kimel para el trabajo de investigación que realizó durante los años ochenta, y que fue la primera información detallada y certera de lo sucedido.

En la mañana del domingo 4 de julio de 1976, Rolando Savino esperaba, con otros feligreses y vecinos, en la puerta de la Parroquia para la misa de la mañana. Cerca de las 8 creció su preocupación porque ningún sacerdote se hacía presente. Conocía bien a los curas y aquello no era común; por lo que decidió saltar por una ventana para ver qué había pasado. Al entrar, Savino descubrió los cadáveres, corrió en busca de la policía y luego comenzó la confusión forzada. Hubo testigos que durante la noche del sábado y la madrugada del domingo habían visto movimientos extraños de autos frente a la casa de los palotinos. “Ellos presenciaron cuando llegó un patrullero y le dio la orden al policía de la esquina para que se borre, porque iban a reventar a unos zurdos, y vieron cuando la gente armada bajaba en dirección a la parroquia. Lo que nunca pensaron era que iban a entrar allí”, contó Rodolfo Capalozza, un sacerdote sobreviviente que en aquel momento era parte del grupo de seminaristas.

En la Comunidad de San Patricio había seis seminaristas estudiando, de los cuales cuatro no se encontraban durante la noche del crimen. Uno era Roberto Killmeate, que se había ido a estudiar a Colombia, los otros dos eran Miguel Robledo y Jorge Kelly que estaban ofreciendo un retiro en otra Parroquia, y el cuarto era Capalozza, que sobrevivió  porque horas antes había decidido quedarse en casa de sus padres y no volver a dormir a la iglesia.

Capalozza contó a ANCCOM que, junto a los cuerpos de sus amigos, los asesinos habían dejado mensajes: “Consignas como Por los camaradas muertos en el Departamento de Policía, como si fuera una venganza por lo que había sucedido dos días antes en la Superintendencia de Seguridad Federal. O «Por pervertir las mentes de los jóvenes» era la otra leyenda. Todo decía ‘M.S.T.M.’ (Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo)”, recordó el párroco. Sin embargo, los indicios del asesinato fueron ignorados. Eduardo Kimel relata en su investigación: “Hubo una política deliberada para esconder las evidencias. El comando de la zona I se apresuró a atribuirlo a una organización terrorista de izquierda. La presencia de altos funcionarios militares durante el velatorio de las víctimas contribuyó a dar la impresión de que el homicidio era condenado desde las esferas oficiales (…) La colocación de la bomba en Seguridad Federal fue atribuida a los Montoneros sin mayores precisiones”. El periodista explicó que la matanza de los sacerdotes tenía las marcas de una venganza por aquella bomba que habían colocado en la sede policial, pero ambos hechos –la muerte de los palotinos, y la bomba– fueron difundidos como “atentados de la subversión”.

Las dos Iglesias

Otro de los seminaristas sobrevivientes fue Roberto Killmeate, quien había partido a estudiar a Colombia en marzo de 1976. Según Killmeate, desde la llegada del grupo de estudiantes a Belgrano –en 1973–, los vecinos habían hecho sentir su disconformidad: “Estábamos en una época donde había militancia. Es decir, había una serie de conflictos sociales que se expresaban en distintas corrientes de pensamiento, y nosotros estábamos inmersos en ese contexto. Pero el nivel de la gente que asistía a la parroquia estaba en otra sintonía, eran de clase media alta, y no les gustaba aparentemente nuestro proceder, en la forma de vivir más que nada.  Empezaron a surgir algunos malestares de la gente local, que dejaba de ir a la misa porque decían que éramos zurdos, peronistas y toda una serie de cosas.”

Actualmente, Killmeate no es más sacerdote porque no comparte la visión de la Iglesia que se intenta mostrar: “A muchos les daba vergüenza pertenecer a una congregación en la que había habido asesinados. Y bueno, yo resistí lo que más pude pero me agotaron. De esa manera no había más posibilidades de diálogo”.

Feligreses de la Parroquia San Patricio Belgrano

Ante ANCCOM, Killmeate puso en contexto aquella época:  “A pesar de que no toda la Comunidad de San Patricio compartía las mismas ideas,  había una necesidad de buscar un cambio en la sociedad. O lo buscábamos políticamente en una acción partidaria, o lo buscábamos en forma de religión, en el marco del Documento de Medellín, que había marcado el inicio de la corriente que se llamó Teología de la Liberación. En ese documento, los obispos latinoamericanos habían declarado que la opción de los pobres era una de las opciones principales de la Iglesia, y que la pobreza era causal. El objetivo  de esa matanza tan trágica fue conseguido,  porque a partir de ahí todos se callaron. En ese momento lo que más se privilegiaba era la Iglesia del poder, acomodada al status quo y no la de un servicio como lo que nosotros nos proponíamos”.

Francisco Chirichella,  abogado  que impulsa el proceso de beatificación de los sacerdotes, y amigo de la Congregación opinó también al respecto: “Hubo un antes y un después para la Argentina y para la historia de la Iglesia. Esa fue una manera muy certera de acallar a una Iglesia, una situación que se planteó desde el poder mismo”.

 Proceso Judicial y Beatificación

“El problema que tenemos es que le cuesta a la Iglesia poner en el altar a algunos hermanos junto a otros de la misma religión que estaban bendiciendo las armas de los asesinos. Entonces poner en el altar a algunos sacerdotes, religiosas y laicos implica de alguna manera, mostrar que otros estaban equivocados”, aseguró el abogado Chirichella.

Durante los primeros años posteriores a la dictadura, la investigación judicial que había comenzado se vio limitada, y los sospechosos habían sido absueltos por las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Luego hubo un largo período en que los vaivenes de la sociedad argentina hicieron que se postergara el proceso y ahora, finalmente, el caso es incorporado a la investigación de la megacausa  que investiga los crímenes cometidos en el ex Centro Clandestino de Detención y Exterminio que funcionó en la Esma. “El único hecho que se está investigando fuera del ámbito de la Esma, es el de San Patricio. El inconveniente que se le presentó al juez Sergio Torres es que tiene que vincular lo sucedido en San Patricio con un Grupo de Tareas que salió de la Esma. Este año han hecho pericias con una bala que quedó en un cuadro para determinar si es del mismo tipo de las que se usaban en la Esma en aquella época”, dijo el abogado.

Otro 4 de julio en San Patricio

Chirichella comentó, además, sobre los avances en la causa canónica que se inició en 2001, en la que se busca que la Iglesia considere beatos a los cinco palotinos asesinados: “En Roma me parece que hay otra receptividad. La prueba es que Monseñor Romero – el salvadoreño asesinado en marzo de 1980 mientras oficiaba una misa– fue declarado beato, el primero en América Latina. Su caso reúne más o menos características similares al de los curas palotinos. Para considerarlos beatos tiene que probarse que fueron mártires de una Iglesia católica y que fueron asesinados por gobiernos cristianos católicos. Pero esto ha generado dentro de la Iglesia una resistencia muy grande. Por eso estas causas llevan mucho tiempo hasta que se resuelven. Pasaron cuarenta años y cuesta. La de Enrique Angelelli –obispo asesinado en agosto de 1976– ahora está avanzada, se destrabó. Creo que tiene mucho que ver la influencia del Papa Francisco en Roma, y esto nos hace ser más optimistas con relación a los palotinos”.

Roberto Killmeate opinó que la beatificación estará bien para un gran sector creyente, pero no resulta reivindicativa, ya que se vacía el hecho de contenido histórico: “Me parece que tenemos que profundizar y  preguntar por qué murió esta gente.  Porque hay un testimonio concreto de otro estilo de Iglesia que tiene que prevalecer, y eso no está”, concluyó.