“La grieta siempre ha existido”

“La grieta siempre ha existido”

Alejandro Dolina se acomoda con elegancia en una de las pequeñas sillas que esperan sobre el escenario. Ahí mismo, pero una hora más tarde, dirá “Buenas noches”, y un cálido aplauso dará comienzo a La venganza será terrible, una nueva emisión del programa radial que ya cumplió treinta años: un sinfín de reflexiones, humor, historia, metáforas y música que se transmite cada noche por la AM 750. Hasta que ese momento llegue, analizará la situación de los medios, la realidad política y su propia obra.

En 2015 se lo vio muy desencantado a causa del resultado de las elecciones presidenciales que dieron el triunfo a Mauricio Macri. ¿Ha tenido una reacción similar tras las PASO de este año?

Es una sensación lejanamente parecida, porque evidentemente no trae consecuencias que no estemos padeciendo ya. Los resultados de agosto fueron una especie de confirmación, tampoco demasiado enfática, de unas tendencias electorales por las que está pasando el país. El mundo, incluso, parece preferir el neoliberalismo y está siendo apoyado en casi todas las latitudes.  De todos modos, tal vez en el fondo de mi corazón esperaba que la realidad económica influyera un poco más en el voto de la gente, pero hay otras cosas que también forman parte de su realidad…cierta influencia, una gran influencia que tienen los medios. Yo no digo que manipulen a la gente pero sí que establecen cuáles son los asuntos importantes. Establecen la agenda, un discurso, una forma de ver y la creación de algunas mitologías, ¿a qué negarlo?

¿Sigue sosteniendo que hay dos modelos de país?

Sí, claro. A lo largo de la historia argentina ha habido dos modelos bien definidos. Esta famosa grieta no es nueva, ha existido siempre: unitarios y federales; sarmientinos y nacionales; peronistas y radicales; liberales e intervencionistas. A trazos gruesos se deja escribir siempre.

Un clásico: La venganza será terrible.

Ya que introdujo el tema de la escritura,  ¿puede comentarme de qué se trata su nueva novela?

Se trata de un escritor ficticio que acaba de morir y publica sus cuentos póstumos con glosas de un intelectual que ha sido su alumno. Estas glosas, al principio, son absolutamente técnicas y convencionales, pero conforme avanzan los cuentos se tornan más personales y se van revelando algunas cosas, incluso acerca de la muerte del propio escritor, que se llama Morozov. La novela no es otra cosa que lo que surge alrededor de esos cuentos como notas al pie.

¿Un recurso similar al que usa Rodolfo Walsh en el cuento “Nota al pie”?

Algo así. En realidad, la nota al pie es más importante que el cuento, en el caso de Walsh. Aquí se va haciendo cada vez más íntima, más novelística y más extensa. Hay notas que duran páginas y páginas, y lo que primero eran simples contradicciones, en realidad, revelan un encono anterior y no hijo de cuestiones literarias. Ese es el asunto de esta novela.

¿Usted cree que ha sido reconocido como escritor de la misma manera que lo fue como figura de la radio?

Posiblemente han competido esas dos actividades y se han ido perjudicando convenientemente, una a la otra. Convengamos que la radio tiene una ventaja, pero usted debe saber que yo respeto mucho más mi condición de narrador que la de conductor de radio. Me parece que es una profesión más compleja.

En realidad yo no sé si usted es un conductor de radio…

Yo tampoco sé, y no sé qué es ser un conductor de radio.

Lo que quiero decir es que uno no termina de saber si La venganza será terrible es un programa de radio con público o una obra de teatro transmitida por radio.

Si bien lo que hacemos es algo sencillo, que no tiene la complejidad del teatro, sí tiene unos protocolos que son más de lo teatral que de la radio propiamente dicha. La forma de presentarnos, los silencios, la actitud del público…ya que exista público presente es algo raro para la radio. Es que la radio necesita de la ausencia. Si no fuera por la ausencia nadie hubiera inventado la radio. ¿En un mundo de omnipresencias, para qué querríamos la radio?

«Nuestro vecino, nuestro padre, los tangos que escuchábamos cuando chicos, todo eso nos va construyendo».

Usted ha dicho más de una vez que le hubiera gustado tener más oportunidades en la televisión. ¿Ha pensado en transmitir el programa por Internet?

Lo he pensado y a lo mejor algo se nos ocurre. Pero si agrego lo visual, a mí ya no me basta este formato. El mismo programa que ve la gente esta noche no basta. Necesita parecerse más a otras cosas que hemos hecho, como Recordando el show de Alejandro Molina o Bar del infierno. Me sigue seduciendo eso, pero es muy difícil, por lo menos para mí.

¿Por falta de auspiciantes?

No, es más por una cuestión de las empresas mediáticas. Créame que no he tenido mucha suerte con los medios. Yo estoy aquí porque hay gente que viene a ver el programa y gente que lo escucha, y ni siquiera gano muy bien. Ahora cuando nos presentamos en otros lugares y cobramos entrada, cosa que antes no hacíamos, va mucha gente. El capital que tenemos es ese: el público.

¿Y no es ese el capital más importante para un medio masivo?

Uno cree que sí, pero yo no consigo empresas mediáticas interesadas en que yo haga algo. No, de ninguna manera. Ni un tipo que quiera hacer una película con nada que yo haya escrito nunca jamás. Supongamos que usted viniera de marte y yo le tengo que dar una reseña de cómo me va: le diría que me va bien con la gente y me va muy mal con los canales de televisión y las radios.

¿Puede tener una razón política?

No creo. Tiene que ver con que les gusta otra cosa. Otros actores, otras propuestas.

 

Como al principio de nuestra charla, cuando hablábamos de las PASO y las preferencias políticas…

Exactamente. Y hay que admitirlo. Así como les gusta Esteban Bullrich, también les puede gustar algún grupo de actores, de creadores, que evidentemente no profesan mi estética, pero que justifican una inversión.

¿Piensa que el arte puede servir para transformar la realidad de quienes son alcanzados por él? ¿En su caso, a sus lectores y oyentes?

No tengo mucha fe en eso, no lo sé. Sin embargo, creo que toda vivencia produce algo. Nuestro vecino, nuestro padre, los tangos que escuchábamos cuando chicos, todo eso nos va construyendo. Y finalmente, si uno hace un examen de esos materiales que ha usado para construirse, encuentra que lo consumido nos forma. Y a veces construye las partes más importantes. Igual yo no estaría muy esperanzado en que la existencia de un arte no solo excelente sino con contenido ético y estético pudiera contribuir a cambiar la sociedad. Es evidente que la mayoría de las personas no está interesada en el gran arte y tienen más éxito otras influencias más directas como la cautividad televisiva de todos los días. Intratables influye mucho más que una pléyade de grandes novelistas.

¿No le parece que la televisión está siendo menos consumida que en otros tiempos?

No, yo creo que sigue apareciendo de distintas maneras. ¿Qué diferencia hay entre la televisión y Netflix? Quizás la calidad y la inteligencia de algunos contenidos podría ser una esperanza. El problema es que la estupidez ha hecho un gran daño. Yo creo que el diablo tiene cara de estúpido, y la maldad empieza por la idiotez. Esta exacerbación de lo estúpido, del panelismo, la controversia fácil, ese tener la puteada a flor de labios siendo no un recurso sino una tara del lenguaje, es lo contrario de la inteligencia. Los argumentos no son otra cosa que extorsiones autorreferenciales del tipo de “a usted porque no lo asaltaron” o “si te secuestran tu hijo…”.

La sala llena para escuchar a Dolina en el Auditorio Caras y Caretas.

O “con la plata que se gasta en X se podría hacer Y”…

Claro, ¡con la plata que se gasta en gorras en el universo podrían hacerse miles de colegios! ¿Para qué usa gorras la gente? ¿Por qué no renunciar a la gorra y con ese dinero bla bla bla? Así se razona, a eso le llaman pensar.

¿Existe una distancia real entre la llamada cultura culta y la cultura popular? Hay muchos que ven en usted esa unión, ya que habla de temas cotidianos con lenguaje erudito y de temas filosóficos con un lenguaje barrial.

Eso que acabás de describir es quizás un truco del que me he servido. Más que un truco, un recurso literario como tantos. Es más un recurso que una realidad de mi persona, porque yo no creo ser una mezcla de pibe de barrio con un filósofo. Primero porque yo no tengo derecho a ser un pibe de barrio. Soy un señor grande que ha tenido la ocasión de aprenderse algunas cosas, entonces sería pecaminoso hacerme pasar por un tipo formado en la universidad de la calle, que no sé qué cosas pueda enseñar. No tengo derecho a fingirme un pibe de la calle, porque uno es de la calle generalmente por carencias y yo no puedo afectar carencia, sería canallesco.

Según sus palabras, un poeta debe ser juzgado por sus mejores versos. ¿Cuál serían los suyos?

Bar del infierno y Cartas marcadas, mis dos últimos libros. Otras obras tienen más suerte o resultan más simpáticas, pero me gustaría que me juzguen por estas, que son un poco ásperas pero me gustan más.

Otra de sus célebres frases es aquella que dice que el hombre hace todo lo que hace con el fin de conquistar mujeres. ¿Ha cambiado su idea de la conquista en esta época tan sensible con respecto al rol y la lucha de la mujer por sus derechos?

No me gusta la palabra conquistar, tiene algo de violencia. Estos asuntos son tan delicados, tan difíciles, acarrean una historia de abuso tan grande, tan tremenda, que lo obligan a uno a andar con pies de plomo, y no me parece tampoco una buena noticia ni un avance. Ese cuidado culposo del hombre de temblar cuando se acerca una mujer por temor a violar andá a saber qué protocolo no me parece un buen resultado, ni un logro deseable para quienes desde hace mucho esperamos una razonabilidad mayor entre los sexos. Es cierto que las mujeres vienen padeciendo injusticias desde hace milenios y cuando creés que muy de a poco se va saliendo, hacés dos cuadras y ves que el machismo sigue impoluto. Sin embargo, justamente esa sensibilidad que tienen las mujeres en este momento para defender sus derechos hace que cualquier terreno resulte espinoso. Nunca me gustó el piropo, su banalidad, su agresividad intrínseca, pero tampoco me gusta esta dificultad del acercamiento que hay ahora y mete miedo ¿Qué pasa si yo veo en la calle a una persona que me gusta, que me atrae y legítimamente me quiero acercar? ¿Cuál sería el método? La respuesta es que no lo sabemos. Lo mejor es no hacer nada, y que las cosas ocurran naturalmente.

A minutos de comenzar con la grabación de su programa, apura un café con leche con tres medialunas y se sumerge tras bambalinas para alistarse y salir, como una especie de superhéroe que, desde hace más de treinta años, sale cada noche a rescatar a muchos del aburrimiento y ayudarlos, al menos durante dos horas, a volar, reír y pensar.

Actualizada 26/09/2017

Entre el rebusque y las amenazas de cierre

Entre el rebusque y las amenazas de cierre

En los barrios late la comunicación comunitaria, esa alejada de los grandes conglomerados mediáticos. ANCCOM recogió voces de aquellos que apuestan por otro tipo de medios, en un contexto nacional de indiferencia hacia el sector, luego de la alteración de aspectos clave de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA).

Aunque la realidad de todas las emisoras comunitarias no sea la misma, muchas de ellas solo cuentan con premisos provisorios y dependen de los escasos recursos que le brinda su comunidad. Pablo Antonini, presidente del Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO), advierte: “La situación de las radios comunitarias es complicada, veníamos en un proceso de fortalecimiento, sobre todo en articular las políticas públicas y la aplicación de fomento para medios comunitarios, que fueron desandadas por el actual gobierno”. Además, con la disolución del AFSCA, se disolvió el Consejo Federal donde los medios comunitarios tenían participación y representación.

FM Moreno (FM90.1) funciona desde el año 1987, su señal tiene un alcance en todos los barrios de la localidad y está nucleada a FARCO, quien gestiona sus recursos y le provee el equipamiento. La programación está realizada, en su mayoría, por gente vinculada a la comunicación y a la cultura. “Nosotros tenemos programas de producción propia, de contenido político y cultural, que va dirigido a un público de sectores profesionales o con una formación educativa completa”, afirmó  su presidente, Martín Raffo, quién dijo que esto se puede realizar gracias a algunos programas específicos que alquilan sus espacios, lo que permite no estar dependiendo de la publicidad para tener la radio en funcionamiento.

Otra emisora es la realidad de FM REC (FM89.5), activa desde el año 2014. Sus instalaciones están dentro de la escuela pública de gestión social Creciendo Juntos. La programación está hecha íntegramente por docentes y alumnos de jardín de primaria y secundaria.“Permanentemente vamos formando chicos capaces de crear programas y operar”, explica Juan Brunati, docente y programador.

Aunque todavía no tienen un público bien definido, intentan abarcar todos los sectores de la comunidad, por eso difunden hechos de la actualidad, acontecimientos y contenidos de la escuela. Además hacen cortinas en guaraní, ya que muchos de sus alumnos y gente del barrio provienen de Paraguay y de provincias del litoral.

“Permanentemente vamos formando chicos capaces de crear programas y operar”, explicó Juan Brunati, docente y programador.

“La garantía de una comunicación democrática se basa en el derecho a comunicar, en la diversidad y variedad de voces y que no estén condicionadas por algo rentable o no”, afirmó Antonini.

En este sentido, para solventar los gastos de mantenimiento FM REC tuvo que crear un club de oyentes: el pago de una cuota mensual de 30 pesos permite acceder a un carnet con un número de socio que sirve para participar de un sorteo a fin de mes. De este modo, se busca incentivar la colaboración y participación de alumnos, padres y maestros. “Esto es algo que está hecho a pulmón, en su momento estaba el Estado para equiparar la balanza entre lo privado y estatal, sino tenés acompañamiento se hace difícil”, expresó Juan Giménez, director de nivel secundario de la escuela Creciendo Juntos.

El problema más grave por el cual tuvieron que atravesar algunas de las radios comunitarias, fue por la nueva política llevada adelante por parte del Ente Nacional de Comunicaciones  (ENACOM). En los temas que habíamos avanzado retrocedimos –aseguró Antonini- y encima aparecieron temas que creíamos superados para siempre, como son los cierres de emisoras y decomisos de equipos, de manera que la situación es complicada”.

Una de las radios que se vio afectada fue FM Ocupas (FM88.3), del barrio de Trujuy, ubicada dentro del predio de la Asociación Ocupas, que ofrece talleres a más de sesenta personas que tienen diferentes discapacidades. Funcionarios de ENACOM intentaron decomisar el equipo de la emisora, argumentando que producía interferencia al servicio del aeródromo Mariano Moreno, por lo que procedieron a desconectarla.

El conflicto se potenció porque en muchos de los programas radiales estaban las voces de los integrantes de la agrupación, así como también la de los profesores, trabajadores sociales y vecinos del barrio. Por eso el apoyo y la protesta fueron masivos, tanto desde sectores políticos y sociales como de diferentes organismos de medios de la comunicación.

Susana Rubino, coordinadora general de Ocupas, precisó:“Pasaron 57 días y no se expidieron. FARCO nos acompañó a hacer la presentación, donde hacíamos un descargo y como no se expidieron, nosotros continuamos”. Aún con cierto temor pero en el aire, contó que no bajaron los brazos y aunque perdieron muchos de sus anunciantes, otros espacios se abrieron y ahora se valen de la realización de festivales barriales y de las publicidades de pequeños anunciantes que todavía conservan.

Finalmente, las adversidades por las que pasan los integrantes de las emisoras potencian aún más sus ganas de querer comunicar. Federico Sánchez, conductor de FM Ocupas y vecino del barrio, afirmó: “Había una necesidad de decir las cosas que sentimos y que esto se difunda”. No pretenden ser un multimedio, sólo quieren tener un espacio para comunicar sus ideas, donde haya una diversidad de voces y una impronta regional, pero con estética profesional.

Por supuesto, el rol del Estado es fundamental. “La garantía de una comunicación democrática –señaló Antonini- se basa en el derecho a comunicar, en la diversidad y variedad de voces y que no estén condicionadas por algo rentable o no”.

“Había una necesidad de decir las cosas que sentimos y que esto se difunda”, dijo Federico Sánchez, conductor de FM Ocupas.

Actualizada 12/09/2017

El Señor de los Libros (y de la radio)

El Señor de los Libros (y de la radio)

“La radio es más una diversión que un trabajo”, dice el reconocido editor Daniel Divinsky a ANCCOM. Desde febrero se emite por Radio UBA “Los libros hablan”, un programa pensado, guionado y conducido por Divinsky, fundador, junto a Ana María “Kuki” Miler -su ex mujer-, de la mítica Ediciones de la Flor. Fueron casi 50 años de actividad y sobrevivieron a la censura, la prisión y el exilio, como también a los nuevos paradigmas de la industria.

Si bien Divinsky se desvinculó recientemente de Ediciones de la Flor por decisión personal, dejó en el sello –y lleva consigo- una labor invaluable con autores nacionales e internacionales paradigmáticos, tales como: Rodolfo Walsh, Quino (Joaquín Salvador Lavado), John Berger, Roberto Fontanarrosa, Caloi (Carlos Loiseau), Alberto Breccia y Umberto Eco entre muchos otros grandes.

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Con recortes de diarios seleccionados sobre la mesa, Daniel Divinsky y su humilde parsimonia esperan sentados frente al micrófono de Radio UBA a Constanza Brunet, directora de Editorial Marea, destacada por su catálogo de género periodístico. “Los libros hablan, pero hablan bajito, hay que leerles los labios”, es la cortina que abre el programa. Mientras el conductor recuerda que es el cumpleaños número 85 de Tom Wolfe –entre otras cosas, el creador del “Nuevo periodismo”- la entrevistada se sienta y distribuye sobre la mesa del estudio pilas de libros. El conductor los va observando uno por uno sin perder el hilo de lo que está diciendo acerca de Umberto Eco y otros pensadores que se han declarado críticos sobre el oficio periodístico.

Algunos de los temas emprendidos en los programas de febrero son: el papel del papel -sobre la digitalización de libros-, la profesión de librero, las ferias del libro nacionales e internacionales, la Biblioteca Nacional, la edición de libros periodísticos y musicales. Divinsky entrevista a protagonistas de cada tema y pone en cuestión mitos del mundo editorial. Con 73 años no pierde la capacidad de asombro, ni su pragmatismo.

 

¿Cómo surgió la idea de Los libros hablan en Radio UBA?

-La idea surgió de las dos personas que tenían antes el espacio de libros que estaba dedicado más bien a editoriales: Leandro de Sagastizábal, que ahora es presidente de la CONABIP (Comisión Nacional de Bibliotecas Populares) y Luis Alberto Quevedo, presidente de Eudeba. Ellos hicieron durante bastante tiempo un programa en el que cada uno entrevistaba a un editor, un programa muy lindo, por lo menos para los que estábamos en el gremio, y después como resultado de ese programa salió un libro que publicó Eudeba: Optimistas seriales, basado en esas entrevistas. Ellos no podían seguir haciéndolo porque Leandro tenía más responsabilidades en la CONABIP y Luis en Eudeba. Me lo propusieron y acepté. De un día para el otro ya estábamos grabando el programa.

¿Quién elige a los invitados?

-El criterio para elegir a los invitados es totalmente mío. Sólo me pidieron que hiciera un eje temático en cada programa.

¿Qué importancia tiene llevar la literatura a otros medios, como la radio o el audiovisual?

-Yo creo que el principal medio de difusión de los títulos es el boca-oreja, es decir, el comentario que hace un lector a alguien que es candidato a lector acerca de algo que leyó y le impresionó mucho. La idea es hacer en el programa algo parecido a eso, dentro de un horario más o menos racional porque, como decía esa canción de Les Luthiers en broma: “El programa cultural en su horario tradicional de las tres de la mañana”, como pasó en la televisión pública, por lo demás excelente -hasta hace poco-, que los programas de libros quedaron desplazados por los programas de futbol a los sábados a los 8 de mañana, una hora insalubre -si las hay-, o a las 8 de la noche de un domingo.


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Un dibujo resalta en la biblioteca del departamento de Divinsky: él aparece con su barba blanca y el tamaño de un duendecillo, sentado en una de las estanterías de su biblioteca colmada de libros. El dibujo tiene una dedicatoria: “Para Daniel Divinsky, señor de los libros y guardián de tesoros! Decur”.

“Decur –el humorista gráfico-  apareció con este dibujo un día en la oficina -cuenta el editor-. No nos conocíamos pero él supo que yo tenía una enorme biblioteca porque lo vio por internet”.

¿Editar sigue siendo una enfermedad, tal como decía antes?

-Yo conseguí curarme. De todas maneras tengo varias propuestas para asesorar editores amigos, pero mi convenio me impide aparecer como editor por un tiempo.

A partir de su desvinculación de Ediciones de la Flor ¿qué cambió en su vida?

Fue un cambio necesario porque la relación societaria era muy complicada. No es que me hayan echado ni desposeído de la editorial. Yo decidí irme y negocié mi salida. Es un cambio de ángulo, también derivado de la edad, de las ganas de tener menos responsabilidades y más tiempo libre. No es para nada gravoso. Me tomé un verano sabático, estuve casi dos meses de vacaciones. Y esto de la radio es más una diversión que un trabajo.

¿Cómo era su rutina en la editorial y cómo es ahora?

Ahora carezco totalmente de rutina. A la editorial, normalmente iba sólo por la tarde y después leía en mi casa y me traía trabajos para corregir.

¿Qué lo caracterizó a usted como editor?

El eclecticismo, el interés por todo un poco desmesurado. Un cambalache bah…

¿Cuál es su mayor orgullo personal?

Haber sido el editor de Rodolfo Walsh, elegido por él.

¿Cómo fue su relación con Rodolfo Walsh?

La relación fue con un anglosajón, cerrado, de pocas palabras, con mucho humor, pero con poco expansividad. Fue una especie de amigo de bajo voltaje. Pasó un fin de año en la casa que compartíamos con mi ex mujer, pero nunca fuimos amigos íntimos. Aunque la relación era de enorme admiración. Fue el único autor que le planteó a mi compañera, en ese momento, que quería que sus libros se vendieran lo más barato posible, para que llegaran a mayor cantidad de gente. En una época en que los autores, incluso los muy progresistas, publicaban en los grupos transnacionales para ganar más dinero, que un autor quisiera que sus libros se leyeran y no ganar más dinero con ellos, es digno de mención todavía tantos años después. Nunca me volvió a suceder. Rodolfo tenía un humor muy satírico, muy frío y no era expansivo en absoluto, por su militancia.

¿Cómo vivió su desaparición?

Fue en 1977, estando nosotros –mi ex mujer y yo- presos, era parte del dramatismo general del momento. Nosotros, que no teníamos ninguna militancia política –y casi me da vergüenza decirlo-, fuimos presos por la prohibición de un libro que se les ocurrió que iba a incitar a los niños en la subversión… nos dimos cuenta del dramatismo del momento.  A nosotros nos habían dicho “por qué no se van un tiempo”. Finalmente decidimos hacerlo. La editorial publicaba libros políticos de signos diferentes siempre dentro del progresismo, pero nunca militantes. Nuestro propio eclecticismo hizo que nos censuraran y nos metieran presos, de manera que si nos pasaba eso a nosotros que no teníamos ninguna militancia, ¿qué les podía pasar a otros? El efecto demostración hizo que muchos libros se quemaran o destruyeran. Mi hipótesis fatalista era que no había autocensura que pudiera igualar los criterios de los grupos represivos. O sea, que había que hacer las cosas normalmente y si tenía que pasar algo iba a pasar.

Usted y su ex mujer fueron censurados, presos y exiliados durante la última dictadura militar ¿Cómo ve el país hoy?

Con enorme pesimismo. Porque había un proyecto que tenía una cantidad de defectos -que no suscribía en su totalidad- pero que implicaba, por el lado cultural, un apoyo importante y abierto. Y creo que eso ha quedado totalmente desechado a partir del 10 de diciembre. El gobierno anterior tuvo miles de defectos y corrupción y demás, pero en algún aspecto tuvo ideas decididamente correctas.

¿Qué medidas del gobierno actual son las que más le disgustan?

-Básicamente los nombres de los funcionarios designados. Alcanza con una referencia a sus propias carreras: el Ministro de Cultura (Pablo Avelluto), un funcionario de las transnacionales culturales. Es decir, se ha puesto a los zorros al cuidado del gallinero en muchos aspectos.

¿Tiene otros proyectos editoriales o profesionales en otros medios?

-Estoy organizando con un grupo de personas del gremio una carrera de edición en la Universidad de Avellaneda. Se está terminando de preparar el plan de estudios, se va a someter a la CONEAU (la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria) para que se la autorice, porque va a ser una tecnicatura, y la idea es lanzarlo con un seminario internacional en mayo sobre si se puede aprender a editar. Es una Universidad que tiene doce años de antigüedad, 6000 alumnos,  una carrera de Comunicación Social y una cosa rara que es un Centro Universitario de Industrias Culturales, dentro del cual se promovió el lanzamiento de la carrera. Es posible que dé alguna materia, pero básicamente voy a dirigir.

¿Alguna vez escribió algo propio?

-En la post adolescencia hubo un intento de novela autobiográfica que quedó perdido por ahí y ahora hice una especie de memorias conversadas con la periodista Silvina Friera que fueron desgrabadas, corregidas y que estoy haciendo el editing para que aparezcan hacia mediados de año.

¿Por qué cree que autores como Quino o Fontanarrosa siguen estando tan vigentes hoy?

-Quino dice que la perduración del interés por Mafalda es la prueba del fracaso de lo que él quería, porque quiere decir que no cambió nada. Si siguen causando gracia las mismas críticas, si los mismos problemas subsisten, él no tuvo ninguna eficacia en solucionarlos. Lo de Fontanarrosa tiene más que ver con el humor popular y después hay cosas diferentes de Liniers y otros autores que la editorial fue publicando con el tiempo respondiendo a la necesidad de la gente de una visión diferente de la realidad a través del humor. La única investigación de mercado que hizo la editorial fue la de nuestra propia nariz.

Los libros en su vida ocuparon un lugar preponderante desde muy chico, pero ¿qué lugar ocupó la radio?

Soy oyente de radio desde muy chiquito. En mi casa tuvo una presencia permanente porque te permitía el mayor contacto con el mundo. Teniendo yo ocho o diez años se compró en mi casa el combinado –toca disco que tenía radio de onda corta-. Por las noches, buscaba sintonizar radios y de repente encontraba traducciones en castellano de una radio de Moscú o de China.  Viviendo en el exilio, en Caracas, un amigo exiliado chileno era locutor de la única FM que había en ese momento en Venezuela, que era FM Cultural. Mucho antes que Chávez, el gobierno venezolano impedía que hubiera otras FM porque decía que se iba a comercializar el espacio. Entonces había una sola radio con programación cultural y empecé a hacer un programa de libros que grababa este locutor, Jaime Suarez, con una voz preciosa, y que iba los domingos a las tres de la tarde. Yo le mandaba el libreto, el locutor lo grababa. Vuelto a la Argentina en el ’83, estuve en un grupo de independientes que apoyó la candidatura de Alfonsín y me citó el Secretario de la Presidencia, Germán López. Yo pensé que me iban a ofrecer Eudeba, realmente, porque tenía cierto sentido. Pero me dijeron que el Presidente quería que yo dirija Radio Belgrano. “¿Yo la radio? Si lo único que sé es encenderla, cambiar el dial y apagarla”, contesté. E insistieron: “Mirá, el que está a cargo es un teniente coronel de artillería, ¿te parece que vos que sos empresario y tenés una editorial, sabés menos de radio que un teniente coronel de artillería?”. Ahí estuve dos años.

¿Cómo fue la experiencia en radio Belgrano?

Fue una experiencia totalmente revulsiva, porque había una radio, como en todos los medios, con gente muy atemorizada: nadie quería decir nada, todos temían la autoridad del interventor como si fuera a salir a castigarlos a latigazos. No era mal tipo el que estaba a cargo, dentro de lo que podía ser un militar a cargo de una radio. Lo que decidimos con el equipo que me acompañó, algunos radicales otros independientes, fue designar un gerente periodístico, que fue Jorge Palacios y a Ricardo Horvath, y armar una programación provisoria desde el 11 de diciembre que asumimos, hasta marzo que iba a empezar la programación efectiva. Estuvimos buscando lo mejor que había sido opositor a la dictadura: (Eduardo) Aliverti tenía la mañana con un movilero muy audaz y muy revulsivo que devino en lo que ahora es Jorge Lanata. Después había un programa que se llamaba Nuevos aires que tenía un elenco bastante variado donde había un abogado muy defensor de la dictadura, al que poco tiempo después le pedí la renuncia, estaba Enrique Vázquez, Diego Bonadeo en deportes, Silvia Puente… y mantuvieron ese espacio que fue muy lindo. Después un programa femenino que se llamaba Ciudadana, que hacían Julia Constenla y Marta Merkin. También había un diario de la tarde con varias estrellas del periodismo: Rogelio García Lupo en política nacional, por ejemplo. Le dimos la trasnoche, desde las doce a dos de la mañana, a un programa que nos dio muchas satisfacciones y muchos dolores de cabeza. Se llamaba Sueños de una noche de Belgrano y lo hacían nada menos que Jorge Dorio y Martín Caparrós: un programa totalmente original, con montaje, con sonido temático monográfico. A los pocos programas de Sueños… fue el aniversario de la invasión de Malvinas y lo hicieron un poco satírico al tema, eso motivo que un ex militar hiciera una huelga de hambre en el estudio, tomara la radio, y cosas por el estilo. O sea que… ¡Aventuras no faltaron!

Un colibrí aparece en el balcón y Divinsky se asombra, tal como un niño, la alegría es espontánea. Abre el ventanal, se escuchan cientos de pájaros y el colibrí, con su incansable aleteo, se aleja. La visión desde el balcón es espesamente verde, un paraíso de miles de árboles en el centro de Buenos Aires. El aleteo del colibrí se proyecta al infinito. Divinsky achina los ojos y lo mira irse, pero continua alegre, como si hubiera visto a un viejo amigo.

 

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El programa radial “Los libros hablan” se emite los lunes a las 15 por Radio UBA 87.9.

 

En sintonía con el arte

En sintonía con el arte

Por la tarde del último viernes, Radio América refulgía de arte. Músicos, actores, narradores, humoristas, fotógrafos y pintores intervinieron en el edificio de Amenábar 23 (CABA) con lo que mejor saben hacer y llenaron las instalaciones con sus creaciones. El motivo fue poner en escena, de modo creativo, el conflicto que los antiguos dueños, Sergio Szpolsky y Matías Garfunkel, y el supuesto nuevo propietario, Mariano Martínez Rojas, mantienen con los trabajadores, a quienes se les adeudan nueve meses de salarios y dos aguinaldos.

Andrea Recúpero, periodista especializada en política nacional, trabaja en la emisora hace casi seis años y explicó la génesis del vaciamiento: “Los empresarios que estuvieron gestionando la radio los últimos años se ausentaron un día y jamás volvieron, dejandola directamente abandonada. Desde diciembre estamos sin cobrar y no tuvimos respuesta de los empresarios ni de las autoridades nacionales. Con lo cual hay un vacío respecto a nuestro futuro”.

Durante ese tiempo, periodistas, locutores, operadores, técnicos y otros trabajadores vienen haciéndose cargo de una programación de emergencia, con el fin que no caduque la licencia que la emisora tiene por la frecuencia LR9 AM 1190. Por eso el ataque sufrido el mes pasado los había dejado con un sabor muy amargo. “El empresario Martínez Rojas, presunto nuevo dueño de la radio y que jamás presentó un papel que así lo acredite, ingresó al edificio con una patota, desmanteló los estudios y el archivo digital del diario Tiempo Argentino”, agrega cuando empieza a vibrar Milonga Sentimental en los oídos de los concurrentes.

En tanto, Vilma Noce, delegada del Sindicato Argentino de Locutores, aseguró que ese ataque, ocurrido en la madrugada del 4 de julio, tuvo la complicidad de las fuerzas policiales y que, la semana pasada, “por fin la Justicia Federal inició un proceso penal por este hecho”. También informó que la planta en la que opera la antena de Radio América hoy está copada por personal que trabaja para Martínez Rojas.

«Desde diciembre estamos sin cobrar y no tuvimos respuesta de los empresarios ni de las autoridades nacionales. Con lo cual hay un vacío respecto a nuestro futuro”.

“Los trabajadores intervenimos donde no interviene el Estado. Hace más de un mes el ENACOM (Ente Nacional de Comunicaciones) nombró un delegado normalizador, conforme a lo que establece el artículo 50 de la Ley de Medios. Este normalizador terminó su función pero aún no hemos tenido ninguna respuesta”, continúa Noce, miembro de la comisión gremial interna. “La radio debe licitarse nuevamente y nosotros queremos controlar el proceso de licitación, y aquel licenciatario que tome más trabajadores tiene que ser el que se quede con la radio. Y el Ministerio de Trabajo debería velar por eso”, completa Noce frente a la oficina de los jefes, en la cual se aprecia un maniquí sin cabeza y otro con la cara de Spolszky con las orejas de Mickey, rodeados por una lluvia de dólares.

Con el correr de las horas, la actividad que comenzó a las 17 se fue llenando de fieles oyentes convocados por la necesidad de defender la pluralidad de voces. Entre ellos estaban Kety y Dora, de unos 70 años, que se hicieron presentes para colaborar con dinero que dejaron en una alcancía solidaria que resplandecía, alumbrada por unas luces cubieras con brillantina violeta.

De pronto, los pasillos se hicieron más estrechos de lo que ya eran. En la entrada, dos mimos de la Escuela Latidoamericana (sic) de Mimo y Teatro Corporal invitaban al hall central. En una de sus esquinas se apilanban las bolsas de alimentos para colaborar con los 106 trabajadores de la radio. En otra punta se había improvisado un pequeño escenario musical. En las paredes resaltaban distintas pinturas (un puño gigante en alto, una figura femenina en pleno vuelo y un felino con cuernos), fotos de trabajadores en lucha y las palabras de apoyo de los oyentes escritas con marcador. Todo estaba intervenido, incluso las escaleras, cuyos escalones señalaban la cantidad de meses sin cobrar, y los baños, que lucían la leyenda “No nos caguen más”.

Cerca de la sala de estudio se vendían empanadas, tartas y café con leche para recaudar fondos para las familias. En la cabina del operador el mate pasaba de mano en mano mientras se discutía sobre la factibilidad que Radio América forme una cooperativa, proyecto que Recúpero señaló como una posible opción.

La cantante Marisa Otero estuvo acompañada por el bajista y compositor Germán Pontoriero en un repertorio folclórico. “En esta etapa que se está viviendo en el país todos tenemos que ser solidarios con todos. Se sabe que con la gestión política se están perdiendo muchos puestos de trabajo y para que esta lucha no sea tan desigual los trabajadores tenemos que unirnos para defender nuestros derechos”, afirmó. Asimismo, señaló su asombro por la calidad con la que los trabajadores de la radio y los artistas solidarios transformaron la destrucción y el vandalismo de las oficinas en una obra artística: “Tendría que verlo Marta Minujín para felicitarlos”, cerró.

 

Actualizada 23/08/2016

Cosa de locos: La Colifata cumple 25 años

Cosa de locos: La Colifata cumple 25 años

Un semicírculo de sillas en medio del verde jardín comienza a ocuparse por quienes, ansiosos y expectantes, se suman a la ronda con ganas de expresarse.

Desde la consola, el equipo técnico integrado por los coordinadores del proyecto, Analía Valotta, Camila Masci, Victoria Noguera y Federico Martínez Ruiz, levantan su pulgar. “Arrancamos muchachos”, dice Analía y entrega dos micrófonos. Suena la cortina musical. Es rockera. Algunos no resisten y comienzan a bailar.

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Radio La Colifata nació el 3 de agosto de 1991, fundada por el psicólogo Alfredo Olivera, quien continúa al frente del proyecto. Fue la primera radio en transmitir en vivo desde un hospital neuropsiquiátrico, el José Tiburcio Borda, ubicado en el porteño barrio de Barracas. Tan notable fue su repercusión, que se convirtió en modelo para otros países como Uruguay, Chile, Brasil, Francia y España, entre otros. Desde los jardines del Borda, los internos y ex internos junto a algunos invitados lograron construir, semana a semana, un espacio de expresión y vinculación con los oyentes, y con ese mundo del que fueron excluidos.

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Toman sus respectivos micrófonos con decisión. Julio y Diego dan la bienvenida a los oyentes y anuncian la grilla del programa. La presentación es interrumpida repentinamente: “Que a los médicos de los hospitales se les pague el sueldo”, “Si ven gente durmiendo en la calle, comuníquense con el 108”. Nadie se enoja, todos alzan su voz cuando lo desean. Ya son quince las personas que conforman la ronda. Algunos son visitantes.

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“La Colifata nació como una radio sin antena. Primero surgió como una columna en la FM comunitaria de San Andrés. En cada emisión se trataba un tema en particular. Nosotros le sumábamos la participación de un colectivo de personas que estaba internado en un hospital psiquiátrico. Yo iba con un grabador de periodista al Borda, nos reuníamos con la gente alrededor de una mesa y decidíamos de qué temas queríamos hablar. A veces surgía de iniciativas de los presentes, y otras veces de la temática de esta radio comunitaria de la que participábamos. La única consigna era que el grabador pasara de mano en mano: lo que decían se grababa y después unos fragmentos de los debates se ponían al aire. Así nació la columna radial de los internos del Borda”, recordó Olivera.

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La transmisión continúa. Mientras, ingresa un hombre al jardín. Trae una caja. Es una donación de ropa. Julio, todavía con micrófono en mano, agradece y concientiza a los oyentes sobre la importancia de donar para que los ayuden a enfrentar el frío.

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“Luego de la columna en FM San Andrés, el espacio fue FM La Boca y después la Rock & Pop. No teníamos medios económicos y, por ende, tampoco medios técnicos. Entonces surgió esta metodología de trabajo que se basa en desarrollar una estrategia de comunicación que permita insertarse en lo social para, desde allí, permitir que circule como palabra válida el discurso de un grupo de personas que cargaban con el estigma social de la locura. Así, armábamos distintos microprogramas que distribuíamos a las radios y de esa manera la palabra de un interno llegaba a la comunidad”, rememora su creador.

En 1992, un oyente donó la primera antena con un equipo de 1 watt, lo que le permitía un alcance de 200 metros a la redonda. Tiempo después recibieron una antena de 300 watts, cuando un oyente escribió a “Sorpresa y media”, un programa televisivo que elegía sueños de sus audiencia para hacerlos realidad.

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Los coordinadores proponen que se presenten individualmente a quienes se sentaron en la ronda. Hacen circular el micrófono para que cada participante diga lo que tenga ganas de decir. Algunos cuentan situaciones personales o familiares, estados de ánimo. Otros, comparten poemas. “Es que acá cada uno tiene su espacio, siempre y cuando nos respetemos y nos escuchemos entre todos”, explica Victoria mientras coordina la presentación.

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“Es en este lugar de encuentro radiofónico en el que empezamos a abordar la problemática de la marginación, los padecimientos psíquicos y la estigmatización de la locura. Fuimos constatando que el contacto de manera permanente con otros generaba efectos positivos en las personas que formaban parte del proyecto. Ahí nos animamos a pensarlo también en términos terapéuticos”, afirma el fundador del espacio.

La realidad indica que hay una problemática habitacional y la imposibilidad de reinsertarse en la sociedad al salir del Borda. Al respecto se refirió Olivera: “Con el transcurso de los años sentíamos que la radio hacía bien a quienes participaban de la misma, así que fuimos creando herramientas para poder medir el impacto, conectando el trabajo radiofónico con el proceso de cada persona. A inicios de los años 2000, nos dimos cuenta de que La Colifata anualmente colaboraba con el 35% de las externaciones del hospital. Luego constatamos también que entre los internos que eran dados de alta, un 50% de ellos continuaba en radio y otro 50% dejaba de venir. Si comparábamos ambos grupos, en los que no continuaban había más posibilidades de reinternación que en los que seguían participando”.

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El debate en La Colifata es habitual y el término desmanicomialización genera opiniones como la de Tríniti, otro interno que toma la palabra: “Uno se ‘bordaliza’, se acostumbra a estar en el Borda y cuando salís y vas a un hotel no tenés amigos. Esto le pasa a muchos integrantes del hospital: afuera no nos aceptan, nos discriminan y tampoco sirve que nos saquen de acá y nos lleven a un geriátrico, porque nos enfermaríamos más. La solución sería darle a cada muchacho lo que se merece, los años vividos acá los tiene que recuperar algún día. Este hospital es de los pacientes. No es de los laboratorios. No es de Macri. Es nuestro. Hablar de desmanicomialización implica no quedarse en las palabras, hay que hacer algo. No hablemos más de locura y salud mental, hagamos algo, vayamos a la solución concreta”. Los aplausos no tardaron en llegar.

Gustavo expresa sus ganas de recibir el alta. Añora volver a Paternal con sus familiares. Marcelo, otro “colifato” –como ellos mismos se denominan- pide algunas canciones para bailar, con motivo de su cumpleaños. Todos lo acompañan en el centro de la ronda y bailan al ritmo de la música electrónica que los envuelve y se apodera de ellos.

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Cumplir el primer cuarto de siglo invita a un balance: “Estos 25 años fueron sumamente positivos”, afirma Olivera, aunque considera que aún quedan muchas cuestiones pendientes: “El problema de las dificultades que como sociedad tenemos para relacionarnos con ese fenómeno que llamamos ‘locura’ es muy complejo y no alcanzan 25 años, pero lo que sí se ha logrado es constituir un espacio de valoración y dignidad para un grupo de personas que en realidad pueden ser cualquiera de nosotros. La radio hoy por hoy es una herramienta útil en todo el mundo para acompañar procesos ligados a lo terapéutico y donde las personas restituyen su derecho a la palabra”.

De cara al futuro, Olivera plantea: “Ahora tenemos el desafío de comprobar si la radio puede constituirse en una herramienta de inclusión social y económica para las personas que van saliendo de la internación. Queremos conservar el espacio abierto que tenemos en el hospital Borda para las personas que están internadas, y continuar con La Colifata itinerante o nómade para desarrollar espacios radiofónicos en distintos lugares, ofreciendo la posibilidad de que se expresen los vecinos. Y por último desarrollar el estudio externado profesional de radio, que estamos por comenzar a construir en el barrio de Colegiales, y será un punto de encuentro entre la gente de la comunidad que quiere hacer radio con personas que van saliendo de la psiquiatría. El objetivo de este tercer espacio es justamente esa inclusión social y económica”.

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Mientras tanto, en el círculo del jardín, Silvi, otra colifata, toma el micrófono e invita a los oyentes a acercarse al hospital. Se festejarán los 25 años de radio el próximo sábado 13 de agosto, a las 14.00.


Actualizada 10/08/2016