Varones antipatriarcales y mujeres feministas

Varones antipatriarcales y mujeres feministas

El sábado 29 de abril se realizó en el Anfiteatro Eva Perón de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) el segundo encuentro del Ciclo de Entrevistas “Feminidades Públicas”, convocada por el Colectivo de Varones Antipatriarcales de la Ciudad de Buenos Aires.

En este encuentro el eje propuesto fue el de “Feminidades y Derechos Humanos” y contó con dos invitadas de lujo: la periodista y activista feminista Marta Dillon y Nora Cortiñas, miembro de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.

En palabras de sus organizadores, el ciclo tiene como objetivo poner en escena la relación entre la feminidad y lo público, en contradicción con el lugar tradicional que se les asigna a las mujeres relacionado a las tareas domésticas y recluidas al ámbito privado: “Nos parece importante mencionar que las invitadas supieron romper el estereotipo asignado por el género”, afirmó Joaquín Coronel, militante de Varones.

Diego Rodríguez, perteneciente al Colectivo, se ocupó de presentar la charla: “Somos varones y maricas que nos organizamos políticamente con la idea de aportar a la lucha contra el patriarcado. Tenemos como objetivo generar espacios de reflexión colectivos entre aquelles sujetes que nos percibimos varones o que somos leídos como tales en la sociedad. Rechazamos el lugar de poder que este sistema nos asigna. Nos organizamos retomando reivindicaciones del feminismo y denunciando la violencia machista”. Además, declaró su preocupación por la situación del colectivo LGBT en Chechenia, la política de vaciamiento de la ESI (Educación Sexual Integral), el caso Higui y el cierre de espacios culturales en nuestro país.

Nora Cortiñas se destacó por sus anécdotas, que distaron de ser protocolares. Por el contrario, contó con sobradas muestras de afecto y atención por parte del público, que no paró de celebrar sus aportes con aplausos. Y también risas, en algunos momentos. Abrió su disertación relatando que se crió en una casa muy machista, muy patriarcal, que su marido era muy celoso y cuando desapareció su hijo, Carlos Gustavo Cortiñas, comenzó a verse obligada a salir a la calle a reclamar: en esa irrupción en el espacio público recordó sus primeros encuentros con personas pertenecientes a la militancia en la diversidad: “En el caminar de las Madres se acercaron a nosotras chicos homosexuales. Encantadores pibes que veían, en nosotras, afecto. De esa manera tan natural, no con los libros sino con el contacto con ellos, empecé a entender de otra forma. En las marchas, por ejemplo, se acercaba algún pibe y me decía: ‘Madre ¿yo me puedo dejar ver con ustedes? Porque si mi mamá me ve con ustedes va a pensar que estoy por buen camino’”.

El caso de Nora, una mujer de 87 años inserta en la política y disputando el espacio público, ejemplifica la transformación de la mujer: de estar exclusivamente al servicio de su familia entre las cuatro paredes de su hogar, a ser la mujer pública y en la disputa por el poder. En esa transición, encontró sus primeros cruces con el feminismo: “Yo primero leía sobre el feminismo: decían que en Europa las feministas eran las que revoleaban el corpiño y yo decía ¡qué estupidez!”. En otro momento, recordó que participó, junto con otras Madres, en el primer Encuentro Nacional de Mujeres en 1986 y admitió que: “Fui entendiendo que los derechos humanos son todos y no solo los de los desaparecidos y los presos políticos”.

El aporte de Cortiñas también permitió dar cuenta de una transformación de la ubicuidad del feminismo, de los espacios académicos a la calle: “A nosotras, las feministas nos preguntaban por qué salíamos a la calle. Por eso, cuando fui al primer Encuentro, llegué con timidez y les expliqué que salíamos porque nos habían sacado un pedazo nuestro. Nosotras rompíamos con el lugar de la mujer que se queda en su casa. Y con el que quería la Iglesia: poniendo una velita y la fotito del hijo en una repisa rezando y llorando. Como no lo hicimos, les molestó. Pero lo hicimos por una cuestión visceral. Salimos a pelear como unas leonas”.

Por su parte, Marta Dillon, fundadora del suplemento “Soy” de Página/12, relató cómo fue su incorporación al feminismo: “Yo creo que tiene que ver con darse cuenta de la subalternidad que significa ser mujer. No es una cosa que sucede de un día para el otro. Mi mamá desapareció cuando yo tenía 10 años. Yo la ayudaba a ella a cuidar a mis hermanos y esa sensación de hacerse cargo de tres varones se sostuvo a lo largo del tiempo. Esa tarea que muchas niñas y mujeres reconocerán. Después, fui madre soltera. Pero definitivamente me convertí en feminista cuando tuve el diagnóstico de VIH positivo. Ahí realmente la diferencia en la mirada de los otros y las otras era radical, porque una mujer que se había infectado era inmediatamente supuesta de ser una puta, de tener una vida sexual condenable. De hecho, siempre se reiteraba esta pregunta sobre cómo me contagié, esperando que les responda que en una transfusión. Si esa respuesta no llegaba, ahí ya no era tan víctima. Para los gays el estigma era peor. Y en el caso de los travestis, todavía hoy los sigue matando la dificultad de acceder a una atención médica adecuada. Hace muy poco realmente que hay una existencia legal para las trans y travestis”. Además, sostuvo que ser feminista es estar en un lugar marginal, señalar algo que nadie quiere ver y que cuestiona hasta lo más íntimo, “por eso hablamos de revoluciones en las camas, en las casas, en las plazas, en las calles y en todos lados”. Dillon afirmó que hacerse feminista la transformó: “Cambia todo. Creo que hasta cambió mi relación con mi madre”.

Marta Dillon, periodista

Marta Dillon, activista y fundadora del suplemento “Soy” de Página/12. “Yo creo que tiene que ver con darse cuenta de la subalternidad que significa ser mujer», relató.

Acerca del rol de las mujeres en la etapa de la dictadura, reflexionó: “Algunas mujeres, que hasta se entrenaban para usar las armas o las usaban directamente, no dejaban de tener la responsabilidad de lo doméstico a su cargo. Después, al ser secuestradas, pasaron por los centros de detención y fueron torturadas de manera bien particular”.

Por otro lado, y como trazando una línea de tiempo, recordó el rol de las mujeres piqueteras durante la crisis de 2001, quienes tomaron un papel protagonista en la calle. Analizó cómo las organizaciones piqueteras empezaron a ir masivamente hacia los Encuentros de Mujeres y a cambiarlos radicalmente con otras discusiones y con otras propuestas.

También destacó el valor de la sororidad en la lucha contra la violencia machista y dijo, en relación a los casos de feminicidios: “No se aguanta más tener que sumar todos los días un nombre más al bagaje de la memoria y tener que aguantar los detalles morbosos con los que se han maltratado a estas chicas tan jóvenes. En este momento hay una gran posibilidad de que los lazos que nos sostienen se extiendan y se hagan más fuertes”.

Hacia el final de la charla Nora Cortiñas concluyó: “Les dije que venía a aprender. Y hoy aprendí que las Madres fuimos extraordinariamente feministas”. Y el público estalló en aplausos.

Este ciclo de charlas comenzó el 8 de abril bajo el eje “Feminidades Públicas y Trabajo” con les invitades Silvia León y Marlene Wayar. Tiene como objetivo financiar el VI Encuentro Latinoamericano de Varones Antipatriarcales (ELVAP) organizado para los días 7, 8 y 9 de octubre, en de Santiago, Chile, en el que participarán además otras organizaciones y colectives antipatriarcales  o profeministas como Traidores de Papá -de Uruguay- y el chileno Kolectivo Poroto.

El segundo encuentro del Ciclo de Entrevistas “Feminidades Públicas” fue convocada por el Colectivo de Varones Antipatriarcales de la Ciudad de Buenos Aires en el Anfiteatro de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).

 

Actualizada 04/05/2017

Cuarenta años de rondas

Cuarenta años de rondas

El 24 de marzo de 1976, la historia de la Argentina cambió para siempre. Un Golpe de Estado, encabezado por el teniente general Jorge Rafael Videla puso fin al gobierno de María Estela Martínez de Perón, iniciando lo que se autodenominó “Proceso de Reorganización Nacional”. Aquel día, los militares interrumpieron todos los medios de comunicación e informaron que el país pasaba a encontrarse “bajo el control operacional del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas”, al tiempo que se recomendaba a todos los ciudadanos a obedecer las órdenes militares y policiales. Desde allí, el gobierno de facto implantaría la dictadura más sangrienta que atravesó Argentina, con el terrorismo de Estado como metodología principal. El país sufrió constantes violaciones a los derechos humanos, el encarcelamiento de miles de presos políticos, el exilio obligado de millares de militantes, la desaparición y muerte de 30.000 personas y la apropiación sistemática de 500 niños y bebés recién nacidos.

La desaparición de los seres queridos provocó la reacción de familiares, principalmente mujeres, madres y abuelas, quienes salieron a buscarlos apenas se enteraban de la trágica noticia. Pronto supieron de historias similares y empezaron a comunicarse con otras familias. Así, el 30 de abril de 1977 algunas madres decidieron reunirse en la Plaza de Mayo, frente a la Casa de Gobierno, esperando el recibimiento y la explicación de Videla o algún otro funcionario. Instaurado el Estado de sitio, algunos policías se les acercaron para advertir que “circularan”, ya que estaba terminantemente prohibido permanecer inmóvil en la vía pública en grupos de tres o más personas. Las mujeres, más tarde reconocidas por el mundo entero como Madres de Plaza de Mayo, hicieron caso y dieron vida a un hito que se mantendría hasta nuestros días: comenzaron a caminar en parejas, lentamente, alrededor de la Pirámide de Mayo, el monumento central de la plaza. Así, la solicitud policial era cumplida y, al mismo tiempo, burlada con sentido desafiante. Ya aquel día, las Madres demostraron una de sus principales virtudes: la perseverancia. Y con ella, la lucha y el amor por sus hijos. A la semana siguiente, se volvieron a reunir, con más mujeres aquejadas por la angustia. En la tercera reunión, decidieron juntarse todos los jueves, de 15.30 a 16, un horario en el que circulaba bastante gente por la plaza. Así, la figura de las Madres de Plaza de Mayo se consolidaría semana tras semana.

“Vamos las Madres, con fuerza vayan al frente, que se lo pide toda la gente, una bandera que diga gracias Madres, por ser siempre el ejemplo de la lucha popular”, les canta el pueblo.

Cuarenta años después de aquella gesta, las Madres continúan en la plaza, su plaza.  A pesar del tiempo, las Madres mantienen el rito de la ronda, vivo como el primer día. Fieles a sus hijos, llegan al punto de encuentro, como cada jueves. Mientras algunas bajan de una combi, la gente acompaña con un canto que emociona: “Vamos las Madres, con fuerza vayan al frente, que se lo pide toda la gente, una bandera que diga gracias Madres, por ser siempre el ejemplo de la lucha popular”. Se saludan, se abrazan, se ríen. “Son muy amorosas, muy cálidas. Te reciben con la mejor, si te acercás. Te escuchan como una madre más”, dice Ailín, una joven de 22 años, habitué de la movilización de los jueves.

“Alerta, alerta, alerta que están vivos, todos los ideales de los desaparecidos”, suena en el aire de la resplandeciente Plaza de Mayo, mientras las Madres comienzan a girar alrededor de la Pirámide, como aquel 30 de abril de 1977. El paso es lento, los años han pasado y el cuerpo de estas mujeres se ve transformado. Sin embargo, la fortaleza de la convicción es inalterable. Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, señala a ANCCOM: “A esta plaza la hicimos nuestra, y es nuestra para siempre. La Plaza de Mayo ya lleva un nombre: Madres de Plaza de Mayo”. Luego asegura sobre las conmemoraciones por el 40 aniversario de su lucha: “Estamos contentas, está saliendo todo muy lindo, las Madres estamos felices”.

Nora Cortiñas.

Nora Cortiñas.

Nora Cortiñas, cofundadora de la Asociación Madres y posteriormente, referente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora -el grupo que se escindió del liderado por Hebe- también llega a la plaza. Norita, como se la conoce popularmente, rememora las primeras rondas: “Alguna vez tuvimos miedo de que si luchábamos, mataran a nuestros hijos, o nos llevaran a otros familiares. Miedos sobre qué pasaría con esta protesta callejera, pero los vencimos, permanentemente”. Luego enumera: “Tuvimos alegrías y tristezas, pero también la oportunidad de caminar con otras Madres que estaban en la misma situación que nosotras. Eso nos formó como movimiento colectivo”. Con el amor y la ternura a flor de piel, Norita continúa su retrospección hacia el pasado. Dice que los logros lo consiguieron en la calle, perdiendo a algunas compañeras: “Todo lo conseguido conllevó un costo, pero estamos orgullosas de la lucha de nuestros hijos, porque sabemos que ellos luchaban por amor a su patria”. A su lado se encuentra otra peleadora de la vida, Mirta de Baravalle, que con 92 años, continúa asistiendo al simbólico acto de Madres. “Siento la necesidad de venir. Estar en la ronda, dentro de ese círculo, es estar acompañando a los 30.000 desaparecidos. Es algo que solamente uno sabe cómo lo siente”, comenta Mirta, en tono pausado.

En la ronda también está Victoria Montenegro, una de las nietas restituidas por Abuelas de Plaza de Mayo. Ella, al mes de nacer, fue secuestrada junto con sus padres. Luego fue apropiada por el represor Herman Tetzlaf, quien le cambió su identidad. En julio de 2000, tras una serie de pruebas genéticas, se supo que era hija de los militantes desaparecidos Hilda Torres y Roque Montenegro. En dialogo con ANCCOM, Victoria indica: “A los que nos ha tocado la apropiación y crecer en una realidad impuesta, la más ajena a lo que debió ser tu vida, tu historia, tu nombre, tu fecha de nacimiento, (valora) esta posibilidad de lucha que hicieron posible las Madres y Abuelas. Ellas lograron la posibilidad de encontrarnos y que la identidad sea un derecho para todos los niños del mundo. A las formas más perversas, a las expresiones de odio, ellas no le respondieron con violencia, sino todo lo contrario: se unieron, y con el amor que tenían por sus hijos, hicieron posible esta realidad”. Más tarde agrega: “Sin esas mujeres hermosas, yo no sería yo. No tendría mi nombre, no podría haber recuperado la identidad, no sabría a quién se parecen mis hijos. La Plaza de Mayo es parte de mi vida, es lo que hizo posible la recuperación de la identidad”.

Hebe de Bonafini

Las banderas azules, con la figura de un pañuelo blanco -símbolo histórico de las Madres, creado con la idea de reconocerse por aquellos años de dictadura- flamean en el aire. Hay jóvenes que exhiben remeras con la misma inscripción. La tienda con merchandising de la Asociación está repleta de gente, mientras, los cantos de aliento continúan. “Admiro y amo a las Madres. Vengo todos los jueves porque comparto el objetivo que tienen. Yo podría estar entre los que les pasó lo que les pasó. Y en ese caso, estoy completamente seguro que mi mamá, caprichosa y terca, estaría también entre las Madres”, dice Alfredo, un asiduo concurrente a las clásicas rondas. Ana, otra fiel seguidora, señala: “El valor de las Madres, a través de 40 años, danzando por la Plaza, te llena de orgullo”.

En este 40 aniversario de rondas Hebe dice unas palabras. Luego, Renato Di Nicola, referente de la asociación italiana Maya Kabawill entona Bella Ciao, famoso canto partisano de resistencia al fascismo. La ronda, número 2037, va llegando a su fin. Norita, cierra la jornada con un pedido para la justicia argentina: “Queremos que se abran los archivos, que nos digan toda la verdad, qué destino tuvo cada desaparecido, y que los niños que fueron apropiados logren tener todos su absoluta identidad”.

Nora Cortiñas y las Madres en la marcha aniversario dando vuelta a la Plaza

Desde aquel día, las Madres demostraron una de sus principales virtudes: la perseverancia.

Actualizada 02/05/2017

Justicia por los siete

Justicia por los siete

“El dolor y el reclamo de ustedes también es nuestro”, dijo a los familiares de las víctimas del incendio de la Comisaría 1ª de Pergamino el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, quien participó el lunes de una importante marcha para exigir justicia junto a Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, y al cura Pedro “Pepe” Di Paola, los tres en representación de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM). Previo a la movilización –que comenzó a las 19– se reunieron con los familiares, les expresaron su apoyo moral y les ofrecieron el patrocinio legal del organismo.

La convocatoria de ayer, la cuarta en un mes en memoria de los siete jóvenes, superó con amplitud a las anteriores. Se acercaron familiares, amigos y referentes de Capital Federal, La Plata y hasta de Salta. Entre ellos, miembros de la Red Contra la Violencia Institucional, de la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) y de la Asociación por la Memoria y los Derechos Humanos de Pergamino.Fueron cientos de personas caminando lentamente y en silencio desde la Plaza 9 de Julio hacia el centro de la ciudad, cada familiar con una fotografía de su ser querido en la mano. Los rostros de los muertos se multiplicaron en remeras y carteles. Cada dos cuadras, la multitud rompía el silencio para nombrarlos: Sergio Filiberto, Federico Perrotta, Alan Córdoba, Franco Pizarro, John Mario Carlos, Juan Carlos Cabrera, Fernando Emanuel Latorre. “¡Presentes, ahora y siempre!”, gritaban.

Adolfo Pérez Esquivel, Nora Cortiñas y el cura Pedro “Pepe” Di Paola, los tres en representación de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM).

Adolfo Pérez Esquivel, Nora Cortiñas y el cura Pedro “Pepe” Di Paola, los tres en representación de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM).

Diego Filiberto recordó haber visto a su hermano Sergio “durmiendo en un pasillo de la comisaría, un lugar inhabilitado”, y no sólo a él, “eran nueve chicos en un calabozo de tres por tres, con los colchones en el suelo y sin luz”. Su madre, Cristina Gramajo, con la poca voz que le quedaba, se preguntó: “¿Dónde está la gente que tenía que controlar?”. Y agrega: “Mi hijo estaba pagando su error, pero no en condiciones de seres humanos”.

Al llegar al centro de Pergamino, la marcha tomó por la peatonal en dirección a la Comisaría 1ª, donde sucedió el incendio. Comerciantes y clientes, en las puertas de los locales, miraban pasar a los manifestantes que empezaban a subir el volumen de su reclamo. En la calle Dorrego, donde se encuentra la seccional, un vallado y unos 50 policías armados, con cascos y escudos, les impedían seguir. Los familiares pegaron las siluetas de los siete jóvenes en el vallado y evocaron sus nombres, una y otra vez.

Nora Cortiñas pidió que nadie quede impune en este hecho y eso implica, según dijo, no olvidarse de los jueces que “son grandes responsables al abandonar a los jóvenes en las comisarías. Y en este caso, los siete eran personas que no tenían una condena y estaban ahí bajo un juez de Garantía”.

Los familiares pegaron las siluetas de los siete jóvenes en el vallado y evocaron sus nombres, una y otra vez.

Los familiares pegaron las siluetas de los siete jóvenes en el vallado y evocaron sus nombres, una y otra vez.

La marcha continuó su recorrido dos cuadras más, hasta la Fiscalía de la ciudad. Allí, el secretario de la CPM, Roberto Cipriano García, mantuvo una reunión de media hora con la fiscal de la causa y los familiares. “Se libró la orden de detención de cinco policías (los oficiales Alexis Eva, Carolina Guevara y Ezequiel Giuglietti, el sargento César Carrizo y el teniente primero Juan Rodas), que ya están bajo custodia y del comisario (Alberto Donza) que está prófugo”, señaló García, quien apuntó a que “la información se filtró previamente, lo que provocó que hoy no esté detenido”. La Fiscalía se comprometió a “hacer todos los esfuerzos para encontrarlo”.

García pidió por “la protección de los testigos que están detenidos en Junín” y enfatizó en que se investigue a los funcionarios políticos que “permitieron que la comisaría estuviera en esas condiciones”, ya que “hay 80 informes de fiscales que señalaron que era un desastre”. Asimismo, la CPM solicitó al intendente Javier Martínez (del PRO) la creación de un espacio de memoria en la comisaría porque no sólo murieron “estos siete chicos sino que allí también funcionó un centro de detención clandestina durante la dictadura”.

En el final de la marcha, los familiares formaron una ronda, encendieron una vela cada uno y agradecieron la compañía. En palabras de Silvia, madre de Ernesto Latorre: “El apoyo de hoy fue muy importante para que la sociedad empiece a ver que no son siete lacras menos, eran siete pibes en una comisaría al cuidado del Estado”.

Actualizado 04/04/2017