Por Lucía y por todas

Por Lucía y por todas

Multitud en la marcha para pedir justicia por Lucía PérezOtra vez las mujeres salieron a las calles para exigir que dejen de matarlas. A las 17 de este miércoles se concentraron frente al Palacio de Justicia de la Nación para marchar hasta Plaza de Mayo con el lema: “Por Lucía y por todas”. Es que el fallo por el caso de Lucía Pérez generó indignación luego de que a los imputados en la causa, Matías Farías y Pablo Offidani, se los absolviera por el asesinato de la joven marplatense de 16 años, y se los condenara por venta de estupefacientes. El tercer acusado, Alejandro Maciel, resultó absuelto, demostrando que para la justicia patriarcal hay una sola culpable de su muerte: la propia adolescente.

Marta Montero y Matías Pérez, la madre y el hermano de Lucía, fueron quienes encabezaron la marcha. El crimen de la joven, allá por el año 2016, fue lo que impulsó la reacción del movimiento feminismo llevando a cabo el primer paro nacional de mujeres, convocado por el colectivo NI Una Menos como forma de protesta contra la violencia de género. Participaron miles de mujeres en todo el país, y hoy la historia se repite, pero ahora coloreada con el pañuelo verde que exige la legalización del aborto libre, seguro y gratuito.

Ludmila Coradino, de 19 años, sostiene que ya no hay precaución que valga para sentirse segura. “Yo no salgo a la calle sola. Ya no me puedo tomar un colectivo, el subte, nada. Si tengo plata uso hasta lo último para tomarme un Uber o lo que sea como para no andar caminando sola. Porque ya ni siquiera tiene que ver con salir de noche”.

El último informe del Observatorio de Femicidios en Argentina Adriana Marisel Zambrano, dirigido por la Asociación Civil La Casa del Encuentro, fue realizado durante el período que abarcó del 1 de enero al 31 de octubre de este año El resultado que arrojó fue de un femicidio cada 32 horas en nuestro país. “Yo marcho hoy para que mañana no marchen por mí”, deja leerse uno de los carteles entre la multitud.

Daniela Samudio, de 29 años, cuenta que sufrió violencia de género, al igual que muchas mujeres que forman parte de su entorno. “Me da miedo salir, me da miedo también salir con alguien que no conozco. Tengo un grupo de whatsapp en el que nos estamos avisando constantemente dónde estamos. Si yo me tomo un Uber, tengo la ubicación encendida todo el tiempo”.

Llegando al Obelisco, un grupo de manifestantes se acostó en el suelo. Tendidas, con los ojos cerrados y con la foto de Lucía en el pecho, para representar la muerte de cada mujer víctima de violencia de género. Es que 2018 se cobró 225 víctimas por femicidio. 250 chicos quedaron sin madre y el 67% de ellos son menores de edad.

Madre y hermano de Lucía Pérez

«Deberían tener cadena perpetua, no podemos permitir más esto, la terminaron de violar los jueces con la condena que dieron”, dijo Marta Montero.

Vestida de negro y con el pañuelo verde, María Fernanda De Vasconcelos cuenta que sufrió violencia patriarcal y machista con su ex pareja, es decir, violencia económica. “Me recriminaba la desigualdad de salarios que entraban al hogar, y eso ameritaba a ninguneos”. Además cuestionó el (in)accionar del Estado frente a los hechos de violencia: “No responde ni se está haciendo cargo frente a las causas que se les presenta. Está dando un presupuesto de once pesos con cincuenta por mujer. Nos están abandonando. Nosotras tejemos redes de contención de modo horizontal para responder”.

En medio del recorrido hubo una intervención artística que dejaba boquiabierta a quienes pasaban por allí. Un grupo de mujeres colgadas, desnudas, dentro de bolsas plásticas, representando el final trágico que algunas sufren, acompañado con frases como: “Nos están matando” y “Nuestras vidas no son descartables”.

Lourdes Bruno, de 22 años, asistió a la marcha “por Lucía y por todas las chicas que nunca vuelven”, ya que en su entorno hubo violencia de género y habló respecto a la hora de elegir su vestimenta para salir a la calle: “La mirada siempre está y los comentarios te hacen sentir incómoda, antes de pasar un momento de mierda decís “bueno, prefiero cuidarme”.

Carla Martilotta, de 24 años, expresa que ya no tiene miedo de salir a la calle porque se siente acompañada por sus compañeras. “No es que la calle esté más segura o que haya más conciencia en los hombres, ni que nosotras corramos menos peligro, pero la sororidad hizo que una pueda ir caminando más tranquila sabiendo que hay una compañera al lado”.

Alrededor de las 20, desde el acoplado de un camión frente a Plaza de Mayo, Marta Montero expresó el orgullo que siente por la gente que se acercó y los acompañó día a día: “No puedo creer que tanta gente haya tomado el compromiso y que haya pensado que esta hija podría ser de ellos. Gracias por estar ustedes y ser la voz de ella”.

La madre de Lucía también repudió a los jueces, a quienes llamó “sinvergüenzas”, y los acusó de haber sido comprados: “Pensaron que nos íbamos a callar, que les íbamos a tener miedo. Ellos recibieron plata de los narcos y del poder político. Hay autos de alta gama vigilando mi casa, esas mafias que piensan que van a poder con nosotros”.

Paro y movilización de mujeres para exigir justicia por el femicidio de Lucía Perez y por todas las mujeres muertas por el patriarcado. Personas acostadas boca arriba el suelo con una foto de Lucía en el pecho

“Decía que Lucía era una falopera, prostituta. Lo cual si así fuese no tiene derecho a morir como murió”, dijo Matias Pérez.

El grito de “Lucía Pérez/Presente/Ahora y siempre”, copó la plaza. Marta continuo: “Justicia por Lucía, y por tantas otras Lucías que no tienen voz, que no pueden estar, que la familia se derrumbó y no pueden seguir. Estos jueces no tienen idea qué es la violencia de género”. Y pidió que se investigue al municipio de Mar del Plata que carece de políticas públicas y sociales.

Entre mucha emoción fue contundente: “A mi hija la violaron y drogaron hasta matarla, y la seguían violando mientras dejaba de respirar. La peor muerte para un ser humano”. Concluyó: “Deberían tener cadena perpetua, no podemos permitir más esto, la terminaron de violar los jueces con la condena que dieron”.

Las miles de mujeres le abrieron el paso a Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo-Línea fundadora, para que subiera al escenario. Luego de un cálido abrazo, Marta le cedió el micrófono. “Vine para acompañar, porque sé de este dolor. Rechazo la violencia que día a día se desata. Basta de femicidios y de muertes de jóvenes, no puede ser que no puedan salir a la calle y ser libres. Repudiamos al juez que tapa el asesinato de Lucía”.

Gustavo Melmann, papá de Natalia, la joven de 16 años, violada y asesinada por al menos cinco hombres en Miramar, en 2001, agradeció a los presentes y manifestó: “Norita es el ejemplo de cuando declinamos, ella desde la mañana temprano hace más de 42 años se levanta y lucha. Las mujeres están tirando el patriarcado” y repudió el actuar de la justicia marplatense: “Se olvidaron en el fallo que había una joven muerta, ella no existió para los jueces”.

Matías Pérez hizo referencia a que el fallo hizo mención de la vida privada de su hermana: “Decía que Lucía era una falopera, prostituta. Lo cual si así fuese no tiene derecho a morir como murió”. Y terminó sus palabras pidiendo un mundo mejor para los que vengan detrás. La jornada terminó con aplausos y cánticos al pedido de ¡Justicia!

¡Macho tiembla!

¡Macho tiembla!

Extensas hileras de mujeres se convocan en las calles de la ciudad de Trelew, empoderando el feminismo.

El 33° Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) fue multitudinario. Las participantes se alojaron en colegios, clubes, hospedajes y carpas. Participaron de 73 talleres sobre múltiples temas. Las marchas de Ni Una Menos, el Paro Nacional de Mujeres y las vigilias por el aborto legal, consiguieron que este año muchas mujeres asistan por primera vez. “Cuando te encontrás con el feminismo, te rompe la cabeza –dice una adolescente con dos trencitas–. Me emociona ver a chicas de diferentes edades, sin importar la ideología partidaria, unidas por la misma causa”.  Otra chica, que también participó del Encuentro expresó: “Se siente algo hermoso, tienen que venir todes, una siente seguridad y que puede debatir y luchar por sus derechos”.

Sábado

De a poco, las callecitas de Trelew se llenan de mujeres, por el asfalto, por la vereda, por donde se mire. “¿Sabés dónde es Plaza Centenario?”, pregunta una chica. “¿La Escuela 5 dónde queda?”, consulta otra.  Así todo el día, un constante reconocerse, sonreír y compartir.

Mujeres de todas las edades y sin importar ideología partidaria viajaron al encuentro nacional.

Las aulas y los SUM de los colegios desbordan y en diferentes comisiones se debate sobre el patriarcado, la deconstrucción, el sistema, se relatan experiencias personales, hay aplausos, gritos, discusiones, ovaciones, lágrimas y risas. Así, entre todas, se teje un hilo de unidad y libertad.

La noche es cálida y corre una brisa. Hay fiestas, peñas, pibas amontonadas en las esquinas, la cerveza viene y va, los brillos en la cara, los pañuelos verdes… En la Festitorta se baila al ritmo de las bandas de mujeres que suben al escenario, una tras otra, y las tetas libres, destapadas, resplandecen con glitter y sudor. Se respira alegría. “Mi cuerpo es mío”, se lee en la piel desnuda. La música se escucha desde cualquier punto de la ciudad y en los kioscos hay colas para calmar la sed.

Domingo. Hay que madrugar. Fila para el baño, fila para calentar el agua del mate, fila para todo, pero no importa: miles de mujeres están juntas.

Las callecitas de Trelew se llenaron de mujeres, por el asfalto, por la vereda, por donde se mire. Así todo el día, un constante reconocerse, sonreír y compartir.

Pasan los talleres de la mañana. Plaza Centenario se llena. El viento sopla fuerte. Hay feria gastronómica, artesanos, vendedores ambulantes, emprendedoras y puestos de organizaciones. Un grupo de pibas canta “si el Papa fuera mujer, el aborto sería ley”. Otras debaten sobre lo que charlaron más temprano. En ronda y con amigas, una chica dice: “Yo no sé si podría abrir mi pareja”. Más allá, otra afirma que “lo importante es amarse a una misma”.

El ENM es intergeneracional y transversal: abuelas, madres, hijas, afrodescendientes, lesbianas, trans, gordas, morochas y con rulos. La emoción crece a cada momento. Las miradas son cómplices y abundan las carcajadas. No hay varones violentos ni nadie que juzgue ni amenace. “¡Macho tiembla!”, dice un grafiti en la pared.

A las 17, la calle Sarmiento empieza a recibir a colectivos feministas, organizaciones sociales, militantes, movimientos artísticos, sindicatos y mujeres no agrupadas. La marea verde se prepara para marchar y hacer oír sus reclamos. Los pañuelos al cuello, en el pelo, en la muñeca, en la mochila, en los monumentos y hasta en los perros. La multitud se tiñe de verde y violeta. Purpurina, piercings, pelucas, brujas, tetas al aire: “Somos miles y nos van a escuchar”, gritan.

El ENM es intergeneracional y transversal: abuelas, madres, hijas, afrodescendientes, lesbianas, trans, gordas, morochas y con rulos.

Una hora más tarde avanzan y los vecinos de la ciudad observan desde los techos, las ventanas y las veredas. “Mujer, escucha, únete a mi lucha”, canta un coro. Las columnas bailan al ritmo de los bombos y platillos, entre pancartas y banderas. Se pide que el aborto sea legal, por la Ley de Educación Sexual Integral, que paren los femicidios, la paridad salarial, la liberación de Milagro Sala, la soberanía del cuerpo y sobre todo la libertad. Se grita “¡no están perdidas, están desaparecidas para ser prostituidas!”.

El cielo del sur se tiñe de rosa mientras abajo flamean pelos y banderas. El agite y el baile continúan hasta Plaza Centenario, escenario del acto central. La noche cae pero las voces, cansadas y desafinadas, siguen cantando: “Nos tienen miedo / porque no tenemos miedo”. Ya tendrán tiempo de descansar hasta el año próximo, cuando el 34º Encuentro Nacional de Mujeres se lleve a cabo en la ciudad de La Plata.

Las mujeres ponen el cuerpo

Las mujeres ponen el cuerpo

Sobre Lima, suenan los bombos y redoblantes que agitan el repiqueteo de los pies y llaman al movimiento. Las zapatillas se precipitan contra el húmedo asfalto al ritmo del candombe en una tarde sombría y gris que no detiene a los miles de cuerpos desalineados que circulan e invaden las calles y las avenidas.

Las botas se salpican de barro al resonar de los platillos y los cuerpos coloridos y pintados tiñen con su presencia el paisaje de verde y violeta, colores que caracterizan a la multitud de mujeres que vuelven a ganar las calles para reclamar sus derechos en el marco de la cuarta convocatoria de Ni Una Menos llevada a cabo desde el año 2015.

Se larga a llover pero no se mojan porque las banderas de las diferentes columnas y los arboles cobijan a la multitud de mujeres que se balancea con la música de los bombos. Ese bum bum /bumbum es un imperativo a no estar quietas, al ta-tata/tata de los redoblantes les da pánico la quietud, porque si esos cuerpos están quietos se paralizan y es el movimiento lo que hace seguir a la marea feminista que está activa en cada esquina, en cada mochila, en cada pared, en cada peinado, en cada cuello…

Sobre la vereda, un tumultuoso grupo de mujeres vestidas de negro se pintan los ojos de rojo cual antifaces. Representan a unas guerreras. Detrás el Monumento al Quijote les da la espalda, quizá les teme a estas mujeres revolucionarias o las invita a seguirlo en esa gran aventura que es la libertad. Ellas son parte del colectivo Fin de un mundo, que realiza intervenciones artísticas espontáneas en la ciudad, en las calles y diversos espacios con la intensión de interpelar al transeúnte y disputar los diversos modos de hacer arte.

Mujeres que forman parte del colectivo Fin de un mundo.

El numeroso colectivo de mujeres desfila cual modelos en la mejor pasarela, sonríen al “publico” que las mira y les saca fotos, luego se agrupan, tienen orgasmos, se levantan y corren desprolijamente, se chocan y ahí…. Se detienen ante el estruendo de los bombos Bum!  Cuatro caen al piso. Muertas. Quedan tendidas ante la mirada atónita del resto que se acerca a sus cuerpos. Las vivas se alborotan y corren buscando complicidad en el publico mientras gritan frases como “no debería haber salido de noche”, “la pollera que usaba era muy corta”, “le gustaba mucho la noche”, una, otra y otra vez. Se quedan paralizadas, sus miradas se van recrudeciendo, tienen sus ojos centrados en un punto fijo, en distintas direcciones. Se ponen un pañuelo rojo cual guerreras, les atraviesa el torso y la cintura. Suena el tambor al ritmo de la música murguera y ellas bailan… se sueltan de sus ataduras, de sus miedos, de su deseo de venganza, de su dolor y  finalmente cierran sacando de un bolsillo el pañuelo verde.

La marea feminista es un arte de participación, las miradas las conectan a unas y a otras al reconocerse en los pañuelos verdes, en los rostros pintados, en los peinados alborotados, en los movimientos murgueros. Participaciones anónimas, efímeras y múltiples de intervenciones que dejan marcas a modo de señales que interpelan y obligan a mirar el clamor de cada cuerpo repleto de historias.

Adelante, sobre el pavimento, el grupo Sambareggae se prepara para swinguear. Tienen bombos entre sus piernas abiertas y tocan instrumentos que –usualmente- son reservados para hombres, están unidas para resaltar la figura de la mujer, motivan y resignifican su participación en el mundo percusivo. Sus figuras, que se deslizan con un leve y suave meneo, emanan una briza de fogosidad al ritmo del sonido de la música afro.

Los pañuelos verdes, el símbolo de la lucha.

Dice el cartel rosa con purpurina que tiene un grupo de cinco chicas adolescentes: “Si un día me voy y no me ves más hace la revolución por mí y por todas las demás”. Estaban paradas sobre Avenida de Mayo y Lima, como muchas otras detrás de la campaña por el aborto legal, seguro y gratuito.

El deseo se hizo verbo, todas están ahí porque quieren hacerse ver, se quieren mirar, se quieren sentir. Si el mundo machista impone sus formas para que la mujer se comporte, hoy esas formas se disputan y resisten. El suelo tiembla, vibra bajo los pies, se siente a cada paso; la infinidad de pañuelos verdes en todas la edades impresiona y conmueve.

Apropiación del espacio público es el objeto de deseo de todas las mujeres allí presentes para continuar reclamando por todo lo que falta caminar, para que ninguna mujer más sea víctima de violencias, ni tenga miedo solo por su condición de género. La hermandad que estas marchas genera, ese marchar solas, pero juntas y empoderadas deconstruye día a día el mundo y profundiza un cambio que ya no tiene vuelta atrás. El futuro llegó y es ahora.

Para la libertad

Para la libertad

Liliana Herrero, Juan Falú, Sudor Marika, Las Taradas y Juana Molina le pusieron calor y música a la fría noche de sábado. El festival, organizado por medios alternativos de Argentina y Brasil con la colaboración de organizaciones populares, se llenó pronto con los carteles de “Lula libre” y “Marielle vive”, más tarde sonaron los cantitos contra Macri y luego fue el momento de miles de bocas abiertas de par en par para la foto del grito poderoso de la noche.

Bajo la consigna “Latinoamérica en emergencia”, la plaza fue el reflejo de las problemáticas que cruzan a los dos países: el endeudamiento, la violencia institucional, el debilitamiento de la democracia y el avasallamiento de derechos civiles. “Hay una avanzada oligárquica importante, un mapa en el continente donde el neoliberalismo va poniendo sus fichas. En Brasil fueron a fondo y han puesto en prisión al único que puede poner freno a los grupos concentrados de poder”, afirmó Rafael Klejzer, referente del movimiento popular La Dignidad (MPLD).

Se observa desde el escenario banda de música y una multitud participando del encuentro.

El festival, al que asistieron unas 20 mil personas, contó con la presencia de artistas, referentes políticos y organizaciones populares.

Mientras tanto, en Curitiba, frente a la sede de la Policía Federal donde permanece detenido el ex mandatario brasileño, continúa la vigilia popular y hasta allí, gracias a las redes, llegaron las voces e imágenes del festival en Buenos Aires. Rogerio Tomaz, coordinador de Comunicación del Partido de los Trabajadores de la Cámara baja de Brasil, presente en la plaza, detalló que hay entre 500 y 600 personas acampando provenientes de distintos estados. “Casi todos los días hay algún tipo de ataque, ya sean ofensas verbales o agresiones físicas. Nos tiran piedras y hasta hemos sufrido dos ataques armados donde un compañero resultó herido de gravedad pero ya está fuera de peligro. Aguantamos, no nos iremos hasta que Lula salga en libertad”, declaró.

Mídia Ninja, medio brasileño independiente y autogestionado, participó activamente de la organización de Lula Festiva. Oliver Kornblihtt, uno de sus integrantes, se refirió a la  Casa de la Democracia que instalaron en Curitiba, un espacio autofinanciado que alberga a periodistas y activistas que viajan de todo el mundo para cubrir la vigilia. “Hay mucha circulación, días en que llegamos a ser 70 personas trabajando. Se realizan debates, proyecciones, hay una sala de coworking con equipos de edición e Internet. Transmitimos en vivo todos los días a las nueve de la mañana el simbólico buenos días Lula y publicamos lo que sucede durante cada jornada”, explicó.

Se observa la multitud con imágenes de Lula en alto.

Las imágenes del evento llegaron, gracias a las redes, hasta Curitiba.

El otro reclamo fuerte del festival fue el de verdad y justicia por el asesinato de la concejala feminista Marielle Franco, de 38 años, el pasado 14 de marzo en Río de Janeiro. “Lo de Marielle podría haber pasado en otro momento como un asesinato más de una mujer negra y, sin embargo, se transformó en un símbolo. Lo que los asesinos han querido eliminar no lo han conseguido, porque como todos los símbolos Marielle se siembra en lucha y en rebeldía”, reflexionó la periodista Liliana Daunes después de la lectura de uno de los manifiestos de la noche. “No queremos ni golpes de Estado ni golpes a las mujeres”, sintetizó.

Una de las fundadoras del colectivo Ni una menos, Cecilia Palmeiro, dejó en claro que en estos casos el disciplinamiento funciona a la inversa ya que “matando a Marielle la convirtieron en un ícono para el mundo de la resistencia de las feministas, negras, lesbianas y faveladas. Renueva el compromiso con la lucha y nos muestra que nuestros cuerpos están en peligro y si no nos organizamos nos van a matar de a una”.

Imagen de banda de música tocando sobre el escenario.

“Latinoamérica en emergencia” fue la consigna central del festival.

Sentada desde temprano en la segunda fila frente al escenario, Analba Brazao Texeira, referente del movimiento  Articulación de Mujeres Brasileras (AMB), sostuvo: “El golpe en Brasil fue un golpe patriarcal y racista que fomenta y profundiza actualmente el odio de clase, a las personas negras y a las mujeres. La sociedad brasileña es muy machista y homofóbica, no soporta la resistencia y búsqueda de autonomía de las mujeres. Esa era una de las luchas diarias de Marielle”. También subrayó su preocupación por la asesora de prensa de Marielle, única sobreviviente de la balacera, quien tras prestar declaración para la reconstrucción del hecho debió exiliarse del país ya que su seguridad no estaba garantizada.

Dos mujeres con sus brazos en alto hablando sobre el escenario.

El pedido de verdad y justicia por el asesinato de Marielle Franco sonó fuerte en la plaza.

Luego de cantar acompañada por el guitarrista Juan Falú, Liliana Herrero, en diálogo con ANCCOM, expresó: “Si bien es un momento abismal en Argentina y Latinoamérica, estoy convencida que el arte y la música son una promesa de comunidad libre e independiente y en eso la política debería copiarnos un poco”. Se sumó a la conversación Silvia León, secretaria de Organización de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), quien reivindicó el papel de las mujeres dentro de las estructuras sindicales, históricamente machistas. “Para que dejen de ser patriarcales debe conformarse un espíritu democrático y participativo que incluya la mirada de la mujer y nuestras formas de forjar alianzas y tomar decisiones”, remarcó.

Las siempre emotivas palabras de Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora, y las canciones de Juana Molina cerraron el festival. El grito “¡Marielle vive y queremos a Lula libre!” retumbó un buen rato, quizás con la esperanza de que se escuche en toda Latinoamérica.

Sacayán: el turno de los peritos

Sacayán: el turno de los peritos

El lunes 26 se realizó la tercera audiencia del juicio por travesticidio de Diana Sacayán. El primer testimonio fue de Roberto Cohen, el médico forense que realizó la autopsia de el 14 de octubre de 2015. Luego de contar que no conocía ni a Marino -el acusado- ni a Diana -la víctima- pasó a explicar al tribunal los tres tipos de lesiones halladas, excoriativas y equimóticas, que están vinculadas a golpes o choques contra objetos duros, lesiones por ataduras en las manos y lesiones por arma blanca. Según el médico, dos de ellas fueron mortales y le comprometieron el hígado y la vesícula lo que le provocó una hemorragia interna. Según el forense, Sacayán pudo haber tenido unos diez minutos aproximadamente de sobrevida, aunque en estado de indefensión por los golpes.

Mientras escuchaba el testimonio, Gabriel Marino, el acusado, se pasaba las manos por la cara, se recostaba en la silla, luego apoyaba los brazos sobre la mesa y por momentos cerraba los ojos como si durmiera.

Mariela Labozzetta, titular de la Unidad Fiscal especializada en violencia contra las mujeres y LGBT y que participa junto a la Fiscalía en el juicio, preguntó:

-¿Alguna vez tuvo que realizar una autopsia a una mujer trans?

-Muchas veces- respondió el forense.

-¿Podría decir alguna especificidad?

-La multiplicidad de lesiones. Pero es algo que también vi en las autopsias de la niña Ángeles Rawson y Wanda Taddei.

Para finalizar el testimonio del médico, uno de los jueces, Julio César Báez, le preguntó:

-¿Considera que las múltiples lesiones se relacionan con la ferocidad del crimen?

-Si le llama ferocidad a la multiplicidad de lesiones, debo decirle que sí.

Al terminar la declaración del forense, el acusado pidió retirarse. “Se siente mal”, dijo su defensor, Lucas Tasssara, solicitando si podía seguir la audiencia sin estar presente. A lo que el tribunal accedió.

Verónica, activista, amiga de Diana y quien le manejaba la agenda fue la segunda en dar testimonio.

El Juez Báez le preguntó: “¿Conoce a Gabriel Marino?”.

-Sí, pero no con ese nombre.

Verónica contó que la última vez que vio a Diana fue el sábado anterior a su muerte. “Nos encontramos en la puerta de la estación del tren en Laferrere. Nuestro encuentro fue para darle dinero para comprar unas tablet o computadoras” . La suma del dinero era de 20 mil pesos, y fue robada de la casa de Diana después de asesinarla.

Verónica recordó la vez que junto a Diana iban camino a La Plata, donde se trataba el tema de cupo laboral trans. “Estábamos en una parada esperando el colectivo, sobre la avenida 9 de Julio, cerca del Ministerio de Salud y un masculino insultó a Diana. Intervino la Metropolitana, hicieron todo un operativo y fuimos reprimidos. A Diana le ‘amarrocaron’ las manos, la tiraron al piso, se burlaban y le pisaban las muñecas. Diana les explicaba que trabajaba en la defensa de derechos humanos en el INADI. Los policías le decían que ellos eran la autoridad y no la dejaban sentarse. Y todo eso por cuatro travestis, un chico y yo. Diana y el compañero del INADI terminaron detenidos.”

“¿Cuáles fueron las consecuencias de la muerte de Diana?”, preguntó el Tribunal.

-Diana era la que daba la fuerza en toda esta lucha. Era combativa. Hay miedo a la vulnerabilidad.Con  Diana muerta ya no iba a haber quién te sacaba de la comisaría, hacer un escrito, poner una demanda.

-¿A qué se refiere con la muerte de Diana?

-Las personas del colectivo son más vulneradas a ser violentadas-, respondió Verónica.

Otra testigo fue Amaranta Gómez Regalado, activista y antropóloga, de trayectoria internacional, que fue convocada como testigo experta por la querella de la familia de Diana.

Gómez habló de lo trans: “Una categoría nueva. Desde mi punto de vista y por los trabajos que se han hecho, es una categoría política que permite visibilizar las necesidades de la población travesti, transgénero y transexual. Transitar los géneros. Jugar con la biología que no se conforma haber nacido femenino o masculino”.

 La antropóloga dijo ante el tribunal que un cuerpo travesti es una ciudadanía. Pero que en la mayoría de los países de América Latina no reconocen esto. “Aquí hubo avances y ha costado mucho trabajo. Pero por más legislación que exista, el reto está en el cambio del chip cultural, porque el cuerpo travesti rompe un binal, no es femenino ni masculino, es otro, se autoconstruye”.

La activista habló de las muertes como “el destino final de las personas travestis”. Y destacó la saña de esos crímenes. Los analizó, como hace Judith Butler, desde una doble negación del victimario: la del cuerpo travesti y la del deseo de ese cuerpo. Además de contar que la esperanza de vida de las personas trans es de 32 a 40 años.

El encuentro se llevó a cabo desde las 11 y finalizó a las 17. La última en declarar fue una amiga de la escuela en Laferrere y compañera de militancia de Diana. “Nos refugiábamos en la cocina de la escuela porque recibíamos mucho acoso, mucha burla en los recreos y allí planificábamos y tejíamos. Tendríamos 19 años. Ella siempre fue muy batalladora. Después participamos de las mismas organizaciones y proyectos. Diana siempre quiso seguir estudiando y hacer una carrera política”, describió.

Cuando se enteró de su asesinato, entró en shock. “Fui directo a declarar a la Fiscalía. Por muchos meses, no pude volver a dormir. Tenía miedo. A mí ya me habían intentado asesinar en la puerta de mi casa y fue muy difícil que los jueces me escucharan. Nosotras también tenemos derechos y garantías. Vivimos expuestas a la discriminación y violencia”.

Afuera, las militantes mantenían su ejercicio de soporte y reclamos de justicia. Nora Cortiñas dio ánimos con su presencia.

La próxima audiencia tendrá lugar el 9 de abril.