Ago 12, 2020 | Culturas, Novedades

El heavy metal argentino cuenta ya con un recorrido de cuarenta años que lo convierte en un género musical en el que la estridencia de las guitarras eléctricas y un discurso contestatario que incentiva a la rebelión (interior y exterior) asumen un marcado protagonismo y ofrecen un canal de expresión a fuerza de resistencia, evolución y diversificación. Sangre, sudor y lágrimas pero por sobre todo permanencia y renovación son los que mantienen vivo al metal argento.
Según Diego Caballero, ex integrante del GIIHMA (Grupo de Investigación Interdisciplinaria sobre el Heavy Metal), este es un momento de transición para varias bandas que ya tienen entre cinco o diez años de antigüedad porque empiezan a tener una convocatoria importante: “En el AMBA aparecen grupos como Against y Los Antiguos, dos bandas que vienen creciendo en popularidad y están por detrás de las bandas tradicionales, como Malón, Iorio, Tren Loco o Serpentor”.
A su vez, Manuel Bernal, actual integrante del GIIHMA, explica que este es, también, un momento de dispersión en cuanto a lo musical: “Surgen bandas que van desde sonidos mucho más extremos, formas de canto gutural, cuestiones que no estaban en el heavy tradicional, vinculado más al thrash; hasta llegar a sonidos stoner o propuestas que retoman el rock pesado psicodélico de los setenta. En bandas como Poseidótica, Knei, Bandera de Niebla; lo tradicional está perdiendo centralidad. Estas nuevas bandas están oxigenando, trayendo algo nuevo.”
La voz femenina es otra renovación que avanza en todo lo que conforma la cultura metálica en contraposición a “una etapa de invisibilización de la mujer” como comenta Caballero. Las bandas femeninas se abren camino, como es el ejemplo de las chicas de Furias, banda del sur del GBA “que están por sacar su primer disco, haciéndose eco de la lucha feminista en primera persona, tienen un tema que habla sobre el colectivo Ni Una Menos y otro sobre violencia de género. Me parece que ahí hay otro relato que estaba ausente”, señala Caballero.
Sin embargo, aún hay muy pocas mujeres en la escena metalera. Según Natalia Ré, guitarrista de Furias, esto es así “porque en el metal hay una ambigüedad ideológica. Por un lado, hay metaleros que hasta el día de hoy son fachos y eso ya genera cierto ámbito áspero y reacio. Hay una diferenciación clasista. Esto sumado al machismo. También hay una lupa muy grande sobre las mujeres arriba del escenario. Cuando te subís al escenario hay mucho prejuicio acerca de lo que vas a hacer, y más si sos mujer”.
Ré subraya que el mensaje que Furias quiere dar en sus canciones está en contra de las discriminaciones de cualquier índole: “Somos una banda con conciencia de clase y totalmente en contra a cualquier régimen fascista. Queremos ser la voz de las personas oprimidas”.

“Somos una banda que expresa lo que pensamos. Luchas sociales, violencia barrial pero sobre todo nos enfocamos en la memoria, verdad y justicia.», dice Javier Quiroga, de Malicious Culebra.
El metal nacional habla en sus letras de la resistencia, la lucha, de la voz de la clase trabajadora. En este sentido, la banda porteña Against, reactualiza este ideario elaborando una crítica a la postmodernidad, desde lo macro hasta cuestiones vinculadas a lo que fueron los pasados cuatro años de macrismo. En el tema “Alzando mi odio” se manifiestan en contra de la meritocracia. “Es una crítica a la cultura que predica todo el tiempo la paz, el autoconocimiento, la buena respiración mientras la mayoría de la gente está hundida en la mierda –señala Ivan Monastirsky, guitarrista y cantante-. Es una crítica a ese cuento de salvación individual mientras hay nenes que están comiendo de la basura”.
Si bien las temáticas en Against son muy variadas, hay directrices que se mantienen: la globalización como método de dominación imperial de las potencias mundiales y cómo la sangre, el trabajo y los recursos de nuestros países son llevados a las casas matrices de los países centrales. También hablan de la gesta sanmartiniana, los caudillos y los luchadores anarquistas de principios del siglo pasado. De cómo las corporaciones económicas manejan la política. Las letras hablan de conflictos históricos, crítica social y una ética personal.
Apuesta por lo performativo
En cuanto a la puesta en escena, Caballero resalta al grupo Malicious Culebra por su apuesta a lo performativo en los shows: “Por ejemplo, en su tema “Prohibido Olvidar” sobre la última dictadura militar y pensando en el discurso fascista que hay en algunos seguidores del metal y en las nuevas generaciones, está buenísimo que haya bandas como ésta, que telonearon a Malón, Plan 4, Tren Loco y vienen tocando en un montón festivales”.
Javier Quiroga, bajista del grupo, cuenta al respecto: “Somos una banda que expresa lo que pensamos. Luchas sociales, violencia barrial pero sobre todo nos enfocamos en la memoria, verdad y justicia. Nuestras letras se defienden mucho desde lo escénico. Empezamos a incorporar shows con actores y escenografía como para que quede bien clara nuestra postura y nuestra ideología. Apostamos mucho al maquillaje, la actuación, la puesta en escena, los movimientos. Tenemos canciones que hablan sobre los pueblos originarios, los héroes de Malvinas, y los desaparecidos y asesinados en democracia”.

Against cuestiona a la posmodernidad y se involucra también en los asuntos de la política cotidianda: en sus canciones mostró una mirada muy crítica sobre los cuatro años de macrismo.
Todo a pulmón
“Hay cada vez más festivales con productoras nuevas y muchas bandas están pregonando el ‘No pagues para tocar’, que me parece una cuestión muy interesante”, dice Caballero. Un pedido que se viene haciendo clamor y en el que participa todo un colectivo de bandas under, liderados por Malicious Culebra. Al respecto, Ré opina: “Nosotras apoyamos el ‘No pagues para tocar’ de Malicious Culebra. Ese mensaje no hay que olvidarlo nunca porque siguen existiendo lugares así. Creo que si las bandas se unen y se ponen de acuerdo para armar ciclos de fechas y autogestionanse pueden bajar los costos de producción y no tendrían que andar negociando con chantas que no te tiran plata ni para pagarte el remís. La autogestión es a todo pulmón. Hacemos todo nosotras. Tenemos tareas asignadas a cada una. Si bien tenés las redes sociales que suman un montón, el problema es el tiempo que eso te implica. Nosotras invertimos nuestro propio tiempo para hacerlo. Somos 100% autogestivas e independientes”.
Aunque, según Caballero, se está viviendo un momento de estancamiento respecto a la cantidad de público que asiste a los shows under, lo que hace, incluso, que muchas bandas no terminen de despegar, lo cierto, es que asistimos a un momento de dispersión en el que empiezan a surgir nuevas voces, temáticas y estilos en el metal. La presencia de grupos integrados por mujeres, algo inédito en argentina, configura una interesante renovación y por qué no una tensión. Hay lugar para todos y todas y eso es muy bueno.
Ene 28, 2020 | Culturas, Novedades

Algunas bandas deben pagar un seguro de 5.000 pesos para poder tocar.
La música independiente en la última década prosperó a pasos agigantados y las bandas del indie nacional fueron las que más crecieron. Un gran aliado fueron la tecnología y el “saber hacer”. Las herramientas como el Ableton o Pro Tools permitieron a los artistas emergentes bajar el costo a la hora de la producción de sus canciones, ya que parte del trabajo se pudo hacer tranquilamente en casa. Pero, ¿qué pasa a la hora de la ejecución en vivo de lo que se grabó?
“Yo toco desde los 13 y vi todas las posibilidades -cuenta Santino Crisci, baterista de la banda Andrómedas-. Los bares se sustentan los pagos del sonido con la banda, y después ellos tienen la ganancia con la barra, ellos van a ganar porque en mayor o en menor medida birra se va a vender. Aquellos bares que tienen su sonido, en el mejor de los casos, te dicen: ‘Vení y te damos pizza y birra’.”
Una de las bandas que más crecimiento tuvo esta década es Él Mató a un Policía Motorizado; el grupo cerró 2019 en el estadio Malvinas Argentinas y prepara un 2020 con una gira internacional por Latinoamérica y Europa. Pero antes de un presente de viajes y conciertos en diferentes ciudades del mundo, Él Mató supo del under. Manuel Sánchez Viamonte (Pantrö Puto), guitarrista de esta banda, afirma que “los primeros viajes por las provincias eran a pérdidas”. Pero señala que la situación a mediados de la primera década de los 2000 no era la misma que se puede hacer ahora: “Al no existir Spotify ni las redes, te conocían por el ´boca en boca´ y cuando ibas a tocar.”
La convocatoria es algo necesario a la hora del vivo, por lo que cortar tickets es imprescindible. En este sentido ¿qué pasa con las bandas nuevas? Gonzalo Fernández de País Aborigen asegura: “Normalmente les pasa a las bandas que recién arrancan que, para poder tocar, ceden a esos arreglos de ´pagar´, ya que todavía por su convocatoria no podrían encarar una fecha propia. Por eso se meten en fechas que se organizan entre dos, tres o cuatro bandas y con todas se arman una fecha”. Por su parte, Ignacio Quellin, manager de La Primera Especie ratifica que “hay pocos lugares que le den cabida a las bandas nuevas, hay que esquivar a los lugares que son medios garchas para tratar de mostrar tu banda. Hay que salir y buscar lugares que te den el espacio y que a la vez sea conveniente para la banda. Son pocos y los tenés que encontrar.”
Por su parte, Francisco Nicholson, de Silvestre y la Naranja, también cuenta su experiencia a la hora de tocar en vivo: “Me acuerdo que cuando empecé con Silvestre había que pagar para tocar y después recuperar con la venta de entradas; estoy hablando de cuando las entradas valían 20 pesos. Creo que todas las bandas pasaron por esto, hasta las más consagradas. Quiero creer que no existe más eso de pagar para tocar, pero sí sé que existen los arreglos chotos. Nosotros mal que mal tenemos nuestra trayectoria, aunque a veces nos llegan ofertas ridículas. Lo que sí, hemos tenido que ir a lugares del interior y vamos con arreglo de alojamiento y de comida, pero volvemos en cero o a lo sumo perdemos un poco pero siempre con la idea de la inversión en Silvestre.”

Algunos arreglan que el 70 por ciento de lo recaudado por entradas queda para las bandas y 30 para el local.
“De pendejo nos pasaba que tenía que pagar para tocar y después rendir entradas -recuerda Marcos Aramburu, voz de Terrores Nocturnos-. Ahora se dice que no se paga por tocar en vivo, pero no es tan cierto. El otro día tocamos en el Cultural Vivo y tuvimos que pagar un seguro de 5.000 pesos y si no venía nadie teníamos que perder esa guita. En muchos lugares está este seguro de sala que a veces es muy alto. Yo tengo una dicotomía con eso. Tengo amigos que tocaron en Niceto, lo llenaron, y si tenés personas que trabajan para vos, es decir, sonidistas, un iluminador, un stage, o alguna cosa más y lo explotás de gente, no te llevás plata, porque el seguro de sala es muy alto”. El cantante agrega: “Tocar en vivo te deja muy poca plata, a veces nada. Si yo hubiese hecho esto por la plata ya lo hubiese dejado hace bastante, esto es algo que te hace perder plata: cuando vas a ensayar, cuando tenés que tocar y te tenés que tomar un remis porque tenés la guitarra… Aun así, nos gusta mostrar lo que hacemos, divertirnos y disfrutar. Me voy contento de una fecha cuando tocamos bien, sonamos bien y nos divertimos… después si nos llevamos un peso me entero varios días después y no nos cambia mucho.”
Pablo Giménez, de El Zar, echa más luz sobre el tema: “Nosotros al principio tocábamos al costo, nos íbamos en cero. Pero cuando arrancás todo cuesta. Ya con un poco de trayectoria tenés la posibilidad de plantear arreglos que te convengan más. Me parece que últimamente estamos yendo para mejor.” El músico explica: “Es como todo este ambiente, te encontrás gente que sólo le interesa la plata y productoras que les interesa más darte una mano, obviamente llevándose una parte porque nadie hace algo por amor al arte. Por lo general estamos trabajando con gente copada que pone en primer lugar la música y eso para mí es lo importante. Estoy muy contento con los resultados que estamos teniendo.”
El acuerdo que por lo general se hace cuando las bandas se presentan en un bar es 70/30, es decir, el 70% de la recaudación de las entradas en puerta va para la banda que toque, mientras que el 30% va para el bar, sumado a la exclusividad de la barra. Julián Pérez, líder de Julepe, habla de esta modalidad: “Casi siempre arreglamos el 70/30, donde no hay que pagar seguro ni nada y se reparte lo de la puerta. En general sacamos algo para solventar algunos gastos. Lo que a veces no nos garpan es cuando le abrís a una banda grande, pero a veces uno pone en la balanza tocar frente a un público un poco más nutrido y no cobrar. Te jode, pero lo hacés igual pensando un poco en la inversión que hacés”. Luciano Scattini de Dharma y Flora, opina de este tipo de arreglo que “lo más sano es el 70/30, lo malo es que hay lugares donde además del seguro, te cobran servicios como iluminación y pantallas. Lo que no me parece bien es que, si vos alquilás el lugar, te pongan un mínimo. O sea, si vos querés hacer un videoclip o meter dos personas eso debería correr por tu cuenta”.

La mayoría coincide que tocar en vivo es a pérdida, una inversión para salir del under.
Por su parte Ramiro Gómez de la banda Los Bicis sigue en la línea de Pérez y Scattini al afirmar que “en general lo que hacemos es un arreglo por medio de nuestro sello, BPM. Del seguro de sala casi siempre se encargan ellos. En todos los lugares hay un arreglo de vender entrada, que en cierto punto está bueno porque te incentiva, generalmente es el 70/30. Además, yo siempre paso planilla de SADAIC, pero no siempre pagan los bares. Esto es medio engorroso porque también depende de cuanta gente hubo en el lugar, y es muy raro que el detalle esté exacto.” La planilla de la Sociedad argentina de Autores y Compositores de Música (SADAIC), de la que habla Ramuiro, es un gravamen sobre un porcentaje del precio de la entrada de los espectáculos en vivo.
Fran Saglietti, en tanto, de Francisca y los Exploradores explica: “Si bien los productores y dueños de bares no son unos santos, la coyuntura está muy complicada, la gente no quiere pagar entradas, tenés que movilizarla, etcétera. Lo que sí me hace mucho ruido son las grandes productoras, no el hecho de pagar para tocar. Porque algunos festivales aprovechan su posición de poder para infringir la ley y por debajo de la mesa les piden a los artistas que les devuelvan el dinero que les corresponde. Te ponen restricciones de no tocar en Capital dos meses antes y que te van a pagar no mucho dinero y que, además, te piden en algunos casos el 80% y el 90% de esas regalías”.
Saglietti cierra su testimonio con una anécdota: “Una vez (Adrián) Dárgelos me contó que le abrieron dos shows a U2, y por esta modalidad de SADAIC se les permitió cobrar grandes regalías. A partir de eso construyeron un estudio. Y con ese estudio el primer disco que grabaron fue “Jessico”, que los catapultó a nivel latinoamericano. Tranquilamente le podían haber dicho en ese momento a un ´X´ como Babasónicos: ´Che, dame el 90% de esas regalías que te pertenecen para que te vean 70.000 personas´, y yo leo entre líneas que eso ataca directamente al under, se están robando la posibilidad de que una banda del indie pueda crecer y termine haciendo un disco como “Jessico”.”
May 8, 2019 | Culturas, Novedades, Trabajo

Nicolás, vendedor un, local de música de la calle Talcahuano en la Ciudad de Buenos Aires.
La calle Talcahuano condensa, en apenas cuatro cuadras, el epicentro de la industria de instrumentos musicales en la Ciudad de Buenos Aires. Con más de 30 locales distribuidos entre Rivadavia y Corrientes, las vidrieras que exhiben guitarras, teclados, saxos y violines -entre otros- se siguen casi consecutivamente, interrumpidas, a veces, por persianas bajas que no volverán a abrirse. El sector es otro de los tantos golpeados por una política económica centrada en el libre mercado y las finanzas, las importaciones, la desregulación y el ajuste. En esas pocas calles, la situación complicada también queda en evidencia: escasos clientes, negocios vacíos, y gran disposición a hablar por parte de los empleados, los primeros afectados.
Frente a la pregunta sobre las ventas, las respuestas no varían demasiado. Hay quienes reflejan la situación con gestos preocupados y de resignación; hay quienes responden directamente: “Mal”, “en baja”, “pésimo”. Y hay, incluso, quien lanza un “¡ayuda!” dramático, intentando ocultar tras el humor una preocupación que no deja de ser real. “Siempre las ventas, por meses, son irregulares: hay épocas del año que se vende más y hay épocas en que se vende menos. Pero lo que se mantiene del año pasado, del primer sacudón del dólar, a este, es que va en descenso: no sube ningún mes, siempre se va vendiendo menos que el mes anterior”, explica Marcelo, empleado de Baires Music.

En Antigua Casa Núñez, en tanto, “se vende en pesos lo mismo que se vendía dos años atrás, cuando comenzó a caer el negocio”, cuenta Juan, quien trabaja hace años en la conocida casa de guitarras. El diagnóstico se replica en la mayoría de los negocios de la calle: en promedio, las ventas cayeron entre un 30% y un 50%, según relatan los vendedores. También coinciden en que la demanda de servicios de luthería -arreglo de instrumentos-, si bien acompaña el descenso general de la actividad, es lo que se mantiene más estable: según Marcelo, mucha gente prefiere arreglar los instrumentos antes que comprar uno nuevo, tratando de extender la vida útil de los instrumentos al máximo.
La otra cara del descenso en las ventas es que, en un contexto económico complejo, la gente no sólo deja de comprar instrumentos, un producto que no es de primera necesidad; sino que también comienza a tratar de vender los que ya tiene, en busca de algún ingreso extra. “Hay muchísima oferta de instrumentos usados: de diez personas que vienen al local, cinco están vendiendo”, cuenta Victoria, de Sunset Music. Pero la escena se repite: en los locales tampoco hay dinero para comprar instrumentos, todo lo ganado en las pocas ventas va destinado a pagar los servicios, el alquiler y los sueldos. Y cuando no alcanza, comienzan los despidos.
La situación cambiaria es otra de las circunstancias que afectan a la industria: para un sector en el que el 90% de los productos son importados, la devaluación impacta directamente en los precios de los instrumentos y otros insumos, desde cuerdas y elementos de audio, hasta materiales para fabricación. “Con el incremento del dólar se tuvieron que aumentar las listas. En lo que va del año esta es la tercera vez, y esto afecta en las ventas porque los aumentos son de un 8%, un 13%, y es mucha la diferencia”, dice Victoria, empleada de un local que abrió hace seis meses y que desde un principio sintió la caída del negocio. La mayoría de los trabajadores observan que los clientes priorizan precio sobre otras variables, pero Martín, de Guitar Center, especifica que es el amateur o quien recién se inicia en la música el que tiene esta conducta, mientras que el músico profesional sigue invirtiendo y elige calidad por sobre el precio. “Yo dejaré de pagar algo, puedo dejar de comer, si esa plata es para el instrumento”, agrega, como un músico más.
La inestabilidad de la moneda impacta también en la fabricación nacional debido a que, junto con la apertura de importaciones, imposibilita competir con precios como los de los productos chinos, que tienen un menor coste de producción. “Se necesita cerrar las importaciones para que la industria tenga alguna oportunidad, sacarle el IVA a los insumos necesarios para la fabricación”, sostiene Juan, de Antigua Casa Núñez. Pero desde el gobierno no hay recepción a los pedidos, y tampoco se advierte algún interés por el estado del sector: pareciera que los negocios de música, su situación y sus empleados son invisibles. Tal vez por eso los trabajadores responden de buena gana, expresando la incertidumbre del día a día cuando alguien está dispuesto a escuchar.
“Hace 20 años que trabajo en Talcahuano, y nunca vi algo así. Cada vez cierran más locales. Acá entra una persona cada 15 horas, y a preguntar o a vender, no a comprar instrumentos. Es todo los días lo mismo, un déjà vu.” Las palabras de Juan, empleado de Monk, resumen un panorama que se extiende por aquellas cuadras en las que la industria funciona como la selva: sobrevive el más fuerte. Mientras tanto, y sin indicios de cambio, el futuro parece ser a capella: sin ayuda, sin respuestas y sin instrumentos.

Ene 23, 2019 | Culturas, Novedades

Eva Shin, artista que participa en el disco Otras formas Volumen 2.
“Un sello exclusivo para artistas visuales que hacen música”. Así comienza la presentación de la página web Otras formas, que intenta visibilizar la producción musical creada por artistas plásticos con trayectoria. El primer disco fue lanzado en el año 2016, cuando Florencia Hana Ciliberti decidió visibilizar la música que ya habían producido numerosos artistas visuales. Comenzó con un simple compilado de canciones, que representaban tanto a artistas contemporáneos como, al mismo tiempo, trazaban un puente histórico con los pioneros, como Jorge de La Vega o Federico Peralta Ramos, quienes combinaron los lenguajes de la música con el de la plástica.
Fátima Pecci Carou, participante de Otras formas Volumen 2 afirma: “Soy pintora y también siempre me dediqué a la música desde un lugar más amateur; en paralelo de mi obra visual formé bandas. Y en un momento determinado tuve que elegir a qué dedicarme full time y ahí me aboqué más a la pintura, pero la música siempre siguió estando presente”.
Otra de las artistas que participan en el disco, Eva Shin, afirma: “Otras formas Volumen 2 plantea una cuestión muy personal. Una, como artista, no separa una forma de expresión de la otra. De hecho, en la mayor parte del trabajo que estoy haciendo últimamente están asociados los sonidos y lo visual”.
A través de mucha investigación, Ciliberti, que es música y artista plástica, logró terminar el primer compilado, iniciando un camino para lanzar el segundo. “Fui investigando y de hecho terminé el volumen 1 y en 2018 lancé el compilado 2 porque seguí encontrando más artistas. De pronto, los mismos artistas plásticos se animaron a mostrar sus proyectos. Muchos tenían grabaciones pero no todas estaban difundidas, por ahí fueron presentaciones esporádicas o tenían que ver con sus inauguraciones”, señala la impulsora del proyecto, conocida -entre otras cosas- por la canción “Parque de diversiones”.
Pecci Carou afirma que los artistas cruzan esas fronteras constantemente. “Por ejemplo, cuando hace una pintura pero al mismo tiempo tararea una canción. Creo que hay un conjunto de artistas que está explorando todo el tiempo estas fronteras, estos bordes del lenguaje”.
El disco, además, exhibe una selección del catálogo de la obra de cada artista , mostrando diferentes imágenes de sus trabajos. “Me parecía interesante este universo que se creaba entre la imagen y lo sonoro. Me importaba poner de manifiesto que un artista puede hacer todas aquellas cosas que, con compromiso, quiera hacer”, expresa Ciliberti. En esa línea, Shin comenta que es muy actual esa mirada, ya que es muy habitual que artistas trabajen en distintas plataformas y que una alimente a otra.
“La particularidad que tiene Otras formas es que no es un sello discográfico de una empresa sino que es un sello discográfico-obra porque, yo soy artista y para mí esto fue como un proyecto también artístico”, afirma Ciliberti. Entre los integrantes de Otras Formas Volumen 2 se encuentra Roberto Jacoby, sociólogo, artista conceptual y autor de muchos de los hits del grupo de Rock Virus, y el arte de tapa estuvo a cargo de Alejandro Ros.
En la actualidad, ya habiendo hecho shows en el MAMBA, en el Museo Nacional de Bellas Artes y en la galería Ruth Benzacar, entre otros espacios, los artistas planean seguir con sus producciones y continuar con la exploración de los distintos lenguajes. Como próximo paso, analizan incluir performances en las nuevas presentaciones del disco, otra manifestación característica de ese territorio híbrido que es el arte.
Dic 12, 2018 | Géneros, Novedades

Festival internacional de compositoras «Sonora».
El domingo 2 de diciembre el Instituto Nacional de la Música (Inamu) efectuó el cierre de la agenda de género “Mujeres Músicas” con el panel “Mujer + Música + Industria”, con el fin de generar conciencia y reforzar estrategias a nivel latinoamericano para trabajar en términos de igualdad.
El recorrido comenzó el 30 de julio de este año en Buenos Aires. Luego prosiguió por Rosario, las regiones NOA, NEA y Nuevo Cuyo, con un total de once ciudades y mil participantes: cantantes, autoras, instrumentistas, productoras, gestoras, managers, técnicas e ingenieras, entre otras profesiones ligadas a la industria musical. Todas fueron al encuentro gracias a la propuesta del Inamu, para dar cuenta de la discriminación por género y generar conciencia acerca de la situación actual, dialogar, reflexionar y construir proyectos en conjunto. Los colectivos Músicas Unidas, Música de Mujeres, de Santiago del Estero, Suena Tremenda y Grita, de Mendoza, Mujeres Músicas de SONAR, de Córdoba, Músicas Platenses en Red, Mujer Trova, y el Colectivo Mujeres-Músicas, de Rosario, entre otras, fueron de la partida.
Un espaldarazo fue La Buenos Aires Feria Internacional de la Música (Bafim), que se
llevó a cabo hasta el 4 de diciembre en el predio El Dorrego, en el barrio de Palermo, que tuvo como objetivo fortalecer vínculos a nivel nacional e internacional a través de muestras de música, rondas de negocios y conferencias, lo que resultó un ámbito propicio para finalizar la tarea del Inamu, en pos de la visibilización del trabajo y del rol de la mujer en un entorno prominentemente masculino.
El panel del encuentro lo conformaron Paula Rivera, vicepresidenta del Inamu, Paula
Maffia, música autogestiva que forma parte de “Músicas Unidas”, la cordobesa Karol Zingali, de Oficinas de Artistas, Noela Salas, de La Makinita de Chile, y Priscila Melo, organizadora del festival Maloca Dragao, de Brasil.
Paula Rivera destacó que el Inamu haya sido invitado por primera vez al evento,
realizado en el marco de la Bafim y tomó la palabra Noela Salas, productora chilena que forma parte del directorio. Como mujer que llegó a ocupar un rol dirigencial, en un espacio muy masculino, apuntó a la importancia del dialogo colectivo entre los géneros para construir una agenda más equitativa, ya que en esos ámbitos se toman las decisiones de elección en la participación de festivales o recitales. Expresó: “Podemos identificar muchos hombres femeninos y muchas mujeres masculinizadas también, en esta lucha de poder”.
En esa línea de pensamiento, problematizó el tema desde la cuestión de la apariencia
física y la puesta en duda de capacidades: “Estamos en una cultura donde las mujeres solemos ser cuerpo antes que personas, somos miradas antes de hablar. En Chile, menos del 20% de la industria musical está hecha por mujeres”. Y puso en cuestión el modo de construcción del aumento de ese porcentaje, no solo desde una agenda de participación, sino también desde el contenido. Hizo un llamado a la reflexión sin tener resuelta su mirada: “¿Qué aportamos?”.
Priscila Melo trabaja en el arte desde el 2004 y participa en el mercado de la música
mediante la coordinación y la curaduría de festivales en Ceara y en Pernambuco, Brasil. Cuando empezó a participar cuatro años seguidos del festival de Derechos Humanos llegó a la conclusión que no se pueden olvidar las subjetividades, porque por dentro de esa lucha hay mujeres negras, indígenas y trans. En Brasil, el 54% de la población es negra. Hasta hoy la programación de festivales contempla apenas el 6% de negros en su grilla, por lo que es aún muy inferior la participación de mujeres negras. En el Lollapalooza de 2017, de 136 músicos apenas 16 fueron mujeres. En la Unión Brasileña de Compositores, apenas el 14% son mujeres y ganan un 28% menos de cachet. A nivel mundial, solo un 6% son escuchadas por Spotify, aseguró Melo y continuó: “La lucha femenina no está aislada en la música, es un reflejo del sistema patriarcal, machista y autoritario. Creo que cambiarlo no va a partir de los hombres, sino de nosotras. Ahora tenemos espacio para que podamos hablar, discutir e intentar modificar esa lógica de flujo del mercado.”
Paula Rivera, en ese momento de la charla, recordó que en uno de los encuentros en
Santiago del Estero las mujeres que representaron a La Rioja contaron su realidad en la Chaya. Un espectáculo tradicional de la provincia, cuyo rito es liderado por un hombre que canta, mientras que la mujer acompaña tocando una caja. Hace unos años las mujeres quisieron empezar a cantar, pero la respuesta de los hombres era muy agresiva. En febrero de 2019, en la próxima Chaya, las mujeres que se unieron en La Rioja en los últimos seis años, luchando por este espacio, van a realizar su propia rueda femenina que va a fusionarse con la de los hombres, en algunos grupos de celebración en los barrios, donde estarían empezando a tener cierta apertura.
Karol Zingali, llevó la experiencia de Córdoba, en donde es directora de la Oficina de
Artistas y trabaja en la producción de espectáculos de música en vivo y creación de contenidos, desde hace 15 años. Dividió su relato en tres instancias, la primera fue destinada a la creación del Festival Mujeres, en el 2013, en co-producción con la Municipalidad de Córdoba. En un principio ese festival no convocaba a más de 500 personas. Pero en los últimos años, la concurrencia fue cambiando, se agotó la capacidad del lugar, que tiene 3500 localidades, luego se vendieron 5000 entradas y en el último festival fueron 7000 personas, quedando público afuera. El evento se transformó en el espectáculo más importante con el que la ciudad comienza el año, luego del Cosquín Rock, sin tener artistas destacadas en su grilla. Este año lo van a mudar, se va a hacer el primer Festival Mujeres, en la Patagonia.
Otra experiencia que destacó Zingali, tiene que ver con el proyecto “Tamboreras”, que
busca empoderar a las mujeres a través de la percusión. Son talleres abiertos transgeneracionales, con chicas desde los 12 años, hasta abuelas. Y el tercer proyecto que destacó, tiene que ver con el cuarteto en Córdoba, género mainstream liderado por hombres. La directora de la Oficina de Artistas realizó una investigación con respecto al género, previo a la edición del disco de Vivi Pozzebón “Madre Baile”, en 2013, y descubrió que la creadora del ritmo era una mujer y que la primera banda, llamada “Cuarteto Leo”, tenía ese nombre por Leonor Marzano, que fue la compositora de la fusión entre la tarantela y el paso doble. En Córdoba, no querían ni hacerse cargo, ni reconocer que la creadora de ese ritmo tan popular fuera una mujer. Se enteraron hace un mes, después de que el Negro Videla, una de las grandes figuras del cuarteto detrás de la Mona Giménez, grabó el tema “Madre Baile”, que compuso Pozzebón y que ahora está número uno en el ranking de ventas.
Paula Maffia, es una música autogestionada y conforma el colectivo “Músicas Unidas”,
que llevó adelante la campaña “Por más mujeres en la música y en los festivales”, con el fin de la creación de un proyecto de ley que garantice una presencia del 30% femenino en recitales y festivales, junto a Celsa Mel Gowland, cantante y ex vicepresidenta del Inamu. Celsa, que no fue parte de las disertantes, pero estuvo presente en este cierre de agenda, tuvo la iniciativa de conformar esa mesa de músicas el año pasado. Paula Rivera la sucedió en la vicepresidencia del Inamu y reimpulsaron el proyecto que el 21 de septiembre de 2018 ingresó al Senado de la Nación, el proyecto de Cupo femenino y acceso de artistas mujeres a eventos musicales (N ° 3484-18).
Mel Gowland explicó el fundamento del pedido en un 30%: “El Inamu tiene un registro
nacional público de proyectos musicales, que al día de hoy asciende a 45.000, sobre casi
200.000. Cuando nosotras hicimos el estudio sobre la participación femenina en los principales 46 festivales, estábamos en 43.000. De esos proyectos solo 7.000 estaban a cargo de mujeres, un 20% dentro del padrón. Lo más importante es que ese porcentual coincide con el de la Asociación Argentina de Intérpretes (AADI), que son miles de músicos en todo el país. Al pedir un 30%, en tanto discriminación positiva, se pretende una minoría dándole un impulso para que avance. Si pidiéramos la paridad del 50% rápidamente nos replicarían con números y la ley no saldría.”
Paula Maffia reflexiona: “Esto no es solamente una cuestión para ampliar el mercado
laboral y por adyacencia ampliar la cabeza de quienes programan que son, en su mayoría, varones, sino también es una manera ineludible de llevar nuestros discursos y nuestra manera de pensar a los escenarios. En el line up de un festival quizás tenemos un 13% de representación de mujeres, que no está plasmando la conformación de nuestra sociedad a nivel cultural, artístico y musical. Es muy grave que no existan referentes de la disidencia. Hay que hilar más fuerte entre nosotras, estas redes de sororidad, para romper este hermetismo, todo lo que ha generado la masculinidad, tenemos que colaborar para federalizar la música.”
El Inamu realizó desde julio hasta octubre una encuesta nacional para obtener información que ayude a precisar qué lugares está ocupando la mujer en la música, en los distintos roles. Se acordó, en primera instancia, la decisión de trabajar, a partir de enero del 2019, en el observatorio “Musa”, donde se van a relevar datos con respecto a las problemáticas de los músicos en general. Desde marzo se van a llevar a cabo diversas líneas de acción para el mejoramiento de la situación de las mujeres. Además, se conformará el “Satélite Latinoamericano de Mujeres en la Industria Musical”, que va a contar con la participación de 12 países, con representantes que recolecten información. También se consensuó redactar un manifiesto libre de acoso y de abuso en los festivales.