42 veces 24

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Con una Plaza de Mayo colmada en su mayor parte por ciudadanos autoconvocados, se celebró ayer el acto central por el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia.  A las 16.30, con la lectura de un documento que duró aproximadamente una hora, los organismos de derechos humanos recordaron a los 30 mil desaparecidos, volvieron a denunciar el plan sistemático de desaparición de personas y la complicidad civil y subrayaron el “retroceso en las conquistas de los derechos humanos” durante el gobierno de Mauricio Macri. “Cuando hay voluntad política los Derechos Humanos puede ser política de Estado”, enfatizó la presidenta de Abuelas de Mayo, Estela de Carlotto.

Sobre el boulevard de la calle Carlos Pellegrini, Elsa Lombardo va y viene, corretea por ahí con su nieta Micaela bajo una pequeña arboleda que oxigena la avenida 9 de Julio. Juegan. Ríen. Después de un rato se sienta en un banco, con la respiración un poco agitada recuerda: “Yo trato de reírme todo el tiempo, pero estuve en el infierno”.

Elsa fue secuestrada la noche del 28 de julio de 1978 en la casa en que vivía con sus compañeros Enrique Ghezan, Isabel Fernández Blanco y su bebé de 40 días, en Munro. La brigada operativa de El Olimpo, un centro clandestino de detención, la secuestró cuando cocinaba polenta con chorizos. “Una vez que me tuvieron reducida se comieron la comida, se iban turnando”, recuerda.

A casi 40 años de su peor pesadilla, ofrece un taller literario en ese mismo lugar. “A mí me costó mucho volver al Olimpo, empecé a ir de a poco hasta que en un momento se me ocurrió dar un taller literario, y me dijeron: un solo día no, los talleres son de marzo a noviembre. Y así empecé a ir”. Algo emocionada, confiesa estremecerse cada vez que entra, “pero cuando estoy ahí digo: `Acá estoy compañeros, acá estoy´”.

Abrazo, lágrimas, sonrisas, familias y cánticos acompañaron al colectivo Historias Desobedientes y con Faltas de Ortografía, integrado por hijos y nietos de represores que condenan los crímenes realizados durante la dictadura por sus propios padres. Fue su primera movilización como colectivo un 24 de marzo. El grupo tiene menos de un año, se fundó después del fallo judicial que habilitó -temporalmente- la aplicación del 2×1 para los crímenes de lesa humanidad.

En la intersección de Lima y Avenida de Mayo, la directora del documental La guardería, Virginia Croatto, toma mate, charla y se ríe como una ciudadana más que va a la Plaza de Mayo a pedir Memoria, Verdad y Justicia. “Lo que más me atrapó era ver cómo nos afectaba a los niños lo que estaba pasando”. El documental muestra el exilio de los hijos de los militantes en Cuba, del cual Croatto fue parte. “Creíamos que teníamos un tío que iba a hacer aparecer a todos nuestros familiares que habían desaparecido”.

Las noticias que llegaban al país caribeño no eran las mejores y tener que contárselas a un niño no era una tarea sencilla. “Cada vez que había que contarle a un chico que un familiar se había muerto, se esperaba a que venga otro familiar a darle la noticia, había mucho respeto en ese sentido”. No obstante, el espíritu de la niñez seguía latente en la guardería: “Nosotros mismos convertimos la información que nos daban los grandes en relatos infantiles. A nuestra manera entendíamos la revolución y los ideales de nuestros padres. Igualmente, sabíamos que estaban desaparecidos, pero creíamos que iba a aparecer, que iban a volver”.

La principal noticia de la mañana del sábado fue la liberación del ex secretario de legal y técnica de Cristina Fernández de Kirchner, Carlos Zannini y del dirigente Luis D’Elía. ANCCOM habló con él en medio de la marcha: “No pasé por mi casa, del penal me vine directo para acá”, cuenta el dirigente que aún permanece imputado en la causa del memorándum con Irán. Sobre esa causa afirmó: “Está herida de muerte”.

Horacio Pietragalla, hijo de desaparecidos y diputado nacional habló de una mezcla de sensaciones: “Nos levantamos alegres con la libertad de Zannini y D’Elía, pero a la vez te pones triste por tener que festejar la liberación de dos compañeros mientras hoy hay un gobierno que está haciendo pura política de retroceso en Derechos Humanos, discutiendo si los genocidas tienen que estar en cárcel común, en domiciliarias como pretende el ejecutivo”.

Los momentos más eufóricos del discurso de los organismos de Derechos Humanos fueron cuando se repasaron las medidas del gobierno y la justicia. “Le reiteramos al gobierno que no permitiremos ni un retroceso en memoria, verdad y justicia. Ni un paso atrás ni un genocida suelto”, enfatizó Carlotto y Nora Cortiñas, de Madres Línea fundadora, llenó de aplausos la Plaza de Mayo cuando pidió por “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir”.

Hacé click en la fotogalería y mirá los dípticos de la memoria realizados por ANCCOM:

“A pesar de los bastones, las Locas seguimos de pie”

“A pesar de los bastones, las Locas seguimos de pie”

Pasaron 40 años desde aquella primera vez, en que catorce madres se reunieron frente a la Casa de Gobierno, sede de la dictadura militar, con un mismo propósito. Ese 30 de abril de 1977, en medio de un clima de represión, terror e incertidumbre, aquel pequeño grupo de mujeres, frente a la orden de circular, comenzó a marchar en ronda alrededor de la Pirámide de Mayo, exigiendo la devolución con vida de sus hijos e hijas, secuestrados por las Fuerza de Seguridad. Luego de meses de recorrer cuarteles, ministerios y comisarías sin obtener ninguna respuesta, y tras descubrir que cada uno de sus casos no era el único, comprendieron que sus búsquedas debían transformarse en una lucha colectiva.

Este domingo, las Madres de Plaza de Mayo –divididas desde 1986 en dos organizaciones, Línea Fundadora y Asociación Madres de Plaza de Mayo– conmemoraron el 40 aniversario de la primera ronda con que darían vida a su persistente lucha por la verdad, la memoria y la justicia. En estas cuatro décadas, la agrupación -en un principio ignoradas, ninguneadas y descalificadas como “las locas de Plaza de Mayo”- siguió creciendo hasta convertirse en una entidad de defensa de los Derechos Humanos de alcance internacional que nunca se desprendió de los simbólicos pañuelos blancos ni dejó de marchar.

Taty Almeida es una de las referentes de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. El 17 de junio de 1975, su hijo Alejandro fue secuestrado por integrantes de la Triple A y desde entonces permanece desaparecido. En 1980 se unió a las Madres de Plaza de Mayo y desde entonces continúa luchando por la vedad y la justicia para Alejandro y todos los hijos de las Madres que pelean a su lado. Rodeada por imágenes de su familia, entre ellas la última fotografía con Alejandro y un retrato de su rostro sonriente, sobre el que descansa una flor blanca, Taty relata cómo vivió este nuevo aniversario de la organización:

“Hemos cumplido 40 años de lucha inclaudicable. Imaginen todo lo que ha ocurrido en estos 40 años, desde que esas 14 valientes mujeres llegaron por primera vez a Plaza de Mayo bajo la instancia de la fundadora, Azucena Villaflor de De Vincenti, quien dijo: “Tenemos que juntarnos, porque por separado no vamos a lograr nada. Vayamos a la plaza y gritemos. Que nos vean, que nos escuchen. Nos tienen que decir dónde están nuestros hijos”. Por muchos años, la mayoría creía que estaban presos, incomunicados o muertos. No sabían lo que había pasado. “Pero desaparecidos, esa palabra era tan cruel, que no la conocíamos ni la practicábamos”. Había mucha desorientación. Como había Estado de Sitio, no se podían juntar más de tres personas en la vía pública, y ellas eran 14, así que la misma policía las instó a caminar de a dos y a circular. Así surge la primera ronda y nace el movimiento de las Madres de Plaza de Mayo. Ese grupo de 14 lamentablemente fue aumentando, porque cada vez había más detenidos-desaparecidos.”

Una de las fotos del álbum familiar de Tati junto a sus hijos: Jorge, María Fabiana y Alejandro (de anteojos, está detenido-desaparecido).

Una de las fotos del álbum familiar de Taty junto a sus hijos: Jorge, María Fabiana y Alejandro (de anteojos, está detenido-desaparecido).

 

Cuéntenos un poco sobre usted.

Toda mi familia estaba compuesta por militares. Yo me crié en ese ambiente. Lo único que sabía de política es que era antiperonista y “gorila”. Tengo tres hijos: Jorge, Alejandro y María Fabiana. Mi segundo hijo, Alejandro, está detenido-desaparecido.

¿Cómo era Alejandro?

Él tenía 20 años en 1975 y vivía conmigo. Estaba cursando el primer año de la Carrera de Medicina. Me cuidaba y me preservaba. Jamás me contó acerca de su militancia. Yo no tenía idea de nada. Muchas veces me abrazaba, con su metro ochenta de altura, y me decía: “Esta gorilita de mierda, sin embargo la quiero”. Yo no entendía y me reía. Una vez, en una tabla de planchar vi una estrella hecha con birome y le pregunté: “Ale, ¿es la estrella judía?” Él respondió: “Ay, mamá”. Era la estrella del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). Alejandro militaba en el ERP. El 17 de junio de 1975 llegó a casa y me dijo que al día siguiente no iba a trabajar porque tenía un parcial.  Fue lo último que escuche de él. Al otro día ya no estaba. Encontré una agenda de teléfonos y vi que en las últimas 24 hojas había 24 poesías. Tampoco sabía que Alejandro escribía poesías. Cuando las leí, empecé a conocer la otra faceta de mi hijo, su repudio por la injusticia.

¿Cómo fue su acercamiento a Madres de Plaza de Mayo?

Cada Madre tiene una historia de vida. Yo no fui de las primeras. Me acuerdo que cuando me acerqué por primera vez a Madres, recién para el año 80, le dije a María Adela Gard de Antokoletz, una de las 14 primeras: “Que estúpida que fui; ¿cómo no pude venir antes?” Y ella me contestó: “No, m’hijita. Cada madre se acerca cuando es su momento. Este es tu momento”.

Yo vivía en un ambiente muy antiperonista. Por ese motivo, a mí me costó acercarme a Madres. El golpe del 24 de marzo de 1976 fue un golpe cívico-militar-clerical, y el genocidio que se instala a partir de ese golpe ya había empezado. En los años 74 y 75, con la Triple A, López Rega e Isabel Perón, ya había una gran cantidad de detenidos-desaparecidos, asesinados y presos políticos. Entre ellos, mi hijo Alejandro. Al principio, para mí los únicos culpables eran los peronistas. Al ser de una familia con muchos militares, yo a esos genocidas –Orlando Agosti, Ramón Camps, Leopoldo Galtieri– los conocía socialmente y jamás había pensado que, ya en ese entonces, eran ellos quienes estaban actuando.

Después de muchos años, un periodista me preguntó qué había sentido yo el 24 de marzo de 1976. En ese entonces, con la mente de la Taty de antes de ser parida por Alejandro, había dicho: “Al fin vienen mis conocidos, y voy a recuperar a mi hijo”. Yo tenía 45 años cuando se lo llevaron y todos esos años viví en una burbuja, hasta que aterricé. Y vaya si fue duro el aterrizaje. Ahí es cuando me acerque a Madres e hice mi catarsis. A partir de ahí empecé a enterarme de la historia de las Madres y de la desaparición de las tres queridas fundadoras, Azucena Villaflor, Esther Careaga y Mary Ponce. Fue un golpe que las desaparecieran. Pero las Madres no se paralizaron, que es lo que buscaban los genocidas. Se ve que no conocen a las Madres ni saben de lo que son capaces de hacer por un hijo. Así que la lucha continuó. Yo estoy feliz de haber parido a mis tres hijos, pero Alejandro parió a Taty Almeida.

¿Cómo fue la experiencia de ponerse el pañuelo blanco?

El pañuelo no se usó hasta el año 80. La historia es así: a raíz de que la jerarquía eclesiástica jamás recibió a las Madres, se decide ir a Luján en 1980. Todos los años, en octubre, hay una gran peregrinación por la Virgen de Luján a la que van miles de personas. Y la jerarquía eclesiástica iba a estar ahí. Se decide ir pero no sabían cómo iban a encontrarse entre miles de personas. Y una Madre dijo: “Nos ponemos los pañales de nuestros hijos en la cabeza”. Antes los pañales eran de gaza, se lavaban y se volvían a usar. Muchas Madres habían guardado esos pañales. Entonces, qué paradoja que ese pañal que usaban para cuidar a sus hijos cuando eran bebés, después se los pusieran en la cabeza para pedir por sus vidas. Cada vez que una se pone un pañuelo es una sensación muy fuerte. Hay que saber llevar el pañuelo blanco, porque son nuestros hijos los que están acá. En la Línea Fundadora pedimos por los 30 mil, pero les dimos nombre y apellido. No son NN. Cada una puso en su pañuelo el nombre o los nombres de sus hijos desaparecidos. Esa es la historia de este pañuelo que ha trascendido la Argentina. Es internacional. Somos conocidas y valoradas en todo el mundo. Pero nosotras no le dimos importancia, porque hicimos lo que cualquier Madre haría por un hijo.

¿De qué manera continuó la lucha de las Madres tras el retorno de la democracia?

Llegamos al 83, con el doctor Raúl Alfonsín como primer presidente constitucional después de tantos años, con mucha expectativa. Y Alfonsín hizo un juicio ejemplar, porque fue la primera vez que civiles juzgaron a militares. Condenó a cadena perpetua a las Juntas Militares. Empezamos a respirar otro aire. Pero no supo aprovechar ese apoyo que tenía, nacional e internacional. Y fue así que dictó las leyes de impunidad: Obediencia Debida y Punto Final. Fue otro mazazo. Pero no nos quedamos paralizadas. Seguimos la lucha, sin bajar los brazos. Pasaron los años y seguíamos exigiendo justicia, pero nunca la conseguíamos. Hasta que llegamos al 2003. Lo que voy decir no es partidismo, sino una realidad histórica. Vinimos con ese bagaje de fuerza y de exigencia y nos encontramos, por fin, con un presidente -Néstor Kirchner- que tomó a los Derechos Humanos como política de Estado. Y entre otras cosas, anularon las leyes de impunidad. Así que pudimos empezar a juzgar, a lo largo y a lo ancho del país, a los genocidas y a sus cómplices. Fue la misma política de Estado que continuó Cristina Kirchner.

«Somos conocidas y valoradas en todo el mundo. Pero nosotras no le dimos importancia, porque hicimos lo que cualquier Madre haría por un hijo».

¿Cómo es la situación de la lucha de las Madres en el gobierno actual?

40 años, tantos logros, tantas pérdidas. Pero siempre luchamos. Y llegamos ahora a este gobierno que quiere borrar la memoria. Se pasan discutiendo estúpidamente el número de desaparecidos. Son 30 mil o más. El número no importa; jamás han dicho ni han reconocido es acá hubo un genocidio por parte del terrorismo de Estado. No lo dicen porque no les importa. Y a 40 años, las Madres que vamos quedando hemos tenido que empezar nuevamente con entrevistas y denuncias, acá y en el extranjero. Pero ya no estamos solas. Hace rato que la gente se dio cuenta de que no estábamos tan locas, como nos llamaron al principio, creyendo que nos ofendían. Claro que estábamos locas: de dolor, de rabia y de impotencia. Nos quitaron lo más preciado que tiene una mujer, que es un hijo. Y así fue que llegamos a este gobierno, donde la resistencia es cada vez mayor. Y repudiamos nuevamente la violación a los Derechos Humanos que está cometiendo este gobierno: falta de trabajo, represión y presos políticos. Esta resistencia, siempre pacífica, es cada vez mayor. Y es por eso que decimos, sobre todo a los jóvenes: “Tienen que juntarse”. Tenemos que buscar las coincidencias y dejar de lado las diferencias, porque es la única manera de demostrar que no nos van a vencer. Tienen que decir bien fuerte: “Si las Madres pudieron, ¿por qué no nosotros?” La esperanza son los jóvenes. Las Madres sabemos que no vamos a estar vivas para ver al último condenado, pero queda esa juventud maravillosa y esa militancia estupenda. No hay que tenerle miedo a la palabra militancia, porque significa “compromiso, compañerismo y ocuparse del otro”. Y de a poquito les vamos pasando la posta, porque a pesar de los bastones y de las sillas de rueda, estamos demostrando que las locas seguimos de pie. (Risas) Y lo vamos a seguir.

¿Qué rol tiene para usted la educación y la transmisión de temas de Derechos Humanos a las nuevas generaciones?

Es muy importante. Nos invitan a colegios primarios y secundarios, centros vecinales y universidades, acá y en el extranjero. Y el recibimiento que tenemos de los docentes, mis colegas, es maravilloso. Soy docente jubilada, y nunca me imaginé que después de tantos años iba a seguir haciendo docencia con un pañuelo blanco en la cabeza. Docencia por la vida. Y la docencia sobre la memoria que practican los maestros en los colegios es muy importante, porque el niño, desde pequeño, tiene que saber lo que ocurrió aquí. Esa es la memoria que nosotros practicamos. Si no se corre el peligro de que nos convirtamos en un pueblo sin memoria y de que esto vuelva a ocurrir. Además queda pendiente la verdad, porque todavía no sabemos qué pasó con todos y cada uno de nuestros hijos. No sabemos dónde están enterrados y no podemos hacer el duelo. Y que se esté hablando hoy de reconciliación por parte de la jerarquía eclesiástica es una ofensa a nuestros hijos. Aunque pidieran perdón –que nunca lo han hecho– ni nos reconciliamos, ni perdonamos. Los únicos que podrían hacerlo son nuestros hijos, y ellos no están.

¿Cree que está habiendo un rebrote de discursos negacionistas en la actualidad?

Sí, eso se está estudiando. En Alemania se castiga con prisión la negación del Holocausto Judío, porque algunos cuestionan la cantidad de víctimas. Y eso se está viendo acá también. Por eso debería existir una ley para castigar a aquellos que niegan lo ocurrido. No hay Teoría de los Dos Demonios. Acá hay un solo demonio: los genocidas, sus cómplices y los que los apoyan aún hoy. Fueron delitos de lesa humanidad, por lo que no prescriben y no son perdonables. Nosotros reivindicamos a todos, a los que tomaron las armas y los que no. Porque la Constitución lo dice: “Un pueblo que es atacado tiene derecho a defenderse”. Los podrían haber juzgado, pero (los represores) optaron por ese horror que es la desaparición, la tortura, el robo y la apropiación de bebés. De allí surge la lucha maravillosa de las Abuelas de Plaza de Mayo, que es una lucha esperanzadora porque buscan desaparecidos con vida. Ya lograron el 122. Hay mucho por hacer todavía, pero se está haciendo.

A 40 años de su fundación, ¿cuáles son las principales metas de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora en la actualidad?

Seguir exigiendo memoria, verdad y justicia por lo que ocurrió antes y lo que ocurre ahora. Nosotras participamos en todas las marchas: la Federal, las de los docentes. Permanentemente va a haber un pañuelo blanco en los lugares donde haga falta, con nuestro apoyo, nuestro aliento y nuestra presencia. Esas son las metas.

¿Cómo está conformada su familia hoy?

Tengo una familia maravillosa. Nunca me sentí sola. Tengo tres hijos. Jorge vive en España desde el 78; allá se casó y tuvo mellizos, así que tengo nietos catalanes. Acá está mi hija Fabiana, que tuvo cuatro varones. ¡Tengo seis nietos varones! El mayor, Alejandro, me ha dado dos bisnietas, así que llegaron las mujeres. Nunca les hice sentir a mis otros dos hijos que el mejor es Alejandro porque no está. Los tres son exactamente iguales. El agujero no me lo llena nadie. Y ese fue el motivo por el cual mis hijos han estado siempre conmigo. Nunca les exigí. Ellos y mis nietos siempre vinieron a la Plaza conmigo. Los chicos dicen que yo siempre he sido una abuela presente. Podía tener la marcha o el acto más importante, pero si uno de ellos decía un versito en un acto escolar, yo iba y llegaba tarde al otro lado. Eso hace que estén permanentemente conmigo. Me siento muy acompañada, pero la ausencia de Alejandro es cada vez más grande. Cada día lo extraño más. No me quiero ir sin encontrar sus restos. Por lo menos quiero tocar sus huesos, y no pierdo la esperanza. Siempre me pregunto cómo sería él ahora. Tendría 61 años. No le permitieron formar su familia. Siempre está, pero no está.

Actualizada 03/05/2017

 

Movilización urgente

Movilización urgente

Fue una marcha de consignas múltiples que, sobre el final de la jornada, se concentró en el rechazo a una medida judicial cuestionada por casi todas las fuerzas políticas y juristas especializados. La decisión del juez federal Claudio Bonadío de pedir el desafuero y detención de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner por “traición a la Patria” en el marco de una causa vinculada a la investigación del caso AMIA propició la convocatoria de una movilización organizada en las redes sociales.

La habitual Marcha de la Resistencia encabezada por Madres de Plaza de Mayo sirvió de marco inicial a la convocatoria. “Son días tristes, amargos, pero tenemos que estar felices a pesar de todo porque somos capaces de llenar una plaza todos los días”, señaló Hebe de Bonifini en el comienzo de la ronda.  

Desde el mediodía, los grupos de Whats App y otras redes estuvieron al rojo vivo. Enlaces de noticias, información sobre la conferencia de prensa que CFK brindaría en el Congreso para fijar posición, emoticones y mensajes de organización cotizaron en los intercambios. Sin horario esclarecido y con consignas cruzadas, la Plaza comenzó a cubrirse a las 17:00 con organizaciones y partidos de izquierda. Luego se sumaron columnas sindicales, la organización barrial Tupac Amaru –una de las columnas más compactas bajo miles de banderas blancas- , el Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT) y La Cámpora. Concluida la conferencia de prensa de la ex mandataria, los legisladores del Frente para la Victoria (FpV) caminaron desde el Parlamento hasta la Plaza de Mayo. 

Cada cual con su canto y su color, las agrupaciones político-partidaria, sociales, barriales y sindicales marcharon alrededor de la Pirámide de Mayo que, esta vez, estaba decorada con guardapolvos escolares blancos, camisas de Metrovias, mamelucos grises y los curriculums vitaes de los funcionarios de la gestión macrista. Además de la reacción espontánea por el fallo de Bonadío, la movilización incluyó consignas de repudio a las reformas laboral, impositiva y previsional del gobierno de Cambiemos y un firme reclamo de justicia por la muerte de Santiago Maldonado y el joven Rafael Nahuel.  

Un grupo de militantes de Izquierda, una de las integrantes tiene una remera con la imagen de Santiago Maldonado

Cuando el norte no es muy claro, o cuando abunda la desesperanza, hay que mirar a las Madres. Desde las 15:00 un grupo de personas caminaba bajo la consigna “La falta de trabajo es un crimen que alguien tiene que pagar”. La gran bandera azul que caminó por 24 horas estuvo especialmente dedicada al presidente Mauricio Macri. “Hay que salir a la calle para que no haya más despidos”, insistió Bonafini. Y así se hizo. A través de redes sociales se convocó a llenar las calles. Un grupo invitaba a concentrarse a las 18:00, otros a las 19:30. En determinado momento, la hora de encuentro pasó a segundo plano. Solo, acompañado. Con amigos, con familia. Con bombos y platillos. Con carteles y banderas. O simplemente, estar y caminar. “Se resiste a la impunidad que hoy está en manos de este gobierno y de la justicia”, remarcó en representación de la Línea Fundadora, Nora Cortiñas, quien también se puso la camiseta de “Semana de Acción-Fuera OMC”, una organización que se hizo presente en la Plaza para expresar el repudio ante la cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que se llevará a cabo este domingo en Puerto Madero.

Sin discursos únicos y centrales, la marcha espontánea se distinguió por otros rasgos: la unión de distintas banderas políticas partidarias, y numerosos reclamos con un mismo receptor. La bandera de la CORREPI y otras organizaciones de DDHH se agitaron para exigir justicia por Maldonado y Nahuel, y repudiar la represión. Por fuera de las organizaciones políticas, la movilización también contó con la presencia de ciudadanos “sueltos” que sumaron al reclamo después de una jornada laboral.

 

Actualizado 08/12/2017

Un abrazo gigante

Un abrazo gigante

Una vez más la Plaza de Mayo se llenó de consignas: “Juicio y Castigo” “Nunca Más” “Ni olvido, ni perdón, ni reconciliación”. Frente al escenario, delante de las vallas, unas veinte llamas flamean alrededor de un pañuelo gigante.  Algunas personas se acercan con una vela, la prenden, miran el símbolo unos minutos. De fondo, la multitud entona: “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”.

Con las avenidas todavía repletas de agrupaciones que esperan para entrar a la Plaza, los discursos terminan y estalla el tradicional grito de: “30.000 detenidos y desaparecidos: presentes. Ahora, y siempre. Ahora, y siempre”.  Los pañuelos tiñen la Plaza de blanco. Como cada jueves a la tarde, como se pintó aquel día hace cuarenta años, pero esta vez multiplicado por cientos de miles desde la Casa de Gobierno hasta el Congreso. Algunos se van y otros llegan, la Plaza estará poblada hasta pasadas las 21.00. Los que no llegaron al acto -hubo desperfectos simultáneos en varias líneas de subte- quieren estar, pisar la Plaza, sumarse al repudio contra el fallo de la Corte Suprema de Justicia que extendió el beneficio del 2×1 a condenados por delitos de lesa humanidad. 

El Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), La Brecha, el Frente Popular Darío Santillán, la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y el MST Frente de Izquierda avanzan por Diagonal Norte, mientras el Movimiento Evita y la Juventud Peronista llegan por Avenida de Mayo. 

La adhesión a la movilización reúne a todo el arco opositor, la CGT, también a intendentes del Conurbano bonaerense.

San Martín, Bolívar y Defensa también alojan a cientos de personas, grupos de amigos, familias y parejas que intentan llegar a la Plaza. “Hace quince años que marcho todos los 24 de marzo, y hoy fue impresionante”, dice Tomás a ANCCOM. Lleva colgado un cartel con la fotografía de una mujer desaparecida durante la última dictadura. “Me gusta tomar la historia de algún compañero desaparecido y marchar con su nombre en el pecho”, explica.

Entre las agrupaciones que avanzan por la Avenida, se distingue una bandera más sutil pero no menos  plantada: la Asociación Americana de Juristas (AAJ) que tiene entre sus objetivos principales “la defensa y promoción de los derechos humanos”. Esta vez, levanta su bandera contra el 2×1. Liliana Costante, integrante de la asociación, denuncia la decisión de los jueces. “Si tuvieran un poco de dignidad, renunciarían”, razona.

Además, advierte que la ley aprobada en el Congreso “es un acto político simbólico, pero necesario”. Y amplía: “Ya existe legislación internacional para comprobar la inconstitucionalidad del 2×1. Es como que acá diluvie y vos sacás una ley para explicar que está diluviando. Los juristas no estamos en un tupper ni en una palmera, sabemos bien que el conocimiento es una herramienta de lucha”.

En la esquina de Avenida de Mayo y Chacabuco, un grupo de hombres y mujeres tocan los tambores. Las calles están menos abultadas y los puestos de hamburguesas más concurridos. María García Medina es psicóloga y tiene cincuenta y cuatro años. Desde que llegó a la Capital, en el 82’, acompaña la ronda de las Madres. “Me encanta estar acá, me emociona”, explica María a ANCCOM. Y recuerda a sus amigos detenidos durante la dictadura. Lleva dos pañuelos blancos: uno en la cabeza y otro alrededor del cuello.

La luna llena encandila más que los faroles de las calles. Entre las últimas banderas que se acercan, está la infaltable wimphala, con el grupo de sikuris que suena alrededor. Hace una hora las Abuelas y Madres terminaron el discurso, pero las organizaciones siguen avanzando. Nadie se va sin llegar a la Plaza.

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León Gieco, quien no puedo llegar a la marcha, le dedicó esta canción a las Madres y Abuelas:

Actualizado 11/05/2017

El mundo es un pañuelo blanco

El mundo es un pañuelo blanco

Fue el día en que la Plaza se tiñó de blanco. El día en que la Plaza se cubrió de cientos de miles de pañuelos blancos, multiplicados para repudiar el fallo de la Corte Suprema de Justicia que extendió el beneficio del 2×1 a los condenados por delitos de lesa humanidad. Ante la multitud y la bajo la consigna “Señores Jueces. Nunca más. Ningún genocida suelto”, los organismos de derechos humanos reclamaron un freno institucional -con el compromiso de los tres poderes del Estado- al pronunciamiento del Poder Judicial. La Plaza desbordó antes del inicio del acto, con las Diagonales Norte y Sur repletas y la Avenida de Mayo cubierta hasta el Congreso. Muchos no pudieron llegar y los organizadores calcularon la movilización de más de medio millón de personas. También hubo marchas en diferentes ciudades del país.

“La democracia se construye entre todos, todos los días”. La frase de la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, resonó como una síntesis de la acción de resistencia. Desde el escenario central montado delante de la Pirámide de Mayo, Carlotto fue oradora junto a Taty Almeida, Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo-Linea Fundadora, y Lita Boitano, de Familiares y Detenidos por Razones Políticas. Antes de los discursos, los organismos agradecieron  al colectivo Memoria, Verdad y Justicia por levantar la marcha prevista para hoy.

“Señores Jueces. Nunca más. Ningún genocida suelto”, fue la principal consigna del acto. Arriba del escenario, organizaciones de Derechos Humanos repudiaron el 2x1 con manos alzadas

“Señores Jueces. Nunca más. Ningún genocida suelto”, fue la principal consigna del acto. Arriba del escenario, organizaciones de Derechos Humanos repudiaron el 2×1 con sus manos alzadas.

“En esta jornada histórica, el pueblo y los organismos de derechos humanos decimos bien fuerte: nunca más el silencio. No queremos convivir con los asesinos más sangrientos de la historia argentina”, subrayó Almeida.

Tras gritar “el pueblo unido jamás será vencido” y corear la consigna con la multitud, Almeida comenzó la lectura del documento. “Todos los que estamos acá repudiamos esa decisión que tomó la Corte Suprema. Ese 2×1 afectó a toda la sociedad”, subrayó. Y entre cánticos emotivos y abrazos simbólicos, agradeció el apoyo de organizaciones sindicales, políticas, barriales y, especialmente, a la textil que donó los pañuelos que se repartieron en las distintas intersecciones aledañas a la Plaza. “El pañuelo es símbolo de los 30.000. El pañuelo es lucha”, subrayó.

Y advirtió: “Nuestro pueblo no merece ser condenado al olvido. Los responsables de esta decisión fueron los jueces Carlos Rosenkrantz, Horacio Rosatti y Elena Highton de Nolasco”. Además, recordó que “la Ley del 2×1 (que se sancionó en 1994) nació como necesidad de descomprimir las cárceles por las demoras en la propia Justicia”. La norma fue derogada en el año 2001.

Estela de Carlotto

“La democracia se construye entre todos, todos los días” dijo la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto.

Ayer, el Congreso también dio una señal en la dirección del reclamo que se escuchó en la Plaza: sancionó en tiempo récord una norma que intenta poner un límite a la aplicación del beneficio que la Corte habilitó para Carlos Muiña, represor en el centro clandestino montado en el Hospital Posadas en 1978.

Con un timbre de voz agudo e imponente, Cortiñas saludó a todos “los hijos e hijas del corazón” con un fuerte “quiero y queremos justicia”. Remarcó que “los delitos de lesa humanidad no son comunes”. “La Corte Interamericana de Derechos Humanos niega la posibilidad de aplicar beneficios como el 2×1 a estos crímenes atroces, tal como señalaron los jueces Juan Carlos Maqueda y Ricardo Lorenzetti”, destacó.

Entre medio de los abucheos contra los integrantes del Tribunal, Cortiñas afirmó que “la Corte pretende soltar a Jorge Eduardo Tigre Acosta,  Alfredo Astiz, Miguel Etchecolaz, al capellán (Christian) Von Wernich, y pretende liberar a cientos de genocidas más que caminarían al lado nuestro y de ustedes”.

“Señores jueces, escuchen: Nunca Más”, se pronunció Lita Boitano, presidenta de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas cuando las agujas había pasado las 19:00. Con firmeza declaró que “nunca se hizo  justicia por mano propia, por eso este fallo es un indulto a nuestra historia.” Y advirtió: “Estamos hablando de los que volvieron a desaparecer a Jorge Julio López. Esto no sólo es riesgoso para nuestros nietos sino para toda la sociedad”.

“El pañuelo es símbolo de los 30.000. El pañuelo es lucha”.

Una de las tantas que lució la tela blanca en la cabeza fue Elvira Sack, de 58 años. En diálogo con ANCCOM contó que no quiere volver a vivir “el horror de la dictadura” con la liberación de genocidas condenados. “Vine sola, pero en representación de mi generación y de las siguientes”, subrayó.

Sobre la calle Reconquista, Rosa Herrera, de la Liga Argentina de Derechos Humanos, festejó la numerosa asistencia. “Necesitamos -y es nuestro deber- expresar nuestro repudio ante este fallo. No tienen legitimidad para violentar nuestros derechos”, subrayó en diálogo con esta agencia.

Carlotto cerró el acto. “Hoy los legisladores aprobaron una ley que busca frenar la aplicación del 2×1 a genocidas y represores. Estas acciones nos llenan de esperanza y gratitud”, subrayó.

Resaltó la necesidad de que “los tres poderes del Estado tomen el reclamo del pueblo reunido en esta Plaza”, y pidió que la “corporación judicial” escuche el pedido. “Haremos oír nuestra voz en todo el mundo. Alzaremos nuestra voz contra el olvido”, puntualizó.

Poco antes de las 19:30, Carlotto llamó a levantar los pañuelos y a reclamar justicia por los 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos. Almeida sumó el pedido por la libertad de la dirigente de la Tupac Amaru Milagro Sala. Entonces sí, la Plaza se tiñó completamente de blanco.

Nora Cortiñas saludó a todos “los hijos e hijas del corazón” con un fuerte “quiero y queremos justicia”, junto a Taty Almeida.

Nora Cortiñas saludó a todos “los hijos e hijas del corazón” con un fuerte “quiero y queremos justicia”, junto a Taty Almeida.

 

Las Madres junto a diversas organizaciones de Derechos Humanos con la inmensa bandera que decoraba el escenario: "Señores jueces, Nunca más, Ningún genocida suelto".

Las Madres junto a diversas organizaciones de Derechos Humanos con la inmensa bandera que decoraba el escenario: «Señores jueces, Nunca más, Ningún genocida suelto».

Mirá la infografía sobre avances y retrocesos en materia de Derechos Humanos:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Actualizada 12/05/2017