«La escritura me dice: “Dale sentido, transformalo”»

«La escritura me dice: “Dale sentido, transformalo”»

Varón trans y militante LGBT+, Diego Capra arrancó a escribir de niño para salir de la tristeza. Luego sufrió internaciones psiquiátricas y hasta vivió un tiempo en situación de calle. Hoy extirpa sus emociones a través de la literatura y las convierte en poesía.

«Tengo el mar en mi sangre. Soy un hombre místico. Soy del campo, la ciudad me abruma, algún día volveré a reencontrarme con la naturaleza. Creo que el mundo no es sólo este mundo terrenal, que hay abismos, estrellas, luces e infiernos. Uno elige el camino que quiere tomar y la poesía te puede llevar por el sendero más luminoso», se presenta el escritor Diego Capra, autor de Ladrillos en el cielo, su libro de poesía publicado recientemente por Paisanita Editora.

Nacido hace 33 años en la ciudad de Mar del Plata, autodefinido como varón trans, Capra ha construido un mundo propio con sus palabras. Ladrillos en el cielo –que tuvo su lanzamiento en la última Feria del Libro– consta de una serie de poemas en prosa, que prometen también hilarse como una novela. Cada página es una invitación a sumergirse en su historia, de matices oscuros, la tinta de las letras con las que resignificó su vida y que hoy se exhiben claras a quienes lo leen y acompañan en este viaje.

En diálogo con ANCCOM, Capra cuenta cómo se acercó a la escritura, desde muy temprana edad. «Tuve una infancia compleja, con abusos sexuales intrafamiliares, y siempre estaba muy triste. Para salir de la tristeza, empecé a buscar respuestas sobre todo lo que me pasaba en los libros que había en casa. Ahí empecé a descubrir la poesía, con Alfonsina Storni», recuerda.

«Después, a los 9 años, leí Los bordes de lo real, de Liliana Heker, que era un libro bastante complejo para mi edad, creo que no lo entendí, pero algo me resonaba con mi historia de la locura, porque yo soy esquizofrénico, y me hacían sentido estos límites difusos entre la realidad y la fantasía», agrega. Su incursión en la lectura, “por supervivencia», “fue una salvación” y lo estimuló a escribir.

Al año siguiente, escribió sus primeros poemas, relatos y novelas, y así encontró un espacio para «hablar de lo que estaba reprimido, de lo prohibido». «Comenzó a ser un espacio de identidad y libertad», sostiene. Poner sus palabras en papel también lo ayudó a encontrarse a sí mismo. «Me autopercibo como hombre, como varón trans, mis pronombres son masculinos. Empecé a escribir en masculino antes de hacer la transición. Empezaba mis diarios con pronombres masculinos. La escritura siempre tiene algo de predictivo, como que va más adelante, se termina cumpliendo lo que escribo –explica–. La escritura siempre me abrió paso a mi identidad”.

En sus textos, suele plasmar su lado más espiritual. «Soy muy místico. En mis poemas siempre hablo de estas experiencias de la conexión con lo divino. Está mucho en mi escritura porque lo está en mi cotidiano. Uno en la escritura tiene que contarlo todo, usar ese espacio no para seguir un canon, un estilo o dar un mensaje, sino para extirpar una emoción. Tiene que ser más pulsional, no tan racional. En la escritura lo digo todo». Además, la escritura fue una herramienta en medio de sus internaciones psiquiátricas. «Me ayudó muchísimo en esos contextos de encierro», dice.

Estudiante por un tiempo de la carrera de Letras, Capra también tuvo otro espacio importante donde comenzó a cocinarse su profesión: No Tan Distintes, una organización de la sociedad civil compuesta por personas que atravesaron, o atraviesan, situación de calle, y que son parte de la comunidad LGBT+. Allí, empezó a dar talleres de poesía, en medio de su proceso de externación psiquiátrica, abordando temas como género y transfeminismo. “Estuve en situación de calle, no fue mucho tiempo, pero la calle es lo peor. Tengo terror de terminar como un ‘linyera’ –confiesa–. Estoy lejos de eso, pero debo tener muchísimo cuidado”. La escritura, según afirma, es su forma de «dar pie», y evoca una frase de Santa Teresa de Jesús: “Las palabras llevan a las acciones, alistan al alma, la ordenan y la mueven hacia la ternura”. “Yo todos los días me digo –prosigue–: ‘¿Y si mando todo por la borda?’. Pero, la escritura me dice: ‘Vení, vení, no te caigas, dale sentido, transformalo’”.

Con su prosa, Capra construyó su identidad, su mundo y su hogar. Ladrillos en el cielo es prueba de ello y de su arquitectura profunda, que brota en los momentos más adversos: “El nombre del libro lo elegí porque en ese momento mi novia tenía cáncer y estaba muy asustado por la muerte, y pensé en cómo empezar a construir un lugar en el cielo”.

“Mi objetivo es vivir muchos años de las redes”

“Mi objetivo es vivir muchos años de las redes”

La crítica de libros, otrora reservada a la sección cultural de los diarios, hoy crece en Instagram, YouTube y TikTok de la mano de los bookfluencers. ANCCOM entrevistó a Agustina Gómez Orfila, una joven creadora de contenido para conocer de cerca su trabajo.

Con ganchos persuasivos y concisas reseñas, la escritora y bookfluencer Agustina Gómez Orfila – o Agus Grimm Pitch, como se presenta en su perfil– ha  logrado sumar unos 215 mil seguidores en TikTok y más de 60 mil en Instagram.

Sus videos, con recomendaciones literarias, tienen el objetivo de incentivar el hábito de la lectura. A sus 22 años y con cuatro detrás de trayectoria en el ámbito editorial, confiesa haber encontrado en las redes un trabajo al cual piensa dedicarse por un largo tiempo.

En diálogo con ANCCOM, la autora de la novela juvenil La teoría de Joa, publicada en 2023 por Penguin Random House, reflexiona acerca del contacto con las editoriales, la diferencia entre la colaboración paga y el canje de libros, y explica por qué no busca en la escritura una ocupación de tiempo completo.  

¿Cómo surgió la idea de subir reseñas a las redes?

Durante años fui solo consumidora. En 2016 empecé a seguir en YouTube a personas que realizaban contenidos relacionados con la lectura y cuando hacían encuentros en la Feria del Libro los iba a ver. Es más, tengo el vivo recuerdo de mirar al escenario y decir: “Yo quiero hacer eso, quiero ser como ellos”. Durante un tiempo tuve mi propio canal en YouTube, donde empecé a grabar videos que, si bien no los veía mucha gente, a mí me hacían muy feliz. Me divertía hablarle a la cámara y aprender aspectos de edición. A fines de 2020, en plena pandemia, descubrí que había creadores de contenido en TikTok que hablaban específicamente de libros, entonces probé hacer un video y le fue más o menos bien. Después hice otro con un audio que estaba en tendencia y le fue excelente. Soy muy creyente de las señales y de que el universo te habla, así que lo consideré como una señal de que tenía que seguir haciéndolos y me lo empecé a tomar en serio.

¿Te identificas como bookfluencer?

Me gusta bookfluencer porque es la categoría general que engloba a todas las plataformas en las que estoy, no como booktoker o bookstagramer, que quedan más acotadas. Sí, es una categoría que me define. Porque hablo en su mayoría de libros por elección, aunque a veces también hablo de otras cosas.

¿Cómo es el contacto con las editoriales?

Te pueden escribir ellas o ser una la que encara. En mi caso, en el primer contacto con Planeta me escribió su equipo, por mensaje privado, para promocionar un libro en particular. Yo recién estaba arrancando, hacía menos de tres meses que creaba reseñas. A partir de ahí quedé como colaboradora y me mandan libros todos los meses. Con otras editoriales fue algo parecido, se me fueron acercando para invitarme a eventos o enviarme novedades. En general, si ven que sos una persona confiable, que trabaja bien y que tiene alcance, te tienen en consideración. Por otro lado, hay contactos que fui generando por mi cuenta, porque está bueno ser un poco mandada y mostrar el contenido que una hace. Si se logra seguir dentro de la movida, las oportunidades salen, ya sea porque se acercan o porque una sale a buscarlas.

¿Qué oportunidades aparecieron?

Obviamente, en lo que se refiere a libros, hago mucho canje, pero desde 2022 me empezaron a salir oportunidades laborales más formales relacionadas con las redes, como las colaboraciones pagas con editoriales o incluso trabajar en el equipo de la Feria del Libro creando contenido para las suyas. Son puertas que se me abrieron a partir de mostrar lo que hacía y de usar las plataformas como un currículum. Hoy me dedico a tope a las redes y eso me ayuda a cubrir mis gastos y también ahorrar.

¿Cómo se define el monto a cobrar en las colaboraciones pagas?

Hay editoriales que te escriben con un presupuesto, cuyo monto varía según la cantidad de seguidores que tenga el bookfluencer, ya que no es lo mismo tener 10 mil que 100 mil. Hay otras que no suelen pagar la reseña, sino que ofrecen hacer un canje de libros. En mi caso, como estoy trabajando dentro de Penguin Random House haciendo videos para su cuenta de TikTok y promocionando sus libros, sí recibo un monto fijo. A mí me resulta que las reseñas sean pagas, porque no solo es una parte importante del sueldo, sino también porque me abre contactos a nivel laboral. Al igual que los autores independientes que ven ese trabajo y me contactan para dar a conocer sus novedades o se recomiendan entre ellos mi perfil.

¿Te solicitan las métricas de las reseñas para saber su rendimiento?

En mi caso, tengo todas las métricas públicas, entonces cualquier persona puede entrar a mi perfil y ver cuantos ‘me gusta’ tienen mis publicaciones. Pero depende la empresa. Hay una librería con la que estoy colaborando ahora que sí me piden las métricas todos los meses. Otras sólo te piden algunas, como el alcance, para medir a cuantas personas llegó. Otras ni se fijan.

¿Te dan plena libertad para reseñar?

Sí, plena libertad. Nunca tuve ningún problema ni con editoriales ni con autores porque confían mucho en mi criterio y las recomendaciones acerca de las ideas que sé que pueden funcionar. En general no ponen ninguna restricción porque conocen al bookfluencer y el contrato de lectura que tiene con su audiencia. Tampoco pasa nada si no le gusta un libro, nunca lo van a criticar por hacer una reseña negativa, salvo que falte el respeto o tenga algún otro tipo de polémica. Nunca tratan de pasar por encima de su criterio.

¿Qué tenés en cuenta al hacer una reseña?

Soy muy subjetiva a la hora de evaluar los libros, así que depende de cuánto me haya llegado a mí. Además, tengo el gusto entrenado, entonces sé qué es lo que me puede gustar y lo que no. Una se va conociendo a sí misma como lectora. Hay géneros o temáticas con las que de antemano sé que no me voy a meter. No hago reseñas muy largas, salvo que sea un libro muy específico. Por ejemplo, hace poco hice una de El archivo de las tormentas de Brandon Sanderson y fue un video de cuatro minutos para TikTok, pero no es lo habitual. Trato de arrancar con una buena “frase gancho”, contando la sinopsis del libro y dejando comentarios sobre lo que me gustó y las cosas que tiene para mejorar. Igualmente, depende de cada libro, porque con cada lectura la experiencia es distinta.

También sos escritora, ¿cómo te llegó la propuesta para editar tu novela?

Ya tenía la historia en la cabeza, pero no la había terminado de escribir. Cuando vi que muchos chicos y chicas de mi edad estaban publicando sus novelas y que las editoriales tenían esa ventana abierta, me animé a terminarla. Fue mi proyecto principal del 2022, no sólo meterle de lleno para terminarlo sino también empezar a mostrar en las redes que lo estaba escribiendo. Básicamente, quería que lo viera todo el mundo. Para esa época ya colaboraba con un montón de editoriales, entonces quería llamar su atención y mostrarles que la gente que me seguía también se entusiasmaba con el proyecto, cosa de que si se publicaba les aseguraba que iba a tener lectores. Luego de un par de meses, y con la Feria del Libro de 2022 de por medio, me llegó un mail de Penguin Random House diciéndome que querían evaluar el proyecto. Fue un proceso bastante largo, recién en agosto o septiembre de ese año firmé el contrato.

¿Cómo fue recibir el primer ejemplar físico?

Me costó mucho caer. Lo pude presentar en la Feria de Libro del año pasado con una firma de ejemplares que fue increíble, pero que la viví con mucha ansiedad y presión. Tal vez porque dejé que opinara mucha gente externa a mi proceso. Al principio, no llegaba a dimensionar todo lo que me estaba pasando, porque estaba enfocada en lo que iban a pensar los demás. Recién unos meses después pude caer y reflexionar sobre lo increíble que fue publicarlo. Y sobre todo por el cariño con el que lo recibieron los lectores. Desde que se acerquen con el libro todo marcado, que me cuenten las sensaciones que les provocó la lectura o hasta que me regalen un dibujo de alguno de los personajes. Fue recién ahí que empecé a tomar dimensión y a disfrutarlo.

¿Qué planes tenés?

Me gustaría seguir trabajando y haciendo plata con las redes. Mi objetivo es vivir muchos años de las redes sociales. También tengo ganas de lanzar algún emprendimiento relacionado con mi marca personal, porque me encanta trabajar de manera independiente y manejar mis tiempos y prioridades. Obviamente, también tiene un lado malo, que es la estabilidad, porque no todos los meses recibo la misma cantidad de plata, sino que fluctúa según la época del año. Las semanas que dura la Feria sé que es donde me van a llegar un montón de propuestas y que después, el resto del año, va a ser más tranquilo.

¿Y respecto a la escritura?

Tengo otro proyecto en el tintero que todavía no lo presenté en ningún lado ni sé cuándo va a salir. Quizás lo autopublique o quizás otra editorial me ofrezca algo, no lo sé. Por ahora es mío. Con la escritura no me quiero presionar para no automatizarlo, porque si bien me apasiona y me encantaría seguir creciendo como escritora, entiendo que no tengo ningún apuro porque los libros no se van a ir a ninguna parte. Ya cumplí todas mis expectativas con la publicación de mi primer libro: una historia, un sello, un recibimiento y una firma increíble. Voy a seguir escribiendo, pero si tiene un rédito económico que pueda complementar con mi trabajo en las redes. Es decir, no dejaría de hacer todo lo otro para dedicarme a eso. La escritura es mi espacio seguro, no quiero que se vuelva un proceso automatizado.

 

“Milei es muy bueno humillando y basureando al otro”

“Milei es muy bueno humillando y basureando al otro”

El escritor Martín Kohan advierte sobre la violencia del discurso político gobernante y la continua denigración de las instituciones culturales, a las que llama “curros” y “kioscos”. “Hay que insistir con la práctica de la discusión y el intercambio, recuperar la percepción social de que insultar y denigrar es un papelón: esa es una forma de resistencia”, plantea.

“Las formas y los actos de la crueldad ya existían, pero el modo en que ciertas prácticas se generalizaron y se familiarizaron son un elemento de esta época que puede ser singular”. El escritor, ensayista y profesor universitario Martín Kohan es un lúcido observador de la escena cultural y política, y sus definiciones sobre el gobierno de Javier Milei y el clima social son portadoras de sensibilidad y agudeza. “Porque ciertas prácticas y formas de la crueldad que conocemos no dejaban de alguna manera de irrumpir y desentonar en una escena donde el registro medio no era ese, entonces cuando alguien ponía en circulación una expresión y un regodeo de la crueldad eso era disonante respecto de la atmósfera dominante. Un poco nos hemos ido habituando a la agresividad, a la humillación, al basureo y esto cambió el tenor”, dice en esta entrevista con ANCCOM que transcurre en el bar Sócrates, a una cuadra de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, en la calle Puán, donde Kohan da sus clases de Literatura Argentina.

¿Qué ocurre con el discurso estatal?
Ha habido un traspaso al discurso estatal de estas modalidades, lo cual lo vuelve especialmente grave porque acompañan ciertas prácticas. Tristemente, en la Argentina ha habido muy a menudo políticas que traen dolor y perjuicio a la población. Pero ya no son medidas dolorosas que se acompañan, aunque sea por hipocresía, por discursos que al menos fingen acompañar ese dolor; hay un giro particular que es, primero, que se disfrute del dolor que eso ocasiona, y segundo, que se exponga ese disfrute. Se toman ciertas medidas por las cuales una cantidad de gente pierde su trabajo y queda en la calle, y que desde el propio Estado se exponga la gratificación por el sufrimiento que se está ocasionando, a mí me parece que merece una señal de alarma.

Es la lógica de las redes sociales llevada al Estado
Mi impresión es que sí. Si uno trata de ver zonas, planos de circulación de discursos, todo indica que aunque no quepa hacer una consideración absoluta porque hay intervenciones y registros diferentes, los especialistas en la materia coinciden en señalar que se ha instalado sobre todo en Twitter una convivencia cotidiana con la violencia, con la humillación, con la denigración y con el basureo. Muchas personas pasan muchas horas del día ejerciendo eso o expuestas a eso. El Presidente pasa muchas horas. Si antes existía algo así como un termostato que saltaba ante una sobrecarga de energía negativa de agresividad, hoy ese termostato no existe más. Son niveles muy altos de agresividad que se transitan cotidianamente de una manera naturalizada.

¿Qué cambios observás?
Hay ciertas condiciones que hicieron posible que esto asumiera estas características, por eso para mí el punto de partida es de qué modo ciertos discursos, ciertos registros se generalizaron y se naturalizaron en la sociedad porque esta demostración del disfrute un poco sádico por el sufrimiento en muchos casos suscita consternación, malestar, rechazo pero también suscita adhesión. El actual Presidente de la Nación es en la política argentina probablemente quien mejor captó y aprovechó esas condiciones. Obviamente no tuvo ningún interés ni necesidad de contrarrestarlas, a mí me parecería deseable socialmente hacerlo. Claramente Milei fue quien captó eso, que es una sintonía de época, porque no es un fenómeno solo argentino y la asumió personalmente con una eficacia muy especial. Es muy bueno agrediendo, humillando y basureando al otro, lo hace muy bien. Y porque las condiciones previas son las que son, obtiene un nivel de adhesión

¿Qué lugar queda para la discusión?

Las condiciones generales, no absolutas, pero sí muy extendidas de las que estamos hablando impiden la discusión. Porque si alguien acude a una escena, sea una conferencia de prensa o Twitter, se propone dar una discusión y lo que obtiene inmediatamente son agresiones, denigraciones, humillaciones, ninguna réplica ni refutación a lo que puede estar planteando sino solamente una práctica de basureo, no solamente no hay una discusión sino que se la impide. No pienso que lo contrario a este estado de agresión y agresividad más o menos generalizada sea un estado apacible de condiciones de acuerdo y consenso. Lo que me resulta insatisfactorio del estado generalizado tal como lo estamos describiendo no es que impidan el acuerdo, el consenso y la confraternidad, impide la discusión también, pelear ideas y polemizar proyectos porque no se puede ni siquiera discutir en esos términos. Son sucesivas escenas de intercambio de violencias y no hay discusiones, muy pocas discusiones hay en este tiempo.

 

¿Qué pasa en el campo de la cultura?

Si uno se atiene a las iniciativas que el gobierno manifestó respecto al campo de la cultura, yo no distingo un proyecto alternativo para el funcionamiento de una institución como el Fondo Nacional de las Artes, del manejo del Programa Sur de literatura argentina o del INCAA, lo que propusieron es cerrarlos. Una discusión de una batalla cultural sería sobre criterios y parámetros culturales para gestionar espacios de promoción cultural del cine, la literatura y el teatro. Entonces, bienvenida la discusión sobre estéticas, lineamientos y corrientes. Discutir qué literatura queremos difundir, qué cine, cómo manejar esos fondos, de donde obtenerlos y cómo gestionarlos. Lo que se planteó desde el jefe de Estado fue no solo el anuncio de eliminarlos, que últimamente son más amenaza/extorsión que anuncios, sino que esto fue acompañado de una denigración de las prácticas culturales y de quienes las llevamos a cabo. Si dicen que hay curros en tal o cual lugar, señalen cuáles, quiénes son los responsables y se tomarán medidas al respecto y soy el primero que acompañaría gratamente. Lo que uno registra en el discurso del poder político gobernante es denigrar todas las prácticas culturales llamándolas curros y todas las iniciativas culturales llamándolas kioscos. La idea es que alguien que se presenta al Fondo Nacional de las Artes o que defiende su existencia está defendiendo curros. Como hay una familiarización a la que yo no pienso prestarme ni plegarme, un acostumbramiento a que todo el mundo se vea humillado, basureado o denigrado, esto puede haber sido pasado por alto. A mí me sigue pareciendo grave, proviniendo del jefe de Estado, que tuvo expresiones de enorme descalificación para las distintas prácticas culturales y artísticas en el país. ¿Cómo pensaríamos en una batalla cultural? ¿Cuál sería la discusión de los proyectos culturales? Está basureando, denigrando y humillando y está amenazando con cerrar lugares. ¿Cuál es la propuesta de la política de promoción cultural de la literatura que tiene este gobierno? ¿Qué idea o lineamiento con respecto a las estéticas cinematográficas piensan promover? Yo no detecto que haya planteos consistentes al respecto, solo defenestración y amenazas.

Lo que me resulta insatisfactorio del estado generalizado no es que el insulto y la agresión impidan el acuerdo, el consenso y la confraternidad; impide la discusión también, pelear ideas y polemizar proyectos porque no se puede ni siquiera discutir en esos términos.

Martín Kohan

¿A qué lógicas responde?
Es la premisa de que todos los espacios, todas las prácticas, todos los vínculos sociales se regulan bajo la lógica del mercado. Solo existiría un cine, una literatura, una música, un arte enteramente comercial y mercantil. Si recapitulamos la historia del arte, del cine, de la música argentina, la mayor parte de las expresiones reconocidas y más valoradas, más prestigiosas, no existirían, porque no es el cine, la literatura, el arte, la música del mercado. Existe una lógica comercial y es perfectamente válida, el problema se presenta ante la idea de que esa sea la única que existe.
Recapitulemos la historia argentina del siglo XX. ¿Qué habría sido de Borges con esa lógica? Un escritor que no tuvo impacto comercial hasta pasados sus 70 años. ¿Qué sería de Saer, de Mujica Lainez, de Sara Gallardo, de Hebe Uhart? Y en el cine es lo mismo. ¿Cuál sería el único cine que funcionaría bajo esa lógica del mercado? El de Lisandro Alonso no, el de Lucrecia Martel tampoco. Como planteo y como formulación es sorprendentemente básico, dado que hay una larga tradición de elaboración conceptual teórica y crítica sobre las relaciones entre arte y mercado con posiciones y resoluciones muy diferentes entre términos de integración, antagonismo, infiltración, alternancia para tener que discutir hoy si debe o puede haber arte por fuera de la estricta lógica del mercado. Es elemental y básico hasta lo deprimente que se pretenda presentar como argumentación que la sola regulación del mercado va a ser satisfactoria para la dinámica de la producción de arte de un país, es de un nivel de desconocimiento muy alto tal como fue formulado por el Jefe de Estado.

¿Cómo se responde a esa lógica?
A esa lógica socialmente dominante se le ofrece resistencia. Si una intervención o una postura va a abrir una discusión o va suscitar una serie de agresiones, ahí hay un primer punto sobre el cual resistir. En este estado de cosas, hay que resistir e insistir con la práctica de la discusión y el intercambio. Cualquier discusión hoy, incluso la más álgida y vehemente, solo por el hecho de desarrollarse como tal y no como un intercambio de insultos y denigraciones es una forma de resistencia. Reestablecer la posibilidad no solo de dialogar sino también de discutir y pelear ideas. El exabrupto ya existía pero era un papelón que pasara eso. El punto es que se perdió ese efecto vergonzante, empieza a tener un halo de valoración positiva. La pregunta es ¿qué está pasando que dejó de ser un papelón que a alguien le pregunten algo y se desencaje y empieza a gritar desaforadamente y hasta sea celebrado y aceptado? Recuperar la percepción social de que es un papelón eso, esa es una forma de resistencia. Confío que con el tiempo volveremos sobre ciertas escenas que transcurren sin sobresalto y diremos:“Qué papelón”.

Después de 48 años de silencio, la Feria del Libro tiene sus jornadas de literatura originaria

Después de 48 años de silencio, la Feria del Libro tiene sus jornadas de literatura originaria

A lo largo de tres jornadas, escritores y poetas de distintos pueblos presentaron sus trabajos. «Era una deuda», subrayó Ezequiel Martínez, director de la Feria.

Este miércoles se inauguró en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires el ciclo de charlas La palabra indígena. Diálogo con escritoras y escritores originarios. El encuentro se puso en marcha por primera vez en este 2024, ya que nunca antes en los 48 años que lleva funcionando el acontecimiento cultural más importante de la Argentina se había reservado una sala exclusivamente para que los autores indígenas de diferentes latitudes pudieran visibilizar sus voces y escritos.

“El año pasado, durante la Feria, unos cinco o seis adolescentes que venían de la Patagonia me trajeron dos libros bilingües en castellano-mapuche, que hablaban sobre lo que hacían en su comunidad. Me dijeron: ‘Nosotros queremos que sepa que escribimos en nuestra lengua y queremos que tenga estos libros’. Yo me re emocioné, todavía lo hago”, dijo Ezequiel Martínez, Director General de la Fundación El Libro, en el discurso inaugural. Comentó que meses después de ese encuentro Fabián Martínez Siccardi —quien hoy forma parte de la coordinación del ciclo de charlas junto con Diego Antico y Fiona Martínez— le propuso realizar un diálogo de lenguas indígenas. “Era una asignatura pendiente que tenía la Feria. Hay 15 lenguas originarias activas todavía y si no las ponemos sobre el escenario, corren el riesgo de perderse. Esta sala tan colmada demuestra que no nos equivocamos”, concluyó Martínez.

El encuentro se dio en la Sala Alfonsina Storni del Pabellón Blanco, la cual efectivamente estuvo desbordada de gente. El número de sillas ubicadas en el lugar quedó corto y muchas personas presenciaron la apertura de pie. El evento estuvo protagonizado por Martínez Siccardi —quien, aparte de coordinador de este ciclo de charlas, es escritor— y por Liliana Ancalao, poeta de la comunidad mapuche-tehuelche Ñamkulawen, que vive en Comodoro Rivadavia, Chubut, y quien, además, es profesora en Letras e investigadora.

“Queríamos mostrar que somos las dos caras de una historia. Yo soy descendiente de colonos asturianos y ella es descendiente del pueblo mapuche. Somos personas similares, es decir, nacimos en la misma geografía patagónica, tenemos la misma edad, los dos somos escritores. No hay grandes diferencias en lo superficial, pero sí las hay en lo que no se ve. Yo siempre supe mi origen. En el caso de ella, no fue tan así”, aseguró Martínez Siccardi para dar pie a lo que se convertiría de ahora en más en un diálogo constante entre ambos escritores. “Yo crecí sin saber quién era. Nací en un barrio petrolero de Chubut, Diadema, que estaba partido por una vía que dividía dos barrios: el de los jefes y administradores de la empresa petrolera y el de los obreros. En la escuela, las maestras a mí me llamaban por el apellido y a los hijos de los administradores, por el nombre. Yo pensaba que esa diferencia era social pero con el tiempo me di cuenta de que había algo más”, afirmó Ancalao. Comentó que en los veranos, cuando visitaba a su abuela en Cushamen, tenía la oportunidad de escuchar la lengua mapuche. “Cuando, ya grande, supe que yo era mapuche —con la palabra de mi abuela empezó a cohesionarse todo lo que hasta el momento había estado suelto—, también supe que en realidad no íbamos al campo sino a una reserva mapuche, que era una parte del Wallmapu, del territorio ancestral. Supe, además, que el mapuzungún era mi lengua materna y paterna”, agregó. También dijo que su familia se comunicaba con “palabras impuestas para disimular ese origen”, un hecho que describió como “operaciones de la desmemoria y del avergonzamiento, cuyo lugar de adoctrinamiento fue la escuela”.

Más tarde, el diálogo entre ambos autores viró hacia la pregunta sobre desde qué lugar escribe cada uno, a lo que Ancalao respondió —alternando la lengua mapuche y el castellano—: “Escribo con indignación, impotencia y tristeza cuando recuerdo las atrocidades cometidas en la Campaña del Desierto, como el genocidio fundante, el despojo del territorio y los arreos humanos por cientos de kilómetros. También escribo con nostalgia, de ese idioma que nos perdimos todos, el mapuzungún, y de ese modo de construir el mundo donde todos somos parientes, incluso con los animales, los ríos y las plantas, con quienes nos debemos una buena convivencia. Además, escribo con responsabilidad porque las operaciones de la desmemoria nos abarcan a todos —soy una aprendiz de mi cultura, entonces no quiero tergiversar— y escribo concentrada en mi corazón, donde está mi gente”. Después leyó tres de sus poemas, titulados: La tarde del sábado para lavar la ropa, Una foto en la ruta 40 y Casos de pewma.

Hacia el final, Martínez Siccardi permitió que el público hiciera preguntas a Ancalao. ANCCOM le consultó si siente que se pierde el sentido original de lo que quiere transmitir cuando hace el pasaje del mapuzungún al castellano, y ella respondió: “Lamentablemente no soy hablante del mapuzungún, soy aprendiz de esa lengua. Así que mis procesos de escritura no tienen que ver con ese movimiento. Yo busco las experiencias de espiritualidad de mi pueblo, paso por mi cuerpo el mapuche kimün que me fue negado, después escribo en castellano y me autotraduzco al mapuzungún. Seguramente entre ambos pasajes se pierde y se gana. No son traducciones literales”.

Entre el público presente estuvo Ignacio Prafil, músico del pueblo mapuche y amigo personal de Ancalao, quien en diálogo con ANCCOM aseguró: “Esta convocatoria hace que, después de muchos años, haya participación plena de los pueblos originarios. En un lugar tan emblemático como lo es la Sociedad Rural, está bueno venir a hablar y decir que estamos vivos. Además, sabiendo que iba a estar Liliana, no podíamos estar ausentes”.

Media hora después de que terminó la apertura del ciclo de charlas, tuvo lugar en la misma sala la Mesa redonda I, moderada por Carolina Testa, la creadora de Inspirad@s, una iniciativa cultural que difunde arte y literatura latinoamericana en Canadá. En ese encuentro participaron Silvia Mellado —poeta e investigadora que integró la antología Lof sitiado. Homenaje poético al pueblo mapuche de Chile (2011, LOM ediciones)—, María Carbonetti —profesora del Departamento de Estudios Franceses, Hispánicos e Italianos de la Universidad de la Columbia Británica en Canadá y creadora del proyecto Palabras Madres— y Javier Viveros —escritor y Secretario de Políticas Lingüísticas de Paraguay—.

La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires confirmó que hoy, jueves 9 de mayo, no suspenderá las actividades por el paro, pero aclaró que cerrará sus puertas a las 20. Este ligero cambio en la agenda hizo que las Mesas redondas II y III se adelantaran en el horario, por lo que comenzarán a las 17:30 y a las 19, respectivamente. Las Mesas redondas IV y V, que tendrán lugar mañana, viernes 10 de mayo, siguen con el horario que estaba previsto: a las 19 y a las 20:30, respectivamente.

 

 

La crisis pegó de lleno en la Feria del Libro

La crisis pegó de lleno en la Feria del Libro

Ante la falta de políticas públicas, y con una disminución de las ventas de entre un 20 y un 50 por ciento, el encuentro cultural anual más esperado resultó víctima del ajuste.

La Cámara de la Industria Ferial Argentina (CAIFE), en su informe de este año titulado “Menos stands, menos inversión”, manifestó la preocupación respecto a la caída de las ventas en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, una baja que ya el año anterior había sido del 24 por ciento en relación a 2022: “Esta tradicional y masiva Feria, fundamental para la cultura de nuestro país, cuenta con un espacio expositivo de más de 45 mil metros cuadrados, es una de las más grandes de América Latina y es un importante motor para el fomento del turismo por ser la más concurrida en el mundo de habla hispana. Sin embargo, este año tiene menos metros cuadrados construidos que los habituales y una inversión mucho más baja en los stands que fueron contratados”.

En diálogo con ANCCOM, el secretario general de CAIFE, Jaime Usach, sostiene: “La coyuntura económica que vive el país, donde hay inestabilidad y recesión, genera efectos sobre el poder adquisitivo de la población y modifica sus hábitos de consumo, incluyendo la compra de libros. Esto va acompañado de la competencia de los medios digitales, que aparecieron hace bastante tiempo, y la piratería”.

“Por otro lado, es destacable la ausencia del Gobierno nacional –prosigue–. La no participación con un stand en la Feria se puede interpretar como una acción política, acompañada de la falta de apoyo o de interés en la cultura y en la industria, no sólo del libro. Ahí hay una señal que va en concordancia con lo que está demostrando el Gobierno, que la cultura no tiene lugar en su lista de prioridades. También es notoria la reducción de stands de las provincias y, en general, de editoriales y librerías. Este recorte afecta directamente a nuestra industria, a todos los que somos proveedores, a muchísimas PyMEs, ya que nuestra cadena de valor está conformada por muchos rubros, como arquitectura y diseño, herrería, carpintería, pintura, gráfica audiovisuales, mobiliario, electricidad”.

Algunos, de hecho, fueron afectados por la decisión del Gobierno, que a través de su vocero afirmó que la participación en la Feria significaría un “gasto” de 400 millones de pesos. Según Usach, no logran entender que esto no es un gasto sino una inversión, porque estarían apoyando a la cultura, a la industria y a los negocios. “Desde CAIFE, además, podemos dar la certeza de que los valores dados no son correctos, ya que se hacen por mucho menos”, asegura Usach.

Las interrogantes se acumulan: ¿la crisis económica sólo daña las ventas durante la Feria o es un fenómeno a nivel nacional? ¿Por qué la gente ya no compra tantos libros? ¿Por qué un pueblo deja de invertir en la cultura literaria? ¿Qué rol cumplen los libros en la vida diaria de las sociedades y, particularmente, de la argentina?

Pablo Canalicchio, editor y director de la Carrera de Edición de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), afirma que la industria del libro atraviesa diversas problemáticas: “Es un escenario de alta complejidad, donde infieren factores como el precio del papel, el empobrecimiento de la gente, el recorte a la cultura y la crisis económica que azota al país. El ecosistema del libro está frágil y lastimado por la falta de políticas públicas, y así las librerías se achican y, en el peor de los casos, cierran. Por otro lado, está la cuestión de la competencia por el tiempo libre de la gente. Hay muchas empresas que compiten por ese tiempo libre, muchas son editoriales que compiten entre sí, pero también hay otras empresas con otros bienes culturales, donde entra en juego lo digital”.

“Se registra una crisis en las ventas desde el anteúltimo gobierno (el de Macri), que fue relativamente malo para la industria editorial. Hubo una falta de apoyo y, otra vez, de políticas públicas. Argentina es un país que, si lo comparamos con otros de la región, sale muy bien parado en casi todos los índices culturales, tenemos enormes cantidades de editoriales, bibliotecas, librerías y escritores. Muchos de nuestros autores nacionales consiguen premios y reconocimientos académicos internacionales. Es necesario proteger esta industria”, agrega.

“El libro es el centro de la cultura, es el objeto físico más importante que existe. Lo que pasa en un aula alrededor del libro, en una biblioteca, en una casa, no se puede reemplazar por ninguna otra cosa. Sí hay otros lugares que generan encuentros y desarrollo cultural, como el cine o el teatro, pero la capacidad que tiene el libro de estar ahí, en la biblioteca de una casa esperando que venga un chico y lo agarre en algún momento, no se compara con nada. La posibilidad de que haya bibliotecas en lugares de bajos recursos, donde puedan acceder niños, jóvenes y adultos, potencia la posibilidad de emparejar e igualar oportunidades. Los libros son de los principales y más cómodos, más efectivos y más económicos vehículos de aprendizaje, y por consiguiente de ascenso social. La potencia de los libros, cualquier tipo de libro, es inmensa. Una sociedad sin la literatura en el centro, como eje, es un pueblo más plano, sin herramientas para pensar, dialogar, cuestionar, proyectar, soñar y crecer”, concluye.

 

Un paseo por la Feria

Paola, personal del stand de la provincia de la Pampa, cuenta que “se ha vendido muy poco en relación a otros años. Hay público durante toda la Feria, pero las ventas han disminuido en relación al año pasado en un 50 por ciento”. En su puesto, lo que más busca la gente son poetas e investigadores pampeanos, muchos de la Universidad Nacional de la Pampa, que tiene su propia editorial. “Es notable en la provincia que, debido a la situación económica, hay otras prioridades, como comer. La literatura, como todas las artes, es una de las formas de expresión fundamentales para el desarrollo de cualquier persona, tan necesaria como todas las otras disciplinas para educarnos, desarrollarnos y expresarnos”, remarca Paola.

Tal como señaló Usach, en esta edición de la Feria fue llamativa la ausencia de varias provincias. Ramón Blanco, coordinador del stand de Corrientes, comenta: “Si bien tuvimos mucho interés durante las jornadas profesionales, que fueron el martes y el miércoles previos a la inauguración oficial, es cierto que, comparado con otros años, estamos vendiendo menos. Quizás llegamos a 400 ejemplares vendidos en total hasta ahora. Nuestro público en general son adultos de entre 35 y 60 años, más librerías que buscan autores autóctonos, el género que más buscan es historia”. Blanco dice que él es quien es “gracias a los libros”. “Celebrar el libro –añade– es una forma de celebrar la vida, no concibo mi vida sin los libros. Hay que seguir protegiendo e incentivando la lectura, sobre todo para la juventud”.

En la Feria también participan países de la región como Perú, Paraguay, Chile y Brasil, así como de otras latitudes, como Portugal e Italia. “La literatura ayuda a los pueblos a tener conciencia crítica y, sobre todo, a conocer sus raíces”, afirma Derlis Sosa, del stand de Paraguay, donde casi no se encuentra stock de libros sobre la Guerra de la Triple Alianza gracias al masivo interés que despierta en lectores, escritores, docentes y bibliotecarios argentinos. El segundo lugar en ventas lo ocupan los libros de gramática, antropología e historia de la cultura guaraní, junto con mitos y leyendas locales. “Tenemos un público consumidor autóctono con raíces paraguayas que quiere aprender el idioma o conocer la historia de nuestros pueblos hermanos”, puntualiza Sosa.

La caída de las ventas está en boca de todos, ¿pero cómo se sienten los lectores que visitan la Feria año a año frente a los precios en alza? Uriel Bitar (22) cree que, en comparación con años anteriores, son exponencialmente más caros: “Suelo comprar libros usados, por lo que a veces encuentro buenos ejemplares que se quedan ‘atrás en el tiempo’ con sus precios y cuestan lo que deberían haber salido meses atrás. Este año, en la Feria, compré un solo libro, porque encontré un descuento con mi tarjeta de crédito, pero años anteriores podía llevarme varios más. Es triste, ya que los libros cumplen un rol fundamental en la memoria histórica de los pueblos y en el registro cultural que cada momento y cada sujeto imaginario llega a la posteridad. Nos permite retrotraernos a distintos pasados, comprender diversas miradas, y analizar la realidad desde nuevos lentes. Una población sin inversión en la literatura sería un pueblo abandonado totalmente a la desmemoria y a la completa ignorancia de lo que lo hace pueblo, y en tanto pueblo, indefectiblemente libre”.