“El Eternauta es una historia política, no partidaria”

“El Eternauta es una historia política, no partidaria”

El escritor y guionista Luciano Saracino pondera a El Eternauta como la más trascendente obra literaria argentina, leída apasionadamente desde que se publicó, en 1957, hasta la actualidad, en sintonía con la sensacional recepción de la serie de Netflix.

Luciano Saracino es escritor, guionista y, por sobre todas las cosas, un apasionado de El Eternauta. Su amor por las historias de aventuras pueden verse en las decenas de libros que escribió, parte de una obra que abarca novelas, historietas, guiones para cine, televisión, dibujos animados. En 2013 fue el encargado de escribir la serie Germán, últimas viñetas, donde retrata la vida de Oesterheld. La historia de Juan Salvo lo marcó desde muy chico y dejó en él una huella imborrable. “La serie de Netflix me parece un hallazgo desde un montón de lugares –dice–. Volvió a encender la llama de El Eternauta. Es una serie que tiene mucho para decir y le habla al presente, al igual que lo hacía cuando se publicó originalmente en 1957”.

  Saracino, que nació en Buenos Aires, en 1978, considera que El Eternauta es la obra más trascendente de la literatura argentina, una declaración que encontró un detractor inesperado: “Me parece que se le fue un poco la mano”, consideró el periodista Eduardo Feinmann en su programa de A24. Acto seguido, clasificó a Saracino como sarasero. Y luego, tras consultar una inteligencia artificial, consignó que la obra literaria más trascendental es Martín Fierro, de José Hernández. “Lo de sarasero es una chicana, lo importante es su respuesta sobre El Eternauta: ahí es donde quiero dar el debate –dice Saracino–. Lo que hice fue mencionarla como la obra literaria más trascendental de la historia argentina. Hay una provocación por mi parte, no es inocente la afirmación. Nada de lo que hacemos es inocente, todo es político. Yo estaba colocando a la historieta dentro de la literatura. Lo que planteo es que empecemos a hablar de esta hermana menor que es la historieta, que siempre estuvo relegada. A la historieta le daban el permiso de existir, pero que no moleste demasiado. Ese es el debate que me interesa. Gritar a los cuatro vientos y justificar que la historieta también puede ser literatura. Esa es la discusión.

 

¿Por qué hablás de trascendencia?

Cuando hablo de trascendental no estoy hablando de mejor ni de más importante, sino en el sentido más literal. En ese sentido, El Eternauta quizás sea la obra literaria, si le permitimos a la historieta entrar en ese partenón, más trascendental. Trascendió su tiempo; se lee hoy en día tan placenteramente como se leía en el 57. Trascendió sus propias fronteras, ya que es publicada en todos lados del mundo. Trasciende inclusive su propio contexto, nace como historieta pero hoy en día es también una serie posicionada primera a nivel global en plataformas. Trasciende su propio libro. Uno ve la figura de El Eternauta y sin haber leído jamás el libro, puede detectar “esto es El Eternauta”. Eso no sé si lo logran otras obras. Rayuela, El Martín Fierro, El Facundo, por supuesto. No estoy hablando mal de ninguna de ellas. Yo simplemente planteo, ¿cuántos pibes hoy en día se acercan al Martín Fierro con placer y lo leen de manera independiente? Por otro lado, ¿cuántos pibes se acercan hoy a El Eternauta y lo leen apasionadamente? Eso es estar vivo. Eso, para mí, es haber trascendido. Quizás no es la obra más importante, pero es la más trascendente.

 

¿Cómo fue tu primer acercamiento con El Eternauta? ¿Qué recordás de aquel momento?

Leí El Eternauta por primera vez a los seis años, sobre la falda de mi viejo, que no me dejaba tocar las páginas porque eran tan finitas que se deshacían. Tuve la suerte de que él haya coleccionado y encuadernado esas revistas. Él amaba la historia y me hizo amarla a mí también. Me volví un gran divulgador de la historia. En mi colegio primario, yo hablaba de la historia con mis amigos todo el tiempo.

Había muchas cosas allí que me fascinaban: el partido de truco, la nevada. Otra cosa que recuerdo era la ansiedad que me generaba la aparición de los cascarudos. Recuerdo ser un niño que no se salteaba ninguna página, pero que estaba desesperado porque aparezcan. Era un nene que leía vorazmente porque quería llegar a esa parte en donde aparecían esos monstruos. He leído decenas de historietas después, e incluso muchas me han pesado hermosamente en la memoria, pero leer El Eternauta de chico fue algo único. No existían, por supuesto, el celular o internet. Había otros modos de enfrentarse al tedio y para mí, el mejor de todos era leer El Eternauta.

Yo estaba colocando a la historieta dentro de la literatura. Ese es el debate que me interesa. Gritar a los cuatro vientos y justificar que la historieta también puede ser literatura. Esa es la discusión.

Luciano Saracino

¿Qué lugar ocupaban las historias de aventura en tu infancia?

La aventura de chico era todo: las arenas movedizas, el piso de lava, los tesoros. La infancia es el territorio de la aventura y está repleta de ellas. Después aparecen los trabajos remunerados, la rutina, la escuela. Pero previo a eso, el piso es lava, y hay que saltar los sillones porque abajo lo que te toca te mata. Por eso es tan hermoso leer historias de aventuras, porque la infancia es un mapa repleto de aventuras. Además de la patria de uno, a la que uno nunca puede regresar, también es el terreno donde existió la aventura.

 

¿A qué atribuís tantas lecturas políticas acerca de la historia de El Eternauta?

El Eternauta es, desde su concepción, una historia política pero no partidaria. Es un libro político que habla sobre la solidaridad, el héroe colectivo y la idea del grupo. Para mí lo más espectacular de la historia y que trae como novedad es que el malo de la historia no se ve nunca, no tiene nombre, es una entidad que está por encima, los Ellos. Hoy en día lo vemos y decimos, ¿qué estaba diciendo cuando establecía que el mal no tenía nombre, cuando no podías verlo? Eso es política, por supuesto. Es una obra tremendamente ideológica pero no partidista.

El Eternauta en el 57 no fue escrito por un autor peronista. Te diría que lo contrario. Eso lo vuelve todavía más interesante. Depende de quién lo lea, El Eternauta va a hablarle a esa persona y la va a mirar a los ojos. Para todos va a tener una mirada y un modo de decir diferente. En su momento, el kirchnerismo utilizó como bandera el “Nestornauta”. Ese tipo de cuestiones hacen que mucha gente que no leyó la obra crea que esta adscribía a cierto tipo de ideas.

 

¿Qué te cautiva de la figura de Oesterheld tanto en tanto pensador como también creador de historias?

Oesterheld era un intelectual muy lúcido que sabía leer perfectamente su tiempo. En su época, la historieta era un medio masivo de comunicación. Llegaba a las masas, a la gente. Se leían historietas de género: westerns, gauchescas, ciencia ficción. El obrero, la ama de casa, el empleado; todos leían historietas. Las historietas en Argentina eran parte de nuestro consumo cultural diario. Oesterheld percibe todo esto. Se pregunta entonces, ¿por qué no darle al pueblo literatura de calidad? Historietas que tengan una profundidad que hasta ahí no tenían. Lo que hace, entonces, es estudiar los géneros para luego revertirlos. Géneros que venían ya un poco vetustos, que habían sido escritos miles de veces, Oesterheld los reescribe de una manera novedosa, como los westerns y el Sargento Kirk. La idea de hacer algo nuevo de eso que parecía totalmente viejo hasta ese momento.

¿Por qué Oesterheld se inicia en la militancia política?

Después del 57, lo que cambia en Oesterheld es el mundo que lo rodea. Cambia el contexto y la sociedad. Ese pueblo al que él le escribía, ahora era peronista. Él venía, si se quiere, del socialismo o del antiperonismo. Pero se reconvierte para entregar la vida por una causa a la que él inclusive había visto con malos ojos. Eso nos habla de una persona amplia, que se puede permitir cambiar de opinión y, por sobre todas las cosas, que amaba profundamente a sus hijas. Ellas fueron quienes empezaron a acercarse al movimiento y lo acercaron a Oesterheld también. No al revés. Él decidió que sus pasos iban a ser detrás de sus hijas y detrás de ese pueblo al que le escribía.

 

Germán, la serie sobre Oesterheld

En 2013 Saracino guionó la serie Germán, últimas viñetas, en donde retrata la vida de Oesterheld tras escribir El Eternauta. Allí vemos al escritor lidiar con editoriales tradicionalistas y una nueva generación de historietistas incipiente, con la dictadura militar como telón de fondo. La producción fue emitida por primera vez en 2013 por

La palabra libera

La palabra libera

La Biblioteca Nacional exhibe “Cárceles. Narraciones del encierro (1878-2025)”, una muestra que reúne escritos de diversos géneros sobre y desde la prisión.

Hasta el 17 de agosto se puede recorrer la muestra “Cárceles. Narraciones del encierro (1878-2025)”, en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Con  I Acevedo y Andrés Tronquoy como coordinadores, el espacio pone en relación una amplia variedad de registros textuales que permiten un recorrido por la historia política, social y de la literatura argentina hasta nuestros días mediante escritos de la cárcel para pensar la relación entre sociedad y castigo, cuerpo y escritura.

“Queríamos poner los edificios como una presencia, esos son edificios que se deciden construir de una forma determinada, que se deciden ubicar en un lugar determinado, que hacen como una sintaxis del país y de los cuales surgen un montón de relatos de adentro, surgen relatos desde afuera, surgen también mitos alrededor de esos lugares, también los fantasmas que generan después de sus demoliciones, los restos que quedan. Cómo eso dialoga también con su época, cómo dialoga posteriormente y cómo dialoga también en los distintos tipos de discursos y de texto”, contó Tronquoy.

Al ingresar a la sala José L. Ortiz, la pared y la puerta del lado izquierdo están intervenidas con fotos gigantes de las penitenciarías de la Isla Martín García, del expenal Buen Pastor de mujeres en San Telmo, el expresidio de Ushuaia y la cárcel de Devoto, reconocidas por hechos y los presos relevantes e históricos que albergaron. Cada imagen de fondo contiene información sobre el lugar de encierro, fotografías en blanco y negro como también a color que muestran su interior, un libro que habla sobre la prisión, recortes de periódicos que informan sobre algún suceso o publican una carta de lectores opinando sobre la prisión junto a las cartas de personas o de algún familiar de quienes habitaron el lugar de encierro. En esta sección llama la atención las cartas que los caciques enviaban al ejército pidiendo la liberación de las mujeres y los niños que había sido encarcelados en la Isla Martin García luego de la Conquista al Desierto.

“Quisimos que tuviera mucha escritura de personas presas. Tratamos de incluir discursos que fueran los que construyen la cárcel en Argentina, discurso científico y también en los medios de comunicación”, contó Acevedo y Tronquoy añadió: “El discurso científico, el discurso legal, el discurso literario, también la cuestión de la cultura popular en el medio de la militancia. Todo lo que se produce, las escrituras que se producen en la cárcel que tiene una potencia muy particular y también cuál es la reflexión colectiva desde los diversos tipos de discursos sobre la cárcel, desde el discurso criminológico, el discurso periodístico. Hay un montón de escrituras muy diversas desde sectores muy variopintos que hacen a una historia del país a través de esa mirilla”.

También nos encontramos con el surgimiento del discurso criminológico en nuestro país. La foto de la ex Penitenciaría Nacional, donde se institucionalizo la criminología, se encuentra acompañada por libros sobre el tema junto con imágenes en las que se retrataba a los presos para conocer el universo de los delincuentes y para estudiar los casos de “desviación sexual”.

“Enfocamos mucho en 1878 y el comienzo de Argentina, el Estado moderno, eso también coincide con el nacimiento de la cárcel moderna como se la conoce. Pasa lo mismo que con la literatura, nace un Estado moderno y también una historia de la literatura y de la cárcel. Todo parece estar nuevo en ese momento y con muchos recursos. Entonces podes ver una cárcel nueva como la Penitenciaría Nacional hecha según un modelo de un teórico como Bentham, que quizás escribió hace muy pocos años, o, teóricos de la criminología como Lombroso que son contemporáneos. Y cuando es el centenario de Argentina en 1910, los teóricos Lombroso y Ferry vienen al país, son los invitados principales. Es impactante cuando pensás que la historia de nuestro país, como se lo conoce, nace junto con todas esas cosas empezás a entender también cómo arranca la historia del Estado”, reflexionó Acevedo.

Pero al mismo tiempo podemos ver los discursos que disputan el monopolio del saber, como es el caso del diccionario del lunfardo y la prensa usando lo más espectacular, la relación entre aspecto físico y naturaleza interior. Como también la carta de lector que se opone a las ideas sobre la biología, sobre el discurso fisiológico de los delincuentes.

En una vitrina podemos encontrar un ladrillo y elementos hallados durante las excavaciones arqueológicas realizadas por la cooperativa Arqueoterra en el parque Las Heras, donde se encontraba la ex Penitenciaría Nacional hasta su demolición, como una manera de recuperar y visibilizar la historia de ese lugar.

En otra parte, un folleto que pide por la liberación de los detenidos de Bragado, un hecho poco conocido, nos introduce en la prisión política que comienza con el golpe cívico militar de 1930. Bajo una mirada higienista se comienza a establecer una distinción entre presos políticos y los presos comunes para evitar contagios. Se muestran fotografías, cartas del comité de liberación por los presos de Bragado, de los presos políticos y sus familiares. En este sector se puede ver cartas de los presos políticos que se exhibieron en una muestra anterior: Cartas de Dictadura.

En el fondo de la sala hay un mural de poesía donde se distingue el Diario de Poesía que contiene traducciones de poemas de Juan L. Ortiz que tradujo durante su detención. A su alrededor aparecen diversos poemas que hablan sobre las prisiones y reflejan otros sectores de la muestra como son el poema de Paco Urondo en la cárcel de Devoto, el de un anarquista sobre la prisión de Ushuaia y la canción Pabellón Séptimo del Indio Solari.

La exposición finaliza con la escritura en la cárcel en la actualidad. Una amplia, colorida y variada producción que se realiza en los lugares de encierro, en distintos formatos y soportes por medio de los programas de educación superior que funcionan en esos lugares. Algunas de esas producciones son publicadas por cooperativas, editoriales y talleres gráficos para circular por ferias, encuentros y redes relacionadas con la temática. Sin embargo, rara vez se la puede encontrar en las librerías o bibliotecas.

“Para nosotros también era muy importante resaltar, por eso la parte conclusiva un poco de la muestra, es la actualidad de los últimos 30 años, que en la cárcel se escribe mucho, dice Tronquoy y agrega: “Que una institución como la biblioteca, que muchas veces muestra documentos canónicos, también pueda mostrar y poner a la par de un escritor como Bioy Casares un texto inédito de una persona que está en la cárcel actualmente es muy valioso”.

La mayoría de los documentos que se exponen pertenecen al archivo de la Biblioteca Nacional eso les permitió a los coordinadores tener los materiales a su alcance a la hora de seleccionar los documentos para la muestra.

“Primero buscamos los materiales o los estudios académicos que nos dieran una guía bibliográfica. Por ejemplo, el libro de Lila Caimari Apenas un delincuente es un libro modelo porque habla de la historia del crimen en Argentina, la historia de la cárcel y ese libro fue un eje importante porque a partir de ahí tomamos el material de la hemeroteca, los diarios o las referencias a la literatura. Otro eje importante fueron varios estudios de Juan Pablo Parchuc, que pertenece al foco más contemporáneo, es uno de los responsables de UBA XXII, el programa de Educación en Cárceles de la Facultad de Filosofía y Letras y coordina, además, una red de Universidades Nacionales, gracias a todas las referencias de unos trabajos de él fuimos conectando un arco muy grande.  Hay otro estudioso, Pablo Arias, que hizo su libro con una beca de esta de esta biblioteca, de la Dirección de Investigaciones, que estudiaba cómo se encarceló en la isla Martín García que era un campo de concentración a los indígenas a fines del siglo XIX, y qué pasaba con las mujeres y los niños que eran distribuidos en la ciudad como servidumbre”, contó Acevedo.

Sin embargo, algunos registros fueron prestados para que los visitantes puedan conocerlos. Como es el caso de las cartas enviadas por los caciques, son una reproducción de material que se encuentra en el Archivo General de la Nación. Y un adoquín pintado junto a unas imágenes a color. “El adoquín esta prestado por un grupo de artistas del “Proyecto Martín García” y los recuadros con imágenes a color son de un video donde hacen una performance que consiste en sacar un adoquín de la calle Florida, que es algo que pertenecía a la Isla Martín García porque a los presos les hacían fabricar adoquines, los recuperan y lo llevan de vuelta a la isla”, concluyó I Acevedo.

 

Leer es una fiesta

Leer es una fiesta

Más de 200 personas participaron de la Fiesta Lectora en el Parque Avellaneda. El evento, gratuito y abierto al público, convirtió durante 30 minutos la lectura silenciosa en una experiencia colectiva única.

Frente a la Casona de los Olivera, en el Parque Avellaneda, se realizó la última Fiesta Lectora del año. La iniciativa, liderada por Cecilia Bona y su plataforma Por qué leer, busca promover la lectura como un acto comunitario. Desde 2020, Bona organiza encuentros en espacios públicos como parques, plazas e incluso en vagones del subte de la Línea A. “La primera invitación fue llenar un vagón de personas leyendo, y logramos una gran convocatoria. Con la pandemia, nos adaptamos y comenzamos a realizar encuentros itinerantes”, recuerda.

“Es increíble cómo la gente se acerca con entusiasmo a compartir lo que leyó. Cada localidad aporta su impronta, pero siempre se supera la expectativa inicial”, comenta Bona. Para ella, los encuentros reflejan el poder de la comunidad, desafiando la figura del lector solitario. Comparó la experiencia con El Alephde Borges: “Cuando abrimos un libro, aunque cada lector está inmerso en un mundo distinto, en ese instante compartimos un mismo espacio. Los lectores nos hacemos eco de ese Aleph y nos convertimos en uno”. 

Bona no solo organiza estos encuentros, sino que también fomenta la lectura a través de talleres, capacitaciones y actividades como picnics literarios o charlas con adolescentes. Su objetivo es ampliar el acceso a los libros: “Me gustaría que la gente hable de libros en la calle, en el colectivo, en el negocio. Que los libros salgan de los estantes y lleguen a las manos de los lectores, porque el acceso no siempre es igual para todos”. 

En esta edición, realizada el pasado sábado 14 de diciembre, el Pilafest se sumó al evento como un colectivo de intercambio. Nacho Damiano, creador de esta propuesta itinerante, promueve el cambio de libros a través de su plataforma Pila de Libros. “Es un encuentro offline para conocernos, intercambiar libros y generar lazos más allá del lenguaje”, explica. El festival, que se realiza cada dos meses, planea expandirse a otras provincias en 2025.

Los vecinos también se sumaron al evento. Emiliano Blanco, voluntario de la Biblioteca Parque Avellaneda, señala: “El objetivo era mostrar que la lectura, aunque íntima, también puede ser un espacio compartido. Además, buscábamos visibilizar la necesidad de institucionalizar nuestra biblioteca, que funciona de forma voluntaria”. 

La experiencia colectiva dejó huella en los participantes. Corina Marusa, vecina del barrio de Flores, afirma: “Me parece fundamental que existan iniciativas como estas. La lectura es lo que hace a la comunidad, nos encontramos en espacios públicos para nutrirnos como sociedad”.

Estela Maris, jubilada y vecina de la zona, compartió su experiencia al releer el libro La renuncia al patriarcado y comentó sobre el impacto de la lectura en un entorno colectivo: “Lo había comprado hace tiempo, pero no lo había comprendido del todo. Al releerlo aquí, más relajada, lo entendí mucho mejor”.

Campos, un librero que participó por primera vez, destaca: “Ver a otros leer genera curiosidad y puede llevar a que más personas se acerquen al mundo de los libros”. Mientras que María Ortega, vecina de Villa Santa Rita, pone en valor estas iniciativas: “Incentivan a los chicos y acompañan también a los grandes”. Durante el evento, tuvo la oportunidad de descubrir a la escritora Rosario Castellanos, quien la sorprendió gratamente.

Sin embargo, la fiesta lectora enfrenta desafíos. Según Juan Bona, encargado de la administración del proyecto, el principal obstáculo es el financiamiento: “El desafío no es la creatividad, sino encontrar fuentes de financiamiento, porque fue un año complicado para la cultura”. Aunque algunos municipios aportan recursos para eventos puntuales, el apoyo no es continuo. 

La misión de Por qué leer sigue siendo clara: promocionar la lectura en todas sus formas y generar dinámicas inclusivas, como los canjes de libros y los sorteos, que invitan a los asistentes a sentirse protagonistas.

Un escritor políticamente incorrecto

Un escritor políticamente incorrecto

Fogwill: Muchacho Punk, la muestra sobre el multifacético escritor exhibe, por primera vez, los cuadernos personales, correspondencia, fotos, contratos y libros, que fueron donados por la familia del autor a la Biblioteca Nacional.

El Museo del Libro y de la Lengua presentó por primera vez la exposición sobre el escritor y publicista Rodolfo Fogwill, “Muchacho Punk”, con material de archivo inédito, fotografías, manuscritos, contratos, documentos, artículos, trabajos en publicidad y controversias. “Es un escritor que irrumpió en la literatura argentina como un meteorito”, manifestó el curador de la muestra Esteban Bitesnik. Desde el Museo, describen la personalidad multifacética del autor como “sociólogo interesado en la semiótica y el lenguaje publicitario, exitoso consultor de mercado de grandes tabacaleras, escritor laureado por Coca-Cola, editor independiente de colegas admirados y marginados, poeta, novelista que imaginó las atrocidades de la Guerra de Malvinas, lúcido analista que auscultó la transición democrática, advirtió sobre el legado cultural de la dictadura y reflexionó sobre la cultura política argentina”. El trabajo de curaduría y archivo fue llevado a cabo por el equipo integrado por Inés Ulanovsky, Inés Girola, Pablo Licheri, Verónica Rossi, Constanza Penacini y el mencionado Bistenik.

 

“El sueño de cualquier archivista”

Los platos y la comida estaban intactos, como si hubiese salido y estuviera por volver en cualquier momento. Sogas y pilotos hacían de su casa un barco. Había un altar dedicado a sus hijos con dibujos y cartas, plantas pico de gallo naranjas y sobre la chimenea, la foto de una mujer que no era ninguna de sus esposas.

“Estaba todo como él lo había dejado”, dijo la curadora y archivista Verónica Rossi y recordando la primera vez que había entrado junto a Vera, la hija de Rodolfo Fogwill, a la casa del escritor, después de su muerte. “Necesito que me acompañes a la casa de papá a ver qué hacemos con sus papeles”, le había dicho Vera y así sucedió el 29 diciembre de 2010.

“Era el sueño de cualquier archivista, encontrarse con un lugar que hablaba de Fogwill en cada uno de sus recovecos, en cada uno de sus papeles”, expresó  Rossi durante la apertura de la exposición “Fogwill: Muchacho Punk”. La casa del escritor era un desorden ordenado, cuenta la archivista Rossi. Estaba dividido por espacios para cartas de escritores, revistas con sus publicaciones, libros, música, hijos y náutica. Cada uno de los materiales fueron organizados en 27 cajas de correspondencia, inéditos, documentación, fotografías, artículos de diarios y revistas.  “Lo que se desprende de todo este archivo, cartas y correspondencia es también todo ese costado donde tejía una red de amistades, era muy consultado por sus colegas y escritores. Todo ese costado humano de Fogwill donde atendía a dudas y consultas específicas, ya sea por una palabra, un sustantivo, un adjetivo, cómo se puede decir tal cosa o tal otra”, expresó el curador Bitesnik.

Dentro del archivo, también se encontraron transcripciones a mano de poemas de Teresa de Avila de Jesús y canciones de Michael Jackson escritas en español como “You are not alone”. Rossi, en relación a la personalidad cambiante y curiosa de Fogwill, manifestó: “Él es una persona que se la pasó mudándose no solo físicamente sino también de profesiones”.

A partir de ese momento, se inició un proceso de varios años que tuvo entre sus momentos cúlmine la donación de los materiales por parte de familiares a la Biblioteca Nacional en el año 2022, un gesto valioso por parte de los hijos Andrés, Vera, Francisco, José y Pilar. Como explica la archivista del Museo del Libro y de la Lengua, Nuria Dimotta, hay “universidades de Estados Unidos que compran estos archivos” por lo que es “súperimportante, que se haya valorado la dimensión de lo que políticamente implica donar un archivo en la institución pública”.

La pileta

Como caminando en el fondo de una pileta, la luz proyecta sus olas plásticas sobre las figuras de los que la visitan. Los envuelve y arremolina. Fogwill nada junto a ellos boca arriba. Una brazada hacia atrás y el brazo derecho se extiende y sumerge en la serie fotográfica. Burbujas y gotas salpican las imágenes. El bigote blanco y tupido, los ojos colorados por el cloro y las antiparras sobre la frente. La mirada fija en quien lo espía.

Es la estación que invita a bucear en su faceta náutica. En las paredes de la habitación celeste ondean veleros, otro Fogwill (más joven) y el mar. Fuma, navega y comparte, con amigos y gaviotas. La gran ventana de los sueños se abre en la siguiente estación. Barcos que vuelan, humanitos, sueños eróticos, calvicie, cosas perdidas y pipas, son parte de su diario onírico. Fogwill está en su estudio rodeado de libros y cables que van construyendo una microciudad sobre su escritorio. En su desorden ordenado, el soñador se agarra la cabeza mientras lee aquello que acaba de tipear en la máquina de escribir.

Hay textos mecanografiados sobre páginas oxidadas con manchones, derramamiento de líquidos no identificados, tachaduras y círculos de tinta verde, roja y azul que dejan la impronta de su autor.

“Argentinazo: ¡Las Malvinas recuperadas!” (Crónica), “Estamos ganando” (Revista Gente), “Inminente recuperación de Las Malvinas” (Clarín), son algunas tapas de los diarios de 1982 que dan la bienvenida a la estación que lleva el nombre de su primera novela: Los Pichiciegos. “Pasaba por la casa de mi madre cuando la escuché gritar: ‘¡Hundimos un barco!’ Yo volví entonces a mi estudio y escribí una frase: ‘Mamá hundió hoy un barco’. A las ocho horas del hundimiento del barco de mi madre yo ya estaba escribiendo aquel libro”, contó Fogwill sobre aquella vez.

La novela narra un relato de ficción más cercano a la realidad de la contienda de las Islas Malvinas que aquella imaginada colectivamente por la sociedad Argentina después de haber recibido información manipulada por los medios masivos de comunicación que transmitían la versión oficial de la última dictadura militar. “Había terminado la guerra y es algo que todavía hoy no pudimos procesar, imagínense en ese momento”, contó el Director de Cultura de la Biblioteca Nacional Guillermo David.

Bitesnik habla de la urgencia de Fogwill de escribir al calor de los acontecimientos mientras sucede la guerra. Una escritura de la emergencia para interpretar su presente.

El sabor del encuentro

“Hoy la publicidad no es como la que se manejaba en las épocas de Fogwill. Fogwill habitaba en ese mundo donde estaba todo por conocerse todavía”, manifestó Bitesnik. De sociólogo a publicista, en los años 70 creó su propia agencia publicitaria Ad Hoc. Videos de su trabajo en marketing y focus group, viñetas de chicles Bazooka y el icónico eslogan de la cerveza Quilmes: “El sabor del encuentro”, están expuestos en la muestra.

Además, destaca la carta que recibió después de ganar el concurso en 1980 de “Coca-Cola en las Artes y las Ciencias” con el libro Mis Muertos Punk. En este episodio decidió romper el convenio de la compañía y publicar el libro en su propia editorial llamada Tierra Baldía. Las anotaciones y comentarios irónicos en la carta escritos a mano por Fogwill dan cuenta de su inconformismo. “Fogwill es un gran polemista”, explicó Bitesnik y continuó: “Es un escritor que por decirlo en términos muy actuales, políticamente incorrecto”. Rossi, aporta a este perfil que combina lo provocador y el escándalo mediático con una fuerte influencia del movimiento punk: “El era una persona que le gustaba las polémicas. Incluso en las cartas se ve”.

 

El último viaje

Rodolfo Fogwill fue un productor y producto de su época. Sus múltiples facetas no solo reflejan una persona en constante movimiento y con una gran inquietud intelectual, sino también las mezclas eclécticas de una época que incluye el legado cultural de la dictadura, la cultura política argentina y la transición democrática.

Fue un escritor leído especialmente por la generación que le fue contemporánea. Al respecto, Rossi expresa el deseo de que la muestra permita llevar a muchos jóvenes a descubrir a Fogwill y sus textos, que invite a seguir investigando, escribiendo sus biografías y a la activación del archivo.

El recorrido termina con un Fogwill que recorre el barrio de La Boca un día sin sol. “Empezamos con un Fogwill casi desnudo y terminamos con un Fogwill abrigado y con gorro de lana”, explica Bitesnik. Al lado de las imágenes del documental El último viaje, la frase del escritor: “Escribir es pensar, y es un eslogan mío”.

 

“Fogwill: muchacho punk” se puede visitar hasta el 31 de julio de 2025 de martes a domingos de 14 a 19 en el Museo del Libro y de la Lengua (Av. Gral. Las Heras 2555).

Con el brillo de las letras

Con el brillo de las letras

Un taller de escritura para adolescentes y jóvenes de la Villa 21-24, publicó «Sin el brillo de la virulana», un libro con los textos producidos por sus participantes que los ayuda a sustraerse del consumo de paco y mejorar su calidad de vida.

En la villa 21-24, ubicada entre Parque Patricios y Barracas, los pibes y pibas del barrio escribieron su primer libro, relataron sus experiencias y vivencias desde el lado más sentimental y sincero. “Dame la hoja para escribir que hoy sin el brillo de la virulana estoy inspirado”, dijo Ángel uno de los compañeros del taller literario, frase que le dio nombre al libro, Sin el brillo de la virulana.. El título hace referencia al uso de la virulana, que es utilizada como filtro a la hora de encender el paco y que al hacerlo queda brillosa. “Mientras uno está en consumo busca ese brillo, pero después te das cuenta que sin él uno tiene más vida”, dijo Angel. A pesar de lo crudo de cada historia que relatan, hay un momento de claridad del cual surgen sus fragmentos.

El libro se creó en el año 2023, entre los meses de febrero y agosto, en el taller literario del Hogar de Cristo Padre Hurtado, una organización comunitaria que asiste y acompaña a personas del barrio en situación de calle. Su objetivo principal es que los pibes salgan del consumo para ampliar sus oportunidades a una vida mejor. Una de las tantas asistencias y herramientas que brinda el Hurtado es la oportunidad de escribir y expresarse creativamente.

El taller funciona como una actividad opcional, el que tiene ganas se puede acercar a escribir o solo a escuchar. No todos los integrantes que escribieron el libro participaron durante todo el año de su desarrollo, debido a la situación vulnerable en la que se encontraban. Algunas de las dinámicas que trabajaban en el taller era escribir un poema colectivo, sobre cierta temática, ya sea de enamoramiento, amistad, trabajo, en la que cada uno pensaba una frase al azar y la escribía en el papel, sin saber que ponían los demás. Luego todos los fragmentos se juntaban y sorprendentemente coincidían en sentidos, emociones y vivencias.

Alejo, uno de los protagonistas del libro, contó en diálogo con ANCCOM, que él siempre encontró una conexión con la escritura desde que era chico, siempre le gusto redactar historias de su vida. “El año pasado me pasaron muchas cosas oscuras, de las cuales me pude hacer cargo gracias a la escritura”, dijo Alejo, y agregó que “antes tenía un problema y me refugiaba solo en la droga y ese problema se hacía cada vez más grande, lo anulaba mientras duraba el efecto del paco”. Anterior a  su llegada al Hurtado, Alejo trabajaba vendiendo frutas y verduras, golosinas y jabón líquido en el barrio de Zabaleta. En ese momento la policía lo perseguia debido a la venta ambulante. Una vez volvió de trabajar todo el día en la calle y le avisaron que le quemaron el cuarto que alquilaba en el barrio, perdió todas sus pertenencias. Alejo cree que fue obra de la policía. Se quedó en la calle, y así es como terminó conociendo el Hurtado en la Villa 21-24. “En el barrio está lleno de transas, en todos los pasillos, arriba y abajo, es muy difícil no caer, la realidad del barrio es esa” contó Alejo lamentándose, y agregó: “Yo pude encontrar un lugar neutro en los costados de la villa”. En el libro le dedica un cuento a su hijo, el cual no vió durante 8 años  hasta que se enteró que estaba en situación de calle, y en consumo, en la provincia de Neuquén. “Cuando supe su paradero en un hogar de Neuquén, la escritura me ayudó a poder comunicarme con él, gracias a la ayuda de mis compañeros pude traerlo de vuelta conmigo”, dijo Alejo.

Morena Ferrari, es una mujer trans, también protagonista del libro, que dejó su casa a los 15 años debido a que su familia aceptaba su identificación de género. “Soy una chica trans con consumos problemáticos que se esfuerza por poder salir adelante y sobrevivir, me gustaría que sepan de mí historia, para ayudar a otros que están tirados y que piensan que no se puede salir”, dijo Morena. Durante sus años en la calle conoció a su primera pareja, quien falleció al poco tiempo. Morena le dedicó dos poemas que describen cómo vivieron esa etapa de su vida juntos en la calle.

Los relatos del libro invitan a escuchar y reflexionar sobre la realidad del barrio desde la voz de los propios protagonistas que lo habitan, caminan, aman, tropiezan y salen adelante. Evidencia las contradicciones e injusticias de la sociedad, y que además, no solo en la villa se encuentran cosas malas, también hay amor, amistad, cultura, costumbres y compañerismo. Contiene diversas vivencias con ganas de ser escuchadas. “Lo que buscamos con el libro es llenar de realidad a un mundo que está lleno de mentiras”, dijo San Martín, y agregó: “No siempre el consumo es el origen de las problemáticas, sino que las demás problemáticas de la vida cotidiana son las que llevan al consumo, absorbemos cosas que debería hacer el Estado, nos organizamos como podemos”. El Estado no está ausente dentro de la villa, sino que está más presente que nunca,  es el que fomenta el consumo en los pibes, desorganizando su vida cotidiana y cerrando las puertas para salir de la villa.

La escritura popular es expresada desde una población vulnerada, una herramienta que ayuda a que los pibes salgan del consumo. Anónimos aunque presentes. Un escrito colectivo de –y para– los pibes y pibas de la villa. Estos fragmentos vuelven a remarcar que lo colectivo sabe sanar, y que de poco sirve lo individual. El libro salió a la venta en noviembre, tiene un valor de 13.500 pesos, con la preventa se realizará la impresión de los escritos vendidos, y de algunos que quedarán en la organización para difundir y repartir entre compañeros y colegas.