El debate sobre la separación Iglesia y Estado recién empieza

El debate sobre la separación Iglesia y Estado recién empieza

La vigorosidad sobre la discusión en torno a la relación Iglesia con el Estado se vio incentivada por el impacto social que alcanzó el debate sobre la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) el año pasado y la efervescencia del movimiento de mujeres a nivel nacional. Durante la primera sesión informativa del año pasado en Cámara Baja, el actual Jefe de Gabinete, Marcos Peña se vio sorprendido por una pregunta de Carla Carrizo, diputada del bloque Evolución Radical, quien sostuvo: “Quisiera plantear un poco la equidad de culto en la Argentina y garantizar la pluralidad de voces de todas las religiones en la escena pública democrática del país ¿Cuánto aporta el Estado en los sueldos de los funcionarios eclesiásticos?” El recinto se tornó silencioso. El Jefe de Gabinete afirmó que se destinan 130 millones 421 mil 300 pesos, percibiendo un obispo hasta 46 mil 800 pesos mensuales. La diputada levantó sus anteojos rápidamente y aseguró: “Cada uno de estos obispos gana lo que no gana ningún maestro argentino”. Desde el oficialismo resaltaron que el Estado está obligado por la Constitución Nacional a pagar esas sumas a la Iglesia, amparados en el artículo 2: “El Gobierno Federal sostiene el culto católico apostólico romano” y aclararon que estas no representa ni un 7% del dinero de la Institución.

Con este planteo y, sobre todo, a partir del debate de la Ley IVE se desarrolló en Argentina la Campaña Federal por la Separación de la Iglesia y el Estado, que reclama un Estado laico y denuncia la influencia material y simbólica de la Iglesia católica en las decisiones de interés público.

En medio de la discusión, la 116 Asamblea Plenaria del Episcopado dio a conocer, en noviembre de 2018, la resolución por la cual la Iglesia renunciaría paulatinamente a este financiamiento estatal. Los obispos expresaron su voluntad de aceptar el reemplazo gradual de los aportes del Estado por alternativas basadas en la solidaridad de las comunidades y de los fieles, asumiendo el espíritu de las primeras comunidades cristianas que ponían lo suyo en común.

De las leyes que regulan el financiamiento de la Iglesia en la actualidad, tres fueron decretadas durante la última dictadura militar, sin modificarse ni derogarse durante los sucesivos gobiernos democráticos. La 21.950 establece que los miembros de la jerarquía eclesiástica reciban una asignación mensual equivalente al 80% de la que percibe un juez nacional de primera instancia. La ley 21.540 las define como vitalicias. La 22.162 le otorga al Poder Ejecutivo la facultad de otorgar un sueldo a curas párrocos que vivan en zonas de frontera. La ley 22.950 crea un régimen de sostenimiento a la Iglesia Católica Apostólica Romana para promover la formación de sus ministros, que surjan de la población nativa. Por último, el Decreto Ley 22.430 instituye una asignación mensual vitalicia para sacerdotes seculares que hayan cumplido los 65 años o se hallaren incapacitados y que hubieran desarrollado su ministerio en el país por un lapso no menor a cinco años, recibiendo una asignación equivalente a una jubilación mínima.

Un estudio realizado recientemente por la Universidad de San Andrés reveló que un 74% de la población argentina conectada a Internet dijo estar «de acuerdo» acerca de la separación del Estado y la Iglesia, frente a un 18% que se mostró en desacuerdo. Considerando el nivel de religiosidad, el 86% de los no creyentes dijo estar de acuerdo con la campaña “Iglesia y estado, asunto separado”, al mismo tiempo que el 79% de los religiosos también estuvo de acuerdo.

Desde marzo de 2018 a la actualidad, varios fueron los proyectos de ley presentados por distintos partidos en torno a la temática. Las diferentes iniciativas coinciden en plantear la condición laica del Estado así como también de la educación pública, y buscan recortar el financiamiento a la Iglesia Católica. Para la diputada Carrizo se trata de que la Iglesia sea considerada “persona jurídica privada”, como el resto de las religiones. En cuanto a remuneraciones propuso asignarle el equivalente a la del profesor universitario concursado. A su vez, al igual que el proyecto presentado por el Frente para la Victoria (FPV), a cargo de la diputada Araceli Ferreyra, su propuesta busca prohibir la exhibición transitoria o permanente de imágenes, símbolos o cualquier objeto que remita a la práctica religiosa en todos los edificios y espacios públicos. Por otro lado, la dirigente del Partido Obrero, Romina del Plá, presentó otro proyecto orientado a derogar una ley de transferencia de tierras públicas al Obispado de San Justo. El diputado del PTS/FIT, Nicolás del Caño, junto a su compañera de banca Nathalia González Seligra, presentó una iniciativa para derogar los decretos de la dictadura y el Concordato entre la República Argentina y el Vaticano de 1966 (Ley 17032). Con el mismo objetivo lanzó su proyecto el diputado radical Alejandro Echegaray.

El mismo debate se desarrolla en la Legislatura porteña. En la audiencia pública desarrollada el 6 de septiembre de 2018, Gabriel Solano, legislador del Partido de Izquierda de los Trabajadores (FIT), presentó el proyecto de ley de mayor alcance, que busca poner fin a las exenciones impositivas establecidas en el Código Fiscal, anular las cesiones de tierras e inmuebles y eliminar los subsidios que reciben las entidades religiosas. En diálogo con este medio, el diputado explicó: “Presentamos esta iniciativa para colaborar con la lucha que están librando en las calles las mujeres y la juventud. La estrategia fue mostrar de qué modo se produce este entrelazamiento de intereses. Hicimos una investigación donde sacamos a la luz los impuestos que la Iglesia no paga, o la forma en la que se le entregaron decenas de propiedades. El accionar defensivo de la Institución Católica fue abrir una negociación con el Gobierno para cambiar la forma en la que el Estado paga los salarios de los obispos y curas de frontera”.

La Campaña Federal por la Separación de la Iglesia y el Estado

Ya se había levantado del asiento que ocupaba hacía cincuenta minutos en la línea 98. Colocada frente a las puertas de descenso, apretaba fuertemente con su mano derecha un papel impreso doblado al medio, mientras que con la otra se sostenía del caño del colectivo. Llevaba una remera blanca de mangas cortas con la frase «Abajo el patriarcado», unos jeans ajustados y zapatillas deportivas negras. Su cabello rubio caía sobre sus hombros. En su muñeca derecha tenía amarrado un pañuelo naranja y en su mochila, uno verde. Llevaba puestos unos auriculares conectados a un mp3. Se dirigía hacia la Asamblea Abierta, organizada por los referentes de la Campaña Federal por la Separación de la Iglesia y el Estado.

Taty Barranco, salteña, transfeminista, militante de género, diversidad sexual y derechos humanos, es la impulsora de la campaña. En diálogo con ANCCOM habló sobre su origen: “La campaña se inició antes de las elecciones legislativas por el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. En ese momento, aún no se hablaba al cien por ciento sobre cómo la Iglesia y sus dogmas religiosos y morales influyen en las decisiones políticas. Entonces pensé que era necesario y urgente que se cree un movimiento que pueda reflejar este palo en la rueda de la evolución y adquisición de derechos, que solamente le competen al Estado y no a la institución Iglesia.”

Para Barranco, el pañuelo naranja, emblema de la Campaña, es mucho más que una prenda: “Significa que lo que necesitamos y queremos es la real separación del Estado y la Iglesia: que el Estado sea laico, que no sea sólo teoría y que en la práctica se demuestre este descontento. También, que se deje de transferir millones de pesos a la institución año a año y que se le quiten los privilegios que tiene sobre otras religiones. Pero lo que más significa y deseamos es que haya un cambio sociocultural donde la primacía del dogma moral y religioso caiga.”

La Campaña es apartidaria y funciona en todo el país. Presentan un documento de adhesión donde las agrupaciones pueden acceder a él. A su vez, la acción tiende a ser conjunta y horizontal. “Estamos las veinticuatro horas en comunicación, coordinando acciones federales o provinciales. Nos ayudamos, alentamos, complementamos y cada acción se consensua e informa”, describe Barranco. También presenta comisiones especializadas: legales, género, comunicación, arte, militancia y finanzas. “En cada comisión tenemos profesionales que asesoran y ponen su tiempo por convicción a la campaña y esperamos que se sumen más”, termina de explicar Tatiana. Unas de las acciones más trascendentes llevadas a cabo en este último período por la Campaña son las invitaciones masivas a apostatar: “darse de baja de la Iglesia Católica.” Esto implica realizar un trámite, explicado paso por paso en la página oficial, que permite desbautizarse.

La postura de la Iglesia Católica

El cura Jorge Bazán, miembro de la Iglesia Católica Apostólica Romana, sostiene la legitimidad de la unión de la Iglesia con el Estado en la tradición y en el lugar hegemónico que la institución eclesiástica ha ocupado históricamente en la sociedad. “No hay dudas -asegura- de que las elites fundadoras del país asignaron a la Iglesia Romana un papel fundamental en la constitución del Estado Nación, sin embargo, el status jurídico que la diferencia del resto de los cultos suele pasar inadvertido. La Iglesia no sólo es reconocida por la Constitución Nacional como un Estado autónomo, sino que el Código Civil le asigna personería jurídica pública a diferencia de las demás religiones, reconocidas como personas jurídicas privadas”.

El funcionario eclesiástico niega la necesidad de equiparar la institucionalidad jurídica de la Iglesia Católica Apostólica Romana al del resto de las religiones ya que carecen del tamaño y la complejidad estructural que posee su credo. Según Bazán, “el problema es que otras Iglesias, como las Evangélicas, teórica y fácticamente no tienen la estructura de la Iglesia Católica. Por eso se dice que en Argentina hay diversidad religiosa pero no igualdad religiosa.”

Además, el culto católico se erige como la religión predominante, cuyo alcance real se observa fácilmente en la extensión de sus instituciones de carácter social. Con respecto al financiamiento estatal de la educación privada católica, Bazán argumenta que “el Estado debe subvencionar la educación, pero no necesariamente toda la educación tiene que ser del Estado. Este debe subvencionar la educación que los ciudadanos eligen para sus hijos”. Por otra parte, afirma que el Estado necesita de la guía moral de la Iglesia para obrar correctamente ya que sin su influencia en materia normativa, cualquier tipo de perversiones serían legalmente permitidas.

Sin embargo, esta no es la única postura del catolicismo frente al debate. Generalmente se tiende a construir una imagen simplista y homogénea de la Iglesia Católica que omite la existencia de contradicciones internas y diferentes corrientes de pensamiento al interior.

“Dentro del concepto ‘Iglesia Católica’ subsisten las Iglesias Ortodoxas, Nacionales y alta Iglesia Anglicana”, explicó el Monseñor Luis Bergonzi, representante de la Iglesia Católica Apostólica Argentina, una vertiente del catolicismo que se independizó de Roma en 1945. Esta corriente se ha posicionado históricamente a favor de la separación entre la Iglesia y el Estado ya que plantea que el reconocimiento de la igualdad jurídica de todas las religiones es fundamental para la construcción de una sociedad más justa.

Según Bergonzi, la mezcla entre política y religión se opone a la esencia misma de la Iglesia ya que “al recibir sueldos y prebendas por parte del Estado, en detrimento de las demás confesiones religiosas, la Iglesia Católica Romana cae en un acto de discriminación que en nuestro país está penado por la ley”. Por lo tanto, aseguró que “es necesaria una nueva ley de culto, democrática, consensuada y ecuánime, sin privilegio alguno para la Iglesia de Roma ni cualquier otra confesión.”

Un debate más complejo

La socióloga Verónica Giménez Béliveau plantea que no hay que perder de vista la complejidad del panorama al pensar la cuestión de la separación ya que “el catolicismo es un espacio complejo, plural y heterogéneo en el que conviven corrientes, instituciones, comunidades e individuos. Es decir, son  objetos sociales diversos que tienen distintos niveles de institucionalidad y de relación con distintas esferas de actividad”. Estos espacios se articulan con una gama de instituciones sociales que incluyen desde escuelas parroquiales, hogares de ancianos y huérfanos hasta la distribución de alimentos en parroquias y capillas.

Por lo tanto, se distinguen dos funciones estatales que han sido históricamente delegadas a la Iglesia Católica: la educación y la acción social. “Al Estado le sale más barato subsidiar las escuelas privadas confesionales que crear unidades educativas nuevas”, explica Giménez Béliveau con respecto al ámbito educativo. Y agregó que sólo en la Ciudad de Buenos Aires el 47,3% de los niños asiste a escuelas privadas donde el 31,6% de la matrícula es confesional, de la que el 96% pertenece a instituciones católicas. Muchas de ellas son parroquiales y atienden a una población empobrecida o se establecen en zonas donde la educación estatal no llega.

Con respecto a la esfera de acción social, resaltó: “El Estado, tanto provincial como nacional, terceriza gran parte del trabajo de cuidados en  institutos religiosos”. Por lo que se pregunta qué es lo que hay que separar y hasta dónde se debería plantear la separación.

La socióloga señala que el presupuesto estatal destinado a estas actividades es insignificante con respecto a su volumen real, tanto en términos de presupuesto estatal como en la forma en que las diócesis administran ese dinero. “La Secretaría de Culto destina 50 mil pesos por diócesis. Con esto no quiero decir que no sea necesaria la separación, sino que la cuestión de sostenimiento económico no puede ser un obstáculo para la separación”, agregó.

Por otro lado, el historiador Roberto Di Stefano explica que el desarrollo del debate en torno a la separación de la Iglesia del Estado en Argentina ha adquirido tintes pasionales que no han permitido sostener una discusión informada y racional acorde a la complejidad de la cuestión. Un eje clave que ha sido eliminado de todo debate es la pregunta por el tipo de laicidad que se desea instalar en el país. Di Stefano explicó que la laicidad está formada por dos elementos, por un lado la libertad de conciencia e igualdad de derechos que utiliza como herramienta la separación de la Iglesia y el Estado; y  por otro lado la neutralidad del Estado con respecto a toda religión u otras filosofías de vida. Existen distintos tipos laicidad posibles: cerradas, abiertas, con Iglesia de Estado o con separación de la Iglesia y el Estado.

Di Stefano afirma que es posible la convivencia de la libertad de conciencia e igualdad de derechos con una Iglesia de Estado, pero que en Argentina la experiencia histórica exige una laicidad con un Estado autónomo. “Tenemos una historia en la que el catolicismo se ha propuesto, e incluso impuesto, como identidad religiosa vinculada a la identidad nacional de manera muy estrecha y eso ha servido para discriminar gente, para establecer desigualdades jurídicas, políticas o simbólicas”, explicó.

De todas formas, “no es un tema para tomar en términos de hinchadas de fútbol”, agregó en referencia a la tendencia a simplificar argumentos, “lo que me parece importante es sentarnos a debatir, informarnos y tener un debate público serio evitando ponernos camisetas y pensar críticamente.”

Iglesia y Estado asuntos separados

Iglesia y Estado asuntos separados

Luego de que el Senado no sancionara la Ley por la Interrupción Voluntaria del Embarazo, el pasado 8 de agosto se desató la polémica por el peso que tuvo en esta decisión la Iglesia católica. Bautizados realizaron apostasías colectivas y se comenzó con una fuerte campaña para pedir por un Estado laico y que ningún culto intervenga en políticas estatales.

La Coalición Argentina por un Estado Laico (CAEL)  vehiculizó casi 4.000 apostasías en todo el país: “El Estado tiene que ser neutral en materia religiosa en dos aspectos: no debe privilegiar a un culto por sobre otro, y no tiene que adoptar los valores religiosos por sobre otro valores sociales. Después del debate del Senado por la legalización del aborto, hubo un despertar en la conciencia social de que la Iglesia es la principal fuerza que se opone a la ampliación de derechos, y que tiene opinión en políticas públicas”, resume César Rosenstein miembro de la coalición.

Falta de datos oficiales

Para la Iglesia, el 90 por ciento de las personas que viven en Argentina son católicas. Según estos datos, casi todos los argentinos estarían de acuerdo con sus doctrinas, lo que le da peso a la hora de involucrarse en la toma de decisiones políticas. Pero lo cierto es que no hay datos oficiales sobre religión en el país desde 1960. “La pregunta sobre la religión fue irregular en los censos. Se preguntó en 1947 y 1960. En el 47 dio alrededor de 94 por ciento y en el 60 el 91 por ciento de católicos. Desde ese momento no se volvió a inquirir acerca de la religión, por distintas razones: a la Iglesia no le interesaba que se pregunte porque siempre se pensó como la totalidad. Y por otro lado, los que hacían el censo en ese momento, consideraron que preguntar por la religión por un lado podría ser vulnerar derechos personales de cada individuo, y por otro lado, había una cuestión teórica para los sociólogos de 1960, la religión era producto de una formación social anterior, y se suponía que iba a desaparecer. La consecuencia concreta de eso es que no tenemos contabilidad de la cantidad cierta de católicos, evangélicos o personas que no tienen religión”, explica Verónica Giménez  investigadora del CONICET, y coordinadora el Programa Sociedad, Cultura y Religión en el CEIL.

Los datos más próximos que se tienen pertenecen a un estudio llevado a cabo por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)  realizado en el 2008, a 2.403 argentinos de todas las regiones, que arrojaron las siguientes estimaciones: Un 76,5 por ciento se define católico. La primera minoría, a su vez, correspondía sorprendentemente a las personas sin religión: el 11 por ciento de la población. Y a eso le siguen los evangélicos con el 9 por ciento. Dentro de estos tenés un grupo que es el 1.1 por ciento que son las iglesias históricas, que suelen ser más progresistas, el grupo de esas iglesias apoyó la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en ciertos comunicados. Después el 7.9 por ciento son iglesias pentecostales o bautistas, ahí se encuentra el grueso de los grupos que luego movilizaron al Obelisco en contra de la Ley. Fortunato Mallimaci tiene una frase interesante: en esa ley los católicos pusieron el lobby y los evangélicos pusieron la calle”, comenta Giménez.

Creer sin pertenecer

Cuando se le preguntó a los entrevistados cómo se relacionaban con Dios, el 61,1 por ciento respondió por cuenta propia, contra el 23,1 por ciento de personas que dijo que lo hacen a través de la Iglesia. Estamos frente a procesos de desinstitucionalización religiosa y de individuación de las creencias. “La religión ya no organiza la vida de las personas. Las decisiones son personales. Cuándo casarme, cuándo tener hijos, cuándo y con quién mantener relaciones sexuales. Son decisiones que las personas se reservan para sí. No se dejan influenciar por las líneas de la institución. La autonomía del individuo trabaja cada vez más la cuestión de la des-adhesión a las instituciones. Esta idea de yo hago lo que quiero con mi fe”.

“En nuestros estudios -aseguran los especialistas-, lo que nos damos cuenta es que de esos católicos hay un porcentaje muy chico que tiene además del bautismo otro sacramento. Un porcentaje aun más chico que va a misa, o a ceremonias de su culto todas las semanas. Un porcentaje aun menor, que participa como activista o militante en algún grupo relacionado con la religión”. Esto concuerda con el 66.9 por ciento de los entrevistados, que indican que se puede ser buen religioso sin ir a la Iglesia o Templo.

Vínculo económico

En el segundo artículo de la Constitución Nacional, se establece que el Gobierno debe sostener el culto católico. La Iglesia no paga exenciones de ingresos brutos, ABL y patentes, recibe subsidios en servicios públicos, y se le han otorgado 17 predios por 5,2 millones de dólares, según documenta un proyecto de ley que impulsa la separación de la Iglesia del Estado en la Ciudad, que presentó el legislador del Frente de Izquierda, Gabriel Solano.

El proyecto plantea anular la cesión de tierras e inmuebles, quitar los subsidios a los servicios de las entidades religiosas y poner fin a las excepciones impositivas: “Los establecimientos religiosos que tiene el Episcopado en Buenos Aires. Sin contar los colegios, y otros establecimientos de exclusividad comercial, son 308. Entre ellos la sede central del Episcopado de la Ciudad cuenta con dos mil metros cuadrados. Si le sumamos las 304 escuelas de la ciudad de Buenos Aires que pertenecen a la Iglesia católica,  ahí son 612 propiedades. Además de los establecimientos religiosos tenemos otro tipo de inmuebles que son difícil de precisar, como por ejemplo el Luna Park, cedido al Episcopado por Tito Lectoure”, explica Solano.

Por una ordenanza de 1978 del intendente de la dictadura, Osvaldo Andrés Cacciatore, y que fue mantenida por todos los gobiernos que le sucedieron en democracia, se le paga a la Catedral Metropolitana el servicio eléctrico. “La justificación es que ahí están los restos del general San Martin, a mi juicio deberían estar en la Casa Rosada como padre de la patria, no en una institución confesional”, sostiene.

En esta misma línea, la Iglesia católica no paga Alumbrado, Barrido y Limpieza (ABL) de sus propiedades ni Ingresos Brutos en sus empresas, advierte el legislador: “La sede central del Episcopado debería pagar de ABL 98.279 por mes está exenta desde el año 98, es decir, a valor actual no pagó 35 millones de pesos en ese concepto. Otro caso es  la Universidad Católica Argentina, con sede Puerto Madero, 702 mil pesos por mes de ABL está exenta desde el 94, al valor actual se ahorró de pagar 102 millones de pesos y estamos hablando de una sola sede. La iglesia tiene su grupo capitalista que es la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) y la integran Clarín, Telecom, Banco Galicia, Arcor, entre otros.  ¿Qué decían en los pronunciamientos de su página? Tiene dos declaraciones últimas, una en contra del derecho al aborto, y otra a favor del tarifazo”.

“El Estado y la Iglesia tienen una relación económica estrecha. Hablamos de centenares de millones de pesos. La Iglesia utiliza ese beneficio para presionar, para que no salga el derecho al aborto, para que la educación sexual integral no se lleve adelante en establecimientos educativos. El Estado está dispuesto a resignar económicamente una fuente de ingresos, como compensación de un gran apoyo político. Este se convierte en un Estado confesionario que aplica políticas oscurantistas”, concluye Solano.

Según los estudios del CONICET, la mitad de los argentinos considera que hay que financiar a todas las confesiones religiosas o en su defecto a ninguna. Pero la contribución financiera del Estado al trabajo social de la Iglesia y sus templos tiene amplio grado de aceptación: “Hoy las iglesias cumplen roles sociales, donde el Estado no llega, por ejemplo, el espacio de las tóxico dependencias, las personas con problemas de drogas se internan en instituciones religiosas. Ahí no hay Estado. Si se quiere separar Iglesia de Estado hay que pensar en estas cosas”, reflexiona Verónica Giménez.

Relación política

El Estado argentino no es ni católico, ni laico. Pero sí le da un estatuto particular a la Iglesia católica. Para Verónica el problema es político: “La Iglesia y el Estado tiene una ligazón muy fuerte que es más política que de arquitectura jurídica. Es más un poder de influencia históricamente asentado. Hay relación de cúpula a cúpula. Me parece muy acertada la opinión de legisladores que aun reconociendo su fe, o su encuadramiento dentro de la Iglesia católica, pensaron cuando votaron por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en temáticas que tenían que ver con salud pública, ese sería el nudo de la separación, en términos de acción política concreta. Los legisladores, por más católicos que sean, deberían legislar según otro tipo de recursos, influencias, pensamientos, o fuentes”, concluye.

“Vengo a decirle chau a la Iglesia”

“Vengo a decirle chau a la Iglesia”

Pañuelos verdes, naranjas y negros, vistieron la esquina de avenida Corrientes y Callao, el sábado último. Y es que una multitud de bautizados formó fila para entregar su carta de apostasía, convocados a través de las redes sociales. La jornada estuvo a cargo de Coalición Argentina por un Estado Laico (CAEL), quien invitó a sumarse a la Apostasía Colectiva, como un acto de renuncia a la Iglesia Católica, en reclamo de su separación del Estado, y como gesto político de repudio a la presión ejercida por la institución religiosa para que el Senado rechace el proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en el Senado.

Esta es la segunda jornada de apostasías colectivas ya que el mismo 8 de agosto, de forma improvisada, desde CAEL impulsaron esta medida, mientras se debatía en el Senado el proyecto de ley de legalización del aborto. Ese día, recibieron 1200 apostasías. Las cartas serán entregadas el viernes 24 de agosto a la Conferencia Episcopal Argentina (CEA).

Para la Iglesia Católica todo bautizado pertenece a su grey, está de acuerdo con sus doctrinas y utiliza esas cifras para imponer sus puntos de vista en la legislación y conseguir privilegios. “La apostasía es renunciar básicamente a la Iglesia como institución, hay mucha gente que sigue creyendo. Hoy me contaba una chica que es devota de San Cayetano, pero que no quería tener nada que ver con la Iglesia, y esos temas son respetables, este es un Estado laico. Todos podemos tener nuestras creencias, pero no tienen por qué intervenir en las decisiones del Estado. Hay dos tipos de persona que vienen a apostatar, la gente muy joven que no quiere formar parte de la Iglesia o personas mayores que nunca se habían tomado la molestia de hacer el trámite, pero después de lo que pasó con el tema del aborto, la gente se dio cuenta de que el obstáculo real es la Iglesia”, explica María José Albaya de CAEL.

Fue la segunda jornada de apostasías colectivas ya que el mismo 8 de agosto, de forma improvisada, desde CAEL impulsaron esta medida

Para la Coalición, apostatar es un trámite que la Iglesia lo hace complicado, por eso la idea es hacerlo colectivo y visible. Para hacerlo es necesario llevar dos copias de un documento que está subido a Internet y fotocopia del DNI. Una copia se la queda CAEL sellada con el recibido, y la otra será entregada el viernes.

Albaya aclara: “Nadie va a salir a quemar iglesias ni a cerrarlas, simplemente que no intervengan en políticas públicas. Pasó lo mismo con el matrimonio igualitario, pero con el aborto como lamentablemente no salió la ley, la indignación creció. Frente a la vocación totalizadora que tiene la Iglesia lo que hay que hacer es seguir militando para que se corran un poco de ciertos lugares, siempre con respeto, pero siguen siendo una figura institucional de mucho poder”.

En la fila para apostatar, María Belén Esperea, una docente catamarqueña, llena el formulario junto con su hijo y esposo: “Estoy acá por la lucha del aborto, y a partir de eso se abrió el debate de la relación eterna que tiene la Iglesia con el Estado, y me parece necesario hacer un corte. Fui a la Iglesia hasta que de grande me dí cuenta de que no me representaba. Cuando tuve a mi hijo decidimos no bautizarlo y fue algo transcendental en mi familia.” Y agrega: “Somos docentes y también queremos que la educación sea laica. Con respecto a esto de la ESI, en muchos colegios no se respeta. Catamarca es una provincia conservadora, porque ahí está la Virgen del Valle, y los colegios católicos pisan fuerte”.

Los pañuelos con el lema «Iglesia y Estado, asuntos separados» que decoran la esquina y los cuellos y mochilas de los presentes.

Gabriela Degachi, acompañada de su esposo que no fue bautizado, termina de firmar los papeles: “Estoy acá porque decido ya no ser parte de una institución que no sostiene las posiciones con las que yo estoy de acuerdo. Voy a seguir siendo católica pero como institución, ya no quiero formar parte. Estoy a favor de la interrupción voluntaria del embarazo y eso fue el click que definió el hecho de hacer el trámite. Esto puede empezar a afectar la legitimidad de la Iglesia.”

Cartelería de “Apostasía para decidir”, “No en mi nombre”, y una cruz tachada acompañan los pañuelos naranjas y negros con el lema «Iglesia y Estado, asuntos separados» que decoran la esquina y los cuellos y mochilas de los presentes.

Ya con su apostasía entregada, Mariano Lionel comenta: “Me bautizaron contra mi voluntad porque era un bebe, llevo veinte años de ateo. El historial de la Iglesia es bastante patético por eso hay que quitarle apoyo. En lo que respecta al derecho a decidir sobre la interrupción voluntaria del embarazo, la posición de la Iglesia fue desleal, hubo todo una campaña por detrás, apretando a representantes públicos que deberían responder a sus votantes, no a poderes como el de la Iglesia. Es hora de dar la señal, y me parece perfecto que sea una campaña cívica, desde abajo, sin mezclar otro tipo de intereses. A los efectos no me cambia mucho, yo dejé de ser católico hace años, pero quiero que la Iglesia sepa que está perdiendo poder. Debe haber muchos católicos que están renunciando a la Iglesia no a la religión, por eso siendo el órgano político más importante de la cristiandad, es un buen mensaje que vea que algunos de sus fieles, no están de acuerdo con posturas políticas que está teniendo. Vaciarlo de contenido numérico para que se den cuenta de que se están equivocando.”  Y concluyó: “No tiene por qué haber ningún tipo de vínculo entre Iglesia católica y Estado. La Constitución dice que el Estado argentino mantiene el culto, financiarlo me parece que es una falta de respeto a las otras creencias. No tengo por qué mantener funcionarios de un culto religioso por más mayoritario que sea.”

Para la Coalición, apostatar es un trámite que la Iglesia lo hace complicado, por eso la idea es hacerlo colectivo y visible.

A pesar de la lluvia y el frío, Eugenia Grotz, acompañada de su amiga, con quien estuvo toda la noche en el Congreso siguiendo el debate en el Senado por el proyecto de ley, contó: “Hace bastante quería hacer la apostasía y dejé pasar el tiempo, pero esta vez llegó al tope de lo que puedo soportar. La Iglesia nunca me representó, yo no elegí ser bautizada. Soy atea desde que tengo trece años de forma consciente. El trámite lo conocía, pero pensé que se necesitaba el certificado de bautismo para hacerlo, y  era un problema pedírselo a mi familia. Aproveché que se hace el evento colectivo, y vine. Me parece una respuesta política a lo que pasó con la discusión del proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. La Iglesia presionó a senadores, y también cuando fue el debate de la Ley de Educación Sexual Integral, y el matrimonio igualitario. Se oponen a toda modificación de la ley que amplíe derechos, para todo lo que consideran que no es parte de su ideología. La Iglesia puede pensar lo que quiera, pero no intervenir en las decisiones que toma el Estado. Con la apostasía mostramos que tiene menos adeptos de los que parece.”

Además de renunciar a la institución, en el formulario de apostasía se hace mención de que la Iglesia se abstenga de continuar almacenando datos sensibles de las personas, que solicitan la eliminación total de sus fichas de los registros eclesiásticos, incurriendo a la Ley de Protección de los Datos personales N°25.326.

Pañuelos verdes, naranjas, negros y banderas vistieron la esquina de avenida Corrientes y Callao, el sábado último.

Clara Barrionuevo es de una provincia donde la cuestión religiosa es muy fuerte: “Yo iba a una escuela nacional y en la primaria se rezaba antes de empezar las clases, se rezaba en el aula. La religión católica te la imponen. Lo que pasó con la Ley del Aborto creo que facilitó la posibilidad de apostar, porque antes ni sabía que se podía hacer. Me siento emocionada por hacerlo. La Iglesia debería ser un culto más, porque tiene que decidir ella sobre los intereses de los demás aplicando su moral, que por supuesto es machista y patriarcal. Las monjas nunca van a dar una misa, siempre la da el hombre. Siempre estuvieron presentes en lo que es abolición de derechos humanos. No sorprende que lo sigan haciendo. Vengo con muchísimo entusiasmo a decirle chau a la Iglesia. Esto no va a hacerles caer el poder, pero va a ser un cimbronazo. Cuando le cierren los números para abajo, el Estado puede rever su postura.”

De su mochila cuelga un pañuelo color naranja, con los auriculares escucha música de Pablo Ferro,  un becario del CONICET espera su turno en la fila: “Fui bautizado, tomé la Comunión, me negué a la Confirmación. Pasé de un ateísmo radical a un agnosticismo más cientificista. Mi abuelo me dijo: ´¿Qué es esto que no sos católico?´ Y recuerdo también que me dijo que no conocía un ateo feliz. Yo nunca sentí esta cosa que llaman fe. Estoy a favor de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. La vida no comienza en la fecundación, y no hay que llamarla concepción, porque es un término religioso. Tomé esta iniciativa de venir. No estoy solo, es un conjunto de la población que lo queremos llevar adelante. Y no nos enteramos antes que podíamos apostatar, porque hay gente que no quería que uno se entere que puede hacerlo. Es una información que no debería haber estado escondida tanto tiempo. Se violenta el derecho a la libre elección de tu religión, y tus posturas religiosas, porque a veces no tenés una religión. La Iglesia es un poder que está instalado, y lo que tiene son focos de resistencias. No busco la derrota de la Iglesia, uno aspira a una convivencia pacífica entre posturas religiosas, que es algo personal e individual. Yo este trámite lo tomo como el día de mi independencia.”

 

“Están a favor de que se alivien las penas a los que participaron del terrorismo de Estado”

“Están a favor de que se alivien las penas a los que participaron del terrorismo de Estado”

“No hubo dos demonios, sino uno solo y hubo terrorismo de Estado con un plan sistemático de exterminio unido a uno económico”, reflexiona el sacerdote Domingo Bresci, ex Secretario histórico del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y ex asesor de la Secretaría de Culto durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. El proyecto de reconciliación impulsado por la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) -dice- tiene que ver con una postura clara sobre lo que ha ocurrido durante la última dictadura cívico militar en ese sector de la Iglesia. “No se trata de que no supieran, sino que estaban política e ideológicamente convencidos de que eso que hacían estaba bien, era la manera de frenar la subversión”, asegura. Pero advierte que la memoria no sirve sólo para no repetir, sino para conocernos y entender qué pasó: “No solo la Iglesia  estuvo de acuerdo con lo que se hizo, sino también los medios de comunicación, periodistas, empresarios y civiles”, reflexiona.

¿Cómo lee usted el proyecto de reconciliación de la CEA?

Lo que plantea el Episcopado no es algo que ocurre ahora, a raíz del fallo (de la Corte a favor del 2×1), sino que los miembros tienen un lineamiento acerca de la reconciliación que se confunde mucho con la impunidad. Si bien salieron a decir que no hay que entenderlo de esa manera, a  través de las actitudes y de los gestos que tuvieron, la charla se presta para eso. No es que ellos no sepan cómo explicarlo, sino que tienen una postura clara. Están a favor de que se alivien, de la mayor manera posible, las penas a los que participaron del terrorismo de Estado. Esa es una intencionalidad que se les nota. Los militares que participaron del terrorismo de Estado lo hicieron convencidos de que eso era lo mejor para salvar a la patria y contaron con el apoyo de grandes sectores de la Iglesia. Entonces en nombre de Dios había que aniquilar a la subversión de cualquier manera, incluso muchos obispos avalaron eso.

¿Cómo es la lucha al interior de la CEA?

No sé si llamarla lucha, pero si hay una discrepancia dentro del Episcopado. Por ejemplo, tenemos a Santiago Olivera -obispo castrense-  y a Víctor Fernández -obispo y rector de la UCA- en la misma línea planteando que el fallo de la Corte Suprema fue inoportuno e inconveniente y que tanto la ley como la pena deben ser cumplidas. Mientras que en el otro extremo tenemos a Héctor Aguer -titular del Arzobispado de La Plata- que sostuvo públicamente su acuerdo con el 2 x1 y dijo que los miembros de la Corte actuaron según el derecho. Hay una problemática interna que saltó, siempre estuvo pero nadie decía nada hasta ahora que todos salieron a opinar. Era una barbaridad lo que estaban haciendo algunos miembros de la CEA, parecía que estaban respaldando el 2×1. Y después dicen no, eso no lo quisimos hacer.

El obispo Santiago Olivera dijo en declaraciones a la prensa que la reconciliación no implicaba el olvido, sino que supone verdad, justicia, reconocimiento de los actos graves y la reparación. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Lo que dijo el obispo Olivera se acerca mucho a lo que planteo, no es una cuestión individual. Es una expresión de sacerdotes y laicos que hace tiempo estamos detrás de este tema, desde que hubo terrorismo de Estado siempre estuvimos defendiendo a las víctimas y proponiendo que los victimarios tenían que reconocer lo que habían hecho, declarar y pedir perdón. Esas son las características de una auténtica reconciliación, pero ellos nunca lo hicieron. Los militares no han reconocido nada, entonces que ahora vengan a presionar porque tienen un gobierno afín para que les reduzcan las penas me parece una gran injusticia.

¿Por qué en la carta que escribió y circuló hasta llegar a los medios describió a la Iglesia Argentina como un problema más que como una solución a la violación de los derechos humanos?

La iglesia como institución no. La Iglesia no son los obispos y la jerarquía, sino que somos todos los bautizados. El Episcopado no representa al conjunto de la Iglesia, tiene una opinión que pesa e importa, pero esto no quiere decir que todos tienen que estar de acuerdo con lo que propone. En Argentina, la Iglesia se presenta como que no tiene nada que ver con lo que pasa en la sociedad.  Es buena gente que mira hacia todos lados y va por ahí tratando de arreglar las cosas que no funcionan. Es una estructura muy paternalista esa, creerse que está por encima de todos, y que puede decidir lo que hay que hacer. Mientras que, en realidad, es parte del problema, porque ellos intervinieron en la dictadura, participaron y fueron cómplices. Primero tienen que arreglar su situación, ellos son parte del problema de por qué no hay memoria, verdad y justicia hasta hoy. Ellos presionan para que se les disminuya la pena a los militares o bien el gobierno los consulta y ellos dicen: “Sí, es verdad, están viejitos, corresponde”. Pero nunca dijeron nada de los que torturaron y desaparecieron. Nunca sacaron la cara para decirle a los militares pónganlos presos y que cumplan sus condenas en las condiciones que correspondan. Ellos son co-responsables de lo que sucedió, no están al margen.

En el sitio Abuelas de Plaza de Mayo se publicó un comunicado que definió como restringido al protocolo para el acceso a los archivos relacionados con la dictadura presentado por la CEA. ¿Cuál es su postura?

Estoy totalmente en desacuerdo con el protocolo, porque después de tanto tiempo lo que corresponde es que se abran todos los archivos que se puedan. No sólo de los que se habla ahí, hay muchos otros archivos que no se mencionan, provenientes de distintos organismos de la Iglesia que ayudarían a entender y comprender lo que pasó y cómo pasó. Creo que la palabra que usaron las Madres está bien, puesto que es muy restringido el acceso. Estos papeles no van a decir prácticamente nada nuevo, porque en general son cartas y reclamos que mandaron los organismos al Vaticano. Eso ya lo saben los organismos. Lo que se trata de saber es lo que no se sabe. Hay mucha gente que intervino y eso no está en el Vaticano sino en otros lados: diócesis o nunciaturas. Hay muchas otras denuncias y documentos que quedan fuera del protocolo y que aclararían lo que pasó en tal cárcel, en tal centro clandestino y con esto que propone la CEA no se llega. Entonces están restringiendo y ocultando archivos. En eso estoy de acuerdo con las Abuelas de Plaza de Mayo.

Domingo Bresci

“No hubo dos demonios, sino uno solo y hubo terrorismo de Estado con un plan sistemático de exterminio unido a uno económico”, reflexiona el sacerdote Domingo Bresci.

¿Qué postura cree que tiene el gobierno con respecto a los derechos humanos?

La posición es la de (Mauricio) Macri, que cuando todavía era candidato a la presidencia de la Nación, aseguró que de acceder al Gobierno con él se acabaría “el curro de los derechos humanos”, ahí está todo dicho. El gobierno quiere desmerecer, despreciar y banalizar todo lo que pasó y la lucha por la verdad, la memoria y la justicia. Quiere anular todo y de la mejor manera posible. Y estos tres de la Corte Suprema reforzaron esa posición aunque posteriormente se dio un debate en el Congreso y el PRO votó por la limitación al máximo del 2×1. Después del repudio de la sociedad y de que todos fuimos a Plaza de Mayo. La postura oficial frente a los derechos humanos es que es una mentira exagerada que no da cuenta de lo que pasó.

¿Cree que el Papa podría intervenir más en el asunto?

No creo que pueda hacer algo y tampoco creo que corresponda. Después de 40 años el Papa recibió a Estela de Carlotto y Hebe de Bonafini y les prometió lo de los archivos. En medio de esta polémica hubo un intercambio de cartas entre el Papa y Hebe. Si bien, no dice intervengo, pero deja ver su opinión de esa manera. Siempre le dice a Hebe «a una madre que le mataron dos hijos no se les puede reclamar nada». Bueno ahí le está diciendo que él no le puede exigir a Hebe perdoná a los que mataron a tus hijos. Al enviar esas cartas no está diciendo que comparte todo lo que hicieron los hijos, ni todo lo que hizo ella. Sí comparte su preocupación, su dolor y su lucha. Para estos tiempos creo que es bastante y no hace falta que haga nada más. Estos del Episcopado son tan buenitos con los militares, pero nunca recibieron a las Madres que fueron a pedir y a rogar por sus hijos. Eso desde el punto de vista cristiano es muy embromado, porque significa no tener compasión ni misericordia. Los obispos no la tuvieron, no era darles la razón solo escucharlas. Recibir o no a alguien, contestar o no cartas o comunicados, son gestos. Así es como se manejan en El Vaticano; no sólo con Argentina, sino con todos los países. En ese sentido creo que ha tenido gestos positivos con los organismos y eso deja trascender que la Iglesia Argentina tiene que cambiar su actitud. El Papa tampoco le puede decir al Episcopado qué hacer o qué pensar, porque cada Episcopado tiene autonomía. No obstante, sí tiene cierta influencia, porque los que están en nuestro país lo consultan, pero no puede dar la voz oficial. Los que tienen que enfrentar la situación son los obispos que participaron del terrorismo de Estado, no el Papa.

La Nación publicó un editorial en el que denuncia una supuesta “asimetría entre el ´ni olvido ni perdón´ a quienes cometieron delitos con la fuerza del Estado y el olvido y el perdón de los guerrilleros que hoy no gozan del ´2×1´, sino de una infinita impunidad”. ¿Qué puede decir al respecto?

No es así como lo cuenta La Nación. Metieron preso a muchos y a los que no metieron preso fue porque los mataron y desaparecieron. ¿Qué más quieren que le hagan? Hay presos 800 y los que murieron, según ellos son 7.000. Aunque no crean en los 30.000, igualmente son un montón. Los que murieron no tuvieron un juicio, no se pudieron defender y tampoco los pusieron en cárceles. A estos -los genocidas- les respetaron todas las leyes que hay frente a un acusado. Así que han sido los privilegiados. En La Nación siempre vinieron sosteniendo lo mismo, es demasiado lo que hicieron con los militares y poco lo que hicieron con los subversivos.

¿Qué pueden hacer los movimientos como el de los Curas de Opción Por los Pobres (OPP) frente a los obispos que aún siguen promoviendo la Teoría de los Dos Demonios?

Pueden hacer lo que venimos haciendo hace un montón, decir lo contrario. Ahora yo escribí una carta interna, no la mandé a publicar. La hice sintetizando muchas cosas y se la envié a mis amigos y a los curas OPP. Un periodista de Página 12 se enteró y me llamó para preguntarme si podía publicarla, le contesté que sí. Los obispos ya la conocen mi opinión, ni me llamaron la atención. Con los curas pasa lo mismo,con  movimientos ecuménicos y muchos organismos laicos que sacaron declaraciones. Todos venimos sosteniendo lo mismo hace 40 años, no hubo dos demonios, sino uno solo y hubo terrorismo de Estado con un plan sistemático de exterminio unido a uno económico. Nadie nos va a contradecir, porque saben que la nuestra es una postura coherente y seria. No buscamos convencer a nadie, puesto que es muy difícil. Se tienen que convencer ellos mismos ante la realidad. Si no quieren ver la cantidad de gente que fue a las distintas plazas de argentina a reclamar es imposible cualquier intento. El retroceso del 2×1 fue una batalla que perdieron frente a la movilización.  

¿Cree que es posible el perdón a los genocidas?

Cuando hay una pelea entre dos personas se pide perdón a nivel personal. Como lo que sucedió, en este caso, afectó a toda la sociedad no basta el perdón de uno. No sirve que los que fueron a la reunión del Episcopado digan yo los perdoné. El conjunto de las víctimas no tiene ninguna obligación de perdonarlos. Desde el punto de vista cristiano tienen la obligación de no tener rencor, ni odio,  ni sentimientos de venganza. Los militares hicieron algo que ofendió a las familias y a la gente que ellos secuestraron y desaparecieron. El perdón es un gesto personal, por eso nadie te puede obligar a que perdones a esa persona que te hizo daño.

¿Qué aspectos positivos puede destacar del debate que se abrió a raíz del pedido de reconciliación?

Hay que reconocer más que lo que dijeron algunos obispos, los logros de la sociedad y la organización que está teniendo para defender sus derechos. Dentro de la Iglesia ha habido cambios importantes. Actualmente hay distintas posiciones, antes había una sola postura y si no acatabas lo que decían los obispos estabas fuera de la Iglesia. Eso es un avance enorme para la institución y para los cristianos en general. El peso que tenía el obispado lo perdió porque se posicionó mal. En Campo de Mayo había una maternidad improvisada, había monjas y capellanes, no pueden decir que ellas y los obispos no sabían lo que hacían con las madres de los chicos después de que nacían sus hijos. En la E.S.M.A también había capellanes y no pueden decir que no sospechaban cuando veían entrar y salir camiones lo que allí sucedía. ¿No escuchaban los gritos que salían de los sótanos? No se trata de que no supieran, sino que estaban política e ideológicamente convencidos de que eso que hacían estaba bien, era la manera de frenar la subversión, y que los chicos debían ser criados por familias más honorables, lo cual es un aberración.

¿De qué sirve la memoria?

Algunos se escudan en que no hay que echar más leña al fuego para que la gente no se pelee y por eso hay que dejar de recordar el pasado. Recordar no es solo una forma de no repetir los errores. Dejar pasar lo que ocurrió es lo más grave que se puede hacer, porque es parte de nuestra historia. ¿Por qué los militares se pusieron en esa posición? ¿Qué nos pasó como sociedad? ¿Cómo fuimos capaces de hacer semejante barbaridad? Porque no solo la Iglesia  estuvo de acuerdo con lo que se hizo, sino también los medios de comunicación, periodistas, empresarios y civiles. Para entendernos a nosotros mismos es necesario saber lo que fuimos, lo que somos y por qué actuamos de la forma en que lo hicimos. La verdad y la memoria siempre ayudan en este sentido. La justicia es fundamental, no podemos dejarlos si un castigo. Hay una ley que dice que tienen  que pagar sus culpas, los militares nunca lo hicieron. Ahora que están detenidos y están pagando, de acuerdo a la ley que ellos no aplicaron para los subversivos, se quejan. 

Actualizado 23/05/2017

Homenaje al obispo rebelde

Homenaje al obispo rebelde

Por la incomodidad que causaban en Córdoba tanto sus declaraciones irónicas como su inconcebible cercanía a los obreros y estudiantes, por la manera errática y a veces inexplicable en la que ocurre la historia, en julio de 1968 Enrique Angelelli fue nombrado obispo de La Rioja. Un mes después, la ruta 38, entre Chamical y la capital provincial, se llenó de familias que querían saludarlo en su llegada. Así empezaba un trabajo intenso, con los conflictos que supone enfrentarse a los poderosos, que terminaría ocho años más tarde, el 4 de agosto de 1976, en esa misma ruta, con un asesinato disfrazado de accidente por el Poder Judicial y la indiferencia de la jerarquía eclesiástica. A 40 años de su muerte, la ruta vuelve a abarrotarse de riojanos que llegan a homenajear a un santo que no necesita canonización.

«Les acaba de llegar un hombre de tierra adentro, que les habla el mismo lenguaje. Un hombre que quiere identificarse y comprometerse con ustedes. Quiere ser un riojano más”, se presentó Angelleli ante a la comunidad y añadió: «No vengo a ser servido, sino a servir; a todos, sin distinción alguna de clases sociales, modos de pensar o de creer. Como Jesús, quiero ser servidor de nuestros hermanos los pobres; de los que sufren espiritual o materialmente; de los que reclaman por ser considerados en su dignidad humana, como hijos del mismo padre que está en los cielos». Sus palabras acabarían de cobrar sentido en el trabajo de su pastoral.

En la mañana de este 4 de agosto, frente a la catedral de San Nicolás, una mujer de unos 80 años, con bastón, se acerca al micrófono abierto que ha sido dispuesto para quien quiera recordar al obispo. Es Alba Lanzillotto. Trabajó con Angelelli en La Rioja. Tuvo que exiliarse en 1976, primero en Uruguay, después en España. Sus dos hermanas fueron desaparecidas durante la dictadura. Una de ellas, Ana María, estaba embarazada de ocho meses al momento  de su secuestro. Alba formó parte muchos años de Abuelas de Plaza de Mayo, aunque todavía no pudo encontrar a su sobrino o sobrina apropiado. Recuerda la época de Angelelli como la más feliz de su vida cristiana. «Soy creyente y para mí Angelelli era lo que Dios quería. El proyecto de Dios para nosotros no es un proyecto de sufrimiento sino de felicidad. Dios quería que nosotros construyamos aquí el reino, no el de los cielos sino en la tierra».

Aunque en el programa oficial figuraba como una “peregrinación”, todos los participantes insisten en llamarla “marcha.

 

“Va a estar linda La Rioja”, cuenta Alba que repetía Angelelli en las situaciones más difíciles. «Para él todos eran iguales, negros y blancos, pobres y ricos -afirma-, pero los que necesitaban defensa, una voz que hable por ellos, eran los pobres. Él los hacía tomar conciencia de sus derechos. Como decía doña Ramona (una vecina de Chamical): ‘Yo por él me enteré que soy persona y que puedo entrar en la catedral’».

Fuera de micrófono, Alba dialoga con ANCCOM. Para ella, el mensaje de Angelelli tiene hoy más actualidad que cuando fue predicado: «Si alguien lee sus homilías, es como si estuviera describiendo al gobierno de Mauricio Macri. Y esa es la condición del profeta, ver más allá de lo que está pasando en su momento».

El arribo del obispo, a finales de la década del 60, marcó un punto de quiebre para el pueblo riojano. Según Alba, hay que mantener viva su memoria porque él llegó para enfrentar “a los apellidos que parecían destinados a gobernar la provincia, mientras todo el resto tenía que obedecer, ser explotado. Si La Rioja se olvida de Angelelli, va a caer cada vez más en eso», dice Alba y destaca: «Cristo era subversivo porque ser subversivo es querer que cambien las cosas que están mal. No es un pecado, es una virtud. La revolución sería lo mismo. Yo como soy esencialmente cristiana, creo en las revoluciones».

«Así como él, cuando llegó, dijo ‘soy un riojano más’, como un riojano dio también la vida por su pueblo. Eso creo que es la mayor riqueza que tiene su muerte, su entrega, su servicio para nuestro pueblo», explicó el seminarista Lucas Barroso.

 

La Iglesia sale a la calle

«La juventud de la patria ha lanzado un grito de rebeldía, grito que se une a todo el continente latinoamericano, grito que trasciende los mares y se une a la juventud de Europa y del mundo. Este grito profético, anunciador de una sociedad en desequilibrio, con estructuras deshumanizantes, debe ser escrutado como uno de los signos de los tiempos», anunciaba Angelelli en 1969. Los jóvenes, a quienes abrió las puertas de la catedral para que militaran -sean católicos o no-, eran uno de los pilares de su pastoral.

Lucila Maraga fue una de esas jóvenes. Ella se unió en 1968. Si bien venía de una escuela de monjas, no era practicante, y la opción por un colegio religioso respondía a una necesidad económica de su familia. «La idea de Angelelli era que debíamos organizarnos para luchar por un cambio al reconocer nuestros derechos en la búsqueda de justicia», explica Lucila en la previa de la marcha. «Participamos de muchas actividades en aquella época. Acá vivimos un Cordobazo también, con represión, con una misa hermosa que hizo monseñor Angelelli», recuerda.

Apenas llegado a La Rioja, el obispo se propuso conocer las realidades profundas de la provincia. Para ello recorrió cada departamento con un grabador de cinta, registrando las charlas que tenía con cada riojano. «No buscaba imponer una visión de las cosas. La Iglesia salía hacia afuera a tomar lo que encontraba, a organizar, articular. Fue una persona respetuosa de los pensamientos de todos. Convocaba a la construcción y a que cada uno descubriera sus derechos para poder reclamar. Eso era algo que tenía clarísimo: si vos no conocés tus derechos, tampoco vas a luchar por ellos o los vas a defender», cuenta Lucila.

En 1975, un grupo de jóvenes de la pastoral, entre ellos Lucila, fueron secuestrados. Los vendaron y los trasladaron a un centro clandestino donde los torturaron y a algunos también los abusaron sexualmente. En noviembre de ese año, “blanqueada” la detención, monseñor Angelelli los visitó en la cárcel, como hacía tantas veces. “Él quería celebrar la misa de Navidad con nosotros y no se lo permitieron. Entonces acude en desobediencia, tanto a la cárcel de mujeres como a la de hombres, y nos convoca a que hagamos la misa igual, aunque a él no lo dejaran. Sin dudarlo, por la firmeza y la ternura con la que nos lo planteó, celebramos la misa. Una misa inolvidable, custodiadas por las fuerzas militares», evoca Lucila. El obispo que sucedió a Angelelli fue dos veces al penal: la primera les llevó chocolates, y la segunda un papel para que firmen que decía que se arrepentían de todo lo que habían hecho. Luego las mujeres fueron trasladadas a Devoto y los hombres a distintos lugares del país, y fueron presos políticos hasta el final de la dictadura.

 Alba Lancillotto

«Angelelli llegó para enfrentar a los apellidos que parecían destinados a gobernar la provincia, mientras todo el resto tenía que obedecer, ser explotado», afirmó Alba Lancillotto, integrante de Abuelas de Plaza de Mayo.

 

«De la muerte de Angelelli nos enteramos en la cárcel por el comentario de las celadoras. Incluso pusieron una radio a todo volumen para desmoralizarnos, haciéndonos escuchar que había muerto en un accidente, que había sido una imprudencia, que no le importaba la vida. Nosotras no teníamos dudas de que había sido un asesinato. Ya desde el año 70 comenzaron las primeras detenciones, persecuciones, amenazas. No fue una cosa exclusivamente del golpe, sino que se venía gestando en los anteriores gobiernos, desde el 68 cuando asumió como obispo». Más allá de la desazón que les causó la muerte de Angelelli, Lucila reconoce que sus enseñanzas, en aquel momento, se enraizaron con más fuerza que nunca y la ayudaron a resistir en prisión: “En la cárcel buscan aislarte, que vos sólo te cuides a vos misma sin pensar en el resto. Y eso que creés que te protege, te termina destruyendo. Eso fue lo que nos imprimió Angelelli en la pastoral: la fuerza de lo colectivo. Y es algo que ya teníamos adentro nuestro, una manera de sentir», subraya.

Pastor de multitudes

Aunque en el programa oficial figura como una “peregrinación”, todos insisten en llamarla “marcha”. El recorrido cruza el modesto Barrio 20 de Mayo, en la ciudad de La Rioja, hasta llegar a la Comunidad Enrique Angelelli, en el barrio Difunta Correa. La columna, encabezada por el actual obispo de la provincia, Marcelo Colombo, avanza lentamente y se detiene en distintos puntos. Colombo, con sus manos, va bendiciendo escuelas, comedores y un hogar para chicos en situación de calle. La tarde cae detrás de las montañas y las velas reemplazan su brillo tenue.

En el punto de llegada, la calle Paraná está cubierta de sillas. Frente a ellas se eleva un escenario decorado con cactus y, en el centro, un retrato de monseñor Angelelli con una sonrisa liviana. Mientras arranca la misa, en el edificio de la Comunidad, el locro se va apelmazando en la olla y van llegando los músicos que tocarán en la peña, cuyo cierre estará a cargo de Peteco Carabajal. Durante la homilía, el obispo repasa el proceso de conmemoración que se inició el 18 de julio, día en el que se cumplieron 40 años del asesinato de los sacerdotes de Chamical Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias. Una semana después, se homenajeó a Wenceslao Pedernera, laico y dirigente del Movimiento Rural Católico, asesinado en su domicilio la noche del 25 de julio de 1976. Habían tocado la puerta de la casa. Su esposa le insistió para que no abriera pero Wenceslao le dijo que podía ser alguien que necesitaba ayuda y así dejó pasar a sus propios verdugos.

Lucila Maraga. Ex presa politica y participante de la pastoral de Angelelli.

“En la cárcel buscan aislarte, que vos sólo te cuides a vos misma sin pensar en el resto. Y eso que creés que te protege, te termina destruyendo. Eso fue lo que nos imprimió Angelelli en la pastoral: la fuerza de lo colectivo», afirmó Lucila Maraga, ex presa politica y participante de la pastoral de Angelelli.

 

«Fue un mes en el que quisimos confrontar aquel espiral de la muerte en un espiral de la memoria. Aquel círculo que dramáticamente se cernía sobre el buen pastor, ahora es una línea abierta de esperanza al futuro que nos compromete a ser una comunidad fraterna. Queremos que sus gritos sean los nuestros, queremos traerlos del olvido a este presente donde se hace el hombre nuevo según Cristo», expresa el obispo y cierra la primera parte de la misa. Lo acompañan en el escenario sacerdotes de diversas comunidades religiosas y distintas regiones del país.

Marcelo Colombo fue nombrado jefe de la iglesia riojana por el papa Francisco, en septiembre de 2013. Los cuatro años anteriores había oficiado como obispo en una diócesis en San Ramón de la Nueva Orán, una ciudad salteña sobre el límite con Bolivia. Conoció a Angelelli en sus primeros años de seminarista. Pero sólo siendo obispo, y estando al frente de la representación diocesana en el juicio, pudo “verlo” en concreto, en sus cartas, sus escritos, en la documentación aportada en la causa. Ante la consulta de ANCCOM, el obispo resalta el valor del esclarecimiento judicial: «Como sacerdote, no puedo alentar la revancha o la venganza, pero sí la plena aplicación de la ley y la búsqueda de verdad como un camino de realización del hombre y de la sociedad. Sin verdad no hay justicia ni hay paz», sostiene. Su labor está signada por el trabajo pastoral de Angelelli y la dinámica propuesta por el papa Francisco. Esta herencia, si bien marca un camino a seguir, es también una exigencia. «La función del obispo es una función pastoral que tiene consecuencias, sea que juegue a favor de los pobres en las instancias límites, sea que opte por silenciar la voz de la Iglesia y conducirla hacia adentro, lo cual también es una forma de tomar posición. La Iglesia es la familia de los cristianos en la calle. Tenemos que tender a la transformación de la sociedad por la participación activa en ella. Participás como padre de familia educando a tus hijos, pero también participás militando y actuando en distintos sectores sociales», destaca.

En La Rioja, una provincia de raigambre católica, la Iglesia es un actor de peso. A poco de haber asumido como obispo, monseñor Colombo tuvo que mediar en varios conflictos. Uno fue la toma de la Universidad Nacional de La Rioja por parte de los estudiantes, en reclamo de la destitución del rector que llevaba más de 20 años en el cargo, y que finalmente lograron. Otra situación fue la represión a las organizaciones autoconvocadas contra la minería en Famatina. En uno y otro caso, Colombo acompañó a las partes más débiles, estudiantes y asambleístas.

Para el actual obispo, tener “un oído en el Evangelio y otro en el pueblo», como decía Angelelli, es la mejor forma de recuperar su obra: «La visita pastoral es una herramienta de conducción. Por un lado, consiste en hacerse presente en un determinado lugar y tomar contacto con las instituciones, con la vida de la parroquia y de sus capillas, y también controlar si se cumplen algunas cuestiones de naturaleza administrativa como registros de bautismo y de casamiento. Por el otro lado, se trata de entrar en la vida de un pueblo, dejarte tocar por el corazón de ese pueblo y dialogar con él. En este sentido, Angelelli era un maestro. Hacía lo uno y lo otro. Era común verlo con su grabador preguntándole a la gente qué sentía, qué rezaba, qué pedía, qué agradecía. Angelelli es el pastor de personas concretas. ¿De multitudes? Sí. Pero en La Rioja prima el diálogo personal».

Para el obispo actual, tener “un oído en el Evangelio y otro en el pueblo» – como decía Angelelli – es la mejor forma de recuperar su obra.

“Ardor pastoral”

«Si analizamos nuestras experiencias personales y sociales en la vida de cada día, encontramos que siempre hay en ella una lucha entre la luz y las tinieblas. Pero podías resumir esta disputa de este modo: hay hombres ciegos y que no pueden ver. Hay también hombres cegados que no quieren ver las cosas como son, sino como ellos las juzgan. Y hay hombres cegadores que pretenden que los demás no vean la realidad como es, sino como ellos quieren que sea», señaló Monseñor Angelelli el 9 de marzo de 1975.

La sobreviviente Lucila Maraga recuerda el sufrimiento que significaron los juicios para esclarecer en el Poder Judicial el asesinato de Angelelli y para condenar a sus responsables. Terminada la dictadura, ella y su marido recuperaron la libertad y dedicaron sus energías a impulsar las investigaciones judiciales, para lo cual contaron con el acompañamiento de distintas agrupaciones políticas y el ninguneo de la jerarquía de la Iglesia y los sucesivos gobiernos provinciales. «Durante cuarenta años, hasta que comenzó el juicio, la Iglesia nunca tomó la figura de Angelelli como hoy se la está tomando. Durante cuarenta años, el pueblo ha conmemorado en Punta de los Llanos, en la marcha que se hace todos los años acá en la plaza. El pueblo siguió reivindicando siempre a Angelelli».

En 2014, Luciano Benjamín Menendez, Luis Estrella y el ex comisario Domingo Vera fueron condenados a cadena perpetua por el asesinato de Angelelli. Para Lucila no es suficiente “porque faltan todavía los civiles y otros sectores militares que han participado, pero ha sido muy bueno para que la sociedad riojana escuche, de la voz de los jueces, que ha sido un asesinato. Porque siempre ha sido la voz del pueblo la que habló de asesinato. Ahora ya no pueden negarlo porque la Justicia lo ha comprobado». No obstante, el Poder Judicial todavía tiene deudas impagas, como el enjuiciamiento a los asesinos de Wensceslao Pedernera y el reclamo es que se unifique esta causa con la de los sacerdotes de Chamical, Gabriel Longueville y Carlos Murias.

«Hay hombres cegadores que pretenden que los demás no vean la realidad como es, sino como ellos quieren que sea», señaló Monseñor Angelelli el 9 de marzo de 1975.

Jóvenes seminaristas riojanos participan de la marcha, entre ellos Lucas Barroso, de la diócesis de La Rioja, quien enfatiza la importancia del juicio: «Es muy importante para La Rioja poder descubrir la verdad sobre la figura de Angelelli, sobre todo de su asesinato. Porque es parte de nuestras raíces, de nuestros orígenes, y un pueblo sin raíces no podría sobrevivir en el tiempo. Es una reconciliación con la propia historia. Así como él, cuando llegó, dijo «soy un riojano más», como un riojano dio también la vida por su pueblo. Eso creo que es la mayor riqueza que tiene su muerte, su entrega, su servicio para nuestro pueblo. El saber que su sangre está en nuestra tierra, y que es una sangre que la fecundiza. Descubrir la verdad sobre su ser, sobre su vida, su pastoral, y sobre su muerte, principalmente, nos ayuda a reconocernos, a identificar nuestras raíces más profundas como riojanos».

Lucas opina que que lo fundamental es continuar con la tarea de Angelelli: «A monseñor Enrique se lo mandó a la Rioja por ser un pueblo postergado en esa época. Había que acallar a ese pastor que en Córdoba estaba movilizando mucho. Dijeron: ´Lo mandamos a un pueblo que ya está postergado, y el mismo pueblo va a callar a este obispo porque están olvidados’. Y esto fue lo que encendió más su ardor pastoral, misionero, su ministerio episcopal. Llegar y encontrarse con una realidad postergada, donde la pobreza estaba muy arraigada, donde había explotación de los pobres. Ante esa situación había dos posturas: o quedarse silenciado y no decir nada, o la actitud del profeta, que es acudir al pueblo, ayudarlo y denunciar. El mayor legado es la memoria de todas aquellas personas que estuvieron con él, que compartieron con él, y que descubrieron en él un verdadero discípulo de Dios. Alguien que estaba dispuesto a dar su vida para ayudarlas social y espiritualmente. Fue un obispo que desde el primer día que llegó a esta diócesis vivió según Cristo, que implica dar la vida. Sabemos que él dio la vida, pero aún vive en el pueblo».

La capilla que se construyó en el lugar en donde fue el asesinato del obispo Angelelli.

La capilla que se construyó en el lugar en donde fue el asesinato del obispo Angelelli.

Actualizada 11/08/2016