Políticas públicas contra la pobreza

Políticas públicas contra la pobreza

Acampe frente al Ministerio de Desarrollo Social por la Emergencia Alimentaria.

“En materia de ingresos, la pobreza habría subido un 35 por ciento en el primer semestre antes de las PASO. La movida financiera, la devaluación y el efecto inflacionario incrementaron el desempleo y el subempleo, reduciendo la capacidad de consumo en los sectores populares”, explica Agustín Salvia, director del ODSA e investigador CONICET. Para Salvia, la situación de emergencia económica, social y financiera durará hasta mediados del año que viene y se deberá aplicar un plan de estabilización. La pobreza se acrecentó en los últimos cuatro años y está entre las principales preocupaciones de la opinión pública. En tanto, el Congreso se apresta a aprobar la Emergencia Alimentaria.

En este contexto, Salvia propone dar refuerzos en materia de ingresos a los sectores más pobres mediante planes sociales como la Asignación Universal por Hijo (AUH) y agrega: “También deberíamos ampliar la capacidad de abastecer de alimentación a las escuelas, comedores y merenderos comunitarios y extender esos almuerzos a los fines de semana”. Y sostiene: “Hay que recuperar el fomento al empleo social que se perdió en estos dos últimos años a través de cooperativas, apuntando a la prestación de servicios a la propia comunidad”. Como objetivos a largo plazo, el director del ODSA sugiere hacer un plan de investigación y desarrollo y articular al sector formal con el informal: “Habrá que garantizar que, en un contexto de inversiones relativamente estable, los sectores más dinámicos como el agropecuario o el minero generen excedentes que se vuelquen subsidiariamente a la inversión en la pequeña y mediana empresa”.

Desde el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), sus miembros consideran a los sectores populares como un área esencial que ayudaría a una rápida reactivación de la economía. La investigadora Lorena Putero, integrante del CESO y especialista en Economía Social y Solidaria propone tres formas en las que esta perspectiva económica puede aportar a la causa: la producción de alimentos, la construcción de viviendas y el trabajo educativo. “La agricultura familiar es periurbana, por lo tanto, se necesitan políticas activas de asistencia en la logística, desde poner en funcionamiento y ayudar a organizar el sistema de transporte hasta subsidiar y acompañar por un tiempo la distribución de alimentos en las zonas urbanas”, afirma Putero. A su vez, ella esclarece que dicha producción de alimentos está en transición agroecológica, lo que quiere decir que tiene pocos productos químicos y usa menos insumos importados, favoreciendo a la salud de los argentinos.

La vivienda es una necesidad que el CESO detectó desde el censo 2010 al recoger datos de hacinamiento y falta de hogar. “Es un sector que rápidamente genera puestos de trabajo en una relación alta entre inversión de dinero y cantidad de puestos creados y satisface velozmente una carencia fundamental del pueblo”, argumenta Putero.

Imagen de la Villa 31 en la Ciudad de Buenos Aires.

Una tercera medida para recuperar puestos de trabajo está ligada al sector educativo: “Se puede generar empleo de acompañamiento, de asistencia técnica desde el fortalecimiento de la cultura pero que sea territorial, que se haga en los barrios con gente de ahí y eso va a suscitar la distribución del ingreso”, plantea la especialista Putero. Las disposiciones sugeridas crearían más de 500 mil puestos de trabajo usando menos del 30 por ciento de las reservas del encaje bancario. “Con un uno por ciento del gasto público se podría solucionar el problema alimentario y además se originaría trabajo”, finaliza.

Para el diputado nacional, Daniel Arroyo, hoy existe un grave problema de hambre y malnutrición: “Hay cada vez más gente en los comedores comunitarios, más chicos que comen en las escuelas y menos raciones de comida, por eso lo principal es declarar la emergencia alimentaria”. Luego, en el mediano plazo, Arroyo alista algunas medidas para frenar la caída como la regulación de los productos de la canasta básica de alimentos, el armado de un esquema crediticio que apoye a los pequeños productores y el establecimiento de una ley de góndolas. “Otra forma de ayudar a los sectores populares es desendeudando a las familias, armar un sistema de crédito no bancario a tasa muy baja, del 2 o 3 por ciento anual, para máquinas y herramientas y que, por ejemplo, el carpintero pueda comprarse su sierra circular”, describe Arroyo. Y agrega: “Hay que cuidar a los sectores productivos donde trabajan mujeres y jóvenes. Tenemos casi un 30 por ciento de desocupación en los jóvenes. Por último, hacer obra pública con mano de obra intensiva, esto es mucha vereda, cordón, cuneta y vivienda social”. Arroyo considera que la reconstrucción de la Argentina va a llevar dos años aproximadamente: “El objetivo es mover el mercado interno, encender la economía, fortalecer el consumo y poner en marcha el mercado, de abajo hacia arriba, en el desarrollo local”, define.

“Acá no hay medidas transitorias para combatir la pobreza porque es pan para hoy y hambre para mañana, no alcanza con una ley de emergencia alimentaria”, dictamina Sergio Val, miembro fundador de la Fundación Che Pibe e integrante de la Mesa Nacional de la CTA. La organización social, ubicada en Villa Fiorito, se encarga de proteger los derechos de los niños, les da de comer y les brinda herramientas de higiene además de actividades de recreación. “Yo no le encuentro salida con estos gobernantes, hablo de los que están y los que van a venir. No hay grieta, ambos son distintas caras de una misma moneda. Los dos apuestan al saqueo y nos destruyen las economías regionales”, reflexiona Val, y añade: “Este pueblo no sabe dónde está parado, vota a su verdugo desde hace décadas. Necesitamos un gobierno de verdad, no un gerente de los intereses de otras latitudes”.

Che Pibe alberga a 600 niños, niñas y adolescentes por día. Si bien la alimentación es primordial, su proyecto es esencialmente educativo. “El Gobierno de la Ciudad hace dos años que no nos renueva el convenio para la atención de niños, que si no estuvieran acá estarían cartoneando con sus familias”, comenta Sergio Val.

Como solución ante la pobreza en constante ascenso, el referente social considera un cambio radical: “No veo salida sin una reforma agraria. Hace tiempo venimos trabajando en un proyecto llamado ‘La vuelta al campo’. No podemos tener como utopía urbanizar villas, tenemos un país y tenemos derecho a ese país, no al agujero podrido, inundable y contaminado del conurbano donde terminó nuestra gente por culpa de políticos inescrupulosos”.

En Villa Fiorito, 1 de cada 4 chicos tiene presencia de plomo en sangre. Su capacidad cognitiva se ve disminuida por la combinación de desnutrición y plondemia, que termina generando un retraso madurativo y dificultades en el desarrollo celular. “Somos el octavo país más grande del planeta y tenemos la quinta geografía con mejores condiciones para la agricultura del mundo. Un niño que muere de hambre en la Argentina es un niño asesinado”, ratifica Val.

“La pobreza nunca viene sola, viene con violencia, con jóvenes en conflicto con la ley, con problemas de vivienda. Para dar respuesta a problemáticas sociales complejas, con factores que interactúan y se potencian negativamente, la mirada y la intervención deben tener un carácter integral”, describe, por su parte,  Bibiana Travi, magíster en Trabajo Social, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Moreno. Según Travi, un diseño interesante de política social desde lo teórico, metodológico e ideológico se diluye cuando llega a los barrios. Para evitar esta pérdida de consistencia, la investigadora propone emprender políticas globales. “Tienen que combinar territorialidad, construir con los actores sociales, interdisciplina, intersectorialidad entre distintos niveles del Estado, de las organizaciones de la sociedad civil y simultaneidad en la ejecución de las acciones. Las estrategias tienen que estar sincronizadas para que den resultados”, anuncia. La meta es combinar políticas universales con políticas de focalización que lleguen de forma particular a los sectores vulnerables. “Que los diagnósticos y las intervenciones sociales no sólo atiendan lo económico, que es fundamental, sino también los aspectos que tienen que ver con lo cultural”, concluye la especialista.

La Pascana cumple seis años

La Pascana cumple seis años

Joven haciendo pasta casera en La Cooperativa La Pascana “El 3 de diciembre del 2012 vinimos a trabajar y encontramos que el dueño –Hugo Landesman- no aparecía y que la puerta no se abría”, relata Ana Nuciari, presidenta de la cooperativa La Pascana. A partir de ahí, a medida que los trabajadores iban llegando a su lugar de trabajo, la desesperación aumentaba. Ante esta situación, decidieron preguntarle al portero vecino si había visto algo y él les informó que esa noche habían estacionado un camión de mudanzas donde fueron cargando un montón de muebles e instrumentos de cocina  del local. Los trabajadores juntaron coraje y miraron por unos agujeritos que había en una de las puertas: “En ese momento nos dimos cuenta que no había nada adentro”, afirma Ana Nuciari.

Después de dudar un rato, todos se pusieron de acuerdo y decidieron tirar la puerta abajo. “Al entrar nos pusimos a llorar. Se habían llevado toda la mercadería de las heladeras y del sótano. También el freezer que era en comodato de los helados. Dejaron muy pocas cosas como ollas pinchadas y deterioradas”, cuenta la presidenta de La Pascana. A casi seis años de ese momento, sus ojos todavía se llenan de lágrimas. Nunca se habían imaginado que esto podía pasar ya que tenían una relación muy cercana con Landesman: “Lo único raro que notamos fue que no compraba más mercadería ni arreglaba el local. Por eso, le habíamos pedido que nos deje colaborar pintando y poniendo luces nuevas”, reconoce Ana Nuciari.

“Ese día no sabíamos que hacer, estábamos todos muy tristes. A las 12 empezaron a sonar los teléfonos del delivery. Primero le explicábamos a los clientes lo que había pasado y después decidimos empezar a hacer algo para llevarnos un poco de plata porque no habíamos cobrado noviembre”, recuerda Ana Nuciari. Desde ese momento, el trabajo de los hasta entonces empleados de La Pascana cambió. Sin querer y sin haberlo pensado antes comenzaron a construir una cooperativa que hoy en día lucha por subsistir.

Primero, reunieron una vaquita para empezar a producir algo que les deje una ganancia, al menos para ese día. Ana Nuciari destaca la solidaridad de algunos proveedores que les donaron mercadería. Eso también los ayudó a afrontar los primeros momentos. “Ese día, con lo poco que pudimos fabricar vendimos 1.800 pesos de caja”, dice la presidenta de la cooperativa.

«Los primeros años fue complicado cambiar el chip. El ser humano no está preparado para autogestionarse, para ser colaborativo, para tener paciencia, para saber escuchar ni para ceder su lugar», dijo Ana Nuciari.

De los 22 los trabajadores que tenía La Pascana antes de cerrar, en la cooperativa quedaron 13 y el servicio de delivery no estaba tercerizado como lo está ahora. Entre sus integrantes, Ana Nuciari (presidenta), Alexis Richter (secretario) y Verónica Oño (tesorera) son los que llevan adelante la conducción. A pesar de todas las dificultades que atraviesan, prefieren la cooperativa antes que el trabajo en relación de dependencia: “Es algo a veces difícil pero ya no pienso en otra cosa. Los primeros años fue complicado cambiar el chip. El ser humano no está preparado para autogestionarse, para ser colaborativo, para tener paciencia, para saber escuchar ni para ceder su lugar. Fue una tarea y lo sigue siendo ya en mucha menor escala y de una manera mucho más saludable”, sostiene Ana Nuciari.

“Yo prefiero la cooperativa por la manera tranquila de trabajar, porque le dedico horas a algo que es de todos los trabajadores, no sólo por un sueldo”, agrega Alexis Richter, el secretario.

Otro de los momentos difíciles fue comunicarle y explicarle a la familia la manera en que iban a trabajar. “A mí me dijeron que estaba loca, que salga corriendo urgente a buscar otro trabajo. Pero yo, como siempre, hice lo que quise”, admite Ana Nuciari que trabaja desde 1997 en La Pascana. Con los ex dueños, su rol era de moza. Alexis Richter era pizzero, tarea que sigue realizando. Durante 2012 se fue para realizar un proyecto propio pero, como no resultó como esperaba, volvió cuatro años después. “La familia te dice que vayas a buscar un trabajo en serio, eso es un poco lo que nos pasa a todos. Mi señora una vez que vino acá entendió la diferencia en la forma de trabajar y ahora no sólo me apoya sino que también colabora”, asegura Alexis Richter.

En marzo del 2013 lograron transformarse formalmente en cooperativa, luego de que el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) le tomara testimonio a cada uno de sus integrantes.

En cuanto a la parte legal, la primera acción que tuvieron los trabajadores fue llamar  a la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (UTHGRA) para asesorarse. Al principio les llevaron platos y cubiertos pero decidieron no participar más cuando les dijeron que iban a ser una cooperativa. “Decidimos ser una cooperativa porque era la única opción. Todos éramos empleados”, destaca Ana Nuciari.

En marzo del 2013 lograron transformarse formalmente en cooperativa, luego de que el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) le tomara testimonio a cada uno de sus integrantes. Ya con eso establecido pudieron tener matrícula, CUIT y cuenta bancaria que les permitió comenzar a funcionar como Cooperativa La Pascana.

En relación a la propiedad, gracias a la buena voluntad del dueño, la pudieron continuar alquilando. Hoy en día, por el aumento constante, les cuesta pagarlo. Es algo que les preocupa y que quieren solucionar para poder continuar trabajando. Por eso, casi todos los meses, realizan la Cena Solidaria, su evento más importante, para poder juntar fondos y saldar las deudas del alquiler. La próxima fecha exacta será difundida por las redes sociales, donde también publican promociones y novedades.  En la Cena Solidaria realizan sobre todo pizzas y pastas, que son sus especialidades. La gente no sólo se acerca a cenar rico sino también a colaborar. Participan todos los trabajadores, aunque no sea su turno, porque es una fecha muy especial. También ya comenzaron a pensar lo que harán para festejar su sexto cumpleaños, el 3 de diciembre de este año, donde seguramente globos y guirnaldas junto a muy buenos platos serán los protagonistas.

“Yo prefiero la cooperativa por la manera tranquila de trabajar, porque le dedico horas a algo que es de todos los trabajadores, no sólo por un sueldo”, dijo Alexis Richter.

Tanto Ana Nuciari como Alexis Richter hacen hincapié en lo difícil que es mantener una cooperativa y sobre todo si es recuperada ya que se le suma otra complicación de hacerse cargo de la empresa de un día para el otro. “En épocas de crisis es muy costoso, porque la cuestión no es solo pagar los servicios, también es sostener el ánimo de los compañeros que no están cobrando o que obtienen menos del salario mínimo. Eso es muy triste, porque al ser la representante legal, todas estas familias están a mi cargo y por más que si hay un error no es mío, sino de todos, me lo facturan a mí”, explica Ana Nuciari. Y agrega: “Ahora nos sentimos con un estrés y en un compromiso mucho más fuerte y mucho más difícil. Hay que optimizar los recursos, hay que ser colaborativos, hay que ser más cuidadosos con la mercadería. En un momento de crisis cuesta mucho enfocar y el que es elegido para conducir, tiene la dura tarea de corregir a sus pares cuando están metiendo la pata”.

Además de las dificultades, sobre todo, por el aumento de precios de los servicios y la mercadería, se les suma la superpoblación de lugares gastronómicos que hay en esta zona de Palermo Hollywood. Antes de convertirse en cooperativa, Ana Nuciari asegura que había una hora y media de cola para ingresar al local porque no tenían tanta competencia.

Tanto Ana Nuciari como Alexis Richter consideran que es clave, para llevar adelante a La Pascana, la buena relación entre sus integrantes. A pesar de que siempre hay cambio de opiniones, como en todo grupo humano, tratan de llevarse lo mejor posible para que la cooperativa funcione.