El plato vacío

El plato vacío

Más gente que van a comer y menos recursos para cocinar, una combinación que estrangula a los comedores populares.

En el conurbano bonaerense la crisis se hace sentir, y mucho. Los índices de pobreza, desempleo e indigencia crecen sin pausa. Un reciente informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) resalta que uno de cada cuatro chicos bonaerenses tiene que asistir a comedores para garantizarse comida y que un 14 por ciento del total de los niños pasa hambre.

Eva Rojas, cofundadora del Comedor Ángel Guardián, ubicado en Mariano Acosta, partido de Merlo, cuenta: “La cantidad de gente aumentó enormemente. Cuando comenzamos con el comedor, hace unos cinco años, asistían 35 chicos, hoy ya son más de 100 los que vienen a comer. Lo más impactante es que no son solo chicos, sino familias enteras. Esto llevó a que tengamos que abrir dos merenderos más, no damos abasto con la situación.”

La cantidad de bocas para alimentar se incrementa, pero los ingresos de los comedores no. En este caso, las redes sociales se vuelven un nexo fundamental para las donaciones de particulares. Pamela Gómez, fundadora del Comedor Tata 88, en Moreno, explica cómo salen adelante: “Conseguimos alimentos a través de donaciones que recibimos por las redes sociales. Tenemos la página, y por ahí solicitamos. Hemos hecho peñas, tocan algunas bandas, siempre nos las rebuscamos para conseguir mercadería. Pero ingresos fijos por mes o por semana, no tenemos. Hacemos rifas también en ocasiones.”

Algunos centros reciben aportes de empresas. Ese es el caso de Manos a la Olla, también en Moreno. La presidenta interina de la entidad, Iara Luján, comenta que “hemos recibido donaciones de empresas, hemos recibido pastas y grandes donaciones de sindicatos, pero tratamos de no nombrar a ninguna de estas organizaciones, por una cuestión de que no queremos involucrarnos con la política, ni que nadie de la política nos obligue a tener que nombrarlo porque nos done.”

El problema reside en que la crisis económica también afecta a aquellos que antes aportaban su ayuda al comedor. Pamela recuerda que “teníamos la donaciones de alguna carnicería o verdulería de barrio que nos ayudaba en algo y ahora ya no. Hace un tiempo venimos cocinando siempre lo mismo. Nosotros teníamos desayuno y almuerzo, y ahora el desayuno es té o mate cocido. Antes teníamos leche y una variedad bastante amplia con respecto a las comidas. Ahora  ya no. Hace más o menos medio año que venimos con alitas de pollo. La calidad nutritiva bajó un montón.”

El cambio en el menú es una de las formas de recortar gastos. Las consecuencias en este caso se verán reflejadas en la salud. Juan Carlos Sancheta, referente nacional de la Mesa por la Economía Social y Popular (MESyP), revela algunos datos sobre los problemas nutritivos que reflejó un estudio realizado en Moreno. En este sentido señala : “Hicimos un censo, y de 200 pibes había 175 que estaban malnutridos. Nosotros relevamos mil familias, y de estas mil, 30 desayunan con leche, solo 105 comen dos veces al día, y solo 50 comieron carne la última semana.”

En tanto, Emanuel Alvarez, médico perteneciente a la agrupación “La Dignidad”, realiza trabajos de salud en distintos comedores comunitarios en Zona Oeste. Álvarez comenta el efecto y los riegos de sobrevivir a base de  harinas debido a la crisis. Al respecto, dice: “Algunas familias dependen básicamente del merendero y del comedor para sobrevivir. Tal vez sea su única comida diaria. Hay una cuestión de malnutrición, es decir, que hay niños que se alimentan dos o tres veces al día, pero viven de azúcares y de harina, no tienen accesos ni a frutas, ni verduras, ni a carne, es decir a proteínas. Lo que vimos en Moreno son niños que comen una vez por día y mal, no llegaban a cubrir la cuota alimentaria necesaria como para poder crecer y entonces comienzan con bajo peso.”

Una dieta equilibrada que contemple frutas, verduras y carne, es un factor crucial en el desarrollo de los niños. No se puede culpabilizar al comedor, cuando hay ausencia de otros sectores. El acceso a una sola comida por día refleja que hay familias enteras que no podrían subsistir sin la presencia de esas instituciones. Álvarez opina: “Estamos viendo que hay falta de acceso a los alimentos, no se accede a la leche, no se accede a la carne, porque el aumento de los precios es tremendo. Ya estamos hablando de otro nivel. Esto sumado a que en la mayor parte de las escuelas no están dando el almuerzo. No hay acceso a la comida.”

Desde el Ministerio de Desarrollo Social provincial comentan que más de un millón 700 mil alumnos almuerzan y meriendan en las escuelas. Además, mencionan al programa alimentario “Más vida”, al que acceden 300 mil familias, y la iniciativa “Un vaso de leche”, donde se les otorga leche a 434 mil embarazadas y niños. En cuanto a financiamiento a los comedores, también se creó en 2018 el Programa de Fortalecimiento a la Red de Espacios Comunitarios, mediante el cual otorgan un monto mensual de 5 mil pesos para la compra de alimentos, equipos de cocina, y pago de servicios.

Sin embargo, esa ayuda no parece suficiente. La mayoría de los comedores, o merenderos, sólo abren sus puertas tres veces por semana, o sábados y domingos, con el objetivo de reemplazar la ausencia del comedor escolar. Llegado el invierno, los comedores también llevan adelante otro tipo de asistencia: la donación de elementos de calefacción, y ropa o zapatos.

Natalia Alegría es la fundadora del Comedor “Organización Popular Alondra”, y del merendero “Semillas del Futuro”, en Moreno. Consultada, señaló los tipos de ayuda que se brinda en ambos espacios: “Consigo vestimenta y calzado, todo el año trabajamos con eso. El nombre que le pusimos fue ‘Ropero Comunitario Social y Móvil’, porque una vez que en nuestro barrio se solucionó esta cuestión (nuestros vecinos se visten, tanto chicos como grandes), se traslada a otro lugar. No hay una edad para decirle ‘a este le damos, a este no’, es para todos. Hay barrios en los que tenés una cantidad de abuelos, pero por ahí en otro barrio no, entonces se va trasladando, y así hemos ayudado a un montón de barrios. A veces me donan una tele, una cama, una heladera, y alguien la necesita, entonces yo se la doy. En lo que es colegio también trabajamos un montón, con los profes y directivos hicimos muchas conexiones. Por ejemplo, me traen ropa, calzado, útiles, y se los alcanzamos.”

María Nichea, coordinadora de Comedores Comunitarios en la Municipalidad de Moreno, define el panorama como complejo y comenta: “En comunicación con Desarrollo Social, sabemos que existen alrededor de 400 y 500 comedores, más o menos. Pero es probable que dentro de los barrios haya más de los que se estiman oficialmente.” La presencia del Estado no alcanza para la alta demanda que se sufre en los comedores. Nichea añade: “Provincia entrega mercadería cada 45 días y son solamente productos secos, nada de frescos, nada de verduras.”

Los reclamos no han tenido buenos resultados. En un distrito donde hay muchas carencias, donde la emergencia alimentaria está declarada desde 2017, una solución se ve lejana. Níchea sostiene: “Nosotros seguimos con la emergencia alimentaria y tratamos de que se implemente. No tuvimos muchas respuestas, más allá de decir ‘les doy un par de kilos más de mercadería’ y nada más. La verdad que eso no nos sirve de nada. Nos han dado merenderos reforzados, es decir, te dan mercadería para nada más que cincuenta niños. Esta alimentación viene con cereales, azúcar, cacao, frutas, una vez a la semana, y se supone que eso les tiene que durar a los niños toda la semana. El tema es que solamente son para cincuenta, en esos merenderos en donde nosotros tenemos más de cien pibes.”

 

 

 

 

Vamos las pibas

Vamos las pibas

Dos mujeres jugando al futbol

El oeste del Gran Buenos Aires es la “cuna” de grandes jugadoras.

El rol de la mujer en la sociedad está en medio de una gran transformación y el fútbol femenino es un claro ejemplo de ello: está con un crecimiento histórico en Argentina y el oeste del Gran Buenos Aires es la “cuna” de grandes jugadoras. Por eso, ANCCOM recorrió la zona para dialogar con las principales protagonistas y conocer sus experiencias.

El fútbol se encuentra atravesado por una lógica comercial y mercantil. Existen grandes desigualdades de recursos económicos entre los clubes de Primera División y el Ascenso, cuyos jugadores deben tener otro trabajo. Las diferencias se profundizan si hablamos de fútbol femenino, un deporte prácticamente amateur en nuestro país. Actualmente la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) cuenta con 32 equipos de fútbol de mujeres (14 en Primera A y 18 en Primera B). Micaela jugó en Defensores del Chaco de Moreno y luego pasó a San Lorenzo y comenta que la principal diferencia entre ambos clubes fue tener “masajistas y preparadores físicos. Antes era como juntarme a jugar con mis amigas en el barrio”.

“Ya la edad me pasó para jugar en AFA, prefiero jugar en equipos de barrio”, dice Sandra de 29 años, mientras espera para entrar en el equipo ´Rivadavia´ del Torneo Municipal de Fútbol Femenino de Merlo. Es un campeonato con 24 equipos, todos fichados en la Secretaría de Deportes del Municipio. El 90% de ellos tiene inscriptas las 3 categorías del campeonato, con un mínimo de 7 jugadoras registradas para cada uno de los niveles. Mientras se pone las canilleras, Sandra cuenta que juega desde los 15 años, donde hacía “fútbol mixto” con sus 14 hermanos y entre risas sostiene que “teníamos para hacer 2 equipos de 7”. Ser madre a los 19 años no le impidió continuar con su pasión por el fútbol, cuando su hija cumplió 3 meses volvió a las canchas. “Terminaba el primer tiempo, me sentaba y ella venía a tomar la teta” dice Sandra.

El apoyo familiar y económico resulta fundamental a la hora de llevar adelante una carrera dentro del fútbol femenino. “Cuando estaba por empezar a jugar en River, tenía que ir todos los días y no podía. No tenía a nadie que me banque”, sostiene Valeria Giménez de 24 años. A ella sus padres nunca la vieron jugar, siempre fueron los abuelos quienes la apoyaron en el deporte. “El primer torneo al que me anoté, lo ganamos y teníamos que viajar a Mar del Plata, mi vieja no quería saber nada”, cuenta Giménez.

No todas las familias se niegan a aceptar que sus hijas jueguen al fútbol. Valeria Albornoz jugó en Independiente de Avellaneda y en Atlas de General Rodríguez y comenta que sus padres la apoyaban en su decisión pero “no la bancaban económicamente”. A los 17 años empezó a jugar en Atlas y al poco tiempo pasó a entrenar en Wilde para formar parte del plantel de Independiente. Eso la obligó a asistir a la escuela secundaria y trabajar en una fiambrería con su tía para poder solventar su viaje al predio de zona sur donde entrenan los “rojos”. En ese momento, ella optó por dejar el colegio y al poco tiempo abandonar el fútbol.

Piernas de una jugadora, pisando una pelota

El crecimiento del futbol femenino refleja el nuevo rol que disputa la mujer en la sociedad.

“De a poco se fueron rompiendo algunos mitos, por ejemplo, que el fútbol es solo para hombres” dice Gonzalo Díaz, ex arquero de Racing y coordinador de actividades de los complejos Goles y Gambetas, ubicados en Merlo Norte, Libertad, Ituzaingó y Villa Tesei. Díaz cuenta que comenzaron con las actividades en el 2013 y el fútbol femenino nació como una demanda de 4 chicas. Sin embargo, se enorgullece de ser “los pioneros en la zona oeste en empezar a abarcar más edades en la disciplina”. Actualmente tienen 40 chicas en fútbol infantil. “Tenemos nenas de 6 o 7 años que se compran los botines y vienen a jugar al fútbol, para nosotros es muy lindo eso”, señala el coordinador.

En una de las inmediaciones de Goles y Gambetas, se lleva adelante la Liga EFEM de Fútbol Femenino. Allí está Lucila Aguirre, de 15 años, oriunda del Parque San Martín, partido de Merlo. Desde los 12 años juega principalmente en futsal de River y en mayo de este año tuvo su primera convocatoria a la Selección Argentina de Futsal Femenino Sub-20. “La que me acompañó siempre en el fútbol fue mi mamá, falleció hace dos meses”, cuenta Lucila mientras suspira. Según ella, juega al fútbol desde que tiene “memoria” y siempre con varones. Aguirre afirma que eso le “sirvió mucho para, después, sacar ventaja con las chicas”. Según comentan las jugadoras del torneo y algunos espectadores es la promesa del fútbol femenino en el país.

En algunos casos, se toma al fútbol como una actividad recreativa. En la Liga Municipal de Merlo, “los técnicos tratan de que jueguen todas. En cambio, en AFA, solo juegan las mejores. No importa si fuiste a entrenar toda la semana”, afirma Rocío Taboada. Tiene 26 años y es arquera de Ferrocarril Oeste, luego de haber sido la única mujer entrenando con “80 jugadores libres en el Club CFR de Moreno”. Hace cinco años que decidió aprender a jugar al fútbol y como está lesionada en su muñeca juega como defensora. También atajó en Almirante Brown, en el Sindicato de la Televisión, Deportivo Merlo y otros equipos y cuenta que “es muy difícil que un club apoye al fútbol femenino, todo sale a pulmón”. En Ferro están becadas, tienen camisetas y pelotas. Lo que debería ser lo habitual en un club de fútbol, se toma como una novedad.

El machismo dentro del ambiente del fútbol fue una barrera que tuvieron que atravesar varias de las chicas que decidieron comenzar en este deporte. “Cuando yo arranqué me decían ´vos jugas a la pelota, sos un varón´ o ´¿Por qué no vas a lavar los platos?´ y eso te pone mal, creés que tenés que hacer eso”, dice Valeria Albornoz, la chica que jugó en Independiente y Atlas. El juicio social, coincidieron todas las entrevistadas, fue uno de los principales motivos por los cuales muchas jugadoras dejaron de ir a las canchas. Sin embargo, con la mujer disputando un nuevo rol en la sociedad, el fútbol femenino parece incubar cambios. Rocío Taboada sostiene que “las mujeres están jugando por todos lados ahora”. La experiencia compartida por varias jugadoras en la zona oeste es que comenzaron a jugar con zapatillas y hoy «todas se compran botines y camisetas de fútbol”, dice Gonzalo Díaz. ¿El machismo en el fútbol también se estará por caer?

Los cuatro fantásticos

Los cuatro fantásticos

Un 12, 9 % de la población argentina tiene algún tipo de discapacidad, según datos del Censo 2010.  En tanto, de acuerdo al informe del último trimestre de 2016 producido por el Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento,  un 34% de la población del Gran Buenos Aires es pobre.  ¿Por qué se cruzan las dos variables? La inserción al empleo, se sabe, es muy compleja para este colectivo.  Según el último Anuario Estadístico Nacional sobre Discapacidad del año 2015, en la provincia de Buenos Aires, un 85,68 % de personas con diferentes tipos de discapacidad a partir de los 14 años no trabaja. A nivel nacional el porcentaje es similar. Leandro Noir, Director del Departamento de Psicología de la Discapacidad de APBA (Asociación de Psicólogos de Buenos Aires),  sostiene: “No hay políticas que estimulen la inserción laboral, en la parte educativa están aumentando las integraciones escolares, muchas más escuelas lo implementan, pero ahí influye el nivel económico porque el Estado no brinda los recursos necesarios.” En ese contexto, los centros de día estatales o asociaciones civiles sin fines de lucro ofrecen herramientas vitales para la autonomía de las personas con capacidades diferentes que no poseen medios económicos.

“Los cuatro fantásticos” se denomina al cuarteto de centros que en Moreno luchan diariamente por aportar a la autonomía de las personas discapacitadas. Ellos son: TADIM, Espejos Cruzados, Centro de Día Crecer y la Asociación Civil Ocupas.

 TADIM es un taller protegido para personas adultas, con discapacidad mental leve a moderada, ubicado en la localidad de Moreno con 32 años de vida. La finalidad del taller es capacitar a aquellos para que puedan insertarse en el mundo laboral. La institución cuenta con dos áreas: el taller de carpintería y el sector de tercerizados donde se presta un servicio de armado y empaquetado. El lugar solo tiene treinta vacantes, utilizadas por personas que reciben becas otorgadas por la Provincia de Buenos Aires, mediante un convenio con la Municipalidad de Moreno. Los asistentes, cobran además un peculio integrado por un aporte de la provincia más un plus que proviene de los ingresos obtenidos de las ventas de la producción del taller. Gabriel, uno de los participantes de TADIM, expresa: “En casa no tengo amigos, entonces acá comparto con mis compañeros. Trabajo. Estos son mis compañeros hasta la muerte, hasta el cielo”. María Esther ingresó al centro hace un año: “Es como una segunda familia. Aprendí a hacer cosas que antes no sabía”. Ella conoció a su pareja en el taller, hoy conviven y se mantienen sin ayuda. “Tratamos que aprendan a manejarse en la vida cotidiana, cuando se quedan solos. Poder pagar la luz, hacer las compras, llevar adelante la casa», expresa Virginia Ventriglia, coordinadora.

Otro centro de atención a la discapacidad de Moreno se llama Espejos Cruzados e integra el Área de Salud Mental de la Municipalidad. Está orientado a personas con discapacidad mental y problemas psicológicos. «Se llama Espejos Cruzados porque uno al ver lo que a otro paciente le pasa, se refleja en el otro, porque ya lo vivimos», explica Manuel Medina, uno de los pacientes.  

«No solo acompañamos al paciente hasta que le den el alta –señala Ana Garay, directora de Espejo-, lo seguimos una vez fuera del manicomio. Hay personas que salen después de estar 20 años internados a una sociedad que no los espera».

La institución cuenta con dos áreas: el taller de carpintería y el sector de tercerizados donde se presta un servicio de armado y empaquetado.

En tanto, Javier Báez es el coordinador del Centro de Día Crecer, ubicado en la localidad de La Reja, partido de Moreno. La institución, que también depende de la Municipalidad, ofrece sus talleres a personas de bajos recursos que no poseen cobertura médica, las edades comprenden desde los 16 hasta los 70 años, y cuenta con un cupo de 23 personas con discapacidades mentales severas a moderadas. La demanda para ingresar a estos centros es muy grande debido a la escasa oferta de sitios públicos y gratuitos.

No solo las limitaciones económicas o las escasas ofertas estatales de los centros de día inciden en el desarrollo de una persona con discapacidad. Para Jorge Báez la familia juega un rol importante: “Existe una mirada antigua de que un joven discapacitado no puede hacer las cosas, pero sí pueden, a su tiempo. Nosotros invitamos a los padres a que vean los trabajos de sus hijos y nos ha pasado que han dicho que ese trabajo no lo hizo su hijo. La mirada sobre la discapacidad, por suerte, cambió; hoy se les da más herramientas, pero hay que seguir trabajando”.

La Asociación  Ocupas, nacida en 2003, también ofrece sus actividades en forma gratuita.  Fabián Crazvoff, cofundador, cuenta: «A raíz de unas encuestas, vimos que había gran cantidad de personas con discapacidad, en situación de extrema vulnerabilidad. La necesidad nos llevó a trabajar con ellos».   Ocupas opera como centro de día, posee la radio comunitaria FM Ocupas 88.3 pero además funciona como hogar.

 La mayoría de los pacientes son mayores de edad, quienes una vez terminado el sistema educativo ya no tienen lugar en la sociedad. «Para nosotros es una decisión recibir a aquellos que viven en extrema pobreza», explica Sara Cravzoff, directora de discapacidad de la Municipalidad de Moreno y cofundadora de Ocupas.

 Los lazos que generan estos centros son profundos, brindan la oportunidad a personas de bajos recursos -algunas de los cuales no han podido educarse en una escuela especial- para superar obstáculos y valerse por sí mismos. A la vez, luchan día a día por cambiar la percepción sobre la discapacidad hacia una mirada que los incluya. El contexto, por otro lado, no ayuda: la pobreza impacta especialmente en forma negativa en las personas con esas características.  De hecho, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el 87 % de las discapacidades se adquiere durante el desarrollo de la vida y está directamente vinculado con necesidades básicas insatisfechas.

La finalidad del taller es capacitar a aquellos para que puedan insertarse en el mundo laboral.

 

Actualizado 10/10/2017

Ventas en picada

Ventas en picada

El cambio de gobierno en diciembre de 2015 y la consecuente modificación de la política económica han profundizado el proceso recesivo durante todo este año, según las estimaciones de la mayoría de las consultoras privadas, del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Este fenómeno influye directamente en los comercios minoristas, que sufren la crisis económica, los aumentos en las tarifas y la creciente inflación. En los distritos de Moreno y Merlo, ubicados en el segundo cordón del conurbano bonaerense, estas problemáticas impactan de lleno en los negocios de distintos rubros y se traducen principalmente en una fuerte caída de las ventas. ANCCOM relevó la zona y recogió testimonios de primera mano de los efectos del ajuste.

Una recesión es la categoría técnica que se traduce en la disminución de la actividad económica a través de la baja en el Producto Bruto Interno (PBI) de un país durante un periodo determinado. «Los datos de la realidad son muy contundentes, más allá de las posiciones ideológicas que uno tenga», señaló Esteban Sánchez, licenciado en Economía Política e integrante del Departamento de Economía y Administración de la Universidad Nacional de Moreno. En el mismo sentido, subrayó que, con las medidas económicas que tomó la gestión del presidente Mauricio Macri, la profundización de la recesión es una consecuencia lógica. Así también lo ven el FMI y la CEPAL, que estiman una caída del 1,8% del PBI para este año.

Pero, ¿cómo afecta este retroceso de la economía a los comercios minoristas de la zona oeste del conurbano? El economista Esteban Sánchez participó de la multisectorial de Moreno que pidió, mediante medida cautelar, la suspensión del tarifazo en los servicios de luz y gas. Allí tuvo la oportunidad de conocer la problemática de los comerciantes. «A partir del aumento de tarifas hay menos ingresos para la compra y los niveles de inflación hacen caer el poder adquisitivo, por lo que la demanda disminuye», explicó Sánchez.

«Las ventas bajaron un montón, un 60% o 70% comparado con el año pasado», afirmó Andrea Ayala, encargada de Play Maxikiosco, ubicado en la intersección de las calles Martínez Melo y Av. Piovano, frente a la estación de trenes de Moreno. Además, agregó que, si el año que viene no mejoraba la situación, el dueño podría cerrar el kiosco. Porcentajes más bajos, pero no menos preocupantes, se obtuvieron en otros rubros. «Este año las ventas bajaron un 40%”, señaló Guillermo Saavedra, dueño de la ferretería EbenEzer de Merlo Norte.

Yael Agüero, empleada de un local de Movistar que se encuentra sobre la Av. Libertador de la ciudad de Moreno, contó en qué medida las ventas disminuyeron: «Por ejemplo, en octubre del año pasado, se hicieron casi 600 ventas y ahora no llegamos a las 200». Así mismo, Franco Trangoni, empleado y yerno del dueño de Ciervo Sport, un local de indumentaria masculina con cuarenta años en Paso del Rey, explicó que el consumo de ropa bajó profundamente: «Ya casi la gente no compra ni carne, así que no pretendamos que compren una remera de primera marca que vale 700 pesos».

“Ha caído la venta un 30% a comparación del año pasado. Bajó la relojería y se venden más artículos de joyería y platería, que son más económicos”, explicó Damián Ezequiel Palazzo, dueño de la joyería y relojería Horeb, local ubicado sobre la avenida principal de Merlo. “Las ventas bajaron un poco, pero trabajamos más horas para compensar”, declaró Juan Carlos Arriaga, dueño de la pescadería “Santa Ana”, quien dijo acomodarse a la situación con ofertas aunque haya menos ganancias.

Los comerciantes aprovecharon las fechas festivas para remediar las pérdidas. Sin embargo, no consiguieron los resultados que se esperaban. «El peor mes de este año fue mayo y ahora octubre está igual o peor que mayo. El Día de la Madre pasó sin pena ni gloria por el local», lamentó Silvia Queiruga, dueña de la Óptica Paso del Rey. Según publicó la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), las ventas por el Día de la Madre no tuvieron su mejor año en 2016 y las cantidades vendidas por los negocios minoristas cayeron 4,8% frente a la misma fecha del 2015. Este año se eligieron obsequios discretos, lo que le dio más relevancia a rubros de menor magnitud como flores y plantas, bijouterie o regalerías.

«En el caso de municipios como Moreno o Merlo, que son Estados locales con una problemática social importante y bajos niveles de empleo, la recesión repercute aún más y las familias no tienen mucho margen para consumir más allá de sus necesidades básicas», explicó el economista Esteban Sánchez. «Las ventas durante este año bajaron un poco. Nosotros somos un supermercado que nos dedicamos básicamente a la comida, y la gente se volcó a la compra de alimentos y bebidas», relató Guillermo Fernández, gerente de El Tío de Paso del Rey, una cadena de supermercados que tiene también sucursales en Merlo y Moreno. Además, agregó que las ventas cayeron alrededor de un 7% con respecto al año pasado.

Frente a esta crisis, los comerciantes tienen que recurrir a distintas estrategias para poder aumentar sus ventas. «Estamos implementando doce pagos sin interés todos los días, además del plan de 12 cuotas del gobierno», comentó Alejandro Candellon, gerente de Casa del Audio de Merlo, tienda de electrodomésticos que cuenta con quince sucursales en diferentes partes de la zona oeste de la provincia y Capital Federal. «Tratamos de ajustar el margen de ganancia lo máximo posible, mucho no se puede porque los impuestos son altos», contó Manuel Nieva, dueño de un maxikiosco ubicado en el centro de Moreno, quien también agregó que cuidan que no falte ningún producto. «La idea es que si entran diez clientes, tenemos que venderle a once», enfatizó.

«Para aumentar las ventas bajamos los precios, pusimos promociones y colocamos en el local torres de ofertas», declaró Alejandra Roldán, encargada de Star Deportes, local de calzado e indumentaria deportiva, ubicado frente a la plaza de la estación de trenes de Paso del Rey. Las torres de ofertas son cajas apiladas ubicadas en el centro del salón que se utilizan para exponer zapatillas más baratas que el resto. Según las declaraciones de la encargada, le da otra imagen al local, ya que brinda un aspecto de zapatería común y no de calzado de primera marca.

«Si no se toman medidas para el consumo, esto va a seguir igual. Porque es como que a un árbol seco le quieras sacar frutos. Si al árbol no lo cuidás para que se recupere, no vas a tener frutos. No existen los milagros para lo que es el comercio», concluyó Fernando Cáceres, empleado en una zapatería femenina de Moreno, con respecto a sus expectativas para fin de año y el 2017. «No hay ningún futuro, si no cambia todo esto nos vamos a la lona. Cumplí 76 años y hace 50 años que tengo la pescadería. Nunca viví una crisis similar a ésta», declaró un tanto enojada Carmen Delso, dueña de la pescadería El Calamar ubicada en Merlo.

Si bien las estimaciones realizadas por el FMI para este año son más pesimistas que en el mes de abril (cuando había pronosticado una caída del 1% del PBI), el organismo internacional prevé un crecimiento del 2,7% para el año 2017. En su informe Perspectivas Económicas Mundiales, presentado a principios de octubre, el Fondo sostuvo que el crecimiento vendrá dado «gracias a la moderación de la inflación y la adopción de una postura monetaria y fiscal más propicia». La estimación es más cautelosa que la que tiene el Gobierno Nacional en el proyecto del presupuesto 2017, donde se prevé un crecimiento del 3,5%.

En contraposición a estas posturas, el economista Esteban Sánchez declaró que el crecimiento es un dato, no habla de la distribución de la riqueza ni de los niveles de empleo. «El proceso de endeudamiento externo que se está desarrollando actualmente crea veranitos económicos y ficciones de consumo, es decir, te da la posibilidad de patear para adelante los efectos de una política neoliberal», subrayó.

La situación económica afectó de distintas maneras a los argentinos. Desde los aumentos de tarifas, pasando por la incesante inflación y, en muchos casos, llegar a casa y contarle a la familia que se quedaron sin trabajo. En la zona oeste del conurbano, el proceso recesivo impactó directamente en las ventas de los comercios minoristas. El mes de diciembre y el comienzo de un nuevo año son las últimas esperanzas que tienen los pequeños negocios para remontar un año que se transformó para más de uno en un dolor de cabeza.

 

Actualizado 06/12/2016