Los últimos privilegiados son los niños

Los últimos privilegiados son los niños

“Acá lo que nos falta es gente para poder laburar uno a uno con los chicos”. Sentadas en los escalones de ingreso del Hogar Curapaligüe, Azul, Diana y Sol explican los motivos de los reclamos que realizan junto a otros trabajadores del centro desde enero de este año. A unas cuadras del Parque Chacabuco, uno de los tres centros de asistencia para niños en situación de vulnerabilidad del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sigue esperando respuestas.

Desde hace siete meses y por tiempo indefinido, el Hogar Curapaligüe paga una multa por no cumplir con los requerimientos básicos que necesita el establecimiento para funcionar. En noviembre del año pasado, tras reiterados reclamos por parte de los trabajadores del hogar, se concedió la medida cautelar que la abogada Mabel López Oliva había solicitado ese mismo mes para que el Gobierno porteño realizara las obras necesarias. A pesar de una refacción reciente en el baño de varones, los chicos y chicas del Curapaligüe todavía conviven con goteras, baños tapados y habitaciones desbordadas que hacen de la convivencia una tortura. “Un lugar que existe para restituir los derechos de los chicos, los termina vulnerando aún más”, denuncia Azul, unas de las trabajadoras del hogar, en diálogo con ANCCOM.

Este año, el Hogar Curapaligüe aloja a 48 chicos y chicas desde los primeros meses de vida hasta los 16 años. Según el informe sobre hogares realizado por la Defensoría del Pueblo en diciembre del año pasado, el máximo cupo para este tipo de instituciones es de 30 personas y el máximo de edad para los hogares de niños es de 12 años. Según Lucila Biasco,  jefa de prensa del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat del Gobierno, “la función de los hogares es dar respuesta rápida”. Ello implica recibir a los chicos en el hogar y luego, en caso de ser necesaria, realizar la derivación correspondiente. Si el hogar se encuentra con su capacidad completa, como es el caso del Curapaligüe, los chicos deberían ser derivados a otros centros. Sin embargo, superada la capacidad espacial y el rango etario del hogar, los trabajadores del Curapaligüe se reparten para poder abarcar las necesidades de todos y de cada etapa del crecimiento: desde los cuentos antes de dormir hasta los maquillajes de las chicas que viven allí sus primeros años de la adolescencia.

“Hay una parte de lo social que acá no se puede dar”, explica Azul, responsable del grupo de varones de 6 a 12 años. Si alguno de los chicos quiere invitar un amigo o una amiga del colegio tienen que quedarse en la salita de adelante, llamada formalmente “sala de vinculación”. Se trata de una habitación de paredes vidriadas y estantes con juguetes y libros, ubicada en la entrada del hogar, donde los chicos y chicas se relacionan con las familias en el proceso de adopción.

“Desde hace años vivimos al borde de que pase algo grave”, afirma Azul. Y recuerda que el año pasado, mientras entraba al hogar con un chico de 4 años, estallaron los vidrios del ingreso central justo encima de él. En reunión con el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad, los trabajadores ya habían pedido que se cambiara la puerta por una de material seguro.

Para evitar que los vidrios cayeran encima del chico, Azul lo cubrió con su propio cuerpo y terminó en el SAME. “Y esa es solo una de las veces que arriesgamos la vida por los chicos”, agrega.

El año pasado, mientras servían la cena, una parte del techo del comedor se desprendió y cayó junto a la mesa del grupo de los más chiquitos. Hace unos meses, se disparó la alarma de incendios en medio de la noche y tuvieron que evacuar el hogar: con una sola escalera y los bebés durmiendo en el primer piso, se tardó más de la cuenta en salir y en el cuarto de las nenas la mitad quedaron adentro. Por suerte, ese día fue una falsa alarma, pero hasta ahora todavía no está aprobado el plan de evacuación. “Si hubiera fuego, no podríamos sacar a todos los chicos”.

Una pared en la que se encuentran dibujados varios niños abrazados y sonriendo.

El Hogar Curapaligüe aloja a 48 chicos y chicas desde los primeros meses de vida hasta los 16 años.

“Gus” llega de la mano de una de las trabajadoras y ambos saludan con la mano antes de entrar al hogar. Lo acaban de operar de las amígdalas. El equipo técnico, que se encarga de pautar los turnos médicos, hacer los informes y revisar la situación de salud de cada chico dentro del hogar, está conformado por dos psicólogas y dos trabajadoras sociales. Cuatro personas para llevar el seguimiento de 48 bebes, niños y adolescentes.

“Lo que peor le hace a un chico es la falta de contención afectiva”, denuncia Sol, que trabaja junto a Azul con el grupo de varones.

Y completa: “Al ser tan pocos para tantos chicos, no podemos darles una atención personalizada como se la daría un padre o una madre”. Entre otras patologías, la falta de cariño y de atención puede llevar a los chicos a tener retrasos madurativos, desnutrición crónica y otras enfermedades.

En febrero, después de ocho meses sin gas, finalmente reconectaron el servicio. Durante ese tiempo la solución a la falta de agua caliente fueron algunas pavas eléctricas y mucha paciencia para la hora de bañarse. Las trabajadoras explican que al momento de mostrar los problemas del hogar tienen tres pilares para sostener el reclamo. Las cartas al Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad son relevamientos de lo que sucede dentro del establecimiento. Esos documentos, en general, no reciben respuesta: los resultados fueron la posibilidad de reunirse esporádicamente con Gabriela Franchinelli, directora de Niñez, y las promesas que los funcionarios hacen en las “reuniones operativas”, que, según cuenta Azul, se convocan de forma intermitente y con poco tiempo de anticipación lo que complica la asistencia de muchos de los trabajadores del hogar.  

En segundo lugar, la denuncia legal. Esa instancia llevó al Gobierno porteño a comprometerse a pagar una multa por la falta de obras necesarias en el hogar. La multa es mensual y se pagará por tiempo indefinido hasta que el establecimiento se ponga en condiciones.

Aunque, en diálogo con ANCCOM, Biasco afirmó que el Hogar Curapaligüe está “hecho a nuevo”, Diana, trabajadora del  centro, asegura que lo único terminado son los baños de varones, que ya se volvieron a tapar. La otra parte, que aún está en curso, es la renovación de la planta baja, donde agregarán una habitación con cunas para los más chiquitos para que, en caso de incendio, los y las trabajadoras puedan sacarlos con facilidad. “Cada vez que inician una obra los tiempos son larguísimos y mientras tanto, hacinan a los chicos en los pocos espacios que nos quedan”, denuncia Diana.

El último recurso de los trabajadores para conseguir respuestas, el que recoge las respuestas más rápidas, está en la calle: movilizarse, reunirse, contarle al barrio la situación que se vive en su propia manzana. Y mientras, turnarse para que la mitad del equipo se quede en el hogar con los chicos, buscando estrategias para hacerlos felices.

 

Actualizado 17/08/2017.

Cerrar cicatrices

Cerrar cicatrices

Como todos los lunes a la tarde en el Centro Frida es día de mateada. Alrededor de una mesa redonda de la sala de biblioteca se reúne un grupo de compañeras y la coordinadora para reflexionar acerca de un tema específico: el arte del Kintsugi o la “belleza” de la cicatrices. El Kintsugi es un arte japonés que consiste en la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y que deben mostrarse en lugar de ocultarse. Así, al poner de manifiesto su transformación, las cicatrices embellecen el objeto.

Daniela les propone a Viviana, Paula, Fabiana, Morena y María que tomen tres hojas con imágenes -Frida Kahlo, “el grito sagrado” de Higui en la Garganta Poderosa, y la frase “mujer, ni sumisa, ni devota, te quiero libre, linda y loca”- las rompan con las manos  y vuelvan a reconstruir a las mujeres a través de un collage. 

El grupo sabe de qué se trata. Todas han llegado al Centro con historias duras a cuestas.

En el corazón del barrio porteño de Parque Patricios, el Centro Frida es un espacio que nació de la lucha colectiva, de las organizaciones sociales que trabajan la problemática de situación de calle como “Proyecto 7” y “No tan Distintas”. Cuenta con 40 camas para que habiten mujeres “cis y trans” con o sin niños y niñas a cargo. La institución funciona las 24 horas todos los días del año, el tiempo de permanencia es indefinido, y se propone llevar adelante un trabajo multidisciplinario.

El Centro es una realidad gracias a “Proyecto 7” desde 2015. “No tan Distintas” participa en su gestión en tanto organización social compuesta por mujeres que crean estrategias de contención y empoderamiento para superar situaciones de vulnerabilidad social, fundamentalmente la situación de calle.   

Vale destacar que antes del surgimiento de Frida, “Proyecto 7” administra desde 2011 el Centro de integración Monteagudo, orientado a la integración social de hombres en situación de calle.   

“Nosotras también tratamos de generar nuestros propios fondos para las actividades y el mantenimiento del hogar», dijo Daniela Camozzi.

Daniela Camozzi, una de las coordinadoras del centro e integrante de “No tan distintas”, advierte que se trata de un espacio de “contención”. En diálogo con ANCCOM, subraya: “Concebimos a las mujeres como protagonistas de sus historias, capaces de formular sus propios proyectos de vida”. 

El Centro Frida se mantiene con donaciones, más allá del convenio básico con el Gobierno de la Ciudad. “Nosotras también tratamos de generar nuestros propios fondos para las actividades y el mantenimiento del hogar: participar de ferias, varietés, producimos fanzines mostrando los trabajos de las chicas en los talleres, y solemos para fin de año hacer tarjetas o calendarios”, explica Daniela.

Actualmente, la ocupación es completa, pero a las mujeres que están en lista de espera para ingresar al hogar les ofrecen comida, participación en los talleres y las instalaciones para higienizarse.

 “Llegué a Frida por intermedio de una encargada que trabaja aquí. Estoy desde la mitad de febrero porque me había peleado con mi pareja. El ahora está en cana”, relata Fabiana.

Viviana se suma a la charla. “Me fui de mi casa cuando tenía 15 años, ahora estoy en la lucha y sola. Hace unos meses fui mamá, por haber estado en situación de calle perdí a la beba, y porque no tengo documentos. En abril de este año llegué a Frida, y las chicas que trabajan aquí me ayudaron a tramitar los documentos, y en conjunto con un equipo de abogados, se están moviendo para que pueda recuperar a la beba”, relata.

El trabajo cotidiano está mediado por reflexiones sobre la violencia contra las mujeres, las distintas maneras de practicar la maternidad, la trayectoria de las mujeres trans y la educación sexual integral.

Distinto es el caso de Paula. “En este momento no estoy aquí en Frida porque me encuentro en situación de calle y no hay camas. De todas maneras, fui una de las seis primeras integrantes, desde los inicios del centro, hace dos años. Mi problemática es el consumo de drogas. Por ese motivo dejé a toda mi familia. Lo cierto es que he hecho miles de tratamientos, no pongo voluntad para dejar las drogas, me cuesta cumplir con una rutina de ayuda profesional, y  siento que todavía necesito seguir consumiendo, es por esa razón que yo siempre me voy”, confiesa.

Viviana no duda en calificar al personal de Frida como parte de su “familia”. Y sentencia: “Aquí en Frida me siento como con mi familia, como si estuviera en mi casa, en donde recibo mucha contención de las chicas”.

Paula marca matices y asegura: “Actualmente me siento muy sola, pero cuando estoy aquí en Frida me encuentro muy contenida, las siento como a mi familia, y a las chicas las quiero mucho, porque me aceptan como soy”.

La violencia de género es uno de los temas más debatidos en talleres y charlas.  La coordinación del Centro lo asume como un desafío. “Estamos todo el tiempo interpeladas, indignadas, a veces con cierto desánimo”, subraya Daniela.

El trabajo cotidiano está mediado por reflexiones sobre la violencia contra las mujeres, las distintas maneras de practicar la maternidad, la trayectoria de las mujeres trans y la educación sexual integral. Los profesionales cruzan distintas áreas: psicólogas, antropólogas y sociólogas.  

A su vez, el centro se encuentra organizado en distintas áreas de trabajo como salud, talleres de la comunicación y niñez, entre otros.

En las asambleas semanales habitantes y trabajadoras  definen los temas que atraviesan a la institución: horarios, pautas, reglas de convivencias, talleres, tareas, actividades y lineamientos generales.

Para el futuro deseo que Frida pueda seguir existiendo, pero que la lucha se profundice. Que a partir de nuestra iniciativa surjan muchos más centros integrales para asistir a personas en situación de calle, con el firme deseo de que algún día dejen de existir”, concluye Daniela.  

«Que a partir de nuestra iniciativa surjan muchos más centros integrales para asistir a personas en situación de calle, con el firme deseo de que algún día dejen de existir”, dijo Daniela.

Actualizada: 16/08/2017

 

Luna de Parque Patricios

Luna de Parque Patricios

En pleno Parque Patricios hay un club que respira barrio y pasión. Y no es Huracán, aunque quede cerca. Se trata del Club Atlético Piraña, fundado en 1942 y recuperado y resucitado por viejos y nuevos socios.

Piraña, cuyo escudo tiene los colores azul, blanco y rojo, llegó a tener 6.000 asociados y jugó en los torneos de AFA. En 1978 fue campeón en la Primera D, jugó un año en la C y ya en 1980 se desafilió para, hasta ahora, nunca más volver.

El club continuó con sus actividades, pero los problemas económicos y la merma de concurrencia a su sede lo llevaron a bajar la persiana. Tras 15 años de abandono y tener sus puertas cerradas, el 14 de enero de 2014 el club volvió a funcionar en el corazón de Parque Patricios gracias a un grupo de antiguos socios y vecinos que se sumaron a dar una mano para sacarlo del olvido y superar una crisis terminal.

“Empezamos de la nada, esto era Kosovo, el club estuvo a la deriva por  años”, recuerda el actual presidente, José Rostanzo. “Era casi una epopeya levantar el club, estaba muerto”, agrega Alberto Moure, el tesorero. En 2013, Piraña fue clausurado por una causa penal, debido a que una banda de narcos lo había tomado como propio. El juez Sergio Torres -al frente del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N.º12- decidió devolvérselo a sus socios fundadores, tras una entrega provisoria a una ONG de la villa 20-21.Vecinos y antiguos socios habían firmado petitorios para su reapertura.

El equipo infantil del Club Atlético Piraña en charla técnica junto a su entrenador en el entretiempo. Club Atlético Piraña vs. Club Unión de Amigos. Equipos infantiles. Partido Sábado 22 de abril en el Club Atlético Piraña.

El club fue refundado por viejos y nuevos socios.

“Se realizó una asamblea y formamos una comisión directiva con el aval de un socio fundador, Pedro Bianco. Yo fui electo presidente y se designaron también el resto de los cargos”, dijo Rostanzo sobre el rescate del club. A partir de allí empezó el arduo trabajo de puesta a punto de las instalaciones. Arrancaron de cero:  tuvieron que hacer de nuevo los pisos de las canchas, los techos y pintar, cosas básicas para reabrir la entidad al barrio. Aunque también hubo ayuda de parte de vecinos que se acercaron a colaborar cuando se enteraron que Piraña renacía. “El ideólogo de todo esto fue (Norberto) Pipo Ingegnieri, ex secretario, él nos juntó para reabrir el club. Todo se gestó en la empresa del presidente (Expreso Transguazú)”, explica Moure.

Tras la grave crisis que atravesó, Piraña lentamente sale a flote. En la actualidad, se sostiene con recursos propios y su mayor ingreso es el alquiler de la cancha de 11. A pesar de ofertas para ceder la concesión a cambio de ponerle césped sintético, los dirigentes prefieren mantener la identidad del club y declinar las propuestas. El presidente destaca: “Tenemos más de 200 socios, en la escuelita de fútbol hay entre 150 y 200 chicos que también juegan los torneos. Además, hay fútbol en cancha de 11, boxeo masculino y femenino, taekwondo, zumba y otras disciplinas de baile”.

La entrada al Club Atlético Piraña.

En la actualidad el club se mantiene con recursos propios. Los dirigentes prefieren mantener la identidad del club y declinar las propuestas de concesión de algunas canchas.

La importancia del ambiente familiar que los dirigentes quieren para el club y el rol social que aspiran que cumpla es algo que acentúan en sus declaraciones. Los padres de los chicos que concurren a la institución no son ajenos a esto. María Camargo es la madre de Nicolás, arquero de la categoría 2003, y afirma: “Como mamá es mucho mejor tener a tus hijos adentro del club porque están protegidos, con gente que los cuida y no en la calle”. Adrián Feliz, papá de Owen que juega en la 2007, está de acuerdo y añadió que también los familiares de los nenes se hacen amigos entre ellos.

Ambos padres colaboraron en su momento con el club. Feliz, que vivió siempre a la vuelta de Piraña, fue técnico ad honorem durante un semestre de la categoría de su hijo y relata: “Cuando empezamos, el club nos autorizó a los padres de las categorías 2007 y 2008 a hacerles la ropa, entonces rifamos un lechón y con esa plata compramos todas las camisetas”. Camargo, por su parte, rememora: “El año pasado fui delegada en fútbol, fue una linda experiencia y está bueno porque te permite sentirte parte, fue el mejor año que tuve dentro del club”.

Pálmares del Club Atlético Piraña.

En la actualidad los logros del club son sociales y barriales, más que económicos.

Si bien Piraña  funciona de nuevo desde hace tres años, de a poco se vuelve a convertir en un punto de encuentro para los residentes de Parque Patricios. Sofía Cysink, secretaría del club, manifiesta: “La idea es que la gente venga a pasar un buen rato, conozca lo que es el club, que además de ser deportivo es un club social”. Cysnik está ligada familiarmente a la institución, ya que su madre es vocal y que su cargo antes era ocupado por su hermana. La joven de 19 años no solo es secretaría, sino que también vende entradas los días que juegan las categorías infantiles y confiesa: “Es lo que más me gusta porque estás acompañando a los chicos, más allá de cobrar las entradas, estás acá mientras juegan, los ves, pasan y te saludan, es un ambiente muy lindo”.

El sentido de pertenencia no es algo nuevo en el club: los actuales dirigentes absorbieron cariño por Piraña en su juventud. “La fiesta de mi casamiento fue acá, hoy vienen mis nietos a practicar fútbol”, dice  Rostanzo. En la misma sintonía, Moure, el tesorero afirma: “Mi papá fue dirigente y jugador del club, entonces venía con él desde pibe”. Estos valores son los que intentan sembrar en los chicos. Ricardo Gómez, vocal y encargado del fútbol expresa: “Queremos que haya sentido de pertenencia. No buscamos ganar un campeonato, sino sumar más pibes”.

El 12 de septiembre Piraña festeja su 75 aniversario y, de cara al futuro, la comisión aspira a volver a la AFA aunque sea mediante el futsal y lograr un subsidio para hacer obras, ya que el costo de estas excede su presupuesto. Otra meta es, según expresa Moure: “Que sea más activo el papel en la vida social del barrio, lo vamos a lograr”.

Equipo infantil del Club Atlético Piraña. Club Atlético Piraña vs. Club Unión de Amigos. Equipos infantiles. Partido Sábado 22 de abril en el Club Atlético Piraña.

“Tenemos más de 200 socios, en la escuelita de fútbol hay entre 150 y 200 chicos que también juegan los torneos», comenta el presidente del Club.

 

Fotos de niños con la bandera de el Club Atletico Piraña y una condecoración al club.

Club Atlético Piraña supo estar afiliado a AFA y hasta fue campeón de la primera D

Actualizado 08/08/2017

 

San Cayetano no da abasto

San Cayetano no da abasto

En el día de San Cayetano,  por segundo año consecutivo, organizaciones sociales y sindicales marcharon, desde el santuario del patrono del trabajo en Liniers hasta Plaza de Mayo, para reclamar por la sanción de la Ley de Emergencia Alimenticia y el cumplimiento de la ya vigente Ley de Emergencia Social. “Nosotros no solamente vinimos a rezar, también venimos acá a pelear”, advirtió el secretario general de la Confederación de los Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Esteban Castro, en el cierre del acto.

En el contexto actual, donde el desempleo -según datos oficiales- alcanzó el 9.2% en el primer trimestre del 2017, miles de fieles aguardaban que se abrieran las puertas de la parroquia de San Cayetano para hacerle su petición al santo. A los creyentes, se le sumaron alrededor de las ocho de la mañana los manifestantes convocados por las tres organizaciones sociales que se encargaron de anunciar la movilización: Barrios de Pie, la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y la CTEP.

Alrededor de las 9:30 la columna de manifestantes partió de Cuzco y Rivadavia para transitar doce kilómetros y llegar a las 15:30 a Plaza de Mayo. Emilio Pérsico, dirigente del Movimiento Evita, encabezó el tramo final de la marcha y en diálogo con ANCCOM habló sobre la situación en los barrios populares: “Hoy tenemos mil comedores y cada día estamos peor, cada día le tenemos que echar un litro de agua a la olla para que coma más gente». Por su parte, el senador nacional por el Frente para la Victoria, Juan Manuel Abal Medina, afirmó:» Estamos planteando algo obvio, Argentina es uno de los mayores productores de alimentos y hay más de seis millones de personas que todos los días no tienen para comer”.

 

Grupo de personas marcha con una bandera al frente en la que se lee: "Tierra-Techo-Trabajo". Detr{as de ellos las banderas de las agrupaciones que convocaron la marcha.

Alrededor de las 9:30 la columna de manifestantes partió de Cuzco y Rivadavia para transitar doce kilómetros y llegar a Plaza de Mayo.

Desde la organización Barrios de Pie, este año se hizo un relevamiento de talla y peso sobre 50 mil chicos de todo el país que arrojó como resultado que un 43% de ellos padecen de desnutrición. “A raíz de estos datos realizamos este Proyecto de Ley de Emergencia Alimenticia para que el Estado se haga cargo de la alimentación de esos chicos en los comedores escolares”, señaló Celeste Ortiz, integrante de Barrios de Pie y trabajadora de un comedor comunitario.

En tanto, Trinidad González,  integrante del Movimiento de los Trabajadores Excluidos (MTE), destacó la importancia de la movilización para el sector informal de la economía: “San Cayetano significa mucho para los sectores populares. Marchamos por el reconocimiento de laburar en condiciones dignas, el reconocimiento de los trabajadores que no estamos en la economía formal”.

La protesta contó con el apoyo de distintos dirigentes de las organizaciones obreras más importantes: Juan Carlos Schmid,  integrante del triunvirato que conduce la Confederación General del Trabajo –CGT- y  Hugo “Cachorro” Godoy, secretario general de la Asociación Trabajadores del Estado –ATE- acompañaron con su presencia, mientras que las dos Centrales de los Trabajadores de la Argentina (CTA), presididas por Hugo Yasky y Pablo Micheli respectivamente, también adhirieron a la convocatoria.

Un grupo de representantes de las organizaciones que convocaron la marcha se encuentran hablando desde un escenario, en una bandera que se encuentra encima del escenario se lee: "Paz, Pan, Tierra, Techo, Trabajo".

En un escenario montado sobre la Plaza de Mayo hablaron los voceros del acto: Daniel Menéndez de Barrios de Pie, Juan Carlos Alderete por CCC y Esteban “Gringo” Castro de la CTEP.

Alrededor de las 16, en un escenario montado sobre la Plaza de Mayo comenzaron a hablar los voceros del acto: Daniel Menéndez de Barrios de Pie, Juan Carlos Alderete por CCC y Esteban “Gringo” Castro de la CTEP. Menéndez comenzó pidiendo por la aparición con vida de Santiago Maldonado, un joven militante que se encuentra  desaparecido hace seis días luego de que lo detuviera Gendarmería en Chubut. Luego acusó al gobierno de Cambiemos de destruir los puestos de trabajo, al mismo tiempo que solicitó el aumento del presupuesto para comedores a los que cada vez concurren más chicos. “Nuestro sueño no es vivir reclamando emergencias, nuestro sueño es tener trabajo para llevar el pan a nuestro hogar y alimentar a nuestros hijos”, exclamó.

Alderete continuó criticando al oficialismo por favorecer a los sectores que concentran la riqueza en el país y después recordó que desde el Gobierno Nacional sólo ejecutaron, en lo que va del año, el 30% del presupuesto correspondiente a la Ley de Emergencia Social: “A este Gobierno que dice que esperemos a después de las elecciones para aplicar la Ley de Emergencia Social, le decimos el hambre y la desocupación no esperan. Las próximas horas nos vamos a reunir con otras organizaciones para profundizar las medidas de lucha, no vamos a dejar la calle.”

Por último, el secretario general de la CTEP desarrolló las consignas del encuentro “Pan, paz, techo, tierra y trabajo” y responsabilizó al Estado por desentenderse de su deber de garantizar la paz social mientras criticó las intenciones de bajar la edad de imputabilidad. Al final  remarcó la importancia de la unidad: “Nosotros le garantizamos a nuestro pueblo, que además de hoy, el 22 de agosto reventamos la Plaza junto a la CGT, junto a la CTA y junto con todos aquellos que quieran pelear contra este modelo de ajuste, de represión y de hambre”.

Actualizado 07/08/2017.

 

Teatro de verdad

Teatro de verdad

El teatro es una oportunidad de comunicación colectiva. Y esto es exactamente lo que ocurre los lunes en el Multiteatro de la calle Corrientes con la nueva temporada de Teatro por la Identidad (TXI), el “brazo artístico” de Abuelas de Plaza de Mayo que desde el año 2000 difunde la búsqueda de los nietos apropiados por la última dictadura. Durante agosto, con entrada gratuita, TXI presenta la quinta edición del ciclo de micromonólogos Idénticos y a sus protagonistas –directores, dramaturgos, técnicos, actores, productores– los sigue movilizando la misma causa que hace 17 años: actuar para no olvidar, actuar para encontrar la verdad.

Doce actores en escena construyen personajes que, a través de distintas temáticas, hablan de la identidad. La elección del nombre, Idénticos, no es azarosa. “Idénticamente solos, el actor con su identidad; él y su personaje, iguales”, expresa Cristina Fridman, miembro de la comisión organizadora de TXI. Su compañera Eugenia Levin agrega: “Idénticos los de arriba del escenario con los de abajo”. Cada personaje es habitado por diferentes textos poéticos, conmovedores y particulares, que transitan la historia argentina.

“Participar en TXI es una decisión de vida, una militancia. Ser actriz no es sólo hacer televisión sino que también es un compromiso ideológico y político. Por eso la decisión de acompañar a Abuelas, de trabajar por la Memoria, Verdad y Justicia. El arte es política y es una herramienta de transformación”, afirma Melina Petriella, en diálogo con ANCCOM, quien en su monólogo encarna a la hija de un genocida y, como el resto de sus compañeros, al finalizar, dice su nombre real y concluye: “Puedo decirlo porque sé quién soy”. Tan simple y preciso.

La actriz Melina Petriella se encuentra en primer plano, detrás de ella un cartel con el logo de teatro por la identidad.

«El arte es política y es una herramienta de transformación”, afirmó la actriz Melina Petriella.

“TXI nos permite reconectar con quiénes somos. No solo como individuos sino como colectivo social. En las crisis nos ponemos más de acuerdo para elaborar estrategias que nos permitan salir a flote, funciona más el conjunto que la individualidad. O negamos lo que somos, o lo mostramos”, opina el director Pablo D’Elia. “Este es un espacio necesario –subraya el actor Martin Slipak–. No solo para los que lo hacemos sino para el público. Por algo viene tanta gente y por algo estalló de una manera tan grande que fue necesario continuar y plantear el nuevo ciclo”.

“Lo hacemos con mucho compromiso artístico. Y algo más grande, desde lo que sabemos hacer, que es comprometernos con nuestra historia social. En una ciudad donde el sector independiente no está apoyado desde el Estado, el teatro subsiste”, afirma la actriz Lorena Vega y, antes de ingresar a su camarín, su colega Mauricio Dayub destaca entusiasmado: “Argentina es uno de los países más importantes a nivel teatral. El teatro es una herramienta hermosa”.

 El actor Mauricio Dayub sonriéndo en primer plano.

“Argentina es uno de los países más importantes a nivel teatral. El teatro es una herramienta hermosa”, comentó el actor Mauricio Dayub.

Entre los actores participantes puede mencionarse también a Agustina Cabo, María José Gabin,  Juan Palomino y Mario Alarcón. Además de Paola Barrientos, Luis Ziembrowski, Eugenia Guerty, Gimena Riestra y Martín Slipak. El plantel de directores también es numeroso. Entre muchos otros lo integran: Daniel Veronese, Mauricio Kartún, Arturo Bonín y María Onetto. A ellos se suman los músicos en vivo: Cuatro Vientos, Babel Orquesta, Esteban Morgado y Dolores Solá. Y, por supuesto, la presencia de Abuelas y nietos restituidos, quienes dan su testimonio de vida al concluir el espectáculo. Antes de cada función, un artista lee una carta de bienvenida. Este año participan Daddy Brieva, Lidia Borda, Malena Dalessio, Daniel Fanego, Luis Machín, Miguel Ángel Rodríguez y Julia Zenko.

Según los miembros de TXI, las Abuelas pidieron que haya humor en los textos elegidos, ya que “tragedia hemos tenido suficiente en nuestra historia”. “El humor es sanador. Una manera de mirar el mundo, lejos de lo solemne, que trae otro aire, sin desatender que estamos hablando de lo que nos pasa”, reflexiona Lorena Vega. Para la directora y actriz Monina Bonelli “el humor es la herramienta privilegiada de la comunicación. Un cómico es el mejor trágico, trabaja con la irreverencia, con lo que no se puede decir. La risa empatiza, acerca, con inteligencia”, remarca.

“Que este ciclo ocurra en una sala comercial acerca a públicos que no son los que ya conocen la temática. El gesto de Rotemberg de poner el teatro es loable”, sostiene Bonelli, en referencia al Multiteatro que los aloja desde el año pasado. Mientras tanto, en el escenario, destellan lúcidas palabras y sutiles actuaciones. Los espectadores aplauden de pie. El lema del cierre queda grabado en sus corazones: “La memoria tratada como puente para fortalecer el presente, pero por sobre todo, para construir un futuro mejor”. Hasta el próximo abrazo.

Actualizado 08/08/2017.