“Los que dicen que simplemente se ahogó, deben escuchar un no rotundo como respuesta”

“Los que dicen que simplemente se ahogó, deben escuchar un no rotundo como respuesta”

La avant premiere de El camino de Santiago, el documental dirigido por Tristán Bauer sobre el caso de Santiago Maldonado, se realizó en la sala de Directores Argentinos Cinematográficos (DAC), en el barrio porteño de Villa Crespo, y allí estuvo el cineasta junto a su equipo, integrado entre otros por el periodista Juan Alonso.

La película teje un hilo narrativo que va desde el avasallamiento del territorio y la cultura mapuche hasta la desaparición de Santiago Maldonado. No se trata de una historia individual sino de una lucha colectiva. ¿Por qué el Estado se encargó de ocultar tanto lo que sucedió con Santiago? Con el eco de “A desalambrar” de fondo y abundante archivo, el relato responde al interrogante.

Omar Quiroga, responsable del guión junto a Florencia Kirchner, dialogó con ANCCOM sobre su trabajo alrededor del caso Maldonado, inicialmente una serie de micros para el programa de Gustavo Sylvestre en C5N y para el sitio web de Página/12. “Luego de ver el material que estábamos obteniendo, pudimos observar la posibilidad de un proyecto mucho más grande para acercarle información a la población. Esto debe interpelar a todo el pueblo argentino”, afirma.

Tristan Bauer, director del film.

Según Quiroga, quien refleja en sus palabras las imágenes que fue construyendo a partir de testimonios de familiares, amigos y conocidos, Santiago fue una persona fiel y comprometida con las causas injustas: “Por más que quieran justificar o por más violenta que quieran dibujar una protesta, nadie debe ser asesinado”. Y agrega: “Uno busca explicación y por eso investiga. Utilizaron las fuerzas del Estado y ahora intentan enterrar lo que pasó”.

El cineasta Tristán Bauer explica que frente a la noticia de la desaparición de Santiago decidieron no ser espectadores de los acontecimientos sino ponerle imágenes a la historia para contar lo que ocurrió. “Los que dicen que Maldonado simplemente se ahogó, deben escuchar un no rotundo como respuesta. El objetivo es despertar conciencias y seguir el camino de lucha”, sostiene.

“Los drones en la Patagonia iban volando al calor de los sucesos, mientras se iban desarrollando, por lo que, junto con Juan Alonso, logramos avanzar y construir esta historia”, cuenta Bauer, cuyo equipo fue investigado, filmando y editando a medida que iban sucediendo los hechos.

El camino de Santiago aborda distintos puntos de la trama que involucran de manera directa a funcionarios del actual Gobierno, hijos de las familias latifundistas de la Argentina: Marcos Peña Braun, Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, Esteban José Bullrich Zorraquín Ocampo Alvear, y más.

Omar Quiroga, el encargado de la investigación periodistica.

El documental también retrata las masivas manifestaciones por Santiago Maldonado. “Debemos estar orgullosos del poder de movilización popular que tenemos. Ellos creen que pueden contenerla pero estoy seguro que no es así”, asegura Bauer, a quien no lo sorprenden el reciente decreto que involucra a las Fuerzas Armadas en la seguridad interior ni el acuerdo con el FMI. “Lo único que espero es que no vuelvan a realizar una vez más las atrocidades que se han cometido en la Argentina y en América Latina”, dice.

Las voces del círculo íntimo y de la comunidad mapuche Pu Lof dan relieve a la experiencia vivida por Santiago. Soraya Maicoño, integrante de la comunidad, evoca la historia del shopping Patio Bullrich, otrora una casa de remates donde se ofrecían, junto a las vacas y los caballos, esclavos mapuches para las familias patricias.

Productor y fotógrafo, Manuel Fernández, subraya la importancia de los nuevos dispositivos tecnológicos, como el drone, que les permitieron realizar un registro nítido de la Patagonia, y afirma que el documental también “tiene como objetivo responder una pregunta histórica: ¿Por qué la Patagonia es el lugar más codiciado por las empresas y los extranjeros?”. “La estancia Benetton equivale 43 veces a la Ciudad de Buenos Aires”, precisa.

Con casi un año de ardua y cuidadosa labor a cuestas, Fernández reflexiona sobre las repercusiones del documental, ninguneado por los grandes medios. “Están intentando sacarle prestigio pero en verdad tiene un trabajo sólido que lo respalda tanto a nivel de investigación periodística como desde el eje artístico”.

En la Argentina de los 30 mil desaparecidos, el caso de Santiago Maldonado es una pieza dentro de un gran rompecabezas histórico de años de sangre y atropellos y de un poder oligárquico que hoy tiene a sus miembros más conspicuos sentados en los sillones de los ministerios.

El camino de Santiago se estrenará oficialmente el 1º de agosto y se podrá ver todos los martes y miércoles de agosto en el Centro Cultural de la Cooperación (CCC) y los viernes de ese mismo mes en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET).

El camino de Santiago se estrenará oficialmente el 1º de agosto.

La Avant Premiere de «El Camino de Santiago». se realizó en la sala de Directores Argentinos Cinematograficos (DAC).

Diez años construyendo memoria

Diez años construyendo memoria

Virna Molina, Ernesto Ardito, Juan Manuel Repetto y Daiana Rosenfeld.

Las sillas acomodadas en filas, en el Auditorio de FM La Tribu, esperan por los espectadores de una nueva función de la muestra «10 años + 10 películas”. La asociación RDI (Realizadores Integrales de Cine Documental) celebra su primera década con la proyección de diez películas que se exhibirán hasta el 10 de julio, todos los martes a las 21. “Una década nos permiten dar cuenta de todo lo realizado y también de pensar juntos cómo seguir contando nuestras historias”, proclaman los integrantes de la asociación, en la invitación al ciclo de cine.

Daiana Rosenfeld, Juan Manuel Repetto, Virna Molina y Ernesto Ardito, realizadores integrales, destacan que la pluralidad es la esencia de su organización. “Las 10 películas que se proyectan son muy distintas”, señala Repetto y explica que si bien todos piensan bastante parecido, en lo que respecta al modo de producir, a las temáticas que abordan y a las estéticas que manejan, hay muchas diferencias. “Esa pluralidad me parece muy valiosa”, enfatiza. Molina coincide en la gran diversidad de miradas y en las diferentes formas estéticas de sus obras y lo atribuye a la pluralidad de modalidades de producción que se permite la asociación.

Todo comenzó en 2008, cuando se juntaron para dar fuerza a la figura del realizador integral: alguien que produce, filma y dirige como un acto único. Quien produce es también quien lleva adelante el proceso creativo y la filmación. Así lo plantea Rosenfeld: “Concebimos a la película como una obra, una unidad orgánica y no como un producto”. El documental no es para ellos una mercancía ni un negocio sino –en palabras de Molina- “una forma de expresarse y de vincularse con el otro y de reflexionar sobre la realidad y poder transformarla”. Una realidad marcada, entre otras cosas, por recientes cambios en el INCAA y sus modos de financiamiento.

Los integrantes de RDI trabajan día a día para que el documental ocupe “el lugar que se merece”.

Trabas y burocracias

El presentador anuncia el comienzo de Raymundo, “un clásico del cine documental” y las luces se apagan. “Con las nuevas políticas del INCAA, muchas películas van a dejar de existir”, se advierte antes de la proyección. Empieza el film de Molina y Ardito y la sala, llena, queda en silencio.

El camino recorrido por los integrantes de RDI los encuentra, diez años después, discutiendo sobre cine, pensando en otras formas de producir, experimentando, compartiendo herramientas y ayudándose en un proceso colectivo. Pero, además, y a su pesar, gran parte del tiempo de sus reuniones lo destinan a reflexionar sobre cuestiones de financiamiento y sobre cómo emprender una lucha junto a las otras organizaciones de realizadores documentales, para defender la producción de cine en la actual situación de “incertidumbre”, tal como la define Molina.

El cambio en el Régimen General de Fomento (RGF) llevado adelante por el INCAA a comienzos de 2017 mediante la Resolución 1/2017 establece un sistema de puntaje que “cuantifica antecedentes y características de los proyectos” con el objetivo de “mejorar los procesos de selección”, tal como establece la normativa.

Para Repetto, el “cambio en el Plan de Fomento y el sistema de puntuación fue dejando a mucha gente afuera e hizo que la producción se concentrara en productoras más grandes”. A esto se le suma, según Rosenfeld, que hay trabas burocráticas en los pagos, lo que genera que muchos realizadores abandonen la película porque no consiguen los recursos para llevarla adelante. “El Estado está poniendo todas las trabas posibles para no ejecutar ese fondo que tiene disponible para el cine en general y, específicamente, para el cine documental”, agrega Molina.

Los integrantes de RDI consideran que la actual dirección del INCAA no tiene voluntad de potenciar el cine de no ficción, sino que está tratando de encauzarlo dentro de un esquema muy limitado, típico de un mercado televisivo, un mercado que, para Molina, “va a pauperizar el desarrollo estético, artístico y narrativo que logró en todos estos años”.

Las sillas acomodadas en filas, en el Auditorio de FM La Tribu.

Una porción de memoria viva

Finaliza la proyección, comienzan los aplausos al tiempo que se encienden las luces. Molina y Ardito invitan a compartir opiniones y a debatir sobre el cine militante y la temática de Raymundo. Las voces y los intercambios se multiplican.

Proyección y debate es el modo en que la muestra está concebida: “El documental tiene una función que excede el mero espectáculo cinematográfico, es un disparador”, señala Molina, una herramienta con funciones culturales, sociales y pedagógicas. Es un instrumento que, para Ardito, persiste en el tiempo: “Son películas que tienen que ver con nosotros, son realmente referenciales y de identidad”, lo cual hace que pasen las generaciones y se sigan viendo.

La asociación RDI pelea no sólo porque los fondos de financiamiento que se lograron se mantengan, sino también para que se abran espacios de exhibición, el punto más débil del cine documental. Son los propios realizadores los que van con sus películas abriendo espacios y consiguiendo pantallas.

Según Repetto, la manera en que el INCAA contabiliza a los espectadores de las películas documentales es “muy injusta” porque no tienen en cuenta a las muchas personas que las ven en espacios alternativos. Ardito coincide con que el Instituto mide el mercado solamente por los espectadores que hay en sala. Y eso, para él, “es sólo un fragmento de lo que es el cine documental, porque en un canal de televisión lo pueden llegar a ver un millón de espectadores”. Además, agrega, se venden para el exterior más documentales que películas de ficción, porque tratan temas testimoniales que permiten conocer la realidad de Argentina o de América Latina. Molina atribuye esta actitud de mantener al documental de manera marginal, a que “el género molesta mucho, porque es poco controlable. La realidad, esencia del documental, te abre la cabeza y te reubica frente a esa realidad, desde otro lugar”.

Los integrantes de RDI trabajan día a día para que el documental ocupe “el lugar que se merece”, produciendo, realizando y filmando memoria viva, como un documento que persiste en el tiempo y traspasa las generaciones.

Las películas se exhibirán hasta el 10 de julio, todos los martes a las 21.

El cine feminista que se hace ver

El cine feminista que se hace ver

Podría haber sido un día más de marzo, o allá por septiembre cuando ya estaba todo listo, pero no. Se podría haber dado de tantas otras maneras. Pero no. El Día de la Mujer cayó un jueves, y el debate por despenalizar el aborto por fin parece estar llegando fortalecido al Congreso. En este contexto, este mismo jueves se estrenó Invisible, la película dirigida por Pablo Giorgelli que trata sobre el desamparo de Ely, una adolescente de 17 años que accidentalmente queda embarazada y decide abortar. Sus ojos cansados, su andar perturbado, el camino rutinario de la escuela a la veterinaria donde trabaja para mantener un hogar quebrado por una madre depresiva y desempleada. Pero Ely sigue. Su boca no emite palabras, su cuerpo lo dice todo. Y en soledad, toma la decisión.

Definida por su director como una historia feminista y política pero no militante –y contradiciendo su nombre- este relato no dejó de hacerse visible desde antes del estreno, por su recorrido en festivales internacionales y por las excelentes críticas. Giorgelli y Mora Arenillas, protagonista de una sutileza impecable, en diálogo con ANCCOM, cuentan cómo se gestó esta obra que perturba a quien la ve y ya dio que hablar aún a quienes no la vieron.

Giorgelli define a la película como «una historia feminista y política pero no militante».

 

«Desde un principio quise evitar la película militante, que señale cómo deben ser las cosas -plantea Giorgelli-. Más allá de mi posición personal de que el aborto debe ser legal, me interesaba focalizarme en el drama personal de esta piba, lo mismo que pretendo que le pase a quienes la vean, que por ese momentito puedan convertirse en ella. La película militante no me interesa porque corre más por lo racional, más alejada de la intimidad, de la sensibilidad de las individualidades. Aclaro que solo me refiero a la película, realmente admiro a la gente que milita por las causas en las que cree. Pero yo hago cine, y el cine que elijo dirigir va por otro lado. De todos modos, es una película política porque claramente tiene una postura: es una mirada crítica al sistema. También me interesaba mucho que estuviera presente el contexto político y social en el que se da una adolescencia como la de ella. Se deja ver a través de los profesores, de los medios masivos de comunicación, de la reacción de los adultos y del Estado. Sin dudas es un contexto social muy reconocible de este país y de esta época. Lo económico también es fundamental, ya que ella y su madre son víctimas de un sistema que las empuja cada vez más hacia el margen. Por eso me interesaba que esté dentro del sistema, cerca del margen pero adentro.»

¿Cuál fue el disparador al momento de escribir el guión?

P.G.: Lo interesante es que la idea no surge desde el aborto. Después de que terminé Las Acacias (2011), que tuvo una repercusión mundial desmedida y ganamos un montón de premios, necesité vaciarme y esperar a tener claro sobre qué quería escribir. Llegó un momento en que conecté con el deseo de hacerlo sobre la adolescencia, y retomé un guión previo que se llama Monoblocks, del cual uno de los personajes transformados terminó siendo Ely. Lo siguiente que apareció fue la madre. Desde ahí se crea, desde el vínculo entre ellas que le termina dando entidad a la película y organizando la idea, aunque en la pantalla no se vea con un peso tan desarrollado. El hecho de que la protagonista esté embarazada aparece poco después y se asoma la posibilidad de que aborte o no. Ahí con María Laura Gargarella, con quien escribí el guión, decidimos parar un poco la pelota e investigar, hablar con médicos y con adolescentes que habían atravesado situaciones similares.

La realidad es que toda la película está embarazada, uno de los temas es el aborto pero no es solo eso. Cuando hablan de “la película del aborto” para mí es importante ampliar la mirada, no circunscribirla a la cuestión  “aborto sí o no”, “aborto legal o ilegal”, porque es solo una parte de algo más grande y complejo. Mi pregunta es: ¿cuáles son las causas o las posibles condiciones que generan una adolescencia como la de Ely? La respuesta es el desamparo, por la búsqueda de la identidad en una etapa en la que se la desconoce sin ser niño ni adulto. Es más allá del contexto en el que se dé. Hay algo de desamparo por el propio hecho de ser adolescente: aún no sabés quién sos.

Ely es un personaje que aparece durante la totalidad del relato. ¿Por qué esa decisión?

P.G.: Uno de los pilares que organizan la película es el hecho de contarla desde el punto de vista del personaje, porque es ella la que cuenta la historia y no yo. No hay un director omnisciente que te relata en tercera persona, porque directamente es ella en primera persona y nosotros solo somos testigos de su intimidad. Esta decisión define todo, desde planteo estético hasta el tono del relato, porque todo tiene que ser orgánico con esa mirada del mundo, adolescente. Por eso, aunque sea una película que parezca sencilla, esa simpleza costó un montón. Teníamos que poder entender esa historia para poder contarla desde adentro, desde sus ojos. Hicimos un gran esfuerzo para comprender ese personaje. No lo podía contar desde mi distancia generacional y de género. Entonces tuve que convertirme en una chica de 17 años como Ely, y lo hice a través de varias herramientas. Primero me contacté con otras adolescentes y después con mi propia adolescencia, que no es muy distinta en ese desamparo, en ese no saber. Mi intención es no juzgar al personaje, sino entender su lógica y su mundo.

Mora Arenillas es la protagonista de Invisible.

¿Qué lugar ocupa el rol del hombre?

PG: Siento que el rol del hombre frente a la cuestión del embarazo y del aborto está en otro lugar. Por supuesto que es responsable. Pero hay un límite que tiene que ver con la biología: la que pone el cuerpo es la mujer. La mujer tiene una voz más importante a la hora de decidir estas cuestiones y, aunque es importante que el debate y la reflexión se dé en ambos géneros, hay un derecho superior en ellas. Por eso las ausencias, y a la vez la presencia femenina constante. Igualmente lo más importante tiene que ver con el rol patriarcal y machista que tenemos, en la sociedad que somos. Es imposible encontrar culpables, pero todos somos responsables. La película plantea qué herramientas tenemos para hacerle frente a determinadas cosas. A la vez intenta no juzgar a nadie y comprender a cada uno desde su lugar. Tratar de aceptar los posibles puntos de vista de acuerdo a su realidad y coyuntura.  

Ely tiene su historia particular. Como todas. Como cada una. Pero Ely fue encarnada por una joven que tiene otra historia. Y la comparte. Mora Arenillas, la actriz de 18 años que dio vida al personaje protagónico del film, se presentó por primera vez para el casting de esta película a los 15. No quedó seleccionada por la corta edad. “Éramos como quinientas chicas”, rememora. Pero dos años después la recordaron, la llamaron y sin dudas acertaron.

Encarnando a una adolescente que casi no usa el diálogo, porque no puede verbalizar lo que le sucede, el trabajo de creación del personaje que realizó Mora fue complejo: “El laburo fue minucioso, al tener tan poco diálogo tenía que ser muy desde el detalle y muchísima concentración a la hora de actuar cada toma”, explica. Reconoce que la relación con el director fue esencial ya que no se terminaba el rodaje hasta que se lograra exactamente lo que él se había imaginado. Aunque la historia no tiene escenas físicas muy fuertes, “expresar toda esa emoción te come mucho a nivel físico porque es un laburo mental muy fuerte”, describe. Y confiesa haber sentido cierta nostalgia al finalizar las grabaciones: “Fue muy duro dejar a Ely, me terminé enamorando de ella, luego de cinco semanas de diez horas todos los días de rodaje, siento que nunca dejé de ser el personaje, en parte”.

La película se exhibió en vastos festivales, desde Mar del Plata hasta Venecia, con un gran reconocimiento.

En esta oportunidad, la avant premier en el cine Gaumont fue muy emotiva, con palabras sentidas y expectantes de la totalidad del equipo que produjo Invisible. Esta expectativa atravesó toda la sala. Aunque la pantalla cubierta de negro al culminar la última escena desencadenó primero un profundo y prolongado silencio. Y luego aplausos de esos que lastiman y duran varios minutos.

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Desde el jueves 8 de marzo la película se encuentra en cartelera.

 

¿Una pantalla cinematográfica o de negocios?

¿Una pantalla cinematográfica o de negocios?

Dos años después de que se paralizaran las obras prometidas, los integrantes de la Coordinadora en Defensa del Cine El Plata y vecinos de Mataderos están en alerta a raíz de que se presentaran en el lugar una representante legal del Ministerio de Cultura porteño, Gabriela Aranaz, junto con un tasador del Banco Ciudad y los empresarios Pablo y Adrián Serantoni, productores del programa de TV “Pasión de Sábado”. La visita disparó y  acrecentó los rumores sobre el futuro destino del predio.  

Ubicado en la avenida Alberdi al 5000, El Plata se inauguró en 1945 y tenía capacidad para más de 1.800 espectadores. Funcionó como cine y teatro hasta 1987, cuando cerró sus puertas y fue utilizado como depósito de una casa de electrodomésticos hasta el año 2000.

Fachada del cine El Plata, en Av. Juan Bautista Alberdi 5765 en Mataderos.

Los vecinos de Mataderos se organizaron, una vez más, ante la sospecha de que el Cine El Plata sea vendido por el Gobierno de la Ciudad.

“Se daban películas de Mirtha Legrand, de Palito Ortega y se presentaron artistas como Aníbal Troilo, Argentino Ledesma, Fidel Pintos o Roberto Grela. Yo los presentaba, quiero que se abra el cine porque ese espíritu está todavía ahí adentro, están mis sueños”, expresó Roberto Gutiérrez, quien a sus 91 años es el integrante más grande de la Coordinadora, como se conoce a la agrupación en el barrio.

En el año 2004, un grupo de vecinos le pidió al entonces jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, que comprara el cine para convertirlo en espacio cultural. El propietario aceptó vender con la condición que el espacio solo tuviese ese destino. Mediante la Corporación Buenos Aires Sur, la Ciudad adquirió el inmueble y luego, tras la caída de Ibarra y la incertidumbre en el interinato de Jorge Telerman, comenzaron los conflictos tras la asunción de Mauricio Macri.

A pesar de la cláusula impuesta en el contrato de compra-venta y que la ley lo protege por ser patrimonio cultural de la Ciudad, el PRO quiso demoler el cine y hacer allí un Centro de Gestión y Participación (CGP). Jorge Elger, secretario general del Centro de Comerciantes de Alberdi, dijo: “Nuestro Presidente (Alberto Di Leo) fue quién convocó a los vecinos a una asamblea en la puerta del Plata al enterarse de diferentes maniobras que involucraban al edificio. A partir de ahí, se fueron haciendo reuniones semanalmente”. Esa fue la génesis de la Coordinadora, conformada en 2007

Reunión de vecinos sentados alrededor de una mesa en el centro de Comerciantes de Alberdi

Reunión de vecinos en el Centro de Comerciantes de Alberdi organizado por los integrantes de la Coordinadora en Defensa del Cine El Plata.

El proyecto de CGP impulsado por el actual secretario de Seguridad bonaerense Cristian Ritondo fue enterrado por los vecinos en 2008 a fuerza de organización. Luego, la Justicia falló a favor de que El Plata sea un centro cultural. Después de eso, Hernán Lombardi, exministro de Cultura porteño, se acercó y asumió el compromiso de realizar las obras necesarias. Walter Ordoñez, referente de la Coordinadora, recordó: “Se hizo la primera etapa y en julio de 2011 se habilitó una sala para 170 personas que funcionó irregularmente hasta mitad de 2013. Ese año, volvemos a la Justicia a intimar al Gobierno a resolver la segunda y definitiva etapa del centro cultural”.

Tras la ratificación legal, se licitaron las obras por primera vez en 2012 ya que las anteriores habían sido vía contratación directa. La empresa Teximco S.A. ganó y por 25 millones de pesos se comprometió a terminar la obra en 400 días. La comunidad de Mataderos estaba satisfecha porque era cuestión de tiempo para cumplir su meta, pero luego de avances y el cobro de 20 millones, se abandonaron los trabajos. En abril de 2015 el cine reabrió sus puertas parcialmente con dos salas equipadas y refaccionadas, aunque en diciembre cerró de manera definitiva.

Reja del cine El Plata en Mataderos, se lee un cartel en mal estado que dice: vecino vuelva a ser protagonista por la finalización de obra y apertura

Hace dos años que las obras se encuentran paralizadas pese a la promesa del Gobierno de la Ciudad de convertirlo en un centro cultural.

Ordoñez dijo: “El Gobierno confirmó el pago de 20 millones y plantea que las obras están al 82%. A nosotros, técnicos de la Defensoría del Pueblo, nos dijeron que, con suerte, están el 65%”. En adición a esto, el también integrante de la Coordinadora, Gutiérrez, reclamó: “Hay guita que falta, ¿dónde está la plata de El Plata?”

La presencia de los Serantoni alertó a los vecinos de una posible venta, ya que el cine entró en comodato hasta 2015 y vencido el plazo, vuelve a su dueño: la Corporación del Sur.

Walter Ordoñez integrante de la coordinadora en defensa del Cine El Plata en primer plano, en la vereda donde queda el cine.

Walter Ordoñez, de la Coordinadora en Defensa del Cine El Plata, denuncia faltante de dinero por el pago realizado a la empresa Teximco.

La legisladora porteña de Unidad Ciudadana, Lorena Pokoik, apoya la lucha de los vecinos y planteó: “Lo central es que se hagan cargo desde el Gobierno de la Ciudad de que la obra tiene que continuar y hay que renovar la cesión de uso para que se justifique la cantidad de plata que se invirtió”. Pokoik es también integrante de la Comisión de Cultura y agregó: “Lo único que hicieron es darle más valor inmobiliario a algo que no van a usar, esa plata se le evitó invertir a un futuro comprador. Es torpeza o una avivada”.

La defensa del Cine El Plata como centro cultural tiene aceptación unánime en Mataderos. La comunera kirchnerista del barrio, Aixa Rocha, afirmó: “En este caso, todas las fuerzas barriales estamos de acuerdo. Incluso, los del PRO.»

 

El cine va a la escuela

El cine va a la escuela

El Cine Argentino Va a la Escuela es un programa que busca difundir el cine argentino en establecimientos educativos de puntos extremos del país llevado a cabo por la Asociación de Directores Cinematográficos (DAC). La semana pasada viajó el equipo con la actriz Ana Celentano “para estar martes, jueves y viernes en General Madariaga, Balcarce y Mar del Plata”, dijo a ANCCOM Marcela Carreira, coordinadora del programa.

La Asociación fue creada, en 2013, por los directores de cine, quienes conformaron una sociedad de gestión que recauda los derechos de autor. Una demanda histórica obtenida durante el anterior gobierno.

Un mapa de Argentina presenta varias marcas con anotaciones

Mapa donde se identifican las escuelas a las que concurrió el programa «El cine argentino va a la escuela».

El Cine Argentino Va a la Escuela se realiza desde 2014, cuando la asociación de directores recibió varios informes de que muchos estudiantes secundarios no iban al cine por razones culturales: “Ahora los chicos miran en la tele, en la tablet o en la computadora. También existen razones geográficas, porque no tienen cines cerca o porque muchas salas cerraron; y la otra es una cuestión económica. Y los que sí van al cine, no van a ver películas argentinas”, enumeró Carreira.

La idea de ir a escuelas en lugares recónditos es llevar el cine como si estuvieran en el cine: una pantalla grande, todo en silencio y a oscuras, con un buen sonido, sin que nadie pause la película y en compañía de compañeros y docentes. Después de la proyección se hace una charla debate con alguno de los protagonistas de la película, una actriz, un actor; o alguien que haya participado en la producción: el director, un técnico, un guionista o un productor.

En 2014 la DAC visitó 19 escuelas, 52 en 2015, 121 en 2016 y 104 hasta noviembre de 2017, con un total de 37.430 espectadores desde el comienzo del Programa. Al principio fueron escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires, tras un acuerdo del Ministerio de Educación. Después, la Fundación se comunicó con escuelas rurales del conurbano; de Esquel, provincia de Chubut; y de Jachal, provincia de San Juan. La propuesta interesó y hacia allá viajó el equipo. A partir del 2016, por el boca a boca, la experiencia de las salas de cine montadas en salones de escuelas se fue difundiendo y empezaron a llegar pedidos del Conurbano y otras provincias del interior del país.  

“Nos manejamos por pedidos y creo que es unas de las cosas interesantes que tiene este proyecto —aseguró Carreira—. La solicitud es de un docente o de un directivo de la escuela y el trabajo pasa a ser en conjunto: nosotros no podemos ir antes a ver el espacio, entonces el que nos hace el pedido tiene que mandarnos fotos, medidas para planificar el sonido, los materiales que llevamos para oscurecer, porque la idea es ver cine como en el cine. Se hace todo un trabajo previo que tiene que ver con un compromiso y una necesidad de la escuela. Y ellos eligen la película”.

Marcela Carreira posa, sonriente, en un jardín.

Marcela Carreira, Coordinadora del programa «El cine argentino va a la escuela» de la Fundación DAC.

La última provincia visitada fue Tierra del Fuego, el Programa llegó a las ciudades de Río Grande, Tolhuin y Usuahia: cuatro escuelas en cuatro días. Y ahora llegó el turno a Mar del Plata.

El Programa es para estudiantes de secundaria aunque a veces en las escuelas rurales o indígenas juntan a los chicos de todas las edades por lo que se incorporaron dos películas más a la caja de filmes que en cada visita dejan como regalo a la escuela: Metegol y El Arca. Además de Relatos Salvajes, Camila, Kamchatka, Cordero de Dios, Luna de Avellaneda, El secreto de sus ojos, Días de vinilo, Sin retorno, Tesis sobre un homicidio, Hermanas, Tiempo de valientes, Tango feroz, Igualita a mí, Un cuento chino, Betibú, Vino para robar, Refugiado, y Corazón de León.

Las establecimientos que visita la Fundación son públicos y, en su mayoría, rurales. “Cada escuela es un mundo, es increíble, pasa algo distinto —describió la coordinadora—. Los chicos están chochos, esperándonos. A veces nos quedamos a dormir ahí porque no tenemos otro lugar a donde ir. En una escuela nos pasó que comimos de las mismas cosas que los chicos plantaban, del pan que hacen para la mañana. Después de la proyección algunos nos muestran cómo les dan de comer a los chanchos. Nosotros les mostramos una cosa y ellos otra».

En el 2014 las visitas de la Fundación DAC fueron un 68% en CABA, un 21% en Buenos Aires y 11% otras provincias. Este año, en cambio, un 2,92% se cumplieron en la Ciudad Autónoma, 34,45% provincia de Buenos Aires y 54% en otras provincias.

Las escuelas rurales quedan lejos de las casas, entonces los chicos llegan a dedo, a caballo o en autos de los propios docentes que pasan a buscarlos. En general, describió Carreira, las escuelas rurales tienen pocos alumnos -entre 20 o 30 estudiantes- y en alguna, como por ejemplo en Espigas y Cañuelas, duermen en las escuelas una semana, luego se va ese grupo y viene otro. La semana que están en sus casas, las maestras pasan a dejarles tarea.

“En algunas escuelas se vuelven locos porque está el actor, se toman fotos por ejemplo con Claudio Rissi, habían visto El Marginal y no lo podían creer que estuviera ahí con ellos. A veces hacen preguntas sobre la película en sí, o sobre el oficio: por qué fueron actores o actrices. Fernando Spiner, director de Aballay, el hombre sin miedo, se emocionó porque una chica se le acercó y le dijo: A partir de hoy voy a soñar que puedo ser una artista”, cuenta Carreira y agrega: “Es lindo que no vean que es una cosa de marcianos sino que es gente que trabaja y ese es su oficio, algunos están en la cámara, otros actúan; y que no es gente que los tocó la varita mágica. Son anécdotas que sintetizan nuestras experiencias y me quedan grabadas”.

Una caja de madera donde figura la inscripción "Fundación DAC" porta veinte películas de cine nacional.

«Camila», «Nueve reinas» y «El secreto de sus ojos» son algunas de las películas que dejan en las escuelas.

Hay escuelas en las que se genera un vínculo fuerte con el equipo de la Fundación, por ejemplo a una escuela de Bowen, Mendoza, que queda en la nada, ya fueron tres veces. El director del colegio, según Carreira, le pone mucha pila a la escuela y tienen una radio. Además, los chicos hacen cortometrajes. “La primera vez que fuimos fue Miguel Cohan, director de Sin retorno y Betibú; y justo los chicos estaban filmando un corto sobre bomberos, los mismos pibes actuaban y él los ayudó y aconsejó, ese mismo año volvimos y ya estaba terminado, entonces lo vimos en pantalla grande”.

El año pasado, en noviembre, en la localidad bonaerense de Balcarce, DAC proyectó la película Vino para robar y en la visita participó Ariel Winograd, el director. “Luego de la proyección -recuerda Carreira-, las maestras nos dijeron que estaban trabajando sobre violencia de género y que les habían pedido a los chicos que hagan un corto con el celular. Pasaron el corto y quedamos todos asombrados. ¡Era fuertísimo! Era muy profundo como contaban el tema violencia de género y el chico le pegaba a la chica, luego le pedía perdón. Yo pensé que iba por ese lado pero termina con la muerte de ella. Muy bien contado. Termina el corto y se presenta el director y Ariel dice: discúlpenme, pero yo no quiero hablar de mi película. Quiero hablar del corto”.

Las realidades en cada escuela son diferentes: “En otra escuela de Mar del Plata los chicos no conocían el mar y es una ciudad que la rodea el mar. Es una escuela bastante marginal, con padres presos. Proyectamos la película Tiempo de valientes, fue Gabriela Izcovich y le preguntaron por qué ganaron los malos. Para esos chicos los malos eran los policías”, cuenta la impulsora del proyecto que no para de sorprenderse en cada una de las proyecciones. “En Lago Puelo, Chubut -ejemplifica- la docente nos recibió con una nena en brazos y le pregunté: ‘¿Te venís con tu hija a trabajar?’. ‘No, es la hija de una alumna’, me contestó. O sea, la chica quedó embarazada a los 13 años y para que siga yendo a la escuela, va con la beba y se la van rotando entre las maestras. En la Ciudad (de Buenos Aires), en el Nicolás Avellaneda, escuela pública una chica quedó embarazada y dejó de ir. Me acuerdo una escuela en el Bajo Flores, una escuela muy brava, marginal. Tuvimos que atrasar la película porque se había atrasado la merienda y era la única comida que tenían los chicos y estoy hablando de 20 minutos del Centro porteño. Y cuando les dábamos el programa, nos lo revoleaban. Empezó la película y no volaba una mosca. Se reían. Y yo me decía: ‘esto vale’. A la salida se veían otras caras”.

En el equipo son las mismas personas: Marcela Carreira, coordinadora de la Fundación DAC; Ricardo Piterbarg, productor y director; Diego Aparicio, cámara y edición; Pablo Córdoba, sonidista y entrevistador. En el mes viajan una o dos semanas. La coordinadora cuenta que es una tarea preciosa y gratificante. En los viajes se empieza a las 6 de la mañana y se termina a las 10 de la noche. “Todos vamos contentos y, por lo menos, generamos un buen momento”.

“También hacemos donaciones —agregó Carreira—. Hasta el año pasado teníamos un acuerdo con el INCAA y nos cubría los pasajes aéreos, pero cambió el Gobierno y eso ya no está más. La actividad es financiada 100% por la Asociación de Directores pero con este acuerdo permitía que en algunas escuelas podamos dejar proyectores, pantallas y sonido. En una escuela rural en Patricios, Provincia de Buenos Aires, les dejamos un equipo, los materiales para oscurecer (agropol) y ellos ahora hacen ciclos de cine”. La Fundación, además, donó equipos completos de proyección a Jachal, Esquel, Villa Lugano, Roque Pérez, al Centro Cultural Puerto Esperanza de Misiones, a la escuela 186 de Río Turbio. A la vez, a una escuela de Lugano le reparó el equipo de sonido y al Cine Grande de Tierra del Fuego le dejó una pantalla y una notebook.

En febrero, la Fundación DAC llegará a un comedor en Neuquén “porque nos llegó un vídeo de los niños donde cuentan que su sueño es ir al cine”, argumenta la coordinadora.

Hay otros dos proyectos  que impulsa la Fundación. Uno con la ANSES, para realizar ciclos de cine argentino para adultos mayores, y otro con el Ministerio de Desarrollo Social para proyectar películas para los presos que estudian la primaria y el secundario. Pero aún no se ha concretado ninguno.