¡Que viva el carnaval!

¡Que viva el carnaval!

MURGA AMANECIDOS DE PALERMO

Febrero nos tiene acostumbrados a la música, el baile y colorido del carnaval. Todos los años durante cuatro días, las calles de la ciudad vibran alegría, fiesta y cultura. Pero con la pandemia aún acechando e índices de contagios no muy alentadores, las agrupaciones artísticas tuvieron que organizarse y pensar una forma alternativa, para llevar adelante la celebración del dios Momo.

“Los festejos no van a ser de la manera tradicional, van a ser distintos y aggiornados a la realidad sanitaria que tiene el país. Las agrupaciones artísticas del carnaval venimos trabajando desde mayo del año pasado, reuniéndonos por zoom y pensando que tipo de carnaval íbamos a tener en el 2021” comentó Felipe Fiscina, director del centro de murgas “Los Arlequines de la R” de Belgrano y delegado ante el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.“En estas reuniones fuimos construyendo dos proyectos: uno de regreso a los ensayos y otro de carnaval alternativo. Ambos fueron presentados el 26 de agosto al gobierno porteño, para que supieran como pensábamos nosotros que tenía que ser el carnaval y así, trabajáramos juntos”explicó.

“El 28 de diciembre en una reunión general se decidió, con más del 90% de los votos, suspender los festejos tradicionales, es decir, los corsos callejeros, gratuitos y barriales. Hasta esa fecha aún manejábamos la posibilidad de alguna participación con público, pero los números de casos iban en aumento y finalmente, las murgas fuimos quienes decidimos suspender este festejo de carnaval tradicional. Siempre pensando en el otro, velando por el cuidado propio y el de los vecinos, que para nosotros es fundamental” desarrolló el delegado.

Con el objetivo de mantener viva la alegría y que no se pierda la identidad del carnaval, las agrupaciones artísticas junto al Ministerio de Cultura de la Ciudad, presentarán una agenda con múltiples actividades. Entre ellas se destacan: “La ciudad se viste de carnaval”, que invita a decorar las esquinas, plazas y espacios donde tradicionalmente se llevan a cabo los corsos. La muestra fotográfica “No me sueltes Carnaval” que circulará por distintas plazas y espacios verdes, junto a la realización de “murgales”, que serán 14 murales en distintos sectores de la ciudad. Y la campaña “4 banderines 4”, que la explica Carlos Jesús, director del centro de murgas Soñadores de Villa Pueyrredón: “La idea es que cada integrante de la murga, cada vecino, cada comercio tenga colgados de sus vidrieras, balcones, mochilas, cuatro banderines que representan los cuatro días de carnaval. Con esto intentamos que no se pierda la mística y la magia” dijo.

Por otra parte desde Vivamos Cultura, la plataforma de contenidos digitales del Ministerio de Cultura porteño, se transmitirán las presentaciones de numerosas agrupaciones, sin público presencial, durante los cuatro días de carnaval y todos los fines de semana de febrero. “Además va a haber una placaen cada lugar de ensayo, con un código QR para que la gente desde su celular, pueda acceder a todo el trabajo que se vaya haciendo por streaming”, agregó Jesús.

Así como otras actividades culturales tuvieron que adaptarse a la virtualidad, las murgas debieron tomar la misma vía para poder transmitir su arte. “Nadie esperaba la pandemia, así que tuvimos que adaptarnos. Nosotros somos murgueros de la calle, de las esquinas, de los barrios, del club y hoy salir por una plataforma virtual es rarísimo.Aunque presentarse 8 o 10 personas frente a cuatro cámaras y que nos vean de todo el país, es importante. Antes llegábamos a un corso con 4 mil personas, ahora al salir por una plataforma o un canal de YouTube, no solo te ven en todo el país sino en el mundo. Cruzamos fronteras”, reflexionó Jesús.

 

Según explicó Fiscina, la idea es que estas actividades se sumen y ya queden formando parte de las celebraciones tradicionales. “Queremos que en la agenda cultural de la Ciudad de Buenos Aires, se incluyan eventos relacionados con el carnaval durante todo el año. No queremos que febrero sea exclusivo de las murgas y después no existamos durante 11 meses. Buscamos que se transmita lo que hacemos durante todo el año”.

Si bien se encontró una alternativa para mantener viva la llama del carnaval, para quienes forman parte de las murgas y lo viven desde adentro sin dudas no es lo mismo.
Para Ricardo Binstein, miembro de la murga “De Paso Cañazo” de Villa Soldati, el carnaval significa mucho. “Estoy en esto hace 11 años, espero febrero todo el año y cuando llega me encuentro con esto. Siento que me cortaron las piernas, porque esto es lo que amo y por eso lo hago. Desde que comenzó febrero, junto a unos amigos, empezamos con la movida de subir fotos de años anteriores y todos en algún momento lloramos”. Y continuó: “Pero también, y poniéndolo del lado lógico, entiendo que tenemos que cuidarnos y cuidar a la gente”.

“Yo salgo a bailar en la murga desde los 6 años, anduve por Almagro, Saavedra, por todos lados siguiendo a mi viejo, porque lo mío es una herencia familiar. Desde que me hice cargo de esta murga hace 20 años, nunca dejé de salir. Es dificilísimo porque uno tiene una rutina, tiene un trabajo durante todo el año y no tener febrero es como una revolución, es un dolor de estómago, es como cuando querés algo y no lo tenés”, expresó con congoja Carlos Jesús.

Para sus integrantes la murga es un lugar de esparcimiento, de descarga y alegría pero también es solidaridad. “Los integrantes de la murga siempre estamos ayudando al barrio. Durante la pandemia que no podíamos ensayar, todos los sábados hicimos ollas populares. También juntamos ropa y tratamos de darle una mano a la gente que lo necesita. Soldati es un barrio bastante humilde”, contó Binstein y siguió: “También fue una forma de sentirnos acompañados, de ayudar y de llevar alegría a la gente desde otro lado”.

Por su parte Jesús cuenta que durante el aislamiento estricto, intensificaron las tareas que ya venían haciendo. “Armamos una asociación dentro de la murga que se llama Soñadores en acción y con el lema ´estamos donde tenemos que estar`, comenzamos repartiendo 40 platos de comida y en noviembre llegamos a 400 platos. El colectivo murguero es muy solidario entre nosotros y con todos los vecinos”.

“La pandemia y tener que pensar un carnaval alternativo, afianzó el vínculo entre las agrupaciones. Murgas que antes tenían recelos dejaron de lado y pudimos trabajar juntos. Todos pasamos por la misma pasión y estamos enamorados del carnaval. Este año no estamos en las calles pero vamos a seguir estando. No nos van a sacar nunca, somos patrimonio cultural. Pero ahora lo importante es cuidarse, cuidar a nuestra familia y a la gente que nos sigue”, finalizó Jesús.

Gorro, bandera y redoblante

Gorro, bandera y redoblante

Centro Murga Amanecidos de Palermo es una de las tantas murgas de la Ciudad que año a año se preparan para hacer su recorrida por los distintos corsos porteños de los fines de semana de febrero. Durante el año, sus integrantes se juntan a ensayar en un playón de Palermo, que a la vez funciona como punto de encuentro para las salidas de Carnaval. Participan familias completas y todos colaboran para lucirse ante el público y los jurados. Este año, la lluvia les jugó una mala pasada a muchas agrupaciones que no pudieron salir cuando les correspondía pero esperaron ansiosamente al próximo fin de semana para recibir el merecido aplauso del público.

 

Mirá la Fotogalería de ANCCOM:

La mordaz crítica del Carnaval

La mordaz crítica del Carnaval

En estos días de Carnaval la calle porteña se llena de música y baile al compás de la murga, una colorida tradición que se juega en la vereda de los barrios y desnuda carcajadas en su ritmo criticón. En el corso de “Los Atrevidos por Costumbre”, ubicado en el barrio porteño de Palermo, confluyen varios conjuntos murgueros y dan inicio a la algarabía de una fiesta cuyo origen , ubican algunos entendidos, hay que rastrearla en la llegada de inmigrantes a la Argentina.

Ya desde su fundación, en 1580, Buenos Aires contaba con una población de africanos de raza negra, traídos como mano de obra esclava. Viviana Mississian, presidenta de la Asociación Civil Me Leva Que Eu Vou (Llevame Que Yo Voy) sostiene que la inmigración ocurrida entre los siglos XVIII y XIX fue el comienzo de esta celebración callejera. Mississian asegura también que el festejo era a través del Candombe, la forma de expresión artística de la comunidad afro en Buenos Aires. Me Leva Que Eu Vou integra con su murga el Carnaval Porteño 2017 y realiza intercambios culturales entre brasileños y argentinos para rescatar las raíces de este arte popular. Para Hernán, otro integrante de la Asociación, en el carnaval los afroporteños se diferenciaban por su nación de origen y “formaron grupos para desfilar bailando cada uno con trajes brillantes y tambores”. Sin embargo, debido a las constantes quejas de los miembros del Cabildo, tanto los realistas como los primeros gobiernos patrios, prohibieron el candombe bajo argumentos variopintos como que se trataba de un daño a la moral pública; o  por lo obsceno de su baile, por las colectas de dinero que hacían en las celebraciones los esclavos y, sobre todo, por la crítica de sus letras en las que denunciaban sus indignas condiciones de vida.

 

Según los integrantes de Me Leva Que Eu Vou, recién se permitieron las comparsas por las calles de la ciudad en el Carnaval de 1836, y aseguran que la influencia cultural afroargentina ha sido casi olvidada de la historia de nuestro país por la gradual desaparición de la población negra a causa de cuatro grandes razones: 1) los afroargentinos fueron reclutados en grandes números por los ejércitos revolucionarios y eliminados en las guerras civiles argentinas; 2) hubo mezcla de razas (mestizaje); 3) la epidemia de fiebre amarilla de 1871, que dejó gran cantidad de muertos en los barrios más pobres, habitados en su mayoría por negros y 4) la declinación del comercio de esclavos luego de la prohibición de su tráfico en 1813, ratificada en la Constitución Nacional de 1853. A ello se le suma el ingreso masivo de inmigrantes blancos europeos que redujo aún más la entrada de población negra.

En estos días de Carnaval, la calle porteña se llena de música y baile al compás de la murga, una colorida tradición que se juega en la vereda de los barrios.

Murga de protesta

Desde Me Leva Que Eu Vou sostienen que en la Argentina, a partir de 1870, surgieron los primeros grupos blancos se animaron a tener sus propias comparsas, siempre imitando o parodiando a las comparsas negras. Durante la celebración de la festividad del Carnaval, las clases medias y bajas europeas -principalmente españolas e italianas- hacían una comparsa con tambores para burlarse de la oligarquía que los explotaba. Martín Di Napoli, director artístico de Los Festejantes Por La Patria (Grande), afirma que “la murga como cosa pícara es una burla que se festeja en Carnaval, y lo pícaro de la murga es su crítica política”. De hecho, este colectivo se autodefine como “una murga de militantes peronistas”, que en palabras de su director “denuncia lo que le hace mal al pueblo”. En sus letras le apunta de lleno al Gobierno Nacional, al usar frases como “voy resistiendo” en referencia al aumento de tarifas, o en frases como “el cambio nos lleva al tacho” o que se vislumbra “la vuelta a la patria financiera”.

Los integrantes de la Murga La Redoblona, a su vez, afirman que “su creencia en la fiesta popular del Carnaval” los mantiene vivos, y también resaltan que la murga es un hecho satírico que disfraza la vida con un manto jocoso. Por eso, este año presentan “Ministerio de la Felicidad”, el título de su espectáculo que alude al Gobierno Nacional en sus cantos sarcásticos: “Todo el mundo está feliz/ ¡muy feliz! / Todos pagan mucho gas / y quisieran pagar más”. O “llegan y llegan productos desde otros países / Para el mercado, las puertas abiertas / mientras en nuestra industria la persiana cierra”.

Finaliza el corso y la Murga de Me Leva Que Eu Vou  se hace escuchar con su prosa de “Hombre que es hombre que no pega”, en alusión a la lucha contra el maltrato a la mujer y los femicidios. En otra estrofa dice: “El que ama no ata ni maltrata”. Estas son solo algunas de las canciones que resuenan en la calles del Carnaval, en un país que hace más de un año votó un cambio. Las agrupaciones murgueras denuncian, en este sentido, que continúan con el mismo subsidio estatal que en años anteriores, sin ninguna actualización, a pesar de la inflación.

 

Actualizado 1/03/17