El 2017 en fotos

El 2017 en fotos

La XIX Muestra Anual de Fotoperiodismo Argentino, la más importante del país, se inaugura el próximo viernes 13 de julio en la Casa del Bicentenario. Se podrán apreciar más de 150 imágenes –seleccionadas entre 3.200 que se presentaron- sobre los hechos más relevantes vividos durante 2017 en materia de política, deportes, espectáculos, vida cotidiana, arte y naturaleza.

Dentro de la exposición, también podrán apreciarse fotografías de la Colección Pequeño Formato, en esta edición con imágenes pertenecientes a Enrique Shore, Cristina Fraire y Paula Acunzo, cuyos libros serán presentados en el transcurso de la muestra.

La exposición, organizada por la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA), podrá visitarse hasta el 12 de agosto con entrada libre y gratuita en Riobamba 985, Ciudad de Buenos Aires.

No se olviden de Cabezas

No se olviden de Cabezas

Fotoreporteros y periodistas se concentraron frente la sede de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA), al mediodía del jueves, para conmemorar el 21 aniversario del asesinato del trabajador de prensa José Luis Cabezas.

El cuerpo de José Luis fue encontrado en un auto incendiado con dos tiros en la cabeza luego de haber fotografiado para la revista Noticias a uno de los empresarios más poderosos del país en ese entonces, Alfredo Yabrán.

El primero en tomar la palabra fue Eduardo Daniel Vides, presidente de ARGRA, que expresó: “Estamos acá descubriendo esta placa porque la figura de José Luis sigue estando presente. A José lo asesinaron por mostrar e informar. Y entendemos que sin libertad de expresión no hay democracia”. Y continuó:Pensaba en que podemos decir que no hayamos dicho en estos 21 años de José Luis, un compañero gráfico, un trabajador de prensa, asesinado por sus tareas, de la peor manera posible, seguido, hostigado, secuestrado por una patota. Esto que paso con José Luis es el hecho más salvaje. Y hoy en día estamos en una situación compleja para los trabajadores de prensa, tenemos que pensar en José Luis, en lo que ya nos pasó para estar atentos. Los reporteros gráficos somos objeto de represión inusitada. Golpes, insultos, balas de goma, detenciones, que no recordamos creo que del 19 y 20 de diciembre de 2001. Sabemos que lo que hacemos nosotros, que es hacer imágenes, es algo muy poderoso, y sabemos que José Luis pagó con su vida hacer su trabajo. Recordemos que el asesinato de Kosteki y Santillán fue desenmascarado por las fotos de los colegas, entendemos que eso a muchos les asusta y están impidiendo que realicemos nuestra tarea”.

Una cámara de fotos sobre el pavimento de una calle, que tiene la imagen en aerosol de Cabezas

Rubén Schoffrin, secretario adjunto del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SIPREBA), y delegado de editorial Perfil, recordó a su compañero con unas palabras: “Hace 21 años, ese sábado tremendo, nos enterábamos de la muerte de nuestro compañero reportero gráfico, un crimen que contó con la complicidad del Estado y del poder porque se montó un encubrimiento en el momento del crimen y ese encubrimiento llega hasta el día de hoy. Por eso, muy bien dice Gladys, en una nota que le hicieron del diario La Nación, es que ese encubrimiento permitió que los ejecutores reales del crimen y los ideológicos e intelectuales estuviesen hoy en libertad”. Y concluyó: “En nombre de mis compañeros de Perfil, de los que lo conocimos a José Luis, agradezco a ARGRA por esta placa, porque recordar la memoria de José Luis es luchar para que se termine con la impunidad de la Argentina.”

Por último dio sus palabras Osvaldo Baratucci, presidente de los reporteros gráficos en 1997, año del crimen: “Me voy a referir a ese pasado que sigue siendo presente. Cuando nos enteramos que habían asesinado a un compañero, y que ese crimen no era casual, sino que era un crimen de advertencia a toda la prensa argentina, nos preguntábamos ¿qué íbamos hacer? Fue tal vez el momento más difícil en la Asociación de Reporteros Gráficos, fue duro recuperarse de ese golpe.  Los primeros tiempos fue como que nos paralizó, no sabíamos para dónde ir o qué íbamos hacer. Tuvimos que pasar detrás de la cámara donde estábamos siempre, a ponernos delante de la cámara para reclamar por nuestro compañero asesinado. Pudimos seguir la lucha que se hizo difícil, dura, pero que no queríamos claudicar”. Y continuó: “Seguramente no hemos conseguido toda la verdad, seguramente algo quedo en el camino, pero los condenados sí fueron los asesinos de José Luis. Y verlos hoy 21 años después libres tal vez sea legal, pero es inmoral. La lucha no termina acá, Cabezas siempre nos está mirando, nos pide que sigamos adelante, que nos cuidemos, que cuidemos a nuestros compañeros, que nos cuidemos en las calles, que no nos dejemos solos, que estemos atentos y que no nos olvidemos de él, no nos olvidemos de José Luis Cabezas.”

Luego de las emotivas palabras, Vides destapó una placa en memoria  del reportero gráfico asesinado, que se encuentra a fuera del edificio de la sede, y al grito de “Cabezas presente, ahora y siempre” se alzaron las cámaras al aire, seguido de un fuerte aplauso.

Un grupo de hombres mira la placa con la imagen de Cabezas en la puerta de La Asociación de reporteros gráficos de la República Argentin

En diálogo con ANCCOM, Schoffrin expresó: “Yo fui compañero de Cabezas, y fue un asesinato atroz, fue un acto de atentado contra la prensa que marcó toda una época de impunidad. Se transformó en un crimen de Estado. El poder político estuvo encubriendo el crimen desde el momento que se pensó y se ejecutó para impedir que se conozca toda la verdad. Sabemos que los asesinos fueron condenados pero en la forma en que se llevó el juicio hizo que saliesen relativamente rápido, no solo por el dos por uno sino por todo el sistema que se armó. La justicia de la provincia de Buenos Aires, en la forma que actuó, permitió que finalmente el gestor material del crimen, que fue Gustavo Prellezo, un ex policía de Valeria del Mar, saliese en libertad ocho años después”. El delegado finalizó: “Esto es un acto para recordar al compañero que dio su vida por una foto y a su vez es un acto contra la impunidad de hoy que tienen las fuerzas policías: más de 30 periodistas y reporteros gráficos fueron agredidos en las últimas movilizaciones. Nos encontramos veintiún años después con compañeros baleados por informar lo que está sucediendo. Hay una persecución al periodismo, una persecución a los que informan.”

Tomás Eliaschev, Secretario de DDHH de SIPREBA afirmó: “Hay una guerra contra los trabajadores de prensa, a la situación de precariedad laboral se le suman las agresiones. Se le arroja gas pimienta a los compañeros, se los detiene, se les tira balas de goma. Estas situaciones recuerdan a Cabezas, los policías odian especialmente a los que registran pruebas que los pueden dejar en evidencia”.

En su discurso Vides envío un especial saludo a Gladys Cabezas que se encontraba en Pinamar como todos los años y recordó a su hermano con una emotiva carta: «Lo recordaremos como él quiere, con una sonrisa en el corazón y un abrazo en el alma. Porque así era él, todo sonrisa y mucho amor. No nos olvidamos de sus asesinos. Que lo capturaron, lo esposaron, lo hicieron arrodillar, y lo mataron con dos tiros en la cabeza y, como no quedaron satisfechos, lo quemaron aún estando vivo. Y que, por efecto dominó, dejó a sus padres sin hijo acelerándoles la muerte a Doña Norma y Don José. Dejaron a su esposa Cristina sin marido, a sus hijos María Agustina, Juan Ignacio y Candela sin padre” y concluyó: “Estos delincuentes asesinos caminan al lado nuestro todos los días”.

Cabezas alguna vez dijó: “Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques” y la foto del hombre sin rostro le terminó costando la vida.

Un grupo de reporteros gráficos con la cámara en alto posan para una foto en frente de la sede de La Asociación de reporteros gráficos de la República Argentin

 

Actualizado 26/01/2018

Las imágenes no se matan

Las imágenes no se matan

A 41 años de la última dictadura cívico militar que dejó treinta mil personas desaparecidas, la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA) realizó un acto el viernes 28 para homenajear a los 80 trabajadores de la imagen desaparecidos y evitar que queden sepultados en el olvido en un contexto político negacionista que propone solo discutir cifras.

El acto, al que asistieron familiares de los trabajadores desaparecidos, colegas, miembros de organismos derechos humanos y reporteros gráficos del Grupo 81 comenzó con un discurso del diputado porteño Gabriel Fucks: “Cuando un grupo de compañeros del ARGRA se acercó con la idea del homenaje no dudamos un segundo en poner a disposición los resorte legislativos para la larga batalla por la memoria de éste segmento en particular, los reporteros gráficos de la República Argentina”, reconoció y agregó: “Parece que cuando se quiere poner un número y discutirlo no queda otra respuesta que la segmentación y la búsqueda en cada uno de los espacios acerca de qué fue lo que pasó y quiénes eran. Es parte de la batalla cultural con la que nos enfrentamos cuando quieren negar lo que pasó. Recientemente apareció el nieto número 122 cuyo padre no figuraba en la lista de desaparecidos. Este tipo de homenajes y encuentros es una forma más de plantarnos y luchar”.

A continuación Alfredo Herms, socio de ARGRA y miembro del Grupo 8,1 contó cómo, en medio de la censura y la autocensura de la prensa, llevaron a cabo una muestra fotográfica –a principios de los 80- para visibilizar lo que estaba pasando en los años de la dictadura. Es este mismo grupo el que tuvo la iniciativa de homenajear a los 80 trabajadores de la imagen desaparecidos: “Fotógrafos, camarógrafos, reporteros gráficos, documentalistas, directores de cine y todo aquel que trabajase en relación a la imagen para dar testimonio, porque no hay muertos de primera ni de segunda”. Herms también agradeció al diputado Fucks por transformar la idea del homenaje en un proyecto que fue votado por unanimidad en la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y que continuará con la realización de un libro y una muestra itinerante. Para concluir convocó a integrar el trabajo “El Ojo como testigo”, en el que se intenta visibilizar 80 vidas en busca de la memoria, la verdad y la justicia, con la intención de recuperar historias, trabajos y sueños para que no queden en el olvido: “Pedimos disculpas por no haber hecho antes este reconocimiento, pero ahora que estamos en este camino nadie nos podrá apartar, porque estos 80 compañeros son parte de los 30 mil compañeros desaparecidos, presentes ahora y siempre”.

acto de ARGRA

la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA) realizó un acto el viernes 28 para homenajear a los 80 trabajadores de la imagen desaparecidos .

Antes de finalizar el homenaje, Ezequiel Torres, presidente de ARGRA y organizador del evento, dijo: “Gracias a los compañeros gráficos del 81 por engrosar la lista de los 30 mil, para que no queden dudas. La memoria sirve para aprender, y si algo aprendimos en estos años es que el camino que tenemos que recorrer es colectivo. Los miles de desaparecidos y los 80 trabajadores de la imagen nos enseñaron que nosotros tenemos sentido con el otro, porque nos reconocemos en los ojos y en las fotografías de los compañeros. Este es un acto fundacional, porque el homenaje no termina aquí sino que abre nuevas puertas y espacios”. Como cierre, Torres y Fucks descubrieron una placa otorgada por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires para rendir homenaje a los trabajadores de la imagen desaparecidos en la última dictadura cívico militar.

Gabriel Fucks, junto Ezequiel Torres, presidente de ARGRA.

“Grupo 81”

Ezequiel Torres explicó a ANCCOM que el homenaje partió de una investigación sobre los detenidos desaparecidos y asesinados por el terrorismo de estado y la Triple A que inició en 2016 el Grupo 81. “Llegaron a construir la lista de los 80 trabajadores de la imagen desaparecidos cruzando datos con la Secretaría de Derechos Humanos de Nación, el Registro Unificado de Víctimas del Terrorismo de Estado, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y organismos de derechos humanos. Todo este trabajo lo hicieron a pulmón”.


En los años ochenta, la Secretaría de Información Pública había prohibido la circulación de imágenes vinculadas a las Madres de Plaza de Mayo y a cuestiones sindicales en los medios, en ese contexto el Grupo 81 desafió a la censura. Alfredo Herms  relató cómo el grupo de reporteros gráficos surgió luego de dos acontecimientos que los marcaron para siempre. El primero ocurrió el 14 de septiembre de 1980, cuando murieron Alberto Rodríguez, Víctor Hernández y Nemesio Luján Sánchez, reporteros gráficos del diario Crónica, al caer un avión de la empresa mientras se dirigían a cubrir un partido en el interior. Aún hoy se desconocen las causas del accidente. El segundo, ocurrió esa misma semana cuando se produjo el atentado al Teatro Abierto con un artefacto explosivo en las instalaciones del Picadero. A raíz de esos sucesos, decidieron plegarse a la lucha contra la dictadura y organizaron la muestra de fotografías en homenaje a los colegas y que serviría además para visibilizar todo lo que no estaban mostrando en los medios a causa de la censura y de la autocensura. “Es así que surge la primera muestra del periodismo gráfico con 77 colegas participando, donde por primera vez se muestran los pañuelos blancos de nuestras queridas Madres”, recordó Herms. En el mismo sentido, Aldo Amura también integrante del grupo, dijo: “Nosotros dimos vida a las Madres de Plaza de Mayo, las hicimos visibles”.

Hoy nuevamente se encuentran frente al desafío de mantener viva la memoria: “Nosotros rescatamos del olvido a todos los compañeros que fueron detenidos, asesinados, desaparecidos y de los cuales ninguna institución se hizo cargo. Vinculamos en esta construcción a todos, ingresamos incluso a los compañeros que estaban fuera del tiempo histórico, como Ignacio Ezcurra, que fue un fotoperiodista desaparecido por la CIA durante la guerra de Vietnam porque el Estado norteamericano no quería que el conflicto bélico se instalara en los medios de comunicación. O como Julio Fumarola, reportero gráfico y hermano de uno de los fundadores de esta Asociación,  secuestrado por la Triple A y asesinado con más de cien balazos en los bosques de Ezeiza, antes del comienzo de la dictadura. Y Leonardo Henrichsen que fue presidente de ésta Asociación y filmó su propia muerte mientras estaba trabajando, antes del derrocamiento de Salvador Allende en Chile”, contó Amura.

«Los miles de desaparecidos y los 80 trabajadores de la imagen nos enseñaron que nosotros tenemos sentido con el otro, porque nos reconocemos en los ojos y en las fotografías de los compañeros».

Reflexiones de colegas y familiares

“La reivindicación de los juicios, los movimientos de memoria verdad y justicia, nuestra memoria de la represión tienen que ver con lo que nuestros compañeros pudieron registrar. Como cuerpo social, la memoria que tenemos de la dictadura es esa a partir de las imágenes que tomaron los reporteros gráficos. La fotografía cumple un rol central para la construcción de nuestra identidad como Nación”, opinó Torres sobre la importancia de los trabajadores de la imagen. En concordancia, Amura expresó: “Un fotógrafo es un historiador porque es parte de la construcción histórica del país”. En la ESMA  hay una fototeca en la que se guarda todo el registro fotográfico y se reconstruyó la historia del periodismo. “Había muchos diarios que tiraban todo, hasta los negativos. Hemos podido rescatar y consolidar un guardián de la memoria”, dijo Amura.

Luna y Suyay Henrichsen, nietas de Leonardo Henrichsen, camarógrafo y periodista argentino expresaron su agradecimiento por el homenaje. «Esta bueno recordar lo que pasó, por lo que está pasando ahora y para que no se vuelva a repetir. Hoy en día, también, se sigue reprimiendo gente”, dijo Luna. Suyay, por su parte, opinó: “Frente a la situación que está pasando en el país que hagan un homenaje a los desaparecidos en el último Golpe es impresionante. Con respecto a nuestro abuelo seguimos pidiendo justicia, es algo que no se ha terminado. El acto fue importante, haber venido y participado ayuda a mantener viva la memoria y continuar con la lucha de mi abuelo, de todos los fotógrafos y camarógrafos”.

Cristina Inés Bettanin, sobrina de la reportera gráfica Cristina Bettanin y del fotógrafo venezolano Jaime Colmenares, manifestó su alegría por los distintos homenajes que le han hecho a su tía: “Habla de su compromiso militante pero, también, de su pasión por la vida, sus inquietudes, sus deseos, creatividad y compromiso. Me parece muy lindo que sus propios compañeros de trabajo, con quienes compartió muchas anécdotas como así también momentos importantes para el país”. Cristina contó que su tía se tomó una pastilla de cianuro cuando fue rodeada por el Ejército mientras visitaba a su familia en Rosario. “No solo marcó mi vida la historia de mi tía, sino que fue una tragedia familiar muy intensa. En el mismo operativo asesinaron mí papá, detuvieron a mí abuela junto con mi mamá, que estaba embarazada de mí. Las trasladaron a la jefatura de policía del Segundo Cuerpo del Ejército de Rosario. Ahí estuvieron cautivas quince días y nací. Mi abuela le pidió a mi mamá que me pusiera el nombre de mi tía”. Después, afortunadamente salieron de prisión y se exiliaron en distintos países. “Guillermo Bettanin, mi tío, y su pareja, Leticia Jones, también están desaparecidos”, relató Cristina con la voz quebrada. Con respecto al homenaje, Cristina dijo que estos actos siempre son un momento de reflexión y nueva elaboración: “Fue muy lindo cómo al finalizar se fueron acercando compañeros de mi tía a contarme anécdotas que implican en algún sentido el haber sobrevivido”.

Luna y Sushay Henriksen, nietas de Leonardo Henrichsen, camarógrafo y periodista argentino .

Luna y Sushay Henriksen, nietas de Leonardo Henrichsen, camarógrafo y periodista argentino .

 

"El homenaje partió de una investigación sobre los detenidos desaparecidos y asesinados por el terrorismo de estado y la Triple A que inició en 2016 el Grupo 81", dijo el presidente de ARGRA, Ezequiel Torres.

«El homenaje partió de una investigación sobre los detenidos desaparecidos y asesinados por el terrorismo de estado y la Triple A que inició en 2016 el Grupo 81», dijo el presidente de ARGRA, Ezequiel Torres.

 

Actualizada 03/05/2017

Enfocar derechos

Enfocar derechos

El próximo viernes 17 y sábado 18 de marzo se realizará el Primer Encuentro Internacional de Fotografía y Derechos Humanos: “Derechos en foco”, en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA), Libertador 8151. En estos dos días se exhibirán 30 muestras fotográficas que pondrán el lente en los derechos humanos desde diferentes perspectivas. Seis de ellas estarán acompañadas de foros temáticos, donde la fotografía cumplirá el rol de disparador para dialogar sobre problemas actuales que atraviesan a toda la sociedad, siempre guiados por especialistas en los temas convocantes. «En este encuentro quisimos que se arme un diálogo entre los diferentes actores de la foto: el fotógrafo, el protagonista y quien la mira», explicó Julián Athos Caggiano, uno de los integrantes del colectivo organizador.

Se exhibirán 30 muestras fotográficas que pondrán el lente en los derechos humanos desde diferentes perspectivas.

Las imágenes trabajadas en las muestras son aquellas que fueron emblemáticas en la construcción de la memoria colectiva, que ayudaron a pensar relatos vinculados a los derechos humanos. Además de trabajos de fotoperiodismo también se podrán ver algunos de autor, imágenes con intervenciones visuales y collages, entre otras técnicas. Los temas que se abordarán en los foros serán: Agrotóxicos; Identidad y Lucha de los Trabajadores; Diversidad Sexual; Pueblos Originarios; Organismos de Derechos Humanos; y La Tupac Amaru. Las demás muestras abordarán las temáticas de territorio, conflicto social, inmigración, conflictos latinoamericanos y dictadura, entre otros. Ezequiel Torres, miembro de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA) resumió cómo se pudo organizar el evento: «Queríamos que el Estado no tuviera injerencia en esto, por lo cual no contábamos con ningún recurso económico. Queríamos que sea una decisión nuestra. Nos empezamos a apoyar entre compañeros que ya tenían trabajos fotográficos exhibidos, e hicimos un trabajo logístico buscando contactos y fotógrafos de otros países. La idea es poner la imagen como actor central de la discusión».

Lo que se busca con el Encuentro es dar cuenta que los derechos humanos rodean a la personas, las conforman, y que en la medida que no son respetados no se reconoce al ‘ser’. Ese el eje que atraviesa las treinta muestras: «Tenemos el derecho a ser libres, sanos, a poder elegir, decir, mirar, amar a quien se nos ocurra, construir nuestras familias como queramos, tener a nuestros muertos y poder enterrarlos, tener identidad, verdad, justicia. Ese es el derecho a ser, que tiene que ver con un ser de dignidad», explicó Cecilia Casablanca, una de las integrantes del colectivo organizador. Casablanca, amplió sobre la génesis del proyecto: «Asumimos un compromiso en la defensa de los derechos humanos que es independiente de las decisiones de las gestiones de turno. Al ver que no había actividades programadas (en el Espacio), y sentir que las conquistas históricas estaban siendo vulnerados, decidimos tomar esa responsabilidad y hacer. Las gestiones pasan, los organismos son los dueños».

«Lo que se busca con el Encuentro es dar cuenta que los derechos humanos rodean a la personas, las conforman, y que en la medida que no son respetados no se reconoce al ser».

También consideran que se necesitan crear espacios de encuentro personal, organizarse más allá de las redes sociales virtuales y aprender a estar con las diferencias. «Hay cosas que nunca se han visto juntas. Por ejemplo las Madres de Plaza de Mayo junto a la lucha de las personas trans, o los migrantes en Siria; los colombianos de la FARC en el proceso de paz, junto a los centros clandestinos o las víctimas de los agrotóxicos. Al querer buscar distintas miradas, lo que queremos es que no importe el lugar del que estamos hablando, sino de qué estamos hablando. Los derechos son universales», sentenció Julián Athos Caggiano.

Los organizadores consideran a la fotografía como un eje del cual partir para abordar las problemáticas actuales, muy ligadas a la memoria, a lo ocurrido, pero desde un lenguaje universal, como el de  los derechos. Por eso, los fotógrafos decidieron compartir la experiencia acumulada  de su trayectoria y el compromiso fuerte con los temas que abarcan, ya que el rol de la fotografía, en este caso, es promover los derechos humanos o denunciar situaciones donde estos están vulnerados. También, contar historias desde lo más íntimo hasta lo más grandioso de las organizaciones sociales. Otro de los organizadores explicó uno de los tantos factores que llevan a que una foto sea emblemática: «Hay reacción de la gente frente al dolor de los demás, como dice la escritora Susan Sontag. Hay una capacidad del ser humano de ponerse en la piel del otro. En esas fotos que dan la vuelta al mundo lo que ocurre es que la gente se siente representada en esas imágenes y las hace propias».

El próximo viernes 17 y sábado 18 de marzo se realizará el Primer Encuentro Internacional de Fotografía y Derechos Humanos: “Derechos en foco”, en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA), Libertador 851.

 

Actualizado 16/03/2017

Fotos para llevar

Fotos para llevar

Hay apenas un centímetro de diferencia entre el tamaño estándar de una foto impresa y los libros de la Colección Pequeño Formato que presentó, por tercer año consecutivo, la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA). Los nuevos ejemplares de 11 x 15 cm que salieron a luz el último sábado en el Palais de Glace son La vaca atada, de Santiago Hafford; Retratos, de Eduardo Grossman; y Kosteki y Santillán-Masacre de Avellaneda, con fotos de Mariano Espinosa, Pepe Mateos, Martín Lucesole, Sergio Kowalewski, y prólogo de Claudio Mardones. “El tamaño fue resultado de la posibilidad”, contó Diego Sandstede, coordinador del proyecto. Cada año, ARGRA edita un Anuario correspondiente a la Muestra de Fotoperiodismo que recoge las imágenes más representativas del período anterior. “Del pliego de tapa del Anuario sobraba papel con el que podíamos imprimir las tapas de los libritos, y así empezamos”, detalló Sandstede. El anhelo de publicar los trabajos fotográficos de los reporteros encontró, así, la oportunidad de concretarse.

La serie comenzó a gestarse en 2012 como una necesidad de dar a conocer la labor de recuperación del archivo fotográfico de la revista Veintiuno, que alguien rescató de la basura. “Cada vez que contábamos sobre ese proyecto, cada vez que salía una nota, algo se movía, se sumaban voluntarios o conectábamos con algún actor que ayudaba a que fluyera el trabajo. Así fue que pensamos en hacer un librito”, recordó Sandstede. Y explicó que la intención es presentar cada año tres líneas de trabajo como parte de la Colección Pequeño Formato. La primera consiste en dedicar un libro al ganador del concurso de los socios de ARGRA y difundir, de este modo, sus producciones. El segundo objetivo es homenajear a un referente del fotoperiodismo y poner en valor su trayectoria. Y, por último, destacar la importancia de los archivos fotográficos a partir del rescate del patrimonio que guarda la Fototeca de ARGRA, integrado principalmente por material de las muestras de fotoperiodismo argentino que organiza la asociación desde 1981. En la Fototeca, además, se pueden consultar registros de los acontecimientos más importantes ocurridos en nuestro país en los últimos 50 años.

“Es una colección que uno desea que no se termine nunca, que haya cientos de estos libritos que puedan llevarse en el colectivo, hojearlos, comprarlos por poco dinero. Los libros de arte suelen ser extremadamente caros y son unos mamotretos imposibles de manipular”, reflexionó Eduardo Grossman a propósito de su libro.

Los nuevos ejemplares de 11 x 15 cm que salieron a luz el último sábado en el Palais de Glace.

Premio: La vaca atada, de Santiago Hafford

Santiago Hafford es reportero gráfico desde sus veinte años, es decir, desde hace veintidós años. Cuando tenía ocho, todavía vivía en Comodoro Rivadavia y coleccionaba caricaturas e historietas de los diarios mientras Argentina sufría la Guerra de Malvinas. “Las fotografías de soldados embarrados con la mirada perdida me quedaron grabadas –cuenta en el prólogo–. Esas imágenes de la vida política mezcladas con esas otras de la realidad caricaturizada son el prisma desde donde miro el paisaje social siempre cambiante de nuestro país”.

Con sus fotos, que se valen del humor y la ironía para poner en primer plano las contradicciones cotidianas de “la argentinidad” y de la historia reciente, Hafford ganó el Premio Pequeño Formato, el concurso que busca difundir la labor de los socios de ARGRA. “Es un recorte de un trabajo más amplio en distintos países de Latinoamérica. En este caso, La vaca atada son sólo fotos hechas acá en Argentina, en el conurbano y en el interior del país”, resumió. Y destacó la decisión de la Asociación de ofrecer estos libros a un precio económico para que puedan circular fácilmente: “Si a uno le gusta, agarra la billetera y se lo lleva, a diferencia de otros libros de fotografía que cuestan mucha plata”.

Homenaje: Retratos, de Eduardo Grossman

“Este pequeño libro es hermoso”, dijo Eduardo Grossman mientras señalaba el ejemplar que lleva su nombre y sus fotos: una selección de su serie de retratos, que se suceden en blanco y negro y sin ningún tipo de orden. Sólo están, aparecen, se mezclan. Y desafían los límites del formato chico en que fueron impresos. Las manos de Borges en 1974. Las manos de Pappo en 1993. El tiempo ha pasado, es ingenuo advertirlo. Pero a los retratos de Grossman los envuelve un halo de atemporalidad. Arturo Illia llena un vaso con agua. Atahualpa Yupanqui abraza su guitarra. Los ojos de Goyeneche sonríen rodeados de fotos y muñecas. Gasalla juega con los rayos de sol que entran por la persiana. Federico Moura, con lentes oscuros, admira al día que se le escapa del otro lado del vidrio. “No es más que una ilusión pero en la fotografía es tan fuerte que creemos que capturamos el tiempo y efectivamente cuando vemos una foto creemos que no es una foto, que no son sales de plata o tinta sobre un papel, sino que es un hecho concreto que sucedió”, observó Grossman.

El libro editado por ARGRA es el primero de este fotógrafo, quien, durante sus más de cuarenta años de trayectoria, trabajó para la Editorial Perfil, para los diarios Noticias y Clarín, y para las revistas El Periodista, Humor Registrado y Ñ, entre otros medios gráficos. En el 2009 se retiró del fotoperiodismo para dedicarse a exponer y fotografiar series por el puro placer de conectar el corazón y el obturador: “No hay una mera decisión racional en el momento de sacar una foto. Es nuestro dedo conectado con nuestro ojo, conectado con un aparato y conectado con nuestro corazón”, definió.

Claudio Mardones, Santiago Hafford, Eduardo Grossman, Diego Sandstede y Pepe Mateos en la presentación de la colección en el Palais de Glace.

Claudio Mardones, Santiago Hafford, Eduardo Grossman, Diego Sandstede y Pepe Mateos en la presentación de la colección en el Palais de Glace.

Archivo: Kosteki y Santillán-Masacre de Avellaneda

Pasar las páginas de Kosteki y Santillán es angustiante, es tener en las manos un documento de la brutalidad. La última foto muestra el gorro de lana y la sangre arrastrada. Darío y Maxi ya no respiran. Los policías festejan una hazaña: a Darío le dispararon por la espalda mientras intentaba ayudar a Maxi, que agonizaba en el hall de la Estación de Avellaneda. Los cartuchos son rojos, las balas son de plomo. Sin embargo, si volvemos a las primeras páginas, Darío y Maxi están marchando, igual que la multitud de piqueteros que aquel 26 de junio de 2002 cortaron los principales accesos a la Ciudad de Buenos Aires para reclamar el pago de planes sociales; aumentos en los subsidios de desempleo; insumos para centros barriales; el desprocesamiento de los luchadores sociales y el fin de la represión.

“Este librito es muy doloroso porque encierra concretamente los momentos más amargos de lo que se llamó la Masacre de Avellaneda”, señaló Claudio Mardones, el periodista que aporta un detallado contexto político y social en el prólogo del libro. La producción reúne cronológicamente las imágenes tomadas por los fotógrafos Mariano Espinosa, José Pepe Mateos, Martín Lucesole y Sergio Kowalewski durante la represión policial en Puente Pueyrredón. Este registro –junto al trabajo de fotógrafos de medios alternativos y camarógrafos de televisión– evidenció la planificación del operativo represivo, precipitó el llamado a elecciones que pondría fin a la presidencia interina de Eduardo Duhalde, y fue clave para reconstruir ante la justicia los hechos que culminaron en los asesinatos con balas policiales de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, ambos militantes del Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón.

En 2003, la Universidad Nacional de La Plata otorgó a Pepe Mateos el premio “Rodolfo Walsh” a la Labor Periodística por su cobertura de la Masacre de Avellaneda para el diario Clarín. “Sabemos lo que pasó cronológicamente, los hechos, todo, pero lo que nos pasó internamente a veces cuesta un poco más entenderlo –analizó Mateos–.  Lo he pensado muchas veces durante mucho tiempo. Quedamos envueltos dentro de una especie de espiral violento: sucedía lo que estábamos viendo y, a la vez, lo que estábamos pensando sobre lo que estábamos viendo. Y, paralelamente, no podíamos creer que estuviera sucediendo. No podía creer que Maximiliano estuviera muerto tirado en el piso de la estación. No podía creer que ese cuerpo que llevaban sangrando, el de Darío, era una persona que estuviera muriendo. Es algo muy extraño porque si uno piensa en la gravedad de lo que está sucediendo baja la cámara y toma otro tipo de reacción”.

Mariano Espinosa, por su parte, recibió el premio TEA por la secuencia tomada para la agencia INFOSIC. Seis meses antes, Espinosa había registrado también los acontecimientos de diciembre de 2001. “Después de diciembre y lo de Avellaneda, a la noche llegué a casa y me puse a llorar”, contó.

Mardones señaló que el rescate de este archivo permite valorar la tarea de los fotoperiodistas que pusieron el cuerpo para seguir de cerca la violencia institucional. Pero alertó sobre un proceso de “amnesia colectiva” que, a catorce años de los hechos, pone en peligro la memoria y el reclamo de justicia: “El esfuerzo que tenemos que hacer es rebelarnos ante la amnesia colectiva y poder comprender claramente que a partir de las fotos que ARGRA rescata en estos libros nos encontramos con un cachetazo muy duro, un documento muy doloroso. Pero ese dolor tiene que ser no solamente para hacer memoria sino también para reclamar justicia y para impedir que en la narrativa de estos tiempos nuestros compañeros sigan ausentes”.

 

***

La Colección Pequeño Formato se completa con 19 y 20. Diez años. Fotoperiodismo en la calle; Archivo 21. Recuperación y puesta en valor; Fotografías, de Pablo Zuccheri; El diario, de Daniel Ramón Baca; Fotografías, de Carlos Bosch; y Archivos Incompletos. Todos los libros editados por ARGRA se pueden comprar online en www.argra.org.ar y en librerías especializadas. Además, están disponibles para consulta pública en la Biblioteca Nacional; en las bibliotecas de la Universidad Nacional de Quilmes y de la Universidad Nacional de La Plata; y en las bibliotecas del CDF en Montevideo, del Centro de la Imagen en México DF y del ICP en Nueva York.

 

Actualizada 10/08/2016