Adolfo Pérez Esquivel nació en San Telmo y dedicó casi toda su vida a la defensa de los derechos humanos en toda América Latina. Luego de ser detenido por la última dictadura cívico-militar durante 14 meses, el 13 de octubre de 1980 recibió el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento de su lucha por la no violencia, la denuncia de la violación a los derechos humanos producidas tras el golpe de Estado de 1976 y su rol en el Servicio Paz y Justicia. Hoy rememora su activismo y afirma que “el trabajo continúa”.
Usted fue detenido por la dictadura, ¿cómo fue su rol antes y durante el golpe de Estado en nuestro país?
El trabajo del Servicio Paz y Justicia es a nivel continental, no es solo en Argentina. Veníamos denunciando las violaciones de los derechos humanos, porque prácticamente, en la década del ‘70, todo el continente estaba bajo dictaduras militares, a través de la Doctrina de Seguridad Nacional impuesta por los Estados Unidos. Me detuvieron en Brasil y en Ecuador, junto a obispos latinoamericanos. Después fui expulsado de Chile, de Paraguay, de Uruguay. Entonces, me detienen cuando regreso (a la Argentina), después de un encuentro en Ecuador, donde fuimos detenidos con 17 obispos latinoamericanos y 4 norteamericanos. Primero estoy en la Superintendencia de Seguridad Federal; ahí tengo el 5 de mayo del año ‘77 el vuelo de la muerte. No me tiraron por las fuertes protestas internacionales. Y después, la prisión aquí en Argentina, las torturas en la Unidad 9, en La Plata. Dos días antes de la final del fútbol, me dan libertad vigilada. Cuando yo estaba preso, dos mujeres me propusieron como candidato al Premio Nobel. Ellas eran dos mujeres Premio Nobel de la Paz de Irlanda del Norte: Mairead Corrigan-Maguire y Betty Williams. Y en el año 80 me anunciaron que me habían otorgado el premio.
¿Cómo fue el camino a la vuelta de la democracia?
Y nosotros seguimos haciendo el mismo trabajo, con Premio Nobel o sin Premio Nobel, pero esto nos abrió las puertas a lugares que antes no teníamos. Pero a los dos días, el 15 de octubre, intentan asesinarme. Grupos armados, cuando llegamos a la sede del SERPAJ, avanzan con las armas, y por suerte se cruza un taxi atrás y entonces no pueden disparar. Pero sino, estábamos destinados a que nos maten. Iba manejando mi hijo, Leonardo. Y seguimos trabajando. Ahí se dio a conocer a nivel mundial lo que pasaba en Argentina. Fue un detonante: la dictadura tardó 36 horas en reaccionar, a pesar de que intentaron asesinarme, no pudieron. Y bueno, seguimos trabajando hasta el día de hoy, 40 años después. Se cumplen 40 años y junto con el SERPAJ hemos entregado a la Universidad de Buenos Aires nuestra antigua sede de la calle México y Bolívar, donde ahí ya está la obra hecha, pero hay que equiparla. Va a estar destinada a ser la casa de los premios Nobel latinoamericanos. Ahí va a ir el premio Nobel, todas las cosas, las condecoraciones. Porque si vos lees mi discurso, cuando asumo el Premio Nobel, lo primero que digo es que lo asumía en nombre de los pueblos de América Latina.
«Los poderes se están volviendo a imponer en el continente: el golpe de Estado en Honduras, en Paraguay, en Brasil, en Bolivia», advierte Pérez Esquivel.
Usted habló mucho de los pueblos latinoamericanos en su discurso de aceptación. ¿Qué ha cambiado desde los años ochenta hasta nuestros días? ¿Cómo ve la situación latinoamericana hoy?
Las sociedades no son estáticas. Toda sociedad tiene una dinámica de transformación. Hoy no tenemos dictaduras militares, pero sí los poderes se están volviendo a imponer en el continente. Fijate el golpe de Estado en Honduras contra Manuel Zelaya, en Paraguay contra Fernando Lugo, en Brasil contra Dilma Rousseff para sacar del medio a Lula, en Bolivia contra Evo Morales. Entonces son dictaduras, algunas militares, y otras aplican el lawfare, la guerra judicial. Aquí quisieron aplicarle eso a Cristina Kirchner. Actualmente veo que los pueblos están un poco más preparados. De ahí que surgieron muchos movimientos de derechos humanos. No solo aquellos con los que comenzamos cuando todavía no había nada. En América Latina hay muchas organizaciones, pero también hay una derecha, la política neoliberal. Estados Unidos no quiere perder la hegemonía continental, cuando está perdiendo la hegemonía mundial frente a los avances de China, Rusia, de Europa. Entonces quiere mantener cerrado, como con las agresiones a Venezuela, el bloqueo a Cuba por más de 50 años. Tenemos democracias débiles, pero la democracia no se regala, hay que construirla. Esto es lo importante. Creo que hoy tenemos más experiencia en el trabajo y hemos extendido redes a nivel internacional de organizaciones de apoyo, de solidaridad, y se ha generado mucha más conciencia de la política de derechos humanos. Sin embargo hay muchas amenazas a las democracias en América Latina. Hay emergentes importantes en este momento: los pueblos originarios, que están recuperando su identidad, sus territorios. Esto es gracias a Evo Morales. Por él, Bolivia es un país plurinacional, cultural, lingüístico. La diversidad en la unidad. Sin embargo, la presión de EEUU —y Evo lo marca— logró su derrocamiento. El otro son los movimientos sociales, sindicatos, organizaciones, movimientos de derechos humanos, que también cumplen un rol social importante. Y el otro que es fundamental es el movimiento de mujeres. Todas las conquistas que tuvieron y tienen las mujeres son luchas de resistencia social, de pensamiento, de filosofía, del rol que las mujeres tienen en la sociedad. Son como los ríos subterráneos que en un momento salen a la superficie y después se van decantando en aquellas cosas que son importantes. Entonces, no hay que desesperar. Hay que encontrar nuevos caminos de convivencia para la humanidad. Hay que despertar la resistencia y la rebelión de los pueblos, la conciencia crítica. La dominación continúa y tenemos que enfrentarla de alguna forma. Y creo que la resistencia cultural es fundamental en esto.
Hace unas semanas hubo una grave protesta policial en Argentina. ¿Cuál es su visión sobre ese conflicto?
Yo no le llamo protesta, la llamo rebelión. Es una rebelión policial. Tiene antecedentes en el continente. Es un calco al intento de golpe de Estado con el pretexto de que querían mejores salarios en Ecuador, cuando la policía se levantó contra Rafael Correa. Eso no es un reclamo salarial, eso fue un intento de condicionamiento, una posible desestabilización institucional. Es muy grave. Hay que tener mucho cuidado con esto. Y a todo eso se suman las declaraciones de (el ex presidente Eduardo) Duhalde. Gente con experiencia política no puede actuar de esa forma.
¿Cómo ve la situación del país durante la pandemia?
Hay situaciones difíciles en el país, pero esta pandemia afecta a todo el mundo. Aquí tomaron medidas de prevención sanitaria, y más o menos han logrado reducir muchísimo los efectos del coronavirus. Estados Unidos tiene 200 mil muertos y 40 millones de desocupados. Europa está en una situación sumamente grave con los muertos. Y son países que tienen otras condiciones económicas. Aquí tenemos que enfrentar algo heredado de Macri, la deuda externa que deja condicionado al país por cien años. Entonces, estos son los mecanismos. Se destruyeron muchísimo las conquistas que se habían logrado en el continente como la Unasur, la CELAC, el MERCOSUR. Todo esto Macri lo derribó. Esto tiene que ver con la política de Estados Unidos que no permite ningún tipo de organización regional. No estamos en el mejor momento, pero tenemos que trabajar para cambiar esto, por eso se necesita la resistencia cultural.
«Ni Alfonsín, ni Menem, ni Macri me recibieron. Alberto Fernández, sí lo hizo», dice Pérez Esquivel.
Volviendo a ese momento, hace cuarenta años, cuando recibió el Premio Nobel de la Paz. ¿Cómo tomó la prensa que usted haya recibido este reconocimiento? ¿Recuerda alguna crítica?
Sí. Primero los medios decían que yo era paraguayo. Otros, que era brasilero. Pero ninguno decía que era argentino. El primero que lo dijo fue un periodista uruguayo. El maltrato de los medios de comunicación fue tremendo. No hubo un acompañamiento, al contrario. Estábamos bajo dictadura militar, había mucha censura, muchos periodistas desaparecidos. Fue un detonante muy fuerte donde se ponía en evidencia a escala mundial lo que estaba pasando en Argentina. Y eso ayudó también al fortalecimiento de los organismos de derechos humanos. En uno de los primeros viajes que hice estaba Chicha Mariani —la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo—, quién me dio un dossier que yo le entregué al Papa Juan Pablo II en el Vaticano, explicándole la grave situación de secuestro y desaparición de niños en Argentina. Nosotros seguimos trabajando en todo momento y tratando de apoyar hasta la vuelta de la democracia, pero después cuando llegó la democracia tampoco me recibían. Ni Alfonsín, ni Menem, ni Macri. Así que todavía soy un marginal en mi país. En otros países puedo ver a los gobernantes, a los dirigentes políticos. Con Alberto Fernández me he encontrado y estamos apoyando la cuestión de la producción de alimentos, la soberanía alimentaria, la reforestación de los bosques nativos. En fin, seguimos trabajando y yo sigo en la Facultad de Ciencias Sociales, enseñando. La educación es importante. Para mi es importante generar conciencia crítica. Yo soy docente desde hace más de cincuenta años. El trabajo continúa y tratamos de que las nuevas generaciones tomen la posta, que son los que van a tener que seguir, porque la política de derechos humanos desde su integridad va a continuar.
Adolfo Pérez Esquivel nació en San Telmo y dedicó casi toda su vida a la defensa de los derechos humanos en toda América Latina. Luego de ser detenido por la última dictadura cívico-militar durante 14 meses, el 13 de octubre de 1980 recibió el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento de su lucha por la no violencia, la denuncia de la violación a los derechos humanos producidas tras el golpe de Estado de 1976 y su rol en el Servicio Paz y Justicia. Hoy rememora su activismo y afirma que “el trabajo continúa”.
Usted fue detenido por la dictadura, ¿cómo fue su rol antes y durante el golpe de Estado en nuestro país?
El trabajo del Servicio Paz y Justicia es a nivel continental, no es solo en Argentina. Veníamos denunciando las violaciones de los derechos humanos, porque prácticamente, en la década del ‘70, todo el continente estaba bajo dictaduras militares, a través de la Doctrina de Seguridad Nacional impuesta por los Estados Unidos. Me detuvieron en Brasil y en Ecuador, junto a obispos latinoamericanos. Después fui expulsado de Chile, de Paraguay, de Uruguay. Entonces, me detienen cuando regreso (a la Argentina), después de un encuentro en Ecuador, donde fuimos detenidos con 17 obispos latinoamericanos y 4 norteamericanos. Primero estoy en la Superintendencia de Seguridad Federal; ahí tengo el 5 de mayo del año ‘77 el vuelo de la muerte. No me tiraron por las fuertes protestas internacionales. Y después, la prisión aquí en Argentina, las torturas en la Unidad 9, en La Plata. Dos días antes de la final del fútbol, me dan libertad vigilada. Cuando yo estaba preso, dos mujeres me propusieron como candidato al Premio Nobel. Ellas eran dos mujeres Premio Nobel de la Paz de Irlanda del Norte: Mairead Corrigan-Maguire y Betty Williams. Y en el año 80 me anunciaron que me habían otorgado el premio.
¿Cómo fue el camino a la vuelta de la democracia?
Y nosotros seguimos haciendo el mismo trabajo, con Premio Nobel o sin Premio Nobel, pero esto nos abrió las puertas a lugares que antes no teníamos. Pero a los dos días, el 15 de octubre, intentan asesinarme. Grupos armados, cuando llegamos a la sede del SERPAJ, avanzan con las armas, y por suerte se cruza un taxi atrás y entonces no pueden disparar. Pero sino, estábamos destinados a que nos maten. Iba manejando mi hijo, Leonardo. Y seguimos trabajando. Ahí se dio a conocer a nivel mundial lo que pasaba en Argentina. Fue un detonante: la dictadura tardó 36 horas en reaccionar, a pesar de que intentaron asesinarme, no pudieron. Y bueno, seguimos trabajando hasta el día de hoy, 40 años después. Se cumplen 40 años y junto con el SERPAJ hemos entregado a la Universidad de Buenos Aires nuestra antigua sede de la calle México y Bolívar, donde ahí ya está la obra hecha, pero hay que equiparla. Va a estar destinada a ser la casa de los premios Nobel latinoamericanos. Ahí va a ir el premio Nobel, todas las cosas, las condecoraciones. Porque si vos lees mi discurso, cuando asumo el Premio Nobel, lo primero que digo es que lo asumía en nombre de los pueblos de América Latina.
«Los poderes se están volviendo a imponer en el continente: el golpe de Estado en Honduras, en Paraguay, en Brasil, en Bolivia», advierte Pérez Esquivel.
Usted habló mucho de los pueblos latinoamericanos en su discurso de aceptación. ¿Qué ha cambiado desde los años ochenta hasta nuestros días? ¿Cómo ve la situación latinoamericana hoy?
Las sociedades no son estáticas. Toda sociedad tiene una dinámica de transformación. Hoy no tenemos dictaduras militares, pero sí los poderes se están volviendo a imponer en el continente. Fijate el golpe de Estado en Honduras contra Manuel Zelaya, en Paraguay contra Fernando Lugo, en Brasil contra Dilma Rousseff para sacar del medio a Lula, en Bolivia contra Evo Morales. Entonces son dictaduras, algunas militares, y otras aplican el lawfare, la guerra judicial. Aquí quisieron aplicarle eso a Cristina Kirchner. Actualmente veo que los pueblos están un poco más preparados. De ahí que surgieron muchos movimientos de derechos humanos. No solo aquellos con los que comenzamos cuando todavía no había nada. En América Latina hay muchas organizaciones, pero también hay una derecha, la política neoliberal. Estados Unidos no quiere perder la hegemonía continental, cuando está perdiendo la hegemonía mundial frente a los avances de China, Rusia, de Europa. Entonces quiere mantener cerrado, como con las agresiones a Venezuela, el bloqueo a Cuba por más de 50 años. Tenemos democracias débiles, pero la democracia no se regala, hay que construirla. Esto es lo importante. Creo que hoy tenemos más experiencia en el trabajo y hemos extendido redes a nivel internacional de organizaciones de apoyo, de solidaridad, y se ha generado mucha más conciencia de la política de derechos humanos. Sin embargo hay muchas amenazas a las democracias en América Latina. Hay emergentes importantes en este momento: los pueblos originarios, que están recuperando su identidad, sus territorios. Esto es gracias a Evo Morales. Por él, Bolivia es un país plurinacional, cultural, lingüístico. La diversidad en la unidad. Sin embargo, la presión de EEUU —y Evo lo marca— logró su derrocamiento. El otro son los movimientos sociales, sindicatos, organizaciones, movimientos de derechos humanos, que también cumplen un rol social importante. Y el otro que es fundamental es el movimiento de mujeres. Todas las conquistas que tuvieron y tienen las mujeres son luchas de resistencia social, de pensamiento, de filosofía, del rol que las mujeres tienen en la sociedad. Son como los ríos subterráneos que en un momento salen a la superficie y después se van decantando en aquellas cosas que son importantes. Entonces, no hay que desesperar. Hay que encontrar nuevos caminos de convivencia para la humanidad. Hay que despertar la resistencia y la rebelión de los pueblos, la conciencia crítica. La dominación continúa y tenemos que enfrentarla de alguna forma. Y creo que la resistencia cultural es fundamental en esto.
Hace unas semanas hubo una grave protesta policial en Argentina. ¿Cuál es su visión sobre ese conflicto?
Yo no le llamo protesta, la llamo rebelión. Es una rebelión policial. Tiene antecedentes en el continente. Es un calco al intento de golpe de Estado con el pretexto de que querían mejores salarios en Ecuador, cuando la policía se levantó contra Rafael Correa. Eso no es un reclamo salarial, eso fue un intento de condicionamiento, una posible desestabilización institucional. Es muy grave. Hay que tener mucho cuidado con esto. Y a todo eso se suman las declaraciones de (el ex presidente Eduardo) Duhalde. Gente con experiencia política no puede actuar de esa forma.
¿Cómo ve la situación del país durante la pandemia?
Hay situaciones difíciles en el país, pero esta pandemia afecta a todo el mundo. Aquí tomaron medidas de prevención sanitaria, y más o menos han logrado reducir muchísimo los efectos del coronavirus. Estados Unidos tiene 200 mil muertos y 40 millones de desocupados. Europa está en una situación sumamente grave con los muertos. Y son países que tienen otras condiciones económicas. Aquí tenemos que enfrentar algo heredado de Macri, la deuda externa que deja condicionado al país por cien años. Entonces, estos son los mecanismos. Se destruyeron muchísimo las conquistas que se habían logrado en el continente como la Unasur, la CELAC, el MERCOSUR. Todo esto Macri lo derribó. Esto tiene que ver con la política de Estados Unidos que no permite ningún tipo de organización regional. No estamos en el mejor momento, pero tenemos que trabajar para cambiar esto, por eso se necesita la resistencia cultural.
«Ni Alfonsín, ni Menem, ni Macri me recibieron. Alberto Fernández, sí lo hizo», dice Pérez Esquivel.
Volviendo a ese momento, hace cuarenta años, cuando recibió el Premio Nobel de la Paz. ¿Cómo tomó la prensa que usted haya recibido este reconocimiento? ¿Recuerda alguna crítica?
Sí. Primero los medios decían que yo era paraguayo. Otros, que era brasilero. Pero ninguno decía que era argentino. El primero que lo dijo fue un periodista uruguayo. El maltrato de los medios de comunicación fue tremendo. No hubo un acompañamiento, al contrario. Estábamos bajo dictadura militar, había mucha censura, muchos periodistas desaparecidos. Fue un detonante muy fuerte donde se ponía en evidencia a escala mundial lo que estaba pasando en Argentina. Y eso ayudó también al fortalecimiento de los organismos de derechos humanos. En uno de los primeros viajes que hice estaba Chicha Mariani —la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo—, quién me dio un dossier que yo le entregué al Papa Juan Pablo II en el Vaticano, explicándole la grave situación de secuestro y desaparición de niños en Argentina. Nosotros seguimos trabajando en todo momento y tratando de apoyar hasta la vuelta de la democracia, pero después cuando llegó la democracia tampoco me recibían. Ni Alfonsín, ni Menem, ni Macri. Así que todavía soy un marginal en mi país. En otros países puedo ver a los gobernantes, a los dirigentes políticos. Con Alberto Fernández me he encontrado y estamos apoyando la cuestión de la producción de alimentos, la soberanía alimentaria, la reforestación de los bosques nativos. En fin, seguimos trabajando y yo sigo en la Facultad de Ciencias Sociales, enseñando. La educación es importante. Para mi es importante generar conciencia crítica. Yo soy docente desde hace más de cincuenta años. El trabajo continúa y tratamos de que las nuevas generaciones tomen la posta, que son los que van a tener que seguir, porque la política de derechos humanos desde su integridad va a continuar.
Aparición de la nieta 126, Adriana Garnier Ortolani. Foto de Daniela Morán en una cobertura para ANCCOM.
Fotografes x los barrios es una iniciativa lanzada por un grupo de profesionales que venden algunas de sus fotografías para donar lo recaudado a los barrios populares del país a través de la organización La Poderosa. En un contexto en el que el mundo entero se ve afectado sanitaria y -en igual medida- económicamente, más de un centenar de reporteros y retratistas se organizaron para aportar, desde su lugar, con el trabajo de emergencia que se está realizando en los barrios más vulnerables.
La pandemia provocada por el Covid 19 ha obligado a la sociedad toda a tomar estrictas medidas para prevenir y evitar el contagio y propagación del virus; el aislamiento social y la constante higiene de manos y superficies son las medidas más importantes. Pero ¿cómo se hace para respetar el aislamiento cuando se comparte un baño con cinco, nueve o doce personas más? ¿Cómo se hace para mantener la higiene en barrios que no tienen acceso al agua potable?
Florencia Guzzetti, fotógrafa y una de las organizadoras de Fotografes x los barrios, en diálogo con ANCCOM contó que el proyecto surgió “a partir de pensar qué podíamos hacer como reporteros gráficos para poder ayudar a los barrios”, aquellos que tantas veces visitan para documentar una historia de vida o mostrar su realidad a tantos argentinos. Una vez lanzada la convocatoria, una gran cantidad de profesionales se sumaron a donar sus fotografías. Entre ellos se encuentran artistas de altísimo reconocimiento como Eduardo Longoni, Adriana Lestido, Carlos Bosch, Giancarlo Ceraudo, Nora Lozano, Pablo Piovano; y también fotógrafos que hicieron su experiencia en esta agencia, como Romina Morua, Daniela Morán y Néstor Beremblum, y sus dos editores, Victoria Gesualdi y Leandro Teysseire. Las producciones estarán disponibles durante diez días a partir del miércoles 6 de mayo, y la compra puede realizarse a través de la cuenta de Instagram y en la Fan Page de Facebook.
24 de Marzo de 2015. Foto de Romina Morua realizada para ANCCOM.
“Días atrás, un texto publicado por Nacho Levy, referente de la organización social La Poderosa, nos dejó algunas pistas y muchas certezas –relatan en una carta conjunta los fotógrafos-. Levy detalla con precisión la frágil situación de la parte más dolorosa del país”. Hace días que, desde La Garganta Poderosa, vecinos y vecinas de las distintas barriadas de la Capital Federal vienen denunciando la situación en la que se hallan: al hacinamiento infrahumano, la falta de acceso a servicios básicos, el empobrecimiento cada vez más estremecedor de las economías familiares y la ausencia estatal se le suma, en una carrera de injusticias, el peligro inminente que el coronavirus y el dengue suponen.
Como si esto fuera poco, desde hace diez días los vecinos de la Villa 31 no tienen acceso al agua en sus casas, lo cual los sitúa en un panorama catastrófico. Las tardías respuestas y la inacción durante este lapso por parte de los funcionarios responsables dejaron como saldo un aumento exponencial de la curva de contagios en “la villa más emblemática de la ciudad más rica del país”, como bien define el referente de La Poderosa. De tan sólo tres casos confirmados de coronavirus, a partir del corte de agua el número se elevó a 198 positivos y una vecina de 84 años fallecida. Mientras tanto, el Gobierno de la Ciudad responsabiliza a las autoridades de AySA y éstas últimas alegan que el encargado de garantizar el servicio en el barrio es el gobierno porteño.
Y no son los únicos: en la Villa 1-11-14, donde ya se contabilizan 69 contagiados y cinco fallecidos, la situación es igual de crítica. Además, el domingo por la tarde las estadísticas oficiales informaron que hay casos en Ciudad Oculta, Villa 20, Rodrigo Bueno, Barrio Mitre, Barrio Ramón Carrillo, Villa 21-24, Fátima, Piletones y en “barrios populares sin precisar”.
Fotografía de Lilian Andrade, de La Garganta Poderosa
Pero esta realidad no aparece en las grandes pantallas ni los principales portales web. O por lo menos no aparece hasta que no lo pueden tapar más, hasta que la situación colapsa. En este sentido, Fotografes x los barrios también “ayuda a mostrar lo importante que es el rol del fotoperiodismo y del fotógrafo para documentar la historia de un país, de un momento, de un barrio, de una situación”, según comentó Guzzetti. Además, agregó que invitaron a participar a los fotógrafos de La Poderosa, que son justamente, dijo, “los que pasan el tiempo y viven en los barrios. Ellos pueden aportar un montón con su mirada que es la que se logra al caminar y vivir los barrios todos los días”.
A partir de que se sumaron un montón de profesionales a la iniciativa, Guzzetti comentó que la intención es “poder continuar con una segunda tanda de fotos de otros autores y seguir avanzando en esto no sólo a través de la venta de fotografías sino también pensando y articulando cuestiones culturales, talleres o alguna otra propuesta que se pueda hacer en los barrios, siempre con el fin social, de intercambio y para poder trazar esos puentes que se trazan cuando uno va al barrio a hacer una historia o sacar una foto”.
Todo el dinero recaudado a partir de esta iniciativa será donado a La Poderosa, quien estará encargada de distribuirla en los lugares donde más urgencia haya. En la página web de Fotografes x los barrios los organizadores afirman que optaron por La Poderosa “porque confiamos en su accionar colectivo, y en su capacidad de llegar a lugares donde otrxs no llegan”.
Con este motivo más de 100 fotógrafos donaron sus producciones, que incluyen desde retratos a paisajes y rincones de cualquier parte del mundo, pasando por marchas y manifestaciones históricas, el carnaval en el norte argentino y jugadas memorables del fútbol nacional. De tan enriquecida compilación, la fotografía ofrecida por Florencia Guzzetti no parece haber sido elegida al azar: se trata de Norita Cortiñas en el interior la mina de Río Turbio, a siete kilómetros de profundidad.
“Es una foto muy importante, muy significativa en mi carrera profesional –dice Guzzetti-. Para mí Nora es todo: es fuerza, es lucha, es coraje. Es ese abrazo que todos queremos tener y que todos necesitamos ahora más que nunca que no nos podemos abrazar”. Y el abrazo de la Madre de todas las batallas llegó, en medio de un contexto extremadamente crítico en los barrios populares de la Argentina, a través de la publicación de la denuncia “del crimen en la villa” frente a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, redactada en conjunto con Adolfo Pérez Esquivel y decenas de artistas, organizaciones de Derechos Humanos, medios de comunicación, personajes públicos, etcétera. “Nora es esa llama que siempre se mantiene prendida y que nos guía cuando no sabemos para dónde ir”, concluyó Guzzetti.
Una pena de muerte sin juicio previo ejecutada por el propio querellante. Este es el accionar que avanza de la mano de las fuerzas policiales de seguridad de la Nación, según las organizaciones ocupadas y preocupadas por los Derechos Humanos de la Niñez que denunciaron ante el Comité sobre los Derechos del Niño de la ONU al Gobierno nacional por llevar a cabo un “brutal despliegue de represión estatal”. Así lo sostuvo Marcela Val, referente de la organización Che Pibe de Villa Fiorito, en una conferencia de prensa en el Anexo del Congreso de la Nación, el viernes último, que contó con la presencia del Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel; Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, y Victoria Donda, diputada nacional y nieta restituida por Abuelas de Plaza de Mayo.
Las organizaciones denuncian frente al Comité de las Naciones Unidas “el uso irracional de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad, violando regulaciones fundamentales del estado del Derecho y la seguridad democrática, tales como el código de conducta para funcionarios encargados de hacer cumplir la ley”, denunció Gabriela Tosoroni, delegada general de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENNAF). El Código de Conducta que dictaminó la ONU sostiene: “El uso de armas de fuego se considera una medida extrema. Deberá hacerse todo lo posible por excluir el uso de armas de fuego, especialmente contra niños”.
Por su parte, Pérez Esquivel, en referencia a la denuncia dijo: “Esto que mandamos a Naciones Unidas es fundamental para poner en evidencia lo que está pasando con la infancia hoy, y por eso digo que si un gobierno no privilegia a los niños está dañando el presente y el futuro de nuestro pueblo”. Señaló al gobierno de Cambiemos como el hacedor de estas políticas de “exclusión” y agregó: “Esto no es un problema puntual, esto es un problema estructural y tenemos que apuntar a los cambios de estructura. Vemos un retroceso en la política de Derechos Humanos de la infancia muy preocupante frente a un gobierno que privilegia el capital financiero sobre la vida del pueblo, y lógicamente los más afectados y los más indefensos son los niños y niñas. Esto es preocupante porque una democracia significa derecho e igualdad para todos y todas, y lamentablemente no es así”.
Durante el gobierno de Cambiemos, hubo más de un muerto por día debido al uso de las fuerzas del Estado, según datos de Gabriela Tosorini (SENNAF).
“Hay que insistir en que los Derechos Humanos son integrales, que Derechos Humanos y democracia son valores indivisibles. Si se pierden los Derechos Humanos, la democracia se debilita”, sentenció Pérez Esquivel, a lo que Victoria Donda agregó: “Tenemos que seguir peleando por una sociedad con más democracia y con más Derechos Humanos para todos, y eso también significa dejar de tener una Ministra de Seguridad que se pare ante las fuerzas de seguridad que tenemos en nuestro país y las incite a cometer delitos –en referencia a las declaraciones de Patricia Bullrich quien justificó el accionar de las Fuerzas-. Lo que hizo fue hacer apología del delito y todos estamos en riesgo, sobre todo aquellos niños y niñas que están en nuestros barrios, que están en la calle y a quienes deberíamos proteger”. Sobre este tema, Nora Cortiñas añadió: “La ministra de Seguridad convoca al delito, convoca a la violación de los Derechos Humanos en nuestro país”.
Uno de los casos que detalla la denuncia presentada por este colectivo es el de Facundo Ferreyra, el niño de 12 años asesinado el 8 de marzo en Tucumán. Mariana Paterlini, directora institucional de Abogados del Noroeste por los Derechos Humanos y Estudios Sociales (ANDHES), que patrocina a la familia del niño, explicó sobre el asesinato de Facundo: “Se trató de una ejecución extrajudicial, una muerte como consecuencia del uso de la fuerza por funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, cuando ese uso no obedece a los criterios de necesidad, racionalidad y proporcionalidad. De acuerdo con la Convención de los Derechos del Niño, el Estado tenía con Facundo obligaciones reforzadas de protección. Las fuerzas de seguridad, como parte del sistema de protección integral de la niñez, debieron asumir con él un rol activo en la prevención de la violación de cualquiera de sus derechos, en particular con la protección de su vida”.
«Cuando la gorra crece, los derechos desaparecen», decía una de las pancartas que sostenía un grupo de jóvenes.
Pero el caso de Facundo lamentablemente no es el único, se han registrado más casos de asesinatos a menores por parte de la fuerza pública. Gabriela Tosorini (SENNAF) presentó los datos que dan cuenta de la situación de militarización de la vida ciudadana: “El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires durante el 2017 dispuso 27.000 efectivos para un territorio de tres millones de habitantes, un policía cada 107 personas, sin contar a gendarmes y prefectos en tareas de custodia, triplicando la recomendación de las Naciones Unidas. En su primer año en las calles, la policía de la Ciudad mató a 24 personas en casos de gatillo fácil, dos por mes. Por su parte, otro informe producido en diciembre de 2017 reveló que en 721 días de gobierno de Cambiemos hubo 725 fallecidos como consecuencia del uso de las fuerzas del Estado”, alrededor de una muerte diaria y agregó: “Estudios sociales han relevado que en 2017 al menos 69 personas fueron muertas por policías fuera de servicio, es decir, de franco o retirados, un 66 por ciento del total de los casos en los que existe el dato de la condición del funcionario. La tendencia de los últimos cinco años es que los efectivos policiales matan más personas estando fuera de servicio que en servicio activo”.
En el cierre de la presentación Nora Cortiñas dijo: “El abuso hacia los menores está en donde el Estado mira para otro lado, donde no se presta atención, donde no se escucha a los niños”. Bajo un anhelo efusivo hacia los presentes, pidió: “Debemos exigir que los niños sean escuchados. Porque los niños no son el futuro, son el hoy”.
Mitad de semana en el barrio porteño de San Telmo. Verano que de a poco comienza a despedirse y regala una tarde agradable. Un hombre de jóvenes 86 años atiende en su modesta oficina. Saluda con un apretón de manos y lanza: “¿Con qué puedo ayudar?”.
Son las oficinas del Servicio Paz y Justicia y ese señor es el Premio Nobel de la Paz 1980, activista y defensor de la lucha pacífica por los derechos humanos, Adolfo Pérez Esquivel. Tiene muchas ganas de hablar: en vez de los 20 minutos pautados con su secretario de prensa, terminará hablando 50. Para cada pregunta, sus respuestas son largas y abarcativas. Derechos humanos, kirchnerismo, Cambiemos, derecho al aborto y el Papa Francisco, son algunos de los tópicos por los que transita la conversación.
Adolfo Pérez Esquivel, activista y defensor de la lucha pacífica por los derechos humanos, recibió el Premio Nobel de la Paz en 1980.
Se habla mucho de la política de derechos humanos del kirchnerismo. ¿Qué destaca usted sobre ese tema?
Néstor Kirchner abrió las puertas al juicio a los criminales que violaron los derechos humanos. Con una particularidad: aquí en Argentina, que ha sentado jurisprudencia, los juicios de lesa humanidad se desarrollaron a través de los Tribunales Ordinarios, es decir, la Justicia Federal, y no mediante juicios ad-hoc, como en los casos de Núremberg, Tokio, o los Balcanes. Siempre fueron constituidos tribunales específicos para juzgar crímenes determinados. En cambio aquí por primera vez un país a través de su justicia ordinaria lleva adelante crímenes de lesa humanidad.
¿Cree que fue suficiente el aporte? ¿O qué faltó?
Tanto Néstor como Cristina pusieron mucho acento en los derechos humanos. Desde aquí apoyamos esa iniciativa, pero se quedaron mucho en la época de la dictadura militar. Hicieron poco con los derechos humanos de la actualidad. Por ejemplo, lo que ocurre con los pueblos originarios, la megaminería, la destrucción de los bosques, la contaminación. Hubo una suerte de reduccionismo.
¿Piensa que esas falencias dieron el pie para que Cambiemos haga lo que está haciendo?
Exacto, todo este desastre. El kirchnerismo enredó mucho las cosas, pensando que iba a estar eternamente en el poder. Yo siempre relaciono derechos humanos y construcción democrática como valores indivisibles: si se violan los derechos humanos, la democracia se debilita, pasa a ser más formal que real.
Uno de los casos más paradigmáticos de esta etapa es el caso Santiago Maldonado.
Nosotros siempre estuvimos muy cerca de la familia Maldonado, y hasta el día de hoy el juicio quedó colgado de alfileres, Creo que va a ir a punto muerto. El actual gobierno ha provocado un retroceso increíble en políticas de derechos humanos: han aumentado las violaciones en forma de muerte, persecución, represión.
¿Cómo definiría a este gobierno?
A este gobierno te lo podría definir de la siguiente manera: un gobierno neoliberal cuya política principal consiste en privilegiar el capital financiero sobre la vida del pueblo. Está destruyendo al pequeño y mediano productor, tanto rural como industrial, ha abierto las importaciones, ha aumentado la deuda externa que se sigue haciendo eterna. No quiere aumentar a los maestros pero aumenta los intereses de la deuda. Sin embargo hay un hecho que me preocupa muchísimo, y es que la gobernadora de la Provincia (María Eugenia Vidal) fue a Israel con las tropas de la policía bonaerense para que sea entrenada por el Mossad. Sabemos que en Israel está justificada, incluso parlamentariamente, la tortura. Entonces, si aquí la policía se forma con esos parámetros, ya sabemos cuáles serán las consecuencias.
«El actual gobierno ha provocado un retroceso increíble en políticas de derechos humanos».
¿Qué rol ocupan los grandes medios de comunicación a la hora de informar al pueblo?
Hay un problema serio, es lo que llamo la prensa canalla. Siempre apoyé la idea de entender a la comunicación desde una idea más integradora y pluralista. Siempre comparo esto con los agrotóxicos y los monocultivos, entonces digo que el monocultivo más peligroso es el monocultivo de las mentes, y los agrotóxicos son los medios de comunicación que concentran la información, tergiversan la verdad y las consecuencias son las que vivimos hoy. Tenemos medios alternativos pero no es suficiente, hay que trabajar en redes que realmente permitan que la información que se oculta, llegue.
¿Hay temas sobre los cuales no se habla mucho?
Absolutamente. El gobierno actual quiere dejar a un lado la ley que impide que las Fuerzas Armadas tengan intervención interna. La experiencia nos dice que esto es fatal. Es algo que vemos en Brasil. Temer mandó el ejército a las favelas de Rio. Esto no mejora en nada las condiciones de vida del pueblo, al contrario: es persecución, muerte y torturas. La otra experiencia de intervención de Fuerzas Armadas en asuntos internos es la de México. Tenemos el caso de los 43 desaparecidos en Ayotzinapa, que después de tres años la justicia sigue sin querer investigar porque ahí intervino el ejército. Es uno de los países junto con Honduras, con más violaciones a derechos humanos en todo el continente. Pero Macri solo critica a Venezuela.
Recientemente usted propuso al ex presidente Lula como candidato a ganar el Nobel de la Paz. ¿Por qué?
Acabo de venir de Brasil, de apoyar a Lula. Durante su gobierno logró que más de 30 millones de personas salgan de la pobreza con programas y centros de salud, bolsas de trabajo, escuelas, en resumen la dignificación del pueblo. Esto está reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), e incluso los propios medios opositores. Treinta millones que en pocos años pasan de una situación de pobreza a ser una clase media estable, con otras condiciones de vida: ahí es donde se construye la paz, no con la represión a los pueblos. Lula mismo en su discurso dice: “Aquí no vengo a luchar para que se pierdan vidas, sino para salvarlas”.
Estamos en un momento histórico de la discusión sobre el derecho al aborto. ¿Cuál es su postura al respecto?
Es cierto que mueren muchas mujeres por abortos ilegales, y que eso se debe regularizar. Yo soy un defensor de la vida, y no quiero el mal para ninguna mujer ni ningún ser que esté naciendo. Hay hechos terribles como maltratos o violaciones, mujeres que no se sienten capacitadas para ser madres: lo que habría que implementar antes de todo esto es una correcta educación sexual en las escuelas, en las universidades. Yo creo que ninguna mujer quiere abortar, no está en la naturaleza de la mujer la idea del aborto. Por eso me parece muy importante la educación sexual responsable.
Y esto no es solo un problema de la mujer, es un problema del hombre, de la pareja. No dejarnos guiar solamente por estas cerrazones religiosas, que dicen “defendemos la vida desde la concepción” ¿Qué vida y cómo? Hay una responsabilidad muy grande de la salud pública y la medicina. Tiene que haber un análisis más profundo en el Congreso.
“La política de derechos humanos no es para paliar el dolor de los sufrientes, es una acción política, liberadora y transformadora».
¿Qué opinión le merece la figura del Papa Francisco?
Cuando designan al Papa yo estaba en Padua, que son más de 200 kilómetros de Roma, y apareció la BBC de Londres porque Horacio Verbitsky había disparado una serie de acusaciones contra Jorge Bergoglio, y yo salí en su defensa. Es cierto que hay unas cartas de dos jesuitas, Orlando Yorio y Francisco Jalics, que eran críticas a Bergoglio, cuando el aún no era obispo sino el superior de los jesuitas. Allí dicen que no hizo nada por sacarlos, ahora yo digo: Bergoglio logró sacarlos de la prisión en cinco meses. Yo estuve más de dos años con un apoyo internacional terrible, ¡y nadie me pudo sacar! Francisco en ese entonces había ayudado a mucha gente, silenciosamente y sin levantar la perdiz. Bergoglio a diferencia de otros papas es un pastor. Es un hombre que terminaba su trabajo aquí como arzobispo o cardenal de Buenos Aires y se iba a trabajar a la villa. Y se tomaba el colectivo, el subte, el tren. Esta política la continúa como papa, y lógicamente se encuentra con una estructura dentro del Vaticano muy compleja.
Este Papa pareciera tener otra forma de pararse y hablar a las grandes instituciones y poderes mundiales.
Es un hombre con una visión muy amplia, es un político también. Fijate que estuvo en la isla de Lesbos en Grecia, estuvo en Lampedusa, llamando la atención a los europeos sobre la cuestión de los refugiados. Ese Mediterráneo del que canta el “Nano” (Serrat), hoy es una fosa común. Va a los lugares más calientes, e intenta que la Iglesia tenga un rostro más humano, junto a los pobres y los más necesitados. Antes los cardenales eran los príncipes de la Iglesia, ahora tienen que ser los servidores.
Hay muchos tabúes en la Iglesia aún.
El celibato de los curas es un tema tabú. Uno de mis grandes amigos que falleció, el ex obispo de Avellaneda Jerónimo Podestá, estaba casado con Clelia. Claro, tuvo que salir de la Iglesia, lo persiguieron pero formó la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados. ¡Hoy son más de 10.000 sacerdotes! Y si uno va más en profundidad, Jesús nunca eligió célibes. Pedro era un hombre casado y Jesús cura a su suegra. Y todos tenían sus familias. En el siglo XII, en el Concilio de Letrán se impone el celibato. Entonces esto no es un dogma, es una mera decisión de un concilio.
Antes de despedirse, Adolfo dispara una reflexión de cara al futuro: “La política de derechos humanos no es para paliar el dolor de los sufrientes, es una acción política, liberadora y transformadora. Y nosotros le tenemos que pasar la posta a las nuevas generaciones, porque no lo vamos a resolver nosotros solos, lo van a resolver los pueblos a partir del diálogo”.