Una mujer que le pone la tapa al sistema

Una mujer que le pone la tapa al sistema

“Me interesa hablar de la industria de la moda como disciplinadora de cuerpos y subjetividades”, dice Pasquinelli.

¿Cómo son las mujeres que muestran las revistas? ¿Y las que no muestran? ¿Por qué todo cambia, pero los juguetes para niños y niñas son siempre iguales? Todas estas fueron las preguntas que impulsaron la creación de Mujeres que no fueron tapa, un proyecto de artivismo que busca visibilizar y desnaturalizar los estereotipos reproducidos por los medios masivos de comunicación. “Me interesa hablar de la industria de la moda como disciplinadora de cuerpos y subjetividades”, denuncia su fundadora, Lala Pasquinelli.

Si bien todo comenzó con un pequeño proyecto personal de arte, Pasquinelli siempre tuvo una inquietud respecto de los estándares de belleza y los medios de comunicación. La artista visual, que hoy suma más de 100 mil seguidores en su cuenta de Instagram @mujeresquenofuerontapa, encontró en las revistas una herramienta para analizar cómo la sociedad impone un modelo de mujer. “Las tapas repiten la misma imagen una y otra vez: todas híper jóvenes, delgadas, rubias, blancas y desvitalizadas”, explica. Además, hace hincapié en el papel que esto cumple para el sostenimiento del sistema actual. “Estos casos no pueden pensarse como espasmos aislados; la diferenciación entre los géneros y el binarismo son necesarios para el capitalismo, y la variable económica es fundamental”, agrega.

A partir de la creación de Mujeres que no fueron tapa, se propuso estudiar los mecanismos que se ponen en juego en las formas y los discursos mediáticos. Dentro de ese repertorio, destaca un proceso de “sutilización” y una manipulación que apela a nuestra necesidad de amor y aceptación. “Ya no hace falta que nos quemen en la hoguera; ahora nos bombardean con tratamientos de belleza a los que estamos obligadas a someternos para no ser rechazadas”, esclarece.

La pregunta que Pasquinelli encontró como disparador para romper los condicionamientos externos fue: «¿Cuándo a vos te encanta ser vos?»

Con distintas campañas, charlas y talleres, Pasquinelli busca ir en contra de esas tendencias. Así surgió la #RebeliónDeLasF.E.A.S. (Fuertes en Acción Sorora), un hashtag en Instagram a través del cual lanza preguntas para que las mujeres compartan sus experiencias personales de forma anónima. Estas consignas, que abarcan temas como “¿cuál fue la primera vez que te dijeron que tenías que hacer dieta y quién fue?”, o “¿a qué edad empezaste a sentir vergüenza por tener pelos en alguna parte del cuerpo?”, aspiran a desnaturalizar colectivamente imposiciones sociales. “Yo no tenía idea de que las respuestas iban a ser tan homogéneas. Ahí entendimos qué significa que lo personal es político”, reflexiona.

Más allá de las redes, otro punto fuerte de Mujeres que no fueron tapa es el Festival de Hackeo de Revistas y Estereotipos, una propuesta pedagógica que acerca esta temática a secundarias de toda la Argentina. “Nunca había pensado en algo para niñes y adolescentes, pero se me abrió un mundo hermoso. Es súper emocionante lo que pasa ahí. Ya ir a la escuela a hablar de emociones es disruptivo de por sí”, sostiene. La acción tiene dos partes: primero, propone un análisis de los modelos reproducidos por los medios de comunicación y, luego, intenta ‘hackear’ lo que esto va sembrando en los jóvenes. La pregunta que Pasquinelli encontró como disparador para romper los condicionamientos externos fue: «¿Cuándo a vos te encanta ser vos?»

Todas estas actividades se basan en la convicción que la construcción colectiva es el camino para poder generar nuevas conversaciones. “No creemos en la figura del héroe solitario”, declara la artista. Uno de sus objetivos es justamente fomentar la organización y la politización de todas las prácticas y encuentros. “Los ‘90 dejaron un estigma detrás de la idea de la política que prendió en toda América Latina, y esa descreencia es lo que nos vence”, añade.

“En cualquier momento me empiezo a reivindicar no-feminista. Porque hoy parece que todo es feminismo, y si todo es feminismo, nada lo es”, opina Pasquinelli.

A pesar de que su plataforma es fuertemente digital, Pasquinelli tiene una mirada muy crítica respecto de Internet. Como llamamiento a las audiencias, pide que “no tengan más Netflix, por favor”, y admite que las publicidades de multinacionales que cooptan y replican el mensaje feminista la ponen nerviosa. “En cualquier momento me empiezo a reivindicar no-feminista. Porque hoy parece que todo es feminismo, y si todo es feminismo, nada lo es”, opina.

Para la artista, las redes sociales llegaron al mundo para potenciar el disciplinamiento social. “Nunca en la historia de la humanidad un medio pudo llegar a tanta cantidad de personas, tan fácilmente y al mismo tiempo”, remarca. En este sentido, sostiene que los algoritmos nos están llevando hacia un condicionamiento prácticamente total. “El sistema funciona porque nos sigue haciendo creer que lo que deseamos, lo deseamos nosotros. Yo estoy mirando esto todo el día, y lo que veo me da miedo”, cierra.

Despidos en Clarín: la lucha continúa

Despidos en Clarín: la lucha continúa

Los despedidos de Clarín y Olé reclaman su reincorporación en otras empresas del grupo.

A un mes del despido de 65 trabajadores del Grupo Clarín, se realizó un “bondiolazo” en las puertas del multimedio ubicado en Tacuarí 1846. El evento fue convocado por el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) quienes junto con los despedidos buscan visibilizar el problema y crear una bolsa de trabajo para reubicar a los empleados desvinculados.

El típico aroma de carne asada invade el lugar. Música de fondo, personas tomando cervezas y conversando entre risas pareciera indicar que se está celebrando algo. Sin embargo, la realidad es totalmente diferente. Luego de un mes exacto de que Clarín despidiera a 65 de sus trabajadores, entre el matutino principal y el deportivo Olé, y tras haberse logrado la reincorporación de cuatro de los afectados la protesta está lejos de llegar a su fin.

Tato Dondero, delegado de Página 12 y Secretario General de SiPreBA, en conversación con ANCCOM manifestó: “Lamentablemente el nivel de la negociación con Clarín no está a la altura de nuestras expectativas. La reincorporación de solamente cuatro compañeros es muy poco, por eso el conflicto sigue en medio de este contexto gremial y nacional muy difícil”. Además, Dondero reflexionó sobre la crisis en la que se encuentra sumergido el periodismo y opinó que es mucho peor que la de 2001 debido a que si bien hay un cambio cultural en cómo comunicarse que afecta al papel, las políticas de este Gobierno son mucho más salvajes y afectan tanto a los periodistas como a toda la clase obrera.

Se cumplió un mes de la nueva ola de despidos de Clarín y Olé.

Por otro lado, Matías Cervilla, delegado del diario Clarín, indicó que unos de los reclamos de los trabajadores despedidos consiste en la apertura de una bolsa de trabajo para incorporarlos en otras compañías del Grupo. “Negociamos con la empresa y cedieron, así que actualmente están pidiendo curriculums y haciendo entrevistas. También hicimos un cese de tareas para seguir visibilizando el problema y continuamos pidiendo la reincorporación de más compañeros y la mejora de nuestras condiciones de trabajo”, aseguró Cervilla.

“Hay un gran apoyo de compañeros de todos los medios de prensa escrita: de Tiempo Argentino, Página 12, Infobae, Telam, despedidos de Grupo 23, se han solidarizado y han ayudado a la visibilización de este conflicto”, repasó Cervilla. Mientras tanto, los trabajadores involucrados aún no tienen ninguna garantía de su futuro. Uno de ellos es Ricardo Sapia, quien formó parte del equipo de redacción de Olé durante 23 años. “Me quedé sin laburo, mi único trabajo era éste. Sabemos que lo de la bolsa de trabajo no es algo fluido, pero yo al menos le pongo alguna ficha a eso”, confesó.

Ricardo, quien fue unos de los encargados de la parrilla de este encuentro, también contó cómo sobrelleva el tema del despido: “Es un día a día, por momentos tenés mucha bronca y tristeza debido a que pensás que hay determinadas coberturas que las podrías estar haciendo, porque era lo que hacías anteriormente. Sin embargo, también hay momentos como hoy en donde estás un poco mejor porque estás entre compañeros que se encuentran en la misma situación. Además, varios ex colegas también bajaron de la redacción para estar con nosotros”.

Otro de los afectados es Pablo Cerolini, reportero gráfico y editor de fotografía, quien entre un poco de humor y tristeza cuenta cuál es su situación: “Se podría decir que estoy de año sabático, me echaron y hasta ahora no encontré trabajo. Si bien personalmente uno puede tener bronca yo no analizo la situación en términos personales, sino más bien colectivamente. Es muy importante el apoyo de SiPreBA y de otros sindicatos porque uno se siente contenido”. “Hasta que no haya una decisión de finalizar la lucha yo voy a seguir   apoyando esta causa, creo que hay que molestar y que hay gente acá dentro que tiene que saber lo que es esta empresa, por eso hay que seguir insistiendo por la reincorporación”, dice Cerolini muy convincente.

Las chicas malas no transpiran y las otras escriben sobre ellas

Las chicas malas no transpiran y las otras escriben sobre ellas

«Todos mis cuentos tienen algo de mí, cuestiones personales, alguna referencia a mi vida», revela la autora.

Los vínculos de Laura Cukierman están entrelazados con sus relatos, como le sucede a todo escritor. En su primer libro, Las chicas malas no transpiran, publicado por la editorial Hormigas Negras, sus recuerdos afloran y se conectan con su interés por la memoria para darle forma a las historias. Cukierman, periodista, productora y colaboradora en editoriales, empieza y termina su obra de ficción con disparadores que atravesaron su vida y construyeron un libro de cuentos, protagonizado por mujeres, que hablan de los vínculos.

¿Qué tienen de vos tus cuentos?

Todos mis cuentos tienen algo de mí, cuestiones personales, alguna referencia a mi vida. La mayoría tiene un anclaje en algo que ocurrió. En el primer cuento hay una pileta, nada de lo que pasó en la ficción me pasó a mí pero esa pileta sí existió: era la de la casa de mi abuelo paterno, a la que iba en vacaciones cuando era chica con mis primos, de los cuales yo era la menor, como la protagonista del cuento. Por algún motivo es una imagen que tengo muy presente. La pileta funcionó como disparador, yo sabía que esa pileta significaba algo. El último cuento está dedicado a mi mamá, claramente es mi mamá. Creo que fue una manera de hacer catarsis, de hablar del vínculo materno. Porque lo que pasa entre una madre y una hija mujer no es igual a lo que pasa con un varón: es una relación más conflictiva, más tirante. Es complejo ser madre y es complejo ser hija. Hay un texto también en el que una chica mira como sus padres se están separando. Mis papás no se divorciaron pero yo tuve un vínculo muy especial con mi papá y un poco de eso está en ese relato. Hay y no hay relación con la realidad.

Las protagonistas de sus cuentos son mujeres. Y aunque aclara que no sólo escribe sobre ellas, confiesa que “cuando tuve que elegir qué cuentos publicar me di cuenta que los que más me interesaban tenían todos a mujeres protagonistas.”

¿Alguna de las protagonistas se parece a vos?

Soy organizada, ansiosa, y todas son un poco de eso. Cada una es diferente y al mismo tiempo tienen algún rasgo mío, que puede ser hasta por completa oposición. Yo soy feminista, y todas las protagonistas de mis cuentos también, salvo una porque es mayor. Siempre hay alguna manera de mirar, un pensamiento, un diálogo, algo que dicen. Aunque no todo, yo no hubiera actuado como casi ninguna de las protagonistas del libro.

«Los personajes frágiles son más ricos que las personas que no son vulnerables», asegura Cukierman.

A Cukierman le gustan Silvina Ocampo, Lorrie Moore, Lucía Berlín: le gustan las cuentistas mujeres, como ella. Lee mucho. Lee ficción. El título de su libro corresponde al nombre de uno de los cuentos que lo conforman. La chica de la portada, aunque haya sido una casualidad, es parecida a su autora.

Alguna vez dijiste que te interesan los personajes frágiles, ¿por qué?

Los personajes frágiles son más ricos que las personas que no son vulnerables. ¿Qué tienen ellos para contar? Me gusta ver ese lado, las situaciones límite, de quiebre. En ese momento se ve el accionar del ser humano. Ahí se ve vida.

Siempre sintió un gran interés por los vínculos. Pero en esta creación, además, le atrajo la idea de reflexionar sobre la memoria: “La memoria es constitutiva de cada persona, es lo que nos contamos a nosotros mismos de nuestra historia. ¿Qué pasa cuando uno empieza a no acordarse de eso?”, se pregunta.

En una relación clara pero no obvia, a Cukierman le interesa la memoria y a su vez se acuerda con mucha frecuencia de su infancia: “La tengo muy presente, en lo cotidiano. Tuve una buena niñez: una familia de clase media, hija única, vivimos en Palermo y en Almagro”. Tal vez, como ella cree, el vínculo con una hija de tres años es lo que hace que se reactiven sus recuerdos.  

Hablando de los vínculos, ¿le pedís a tu familia y a tus amigos que lean tus cuentos?

A mis amigos de vez en cuando. A mi pareja, sí. Pero como voy a un taller de literatura, ahí tengo unos primeros lectores.

¿Cómo es tu momento de escribir?

Trato de tener una rutina, escribir casi todos los días. O aislarme un poco mentalmente si sé que no voy a poder trabajar en la computadora ese día, caminar para ordenar el tema que tengo en la cabeza y bajarlo. Uno escribe mucho fuera de la máquina: cuando caminás, cuando nadás.

Cukierman ahora trabaja en la historia de una obstetra que hacía abortos en Auschwitz para salvar mujeres.

Para escribir Las chicas malas no transpiran Cukierman ganó un subsidio del Ministerio de Cultura: la editorial Hormigas Negras presentó los cuentos y salieron victoriosos de la convocatoria.

¿Estás escribiendo algo ahora?

-Sí, no sé qué va a ser pero intuyo que va a ser algo grande. Es sobre la vida de una obstetra que en Auschwitz hacía abortos para salvarle la vida a las mujeres. Es un personaje que existió: Gisella Perl, es su nombre. Y también tengo otros cuentos que ahí andan dando vuelta.

 

A capella

A capella

Nicolás, vendedor un, local de música de la calle Talcahuano en la Ciudad de Buenos Aires.

La calle Talcahuano condensa, en apenas cuatro cuadras, el epicentro de la industria de instrumentos musicales en la Ciudad de Buenos Aires. Con más de 30 locales distribuidos entre Rivadavia y Corrientes, las vidrieras que exhiben guitarras, teclados, saxos y violines -entre otros- se siguen casi consecutivamente, interrumpidas, a veces, por persianas bajas que no volverán a abrirse. El sector es otro de los tantos golpeados por una política económica centrada en el libre mercado y las finanzas, las importaciones, la desregulación y el ajuste. En esas pocas calles, la situación complicada también queda en evidencia: escasos clientes, negocios vacíos, y gran disposición a hablar por parte de los empleados, los primeros afectados.

Frente a la pregunta sobre las ventas, las respuestas no varían demasiado. Hay quienes reflejan la situación con gestos preocupados y de resignación; hay quienes responden directamente: “Mal”, “en baja”, “pésimo”. Y hay, incluso, quien lanza un “¡ayuda!” dramático, intentando ocultar tras el humor una preocupación que no deja de ser real. “Siempre las ventas, por meses, son irregulares: hay épocas del año que se vende más y hay épocas en que se vende menos. Pero lo que se mantiene del año pasado, del primer sacudón del dólar, a este,  es que va en descenso: no sube ningún mes, siempre se va vendiendo menos que el mes anterior”, explica Marcelo, empleado de Baires Music.

En Antigua Casa Núñez, en tanto, “se vende en pesos lo mismo que se vendía dos años atrás, cuando comenzó a caer el negocio”, cuenta Juan, quien trabaja hace años en la conocida casa de guitarras. El diagnóstico se replica en la mayoría de los negocios de la calle: en promedio, las ventas cayeron entre un 30% y un 50%, según relatan los vendedores. También coinciden en que la demanda de servicios de luthería -arreglo de instrumentos-, si bien acompaña el descenso general de la actividad, es lo que se mantiene más estable: según Marcelo, mucha gente prefiere arreglar los instrumentos antes que comprar uno nuevo, tratando de extender la vida útil de los instrumentos al máximo.

La otra cara del descenso en las ventas es que, en un contexto económico complejo, la gente no sólo deja de comprar instrumentos, un producto que no es de primera necesidad; sino que también comienza a tratar de vender los que ya tiene, en busca de algún ingreso extra. “Hay muchísima oferta de instrumentos usados: de diez personas que vienen al local, cinco están vendiendo”, cuenta Victoria, de Sunset Music. Pero la escena se repite: en los locales tampoco hay dinero para comprar instrumentos, todo lo ganado en las pocas ventas va destinado a pagar los servicios, el alquiler y los sueldos. Y cuando no alcanza, comienzan los despidos.

La situación cambiaria es otra de las circunstancias que afectan a la industria: para un sector en el que el 90% de los productos son importados, la devaluación impacta directamente en los precios de los instrumentos y otros insumos, desde cuerdas y elementos de audio, hasta materiales para fabricación. “Con el incremento del dólar se tuvieron que aumentar las listas. En lo que va del año esta es la tercera vez, y esto afecta en las ventas porque los aumentos son de un 8%, un 13%, y es mucha la diferencia”, dice Victoria, empleada de un local que abrió hace seis meses y que desde un principio sintió la caída del negocio. La mayoría de los trabajadores observan que los clientes priorizan precio sobre otras variables, pero Martín, de Guitar Center,  especifica que es el amateur o quien recién se inicia en la música el que tiene esta conducta, mientras que el músico profesional sigue invirtiendo y elige calidad por sobre el precio. “Yo dejaré de pagar algo, puedo dejar de comer, si esa plata es para el instrumento”, agrega, como un músico más.

La inestabilidad de la moneda impacta también en la fabricación nacional debido a que, junto con la apertura de importaciones, imposibilita competir con precios como los de los productos chinos, que tienen un menor coste de producción. “Se necesita cerrar las importaciones para que la industria tenga alguna oportunidad, sacarle el IVA a los insumos necesarios para la fabricación”, sostiene Juan, de Antigua Casa Núñez. Pero desde el gobierno no hay recepción a los pedidos, y tampoco se advierte algún interés por el estado del sector: pareciera que los negocios de música, su situación y sus empleados son invisibles. Tal vez por eso los trabajadores responden de buena gana, expresando la incertidumbre del día a día cuando alguien está dispuesto a escuchar.

 

“Hace 20 años que trabajo en Talcahuano, y nunca vi algo así. Cada vez cierran más locales. Acá entra una persona cada 15 horas, y a preguntar o a vender, no a comprar instrumentos. Es todo los días lo mismo, un déjà vu.” Las palabras de Juan, empleado de Monk, resumen un panorama que se extiende por aquellas cuadras en las que la industria funciona como la selva: sobrevive el más fuerte. Mientras tanto, y sin indicios de cambio, el futuro parece ser a capella: sin ayuda, sin respuestas y sin instrumentos.

 

Un domingo de circo

Un domingo de circo

“Un domingo”, obra de teatro circense del colectivo cultural Migra.

La cooperativa cultural Proyecto Migra reestrenó Un domingo, su mayor espectáculo como grupo, en el Galpón de Guevara. La obra circense pone en escena “un domingo en familia donde pasan cosas exuberantes y ridículas acompañadas de momentos profundos y poéticos. Es bastante multicolor”, dice Gabriela Parigi, artista de circo, docente y participante de Proyecto Migra.

La obra propone entrar en el universo de un domingo familiar, donde se producen escenas desde lo cómico y grotesco hasta situaciones oscuras, a través de elementos del circo contemporáneo. “Hay técnica pero tiene las cualidades del circo contemporáneo, no es ni teatro ni circo tradicional ni circo-teatro; es algo bien especial”, sostiene Parigi. No se resaltan las proezas espectaculares de las acrobacias, sino que a través de las imágenes que se crean se busca sensibilizar al público y contar una historia. “Es muy pintoresco, muy de cuadro, somos una familia en domingo y pueden pasar un montón de cosas”, adelanta la artista.

Un domingo es una coproducción entre Proyecto Migra y el Galpón de Guevara, espacio dirigido por PierPaolo Olcese. La idea surgió del Festival Internacional de Circo Independiente (FICI) durante el año 2018. “Nosotres teníamos ganas de hacer esta creación con Florent Bergal, director de la obra. Lo conocemos porque fue profesor nuestro. Es una persona muy querida, admirada y un referente dentro del circo contemporáneo”, comenta Parigi. Florencia Valeri, también artista circense y participante de Migra, dice: “Gracias a la asociación con Olcese logramos traer a este director. Era nuestro sueño, nuestro deseo más grande. pero él es francés y sus viajes salían dinero. La verdad fue buenísimo haberlo hecho, tirarnos así a la pileta. Él tiene un método muy claro y una cabeza enorme”.

La creación, como en todos los trabajos de Migra, se dio de forma colectiva. Bergal, el director, abrió las puertas para que los artistas compartieran sus deseos e ideas y a partir de allí comenzó el proceso creativo. “Hablamos todos y él fue encontrando las coincidencias entre nosotros, empezamos a improvisar y ahí empezaron a salir los personajes, todo fue de cero. Bergal dirigió pero con los elementos que nosotros le fuimos dando”, comparte Valeri sobre este primer momento de la obra. Otra particularidad fue la rapidez con la que construyeron el espectáculo, dado que el director sólo podía viajar a la Argentina por un período de no más de tres semanas por vez: la realización se dio en seis semanas con ensayos de lunes a lunes, un tiempo muy corto para lo que suele ser la producción de este tipo de obras. “En otros proyectos por ahí estás un año pasándolo dos veces por semana, en cambio este método para mí está buenísimo porque nos lanzamos y parece que entrás en un viaje, estás sólo pensando en eso”, sostiene Valeri.

La cooperativa cultural

Proyecto Migra se inició en 2015 a partir de la iniciativa de Leticia Vetrano, quien buscaba construir una carpa de circo que funcionara como centro cultural itinerante para poder viajar y llevar propuestas de circo y teatro a distintas partes del país. Vetrano comenzó a convocar a amigos, amigas y gente que estuviera interesada en participar. “Les integrantes de Migra nos conocemos desde hace mucho tiempo, cada une vivió su camino y decidimos volver a Argentina para hacer cosas por el arte y la urgencia del artista en nuestro país”, cuenta Parigi.  Para Florencia Valeri compartir los ideales y perspectivas de trabajo fue central en la conformación del grupo y al respecto sostiene: “Si no tenés una convicción enorme por lo que estás haciendo es difícil, nunca llegas a ganar el dinero que significa todo el trabajo que haces. Entonces, si no hay otro condimento que te mueva, lo abandonas.”

Proyecto Migra se inició en 2015 a partir de la iniciativa de Leticia Vetrano.

El primer gran paso como cooperativa fue construir la carpa y el trailer para transportarla, para lo cual crearon una página de financiamiento colectivo que tuvo mucho éxito y pudieron comenzar el viaje. Parigi recuerda sobre esos primeros momentos: “Cuando la vimos montada fue una emoción enorme pero al mismo tiempo había cosas que no habían quedado como pensábamos, lo fuimos bajando a tierra”. A partir de la concreción del objetivo, las propuestas y proyectos que se impulsaron desde Migra se fueron diversificando, desde las temporadas que hacen todos los años en Uruguay hasta la participación en la producción del FICI. “Nosotres tenemos esa filosofía de trabajar como cooperativa. Todo lo que hacemos lo gestionamos desde nosotres”, dice Gabriela Parigi.

Los artistas sienten a Migra como una segunda familia donde cada participante puede traer sus intereses e inquietudes para ser plasmados en algún proyecto a futuro en este proceso de creación colectiva. Por ejemplo, pusieron en marcha una residencia artística, Enlace, que ya tuvo lugar en Uruguay, Brasil y en nuestro país en las provincias de Córdoba y este año en Buenos Aires. Allí se abre una convocatoria donde cualquier persona puede presentar un objetivo a trabajar en diez días de entrenamiento intensivo. Se proveen elementos técnicos y también se abre un espacio de laboratorio para la investigación. “No hacemos dirección artística, no nos ponemos como directores sino que la idea es poder acompañar el proceso artístico de cada persona”, sostiene Parigi. La Formación Integral de Circo Contemporáneo (FICICO) es otro de los programas propuestos donde los participantes vivencian un proceso formativo anual.

Desde propuestas pequeñas hasta grandes proyectos como el FICICO o Un Domingo la cooperativa cultural intenta democratizar y federalizar el acceso al teatro y al circo en el marco de una coyuntura económica y política que no facilita el camino. “En estos momentos lo único que te salva, te empodera y te da esperanza es la red humana y la gente que hace las cosas por urgencia, por deseo, por estómago, por sangre”, declara Parigi y resalta lo comunitario como el bien indispensable para la construcción de este colectivo.

Un domingo se puede ver en el teatro El galpón de Guevara; Guevara 326, Chacarita, Buenos Aires, los viernes y sábados de mayo.